Asia/Turquía/05 Noviembre 2016/bez
Niños, refugiados y esclavos, esta es la realidad de los cientos de menores empleados en los talleres de confección clandestinos en Turquía. Procedentes de Siria, el sueño europeo se ha convertido en la peor de las pesadillas para quienes huyen de la guerra.
Según un informe publicado recientemente por el diario británico Mail Online, decenas de menores sirios -en torno a los nueve años de edad- trabajan alrededor de 12 horas diarias en los talleres de confección situados en el sureste de Anatolia. En estas fábricas los niños preparan, entre otros pedidos, los uniformes de combate para los terroristas del Dáesh, tal y como confirma el medio. Además, los menores, explotados laboralmente, carecen de servicios básicos como acceso a la educación y están obligados a trabajar durante eternas jornadas por tan solo 15 dólares diarios.
Sin embargo, Dáesh no resulta ser el único demandante de mano de obra infantil en este infierno para los niños sirios. Según un reportaje de investigación emitido recientemente por la cadena británica BBC, los talleres de grandes firmas europeas, como la británica Marc&Spencer o las españolas Zara y Mango, han estado empleando a refugiados en los talleres textiles y lavanderías. Según la BBC, la mayoría de los refugiados que trabajan bajo estas condiciones cobran alrededor de un dólar diario y no cuentan con ninguna medida de seguridad. En concreto, la cadena Marc&Spencer emplearía a los menores planchando las prendas que posteriormente son enviadas a Inglaterra, mientras que las españolas Mango y Zara estarían exponiendo a los niños al tratamiento y lavado de pantalones vaqueros, lo que implica el contacto con fuertes productos químicos. Además, los miles de empleados no cuentan con ningún tipo de permiso de trabajo. Desde el inicio de la guerra en Siria, Turquía se ha convertido en uno de los epicentros de mano de obra esclava.
Según cuenta a bez.es el portavoz para Turquía de la organización humanitaria Save the Children, David Mariano, “si bien los compromisos asumidos y los servicios prestados por el Gobierno de Turquía a los niños sirios son amplios, la magnitud y el grado de los desafíos que enfrentan los menores y sus familias son graves. Las últimas cifras indican que medio millón de niños sirios en edad escolar no tienen acceso a la educación. Muchos niños no han puesto los pies en un aula durante varios años consecutivos y en su lugar se enfrentan a las sombrías realidades del matrimonio precoz y el trabajo infantil.
Los niños refugiados, un colectivo vulnerable
La principal barrera que impide que los niños accedan a la escuela es la pobreza: los padres son incapaces de pagar los honorarios relacionados con los centros escolares, los costos de transporte, o dependen de sus hijos para trabajar en lugar de que vayan a la escuela. Otros desafíos son las barreras lingüísticas en las escuelas públicas turcas y la falta de programas de idiomas acelerados, la falta de información sobre el registro escolar y los procedimientos y requisitos de inscripción; la no implementación de una circular para facilitar los requisitos de matriculación escolar de los sirios y las dificultades de integración social”. Estos datos han sido corroborados también por la organización Human Rights Watch, que declara que “más de la mitad de los menores refugiados procedentes de Siria no están recibiendo educación formal”, por lo que la comunidad internacional se enfrenta a un grave problema: los niños en edad escolar que se encuentran trabajando representan para la sociedad una generación perdida.
Los padres son incapaces de pagar los honorarios relacionados con los centros escolares, los costos de transporte, o dependen de sus hijos para trabajar en lugar de que vayan a la escuela
La afluencia de 2,7 millones de refugiados de Siria y 300.000 de otras nacionalidades ha empeorado esta situación en el país, ya que muchos más niños y sus familias son vulnerables a la explotación. Según Mariano, “Turquía ha aceptado más refugiados sirios que cualquier otro país y ha invertido una cantidad sin precedentes de recursos para apoyar a estos niños y sus familias. Sin embargo, con un número tan asombroso de refugiados y los vastos presupuestos y servicios necesarios para apoyarlos, las lagunas son inevitables. Save the Children considera que el sector privado tiene un papel muy importante que desempeñar en la protección de los niños contra el trabajo forzado, en la mejora de las condiciones de trabajo y en la eliminación de los peligros del medio ambiente de los trabajadores jóvenes. En un entorno empresarial globalizado en el que muchas empresas son transnacionales, las empresas de todo el mundo se han convertido en actores cruciales en el mercado internacional que influyen en las familias y los niños en todos los niveles. En este entorno globalizado, su responsabilidad de proteger y respetar los derechos humanos se ha vuelto más urgente y pronunciada”.
Fuente: http://www.bez.es/934794597/Turquia-pais-receptor-mano-obra-infantil.html