UAM, cambio de rector y revoltijo

05 de julio de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

Aunque las campañas comenzaron desde meses antes, la Junta Directiva (JD) de la Universidad Autónoma Metropolitana convocó el 5 de junio a la elección del rector para el periodo 2017-2021. Aclaro que hace cuatro años fui candidato a rector general. La JD designó a Salvador Vega y León; lo felicité en público y en privado e hice votos porque brillara su rectorado. No he recibido ningún agravio de él ni de su gente cercana; al contrario, agradecí el apoyo que me brindó en 2016 para mi participación en el Congreso Mundial de Sociedades de Educación Comparada. Mis juicios no se basan en una venganza.

A pesar de que la indiferencia reina entre la mayoría de profesores, estudiantes y trabajadores, entre quienes se preocupan de la vida universitaria hay descontento con la administración del rector. Acusan que se rodeó de un equipo cerrado, hablan de corrupción y nepotismo, de él y sus allegados, además de mala conducción en el Colegio Académico. Juzgan que maniobra para que su secretario general, Norberto Manjarrez, lo suceda en el cargo.

Entre chismes que pululan en las redes, que pudieran ser fake news, sobresalen reportajes serios sobre malos manejos financieros. El portal SinEmbargo (5 de mayo), por ejemplo, reseña que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) encontró evidencias de un posible desfalco. La ASF presume un daño o perjuicio o ambos a la Hacienda pública federal por más de 253 millones pesos, más los rendimientos financieros generados. La UAM reportó dicho monto como pagado en la Cuenta Pública 2015. La rectoría no acreditó en qué se usaron los recursos ni comprobó su destino final.

Los diarios del 19 de junio informaron del reclamo de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México por no haber aplicado 20 millones de pesos que esa institución confirió a la UAM para la remodelación de la Casa de la Paz; trabajo que no se ha comenzado hasta la fecha.

No presumo, menos acuso, que el rector se haya embolsado el dinero; pero la falta de cuentas claras siembra desconfianza entre los universitarios. El nepotismo es un asunto que sí puede comprobarse. El año pasado, el rector forjó un puesto para su esposa y él y sus colaboradores acomodaron a parientes en la nómina.

En aras de mantener el control de la UAM, el grupo dirigente empezó a preparar la sucesión desde el año pasado. Recurrió a una maniobra leguleya que puede traer consecuencias nefastas a la universidad. Mediante una interpretación mañosa del artículo 8 de la Ley Orgánica, el rector se deshizo de cuatro miembros de la JD. Este artículo establece que, para ser miembro de ella, debe tener más de 30 y menos de 70. De fea manera, solicitó a las distinguidas académicas —externas a la UAM— Ana María Cetto y Patricia Galeana que abandonaran la Junta. Lo mismo hizo con Enrique de la Garza Toledo y Carlos Pallán Figueroa.

Los despedidos quizá se molestaron, pero no reclamaron nada, al menos no en público. Carlos Pallán, exrector de la Unidad Azcapotzalco y exsecretario general de la ANUIES, no se arredró. Interpuso un amparo, que un juez rechazó, pero en la apelación un tribunal colegiado le ordenó que lo revisara. La rectoría pidió al juez rechazar la queja alegando que no hay perjuicio, ya que no es empleado de la UAM. Pero Pallán promovió su amparo por violación a sus derechos humanos.

En la segunda vuelta, el tribunal sostuvo que durante el juicio de amparo se verificará si estos actos violan los derechos humanos del quejoso. El tribunal enfatizó que su sustitución como “miembro de la Junta Directiva no es un acto consumado”. En caso de que el juzgado falle en favor de Carlos Pallán, la UAM deberá restituirlo en el cargo (Reforma, 16 de junio). ¿Qué pasará con la persona que lo sustituyó? Aparte de la vergüenza, es posible que la designación del nuevo rector sea recusada por ilegalidad.

La sustitución de los miembros de la JD fue con el fin de allanar el camino a la rectoría para Norberto Manjarrez. Él ya fue candidato y la Junta lo rechazó porque compró un título de doctor de la Pacific Western University. Además, lo hizo cuando la UAM ya había desconocido a cuatro académicos que incurrieron en la misma falta de lesa academia, como diría Burton Clark.

Hoy, Manjarrez ya no usa el grado de doctor, sólo el de maestro en ciencias. Pero haber adquirido de manera fraudulenta un doctorado habla de su —falta de— ética. No reúne el requisito de honorabilidad que exige la ley. La Junta Directiva no debe equivocarse.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/06/28/1172384

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Carlos Ornelas

Doctor en educación por la Universidad de Stanford. Es Profesor de Educación y Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco. Sus intereses de investigación incluyen el estudio de reformas educativas en perspectiva comparada. Su libro, El sistema educativo mexicano: la transición de fin de siglo (México: Fondo de Cultura Económica, 1995), tiene dos ediciones y 15 reimpresiones.