Por: Luis Bonilla Molina
Coronavirus
El Coronavirus es la pandemia que más territorios del planeta ha tocado. Aproximadamente un 5% de los afectados están en riesgo de morir, pero solo un 0,5% mueren debido a que colapsa el sistema respiratorio del ser humano. El 80% de los infectados, si bien no presentan otros problemas de salud que los propios de una gripe rutinaria, se convierten en trasmisores. Esto implica una reestructuración de la sociabilidad a nivel planetario, al menos en el corto plazo. En otro artículo me extendí sobre las implicaciones en el modelo de sociabilidad en el marco de la reestructuración capitalista[1].
La estrategia de resistencia a la expansión del virus parte de un conjunto de premisas, que se asumen universales: a) todos y todas cuentan con una vivienda donde habitar por un periodo de cuarentena; b) todos y todas poseen las fuentes de ingresos regulares, que les permitan permanecer en casa por un periodo relativamente largo, comprando alimentos, pagando servicios y medicamentos. Esto durante un tiempo que puede ser de 30 a 60 días; c) todos y todas cuentan con los niveles de nutrición mínimos para enfrentar una pandemia de este tipo; d) todos y todas cuentan con el apoyo familiar de base, en el lugar, para enfrentar cualquier contagio.
Dicho de otra manera, la gran publicidad sobre la prevención y abordaje del Covid-19 parte del supuesto que la inmensa mayoría de la población es clase media o clase media alta, empleados con sueldos que se depositan de manera regular en sus cuentas, además con ahorros para contingencias. Los invisibles comienzan a ser los sectores más excluidos de la vorágine neoliberal los y las trabajadores informales, los pobres con enfermedades que requieren tratamientos permanentes en centros de salud pública y por supuesto los inmigrantes
Migraciones
Las migraciones son el fenómeno central en el mundo del trabajo, en la sociedad globalizada bajo la égida del modelo neoliberal. La mano de obra se mueve de un lugar a otro buscando mejores salarios y en busca de posibilidades para mejorar la precariedad de sus vidas. La migración por razones de disfrute constituye hoy en día una fracción muy pequeña del fenómeno en su conjunto. Las migraciones en el presente, son la expresión de la pauperización salarial y la pérdida de garantía sociales.
Situación laboral y social de los inmigrantes
Quienes inmigran asfixiados por condiciones materiales de vida empobrecidas, suelen hacerlo de manera poco planificada. Solo un sector de la capa media profesional parte a sus destinos con claridad de los procesos de legalización de su situación jurídica y con los requisitos mínimos para ello.
La explosión de la “migración ilegal” se ha convertido en las últimas décadas en un fenómeno de masas que recorre Europa, Asia, Norteamérica y Latinoamérica. Pero moverse de un lugar a otro es un derecho humano, ratificado por Naciones Unidas y múltiples convenciones, convertidas en letra muerta. Las migraciones expresan una necesidad humana que debe ser tratado como un derecho inalienable de los seres humanos. Toda familia latina, tiene hoy por lo menos, un “sudaca” entre los suyos.
Esta situación de “ilegalidad” o estatus migratorio “no resuelto” ha sido aprovechado por la lógica neoliberal para generar flexibilización laboral, sobreexplotación de la mano de obra y novedosas formas de exclusión y marginación social. Los empleos que muchas veces se les ofrecen a estos “inmigrantes ilegales” son con jornadas extendidas de 10 hasta 14 horas diarias, de lunes a lunes, con un salario que no llega a la mitad de lo que regularmente se pagaría por ello y, para colmo, con gran inestabilidad, es decir en cualquier momento son echados al campo del desempleo sin seguridad social. Sin embargo, para la mayoría, esto es mejor que retornar a sus lugares de origen, donde no cuentan con un empleo que les permita garantizarse los alimentos de la cesta básica, pagar un alquiler, los servicios.
Muchos(as) “inmigrantes ilegales” viven hacinados con otros compañeros(as) de suerte, compartiendo lo poco que se tiene con los otres. En una investigación que estoy realizando sobre las migraciones en la región, la palabra que más los autos describe, es la de sobrevivientes.
Es decir, quienes emigran no cuentan con los requerimientos de partida para poder enfrentar con éxito una pandemia de onda larga en términos laborales como el Coronavirus. Los inmigrantes no se pueden dar el lujo de dejar de trabajar por un periodo de un mes o dos, en las condiciones de precariedad y explotación en la que sobreviven.
Coronavirus y el miedo a lo externo
El neoliberalismo ha construido un imaginario del inmigrante como el externo, como el otro peligroso. Se propaga la idea que el que viene de otro territorio “regala su trabajo” y le “quita el empleo a los locales”, cuando este es un fenómeno que impulsa el capital de manera perversa. La propaganda neoliberal procura separar a los inmigrantes de la clase trabajadora local y sus luchas; es decir, divide a los marginados, a los explotados, a los trabajadores.
Esta construcción de externo peligroso se agrava con toda la lógica preventiva y de curación de la pandemia del Coronavirus. El miedo compacto a los grupos sociales y refuerza los temores por todo aquello que este fuera de su círculo; se unifica el cuerpo social para sobrevivir. El inmigrante, por sus condiciones materiales de vida, es visto muchas veces como ese externo peligroso, que no es representado por “alguien” en ese territorio, convirtiéndose en “nadie”, es decir en un “no ciudadano”.
Exclusión e invisibilización en la actual agenda pública
Solo un par de gobiernos de los casi 130 países que viven el impacto de la pandemia del Coronavirus, en la actual situación han expresado alguna política, respecto a los inmigrantes en general y muy especialmente respecto a los “inmigrantes ilegales”.
Los inmigrantes que no han resuelto su estatus jurídico en los países receptores son los invisibles de los invisibles en la actual situación de salud mundial. Es urgente, que los gobiernos y los organismos internacionales de derechos humanos, promuevan la “formalización temporal” de la situación jurídica de estos inmigrantes para que sean objeto de cobertura de los programas de prevención, cura y apoyo social, así como sujetos de derechos.
Los Estados y las migraciones
Urge un pacto global, regional, con carácter urgente para poder abordar este tema. Entre tanto, cada uno de los gobiernos debería realizar acuerdos bilaterales para el acompañamiento de sus nacionales que se encuentran en otros territorios, al menos durante esta contingencia del Coronavirus.
Las embajadas deben activarse urgentemente para censar a los connacionales que se hallan en otros territorios y poder diseñar una estrategia de acompañamiento. La mayoría de los que se encuentran en lugares distantes no desean regresar, por las razones ya mencionadas, por lo cual el acompañamiento no debe estar supeditado a la vuelta a casa.
La calidad humanista y solidara de cada gobierno se pondrá en evidencia en las próximas horas y semanas, conforme decida abordar este tema. El silencio será una forma de mostrarse neoliberal de pensamiento y acción.
Agenda amplia de los anticapitalistas y los progresistas
Los anticapitalistas de todo el mundo, con una larga tradición internacionalista, están convocados a generar campañas y acciones de solidaridad con los y las inmigrantes que se encuentran en cada uno de los territorios, exigiendo a los gobiernos una política de cobertura preventiva y curativa de salud igual a la de los nacionales. No es momento de odiosas distinciones, todos y todas somos trabajadores(as).
Esta campaña debe ser capaz de convocar a los progresistas y todos los humanistas, quienes militamos en la solidaridad como elemento de organización social. La pandemia del Coronavirus coloca la agenda de los y las inmigrantes como la tarea de un amplio frente de construcción de otro mundo posible
[1] (https://www.aporrea.org/actualidad/a288155.html )
Fuente: El autor escribe para el portal OVE.