Estados Unidos: Los hijos de la violencia

Los hijos de la violencia

Fernando Buen Abad Domínguez

9 de agosto día Internacional de los Crímenes Estadounidenses contra la Humanidad.

¿Hay un plan para encubrir los crímenes contra la Humanidad? Sí, se llama Capitalismo.

Quedarse quieto es hacerse cómplice. Ésta no es una denuncia cómoda para tranquilizar conciencias pequeño-burguesas. Es denuncia y es autocrítica. Mientras Trump y sus jaurías criminales reprimen, humillan y encarcelan a familias de “inmigrantes”; todos los Crímenes Estadounidenses se coagulan en las injusticias fronterizas, la inmensa mayoría de nosotros aporta su cuota de ignorancia, indolencia e inutilidad funcionales. Algunos claman a cielo y oran, otros se subliman mentando madres, algunos hacen donativos, limosnas y gestos compungidos. Otros más, alzan los hombros y siguen viendo sus noticiero favorito.

La única solidaridad concreta ocurre desde abajo, de la mano del pueblo que mira en el que sufre sus propios sufrimientos. Para no importunar al magnate de La Casa Blanca, cientos de funcionarios se cosen la boca con hilos de burocracia y silencian lo que les queda de consciencia para que el horror no les quite el sueño. Algunos abogados fabricaron trincheras de “jurisprudencia” a prueba de toda vergüenza, desde ahí pontifican deyecciones leguleyas expelidas por el “Estado de derecho” y los “tratados internacionales”.

Se exhiben muy pulcros para el tecnicismo y muy puntuales para la cobranza. Van y vienen de congreso en congreso, de conferencia en conferencia, de burocracia en burocracia… mientras los niños aprenden, tras las rejas, que viven en un mundo donde ser pobre se castiga, no importa de dónde vengas ni qué edad tengas. Castigo inclemente sin delito, sin juicio sin defensa. “La única forma de salvar la vida de las personas detenidas es su liberación”, dice el periodista Jacob Soboroff, que ingresó a estas cárceles del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) donde, ya en 2008, vio niñas y niños encerrados en jaulas. Soboroff lo relata en su nuevo libro “Separated: Inside an American Tragedy” (Separados: una tragedia estadounidense).

Es uno más de los Crímenes Estadounidenses contra la Humanidad, convertido en mercancía “mediática”. Mercancía del horror prefabricado por intereses de clase a cuyo servicio está el Estado, para venderla en el mercado de la dominación de una clase sobre otra. Esta vez usando a los niños, sin clemencia, sin defensa, sin piedad. En el alma de esa violencia la complacencia de gobiernos reformistas y oportunistas escupiendo a mansalva discursos legalistas. Se descargan, minuto a minuto, ráfagas de violencia ideológica para esconder la tortura a que son sometidos los más indefensos en el imperio oligarca de la indefensión social. No importa el horario, no importa el tema y no importa el impacto… siempre hay violencia a destajo contra niñas y niños victimados tras las rejas del imperio. Y parece tan “natural”. “Según diferentes cables, en mayo ICE tenía a unos 184 menores, pero los activistas creen que pueden ser más, después de trascender que el gobierno federal está deteniendo a los niños en hoteles de Texas y Arizona antes de deportarlos a sus países de origen.”

Esto no es una arenga contra la solidaridad genuina, es una reflexión contra esa violencia infiltrada en las cabezas de los pueblos para naturalizar todo lo que  el capitalismo impone como modelo para mentalidades dóciles, cómplices de las aberraciones del saqueo y la explotación que reinan planetariamente. “Casi 2.000 niños han sido separados de sus padres desde que el fiscal general, Jeff Sessions, anunció la política que determina que los funcionarios de seguridad interna deriven todos los casos de ingreso ilegal a los EE.UU. para procesamiento.

Esto es un llamado de atención no sólo sobre el papel que cumple el aparato de Estado y gobiernos gerenciadores de esclavitudes a diestra y siniestra, sino también contra las jaurías de burócratas que, con toda impunidad, violan los derechos humanos. El plan de exterminio contra las “familias de inmigrantes”, desatado por Trump, es una declaración de guerra a la que debemos presentar frentes de lucha de todo tipo y a toda costa. Los niños y las niñas enjaulados no pueden defenderse y menos si encuentran otra forma de violencia agazapada en la indiferencia, la ignorancia y la apatía nuestras.

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez, Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride, Universidad Nacional de Lanús, Miembro de la Red en Defensa de la Humanidad, Miembro de la Internacional Progresista,Miembro de REDS (Red de Estudios para el Desarrollo Social)

Fuente de la Información: https://rebelion.org/los-hijos-de-la-violencia/
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Los niños y niñas olvidados de Nigeria

África/Nigeria/25 de octubre de 2016/Fuente y autor: .amnesty.org/ Aster Van Kregten, asesor general de investigación de Amnistía Internacional para Nigeria

Dos años y medio después del secuestro de 219 niñas en Chibok, Nigeria, por Boko Haram, que provocó indignación en todo el mundo y dio lugar a la campaña #BringBackOurGirls, se ha producido por fin una buena noticia.

Ayer, 21 de esas niñas se reencontraron con sus familias en una emotiva ceremonia en Abuja, en la pudieron abrazarse a unos progenitores a quienes pensaban que ya no volverían a ver.

Pero no es un final del todo feliz: las niñas están traumatizadas y angustiadas después de 30 meses de cautiverio, y no se sabe gran cosa de la suerte de las casi 200 escolares que continúan en paradero desconocido. Pero menos aún se sabe de los otros niños y niñas atrapados en la red de este conflicto, los que sufren horrendos abusos perpetrados no por Boko Haram, sino por el gobierno nigeriano.

Una investigación realizada por Amnistía Internacional en mayo reveló que más de 120 niños estaban recluidos en régimen de incomunicación en una celda infestada de enfermedades en el tristemente célebre centro de detención del cuartel de Giwa, en Maiduguri, capital del estado de Borno. Niños menores de cinco años estaban detenidos en tres celdas para mujeres.

La misma investigación reveló que 12 niños, entre ellos bebés y niños de corta edad, murieron en Giwa entre los meses de enero y mayo, víctimas de malnutrición y enfermedades. (Casi 150 adultos también perdieron la vida.)

Estos niños son las víctimas olvidadas de la lucha de Nigeria contra Boko Haram.

El gobierno sostiene que Giwa alberga a presuntos miembros de Boko Haram en tránsito hacia centros de detención más establecidos, pero lo cierto es que estos detenidos pueden ser en la misma medida civiles desplazados y atrapados en las redes del operativo contra la insurgencia del ejército.

Se cree que más de 1.000 personas están recluidas en Giwa, en su mayoría detenidas en masa sin que se hayan presentado formalmente cargos en su contra.

Promesas rotas

Tras la publicación del informe de Amnistía Internacional en mayo, el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, declaró a Christiane Amanpour, periodista de la CNN, que se llevaría a cabo una investigación exhaustiva sobre el centro de detención.

Desde que el presidente Buhari hizo su promesa a la CNN, Amnistía Internacional ha confirmado la muerte de otros 15 bebés y niños de corta edad en Giwa.
Aster Van Kregten, asesor general de Investigación para Nigeria

Cinco meses después, han trascendido informes de la liberación de algunos “detenidos exonerados” del cuartel de Giwa, pero sigue sin llevarse a cabo investigación alguna sobre la detención de niños, ni sobre la muerte de menores y adultos en Giwa. Nuestra investigación revela que las celdas de Giwa se siguen llenando, y que adultos y niños siguen muriendo en ellas.

Desde que el presidente Buhari hizo su promesa a la CNN, Amnistía Internacional ha confirmado la muerte de otros 15 bebés y niños de corta edad en Giwa. También nacen niños y niñas bajo custodia: una ex detenida que fue puesta en libertad este año nos dijo que habían nacido 15 bebés durante los seis meses que pasó detenida.

Umar, un niño liberado recientemente de Giwa, habló con Amnistía Internacional sobre las condiciones en el centro, y contó que había más de 200 niños hacinados en su celda, cifra que representa un considerable aumento respecto a los 120 niños que Amnistía registró en la misma celda en mayo.

Su celda está tan atestada que algunos niños se ven obligados a dormir unos encima de otros, dijo Umar, cuyo nombre se ha modificado para proteger su identidad. No se les permite salir al exterior, salvo cuando sus captores hacen el recuento. Umar dijo que 50 niños de su celda no tenían más de 6 años.

A Umar lo llevaron a Giwa desde un campamento para personas desplazadas en Bama, después de huir con su familia de la violencia y la intimidación de los extremistas de Boko Haram. Su padre fue acusado de ayudar al grupo, y Umar fue encerrado en Giwa sin cargos.

Hasta mayo de este año, un detenido adulto de Giwa visitaba cada mañana la celda de los niños para intentar dar continuidad a su educación. Los niños aprendieron de memoria el alfabeto inglés y los números, pero tras su liberación los niños no tenían otra ocupación que esperar en su celda a que pasara el día.

Umar dice que sólo tenían unas pocas pelotas que les habían facilitado los soldados para rodarlas por la celda. Esas pelotas, y de vez en cuando la llamada para pasar lista en el exterior, eran las únicas ocupaciones que jalonaban el aburrimiento de su detención.

A menudo pasaban dos días hasta que un médico veía a los que estaban enfermos. Muchos compañeros de celda de Umar tenían malaria, entre ellos un niño de 7 años que murió debido a esa enfermedad.

“Lo sacaron de la celda. No sé a dónde lo llevaron”, dijo Umar. “No había agua ni alimentos suficientes. No había higiene.”

Como todos los detenidos en el cuartel, Umar afirma que él y el resto de los niños estaban recluidos en régimen de incomunicación y se les negaba el acceso a sus familias y al mundo exterior.

La crisis más general

Más allá del horror de las niñas secuestradas de Chibok y de los niños a los que se deja morir en Giwa, a los niños y niñas “libres” del noreste de Nigeria no les va necesariamente mucho mejor.

La región hace frente a una de las mayores crisis humanitarias de África. Desde 2009, Boko Haram causa estragos en la región, y ha matado a miles de personas. Aproximadamente 2,4 millones de personas se han visto desplazadas, la mayoría niños y niñas.

Muchas de estas personas viven en campamentos en condiciones espantosas, en peligro de morir de malnutrición severa, deshidratación y atención médica inadecuada, y con escasa o ninguna asistencia del mundo exterior.

Las condiciones en el estado de Borno son especialmente difíciles, y es urgente proporcionar asistencia humanitaria.

Según Unicef, 244.000 niños y niñas sufren malnutrición aguda severa en Borno, y se calcula que unos 49.000 niños y niñas morirán si no reciben tratamiento.

Instamos al presidente Buhari a que cumpla su palabra e investigue de manera exhaustiva los abusos y las muertes en Giwa. Es un campo de la muerte y debe cerrarse. La lucha contra Boko Haram no es excusa para encarcelar a niños.
Aster Van Kregten, asesor general de Investigación para Nigeria

Personas desplazadas en el campo de Bama, donde residía Umar, han ofrecido a Amnistía Internacional relatos desgarradores sobre la vida en ese lugar, y han descrito cómo niños y niñas sucumben con frecuencia al hambre y las enfermedades.

“La mayoría de las mujeres han perdido a sus hijos”, nos dijo una mujer tras salir de Bama. “En nuestro grupo había 15 mujeres de una misma población: perdimos a 20 niños.”

Médicos Sin Fronteras ha contado 1.233 tumbas cerca del campamento en el último año. De ellas, 480 eran de niños y niñas.

¿Qué se puede hacer?

Instamos al presidente Buhari a que cumpla su palabra e investigue de manera exhaustiva los abusos y las muertes en Giwa. Es un campo de la muerte y debe cerrarse. La lucha contra Boko Haram no es excusa para encarcelar a niños.

El gobierno anterior respondió con increíble lentitud al secuestro de las niñas de Chibok; la administración del presidente Buhari no debe escatimar esfuerzos ahora para recuperarlas, junto con todas las demás víctimas de secuestros.

Hace ya demasiado tiempo que se ignora la crisis más general. La respuesta a las necesidades humanitarias de las personas afectadas por el conflicto no sólo ha sido lenta, sino también inadecuada.

El gobierno y la comunidad internacional no deben olvidar a los niños y niñas que sufren en silencio en lugares como Giwa y los campos para personas desplazadas en Borno, rodeados de pequeñas tumbas que nos avergüenzan a todos.

Este artículo fue publicado originalmente por CNN

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2016/10/nigerias-forgotten-children/

Imagen: www.nacion.com/ocio/revista-dominical/Luego-Haram-Yola-FOTO-AP_LNCIMA20150510_0065_1.jpg

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Niños sin recursos encarcelados por no pagar tasas judiciales

Por: Nika Knight

Un informe revela que niños están siendo encarcelados en Estados Unidos cuando las familias no pueden pagar las multas impuestas por el sistema de justicia de menores

Muchos Estados de EE UU están encarcelando a los niños pobres cuyas familias no pueden permitirse el lujo de pagar las cuotas del tribunal de menores o multas, tal como revela un informe publicado este miércoles, lo que equivale a castigar a los niños por la pobreza de sus familias, algo que podría ser inconstitucional.

A pesar de la creciente práctica de encarcelar adultos que no pueden pagar cuotas y multas municipales o judiciales que se ha documentado desde hace varios años, tal como reveló Common Dreams, el último informe del Centro de Derecho de Menores es el primer examen en profundidad de esta práctica dentro de el sistema de justicia juvenil estadounidense.

El informe, Debtor’s Prison for Kids? The High Cost of Fines and Fees in the Juvenile Justice System [¿Prisión de morosos para niños? El alto coste de las multas y cargos en el sistema de justicia juvenil (pdf)], documenta los resultados de una encuesta a 183 personas integradas en el sistema de justicia juvenil, incluyendo abogados, familiares y adultos que han sido encarcelados como niños en el sistema de justicia de menores en 41 Estados.

Los autores del informe descubrieron que en la mayoría de los Estados hay una cadena de tasas y multas impuestas a los niños y sus familias una vez un niño ingresa al sistema de justicia juvenil, y que «muchas leyes establecen que los jóvenes pueden ser encarcelados o de lo contrario se enfrentan a una pérdida de la libertad cuando no pueden pagar».

Todo tipo de tasas y multas

Hay miles de formas por las que los sistemas judiciales de menores imponen multas sobre las familias de los niños, tal como descubrieron los autores del informe, y luego encarcelar a los niños cuando sus familias son demasiado pobres para pagar los costes acumulados.

Muchos Estados imponen una cuota mensual a las familias cuyos hijos están en la libertad condicional. Cuando una familia no puede pagar la cuota mensual, lo que cuenta como una violación de la libertad condicional, el niño es, en la mayoría de casos, encarcelado en un centro de detención juvenil.

Si los niños están condenados a un «programa de desvío» o a un programa basado en la comunidad, lo que significa mantenerlos fuera de la prisión y ayudarles a reintegrarse en sus comunidades, las familias deben pagar los costes del programa. Sin embargo, cuando los niños sin recursos no pueden pagar, simplemente se les encarcela.

Las familias en la mayoría de los Estados tienen que pagar por las evaluaciones y pruebas ordenadas por el juez, tales como las evaluaciones de salud mental, pruebas de ETS y de drogas y alcohol. No obtener ciertas evaluaciones puede resultar en una anomalía que debe ser subsanada por el tribunal, lo que significa que el niño permanecerá en detención juvenil. Además, si las pruebas se realizan y la familia posteriormente no pueden pagar por ellas, cuenta como una violación de libertad condicional, con lo que el niño es condenado de nuevo y esto puede significar su encarcelamiento.

Algunas sentencias implican una simple multa, tales como el absentismo escolar, y la falta de pago de los resultados implica la prisión del niño. «Incluso cuando las multas no son obligatorias por ley, pueden ser tratadas como obligatorias en la práctica», apuntan los autores del informe, que describe la experiencia de un niño pobre con una multa por absentismo escolar de 500 dólares en Arkansas:

Un individuo que había estado en el sistema de justicia de menores no informó que pasó a los 13 años tres meses en una instalación cerrada debido a que no podía permitirse pagar la multa por absentismo escolar. Apareció en la tribunal sin un abogado o un padre y nunca se le preguntó acerca de su capacidad de pago o le da la opción de pagar una cantidad reducida. Se supone que tenía que pagar la multa total o pasar tiempo en la cárcel. Y éste explicó: «Mi intención era quedarme donde estaba y olvidarme de ello, quería seguir adelante y dejar pasar el tiempo porque no tengo dinero y sé que la situación [financiera] de mi madre no es buena».

«Casi todos los Estados cobran a los padres por el cuidado y el apoyo de los jóvenes integrados con el sistema de justicia de menores», añade el informe. Entre ellos se incluyen los honorarios para alojamiento y comida, ropa y cuidado de la salud mental y física, entre muchos cargos. La «la incapacidad de pagar […] puede implicar la privación de tratamiento, apoyado en la violación de la libertad condicional, o incluso enfrentarse a largos períodos de encarcelamiento», relaran. Las prisiones juveniles también cobran sus propios precios de los medicamentos recetados a los niños, a menudo incluso más caros según el informe, lo que con frecuencia resulta en altos cargos que las familias pobres no pueden permitirse el lujo de pagar e interrumpe la asistencia sanitaria necesaria para sus hijos.

En los 50 estados, existe una ley que considera que si un niño y su familia no pueden permitirse el lujo de restitución de cargos, es decir, el pago a la víctima o víctimas del crimen del niño, una sentencia habitual en la corte juvenil, el chico es encarcelado.Por otra parte, los centros de detención de menores son, a menudo, inseguros e inhumanos, tal como destacó Common Dreams.

Las multas impuestas por el tribunal de menores son «altamente onerosas», según el informe. El coste medio de la participación en el sistema juvenil es 2.000 dólares en caso del Condado de Alameda, California, por ejemplo, y «para los jóvenes encarcelados durante largos períodos de tiempo, los costos pueden ser significativamente más altos».

Familias divididas

La deuda divide a las familias que ya están luchando con las consecuencias de la pobreza, señala el informe.

«La deuda crea un distanciamiento entre los padres y sus hijos», apuntó uno de los encuestados, recordando que «… hablé con una familia donde una abuela había tomado la custodia de su nieto, pero cuando se enfrentan a estas tarifas insuperables, se le dijo (por un empleado del condado) que la única manera de que pudiera evitar el pago era entregar la custodia. Dados sus limitados ingresos, ha considerado seriamente renunciar a la custodia de su nieto, lo que lo convertiría en custodia del Estado…».

En algunos casos, los padres pueden incluso verse encarcelados si no pueden pagar las cuotas del sistema judicial de menores de sus hijos. «En varios Estados, los padres, como los jóvenes, se pueden encontrar en desacato, ya sea civil o penal, por falta de pago», indica el informe.

«Los padres también pueden enfrentarse a una mayor responsabilidad financiera a través de las comisiones de cobro y los intereses devengados por los pagos, así como a sentencias civiles por falta de pago», añaden los autores del informe. «Cuando los padres se enfrentan el encarcelamiento o el aumento de la deuda por falta de pago, tienen aún menos recursos para dedicar a educar, ayudar y apoyar a sus hijos.»

Los autores del informe observan además que encarcelar a los niños ante la incapacidad de sus familias para pagar las cuotas podría ser inconstitucional:

Vale la pena señalar que el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha dejado claro que un individuo no puede ser encarcelado por no pagar si el tribunal no lleva a cabo una primera determinación de pobreza y establece que la falta de pago fue intencional. El Tribunal Supremo ha declarado también que los tribunales deben considerar «medidas alternativas de sanción distintas del encarcelamiento» para los acusados pobres. Sin embargo, algunos Estados no requieren ni premeditación, ni capacidad de pago en sus leyes, y sólo unos pocos explícitamente prohíben o limitan el encarcelamiento por falta de pago.

Además, el Tribunal Supremo sostiene que «los tribunales deben dar aviso significativo y, en los casos apropiados, consejo, cuando ejecutar las multas y honorarios». Este derecho es aún más importante para los niños, que carecen tanto de la capacidad de desarrollo como sel conocimiento legal para representarse a sí mismos.

«Por otra parte», continúa el informe, «cuando se necesita más investigación, varios estudios sugieren que los costes judiciales, honorarios y multas han limitado el beneficio fiscal para los Estados y condados, dada la dificultad de su recogida de las familias pobres y los altos costes administrativos al tratar de hacerlo».

El Centro de Derecho de Menores detalla las políticas que varían en las tarifas del sistema judicial de menores, Estado por Estado, en una nueva página web, y también destaca los pocos condados y estados que están tratando de solucionar el problema.

«En última instancia, las autoridades estatales y locales deben establecer modelos más sostenibles y eficaces para la financiación de los sistemas judiciales en lugar de imponer los costes sobre los jóvenes y sus familias que simplemente no pueden permitirse el lujo de pagar», apunta el Centro de Derecho de Menores.

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