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Medio Ambiente: El fenómeno La Niña y la deforestación golpean a la mariposa monarca en Norteamérica

Las autoridades ambientales de México han registrado una disminución en las hectáreas de bosque que ocupa el insecto, lo que aumenta los temores sobre su preservación.

El pasado 19 de septiembre cruzaron el Río Bravo las primeras mariposas monarca en su viaje migratorio hacia los bosques de Michoacán y el Estado de México, donde se protegen del invierno colgadas de los árboles en enormes racimos. La fecha ha llamado la atención de las autoridades ambientales mexicanas, porque representa un adelanto en la temporada tradicional de migración, que es en octubre. Pero lo que más les ha desconcertado es una disminución en el número de hectáreas de bosque que este año ocupan las mariposas, una de las más bajas registrada desde 2018. Los ambientalistas ponen sus ojos en las temperaturas extremas generadas por La Niña —un fenómeno en el que desciende la temperatura global y que está cada vez más agudizado por el cambio climático— y la deforestación registrada en la reserva que es el santuario de la mariposa para explicar este cambio de comportamiento, que aumenta los temores sobre su preservación.

La mariposa monarca vuela a lo largo de 5.000 kilómetros desde Canadá hasta México para hibernar y reproducirse, en lo que es uno de los mayores espectáculos naturales del mundo. Este invierno, sin embargo, las monarca han cubierto apenas 2,1 hectáreas de terreno, una reducción marcada si se compara con la temporada de 2018, cuando ocuparon más de 6 hectáreas de bosques. Si esta tendencia continúa, las autoridades temen que se llegue a la situación de 2014, cuando las colonias de mariposas disminuyeron en un 95%, con apenas 0,67 hectáreas ocupadas. La desaparición de una flor conocida como algodoncillo, manjar para las mariposas que la tienen como una de sus principales fuentes de alimento, las temperaturas cada vez más extremas en invierno y la tala de los bosques donde está su santuario ponen en riesgo la migración de la mariposa y su propia supervivencia.

Jorge Rickards, director del World Wildlife Fund (WWF) en México, ha informado este jueves que entre 2019 y 2020 se han perdido 20,2 hectáreas de bosque en la reserva de biosfera de la mariposa, 13,3 de ellas debido a tala clandestina, lo que afecta las reservas de agua esenciales para garantizar la permanencia en la región de la monarca. “Sin duda el tema de la humedad del suelo, del ambiente, son elementos esenciales para la mariposa monarca”, ha explicado Rickards en conferencia de prensa. “En la medida que permitimos la degradación del bosque hay menos captación de agua, con efecto negativo para las monarca”. Gloria Tavera, bióloga de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, cataloga el fenómeno como “estrés hídrico” y asegura que este invierno colonias enteras de mariposas han bajado en busca de agua a las casas de los poblados cercanos a su santuario.

El santuario de la monarca, que es compartido entre los Estados de Michoacán y de México, está amenazado por el auge del cultivo del aguacate, fruto que tiene una gran demanda en Estados Unidos y del que Michoacán es el primer productor mundial. Muchos campesinos, agobiados por la pobreza, derriban los bosques de pino para cultivar el llamado oro verde. Pero en la destrucción del manto forestal también participan mafias que desarrollan toda una economía ilegal que incluye a taladores, centros clandestinos de procesamiento de los recursos forestales y transportistas, cuyo jugoso negocio es sacar de forma encubierta las materias primas, principalmente madera de pino, encino y oyamel. “Es difícil establecer la causa precisa del aumento de tala [durante el periodo 2019-2020]. Sin embargo, el cambio de uso del suelo es el tema que debe frenarse con mayor apoyo a todas las comunidades. Es necesario el aumento de programas de apoyo a proyectos productivos sustentables”, dice Rickards, del WWF.

A la pérdida del bosque se unen las temperaturas extremas que se registran en Norteamérica como consecuencia del cambio climático. Este año se ha producido el fenómeno La Niña, que tiene el potencial de generar un invierno más crudo. “En 150 años no habíamos visto esas bajas temperaturas en Texas y desde 1962 no había fríos tan extremos en Tamaulipas”, afirma Gloria Tavera. Esta bióloga dice que las heladas degradan los bosques y afectan los campos de flores donde se alimentan y reproducen las mariposas monarca, lo que preocupa especialmente a los ecologistas. “No ha habido mucho movimiento de apareamiento en las colonias, y en primavera las mariposas están listas para regresar [a Canadá]”, explica. “Esperemos que suban las temperaturas en la siguiente temporada para mantener este fenómeno migratorio vivo”, dice la bióloga. Si el frío vuelve a ser extremo, la monarca perderá su cálido refugio mexicano y con ello se acabaría su deslumbrante fenómeno migratorio.

Fuente: https://elpais.com/mexico/sociedad/2021-02-26/el-fenomeno-la-nina-y-la-deforestacion-golpean-a-la-mariposa-monarca-en-norteamerica.html

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Migración y trata: emigrar siendo mujer

Nos enfrentamos a una naturalización sociocultural de la violencia contra las mujeres que provoca que el tráfico con fines de explotación sexual sea uno de los delitos más tabúes de nuestro tiempo.

Es innegable que la desigualdad de género sufrida por mujeres y niñas, tanto a nivel social como económico y político es generalizada y evidente en todo el mundo. Aunque en situaciones mucho más extremas, como es el caso de las migraciones forzosas, esta desigualdad se multiplica por cien, y provoca que la mayor parte de mujeres acaben siendo víctimas de violencia de género y/o trata con fines de explotación sexual. Esta violencia no termina con el fin del trayecto, sino que puede incluso agravarse en el país de destino o en el contexto de refugio. Por lo tanto, las cuestiones de género, en cualquier debate sobre las causas y consecuencias de la migración regular e irregular y el desplazamiento forzado, son cruciales.

El género no solo condiciona los motivos por los cuales se migra, sino que tiene un papel realmente importante en las experiencias que se vivirán durante el trayecto migratorio y, posteriormente, en la integración e inserción sociolaboral en el país de destino. Según ONU Mujeres, las mujeres representan casi la mitad de los 244 millones de migrantes y la mitad de los 19,6 millones de personas refugiadas del mundo. Este es un dato ante el cual no podemos permanecer impasibles, ya que, tal y como asegura el último Informe Mundial de la Trata de Personas de 2020, la representación femenina se ha ido incrementando de modo que de cada diez víctimas detectadas a nivel mundial, unas cinco son mujeres adultas y dos son niñas. En España, a día de hoy, no hay datos exhaustivos sobre el porcentaje de migrantes en cuanto a edad y género, pero se sabe que el porcentaje de niñas puede ser llamativo. Se encuentran totalmente invisibilizadas, ya que la imagen que se han encargado de vender algunos medios y partidos políticos anti-inmigración en cuanto al menor extranjero es la del adolescente marroquí varón.

Nos encontramos ante una grave falta de visibilidad del colectivo femenino en estas circunstancias y nos enfrentamos a una naturalización sociocultural de la violencia contra las mujeres que provoca que la trata con fines de explotación sexual sea uno de los delitos más tabúes de nuestro tiempo, debido al desconocimiento y a la ocultación de sus mecanismos y funcionamiento reales, provocando que las mafias e instituciones se lucren de ello a niveles mucho más altos.

Se deben crear nuevas leyes que valoren el grado de vulnerabilidad en el que se ven inmersas las mujeres

¿A cuántas mujeres o niñas hemos visto en las imágenes de los informativos saltando la valla? Debemos tener en cuenta las alternativas a las que las migrantes tienen que recurrir, o las situaciones de violencia forzosa en las que pueden llegar a encontrarse solo por el hecho de ser mujeres, lo que añade una mayor vulnerabilidad. Debemos analizar estos hechos a tiempo de revisar la legislación europea en materia migratoria y de cooperación desde una perspectiva de género e incluyendo el delito de trata en el ámbito de los derechos humanos, ya que existe una impunidad ante las actuales políticas de gestión migratoria europeas que permiten y aceptan que se den este tipo de situaciones. Se deben crear, al mismo tiempo, nuevas leyes que no deshumanicen a las personas migrantes y, de manera primordial, valorar el grado de vulnerabilidad en el que se ven inmersas las mujeres desde el mismo momento en el que abandonan su lugar de origen.

La excusa del control migratorio

Según los últimos datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), cada año las mafias de trata y tráfico de personas generan unos 400 millones de euros de beneficios tan solo en el Mediterráneo. Debemos tener en cuenta que uno de los argumentos más característicos con respecto al endurecimiento de las leyes y políticas de control fronterizo es justamente la necesidad de luchar contra las mafias de trata de personas, pero son estas mismas leyes las que, según Naciones Unidas, suponen más ganancias para los tratantes, incluso en tiempos de pandemia por la covid-19 y el cierre de fronteras. Además, muchas mujeres y niñas llegan a través de aerolíneas al país donde posteriormente les espera la prostitución y la explotación sexual, una imagen muy lejana a la que normalmente es divulgada. Por lo tanto, ¿cómo es posible que, para muchas mujeres a día de hoy, su integración en una red de trata les asegure un trayecto más seguro?

Se ha aceptado e interiorizado que un derecho tan básico y universal como es la libertad de movimiento esté castigado, y, por lo tanto, aparezcan alternativas de cruce de fronteras que incluyen la violación de los derechos humanos. Actualmente, las migraciones son criminalizadas, y dos de los factores clave de esta criminalización son la aporofobia y xenofobia. Estas, junto con un sistema patriarcal y capitalista, provocan que la única opción muchas mujeres para salir del país de sea su integración en estas redes. Realizar un viaje a través del mar en una embarcación ruinosa o sobrecargada, con un bebé en brazos y sin saber nadar en múltiples casos, claramente aumenta la probabilidad de morir ahogadas. Mientras, realizar el trayecto migratorio con una red de trata supone, en la mayor parte de ocasiones, llegar viva al país de destino. En el pasado Congreso Internacional de Trata con Fines de explotación sexual celebrado desde Murcia, pudimos escuchar a Helena Maleno citar las siguientes palabras de una superviviente: “Soy tan pobre que si no me movía en una red de trata no podía moverme nunca, y tampoco podía quedarme”. Su ponencia recordó de qué manera la necropolítica se ha instalado en nuestro tiempo.

Las mafias de trata y tráfico de personas generan unos 400 millones de euros de beneficios anuales tan solo en el Mediterráneo

La feminización de la pobreza, el racismo institucional, la xenofobia y preocupante aporofobia, en un mundo donde la economía y el mercado preponderan, hace que no podamos juzgar las decisiones de tantas mujeres y mucho menos realizar una doble victimización. La situación en el país de destino tampoco es fácil. En primer lugar, no solo por la situación de explotación, sino que unida a esta misma está el pago de la deuda que tienen con la mafia. Debido a su estatus de irregularidad, quedan desamparadas ante el sistema de protección social en muchas ocasiones.

El uso de la trata de personas y el tráfico de seres humanos como excusa para endurecer el control migratorio, cuando es este mismo hecho el que provoca su aumento, está demasiado interiorizado en nuestra sociedad. Pero cada vez más, aparecen informaciones nuevas acerca de qué manera se lucran grupos como Frontex de este negocio ilícito gracias a investigaciones como las de PorCausa y otras. Todos contra la trata, pero sin las mujeres tratadas”, decía Patricia Simón en uno de sus últimos artículos, en el que habla claramente sobre cómo hay intereses por parte de administraciones e instituciones, junto con empresas privadas, en mantener esta lacra a través del endurecimiento del control migratorio: “Las Administraciones están mucho más volcadas en generar discurso contra la trata y la prostitución que en combatir sus causas: la desigualdad, el racismo, el colonialismo y las fronteras”.

Por si fuera poco, debido al auge de las tecnologías y con la llegada de la pandemia, nos enfrentamos a una adaptación de las mafias y redes de trata a la creciente globalización, lo que provoca nuevas formas de captación más rápidas. O cambiamos el discurso y hacemos ver la base real del problema, o este negocio que deshumaniza y denigra seguirá incrementándose a la velocidad de la luz.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-02-22/migracion-y-trata-emigrar-siendo-mujer.html

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Entrevista a Lídia Farré: «La educación es un muro de contención de la desigualdad»

“La crisis derivada de la pandemia podría provocar que muchas familias volvieran a la escuela pública”, afirma la profesora de la UB y coautora del estudio ‘Inmigración, integración y sostenibilidad del sistema educativo’

Profesora de la UB e investigadora asociada del IAE-CSIC, Lídia Farré es coautora del estudio ‘Inmigración, integración y sostenibilidad del sistema educativo‘, publicado por el Observatorio Social de la Fundación «La Caixa». El análisis explica cómo la ola migratoria de principios de siglo influyó en el sistema educativo.

– El alumnado extranjero pasó del 2% al 10% en una década 

-En menos de una década, de 2000 a 2008. En este periodo, la población inmigrante en España en edad de trabajar subió de algo menos del 4% al 12%. España fue uno uno de los principales países receptores de inmigrantes. Muchos eran jóvenes y con hijos. No olvidemos que uno de los motivos principales de la inmigración es buscar un futuro mejor para sus hijos.

-¿Y cómo impactó en las aulas?

El incremento no fue homogéneo. La primera gran diferencia es que, en el momento álgido de la ola migratoria, la tasa de inmigración en los centros públicos era del 14%, mientras que en los privados y concertados no llegaba al 7%. Lo que analizamos en el estudio es la reacción de las familias nativas.

-¿Cuál fue?

La tasa de matriculación en centros privados o concertados aumentó. Ante la llegada de población extranjera, hay familias que deciden llevar a sus hijos en centros concertados o privados. Es el native flight. Y es un fenómeno que se da entre las familias con niveles educativos más altos, con más recursos. No sorprende, porque son las que tienen la opción de elegir. Las familias sin recursos no la tienen.

-¿Qué consecuencias tuvo?

La primera, un posible incremento de la segregación socioeconómica dentro del sistema educativo entre la pública y privada o concertada. Y otra, la pérdida del respaldo social de la educación pública. Si las familias con recursos no usan la pública, podría ser que tampoco quisieran que sus impuestos se destinaran a financiarla.

-Pero no toda la responsabilidad será de las familias. Alguna tendrán los gestores públicos.

-Evidentemente. El diseño del sistema educativo tiene gran responsabilidad. Si la educación pública fuera de más calidad que la privada o concertada todo el mundo iría a la escuela pública.

-¿Falta de recursos o de voluntad política? 

-Una cosa va con la otra. Si los políticos quisieran una educación pública de máxima calidad, la tendríamos. Pero no somos conscientes de la importancia que tiene. Solemos hablar del retorno privado de la educación, pero no del retorno social, muy importante. Una población con un nivel de educación más alto es también una población más productiva, menos conflictiva, con más participación política, más comprometida. La educación es un servicio público esencial, uno de los instrumentos más potentes que hoy tenemos para contener el aumento de la desigualdad entre las generaciones más jóvenes. Hay que ponerla en valor y dedicar más recursos.

-¿Qué impacto puede tener el covid-19?

Uno de los efectos de la crisis asociada a la pandemia es la pérdida de empleo y del nivel de ingresos. Lo que sugieren los resultados del estudio, basados en la crisis financiera de 2008, es que si las familias pierden capacidad económica, vuelven a la escuela pública. A corto plazo, esto puede significar una congestión en las aulas, pero a medio y largo plazo podría permitir que la educación pública recuperara el apoyo social. Si más gente la utiliza también habrá más gente dispuesta a que sus impuestos se destinen a financiarla y eso haría aumentar su calidad.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20210205/lidia-farre-educacion-muro-contencion-desigualdad-11499235

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Niños de la caravana migrante regresan a Honduras heridos y traumatizados

Los motores fundamentales de la migración en los países del norte de América Central, como la pobreza, la falta de empleo y la violencia, no son nuevos, pero se han visto exacerbados por acontecimientos recientes, en particular la pandemia de COVID-19 y los huracanes Eta e Iota. La ONU se moviliza para ayudar a los migrantes retornados y a aquellos estancados en Guatemala y llama a las autoridades a que no empleen la fuerza injustificada o excesiva contra ningún migrante.

Las agencias de la ONU están atendiendo a los hondureños que han abandonado la caravana de migrantes y han retornado a su país. UNICEF ha asistido a más de 100 niños, el 80% de los cuales viajaban solos.

Algunos de los menores están heridos, extremadamente cansados o con traumas psicológicos, informó el sistema de la ONU en Honduras.

Se calcula que unos 3000 hondureños han regresado y en Guatemala aún hay pequeños grupos dispersos.

Según informaciones de prensa, unos 7000 hondureños partieron hace una semana hacia el norte huyendo de la violencia, la pobreza y los estragos causados por los huracanes Eta e Iota.

IOM Guatemala/Jonathan Mazariegos
Caravana migrante en Guatemala.

Ayuda para los migrantes

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) desplegó dos equipos para brindar asistencia humanitaria y monitorear la situación de las aproximadamente 7500 personas migrantes que decidieron migrar en una caravana desde Honduras hacia México y los Estados Unidos.

La OIM informó en un comunicado difundido este jueves que ha entregado 1000 kits de asistencia humanitaria a la Casa del Migrante de ciudad de Guatemala. “Estos elementos servirán para atender las necesidades básicas de agua y saneamiento, higiene y abrigo de migrantes vulnerables que acuden a esta institución en búsqueda de asistencia”, afirma la declaración.

La agencia también ha puesto a disposición de las personas migrantes su programa de Retorno Voluntario Asistido para aquellos que han quedado varados en Guatemala y desean retornar a su país de origen. Este programa brinda ayuda humanitaria, atención médica y psicosocial, albergue, y transporte para quienes libremente toman la decisión de regresar y solicitan personalmente el apoyo de la Organización.

“Nos hemos acercado a las personas migrantes que se encuentran en Guatemala para brindarles información sobre opciones de migración regular, y asistencia humanitaria inmediata. Preliminarmente podemos atestiguar que la mayoría de las personas migrantes lamentablemente no considera que migrar en caravana represente riesgos adicionales a su salud física o mental”, indicó Ugo Ramos, experto en salud de la Misión de la OIM para El Salvador, Guatemala y Honduras.

Asimismo, esta agencia de la ONU ha coordinado con las autoridades del gobierno la atención en salud y asistencia psicosocial a las personas migrantes, en el contexto de la pandemia por la COVID-19.

“Hemos observado que hay un significativo número de personas migrantes en situación de vulnerabilidad ante grupos criminales que pudieran estar aprovechando la coyuntura para el tráfico ilícito de migrantes o para la trata. Es muy importante que la población tenga acceso a fuentes de información verificada sobre los requisitos para migrar, sobre la protección contra la COVID-19, y que puedan acceder a las instituciones que pueden proveer asistencia humanitaria. Por ello, la OIM ha reforzado su estrategia de comunicación para prevenir la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes, así como para facilitar el acceso de las personas migrantes a servicios de protección apropiada”, indicó Jorge Peraza, jefe de la misión de la OIM.

IOM Guatemala/Jonathan Mazariegos
Caravana de migrantes hondureños en Guatemala.

De Honduras a Guatemala

Numerosos migrantes, especialmente provenientes de Honduras, entraron a Guatemala en forma masiva durante los días 15 y 16 de enero. El avance de unas 5000 personas fue detenido en un punto de control en Chiquimula (Guatemala) desde el día 16.

Al verse imposibilitado continuar con su trayecto, el contingente de las personas migrantes que conformaban la caravana se disgregó en este punto el pasado 19 como consecuencia de las medidas tomadas por las autoridades guatemaltecas, que incluyeron el uso de la fuerza.

“La OIM, en coordinación con el Sistema de las Naciones Unidas en la región, hace un llamado para que no se emplee fuerza injustificada o excesiva contra ningún migrante, solicitante de asilo o refugiado durante las acciones de control migratorio, policial o sanitario, y que los Estados se adhieran a los instrumentos internacionales aplicables. Al mismo tiempo, pedimos a los migrantes que hagan todo lo posible por respetar y cumplir las leyes de migración, así como las órdenes legales del personal encargado de hacer cumplir la ley”, pidió Michele Klein Solomon, directora regional de la OIM para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe.

De acuerdo con las últimas cifras disponibles del Instituto Guatemalteco de Migración, al 20 de enero el gobierno de ese país había realizado el retorno de 3962 personas procedentes principalmente de Honduras, e incluyendo grupos más pequeños de salvadoreños y nicaragüenses.

Mientras tanto, se estima que pequeños grupos de migrantes hondureños que hacían parte de la caravana han llegado hasta la localidad guatemalteca de Tecún Umán, fronteriza con México.

“Los motores fundamentales de la migración desde los países del norte de América Central, como la pobreza, la falta de empleo y la violencia, no son nuevos, pero se han visto exacerbados por acontecimientos recientes, en particular la pandemia de COVID-19 y los huracanes Eta e Iota”, explicó Klein Solomon. “En este contexto, la desesperación combinada con información falsa y engañosa, incluso sobre posibles cambios en las políticas migratorias, a menudo difundidos intencionalmente por contrabandistas de personas y otras organizaciones delictivas, alimenta grandes movimientos irregulares de personas en caravanas que buscan acceso a la seguridad y a las oportunidades en el extranjero”.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2021/01/1486952

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Una biblioteca virtual de ciencias sociales en formato digital y con acceso libre

El Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales lanzaron una colección de libros en formato digital y de acceso libre. La colección abarca por el momento un total de 17 publicaciones originales e inéditas del campo de las Ciencias Sociales que pueden ser descargadas a través de la biblioteca virtual de Clacso. Algunos de los temas posibles son reflexiones en torno al neoliberalismo, el arte, el fútbol, la ecología, la metodología, la movilidad social, las clases sociales, la desigualdad, la teoría política, el psicoanálisis, la historia latinoamericana, la cultura popular y el pensamiento de diversos autores, como Hegel, Simmel y Althusser.

La Colección IIGG-Clacso es una iniciativa conjunta entre el Instituto Gino Germani, que aporta todos los contenidos, y Clacso, que incorpora estos libros a su biblioteca virtual, con el objetivo de aumentar la difusión local e internacional de las producciones de las y los investigadores del instituto, valorizando la actividad científico-académica realizada en las universidades públicas.

El proyecto editorial se inició en 2013 y, al día de hoy, tiene en su catálogo 17 libros de los cuales 10 se publicaron durante 2020. La colección recorre distintas problemáticas de las ciencias sociales y cuenta con un amplio abanico de autores. Hay publicaciones tanto colectivas como individuales. Los libros son de acceso libre y se distribuyen en toda América Latina desde el IIGG y Clacso. Para recorrer virtualmente toda la colección hay que ingresar aquí.

Algunos de los títulos y autores que aparecen en la colección son los siguientes:

* Asedio del tiempo. Estudios políticos althusserianos, Carolina Collazo y Natalia Romé (compiladoras)

Georg Simmel, un siglo después, Esteban Bernik y Hernán Borisonik (editores)

La identidad se forja en el tablón. Masculinidad, etnicidad y discriminación en los cantos de las hinchadas argentinas, Javier Sebastián Bundio

Profesores, científicos e intelectuales. La Universidad de Buenos Aires de 1955 a su Bicentenario, Martín Unzué

La política y lo político. En el entrecruzamiento del posfundacionalismo y el psicoanálisis, Miguel Rossi y Elena Mancinelli (compiladores)

Políticas terapéuticas y economías de sufrimiento. Perspectivas y debates contemporáneos sobre las tecnologías psi, María E. Epele (compiladora)

El análisis de clases sociales. Pensando la movilidad social, la residencia, los lazos sociales, la identidad y la agencia, Ruth Sautu, Paula Boniolo, Pablo Dalle y Rodolfo Elbert (editores)

* Arte y ecología política, Gabriela Merlinsky y Paula Serafini (editoras)

Contraofensiva neoliberal. La Escuela Austríaca de Economía en el centro estratégico de la disputa, María Paula de Büren

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Migraciones: una mirada crítica

Por: Marcelo Colussi 

Las migraciones han existido siempre en la historia. Podría decirse que si algo caracteriza a la especie humana es su afán de búsqueda, de descubrimiento; de ahí que emigró y cubrió todo el planeta. El Homo Habilis, aparecido hace dos millones y medio de años en la zona de los Grandes Lagos de África, migró por toda la faz de la Tierra, adaptándose a todos las regiones y climas. Las “razas” actuales -concepto que alguna vez habrá que dejar de usar definitivamente- no son sino expresión de ese tronco común. El genoma humano no difiere en ninguna latitud del globo terráqueo. En ese sentido, las migraciones son un fenómeno positivo.

Pero, desde hace ya unas décadas, la arquitectura de la sociedad planetaria globalizada (capitalista) encuentra en las migraciones un problema cada vez más grave (habrá que aclarar ¿problema para quién?). Millones y millones de personas huyen desesperadas de la pobreza y/o la guerra.

En la actualidad, la situación se tornó casi inmanejable. Lo importante a remarcar en esto es que existe una doble moral en el discurso dominante proveniente de los países desarrollados: se pone frenos a la migración, y al mismo tiempo se aprovecha de ella como mano de obra barata. La situación que pasan los migrantes es bochornosa, tanto en su viaje hacia las supuestas “islas de salvación” como ya instalados en el lugar de llegada, siempre escondiéndose como ciudadanos “irregulares”. Ahora bien: una visión romántica, endulcorada, que busque un perfil más “humanizado” en el trato para con los migrantes, no ayuda en realidad para cambiar las cosas. El núcleo del asunto estriba en modificar la estructura que expulsa cada vez más gente desde los países empobrecidos. Condolerse de los viajeros irregulares y sus penurias es una respuesta moral, correcta sin dudas, pero que no puede modificar nada. Averiguar las causas profundas que mueven a esas migraciones -que no son las mismas de las del Homo Habilis– es otra cosa, sin dudas, más conducente a encontrar soluciones de fondo.

De todos modos, hoy es un discurso largamente generalizado levantar la voz por la situación de los migrantes -“pobres y desamparados migrantes”-. Ello se hace 1) a partir de su marcha hacia el lugar de destino (Estados Unidos y en menor medida Canadá, desde Latinoamérica y el Caribe, o Europa Occidental desde Europa del Este, África o Medio Oriente, o Japón desde el Sudeste asiático) o, si logran llegar, 2) ante las penurias que pasan como “ilegales” en su nueva morada. De cualquier forma, vale hacer una mirada crítica del fenómeno.

Las migraciones humanas son un fenómeno tan viejo como la humanidad misma. Como se anticipó más arriba, de acuerdo con las hipótesis antropológicas más consistentes, se estima que el ser humano hizo su aparición en un punto determinado del planeta (todo indica que sería el África) y de ahí emigró por toda la superficie del globo. De hecho, el ser humano es el único ser viviente que ha emigrado y se ha adaptado a todos los rincones del mundo, poblando todos los confines. Las migraciones, por lo tanto, no constituyen una novedad en la historia. Siempre las ha habido y generalmente han funcionado como un elemento dinamizador del desarrollo social. Sin embargo, hoy día, y desde hace varios años con una intensidad creciente, se plantean como un “problema”. Lo que aquí queremos delimitar es: problema ¿por qué? y ¿para quién?

Recientemente el fenómeno ha adquirido una dimensión masiva, de proporciones antes nunca vistas, apareciendo motivado por razones de orden puramente social: guerras, discriminaciones, persecuciones, pero más aún: pobreza. A partir de la segunda mitad del siglo XX puede decirse que empieza a constituirse en un verdadero “problema” (al menos para algunos), perdiendo definitivamente su carácter de factor de progreso, de aventura positiva. El planeta Tierra se pobló de humanos justamente gracias a las migraciones. ¿Por qué hoy día son un problema?

Nunca antes como ahora tanta gente huye de situaciones adversas; pero, paradójicamente, nunca antes ha habido tantas situaciones adversas. La riqueza y el bienestar crecen a pasos agigantados para muchos, pero para muchísimos otros también crece (en forma inversamente proporcional) su marginación, su falta de posibilidades, su precariedad. El sistema imperante, el capitalismo, no puede resolver acuciantes problemas de la Humanidad: se produce el doble de los alimentos necesarios para alimentar a toda la población mundial, pero el hambre sigue siendo uno de los principales flagelos de la gente. Se busca agua en el planeta Marte, mientras en la Tierra son millones los que pasan y mueren de sed. Las tecnologías de vanguardia no sirven para facilitar la vida de todos, sino para cerrar filas

Las oleadas de pobladores del Tercer Mundo indocumentados en viaje hacia el Norte se muestran imparables, siendo este tipo de migración el que alarma al status quo central. En todos estos casos puede verse un interés del migrante por desplazarse desde una situación comparativamente más desventajosa (material, social) hacia una más beneficiosa.

La gente huye de la miseria: del área rural a la ciudad, de los países pobres a la prosperidad del Norte, al igual que huye de las guerras, de las persecuciones políticas, de las cacerías humanas, cualquiera sea su naturaleza. Ahora bien, si el número de “escapados” aumenta (ya sea en forma de desplazados, refugiados, exiliados, de habitantes de barrios marginales en las ciudades o de inmigrantes irregulares en las sociedades más ricas) esto está indicando que las condiciones de vida de donde proviene tanta gente, expulsan en vez de permitir un armónico desarrollo. Nadie “sobra” en su lugar de origen…, pero pareciera.

Con la globalización en curso, a la que actualmente todos asistimos sin poder resistirnos y a la que no está claro si la pandemia de coronavirus pondrá fin, las fronteras del Estado-nación moderno tienden a debilitarse, y los desplazamientos de población (así como los de capital) entre un punto y otro del orbe son cada vez más comunes. Aunque -esto es lo dramático- hay una sustancial diferencia en la forma en que se mueven: los capitales sí lo hacen organizadamente, con un proyecto claro en función de sus intereses; las masas humanas: no.

Lo distintivo en las migraciones actuales, además de su volumen, es el hecho de constituirse como problema para todos los factores que hacen parte de ellas, en virtud de su desorganización, de su desorden, de la pérdida de su condición constructiva. Hace tiempo que las migraciones dejaron de ser percibidas como un motor beneficioso para las sociedades. En un mundo en el que, agigantadamente, en vez de resolverse problemas cruciales, se entroniza la tendencia a dividir entre aquellos que “se salvan” y los que “sobran”, las migraciones (como recurso desesperado de muchísimos) pueden pasar a ser un calvario. Por un lado, si bien permiten parches circunstanciales a partir de las remesas, no cambian estructuralmente la situación de los que emigran; y por otro, crean un supuesto malestar en los países receptores, el cual se maneja arteramente según interesadas agendas políticas.

Lo que está claro es que el fenómeno migratorio en su conjunto está denunciando una falla estructural del sistema social que lo produce. Las grandes megápolis del Tercer Mundo reciben en conjunto diariamente alrededor de 1,000 personas que migran desde el área rural; y algunos miles llegan cada día ilegalmente desde el Sur a los países desarrollados.

Quien lo siente fundamentalmente como un problema, y más raudamente ha dado los primeros pasos para reaccionar, es el área de llegada de tanta migración: el Norte desarrollado. Sin duda que las que emigran son poblaciones en riesgo, pero para la lógica del poder dominante el riesgo está, ante todo, en su propia casa, en la prosperidad del llamado Primer Mundo, que comienza a ser “invadido”, ininterrumpidamente, por contingentes siempre en aumento.

Si tanta gente huye de su situación cotidiana, ello debería llamar a la reflexión inmediata: ¿por qué existe un mundo que integra a algunos y marginaliza a tantos? Las migraciones actuales están hablando, patéticamente, de poblaciones “excedentes” en el planeta. Pero ¿qué mundo puede ser este donde haya gente “de sobra”? Obviamente, los modelos de desarrollo en juego hacen agua, no permiten la integración armoniosa de todas las poblaciones, por lo que hay que replantearlos. En otros términos: el modelo capitalista no ofrece salida para la inmensa mayoría de la población mundial.

Las penurias que deben pasar los migrantes en su marcha hacia la supuesta salvación son enormes, terribles. En estos últimos años de crisis sistémica, desde el 2008 a la fecha, con la ralentización de la economía de muchos países desarrollados, esas penurias se acrecentaron. Qué vendrá luego de la pandemia de coronavirus, es una incógnita, pero todo augura que no habrá nada nuevo para esas enormes masas de gente desesperada. De hecho, desde inicios del 2020 se asiste a una crisis financiera peor aún que la anterior, la cual no puede justificarse, como arteramente intenta la prensa mundial, por la crisis sanitaria. Justamente por esa crisis global del sistema capitalista, las condiciones de recepción de migrantes en el Norte se ponen cada vez más duras, más denigrantes incluso. El discurso oficial que domina en los países industrializados es que “los inmigrantes vienen a quitar puestos de trabajo”. Donald Trump, en Estados Unidos, ganó las elecciones levantado ese sensiblero y mojigato mensaje. Y el Brexit que separó a Gran Bretaña de la Unión Europea también tuvo de fondo esa perspectiva chovinista y xenofóbica. Con ello, lo que se consigue es que la clase trabajadora internacional siga fragmentándose, haciendo que un trabajador del Norte vea a un “mojado” del Sur como un competidor, un enemigo, en definitiva. El “divide y reinarás” cumple perfectamente su cometido.

Pero hay ahí una doble moral en juego: por un lado se aprovecha la mano de obra barata, casi regalada, que llega a los bolsones de desarrollo en el Norte, gente desesperada dispuesta a trabajar por migajas (que, en sus países del Sur representa mucho); y por otro, se le pone trabas cada vez mayores, alentándola a no migrar. Los muros se suceden cada vez con mayor frecuencia, haciendo recordar más a campos de concentración que a fronteras entre naciones.

Es real que la crisis económica hace que muchos trabajadores oriundos de los países desarrollados estén escasos de trabajo, pero el endurecimiento de los obstáculos migratorios con los trabajadores del Sur busca no sólo desestimularlos sino también, básicamente, chantajearlos, pagando salarios bajísimos y ofreciendo condiciones de super explotación. El antiguamente llamado “ejército de reserva industrial” (¡las categorías marxistas siguen siendo válidas!), es decir: las poblaciones desocupadas y siempre listas a trabajar por centavos, no ha desaparecido. Hoy se presenta como fenómeno global, mundial. Se lo declara problema, pero al mismo tiempo es lo que ayuda a mantener bajos los salarios. El único beneficiado en esto es el capital.

No hay dudas que ese endurecimiento torna el viaje de los migrantes una verdadera pesadilla. En Latinoamérica se estima que de cada tres migrantes irregulares solo uno llega al american dream. Otro es devuelto en el camino, y otro muere en el intento. Luego, si sobreviven a condiciones extremas y logran ingresar a las “islas de salvación” (Estados Unidos, Europa, Japón), su estadía allí, en general en condiciones de irregularidad, aumenta la pesadilla.

Pero permítasenos esta reflexión: suele levantarse la voz, lastimera por cierto, en relación a las penurias de los migrantes indocumentados. Suele decirse que la vida que llevan en los países del Norte es deplorable, lo cual es cierto. Y suele exigirse también un mejor trato de parte de esos países para con la enorme masa de migrantes irregulares.

Todo eso está muy bien, expresa un loable esfuerzo, una muestra de preocupación social, de empatía para con el otro. Es, salvando las distancias, como preocuparse por la situación actual de los niños de la calle, o de los jóvenes integrados a pandillas. Pero ese dolor, manifestado en la lamentación por la situación de esas poblaciones especialmente vulnerables y vulnerabilizadas (los migrantes indocumentados, la niñez de la calle, cualquier segmento marginalizado) queda cojo si no se ve también la otra cara del problema: ¡la verdadera y principal cara! ¿Por qué hay millones y millones de migrantes que escapan de sus países de origen, forzados por la situación económica? La cuestión no es tanto pedir un trato digno en los países de llegada, sino plantearse por qué deben escapar.

Los gobiernos de los países expulsores no dicen nada al respecto porque las remesas que envían estos trabajadores indocumentados sirven para paliar, al menos en parte, la pobreza estructural de las familias de origen y evitar que la misma se profundice. En México y Centroamérica esas remesas representan porciones significativamente altas del Producto Bruto Interno (a veces superando el 20%). Son imprescindibles colchones que amortiguan la pobreza crónica, el malestar social reinante.

En vez de quedarnos con la lamentación y victimización del migrante, ¿por qué no denunciar con la misma energía la injusticia estructural que los fuerza a emigrar? Pedir que los países de acogida regularicen su situación migratoria no está mal. Pero ¿por qué no trabajar denodadamente para lograr que nadie tenga que emigrar en esas condiciones, porque su país de origen no le brinda las posibilidades mínimas de sobrevivencia?

Del mismo modo que nadie debe discriminar ni castigar a un niño de la calle (él es el síntoma visible de un proceso social mucho más complejo) tampoco nadie debe excluir, segregar o maltratar a un migrante en condición de irregularidad. Pero ¡cuidado!: si alguien tiene que salir huyendo de su sociedad natal porque ahí no puede sobrevivir, es ahí donde hay que trabajar para cambiar esa injusta y deplorable situación. Trabajar por la regularización de los migrantes que huyeron de la situación de precariedad en sus países de origen puede ser muy bien intencionado, pero no cambia en nada la situación de fondo que sigue expulsando gente. Y, lo peor, quizá no pasa de un asistencialismo con cierto toque caritativo que, en definitiva, ayuda a perpetuar la situación.

Puede ser correcto trabajar/pedir/exigir al gobierno de los Estados Unidos mayor apertura en su política migratoria, pero no debe olvidarse que como país soberano tiene la potestad de establecer esas políticas según su conveniencia. Donde sí se debe actuar con la mayor energía es en los países expulsores, como por ejemplo Guatemala. Es ahí donde se debe pedir/exigir a los Estados nacionales la creación de condiciones que impidan seguir produciendo potenciales migrantes. Si no, ¿habría que luchar porque los países del Norte -Estados Unidos más específicamente para el caso de Centroamérica- acepten también a los más de 15 millones de guatemaltecos que no migran pero que igualmente están en situación de pobreza permaneciendo en el país?

Todas estas preguntas, aparentemente alejadas en principio de respuestas prácticas concretas, deben ser el fundamento de nuestras acciones en torno al tema de las migraciones. En definitiva, el debate teórico serio (creemos que imperioso) sobre todo esto es lo que mejor puede encaminar las futuras intervenciones. Recordemos las palabras de Einstein, famoso inmigrante judío: “no hay nada más práctico que una buena teoría”. Pensemos críticamente toda esta situación: más que lamentarnos por el síntoma evidente, trabajemos en la fuente expulsora. Cuidado: ¡que los árboles no nos impidan ver el bosque!

Bibliografía

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Verea, M. (2006) “¿Hacia una reforma migratoria?” en Revista Norteamérica. Volumen 1, N°. 2 [Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Centro de Investigaciones sobre América del Norte]. México: UNAM.


* Texto aparecido en la Revista Política y Sociedad N° 57 de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala: [1]http://iips.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2020/11/REVISTA-P-S-57.pdf

Fuente: https://rebelion.org/migraciones-una-mirada-critica/

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«Escuelas en la acera» para niños migrantes centroamericanos

En las escuelas improvisadas en las calles se les enseña a chicos centroamericanos que vivían en un campamento para personas que quieren asilarse en EEUU.

Todo empezó de una forma muy sencilla, con escuelas improvisadas en las calles, en las que se enseñaba a leer, escribir, matemáticas y arte a chicos centroamericanos que vivían en un campamento para personas que buscan asilarse en Estados Unidos, varadas en la frontera, en territorio mexicano.

Igual que tantas otras escuelas, esta “escuelita de la acera” tuvo que apelar a la internet al surgir la pandemia del coronavirus. En lugar de sufrir con el cambio, la escuela creció y contrató a una veintena de maestros —todas personas que buscan asilo— para dar clases vía Zoom a los niños centroamericanos del campamento y también a los de varios albergues y departamentos para migrantes de otras partes de México.

Un millón de niños y adolescentes abandonaron las aulas este año en Honduras por la suspensión de las clases y el confinamiento aplicados para tratar de contener la pandemia de covid-19

Maestros y estudiantes recibieron más de 200 tabletas de Amazon que les entregó The Sidewalk School for Children Asylum Seekers. La organización fue fundada por Felicia Rangel-Samponaro, quien vive del otro lado de la frontera, en Brownsville, Texas, y la cruza constantemente para llevar comida y libros a las personas que buscan asilo.

Rangel-Samponaro, de 44 años, dijo que para comprar las tabletas usó dinero propio y recaudó fondos, incluso a través de una campaña de GoFundMe.

Muchos llevan más de un año esperando, con sus vidas en un limbo. Y las esperas se agravaron cuando el gobierno estadounidense suspendió las audiencias del servicio de inmigración relacionadas con los pedidos de asilo debido a la pandemia.

Las clases dan a los chicos no solo la oportunidad de no retrasarse sino también les permite distraerse, evitando el aburrimiento de los días inacabables en el campamento.

Un viernes reciente por la mañana, Gabriela Fajardo dictó una clase vía Zoom sentada en un balde invertido en un pasillo de un pequeño edificio de departamentos copado por personas que buscan asilo, que han conseguido trabajos que les permiten irse del campamento de Matamoros y pagar un alquiler. Se habían conectado varios niños centroamericanos que están viviendo en Ciudad Juárez, unos 1.315 kilómetros (830 millas) al oeste de la frontera con Texas.

 

La maestra hondureña de las escuelas Gabriela Fajardo dicta una clase de matemáticas vía Zoom a niños centroamericanos hijos de migrantes que viven en campamentos, albergues y departamentos de Matamoros, México, el 20 de noviembre del 2020. Igual que sus alumnos, Fajardo pidió asilo en EEUU y está varada en México, esperando que las autoridades estadounidenses procesen su solicitud.

La maestra hondureña de las escuelas Gabriela Fajardo dicta una clase de matemáticas vía Zoom a niños centroamericanos hijos de migrantes que viven en campamentos, albergues y departamentos de Matamoros, México, el 20 de noviembre del 2020. Igual que sus alumnos, Fajardo pidió asilo en EEUU y está varada en México, esperando que las autoridades estadounidenses procesen su solicitud.

 

“Recuerden, ‘hello’ quiere decir ‘hola’”, le dice en español a un chico llamado Jeremy, pronunciando las palabras cuidadosamente, con su tableta apoyada en una mesa de madera. “‘Good morning’ es ‘buenos días’. Tendrán que hablar inglés allí (en Estados Unidos) porque si no, nadie los va a entender en español, solo su madre”.

“Por eso comparto con ustedes lo poco que sé”, expresó esta mujer hondureña de 26 años, que está varada en México, lo mismo que sus alumnos.

El muchacho le dio una respuesta entusiasta. “OK, entonces aprenderé inglés. Tengo que halar en inglés”, le dijo, aunque todavía hablando en español.

Fajardo soltó una gran sonrisa y siguió con la clase.

La hondureña es una maestra de escuela primaria que se fue de su pueblo con su hijo después de recibir amenazas porque su hermano es un policía. Ya lleva un año y cuatro meses en México, esperando que Estados Unidos procese su solicitud de asilo.

El poder enseñar, que es su pasión, le hace sentirse útil. Dijo que le molesta ver que los niños no pueden estudiar.

“Noto que hay chicos ya creciditos que no saben nada”, comentó. “Un chico necesita empezar a aprender a leer y matemáticas a los seis años”.

Fajado se fue de su país en busca de una vida mejor para ella y su hijo.

Pero mientras espera en esta ciudad fronteriza plagada de delincuencia, se siente agradecida de poder dar clases a tantos niños cuyo futuro es incierto.

“En la universidad me enseñaron que la razón por la que hay que recibir una educación es para poder educar a otros”, expresó. “Eso me alienta”.

Fuente: https://www.diariolasamericas.com/escuelas-la-acera-ninos-migrantes-centroamericanos-n4211596

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