Page 8 of 11
1 6 7 8 9 10 11

El esfuerzo por el lenguaje es una exigencia ineludible

Adela Cortina

Cortina, Premio Nacional de Ensayo en 2014 y primera mujer que ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, ha pronunciado la lección inaugural del XII Seminario Internacional del Lengua y Periodismo, organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla y la Fundación del Español Urgente (promovida por la Agencia EFE y BBVA).

Ha citado «el derecho de cada persona a comprender aquello que le afecta para poder asumir su respuesta de forma autónoma» y «el derecho a que su respuesta sea tenida realmente en serio por personas, con nombres y apellidos, que se hacen responsables de ello».

Cortina ha afirmado que recurrir a «un lenguaje claro, llano y bien cuidado» es una cortesía y un deber indeclinable de los gobiernos, las administraciones públicas, los poderes del Estado, como el legislativo y el judicial; los profesionales, los medios de comunicación, las empresas y las entidades financieras.

«Es, sencillamente, una exigencia de justicia, porque resulta imprescindible para que los afectados en cada campo puedan ejercer su autonomía, que supone comprensión y posibilidad de participación activa», ha explicado.

La exigencia de claridad, ha añadido, es un derecho de los afectados en aquellos ámbitos en los que las decisiones tienen consecuencias relevantes para sus vidas y en los que los hablantes o escribientes han contraído una especial obligación con ellos.

Ha asegurado que la comunicación clara genera un vínculo de confianza entre los distintos poderes del Estado y los ciudadanos; y ha abogado por «redactar los textos situándose en el lugar de los destinatarios, pensando en sus necesidades, intereses y perfiles»; y por «verificar si los mensajes son comprensibles recurriendo a mecanismos de participación».

Respecto a los gobiernos y las administraciones públicas, ha dicho que suelen utilizar en sus documentos «una jerga de rufianes», con «un lenguaje abstruso y unilateral», aunque “tal vez lo hagan sin intención».

A ello ha sumado «el lenguaje judicial, hermético, duro y casi ofensivo, que ignora, de hecho, la presunción de inocencia»; la reclamación de claridad en el lenguaje sanitario y textos comprensibles en el mundo empresarial y financiero.

«La claridad es derecho de los afectados y obligación de los poderosos, pero también la veracidad es derecho de los primeros y obligación de los segundos», según Cortina.

Ha apostillado que se necesita la claridad, «más todavía en nuestras sociedades democráticas y a la altura del tercer milenio», pero «para alcanzar la plenitud de la vida son indispensables también la veracidad, la verdad y la justicia».

Ha defendido que en el siglo XXI, en sociedades democráticas y pluralistas, «no es de recibo» recurrir a jergas excluyentes y predicar a la vez el discurso de la inclusión.

Y sobre todo en ámbitos tan necesitados de lenguaje inteligible y llano como son los de la administración pública, el mundo legislativo, la educación, las entidades financieras, la sanidad, las empresas, las redes y los medios de comunicación.

«Es el entendimiento mutuo entre los sujetos del habla el que debe dirigir la vida pública y también el quehacer científico, técnico y profesional», según Cortina.

Lenguaje claro: de la cortesía del filósofo al derecho de los ciudadanos
Texto íntegro de la conferencia inaugural del XII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo.

1. El lenguaje nos constituye. Somos un diálogo
Traspasar los umbrales de este Real Monasterio es pisar tierra sagrada para quien, como es mi caso, aprendió a saber sobre sí misma y sobre su entorno en español. Compartir el recinto de San Millán de Yuso, aunque sea por unas horas, con las Glosas Emilianenses, en las que cristalizaron por escrito los esbozos de la lengua que hoy hablan como primera al menos 470 millones de personas y 80 más como segunda, no puede sino despertar un sentimiento de respeto. Y más todavía participando en un seminario que trata de reflexionar sobre aquello que nos constituye como seres humanos: sobre el lenguaje. Que no es un simple instrumento para la comunicación, sino el humus indeclinable en el que vivimos, nos movemos y somos.
Ciertamente, el ser humano es un animal social, y no sólo gregario, precisamente porque está dotado de ese lógos, que es razón o palabra. Con él puede deliberar sobre lo justo y lo injusto, sobre lo conveniente y lo dañino. Y en esto –como decía Aristóteles- consiste la casa, el oikós, es decir, la vida de la familia y la amistad, el origen de la economía y la crematística. Pero también en esto consiste la pólis, la comunidad política, que congrega distintas familias y diversas etnias, y se distingue de unas y otras porque tiende por naturaleza al bien común, y debería, por lo tanto, esforzarse por alcanzarlo.
También el Lógos es la clave desde el origen según el Evangelio de San Juan. En el principio era el Verbo, todo se hizo por él y nada de cuanto existe se hizo sin él. Y desde el lógos –con minúscula ahora- interpretamos el mundo, social y natural, en conjunción con los demás seres humanos. No desde un agregado de individuos aislados entre sí, inexistentes en la nuda realidad, no desde una suma de subjetividades, sino desde el vínculo de la intersubjetividad que nos constituye. Porque la razón humana no es monológica, sino dialógica; incluso los monólogos que vamos rumiando en solitario son diálogos internalizados. El príncipe Hamlet dialoga consigo mismo en uno de los más célebres monólogos de la literatura universal, y consigo misma se debate Carmen a lo largo de esas cinco horas en las que parece hablar con Mario, como cuenta el deslumbrante relato de Miguel Delibes. Sabemos de nosotros mismos preguntándonos y respondiéndonos, y sin duda hablando con otros. «Somos –como bien decía Hölderlin- un diálogo».
¿Cómo no será esencial para nuestra vida que el lenguaje sea claro si es el vehículo privilegiado del diálogo y la comunicación?
2. El Sexto Ciclo de Kondratiev
Sin embargo, al hilo del tiempo hemos ido transitando de la ciudadanía que delibera en la pólis, a la que se articula en democracias representativas en los Estados nacionales, y, por último, a esa conversación global, en la que resulta imposible poner vallas al campo de los interlocutores actuales y virtuales. Al menos desde los años setenta del siglo pasado se viene bautizando a ese mundo de redes como Sociedad de la Información, como Era del Acceso y también como Sociedad del Conocimiento. ¿Son adecuados estos rótulos? Recordar la propuesta de Nikolai Kondratiev puede ser una ayuda para responder a la pregunta.
Según Kondratiev, desde la Revolución Industrial el desarrollo económico adopta la forma de grandes ciclos de cambio tecnológico, que son los motores del progreso, pero también son la causa de las crisis cuando se agota la dinámica del crecimiento de un ciclo sin que haya tomado impulso el siguiente. El quinto ciclo empezaría en los años setenta del siglo XX y vendría alimentado por la tecnología de la información y las comunicaciones, que hizo posible la revolución digital. La era de las TIC habría dado lugar a una nueva Economía del Conocimiento, en la que ingentes cantidades de datos pueden almacenarse, procesarse y transmitirse a escala mundial en provecho de prácticamente cualquier sector de la economía (educación, salud, finanzas, entretenimiento, producción, logística, agricultura y muchos más). Se habría abierto paso, pues, a una Sociedad del Conocimiento.
Sin embargo, y aunque esto sea verdad, información no significa inmediatamente conocimiento, ni el acceso y la conexión suponen sin más comunicación, menos aún diálogo. La información se sustancia en hechos y en sucesos, que requieren interpretación, y no deja de ser un instrumento. Información es poder y es mercancía. Los big data, los macrodatos sirven para predecir estadísticamente actitudes de los consumidores, preferencias turísticas, catástrofes naturales. Pero el sentido, por decirlo con Ortega y Gasset, es la materia inteligible del mundo humano, y no lo presta la acumulación de datos, no lo da la cantidad de informaciones. En las cosas humanas la clave es siempre la causa formal y la casusa final, la forma en que los sujetos elaboran la información y el fin al que la destinan. Forma dat esse rei, la forma da el ser a la cosa. Es la interpretación y valoración de los datos para generar conocimiento aprovechable con un fin el que los hace relevantes para el quehacer humano. Interpretación, comunicación y meta son esenciales para componer conocimiento.
Y bien podría ocurrir, como sugieren autores como Jeffrey Sachs, que estemos transitando del quinto al sexto ciclo de cambio tecnológico. El sexto sería un ciclo de tecnologías sostenibles, que incluyeran formas de producir y movilizar energía, de transportar mercancías y personas, así como de aliviar las enormes presiones y destrucciones impuestas por el hombre a los ecosistemas de la Tierra. Poner en marcha el ciclo de las tecnologías sostenibles sería una de las claves para lograr lo que se ha dado en llamar desarrollo sostenible.
Éste sería el núcleo de esos Objetivos del Desarrollo Sostenible que propusieron las Naciones Unidas en 2015 en una agenda que marca como plazo para alcanzar las metas el año 2030. Y es bien interesante que los líderes mundiales en su propuesta aclaren que «Los objetivos del desarrollo sostenible deben estar orientados a la acción, ser concisos y fáciles de comunicar». Como también conviene recordar que, según la UNESCO, la Sociedad del Conocimiento debe apuntar a lograr transformaciones sociales, no sólo a propiciar información. El fin del conocimiento aprovechable a comienzos del Tercer Milenio consistirá en descubrir necesidades sociales y en encontrar soluciones para satisfacerlas. Podemos decir entonces que el conocimiento valioso será social o no será.
Pero elaborar la información de modo que se convierta en conocimiento, proponerse los Objetivos del Desarrollo Sostenible y tratar de alcanzarlos supone llevar a cabo una tarea de comunicación en el nivel global que no sólo haga accesibles los contenidos, sino comprensibles por todos aquellos a quienes afectan, que en ocasiones son todos los seres humanos. Si el esfuerzo por el lenguaje claro ha sido una necesidad permanente, porque es el modo de entendernos entre nosotros y a nosotros mismos, se ha convertido en una exigencia ineludible de este tiempo nuevo.
Es, pues, una buena noticia que desde los años setenta del siglo pasado haya ido surgiendo en distintos países y sectores sociales ese Movimiento del Lenguaje Claro o Llano, que se propone establecer una mayor simetría entre gobiernos, Administraciones Públicas o legisladores y ciudadanía, entre profesionales y destinatarios de la actividad profesional, entre empresas o entidades financieras y sus grupos de interés, entre medios de comunicación y oyentes, lectores o espectadores, entre interlocutores en las redes. El movimiento se propone dar a los afectados por esas actividades el protagonismo que les corresponde y que de hecho no ejercen, en parte porque las informaciones que les llegan, sean orales o escritas, están envueltas en el misterio de un lenguaje críptico y monológico, que camina en una sola dirección y descarta el diálogo posible. La iniciativa del Lenguaje Llano pretende, con todo acierto, infundir confianza y a la vez conseguir que los afectados dejen de ser en realidad siervos y se conviertan en lo que de palabra son, es decir, ciudadanos. Sin el lenguaje claro y llano en determinados sectores no existen sociedades democráticas, trenzadas sobre el tejido de la isegoría, la isonomía y el diálogo simétrico, menos aún un desarrollo sostenible.
Podríamos dar a este tiempo un nombre que ojalá fuera bien merecido. Sería una Nueva Ilustración, una nueva Aufklärung, dispuesta a extender la claridad de las luces a cuantas propuestas orales o escritas afecten a las personas a través de un inteligible uso público de la razón, de forma que puedan comprenderlas y aceptarlas o rechazarlas, como también ofrecer otras distintas. Dicho en un lenguaje ya consagrado, el interés por la emancipación del género humano exige conocimiento, y no sólo información, comprensión y no sólo acceso, comunicación, y no sólo conexión. Es en la necesidad de la claridad para la comunicación en la que queremos detenernos un momento.

Foto: EFE/Manuel Bruque
3. El éxito de las acciones comunicativas.
Atendiendo a la Teoría de la acción comunicativa, que diseñó Jürgen Habermas en conexión con la Teoría de los actos de habla de Austin y Searle, para que una acción comunicativa tenga éxito el oyente debe aceptar cuatro pretensiones de validez que el hablante eleva en la dimensión pragmática del lenguaje, lo quiera o no. Y la primera de ellas, condición de posibilidad de que las demás entren en juego, es justamente la pretensión de inteligibilidad. Si un mensaje resulta incomprensible, ni siquiera es posible discutir si el hablante es veraz, la proposición, verdadera, o la norma, justa; quedan entre paréntesis las otras tres pretensiones de validez que acompañan a la acción comunicativa: veracidad, verdad y corrección. Porque, a fin de cuentas, el télos del lenguaje, su meta, es -dicho en la lengua de Goethe- la Verständigung. Ese rico vocablo que en español se traduce a la vez como entendimiento y acuerdo.
La inteligibilidad de lo dicho es entonces el puente tendido entre dos orillas, entre dos sujetos al menos –hablante y oyente-, que sobre este punto se encuentran en una situación de simetría desde una perspectiva pragmática. En esa dimensión pragmática del lenguaje, que no trasparece en la sintáctica y la semántica, quienes intervienen en una acción comunicativa se reconocen mutuamente como interlocutores válidos, con el mismo derecho a participar, si se terciara, en el juego de una conversación en la que deberían ser de hecho igualmente protagonistas.
Y es justamente ese puente entre los interlocutores, que deberían ejercer en la vida real su igual derecho a entenderse desde una situación de simetría, el que salta en pedazos cuando bajo sus pilares se coloca el explosivo de la opacidad y la confusión, cuando se intenta derribar con aquella «jerga de rufianes» de la que hablaba Walter Benjamin, con el lenguaje críptico de alguna de las diversas germanías. Nos encerramos entonces en alguno de los múltiples Patios de Monipodio que en el mundo existen, donde los truhanes comparten una esotérica lengua que sólo ellos entienden y resulta incomprensible para los extraños. Una lengua que levanta un muro insalvable entre los habitantes del patio y los ajenos, como tan bien han sabido relatar en sus textos Cervantes, Quevedo, Mateo Alemán, o los autores de Estebanillo González y Lazarillo de Tormes, maestros indiscutibles en esta jerga para iniciados.
Ocurre, sin embargo, que patios como el de Monipodio podrían ser necesarios para la supervivencia de los pícaros en aquella España del Siglo de Oro, que lo era por la brillantez de sus artes y conquistas, no por la riqueza de la mayor parte de la población, sumida en la miseria. Frente a un contexto adverso, el pícaro necesitaba como defensa esa jerga exclusiva y excluyente para crear sus fraternidades, sus germanías cerradas.
Pero en el siglo XXI, en sociedades democráticas y pluralistas, que dicen tener por divisa el respeto igual a la autonomía de los ciudadanos, que se precian de aspirar a construir un mundo inclusivo, no es de recibo recurrir a jergas excluyentes y predicar a la vez el discurso de la inclusión. Sobre todo en ámbitos tan necesitados de lenguaje inteligible y llano como el de la Administración pública, el mundo legislativo, el de la educación, la esfera de las profesiones, muy especialmente las jurídicas y sanitarias, el campo de las empresas y la entidades financieras, o el universo de las redes y los medios de comunicación. En todos ellos debería cobrar cuerpo la convicción de Ortega:
«El hombre tiene una misión de claridad sobre la tierra (…). La lleva dentro de sí, es la raíz misma de su constitución. Dentro de su pecho se levanta perpetuamente una inmensa ambición de claridad» –como Goethe, haciéndose un lugar en la hilera de las altas cimas humanas, cantaba:
Yo me declaro del linaje de ésos
Que de lo oscuro hacia lo claro aspiran.
Claridad no es la vida, pero es la plenitud de la vida.
¿Cómo conquistarla sin el auxilio del concepto? –continuaba Ortega. «Claridad dentro de la vida, luz derramada sobre las cosas es el concepto. Nada más. Nada menos».
Y llevaba razón. Pero, a mi juicio, deberíamos completar su pregunta con esta otra: ¿cómo conquistar la claridad sin voluntad de hacerlo? Porque, a fin de cuentas, la opción por la claridad está en manos de la voluntad libre, como tantas otras, y es urgente apostar por ella para evitar males irreparables. El primero de ellos consiste en convertir el lenguaje hermético en ideología; el segundo, en privar a los ciudadanos de un derecho que les corresponde.
4. Oscuridad como arma ideológica
En algún momento entendió Herbert Marcuse que la ciencia y la técnica, por su misma estructura, se habían convertido en ideología a lo largo del proceso de modernización occidental. «El concepto de razón técnica –llegó a decir- es él mismo ideología». Tomando la sugerencia de Marcuse, podríamos decir, por analogía, que el lenguaje oscuro, opaco, abstruso puede ser fruto de la desidia y la negligencia, de la incompetencia y la falta de preparación, de un mal hábito ancestral y heredado, pero también puede ejercer la función de una calculada ideología. Quien lo utiliza desde una posición de superioridad social puede dominar a quienes se encuentran en un escalón inferior y mantener por tiempo su dominación. Es, en este sentido, un arma ideológica de destrucción masiva. Justamente el polo opuesto a la divisa de la Ilustración, al lema del Siglo de las Luces «¡ten la audacia de servirte de tu propia razón!», que en una sociedad democrática debería dirigirse a toda la ciudadanía, y no sólo a los sabios. ¿Cómo pueden servirse de su propia razón para aceptar, rehusar, criticar o participar en una conversación los ciudadanos que están atados de pies y manos verbales, porque se encuentran sumidos en el desconcierto de la incomprensión? ¿Y quién se atreverá a criticarles como si fueran culpables por su incapacidad para servirse de su inteligencia sin la guía de otro?
Audentis fortuna iuvat, qué duda cabe, pero no hay lugar para la audacia ante lo incomprensible, ante el discurso hermético. Y precisamente en el intento de desactivar toda posible protesta y resistencia esgrimiendo el arma del lenguaje críptico, reside la fuerza de la opacidad como ideología. Que es a la vez un recurso del dogmatismo, porque ¿qué mejor forma hay de convertir una afirmación en dogma incuestionable que hacerla incomprensible?, ¿qué mejor forma de inmunizarla frente a cualquier posible crítica que hacerla ininteligible?
Consideraba Hobbes, con buen sentido, que las sociedades, para evitar las guerras y optar por la paz, necesitan acordar un lenguaje común, porque las disensiones proceden en buena medida de esa anarquía de los significados que conduce inexorablemente a un conflicto de subjetivismos. Para instaurar una sociedad pacífica es necesario un lenguaje político compartido. De ahí su empeño en que el soberano oficiara de Gran Definidor, capaz de crear significados comunes, capaz de configurar un mundo moral «objetivo» desde la comprensión de los términos. Buscar definiciones y significaciones claras, como en la geometría y la aritmética, era tarea del filósofo político. Ciertamente, la propuesta hobbesiana de un sistema absolutista en que el soberano fija los términos políticos es sumamente discutible, pero su cuidadoso esmero en aclarar cuantos términos emplea en sus escritos es digno de alabanza y de imitación. Y no sólo eso: es muestra de que le importaba hacerse entender, le importaba que su propuesta de un poder pacificador fuera comprendida para terminar con las disensiones y alcanzar una paz duradera. Las cuestiones de palabras, como bien decía Fernando Cubells, un excelente profesor de la Universidad de Valencia, son solemnes cuestiones de cosas. Pero para manejarlas bien hace falta voluntad de claridad.
Esto no significa sin duda caer en el extremo contrario y sucumbir a la tentación univocista de pretender fijar un solo significado para cada término en el lenguaje natural. Y no sólo porque también existen con todo derecho los términos equívocos y los análogos, cuya significación depende del contexto, sino porque no hay una correspondencia biunívoca entre el lenguaje y la realidad, ni es verdad que los límites de mi lenguaje sean los límites de mi mundo. Menos todavía si suponemos que las proposiciones representan los hechos del mundo y que sólo son verdaderas proposiciones aquellas que son susceptibles de verificación. Podemos decir, por el contrario, que los juicios de valor, con los que se teje el sentido profundo de la ética y la política, no remiten a hechos, y, sin embargo, son razonables o irrazonables porque aumentan el conocimiento y cabe argumentar sobre ellos. Conocer los distintos juegos del lenguaje, atendiendo a las diversas comunidades lingüísticas, y saber en cuál de ellos estamos jugando es entonces esencial.
Pero también es cierto, como defiende Karl-Otto Apel, que existe un metalenguaje sin el que resultan imposibles la comunicación, la comprensión y la emancipación. Es el entendimiento mutuo entre los sujetos del habla el que debe dirigir la vida pública y también el quehacer científico, técnico y profesional. Es el reconocimiento recíproco del derecho a ser coprotagonistas de la vida compartida por parte de quienes se saben sujetos autónomos, y no objetos manipulables. Éste es un presupuesto que admite, lo quiera o no, cualquiera que argumenta en serio. De donde se sigue que la inteligibilidad de lo dicho, posible por el lenguaje claro, es conditio sine qua non de la emancipación.
5. De la cortesía del filósofo al derecho de ciudadanos y afectados.
Pero precisamente la indeclinable aspiración a la simetría, sin la que no existe verdadera comunicación, el empeño en reducir la desigualdad de oportunidades y capacidades reclamado por un diálogo con sentido, es lo que nos obliga en el siglo XXI a practicar un cambio radical en la forma de construir el lenguaje en aquellos ámbitos en que su opacidad o su transparencia tienen consecuencias para la vida de las personas, muy especialmente, en la esfera pública.
En esa Nueva Ilustración, que empezaría en los años setenta del siglo XX, la claridad no es ya sólo la cortesía del filósofo, sino sobre todo un derecho de los ciudadanos, de los administrados, de los afectados por cuestiones jurídicas, de los pacientes, los consumidores, los lectores de periódicos y los navegantes en las redes del mundo virtual. La claridad del lenguaje no es sólo una concesión graciosa que se otorga ad libitum, sino un derecho incuestionable de quienes deberían ser situados en la posición de simetría que les corresponde. El derecho de cada persona a comprender aquello que le afecta, para poder asumir su respuesta de forma autónoma, y el derecho a que su respuesta sea tenida realmente en serio por personas, con nombres y apellidos, que se hacen responsables de ello.
A fin de cuentas, en esto ha consistido a menudo el progreso a lo largo de la historia: en ir convirtiendo en deberes de justicia aquellas obligaciones, que nacieron siendo deberes de beneficencia. La atención a los pobres, que empezó siendo dádiva graciosa de gentes solidarias, se ha convertido en exigencia de justicia para el Estado social. Podríamos decir por analogía que recurrir a un lenguaje claro, llano y bien cuidado no es sólo una cortesía, sino un deber indeclinable de los gobiernos, las Administraciones Públicas, los poderes del Estado, como el legislativo y el judicial, de los profesionales y los medios de comunicación, de las empresas y las entidades financieras. Es, sencillamente, una exigencia de justicia, porque resulta imprescindible para que los afectados en cada campo puedan ejercer su autonomía, que supone comprensión y posibilidad de participación activa. La exigencia de claridad es un derecho de los afectados en aquellos ámbitos en los que las decisiones tienen consecuencias relevantes para sus vidas y en los que los hablantes o escribientes han contraído una especial obligación con ellos.
No es éste el momento oportuno para entrar en cada una de esas esferas de la vida social, pero sí de esbozar a vuelapluma el sentido que tiene en algunas de ellas la exigencia de un lenguaje claro y bien cuidado.
En lo que hace a los gobiernos y las Administraciones Públicas, suelen utilizar en sus documentos una jerga de rufianes. Tal vez lo hagan sin intención, pero en su modo de proceder recuerdan la llegada de Víctor Hugues a las Antillas para introducir el decreto de abolición de la esclavitud y la igualdad de derechos de todos los habitantes de la isla, sirviéndose de la guillotina como argumento irrebatible. Lo cuenta Alejo Carpentier con pluma maestra en El Siglo de las Luces, ese relato del ingreso de la Ilustración en el Nuevo Mundo: «Luciendo todos los distintivos de su Autoridad, inmóvil, pétreo, con la mano derecha apoyada en los montantes de la Máquina, Víctor Hugues se había transformado, repentinamente, en una Alegoría. Con la Libertad, llegaba la primera guillotina al Nuevo Mundo».
¿Cómo se puede defender realmente la igualdad entre los hombres con la guillotina? ¿Cómo se puede conseguir que los ciudadanos hagan suyos mensajes de dirección única, que en realidad no intentan ser comprendidos? Al parecer, interesa que estén publicados para que nadie pueda eximirse de cumplirlos, porque el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, pero tampoco libra de cumplirla la incomprensión de una ley, redactada en lenguaje críptico y arcano. Los gobiernos y Administraciones públicas introducen entonces una radical asimetría entre gobernantes y ciudadanos usando la jerga de rufianes de un lenguaje abstruso y unilateral. Como sucede también con el lenguaje judicial, hermético, duro y casi ofensivo, que ignora de hecho la presunción de inocencia.
Por eso es una buena noticia, entre otras, que la Real Academia Española y el Consejo General del Poder Judicial hayan propiciado la publicación de un Libro de estilo de la Justicia, destinado a mejorar la claridad del lenguaje jurídico. Dirigido por Santiago Muñoz Machado, el texto se propone «democratizar» el lenguaje jurídico y ayudar al buen uso del español por parte de jueces, abogados y otros operadores jurídicos, porque entiende acertadamente que la claridad de los textos es un deber para el jurista. Evitar la arbitrariedad y la confusión es necesario para garantizar la seguridad jurídica.
En este mismo sentido merece capítulo aparte la redacción de leyes cuya ambigüedad es tal que en la práctica resulta imposible aplicarlas. De ahí proviene en la vida corriente un insuperable vacío legal, coartada óptima para cualesquiera interpretaciones, guiadas por los más variados intereses.
Por otra parte, la comunicación clara genera un vínculo de confianza entre los distintos poderes del Estado y los ciudadanos, que se sienten tratados en pie de igualdad, aumenta la eficiencia de las instituciones, pero sobre todo ahorra a la ciudadanía incertidumbre, ansiedad, dinero para contratar a un experto que ayude a entender el mensaje abstruso, promueve la transparencia, el acceso a la información pública y la rendición de cuentas.
Se trata entonces de redactar los textos situándose en el lugar de los destinatarios, pensando en sus necesidades, intereses y perfiles, como también de verificar si los mensajes son comprensibles recurriendo a mecanismos de participación. En estos tiempos en los que se promueve hasta la saciedad el Gobierno Abierto, uno de cuyos grandes empeños es la práctica de la transparencia para reducir la corrupción, no hay mejor comienzo para ese viaje que las alforjas de un lenguaje llano, cuidado y abierto al diálogo. Un lenguaje que es el que recomiendan también los líderes mundiales para comunicar en el nivel global los Objetivos de Desarrollo del Milenio, como dijimos al comienzo de esta intervención.
Por mencionar un segundo campo, el de la sanidad, cuyos protagonistas son los profesionales, los gerentes, la industria farmacéutica, y en lugar destacado los pacientes, reclama claridad como pocos. Sin ella es imposible cumplir con los principios éticos -no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia- y con las metas que le dan sentido.
¿Cómo no dañar al paciente, cómo hacerle bien sin saber qué entiende por su bien en una situación concreta, sin atender al ejercicio de su autonomía, que debe ser dialogada?
Afortunadamente, prácticas como el consentimiento informado, la redacción de voluntades anticipadas o la planificación anticipada de decisiones al ingresar en el centro sanitario expresan respeto a la autonomía del paciente y deseo de ayudarle a morir en paz. Pero para que respeten realmente la autonomía, y no queden en meros requisitos legales, deben redactarse en un lenguaje claro, preciso, pero no vulgar, pensando en un paciente sencillo y razonable. Y la misma claridad se hace indispensable en los prospectos de los fármacos, herméticos y disuasorios hasta extremos insospechados.
En cualquier caso nunca se debe obviar el diálogo entre los profesionales y el paciente o los familiares, que son los protagonistas de las decisiones de salud. Cada vez más ese diálogo se extenderá al espacio de internet a través de plataformas creadas para responder a consultas y aclarar dudas, no sólo para ofrecer información. Y en todas ellas el propósito inicial es que el lenguaje sea claro y sencillo.
Por último, pero no en último lugar, el mundo empresarial y el financiero precisan cada vez más reputación para ser competitivos, y la reputación exige no sólo actuar bien, sino también saber comunicarlo. Se multiplican entonces las memorias de Responsabilidad Social, nacen los códigos y los comités éticos, pero también se escriben relatos que cuentan la historia y logros de la organización en beneficio de la sociedad. Memorias y narraciones, dirigidas a los afectados por la actividad de la organización, deben ser sin duda comprensibles.
6. Plenitud de la vida: no sólo claridad, sino también veracidad, verdad y justicia.
Sin embargo, por ir poniendo fin a esta intervención, diremos que con todo esto no basta. La claridad es derecho de los afectados y obligación de los poderosos, pero también la veracidad es derecho de los primeros y obligación de los segundos. Y más todavía en estos tiempos de supuesta posverdad. Si los mensajes son claros, pero hay contradicción entre lo que se dice y lo que se hace o lo que se pretende hacer, la confianza de los afectados se evapora con toda razón. Y la confianza es el principal capital ético de los países, difícil de conquistar, fácil de dilapidar.
A pesar de Hobbes, el Estado no es el Gran Definidor creador del lenguaje, ni lo son los que ostentan el poder en cada campo. El lenguaje ha de atenerse a la realidad social, porque las cuestiones de palabras son solemnes cuestiones de cosas.
Y con esto regresamos al comienzo de esta intervención, a los requisitos para que una acción comunicativa tenga éxito. Decíamos allí que lo escrito o lo dicho debe ser inteligible, y pusimos entre paréntesis de momento las pretensiones de veracidad, verdad y justicia, porque queríamos ocuparnos del lenguaje claro, llano, sencillo. Pero ahora tenemos que recuperarlas, porque la claridad no basta, no es suficiente la inteligibilidad.
«Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre» son las primeras palabras de esa inquietante obra de Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente.
Alumbra, sí, luz sí, pero –continúa el texto- alumbra sobre la podredumbre de una sociedad amordazada. Y ese comienzo augura una historia clara y diáfana en su brillante expresión, pero tenebrosa por el contenido del relato hasta el casi insoportable final. Y es que necesitamos la claridad, como bien decía Ortega, más todavía en nuestras sociedades democráticas y a la altura del tercer milenio. Pero para alcanzar la plenitud de la vida son indispensables también la veracidad, la verdad y la justicia. Nada más, pero tampoco nada menos.

Fuente:
http://www.elmercuriodigital.net/2017/05/adela-cortina-el-esfuerzo-por-el.html#.WQ5Hd9I1_Mw
Comparte este contenido:

La lectura literaria libre

26 de abril de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org

Por: Mauricio Mora Rodríguez

¿Por qué no dejar que los estudiantes escojan los libros que quieran leer?

Uno de los problemas con los que me he encontrado, como profesor de literatura, es la necesidad de ‘imponer’ un libro. Ya en otro texto (“Sacar a Don Quijote del salón”) había hablado sobre el tratamiento que se da a los clásicos en la mayoría de los salones de clase. Ahora quisiera, desde mi experiencia, referirme a la alternativa siempre interesante de la ‘literatura libre’.

Dejar de proponer (léase ‘imponer’) un libro y permitir que sea el mismo estudiante quien lo escoja, es una bella muestra de confianza por parte del docente y así lo entienden los jóvenes. Por eso creo que es una experiencia que preferiblemente dará resultado si se hace con grupos que el profesor haya tenido algún proceso.

Es importante que el profesor no deje solos a sus estudiantes en la escogencia de la obra: la motivación es importante, el docente puede reseñar varios buenos libros o visitar con sus estudiantes una biblioteca o una librería para que ellos puedan repasar los estantes e identificarse con algunos libros o autores, puede aprovechar para aclarar el concepto de literatura y diferenciarlo de la superación personal y otras clases de libros; también podría advertir acerca de los inconvenientes del consumo de literatura “light”, de todos modos respetará la elección de los estudiantes. Algo que creo pertinente es llevar un registro de los libros escogidos, acaso para consultar sobre ellos en sus tiempos libres o solamente para estar enterado de lo que ellos leen.

A partir de la elección el docente puede escoger de qué manera va a conseguir que los estudiantes transmitan aquellas emociones y pensamientos que los libros despiertan en ellos, una forma es pedirles que escriban semanalmente acerca de lo que han leído y cómo lo relacionan con su vida diaria, con otro libro que hayan leído o con una película; en algunas ocasiones pueden hacer hora de lectura, reflexión y escritura en medio de la clase o que en parejas los estudiantes intercambien pareceres sobre los textos que están leyendo de manera que se enriquezcan unas historias con otras.

En este punto es comprensible que muchos docentes tengan algunas dudas frente a la efectividad de este sistema; algunos me han preguntado cómo hago para saber que el libro que están leyendo los estudiantes no lo conocían antes, mi respuesta es que no tengo ningún problema con que los estudiantes relean un texto, el éxito no se mide en la cantidad de libros que lean sino en el impacto que producen en ellos, además ya lo dijo Borges: “para un mismo lector el mismo libro cambia, cabe agregar, ya que cambiamos, ya que somos … el río de Heráclito, quien dijo que el hombre de ayer no es el hombre de hoy y el de hoy no será el de mañana”

Otra cuestión, incluso planteada por los mismos estudiantes, es cómo evaluar un libro que el docente no ha leído como si en cada bitácora y en cada lectura de ellas frente a la clase los estudiantes no estuvieran siendo evaluados, cosas como estas ocurren porque tenemos demasiado cerrado el concepto de ‘evaluación’ muchos de mis estudiantes se alcanzaron a preocupar porque no les hice una ‘evaluación final’ del libro.

¿Fracasa el experimento porque un estudiante se cansó de su libro en la mitad o porque no lo terminó? No, se acogen a los derechos del lector que Daniel Pennac acuñó tan brillantemente, de todos modos el proceso de buscar, encontrar y desilusionarnos nos ha ocurrido a todos los que hemos tratado de acercarnos al bello ejercicio de leer.

Dejar de proponer (léase ‘imponer’) un libro y dejar que sea el mismo estudiante el que lo escoja es una bella muestra de confianza por parte del docente y así lo entienden los jóvenes.

La literatura libre es una gran alternativa, que aunque requiere un poco más de dedicación del docente,  es ampliamente satisfactoria porque se encamina a formar lectores independientes, curiosos y maduros.

Adendo: Muy mal el MEN aumentando a 70 el puntaje mínimo para el examen de ingreso a la carrera docente, considerando que es la única eliminatoria y que un examen escrito no puede reflejar la idoneidad de un docente.

Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/la-lectura-literaria-libre

Comparte este contenido:

Sexismo en el lenguaje, ¿filología o ideología?

Por: Enric Llopis

El uso rutinario del lenguaje puede, muchas veces, nublar la visión de la realidad. ¿Es posible ser padre sin tener hijos? He aquí el “enigma”, de sencilla resolución en teoría pero en la práctica un acertijo por los inadecuados hábitos lingüísticos. La profesora de Lengua Castellana y militante del movimiento feminista, Teresa Meana, ofrece la respuesta al arcano: “Muy fácil, teniendo hijas”. Es autora del libro “Porque las palabras no se las lleva el viento… Por un uso no sexista de la lengua” (2002) y activista en la Casa de la Dona de Valencia. En las conferencias que imparte, suele advertir al auditorio: “Todas las lenguas son igualmente sexistas, el patriarcado es universal”. No hay más que observar la lengua inglesa y el torrente de palabras que agregan “-man” (hombre) a la raíz. Pero todo empieza en la escuela. Así, cuando la maestra apela a los niños puede estar utilizando el genérico masculino (con lo que incluye a las alumnas) o refiriéndose sólo a ellos. Y para hacer la distinción, “ahí es cuando interviene la famosa intuición femenina”, afirma la activista en las Jornadas Feministas organizadas por el sindicato Acontracorrrent. La psicóloga Montserrat Moreno señaló muchos de estos usos en “Cómo se enseña a ser niña. El sexismo en la escuela” (Icaria, 2000). Aunque la cuestión trasciende las aulas, porque en una reunión de críticos ¿hay presencia de mujeres?

La conferencia de Teresa Meana pone en claro la utilización torcida del lenguaje. A mujeres como la científica polaca Maria Salomea Sklodowska-Curie (1867-1934) se las conoce por el apellido del padre o del cónyuge, sin embargo permanece ignoto el de la madre. También pueden rastrearse las huellas de la discriminación de género en los diccionarios, “que no reflejan la lengua sino el poder de quien los hace”. Meana recuerda que el diccionario de la Real Academia Española definió al huérfano-huérfana como la persona cuyo padre o madre (o ambos) han fallecido, aunque preferentemente el padre; además, actualmente la RAE considera que un sombrero es, en la segunda acepción, una prenda de adorno usada por las mujeres para cubrirse la cabeza (en la primera no se hacen distingos de género: prenda de copa y ala para cubrir la cabeza). Se trata de reflexiones que parten de dos premisas. La lengua –y en el mundo se hablan cerca de 6.000- no es un “hecho biológico” ya cerrado, sino un organismo vivo y en evolución constante. Además el ser humano habla y aprende –desde la lengua materna- por imitación. Ello significa que la lengua –en tanto que producto cultural- es aprendida y por tanto modificable.

Hay veces que el hablante incurre en usos directamente racistas. Los incluye Eduardo Galeano en el poema dedicado a “Los Nadie” (1940): “Que no son, aunque sean / Que no hablan idiomas, sino dialectos / Que no hacen arte, sino artesanía / Que no practican cultura sino folklore / Que no son humanos, sino recursos humanos”. Por esta razón una homilía en el Vaticano se considera una ceremonia religiosa, mientras que un rito de los indios Aymara en el Lago Titicaca se tacharía oficialmente de superstición. La invisibilización que denuncian los versos de Galeano se extiende a las mujeres en el lenguaje del día a día. Ocurre con el título de la exposición “Las edades del hombre”, organizada por la fundación religiosa del mismo nombre para la promoción del patrimonio de las once diócesis católicas de Castilla y León. O con usos tan habituales que pasan inadvertidos. “Zorro” equivale a astuto, mientras que en femenino es sinónimo de prostituta, palabra con una sinonimia vastísima. El gobernante es quien rige los destinos de un país, pero la gobernanta es la responsable de planta en un hotel. Podría reservarse un capítulo específico para el refranero. “Mujer que sabe Latín, ni tiene marido ni tiene buen fin”, le enseñaban a Teresa Meana en el colegio de monjas. Y otro apartado al deporte, con expresiones como “había numerosos aficionados, también mujeres”.

En otras ocasiones el sexismo se plantea de manera subrepticia. “Quizá se pueda afirmar que el hombre –en genérico- inventó la rueda, pero decir que fue el hombre quien inventó la agricultura es una mentira enorme”, apunta Teresa Meana. En los años de combate lingüístico se ha encontrado incluso con casas editoriales que, tras declararse contrarias a los usos sexistas, han elaborado diccionarios que definen al hombre como “individuo de la especie humana” y a la mujer como “persona del sexo femenino”; más aún, en la segunda acepción caracterizaban a la mujer como aquella persona que dejó de ser niña, mientras que para el hombre se reservaba el adjetivo “adulto”. O anuncios rocambolescos, por ejemplo uno de la marca de relojes IWC: “Igual de complicado que una mujer, pero puntual”. La profesora y militante feminista ha vivido la jerarquización política de las lenguas. “Cuando yo estudiaba sólo había una lengua, el castellano, y el resto se consideraban dialectos; se incluía aquí a una lengua no indoeuropea como el Euskera, cuya presencia es muy anterior”.

Durante años de militancia ha entablado batalla dialéctica con celebrados escritores, como Javier Marías. Una de ellas en 2006, en respuesta a un artículo publicado por el novelista en El País (“Narices con poco olfato”). Teresa Meana defendía el uso del femenino “jueza”, al igual que se admite el término “andaluza”; o cancillera, profesora, bedela y oficiala. Frente a argumentos como que las feministas odian el latín, ironizaba con una apelación a lo que en esos casos hubiera hecho el pueblo romano: Invocar por separado a dioses y diosas (deus-dea). “Porque temían que las deidades no escucharan sus ruegos si empleaban una sola forma; Ah!, y para las obsesiones, nada como visitar al psiquiatro”, concluía la carta a Marías. “Con Pérez Reverte también tengo un problema”. La profesora de Lengua señala el trasfondo de este tipo de polémicas: “Los argumentos nunca se basan en cuestiones lingüísticas, sino ideológicas”.

Hasta no hace mucho las mujeres tenían el acceso casi vetado a determinadas profesiones. Pero al igual que los libros de texto para escolares contienen el femenino “médica”, el criterio puede ampliarse a “fontanera”, “ingeniera” o “ministra”. Teresa Meana insiste en que el masculino “nunca puede considerarse genérico, sino estrictamente masculino”; así pues, los vascos, los refugiados o los niños “no incluyen a las mujeres”. Así expresadas, pueden parecer afirmaciones poco objetables, pero el uso no sexista del lenguaje se enfrenta a fuertes reticencias: que si las expresiones figuran o no en los diccionarios académicos, que si da lugar a expresiones largas y complicadas… Tal vez fueran las mismas adversidades e incomprensiones contra las que batalló Olimpia de Gouges, autora en 1791 de la Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en cuyo preámbulo –que declaraba a madres, hijas y hermanas “representantes de la Nación”- denunciaba la “ignorancia”, el “olvido” y el “desprecio” de los derechos de la mujer.

Autor del libro “¿Es sexista la lengua española? (Paidós, 1994), el fallecido ingeniero y profesor del CSIC Álvaro García Meseguer profundizó en un asunto capital, el “salto semántico”. Consiste en empezar la oración con un sujeto genérico, pero que a continuación revela una referencia exclusiva a los varones. Teresa Meana ha recopilado ejemplos (“hay miles de casos”) de diferentes libros de texto. “Todo el pueblo bajó al río a recibirles, quedando en la aldea las mujeres y los niños”; “Los romanos permitían a sus esposas tener esclavos propios”. La Gran Enciclopedia Salvat de 2008 hacía referencia a la gran impedimenta para los hunos de “carros, mujeres y rebaños”. En este tipo de expresiones incurre un Premio Nobel de Literatura como Camilo José Cela: “El afán de aventuras suele acompañar al hombre y todos, de niños, soñamos con cazar leones, asaltar bancos, perseguir criadas (…)”. En enero de 2006 el escritor Javier Cercas publicaba un artículo en El País, “Este oficio no es para cobardes”, en el que desarrollaba su concepción del poeta: “No es una damisela asustadiza que se pasa la vida oliendo flores y soltando remilgos de monja o flatulencias sentimentales. Un poeta es un peligro público”. Una página Web sobre el consumo de drogas corona la retahíla. ¿Qué hacer ante una intoxicación aguda por ingesta de cannabis? En primer lugar, recabar toda la información posible de “los amigos y la novia de la persona afectada”.

Muchas de las pegas, impedimentos y prejuicios podrían resolverse con un vistazo a los clásicos. En el Siglo XII el “Cantar del Mío Cid” incluye las variantes moros y moras; o mujeres y varones. En el siglo XIV “El Libro del Buen Amor”, del Arcipreste de Hita, tampoco consideraba “farragoso” incluir a los dos géneros. El Ordenamiento de Menestrales de las Cortes de Valladolid (1354) menciona, sin mutilaciones sexistas, a hombres y mujeres, aquéllos y aquéllas, los mozos y las mozas o los peones y las peonas. Los especialistas en Literatura también han estudiado la “novela de adulterio”, vertebrada por la siguiente tríada: “Ana Karenina” (1877), de Tolstoi; “La Regenta” (1884-85), de Leopoldo Alas “Clarin” y “Madame Bovary” (1856), de Flaubert. “Pero no se incluye ‘Fortunata y Jacinta’, que es de la misma época y donde el personaje adúltero es masculino”, señala Teresa Meana. En “La Regenta” Clarín (“y esto no quiere decir que fuera feminista”) escribe sin reparos muchachos y muchachas o señoritos y señoritas. En Colombia se asume sin remordimientos el sustantivo “lideresa” y en Panamá se cita a los miembros y las miembras del Parlamento. Se trata de una lucha sufrida, tortuosa y empedrada de dificultades. Hace apenas un siglo que se escolarizan las mujeres en España. Meana subraya el ejemplo de la escritora Concepción Arenal (1820-1893): “Estudió en la universidad vestida de hombre, con capa y sombrero de copa”.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223163&titular=sexismo-en-el-lenguaje-%BFfilolog%EDa-o-ideolog%EDa?-

Comparte este contenido:

Entrevista a Irina Bokova: ‘La educación ayudará a superar la violencia’

Entrevista a: Irina Bokova

Directora general de la Unesco estuvo en Bogotá para reunirse con representantes del Gobierno.

Irina Bokova, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), estuvo en Bogotá para reunirse con representantes de alto nivel del gobierno colombiano y delinear juntos la contribución de la Organización al proceso de consolidación de la paz. Además, fue una de las invitadas y panelistas especiales en la 16 Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz.

Bokova es un referente internacional para hablar de educación,ciencia y cultura. Además, es una abanderada de la lucha por los derechos de las mujeres en el mundo y de la educación y la cultura como las claves para humanizar el mundo.

 Usted se reunió con ministros para hablar sobre el posconflicto, ¿Cuál será la participación de la Unesco en este proceso?

Primero, quisiera decir que estoy muy impresionada por el coraje político del Presidente Juan Manuel Santos, y también de las otras partes que han participado en el proceso de paz: las Farc y los otros que lo han apoyado. Me sorprende la convicción de todos, de que la paz es el único modelo de vivir y seguir adelante. Colombia se está refundando y nosotros podemos aportar con nuestro mandato en la educación, y especialmente en cuanto a la educación profesional y técnica para dar competencias a los jóvenes, pero también, a través de la cultura, de la diversidad, del respeto de esta diversidad.

Usted dijo este jueves en la sede del Sena de Mosquera: “no sé qué reunión es más importante, si la que tuve en la mañana con ministros del país y con Nobeles de paz, o con ustedes, aprendices del SENA que están construyendo la paz”. ¿Qué reunión es más importante? ¿Por qué estos aprendices del Sena pueden tener la misma importancia que nobeles de paz y que ministros?

Es que en ellos está la paz. Los dos eventos son importantes, desde luego. La Cumbre es clave por el compromiso político que significa, también por la muestra de apoyo de la comunidad internacional que es importante para avanzar. Pero yo estoy convencida que lo que pasa en el Sena es igualmente de importante porque es un ejemplo de inclusión social, es el futuro del país. Es increíble lo que hacen por millones de jóvenes en el país, por eso, hemos incluido al Sena en nuestra red Univoc para compartir buenas prácticas. Además, es importante porque es una muestra del objetivo de proponer la educación como la tarea más importante en este proceso de reintegración, y especialmente la educación pensada para la paz.

Suele darse más importancia a los resultados en matemáticas, ciencias y lenguaje, pero, ¿dónde quedan las competencias ciudadanas? ¿Cuál cree usted que es la importancia de que se fortalezcan esas competencias en Colombia?

La Unesco es líder del objetivo número 4 en la agenda de objetivos 2030, en ese punto se habla de inclusión, de equidad, de calidad en la educación, y especialmente de la construcción de una ciudadanía global con valores. El error es entender que la educación es solo para escribir, leer, y sumar, que son importantes, pero también es para adquirir valores cívicos. Todavía, en muchos sistemas educativos, uno de los desafíos más grandes es introducir una vez más las ciencias sociales, la ética, los derechos humanos, el respeto a la diversidad. Todas, competencias que se cultivan desde muy pequeños en las escuelas. Para nosotros eso es muy importante porque el gobierno puede tomar muchas medidas, pero si no se cambia la mentalidad de la gente no se logrará avanzar. Colombia está en un buen momento para poner los baluartes de la paz en la mente de los colombianos. El conflicto puede terminar, pero la violencia puede continuar y por eso es importante que a través de la educación se construya esta nueva mentalidad de paz, de tolerancia, de respeto mutuo y de ciudadanía, y que cada joven sepa que de él o ella depende el futuro de este país.

Usted dijo en el Foro Económico de Davos que es urgente replantearse los sistemas de educación y de competencias para velar por el acceso universal y el aprendizaje pertinente en tiempos inciertos y complejos. ¿Hacia dónde debe mirar la educación?

Hemos tenido muchos debates sobre cuál es la educación para el siglo XXI y pensamos que hay que cambiar toda la actitud porque hoy en día no hablamos solo de educación sino de aprendizaje, aprendizaje en el sentido de tener una actitud y una mentalidad crítica. Es muy importante que los maestros no solamente entregen información sino que abran los espíritus, las mentes, para formar en un sistema de valores. Me parece importante revisar todos los currículos de las escuelas y adaptarlos a la economía contemporánea. No hay una conexión entre lo que la escuela y la universidad enseñan, y los empleos. Hay profesiones que desaparecen y otras que aparecen. Además, debemos prepararlos para un mundo interconectado,un mundo muy diverso, donde hay que vivir juntos. Me impresionó del discurso del presidente que dijo que somos una humanidad, vivimos en un planeta. Hay que crear este tipo de mentalidad en los jóvenes. Eso incluye la protección del planeta, la biodiversidad,la lucha contra el cambio climático, todo esto no puede alcanzarse ni lograrse sin cambiar la mentalidad y eso es responsabilidad de la educación.

El 2016 terminó como un año en el que hubo un retroceso en cuanto a la unidad de la humanidad, se crean muros por un lado y se construyen más fronteras entre razas, religiones, ideologías, ¿puede la educación ser la forma de detener esa construcción de muros?¿Cómo?

Yo estoy preocupada por esta expansión de la xenofobia y de la intolerancia, porque me parece que en el mundo globalizado la solución no es construir muros. La solución es, como nosotros decimos, por medio de la alfabetización cultural porque uno puede ser educado pero sin conciencia hacia el otro. Primero es necesario conocer su propia cultura, esto también es un desafío. En este sentido, lo que ha venido pasando en América Latina estas últimas décadas últimas es que se ha iniciado una nueva búsqueda de sus raíces, de su identidad con la inclusión cultural, por ejemplo de los pueblos indígenas. Es maravilloso porque así se crean oportunidades para tener sociedades en paz consigo mismos. Entonces, el conocimiento de la cultura de los otros y la tolerancia con el sentido de convivir juntos es muy importante. Yo creo que sí existe una división pero es entre los que creen que podemos vivir juntos y los que no lo creen. Me parece que esta es la división, y si la gente que cree que podemos vivir juntos crece más y podemos convencer a los otros, haremos un cambio. Esa es nuestra responsabilidad.

Esta frase le debe sonar: “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”. Colombia vivió 50 años de guerra, ¿cómo cambiar esa mentalidad de la violencia, del odio? ¿Cómo debemos erigir los baluartes de la paz en las mentes de los colombianos?

Esa es la frase de la constitución de la Unesco, es una frase hermosa, además nuestra constitución es un documento poético. Yo recomiendo leerlo porque es además la base de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Hay frases que han sido tomadas de nuestra constitución y han sido puestas ahí. Exactamente por eso la Unesco existe, para trabajar con nuestros países, con la sociedad civil, con los gobiernos, con los académicos y universitarios para ver cómo a través de la educación podemos enseñar en la diversidad, en el respeto y contra la violencia. Y por otro lado, desde la cultura podemos valorar la diversidad, respetarla, comunicarla. Esa es la mejor manera de educar a la gente en el respeto. La Convención de Patrimonio Mundial es muy relevante para Colombia y América Latina porque es la mejor manera de generar diálogo intercultural. Por ejemplo, mire el caso del magnífico proyecto Qhapaq Ñan (o El Camino Principal Andino fue la columna vertebral del poder político y económico del Imperio Inca. Tiene una extensión de más de 30.000 kilómetros que van desde el suroeste de Colombia hasta el centro de Argentina y Chile. Fue declarado por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en el 2014), es nuestro proyecto más grande con una dimensión enorme. Por primera vez en la historia de la Unesco y de la humanidad, seis países se han reunido para trabajar juntos para cuidar un patrimonio. Este es un ejemplo de cómo hacer inclusión social en varios países. La otra consecuencia es tener una cooperación más cerca de estos países, puede que tengan otros problemas entre ellos, pero trabajar en conjunto para hacer algo que sobrepasa las fronteras me parece extraordinario. Esta es la manera como podemos construir los baluartes de paz en la mente de la gente.

Usted es la primer mujer en ocupar este cargo, es un ejemplo de que la lucha por la equidad de género está teniendo cada vez más éxito. Pero, aún queda un largo trecho por recorrer, ¿cómo hacer para que el mundo sea cada vez más equitativo?

Para nosotros en la Unesco, la equidad de género es una prioridad transversal. Hemos puesto en el objetivo 4 de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible (que Colombia integró en su política nacional, de hecho fue uno de los primeros países en integrar todos los objetivos de desarrollo en su política), la educación de niñas como un eje central. Yo sé que en países de América Latina, especialmente de Centroamérica el problema es con los varones, el 70 por ciento de los niños abandonan la escuela después de primaria y eso desencadena en violencia, drogadicción, pandillismo, etc., pero en la mayoría de los países, la educación de niñas es todavía un desafío, entonces ponemos mucho énfasis en ese tema y también en la violencia contra las mujeres. Consideramos que es importante incluir la igualdad de hombres y mujeres en los textos escolares porque los problemas comienzan desde una edad muy temprana.También hacemos muchos programas de mujeres y ciencia, damos cada año un premio a mujeres científicas en los cinco continentes y ya tenemos mujeres que recibieron nuestro premio y luego premios Nobel. También tenemos una campaña para que hayan más mujeres científicas, matemáticas, ingenieras. No es solamente una cuestión de justicia histórica, no solamente es cuestión de derechos humanos, para mi es normal, es también por el bien de toda la sociedad, por los hombres también, es la importancia de tener el talento, la energía de las mujeres.

¿Cómo está Colombia en la búsqueda de equidad de género?

Colombia va bien, pero hay mucho trabajo por hacer, al igual que en todos los países. Yo pienso que todavía la violencia contra las mujeres es un problema endémico en todo el mundo. El número de mujeres en el sector privado todavía es bastante bajo. Lo más importante es no retroceder, desgraciadamente en algunos países se está viendo un retroceso. Colombia, en este momento, debe trabajar mucho con las mujeres víctimas de conflicto.

Fuente: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/entrevista-a-la-directora-general-de-la-unesco-en-colombia/16809342

Comparte este contenido:

La teoría del desarrollo del lenguaje de Noam Chomsky

Por: Bertrand Regader

Noam Chomsky (Filadelfia, Estados Unidos, 1928) es uno de los pensadores más reconocidos en la actualidad. Su obra es extensa y multifacética: ha desarrollado teorías, estudios y conocimientos profundos tanto en el ámbito de la lingüística, la psicología del desarrollo, la filosofía y el análisis político.

En el artículo de hoy vamos a resumir los aportes de Chomsky en la psicología del lenguaje. El popular intelectual estadounidense ha sembrado los cimientos de las líneas de investigación actuales en materia de ciencia cognitiva.

El desarrollo del lenguaje: ¿programados para el habla?

Según las investigaciones de Noam Chomsky, los niños nacen con una capacidad innata para el habla. Son capaces de aprender y asimilar estructuras comunicativas y lingüísticas. Gracias a la Teoría de la Gramática Universal, Chomsky propuso un nuevo paradigma en el desarrollo del lenguaje. Según sus postulados, todos los idiomas que usamos los seres humanos tienen unas características comunes en su propia estructura.

A partir de esta evidencia, el profesor Chomsky deduce que la adquisición del lenguaje durante la infancia puede ocurrir gracias a la capacidad que tenemos los seres humanos de reconocer y asimilar la estructura básica del lenguaje, estructura que constituye la raíz esencial de cualquier idioma.

La Gramática Universal

La teoría del desarrollo del lenguaje durante la infancia que enunció Noam Chomsky se fundamenta en un polémico precepto: “El lenguaje humano es el producto de descrifrar un programa determinado por nuestros genes”. Esta postura choca diametralmente con las teorías ambientalistas del desarrollo, que enfatizan el papel de la influencia del entorno sobre el individuo y la capacidad de este para ir adaptándose a los diferentes contextos que le tocan vivir.

Además, Chomsky afirma que los niños poseen la habilidad innata para la comprensión de la gramática del lenguaje, habilidad que van desarrollando a través de sus experiencias y aprendizajes. independientemente de su contexto familiar o cultural. Para designar este artefacto innato para comprender la gramática, Chomsky usa el término de “Gramática Universal”, común en todos los sistemas de lenguaje conocidos hasta la fecha.

Plasticidad para adquirir el lenguaje

Es bien sabido que, durante la infancia, existe un período “crítico” durante los cuales nos es más fácil aprender el lenguaje. Este período de mayor plasticidad cerebral durante el cual somos una esponja para los idiomas va desde el nacimiento hasta la pre-adolescencia.

Chomsky, a través de su revisión del trabajo del lingüista y neurólogo alemán Eric Lenneberg, pone el acento en que los niños pasan por una etapa de lo que él denomina “alerta lingüística”. Durante este período clave, la comprensión y capacidad de aprendizaje de nuevos lenguajes es mayor respecto a otras etapas vitales. En palabras del propio Chomsky, “Todos pasamos por un período madurativo específico en que, gracias a los estímulos externos adecuados, nuestra capacidad para hablar un idioma se desarrollará rápidamente”.

Por tanto, los niños a los que se les enseña varios idiomas durante su infancia y pre-adolescencia, seguramente serán capaces de adquirir correctamente las bases de estos lenguajes. Esto no sucede con personas adultas, puesto que su plasticidad, su capacidad de adquisición de lenguajes ya no se encuentra en tan buena forma.

 ¿Cómo se produce la adquisición del lenguaje?

Según la teoría de Noam Chomsky, el proceso de adquisición del lenguaje solo se produce si el niño deduce las normas implícitas del lenguaje, como por ejemplo las nociones de estructura sintáctica o gramática.

Para que seamos capaces de desarrollar y aprender lenguaje durante la niñez, Chomsky argumentó que todos poseemos un “dispositivo de adquisición del lenguaje” en nuestro cerebro. La hipótesis de la existencia de este dispositivo nos habilitaría a aprender las normas y recurrencias que constituyen el lenguaje. A lo largo de los años, Noam Chomsky fue revisando su teoría e incluyó el análisis de varios principios rectores del lenguaje, en relación con la adquisición del mismo durante la infancia.

Estos principios, como la existencia de gramática y varias reglas sintácticas, son comunes a todos los lenguajes. En cambio, existen otros elementos que varían dependiendo del idioma que estudiemos.

El proceso de aprendizaje y la evolución del lenguaje

Tal como explica Chomsky, el lenguaje humano nos permite expresar infinidad de ideas, informaciones y emociones. En consecuencia, el lenguaje es una construcción social que no para de evolucionar. La sociedad va marcando las pautas sobre las normas y usos comunes del lenguaje, tanto en su versión oral como en la escrita.

De hecho, es muy común que los niños empleen el lenguaje de forma muy particular: mezclando conceptos, inventando palabras, deformando otras, construyendo las frases a su manera… Poco a poco, su cerebro va asimilando las reglas y recurrencias del idioma, cometiendo cada vez menos errores y usando con propiedad el amplio abanico de artefactos que les brinda el lenguaje.

Críticas y polémicas en torno a la teoría de Chomsky

La teoría de la Gramática Universal que formuló Noam Chomsky no cuenta con unanimidad dentro de la comunidad científica y académica. De hecho, es una idea que, aunque tuvo un fuerte impacto en el estudio de la adquisición del lenguaje, se considera superada, y el propio Chomsky ha cambiado de postura en este aspecto. Las corrientes críticas arguyen que, con lka idea de la Gramática Universal, Chomsky cometió un error en sus postulados: la sobregeneralización.

Los sectores que más han puesto en duda la teoría de Chomsky rechazan el postulado del dispositivo de adquisición del lenguaje porque, argumentan, no cuenta con ningún tipo de sustento empírico. Otros académicos han criticado la teoría del lingüista estadounidense por su excesivo innatismo, y por tanto por no recoger suficientemente los factores ambientales en la adquisición del lenguaje.

Estas críticas han hecho que, a lo largo de los años, Chomsky revisara y modificara algunos aspectos de sus postulados, a la vez que iba agregando nuevas evidencias y aspectos complementarios a este cuerpo de conocimientos.

Fuente: https://psicologiaymente.net/desarrollo/teoria-desarrollo-lenguaje-noam-chomsky

Comparte este contenido:

Colombia: Proyectos para alcanzar la excelencia

Colombia / 16 de noviembre de 2016 / Fuente: http://www.semana.com/

Desde hace algunos años, en Colombia ha habido un gran esfuerzo por ampliar la cobertura educativa. Tanto el sector oficial como el privado han contribuido a que la escolarización no se restrinja por la ubicación geográfica ni por las condiciones socioeconómicas. Sin embargo, todavía hace falta mejorar la calidad para que la formación sea útil y pertinente. Semana Educación decidió presentar dos apuestas por la excelencia.

Articulación de los componentes curriculares
El Ministerio de Educación (MEN)empezó el programa Colegio Pioneros con 500 instituciones, ubicadas en nueve  departamentos del país. El objetivo, según voceros oficiales, “es desarrollar las competencias en Matemáticas y Lenguaje”, y demostrar que es posible mejorar los resultados en las pruebas Saber en instituciones que han obtenido promedios mínimos, insuficientes, intermedios y avanzados. Las metas centrales son tres: la formación de docentes, la distribución de materiales didácticos pertinentes y la articulación de todos los componentes curriculares.

En Colombia hay una distribución dispar de los profesores: los mejores maestros terminan en los colegios más costosos, según Horacio Álvarez Marinelli, especialista senior en Educación para Colombia, del BID. Por lo tanto, los profesores fueron el vértice para empezar con la transformación. El MEN dispuso un programa de formación en cascada, que tiene en la cima un ejercicio de capacitación de formadores, encargados de enseñarles a los maestros “el uso de materiales didácticos, las estrategias pedagógicas para incentivar el trabajo cooperativo y las didácticas en la enseñanza de los contenidos”. Además, han dispuesto un sistema de formación disciplinar y pedagógica de los docentes, en el que se incluya el acompañamiento, la formulación de metas de aprendizaje y la evaluación.

Sin embargo, una de las dificultades de muchos colegios, en especial los que tienen peores resultados en las pruebas Saber, es que no cuentan un material didáctico que aterrice los modelos curriculares a las prácticas del aula, según aseguró Germán Darío Hernández, asesor pedagógico del Centro de Innovación Educativa de la Universidad Nacional. Por esta situación, el MEN dotó a los 500 colegios con libros de texto para los profesores y jóvenes.

El MEN escogió el libro de Matemáticas diseñado por Singapur, porque un análisis piloto en Barranquilla demostró que su implementación había tenido buenos resultados.  Para Lenguaje seleccionaron el libro elaborado por el Colegio Los Nogales, una de las instituciones que tradicionalmente obtiene buenos resultados en las pruebas Saber, “debido a que ofrecía todos los elementos necesarios para incentivar las herramientas de lectoescritura”, según el Ministerio de Educación. Además, los colegios recibieron equipos con plataformas, para que las tecnologías de la información, facilitaran las evaluaciones en línea, los diagnósticos y elementos didácticos.

La formación docente, los materiales y la tecnología son componentes con los que antes no contaban muchos colegios. Sin embargo, el mérito no era asignarlos separadamente, sino articularlos. El programa Colegio Pioneros se propuso integrarlos bajo un modelo curricular, con metas de aprendizaje claramente establecidas, evaluadas periódicamente y alineadas con la formación y los objetivos pedagógicos de los maestros.

Personalizar los procesos de aprendizaje
El objetivo pedagógico de un colegio no puede limitarse a obtener buenos resultados en un examen de selección múltiple; lo importante es formar. Así lo sostuvo la doctora en Educación TessaJolls. El problema de las evaluaciones es que suelen ser diagnósticos tardíos, que se hacen al final del bachillerato o cuando se termina la primaria. Por eso, la evaluación no debe ser el centro del proceso de aprendizaje, sino solo una parte que sirva para formar, establecer metas individuales y autoconocerse, según afirmó Julio Fontán, director del Colegio Fontán.

“El problema es que el sistema educativo ha puesto tradicionalmente a los niños a su servicio para obtener buenos resultados y cumplir sus metas; si los niños no se adaptan al currículo, tienen problemas”, afirma Fontán. Lo que hay que buscar es que cada niño desarrolle su potencial y autonomía. Hay que cambiar el enfoque: el sistema debe estar al servicio de los niños. Para hacerlo se debe personalizar el aprendizaje, porque si todos los niños tienen fortalezas y debilidades diferentes, la educación se tiene que adaptar a la diversidad y no homogeneizar.

La apuesta deber ser por la calidad
Desde que Colombia ha empezado a medirse en las pruebas internacionales, como Pisa, los malos resultados han sido recibidos con desconcierto y pesimismo. Sin embargo, ese no es el objetivo de medirse internacionalmente. Se trata, más que quejarse, de hacer ajustes a las políticas educativas y establecer prioridades. Lo que demanda el país es calidad. Colombia tiene que encontrar caminos para la excelencia, por lo tanto, compartir y difundir experiencias exitosas debe ser  una necesidad.

Fuente noticia: http://www.semana.com/educacion/articulo/proyectos-para-alcanzar-la-excelencia-en-los-colegios/505042

Comparte este contenido:

El juego, una parte importante de la educación

12 de octubre de 2016 / Fuente: http://revistaeducacionvirtual.com/

Por: Andres Ruíz

Jugar con otros es importante para el desarrollo de un niño. Habilidades para la vida se aprenden cuando los niños juegan, el juego puede ayudarles a hacer y mantener amigos. Como padre, usted puede animar a su hijo a participar del juego y la interacción, llevándolo a un parque a jugar con otros niños o uniéndose a un grupo de juego organizado. El comportamiento agresivo entre los niños es normal, pero como padre y el supervisor hay una serie de pasos que puede tomar para mantener el comportamiento agresivo al mínimo.

  • Jugar con los demás es un trabajo importante para el niño
  • Apoye el juego al hacer de su hogar un buen lugar para jugar.
  • Enseñe las habilidades necesarias para jugar bien con los demás.
  • Aprender a jugar bien con los demás no es una lección de una sola vez. Se necesita tiempo y práctica.
  • Habilidades importantes de la vida se aprenden cuando los niños juegan. Estas habilidades le ayudarán a hacer y mantener amigos.
  • Cuando los niños pequeños juegan con los niños cerca de su misma edad, aprenden: Cómo colaborar, Cuando dirigir y cuándo seguir, ¿Cómo resolver problemas
  • Jugar crea oportunidades
  • Invite a otros niños a su casa o a jugar en el parque del barrio.
  • La primera visita debe ser corta (aproximadamente 1 hora) y es mejor que sea solamente con otro niño.
  • Planee terminar antes de que todos se pongan demasiado cansados.
  • Sepa cómo comunicarse con los padres del otro niño.
  • Vaya a la casa de otro niño.
  • Conozca a los padres del otro niño. Es importante generar la capacidad de ayudarse el uno al otro
  • Únase a un grupo de juego organizado.
  • Al jugar sin sus padres, a los niños les va mejor con un pequeño número de niños.

Averigüe con quien le gusta jugar a su hijo.

Haga que su hogar un gran lugar para jugar

Planee con anticipación. Evite cosas como disfraces de superhéroes y pistolas de juguete que fomentan el juego agresivo.

Descubra lo que goza de su visitante. Pregúntele a su hijo qué actividades disfruta del amigo. El tiempo de juego será más divertido, y esto enseña a su hijo a ser reflexivo.

Tener suficientes elementos para todos. Si no hay suficientes, sugiera otra actividad.

“Favorita” de su hijo no tiene que ser compartida. Deje que su niño guarde algunas cosas que están fuera de los límites.

Haga de su hogar un lugar seguro. Cosas como venenos necesitan ser encerrados. Los hogares sin armas son los más seguros. Pero si hay armas, estas necesitan ser almacenadas bajo llave y descargadas; las balas deben ser almacenadas en otro lugar bajo llave.

No planee demasiado.

Sólo tiene que configurar el escenario con materiales e ideas. Deje que los niños utilicen su creatividad e imaginación!

Ayude a los niños con algunas actividades, como cortar formas de artes y oficios, y mantenga un ojo sobre ellos en todo momento. En su mayor parte, es mejor si solo se involucra cuando necesitan su ayuda. Deles la oportunidad de resolver sus diferencias por sí mismos.

Enseñe a su hijo a ser un buen compañero de juegos

 Antes, durante, y después de que su hijo juegue con otros niños, hable sobre cómo llevarse bien con los demás.

 Establezca unas cuantas reglas sencillas y muy específicas.

– “La gente no es para golpear.”

– “No agarramos los juguetes de otros niños.”

– Muéstrele a su hijo cómo resolver los problemas.

– Explique por qué algo no es posible y ofrecer otras opciones.

– Observe y elogie a los niños por las cosas que salieron bien.

“Fue muy bueno escuchar que el uso de sus palabras amables!”

 El comportamiento agresivo es Normal

Dado que es difícil para los niños pequeños a entender el punto de vista de otra persona, habrá algunos argumentos. Los niños pequeños reaccionan al momento y pueden hacer cosas sin pensar.

El comportamiento agresivo a menudo no está destinado a ser hostil o hacer daño a otros. De hecho, los niños pequeños con frecuencia se molestan cuando otro niño se lastima durante el juego.

Cuando sucede algo que es molesto, hable con todo el mundo. Ayude a cada niño a tratar de ver el punto de vista del otro niño. De esta manera, los niños aprenderán cómo evitar la violencia.

Si usted está preocupado por el comportamiento agresivo de su hijo, hable con su pediatra.

Proporcionar la cantidad correcta de espacio.

Un pequeño número de niños en un espacio muy grande, o un gran número de niños en un espacio pequeño, tiende a aumentar el juego agresivo. Tenga la cantidad correcta de espacio para evitar conflictos.

Planee cómo responder de una manera positiva.

Es más fácil de guiar a los niños a la buena conducta en lugar de decirles qué no hacer. “Estaré aquí; ven y dime si necesitas mi ayuda “.

Redirija comportamientos como empujar, golpear, o tomar los juguetes de otra persona a una actividad más positiva.

A menudo, esto significa que es hora de una nueva actividad. “No nos agarramos juguetes; compartimos juguetes. Parece que haya terminado con ese camión por ahora. Aquí hay un poco de papel y marcadores para usted “.

Enseñe a los niños a usar palabras para expresar sentimientos, deseos y necesidades.

La primera reacción de un niño suele ser “física”, por lo que esto puede ser difícil de aprender. Con palabras, los niños aprenden a resolver sus propios problemas. Enseñe a su hijo a decir algo así como: “No me gusta eso.

Supongamos que un niño hace algo por una buena razón, incluso si la acción no es agradable.

Lo que parece agresivo, como agarrar los juguetes de otros, puede ser el intento de un niño a unirse con los demás. Enseñe a los niños a tomar turnos en lugar de enojarse con ellos para agarrar juguetes.

Preste atención a la comodidad y necesidades básicas.

Los conflictos son más probables que ocurran cuando los niños tienen demasiado calor, demasiado frío, hambre o cansancio!

Fuente: https://www.healthychildren.org/English/ages-stages/toddler/fitness/Pages/Young-Children-Learn-A-Lot-When-They-Play.aspx

Fuente artículo: http://revistaeducacionvirtual.com/archives/1877

Comparte este contenido:
Page 8 of 11
1 6 7 8 9 10 11