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La inteligencia artificial o la humanidad teledirigida

Publicado por la editorial Caja Negra en 2020, Eric Sadin, nos presenta La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Una obra en donde realiza un fuerte cuestionamiento al actual desarrollo de la IA, señalándolo como una amenaza para la humanidad y sus instituciones. ¿Cuáles son los riesgos de delegar en las máquinas aspectos inherentes al quehacer humano? ¿Está la democracia liberal amenazada por una tecno-ideología? ¿Nos gobierna un Leviatán algorítmico? Estas y otras preguntas son las que va a intentar responder el autor del libro en cuestión.

Reconocido por sus críticas filosas a los distintos fetiches de la tecnología digital y la IA, Eric Sadin es una de las personalidades más destacadas y renombradas entre los que estudian las relaciones entre tecnología y sociedad. Sus trabajos y escritos se han concentrado en el intento de armar un diagnóstico de la contemporaneidad y sus prácticas en función del impacto que los artefactos tecnológicos producen en la humanidad. Siendo este el más político de sus últimos libros, el autor intenta sentar las bases de una ética contra la inteligencia artificial o ética de la responsabilidad y a la vez advertirnos del riesgo de delegar nuestra capacidad de raciocinio a una computadora presuponiendo un natural “orden algorítmico de las cosas”.

El tecno-logos

Para Sadin las tecnologías digitales han producido un cambio muy profundo en nuestra forma de percibir la realidad. Específicamente lo que plantea es que con el desarrollo de los sistema computacionales, fuimos desplazando nuestro criterio de evaluación y diagnóstico a los softwares, dotándolos de “una singular y perturbadora vocación: la de enunciar la verdad” [1].

De la misma forma que la antigua palabra griega logos era utilizada para referirse a la razónpalabra o sentido hoy, para el autor, vivimos en una era donde rige el tecnó-logos. Por primera vez en la historia de nuestra especie dotamos a los artefactos del poder de enunciar, más rápido y mejor, el supuesto estado de las cosas. Según Sadin este poder constituye la primera característica de lo que él llama “inteligencia artificial” y que además determina todas las funciones que le son asignadas. Esto es muy interesante porque a partir de este momento “las ciencias algorítmicas” toman un camino antropomórfico que busca atribuir a los procesadores cualidades humanas, de poder evaluar situaciones y sacar conclusiones de ellas. Para el autor entramos literalmente a “la era antropomórfica de la ciencia”.

La IA rodea nuestra existencia bajo muchas formas que van desde dispositivos computacionales (smartphones, chatbots, GPS, etc.) conectados a los seres y las cosas del mundo (voces, textos, automóviles en movimiento, etc.), los que a su vez son reducidos a expresiones matemáticas-binarias que facilitan su administración algorítmica. Se dice “inteligente” porque sus partes intentan imitar algún aspecto de la inteligencia humana (determinar la mejor oferta de zapatillas en todo el mercado del calzado o la ruta automovilística más corta para llegar a casa, por ejemplo) pero esto no deja de ser una mera reducción, ya que no hace más que seccionar una parte de la inteligencia humana y la maximiza. En ese sentido la IA es la vanguardia de punta de lo que Sadin llama “tecnologías de lo exponencial”. La IA es un recorte de la inteligencia humana maximizada, recorte que está lejos de poder pensar (de conjunto) como una persona. Pero se le dio la autoridad para que su diagnóstico se considere como verdadero.

Lo digital surge como una forma de peritar “lo real” de una forma más fiable que nosotros mismos. Esto se puede apreciar cotidianamente en los buscadores de internet, en la medicina, en la administración financiera que además autoriza créditos personales, las redes sociales, en las aplicaciones de GPS y hasta en la justicia por medio de fallos y video vigilancia. Y es en ese sentido que “Toma forma un estatuto antropológico y ontológico inédito que ve como la figura humana se somete a las ecuaciones de sus propios artefactos con el objetivo prioritario de responder a intereses privados y de instaurar una organización de la sociedad en función de criterios principalmente utilitaristas” [2].

Criterios utilitaristas que sutilmente se fueron instaurando en nuestro sentido común cotidiano hasta convertirse en una nueva doxa (opinión) acrítica de los beneficios de la “revolución digital”. Una revolución que terminó volviendo a poner en el horizonte “la ideología del progreso” que finalizará con el advenimiento de un régimen acabado de perfección.

Ahora bien, hay que decir que los artefactos (de cualquier tipo) no son derivados de ningún orden natural de las cosas, sino que son el producto de la acción humana y que interfieren en los asuntos de los humanos. Para Sadin IA no es diferente, no hay ningún camino inevitable que haya llevado a la IA a convertirse en la prótesis de nuestras elecciones, sino que hay un criterio (político) utilitario de maximización exponencial en las decisiones que relegó el tiempo humano de la comprensión y la reflexión.

La mano invisible automatizada

Como resaltamos más arriba, según Sadin, la tecnología y sus diferentes manifestaciones en la forma de artefactos son fruto de una ideología. Dicha ideología no nace de un repollo, sino que tiene un origen específico. En el caso de la “interpretación robotizada” de la realidad, surge de lo que Sadin definió como “una fantasía tecnocientífica que data de la posguerra y se ha convertido hoy en un axioma económico y antropológico que pretende construir una gobernanza indefinidamente dinámica y sin fallas de los asuntos humanos”. Si bien Alan Turing inventó la primera computadora de análisis y cálculo (que permitió a los aliados codificar la información encriptada de los nazis y su máquina Enigma), el objetivo era acumular información para guiar al usuario a la mejor opción. A partir de la Guerra Fría y la amenaza de los misiles nucleare, los sistemas de defensa pasaron a indicar directamente qué acción se debía llevar a cabo.

Para Sadin en la misma forma que los economistas clásicos, como Adam Smith, apelaron a una metáfora fantástica para justificar determinados fenómenos del capitalismo en el siglo XIX (el ejemplo más conocido es la mano invisible que regula los mercados) hoy vivimos en un mundo que nos quiere vender el concepto de que una “mano invisible automatizada” es la responsable de la robotización y automatización del mundo contemporáneo, como si no hubiese interés políticos y económicos que lo estuvieran desarrollando e imponiendo. Los dos ejemplos técnicos que toma Sadin como paradigmáticos para ilustrar esto son los “drones de combate” y el “brazalete de Amazon”. Un artefacto puede matar con precisión a kilómetros de distancia, el otro puede controlar milimétricamente los movimientos de un obrero en un depósito, también a kilómetros de distancia.

El escenario que se abre para Sadin frente a este tipo de nuevas situaciones es un conflicto de racionalidades ya que un tipo de racionalidad técnica como es el tecno-logos apunta a instaurar modos de existencia cada vez más sometidos a esquemas racionales que favorecen el apogeo de estructuras asimétricas de poder.

El mito originario

El fundamento principal que tiene la racionalidad técnica para justificar su supremacía radica en un mito muy antiguo, conocido como la neutralidad de la técnica que por cierto predomina desde el momento en que dicho axioma ideológicamente orientado permite hacer abstracción de los intereses en juego y de las intenciones de todo tipo que se materializaron en sus dispositivos.

Este mito de la neutralidad de la técnica, nos dice Sadin, también toma forma en la imagen mesiánica de los “emprendedores visionarios” que impulsaron la informática moderna. Personajes como Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckenberg o Elon Musk son presentados a la población por medio de sus autobiografías como seres iluminados, tocados por la “mano invisible” de la inspiración, presentando sus productos como fruto de su fervor creativo individual y revistiéndolos de una “inocencia virginal” lejos de cualquier responsabilidad por el mal uso de sus productos. Pero la única realidad es que hay que ser muy ingenuo para creer que el surgimiento de la PC (Steve Jobs) se debió a la iniciativa de un joven en la cochera de sus padres que con una soldadora de estaño en una mano y una plaqueta en la otra. En el relato oficial se ocultan los intereses económicos que dictaron la trayectoria de las investigaciones en ese sector, las características y la naturaleza del complejo tecnocientífico californiano y estadounidense de la época, o las luchas industriales que comenzaron a enfrentar los diferentes fabricantes de PC. Pensar eso sería como afirmar que la revolución industrial del siglo XVIII en Inglaterra surgió porque un carpintero inglés llamado James Hargreaves inventó la primera máquina hiladora (La Jenny) en 1764.

Pero volviendo a la informática, podemos afirmar que la vocación original de la misma era crear un instrumento para aumentar el control en la administración de las cosas. En ese mismo sentido, Sadin ve que en la digitalización creciente de la sociedad también se le suma el de la digitalización de las administraciones, hoy capaces de recolectar directamente los datos, de tratarlos y de ofrecer nuevos usos de aquí en adelante; por lo tanto, lo que estaríamos viviendo sería también la “transformación digital del Estado”: el “Estado se piensa de ahora en más como una “plataforma” [3].

La IA representa antes que nada un poder dinámico de organización, lo que muy pronto supo capturar al mundo de las empresas, mientras que también es un poder dinámico de gobernanza. Se está imponiendo un nuevo modelo de sociedad. Estaría dotada de poderes homeostáticos, pretende permitir a todos salir ganando y estaría manejada por sistemas en un número cada vez más extenso de sus engranajes. En esa dirección, Sadin ve en el Neoliberalismo una ideología rabiosamente individualista que reduce toda forma de vida a las “lógicas orgánicas del mercado”. Como “ya lo había afirmado Margaret Thatcher en su época: ‘La sociedad no existe’” [4].

Para Sadin el potencial aletheico de la IA llegó en un momento de avanzada del neoliberalismo a nivel global que produjo grandes crisis políticas y económicas que luego devinieron en crisis de representatividad. “En nuestro período confuso, quisiéramos que la inteligencia artificial, consciente o inconscientemente, se ocupara de resolver gran cantidad de nuestras dificultades. Cuanto más ingobernable es la sociedad, más pretendemos otorgar a una tecnología el cuidado de gobernar nuestras existencias” [5].

Según Eric Sadin “Fukuyama se equivocó”, el fin de la historia no habría surgido de la caída del Muro de Berlín en 1989 y del triunfo planetario del liberalismo político y económico, no. El fin de la historia se consumará hoy en favor de la generalización del uso de la inteligencia artificial. El fin de la voluntad que define nuestras existencias. Un nuevo régimen de la verdad blindado por fakenews y posverdad estaría emergiendo.

La “i” del Phone y su giro antropológico

Según el autor, actualmente entramos a una era de “posprogramación”, en el sentido de que el orden y el funcionamiento de los dispositivos electrónicos ya no están condicionados por un lenguaje de programación específico sino que lo condiciona a propia interacción con el mismo. La “i” del iPhone presupone la fusión del Individuo en la máquina, desde los sistema operativos amigables hasta el mouse que nos permite desplazarnos por la pantalla, son prótesis informáticas que generalizan la interfaz táctil instaurando una relación basada en una mayor cercanía.

Para Eric Sadin la IA no representa solamente una tecnología más, sino que literalmente encarna una “tecno-ideología”. Una ideología que “permite que se confundan los procesos cerebrales y las lógicas económicas y sociales que tienen como base común su impulso vitalista y su estructura conexionista altamente dinámica” [6].

El neoliberalismo y su individualismo fomentaron la atomización del sujeto humano a su expresión más mínima, su cerebro. La época actual ya no hace eje en el sujeto en sí, en el ciudadano, sino en la mínima expresión de una persona como son sus impulsos y reacciones cerebrales. El “tecno-liberalismo” convirtió al cerebro humano en el fetiche de la comprensión y demostración de la realidad. Sin ir muy lejos, varias disciplinas actuales han agregado el prefijo “neuro” a su campo para darle un lustre científico (verdadero). Llegamos a hablar de “neuromanagement”, de “neuropolítica”, o incluso de “neuroeducación”. Toda una fascinación por la “plasticidad cerebral” que presupone un orden natural de las cosas que se ve reflejado en su uso aplicado: educación, defensa, administración, justicia, etc. Para Sadin, literalmente el “cerebro” se convirtió en la nueva “mónada humana” [7].

Para Sadin, actualmente el tecno-logos está creando un “nuevo régimen de verdad”. Pero volvemos a caer en la ya clásica y conocida pregunta filosófica ¿Qué es la verdad? En ese sentido, para el autor Occidente ha atravesado varios estadios de lo que se entiende por verdad o episteme a lo largo de su historia. Surgió la verdad revelada con el monoteísmo. Después pasó por el Platonismo y su sana desconfianza a las sombras de las cavernas. Luego Aristóteles nos dio una primera definición de la verdad al plantear la “adecuación con lo real”. Tomas de Aquino problematizó la dualidad de la verdad y su acceso a ella a partir de distinguir lo espiritual de lo racional. Descartes en el siglo XVIII proclamó la certidumbre del cogito por la prueba del método y las cadenas de razonamiento. Nietzsche, identificó el principio de la verdad en relación al respeto obligado de la moral. Y finalmente cierra el desarrollo del concepto de verdad con la definición de Michel Foucault y su teoría de los “juegos de verdad” en donde el poder se encuentra en la posesión del saber.

Según Sadin, “nunca” un régimen de verdad se había impuesto de esta manera en la historia., Y no por su fuerza de seducción o por su influjo coactivo, sino por la producción de adecuaciones que damos por sentado que son las más apropiadas. Hay un poder de revelación que promete ejercer su ingenio desde el menor detalle de nuestra existencia hasta las situaciones colectivas como ninguna otra instancia tutelar simbólica lo había podido hacer hasta ahora.

Lo que se quiere presentar en el libro no es un desacuerdo con las herramientas, sino con respecto al espíritu de la técnica que está predominando y que alimenta un tipo específico de racionalidad: una razón instrumental extrema. En ese mismo sentido lo que Eric Sadin busca denunciar o alertar es que hoy hay un cambio en el estatuto de la noción de poder, literalmente entramos a una Controlcracia: No es el miedo al Leviatán hobbesiano lo que controla a la sociedad moderna. Tampoco los dispositivos de control foucaultianos, ya que no se trata de vigilar sino de conmover en los comportamientos. “Hoy pasamos del estado de la individualización, que caracteriza en gran parte a la modernidad en la posguerra, al estadio de la penetración de los cuerpos y las cosas” [8].

Para Sadin se pone menos énfasis en la justicia y más en los mecanismos de control en la forma de la administración automatizada. Hay menos control estatal y más “monitoreo algorítmico”, por medio de los datos cruzados gracias al Big Data. Para el autor, literalmente hoy vivimos a través de tecnologías de la administración de la vida y la previsión. Pasamos del “fetichismo de mercancía” al “fetichismo de instante mejor gobernado”. No hay “poshumanidad” sino humanidad materializada, incubada y teleguiada desde servidores.

La “Doxa” técnica o el gobierno de los números

Con la llegada del neoliberalismo, a comienzos de la década ochenta, el fenómeno doble de la presión de la competencia y de la flexibilización de los códigos del trabajo favoreció un principio que después se generalizó muy rápidamente: hacer externas ciertas actividades. Nace la tercerización con el objetivo de reducir costos. “Estos métodos se vieron facilitados por la digitalización de los registros contables relativos al funcionamiento de los tercerizados que permitieran tener una visión detallada de sus prácticas” [9]. La IA procede en sí misma mediante comparaciones. Su base descansa en la codificación binaria que recorta los elementos en unidades mínimas.

Para Sadin, en el mundo de la ideología “Tecno-liberal”, la equivalencia se vuelve un fetiche. La naturaleza de una tecnología basada en el cálculo comparativo se confunde con un objetivo económico que pretende poner en comparación cualquier cosa con cualquier otra, a fin de hacer intervenir permanentemente un criterio de competencia y de extraer en cada operación, el margen de beneficio más amplio. Vemos cómo los sistemas proceden a la medición de los desempeños del personal a través del seguimiento del uso de sus computadoras para registrar todo gesto y movimiento, lo que permite que se establezcan cartografías granulares y evolutivas. El management actual determina cada vez más objetivos a corto plazo firmando en general contratos cada vez más precarios que cuando llegan a término, serán objeto de nuevas licitaciones que presentarán a las agencias de empleo para volver a comparar a los individuos y seleccionarlos para nuevas tareas temporales.

Los individuos deben ser movilizables en todo momento y, cuando llega el momento, deben movilizarse ellos mismos para realizar los objetivos que se les asignan. Surge un beneficio de la intercambiabilidad continua de los seres. A cada uno de nosotros se le asigna una suerte de “rating” y trabaja, le guste o no, consciente o inconscientemente, para hacer subir este rating y entonces capitalizarlo. Según el autor somos como una “mónada nómade”.

Para Sadin entramos a una era de la antropología de lo comparativo y como consecuencia llegamos al clímax de una relación utilitarista con lo real. Sadin afirma que vivimos en el mundo ideal que Jeremy Bentham (creador de la estructura de vigilancia panóptica que luego Foucault analizó en su libro Vigilar y Castigar) pensó para nosotros: un mundo en donde la utilidad prevalece antes que cualquier otra consideración. “El dogma de la ‘mano invisible’ que hoy habría alcanzado un estadio automatizado, toma ahora la forma de una verdad instituida. Trabajaría perpetuamente para el interés de todos y cada uno de nosotros, y nos haría entrar en el mejor de los mundos posibles o en un ‘paraíso artificial’ llamado a imponerse a todo instante.” [10]. Un “paraíso artificial” garantizado por algoritmos y artefactos ideológicamente “neutrales”.

A modo de cierre

Para Eric Sadin, la humanidad se encuentra teledirigida y no es consciente de eso. En ese sentido lo que propone es la elaboración de una teoría crítica sobre internet: “No, no necesitamos ‘pensadores de Internet’ sino un pensamiento sobre la digitalización del mundo, su automatización a largo plazo total, y todas sus consecuencias en nuestra existencias. Pero probablemente estemos alcanzando en este punto una suerte de techo de cristal de la conciencia ‘crítica’ predominante” [11].

Es por ese camino que Sadin considera que se puede revertir la situación, creando una “ética de la responsabilidad que se preocupe por el modo en el cual nuestros principios, los fundamentos de nuestra humanidad y nuestra civilización, están en vías de ser erradicados” [12].

Para Sadin, la salida “racional” a esta tecno-encerrona que se despliega sobre la sociedad es una “ética”, pero de la acción que se movilice en las calles por “defender la preservación de nuestros datos personales y a recurrir sin descanso a la ‘ética’” [13]. Según él “No hay que apelar a una ‘convergencia de luchas’ sino a una simultaneidad de operaciones llevadas adelante en los múltiples lugares donde deban ocurrir e inspiradas por principios comunes” [14]. La pregunta del millón sería como hay que hacer para que surjan esas “múltiples operaciones” y que lleguen a cumplir su objetivo civilizatorio. Bueno, la respuesta que nos ofrece Sadin es más confusa que esclarecedora ya que apela a un tipo de organización clandestina de corte anarquista fundada en Francia por el año 2000 llamados el “Comité Invisible” los cuales predicen un colapso del capitalismo que fomentará “el motín organizado” [¡!] [15]. Esto es muy llamativo, viniendo de un pensador que llama a “no coordinar luchas” o que directamente llama a no hacer huelga y protestar como “neoluddista” [16]. Al final del libro aparece lo que Sadin propone como modelo de organización política para comenzar esta resistencia ética; esos serían los “Grupos de información de las prisiones” como los que creó Michel Foucault en 1971. Su idea es organizar una intolerancia activa que permita “zonas a defender” para hacer intervenir a la “jurisprudencia cuando lo juzguemos necesario” [17]. Todo el análisis que presenta Sadin en su libro es un desarrollo extensivo y exhaustivo donde nos muestra cómo la IA se fue desarrollando a lo largo de la historia para que finalmente tome la forma que conocemos hoy.

Sadin, está explicando el momento de la historia en la que nos encontramos, pensándolo en relación al pasado, presente y el tecno-futuro por venir, pero desde una perspectiva de laboratorio o si se quiere simplemente crítica. Es como si fuese un geólogo. Explica las capas sucesivas que forman nuestro suelo, cada capa define las condiciones de posibilidad de un cierto tipo de pensamiento que ha triunfado durante un determinado período de tiempo. Pero no nos cuenta lo más interesante de todo esto, que sería: a partir de qué condiciones se ha constituido cada tipo de pensamiento; cómo o por qué los seres humanos pasamos de un tipo de pensamiento a otro. Para poder hacer posible eso hubiese sido necesario hacer intervenir a la praxis, es decir a la Historia.

Si bien el libro de Eric Sadin presenta un análisis agudo sobre las nuevas formas de control social y productivo a partir de la IA, su análisis tiene muchos espacios en blanco o preguntas sin responder. Cómo por ejemplo: al principio de la nota vimos como Sadin muestra y desarrolla los intereses que hay detrás de esta “mano invisible automatizada” que se nos presenta como parte de un desarrollo natural de la tecnología, pero en ningún momento aclara o define qué sectores sociales, específicamente, son los que se ven beneficiados por este “tecno-logos” y por otro lado qué sectores sociales son los que se vería afectados por los mismo. En ese sentido queda difuso o poco claro a quién estaría intentando interpela con su propuesta. No tiene distinción ni limitación.

Por último, tampoco queda definida la relación entre el “tecno-liberalismo” y la “razón instrumental extrema” ya que no queda claro dónde poner el eje del problema: en las máquinas surgidas de un espíritu de época que quiere cosificar a los seres humanos y convertirlos en apéndices de sus fusibles, o en un sistema político-económico utilitario que busca maximizar las ganancias a costa del aumento del deterioro y empobrecimiento de la calidad de vida de los trabajadores bajo la forma de la precarización laboral más extrema.

Desde la época de Karl Marx a la actualidad la tendencia histórica es al aumento de la productividad, que gracias a la máquinas y el desarrollo técnico, cada vez se produce más en menos tiempo, pero eso no representó una disminución de las jornadas laborales sino que al contrario, cada día los empresarios buscan como absorber hasta el último minuto de la vida de los obreros en los tiempos de trabajo.

El desafío por lograr es poder romper las relaciones sociales capitalistas para así lograr que ese menor tiempo de producción logrado por la tecnología, se traduzca en que la humanidad cada vez tenga que utilizar menos energías para producir lo que necesita para subsistir. Y así finalmente poder liberarse del yugo del trabajo para poder desplegar su tiempo y fuerzas en el pleno desarrollo de las capacidades humanas como es el ocio creativo, el arte, la ciencia y la cultura. Sin mencionar lograr establecer una relación más equilibrada y sana con la naturaleza.

NOTAS AL PIE

[1] Eric Sadin, La inteligencia artificial o el desafío del siglo, Buenos Aires, Ed. Caja Negra, 2020, p. 17.
[2] Ibídem, p. 21.
[3] Ibídem, p. 208.
[4] Ibídem, p. 213.
[5] Ibídem, p. 214.
[6] Ibídem, p. 70.
[7] En la filosofía moderna, a partir de Leibniz con su Monadología, el concepto de mónada se aplica a la idea de un “átomo espiritual” o la manifestación más mínima e indivisible del espíritu humano.
[8] Ibídem, p. 225.
[9] Ibídem, p. 182.
[10] Ibídem, p. 202.
[11] Ibídem, p. 274.
[12] Ibídem, p. 277.
[13] Ibídem, p. 290.
[14] Ibídem, p. 289.
[15] Ibídem, p. 289.
[16] Ibídem, p. 136.
[17] Ibídem, p. 310.

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/La-inteligencia-artificial-o-la-humanidad-teledirigida?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=Newsletter

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La inteligencia artificial o la humanidad teledirigida

Por: Javier Occhiuzzi

Publicado por la editorial Caja Negra en 2020, Eric Sadin, nos presenta La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Una obra en donde realiza un fuerte cuestionamiento al actual desarrollo de la IA, señalándolo como una amenaza para la humanidad y sus instituciones. ¿Cuáles son los riesgos de delegar en las máquinas aspectos inherentes al quehacer humano? ¿Está la democracia liberal amenazada por una tecno-ideología? ¿Nos gobierna un Leviatán algorítmico? Estas y otras preguntas son las que va a intentar responder el autor del libro en cuestión.

Reconocido por sus críticas filosas a los distintos fetiches de la tecnología digital y la IA, Eric Sadin es una de las personalidades más destacadas y renombradas entre los que estudian las relaciones entre tecnología y sociedad. Sus trabajos y escritos se han concentrado en el intento de armar un diagnóstico de la contemporaneidad y sus prácticas en función del impacto que los artefactos tecnológicos producen en la humanidad. Siendo este el más político de sus últimos libros, el autor intenta sentar las bases de una ética contra la inteligencia artificial o ética de la responsabilidad y a la vez advertirnos del riesgo de delegar nuestra capacidad de raciocinio a una computadora presuponiendo un natural “orden algorítmico de las cosas”.

El tecno-logos

Para Sadin las tecnologías digitales han producido un cambio muy profundo en nuestra forma de percibir la realidad. Específicamente lo que plantea es que con el desarrollo de los sistema computacionales, fuimos desplazando nuestro criterio de evaluación y diagnóstico a los softwares, dotándolos de “una singular y perturbadora vocación: la de enunciar la verdad” [1].

De la misma forma que la antigua palabra griega logos era utilizada para referirse a la razónpalabra o sentido hoy, para el autor, vivimos en una era donde rige el tecnó-logos. Por primera vez en la historia de nuestra especie dotamos a los artefactos del poder de enunciar, más rápido y mejor, el supuesto estado de las cosas. Según Sadin este poder constituye la primera característica de lo que él llama “inteligencia artificial” y que además determina todas las funciones que le son asignadas. Esto es muy interesante porque a partir de este momento “las ciencias algorítmicas” toman un camino antropomórfico que busca atribuir a los procesadores cualidades humanas, de poder evaluar situaciones y sacar conclusiones de ellas. Para el autor entramos literalmente a “la era antropomórfica de la ciencia”.

La IA rodea nuestra existencia bajo muchas formas que van desde dispositivos computacionales (smartphones, chatbots, GPS, etc.) conectados a los seres y las cosas del mundo (voces, textos, automóviles en movimiento, etc.), los que a su vez son reducidos a expresiones matemáticas-binarias que facilitan su administración algorítmica. Se dice “inteligente” porque sus partes intentan imitar algún aspecto de la inteligencia humana (determinar la mejor oferta de zapatillas en todo el mercado del calzado o la ruta automovilística más corta para llegar a casa, por ejemplo) pero esto no deja de ser una mera reducción, ya que no hace más que seccionar una parte de la inteligencia humana y la maximiza. En ese sentido la IA es la vanguardia de punta de lo que Sadin llama “tecnologías de lo exponencial”. La IA es un recorte de la inteligencia humana maximizada, recorte que está lejos de poder pensar (de conjunto) como una persona. Pero se le dio la autoridad para que su diagnóstico se considere como verdadero.

Lo digital surge como una forma de peritar “lo real” de una forma más fiable que nosotros mismos. Esto se puede apreciar cotidianamente en los buscadores de internet, en la medicina, en la administración financiera que además autoriza créditos personales, las redes sociales, en las aplicaciones de GPS y hasta en la justicia por medio de fallos y video vigilancia. Y es en ese sentido que “Toma forma un estatuto antropológico y ontológico inédito que ve como la figura humana se somete a las ecuaciones de sus propios artefactos con el objetivo prioritario de responder a intereses privados y de instaurar una organización de la sociedad en función de criterios principalmente utilitaristas” [2].

Criterios utilitaristas que sutilmente se fueron instaurando en nuestro sentido común cotidiano hasta convertirse en una nueva doxa (opinión) acrítica de los beneficios de la “revolución digital”. Una revolución que terminó volviendo a poner en el horizonte “la ideología del progreso” que finalizará con el advenimiento de un régimen acabado de perfección.

Ahora bien, hay que decir que los artefactos (de cualquier tipo) no son derivados de ningún orden natural de las cosas, sino que son el producto de la acción humana y que interfieren en los asuntos de los humanos. Para Sadin IA no es diferente, no hay ningún camino inevitable que haya llevado a la IA a convertirse en la prótesis de nuestras elecciones, sino que hay un criterio (político) utilitario de maximización exponencial en las decisiones que relegó el tiempo humano de la comprensión y la reflexión.

La mano invisible automatizada

Como resaltamos más arriba, según Sadin, la tecnología y sus diferentes manifestaciones en la forma de artefactos son fruto de una ideología. Dicha ideología no nace de un repollo, sino que tiene un origen específico. En el caso de la “interpretación robotizada” de la realidad, surge de lo que Sadin definió como “una fantasía tecnocientífica que data de la posguerra y se ha convertido hoy en un axioma económico y antropológico que pretende construir una gobernanza indefinidamente dinámica y sin fallas de los asuntos humanos”. Si bien Alan Turing inventó la primera computadora de análisis y cálculo (que permitió a los aliados codificar la información encriptada de los nazis y su máquina Enigma), el objetivo era acumular información para guiar al usuario a la mejor opción. A partir de la Guerra Fría y la amenaza de los misiles nucleare, los sistemas de defensa pasaron a indicar directamente qué acción se debía llevar a cabo.

Para Sadin en la misma forma que los economistas clásicos, como Adam Smith, apelaron a una metáfora fantástica para justificar determinados fenómenos del capitalismo en el siglo XIX (el ejemplo más conocido es la mano invisible que regula los mercados) hoy vivimos en un mundo que nos quiere vender el concepto de que una “mano invisible automatizada” es la responsable de la robotización y automatización del mundo contemporáneo, como si no hubiese interés políticos y económicos que lo estuvieran desarrollando e imponiendo. Los dos ejemplos técnicos que toma Sadin como paradigmáticos para ilustrar esto son los “drones de combate” y el “brazalete de Amazon”. Un artefacto puede matar con precisión a kilómetros de distancia, el otro puede controlar milimétricamente los movimientos de un obrero en un depósito, también a kilómetros de distancia.

El escenario que se abre para Sadin frente a este tipo de nuevas situaciones es un conflicto de racionalidades ya que un tipo de racionalidad técnica como es el tecno-logos apunta a instaurar modos de existencia cada vez más sometidos a esquemas racionales que favorecen el apogeo de estructuras asimétricas de poder.

El mito originario

El fundamento principal que tiene la racionalidad técnica para justificar su supremacía radica en un mito muy antiguo, conocido como la neutralidad de la técnica que por cierto predomina desde el momento en que dicho axioma ideológicamente orientado permite hacer abstracción de los intereses en juego y de las intenciones de todo tipo que se materializaron en sus dispositivos.

Este mito de la neutralidad de la técnica, nos dice Sadin, también toma forma en la imagen mesiánica de los “emprendedores visionarios” que impulsaron la informática moderna. Personajes como Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckenberg o Elon Musk son presentados a la población por medio de sus autobiografías como seres iluminados, tocados por la “mano invisible” de la inspiración, presentando sus productos como fruto de su fervor creativo individual y revistiéndolos de una “inocencia virginal” lejos de cualquier responsabilidad por el mal uso de sus productos. Pero la única realidad es que hay que ser muy ingenuo para creer que el surgimiento de la PC (Steve Jobs) se debió a la iniciativa de un joven en la cochera de sus padres que con una soldadora de estaño en una mano y una plaqueta en la otra. En el relato oficial se ocultan los intereses económicos que dictaron la trayectoria de las investigaciones en ese sector, las características y la naturaleza del complejo tecnocientífico californiano y estadounidense de la época, o las luchas industriales que comenzaron a enfrentar los diferentes fabricantes de PC. Pensar eso sería como afirmar que la revolución industrial del siglo XVIII en Inglaterra surgió porque un carpintero inglés llamado James Hargreaves inventó la primera máquina hiladora (La Jenny) en 1764.

Pero volviendo a la informática, podemos afirmar que la vocación original de la misma era crear un instrumento para aumentar el control en la administración de las cosas. En ese mismo sentido, Sadin ve que en la digitalización creciente de la sociedad también se le suma el de la digitalización de las administraciones, hoy capaces de recolectar directamente los datos, de tratarlos y de ofrecer nuevos usos de aquí en adelante; por lo tanto, lo que estaríamos viviendo sería también la “transformación digital del Estado”: el “Estado se piensa de ahora en más como una “plataforma” [3].

La IA representa antes que nada un poder dinámico de organización, lo que muy pronto supo capturar al mundo de las empresas, mientras que también es un poder dinámico de gobernanza. Se está imponiendo un nuevo modelo de sociedad. Estaría dotada de poderes homeostáticos, pretende permitir a todos salir ganando y estaría manejada por sistemas en un número cada vez más extenso de sus engranajes. En esa dirección, Sadin ve en el Neoliberalismo una ideología rabiosamente individualista que reduce toda forma de vida a las “lógicas orgánicas del mercado”. Como “ya lo había afirmado Margaret Thatcher en su época: ‘La sociedad no existe’” [4].

Para Sadin el potencial aletheico de la IA llegó en un momento de avanzada del neoliberalismo a nivel global que produjo grandes crisis políticas y económicas que luego devinieron en crisis de representatividad. “En nuestro período confuso, quisiéramos que la inteligencia artificial, consciente o inconscientemente, se ocupara de resolver gran cantidad de nuestras dificultades. Cuanto más ingobernable es la sociedad, más pretendemos otorgar a una tecnología el cuidado de gobernar nuestras existencias” [5].

Según Eric Sadin “Fukuyama se equivocó”, el fin de la historia no habría surgido de la caída del Muro de Berlín en 1989 y del triunfo planetario del liberalismo político y económico, no. El fin de la historia se consumará hoy en favor de la generalización del uso de la inteligencia artificial. El fin de la voluntad que define nuestras existencias. Un nuevo régimen de la verdad blindado por fakenews y posverdad estaría emergiendo.

La “i” del Phone y su giro antropológico

Según el autor, actualmente entramos a una era de “posprogramación”, en el sentido de que el orden y el funcionamiento de los dispositivos electrónicos ya no están condicionados por un lenguaje de programación específico sino que lo condiciona a propia interacción con el mismo. La “i” del iPhone presupone la fusión del Individuo en la máquina, desde los sistema operativos amigables hasta el mouse que nos permite desplazarnos por la pantalla, son prótesis informáticas que generalizan la interfaz táctil instaurando una relación basada en una mayor cercanía.

Para Eric Sadin la IA no representa solamente una tecnología más, sino que literalmente encarna una “tecno-ideología”. Una ideología que “permite que se confundan los procesos cerebrales y las lógicas económicas y sociales que tienen como base común su impulso vitalista y su estructura conexionista altamente dinámica” [6].

El neoliberalismo y su individualismo fomentaron la atomización del sujeto humano a su expresión más mínima, su cerebro. La época actual ya no hace eje en el sujeto en sí, en el ciudadano, sino en la mínima expresión de una persona como son sus impulsos y reacciones cerebrales. El “tecno-liberalismo” convirtió al cerebro humano en el fetiche de la comprensión y demostración de la realidad. Sin ir muy lejos, varias disciplinas actuales han agregado el prefijo “neuro” a su campo para darle un lustre científico (verdadero). Llegamos a hablar de “neuromanagement”, de “neuropolítica”, o incluso de “neuroeducación”. Toda una fascinación por la “plasticidad cerebral” que presupone un orden natural de las cosas que se ve reflejado en su uso aplicado: educación, defensa, administración, justicia, etc. Para Sadin, literalmente el “cerebro” se convirtió en la nueva “mónada humana” [7].

Para Sadin, actualmente el tecno-logos está creando un “nuevo régimen de verdad”. Pero volvemos a caer en la ya clásica y conocida pregunta filosófica ¿Qué es la verdad? En ese sentido, para el autor Occidente ha atravesado varios estadios de lo que se entiende por verdad o episteme a lo largo de su historia. Surgió la verdad revelada con el monoteísmo. Después pasó por el Platonismo y su sana desconfianza a las sombras de las cavernas. Luego Aristóteles nos dio una primera definición de la verdad al plantear la “adecuación con lo real”. Tomas de Aquino problematizó la dualidad de la verdad y su acceso a ella a partir de distinguir lo espiritual de lo racional. Descartes en el siglo XVIII proclamó la certidumbre del cogito por la prueba del método y las cadenas de razonamiento. Nietzsche, identificó el principio de la verdad en relación al respeto obligado de la moral. Y finalmente cierra el desarrollo del concepto de verdad con la definición de Michel Foucault y su teoría de los “juegos de verdad” en donde el poder se encuentra en la posesión del saber.

Según Sadin, “nunca” un régimen de verdad se había impuesto de esta manera en la historia., Y no por su fuerza de seducción o por su influjo coactivo, sino por la producción de adecuaciones que damos por sentado que son las más apropiadas. Hay un poder de revelación que promete ejercer su ingenio desde el menor detalle de nuestra existencia hasta las situaciones colectivas como ninguna otra instancia tutelar simbólica lo había podido hacer hasta ahora.

Lo que se quiere presentar en el libro no es un desacuerdo con las herramientas, sino con respecto al espíritu de la técnica que está predominando y que alimenta un tipo específico de racionalidad: una razón instrumental extrema. En ese mismo sentido lo que Eric Sadin busca denunciar o alertar es que hoy hay un cambio en el estatuto de la noción de poder, literalmente entramos a una Controlcracia: No es el miedo al Leviatán hobbesiano lo que controla a la sociedad moderna. Tampoco los dispositivos de control foucaultianos, ya que no se trata de vigilar sino de conmover en los comportamientos. “Hoy pasamos del estado de la individualización, que caracteriza en gran parte a la modernidad en la posguerra, al estadio de la penetración de los cuerpos y las cosas” [8].

Para Sadin se pone menos énfasis en la justicia y más en los mecanismos de control en la forma de la administración automatizada. Hay menos control estatal y más “monitoreo algorítmico”, por medio de los datos cruzados gracias al Big Data. Para el autor, literalmente hoy vivimos a través de tecnologías de la administración de la vida y la previsión. Pasamos del “fetichismo de mercancía” al “fetichismo de instante mejor gobernado”. No hay “poshumanidad” sino humanidad materializada, incubada y teleguiada desde servidores.

La “Doxa” técnica o el gobierno de los números

Con la llegada del neoliberalismo, a comienzos de la década ochenta, el fenómeno doble de la presión de la competencia y de la flexibilización de los códigos del trabajo favoreció un principio que después se generalizó muy rápidamente: hacer externas ciertas actividades. Nace la tercerización con el objetivo de reducir costos. “Estos métodos se vieron facilitados por la digitalización de los registros contables relativos al funcionamiento de los tercerizados que permitieran tener una visión detallada de sus prácticas” [9]. La IA procede en sí misma mediante comparaciones. Su base descansa en la codificación binaria que recorta los elementos en unidades mínimas.

Para Sadin, en el mundo de la ideología “Tecno-liberal”, la equivalencia se vuelve un fetiche. La naturaleza de una tecnología basada en el cálculo comparativo se confunde con un objetivo económico que pretende poner en comparación cualquier cosa con cualquier otra, a fin de hacer intervenir permanentemente un criterio de competencia y de extraer en cada operación, el margen de beneficio más amplio. Vemos cómo los sistemas proceden a la medición de los desempeños del personal a través del seguimiento del uso de sus computadoras para registrar todo gesto y movimiento, lo que permite que se establezcan cartografías granulares y evolutivas. El management actual determina cada vez más objetivos a corto plazo firmando en general contratos cada vez más precarios que cuando llegan a término, serán objeto de nuevas licitaciones que presentarán a las agencias de empleo para volver a comparar a los individuos y seleccionarlos para nuevas tareas temporales.

Los individuos deben ser movilizables en todo momento y, cuando llega el momento, deben movilizarse ellos mismos para realizar los objetivos que se les asignan. Surge un beneficio de la intercambiabilidad continua de los seres. A cada uno de nosotros se le asigna una suerte de “rating” y trabaja, le guste o no, consciente o inconscientemente, para hacer subir este rating y entonces capitalizarlo. Según el autor somos como una “mónada nómade”.

Para Sadin entramos a una era de la antropología de lo comparativo y como consecuencia llegamos al clímax de una relación utilitarista con lo real. Sadin afirma que vivimos en el mundo ideal que Jeremy Bentham (creador de la estructura de vigilancia panóptica que luego Foucault analizó en su libro Vigilar y Castigar) pensó para nosotros: un mundo en donde la utilidad prevalece antes que cualquier otra consideración. “El dogma de la ‘mano invisible’ que hoy habría alcanzado un estadio automatizado, toma ahora la forma de una verdad instituida. Trabajaría perpetuamente para el interés de todos y cada uno de nosotros, y nos haría entrar en el mejor de los mundos posibles o en un ‘paraíso artificial’ llamado a imponerse a todo instante.” [10]. Un “paraíso artificial” garantizado por algoritmos y artefactos ideológicamente “neutrales”.

A modo de cierre

Para Eric Sadin, la humanidad se encuentra teledirigida y no es consciente de eso. En ese sentido lo que propone es la elaboración de una teoría crítica sobre internet: “No, no necesitamos ‘pensadores de Internet’ sino un pensamiento sobre la digitalización del mundo, su automatización a largo plazo total, y todas sus consecuencias en nuestra existencias. Pero probablemente estemos alcanzando en este punto una suerte de techo de cristal de la conciencia ‘crítica’ predominante” [11].

Es por ese camino que Sadin considera que se puede revertir la situación, creando una “ética de la responsabilidad que se preocupe por el modo en el cual nuestros principios, los fundamentos de nuestra humanidad y nuestra civilización, están en vías de ser erradicados” [12].

Para Sadin, la salida “racional” a esta tecno-encerrona que se despliega sobre la sociedad es una “ética”, pero de la acción que se movilice en las calles por “defender la preservación de nuestros datos personales y a recurrir sin descanso a la ‘ética’” [13]. Según él “No hay que apelar a una ‘convergencia de luchas’ sino a una simultaneidad de operaciones llevadas adelante en los múltiples lugares donde deban ocurrir e inspiradas por principios comunes” [14]. La pregunta del millón sería como hay que hacer para que surjan esas “múltiples operaciones” y que lleguen a cumplir su objetivo civilizatorio. Bueno, la respuesta que nos ofrece Sadin es más confusa que esclarecedora ya que apela a un tipo de organización clandestina de corte anarquista fundada en Francia por el año 2000 llamados el “Comité Invisible” los cuales predicen un colapso del capitalismo que fomentará “el motín organizado” [¡!] [15]. Esto es muy llamativo, viniendo de un pensador que llama a “no coordinar luchas” o que directamente llama a no hacer huelga y protestar como “neoluddista” [16]. Al final del libro aparece lo que Sadin propone como modelo de organización política para comenzar esta resistencia ética; esos serían los “Grupos de información de las prisiones” como los que creó Michel Foucault en 1971. Su idea es organizar una intolerancia activa que permita “zonas a defender” para hacer intervenir a la “jurisprudencia cuando lo juzguemos necesario” [17]. Todo el análisis que presenta Sadin en su libro es un desarrollo extensivo y exhaustivo donde nos muestra cómo la IA se fue desarrollando a lo largo de la historia para que finalmente tome la forma que conocemos hoy.

Sadin, está explicando el momento de la historia en la que nos encontramos, pensándolo en relación al pasado, presente y el tecno-futuro por venir, pero desde una perspectiva de laboratorio o si se quiere simplemente crítica. Es como si fuese un geólogo. Explica las capas sucesivas que forman nuestro suelo, cada capa define las condiciones de posibilidad de un cierto tipo de pensamiento que ha triunfado durante un determinado período de tiempo. Pero no nos cuenta lo más interesante de todo esto, que sería: a partir de qué condiciones se ha constituido cada tipo de pensamiento; cómo o por qué los seres humanos pasamos de un tipo de pensamiento a otro. Para poder hacer posible eso hubiese sido necesario hacer intervenir a la praxis, es decir a la Historia.

Si bien el libro de Eric Sadin presenta un análisis agudo sobre las nuevas formas de control social y productivo a partir de la IA, su análisis tiene muchos espacios en blanco o preguntas sin responder. Cómo por ejemplo: al principio de la nota vimos como Sadin muestra y desarrolla los intereses que hay detrás de esta “mano invisible automatizada” que se nos presenta como parte de un desarrollo natural de la tecnología, pero en ningún momento aclara o define qué sectores sociales, específicamente, son los que se ven beneficiados por este “tecno-logos” y por otro lado qué sectores sociales son los que se vería afectados por los mismo. En ese sentido queda difuso o poco claro a quién estaría intentando interpela con su propuesta. No tiene distinción ni limitación.

Por último, tampoco queda definida la relación entre el “tecno-liberalismo” y la “razón instrumental extrema” ya que no queda claro dónde poner el eje del problema: en las máquinas surgidas de un espíritu de época que quiere cosificar a los seres humanos y convertirlos en apéndices de sus fusibles, o en un sistema político-económico utilitario que busca maximizar las ganancias a costa del aumento del deterioro y empobrecimiento de la calidad de vida de los trabajadores bajo la forma de la precarización laboral más extrema.

Desde la época de Karl Marx a la actualidad la tendencia histórica es al aumento de la productividad, que gracias a la máquinas y el desarrollo técnico, cada vez se produce más en menos tiempo, pero eso no representó una disminución de las jornadas laborales sino que al contrario, cada día los empresarios buscan como absorber hasta el último minuto de la vida de los obreros en los tiempos de trabajo.

El desafío por lograr es poder romper las relaciones sociales capitalistas para así lograr que ese menor tiempo de producción logrado por la tecnología, se traduzca en que la humanidad cada vez tenga que utilizar menos energías para producir lo que necesita para subsistir. Y así finalmente poder liberarse del yugo del trabajo para poder desplegar su tiempo y fuerzas en el pleno desarrollo de las capacidades humanas como es el ocio creativo, el arte, la ciencia y la cultura. Sin mencionar lograr establecer una relación más equilibrada y sana con la naturaleza.

NOTAS AL PIE

[1] Eric Sadin, La inteligencia artificial o el desafío del siglo, Buenos Aires, Ed. Caja Negra, 2020, p. 17.
[2] Ibídem, p. 21.
[3] Ibídem, p. 208.
[4] Ibídem, p. 213.
[5] Ibídem, p. 214.
[6] Ibídem, p. 70.
[7] En la filosofía moderna, a partir de Leibniz con su Monadología, el concepto de mónada se aplica a la idea de un “átomo espiritual” o la manifestación más mínima e indivisible del espíritu humano.
[8] Ibídem, p. 225.
[9] Ibídem, p. 182.
[10] Ibídem, p. 202.
[11] Ibídem, p. 274.
[12] Ibídem, p. 277.
[13] Ibídem, p. 290.
[14] Ibídem, p. 289.
[15] Ibídem, p. 289.
[16] Ibídem, p. 136.
[17] Ibídem, p. 310.

Fuente:  https://rebelion.org/la-inteligencia-artificial-o-la-humanidad-teledirigida/

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Mundo: Es necesario apoyar a los educadores de manera que puedan contribuir a forjar un mejor futuro del trabajo, dice la OIT

Mundo/28-05-2021/Autor(a) y Fuente: www.ilo.org

Los trabajadores de la educación precisan de un mayor apoyo si han de proporcionar el aprendizaje adicional necesario para construir una recuperación de la pandemia más sostenible y resiliente.

© Phil Roeder

GINEBRA (OIT Noticias) – Existe la necesidad urgente de invertir en la educación, en la formación y en el trabajo decente para los trabajadores de la educación de manera que puedan contribuir con la recuperación post COVID-19, puso de manifiesto la Reunión técnica sobre el futuro del trabajo en el sector educativo de la OIT .

El aprendizaje permanente eficaz y una educación de calidad para todos son esenciales para un futuro del trabajo mejor. Si los educadores, los formadores y el personal de apoyo han de satisfacer esta necesidad y preparar el camino para los desafíos del futuro, será necesario que dominen las nuevas tecnologías y técnicas de enseñanza, comprendan la demanda de competencias del mercado laboral y reciban el apoyo para hacer frente a sus nuevas responsabilidades.

“El futuro va a requerir inversiones en la educación y en las competencias, y necesitamos maestros y trabajadores de la educación motivados y que cuenten con un buen apoyo de manera que puedan preparar a los alumnos para la vida y el trabajo”, declaró Chad Blackman, Embajador de Barbados y Presidente de la reunión que congregó a gobiernos y organizaciones de empleadores y de trabajadores de todas las regiones.

La pandemia de COVID-19 ha representado un gran desafío para los educadores. La reunión puso de manifiesto la rapidez de los cambios que están teniendo lugar, en particular el uso masivo de la tecnología. Estos cambios, además de las funciones y responsabilidades adicionales, están revolucionando los empleos de los docentes, los administradores y el personal de apoyo de la educación.

El futuro va a requerir inversiones en la educación y en las competencias, y necesitamos maestros y trabajadores de la educación motivados y que cuenten con un buen apoyo de manera que puedan preparar a los alumnos para la vida y el trabajo.»

Chad Blackman, Embajador de Barbados y Presidente de la reunión

Otro desafío es poner en relación el mundo de la educación con las necesidades de los empleadores e invertir en la educación y la capacitación técnica y profesional.

“Garantizar que la educación y los sistemas de formación respondan a las necesidades de los mercados de trabajo es una prioridad absoluta”, explicó Santiago García Gutiérrez, vicepresidente empleador. “Existe la necesidad urgente de poner en contacto el sector privado con la educación y la formación a fin de proveer recursos y experiencia, y dotar a los alumnos con las competencias que requieren los empleadores”.

Los problemas que afectan las condiciones de trabajo de los educadores deben ser abordados, y la mejor manera de hacerlo es a través del diálogo social, destacaron los participantes a la reunión técnica.

“El diálogo social es fundamental para promover el trabajo decente, lo cual incluye estabilidad laboral, los salarios adecuados, el bienestar, la gestión de la carga de trabajo, las políticas educativas y la autonomía profesional”, señaló el vicepresidente trabajador, Jelmer Evers. “Las conclusiones de la reunión incluyen además disposiciones para la negociación colectiva sobre el uso de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático, la protección de los datos y la privacidad, que serán importantes para garantizar que los educadores tengan una voz en los numerosos cambios que están configurando la educación”.

La reunión adoptó unas conclusiones que otorgan a los gobiernos, los empleadores y los trabajadores un fuerte mandato para invertir en la educación y la formación de calidad, así como en el trabajo decente para los educadores. Los participantes pusieron de manifiesto que la educación es un derecho humano, un bien y público y una responsabilidad pública, y no una mercancía. La reunión destacó además que el sector privado tiene un papel que desempeñar en el suministro de una educación de calidad.

“La adopción de estas conclusiones es muy importante”, declaró el vicepresidente gubernamental, el Embajador Mahlet Hailu Guadey de Etiopía. ¨Los educadores y el personal docente son los elementos fundamentales de los sistemas de educación de calidad. Ofrecerles trabajo decente es esencial para garantizar una educación de calidad”.

Fuente e Imagen: https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_794442/lang–es/index.htm
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Mundo: Inteligencia artificial para evitar suicidios en jóvenes LGTBIQ

La ONG Proyecto Trevor ha creado a Riley, versión de un adolescente deprimido diseñado por IA, para formar a los voluntarios de atención telefónica

“Interrumpe las charlas negativas contigo mismo”, “Eres un regalo. Gracias por ser como eres”, “Has llegado hasta aquí por un motivo. Por favor, no te rindas”… Las frases que aparecen en los posts de Instagram de Trevor Project dan una idea a primera vista de que quien acude a ellas puede estar sufriendo un desequilibrio en sus emociones. Y es así. Todo empezó en el año 1994. Fue entonces cuando Trevor ganó un Oscar al mejor cortometraje. La película contaba la historia de un chico de gay 13 años que, tras ser rechazado por sus amigos a causa de su homosexualidad, decidía quitarse la vida. Aquellos 14 minutos de metraje inspiraron a su directora y productora, Peggy Rajski, y al productor Randy Stone para la creación de The Trevor Project en EE UU, una línea telefónica para la prevención del suicidio destinada a gays, lesbianas, bisexuales, trans y aquellas personas que cuestionan su sexualidad. Funciona todos los días de la semana durante 24 horas.

El 30 % de los jóvenes que se suicidan en Estados Unidos son LGTBI y ellos tienen más posibilidades de suicidarse (hasta cuatro veces más) que los jóvenes heterosexuales. Un 85 % de los adolescentes LGTBI son acosados en el instituto debido a su orientación sexual. Hasta el momento, la ONG Proyecto Trevor es la única línea telefónica que existe en EE UU especializada en jóvenes suicidas, así que la responsabilidad que recae sobre el trabajo de sus voluntarios es especialmente grande.

Estos orientadores necesitan formarse constantemente para poder atender telefónicamente a las decenas de personas que les llaman por teléfono a diario. En 2019, Google otorgó al proyecto una subvención de un millón y medio de dólares para acceder a la utilización de Inteligencia Artificial con el fin de formar a sus voluntarios en su lucha contra el suicidio de adolescentes y jóvenes LGTBI.

La empresa tecnológica aceptó 119 solicitudes de más de 2.600 países de seis continentes, con proyectos ambientales, sociales y humanitarios entre otros. Dentro de estas solicitudes fueron seleccionadas 20, entre las cuales se encontraba este proyecto.

600 orientadores

El Proyecto Trevor cree que 1,8 millones de jóvenes LGTBI en Estados Unidos piensan seriamente en suicidarse cada año. Los 600 orientadores existentes para sus servicios basados en chat no pueden manejar tanta demanda. Para ello utilizan a Riley, una versión de un adolescente deprimido diseñado a través de IA. Esta versión ha sido entrenada a partir de miles de transcripciones entre los orientadores y otros chicos y chicas que solicitaban ayuda.

La conexión humana es muy importante en todos los servicios de la salud mental, pero prepararse para ella es la función de este tipo de IA. Una opción muy adecuada para el desafío del Proyecto Trevor eran los algoritmos de procesamiento del lenguaje natural, que han demostrado su eficacia para imitar las conversaciones humanas. Después de probar varias opciones, el Proyecto Trevor se decidió por el algoritmo GPT-2 de OpenAI.

El chatbot usa GPT-2 para sus habilidades básicas de conversación. El modelo ha sido entrenado con datos de 45 millones de páginas web, lo que le ha enseñado la estructura elemental y la gramática del inglés.

Con la IA y su posibilidad de autoaprendizaje se podrán identificar más rápidamente los elementos de riesgo que puedan presentarse en las interacciones humanas.

En España aún estamos lejos de este tipo de tecnología, a pesar de que casi 50 jóvenes LGTBIQ se quitan la vida cada año y 950 lo intentan. Existen algunos teléfonos de atención a personas que están en riesgo de cometer un suicidio, pero nada que tenga que ver expresamente con problemas LGTBI, y mucho menos donde la inteligencia artificial juegue algún papel protagonista.

Fuente: https://compromiso.atresmedia.com/levanta-la-cabeza/actualidad/inteligencia-artificial-evitar-suicidios-jovenes-lgtbiq_20210430608bce15a58b3f0001d0b204.html

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La Directora General de la UNESCO y el Presidente de Eslovenia inauguran el primer centro de investigación sobre inteligencia artificial

Europa/Eslovenia/30-04-2021/Autor(a) y Fuente: es.unesco.org

El 29 de marzo de 2021, Borut Pahor, Presidente de la República de Eslovenia, y Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, inauguraron el Centro Internacional de Investigación sobre Inteligencia Artificial (IRCAI, por sus siglas en inglés), como centro de Categoría 2 auspiciado por la UNESCO en Liubliana, Eslovenia.

La Directora General de la UNESCO hizo un llamado a los países, organizaciones e individuos a complementar su energía y proponer soluciones para que la inteligencia artificial (IA) sea utilizada para el bien común de la humanidad. Como primer centro de su tipo, el IRCAI avanzará en la investigación sobre el uso de la IA para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

El lanzamiento del centro reunió a responsables políticos, investigadores, representantes del sector privado, organizaciones de la sociedad civil y público en general para comprometerse en cuestiones éticas, de derechos humanos y de desarrollo, que se relacionan con el diseño, desarrollo y despliegue de la IA. Durante dos días de discusión, el IRCAI y su red de socios establecieron la agenda para la investigación en inteligencia artificial, el asesoramiento sobre políticas, el desarrollo de capacidades y las actividades financieras que el centro llevará a cabo.

Sus cuatro comités científicos internacionales guiarán las funciones básicas de investigación del Centro respecto de:

  1. IA y Clima, que abordará el tema de la medición de la calidad del agua,
  2. IA y Educación, que se centrará en los algoritmos de IA que puedan lograr que los recursos educativos abiertos sean más accesibles y fáciles de usar,
  3.  IA y Tecnologías de asistencia, que resaltará el potencial del uso de tecnologías de IA para ayudar a las personas con discapacidad e
  4. IA y Salud, que se centrará en el uso de IA en los procesos de desarrollo de vacunas.

Para facilitar el intercambio de ideas sobre IA y los ODS, la UNESCO y el IRCAI lanzarán la Revista Internacional de Inteligencia Artificial para el Desarrollo Sostenible, que será interdisciplinaria y de acceso abierto.

La comunidad científica del IRCAI trabajará con la comunidad global de políticas de IA para garantizar la formulación de políticas de IA basadas en evidencia que se fundamenten en desarrollos innovadores en la investigación de IA. Como parte de los debates sobre políticas de IA y el desarrollo de capacidades en África, Olalekan Akinsande, Jefe técnico de Data Science Nigeria y Jade Abbott, de Retro Rabbit y Masakhane, hicieron hincapié en que la falta de infraestructura de TIC adecuada es un desafío para que África aproveche plenamente el potencial de la IA.

En este sentido, la UNESCO presentó los resultados de la Encuesta de evaluación de las necesidades de Inteligencia Artificial en África que recalca la necesidad de desarrollo de políticas y capacidades en 32 países de África. Estas necesidades van desde la creación de capacidades para que los operadores judiciales aborden las implicaciones legales de la IA hasta la necesidad de mayor apoyo para la educación y formación en IA en las universidades de África.

El Centro también destacará 100 proyectos de IA a nivel mundial que serán elegibles para financiamiento de innovación a través de Bonos de Impacto Social. Como ejemplo tangible de un proyecto de este tipo que utiliza la inteligencia artificial para fortalecer el acceso a la información, Kathleen Siminyu, coordinadora regional de AI4D África, analizó el modo en que la UNESCO y el IRCAI apoyan al consorcio de investigación Masakhane en el desarrollo de conjuntos de datos en idiomas africanos con bajos recursos para superar la barrera idiomática, el desarrollo de innovaciones locales basadas en IA.

El desarrollo y uso éticos y responsables de la inteligencia artificial son un importante foco de la labor de la UNESCO en materia de IA. El IRCAI apoyó activamente las consultas para la próxima Recomendación de la UNESCO relativa la Ética de la IA y apoyó un análisis sobre la IA responsable en África subsahariana. Renée Cummings, criminóloga y especialista en ética de la inteligencia artificial, al tiempo de destacar la necesidad de traducir los principios en acciones, resaltó la importancia de involucrar a las comunidades locales en el desarrollo de soluciones de IA innovadoras y eficientes, incluso a través de una mejor financiación para reducir la brecha entre el aprendizaje y su aplicación.

El IRCAI refleja el compromiso de la UNESCO de aprovechar la experiencia y los conocimientos mundiales en su empeño por fomentar una mayor cooperación internacional y construir sociedades inclusivas del conocimiento.

Fuente:  https://es.unesco.org/news/directora-general-unesco-y-presidente-eslovenia-inauguran-primer-centro-investigacion

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Mundo: Recesión, desempleo… ¿Es la educación una solución frente a la crisis económica y social?

Recesión, desempleo… ¿Es la educación una solución frente a la crisis económica y social?

 

Ante un 2021 incierto, en el que la recuperación no se espera hasta la segunda mitad del año, la formación es una herramienta clave para recuperar la competitividad

Por EC Brands

La crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia del covid-19 ha sacudido la economía global. Ante la proliferación de los ERTE, despidos y cierres de empresas, la ciudadanía se encuentra en un momento crucial para dar un revulsivo a su carrera profesional. Algunos indicadores económicos atestiguan el golpe sufrido por la economía española: según Eurostat, el PIB cayó un 23% en el primer semestre de 2020, mientras que la subida en la segunda mitad del año se quedó por debajo del 17%. Los efectos de la contracción se han sentido en el mercado laboral, cuya tasa de paro ha subido hasta el 16%, de acuerdo con cifras del pasado enero, lo que arroja un dato cercano a los cuatro millones de desempleados. La llegada de las vacunas resulta una esperanza, pero para que la economía vuelva a reactivarse a niveles previos a marzo de 2020, es necesario llegar a las previsiones establecidas por el Gobierno (un 70% de la población vacunada de cara al verano).

Ante este escenario, Naciones Unidas ha subrayado la importancia de la educación como herramienta para impulsar la salida de la crisis. En un informe sobre el sector educativo durante y después del coronavirus, la organización hizo una llamada a gobiernos de todo el planeta para repensar la educación y acelerar cambios en el modelo de enseñanza y aprendizaje. Entre los diferentes puntos que se deben potenciar, señala la ONU, se encuentra la eliminación “de obstáculos a la conectividad”.

«Lo que parece evidente es que el mundo que nos vamos a encontrar después de la crisis no es igual que aquel en el que habíamos vivido anteriormente. Por lo tanto, las armas que teníamos no nos van a servir. Esa es la razón por la que tenemos que formarnos», explica Nacho de Pinedo, CEO de ISDI, la escuela de negocios nativa digital. «La única manera de recuperar la competitividad es adaptándonos al nuevo entorno, y no cabe duda de que este es digital». En este contexto, la oferta formativa se presenta como una alternativa para todos los profesionales que quieran avanzar, ya sea porque han perdido su trabajo o porque quieren mejorar en sus empresas, adquiriendo nuevas capacidades e impulsando la transformación digital.

La encriptación, la robotización o la inteligencia artificial serán sectores al alza durante los próximos años. (EFE)

Uno de los aspectos que la pandemia ha puesto de manifiesto es la consolidación del canal ‘online‘. Internet fue uno de los motores económicos durante los meses de encierro casero, permitiendo una cierta normalidad en los hogares mientras los comercios, oficinas y escuelas permanecían cerrados. Pero ese auge de las nuevas tecnologías durante los últimos meses ha puesto de manifiesto una importante carencia del mercado laboral español. Según un informe de Infojobs, la mitad de los trabajadores reconoció no estar formándose en competencias digitales antes de la crisis sanitaria. Esa cifra contrasta con el 65% que ya entonces afirmaba que la transformación digital y la robotización habían alterado su puesto de trabajo.

De Pinedo explica que «hay que concienciarse de que no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época» y que, por tanto, «la digitalización va a ir a más». «Si una persona quiere reconvertirse profesionalmente, lo primero que debe tener en cuenta es qué camino dentro del entorno digital le puede encajar mejor: uno más generalista o más especializado en las tendencias de empleabilidad actuales (data o la gestión de CRM, por ejemplo). Y, una vez claro, volcarse en la formación», apunta el CEO. No hay que olvidar, además, que los fondos de recuperación se repartirán bajo la premisa de fomentar la inversión en la transformación digital y las políticas medioambientales.

«Una media de 6,5 empresas están compitiendo por cada nuevo profesional titulado en competencias técnicas de transformación digital»

 

En esa elección más generalista entran ISDI y su MIB, un máster de especialización en negocio digital que, tal y como define su CEO, es «una especie de MBA de la era digital». Impartido en Barcelona y Madrid, así como de manera ‘online’, este programa ha sido diseñado por y para un entorno digital desde su nacimiento hace 12 años. Así, durante nueve meses y un total de 450 horas, los alumnos aprenden cómo adaptarse a un mundo en constante transformación, a través de una formación centrada en la práctica. «Los alumnos meten las manos en la masa y ponen en marcha un negocio ‘online’ real durante el programa, acompañados de destacados expertos digitales del país, profesionales en activo de líderes como Google o Amazon», explica Nacho de Pinedo. Además, desde la escuela afirman que «cada año cambiamos aproximadamente un 40% del contenido y cada dos meses y medio el consejo académico se reúne y analiza qué se va a ejecutar en ese periodo, porque en la era digital el ritmo de las actualizaciones es mucho más rápido».

Sin embargo, ¿qué hace realmente diferente al MIB? Según su CEO, «el modelo de aprendizaje basado en tres ‘tracks’: el primero, el conocimiento mediante una formación holística sobre diferentes temáticas, desde estrategia digital e innovación hasta liderazgo y transformación de empresas y emprendimiento, e impartido por profesionales digitales en activo». El segundo y tercer ejes se centran en la integración de dichos conocimientos. Por un lado, el proyecto troncal, donde los alumnos se encargan de digitalizar una pyme existente, apoyándose en metodologías ágiles (aprender haciendo). Y por otro, el denominado ‘challenge’, que consiste en lanzar una empresa al mercado desde cero. «Los alumnos tienen que generar un ‘e-commerce’, lanzarlo al mercado, empezar a facturar y ganar dinero. Además de la captación de clientes, tendrán que gestionar todo el ‘back office’ y las reclamaciones o problemas que hayan podido surgir en el proceso de compra para que los clientes repitan y les recomienden», indica De Pinedo. «Al final del programa, existe la opción de cerrar la empresa y entregar el dinero ganado a una ONG o quedarse con el ‘e-commerce’ y mantener el negocio».

El mercado laboral tras la crisis

Un informe del World Economic Forum publicado el pasado mes de octubre arrojaba datos interesantes acerca del futuro del empleo. El primero, la imparable adopción de nuevas tecnologías como la computación en la nube, el ‘big data’ o el comercio electrónico, a los que había que sumar nuevas oportunidades en terrenos como la encriptación, la robotización o la inteligencia artificial. De hecho, un estudio sobre empleabilidad y talento digital publicado por la Fundación VASS y la Universidad Autónoma de Madrid estableció que “6,5 empresas están compitiendo por cada nuevo profesional titulado en competencias técnicas necesarias para que las empresas den cobertura a sus procesos de transformación digital. Un colectivo de empleadores que podría llegar a los 160.000 cuando existen poco más de 25.000 egresados universitarios y ciclos de FP”.

Los estudios afirman que hasta el 44% de trabajadores de oficina podrán hacerlo desde casa cuando regrese la normalidad. (iStock)

En este nuevo escenario, acelerado por la recesión causada por el coronavirus, el World Economic Forum advertía de los cambios que se avecinan en los mercados laborales de las economías desarrolladas de cara a 2025. Hasta el 43% de las empresas admitían que tendrán que reducir su plantilla debido a la integración de nuevas tecnologías y un 41% tenía previsto aumentar la contratación de servicios de terceros para tareas especializadas.

En la misma línea, un sector que ha visto alterada su rutina por completo es la del trabajador de oficina. Hasta el 84% de estos empleados, según el informe, está llamados a digitalizarse en su día a día de manera cuasi inmediata y un 44% cuenta ya con las herramientas para trabajar desde sus hogares. «La pandemia ha hecho mucho más evidente la necesidad del cambio. Algo que tenía que ocurrir poco a poco, en un espacio largo de tiempo, ahora debe hacerse inmediatamente. Los negocios tienen que hacer esa transformación digital y para eso necesitan profesionales que conozcan cómo era el entorno anterior y que sean capaces de dibujarles un camino para adaptarse al nuevo entorno. Y por otro, necesitan especialistas que sepan enfocarse en algunas de las áreas clave, como pueden ser data o plataformas tecnológicas, para ejecutar esta transformación», concluye Nacho de Pinedo.

Fuente de la Información: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2021-04-07/educacion-covid-19-transformacion-digital-bra_2996383/

 

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La IA descubre procesos biológicos que escapan al conocimiento humano

La Inteligencia Artificial puede descifrar el lenguaje de las proteínas que en ocasiones provoca enfermedades como el cáncer y procesos neurodegenerativos como el Alzheimer o el Parkinson: son procesos biológicos que escapan al conocimiento humano.

Científicos del St John’s College de la Universidad de Cambridge han descubierto que un grupo de potentes algoritmos pueden predecir el lenguaje biológico del cáncer y de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, según informan en un artículo publicado en PNAS.

Introdujeron en un modelo informático enormes cantidades de datos acumulados durante décadas de investigación, y comprobaron que la Inteligencia Artificial podía hacer descubrimientos más avanzados que los conseguidos por los seres humanos.

Observaron que poderosos algoritmos similares a los utilizados por Netflix, Amazon y Facebook pueden, no solo descifrar el lenguaje biológico que desencadena enfermedades cruciales para la vida humana, sino también indicar cómo corregir los errores gramaticales dentro de las células que causan enfermedades.

Comprobaron que la IA podía aprender por sí misma lo que la ciencia ha asimilado después de décadas de investigación, confirmando así que será capaz también de descubrir lo que todavía no sabemos del lenguaje de las proteínas que provoca enfermedades mortales en los seres humanos.

Tema relacionado: La Inteligencia Artificial y la nanotecnología revolucionan el universo biomolecular

Agregados y condensados de proteínas

Las proteínas regulan buena parte del funcionamiento de nuestro cuerpo humano y representan casi el 20 por ciento del peso de una persona. Aunque son constituyentes químicos fundamentales e imprescindibles de nuestro organismo, los científicos todavía no conocen la función de muchas de ellas.

Alzheimer, Parkinson y Huntington son tres de las enfermedades neurodegenerativas más comunes, pero los científicos creen que hay varios cientos de enfermedades más de este tipo vinculadas a procesos proteicos.

En la enfermedad de Alzheimer, que afecta a 50 millones de personas en todo el mundo, las proteínas se descolocan, forman grupos y destruyen las células nerviosas sanas. Un cerebro sano elimina eficazmente estas masas de proteínas potencialmente peligrosas, conocidas como agregados.

Si embargo, algunas proteínas descolocadas, ocasionalmente forman gotitas líquidas de proteínas, llamadas condensados biomoleculares, ​​que no tienen membrana y se fusionan libremente entre sí.

A diferencia de los agregados de proteínas, que son irreversibles, los condensados biomoleculares ​​de proteínas pueden deformarse y desencadenar enfermedades como el cáncer.

Imagen de microscopía de fluorescencia de los condensados de proteínas que se forman dentro de las células vivas. Crédito: Laboratorio Weitz, Universidad de Harvard.

La IA al rescate

Para estudiar a fondo el lenguaje de las proteínas, los investigadores programaron un sistema de IA basado en redes neuronales, formadas por grupos interconectados de nodos informáticos similares a la vasta red de neuronas presentes en un cerebro biológico.

La autora principal de esta investigación, Kadi Liis Saar, explica al respecto en un comunicado, “le pedimos específicamente que aprendiera el lenguaje de los condensados biomoleculares que cambian de forma (gotitas de proteínas que se encuentran en las células), que los científicos necesitan entender para descifrar el lenguaje de la función biológica y el mal funcionamiento que causa el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer».

Y añade: “alimentamos al algoritmo con todos los datos almacenados en las proteínas conocidas para que pudiera aprender y predecir el lenguaje de las proteínas de la misma manera que estos modelos informáticos aprenden sobre el lenguaje humano y cómo WhatsApp sabe cómo sugerir palabras para que las usemos.»

“Entonces pudimos preguntarle sobre la gramática específica que hace que solo algunas proteínas formen condensados ​​dentro de las células. Es un problema muy desafiante y desbloquearlo nos ayudará a aprender las reglas del lenguaje de la enfermedad», concluye.

Potencia tecnológica

A tenor de este desarrollo, los investigadores piensan que un mayor uso del aprendizaje automático podría revolucionar la investigación futura sobre el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas.

Añaden que este eventual desarrollo puede conseguir descubrimientos más allá de lo que los científicos ya saben sobre las enfermedades y, potencialmente, incluso más allá de lo que el cerebro humano puede entender sin la ayuda del aprendizaje automático.

“El aprendizaje automático puede estar libre de las limitaciones de lo que los investigadores creen que son los objetivos de la exploración científica: eso significaría que se encontrarán nuevas conexiones que ni siquiera hemos concebido todavía. Es realmente muy emocionante», concluye Saar.

La red de IA desarrollada en este estudio se ha puesto a disposición de los investigadores de todo el mundo para permitir que más científicos trabajen en los avances que puede aportar.

Referencia

Learning the molecular grammar of protein condensates from sequence determinants and embeddings. Kadi L. Saar et al. PNAS April 13, 2021 118 (15) e2019053118. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2019053118

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/la-ia-descubre-procesos-biologicos-que-escapan-al-conocimiento-humano.html

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