Por Selene Kareli/CII-OVE
Salvadora Medina Onrubia (1894-1972) – Argentina (2)
Buen día, espero que todas, todos, todes, se encuentren muy bien desde cualquier latitud en la cual nos estén escuchando. Me alegra mucho estar de nueva cuanta con ustedes. Les habla Selene Kareli, formo parte del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación suscrito al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO, y del Grupo de Trabajo Capitalismo Digital, Políticas Educativas y Pedagogías Críticas. En esta ocasión, y como un acto de memoria para la educación y el pensamiento crítico promovido y elaborado por las mujeres, a través de nuestro OVE-podcast, les estaré compartiendo una serie de episodios dedicados a las Mujeres y la Educación en América Latina, no necesariamente feministas todas ellas, pero sí todas defensoras de los derechos de las mujeres y pensadoras convencidas de que la educación ―escolarizada y/o popular― es el camino para consolidar sociedades más justas, así como para formar hombres y mujeres más libres con pensamiento crítico, con una conciencia social e histórica que lleva a fortalecer tejidos sociales.
En este sentido, las Mujeres de quienes les estaré compartiendo un poco de su historia y trayectoria serán presentadas sin responder a un orden especifico, el principal criterio ha sido poner bajo la lupa su labor socioeducativa, la cual ha sido pensada para un bien común, para el bien-estar de los pueblos, situadas en su época y en el contexto latinoamericano. Asimismo, esta serie de entregas cerrará con un capítulo especial dedicado a las Mujeres organizadas desde la lucha obrera comunista, donde la educación jugó un papel importante para los procesos de emancipación, siendo un capítulo especial porque responderá a latitudes más allá de Nuestra América. Destacando que, muchos de los derechos políticos,
sociales y humanos que hoy podemos ejercer, se debe en gran medida a que muchas mujeres en el pasado se organizaron por una vida más digna y justa. Estas luchas continúan desde el presente.
De tal manera, esperamos nos acompañen en esta serie de episodios y nos compartan sus comentarios, dudas y sugerencias. Hoy damos continuidad a este ciclo con Salvadora Medina Onrubia, si bien, ella no dedicó su vida completamente a la educación, si fue una ávida militante anarquista, quien dejó una huella significativa en la organización feminista en América Latina. Para este episodio, retomo principalmente el libro ¡Arroja la bomba! escrito por Escales Vanina y el documental “Salvadora”, mismo que produjo Daiana Rosenfeld. Sin duda se retoman otras fuentes, pero de este texto y de esta producción visual he tomado las ideas centrales que hoy expongo y comparto con ustedes. Salvadora nace en La Plata, Argentina, en 1894, y muere en Buenos Aires en 1972. Onrubio, en La Plata se hace maestra rural, sin embargo, al quedar embarazada a los 16 años se va a Rosario y luego a Buenos Aires, donde decide llevar una vida de madre soltera sin importar lo que la sociedad de la época dijera de ella. Recordemos que estamos a finales del siglo XIX principios del XX. Con este suceso, Salvadora emprendió un camino lleno de autonomía y una constante búsqueda por construir y consolidar su libertad, al tiempo que luchó por la emancipación y la justicia social desde una visión anarquista, y donde la voz de la mujer era necesaria. Se dice que, sus compañeros de lucha la apodaron como "la venus roja", por el paralelo con Louise Michel, otra anarquista y poeta, protagonista y dirigente de la Comuna de París.
De igual manera, Salvadora fue una escritora, poeta y pionera en el feminismo argentino. Una de las obras de teatro que más destacó de su producción literaria fue Las descentradas, estrenada por primera vez en el Teatro Ideal en 1929 y que
se convirtió en un éxito para la crítica. Allí, Salvadora parece hablar de su propia contradicción a través de mujeres que cuestionan las estructuras monogámicas, el matrimonio y la familia tradicional; de quienes se logran asomar por encima del deber ser femenino y vivir más plenamente su feminidad. En palabras de Onrubia: Nosotras no queremos los derechos de los hombres, que se los guarden. Saber ser mujer es admirable, y nosotras solo queremos ser mujeres en toda nuestra espléndida femineidad. Las descentradas somos las que no pensamos, las que no sentimos, las que no vivimos como las demás. Las que entre gente burguesa somos ovejas negras y entre ovejas negras somos inmaculadas. Todas somos raras.
Por otra parte, Salvadora también tuvo una fuerte presencia en la prensa, escribió en Fray Mocho, PBT y La Protesta. Posteriormente acudió al periódico Crítica, donde buscó colocarse como redactora, lugar, donde también conoció a quien
sería su compañero de vida: Natalio Botana. Con Botana tuvo tres hijos ―dos niños y una niña―, y este adoptó como suyo a aquel pequeño con quien Salvadora había salido de La Plata años atrás. Lo que la convierte en la primera mujer en dirigir un diario en Argentina. En cada una de sus palabras siempre intentó plasmar la cuestión de la lucha social, la emancipación de la mujer, y en algunos casos, se mira a Salvadora entre sus palabras tratando de liberarse a sí misma.
Onrubio también fue pionera en dar un discurso público, siendo mujer, en una manifestación política. Se expresó abiertamente para pedir la liberación de Simón Radowitzky, anarquista que había asesinado al jefe de policía Ramón Falcón, quien fuera un represor de la clase obrera. Salvadora también habló públicamente en el entierro de las víctimas de la Semana Trágica –como se conoce la represión y masacre que sufrieron cientos de obreros en enero de 1919, durante el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen–, de la mano de su pequeño hijo, al que llevaba “para que se fuera enterando de lo que era la lucha social”.
Ya para 1930, José Félix Uriburu encabezó el primer golpe de Estado del siglo XX, que Crítica inicialmente apoyó. Un año más tarde Uriburu clausuró el diario y encarceló a Botana, a Salvadora y a 30 periodistas. Jorge Luis Borges, Roberto
Arlt entre otros intelectuales de la época, decidieron enviar una carta al presidente de facto pidiendo por la libertad de Salvadora Medina Onrubia, sin embargo, ella rechazó el pedido y le mandó una carta en la que se atrevía a decirle: “General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta cómo, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio”. La carta completa que Medina Orubio mandó a Uriburu será compartida en la parte descriptiva de este podcast, por si desean leerla.
Después de ser liberada y exiliada en Uruguay, Salvadora siguió dirigiendo el diario varios años. Hasta que el gobierno de Perón lo expropió. Junto con Alfonsina Storni y Victoria Ocampo, Medina Onrubia completa esa tríada que, a través de la literatura, cuestionó las tradiciones y las buenas costumbres de la sociedad de principios del siglo pasado. "A pesar de ser mujer, me permito el lujo de tener ideas ¿sabe?", interpela al mundo uno de los personajes que ella creó.
Mucho se dice que, murió en la marginalidad por las drogas, el alcohol y, quizás, por una locura natural; sin embargo, no es menor todo lo que se atrevió a vivir, primero, el hijo que decidió tener como madre soltera, la dura pérdida por suicidio
de este. El encarcelamiento, la lucha constante por ideales de justicia social que llegó a vivir como contradicción. Es injusto juzgar desde el presente sin haber vivido las batallas que enfrentó Salvadora en aquella época, de las cuales no podemos decir que estemos completamente libradas.
Por ahora, voy cerrando. Invitando a que miren el documental que se encuentra de libre acceso en internet. Lo pueden buscar como Salvadora, dirigido por Daiana Rosenfeld; y el libro de Escales Vanina: ¡Arroja la bomba! De igual manera, espero se despierte el interés por la búsqueda de estas grandes mujeres que dejaron mucho para construir las sociedades de hoy, y que siguen siendo inspiración para tejer el futuro. En la próxima entrega les hablaré y compartiré de Gabriela Mistral – Chile (1889-1957), quien fuera la primera mujer en América Latina en recibir el premio nobel de literatura.
Les agradezco mucho su escucha, recordando que todo comentario, duda o sugerencia que aporte a la crítica constructiva será bien recibida. Nos pueden seguir a través de nuestras distintas redes sociales: Facebook, X, Tik-tok, YouTube, Instagram en donde nos encuentran como OVE mundo, y otras voces en educación.
Sin más, me despido de ustedes, deseándoles salud y bienestar en su andar. Hasta la próxima. Carta al general Uriburu, cárcel del Buen Pastor, 5 de julio de 1931Gral. Uriburu, acabo de enterarme del petitorio presentado al gobierno provisional pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado en este momento de cobardía colectiva al atreverse por mi piedad a desafiar sus tonantes iras de Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido… Magnanimidad implica perdón de una falta. Y yo ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades. Señor general Uriburu, yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia. Y desde ya lo autorizo que se ensañe conmigo si eso le hace sentirse más general y más presidente.
Entre todas esas cosas defectuosas y subversivas en que yo creo, hay una que se llama karma, no es un explosivo, es una ley cíclica. Esta creencia me hace ver el momento por el que pasa mi país como una cosa inevitable, fatal, pero necesaria para despertar en los argentinos un sentido de moral cívica dormido en ello. Y en cuanto a mi encierro: es una prueba espiritual más y no la más dura de las que mi destino es una larga cadena. Soporto con todo mi valor la mayor injuria y la mayor vergüenza con que puede azotarse a una mujer pura y me siento por ello como ennoblecida y dignificada. Soy, en este momento, como un símbolo de mi Patria. Soy en mi carne la Argentina misma, y los pueblos no piden magnanimidad.
En este innoble rincón donde su fantasía conspiradora me ha encerrado, me siento más grande y más fuerte que Ud., que desde la silla donde los grandes hombres gestaron la Nación, dedica sus heroicas energías de militar argentino a asolar hogares respetables y a denigrar e infamar una mujer ante los ojos de sus hijos … y eso que tengo la vaga sospecha de que Ud. debió salir de algún hogar y debió también tener una madre. Pero yo sé bien que ante los verdaderos hombres y ante todos los seres dignos de mi país y del mundo, en este inverosímil asunto de los dos, el degradado y envilecido es Ud. y que usted, por enceguecido que esté, debe saber eso tan bien como yo. General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta como, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio.