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Refugiados etíopes en Sudán temen por la educación de sus hijos

África/Sudán/Noviembre 2020/https://www.rfi.fr/

Sentado en el suelo en un campamento de tránsito en la región sudanesa de Gedaref, el maestro etíope Tadros Bay lee en voz alta una historia a cuatro niños reunidos a su alrededor.

Tiene en su mano un libro usado que logró salvar milagrosamente en su huida de Mai Kadra, una localidad de Tigré de la que es originario y que abandonó a toda prisa cuando, según él, los militares del ejército federal cometieron exacciones.

Los niños escuchan con atención a este profesor, de 32 años, pero sus esfuerzos son irrisorios ante las enormes necesidades de estos refugiados que huyeron precipitadamente de la guerra en Etiopía.

«Intento ayudar a estos niños, pero no tenemos libros ni espacio para estudiar», lamenta.

En esta localidad de tránsito en el este de Sudán, fronteriza con Etiopía, se encuentran 17.000 refugiados, de los cuales 5.000 son niños según la comisión sudanesa para los refugiados.

Construida hace cinco años para realojar a los habitantes de un poblado engullido por un embalse, esta aglomeración lleva el nombre de «Aldea número 8» y sólo tiene una escuela para los sudaneses.

En las calles, una bandada de niños corren, juegan y gritan, pero no estudian. Sus padres temen que se conviertan en una generación sacrificada, porque todos están convencidos de que la guerra va a durar.

– Temor por el futuro de los niños –

El 4 de noviembre, el primer ministro etíope Abiy Ahmed envió al ejército federal al asalto de la región disidente de Tigré (norte), dirigida por el Frente de Liberación de los Pueblos de Tigré (TPLF).

Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 4.000 personas cruzan diariamente la frontera con Sudán desde el 10 de noviembre, es decir, hasta ahora, unas 27.000 personas.

«Es una afluencia como no se ha visto en las últimas dos décadas en esta parte del país», según la organización.

Iessa Burhano, de 29 años, tenía un hotel con su marido en Mai Kadra, en el sudoeste de Tigré, donde hubo una «masacre» y abusos, según los testimonios y Amnistía Internacional.

La oenegé cita testigos que acusan a las fuerzas leales al TPLF de se responsables de una «masacre» que «probablemente» causó centenares de víctimas civiles en Mai Kadra.

Sin embargo, varios refugiados etíopes entrevistados por la AFP en el campamento de Oum Raquba, en el estado de Gedaref, afirman que los militares del ejército federal cometieron abusos.

«Los soldados del ejército federal atacaron nuestro hotel y saquearon nuestras propiedades», explica Iessa Burhano.

Además, se queja de que sus tres hijos de 8, 10 y 13 años, que debían volver a la escuela este mes, son «ahora refugiados y no podrán reanudar sus estudios».

«Es trágico que mis hijas no tengan ninguna posibilidad de ir a la escuela en un futuro próximo», asegura por su parte Setim Zum, madre de familia, de 31 años.

Tasfai Gabro, originario de Humera, al oeste de Tigré, también tuvo que huir de su aldea. Este conductor de camión, de 60 años, es padre de cuatro niños, uno de ellos en la escuela secundaria y el resto en la escuela primaria. «Ahora que estamos en Sudán temo por el futuro de mis hijos. Creo que la guerra va a durar mucho tiempo», lamenta.

Fuente: https://www.rfi.fr/es/20201118-refugiados-etiopes-en-sudan-temen-por-la-educacion-de-sus-hijos

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Refugee Children Have the Right to a Full Education

Refugee Children Have the Right to a Full Education

Breanna Small

Mohammed should be in a 9th grade classroom right now. Instead, he spends his days selling napkins and dry-cleaning clothes. Mohammed has lived in Jordan for seven years, since his family fled Syria. He desperately wants to study, but his family struggles to meet their most basic needs, and they can’t afford the cost of transportation to school. He is just one of millions of refugee children denied an education today.

Human Rights Watch recently spoke with refugees in Jordan whose children are out of school. The reasons vary. Some cannot afford basic costs. Others faced administrative barriers when they tried to enroll. Still others lament the quality of instruction, as teachers are not trained to work with students dealing with trauma. And children with disabilities often find that schools do not accommodate their needs. Refugee children all over the world face these challenges, which are only compounded as they grow older.

The numbers reflect this grim reality. Though international law provides that secondary education needs to be available and accessible to all, only an estimated 24 percent of refugee children attend secondary school worldwide. Children who don’t complete secondary education are more likely to suffer other human rights abuses, such as child labor and early marriage. Yet secondary education for refugees remains overlooked and underfunded.

This week’s Global Refugee Forum in Geneva presents an opportunity to tackle this problem. Over three days, governments will have the chance to make pledges to improve refugees’ lives. Education is high on the agenda. Participants should consider children like Mohammed, and commit to advance secondary education by pledging to support better teacher training, funding for psychosocial activities and transportation to school, and improvements in school infrastructure and training to better accommodate children with disabilities.

There is momentum to build on. In September 2019, the United Nations refugee agency, UNHCRpledged to help expand secondary education to at least one million refugees. Nongovernmental organizations such as the Inter-Agency Network for Education in EmergenciesEducation International, and Jesuit Refugee Service have also pledged support for secondary education.

These are important steps, but they won’t work unless host governments step up, too. Outcomes in Jordan – which has seen improvements since waiving secondary school fees and documentation requirements, but where many challenges remain – show that countries still need to remove multiple barriers to education.

Refugee children are waiting. It’s time to provide the support necessary for them to be able to access their right to a full cycle of education, including secondary school.

Autor: Breanna Small

 

 

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El mundo deseado de los niños refugiados de Azraq

Asia/Jordania/20 Junio 2019/Fuente: El país

Los jóvenes participantes en los talleres de fotografía del proyecto Restoring Hope, que Plan International lleva a cabo en este campo de Jordania, han aprendido Photoshop para poder expresar cómo les gustaría que fuera su vida

Más de 35.000 personas refugiadas sirias viven en Azraq, un campo de refugiados en Jordania. De ellas, el 60% son niños, incluidos 240 menores de edad no acompañados. Su vida en este lugar es complicada y muchos chavales cuentan que les gustaría que fuera de otra manera. Esta vez lo han hecho con imágenes. ¿Cómo? La ONG Plan Internacional ha formado a 25 adolescentes de entre 14 y 16 años en fotografía, en el marco de su programa Restoring Hope, para que tomaran instantáneas de su realidad. Después, recibieron clases de edición para poder expresar cómo les gustaría que fuera esa realidad.

La temática de las imágenes tomadas por los participantes incluye situaciones a las que se enfrentan diariamente: trabajo infantil, violencia, abusos, dificultades en el acceso a la educación, falta de instalaciones médicas y deportivas, y necesidad de escapar de un horizonte sin demasiadas expectativas.

Plan International España, con el apoyo de la organización Nous Cims, ha organizado talleres para que 25 chicos y chicas de entre 14 y 16 años del Village 3, recibieran formación básica sobre fotografía en un taller con profesionales que les explicaron las técnicas, los equipos y cómo utilizar las imágenes para expresar sus opiniones. No han salido del campo en mucho tiempo, pero su creatividad no tenía límites.

En las sesiones, cada joven recibió una pequeña cámara y aprendió a tomar fotos con diferentes técnicas. Las chicas y los chicos traspasaron las fronteras de la fotografía tradicional y propusieron nuevas formas de compartir las fotos para expresar sus sentimientos.

Los participantes usaron su imaginación para transformar las fotografías y plasmar, mediante programas de edición, cómo querrían que fuera su vida cotidiana en el campo. Muchas veces, sus deseos eran tan simples como tener una habitación bonita en la que sentirse cómodos para leer sus cuentos y desplegar su imaginación.

Las imágenes transmiten el sufrimiento y los sueños de libertad y cambio de los adolescentes en los campos de refugiados. El anhelo de poder cambiar el carro de trabajo por una mochila y que aparezca un autobús para ir a la escuela.

Los niños quieren seguir siendo niños y recuperar la normalidad en sus vidas que perdieron al huir de su país, y así lo demuestran en la mayoría de sus fotos. Sus sueños son muy similares a las de cualquier otro chaval de su edad: una vida normal. El joven Mohammad fantasea con tener un estudio de música en el campo de refugiados de Azraq.

Convertirse en una gimnasta exitosa es uno de los mayores deseos de Yara, quien sueña con tener un espacio y los materiales apropiados para entrenar cada día. A través de su mirada, un campo seco se convierte en una pista de entrenamiento en la que imagina que, si entrenase duro, podría ganar muchas competiciones.

Mohamad sabe que la música es lo suyo. Por eso, este joven refugiado sueña con tener un estudio de música con diferentes instrumentos y mobiliario más cómodo que le ayude a desarrollar todo su potencial.

Si Manar no hubiera sido obligada a casarse cuando era solo una niña, la joven, hoy madre de un pequeño al que tiene que sacar adelante, hubiera seguido yendo a la escuela para convertirse en una arquitecta y poder contribuir a su comunidad.

Conseguir que los niños refugiados puedan disfrutar de su infancia es uno de los principales objetivos del trabajo de Plan International que proporciona, a través de diferentes proyectos, atención psicológica y apoyo emocional a miles de pequeños refugiadas.

En Jordania, la ONG empezó a trabajar en 2016 para abordar las necesidades de la infancia, con especial foco en las niñas, que se han visto obligados a huir de sus países de origen como consecuencia de una de las peores crisis migratorias de la historia.

Al final del taller, los jóvenes organizaron una exposición con Plan International, titulada What if… (¿Y si…?), a la que acudieron muy ilusionados ya que, para la mayoría, era la primera vez que salían del campo de refugiados desde que llegaron de Siria.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/06/19/planeta_futuro/1560938647_652535.html
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Documento: Desarraigados – Una crisis creciente para los niños refugiados y migrantes

Por: Unicef

Casi 50 millones de niños de todo el mundo, por hacer un cálculo prudente, han atravesado fronteras o han tenido que desplazarse a la fuerza. Más de la mitad de esas niñas y niños, 28 millones en total, han escapado de la violencia y la inseguridad.
Estos niños pueden ser refugiados, desplazados internos o migrantes, pero, antes que nada, son niños, sin importar de dónde vienen, quiénes son y sin excepción alguna.
Los niños no tienen la culpa de las bombas y los tiroteos, de la violencia de las pandillas, de la persecución, de los campos de cultivo devastados ni de los salarios bajos que reciben sus familias y que los obligan a dejar sus hogares. A pesar de ello, la guerra, los conflictos, el cambio climático y la pobreza les afectan más que a nadie.

Los niños en estas situaciones se encuentran entre las personas más vulnerables del planeta, y esta vulnerabilidad es cada vez mayor. La cifra de niños refugiados que se encuentran bajo el mandato del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se ha más que duplicado en solo 10 años; esta sorprendente estadística es simplemente inaceptable.

Ese mundo no es un lugar para un niño.
Los niños migrantes y desplazados están más expuestos a sufrir algunas de las peores formas de abusos y otros daños. A menudo están a expensas del contrabando humano y suelen caer en las redes de los tratantes y otros criminales. A muchos se les somete a formas extremas de abusos y privación durante sus viajes.
Hay que detener las violaciones.

Cuando llegan a sus países de destino (si lo logran), las amenazas que confrontan no desaparecen. A pesar de las extraordinarias y generosas medidas de ayuda que
reciben en numerosos lugares y por parte de muchas personas y organizaciones, a los niños y sus familias suele costarles trabajo encontrar un lugar seguro. Los niños refugiados y migrantes hacen frente de forma desproporcionada a la pobreza y la exclusión en un momento en que necesitan urgentemente servicios y protección esenciales.

Ayudar a los niños desplazados y migrantes a escala local y mundial es una responsabilidad que todos compartimos. Lo es porque nadie sale indemne de las repercusiones de las múltiples crisis que hay en el mundo.

Las voces de los niños, su situación y las dificultades a las que se enfrentan deben convertirse en un elemento esencial de los debates internacionales sobre la migración y el desplazamiento.

Este informe presenta, por primera vez, datos amplios y generales sobre estos niños: dónde han nacido, hacia dónde se dirigen, y algunos de los peligros que confrontan a lo largo del camino.

El informe pone de relieve la verdadera naturaleza mundial de la migración y el desplazamiento de los niños, y destaca los principales problemas a los que hacen frente los niños migrantes y refugiados en todas las regiones.

De acuerdo a este Documento los niños refugiados y migrantes son los más vulnerables del Planeta.

Descargue el documento en: https://www.unicef.org/publications/files/Uprooted_Executive_Summary_Sept_2016_Spanish.pdf

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Educación para todos, también para los rohinyás en Bangladesh

Asia/Bangladesh/18 Abril 2019/Fuente: IPS

Los jóvenes rohinyás refugiados en Bangladesh enfrentan mayores dificultades desde que el gobierno de ese país adoptó nuevas medidas para impedir su acceso a la educación, con lo que quedan limitadas desde temprano sus oportunidades en el futuro.

Desde enero, el gobierno de Bangladesh ordenó la expulsión de los niños refugiados rohinyá de las escuelas, una decisión que ha provocado la protesta de los grupos de derechos humanos.

“La política del gobierno de Bangladesh de rastrear y expulsar a los estudiantes refugiados rohinyás en lugar de garantizar su derecho a la educación es errónea, trágica e ilegal… La educación es un derecho humano básico”, dijo el investigador principal de derechos humanos de Human Rights Watch (HRW), Bill Van Esveld.

“Si la educación es para todos, la educación debería ser para los rohinyás también”, dijo a HRW un estudiante expulsado de esa etnia musulmana procedente de Birmania (Myanmar).

Los estudiantes expulsados son parte de los 34.000 refugiados rohinyás registrados que viven en campamentos en los sub-distritos de Teknaf y Ukhiya en Cox’s Bazar. De hecho, la mayoría nacieron en Bangladesh después de que sus familias huyeron de la vecina Birmania a principios de los años 90.

Sin embargo, la mayoría de los niños rohinyás, incluidos los nacidos en Bangladesh, no son reconocidos formalmente como refugiados y no se les permite inscribirse en las escuelas de ese país del sur de Asia.

Para soslayar la prohibición, las familias rohinyás a menudo pagaban certificados de nacimiento como bangladeshíes u otros documentos para que sus hijos pudieran asistir a la escuela.

Un estudiante dijo que su familia ahorró durante meses para pagar el equivalente a 42 dólares  a fin de comprar un certificado de nacimiento de Bangladesh para que él pudiera pasar como ciudadano del país.

Otro estudiante fingió que sus padres estaban muertos para evitar incluir la dirección de su campamento de refugiados en la solicitud de su escuela.

En enero, los funcionarios notificaron a los directores de siete escuelas secundarias en Teknaf y a un funcionario del gobierno en Ukhiya que los alertó sobre el aumento en la asistencia escolar de los niños rohinyás y calificó como “representantes públicos deshonestos” a aquellos que les habían ayudado a adquirir documentos para soslayar la prohibición de escolarizarse.

“Las agencias de inteligencia de la Oficina del Primer Ministro nos informaron que los niños rohinyás asisten a diferentes instituciones educativas en el sub-distrito de Teknaf. Se ordena … tomar medidas estrictas para que ningún niño rohinyá pueda asistir a ninguna institución educativa de Bangladesh fuera de los campamentos”, decía el aviso de alerta.

Si bien no está claro cuántos rohinyá fueron expulsados desde que se envió el aviso,  la notificación incluía los nombres y direcciones de al menos 44 estudiantes rohinyás identificados, con la orden de expulsión inmediata de los centros escolares.

Adicionalmente, en el documento se exigía que se identificase cualquier otro miembro de la etnia y se procediese igualmente.

El fundador de una escuela secundaria dijo que los funcionarios de inteligencia le advirtieron que tener estudiantes rohinyás “no era seguro para el país, ni para nuestra gente”.

Van Esveld criticó la medida y dijo: “La solución para los niños que se sienten obligados a falsificar sus identidades para ir a la escuela secundaria no es expulsarlos sino permitirles que obtengan la educación que merecen”.

Mohammed fue uno de los estudiantes que contó a HRW como fue el día de su expulsión.

“(El director) dijo que si había un rohinyá, el Ministerio de Educación cancelaría la licencia para operar de la escuela”, explicó.

“Cuando se leyó el aviso, el director aseguró: ‘Sé quiénes son todos los rohinyá. No lo dudes, deja tus libros e identificaciones aquí y vete. En la clase, frente a los estudiantes bangladesíes, nos separaron y nos dijeron que nos fuéramos “, añadió.

Rahim, otro alumno, estaba en la clase de inglés cuando llegó un subdirector y les pidió a los estudiantes rohinyás que se fueran.

“Fui a un lugar reservado y lloré. Mi objetivo era ser médico. ¿Qué debo hacer ahora?”, se preguntó.

Dentro de los campamentos de refugiados hay algunas escuelas, no están acreditadas formalmente y solo llegan hasta el octavo grado de primaria y carecen de cursos de educación media.

Los niños refugiados en escuelas de campamento también tienen prohibido tomar exámenes nacionales o recibir certificaciones oficiales que indiquen que aprobaron algún nivel de educación.

Sin la educación formal, los niños rohinyá no pueden demostrar su nivel de educación y tampoco postularse para el ingreso a las universidades.

HRW instó a Bangladesh a detener la expulsión de estudiantes rohinyás de los centros escolares y a garantizar que todos los niños puedan recibir una educación formal.

En abril de 2018, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas también expresó preocupación por la falta de acceso de los rohinyás  a la educación e instó a Bangladesh a que incorporase  plenamente a su derecho interno el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, del que el país es parte.

Ese Pacto incluye la importancia de los derechos de los niños en todos los niveles de educación, independientemente de su estatus migratorio o de refugiado.

“Mientras los niños refugiados rohinyás no puedan obtener una educación formal en los campamentos, Bangladesh debería permitirles inscribirse en las escuelas locales”, dijo Van Esveld.

“El gobierno debería dejar de frustrar el derecho de los estudiantes rohinyás a aprender”, insistió.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2019/04/educacion-todos-tambien-los-rohinyas-bangladesh/

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Responsable de Unicef en Turquía agradece ayuda a niños refugiados

Asia/Turquía/31 Enero 2019/Fuente: Prensa Latina
El representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Turquía, Philippe Duamelle, celebró hoy los esfuerzos del ejecutivo para ayudar a los 1,6 millones de menores refugiados que se encuentran en el país.
En su declaración con motivo del Día Escolar de la No Violencia y la Paz, publicada por el progubernamental diario Sabah, Duamelle resaltó el desafío que supone en el terreno de la educación evitar una generación perdida de niños refugiados.

‘A través de los programas conjuntos entre el Ministerio de Educación Nacional, Unicef y otros socios, más de 650 mil niños sirios se matricularon en escuelas de todo el país a partir de noviembre de 2018’, explicó el responsable de la ONU.

Además explicó el funcionamiento del programa gubernamental de asistencia social para los refugiados, que a través del componente de protección infantil contribuye no solo a mantener resultados educativos positivos, sino también a mitigar los riesgos y violaciones de la protección de los niños vinculadas a las vulnerabilidades económicas.

Sin embargo, agregó que un solo programa no puede garantizar que se resuelvan todos los obstáculos que impiden que los niños acceder a la educación o evitar el abandono escolar, por lo que pidió a la comunidad internacional que continúe apoyando a Turquía, que es el país con mayor número de refugiados.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=248903&SEO=responsable-de-unicef-en-turquia-agradece-ayuda-a-ninos-refugiados
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La educación inclusiva de los refugiados sirios en Jordania

Asia/Jordania/Fuente: Euronews

Más de 5,6 millones de personas han huido de Siria desde 2011, buscando en lugar más seguro en Líbano, Turquía o Jordania, entre otros países. La mitad son niños. Casi 700.000 refugiados sirios viven en Jordania, tercer país receptor tras Turquía y Líbano. Se estima que más de 700.000 niños sirios refugiados están fuera del sistema escolar de los países vecinos.

La mayoría de los refugiados sirios vive en zonas urbanas y Mafraq es una de las tres gobernaciones jordanas con mayor número de personas registradas procedentes de ese país. Las escuelas locales tienen que seguir el ritmo de un gran número de niños refugiados que necesitan una educación, incluyendo aquellos con alguna discapacidad. Abd Al-Rahman tiene ocho años y padece una parálisis cerebral que le impide caminar con normalidad. Este es su primer año en la escuela y afirma que lo que más le gusta es la ciencia y «todo lo que está relacionado con ella».

En la escuela Al Hamra, Abd Al-Rahman es tratado como cualquier otro niño, pero con otras necesidades que atender. La escuela es parte de un programa de educación inclusiva implementado por la organización Mercy Corps y financiado por la Unión Europea. Abd Al-Rahman ha sido rechazado durante dos años por escuelas que no tenían el equipamiento que requería.

«Trabajamos con las escuelas proporcionándoles maestros asistentes, también les proporcionamos mobiliario y tecnología de asistencia para mejorar la calidad de la educación que reciben todos los niños, incluidos los niños con discapacidades. En la actualidad, alrededor de 300 niños están recibiendo sesiones de rehabilitación», explica Maisa Asmar, de Mercy Corps.

Las cifras sobre refugiados sirios con discapacidad en Jordania no son claras. Según las estimaciones, más de 15.000 podrían ser niños y solo un 3% estaría recibiendo clases. Las razones provienen no solo de la capacidad limitada del sistema nacional de educación, sino de las condiciones socioeconómicas de los refugiados, incluyendo las altas tasas de pobreza.

Regresamos a Amman para visitar con el comisario europeo de Ayuda Humanitaria, Christos Stylianides, otra de las escuelas con financiación comunitaria. La Unión Europea ha movilizado unos 11.000 millones de euros desde el comienzo de la crisis siria. El presupuesto para educación se está incrementando. «La educación en situaciones de emergencia es el ámbito que cuenta con menos fondos en nuestra ayuda humanitaria y por eso ya he aumentado 10 veces el presupuesto para la educación en este apartado. El año que viene todos los proyectos humanitarios tendrán que incluir especificidades para personas con discapacidad», explica Stylianides.

Viajamos de nuevo al norte, cerca de Siria, para visitar otra escuela inclusiva. Dareen Ahmad forma parte de un equipo de alrededor de 160 maestros asistentes para niños con discapacidades formados por Mercy Corps en más de 40 escuelas de todo el país. Con la ayuda de un intérprete, está creando conciencia sobre las personas con discapacidades al enseñar el lenguaje de signos a los estudiantes que están en plenitud de condiciones. .

«La primera vez que vine a la escuela me preocupaba cómo podía comunicarme con los alumnos y los profesores, pero desde el primer día en el aula fue muy fácil. Mi lenguaje corporal funcionó muy bien y a los estudiantes les encantó», detalla Dareen. Mediante el programa, por ejemplo, niños sordos han podido lograr comunicarse con otros que no lo son.

Dareen es un ejemplo vivo de inclusión. Un camino que todavía es largo y que no está garantizado para todos, ya sean jordanos o refugiados. Ella tardó siete años en encontrar un trabajo.

Jordania ha aprobado recientemente una nueva ley sobre los derechos de las personas con discapacidad y un plan estratégico de diez años que reproducirá las prácticas de más éxito a lo largo de todo el país.

Fuente: https://es.euronews.com/2018/12/20/los-beneficios-de-la-educacion-inclusiva-para-la-economia-jordana

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