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Venezuela: El trabajo del docente es necesario para que no vuelva el neoliberalismo

Caracas / 17 de enero de 2018 / Por: Luis Lovera Calanche / Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/

“En Venezuela no puede volver el neoliberalismo ni el capitalismo salvaje, y el trabajo del docente es necesario para ello”, afirmó este lunes el ministro del Poder Popular para la Educación, Elías Jaua Milano, a propósito de celebrar en Día del Maestro.

Durante la colocación de una ofrenda floral al Padre de la Patria, Simón Bolívar, el funcionario señaló -en palabras del luchador social y poeta venezolano, Argimiro Gabaldón- que el pueblo es el gran maestro de los conductores de la Patria.

“Al neoliberalismo lo derrotamos en la década de los noventa sin estar en el poder. Claro que venceremos a este modelo excluyente que pretende volver al régimen de privatización, de congelación de salarios, de arrebatar las prestaciones y las pensiones a los maestros y maestras”, expresó.

Jaua argumentó, en ese sentido, que el pueblo venezolano , unido, debe hacer irreversibles los derechos de los maestros y las maestras alcanzados en dos décadas de Revolución.

“En este siglo veintiuno,  con el comandante Hugo Chávez y ahora con el presidente Nicolás Maduro, seguiremos luchando junto al magisterio por la protección de salarios, por la estabilidad, por la formación docente, sepan que no están solos, somos pueblo en lucha por una sociedad de iguales” , aseguró.

Igualmente, el ministro Elías Jaua entregó el botón Luis Beltrán Prieto Figueroa en honor a los humildes maestros de la Patria.

Es necesario recordar que el 15 de enero de 1932, el profesor Luis Beltrán Prieto Figueroa decidió reunirse en la esquina de Cují, en Caracas, para formar una agrupación encargada de defender los derechos de los maestros y mejorar la educación en el país, ante las intromisiones en los asuntos gremiales por parte de la dictadura de Juan Vicente Gómez.

La iniciativa fue tomada en el Gobierno de Isaías Medina Angarita como símbolo de la unidad magistral y dio paso al decreto de celebrar cada 15 de enero el Día Nacional del Maestro.

Fuente noticia: http://www.correodelorinoco.gob.ve/ministro-de-educacion-el-trabajo-del-docente-es-necesario-para-que-no-vuelva-el-neoliberalismo/

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“La Unión Europea elige defender el interés del gran capital contra el interés de la mayoría. Serbia no es la única cobaya”

Entrevista a Éric Toussaint

Desde hace varios decenios escribe sobre los sistemas financieros internacionales. Según Toussaint sería necesario que su funcionamiento fuese fácil y totalmente comprensible para todos. Señala que no siempre es fácil convencer a los editores para publicar tus libros si añades otra demanda: que dichos libros sean accesibles gratuitamente en internet. Con los años ha adquirido la reputación de un autor leído y citado a menudo, lo que le ayuda a encontrar apoyo para sus investigaciones entre los ciudadanos que quieren poner en práctica sus alternativas. Su último libro, aparecido en Francia a finales de 2017, se titula Le Système Dette. Histoire des dettes souveraines et de leur répudiation   (éditions Les Liens qui Libèrent, París, 2017). Estuvo precedido, entre otros y a título indicativo, por los títulos Bancocracia (2014) y 50 Preguntas/50 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial.

El historiador belga, que además es doctor en ciencias políticas, creció en un pueblo belga de 2.500 habitantes con una treintena de nacionalidades diferentes. Renunció a la carrera académica en Lieja por el activismo y la investigación y fue uno de los miembros fundadores, en 1990, del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas que participó en la fundación del Foro Social Mundial.

Por invitación del Centro para las Políticas de Emancipación, pronunció en la facultad de Filosofía de Belgrado una conferencia titulada ¿Por qué y cómo abolir las deudas ilegítimas en Europa?en la que considera las deudas ilegítimas mecanismos creados para servir el interés de una minoría privilegiada en lugar del interés público. Los gobiernos de Ecuador (2007-2011) y Paraguay (2008-2011) y el Parlamento de Grecia (2015) solicitaron la ayuda de Éric Toussaint como asesor en las auditorías de las deudas públicas. También ha participado en iniciativas ciudadanas por la auditoría de las deudas en Europa. Le hemos preguntado por nuestra economía sabiendo que desde 2008 la deuda pública serbia se ha triplicado hasta llegar al 65 % del PIB, pasando de 8.000 a 24.000 millones de euros.

«Yo diría que Serbia como los demás países de los Balcanes, lo mismo que Portugal, España o Chipre, se sitúan en la periferia cuyo centro está constituido por Francia, Bélgica, los Países Bajos, Austria y sobre todo Alemania, que tratan a dicha periferia como un campo de ensayos. La transferencia de capitales y tecnologías del centro a la periferia va acompañada de condiciones políticas y financieras a través de la Comisión europea, el Banco Central Europeo, el FMI y el Banco Europeo de Inversiones. En el sentido inverso, de la periferia parten los flujos financieros en dirección al centro en forma de reembolso de la deuda, de repatriación de los beneficios realizados por las empresas extranjeras que explotan la mano de obra «barata» de la periferia, sin olvidar la fuga de capitales y la evasión fiscal organizada por los capitalistas de la periferia. Hay que añadir la fuga de cerebros y de mano de obra en general que va de la periferia al centro y que representa una riqueza irreemplazable, su mayor riqueza. No se pueden comprar nuevos ciudadanos.

Además, antes de la crisis, un flujo financiero de una amplitud enorme fue del centro a la periferia, principalmente a través de los sistemas bancarios alemán, austriaco, francés, belga, holandés e italiano. Las deudas privadas y públicas se incrementaron y desde la crisis del centro, a partir de 2008, los flujos financieros se han detenido. Desde entonces para algunos países de la periferia se ha vuelto muy difícil reembolsar la deuda, tanto de los hogares como de las empresas o de los estados. Antes de que la crisis bancaria estallase en Alemania y en los demás países del centro parecía fácil obtener dinero del centro, era casi un regalo. No hay que olvidar que los banqueros del centro lo hacían debido a un exceso de liquidez y con la voluntad de invertir para conseguir beneficios. Pero un período de ese tipo siempre va seguido de una crisis. En realidad Serbia no es una cobaya aislada. Es lo mismo en el caso de España, Irlanda, Portugal, Chipre, casi todos los países de los Balcanes, entre ellos Grecia… en resumen, las economías periféricas».

¿Considera que la UE al menos representa un mal menor para Serbia?

Supongo que la UE continúa siendo atractiva para Serbia. Y entiendo por qué, sobre todo si tenemos en cuenta el mantra de la falta de alternativa. Además vengo de un país del centro, he ido a Ucrania, Bosnia, Croacia, Eslovenia… para responder a las invitaciones lanzadas por las organizaciones de izquierda. Hay que ser un gran optimista y un gran ingenuo para pensar, teniendo en cuenta el desarrollo de los hechos, que la UE elegirá el interés del ciudadano libre y activo antes que el interés del capital. A los ciudadanos solo se les concede la libertad necesaria para que el sistema, que funciona económicamente contra ellos, no esté amenazado. Les recomiendo que sean prudentes con sus deseos de integración en la UE.

El interés de los acreedores privados e internacionales está muy claro, la falta de responsabilidad también. ¿Pero cuál es la responsabilidad de los gobiernos que aceptan los créditos nocivos?

En la mayoría de los países la deuda pública se incrementó debido al rescate de los bancos tras su quiebra. Semejante transformación de la deuda privada en deuda pública se hizo contra el interés de la mayoría de la población, los gobiernos que hicieron eso deberían ser castigados y las deudas contraídas para rescatar a los bancos responsables de la crisis deberían anularse. Por otra parte, las afirmaciones de los gobiernos según las cuales una reducción del impuesto sobre los beneficios de las grandes empresas atrae a los inversores y empleadores interesados por el fair-play, son muy discutibles. La primera consecuencia de ese tipo de decisiones, sin excepción, es la reducción de las rentas públicas. Dado que los ingresos del Estado bajan como consecuencia de esos regalos a los capitalistas nacionales y extranjeros, el Gobierno se ve obligado a financiar el presupuesto por medio del endeudamiento. Además las PYMES no tienen ningún interés en la reducción de impuestos a las grandes empresas, que llevan al hundimiento de la economía nacional, impulsan la actividad hacia el mercado negro y disminuyen más los ingresos públicos. El tercer tipo de responsabilidad de los gobiernos es el fenómeno del « elefante blanco», el financiamiento de proyectos muy costosos que no sirven para nada al interés general. Aquí tienen, por ejemplo, el proyecto «Belgrado Waterfront» (1), una empresa excepcionalmente costosa, irrealizable sin financiamiento y préstamos exteriores, que no mejora la infraestructura económica del país ni de la ciudad. Los ciudadanos heredarán la deuda, no los gobiernos que cambian a menudo.

Imagen del proyecto Belgrado Waterfront

Usted estuvo durante cierto tiempo en contacto con Alexis Tsipras y Yanis Varufakis como asesor en la auditoría de la deuda pública griega. ¿Piensa que Grecia habría podido enfrentarse a la troika de otra forma, sin consecuencias punibles?

Tras las numerosas protestas ciudadanas de oposición a las políticas antisociales impuestas por la troika, Tsipras apareció como representante de una alternativa. En su programa había previsto la auditoría de la deuda, la socialización de los bancos, la reducción de los gastos militares… Debido a sus tensas relaciones con Turquía Grecia se aprovisiona de armamento estadounidense, francés y alemán en proporciones increíbles, probablemente inútiles y muy costosas. Washington, París y Berlín empujaron a las autoridades griegas a esos gastos ilegítimos y continúan haciéndolo.

Desde el 25 de enero de 2015, tras las elecciones, estaba claro que Tsipras sería el primer ministro y el Gobierno se formó dos días después. Mientras tanto, menos de una semana después, el Banco Central Europeo prohibía a los bancos griegos el acceso normal a las líneas de créditos de liquidez. A partir de ese momento, todos los viernes, el Gobierno de Tsipras se vio obligado a pedir al BCE una ayuda excepcional de liquidez (Emergency Liquidity Assistance , ELA) más cara que las líneas de crédito ordinarias y que además fomenta un sentimiento de inseguridad respecto a los depósitos bancarios (lo que estimuló retiradas masivas por un total de más de 30.000 millones de euros en seis meses). Habría sido normal, por lo tanto, que el Gobierno adoptase una actitud de autodefensa frente al BCE y realizase la auditoría de la deuda, que entonces llegaba al 180 % del PIB. Nadie en su sano juicio puede pensar que semejante deuda está totalmente justificada. ¿Por qué es tan terrible comprobar cómo está constituida? Pero Tsipras sucumbió a la presión de los bancos privados extranjeros y griegos, de Jean-Claude Juncker, de Mario Draghi y del FMI y no sancionó a los bancos cuya gestión fue ilegal o sospechosa. Tampoco suspendió el pago de la deuda. Demasiadas concesiones de un Gobierno que se declaraba progresista.

¿Cree entonces que Alexis Tsipras cambió de opinión sobre el rumbo que debía dar a la política griega?  

Muchas personas lo pensaron después de seis meses, en junio, cuando la ruptura con la troika era inevitable. El Gobierno preguntó al pueblo griego, que seguía muy politizado, si deseaba continuar sometiéndose a las exigencias de los acreedores. Unos días antes del referéndum del 5 de julio de 2015, el BCE volvió a presionar cerrando los bancos griegos para atemorizar a los ciudadanos, A pesar de ese chantaje el resultado del referéndum fue claro, el 61,5 % de los griegos votó “No” y rechazó las exigencias de los acreedores, es decir, de la troika. Aquello fue muy valiente. Pero Tsipras era menos valiente que el pueblo que le había elegido. Estoy convencido de que cuando pedía al pueblo que votase “No” tenía la esperanza de que ganase la otra opción. No obedeció la voluntad de los electores. Eso ha provocado un trauma, una terrible decepción no solo en Grecia, sino en todas partes donde existe el deseo de un mundo más justo. El sadismo de la troika con Grecia después del referéndum no ha hecho más que profundizar ese trauma.

¿Tsipras y Varufakis utilizaron las conclusiones y recomendaciones de la auditoría realizada por la comisión que puso en marcha la presidenta del Parlamento griego?  

Nunca las utilizaron. La historia recordará a Tsipras como un traidor, lo que no se puede decir de Varufakis. Finalmente la Asamblea Nacional, con otros 30 diputados de Syriza y cinco ministros, votó el 15 de julio de 2015 contra la capitulación frente a la troika. Se recordará. Pero en realidad su nuevo libro Comportarse como adultos, no es creíble. Varufakis pensaba, al igual que Tsipras, que es posible engatusar a Lagarde, Juncker, Merkel y Schäuble. Por un lado, el 20 de febrero de 2015, firmó un contrato con el Eurogrupo en el que como ministro de Finanzas se comprometía a reembolsar la deuda respetando el calendario y a continuar las privatizaciones. Por otro lado en su libro afirma que desde el mes de marzo intentó convencer a Tsipras para oponerse al FMI y al BCE, ¿por qué nunca se dirigió personalmente contra la política con la que no estaba de acuerdo? Además, en su libro, dice que escribió siete cartas de dimisión y las rompió todas. Debería haber sido más transparente y políticamente más perseverante y radical frente a la UE y el FMI. Dice una cosa públicamente y piensa lo contrario.

Usted señala el «sadismo de los acreedores». Por otro lado se insiste en la pereza y la irresponsabilidad de los griegos, ¿dónde está la verdad?  

Los griegos más ricos han conseguido eludir el impuesto, pero las clases medias y bajas tienen que pagarlo. En Grecia cuando no pagas al Estado caes en la ilegalidad y no puedes disfrutar de los derechos sociales mínimos. Literalmente no eres un ciudadano. Eso no tiene nada que ver con la pereza. Por ejemplo, antes de que Tsipras llegara al Gobierno, 2.105.000 griegos estaban en situación de exclusión a causa de deudas inferiores a 3.000 euros. Nadia Valavani, la viceministra de Varufakis, propuso una medida excelente: permitir que las personas pagasen sus deudas en cien pagos mensuales de 20 euros como mínimo y anular una parte (2). Desde el primer mes, alrededor de 700.000 personas entraron en el sistema, lo que aportó al Gobierno griego una suma importante de ingresos imprevistos. ¿Cree que la Comisión Europea y el FMI lo apoyaron? No, en el tercer memorando incluyeron una medida según la cual quien se retrasase dos veces en el pago de la deuda en 24 horas sería borrado del sistema. En junio de 2016, 250.000 personas habían sido expulsadas del sistema de regularización puesto en marcha gracias a Nadia Valavani. Ahora hay medio millón más de ciudadanos que antes en la ilegalidad.

¿Qué opina del movimiento DiEM25 de Yanis Varufakis?  

No firmé el manifiesto del DiEM25 ni me he adherido a ese movimiento creado en 2016 por Varufakis. Aunque muchas personas a las que aprecio mucho participan en el trabajo de esa organización yo no la apoyo. DiEM25intenta crear “por arriba” una organización internacional de la izquierda europea antes de las elecciones de 2019 para el Parlamento Europeo, mientras que lo que hace falta es un proceso enraizado en la base, en las luchas y las resistencias. DiEM25 aboga por la reforma de la UE y los organismos financieros, pero Varufakis, como exministro de Finanzas, debería saber mejor que nadie que no parece que la UE se pueda reformar. Los acuerdos sobre los que está fundada la UE solo se pueden modificar con la aprobación unánime de los países miembros, lo que es irrealizable.

Se habla de la ampliación y fortalecimiento de la zona euro, ¿cuáles serían las consecuencias?  

La influencia sobre la economía europea sería pequeña, quizá el incremento de un porcentaje del PIB. Pero aunque la zona euro está al borde del abismo no se va a hundir, ya que no hay alternativa propuesta. En el caso de una ampliación, las economías más fuertes y las grandes empresas privadas serían todavía más poderosas, porque no hay riesgo de devaluación y porque la Comisión Europea y el BCE las apoyan firmemente. Serían las poblaciones de los países de la periferia que entrasen en la UE las que sentirían hasta qué punto la organización europea limita la libertad de tomar decisiones democráticamente. Simplemente el euro en Alemania y el euro en Serbia (aunque ésta entre en la eurozona) no son el mismo euro y nunca lo serán. El euro es una moneda que refuerza las economías dominantes y somete las economías periféricas.

Traducido del serbio por Natalija Stevanetic y Bertrand Fonteyn.

Fuente original: Semanario serbio NIN

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“El pensamiento neoliberal hoy es dominante”

Entrevista a Arjun Appadurai sobre la financiarización de la economía mundial

En diálogo con Cash, el antropólogo indio Arjun Appadurai analiza el capitalismo financiero destacando que los instrumentos derivados son centrales en el actual funcionamiento de los mercados. Señala que se calcula que el valor en dólares de los derivados es cinco veces el PIB global y apunta que el gobierno de Macri se ha comprometido firmemente con el mundo financiero.

El estallido del mercado de las hipotecas y, por ende, de las economías centrales en 2007-2008 puede ser entendido como una crisis del lenguaje. Esta hipótesis, propuesta por Arjun Appadurai, tiene un minucioso desarrollo en su libro “Hacer negocios con palabras. El fracaso del lenguaje como clave para entender el capitalismo financiero” (Siglo XXI). Appadurai nació en Bombay. Actualmente, vive en Berlín donde estudia los problemas contemporáneos desde una visión culturalista. En su visita a Buenos Aires invitado por la Fundación Medifé, el antropólogo indio dialogó con Cash sobre el papel del lenguaje –la incertidumbre, el riesgo y la acción mágica– en la debacle económico-financiera de comienzos de este siglo.

¿En qué consiste el riesgo de la forma derivada que fue, según su mirada, la que llevó a la crisis económico-financiera de 2007-2008?

En los últimos 20 años, las finanzas se han vuelto centrales para el capitalismo. Cada vez que alguien solicita un préstamo y contrae deuda, ese contrato en sí es vendible. Se vende a alguien que le coloca cierto valor a algo, algún otro pone un nuevo valor y, entonces, se convierte en un mercado de la deuda. La lógica general de la financiarización se basa en este instrumento: el derivado.

Definamos el término “derivado”, que es central en su análisis.

–Es cualquier cosa cuyo valor se deriva de otra cosa. Una bolsa de seguro de vida es un ejemplo de derivado, porque se deriva del valor de mi vida. En definitiva, un derivado es todo lo que se pueda vender sin que dependa de su valor propio. En Estados Unidos, lo que sucedió en los años anteriores a la crisis es que cada vez había más y más derivados, las cosas derivaban del valor de otras cosas. Una montaña de derivados. En cada etapa, el valor se basa en un compromiso de una de las partes con respecto a la otra parte.

¿En qué consiste ese compromiso?

–Si el valor futuro –dentro de cinco años, por caso– es un valor determinado, yo te voy a pagar ese valor; si es menor, vos me pagarás a mí. Hacemos un trato respecto del valor futuro. El truco es que nadie espera a que pasen esos cinco años; se vuelve a vender antes de que culmine ese período. El derivado más importante que se vendió en Estados Unidos, y generó el colapso, fueron las hipotecas de las casas.

Cuando afirma que el derivado es el corazón de la caída de los mercados de los países centrales en 2007-2008, ¿se refiere a eso?

–Correcto. En Estados Unidos, está en el corazón del problema: todos vendían los derivados pensando que los valores de los inmuebles iban a subir indefinidamente, pero en determinado momento empezaron a caer, y toda esa montaña se vino abajo. Se calcula que el valor en dólares de esos derivados es cinco veces el PIB global. En otras partes del mundo, no son tan importantes las hipotecas, se recurre a otro tipo de préstamos.

Usted afirma que en los países del Sur Global no se vio el mismo impacto que en los países centrales. Sin embargo, tiempo después esos países también sufrieron las consecuencias de la crisis, y en forma muy severa.

–Fue algo global, eso es verdad. Pero el efecto fue distinto en los diferentes lugares. Estados Unidos sufrió el impacto más importante, luego siguió Europa y, tiempo después, América latina también se vio afectada. La cantidad de activos en los mercados financieros era menor en estos otros países. El efecto es mundial pero los países más pobres estaban, en cierta forma, protegidos porque no tenían tanto dinero en este tipo de mercados.

No en el primer momento del estallido, pero tiempo después ya no estuvieron “protegidos”.

–Sí, es cierto, porque son parte de este hemisferio, donde hay un gran comercio de derivados. En América latina debe haber un problema similar, porque el mundo bancarizado está bastante avanzado. Sí, definitivamente Latinoamérica se vio afectada, quizás más que India, más que Medio Oriente, más que África.

Promesas

Al definir la forma del derivado como “contratos hechos con promesas”, usted se basa en conceptos de Max Weber como “incertidumbre” y “acción mágica”. ¿Qué vínculo encuentra entre esos términos y los contratos hechos con promesas?

–Weber postulaba que la ética capitalista occidental está arraigada en ideas protestantes calvinistas –no católicas, ni siquiera luteranas–, tales como “ser salvados”. Ha habido mucho debate sobre las ideas de Max Weber, pero hay un consenso respecto de que hay conexión entre la esfera de la religión y la salvación personal, la virtud y la actividad económica capitalista. Me pregunto dónde entra este elemento religioso en el mercado financiero. Weber analizó el capitalismo en la fábrica.

¿Cómo lleva, entonces, esa conexión a la forma actual de capitalismo financiero y, más precisamente, a la forma derivada?

–Hoy, que tenemos dinero que genera dinero, se puede observar este pensamiento religioso. El primero se refleja en cómo los banqueros y operadores de derivados ven el riesgo y las chances de perder o de ganar dinero; algo de ello surge de esos sentimientos, del rol de la suerte en la vida, de la incertidumbre en el mundo. La dimensión mágica es que el dinero, en cierta forma, genera más dinero. Así como con la multiplicación de los panes, el dinero se multiplica misteriosamente. La gente trabaja con esto y genera la ganancia real; el primer pan viene de nosotros, pero el tercer pan y el cuarto pan no nos los vuelven a nosotros. Podemos entender esta expresión en el estilo de vida que tienen estos financistas. El dinero es real, pero el principio de generación de este dinero es mágico porque no podemos entenderlo del todo. La promesa está en el centro de cada contrato, pero son promesas basadas en un valor financiero abstracto.

¿Y la incertidumbre?

–Frank Knight, un economista estadounidense de principios del siglo XX con una fuerte influencia de Max Weber, estableció la distinción entre respuesta e incertidumbre. El riesgo es la incertidumbre a la que se le pone un número como la probabilidad. Uno puede asumir que el crecimiento de Argentina el año que viene es incierto, pero es posible poner una cifra, se puede decir: “las probabilidades son 3 o 4 por ciento”, eso es un riesgo. Al mercado financiero no le gusta la incertidumbre, les gusta el riesgo.

¿Por qué?

–Porque con el riesgo uno puedo hacer contratos, acuerdos. No podemos generar dinero a partir de la incertidumbre pero sí a partir del riesgo.

¿Cuál de ambos términos cuadra con su análisis de la forma derivada?

–En mi análisis están tanto el riesgo como la incertidumbre. El riesgo existe porque los que venden y compran estos derivados necesitan ese riesgo; la incertidumbre se ubica en la parte trasera, en un segundo plano. No se le puede poner un número a la incertidumbre pero sí sentimientos, emociones. Cuando el mercado inmobiliario cayó en 2007, había gente que sentía que esto iba a pasar y generó mucho dinero, ganó mucho dinero. Intuían que podía llegar a pasar y pasó.

El Estado

¿Cuál ha sido el rol del Estado en esta crisis?

–Esa es una pregunta fundamental. En el mundo de hoy, hay una tendencia dominante hacia el pensamiento neoliberal: el Estado debe ayudar a los mercados financieros y a otros mercados a que les vaya bien; no sólo controlar que sean honestos, ayudarlos. Cuando les va mal hay que salvarlos, y cuando les va bien también hay que ayudarlos. El Estado debe brindar soporte y asistencia a esta generación del dinero por parte del capitalismo. No se trata de que el gobierno se mantenga alejado de la economía, debe ayudar activamente.

¿A qué se refiere?

–La regulación está muy activa en muchas partes del mundo, para asegurarse que los bancos no generen ganancias excesivas, no abusen de la confianza de la gente, no sean fraudulentos. Los bancos centrales tienen que hacerlo, aunque tienen mucha presión para dejar de hacerlo y, simplemente, ayudar. En Argentina, ¿cuál es ese ratio, cuánto ayuda el Estado y cuánto controla? Entiendo que en la época de los Kirchner había mayor nivel de regulación y que ahora hay más ayuda.

¿Qué consecuencias cree que puede ocasionar este cambio del rol del Estado en Argentina?

–Mi impresión es que el gobierno actual en Argentina, se ha comprometido firmemente con el mercado financiero y con otras formas de globalización. Veo que este gobierno quiere ser competitivo y activo en el campo global más que crear una independencia nacional argentina, por fuera del alcance del Fondo Monetario y de los grandes bancos. A este gobierno no le importa tal independencia. No soy experto en la situación de Argentina, pero creo que hay una mayor inclinación a la participación de los mercados financieros internacionales.

La deuda contraída por el gobierno argentino en 2016 fue de 43.000 millones de dólares, superior a la de todos los años del período 1976-2016 en dólares constantes. ¿Cómo ve esa decisión financiera a futuro?

–No es posible escapar del mundo financiero global. La pregunta es cómo participamos en él, para obtener el máximo beneficio para las personas comunes que están tomando préstamos. No digo: “no tomen préstamos, cerremos los bancos, aléjense de las instituciones financieras”. Ya es muy tarde para eso. Hoy no hay una opción para escapar de la financiarización, pero en mi libro sugiero que hay una forma de que esta participación sea más justa. Hoy sólo se utiliza para generar, recibir y obtener ese dinero. Las ganancias quedan en los bancos, no veo por qué deba ser así. De todas formas, yo discrepo de otros colegas de la izquierda que proponen detener todo.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/86066-el-pensamiento-neoliberal-hoy-es-dominante

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Condición póstuma y educación

Por: Xavier Besalú

¿Podemos tirar por la borda, sin más, la escuela como institución y fiarlo todo a una plataforma sin nombre, sin normas, sin control, sin responsabilidad, que se dice neutra y sin afán de lucro?

Es posible –como se nos anuncia repetidamente en las redes sociales– que la escuela del futuro la estén no solo diseñando, sino también aplicando ya, al tiempo que nos venden sus bondades, las grandes empresas financieras y tecnológicas.

Se trata de una escuela completamente desinstitucionalizada, sin espacios físicos, ni paredes, ni aulas, ni patios; sin tiempos pautados y segmentados, sin horarios, sin cursos. Una plataforma en línea, disponible permanentemente, con un profesorado conectado y dispuesto sin límites, universal, abierta a todo el mundo y, a la vez, personalizada, atenta y sensible a la diversidad de intereses, talentos y esfuerzos.

Aparentemente al menos, la panacea, una respuesta oportuna y barata al declive de las instituciones, una justificación exculpatoria a tantas deserciones, a tantas formas alternativas de autoorganización, una lectura sesgada y puesta al día de la crítica al poder institucional y tecnológico formulada con vehemencia en los años 70 del siglo pasado.

No hay duda de que las instituciones producen sus propios demonios, pero sabemos también que esta forma de organización es un potente artefacto que libera de las ataduras comunitarias y familiares, que actúa a la vez como factor de individuación e independencia, como elemento de contraste con otras múltiples formas de vida presentes y pasadas, reales y virtuales, y como mecanismo de integración a un lenguaje común, a unas bases culturales que facilitan la comprensión y el entendimiento. ¿Podemos tirar por la borda, sin más, la escuela como institución y fiarlo todo a una plataforma sin nombre, sin normas, sin control, sin responsabilidad, que se dice neutra y sin afán de lucro?

Por otra parte, hemos constatado, al menos desde la II Guerra Mundial, que tener más información, gozar de mayores niveles de instrucción, en definitiva, que ser más cultos no es razón suficiente ni para ser más libres –¿cuántos de los más fanáticos fundamentalistas y terroristas son universitarios?–, ni moralmente mejores –¿hace falta recurrir de nuevo al ejemplo de la sociedad alemana en tiempos del nazismo?–, ni más progresistas y solidarios como pueblo. Pero esa desazonante realidad no debe ser impedimento para que nos preguntemos qué saberes, qué valores, qué prácticas culturales, qué formas metodológicas y organizativas, qué concepto y qué técnicas de seguimiento y evaluación necesitamos para revertir esa situación.

Desde la academia hemos contribuido irresponsablemente a confundir y mezclar el proyecto de modernización puesto en marcha por el capitalismo a finales del siglo XVIII, presentado como la forma de civilización humana por antonomasia, aquella que vale la pena difundir y expandir en nombre del humanismo y del progreso, bien por las buenas o bien por las malas (llámese colonialismo, imperialismo o subordinación), con la actitud ilustrada. Una actitud que se ha definido como de confianza en la razón crítica, en la capacidad de pensar y decidir por sí mismo, en la seguridad de que todo es susceptible de ser criticado, de que no hay nada sagrado e intocable más allá de la propia intimidad, lejos de la tutela de los dioses, de los reyes, de las supersticiones y de la magia, lejos de nuestros supuestos –bienintencionados o no– representantes; una actitud también de responsabilidad, de asunción de las propias decisiones y actuaciones, de búsqueda compartida de la verdad, sabiendo que es casi imposible ponernos de acuerdo sobre cual sería el bien deseable, pero comprometidos en evitar el mal y en buscar fórmulas provisionales, negociadas y revisables de vivir juntos personas no solo distintas, sino también desiguales, de confianza en la especie humana.

A principios del siglo XXI, el proyecto de modernización capitalista se ha fortalecido extraordinariamente revestido de neoliberalismo económico, dispuesto a prescindir de cualquier regulación externa, y de conservadurismo social, necesitado como está de contener la ira que provoca la acentuación de las desigualdades y de desviar la atención hacia los designados como culpables –siempre los últimos– y hacia problemas directamente inventados.

Y lo ha hecho sobre las cenizas de la actitud ilustrada, cercenando la crítica argumentada más allá de la verborrea y las expansiones irresponsables de las redes sociales, incrementando los niveles de autoritarismo y de despotismo con interpretaciones jurídicas interesadas y nuevas disposiciones siempre a favor de los poderosos. No vivimos ya en la condición postmoderna, tan en boga a finales del siglo pasado, aquella especie de liberación de las ataduras de un mundo que se quería homogéneo, de unas sociedades que condicionaban el presente a proyectos de futuro que nunca acababan de llegar, que predicaba un presente eterno y digno de ser vivido en plenitud y ensalzaba una diversidad personal y cultural.

Como ha escrito Marina Garcés, vivimos –o mejor: intentamos sobrevivir– en la época de la condición póstuma, en un tiempo en que todo parece acabarse: la historia, las ideologías, el progreso, los recursos naturales, el agua, el petróleo…, una experiencia vital casi terminal. También parece acabarse el capitalismo tal y como lo hemos conocido: no tenemos más que ver cómo nos venden las políticas de austeridad, como se justifica la laminación de cada uno de los pilares del Estado del bienestar, cómo se apuesta sin miramientos por la privatización –es decir, por la exclusión– en los servicios públicos. El propio planeta, exhausto, nos advierte de su finitud y esa misma conciencia ha llegado ya a nuestras propias condiciones de vida, a la revisión de lo que debe ser una vida humana digna, como una amenaza cierta: la condena a una precarización permanente, a un malestar vital difuso, a un tiempo sin presente y sin futuro.

¿Como afrontar desde la educación la ideología de la condición póstuma? Priorizando de nuevo la actitud ilustrada, es decir, combatiendo ese mantra que nos atenaza y que nos conduce al gregarismo y a la rendición; rechazando todas y cada una de las nuevas formas de autoritarismo, tanto en lo político, como en lo social, en lo religioso o en lo ético; dando un nuevo valor a las organizaciones y a las instituciones como formas de protección ante la fuerza de los poderosos y de avance hacia nuevos mecanismos de relación y de participación; desocultando los dogmas y las ideologías que enmascaran la realidad y dibujan terrenos de juego a medida de sus promotores. En esta lucha, los sistemas educativos universales y públicos deberían reivindicarse como un actor no solo necesario sino imprescindible. En esta lucha, el debate sobre lo que vale la pena ser enseñado y ser aprendido tampoco es baladí.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/01/12/condicion-postuma-educacion/

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“¿De verdad necesito una multinacional para tomar un café en mi barrio?”

Entrevista a Saskia Sassen, investigadora antiglobalización

Globalización, sistema financiero, migraciones, cambio climático, espacio urbano… Hablamos con la socióloga aprovechando su fugaz paso por Madrid.

Saskia Sassen es, quizá, la persona que mejor comprende el fenómeno de la globalización actualmente. Sin ir más lejos, dedicó nueve años “de monje, que no de monja” hasta parir Territorio, autoridad y derechos: de los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales, que ella misma considera como una de sus obras más completas de la decena de libros que componen su influyente bibliografía.

Esta semana Sassen visita Madrid para inaugurar el XXV Congreso de la Asociación de Geógrafos Españoles. Comienza su ponencia con un perfecto castellano –acento argentino– y se permite unas notas de humor, a pesar de la fatiga que produce cruzar el Atlántico dos veces en menos de 48 horas. En cuestión de minutos, conecta ideas y datos de disciplinas como la física, la sociología, la economía y la geografía, y las ilustra con ejemplos mundanos que penetran tanto en las mentes especializadas –aisladas– en un campo específico, como en las principiantes. Ante el hechizo de sus palabras, los millenials del público se olvidan del smartphone; insólito ademán de gozo en los rostros de las personas con aire intelectual y pelo canoso que colman la sala. Sassen no deja a nadie indiferente.

Premio Príncipe de Asturias 2013 en Ciencias Sociales, Sassen habla de migraciones, desigualdad, cambio climático y empobrecimiento de las clases medias, modestas y trabajadoras. Procura conscientemente evitar términos como neoliberalismo porque cree que “son como invitaciones a no pensar”. Sassen creció en cinco idiomas, y en todos ellos ha escuchado y leído que la digitalización es la gran revolución de nuestra era, pero ella insiste en que ese punto de inflexión tuvo lugar hace 30 años. Para esta socióloga, la “máquina de vapor” de nuestros días podría ser la alta finanza. “Ni la máquina de vapor ni lo digital afectan a todo, mientras que la alta finanza genera un cambio fundacional en la sociedad y el sistema”. Prefiere hablar de tú a tú y desgrana su pensamiento con la mirada clavada en quien tiene delante, como si estuviera leyendo sobre los ojos de su interlocutor.

Primera pregunta, ¿eres optimista?

[Una joven interrumpe la entrevista. Ha reconocido a Sassen y quiere expresarle la admiración que le despierta su trabajo. “Pero si eres socióloga”, dice la chica. Le sorprende ver a Sassen en un congreso de geógrafos].

–Yo creo que sí, soy optimista, a pesar de que hablo de muchas cosas negativas. Mi disposición es a mirar a la cara a todas estas cosas negativas. Cuando estás combatiendo, tienes energía.

Sassen presta atención a mundos muy distintos. Es profesora de la Universidad de Columbia y la próxima conferencia en su agenda se celebrará en la prestigiosa Universidad de Stanford, pero asegura que lo que le importa es hablar “a los que sufren abusos, un abuso a menudo invisible”. En este momento desarrolla un proyecto sobre espacios urbanos en la periferia de París, uno de esos lugares que ella denomina “espacios indeterminados”, para que “quienes están en riesgo de alienación” sientan que forman parte de su espacio urbano. En privado, admite que no le gusta jugar a predecir el futuro: “Prefiero estar alerta de las trayectorias que van cambiando”. Su obsesión, reconoce, es comprender lo que está pasando justo ahora: “Lo que me gusta es descubrir, no replicar”. No forma parte de los “batallones de científicos sociales”.

Una de las tendencias que más le interesan como pensadora e investigadora es lo que define como “extractivismo financiero” y que comenzó con las grandes desregularizaciones de los años 80. “La alta finanza es un sector extractivo que vende lo que no tiene“, a diferencia de la banca tradicional, “y nosotros pagamos el precio”, dice. A ojos de la profesora, el sistema financiero logra colonizar espacios no financiarizados, periféricos, para seguir expandiendo sus fronteras y acumulando más riqueza y poder.

Mientras hablamos, invoca el caso de las grandes corporaciones financieras de Alemania y su rol en la crisis de la deuda soberana en varios países de Europa. También cita ejemplo de los productos derivados de las hipotecas subprime que los grandes grupos financieros de Estados Unidos concedieron a las familias con las rentas más bajas, unos instrumentos especulativos tóxicos, ahora prohibidos, que se vendieron y esparcieron a nivel global y que aceleraron la transmisión de la crisis por todo el mundo. El sistema financiero necesitaba activos tangibles, como las casas de esos ciudadanos de renta baja, para crear esos productos derivados y obtener plusvalías muy rentables. Más tarde la alta finanza expulsó a esas familias pobres que unos años antes había incorporado, lo que se materializó en más de 14 millones de hogares estadounidenses desahuciados. Al igual que sucedió en España, allí el Estado también destinó cifras récord para salvar a la banca.

¿Crees que veremos un cambio de dinámica en el mundo de las grandes finanzas que no implique una tragedia?

Creo que han encontrado un límite, aunque la cuestión es que siguen desarrollando instrumentos. Mira cuando inventaron los productos derivados. Hay una especie de exhaustion [usa el término en inglés para decir ‘agotamiento’] de opciones. Me interesan mucho las nuevas posibilidades que puedan surgir. Cuando Goldman Sachs empezó a comprar todo tipo de activos relacionados con el aluminio, generó una crisis en el mundo financiero. No usaron el metal, sino que especularon y generaron una escasez que incluso les llevó a los tribunales, pero ahí siempre ganan. Generan escasez para obtener una plusvalía. Es increíble.

El FMI vuelve a pedir más apoyo de los Estados a los planes de pensiones privados… ¿Qué rol juegan los gobiernos nacionales en todo esto?

¿Qué gobierna el gobierno? Los gobiernos nacionales han facilitado esto, cediendo ante lobbies, cambiando leyes… Recuerdo cuando, ante el estallido de la crisis, en EEUU el poder legislativo discutía si debía dar al sistema bancario la mitad del fondo de rescate, dotado con 700.000 millones de dólares. Al mismo tiempo la Reserva Federal [banco central de EEUU] decidió que sí. Bloomberg News pidió información y no la obtuvo hasta dos años y medio más tarde. Después llegó el quantitative easing [compra de bonos y tipos de interés cercanos a cero], en total 12 billones de dólares. Mientras, la opinión pública debatía por 300.000 millones de dólares [coste estimado del programa de salud pública Obamacare]. El nivel de corrupción de Ben Bernanke, por entonces jefe de la Reserva Federal, fue tan profundo que no se percibió como tal. Llegamos a creer que así es como han de hacerse las cosas. Han generado esa lógica hasta convencernos de cómo se resuelve esto. Ahora el FMI, institución pública, aunque lo olvidemos, defiende la privatización de las pensiones, y sabemos muy poco de este tema. Todos los presidentes que hemos tenido [en Estados Unidos], también Obama, han sido convencidos por el sistema financiero, que tiene gente muy inteligente, para que tomaran decisiones nefastas. Clinton fue uno de los peores, puso en marcha la desregularización, creando el escenario para la tormenta perfecta que llegó después.

En su afán por entender cómo se conectan distintas realidades, Sassen ha desarrollado un basto conocimiento sobre dinámicas migratorias, cambio climático, ‘tierra muerta’ y globalización. Habla de “un tercer sujeto migrante” que queda fuera de los tratados internacionales sobre refugiados o las leyes nacionales sobre migración: personas expulsadas del campo que terminan en grandes suburbios de la periferia y son “capturados en un desarrollo económico (…) que oscurece esta realidad de expulsión”, con la ayuda de indicadores económicos tan reduccionistas como el crecimiento del PIB. Sassen subraya que esas familias mantuvieron la tierra viva durante generaciones, pero las nuevas plantaciones son capaces de destruirla en solo 50 años. En breve comienza la Cumbre del Clima de Bonn (Alemania) y la socióloga no deja pasar la oportunidad para insistir en que, a su parecer, estos acuerdos son solo “un pasito chico, no son suficientes”. “Este sistema económico no tiene en cuenta el tema, pero está surgiendo conciencia”, dice en referencia al cambio climático.

Tras el fatalismo realista, una pincelada de optimismo: “Hay muchísima esclavitud en el mundo hoy en día, pero también hay gente que relocaliza elementos de la economía, como quienes empiezan a cultivar verduras en barrios modestos”. Ella interpreta estos brotes de cambio como un intento por recuperar algo que no es simplemente una franquicia, y esta vez cita como ejemplo Barcelona y su menguante tejido de antiguos negocios familiares que caen ante la llegada de grandes firmas internacionales, con lo que eso conlleva, desde la pérdida de conocimiento –”la familia que tenía una floristería sabía dónde obtener flores, cómo trabajarlas… Ahora son franquicias y ese savoir faire se queda en la sede de la multinacional”– hasta la salida de dinero que antes permanecía en el circuito local. “¿De verdad necesito a una multinacional para tomarme un café en mi barrio?”, se pregunta.

Sassen asegura que no siente miedo, sino indignación, ante el masivo flujo de datos personales en manos de grandes corporaciones y gobiernos. Opina que “tienen tantos datos que les cuesta manejarlos”, pero le molesta que compañías como Google, o sobre todo Facebook, ingresaran sus primeros 1.000 millones de dólares “sin asumir ningún tipo de riesgo, ¿y si potencian algo que es falso? Además, venden toda la información sobre nosotros a otras empresas también sin asumir ningún riesgo”.

La profesora termina matizando: “Hay gente brillante que no pudo trabajar en un diario y ahora puede escribir sus historias, pero al mismo tiempo hay un abuso total, estas corporaciones pueden cometer errores pero nunca son culpables, es lógica extractivista“. “Cuando todos los modelos que admiramos caen en eso, tenemos un problema serio”, sentencia Sassen.

Fuente: http://www.lamarea.com/2017/10/27/entrevista-saskia-sassen/

 

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Navidad, nacer de nuevo

Por: Frei Betto

“No hay duda de que la Navidad papanoélica es la única festividad en que la resaca se anticipa a la conmemoración”, dice Frei Betto. 

La Navidad es un tiempo de desazón. Apremiados por la publicidad que cambia a Jesucristo por Papá Noel, se nos desdeña como ciudadanos y se nos seduce como consumidores.

Aunque tengamos dinero en el bolsillo, se instala un hueco en nuestro corazón. Aumenta la temperatura de nuestra fiebre consumista y, discípulos fundamentalistas de una secta extravagante, nos adentramos mediante una procesión motorizada en las catedrales de Mamón: los shopping centers.

En esas construcciones imponentes, brillantes falsos de la escenografía cosmopolita, nos aguardan las ofrendas de la salvación, premisas y promesas de felicidad. Exhibidas en elegantes anaqueles y vitrinas relucientes, escoltadas por bellas ninfas, las mercancías son como imágenes sagradas dotadas del milagroso poder de hacernos ingresar en el reino celestial de quienes hacen de todo para morir ricos.

Libres de las figuras profanas que contaminan el exterior, como los niños que transforman las ventanillas de nuestros carros en cuadros de pavor, recorremos silenciosos las naves góticas, elevados por la música aséptica y el aroma achocolatado de exquisitas golosinas.

Con ojos ávidos, inclinamos el espíritu de capilla en capilla, atendidos por solícitas sacerdotisas que, si bien no pueden ofrecer gratis el manjar de los dioses, al menos nos lo brindan con sus trajes de vestales romanas condenadas a la belleza obligatoria.

Es el altar de nuestros sueños, el Cielo anticipado en la Tierra en forma de joyas, aparatos electrónicos, ropas y productos importados que nos redimen del pecado de vivir en este país cuya miseria arruina el paisaje.

No hay duda de que la Navidad papanoélica es la única festividad en que la resaca se anticipa a la conmemoración. Tómense vinos y castañas, panetelas y pavos, y un puñado de regalos: he ahí la receta para disfrazar una fecha. Y ahogar emociones y sentimientos. Pero no es Navidad.

La mercancía se convierte en la "diosa" de la Navidad moderna. Foto: ValenciaBonita.

La mercancía se convierte en la “diosa” de la Navidad moderna. Foto: ValenciaBonita.

Para festejar la Navidad se necesita avivar los afectos y servir a la mesa corazones y solidaridad, destapando el alma y convirtiendo el espíritu en pesebre donde renazca el Amor. Darse en vez de dar, estrechando lazos de familia y vínculos de amistad.

Urge abrir el diccionario impreso en los dobleces de nuestra subjetividad y sustituir competencia por comunidad, envidia por reconocimiento, resentimiento por humildad, yo por nosotros.

En estos trópicos calientes, mejor que con nueces conviene gratificar la lengua con prudencia, privándose de hablar mal de la vida ajena.

Un poco de silencio, una oración, la retracción del ego favorecen el encuentro con uno mismo, sobre todo de quien se reconoce alienado de Dios, de los otros y de la naturaleza. Nada cuesta pisar el freno en la atropellada carrera de quien, en el afán de superar el ritmo del tiempo, corre el riesgo de abreviar la vida por el agotamiento del cuerpo y la confusión de la mente.

Antes de los brindis, se recomienda llenar el corazón de ternura hasta que se desborde por los ojos y se derrame en caricias y besos.

Porque ¿de qué vale la Navidad si no tenemos el valor de regalarnos la decisión de nacer de nuevo?

 

Imagen: Folhox.

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Honduras, Perú, Chile: descomposición democrática

Por: Raúl Zibechi

En las últimas  semanas asistimos a la escenificación de la deslegitimación de las democracias electorales en América Latina. Me refiero al fraude electoral contra la oposición en Honduras, al irresistible ascenso del fujimorismo que está a punto de desplazar al presidente electo con un golpe parlamentario y al retorno del empresario derechista Sebastián Piñera a la presidencia en Chile. En los tres casos parece evidente que el sistema democrático no sirve a los intereses de los sectores populares.

En Honduras se produjo un doble fraude. En 2009 se había dado un golpe institucional contra el presidente Manuel Zelaya porque pretendía postularse a la relección que está expresamente prohibida por la Constitución. Sin embargo, en 2015 la Corte Suprema de Justicia falló de manera unánime señalando la inaplicabilidad del artículo 239 que prohíbe la relección. O sea, la misma Corte que destituyó a Zelaya, violó la Constitución para hacer lo contrario.

Días atrás, hasta la OEA de Luis Almagro se pronunció por repetir unas elecciones que a todas luces fueron irregulares, aunque el Tribunal Supremo Electoral parece haber zanjado la cuestión en favor del presidente Juan Orlando Hernández. Nada indica que el corrupto poder hondureño, que provocó el asesinato de Berta Cáceres y de otras 123 personas asesinadas desde 2010 por oponerse a proyectos de represas, vaya a retroceder. Ni que la OEA sea tan beligerante en este caso como lo está siendo con Venezuela.

En Perú el Parlamento con mayoría absoluta fujimorista está al borde de un golpe parlamentario para destituir al presidente Pedro Pablo Kuczynski, economista y empresario neoliberal. La justicia lo acusa de haber favorecido a la brasileña Odebrecht en 2006 cuando era el primer ministro de Alejandro Toledo. Lo que indigna es que sea el partido de Keiko Fujimori, que cobija a los genocidas y corruptos del régimen de su padre, Alberto, preso que será puesto en libertad si ganan la Presidencia, quien esté al frente del ataque al actual gobierno.

El fujimorismo busca hacerse con el control del Tribunal Constitucional y de la Fiscalía de la Nación, a cuyos miembros acusa de presunto lavado de activos del narcotráfico. El control del Parlamento puede terminar por ahogar todas las instituciones del país, entre ellas la Corte Suprema, para evitar que la justicia siga adelante con el caso Lava-Jato que implica a los Fujimori. En tanto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó al Estado peruano suspender el proceso contra miembros del Tribunal Constitucional (goo.gl/V6gkfm).

Llama la atención que las izquierdas no denuncien golpe cuando el proceso contra Kuczynski tiene rasgos similares a la destitución de Dilma Rousseff en Brasil. Parte de la izquierda peruana (el Frente Amplio de Marco Arana) está empujando el mismo carro que el fujimorismo, seguramente por cálculos electoralistas.

En Chile, Piñera ganó la Presidencia con poco más de 25 por ciento de los votos, ya que más de la mitad de los habilitados decidieron no concurrir a las urnas. No es la primera vez que esto sucede. Desde que la votación no es obligatoria, el porcentaje de votantes cayó abruptamente. En la segunda vuelta la abstención fue apenas menor que en la primera, porque el electorado decidió que entre el candidato oficialista (Alejandro Guillier) y el millonario neoliberal hay poca diferencia.

Algunos analistas progresistas sostienen que no votar es un síntoma de despolitización. No dicen que la ley antiterrorista ha sido y es aplicada en Chile por los gobiernos progresistas de Bachelet contra el pueblo mapuche, pese a que incluso órganos de las Naciones Unidas se han pronunciado en contra de su aplicación en el conflicto de la Araucanía.

La reforma educativa a la que se comprometió el segundo gobierno de Bachelet (2014-2018) es otra promesa incumplida que recibió duras críticas del movimiento estudiantil porque no considera la educación como un derecho social, no termina con el sistema de créditos con garantía estatal, no pone fin al lucro y no da plazos explícitos para la gratuidad (goo.gl/EiJfie). Ni qué hablar de las AFAP, sistema privado de pensiones que se mantiene en pie desde la dictadura de Pinochet (1973-1990).

Estos tres casos merecen algunas consideraciones sobre la democracia electoral y las estrategias de quienes queremos cambiar las cosas.

La primera es la inconsistencia de las llamadas instituciones democráticas y también de las organizaciones internacionales como la OEA, que aplican un doble rasero desvergonzado. El Poder Judicial y el Parlamento (que deberían velar por los derechos y representar a la población, respectivamente), se han convertido en instituciones decorativas que son manejadas por los poderes económicos y las mafias (como el fujimorismo y las élites hondureñas) según sus propios intereses.

La segunda es que estamos viviendo tiempos de turbulencia global que llevan a los poderosos a quitarse las máscaras, siendo la careta democrática la primera en caer para dejar paso al gesto adusto de la fuerza bruta. Esto sucede en todo el mundo, empezando por las grandes potencias como Estados Unidos, Rusia y China. Ni qué hablar de países como los nuestros, donde los Estados-nación conservan un nítido sello colonial.

La tercera es qué hacemos ante esta realidad. No propongo ignorar los escenarios electorales, sino definir una estrategia que los coloque en su justo lugar. El primer paso de cualquier estrategia en el escenario actual es consolidar las organizaciones, territorios y espacios de los sectores populares. Eso quiere decir: apuntar hacia educación propia, salud propia, justicia propia y poder propio. No depender de los Estados, ni de las instituciones internacionales. Construir organizaciones sólidas y flexibles capaces de navegar en las tormentas.

Si lo anterior funciona, podemos pensar en el calendario electoral y dedicarle algunas fuerzas. Sin desarmar los mundos propios, naturalmente.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/12/22/opinion/020a2pol

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