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Libro: El ajedrez de la docencia: Las TIC, ¿un jaque a los esquemas?

El ajedrez de la docencia: Las TIC, ¿un jaque a los esquemas?

Coordinadores: Sebastián Thüer , Carmiña Verde

Año: 2015
Editor: UniRío
Páginas: 79 páginas
Idioma: español
Desde: 25/01/2017
Tamaño: 1.85 MB
Licencia: CC-BY

Reseña:

Las II Jornadas Institucionales de Tecnología Educativa de la UNRC fueron un proyecto pensado desde el Consejo Asesor de Tecnología Educativa y Educación a Distancia y el equipo de la Coordinación de Educación a Distancia dependientes de Secretaría Académica.

A partir de las conclusiones de las “I Jornadas Institucionales de Tecnología Educativa”, llevadas a cabo en el año 2011, se comienza un recorrido colectivo que nos permitió construir la idea de que los procesos educativos mediados por las tecnologías han iniciado un camino que acompaña al estudiante en su recorrido por las diferentes instancias educativas formales. En este contexto, las inquietudes y dilemas comenzaron a girar en torno a la práctica docente. Nos planteamos, entonces, ¿es necesario que pensemos cuál es el papel del docente universitario en el contexto actual? ¿Es posible que se estén presentando diferentes concepciones acerca de las tecnologías de la información y la comunicación en los docentes universitarios? ¿Los procesos de enseñanza se ven modifcados a partir de la inclusión de estudiantes que pertenecen a una cultura de la imagen?

Estos interrogantes dieron indicios sobre la necesidad de defnir un espacio de reflexión y trabajo para construir acciones que nos acerquen a dar respuestas a los contextos educativos actuales. No se puede continuar haciendo “como si no pasara nada”. Debemos comenzar a defnir dimensiones de análisis para determinar las limitaciones y los alcances de los espacios formales de enseñanza y aprendizaje en estos contextos. Se puede apreciar que, junto al espacio formal de las instituciones universitarias, existen muchos otros espacios de aprendizaje que emergen de la vida cotidiana de los estudiantes. Precisamente, uno de los desafíos educativos de este tiempo es la integración del aprendizaje informal que tiene lugar a lo largo de la vida de las personas en espacios de educación formal que permitan la articulación y el aprovechamiento mutuo.

 

Para descargar: https://openlibra.com/es/book/download/el-ajedrez-de-la-docencia-las-tic-un-jaque-a-los-esquemas

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Libro: La mediación escolar: formación para profesores

La mediación escolar: formación para profesores

Año: 2015
Editor: Región de Murcia
Páginas: 76 páginas
Idioma: español
Desde: 21/03/2017
Tamaño: 10.04 MB
Licencia: CC-BY-NC-SA

Reseña:

La obra es el resultado de la experiencia de las autoras en cursos, proyectos, programas y actividades coordinadas y desarrolladas en centros de profesores y otras instituciones de formación permanente en España y Latinoamérica. Por ello el libro cuenta con una coherente estructura teórico-práctica de gran utilidad para el profesorado que precise de competencias y herramientas para la mediación escolar en situaciones de conflicto. Así, se presenta tanto el concepto y formas de resolución del conflicto, como el proceso de mediación y sus etapas.

La obra presenta, además, simulaciones de casos de mediación escolar y un modelo de proyecto de intervención para centros educativos.

 

Para descargar: https://openlibra.com/es/book/download/la-mediacion-escolar-formacion-para-profesores

Fuente de la reseña: https://openlibra.com/es/book/la-mediacion-escolar-formacion-para-profesores

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Libro: Educación Emocional: Programa y guía de desarrollo didáctico

Educación Emocional: Programa y guía de desarrollo didáctico

Autor: María Dolores Hurtado Montesinos
Año: 2015
Editor: Región de Murcia
Páginas: 226 páginas
Idioma: español
Desde: 27/03/2017
Tamaño: 2.73 MB
Licencia: CC-BY-NC-SA

Reseña:

Todos tenemos capacidad para aprender, pero en ocasiones o no reconocemos o no encontramos el camino apropiado. Aquí, es donde la enseñanza juega su papel protagonista, mostrando a cada persona cuál es el mejor camino para llegar a su meta.

Las emociones envuelven a la persona, por tanto, una enseñanza que parta de las emociones, dará lugar a una educación holística que alcance a toda la persona. Así, ser conscientes de nuestros propios sentimientos nos va a ayudar a controlarlos. De igual modo, conocer nuestros propios sentimientos nos acerca a la comprensión de lo que siente el otro. De este modo, la empatía se consigue cuando somos capaces de ponernos en el lugar de los demás. Las emociones se pueden controlar y dirigir cuando se las conoce. La práctica del autocontrol puede resultar difícil, pero cuando se consigue, nos ayuda a resolver muchos problemas.

Los docentes debemos ser como el hada o el mago que tienen la capacidad de hacer brillar en cada persona lo más valioso que guarda en su interior. Una buena motivación hace sacar lo mejor que hay en cada persona. La transversalidad y la tutoría pueden ser espacio y momento para asegurar el desarrollo de la educación emocional en nuestras aulas.

Las competencias emocionales no se desarrollan al margen de… Se deben integrar en la enseñanza de cualquier tópico o asignatura. Por otra parte, es imprescindible que exista motivación para comenzar a construir los aprendizajes. Y ahí, en el centro de la motivación, está la emoción como motor que la impulsa.

 

Para descargar: https://openlibra.com/es/book/download/educacion-emocional-programa-y-guia-de-desarrollo-didactico

Fuente de la reseña: https://openlibra.com/es/book/educacion-emocional-programa-y-guia-de-desarrollo-didactico

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Anabel Hernández: La verdadera noche de Iguala y los 43 de Ayotzinapa

Álvaro Cepeda Neri 

Es un reportaje estremecedor donde la reportera-periodista Anabel Hernández construye con hechos, la cima desde Idonde los lectores podemos conocer la panorámica del drama de la Noche de Iguala, cuando entre el 26 por la noche y madrugada del 27 de septiembre de 2014, funcionarios de Guerrero y funcionarios federales encabezados por el desgobernador Ángel Aguirre y la complicidad de Peña, con policías, militares y delincuentes, ejecutaron la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural.

Fue la barbarie de los gobernantes de un Estado federal y la Presidencia de la República de la Federación. Las más de 300 páginas son un Yo Acuso al trío de la Procuraduría General de la República (PGR): Murillo, Gómez y Cervantes, quienes por órdenes de Peña, a través de Osorio Chong, Cienfuegos, Miranda, Castillejos y Tomás Zerón, no quieren dar a conocer cómo la Policía Federal y el 27 Batallón de Infantería desaparecieron a los normalistas que: “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”. Los padres de esos estudiantes han enarbolado como nunca antes, desde el final de la Revolución de 1910, una movilización para exigir la rendición de cuentas del peñismo sobre esos hechos.


II. La verdadera noche de Iguala
es una investigación periodística iniciada en la revista Proceso, que culmina con este libro donde Anabel Hernández pone al descubierto las mentiras peñistas y aguirristas; la verdad de los hechos que “son subversivos. Subvierten las afirmaciones tanto de líderes elegidos democráticamente, como de dictadores… de torturadores. Subvierten las mentiras, las medias verdades, los mitos; todos esos discursos fáciles que confortan a los hombres crueles” (Tímothy Garton Ash, Los hechos son subversivos, Tusquets editores). En 12 capítulos, sigue las huellas de los acontecimientos y los desenreda, con nombres, lugares, autobuses, homicidios y desapariciones ocurridos desde “la noche de Iguala”. Así como las acciones de los familiares que no bajan la guardia para demandar –hasta sus últimas consecuencias– el deslinde de responsabilidades penales y constitucionales que, en el caso de Peña constituya delito grave por no resolver el problema por complicidad, lo que derivaría en su renuncia. Es la cronología de uno de los sucesos más dramáticos en la historia contemporánea mexicana.

III. El texto exhibe que el gobierno peñista no quiere ir al fondo de la tragedia, no obstante que –al tergiversar sus investigaciones y tratar de alterar el escenario– debe ya conocer la verdad ministerial que se niega a dar a la opinión pública. Pero Anabel Hernández logró correr las cortinas y nos muestra, pues, La verdadera noche de Iguala y La historia que el gobierno trató de ocultar. Por lo que los padres de esos estudiantes han recorrido el país para denunciar el abuso del poder gubernamental y sus alianzas con las delincuencias. El mundo entero sabe de esta barbarie que tiene alarmada a la Nación, porque sobrevivimos a un peñismo donde “cualquiera de nosotros puede ser uno de los 42, también de los detenidos arbitrariamente y torturados de manera infame.

Resulta imperioso encontrar a los normalistas y someter a juicio a los verdaderos responsables: los que ordenaron, los que ejecutaron, los que encubrieron y los que desde el más alto nivel protegieron a los encubridores y perpetradores. No se trata sólo de un tema de justicia elemental para las familias que buscan desesperadamente a los suyos, significa dar un ejemplo de justicia a un país que debe salir de este agujero profundo de corrupción, impunidad y violencia”.

Ficha bibliográfica:

Autora:           Anabel Hernández

Título: La verdadera noche de Iguala. La historia que el gobierno trató de ocultar

Editorial:         Grijalbo, 2016

Fuente del articulo: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2017/01/29/anabel-hernandez-la-verdadera-noche-de-iguala-y-los-43-de-ayotzinapa/

Fuente de la imagen: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/wp-content/uploads/2013/07/ex-libris-300×300.jp

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Entrevista a Toni Ramoneda: “La única certeza es que no existe ningún método para aprender. Y es una suerte”

26 Febrero 2017/Fuente: elconfidencial/Autor:HÉCTOR G. BARNÉS

El último libro del barcelonés intenta establecer «una voz democrática desde la escuela más fea del mundo». Pero ¿qué ocurre entre los muros de sus aulas?

“Este libro está escrito desde la distancia que supone escribir en español cuando se vive en Francia, pero la distancia también que separa los tres componentes del relato”, escribe Toni Ramoneda en la introducción de su último libro, ‘La escuela más fea del mundo’ (Clave Intelectual). Se trata de una obra en dos movimientos y un intermedio articulados entre una conferencia sobre Europa, el colegio donde imparte clase y el cabezazo de Zinedine Zidane en la final del mundial de 2006.

Ramoneda (Barcelona, 1978) es doctor en Ciencias de la Comunicación y profesor de español en el instituto Louis Aragon de Givors, además de miembro del equipo de investigación ELLIAD de la Universidad de Besançon. Hijo del periodista y filósofo Josep Ramoneda, su segunda obra después de ‘Europa como discurso’ (RBA) se encuentra en un punto intermedio entre el ensayo, la conferencia, la divagación filosófica y la narración.

Una clase no es un equipo de fútbol que debe competir unido, es un grupo de personas que construyen un espacio común

Desde su posición privilegiada –o, mejor dicho, única–, nos internamos con él a través de un cuestionario por correo electrónico en su colegio, su ciudad, su país, su sistema educativo y lo que le aguarda a la Unión Europea. ¿Fue todo un sueño?

PREGUNTA. Europa es el tema principal de su libro. Sin embargo, ¿se ha construido Europa desde las escuelas, ha habido un verdadero proyecto? Es más, ¿debería haberlo?

RESPUESTA. Yo no diría exactamente que Europa sea el tema de mi libro. Su hilo conductor es más bien la manera en que al aprender construimos un mundo común. Eso, con la particularidad de que este libro está escrito en Francia y que en francés el verbo aprender significa a la vez enseñar y recibir. A partir de ahí, de este movimiento que intento trasladar también a la escritura, Europa surge en el libro como una realidad que se construye a sí misma. Y llego a sus preguntas. Porque Europa es una realidad que estamos construyendo y por lo tanto que también desmontamos, destruimos y reconstruimos por momentos.

En términos institucionales, es decir como conjunto de tratados, de edificios, de directrices y demás, esta realidad tiene cincuenta años. Por lo tanto, Europa como institución no se ha construido, sino que todavía se construye y eso –la capacidad de otorgarnos reglas comunes, espacios de representatividad, formas de reconocimiento mutuo, dispositivos para el debate y también, por supuesto, sus contrarios, es decir imposición de normas mediante una negociación falseada, debates sin espacio para la crítica o formas de representación alejadas de las realidades que representan– de algún modo lo hemos aprendido en las escuelas y forma parte también de un cierto proyecto ligado a la ilustración. Pero insisto: todo. El debate real y el consenso burocrático, la representatividad y el ‘marketing’ político, el reconocimiento mutuo y el falso reconocimiento de la negociación desigual.

A mi parecer el proyecto Europeo tendría que ver, y eso pretende expresar mi libro, con la capacidad de construir espacios comunes que no se reduzcan a formas de pertenencia y esto es el acto de aprender: construir lo común mediante las palabras, cada uno desde su propia posición, sin pretender convertirnos en una unidad. Supongo que volveremos a ello, pero una clase no es un equipo de fútbol que debe competir unido, una clase es un grupo de personas interdependientes que construyen un espacio común. Ya sé que suena naïf y pasado de moda, pero este, a mi entender, es también el proyecto europeo. Por lo menos el de ‘La escuela más fea del mundo’.

P. Señala que los alumnos creen que la escuela debe proporcionarles un buen trabajo (y, por extensión, un buen salario). Lamenta que, además, parezca algo contradictorio con ser más sabios. ¿Corren el peligro tanto la escuela como la universidad de convertirse en fábrica de trabajadores, pero poco sabios?

R. Lo creen sobre todo los padres, que son antiguos alumnos, claro, y probablemente lo creerán mis alumnos cuando sean padres. No hay que olvidar que todos hemos sido alumnos, también los profesores. Pero sí, lo que lamento es el aspecto utilitario, incluso cuando se reviste de ideas muy loables como crear personas o incluso contribuir a la realización personal de los alumnos, incluso así, atribuir una función a la escuela es ya un indicio de lo poco que creemos en el aprendizaje como experiencia. Aprender, insisto, es construir. Aprender y enseñar es apoderarse de un presente, de un tiempo que nos es propio, que nos pertenece a los alumnos y al profesor y que puede estar contenido en las cuatro paredes de un aula, en un jardín botánico o en un taller de mecánica, pero un tiempo que es nuestro y que sirve para ese momento, es decir para estar ahí juntos, porque si no el utilitarismo se carga el aprendizaje y el futuro viene a robarnos este presente. No digo que nos dé igual el futuro, digo que vamos a ir hacia él desde aquí y no al revés.

P. Hay una expresión muy potente en su libro: «aulas colonizadas por la angustia del futuro». ¿Se ha trasladado la angustia propia de la edad adulta a los niños, a los que les exige que elijan su destino a una temprana edad, y por lo tanto dejen de ser niños?

R. Es cierto que yo, cuando veo a chicos de catorce años a los que les exigimos que sepan lo que quieren hacer de mayores, me siento muy mal. ¡Pero también es posible que sea porque yo mismo no sé todavía qué quiero ser de mayor! En fin, sea como fuere, tanto ellos obligados a decidir, como yo incapaz de hacerlo estaríamos colonizados por este futuro del que hablo. No sé si el problema es dejar de ser niños, tampoco me gusta la idolatría de la inocencia en la que se cae a veces, pero una vez más, lo que me parece problemático es la desconfianza que mostramos hacia el aprendizaje como experiencia. Desde el momento en que estamos articulando de manera tan insistente el aprendizaje a una elección y a una situación futura, estamos impidiendo esta experiencia que, por sí misma, ya nos puede ir guiando. Insisto, creo que no confiamos en el aprendizaje. En la experiencia de aprender.

En Francia, nadie se cree ya que el sistema educativo sirva para romper las dinámicas de reproducción social

P. En España hay una cierta idealización de la educación extranjera; sobre todo Finlandia, pero también países como Francia. Sin embargo, cita una «nueva tautología republicana» de manera bastante ácida: «somos un país culto porque somos un país culto». ¿Qué pasa en la escuela francesa?

R. Pues precisamente yo diría que sufre, quizás como Francia en general –pero esto ya sería otra cuestión–, de una falta de confianza en sí misma tremenda. Nadie confía ya en el proyecto republicano de una escuela emancipadora, igualitaria y laica. Por eso lo extendía al país en su conjunto que no confía en su propio proyecto republicano. En la educación, esto significa que nadie se cree ya que el sistema educativo sirva para romper las dinámicas de reproducción social. Desde el famoso libro de Bourdieu ‘Los herederos’, en el que este sociólogo demostraba como la escuela está construida por y para quienes ya saben cómo funciona y por lo tanto se manejan mucho mejor que los demás en ella y parten con una ventaja añadida, además de la de pertenecer a una clase superior, desde entonces se ha seguido reflexionando y se han multiplicado dispositivos, programas, métodos y directrices para tratar de ofrecer las mismas posibilidades a todos los alumnos.

Ahora, por ejemplo, nos centramos en la individualización, es decir en tratar de ofrecer a quienes no tienen los medios, ya sean económicos o culturales, en su casa para comprender las reglas del sistema, la posibilidad de manejarse en él. Dicho de otro modo, adoptamos como profesores un rol de tutor ilustrado. El problema es que esto ya existía antes en forma de dispositivos, con profesionales que trabajaban y cobraban por hacerlo y alumnos que podían recibir esta ayuda como parte de su educación. Se cerró porque era muy caro y ahora lo transformamos en seguimiento individual. Un poco como cuando un país no controla su deuda y llegan los expertos de Bruselas. En el mejor de los casos, lo que transmitimos a los padres es algo como ‘no se preocupe, usted no sabe hacerlo muy bien, pero ya me ocupo yo de su hijo’.

De hecho mi respuesta cabría en una frase: la escuela francesa es extremadamente cara y hay que reducir la deuda. La cuestión, por lo tanto, más allá de si está bien o mal sacrificar la educación pública para salvar la deuda es ¿por qué hoy Francia, que ha hecho de la educación uno de sus mitos fundadores, está dispuesta a sacrificarla? Pues porque ya no confían en la escuela. De ahí mi frase, que usted llama ácida.

P. «Podría tratar de explicar ahora las razones por las que somos tantos los que sufrimos con un trabajo que debería hacernos sentir partícipes de nuestro mundo común», escribe a propósito de su labor diaria. ¿Por qué no me lo explica ahora?

R. ¿Cómo se sentiría usted si tuviera la impresión de que cada vez más personas están dejando de confiar en su trabajo? De hecho, deslegitimar el periodismo como profesión es uno de los ejes discursivos de Donald Trump, pero también lo vemos en la derecha francesa ahora que se acercan las elecciones y en la extrema derecha de Marine Le Pen. Lo que quiero decir es que la educación, como el periodismo, además de profesiones, son instituciones ligadas a la democracia y por lo tanto las vivimos como un ejercicio que contribuye al bien común. Eso, como todo, puede derivar en abuso de poder, ya sea en el caso del periodismo mediante la voluntad de ejercer un poder, digamos, fáctico o en la educación cuando se cae en el adoctrinamiento, ya sea moral o ideológico.

Pero sin perder nuestra capacidad crítica, creo que podemos estar de acuerdo en que muchas personas deciden hacer periodismo o meterse a enseñar en un aula para contribuir al debate público o a la construcción de este mundo común del que ya he hablado. Por lo tanto, cuando uno se encuentra en que no solo este trabajo es mucho más exigente en términos incluso psicológicos y morales, porque los adolescentes son más crueles entre ellos y con los demás de lo que pensaba, sino que además no se le reconoce ningún otro valor más allá de la evaluación en términos de resultados, pues sí, uno sufre. Pero insisto, el sufrimiento está presente en muchos trabajos, lo dramático es cuando a la falta de confianza en sí mismo que uno puede sentir frente a treinta alumnos que muestran desdén se le añade la falta de confianza que uno siente por parte de la sociedad en su conjunto.

Ahora parece que todo el mundo ha descubierto la necesidad de sorprender a los alumnos para que deseen aprender

P. «La obligación del profesor, decía, es llevar a los alumnos a la frontera para que naveguen en un discurrir extraño que no harían de otro modo y que podrán seguir haciendo en el futuro»: se dirá que ahora los nuevos profesores, o los de los colegios de excelencia, sí que saben hacerlo, no como «los de antes». Pero eso no es verdad, ¿verdad?

R. Sí. Ahora parece que todo el mundo ha descubierto los llamados métodos accionales, la necesidad de sorprender a los alumnos para que deseen aprender, la motivación extrínseca que hay que aportarles sin esperar que estén motivados por sí mismos, el desarrollo de competencias, en fin, todo lo que ya sabemos desde hace más de cien años. Y no hay nada que decir, pues mejor si al fin se pone de moda. Pero vuelvo al principio: ¿qué discurso hay detrás? El discurso de que así se aprende mejor, de que así los alumnos son competentes y se adaptan mejor a cualquier situación, de que con estos nuevos profesores y estas nuevas pedagogías, que no tienen nada de nuevas repito, el aprendizaje es, en suma, más eficaz.

O sea, que lo que nació como una forma de desligar el aprendizaje de la transmisión, es decir de la idea de que hay un saber que tiene que pasar de un punto A, el profesor, a un punto B, el alumno. Esta idea, que es absurda porque es lo propio de las máquinas, no de los hombres, sigue estando presente como discurso. Se le llama eficacia. Pues para eso, que desarrollen la inteligencia artificial y sí, seguro que transmitirán datos completos de A a B, pero el acto de aprender, la experiencia del aprendizaje, habrá desaparecido. En definitiva, lo que me da miedo en algunos de estos discursos que leo u oigo sobre educación actualmente en España es que se centran en la presentación o en la búsqueda de métodos, del ¡método final!, diría. Y la única certidumbre que tengo en lo que respeta a la educación es que no existe ningún método para aprender. Lo cual es una suerte, por cierto.

P. Como profesor de lengua extranjera en Francia, ¿cuáles son las diferencias entre la escuela española y la francesa? Y, sobre todo, ¿qué tienen en común?

R. Nunca he ejercido en España así es que la verdad es que no lo sé. Pero a nivel anecdótico, una cosa que es muy sorprendente en Francia y que comparto con otros compañeros españoles es la obsesión por el silencio. El silencio como símbolo de respeto hacia el profesor y de la autoridad que representa. Yo me obligo a dar clase con la puerta abierta para quitarme la vergüenza de encima si en mi clase se oye ruido. Pero no es fácil porque entre compañeros se sabe en qué clases hay silencio y en cuáles no. Cuando uno enseña un idioma, que lo valoren en función del silencio que impone, pues tiene su gracia…

P. En una entrevista explicaba que busca en sus clases «crear un deseo de aprender pero a la vez crear conciencia de lo que no se sabe». Como profesor, ¿cuáles son sus principios, a nivel práctico?

R. Lo de ser conscientes de lo que no sabemos ya sé que es el primero de los tópicos del aprendizaje, pero es que muchos alumnos todavía no lo han oído y hay que transmitírselo. A nivel práctico, mi obsesión principal es construir ejercicios que nunca se puedan acabar. Esto es muy difícil y rara vez lo consigo, porque claro, tampoco puedes frustrar al alumno con algo que no podrá hacer o que tendrá la impresión de no haber conseguido hacer. El equilibrio, en este sentido, aparece cuando consigo encontrar una actividad en la que un alumno dice «ya he acabado» y entonces le puedo señalar otra cosa en la misma actividad y decirle pues yo creo que todavía puedes seguir y así, de manera ideal, hasta el infinito. A parte de mostrar el hecho de que el aprendizaje es un movimiento y una experiencia y no sólo la adquisición de un conocimiento, esto permite que cada alumno pueda a la vez participar de un trabajo colectivo, porque todos tienen que realizar la misma actividad y llegar hasta donde le lleve su propio trabajo y su propio ritmo.

P. ¿A qué clase de personas da lugar el sistema educativo actual?

R. No lo sé. Pero precisamente creo que deberíamos dejar de pensar que el sistema educativo tiene que dar lugar a determinadas personas porque así es como nos quitamos de encima nuestra responsabilidad como miembros de una sociedad. Las personas las creamos en las escuelas, en los bares, en casa mirando la televisión, en las redes sociales, en los campos de fútbol, cuando vamos de vacaciones y en el Congreso de los Diputados. Nadie se escapa y los profesores, cuando caemos en la tentación de pensar que jugamos un papel diferente, nos atribuimos una responsabilidad que no nos incumbe, al tiempo que se la quitamos a los demás. La escuela es una institución democrática, cierto, como lo es el periodismo, ya lo dije antes, pero ello no significa que produzca algo. Eso ocurre, precisamente, cuando se la utiliza como lugar de adoctrinamiento, pienso en los regímenes totalitarios. En democracia, una escuela no debería producir nada. Algo así como un gran silencio en medio de un mundo que produce ruidos sin parar.

Fuente de la entrevista: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-02-25/entrevista-toni-ramoneda-escuela-fea-mundo_1336906/

Fuente de la imagen:

http://4www.ecestaticos.com/imagestatic/clipping/4ce/8ce/4ce8ced1abc4c0066c92d86d0552323b/imagen-sin-titulo.jpg?mtime=148778160

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España: » Los libros nos protegen de lo que pasa ahi afuera»

Europa/España/14.02.2017/Autor: María Jesús Espinosa De Los Monteros/Fuente:http://insurgenciamagisterial.com/

Lola Larumbe, propietaria de la librería Rafael Alberti de Madrid, recomienda libros como un doctor receta medicamentos.

Si existiera una escuela para aprender a ser librero, Lola Larumbe debería ser su jefa de estudios. En ella se concentran todas aquellas virtudes que un buen librero debe conservar: disposición, amabilidad, conocimiento, sentido crítico, paciencia, inteligencia. Lola recomienda libros como el doctor receta medicamentos, con la exacta convicción de que lo que proponen a sus pacientes-clientes-lectores tiene la extraordinaria cualidad de salvar y animar vidas.

Leí a Lola antes de conocerla. Ella escribió el hermoso prólogo del libro Mujeres y libros, de Stefan Bollmann. Allí Lola, recordando la España franquista, incidía en la necesidad de que las mujeres leyeran libros como herramienta para conquistar la independencia. Después de conocerla, entendí que ninguna otra persona hubiera sido mejor para introducir ese impecable ensayo. Lola ha dicho en alguna ocasión que el oficio de librero es hermoso si tú lo haces hermoso. Ella no ha dejado de intentarlo desde que llegó a principios de los años 80, en un convulso y revolucionario Madrid.

Cinco años antes Enrique Lagunero había abierto esta librería en pleno barrio universitario. “Nosotros somos ahora la segunda generación. La librería se llama Rafael Alberti para homenajear al gran poeta que estaba en el exilio y del que Lagunero era muy amigo, pero también a toda una generación esencial en nuestro país”, explica la librera, que también recuerda los años furibundos en los que grupos de extrema derecha campaban a sus anchas por todo Madrid atentando contra periódicos, librerías o revistas. “Cuando heredamos la librería, intentamos mantener el espíritu abierto y de talante progresista que todavía conserva”, relata Lola.

Interior de la librería Rafael Alberti de Madrid.
Interior de la librería Rafael Alberti de Madrid.
 En su librería uno viene a comprar libros, por supuesto, pero sobre todo, viene a refugiarse; cuando has tenido un mal día, cuando el mundo no te gusta, cuando las cosas fallan… la librería Alberti deja que te quedes allí, sin ser molestado, mientras observas cómo van recibiendo a un tipo insólito de ser humano: aquel que “está dispuesto a compartir la lectura y el placer la amistad”.

Cada sábado realizan actividades infantiles para ir propagando este placer —el de la lectura y el de la amistad— a los más pequeños. Sin embargo, hay una actividad que brilla especialmente en este refugio: “Desde el año 2002 hasta ahora, y con la ayuda de la editorial Pre-Textos y del Colegio Mayor Chaminade, desarrollamos un programa que se llama Encuentros en Alberti, en el que intentamos poner en contacto a autores con sus lectores”, explica Larumbe. Comenzaron escribiendo y enviando cartas a los escritores que más les conmovían —los poetas Muñoz Rojas y Joan Margarit, entre otros— y les invitaban a acudir al encuentro. Lola tiene grabado a fuego el primero de ellos: “Fue con Bernardo Atxaga. El almacén era un galpón lleno de libros y de cajas. Hicimos un gran esfuerzo para ordenarlo y limpiarlo. Alquilamos las sillas de un sitio de bodas cercano y las trajimos todas en mi coche”, comenta entre risas.

Es difícil imaginar ahora, en una época en la que las promociones de libros proliferan durante todo el año, la titánica labor de esta mujer, esforzándose por concitar a un grupo de 60 o 70 personas para escuchar a autores que venían de cualquier parte del país. Y pese a esta dificultad, en el año 2005, la librería se llevó el premio que concedía el Ministerio de Cultura y que valoraba su fantástico e ingente trabajo.

Fachada de la librería Rafael Alberti.
Fachada de la librería Rafael Alberti.
 Pese a que el barrio no conserva muchas de las cualidades que sí tenía en su origen (“Era un barrio con muchos bares y cuando los alumnos salían de la universidad venían aquí”), y ahora ha sido sustituido por otros como Lavapiés, Chueca o Malasaña que han sido “higienizados, modernizados y gentrificados”, a la librera le gusta este aroma de los años 70 que se respira en este “barrio transversal que no está de moda pero que tiene una caída hermosa hacia el Parque del Oeste y desde el que se puede ver una preciosa puesta de sol”.

Unos días antes de la última Navidad, la librería sufrió un accidente a causa de una negligencia que rompió las cañerías e hizo desplomarse el techo: “Hubo bastante destrozo material y destrozo anímico también, porque a veces te fallan las fuerzas. Si no vendes libros dices ‘pues tengo que mejorar’, pero si es una negligencia de alguien, pues te vienes abajo”. Sin embargo, la librería, gracias a la gran red de amigos que ha ido fabricando, mimando y cuidando en este tiempo, consiguió un enorme apoyo y una solidaridad inaudita: “Tanto apoyo nos dio muchas ganas de mejorar, de dejar el espacio más bonito y con nuevas ganas de recibir a gente”, concluye Larumbe.

La librera cree tanto en sus amigos-clientes-lectores como en los libros que dispensa con fervor: “Los libros nos protegen de lo que pasa ahí fuera, de todas esas cosas que no siempre son tan bonitas como querríamos. El libro te aguarda, te recoge, es un sitio para estar”. Aunque sospecho, antes de despedirme, que para Lola los libros son nada más —y nada menos— que la más hermosa de las excusas para iniciar nuevas amistades. La nuestra, por supuesto, acaba de comenzar.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/los-libros-nos-protegen-de-lo-que-pasa-ahi-fuera/

Imagen: http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2017/02/elpais11.jpg

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República Dominicana: Política y educación dominicana en el Siglo XXI

Centro América/República Dominicana/22 Enero 2017/Fuente: noticiassin/Autor:Frank Núñez

Vinicio Guzmán Luciano es un joven educador nacido en Restauración, municipio de la fronteriza provincia de Dajabón, que ha recogido en un volumen sus escritos donde plantea las deficiencias del sistema educativo dominicano y lo que cree conveniente para su transformación de modo que pueda contribuir efectivamente con una mejor sociedad, a tono con las exigencias de un mundo globalizado, y por tanto, cada vez más interdependiente.

Con el título de Apuntes de política y educación dominicana en el Siglo XXI, Guzmán Luciano observa que es mucho lo que le falta a la escuela dominicana en lo que tiene que ver con la toma de conciencia sobre la conservación del medio ambiente, ante las amenazas de fenómenos surgidos por la agresión a la naturaleza, como el calentamiento global, con secuelas perniciosas que con el paso de los días se vuelven más evidentes.

Temas como República Dominicana en la política, Educación: el cambio hacia el desarrollo de la República Dominicana, El Medio Ambiente, Municipalidad, Sobre la Constitución, Cotidianidades, La Biblia: fuente de riqueza por excelencia, República Dominicana en l internacional, además de Patria y Efemérides, el autor enfoca un amplio espectro de realidades que ameritan una atención inaplazable en el agitado devenir de la dominicanidad.

Dolly Gil, prologuista de la obra, resalta el esfuerzo de Guzmán Luciano “en la búsqueda de dar una respuesta lógica y alentadora a los sucesos y a las noticias hoy, es para que las personas que lean este texto observen la explicación detallada de lo que el autor pretende”.

La sentencia de Wayne Dyer de que no se puede “descubrir la luz analizando la oscuridad”, revela el interés de los trabajos, publicados originalmente en La Información de Santiago, por cambiar la cultura pesimista dominicana por una mística emprendedora “en base a lo que tenemos y lo que somos”, con pasos seguros hacia el progreso económico, social y espiritual.

Fuente de la noticia: http://noticiassin.com/2017/01/politica-y-educacion-dominicana-en-el-siglo-xxi/

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