Entrevista a Jon E. Illescas: ‘La dictadura del videoclip’

04 Junio 2017/Fuente:elviejotopo /Autor:  José Durán Rodríguez

La clase dominante ha encontrado en la industria cultural una herramienta perfecta para imponer sus valores: el videoclip musical. Es la tesis que defiende Jon E. Illescas. En enero de 2016 le entrevisté por su ensayo La dictadura del videoclip (El Viejo Topo, 2015). En esta entrada recupero íntegras sus jugosas respuestas, ya que en el artículo publicado en Diagonal hice un extracto de las mismas. Espero que os resulte interesante.

¿Los videoclips son una herramienta de transmisión ideológica sobre la juventud más eficaz que otras?

Desde luego, por esa razón instituciones tan poderosas como el Pentágono o personalidades tan importantes como el Primer Ministro de Reino Unido, se esfuerzan por insertar su propaganda en ellos. Hay que considerar que los protagonistas de estos vídeos, las estrellas del pop, son las celebridades más admiradas por los jóvenes de todo el mundo. En Twitter, la red social con el público más joven, el principal tema de conversación es la música y las tres cuentas más seguidas pertenecen a estrellas del pop, la cuarta a Barak Obama, y la quinta, a YouTube, empresa que a la postre es el canal de streaming más popular donde sus diez vídeos más vistos son todos videoclips.

¿Cómo lo consiguen?

Con una irresistible mezcla de música, sexo y espectáculo. Irresistible, se entiende, para el público principal al que se dirigen los vídeos: jóvenes en plena revolución hormonal. El videoclip dominante explota dos temas que los adolescentes no pueden sacarse de la cabeza: el sexo y la música. A esas características hay que sumar la aparente gratuidad de su consumo y la brevedad de un metraje que tan bien se adapta a estos tiempos presididos por el fast food cultural y la debilidad de las atenciones.

¿Dirías que tienen una influencia directa en la conducta de los jóvenes o influyen de una manera más sutil?

Depende. A veces sí es directa, por ejemplo, cuando los jóvenes imitan a sus estrellas en el baile o compran los productos y servicios que se anuncian en su contenido audiovisiaul mediante la técnica publicitaria del product placement que afecta ya a casi la mitad de los vídeos dominantes. También en cuanto al consumo de drogas. En las entrevistas que realicé, muchos jóvenes afirmaron imitar el ocio nocturno que observaban en los vídeos incluso comprando el mismo tipo de bebidas que aparecían en el metraje. Otra veces, sin embargo, la influencia puede ser más indirecta pero igual o quizás incluso más poderosa. Por ejemplo, cuando el flujo de videoclips más comerciales silencia o censura temas que importan a los adolescentes y que tratan las miserias del sistema como la crisis, la desigualdad, la pobreza, las guerras o el cambio climático mientras que sobrerrepresenta otros aparentemente “positivos” como el lujo, el consumismo, el escapismo, etc. En estos últimos casos la influencia es más lenta y se produce por acumulación inconsciente antes de emerger al terreno verbalizable o a la arena política de cada cual.

¿Se podría establecer una relación causa-efecto?

Depende de la intensidad y de lo diferente que sean el resto de influencias culturales que circunden al joven y construyan su cosmovisión, ideología, sentido común, etc. En definitiva, las fuentes de donde se provea para consolidar sus valores y contravalores. Si el espectador adolescente tiene unos padres que valora positivamente y unos amigos con pensamiento a contracorriente, el flujo del videoclip dominante hallará su poder más atenuado y el joven, por sí mismo, podrá rechazar los efectos de gran parte de este flujo. Aunque ello no signifique que no le afecte, debido a su omnipresencia en muchos espacios de sociabilización (discotecas, pubs, gimnasios, centros comerciales, etc). Sin embargo, si la mayoría de su entorno afectivo próximo tiene un pensamiento prosistema, el flujo del videoclip dominante funcionará como un seductor y poderosísimo continuo de adoctrinamiento disfrazado de entretenimiento.

¿Cómo se pueden defender/proteger los adolescentes de los mensajes que transmiten los videoclips, siendo algo aparentemente inocuo?

En primer lugar, lo prioritario es que la sociedad y en particular la comunidad educativa se conciencie del impacto que el videoclip dominante tiene en sus vidas y entiendan que su producción es fruto genuino de la cultura juvenil financiada con criterios capitalistas. Éste es uno de los objetivos fundamentales del libro. En segundo lugar, fomentando una educación crítica con ejemplos positivos contrarios a los mensajes negativos más recurrentes del flujo del videoclip. En este sentido, desde el sistema educativo, es urgente alfabetizar audiovisualmente a la juventud. Del mismo modo que se enseña a leer y a escribir a los alumnos se les debe enseñar a “leer” y a crear audiovisualmente para que sean menos manipulables a este tipo de lenguaje que, a la postre, es el más poderoso de todos como viene demostrando desde hace decenios la televisión. De este modo, ellos mismos podrán rechazar los mensajes más zafios de los videoclips dominantes, aquellos que son claramente misóginos, racistas, sexistas, clasistas, antihumanistas, etc.

Desde luego la censura no es la solución y en ningún caso abogo por ella. Otra cosa es que estuviera bien que las instituciones públicas catalogaran los videoclips por edades antes de comenzar el metraje, para dar información a los padres, tutores, etc., y a los propios jóvenes que quisieran hacerles caso. Otra posibilidad es que las instituciones obligaran a las empresas difusoras a ceñir la emisión de videoclips según sus contenidos a diversos horarios previamente estipulados para niños, adolescentes, adultos, etc. como sucedía con la televisión offline. Actualmente, YouTube, como verdadera televisión global online, emite para todas las franjas horarias dada la amplitud internacional de su mercado y hacerlo para diferentes franjas según territorio de consumo le supondría, hoy día, un coste adicional que sin obligación gubernamental de por medio no asumirá.

Desde el sistema educativo es urgente alfabetizar audiovisualmente a la juventud. Del mismo modo que se enseña a leer y a escribir a los alumnos se les debe enseñar a “leer” y a crear audiovisualmente para que sean menos manipulables a este tipo de lenguaje. De este modo, ellos mismos podrán rechazar los mensajes más zafios de los videoclips dominantes, aquellos que son claramente misóginos, racistas, sexistas o clasistas.

¿Qué peso tienen los videoclips frente a otras instituciones de socialización, como la familia, la escuela, las amistades,…?

Frente a la familia cada vez mayor, pues las familias, en especial las de clase trabajadora, cada vez educan menos a sus hijos. En las últimas décadas, como no se produjo una reducción de la jornada laboral equivalente, debido a la progresiva incorporación de las mujeres al mercado laboral, esto dio como resultado una menor presencia educacional de los progenitores en casa. En especial de las madres que, tradicionalmente, eran las encargadas de esas tareas de cuidado y reproducción familiar. Es decir, si antes cada núcleo familiar dedicaba 8 horas a trabajar para el capital y 8 horas para las tareas del hogar (entre ellas la educación de los menores), ahora tenemos 16 horas de trabajo para el capital y… ¿cuántas para la reproducción del hogar y la educación de los pequeños? La incorporación de las mujeres al mercado capitalista, que supuso una innegable mejoría para muchas de ellas al hacerlas menos dependientes de los hombres, como no se acompañó de una reducción de la jornada laboral de las y los asalariados, supuso un aumento de la masa del tiempo familiar dedicado a garantizar los beneficios de la clase empresarial.

Además, los crecientes procesos de automatización de las actividades productivas gracias al desarrollo de la tecnología y las revolucionarias mejoras en los procesos de inteligencia artificial, aumentaron el paro estructural en todo el mundo e hicieron que al crecer el ejército de parados, las jornadas, de facto, aumentaran en las empresas (más horas extras, más jornadas en negro, menos vacaciones, etc.) tanto para hombres como para mujeres. Ahora padres y madres no sólo están menos tiempo con los hijos sino que cuando llegan a casa, la calidad de su tiempo es menor pues se hallan más agotados tanto física como psicológicamente. Y como sabe cualquiera que tenga hijos, educar requiere de mucho tiempo y esfuerzo. Si se acorta el tiempo y se sustraen la mayoría de fuerzas de los progenitores porque se desvían para la reproducción ampliada de capital, los menores serán educados por otros agentes ajenos a quienes les dieron la vida. Y aquí entran la escuela y las amistades, pero, sobre todo, la industria cultural.

La primera, pese a que todavía es muy importante y cuenta con excelentes profesores, cada día se halla más devaluada a los ojos de los adolescentes, pues debido a la crisis les ha quedado meridianamente claro que conseguir títulos no garantiza tener un buen puesto de trabajo, ni siquiera un trabajo a secas. Entonces, ¿por qué van a dedicar tanto esfuerzo a estudiar? Así, la cultura no cotiza al alza en sus cosmovisiones. La segunda, las amistades, continúan siendo una importantísima fuente de producción y reproducción de valores e ideologías, lo que ocurre que se nutren de los mismos agentes que nutren a cada joven, es decir: la familia, la escuela, las industrias culturales, etc. De este modo, nos encontramos que en un contexto de reducción de la presencia parental en el hogar y devaluación de las instituciones educativas, la industria cultural se ha transformado en la principal educadora de los jóvenes. Y aquí la dictadura del videoclip, es decir, los videoclips dominantes, funcionan como poderosos reproductores de hegemonía pues son la principal herramienta comunicacional sobre la que se construye el estrellato de las celebridades del pop, como señalé anteriormente, los ídolos de la industria cultural más admirados por la juventud global. A años luz de celebridades de otros sectores. Sirva como ejemplo que de las 100 cuentas más seguidas en Twitter, por cada as del deporte o cada celebridad del cine, hay nueve estrellas de la música. Ellas son las encargadas de educar a los jóvenes con un currículum muy diferente al utilizado en los centros educativos y con un público que trasciende los límites de los Estados-nación o las diferentes regiones, dado el alcance del mercado mundial capitalista.

Hay videoclips que plantean otros mensajes y han conseguido gran éxito (por ejemplo, All about that bass de Meghan Trainor es una defensa de la aceptación del cuerpo frente a los cánones de belleza impuestos), ¿cómo los evalúas?

Como la excepción que confirma la regla y como una farsa (como lo fue Adele antes de su abrupto adelgazamiento). Meghan Trainor trabaja para Sony Music, una de las tres grandes discográficas que controlan más del 92% del flujo dominante de videoclips y All About That Bass es propiedad de Vevo, la empresa que posee el canal mayoritario de este flujo en YouTube. O sea, las mismas empresas que transmiten los cánones que supuestamente Trainor critica en el vídeo. ¿Curioso, verdad? Y digo “supuestamente critica” porque en un  vídeo posterior de la cantante (Dear future husband) todos los chicos que en la trama la pretenden son modelos de cuerpos atléticos, no hay ningún hombre de su fisonomía. Entonces, ¿en qué quedamos?

En realidad, todo se trata de una estrategia de promoción para llegar a ese público que no se identifica con las esculturales mujeres que salen de protagonistas de los videoclips y además se sienten incómodas con que sólo haya este tipo de arquetipos. Una vez atraído ese sector del público femenino, se le podrá vender con mayor éxito redes sociales para ligar como POF (que Trainor anuncia), donde se les invitará a pensar que pueden lograr citarse con chicos tan guapos como los que intentar conquistar a la cantante en el vídeo. Es un negocio que se basa en criticar hipócritamente las reglas que siguen los dueños de ese mismo negocio. Entiendo que a muchas adolescentes con cuerpos considerados como “no deseables” y dotes musicales les pueda parecer inspirador que una cantante como Trainor, con un físico distinto al arquetipo dominante del videoclip más comercial, pueda triunfar en la industria de la música. Eso fortalece el mito de “el que vale, triunfa”. Seguro que es alentador para ellas. El problema es que es un espejismo prefabricado por la misma oligarquía mediática que margina a las cantantes según su físico, aunque tengan grandes dotes musicales. Es un espejismo que cumple su objetivo. Del mismo modo ocurre cuando los obreros piensan que podrán abandonar la desdichada vida que padecen en el sistema porque puede caerles la lotería que compran todas las semanas y hacerse ricos. Tienen menos posibilidades, matemáticamente, que les caiga un rayo en la cabeza. Pero la lotería y Trainor funcionan igual: consuelan y llenan determinados bolsillos.

Lo cierto es que el flujo del videoclip dominante está gobernado por lo que llamo la dictadura de los guapos. En sólo uno de cada cuatro vídeos aparecen personas con físicos que pudiéramos considerar “mayoritarios”, es decir, todo lo que no son atractivos y bellos modelos. Con una larga lista que incluye personas con sobrepeso, obesas, muy delgadas, bajas, muy altas, “feas”, mayores, discapacitados, etc.  Pero es que cuando aparecen representantes de ese gran colectivo de gente corriente, en la mayoría de casos son como secundarios, malvados o perdedores de las tramas. Cantantes con grandes voces y con mucho talento son marginados por la gran industria de la música por tener un aspecto físico considerado sexualmente no atractivo. Se llega al extremo de eliminarlos del vídeo y substituirlos por atractivos modelos que incluso a veces simulan cantar la canción. Los cantantes también pueden “ceder” su protagonismo a púberes. Justo lo que ocurre con la célebre Sia en todos sus vídeos de éxito. Toda esa leyenda de que su rostro no aparece en los vídeos porque ella no quiere ser famosa es un cuento de la industria reproducido obedientemente por ella misma. No aparece porque tanto ella como los empresarios que la auspician saben que si lo hicieran correrían el riesgo de no atraer al mismo público y por tanto, ganarían mucho menos dinero. Hoy en día, clásicos de la música popular que triunfaron hace décadas como Elton John, Freddie Mercury, Prince, Cindy Lauper o el fallecido David Bowie no hubieran podido triunfar como lo hicieron en la primera liga de la música de masas porque las nuevas reglas del negocio musical les hubieran impedido el paso al público mayoritario. ¿La razón? No eran lo suficientemente guapos ni físicamente atractivos. Ni las discográficas querrían apostar por ellos lo suficiente para que alcanzaran al gran público ni las empresas anunciantes querrían promocionar sus mercancías en sus vídeos. Las y los guapos producen una disonancia cognitiva en el público llamada efecto halo que la industria explota para el único fin que para ella cuenta: acumular beneficios.

Hoy en día Elton John, Freddie Mercury, Prince, Cindy Lauper o el fallecido David Bowie no hubieran podido triunfar como lo hicieron en la primera liga de la música de masas porque las nuevas reglas del negocio musical les hubieran impedido el paso al público mayoritario. ¿La razón? No eran lo suficientemente guapos ni físicamente atractivos.

¿Consideras que los videoclips son uno de los peajes que impone la industria para poder llegar a un público masivo?

Por supuesto. Hoy en día no hay una canción de éxito sin su videoclip mainstream. Cada vez más, la música se consume por la vista y el posterior consumo exclusivamente auditivo que podamos tener en nuestros hogares o en los espacios públicos está fuertemente condicionado por los recuerdos visuales anexos a sus conocidas melodías. Por ejemplo, es imposible haber visto un videoclip de Rihanna y luego escuchar esa misma canción sin que el recuerdo visual de Rihanna o el vídeo asome por nuestras mentes. ¿Qué mejor publicidad?

¿Se puede lograr esa hegemonía de otros modos, sin pagar esos peajes?

Es imposible acceder al mercado musical mayoritario sin entrar al flujo del videoclip dominante. Sólo tres grandes discográficas que también son distribuidoras controlan el negocio, si no aceptas sus reglas te quedas fuera del Olimpo manufacturado de Dioses y Diosas del pop. Si un músico desoye sus órdenes, quedará fuera de la iconosfera-mundo, es decir, será un completo desconocido del imaginario colectivo compartido por la mayoría de habitantes del planeta. Su carrera quedará, en el mejor de los casos, restringida a nichos de mercado.

¿Cómo se podría crear una industria cultural que se rija por otros presupuestos y consiga ser mayoritaria?, ¿es posible o hay que abandonar esa idea?

En mi opinión no sólo creo que no hay que abandonar esa idea sino que considero que hay que considerarla como prioritaria en nuestra agenda política. Si queremos superar el capitalismo (o el neoliberalismo, que sólo es su forma actual unido a aquel como nuestra piel a nuestro esqueleto), es urgente que las organizaciones anticapitalistas unan sus fuerzas bajo un programa de mínimos y financien una industria cultural contrahegemónica con vocación de ser mayoritaria. Una industria cultural, que es lo mismo que decir una industria de las conciencias por mal que suene, ya que al final de eso se trata. Una industria a contracorriente que difunda sus propios valores e ideología. Una industria cultural compuesta de diversas industrias culturales como la cinematográfica, musical, literaria popular, etc. Así tendríamos nuestras propias películas, discos, videoclips, bestsellers, etc., contrahegemónicos. De ese modo llegaríamos a las mayorías.

No se puede competir con productos audiovisuales como los videoclips dominantes consumidos por miles de millones de jóvenes en todo el mundo con artículos o libros izquierdistas apenas leídos por miles de ellos en diferentes regiones. Es una relación de 1.000.0000 contra 1. No hay posibilidad de victoria. De ahí que las posiciones de izquierda en el mundo se vayan continuamente debilitando desde la popularización de la cultura audiovisual de masas, en especial entre los jóvenes, que paradójicamente son y serán los mayores afectados de su inacción política con el aumento incontenible del paro estructural en el sistema-mundo capitalista. ¿Has visto la composición demográfica de las asambleas de las organizaciones de izquierda de las últimas décadas? ¿Cuántos de sus miembros tienen entre 15 y 24 años? Es necesario que construyamos una hegemonía cultural e ideológica socialista o de lo contrario, de continuar del mismo modo, iremos a peor en el marco del capitalismo que, no lo olvidemos, sigue sus propias leyes. Para ello tenemos que alcanzar a las mayorías y requerimos unir fuerzas, pues con las mismas personas que ahora están trabajando divididas en multitud de medios alternativos, organizaciones políticas de izquierda, etc. tendríamos una fuerza mucho mayor que superaría la mera suma de organizaciones gracias a las ventajas de la economía de escala y al efecto multiplicador de concentrar esas producciones bajo una misma “marca” socialista, anticapitalista y, en definitiva, contrahegemónica. Eso no significaría el fin del debate o las diferencias entre las agrupaciones que constituyeran esta industria cultural socialista, sino simplemente alcanzar mejores resultados uniendo fuerzas en aquello que estuviéramos de acuerdo contra un enemigo que, de no hacerlo, acabará por fagocitarnos a todos. Incluso, a gran parte de sus componentes.

Por lo pronto te diría que no soy moralista, al menos no como se suele entender ese adjetivo cuando se utiliza popularmente a modo de crítica. Si alguien quiere comprobarlo sólo tiene que buscar por internet el tipo de obra plástica que realizo, donde la sexualidad y ciertas provocaciones son temáticas y actitudes comunicativas recurrentes. El problema no son los temas, motivos o actitudes que se traten en o revistan las producciones culturales sino la forma de abordarlos, las intencionalidades, los públicos, el marco, sus funcionalidades sistémicas, etc.

Normalmente, cuando alguien considera moralistas las posiciones de otra persona es porque, curiosamente, la moral que quiera o no hace pública difiere de la suya propia. Es parte del mito de la secularización de la moral, parcialmente ligado al quimérico intento de privatización de la religión al espacio personal. Sin embargo, por mucho que suene antipático para ciertos sectores de izquierda, en realidad, moral tenemos todos, aunque la (mal) disfracemos con el nombre de ética. La ética es la reflexión sobre la moral (o morales) de cada individuo, sociedad o época particular. Pero los que reflexionan sobre ella también tienen su propia moral. No son seres etéreos e impolutos de toda moralidad que sobrevuelan los cielos en medio de un nirvana infinito donde su interactuación con el mundo no esté definida por unas jerarquías perceptivas y emocionales que les orienten sobre lo que para ellos está bien o mal.

Te pondré un ejemplo con el caso del videoclip. Imagina que dentro de 30 años siguiésemos viviendo en el marco del capitalismo (algo desgraciadamente bastante probable) y ya se hubieran popularizado entre el gran público un nuevo tipo de videoclips dominantes: el porno. Algo que tarde o temprano, de continuar así las constantes actuales, muy posiblemente, sucederá. En estos vídeos, las estrellas musicales cantarían mientras realizarían sexo explícito con otras personas y/o estrellas de la canción. Llegados a este punto, ¿cuál sería el siguiente paso? ¿cómo podría la industria seguir llamando la atención mediante esta hipersaturación sexual? ¿cómo podría rizar el rizo? Imagina que en ese contexto, diez años después y hastiados de los videoclips porno dominantes, como otra vuelta de tuerca más, comenzaran a lanzarse “rompedores” vídeos donde las estrellas del pop, los Pitbull y los Justin Bieber del futuro, aparecieran manteniendo relaciones sexuales en extrañas orgías con diversos animales y con niños y niñas de seis años mientras cantaran alegres canciones evasivas. Disculpa la dureza de la imagen pero si hoy nos trajeran esos vídeos en una máquina del tiempo, nadie, después de verlos, apuntaría con la frialdad del analista: ¡Eso no es ético! Sino por el contrario, la mayoría exclamaríamos consternados… ¡Es repugnante!, ¡una salvajada!, etc. ¿Seríamos moralistas por ello? Desde luego, nuestro juicio se emitiría en relación con una moral particular establecida en nuestra cosmovisión, en un sentido común dependiente de aquella. Un buen sentido común gramsciano e implícito que rechazaría esas producciones audiovisuales porque en la actualidad afortunadamente afirma que los niños no tienen la madurez física ni psíquica necesarias para mantener relaciones sexuales, menos con adultos. Por lo cual deben ser protegidos por la sociedad y especialmente cuidados para desarrollar actividades propias de su etapa vital. Y ese mismo buen sentido común del presente condenaría esos vídeos musicales por entender que cuando los seres humanos copulan con animales estamos tratando una parafilia particular muy poco sana para una persona adulta y, por cierto, nada respetuosa con los propios animales.

Si en 1981, año que se estrenó la MTV, hubiera aparecido un vídeo donde la cantante principal apareciera torturando a una mujer y asesinando y descuartizando a su marido por dinero, mientras en la escena final luciera desnuda recostada triunfalmente fumando un puro, cubierta de sangre y billetes de dólares, muchos habrían rechazado el vídeo tildándolo de inmoral. Pero ese videoclip existe en la actualidad y a la gran mayoría de sus jóvenes consumidores no les parece mal. Se llama Bitch Better Have My Money (“Zorra, más vale que tengas mi dinero”) y está protagonizada por la estrella más importante del vídeo musical: Rihanna. Ningún medio mayoritario, hasta donde conozco, ha cuestionado la validez de su mensaje para el público adolescente al que va dirigido. Muchos jóvenes incluso celebran lo “atrevido” de su trama. El sentido común se ha modificado y comportamientos anteriormente considerados poco instructivos o rechazables se han naturalizado mediante el espectáculo de su representación en la industria cultural. Hay más ejemplos: vídeos que animan a los jóvenes a traficar con cocaína, otros que insistentemente proclaman que lo más importante de la vida es el dinero advirtiendo a sus seguidores que nada ni nadie los debe alejar de él u otros que aconsejan desde los estribillos que los hombres no se fíen de las mujeres porque son todas “unas putas”. Tal cual. En fin, la lista, desgraciadamente, es muy extensa. ¿Sería moralista preocuparse por el hecho de que cantantes promocionados por millones de dólares y seguido por millones de jóvenes canten en sus vídeos que todas las mujeres son unas “putas”, “zorras”, etc.? ¿Es moralista pensar que este ejemplo pueda aumentar los índices de violencia machista y sepultar todos los programas públicos habidos y por haber a favor de la igualdad entre los y las adolescentes?

La moral, como la ideología, la tenemos todos y se modifica a lo largo del tiempo como el resto de la cultura humana incidiendo en ella tanto las vicisitudes del modo de producción dominante como el estado de la lucha de clases en cada contexto histórico. El problema es que es un asunto del que se suele hablar poco porque puede suscitar desencuentros y retratarnos públicamente ante la moral de los demás. Y eso siempre es peligroso. En particular, frente a la moral de los poderosos, que, con gran diferencia, suele destacarse por su sorprendente laxitud respecto a la suerte de los dominados.

Fuente de la entrevista: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-dictadura-del-videoclip/

Fuente de la imagen: http://www.elviejotopo.com/wp-content/uploads/2017/01/ilustraciocc81n-219-copia.jpg

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Las voces silenciosas

Por: Carolina Vásquez Araya

De nada sirve una voz de alerta cuando no hay quién la escuche.

No sé cuál síndrome podría calzar, pero a mi mente vienen algunos cuyas características incluyen gran tolerancia al dolor, una constante tendencia al ensimismamiento, disminución de la atención, de la memoria y otras funciones indispensables para el desempeño normal de una persona o de un grupo social. He buscado todas las posibles razones para tanto silencio colectivo y me propuse interrogar a personas cercanas para recibir alguna luz capaz de explicarme el porqué de su apatía. Durante este ejercicio, una y otra vez he recibido similares respuestas: “no leo periódicos”, “cancelé mi suscripción”, “ya no te sigo en Facebook porque a diario publicas asesinatos y esas cosas”, “no veo televisión local, me deprime”, “no creo en la política”, “esto nunca va a cambiar”, “no necesito enterarme” y así por el estilo.

Hasta que ¡por fin! veo abrirse una fisura por la cual se desliza el concepto preciso: “la alienación de tipo social se encuentra estrechamente vinculada a la manipulación social, la manipulación política, la opresión y la anulación cultural. En este caso, el individuo o la comunidad, transforman a punto tal su conciencia de manera de convertirla en contradictoria con lo que se espera normalmente de ellos.” Así descrito, me parece reconocer de inmediato el síndrome que explica el silencio y el encierro voluntario, la resignación ante lo aparentemente inevitable y, sobre todo, la respuesta ante el miedo y la amenaza, protagonistas de nuestro entorno.

¿Por qué perdemos la memoria? ¿Qué motiva nuestro afán de olvidar un pasado cuyos elementos permanecen vivos y golpean con fuerza demoledora a las causas sociales, a la justicia y a las oportunidades de desarrollo de una nación? Me parece posible identificar allí el punto neurálgico, ese centro del dolor al que deseamos aislar para no sufrir, ese pequeño aleph protegido con uñas y dientes para no volver a experimentar la dura sensación de fracaso. Entonces, cual mecanismo psicológico natural, dadas las circunstancias, nos volcamos hacia las neblinas mediáticas del entretenimiento, del chisme y la fanfarria política para por lo menos creer en nuestra voluntad de participar. Sin embargo la mentira no dura indefinidamente y, poco a poco, volvemos a la concha sólida de la cotidianidad mientras las amenazas del pasado toman cuerpo.

Este síndrome devastador para la integridad de una sociedad se presenta en relación directa con su capacidad de negación; las actividades rutinarias pueden durante un tiempo enterrar sus miedos más profundos, pero solo hasta que las amenazas comiencen a hacerse realidad con una fuerza potenciada por el silencio. De fenómenos colectivos caracterizados por el “no querer saber” hemos visto a lo largo de la Historia el surgimiento de sistemas oscurantistas capaces de anular la voluntad de las grandes comunidades humanas, convirtiéndolas en cómplices de su propia desgracia, de la destrucción de sus logros más queridos y de todas sus libertades.

Para semejante mal, la cura es el examen de conciencia. Uno capaz de sacar de los armarios los cadáveres ocultos, iluminar los rincones y sacudirle el polvo a leyes y normas cuyo imperio se debe restablecer. La discusión, el debate y el reconocimiento de problemas comunes es un ejercicio valioso por ser la única vía para encontrar soluciones de beneficio colectivo. Desde ese punto de convergencia resulta posible combatir el ostracismo individual y transformar la dinámica social en un factor efectivo de cambio. De lo contrario se comete una especie de pecado de abstención, cada día más caro y destructivo.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223486&titular=las-voces-silenciosas-

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Guerrilla Semiótica: La Revolución de la Comunicación por todos los Medios

Por Fernando Buen Abad

No esperaremos a que se desvanezca por sí solo el monstruo mediático de las “mil cabezas”. Quitémosle, por lo pronto, la base de sustentación que es nuestro cerebro. Ni todas las asimetrías -realmente existentes- en el escenario de la Guerra Comunicacional planetaria, alcanzan para convencernos de quedarnos quietos. Para que seamos incapaces de comprender la realidad y transformarla, la burguesía nos atiborra el cerebro con ilusionismo consumista. Basta. En todas las “ideas” de la clase dominante existen componentes extorsivos para convencernos, directa o indirectamente, de ser esclavos felices. Ya podríamos desarrollar una Guerra de Guerrillas[1] Semiótica que tuviera por objetivo “asaltar los cielos” de la libre expresión socialista con una Revolución de la Comunicación por todos los medios. ¿Qué hace falta?

Guerrilla Semiótica: La Revolución de la Comunicación por todos los Medios

Es falso que nada puede hacerse, es falso que los monopolios son intocables e indemnes, es falso que nos quede sólo la resignación y el silencio. La estructura toda del capitalismo está plagada con fisuras originadas por la improvisación y el empirismo de su desarrollo anárquico y dispendioso. Trabajaríamos como ciegos si asumimos como verdad absoluta esa super mentira (propagada a los cuatro vientos) sobre lo “intocables” que son los monopolios de la comunicación del capitalismo. Su peor debilidad, la más grande, es la organización política de los pueblos con fortaleza crítica.

Podríamos desarrollar un inventario de “fisuras” y “grietas” del capitalismo, medidas por antigüedad, espesor, profundidad y vulnerabilidad. Podríamos evaluar con qué hacerle más daño a los medios y los modos que la burguesía emplea contra el pueblo trabajador para embrutecerlo, alienarlo y explotarlo. Podríamos recorrer las experiencias exitosas y repetirlas, perfeccionándolas. Podríamos, incluso, organizarnos con un solo plan multiplicado por miles de frentes para cercar a las matrices ideológicas burguesas con una pinza de crítica aguda, científica, popular y revolucionaria.

Hace falta la audacia, el talento, la claridad política y el sentido de clase que, por ejemplo, Hugo Chávez desarrolló con su “Aló Presidente”: los recursos mínimos con el máximo resultado semántico y político. Hace falta la síntesis y el sentido de la Historia que tuvieron las “Tesis de Abril”; hace falta la poesía de Miguel Hernández, la pasión de Flores Magón; el pundonor de Rodolfo Walsh; la firmeza de John Reed. Hace falta el clima de las radio difusoras revolucionarias de Bolivia y las certezas antimonopólicas de las leyes de medios ensayadas en la Patria Grande. Hace falta la disciplina y la entrega de los medios alternativos y comunitarios. Por citar algunos ejemplos y fuentes de inspiración moral y ética. Pero, principalmente, hace falta un programa Revolucionario para la comunicación emancipada y emancipadora. Independencia política en la independencia semántica.

Con todas esas fuerzas y con las riquezas comunicacionales, desarrolladas históricamente en la resistencia y en la vanguardia, debemos fundar un programa internacionalista de acción semiótica para revolucionar íntegramente la producción social de sentido. Derrotar todas las instituciones ideológicas de la burguesía, sus santorales eclesiásticos, académicos, empresariales y faranduleros… (aunque a veces no se sepa cuál es cuál). Debemos emancipar a los diccionarios, devolverles su derecho social a la libertad semántica y a la renovación dialéctica de los significados. Recuperar el derecho a producir sentido libremente bajo el único acuerdo necesario de ser útil a la emancipación humana y a la superación definitiva del capitalismo. A un mundo sin clases, sin patrones y sin explotación.

Una Guerra de Guerrillas[2] Semiótica ha de operar en los rincones más inhóspitos e inopinados… en las categorías más invisibles. Zonas aparentemente impenetrables de esa “mentalidad sumisa” que estudió Vicente Romano. Ahí donde reina una “tradición” entrar a modificar el sentido en clave popular y revolucionaria. Ahí donde hacen su nido los prejuicios, romper los moldes y re-semantizar los hábitos. Ahí donde las supercherías, los preconceptos, los dichos y los refranes… esclerotizan ideas con moldes moralistas, fracturar la lógica del discurso para que desemboque en un imaginario transformador y revolucionario. Ahí donde las idiosincrasias sancionan vidas y reprimen cambios… detonar los contenedores y limpiar los tóxicos ideológicos que carcomen la libertad humana. Revolucionar los significados.

No permitas que los noticieros burgueses te convenzan de odiar a tu propio pueblo. Que nunca más nos impongan sus definiciones ni sus diccionarios. Cada vez que un noticiero burgués usa la palabra “polémico” para referirse a un líder social, está induciéndote a que lo veas como amenaza. No te tragues el odio oligarca como si fuese tuyo. Piensa. El 90% de las matrices ideológicas de los medios burgueses es antipolítica. Superproducciones, miniseries, noticieros… para des-movilizarte. Todas las veces que un informativo use la palabra “enfrentamiento” entre luchadores sociales y policías ¡miente!. Es represión vil pero maquillada. Todos los días debes defenderte de la ideología dominante: nada que te humille, nada que te duela, nada que te endeude, nada que te embrutezca. Dignidad. En boca de la derecha la palabra “referéndum” significa odio al pueblo. No te engañe el democratismo burgués ni su llanto de cocodrilo.

La Guerrilla Semiótica requiere, por ejemplo, bombarderos de precisión para demoler las matrices ideológicas que obligan a los pueblos a votar en su contra. Hay que ganar la gran batalla contra la infiltración de ideología burguesa en nuestras propias casas y hasta la cocina. Guerrilla Semiótica significa audacia de la inteligencia para desmoronar los castillos ideológicos de la clase dominante y derrotarlos con el razonamiento enamorado de la inteligencia revolucionaria y socialista. Emancipar conciencias. Una Guerrilla Semiótica requiere de acción emancipadora y multiplicadora en los territorios más invisibles de la conciencia. Emancipación. Cada quien debe asumir su responsabilidad y su trinchera en la Guerrilla Semiótica. Desmontar el diccionario del engaño con que nos ha derrotado más que por la fuerza. Tarea urgente.

[1] “…La «guerra pequeña» o guerrilla -pequeños destacamentos de maniobras independientes unos de otros- procura debilitar y extenuar al adversario…”. León Trotsky, GUERRILLA Y EJÉRCITO REGULAR: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1919/24vii.htm

 

[2] “…Si por guerrilla se entiende, un método de maniobras rápidas y ligeras, de incursiones, súbitas…” León Trotsky, GUERRILLA Y EJÉRCITO REGULAR: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1919/24vii.htm

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/Guerrilla-Semiotica-La-Revolucion-de-la-Comunicacion-por-todos-los-Medios-20160928-0004.html

Imagen: nos-comunicamos.com.ar/sites/default/files/styles/large/public/imagenes/show.jpg?itok=NtpCTmqL

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