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Presidente de Brasil promulga ley que flexibiliza año escolar debido a pandemia

América del sur/Brasil/20 Agosto 2020/http://spanish.peopledaily.com.cn/

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, promulgó una ley que flexibiliza el año escolar en el país al eximir a las instituciones de enseñanza de cumplir con el número mínimo de días de clases de este año debido a la pandemia del nuevo coronavirus, publicó hoy el Diario Oficial.

El nuevo marco legal exime a las escuelas de educación básica de cumplir tanto con los 200 días obligatorios del año escolar, como con la carga mínima de 800 horas que exige la Ley de Directrices y Fundamentos de la Educación.

Las escuelas de educación primaria y secundaria tendrán, sin embargo, que cumplir con la carga de trabajo exigida por ley, lo que ya es realizado de forma parcial a través de las clases virtuales.

El cumplimiento de la carga de trabajo de este año podrá ser completado el próximo a discreción de los planteles educativos, que pueden desarrollar actividades pedagógicas no presenciales.

Tanto las escuelas de educación primaria como secundaria, así como las universidades brasileñas, suspendieron sus actividades presenciales entre marzo y abril de este año, que sustituyeron por clases virtuales.

El estado brasileño de Amazonas (noroeste) retomó esta semana de manera parcial la asistencia física a los planteles, convirtiéndose en el único en hacerlo hasta ahora en el país sudamericano.

Los estudiantes que forman parte de los grupos de riesgo a la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19) tendrán atención especial, mientras que a los estudiantes en redes públicas se les garantizará apoyo, alimentación y programas de atención sanitaria.

Las instituciones de enseñanza superior tampoco deberán cumplir los 200 días de clases, aunque sí el programa de estudios previsto para cada curso.

La ley fue promulgada por Bolsonaro con seis vetos, cuatro de los cuales se refieren a la obligación del gobierno federal a prestar asistencia tanto técnica como financiera a estados y municipios para que puedan ofrecer clases o actividades de enseñanza a distancia, con las medidas sanitarias necesarias para retomar las actividades.

Fuente: http://spanish.peopledaily.com.cn/n3/2020/0820/c31617-9736581.html

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Comenzará en Venezuela II Congreso Internacional de Pedagogía

América del sur/Venezuela/20 Agosto 2020/prensa-latina.cu

El II Congreso Internacional de Pedagogía auspiciado por el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces) de Venezuela iniciará hoy sus sesiones de forma virtual con la participación de varias organizaciones.
Con el lema Pedagogía con consciencia productiva, sesionará este evento desde este jueves y hasta el próximo sábado, donde se impartirá además el II ciclo de Conferencias sobre contexto regional mundial de la formación técnica profesional.

El Congreso abordará los retos esenciales que afronta la preparación de los futuros especialistas de carreras de ese nivel y temas como la educación de los jóvenes en las nuevas circunstancias que impone el azote de la pandemia de la Covid-19 en el mundo y otros desafíos de esa enseñanza.

De forma virtual estarán interactuando a través de las plataformas digitales especialistas de Nicaragua, Argentina, Perú y Venezuela, según los organizadores.

Está confirmada además la participación de funcionarios del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y otros organismos de la ONU.

El evento forma parte de la programación especial por los 61 años de creación del Inces y en las plataformas digitales Zoom, YouTube, Facebook e Instagram el público en general podrá escuchar los debates.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=390674&SEO=comenzara-en-venezuela-ii-congreso-internacional-de-pedagogia
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La pandemia y la educación superior del cansancio

Por: Pluma Invitada

La pandemia derivada de la COVID-19 ha puesto en jaque, sin duda, a todo el sistema educativo. Hemos visto ya, en infinidad de foros académicos y de opinión, la manera en que este nuevo virus desnudó por completo las diferencias sociales que vivimos en nuestro país. Pudimos ver la inequidad en materia de acceso a educación y tecnologías, brechas en habilidades digitales, servicios de conectividad, preparación docente, entre muchos otros elementos, todos sin duda, importantes.

El sistema educativo nacional y todos sus agentes, entre ellos los estudiantes, padres de familia, docentes, supervisores y funcionarios, han llevado a cabo esfuerzos descomunales para cumplir con el derecho a la educación que establece la Constitución para todos los mexicanos. Hemos escuchado historias de éxito en la que los docentes han logrado distribuir materiales educativos a estudiantes con poco o nulo acceso a tecnologías que faciliten la educación a distancia; pero también hemos sido testigos de lo contrario, con estudiantes que han visto limitadas sus oportunidades de aprendizaje.

El sistema económico y social en el que vivimos se fundamenta en la productividad como objeto de toda acción. Particularmente en educación superior ―el cual es, además, un servicio obligatorio por parte del Estado―, se han establecido discursos formales orientados al valor ejecutorio de la formación profesional desde décadas atrás (Jiménez, 2019). Por ejemplo, desde los años noventa hemos sido bombardeados por los modelos educativos basados en competencias, así como el insistente valor de la formación como medio de desarrollo económico y satisfacción de demandas del mercado; sin olvidar la necesidad de producción científica que es ampliamente conocida por la comunidad académica. Esto es consecuencia de las políticas que han interpuesto a la educación como elemento que subyace a las demandas económicas y de mercado (Alberto y Bechi, 2020).

Si bien, esta perspectiva ha traído consecuencias positivas en términos económicos, también ha traído como consecuencia que vivamos en lo que el filósofo contemporáneo, Byung Chul-Han, denomina la sociedad del cansancio. Previo al periodo vacacional de este año, los docentes manifestaban agotamiento debido a la complejidad de planeaciones y trabajo didáctico en Zoom o Meet; los gestores y funcionarios centraban su jornada en tratar de modificar estructuras institucionales acorde con las demandas de la contingencia sanitaria; los padres de familia debían tener el espacio y creatividad necesaria para ajustar su vida personal a las demandas de un sistema educativo en pandemia; los estudiantes empezaron a extrañar sus aulas, sus amigos y el contacto humano con sus docentes.

Por supuesto, este agotamiento es propio del ajuste de una estructura acomodada a procesos presenciales que, además, daba por obvias las brechas que la COVID-19 nos recordó de forma tan brusca. Sin embargo, el agotamiento va más allá. Previo a esta pandemia, el nivel superior del sistema educativo se encontraba estructurado fuertemente hacia lo tecnocrático y la demostración de resultados de aprendizaje como fin unívoco de la formación; reflejo de ello es la sobreexplotada perspectiva basada en competencias y la necesidad de enfocarse en demasía en procesos que reafirman el valor de la producción (como acreditaciones de programas educativos, la búsqueda de pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores, o bien, de obtener un lugar en el Padrón de Alto Rendimiento del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior [Ceneval], por mencionar algunos ejemplos). El nivel educativo superior, estaba ya cansado, derivado de un exceso de concentración en la productividad.

El exceso de productividad característico de la sociedad actual se refleja en la intención de no incluir diálogos ajenos a la producción y la competencia en discursos formales. De acuerdo con Byung Chul-Han (2017) ―quien, a su vez, hace uso de recursos Foucaultianos―, esto ha sido sumamente eficiente. Cuando una sociedad elige a la eficiencia como bastión en lugar de una esencia disciplinante, genera que los individuos se sobreexploten a sí mismos, dilucidando así una ilusión de emancipación individual. Como lo dice el filósofo: “La positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber”. Esto lo vemos en las Instituciones de Educación Superior y sus agentes, que buscan la superación de sí mismas a través de la exigencia de la productividad bajo la promesa de plenitud personal y de la calidad orientada al servicio educativo.

La COVID-19 representó la identificación de un enemigo ajeno para todos. Ahora se trabaja para evitar que un adversario microscópico limite que podamos alcanzar la llamada calidad educativa. Byung Chul-Han discutía que este tipo de agentes, como la COVID-19, representaban la posibilidad de desarrollo de tensiones que abonarían hacia un mayor equilibrio y evitar el agotamiento que implica pensar siempre en la producción sin cesar. Sin embargo, ni la COVID-19 ha logrado establecer un límite a la sociedad y a la educación de la productividad, aumentando, así, el cansancio.

Urge un fuerte trabajo de reflexión sobre los fines de la educación para todos los que participamos en ella. Debemos asegurar el cumplimiento del tercero constitucional; sin embargo, no solo se trata de adopción de medios que aseguren la transmisión de conocimientos, o bien, cambiar formas didácticas. Requerimos reflexionar sobre el papel de la educación superior y las implicaciones de su obligatoriedad. La sobreexplotación del discurso de la educación como medio de producción económico agota al sistema, no solo por la pandemia que ponen en jaque la inclusión, la infraestructura y la didáctica, sino, mayoritariamente, debido a que sus objetivos y modelos pedagógicos trabajan para la productividad en sí misma, elemento que nos ha llevado a que se consolide el sistema educativo de la (re)producción y del cansancio.

Referencias

Alberto, A. y Bechi, D. (2020). A Subjetivação Capitalista enquanto Mecanismo de Precarização do Trabalho Docente na Educação Superior. Arquivos analíticos de

políticas educativas, 28(13).

Han, B. (2017). La Sociedad del Cansancio. Barcelona: Herder.

Jiménez, A. (2019). La evaluación y acreditación de la educación profesional en México: ¿la legitimación y competitividad como fin de la universidad? Revista de la Educación Superior, 48(189.) 55-72.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-pandemia-y-la-educacion-superior-del-cansancio/

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Cuando la nota no te la pone un profesor, sino un algoritmo: caos entre los estudiantes del Reino Unido

Europa/Reino Unido/20 Agosto 2020/https://www.xataka.com/

Si no te gusta tu nota, tenemos otra para ti. Parafrasear a Groucho Mark es inevitable ante la esperpéntica situación que se está viviendo en el Reino Unido, donde miles de estudiantes del equivalente de nuestro bachillerato se han visto afectados por las notas que han sacado en este curso. Dichas notas no se las ha puesto un profesor, sino un algoritmo.

La pandemia de COVID-19 y la ausencia de exámenes presenciales ha obligado a las autoridades académicas a utilizar ese algoritmo para calificar a los alumnos. El problema es que el algoritmo ha tomado en cuenta factores discutibles que han hecho que ahora cualquiera alumno pueda recurrir esas calificaciones que determinan parte de su futuro académico y laboral.

Un desastre causado por un (mal) algoritmo

Los exámenes GCE Advanced Level, más conocidos como A Level, son unas pruebas que los estudiantes de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte realizan tras los dos últimos años de la enseñanza secundaria. Es un concepto similar al que se maneja en España con la EBAU (la antigua Selectividad) y que es determinante para que muchos alumnos puedan cursar los estudios universitarios que desean y la carrera profesional a la que intentan encaminar sus pasos.

Exam

El problema es que el confinamiento ha hecho imposible que se celebre dicha evaluación, lo que ha provocado que la nota obtenida por los alumnos no se determine por un exámen calificado por un profesor, sino por un algoritmo.

Ese algoritmo, como se ha descubierto a posteriorijum, ha resultado tomar en cuenta factores coherentes como el historial del estudiante, pero también influyen otros más polémicos como el propio historial de sus compañeros y el centro al que pertenece ese estudiante.

El Departamento de Educación del Reino Unido ha anunciado la puesta en marcha de un sistema de «triple bloqueo» (triple lock) para esos estudiantes, y que permitirá a los estudiantes recibir la máxima calificación de tres alternativas: la nota calculada por el algoritmo, las notas de exámenes de prueba preliminares (‘mock exams’, celebrados entre noviembre y marzo) o la nota de un futuro exámen presencial que se celebrará en otoño.

Las críticas a ese sistema son también notables, pero es el algoritmo el que ha generado las mayores protestas y unos resultados especialmente llamativos. En ellos se revela que dicho algoritmo es injusto con las minorías étnicas de entornos más pobres o de entornos desfavorecidos.

 

 

Stephen Curran, profesor y experto en educación, indicaba que «chicos de cierto origen pueden encontrarse con que su nota ha disminuido», y eso parece haber ocurrido por ejemplo en Escocia, donde los chicos de entornos más desfavorecidos tenían el doble de posibilidades de ver sus notas rebajadas en comparación con los chicos que viven en zonas más ricas.

Eso ha provocado una avalancha de apelaciones por parte de los alumnos que no estaban conforme con sus notas, pero incluso este proceso parece haber levantado nuevas ampollas. En Inglaterra, por ejemplo, la decisión de si se apela o no la nota no corresponde al alumno, sino al centro educativo, algo que otros expertos califican de «escandaloso».

Como apuntan en Wired, este caótico escenario ha hecho que la situación educativa se convierta en una situación política «y los estudiantes de hoy son los votantes de mañana«.

Para los responsables del acceso a las universidades el problema es aún más importante cuando afirman que al final «muchos estudiantes -al menos los de colegios que se pueden permitir apelar las notas- acabarán obteniendo básicamente la nota que quieran» porque no hay una fuente de información fiable para establecer esa nota.

Fuente: https://www.xataka.com/robotica-e-ia/cuando-nota-no-te-pone-profesor-sino-algoritmo-caos-estudiantes-reino-unido

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La vuelta al mundo en 10 escuelas

Noticia/20 Agosto 2020/elpais.com

Recorrido visual por algunos de los países que han reabierto sus centros educativos

    • Los alumnos suben las escaleras en la escuela de Petri, en Dortmund. Las autoridades de Renania del Norte-Westfalia, donde se ubica esta ciudad, son las únicas de Alemania que han decretado la obligatoriedad de la mascarilla en la escuela.
      1Los alumnos suben las escaleras en la escuela de Petri, en Dortmund. Las autoridades de Renania del Norte-Westfalia, donde se ubica esta ciudad, son las únicas de Alemania que han decretado la obligatoriedad de la mascarilla en la escuela. INA FASSBENDER AFP
    • El uso de mascarillas en las escuelas del Estado de Renania del Norte-Westfalia también es obligatorio dentro de las clases. En la imagen, alumnos de séptimo curso el 13 de agosto en la centro de Freiherr-vom-Stein de Bonn.
      2El uso de mascarillas en las escuelas del Estado de Renania del Norte-Westfalia también es obligatorio dentro de las clases. En la imagen, alumnos de séptimo curso el 13 de agosto en la centro de Freiherr-vom-Stein de Bonn. WOLFGANG RATTAY REUTERS
    • Alumnas del colegio de Itäkeskus de Helsinki, Finlandia, durante su primer día de clase del curso.
      3Alumnas del colegio de Itäkeskus de Helsinki, Finlandia, durante su primer día de clase del curso. ADRIÁN SOTO
    • "Siempre tuvimos claro que la enseñanza presencial es prioritaria. Si la situación de pandemia empeora, tendremos que considerar otras alternativas, pero por ahora nuestra intención es completar el currículo escolar", dice Annina Kervinen, profesora del colegio de Itäkeskus en la zona oriental de Helsinki. En la imagen, Kervinen da clase en primer día del curso.
      4«Siempre tuvimos claro que la enseñanza presencial es prioritaria. Si la situación de pandemia empeora, tendremos que considerar otras alternativas, pero por ahora nuestra intención es completar el currículo escolar», dice Annina Kervinen, profesora del colegio de Itäkeskus en la zona oriental de Helsinki. En la imagen, Kervinen da clase en primer día del curso. ADRIÁN SOTO
    • Varios grupos de niños posan en su primer día de clases tras la vuelta al colegio, en la escuela de primaria Newark, Glasgow (Escocia).
      5Varios grupos de niños posan en su primer día de clases tras la vuelta al colegio, en la escuela de primaria Newark, Glasgow (Escocia). DPA / EUROPA PRESS JANE BARLOW
    • En la imagen, tres adolescentes en el instituto de St. Paiul, en Glasgow. Escocia no ha establecido unas normas de distanciamiento mínimo entre alumnos.
      6En la imagen, tres adolescentes en el instituto de St. Paiul, en Glasgow. Escocia no ha establecido unas normas de distanciamiento mínimo entre alumnos. JEFF J MITCHELL GETTY IMAGES
    • Un profesor le ofrece gel desinfectante a una alumna durante el periodo de adpatación previo a la vuelta a las clases presenciales en la escuela Bowie Middle, en Odessa (Texas).
      7Un profesor le ofrece gel desinfectante a una alumna durante el periodo de adpatación previo a la vuelta a las clases presenciales en la escuela Bowie Middle, en Odessa (Texas). BEN POWELL AP
    • En Uruguay, las escuelas cerraron muy poco tiempo, pero laasistencia a clase no es obligatoria desde que empezó la pandemia. En la imagen, dos niñas usan tablets en una escuela de Montevideo.
      8En Uruguay, las escuelas cerraron muy poco tiempo, pero laasistencia a clase no es obligatoria desde que empezó la pandemia. En la imagen, dos niñas usan tablets en una escuela de Montevideo. PABLO PORCIUNCULA AFP
    • Estudiantes de la escuela primaria Wat Khlongtoe, en un clase equipada con mamparas, en Bangkok (Tailandia) el pasado 7 de agosto.
      9Estudiantes de la escuela primaria Wat Khlongtoe, en un clase equipada con mamparas, en Bangkok (Tailandia) el pasado 7 de agosto. ANDRE MALERBA EUROPA PRESS / DPA
  • Estudiantes palestinos durante la vuelta a las clases en la Escuela Moderna de Inglés, en Nablus (Palestina).
    10Estudiantes palestinos durante la vuelta a las clases en la Escuela Moderna de Inglés, en Nablus (Palestina). ALAA BADARNEH EFE / EPA
  • Los estudiantes vuelven a las clases en una escuela de Johannesburgo (Sudáfrica).
    11Los estudiantes vuelven a las clases en una escuela de Johannesburgo (Sudáfrica). KIM LUDBROOK EFE / EPA

    Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/08/14/album/1597388413_077678.html#foto_gal_11

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Covid-19 en escuelas: qué tan peligroso es y otras preguntas para volver al aula

Por: Semana Educación

Cuándo y cómo reabrir las escuelas en tiempos de covid-19 es algo que, tarde o temprano, se debe debatir e implementar. Esto es lo que la ciencia ha aprendido en estos meses de pandemia.

La reapertura de escuelas es uno de los temas más debatidos a lo largo del mundo desde que la pandemia de covid-19 dejó a miles de millones de niños y adolescentes sin clases presenciales.

Solo en abril llegó a haber 194 países con los centros educativos cerrados. Eso afectó al 91 por ciento de los estudiantes de todo el mundo, según un artículo de Unicef publicado la semana pasada.

«Esto ha ocasionado una disrupción enorme en las vidas, el aprendizaje y el bienestar de los niños a nivel mundial», detalla el organismo internacional.

Pero la decisión de cómo y cuándo reabrir las escuelas, y si enviar o no a los niños, depende de numerosos factores a nivel nacional y local, así como de la realidad de cada núcleo familiar.

En América Latina, por ejemplo, Nicaragua es el único país que en ningún momento suspendió las clases presenciales, al tiempo que Uruguay es el único que logró implementar un regreso completo a las aulas.

Dado que varios países de la región se preparan para la reapertura o debaten la medida, puede resultar útil saber qué aprendió la ciencia en estos meses de pandemia sobre los riesgos de la vuelta a clases para la salud de los estudiantes, docentes y familiares.

¿Qué tan peligroso es el coronavirus para los niños?

«Los niños, incluidos los muy pequeños, pueden desarrollar covid-19», dice la Escuela de Medicina de Harvard con información actualizada al 4 de agosto.

Sin embargo, continúa, «muchos de ellos no presentan síntomas». «Aquellos que se enferman tienden a experimentar síntomas más leves, como fiebre baja, fatiga y tos. Algunos niños han tenido complicaciones graves, pero esto ha sido menos común», agrega.

Niña enferma
Aunque los niños no suelen desarrollar los síntomas más severos de la covid-19, sí puede ocurrir. Además, eso no impide que contraigan la enfermedad y la transmitan. Foto: Getty / BBC.

De acuerdo con un estudio de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, la tasa acumulada de hospitalización pediátrica por covid-19 en el país fue de 8,0 por 100.000 habitantes entre el 1.º de marzo y el 25 de julio.

Dicha tasa «es baja en comparación con la de los adultos», que asciende a 164,5 por 100.000 habitantes, apuntan los investigadores en el estudio publicado la semana pasada.

Por otra parte, en estos meses de pandemia se han registrado casos de niños que desarrollaron un síndrome inflamatorio similar a la enfermedad de Kawasaki, cuyos síntomas incluyen fiebre, dolor abdominal, diarrea y erupciones cutáneas.

Según aclara el hospital infantil Great Ormond Street (Gosh) de Londres, centro pediátrico líder de Reino Unido, al 22 de julio este síndrome ha demostrado afectar «solo a una pequeña cantidad de niños».

Incluso agrega: «Todavía no sabemos con certeza si este nuevo síndrome inflamatorio está directamente relacionado con la covid-19».

¿Pueden los niños transmitir el coronavirus a adultos?

Una revisión de estudios globales publicada a finales de junio por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical y el Colegio Universitario (UCL), ambos de Londres, descubrió que los niños tenían aproximadamente la mitad de probabilidades de contraer covid-19 que los adultos, lo que significa que es menos probable que lo transmitan.

Distancia social en niños pequeños.
La distancia social en las aulas es fundamental, pero cuando son niños pequeños, la creatividad puede ayudar a recordarles cómo mantenerla. Foto: EPA.

Sin embargo, como los niños también son menos propensos a presentar síntomas, todavía es difícil determinar qué tanto propagan el coronavirus o incluso si son capaces de iniciar un brote.

Según un estudio publicado el mes pasado basado en el análisis de más de 5.700 personas infectadas en Corea del Sur y sus más de 59.000 contactos, los niños de hasta 9 años transmiten la enfermedad a adultos con una frecuencia menor (5,3 por ciento) al promedio de la población (11,8 por ciento).

En cambio, aquellos con edades entre 10 y 19 años transmiten el virus por encima del promedio (18,6 por ciento).

Por otra parte, estudios recientes de brotes en grupos familiares en China y los Alpes franceses han concluido, basándose en el rastreo de contactos, que es probable que los niños no hayan sido la fuente de ninguna de las infecciones registradas.

¿Pueden las escuelas convertirse en focos de coronavirus?

La reapertura de las escuelas no solo aumenta el contacto entre niños, sino también de docentes y personal del centro, además de los padres que llevan y traen a sus hijos.

Una maestra toma medidas para separar pupitres.
Las aulas en tiempos de covid-19 pueden no parecerse a las de antes, pero igual tienen enormes beneficios para los estudiantes y la comunidad. Foto: Getty / BBC.

En este sentido, el mencionado estudio de UCL y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres sugirió que, sin un seguimiento de contactos adecuado, la reapertura de las escuelas en Reino Unido prevista para septiembre contribuiría a una segunda ola de infección más grande que la primera.

Si bien en su proyección incluyeron el dato de que los niños tienen la mitad de capacidad infecciosa que los adultos, también utilizaron modelos que incorporan cuántos padres volverán al trabajo o reanudarán otras actividades con el retorno de sus hijos a las aulas.

Otro estudio publicado la semana pasada por la revista científica «The Lancet Child & Adolescent Health» sobre la reapertura de las escuelas en Australia afirma que estas no fueron un foco importante de infección por coronavirus.

Entre el 25 de enero y el 10 de abril, de un total de 7.700 escuelas analizadas, solo 25 registraron casos, es decir, menos del 1 por ciento.

No obstante, la situación más preocupante fue la de profesores y personal del centro educativo. Aunque equivalían a solo el 10 por ciento de la población escolar, representaron el 56 por ciento de los casos de covid-19 registrados en las escuelas.

Escolar uruguaya con mascarilla y usando alcohol en gel.
Los protocolos de regreso a las aulas deben incluir normas de higiene para estudiantes y funcionarios, así como para los salones. Foto: Getty / BBC.

Los investigadores afirman: «Nuestros hallazgos proporcionan evidencia de que la transmisión de SARS-CoV-2 (nombre técnico del nuevo coronavirus) en entornos educativos puede mantenerse en un nivel bajo en el contexto de una respuesta eficaz a la epidemia«.

«En aquellos lugares donde las medidas de mitigación de la pandemia resulten en un fuerte control de la enfermedad, anticipamos que las escuelas pueden mantenerse abiertas de manera segura, para el beneficio educativo, social y económico de la comunidad mientras nos adaptamos a vivir con covid-19», agregan.

En otra investigación publicada el mes pasado por las agencias de salud pública de Suecia y Finlandia también se llega a la conclusión de que las escuelas no se convirtieron en focos de contagio de covid-19.

Suecia y Finlandia adoptaron estrategias diferentes durante la pandemia. Los primeros siempre mantuvieron abiertas las escuelas primarias, mientras que los segundos cerraron todas las instituciones educativas de marzo a mayo.

El informe asegura que, aun así, los resultados fueron similares: bajo número de contagios en personas de 1 a 19 años, escasas hospitalizaciones en cuidados intensivos y ninguna muerte.

Por el contrario, una investigación publicada el mes pasado en la «Revista de la Asociación Médica Estadounidense» sugiere que los menores desempeñan un papel importante en la propagación de enfermedades respiratorias durante las pandemias.

Adolescentes de una secundaria uruguaya.
El riesgo que supone el regreso a clases no es igual cuando se habla de niños que de adolescentes, según estudios. Foto: Getty / BBC.

«Los niños son, en general, importantes transmisores de epidemias virales como la influenza, porque pasan largos periodos cerca de otros niños en las escuelas y durante las actividades físicas», afirman los autores.

Tras el cierre de escuelas en 50 estados de EE. UU. entre marzo y mayo, en promedio hubo una caída en el número de casos del 62 por ciento y del 58 por ciento en defunciones, aseguran los investigadores, quienes aclaran que otras medidas complementarias contribuyeron a estos porcentajes.

¿Qué medidas ayudan a una reapertura segura?

Los CDC tienen guías actualizadas a finales de julio sobre qué deben hacer las escuelas para reabrir y qué han de sopesar los padres al momento de decidir si enviar o no a sus hijos a clases.

Sobre los centros educativos, se mencionan estrategias en cuatro áreas clave para reducir la propagación de la enfermedad: la conducta (distanciamiento social, lavado de manos, uso de mascarillas), los ambientes (ventilación, limpieza y desinfección de superficies), el funcionamiento institucional (horarios escalonados, grupos pequeños de alumnos) y los protocolos para cuando alguien se enferme.

Los padres o tutores, por su parte, tienen que evaluar el riesgo particular de que ese niño y su familia contraigan covid-19, dicen los CDC.

En cualquier caso, se trata de una nueva fase dentro de la pandemia en la cual, antes o después, los gobiernos tendrán que avanzar y los padres deberán decidir aunque, de nuevo, no existan recetas universales e infalibles.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/que-tan-peligrosa-es-la-covid-19-en-ninos-y-otras-preguntas-para-volver-al-aula/693430

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Jovani quiere ser doctor, a pesar de la covid-19

Reseñas/13 Agosto 2020/elpais.com

Un sistema educativo limitado ya condicionaba la formación de millones de menores de edad etíopes antes de la pandemia. Ahora, el cierre forzado de las escuelas ha privado a muchos de ellos de su derecho a la educación. Contar la historia de este niño es contar un país entero

El pasado 16 de marzo, cuando aumentaron a cinco los casos positivos de covid-19 en el país, el gobierno etíope suspendió las clases. Durante este tiempo el Ministerio de Educación ha lanzado iniciativas para que la formación de los niños no se detuviera durante el cierre de las escuelas, pero no ha conseguido llegar a todos los hogares y muchos alumnos han quedado desatendidos. La pandemia se ha convertido en un bache más en su formación, que ya estaba comprometida por un sistema educativo limitado.

Es probable que Jovani quiera seguir colaborando en la campaña contra la covid-19 en Dessie, su ciudad natal, que está en la región de Amhara, en el centro norte de Etiopía. Este niño de siete años y ojeras marcadas quiere ser doctor, aunque ahora quizá no acabe de entender por qué debe quedarse en casa, pues los mayores no han dejado de trabajar pese a la amenaza del virus. En cambio, millones de menores como él llevan semanas sin ir a la escuela y deben permanecer en sus casas para evitar contagios.

Pese a las limitaciones del sistema educativo, la madre de Jovani sabe que cualquier opción de futuro de sus hijos —tiene dos— pasa por que vayan a la escuela. Ella mantiene a su familia lavando ropa a mano y cocinando injera, una masa fina que es la base de la alimentación etíope. Desde que enviudó es la única persona que, de forma regular, lleva dinero a casa, una habitación única de paredes enyesadas y techo de hojalata en la que también viven los abuelos.

Para la Administración Pública, Jovani es un niño en situación de vulnerabilidad. Por eso le seleccionó para que se beneficiara del programa de apadrinamientos de la ONG IPI Cooperació, mediante el cual la familia recibe una ayuda mensual de 600 birr (17 euros) y se compromete a que el pequeño no deje de estudiar.

El sistema educativo etíope

306 chicas y chicos van a la escuela primaria Sefere Selam de Dessie. Su director, Tilehun Azahij —cabeza rapada, camisa por dentro del pantalón, afable—, apunta que uno de los déficits de la educación etíope es que “el proceso de aprendizaje no tiene parte práctica, solo es teórico”. A Azahij le gustaría que su colegio tuviera un aula de informática y un laboratorio para que el alumnado experimentara, pero debe resignarse a clases con paredes gastadas y pupitres astillados.

La escuela primaria Millenium se encuentra en Kobo, una población al norte de la región de Amhara donde los niños y niñas se han acostumbrado a la presencia de los militares que controlan las disputas territoriales de la zona. El director, Milla Jadea —bigote recortado, deportivas, reflexivo—, explica que otra de las carencias de la educación del país es que “los libros de texto no se adaptan a la edad de los alumnos”. Jadea cuenta que los profesores no tienen tiempo de impartir el temario y que el alumnado pasa de curso sin recibir todas las lecciones.

Etiopía es uno de los países africanos que más se ha implicado en la formación de sus menores desde el cambio de siglo. En 2015 el gobierno destinó un 4,7% del gasto público al ámbito educativo, una cifra que sitúa al país en el puesto número 78 del ranking mundial y en el 15 del de África subsahariana. Estos esfuerzos han contribuido a que prácticamente todos los niños y niñas vayan a la escuela hasta los 14 años, pero no han sido suficientes para asegurarles una formación de calidad. Un 48% de etíopes son analfabetos y la edad media de la población es de 20 años.

El alumnado de la escuela primaria Sefere Selam termina la jornada escolar tras cantar el himno nacional, en Dessie (región de Amhara).
El alumnado de la escuela primaria Sefere Selam termina la jornada escolar tras cantar el himno nacional, en Dessie (región de Amhara). A.C.

La educación pública en el país del cuerno de África es gratuita. Los menores empiezan la primaria —obligatoria— a los siete años, por delante les esperan ocho cursos en los que aprenden amhárico —el idioma oficial del país—, la lengua de su respectiva región, inglés, matemáticas y ciencias naturales y sociales. La primera etapa de la secundaria ocupa dos años académicos, noveno y décimo, pero ya no es obligatoria, por eso muchas chicas y chicos dejan la escuela para contribuir a la economía familiar: solo siguen estudiando un 35%. Antes de acceder a la universidad o a otros estudios superiores, los alumnos supervivientes cursan undécimo y duodécimo, que equivalen al bachillerato. Solo el alumnado que ha seguido estudiando a partir de noveno aprende a utilizar ordenadores.

La determinación de Aweke

Cuando Aweke saluda a alguien le ofrece su muñeca porque sus dedos terminan en los nudillos. A los 10 años se contagió de lepra y tuvo que dejar la escuela. Desde entonces camina ayudado de un bastón de madera que maneja con gran agilidad. Cuando se sintió con fuerzas suficientes, volvió a las aulas y continuó su formación. Pese a las aparentes limitaciones, Aweke hace todo por sí mismo. Ahora tiene 24 años y cursa duodécimo en la escuela preparatoria de Weldiya. Quiere ser abogado.

Sin el apoyo de su hermano pequeño Kiros, Aweke no podría estudiar. Kiros, que tiene 22 años, empezó a trabajar para que él pudiese seguir en la escuela. Los hermanos perdieron a sus padres hace tiempo y si ambos estudiaban no podían mantenerse, pese a que Aweke también recibe la ayuda mensual de IPI Cooperació. De hecho, viven “con lo justo” en una pequeña casa de Weldiya, una población al norte de Dessie caracterizada por el tráfico de camiones que transportan mercancías cargadas en el puerto de Yibuti. En su autorickshaw —triciclo motorizado usado como taxi—, Kiros no puede mantener la distancia de seguridad con los clientes, pero estos meses no ha dejado de trabajar. No puede, aunque se exponga al virus.

La suspensión de las clases ha llegado en un momento importante para Aweke, el año en que debe hacer la selectividad, que se ha pospuesto sine die. Durante estas semanas no ha dejado de estudiar, por su cuenta, con una determinación que solo puede equipararse a su fuerza de voluntad. No sabe cuándo hará el examen de acceso a la universidad, pero sabe que necesita una nota alta para entrar en Derecho. Además, siente que se lo debe a Kiros. Por eso no ha escatimado esfuerzos: “He estado leyendo los libros de texto y fragmentos de la constitución”. También ha aprovechado los días de confinamiento para escribir un poema, pero prefiere no compartirlo.

La covid-19 agrava las desigualdades

El cierre forzado de escuelas ha comprometido la educación de millones de chicas y chicos durante las últimas semanas. Los mayores han podido estudiar por su cuenta, pero los pequeños, que necesitan la guía de un profesor, no han podido. Con el objetivo de que la formación de estos menores no se paralice por completo, el Ministerio de Educación etíope ha habilitado un canal de televisión y un dial de radio para impartir clase, una medida cuestionada por no poder calcular su alcance y, sobre todo, por aumentar las desigualdades entre los menores que tienen receptores en casa y los que no, que llevan semanas privados de su educación.

El sistema educativo etíope se caracteriza por no ofrecer a todo el alumnado las mismas prestaciones. El director de la escuela primaria Negus Michael de Dessie, Faten —barba descuidada, camisa tejana, cordial—, indica que “hay zonas del país muy pobres, donde ni siquiera hay comida, los niños que viven ahí no tienen las mismas oportunidades”. Más de un 80% de la población etíope vive en áreas rurales. La administración no llega a las más apartadas, que son las más empobrecidas del país. Faten explica que la única forma de mejorar su situación es aumentar el gasto público en educación.

Un aula de la escuela primaria Sefere Selam queda vacía tras una jornada escolar, en Dessie (región de Amhara). Todas las clases están así desde que la pandemia obligara a suspender la actividad académica el pasado 16 de marzo.
Un aula de la escuela primaria Sefere Selam queda vacía tras una jornada escolar, en Dessie (región de Amhara). Todas las clases están así desde que la pandemia obligara a suspender la actividad académica el pasado 16 de marzo. ÁLVARO CARRETÓN

Yesuf Mohammed —barba recortada, americana, trato caluroso— dirige el centro de educación primaria Silk Amba de Dessie y, como su homólogo de la escuela Negus Michael, advierte de la existencia de desigualdades: “Se han construido muchos colegios en los últimos años, pero las instalaciones suelen ser precarias, sobre todo en las zonas rurales”. Mohammed también apunta a los profesores cuando habla de prestaciones dispares porque “no todos son profesionales”. Además, en algunas escuelas el profesorado debe encargarse de muchos alumnos. La media nacional en la educación primaria es de 43 escolares por profesor.

Un estuche de color naranja

En febrero, los voluntarios de IPI Cooperació se desplazaron a Etiopía para controlar el funcionamiento del programa de apadrinamientos y entrevistarse con los niños y niñas, a los que llevaron material escolar. Jovani recibió con alegría e ilusión su nuevo estuche de color naranja y lo abrió para ver los lápices y bolígrafos que al menos tenían que durarle un año. De camino a casa, dos niños mayores le pararon y le pidieron que les enseñara el estuche, que entonces se convirtió en el estuche robado de color naranja.

Etiopía tiene 109 millones de habitantes y es el segundo país más poblado de África, solo superado por Nigeria. Un 23% de etíopes vive por debajo del umbral de pobreza y, en la región de Amhara, tres de cada 10 personas son pobres. Ni los lápices ni los bolígrafos se tienen en cuenta en el cálculo que fija la línea de pobreza de una región.

Ellas y el sentido del deber

Las desigualdades no solo afectan a los menores que viven en áreas empobrecidas y rurales, también a las niñas. El sistema educativo promueve la igualdad en las aulas y no discrimina por género, pero la tradición patriarcal del país impide que tengan las mismas oportunidades que los niños. Por eso se está fomentando una educación equitativa que contribuya a superar los estigmas del patriarcado.

La clase política también se ha implicado en el impulso de una sociedad igualitaria: en 2018, Sahlework Zewde se convirtió en la primera presidenta etíope y, ese mismo año, Abiy Ahmed, primer ministro del país, garantizó la paridad en su gobierno al repartir el mismo número de carteras entre hombres y mujeres. Sin embargo, pese a los esfuerzos desde los ámbitos educativo y político, el mensaje feminista aún no ha calado en todas las capas de la sociedad.

Hasta los 14 años, chicas y chicos ocupan las aulas a partes iguales. La diferencia aparece en la secundaria, cuando ellas son las primeras en abandonar la escuela. “El número de niñas cae porque se casan o se van a trabajar a otras regiones para ganar dinero y enviarlo a sus familias”, explica Azahij, que apunta que las chicas tienen un sentido del deber más desarrollado que los chicos, que solo se preocupan de comer y jugar.

Tres alumnas de la escuela primaria Tigil Fire durante el recreo, en Dessie (región de Amhara).
Tres alumnas de la escuela primaria Tigil Fire durante el recreo, en Dessie (región de Amhara). A. C.

Estas desigualdades se multiplican en los entornos vulnerables, como las zonas rurales, donde también hay casos de absentismo femenino en la primaria. Un 40% de las mujeres etíopes de entre 20 y 24 años se casa antes de los 18 y un 14% antes de los 15. Es en las áreas rurales donde estos casamientos tienen más incidencia y donde, además, hay más casos de mutilación genital femenina. Cuando las chicas se casan, dejan atrás su vida, incluida la escuela, para atender las necesidades de sus nuevas familias. Antes de la ceremonia nupcial, el novio paga una dote en cabezas de ganado —o su equivalente en dinero— a los padres de su prometida, que tendrán una boca menos que alimentar.

Rediet abre camino

El pasado 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, la Universidad de Weldiya distinguió a Rediet por su excelencia académica. Esta joven de 20 años y pelo trenzado estudia Administración del Territorio e Inspección y es una de las pocas alumnas universitarias del país. Solo una de cada 20 mujeres va a la universidad o cursa otros estudios superiores en Etiopía. Aunque la matriculación masculina tampoco es destacable, representa el doble que la femenina.

Rediet se considera afortunada por haber tenido el apoyo de su familia, que pudo permitirse que estudiara, y lamenta que su padre muriera antes de verla en la universidad, ya que fue quien le instó a hacer Administración del Territorio e Inspección: “Creía que era lo mejor para mí”. Pese a tener casa en Weldiya, cuando empezó la carrera se instaló en el campus, quería exprimir la experiencia universitaria al máximo. “Comparto habitación con cuatro chicas más y mi taquilla es pequeña, pero me gusta estar aquí”, dice la joven de sonrisa amplia y mente inquieta.

La universidad hace un préstamo a los estudiantes, que mientras se forman no pagan ni por estudiar ni por alojarse en el campus, pero, cuando se gradúan, el centro académico les cobra por sus años de estudio en mensualidades adaptadas a sus salarios. Si no consiguen trabajo —el paro juvenil es del 25%— y no pagan, no obtienen el título. Algunos, los que quieren irse al extranjero o hacer una especialización, se ven obligados a abonar toda la cantidad de golpe, pues el certificado temporal que les dan para buscar empleo tiene una validez administrativa limitada.

A Rediet le preocupa no encontrar trabajo y no poder pagar los 22.000 birr (600 euros) que cuesta su carrera, aunque ahora está más agobiada por estar perdiendo un semestre de estudio. Desde hace semanas no tiene ninguna noticia de la universidad, que cerró pocos días después que las escuelas. Rediet añora las clases, pero también despertarse con las primeras luces del día y pasear por el campus mientras escucha el pipiar de los pájaros. Es su peregrinación personal, en la que busca el sentido a sus días y se convence de que Dios tiene un buen plan para ella. “Tengo que trabajar duro para descubrir lo que Él espera de mí”, se repite.

Futuro en juego

Según Unicef, muchos de los menores de la región de Amhara que van a la escuela no consiguen aprender a leer ni a escribir y un 14% suspende el examen final que hacen en octavo, al acabar la primaria. El entorno familiar de los niños y niñas tiene incidencia en esta cifra, pero la responsabilidad pesa sobre un sistema educativo que limita su formación y dificulta su progreso.

Ahora, la covid-19 también está coartando la educación de los más de 22 millones de menores etíopes matriculados en escuelas primarias y secundarias, sobre todo la de los niños y niñas que no pueden estudiar a distancia. En un comunicado de prensa, el director de Unicef en África Oriental, Mohamed Fall, advierte que “tras el cierre prolongado de escuelas, (…) se hace más complicado que los menores vulnerables vuelvan a las aulas”.

Un grupo de menores se protege de la lluvia bajo un toldo poco antes de empezar la jornada escolar, en una población situada entre Dessie y Weldiya (región de Amhara).
Un grupo de menores se protege de la lluvia bajo un toldo poco antes de empezar la jornada escolar, en una población situada entre Dessie y Weldiya (región de Amhara). A. C.

Las Naciones Unidas ponen la educación en el centro de toda transformación social y económica. En la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, la organización intergubernamental señala que “además de mejorar la calidad de vida de las personas, el acceso a la educación inclusiva y equitativa puede abastecer a la población local con las herramientas necesarias para desarrollar soluciones innovadoras a los problemas más grandes del mundo”.

Sueños encomendados

Probablemente, a Jovani todavía no se le habían secado las lágrimas cuando llegó a casa, desolado e impotente tras el robo. Nunca habría imaginado que su abuelo le esperase con otro estuche de color naranja. Desde la furgoneta de importación asiática en la que volvían al hotel, los voluntarios de IPI Cooperació habían visto cómo le robaban y habían parado en su casa para dejarle otro.

Horas antes, en la habitación única de paredes enyesadas y techo de hojalata donde ahora Jovani volvía a tener algo con lo que escribir, la abuela había convertido el sueño de ser doctor de su nieto en una cuestión de fe: “Cuando acabe la primaria solo Dios sabe qué pasará”.

TRES MESES DESPUÉS

A. C.

Las escuelas han seguido cerradas y los menores vulnerables privados de su educación desde entonces. Todos los alumnos, excepto los de octavo y duodécimo, pasarán de curso sin examinarse.

A finales de mayo, la universidad de Rediet habilitó un portal web para que el alumnado tuviera acceso a materiales de estudio como guías docentes. Paralelamente, el director de su facultad creó un grupo de Telegram para resolver las dudas de los estudiantes. Se espera que se examinen a finales de verano, justo antes de empezar el nuevo curso. Rediet reconoce que estudiar así, sin la explicación de un profesor, es complicado.

A principios de junio, los profesores de Aweke empezaron a enviarle trabajos a través de la aplicación de PDF. Se hizo un esfuerzo para que el alumnado que tiene que hacer la selectividad, que sigue sin fecha, tuviera más recursos para estudiar. Además, Aweke y sus compañeros de clase usan un grupo de Telegram en el que cooperan para llegar lo mejor preparados al examen.

Estas iniciativas educativas, como el resto de las que requieren acceso a la red, estuvieron paralizadas del 30 de junio al 23 de julio; el gobierno etíope cortó el acceso a internet en todo el país para apaciguar las protestas por el asesinato de Haachaaluu Hundeessaa, un músico y activista de etnia oromo. “Ahora cualquier estudiante está desesperado”, explica Aweke, que, como el resto de sus compañeros, dejó de recibir trabajos de sus profesores durante el apagado. Él, acostumbrado a salir adelante ante situaciones adversas, confiesa que, pese a todo, es optimista.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/08/06/planeta_futuro/1596711692_903575.html

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