Implica la escisión, total o parcial, de algunos o todos los órganos genitales femeninos externos, del clítoris y a veces de los labios mayores o menores, además del estrechamiento de la abertura vaginal
Práctica milenaria anterior al siglo V antes de Cristo, aplicada mayoritaria pero no únicamente en el África subsahariana, la mutilación genital femenina implica la escisión, total o parcial, de algunos o de todos los órganos genitales femeninos externos, del clítoris y a veces de los labios mayores o menores, además del estrechamiento de la abertura vaginal, explicó Helena López González de Orduña, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG).
“Se trata de una práctica cuyo sentido en las sociedades patriarcales es básicamente asegurar el control sobre el cuerpo de las mujeres. Otra explicación simbólica es hacerlas sujetos de matrimonio y de intercambio”, afirmó.
En el contexto del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Femenina, que se conmemoró el 6 de febrero en todo el mundo, la académica consideró que la efeméride es importante porque “es claramente de una práctica patriarcal, que viola derechos fundamentales de las mujeres, que tiene unas consecuencias devastadoras en términos físicos, psicológicos y en la que no se toma en cuenta la decisión de la mujer”.
Agregó que es una práctica muy violenta físicamente. “El tener un día al año en el que podamos tomar conciencia sobre esta vulneración de los derechos fundamentales de las mujeres y de las niñas (porque generalmente se practica en menores de edad) es importante para sensibilizar y denunciar, en particular, en sociedades que aspiran a ser demócratas y para la agenda feminista”, remarcó.
De acuerdo con la página web de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) esta práctica implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos. Internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.
Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazos, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.
Según datos de la ONU, esta práctica se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como en algunos otros asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Paquistán) y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda.
De acuerdo con este organismo internacional, en los últimos 25 años la prevalencia de la mutilación genital femenina ha disminuido en todo el mundo. En la actualidad, una niña tiene un tercio menos de probabilidades de sufrirla que hace 30 años.
Denuncias públicas
López González de Orduña destacó que en la erradicación de la mutilación genital femenina hay avances, pues actualmente en países como Egipto, Turquía y Burkina Faso existen leyes que prohíben esta práctica, además de que hay personajes muy visibles que la denuncian, aunque para promover su erradicación es necesario realizar esfuerzos coordinados y sistemáticos en los que participen las comunidades en torno a la concienciación sobre los derechos humanos, la igualdad de género, la educación sexual y la atención a las víctimas de la también llamada ablación.
La investigadora resaltó entre los personajes que luchan contra esta práctica a la médica ginecóloga y activista social nigeriana Olayinka Koso-Thomas, investida por la UNAM con el doctorado honoris causa en 2015 por su trabajo en esta materia.
“Se le hizo esta distinción en la Universidad porque es una gran luchadora en favor de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas en el continente africano. Hay reconocimientos como éste, modificaciones legislativas, avances en el activismo, creo que hay motivos para ser optimistas”, afirmó.
López González de Orduña subrayó que el control sobre el cuerpo femenino no es una práctica exclusiva de naciones que evaluamos como “más atrasados”, sino un ejercicio que sigue siendo común en el mundo, aunque en otras formas. “En nuestros países persisten problemas como los feminicidios, el aborto y los bebés sin dimorfismo sexual sobre los que se decide arbitrariamente su condición sexual”, recalcó. Por ello consideró que el feminismo tiene aún mucho que pelear, para lograr que las mujeres hagan con su cuerpo lo que quieran.
Añadió que el hecho de que la mutilación genital femenina sea una práctica patriarcal de control del cuerpo de las mujeres significa que en el siglo XXI esa lógica de apropiarse sigue siendo muy común. “Se siguen negando a las mujeres los derechos sexuales y reproductivos y el acceso a una interrupción legal del embarazo segura y gratuita. No es un asunto de naciones atrasadas, nosotros también tenemos ejemplos de reapropiación del cuerpo de las mujeres”, insistió.
Algunas cifras
La página web de la ONU destaca en 2023 que 4.32 millones de niñas en todo el mundo corren el riesgo de sufrir mutilación genital femenina.
Asimismo, en países como Eritrea, Etiopía, Guinea y Sudán, porcentajes significativos de hombres y niños se oponen a erradicar la mutilación.
En tanto, el Fondo de Población de la ONU (UNFPA) calcula que en 2030 podría haber hasta 2 millones más de casos de mutilación genital femenina.
El organismo internacional señala que una de cada cuatro niñas y mujeres víctimas, es decir, unos 52 millones en todo el mundo, fueron mutiladas por personal sanitario, lo cual señala una tendencia alarmante en la medicalización de la mutilación genital femenina.
Este año, el programa conjunto de la UNFPA y UNICEF lanzan el tema: “Aliarse con hombres y niños para transformar las normas sociales y de género y acabar con la mutilación genital femenina”.
Para “sembrar semillas” en la educación hacia la igualdad de género, la investigadora universitaria recordó que en esta casa de estudios hay un Posgrado en Igualdad de Género y asignaturas obligatorias de género en diversas licenciaturas, las cuales ayudarán a considerar la equidad entre hombres y mujeres que actualmente se están formando en nuestra casa de estudios.
Todo se trata del dominio cultural del patriarcado. Hombres y mujeres perpetuando la afrenta al derecho de las niñas.
Tres millones de niñas están en riesgo de ser mutiladas cada año.
“He visto varias pacientes. Es algo increíble. Es un tejido fibrótico que sangra por la sequedad de la zona. Mujeres con unos rostros con el dolor a flor de piel, a las que les cortan los labios mayores y menores, el clítoris y no le suturan la zona. Dejan que se cicatrice solo. A veces están meses intentando que cierre la parte cortada de la niña. Cuando se hacen grandes, las cicatrices, son inmensos queloides. Hoy, después de cuatro largos años en África, una keniana que estudió en Cuba, me confesó que su mamá se suicidó por las secuelas de la mutilación”, cuenta la doctora E. P
Ella, como millones de sobrevivientes -comenta- rompe con siglos de silencio y convierten el dolor en solidaridad, por las que están en riesgo, de cero a 15 años.
La Unicef calcula que el 91 por ciento de las egipcias han sido sometidas a la amputación total o parcial de sus genitales. De unas 140 millones de mujeres que sufren las consecuencias de esta “tradición”, más de 90 millones están en África, la mitad en Etiopía y en Egipto, donde hasta las antiguas momias, dan triste fe de que el deseo de las mujeres, lleva más de 5.000 años perseguido.
Todo se trata del dominio cultural del patriarcado. Hombres y mujeres perpetuando la afrenta al derecho de las niñas.
Los egipcios no relacionaban el clítoris con el placer sexual, y si con el deseo. La mayoría pensaba que una mujer que hubiera sufrido “un corte”, podía llevar una vida sexual satisfactoria dentro del matrimonio. Sin embargo, el doctor Mohsen Gadallah, de la Universidad Ain Shams de El Cairo, insiste en que “todavía hay resistencia a renunciar a esta tradición, especialmente en las áreas rurales del sur de Egipto. Las tasas de niñas sometidas a mutilación genital bajan, aunque muy lentamente”.
Consigna un pesquisaje en hospitales de El Cairo, con casi 700 mujeres de entre 16 y 55 años, que la mitad habían sido sometidas desde niñas a mutilación genital.
Con una muy difícil posibilidad de que las respuestas fueran todas verosímiles, fundamentalmente por cuestiones religiosas, lograron conocer que el 85 por ciento sufrieron amputación del clítoris, parcial o totalmente, por lo general a la edad de ocho años. El 15 por ciento restante también había perdido los labios menores y, en algunos casos, los mayores.
Un estudio científico dirigido por Tarek Anis, presidente de la Sociedad Panárabe de Medicina Sexual y profesor de sexología en la Universidad de El Cairo (Egipto), certificó en 2012 que la mutilación genital reduce el placer sexual de las mujeres.
Para tratar de entender, dos años antes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llevó a cabo un estudio en dos pueblos al sur de Egipto y en los suburbios de El Cairo, para concluir que el motivo “cultural” para cortar el clítoris de las niñas, es garantizar su virginidad y su fidelidad después del matrimonio. Entre los jóvenes encuestados, “la falta de mutilación genital conduce a las mujeres a la promiscuidad y a la sexualidad excesiva”.
Junto con el matrimonio infantil, la mutilación lastima a centenares de millones de niñas en todo el mundo.
Activistas en contra
“Tenía sólo 10 u 11 años cuando mi padre decidió circuncidarme. Sería la quinta esposa de un hombre de 70 años”. Purity Soinato Oiyie, confiesa que se lo dijo a la maestra y ella informó a la policía. No sabe aún cómo la suerte la acompañó y la policía la retiró del lugar, dos horas antes de la ceremonia de ablación. Fue la primera niña de su aldea en decir no a la mutilación genital femenina.
Cuando Jaha Dukureh tenía 15 años, viajó sola desde Gambia a Nueva York para casarse con un hombre que no había visto antes. Su matrimonio no se podía consumar hasta que fuera revertida la infibulación. En ese momento supo que cuando era una bebé, la habían sometido a la mutilación genital femenina. Le había quitado totalmente el clítoris, cosidos los labios vaginales y hasta la vagina misma. Sólo no lastimaron el orificio para orinar y menstruar.
La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos y que internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.
La abominación se clasifica. Tipo I: extirpación del prepucio, con o sin extirpación de parte o de todo el clítoris. Tipo II: extirpación del clítoris con extirpación parcial o total de los labios menores. Tipo III: extirpación de parte o de todos los genitales externos y sutura/estrechamiento de la abertura vaginal (infibulación).
Magda Ahmed, líder rural, comparte uno de los logros. Ella fue capaz de cambiar la opinión de una madre acerca de la mutilación genital femenina a su hija. “Me prometió que nunca nadie la convencería de hacer daño a su hija de esa manera. Ahora me doy cuenta de que mi papel como líder rural es fundamental en la comunidad”.
“Muchas niñas huyen de sus casas con tan sólo lo que llevan puesto”, afirma Apaisaria Kiwori, matrona jefa del refugio que se construyó con la intención de acoger a 40 niñas, pero ya ha recibido a más de 300 durante la ‘temporada alta’, cuando la tribu indígena kurya lleva a cabo la mutilación genital femenina.
Son nombres reales de mujeres rebeldes ante la afrenta
Sin ir más lejos. Los buscadores de noticias refieren la muerte de bebitas y niñas como consecuencia de la ablación, desde el 2007 y 2012 en Colombia, y las últimas en Somalia, 2018 y 2020 en Etiopía. Y eso es lo que se sabe, porque la práctica ha sido callarse.
El silencio frente a las consecuencias. Mutismo ante las complicaciones de salud a corto y largo plazo. El sigilo incluye el dolor crónico -sicológico y físico- infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, infecundidad, complicaciones durante el parto y, en el peor de los casos, la muerte en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional. También en algunos países asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Paquistán) y comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia, Gran Bretaña y Nueva Zelanda.
Y es que en ciertas sociedades, la mutilación genital femenina es una práctica rara vez cuestionada. Aun así, en 1989, mujeres organizadas denunciaron esta forma de violencia.
En 2012, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas levantó un llamado internacional -ONU-Mujeres, Unicef y el Fondo de Población de la ONU- al designar el 6 de febrero como el Día Internacional de Tolerancia Cero para la Mutilación Genital Femenina, y el 2030 como meta de eliminación. Se hace largo, urgente y la contienda es difícil, justamente donde es una norma social. Se continúa practicando, casi 30 países, aunque el procedimiento esté prohibido en algunas naciones, con un marco legal para ello.
Sólo empoderándose, puede una mujer librar su pensamiento, espíritu y cuerpo, para resistir la presión de la aceptación y el temor al rechazo de la comunidad.
Colombia ha abierto espacios para la reflexión. La ablación es una práctica ancestral en las comunidades emberá chamí y emberá katío de Risaralda, y de los departamentos de Chocó y Caldas.
Aracely Ocampo, defensora del Pueblo de Pueblo Rico, denunció en 2007 la muerte de una menor indígena de la etnia emberá chamí, a consecuencia de la extirpación del clítoris. El ritual de la ablación es un «procedimiento rudimentario y antiséptico», dijo, donde las familias de esa etnia someten a las adolescentes, entre 14 y 17 años, a ese proceso de mutilación.
Desde ese propio año, a partir del proyecto Embera Wera (Mujer Emberá), las comunidades indígenas, de conjunto con el Instituto Colombiano de Bienestar y Familiar, el Fondo de Población de la ONU y la Organización Indígena de Colombia -ONIC- han deliberado en torno a sus derechos y a sus vidas. Los mandatos Embera son acuerdos de las Autoridades legales y Espirituales Indígenas, en los que se comprometen con la erradicación de la práctica.
La propia ONIC explicó que «la práctica de la “clitoridectomía” de una niña de la reserva indígena Gito Docabu, del pueblo emberá chamí y que originó su deceso, los remite a casos análogos anteriores, “que tienen que ver con nuestras prácticas ancestrales y autonomía».
La cultura debe generar vida y no muerte
Existen reportes similares en grupos indígenas desde Brasil, México, Ecuador y Colombia.
«Lo hacen dizque con una tijera o con una cuchilla o lo queman con una cuchara, la ponen a calentar en el fuego, en una leña, y lo van machucando para que se vaya chamuscando el clítoris de la niña». Lo dice una Embera Chamí y asegura que también es una práctica entre indígenas Nasa de Colombia.
Hay que explicar y no cansarse de decir, que las complicaciones inmediatas pueden incluir: dolor intenso, hemorragia, inflamación de los tejidos genitales, fiebre e infecciones como el tétanos. Problemas urinarios, lesiones de los tejidos genitales vecinos, estado de choque y la muerte. De no suceder lo peor, a largo plazo, las consecuencias pueden ser: infecciones urinarias (micción dolorosa, infecciones del tracto urinario); problemas menstruales (menstruaciones dolorosas, tránsito difícil de la sangre menstrual, etc. Trastornos vaginales (leucorrea, prurito, vaginosis bacteriana y otras infecciones); tejido y queloide cicatriciales. También problemas sexuales (coito doloroso, menor satisfacción, etc.); mayor riesgo de complicaciones en el parto (parto difícil, hemorragia, cesárea, necesidad de reanimación del bebé, etc.) y de mortalidad neonatal.
No se descarta la necesidad de nuevas intervenciones quirúrgicas, por ejemplo cuando después de haber estrechado o sellado la abertura vaginal (tipo III) hay que practicar un corte para lograr ensanchar la abertura y posibilitar el coito, como el parto (desinfibulación). La zona genital es cosida varias veces, aún después del parto, lo que aumenta los riesgos y los trastornos psicológicos. Escasa autoestima, depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, y hasta el suicidio, como la madre de la joven keniana que se decidió a contarnos.
El corte del callo
Lo dicen las mujeres Emberá, donde dos de cada tres niñas son mutiladas.
“Me contaban mis abuelas. Porque a las niñas les crecía esa cosita y había que cortarla. También porque cuando se lo cortas, no tiene nada de arrecha -excitación- entonces y le toca tener un solo marido, hasta que se muere”.
“Eso decía mi mamá, que una niña nacía y que en la vagina tenía una cosa con pelitos encima, con unas telitas por lado y lado, y que eso lo operaban […] Y ya, ponían un poquito de alcohol y ya con eso iba sanando. Mi mamá me enseñó. Pero ya no lo hago (Testimonio de mujer emberá chamí, 2009)”.
“Si, en los talleres con las mayoras, nos enseñan a mutilarlas, y es para que no le crezca como un pene y para que cuando sean mujeres, no sean ‘brinconas’, sean fieles a sus maridos”.
“Mire, yo misma quería ver cómo mi mamá y mi abuela hacían la curación a la niña mía, porque yo no sabía qué era eso. Pero mi mamá me dijo que no, que yo no podía ver, y yo le dije: ‘¿pero por qué yo no puedo ver?, ¿qué es lo que ustedes van a hacer a mi hija?’, y ella me preguntó que si a mí no me daba pesar. Yo dije que no, yo quería ver cómo hacían curación a la niña mía. Yo no sabía […] Entonces empezaron, yo pensaba: ‘¿yo qué hice?’. Yo no era capaz de seguir. Ya a lo último me retiraron porque yo estaba muy mal y no dejaba (Testimonio de mujer emberá chamí, 2009)».
“Es el corte del callo”, así se entiende en Chamí – Emberá-Chamí es un grupo étnico indígena colombiano- se eliminan las partes sexuales expuestas de la niña, toda o casi toda”.
“Hay una compañera mía, que me contaba cómo a su hija mayor también le hicieron y a la menor no, y ella dice: ‘¿será que es cierto lo que decían los abuelos? A esa muchachita no la arreglé, la dejé así. Y esa muchacha se alborota por todo [tiene una vida sexual activa]. En cambio la grande, a la que arreglaron, anda un poquito calmadita’. Entonces yo le decía: ‘¡Ay! si usted dice eso, ahora la mía también le va a pasar lo mismo. Hasta ahora es normal, ella está en la casa, ella está viendo televisión. Hasta ahora yo veo que está juiciosa, ¿qué tal más adelante?’. Entonces yo digo: ¿será que vamos a tener que ver un problema por algo que dejamos sin arreglar?(Testimonio de mujer emberá chamí, 2009)».
“No, nosotros no sabíamos de eso, nosotros éramos inocentes de que eso existía aquí en la comunidad, pues como yo no tengo niñas, yo tampoco sabía cómo era el clítoris. […] Yo me preguntaba por qué yo no tengo eso, entonces le preguntaba a mi mamá y ella me decía que yo había nacido así. Es que los mayores eran muy ocultos con esas cosas, ellos nunca le decían a uno nada, ni los hombres sabían (Testimonio de mujer emberá chamí, 2009)».
“Cuando la niña nace con el clítoris largo, que sobrepasa la vulva, se arregla para que no crezca como un pene. La curación es para evitar que en el momento de tener relación sexual con el marido, no se ponga erecto como el pene, porque eso muchas veces no le gusta a los hombres (Testimonio de mujer emberá chamí, 2010)».
“Hay unas mujeres que las operaban. Mi mamá arreglaba a mi niña, me decía que había que arreglarla, me decía: ‘hija póngale cuidado y verá que eso lo arregla es así’. La primera vez yo no sabía, claro que me dio miedo. Primero tuve un embarazo de un niño, después fue una niña. Mi mamá dijo: ‘tienen que operar la niña’. Decía que así no se veía nada más, que ya quedaba normal la vaginita (Testimonio de mujer emberá chamí, 2009)».
“Eso es como un tabú que no se le cuenta a los hombres, hasta que una vez a una señora se le murió una niña de tres días de nacida. Una señora mayor llegó y le practicó ese trabajo a las nueve de la mañana y cuando el papá llegó en la tarde la niña había fallecido a las dos de la tarde. Empezó a haber chisme entre las mayoras y por eso se supo, para ellas era un secreto pero los compañeros se enteraron por los chismes y pensaron que eso era malo, que eso era delito (Testimonio de mujer emberá chamí, 2010)».
“Entonces ya fue uno pensando, allí mucha gente decía: ‘hombre, con unos huevos, apenas se ponen calienticos, ahí mismo sobarle allá’. Cuando la gallina coloca el huevo, ahí mismo hay que cogerle y con eso sobarle allá en la vagina. Si eso no se hace, cuando ya va creciendo la niña, cuando tenga un añito, entonces se va alborotando más, por eso no se puede dejar eso así. […] Ahora eso [ablación] no se hace pero lo del huevo sí (Testimonio de mujer emberá chamí, 2009)».
“Yo estoy en dudas y me he sentido apenada de esas tradiciones. Pero también pienso que nuestras madres han dado vida y de ahí nosotros vivimos en nuestros territorios tradicionales. Nosotros hemos venido milenariamente, pisamos la madre tierra, y en este momento yo estoy aquí parada en nombre de mi tradición y de las parteras que me dieron la vida (Testimonio de mujer emberá chamí, 2010)».
“Las emberá enfrentan muchas otras situaciones que menoscaban sus posibilidades de pervivencia, como mujeres y como indígenas. Son víctimas de diversas formas de violencia tanto por la acción de actores externos, como al interior de sus comunidades debido a la reproducción de prácticas de subordinación que se han incorporado a la cultura. La ausencia de condiciones de vida digna para ellas hace muy difícil su fortalecimiento y, como consecuencia de ello, limita los procesos de transformación de imaginarios patriarcales”.
“Nuestras hijas son víctimas de violencia seria en nuestro territorio (…) La mujer siempre ha sido discriminada, también entre nosotras mismas. A las mujeres no les gusta que otras vayan a fortalecerse dentro de sus comunidades, no les gusta que las niñas sean educadas. Sólo nos gusta que cuiden a los hermanitos, no más. Entre nosotros mismos los indígenas hemos utilizado el abuso verbal, el abuso físico, el abuso de confianza, por eso no nos hemos fortalecido. Hay atropello por parte de actores armados que vienen a nuestros territorios (Testimonio de mujer emberá chamí, 2010)».
“Esta práctica de la curación, es un tema de mujeres. Una niña fue llevada con una infección genital a Pueblo Rico, y muere. Se indaga con las parteras y se reconoce la práctica entre las parteras”.
“Nos tocó a las lideresas ir a cada vereda, son 36 en cada municipio, a preguntarle a las ancianas, a las más. Nadie quería hablar incluso se enojaban, es un tema muy vergonzoso para ellas. Se hicieron talleres con las mujeres, al personal de salud de la zona, con todas las mujeres”.
“Las parteras plantean que atenderán los partos, pero que eso es responsabilidad de la familia, si la niña mañana aparece con eso cortado”.
“Aquí en mi resguardo, ya no se hace. Se les ha dicho a las parteras que si a la niña le pasa algo, de pronto, ella puede ir a la cárcel. Es algo anormal para la niña, a pesar de que venga de una tradición”.
“La experiencia para el resguardo, fue difícil, pues las parteras se cerraron diciendo que eso era su práctica cultural tradicional eso de cortar el clítoris”.
“Hay una parte de la comunidad que lo entiende como un maltrato físico contra la mujer indígena. Otra, la mayoría de las veces es algo oculto, entre la mayora y la madre. No puede saberlo ni el papá”.
“Pero muchos esposos lo saben, el hombre Emberá tiene una autoridad muy fuerte en la familia, hay que fortalecer el tema con ellos. Nosotras lo entendemos, pero los hombres no lo van a entender. Los talleres deben ser para todos”.
“Eso no es cultura, por eso hablo mucho a las mayoras, entiendo que es difícil que comprendan que eso no se puede hacer. Por tanto me han tenido ciertas dificultades”.
“Desde el 2012, las autoridades estatales e indígenas, manifestaron su compromiso con la erradicación de las practicas nocivas a la salud de niñas y mujeres indígenas, comenzando por la mutilación genital femenina. Se volvió un tema común, vamos avanzando porque de eso, antes no se podía hablar”.
“Si, con los talleres, se capacitaron a muchas mujeres que perdieron el miedo a hablar del tema. Nosotras como mujeres no podemos maltratar a nuestras criaturas, a nuestras niñas que trajimos a este mundo. Nadie tiene ese derecho a eso”.
Colombia tiene 48 millones de habitantes. Unas 300.000 son indígenas Emberá. Un 49 por ciento son mujeres que se vuelven mayores entre los 10 y los 12 años, así pueden conseguir esposo y hacer una familia. La nación Emberá se encuentra entre Ecuador, Panamá y Colombia, donde están desplazados en 16 de los 32 Departamentos. Allí es común el nacimiento en casa, acompañados de sus madres, abuelas y las parteras, que por tradición, guardan la placenta de la mujer y el ombligo del recién nacido. Lo que pasa ahí dentro, ahí se queda.
«Fueron ellas quienes incitaron a que se continuara realizando», dice Dayana Domicó, coordinadora nacional de juventud de la ONIC. La mujer emberá, se refiere a las monjas católicas, quienes -dice- afirmaron esta tradición heredada de la cultura africana. Los esclavos también llegaron a Latinoamérica víctimas de una trama de colonización, violencia y sufrimiento.
Mujer emberá: “eso no es vida, es una tortura. Que así como Karaví (Dios), la Madre Tierra, nos manda a este mundo así mismo tenemos que aceptarnos».
Una de cada 20 niñas y mujeres han sufrido alguna forma de mutilación genital femenina (MGF), según cifras de Naciones Unidas (ONU).
Eso significa que 200 millones de mujeres en la actualidad han sido sometidas a algún tipo de corte, cambio o eliminación de la parte externa de sus genitales. Mujeres, esa no es una tradición, es una traición.
Alrededor de 4,1 millones de niñas se encuentran en riesgo de sufrir mutilación genital femenina (MGF) en 2020, advirtió este jueves la ONG Amref, en el Día Mundial para Erradicación de esta práctica.
No hay datos absolutos de cuántas mujeres y niñas han sido mutiladas en todo el mundo, pero la ONU calcula que son más de 200 millones en los 30 paísesde África, Oriente Medio y Asia en los que prevalece esta práctica; y su cifra sigue creciendo cada año.
Sin embargo, «aún hay esperanza», como recuerda en un comunicado Amref España, ya que cada vez más jóvenes reniegan de la MGF en comparación con las generación de sus progenitores.
Amref, que trabaja junto a personal local en proyectos contra la MGF en varios países de África, recuerda que para acabar con esta práctica no solo hace falta penarla por ley, algo que ya hacen muchas naciones, sino también educación y concienciación.
«Al ser algo cultural y ancestral, para erradicarla es esencial aliarse con las comunidades que la practican», explica esta organización sanitaria de origen y gestión africanos.
Desde que comenzó a trabajar en proyectos de este tipo, Amref ha evitado la circuncisión de 17.000 niñas; gracias al apoyo de líderes locales y la celebración de ritos de paso a la edad adulta alternativos en los que no se produce el corte.
«Ahora, los líderes ancianos conocen los peligros de la circuncisión femenina«, expresa la adolescente etíope Kaiseyie Merin, de 13 años, y quien decidió no someterse a la MGF tras conocer los riesgos para la salud que acarrea, entre ellos, sangrados o infecciones.
«Si los padres aún quieren realizar la mutilación genital a su hija esta puede denunciarlo a los ancianos, que hablarán con ellos y les explicarán los problemas que conlleva y que está prohibida por ley», detalla Merin en el comunicado de Amref.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó este miércoles que cada vez es más habitual que la mutilación la realicen profesionales médicos, lo que sucede en uno de cada cuatro casos.
La mutilación genital femenina es una práctica condenada por decenas de organizaciones de derechos humanos en todo el mundo, pero para esta joven, someterse a ella fue una forma de manifestar su frustración
Sylvia Yeko, de 26 años, decidió someterse a una mutilación genital hace unas tres semanas, pese a que el procedimiento, que usualmente se les practicaba a adolescentes, fue prohibido en Uganda en 2010.
La ceremonia de su circuncisión fue pública. Nos mostró un video que fue grabado ese día.
La filmación muestra una multitud alegre, animada, que la rodeaba a ella y a otra mujer. Ambas tienen los rostros manchados con una harina de color marrón blanquecina.
Se acuestan en el césped con sus piernas abiertas. Una mujer mayor se les acerca y les corta rápidamente el clítoris, a una primero y a la otra después.
Ninguna de las dos grita porque hacerlo sería una señal de debilidad y anularía lo que en esta comunidad en el este de Uganda se considera un rito por el que una mujer debe pasar antes de que se pueda casar.
“Ese día me sentí muy orgullosa, muy emocionada”, le dice Yeko a la BBC mientras ve la grabación.
“Antes de que me circuncidaran, me trataban como si fuera cualquier otra niña, pero ahora soy alguien respetado“.
Condenas de prisión
Yeko sabe que podría enfrentar una condena de hasta cinco años de prisión por haberse sometido a la circuncisión, pero insiste en que quiere ser identificada.
La persona que le realizó el procedimiento podría ir a prisión por 10 años.
Desde diciembre, muchas de estas ceremonias de circuncisión públicas se han llevado a cabo en la región de Sebei, en el este del país. La mayoría de ellas en el distrito de Kween, fronterizo con Kenia.
Recientemente tres personas fueron condenadas por llevar a cabo procedimientos de mutilación genital femenina (MGF), incluyendo una adolescente de 15 años y una mujer. Otras 19 están detenidas a la espera de juicio.
La MGF puede llegar a ser potencialmente mortal. El riesgo más inmediato es que la mujer muera por una hemorragia.
Las infecciones son otro problema grave, no sólo tras la mutilación sino años después.
A las mujeres en el video también se les cubrió sus partes íntimas con harina y no está claro si la misma hojilla fue usada en otros procedimientos de ese tipo.
Las cicatrices se pueden convertir en queloides, que salen cuando el tejido de la piel, tras superar una lesión, crece en exceso.
En el caso de parto, éste también puede complicarse con efectos no sólo para la madre sino para el bebé.
Sin embargo, Yeko se ha convertido en una especie de celebridad en Sebei y cuando le preguntó si le preocupa que niñas y mujeres sigan su ejemplo y se sometan al procedimiento y, con ello, pongan sus vidas en peligro, me responde que no cree que la MGF sea perjudicial.
Mutilación genital femenina
Comprende todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos.
Se practica en 30 países de África y en algunos de Asia y de Medio Oriente.
Se estima que alrededor de 3 millones de niñas y mujeres en todo el mundo están en riesgo cada año.
Usualmente se practica entre la infancia y los 15 años.
Existen varias motivaciones para hacerlo como creencias sobre lo que es considerado un comportamiento sexual apropiado, rito de transición a la vida adulta y previo al matrimonio y para garantizar la “pureza femenina”.
Los peligros incluyen hemorragias severas, problemas urinarios, infecciones, infertilidad y complicaciones durante el parto, que pueden llevar a la muerte de los recién nacidos.
Fuente: Organización Mundial de la Salud
Para Yeko, la práctica no es sólo un rito cultural sino una forma de protesta por el fracaso del gobierno de cumplir sus promesas de ayudar a las jóvenes a acceder al sistema educativo y a tener mejores perspectivas de vida, una vez la circuncisión fuese prohibida.
La gente en estas áreas poco desarrolladas y pobres esperaba tener un mayor acceso a los servicios sociales y a infraestructura al abandonar la MGF.
Para que entienda su argumento, Yeko me lleva a la escuela secundaria Kwosir, que también funciona como un internado para niñas. Allí hay una placa que dice: “Promesa presidencial para acabar con la MGF”.
Aunque, según me cuenta, la escuela fue construida en el marco de la prohibición de la circuncisión femenina y estaba destinada a que fuese gratuita para todas las niñas, los costos pueden ascender a US$90 por periodo escolar, una cantidad que para muchas familias es imposible de pagar.
“Es mejor que se lleven su escuela porque no nos estamos beneficiando de ella ni la estamos disfrutando”, manifiesta.
En términos educativos, Kween es una de las áreas con los peores niveles educativos del país.
Según estadísticas gubernamentales, en promedio, alrededor de 6.000 estudiantes se inscriben en la educación primaria, pero al final de la escuela secundaria sólo quedan 200 alumnos en las clases.
Yeko asegura que consiguió tener una educación, pero como muchos jóvenes en la nación del este de África, no consigue empleo.
Graduada de la universidad y con un hijo de cuatro años, su decisión de someterse a la circuncisión es su forma de manifestar que los líderes ugandeses la han decepcionado.
Antes del procedimiento, incluso escribió una carta a la policía informándole sobre la ceremonia. Quería que las autoridades supieran con antelación lo que sucedería.
“Nos tratan como niños”
Para otra mujer que compartió su experiencia con la BBC sobre su reciente circuncisión, el motivo fue más personal.
Nos habló en condición de anonimato y nos contó que se sentía excluida porque como una mujer casada en la comunidad Sabiny, no se le dejaba hacer ciertas cosas por el solo hecho de no haberse sometido al procedimiento.
“Una mujer no puede ir al granero (comunal) o al corral a recoger estiércol de vaca”, se queja.
El estiércol de vaca con frecuencia es usado para emplastar las paredes de las casas, una tarea con frecuencia que hacen las mujeres.
“Un esposo se puede casar con otra mujer. Ella pudo haber sido circuncidada y por eso empezar a insultar a otras mujeres que no lo están. Eres puesta a la altura de tus niñas“, explica.
Sin embargo, esta madre de tres hijas no quiere someterlas a la circuncisión porque su esperanza es que puedan recibir educación y volverse menos sensibles a la intimidación de la comunidad.
“Rompió las puertas”
La primera presidenta del parlamento ugandés, Rebecca Kadaga, ha sido una activista clave en la campaña contra la MGF en los últimos 20 años.
Visita la región cada año y fue quien comisionó la escuela para niñas de Kwosir.
Kadaga sostiene que la decisión de prohibir esa práctica en Sebei fue una iniciativa de sus propios líderes, quienes en 2009 habían aprobado un reglamento local.
“Sé que no están felices por un número de problemas que enfrentan. Pero pienso que lastimarte a ti misma porque no hay una calle, no está bien. Sé que nuestra tarea es asegurarnos de que estas comunidades tengan acceso a servicios”, indica.
La prohibición ha llevado a un descenso significativo en los casos de circuncisión en Uganda. En 2011, un 1,4% de las mujeres fueron sometidas a la circuncisión; para 2016 la cifra había caído al 0,3%.
Pero el padre de Yeko, Arapkwures Chemegich, quien rechaza la MGF, cree que la prohibición ha creado una especie de resistencia.
Él mismo intentó detener a su hija de continuar con su plan de ser circuncidada.
“Cuando tratamos de detenerla, peleó y rompió las puertas”, cuenta mientras me muestra dos puertas de su humilde casa. Estaban afuera de sus bisagras.
“Pienso que la MGF debería acabarse, pero ¿cómo? No debería ser a la fuerza“.
La serie ‘MTV Shuga’, que se dedica a difundir entre jóvenes africanos los comportamientos adecuados en materia de sexualidad y tolerancia, comenzará a emitirse en versiones locales en Egipto e India, indicó este martes 11 de julio del 2017 la cadena de televisión.
La versión egipcia, grabada en árabe pero cuyo título no fue aún anunciado, será la primera adaptación de ‘MTV Shuga’ que no es en inglés. Se concentrará en la anticoncepción, el matrimonio entre menores y las mutilaciones genitales de las mujeres, extendidas en Egipto.
En India la serie se titulará ‘MTV Nishedh’ -‘tabú’ en hidi- y abordará temas sensibles en ese país como el sida y la explotación sexual de niños.
Según MTV, esas dos nuevas series serán difundidas a partir de 2020. La cadena anunció asimismo dos nuevas temporadas de ‘MTV Shuga’ a partir de 2018, que serán filmadas en Nigeria y que harán referencia particularmente a la planificación familiar.
La Policía de Tanzania ha puesto en marcha una serie de medidas para acabar con las ceremonias secretas de mutilación genital femenina en el país, donde cientos de niñas huyen de sus hogares para no sufrir este tipo de prácticas.
«No quería el dolor que tuvo que atravesar mi hermana cuando pasó por la circuncisión hace dos años», ha indicado Neema Maro, de 17 años, que se ha desplazado a un refugio en la localidad de Masanga, a unos 50 kilómetros de su casa.
«Mi tía convenció a mi padre para llevar a cabo la mutilación y que pudiera casarme», ha señalado Maro, que ha añadido que le gustaría acabar su educación y convertirse en enfermera. Al menos 7,9 millones de niñas y mujeres en Tanzania continúan sometiéndose a la mutilación total o parcial de los genitales.
La práctica, llevada a cabo principalmente en África y algunas zonas de Asia, no presenta ningún tipo de beneficio para las mujeres y puede derivar en infecciones, hemorragias e incluso la infertilidad, según ha denunciado en reiteradas ocasiones la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Después de que Naciones Unidas instara en 2015 a las autoridades a poner fin a este tipo de prácticas, algunos países, incluido Tanzania, han prohibido la mutilación genital femenina, por lo que ésta es llevada a cabo de forma secreta en la mayoría de los casos.
OBSTACULIZAR LA LABOR POLICIAL
En Tarime, las niñas son sometidas a este proceso generalmente entre los 12 y los 17 años. «Mientras hablamos, muchas niñas están siendo mutiladas en diferentes zonas del país y algunos hombres armados están obstaculizando la labor de las fuerzas de seguridad», ha afirmado el jefe de la Policía en el distrito de Tarime, Glorious Luoga.
«He dado indicaciones a los agentes para que detengan a los padres de las niñas que hayan sufrido la mutilación», ha añadido. Mary Wandia, encargada de la gestión de programas de la ONG Equality Now, ha afirmado que la legislación contra esta práctica no ha sido implementada con éxito en Tanzania, lo que hace que muchas niñas acudan desde otros países.
«En Kenia, la ley ha sido impuesta con fuerza, por lo que muchas están cruzando la frontera para evitar ser perseguidas por ello», ha aseverado Wandia. La Policía en Tanzania y Kenia ha llevado a cabo una serie de operaciones conjuntas para detener a aquellas personas que realicen la circuncisión, según ha informado el agente Andrew Satta.
«Hemos identificado un grupo de personas que permite que las niñas atraviesen la frontera desde Kenia para ser sometidas a esta práctica», ha señalado Satta.
Por otra parte, la acción policial en la zona ha provocado que algunos miembros de los clanes locales garanticen que ninguna niña será sometida a la mutilación.
«No queremos problemas con el Gobierno, así que utilizaremos harina para llevar a cabo un ritual para nuestras niñas en vez del que solemos hacer normalmente», ha manifestado James Nyamaka, uno de los miembros más antiguos de un clan de Tarime.
Europa/Reino Unido/14 de octubre de 2016/es.euronews.com
Sarian Karim Kamare tiene 39 años, es originaria de Sierra Leona y vive en Londres desde 1999. A los 11 años, sus genitales fueron mutilados. Un día en una fiesta, alguien vendó sus ojos y sin anestesia, le cortaron el clítoris con un cuchillo.
Sarian Karim Kamare: “Me arrinconaron a la fuerza, separaron mis piernas y sentí un corte. En ese momento, no sabía ni siquiera lo que me estaban haciendo, solo sabía que estaban cortando algo de mi zona íntima. Fue horrible, lo último que imaginé fue que me pasara algo así. Fue un acto de violencia organizado por mi propia familia.”
“Ellos lo hacen porque creen que tengo que ser parte de su cultura y necesito ser totalmente aceptada dentro de mi comunidad. Pero esto no está en ninguno de los libros sagrados. Es sólo una práctica cultural, una mala práctica que fue adoptada. Esto sirve para someter a las mujeres y hacerles daño, es una manera de controlarlas, sobre todo su deseo sexual. Y créeme que funciona, porque una vez que te quitan el clítoris, te destruyen tu apetito sexual y cosas por el estilo.”
El número exacto de casos de mutilación genital femenina (MGF) en Gran Bretaña es desconocido. El Gobierno estima que al menos 170.000 mujeres y niñas han sido sometidas a esta práctica y que por lo menos 65.000 menores de 13 años están en riesgo.
Somalia, Gambia y Sudán son algunos países en donde se lleva a cabo, sin embargo, los informes indican que también ocurre en el Reino Unido, de manera ilegal.
Desde abril del año pasado, los servicios de salud británicos han registrado semanalmente 100 nuevos casos de MGF. Pero estos son tan sólo los que han sido dados a conocer.
La doctora Brenda Kelly dirige una clínica en Oxford especializada en estos casos. Kelly asegura que la mutilación genital puede causar problemas de salud para toda la vida.
Doctora Brenda Kelly, obstetra, fundadora de la Clínica Rose, Hospital John Radcliffe en Oxford: “Si se trata de un niña, le puede dar dolores, sangrado e infección. Pero, la mayoría de las pacientes que he tenido son mujeres adultas que han tenido que soportar las consecuencias de esto. Pueden tener dificultad para orinar, cuando tienen el periodo y cuando tienen relaciones sexuales con su pareja. Un número significativo de mujeres ha terminado con problemas psicológicos y psico-sexuales. Una de cada seis mujeres tiene trastornos de estrés postraumático o síntomas similares”.
Algunos activistas dicen que son mujeres mayores de edad las que realizan este procedimiento. Además, trabajan en el mercado negro en el Reino Unido. La policía también sospecha que las jóvenes son llevadas a sus países de origen durante las vacaciones escolares de verano, durante la llamada “temporada de corte.”
“Zara”: (el nombre ha sido cambiado para protegerla) “Mi padre planeaba casarme a través de Skype y hacerme la ablación antes o después, justo después de mi matrimonio, antes de tener relaciones sexuales con mi marido. La razón por la cual tenía que ser mutilada era que si no lo hacía no era entonces una buena musulmana y no estaba obedeciendo el Islam, y que podría oler a orina. Me hice muchas preguntas sobre mí misma, pensé: ¿no soy musulmana?”
Zara fue criada en Inglaterra. Su padre, de origen asiático, la presionó para casarla contra su voluntad y para practicarle la ablación. Fue algo dificil de soportar.
“Zara”: “En varias ocasiones pensé que sería mejor no estar aquí, no vivir más”.
Damon Embling/euronews: “¿Quisiste suicidarte?”
“Zara”: “Sí”
Damon Embling/euronews, Londres: “Muchas mujeres y niñas como Zara sufren a menudo en silencio, en el Reino Unido y en otros lugares. Les aterroriza el hecho de estar en contra de sus familias y sus comunidades. Pero, Zara fue finalmente salvada de los planes de su padre. Habló y logró que la Policía la ayudara.”
“Se emitio una Orden de Protección por mutilación genital y matrimonio forzado, lo que quiere decir que cualquier persona que intente presionar a Zara tendrá que ir ante los tribunales. Se presentaron cargos criminales contra su padre, sin embargo, Zara aseguró que no pudo hacer más”.
“Zara”: “Quiero enviar un mensaje pero también quiero tener una vida. No quiero perder a mi padre, él ha estado conmigo durante toda mi vida, ha sido mi mejor amigo y siempre ha estado ahí para escucharme. Desde muy joven perdí contacto con mi madre, ella tenía problemas mentales muy graves. De modo que mi padre es la única persona con la puedo hablar. No quiero perderlo”.
Damon Embling/euronews: “¿Crees que ahora tu padre entiende la razón por la cual hiciste lo que hiciste?
“Zara”: “Sí”
Damon Embling/euronews: “¿Crees que lo acepta?
“Zara”: “Sí, ahora lo acepta”
Karyne Tazi, del Centro para la Mujer y las Familias en Wolverhampton: “En muchas ocasiones, la gente que te ama es la que te hace la ablación. Es considerado como un acto de amor”.
Karyne Tazi trabaja para una organización benéfica que lleva a cabo una campaña para erradicar la mutilación genital femenina. Tazi asegura que hay que educar a las madres que han sufrido esta experiencia.
Karyne Tazi, directora del Centro para la Mujer y las Familias, Wolverhampton:“En muchas ocasiones se trata de cambiar la mentalidad de estas mujeres, desafiando su forma de pensar y asegurándose de que esto no pasará a la siguiente generación. Estas mujeres son, probablemente, las que van a obligar a sus hijas a hacerlo también. Queremos mostrarles que es un abuso y es ilegal”.
Las organizaciones benéficas tratan de educar a los niños en el Reino Unido con vídeos animados para que los menores entiendan mejor la situación.
La mutilación genital femenina es ilegal en el Reino Unido desde hace 30 años. En Inglaterra y Gales, los padres pueden ser acusados si llevan a sus hijas al extranjero para someterse a esto. Sin embargo, hasta ahora no ha habido un enjuiciamiento exitoso.
“Zara”: “En aquel entonces yo no podía hacer nada, pensaba que no iba a tener una vida y que iba a terminar siendo la esclava de algún hombre. Pero ahora, me han enseñado lo que puedo y no puedo hacer, más bien lo que puedo hacer. Ahora siento que tengo más poder.”
“Mi mensaje es que puede ser realmente difícil salir y hablar en contra de tu familia, pero al final, será un bonito mensaje para ellos, hay una hermosa vida que te espera”.
Tomado de: http://es.euronews.com/2016/10/13/la-mutilacion-genital-femenina-una-practica-cultural-ilegal-en-el-reino-unido
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