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La educación de las mujeres iraníes está en riesgo por los envenenamientos, según Amnistía Internacional

Amnistía Internacional ha alertado este miércoles de que la educación de millones de iraníes se encuentra en peligro por los envenenamientos en centros educativos femeninos y por ello han emitido una acción urgente y han enviado una carta al fiscal general  al país para que tome medidas.

Los derechos a la educación, la salud y la vida de millones de niñas escolares se encuentran en peligro por los ataques con gas contra los colegios de niñas en Irán”, ha indicado AI en un comunicado.

La organización de derechos humanos ha indicado  que desde noviembre de 2022 más de 100 centros educativos femeninos han sido atacados, algunos en varias ocasiones, y unas 13.000 alumnas han recibido cuidados médicos por los envenenamientos. Las alumnas han sufrido síntomas como tos, dificultades para respirar, irritación de la garganta, dólares de cabeza, nauseas o vómitos.

En marzo las autoridades anunciaron la detención de 100 personas por su implicación en los envenenamientos, pero a pesar de ello los ataques han continuado ocurriendo a lo largo del país.

Ataques en las escuelas de Teherán, Hamedan y Dezful

Los últimos casos se han producido este miércoles, con ataques en escuelas de Teherán, Hamedan y Dezful, según grupos de activistas.

Además, el grupo opositor kurdo-iraní en el exilio Hengaw ha registrado también este martes ataques en 19 colegios en las ciudades de Teherán, Kermanshah, Saqez, Ahvaz, Eslamshahr, Ardebil, Karaj y Urmia, lo que ha provocado la hospitalización de docenas de estudiantes.

A pesar de todo, el ministro de Sanidad, Bahram Einollahi, ha afirmado que “no hay evidencias” de que las estudiantes hayan sido envenenadas y ha atribuido el 90% de los casos «al estrés y las travesuras».

Por ello, Amnistía Internacional ha enviado una carta al fiscal general del país, Mohamad Yafar Montazerí, instándole a que ponga en marcha una “investigación independiente, profunda y efectiva” y lleve ante la Justicia a los responsables de los ataques.

“Las autoridades deben garantizar que las niñas tienen acceso igualitario y seguro a la educación y que están protegidas ante cualquier forma de violencia”, ha indicado Amnistía Internacional.

El grupo de derechos humanos también ha pedido que se permita la entrada al país a personal de la ONU para que investiguen los ataques.

En Irán no se ha puesto en duda la educación femenina en los 43 años de existencia de la República Islámica y algunos padres vinculan los envenenamientos con las protestas de los últimos meses, que se habían calmado tras una fuerte represión estatal.

Las alumnas de colegios e institutos participaron en esas protestas, se quitaron los velos, gritaron «mujer, vida, libertad« e hicieron gestos de desprecio a retratos de Jameneí y del fundador de la República Islámica, el ayatolá Ruholá Jomeiní.

https://www.rtve.es/noticias/20230419/educacion-mujeres-iranies-riesgo-envenenamientos-segun-amnistia-internacional/2439662.shtml

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Araña sagrada: feminicidios en nombre de dios

En Holy spider vemos a una sociedad que ha perdido todo tipo de empatía hacia la mujer, principalmente de clase baja. Una sociedad hipócrita, que cuestiona quienes usan comercialmente su cuerpo mas no a los que lo consumen

Texto: Andrea Sarmiento Pastrana

Foto: Tomada del tráiler

CIUDAD DE MÉXICO.- En 2001 se viralizó el caso de Saeed Hanaei, también conocido como el asesino de arañas, un hombre casado y con hijos que, en nombre de Dios, asesinó a 16 trabajadoras sexuales en Mashhad, una de las ciudades más sagradas de Irán.

Basado en esto, se estrenó en 2022 una película dirigida por el iraní Ali Abbasi, Holy spider (Araña sagrada), historia donde una periodista comienza a investigar por cuenta propia los asesinatos que, no solo van en aumento, sino que las autoridades no atienden.

La cinta nos muestra las historias detrás del crimen, tanto de las víctimas como del asesino. A las trabajadoras sexuales las presenta como las personas que son: mujeres con familia, en su mayoría con hijos, que salen a trabajar en busca de un sustento para sobrevivir entre la desigualdad de la ciudad. Detrás del asesino de arañas hay un hombre que ve a estas chicas como seres malignos y busca una limpieza moral; desarrolla una repulsión tan fuerte que ni siquiera considera el asesinato como algo malo, para él es algo cotidiano, una misión divina.

Saeed mantiene con normalidad su trabajo y ni su esposa ni sus hijos notan algún cambio en su personalidad; para él, matar a estas mujeres tiene la misma simpleza que matar un mosquito que no te deja dormir. En su mente cree que le está haciendo un favor al mundo pues está limpiando las calles y es por lo que jamás expresa ninguna clase de arrepentimiento o remordimiento. Además, su confianza es avalada por el hecho de que las autoridades no le dan la importancia necesaria a los crímenes de mujeres.

Cuando Rahimi (la reportera) llega, ya se conoce la noticia de un asesino serial; él mismo se encarga de llamar a un reportero policíaco después de cada crimen; sin embargo, la policía no tiene pistas ni interés por atraparlo. Esto complica la investigación de la periodista, pues debe hacerlo casi todo ella sola.

Su principal obstáculo es que es la única mujer; además, una mujer soltera, sin hijos, fumadora y trabajadora que carga con una historia de abuso laboral que se hizo pública y por la cual es criminalizada. Si al cuerpo policiaco no le importan los feminicidios, menos le importa una mujer que intente detenerlos.

La película nos enseña varones que no saben interactuar con las mujeres sin minimizarlas y sobre todo, cosificarlas. Al ser social y legalmente vistas como inferiores, los hombres adquieren el poder de tratarlas sin el más mínimo respeto y es una mentalidad que ha persistido durante años y que sigue vigente en muchas comunidades, pues esas ideas se siguen inculcando a niños y niñas.

La mujer es educada para servir y atender; el hombre para mandar. Él es quien decide cómo, cuándo y dónde tener relaciones, ella debe satisfacerlo en todo momento. Si el marido es infiel, ella tiene que hacerlo todo para que no se vaya. De no cumplir con esto se convierte en un problema y es válida cualquier forma de violencia con la que el hombre responda; la mujer es vista como objeto reemplazable que a nadie le importa romper y menos cuando esta se sale de las normas.

Lo más espeluznante no es el asesino, sino la cantidad de apoyos que recibe. Desde los vecinos que salen a las calles a echarle porras, los medios de comunicación y hasta su propia esposa, que no ven en sus acciones nada malo. Piensan que eliminar a las trabajadoras sexuales es un favor.

En Holy spider vemos a una sociedad que ha perdido todo tipo de empatía hacia la mujer, principalmente de clase baja. Muestra una ciudad hipócrita, que cuestiona quienes entregan su cuerpo mas no a los que lo consumen, olvida que cuando alguien vende es porque alguien compra.

Saeed Hanaei fue capturado gracias a una chica que sobrevivió a su ataque, quien lo expuso cuando fue capturada por la policía (a diferencia de la película). El hombre fue ejecutado en 2002, sin embargo, dejó un legado inspirador para muchos, incluyendo su hijo.

La misoginia expresada en su máxima expresión y cada escena del largometraje tiene una carga completamente patriarcal. El hecho de que muchas sociedades se sigan rigiendo bajo las mismas ideologías nos hace reflexionar sobre la desigualdad que existe, a nivel global, sobre la lucha por los derechos humanos y también, nos ayuda a entender la importancia de que las religiones y el Estado vayan separados.

La película se expone este mes en la Cineteca Nacional

Fuente de la información e imagen: https://piedepagina.mx
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Irán abre una investigación tras una oleada de envenenamientos en colegios femeninos durante varios meses

Desde noviembre, cientos de niñas han sido envenenadas y algunas han sido hospitalizadas, en unos incidentes que parecen destinados a tratar de paralizar la educación de las estudiantes.

Cientos de niñas han sufrido misteriosos envenenamientos con gas en las últimas semanas en los colegios de Irán, en unos incidentes que parecen destinados a tratar de paralizar la educación de las estudiantes.

El primer caso de envenenamiento se registró a finales de noviembre en la ciudad santa de Qom y desde entonces se han repetido en numerosas escuelas en al menos 15 ciudades del país persa, la última vez este mismo miércoles. Igual que en casos anteriores, las estudiantes se quejaron de dolores de cabeza, palpitaciones del corazón, náuseas y mareos, y afirmaron haber percibido un olor entre una mezcla de naranja podrida y productos de limpieza.

En concreto, este miércoles cientos de alumnas fueron hospitalizadas después de ser envenenadas en 11 colegios del país. Las estudiantes fueron hospitalizadas tras sufrir irritación en los ojos, mareos y dolores de cabeza en ocho colegios e institutos de la ciudad de Ardebil y tres escuelas de Teherán, informó el diario reformista Shargh. Las autoridades han anunciado que la mayoría de las niñas hospitalizadas han sido dadas de alta.

En algunas ocasiones los envenenamientos han sido masivos: en el primer caso de Qom resultaron afectadas 50 jóvenes y en otro incidente hace unos días en la misma ciudad 80 estudiantes fueron hospitalizadas en un instituto. Hasta ahora no ha transcendido la muerte de ninguna estudiante. Las autoridades iraníes en un primer momento ignoraron estos incidentes, que han ocurrido mayoritariamente en colegios femeninos, pero ahora los describen como «ataques intencionados».

«Tras varios casos de envenenamientos en las escuelas de Qom, se ha descubierto que algunas personas quieren que se cierren los colegios, en concreto los de las niñas», ha dicho el viceministro de Educación, Younes Panahi, a los medios locales. El ayatolá Alavi Boroujerdi, un importante clérigo reformista, ha afirmado que los perpetradores de estos ataques están logrando su objetivo: «Hay familias que tienen miedo y no quieren mandar a sus hijas al colegio».

El presidente de Irán ordena investigar los envenenamientos

El presidente de Irán, Ebrahim Raisí, ha ordenado este miércoles una investigación para aclarar la oleada de envenenamientos con gas en colegios femeninos del país. En la reunión semanal del Gabinete, Raisí dio instrucciones al ministro de Interior, Ahmad Vahidí, y al Ministerio de Salud para que investiguen “con rapidez” las causas de los envenenamientos que se están produciendo en las escuelas femeninas en las últimas semanas.

El malestar entre los padres no para de aumentar ante la ineficacia de las autoridades, que no logran parar unos ataques que parecen destinados a paralizar la educación de las estudiantes.

Así, varias docenas de padres gritaron este miércoles «muerte al Gobierno asesino de niños» frente al colegio Yarjani de Teherán, que vivió un incidente de envenenamiento, de acuerdo con vídeos compartidos en redes sociales por el colectivo 1500tasvir. En las puertas de otros colegios de Teherán, preocupados padres discutían con el personal de los centros.

Mientras tanto, las fuerzas de seguridad siguen sin encontrar pistas y dudan de si se trata de ataques deliberados o meros accidentes. «Se están haciendo grandes esfuerzos para identificar el origen de los envenenamientos de estudiantes», dijo el jefe de Policía del país persa, Ahmad Reza Radan, a medios iraníes. «Nadie ha sido arrestado hasta ahora y preferimos no juzgar si se trata de una cuestión deliberada», añadió.

El primer caso de envenenamiento se registró a finales de noviembre en la ciudad santa de Qom, localidad que ha sufrido el mayor número de casos, y en las últimas semanas se han multiplicado en varias urbes del país.

La oleada de envenenamientos en escuelas de niñas se produce en un momento de gran tensión en Irán, que se ha visto sacudido en los últimos meses por las protestas por la muerte de la joven Mahsa Amini, tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico.

Estas protestas han tenido un fuerte componente feminista, con muchas iraníes quitándose los velos, e incluso quemándolos. Las protestas, sin embargo, han perdido fuerza de forma notable tras las ejecuciones de cuatro manifestantes y en las últimas semanas apenas hay movilizaciones en las calles de Irán.

https://cadenaser.com/nacional/2023/03/01/iran-abre-una-investigacion-tras-una-oleada-de-envenenamientos-en-colegios-femeninos-durante-varios-meses-cadena-ser/

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Irán: La comunidad universitaria y militante internacional no debe estar callada

El 16 de septiembre, Mahsa (Zhina [su nombre en kurdo]) Amini, una joven mujer kurda iraní de 22 años, fue salvajemente asesinada por la policía de la moral de la República Islámica de Irán. Había sufrido varios golpes en la cabeza después de haber sido detenida por llevar de forma inapropiada el hiyab. Se trata de un asesinato de Estado como muchos otros que han sido sistemática y deliberadamente cometidos por el régimen de apartheid sexual que prevalece en Irán. Desde que se produjo este crimen de Estado, han tenido lugar manifestaciones en muchas ciudades de Irán.

Esta revuelta en el conjunto del país no se dirige únicamente contra el asesinato brutal de Mahsa, sino contra la esencia misma del régimen islámico. Y la reivindicación es clara y neta: el fin de un régimen burocrático cuyas violencias múltiples ejercidas contra los cuerpos marginalizados se han hecho visibles con la muerte de Mahsa.

A pesar del terror de la represión, hoy en Irán estamos asistiendo a una revolución feminista inflamada por la rabia provocada por el asesinato de Mahsa (Zhina) Amini. Inspiradas por el movimiento kurdo, las manifestantes gritan “¡Mujeres, vida, libertad!”. Las protestas, los cuerpos bailando sin hiyab y quemando sus símbolos, han sido violentamente reprimidas por ejércitos de trolls financiados por el Estado, cortes de internet, gases lacrimógenos, detenciones masivas y asesinatos indiscriminados.

Sin embargo, la comunidad universitaria y militante a escala internacional se mantiene muy callada sobre lo que está ocurriendo en Irán ahora. La crisis iraní parece estar encerrada entre dos marcos reduccionistas y sin embargo hegemónicos en los medios de comunicación y en el ámbito académico.

Por un lado, la larga historia de opresión colonial y los avances recientes de los discursos xenófobos, racistas y sexistas en Occidente han llevado a reducir problemas complejos, como el del hiyab, a cuestiones culturales. Esto ha impedido a las voces progresistas del Norte expresar su plena solidaridad con las luchas que se desarrollan en Oriente Medio y en otros países de mayoría musulmana por miedo a alimentar las ideologías sexistas en Occidente.

Por otro lado, un punto de vista supuestamente progresista pero, en realidad, neo-orientalista ha hecho abstracción de las vidas y de las subjetividades fuera de Occidente, en particular de quienes viven en Oriente Medio o en el norte de África.

Ambos marcos han llevado a dejar de lado epistemológica y políticamente las resistencias feministas y queer en Irán. La opresión multidimensional sufrida y las luchas que se desarrollan en esas regiones siguen siendo ignoradas, salvo cuando están relacionadas con problemáticas occidentales o los actores se perciben a sí mismos a través de esa mirada neo-orientalista.

Contra, y más allá, de esas tendencias reduccionistas, nosotras y nosotros, un grupo de universitarias militantes feministas, pedimos a las comunidades feministas que nos unamos para construir juntas una solidaridad transnacional con las mujeres y los cuerpos marginalizados en Irán. Las luchas de nuestras hermanas en Irán tienen que ver, a la vez, con el desarrollo histórico de las relaciones de poder en el seno de las sociedades llamadas islámicas y con la crisis contemporánea de las relaciones de reproducción social en el capitalismo mundial.

Insistimos en impulsar un programa feminista y queer, anticapitalista y antifascista que no reduzca las luchas de nuestras aliadas en Irán a verlas de la misma forma en que se dan en los países del Norte. Por el contrario, tenemos que considerar esas luchas dentro de un contínuum y asumir la batalla reconociendo nuestros combates comunes.

Crear y mantener ese contínuum exige reconocer la interseccionalidad de las luchas que las mujeres y otros cuerpos marginalizados emprenden en países como Irán y que viven actualmente bajo una teocracia islámica. Ahora más que nunca, es crucial demostrar una amplia solidaridad transnacional con las mujeres y los cuerpos marginalizados en Irán.

Primeras firmas: Gilbert Achcar, Nadje Al-Alí, Shannon Bell, Seyla Benhabib, Judith Butler, Angela Y. Davis, Naika Foroutan, Catherine Malabou, David McNally, Sharzad Mojab, Jacques Rancière

https://vientosur.info/iran-la-comunidad-universitaria-y-militante-internacional-no-debe-estar-callada/

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Las mujeres desafían al régimen de Irán

Por: Ezequiel Kopel

El asesinato de Mahsa Amini ha desatado una ola de protestas en Irán. Las mujeres y los jóvenes han desafiado al régimen y su política restrictiva y patriarcal. El uso del velo está en el centro de los debates, pero el régimen iraní tiene muchos otros asuntos que pueden minar su supervivencia.

Mahsa Amini salió el lunes 13 de septiembre de su casa en la ciudad kurda de Saghez (en Irán) y nunca más volvió. La primera información que se tuvo de ella es que se encontraba en un hospital conectada a un respirador. Pero después de tres días de permanecer internada fue declarada muerta.

A partir de ese momento comenzó una saga en la que la familia y amigos de Mahsa acusaron a la Gasht-e Ershad (Patrullas de la Moral, un ente de las fuerzas de seguridad iraníes dedicado a velar por el cumplimiento de las normas islámicas de pudor) de haberla golpeado reiteradamente cuando la arrestaron por no llevar bien colocado el velo islámico que debía cubrir su cabello. La policía tardó en responder a las acusaciones, pero contestó mostrando un video de Mahsa dentro de la estación de policía donde se ve a la iraní de origen kurdo (su verdadero nombre era Zhina, pero las autoridades iraníes acostumbran a resentir todo signo de pertenencia kurda, por lo que los padres debieron anotarla con el nombre Mahsa) desvanecerse de repente mientras hablaba con una oficial de policía.

Poco importó –y poco importa hoy– si Mahsa Amini falleció producto de los golpes de la policía o de un ataque cardíaco ocasionado por el miedo y la estresante situación de estar incomunicada, pues lo que estuvo claro desde un principio es que Mahsa no debía estar detenida en una comisaría ese fatídico día de septiembre por no llevar bien colocado el velo.

Apenas se conoció el deceso de Mahsa, comenzaron a producirse una serie de protestas contra las máximas autoridades iraníes. La primera demostración se produjo el 17 de septiembre en el propio cementerio donde se enterró a Amini, en su ciudad natal, cuando, luego de los sollozos de su madre que a los gritos se preguntaba por qué habían matado a su hija, las asistentes a la ceremonia empezaron a quitarse los velos y agitarlos por los aires gritando «Abajo el dictador», en clara alusión al líder supremo Ali Jamenei, máxima autoridad de la República Islámica iraní fundada en 1979.

Ya a nadie pareció importarle cuál había sido la causa real de la controversial muerte (hay informaciones de que los propios médicos que la atendieron constataron golpes, pero decidieron mantener el anonimato por miedo a las represalias) debido a que han sido tantos los abusos cometidos por la propia policía iraní desde que se instauró el dominio de los ayatolás que Mahsa Amini terminó transformándose en un ícono contra el abuso policial y clerical.

Las protestas se han llevado a cabo en 24 de las 31 provincias iraníes y han estado encabezadas por mujeres y jóvenes. No solo han criticado la obligatoriedad del velo, sino que han atacado directamente a las fuerzas de seguridad y sus símbolos. En estas manifestaciones no se han registrado importantes actos de saqueo ni ataques contra la propiedad privada.

Hoy quizás no haya un mejor símbolo para ilustrar la tensión que viven las mujeres musulmanas que la cuestión del hiyab (velo islámico). En tiempos preislámicos el hiyab era considerado como un atuendo femenino de clase alta. Las esclavas o las mujeres pobres tenían, en cambio, menos posibilidades de utilizar velos. Hoy, el velo funciona de otro modo. Mediante su uso la mujer musulmana considera que puede moverse libremente y realizar actividades laborales en ambientes o espacios dominados por varones, quienes a su vez exigen a las mujeres su utilización para no lucir pecaminosas ante los ojos masculinos. Este tipo de vestimenta es considerada como el signo más visible del resurgimiento del islam en los tiempos modernos, lo que desata intensos debates en toda la región.

Es pertinente aclarar que en el Corán no se habla del hiyab como velo islámico que cubre la cabeza de una mujer o una ropa de cualquier tipo –femenina o no–, sino que se alude a una «barrera» que puede ser física, visual o ética. El término más cercano al de «velo islámico» que está presente en el Corán es el de khimār, que alude al «ornamento» con el que las mujeres deben cubrir sus pechos. La idea de que el hiyab denota un estilo particular de velo femenino no es una «revelación» del Corán o una enseñanza del profeta Mahoma, sino algo estipulado más tarde por sus seguidores. A la par, en el extranjero continúa la fascinación por el estereotipo de mujer musulmana, que oscila entre dos vectores: por un lado, la que usa diferentes tipos de velos como ejemplo del fundamentalismo religioso y, por otro, la artista de la danza del vientre como símbolo de libertinaje.

En las áreas del derecho familiar y la herencia, las mujeres de Oriente Medio –donde las musulmanas son una amplia mayoría– tienen menos derechos que los varones y están subordinadas a su autoridad. Donde rige el código legal islámico tradicional, se permiten los matrimonios infantiles en los que una niña puede ser obligada a contraer matrimonio por una relación masculina calificada y una mujer puede casarse con solo un hombre a la vez, a diferencia del género masculino, que tiene permitido hasta cuatro esposas (aunque la práctica es muy poco común en lugares como Irán). Las leyes familiares basadas en la sharia islámica requieren, con frecuencia, que las mujeres obtengan el permiso de un pariente masculino para realizar actividades que deberían ser autónomas y personales por derecho propio, lo que aumenta la dependencia que las mujeres tienen de los miembros masculinos de su familia en asuntos económicos, sociales y legales.

En cuanto a las reglas del divorcio, las escuelas del derecho islámico han diferido en los detalles, pero todas coinciden en que las mujeres no pueden obtener la separación legal a menos que sus esposos cooperen. El varón puede divorciarse en cualquier momento sin la aprobación de su compañera –y solo emitiendo una declaración al respecto–, por lo que muchos cónyuges masculinos tienden a abusar de este método extremadamente fácil que conlleva una gran inseguridad para sus esposas. La jurisprudencia, tanto sunita como chiíta, está de acuerdo en que las mujeres tienen los mismos derechos para adquirir y administrar bienes, pero estipula que deben heredar la mitad que los hombres –esta discriminación se ve algo mitigada por el hecho de que los hombres deben asumir los gastos de mantener a sus esposas, hijos y familias–. La distinción de la ley islámica entre los derechos de propiedad y los de herencia permite preguntarse si solo es la religión o también la presencia de otras instituciones patriarcales lo que limita los derechos de las mujeres.

La irrupción de la Revolución Islámica iraní en 1979 funcionó como un importante mojón con respecto al estatus de las mujeres de la región, debido a que la mayoría de las reformas legales instauradas por el régimen anterior en su beneficio fueron canceladas. La medida más conocida de la revolución, por su carácter visible, fue obligar a las mujeres a usar velos islámicos en público (en clara contraposición con la normativa impuesta por el primer shah Reza Pahlavi en 1936 de prohibir su uso en la vía pública). Durante el fervor revolucionario de fines de la década de 1970, el debate por los derechos de las mujeres se interpretó de diferente manera entre los grupos que lucharon contra el shah –lo que incluye tanto a las fuerzas proseculares como a las político-religiosas encarnadas en los ayatolas–.

Bajo la dinastía de los Pahlavi, la introducción de derechos para las mujeres había funcionado como un intento del Estado de occidentalizar y modernizar el país (de manera similar a lo actuado por Mustafa Kemal Atatürk en Turquía), y no como respuesta a un llamado de una sociedad en gran parte religiosa. Cuando la revolución se encaminó a declararse como una teocracia islámica –a pesar de la masiva participación de las mujeres–, los varones religiosos que la comandaban empezaron a promover una narrativa que los autoproclamaba como los «verdaderos protectores de las mujeres iraníes».

Esta era una retórica parecida a la declamada décadas atrás por el segundo sha Pahlavi, aunque en este caso con el fin de ser idealizadas de manera opuesta. Si el gobierno de Mohammed Reza Pahlavi dictaminó que las mujeres (a pesar de su falta de libertad política) podían vestirse como quisieran, los ayatolas las circunscribieron e idealizaron como «guardianas de la Revolución».

Cuando el ayatola Ruhollah Jomeini tomó el poder, dictó una serie de leyes que modificaron el estatus de las mujeres. La edad de matrimonio para las niñas se redujo de 18 a 9 años (hoy está en 13 años), las mujeres perdieron el derecho a la custodia de su hijo, perdieron su derecho a cantar en público, se les prohibió ser jueces y se les denegó todo pedido de divorcio, exceptuando los casos en que existieran evidencias de adulterio o abuso. Estas controvertidas medidas funcionaron como una plataforma para legitimar a la nueva república religiosa, pero también para destacar su oposición a ella. Dentro de los ahora lineamientos oficiales piadosos se buscó que la función primordial de las mujeres fuese la de ser «protectoras» del islam, del velo y la segregación, convirtiéndolas –en su función de «madres e hijas»– en un nuevo paradigma revolucionario de «pilar de la familia».

Con la llegada de la cruenta y larga guerra de ocho años entre Irán e Iraq, la situación contribuyó a cimentar la imagen de la mujer como piedra basal de la estructura familiar, cuando gran parte de los hombres iraníes debieron trasladarse al frente de guerra y ellas se encargaron de la economía del hogar. Esto terminó solidificando la idea de las mujeres como uno de los más notorios símbolos de la Revolución y un nuevo sostén de la teocracia islámica.

Sin embargo, las nuevas medidas revolucionarias fueron pronto desafiadas (en marzo de 1979) mediante masivas marchas de mujeres para protestar contra la ley que las obligaba a usar el velo islámico en público. A pesar de las restricciones impuestas por Jomeini, a las mujeres, como ciudadanas por derecho propio, se les permitió votar a sus candidatos a presidente y parlamentarios, pero no así a la autoridad máxima del Estado, el líder supremo, o al Consejo Guardián de la Constitución, que lo supervisa. Las mujeres iraníes pueden conducir automóviles y trabajar en la mayoría de las profesiones, pero su estatus legal, sus derechos de herencia y su derecho a obtener un pasaporte o divorcio están, por lo menos, lejos de la norma moderna (a pesar de que las miradas del mundo tienden a enfocarse en Irán, la situación de las mujeres en Arabia Saudita, su rival regional, son incluso más angustiantes).

En un principio, las autoridades de la República Islámica iraní tardaron en responder a las actuales protestas como lo habían hecho frente a las masivas manifestaciones de 2009 (contra un fraude electoral), las de 2018 (que empezaron con una joven quitándose el velo en una protesta pública) y 2019 (por la creciente crisis económica y aumentos). En todas ellas la represión fue inmediata, cruenta y asesina. En la de fines de 2019, las fuerzas de seguridad iraníes sacaron helicópteros de combate y tanques para reprimir a los opositores y todo terminó con una caza puerta por puerta de los manifestantes identificados.

El modus operandi iraní fue incluso copiado por otros regímenes represivos en todo el mundo, pues siempre, antes de cada represión, las autoridades iraníes cortan el servicio de internet para que sea imposible la comunicación entre los diferentes grupos de la protesta y para que la información no llegue en tiempo y forma al exterior. En esta oportunidad, el corte de internet parece ser más escaso o limitado a horas especificas porque un cierre completo de la red le cuesta al gobierno varios millones de dólares, por lo que las autoridades quieren reducir algunos costos financieros que impliquen más descontento en la población, en medio de una gran crisis económica local.

El liderazgo iraní parece estar dispuesto a confrontar las protestas en sus propios términos, calificando a todo aquel que participa como «enemigo del pueblo», junto al tan usado comodín de que las manifestaciones críticas están «dirigidas por el imperialismo internacional». Se trata de una dinámica que el propio presidente iraní Ebraim Raisi (notorio asesino de militantes de izquierda, como quedó claro en su rol de juez y verdugo en las ejecuciones en masa de más de 5.000 opositores políticos durante 1988) refrendó cuando durante su viaje a Nueva York para hablar en la Organización de las Naciones Unidas decidió no presentarse a una entrevista con la reconocida periodista Christiane Amanpour y desaprovechar la oportunidad de transmitir el mensaje de su gobierno al mundo sobre el tema del hiyab y las protestas. La excusa esgrimida por Raisi fue que la presentadora de ascendencia iraní no quería usar el velo islámico durante la entrevista, aunque el reportaje no se realizaba en Teherán sino en Estados Unidos, donde su uso no es obligatorio (lo que recuerda la anécdota de la visita del ex-presidente iraní Hassan Rouhani, supuestamente moderado, a Europa durante 2016 y su exigencia de que nadie tomase vino en una cena en su honor en Francia; fue una situación que ofendió a sus anfitriones franceses, a punto tal que la consideraron una afrenta directa a sus propias tradiciones, por lo que terminaron cancelando la velada).

Más tarde, cuando el presidente iraní regresó a su país (cargado de regalos y productos electrónicos comprados en el «Gran Satán»), declaró que «los enemigos de la Revolución están creando disturbios» y que los enfrentará con todos los medios disponibles «para garantizar la seguridad». Es pertinente resaltar que desde que Raisi llegó a la Presidencia, la persecución –y la retórica- contra las mujeres iraníes que no usan correctamente el hiyab se intensificó considerablemente. Esto dejó en evidencia que existe una disputa en el mismo liderazgo iraní para cimentar una sucesión conservadora al propio líder supremo, quien se encuentra enfermo y transitando sus últimos años de vida.

La muerte de Amini ha reavivado la ira por las restricciones a las libertades personales en Irán, incluidos los estrictos códigos de vestimenta para las mujeres. A todo esto se le suma una economía tambaleante por las sanciones internacionales junto al desmanejo gubernamental, que envía millonarias remesas del dinero iraní a sus aliados militares en el Líbano o Siria mientras su propia población ve cómo su nivel de vida sigue cayendo. Ya se ha visto lo que la negativa a reformar un sistema ha provocado en países como Siria.

Ahora, el miedo del régimen iraní al cambio –instaurado en el cul de sac de su sistema político- provoca que muchos ciudadanos consideren que la insurrección es la única vía para conseguir una transformación. Está claro que al gobierno iraní le preocupa que si cede a las demandas de las mujeres podrían desarrollarse pedidos adicionales de libertad, derechos humanos y democracia (hoy en día los candidatos políticos son vetados a gusto y conveniencia del líder supremo y su Consejo Guardián).

Es imposible saber hasta dónde llegará el actual levantamiento ciudadano, aunque hay algunos parámetros para no ser demasiado optimistas. En Irán existe, sin duda, una movilización popular de masas, pero también un régimen unido, en el que las elites económicas y militares del país siguen detrás del sostenimiento de la República Islámica. A la vez, las protestas –repitiendo un parámetro ya visto en la Primavera Árabe– no tienen liderazgos, programas ni rumbos claros. Sin esos componentes alineados resultará difícil que los manifestantes puedan hacer algo (mucho menos derrocarlo) contra un sistema que ha confrontado con este tipo de amenazas durante más de cuatro décadas y siempre ha resultado victorioso mediante un aceitado y rápido antídoto de violencia, persecución y descalificación de sus oponentes para contener los levantamientos.

Lo que es también es cierto es que el statu quo se está resquebrajando año a año en la República Islámica y que el descontento sigue creciendo dentro de una población mayoritariamente joven que puede resultar incontenible cuando la piedra basal que sostiene el sistema (los grupos económicos y de seguridad) retire su apoyo al régimen por su propia necesidad de supervivencia.

Aún no parecen estar dadas las condiciones –el liderazgo fundador de la Revolución sigue vivo y existen generaciones que recuerdan el Irán monárquico previo a 1979-, pero la historia nos enseña que a todo sistema le llega su hora señalada. Incluso cuando menos lo espera.

Fuente de la información e imagen: https://nuso.org/

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Venezuela suscribe convenio macro cooperación universidades con Irán

América del Sur/Venezuela/02-04-2021/Autor(a) y Fuente: ultimasnoticias.com.ve

Este miércoles se llevó a cabo el acto de Suscripción del Convenio Marco de Cooperación Interinstitucional entre la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) y la Universidad Internacional Al-Mustafa de la República Islámica de Irán.

El acuerdo contempla modalidades de cooperación como el intercambio de estudiantes de pregrado y postgrado, profesores, investigadores, científicos y otras áreas de la educación universitaria, refiere VTV.

La información la dio a conocer el ministro del Poder Popular para la Educación Universitaria, César Trómpiz en un mensaje publicado en su cuenta de la red Instagram donde destacó que durante la actividad estuvo acompañado por el embajador del país persa en nuestro país, Hojjatollah Soltani.

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Arabia Saudí, ¿en busca de la ‘normalización’ de sus relaciones con Irán?

Por: Alberto Rodríguez García

El nuevo gobierno iraquí formado por el primer ministro Mustafa al-Khadimi parece que va a tener mucha más relevancia regional de la que cabría esperar, y es que al parecer el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, le habría pedido mediar entre Riad y Teherán para acercar posturas y reducir la tensión de los últimos años.

Que los saudíes y los iraníes vean en Irak un escenario de mediación no es algo nuevo que debería sorprendernos. Cuando a principios de este año 2020 un dron estadounidense asesinó a Qassem Soleimani, el comandante y ahora mártir de la República Islámica terminaba de aterrizar en Bagdad para negociar con el entonces primer ministro, Adil Abdul-Mahdi, algo que pudiese facilitar la desescalada del conflicto entre tiranos wahabitas y ayatolás; entre chiíes y suníes. Mahdi reconoció que estaba haciendo de mediador entre ambos estados. No es de extrañar, teniendo en cuenta que en septiembre de 2019 Mohammed bin Salman afirmó en el programa ’60 Minutes’, de la CBS, que era preferible una solución diplomática con Irán a una militar.

Y Khadimi parece que ahora debe retomar el cometido de su antecesor, aunque ahora Arabia Saudí esté en una posición menos favorable que a principios de año. Con la crisis del coronavirus, los iraníes han dejado de ser ‘los malos’ para EE.UU., y es que su economía tremendamente dañada y la crisis sanitaria han forzado a la República Islámica a retroceder y ‘cerrar filas’ en el escenario regional, por lo menos hasta recuperarse. Eso hace que Donald Trump no necesite destinar tantos recursos al Golfo Pérsico para poder así centrarse más en su nuevo ‘boogeyman’, los chinos.

Arabia Saudí tampoco ha resultado útil para defender los intereses norteamericanos, participando en una guerra por la producción petrolera con Rusia que ha reventado el precio del crudo WTI y hecho mucho daño a la industria del fracking en EE.UU. Todo ello ha llevado al gobierno estadounidense a tomar la decisión de retirar cuatro baterías de defensa Patriot desplegadas en Arabia Saudí; dejando las instalaciones de Aramco –si no a merced de– más vulnerables a los ataques houtíes. Junto a los Patriot, dos escuadrones de aviones de combate de EE.UU. ya han abandonado la península arábiga. Un movimiento que era de esperar si ‘tirando de memoria’ recordamos que, en abril de este 2020, Trump amenazó a Mohamed bin Salman con retirar sus tropas del reino si no ponía fin de manera efectiva a la disputa de la OPEP con Rusia. Y es que si algo hemos visto en esta legislatura es que Trump puede parecer un charlatán, pero cuando amenaza cumple; sin importarle el torbellino de acontecimientos que pueda provocar, a veces dañinos incluso hasta para él.

El enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán, esta guerra de desgaste, no está beneficiando a nadie y demuestra que la mejor vía para el desarrollo de ambos países está en la normalización de las relaciones. Una normalización que no tiene por qué traducirse en una alianza.

Y además de los problemas estratégicos, a la monarquía saudí se le acumulan los económicos. El ministro de Economía, Jabel Mohammed al-Jadaan, alertaba a principios de mayo que se enfrentaban a la mayor crisis en décadas, algo que les iba a forzar a tomar medidas «dolorosas». Y es que Arabia Saudí se está quedando sin dinero demasiado rápido –con la amenaza de una crisis fiscal muy real–, lo que le ha llevado a adoptar medidas de austeridad por unos 26.600 millones de dólares, además de una subida de impuestos del 5% al 15%.

La crisis económica que enfrenta Arabia Saudí va a forzar al país también a paralizar proyectos como Visión 2030, con el que Mohamed bin Salman pretendía modernizar la economía para ser menos dependiente del petróleo; entrando ahora en un circulo vicioso de dependencia del crudo. Otra alternativa al petróleo, la peregrinación de millones de musulmanes a Medina y la Meca, que aporta 12.000 millones de dólares anuales al reino (7% de su PIB), se ha reducido al mínimo fruto del coronavirus y el confinamiento global.

El cambio como única esperanza

Pero no todo es malo, y cómo los líderes saudíes gestionen la crisis determinará si el país puede recuperarse. Goldman Sachs ve poco probable que vuelva a haber un desplome en el precio del petróleo como el de marzo y abril, gracias a los recortes en la producción a tiempo y la recuperación de la demanda que habrá tras el des-confinamiento por el covid-19.

La retirada de los Patriot norteamericanos puede ser una oportunidad para Arabia Saudí –ahora que tiene problemas para diversificar la economía– de diversificar su defensa (como planteaba MbS en su Vision 2030), siendo menos dependientes de los aliados. Del mismo modo que la vulnerabilidad frente a los ataques iraníes mediante sus aliados hutíes en Yemen, que llevan años de guerra defensiva contra Arabia Saudí y sus títeres, puede llevar a sus autoridades a re-plantearse la política exterior que llevan años ejerciendo.

En este momento y más allá de intenciones, saudíes e iraníes son irreconciliables. Los primeros buscan acercarse a Israel mientras los segundos mantienen su objetivo de ‘recuperar Jerusalén’ y destruir Israel. Los saudíes tratan a su población chií como ciudadanos de segunda y hasta tercera sin respetar sus derechos más básicos, mientras que los persas se han convertido en el referente del chiísmo y el Wilayat Faqih. Pero aun y con todo, este enfrentamiento, esta guerra de desgaste, no está beneficiando a nadie y demuestra que la mejor vía para el desarrollo de ambos países está en la normalización de las relaciones. Una normalización que no tiene por qué traducirse en una alianza. Un entendimiento que puede darse desde la discordia; como Irán y EE.UU., ‘el gran Satán’ para los persas, acordando la reducción de la tensión en Irak nominando a Mustafa al-Khadimi como primer ministro. Porque a veces toca dejar de lado la ideología para adoptar el pragmatismo de la realpolítica. Mohamed bin Salman lo sabe, y es que sin cambios, Arabia Saudí no puede sobrevivir.

Fuente: https://actualidad.rt.com/opinion/alberto-rodriguez-garcia/353629-arabia-saudi-iran-normalizacion-relaciones

Imagen:  https://pixabay.com/

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