La dinámica organizacional le exige al gerente actualizar constantemente sus conocimientos e impregnarse de todas las herramientas disponibles con el fin de ampliar su cosmovisión y tener siempre elementos suficientes que le permitan dirigir a la organización hacia la cumbre del éxito. Por ello vemos con mucha frecuencia propuestas que exaltan por ejemplo la necesidad de trabajar en equipo, mostrando estrategias y técnicas para conformar y sacar el máximo provecho a estos. No obstante, el gerente como líder, es quien orienta al grupo, independientemente del tipo de organización, sea pública o privada, de allí la necesidad de adentrarnos y explorar esta categoría denominada liderazgo la cual es vista como una virtud o capacidad.
Al respecto, el filósofo Aristóteles en su libro La Política, en el capítulo donde discurre sobre la esclavitud, nos dice: «desde la hora de su nacimiento algunos están designados para la sumisión y otros para mandar», pensamiento convertido en acción en esa época, pues a partir de esta premisa se seleccionaban desde muy niños los hombres que serían los líderes y quienes irían a otras tareas. Así Casares (2011) señala que: “históricamente el liderazgo era algo que pertenecía a los elegidos” lo cual conllevó a concebir el liderazgo “bajo un esquema estrictamente vertical, en términos de control, mando, obediencia y sumisión” (Casares, ob. cit), posición que cobró fuerza por mucho tiempo y es la que tradicionalmente se describe en los libros de administración de recursos humanos donde dibujan al líder como el típico griego con el látigo en la mano.
Antes incorporar nuevos elementos sobre el liderazgo y las teorías emergentes, es importante dejar claro su concepto, tomando como punto partida a Córcega y Subero (2009), investigadores que recogen la definición dada Montalván (1999) quien expone que “la etimología de la palabra es de origen inglés y su significado nos lleva a la idea de conducción, guía, influencia, autoridad”, así “Gilbert (1997) lo define como “el proceso de dirigir e influir en las actividades laborales de los miembros de un grupo”, otro como Martínez (2003) apunta que el liderazgo se entiende como “el proceso de influir en las actividades que realiza una persona o grupo para la consecución de una meta” y finalmente Montalván (1999) quien lo define como “una función que realizan algunas personas que ejercen autoridad sobre otras”.
En este grupo de definiciones afloran un conjunto de elementos que de alguna manera u otra muestran al liderazgo como la capacidad de guiar, conducir, dirigir, influenciar o de ejercer autoridad sobre alguien o sobre un grupo, dejando abierta la discusión si dicha capacidad es innata o es posible aprenderla y desarrollarla a posterior.
No obstante, Mejía (2007) incorpora otros elementos y señala que más allá de la definición típica de liderazgo los estudios se han centrado ahora no solo en las caracterización del liderazgo sino en lo que pudiera denominarse la relación propiamente dicha que conecta al líder con sus seguidores suscitando otras corrientes emergentes que versionan al liderazgo desde las relaciones bio emocionales, espirituales y hasta orientadas al servicio.
Estas visiones sobre el liderazgo aunadas a las actuales condiciones por las que atraviesan las organizaciones colocan a la gerencia en un plano que los lleva a profundizar cada día más en el tema, tal como lo propone Córcega y Subero (2009) al considerar que “es importante una propuesta de un liderazgo bajo enfoques emergentes transformacionales, emocionales, humanistas y carismáticos, que permitan trabajar también el aspecto afectivo, emocional, no perdiendo de vista la idea de cambio y de innovación”, como características primordiales en la personalidad del líder.
La proposición anterior, sumada a la de Angarita (2008), quien considera que, el líder “no puede transferir sus habilidades a todos los contextos donde actúa con la misma efectividad, lo cual equivale a decir que debe conocer y dominar la situación donde está inmerso y principalmente ser reconocido como tal por sus seguidores”, coloca a la visión que se viene describiendo en una diatriba o más bien surge un nuevo reto para la gerencia como lo es elaborar una propuesta que conjugue lo emocional, lo humanista, lo afectivo, adaptable al tipo de organización donde se encuentre el liderente, y que lleve inmerso el reconocimiento que debe existir por parte del equipo o los seguidores de la investidura de líder. Desde esta visión se ratifica el llamado a que la gerencia, como ciencia, establezca teorías que bien puede el líder adoptar y adaptar al contexto organizacional donde se encuentre para mantener la sinergia organizacional.
De allí que, Vázquez et al (2014) introducen la visión del líder dinamizador o movilizador de personas o grupos, basándose en la capacidad que tienen los líderes de movilizar a sus seguidores, sus equipos de trabajos, de conducirlos al logro de los objetivos planteados, donde la motivación, el entusiasmo, la persuasión entre otros atributos son requeridos para guiar y direccionar al grupo. Estos autores citan a Lorenzo Delgado (2005:371) quien considera que el liderazgo tiene “función de dinamización de un grupo o de una organización para generar su propio crecimiento en función de una misión o proyecto compartido”.
Agregan que Gento y Ruiz (1996) coinciden que “el auténtico líder es aquel que es capaz de dinamizar personas o grupos de personas en una determinada dirección”; pero que para ello el líder, “debe contar en todo momento con la aceptación voluntaria de sus seguidores y con la participación libre y colaborativa en la definición y consecución de objetivos favorables al grupo”. Agrupan las experiencias de Goleman, Boyatzis y McKee (2002) para quienes “los grandes líderes son personas muy movilizadoras, personas que despiertan nuestro entusiasmo y alientan lo mejor que hay en nosotros”, centrando esta habilidad a partir del manejo de competencias socio y bio emocionales.
Estas visiones emergentes amplían enormemente las concepciones descritas sobre el liderazgo indistintamente del tipo de organización, justificando plenamente que se continúe profundizando los estudios de esta categoría, pues como se describió al inicio, el gerente requiere disponer a cada momento de nuevas concepciones donde apoyarse para mantener la dinamización de la organización y poder conducirla en la dirección más apropiada.
Referencias:
Angarita, Z. (2002). Teorías del liderazgo. [Documento en línea]. Disponible en: http://zulayangarita.blogspot.com/ [Consulta: 2021, marzo 21].
Casares, D. (2011). Líderes y educadores. México: Editorial Limusa.
Córcega, A. y Subero, L. (2009). Análisis de los factores que influyen en el clima organizacional del Liceo Bolivariano “Creación Cantarrana”. Cumaná-Estado Sucre. Año 2007-2008.
Mejía, S. (2007). Análisis crítico: Liderazgo a través de la historia. [Documento en línea]. http://revistas.utp.edu.co/index.php/revistaciencia/article/view/5621 [Consulta: 2021, marzo 21].
Vázquez, S.; Bernal, J. y Liesa, M. (2014). La conceptualización del liderazgo: una aproximación desde la práctica educativa. [Documento en línea]. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/551/55132460004.pdf. [Consulta: 2021, marzo 21].
Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Edcación