La sociedad se acomoda en la indiferencia, como en un confortable sillón.

Por: Carolina Vásquez Araya

La sociedad se acomoda en la indiferencia, como en un confortable sillón.

Regresando al sabio consejo de las páginas del diccionario, podemos establecer con cierta certeza que “la ética se relaciona con el estudio de la moral y de la acción humana. Que su concepto proviene del término griego ethikos, que significa “carácter”. Que una sentencia ética es una declaración moral que elabora afirmaciones y define lo que es bueno, malo, obligatorio, permitido.” Es decir, se trata de una cualidad supuestamente intrínseca del ser humano como parte de una sociedad dentro de la cual tiene responsabilidades y compromisos.

Por ello resulta incomprensible y decepcionante la realidad del entorno social y cultural en países del tercer mundo como los nuestros, en donde predomina el egoísmo, la pérdida de sensibilidad humana y la indiferencia con tal de eximirse de participar en acciones capaces de restablecer el orden, proteger los valores, luchar contra la injusticia y propiciar la construcción de marcos legales sólidos y estables. En América Latina hemos experimentado la violencia política, pero también hemos recuperado libertades a partir de movimientos ciudadanos que han sido capaces de revertir el curso de la historia y darnos otra esperanza de progreso y paz.

Esto significa que cuando la sociedad se mantiene alerta y consciente de su papel, es capaz de transformar un sistema de represión y muerte en uno de desarrollo y esperanza. Por esta razón, cuando uno de nuestros países cae en la aceptación del abuso constante de sus entes más poderosos, provoca un terrible desasosiego; una sensación de náusea, un golpe en pleno esternón. Es ahí en donde se manifiesta el desinterés por el destino de un país y de una sociedad de la cual pretendemos desvincularnos emocionalmente para refugiarnos en nuestro pequeño espacio de dudosa seguridad. ¿Cómo no dudar de si este conglomerado humano tiene un corazón que late bajo esa coraza de indiferencia?

Las noticias aparecen, se repiten durante algunos días abundando en detalles nuevos, y luego nada. Simplemente hay otra, tan impactante como la anterior, minuciosamente descrita con ese lenguaje profesional que practicamos a diario los periodistas elevándolo a las alturas de la perfecta esterilización emocional. Todo pasa y el olvido se instala pronto. ¿Acaso tenemos la culpa de haber anestesiado la conciencia colectiva? Ha de ser así: una cuestión de clase, color o tono de voz, un rasgo del carácter o un gen oculto en un minúsculo infinitesimal cromosoma, porque de otro modo sería simple maldad.

¿Es que esta comunidad humana sabe lo cara que resulta la indiferencia? ¿Sabrán las niñas raptadas por una red de trata que había vecinos conscientes de su situación pero no intervinieron porque no era asunto suyo? ¿Quizás pensaban que pertenecían a quienes las explotan así como otros creen que los niños abusados les pertenecen a padres que los torturan?

La denuncia no es una cultura socialmente aceptada, es una de las ataduras de la historia, en donde la ética se disuelve. La idea de ser responsable en la construcción de una sociedad justa no termina de calar en mentes ni corazones almidonados de prejuicios. Si no se actúa para rescatar a una víctima de violencia, menos aún para rescatar a un país de la corrupción. Más fácil es hacerlo para reclamar por el estruendo de una fiesta. Menos comprometedor. Mucho menos.

Somos reflejo de nuestros valores, pero también de nuestros prejuicios.

Fuente de la información e imagen: https://insurgenciamagisterial.com

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Francesc Torralba: “Hay que luchar contra la globalización de la indiferencia”

En la historia de la filosofía abundan los autores cuyo pensamiento, por su complejidad y lenguaje, los han alejado del común de los mortales, ocasionando que sean muchos quienes renieguen de la materia. De ahí nuestro interés por entrevistar a Francesc Torralba, uno de los autores que más y mejor han enfrentado las grandes cuestiones de la filosofía, sin por ello dejar de lado la cercanía con el lector.

Por Jaime Fdez-Blanco Inclán

Varios son los pensadores y filósofos que han tratado de analizar a la luz de la razón los tiempos que corren. La crisis económica, más allá de los sucesos particulares de cada estado ha sido una muestra de la situación e impacto que nuestras ideas como colectivo pueden tener en el mundo, de ahí que no sean pocos los que han querido hablar de una crisis de valores, más allá de lo meramente material.

Entre estos pensadores está Francesc Torralba (Barcelona, 1967), profesor y director de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramón Llull, de Barcelona, autor de decenas de obras en las cuales ha tratado de analizar los elementos centrales de la existencia humana: Dios, el sufrimiento, el dolor, la vida virtuosa o el sentido de la misma.

"La filosofía cura. Herramientas para el bienestar del alma y del mundo", escrito por Francesc Torralba y editado por Milenio.
“La filosofía cura. Herramientas
para el bienestar del alma y
del mundo”, escrito por
Francesc Torralba.

Para el ciudadano de a pie, la filosofía es un campo arduo, complejo y en muchos casos destinado a una minoría intelectual. Las ventas de libros de divulgación científica o psicológica demuestran, por el contrario, que el ciudadano medio está hambriento de conocimiento, de herramientas que le permitan vivir mejor su vida. ¿Por qué la filosofía parece estar desligada de ello? ¿Por qué no hay más autores que, como usted, ofrezcan una visión accesible de la misma?
Entiendo que la filosofía nace en el ágora, en el seno de la plaza pública, y que emerge como un diálogo a fondo sobre las grandes cuestiones que asedian a la condición humana. Sin embargo, a lo largo de su historia se convierte en un monólogo académico para uso y consumo de académicos, articulado a través de un lenguaje críptico y excluyente, elitista y ajeno a los latidos del tiempo, por emplear una bella expresión de José Ortega y Gasset. Esta cerrazón o hermetismo académico tiene como consecuencia la marginación del verbo filosófico de la vida pública y el ostracismo de la razón ética, política y metafísica. Pero en la historia de la filosofía existe ese doble tipo de movimiento: el esotérico, para uso y consumo de la tribu, y el exotérico, cuyo fin es suscitar un diálogo sobre las grandes cuestiones de fondo. Yo creo que ambos movimientos no son contradictorios, ni uno tiene que optar por uno de los dos polos de la disyuntiva. Cabe la posibilidad de articular una obra esotérica, pero también, simultáneamente, exotérica. Cuando el filósofo desaparece de la escena pública, otros agentes ocupan su lugar y pronto se convierte en una figura anacrónica, algo así como en un espectro cuya función es sacar brillo a las grandes figuras de la historia de las ideas. Creo que la tarea del filósofo es, por un lado, conservar la memoria del logos, pero, por otro lado, la innovación, la presencia activa en la sociedad para introducir algo que está muy ausente: la exigencia del pensar, el gozo de pensar. Y también la angustia de pensar.

“La tarea del filósofo es introducir la exigencia, el gozo y la angustia de pensar”

"Saber decir no. La sabiduría que libera", de Francesc Torralba, editado por Now Books. "La profundidad no tiene por qué estar reñida con la sencillez discursiva", explica el autor.
“Saber decir no. La sabiduría
que libera”,de Francesc Torralba,

En la actualidad, lo mismo que existen psicólogos y coaches, se está desarrollando la figura del consejero filosófico, que ofrece un uso práctico de las enseñanzas de la filosofía para resolver problemas de la vida diaria. ¿Qué opinión le merecen estas prácticas? ¿Cómo aplicar estos conceptos que nos ofrece la filosofía sin caer en la autoayuda? ¿Qué opinión tiene de esta última?
Algo que se aprende a la hora de filosofar es el principio de no sucumbir a la generalización. De hecho, generalizar significa pensar mal, olvidar el matiz, los márgenes, la excepción, los subconjuntos que siempre existen dentro de un conjunto más amplio. La realidad siempre trasciende a la idea, al esquema, a la representación, con lo cual no se puede descartar de un plumazo a los que ejercen el asesoramiento filosófico, tampoco a quienes articulan una filosofía inteligible para uso y consumo del pueblo, con el fin de emitir un mensaje que sea significativo. Con frecuencia, la caída en la inintengibilidad es una excusa para aparentar profundidad, es decir, un pretexto para aparentar algo que no se posee. La profundidad no tiene por qué estar reñida con la sencillez discursiva, con la simplicidad formal. Cuando uno lee textos de Epicteto, de Marco Aurelio, de Séneca, de Montaigne, de Pascal, de Schopenhauer o de Emil Cioran, se encuentra con textos de gran calado que llegan al lector convencional y que activan en él el ejercicio de pensar. Más todavía, el valor de examinarse a sí mismo. Sólo se puede juzgar a posteriori, y con frecuencia se descarta esta literatura filosófica abierta al gran público desde la ignorancia de la misma, o, simplemente, por resentimiento académico.

Existe en nuestra época una sensación de desesperanza, de pesimismo en el devenir de la humanidad. No obstante, con datos objetivos en la mano, el mundo no ha vivido nunca un momento mejor que el actual: hay más respeto por los derechos humanos, menos hambre, más libertad y mayor acceso a la cultura. En un cómputo global, vivimos mejor que nunca. ¿Es este, pese a lo que nos queda por recorrer, el mejor de los mundos posibles?
Decía Søren Kierkegaard que la esperanza se fundamenta en la posibilidad, mientras que la desesperación consiste en no ver posibilidad alguna. Uno se hunde en la nada cuando no vislumbra ningún intersticio, ninguna rendija por donde salir, por donde escapar del atolladero. La esperanza, que es virtud y motor básicas para la vida humana, bellamente descrita por Ernst Bloch y por Gabriel Marcel, es imprescindible para enfrentarse al presente y al futuro. Existen razones para la esperanza, pero también para la desesperación. A juzgar por los dramas que acechan a la humanidad, el apocalíptico tiene argumentos de peso para desarrollar un discurso oscuro, un caldo de cultivo de la desesperación; sin embargo, desde la perspectiva histórica, existen razones objetivas para la esperanza. En el mundo global, tenemos una información en tiempo real de lo que ocurre en las antípodas del mundo. Ello suscita en nosotros la moral de derrota, la sensación de impotencia; pero la historia revela que, a lo largo de los dos últimos siglos, se ha logrado garantizar algunos derechos fundamentales que, en Europa, eran ciencia ficción o un lujo para minorías elitistas: el derecho a la educación, el derecho al sufragio universal, el derecho al trabajo, el derecho a la atención social y sanitaria, el derecho a la libertad de pensamiento, de expresión, de credo, de asociación, de movimientos. Naturalmente, esta evolución no puede, todavía, proyectarse a todo el planeta, pero la historia dibuja un rumbo que permite labrar la virtud de la esperanza.

“A toda realidad le precede un sueño, hay que soñar, imaginar”

Torralba es uno de los autores del libro "Claves éticas para el siglo XXI", publicado por Milenio.
Torralba es uno de los autores del libro “Claves éticas para el siglo XXI”, publicado por Milenio.

Usted defiende la ética como una idea colectiva, una moral que ha de ir más allá del individuo. Sin embargo, el siglo XX, seguramente el más sangriento de la historia de Occidente, coincidió en buena parte con el auge de los modelos que antepusieron al colectivo por encima del individuo y sus derechos. Hoy esto persiste, equiparando individualismo con egoísmo, hablando del cuidado de las minorías pero negando al individuo, la minoría más pura que hay. ¿Hemos caído en el vicio del utilitarismo al asumir, indirectamente, que es moral que la mayoría arrolle al individuo en beneficio del conjunto? ¿Es en realidad la crisis del individualismo el elemento básico de la crisis de valores que vivimos?
Concibo la ética como un examen interior, como una crítica de la moral vigente, como la capacidad de deconstruir lo que está establecido como bueno o como malo en un sistema normativo colectivo. Entiendo que la ética es un discurso dialógico, crítico, racional y valorativo, que reflexiona sobre los hábitos y las costumbres colectivas de una época y las somete a un duro examen. De ahí, la incomodidad que supone siempre el ejercicio de la ética, porque es una labor de crítica y autocrítica, lo cual requiere tomar distancia y tener la audacia de someterse a uno mismo a examen. Uno de los males endémicos de la cultura líquida postmoderna es el individualismo. Cuando uno reflexiona éticamente, somete a crítica esta tendencia colectiva, tanto por las consecuencias que genera como por la frustración de suscitar este modelo de existencia.

Usted habla acerca de una revolución del corazón, abogando en ella por que el fin no justifica los medios, por lo que los episodios de violencia, insultos y agravios están lejos de la manera adecuada de realizar cambios: “Esta manera de proceder es bárbara y primitiva, situada en un momento histórico anterior a la Ilustración”. ¿No caemos en una visión demasiado idílica de la Ilustración? ¿Acaso no fueron sus valores los que pusieron en marcha revoluciones, como la francesa, para las que la violencia no fue en absoluto ajena? Por otra parte, ¿hubiera sido posible un cambio así de un modo pacífico?
La violencia engendra violencia. La vía para alcanzar la paz no puede ser la violencia. Existe una violencia estructural que activa una violencia desesperada, pero esa primera violencia es fruto de la injusticia y de la desigualdad. Solo es posible la paz si hay justicia. Mientras en el mundo global las condiciones de vida de millones de seres humanos sean indignas, no puede haber paz. La desigualdad engendra el odio, el resentimiento, el rencor y, finalmente, estalla en violencia. Vivimos en un mundo global y, por tanto, todo es interdependiente. La injusticia que sufre una gran parte de la humanidad nos afecta y nos afectará a pesar de preservarnos dentro de una pequeña burbuja residencial con servicio de vigilancia permanente. Los flujos migratorios son imparables. Frente a ello, es esencial tomar consciencia de la situación, ponerse en la piel del otro y luchar vehementemente contra la globalización de la indiferencia.

¿Una igualdad impuesta tendría menos violencia? En la historia vemos sistemas basados en la igualdad que no han sido ni justos ni pacíficos…
La equidad básica es decisiva para lograr la paz. Mientras existan diferencias tan abismales como existen en el presente, es imposible imaginar un mundo pacífico, porque estas enormes diferencias generan rencor, resentimiento y rabia que no pueden ser contenidas de manera indefinida.

"La revolució ètica", de Francesc Torralba, publicado por Ara Llibres en catalán.
“La revolució ètica”, de Francesc Torralba, publicado por Ara Llibres en catalán.

Esto nos lleva a la siguiente pregunta, relacionada con lo que usted desarrolla en la Revolución ética: la revolución comienza por contar con el otro, verlo como un fin en sí mismo, no como un cliente, un enemigo, un instrumento. Este ideal altruista (vivir de cara a terceros, cuidar a los demás para que estos cuiden de ti, etc.) ha sido permanente a lo largo de la historia, especialmente en la cultura occidental. Si no ha funcionado, ¿es posible que se trate de un pensamiento erróneo? ¿Puede que la realidad sea que el ser humano es naturalmente egoísta y la negación de esa realidad sea el problema? ¿Deberían las revoluciones enfocarse en la responsabilidad propia –que cada uno cuide de sí mismo, en lugar de exigir que los demás cuiden de él– antes de plantearse vivir para el otro?
En el ser humano coexisten dos pulsiones: la pulsión de vida (eros) y la pulsión destructiva (thanatos), o dicho de otro modo, el impulso empático y social y, a la vez, el impulso ególatra e individualista. La evolución es el fruto de la lucha por la supervivencia, pero también de la cooperación en el seno de la especie. Soy cuidado, luego existo. Si no hubiera sido cuidado durante mi gestación y después de ella, no existiría. El cuidar es constitutivo y fundamental para el porvenir de la especia humana, porque no somos seres autosuficientes, sino animales frágiles, vulnerables, dependientes y heterónomos.

“Soy cuidado, luego existo”

En "Inteligencia espiritual", editado por Plataforma, Torralba explica que todos los seres humanos tenemos necesidades de orden espiritual: la felicidad, el bienestar, la cultural... y debemos satisfacerlas.
En “Inteligencia espiritual”, editado por Plataforma, Torralba explica que todos los seres humanos tenemos necesidades de orden espiritual: la felicidad, el bienestar, la cultural… y debemos satisfacerlas.

Vivimos bajo el dogma de que es una obligación moral ayudar al prójimo. Ahora bien, cuando entra en juego la obligatoriedad, cuando el acto de caridad no es voluntario, ¿no pierde este su esencia?
En efecto, el amor es libre o no es amor, pero el amor que emerge de las profundidades del ser humano trasciende la mera inclinación sensual, el deseo efímero, la atracción física, y es percibido como una llamada interior que exige entregarse al otro, darlo todo a fondo perdido, actuar sin calcular, o dicho de otro modo, impele a darlo todo sin pensar en lo que se recibe. Este amor gratuito y sin cálculo, que no espera reciprocidad alguna, es el amor en estado puro.

Revolución, como tal, es un cambio brusco en la estructura sociopolítica de una nación, por tanto, extremo y radical. ¿Cómo casa esta idea con la virtud de la moderación? ¿Dónde queda el justo medio aristotélico en el concepto de revolución?
La moderación no puede ser un pretexto para justificar la atroz injusticia estructural que corroe el mundo. No puede ser una tapadera para ocultar la devastadora corrupción que está destruyendo la legitimidad de las instituciones públicas, ni una palabra para justificar el silencio, la indiferencia, o simplemente la cultura de la pereza.

Usted hace hincapié en algunas de sus obras acerca de la necesidad de soñar, de lograr un ideal. Frente a él, contrapone el pragmatismo, aunque reconoce la necesidad de este para el desarrollo humano. ¿Del mismo modo que pecamos en ocasiones de un exceso de pragmatismo, hemos pecado de un exceso de idealismo al desvincularnos de la realidad empírica?
Dice Ernst Bloch que toda realidad viene precedida por un sueño. Se trata de soñar despiertos, pero de soñar, es decir, de imaginar mundos futuros más bellos, más armónicos, más justos, más participativos, más verdaderos, más equilibrados, pues sólo si tenemos capacidad de visión, es posible activar el músculo social para hacer realidad tal horizonte.

"La vida secreta de la oración", de Francesc Torralba, publicado por Lectio Ediciones. "La oración sin transformación interior y exterior es pura palabrería", asegura el autor.
“La vida secreta de la oración”,
de Francesc Torralba, 

En la actualidad, época de grandes logros científicos y avance imparable de la ciencia, la idea de espiritualidad parece que va contando cada vez con menos adeptos a pesar de que muchos de sus valores son los que identificamos como ideales morales. ¿Cómo nos afecta esta negación del “misterio”? Siendo la misma considerada por muchos filósofos como una idea fundamental para enfrentar la existencia (como consuelo, como esperanza, como aceptación del destino), ¿cuál es el coste de negar la fe? ¿Es posible que la crisis de valores que vivimos hoy esté relacionada con la caída de la influencia de la religión y la fe en el mundo actual?
La razón es un instrumento poderoso, pero frágil a la misma vez. No es omnipotente, ni puede conocer la totalidad de la realidad. Algo escapa a nuestra comprensión. Immanuel Kant vislumbró sus fronteras y, después de él, Kierkegaard. La razón humana no tiene capacidad para contener la complejidad de lo real. El verdadero científico es consciente de sus límites, como lo es también el verdadero filósofo cuando tiene la audacia de discurrir sobre el misterio del ser.

¿Estamos condenados a la fe (no necesariamente religiosa) entonces?
La fe es el antídoto a la desesperación, pero la fe se expresa de múltiples modos y tiene distintos grados de intensidad. Creer en uno mismo es un modo de fe, como también lo es creer en el poder la comunidad humana para transformar la historia. La fe es la fuerza motriz que activa al ser humano a conquistar sus horizontes. Sin fe, sin esperanza, sin confianza en el propio potencial humano es imposible trazar un camino de liberación.

Fuente: https://blogs.herdereditorial.com/filco/francesc-torralba-hay-que-luchar-contra-la-globalizacion-de-la-indiferencia/

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UAM, cambio de rector y revoltijo

05 de julio de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

Aunque las campañas comenzaron desde meses antes, la Junta Directiva (JD) de la Universidad Autónoma Metropolitana convocó el 5 de junio a la elección del rector para el periodo 2017-2021. Aclaro que hace cuatro años fui candidato a rector general. La JD designó a Salvador Vega y León; lo felicité en público y en privado e hice votos porque brillara su rectorado. No he recibido ningún agravio de él ni de su gente cercana; al contrario, agradecí el apoyo que me brindó en 2016 para mi participación en el Congreso Mundial de Sociedades de Educación Comparada. Mis juicios no se basan en una venganza.

A pesar de que la indiferencia reina entre la mayoría de profesores, estudiantes y trabajadores, entre quienes se preocupan de la vida universitaria hay descontento con la administración del rector. Acusan que se rodeó de un equipo cerrado, hablan de corrupción y nepotismo, de él y sus allegados, además de mala conducción en el Colegio Académico. Juzgan que maniobra para que su secretario general, Norberto Manjarrez, lo suceda en el cargo.

Entre chismes que pululan en las redes, que pudieran ser fake news, sobresalen reportajes serios sobre malos manejos financieros. El portal SinEmbargo (5 de mayo), por ejemplo, reseña que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) encontró evidencias de un posible desfalco. La ASF presume un daño o perjuicio o ambos a la Hacienda pública federal por más de 253 millones pesos, más los rendimientos financieros generados. La UAM reportó dicho monto como pagado en la Cuenta Pública 2015. La rectoría no acreditó en qué se usaron los recursos ni comprobó su destino final.

Los diarios del 19 de junio informaron del reclamo de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México por no haber aplicado 20 millones de pesos que esa institución confirió a la UAM para la remodelación de la Casa de la Paz; trabajo que no se ha comenzado hasta la fecha.

No presumo, menos acuso, que el rector se haya embolsado el dinero; pero la falta de cuentas claras siembra desconfianza entre los universitarios. El nepotismo es un asunto que sí puede comprobarse. El año pasado, el rector forjó un puesto para su esposa y él y sus colaboradores acomodaron a parientes en la nómina.

En aras de mantener el control de la UAM, el grupo dirigente empezó a preparar la sucesión desde el año pasado. Recurrió a una maniobra leguleya que puede traer consecuencias nefastas a la universidad. Mediante una interpretación mañosa del artículo 8 de la Ley Orgánica, el rector se deshizo de cuatro miembros de la JD. Este artículo establece que, para ser miembro de ella, debe tener más de 30 y menos de 70. De fea manera, solicitó a las distinguidas académicas —externas a la UAM— Ana María Cetto y Patricia Galeana que abandonaran la Junta. Lo mismo hizo con Enrique de la Garza Toledo y Carlos Pallán Figueroa.

Los despedidos quizá se molestaron, pero no reclamaron nada, al menos no en público. Carlos Pallán, exrector de la Unidad Azcapotzalco y exsecretario general de la ANUIES, no se arredró. Interpuso un amparo, que un juez rechazó, pero en la apelación un tribunal colegiado le ordenó que lo revisara. La rectoría pidió al juez rechazar la queja alegando que no hay perjuicio, ya que no es empleado de la UAM. Pero Pallán promovió su amparo por violación a sus derechos humanos.

En la segunda vuelta, el tribunal sostuvo que durante el juicio de amparo se verificará si estos actos violan los derechos humanos del quejoso. El tribunal enfatizó que su sustitución como “miembro de la Junta Directiva no es un acto consumado”. En caso de que el juzgado falle en favor de Carlos Pallán, la UAM deberá restituirlo en el cargo (Reforma, 16 de junio). ¿Qué pasará con la persona que lo sustituyó? Aparte de la vergüenza, es posible que la designación del nuevo rector sea recusada por ilegalidad.

La sustitución de los miembros de la JD fue con el fin de allanar el camino a la rectoría para Norberto Manjarrez. Él ya fue candidato y la Junta lo rechazó porque compró un título de doctor de la Pacific Western University. Además, lo hizo cuando la UAM ya había desconocido a cuatro académicos que incurrieron en la misma falta de lesa academia, como diría Burton Clark.

Hoy, Manjarrez ya no usa el grado de doctor, sólo el de maestro en ciencias. Pero haber adquirido de manera fraudulenta un doctorado habla de su —falta de— ética. No reúne el requisito de honorabilidad que exige la ley. La Junta Directiva no debe equivocarse.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/06/28/1172384

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