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Un “gran confinamiento” devastador en el Tercer Mundo

Por: Por Gilbert Achcar

Con la pandemia de la covid-19, el planeta está sufriendo la peor crisis económica desde el periodo de entreguerras. Desempleo, inseguridad alimentaria, abandono escolar… los efectos del «gran encierro» se hacen sentir en todas partes, pero es en los países pobres donde sus repercusiones afectan con más dureza. Con una estructura laboral en la que predomina el sector informal, muchos trabajadores carecen de protección social alguna.

Así como las consecuencias del cambio climático se sienten en todas las latitudes, la pandemia de covid-19 no perdona a nadie, rico o pobre, jefe de Estado o refugiado. Sabemos, dicho esto, que esas crisis planetarias no afectan por igual a todos los humanos. Además de suponer diferentes vulnerabilidades según la edad y diversos factores de riesgo, la pandemia, al igual que el calentamiento climático, tiene una incidencia muy diversa a escala mundial, así como dentro de cada país, en función de las tradicionales líneas divisorias entre ricos y pobres, blancos y no blancos, etc. La infección de Donald Trump confirmó, desde luego, que el virus no tenía consideración con el rango político, pero el excepcional tratamiento que recibió el presidente de Estados Unidos, con un coste estimado que supera los 100.000 dólares por tres días de hospitalización (1), demuestra que, si bien todos los seres humanos son iguales ante la enfermedad y la muerte, algunos, como escribió George Orwell en Rebelión en la granja, son “más iguales que otros”.

Como es costumbre, el Tercer Mundo es el que más sufre los embates de la actual crisis económica, denominada “Gran Confinamiento” por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe semestral de abril de 2020 (2), una crisis que ya es la más seria desde la Gran Depresión del periodo de entreguerras. El Tercer Mundo es el tercer estado mundial del que solo unos pocos países de Asia oriental han logrado salir desde que el economista Alfred Sauvy acuñó el término en 1952. Lo definiremos aquí como el conjunto de países de ingresos bajos, añadiéndoles los países de ingresos intermedios (franja inferior y superior), según la clasificación del Banco Mundial, exceptuando a China y a Rusia, que, aunque son países de ingresos medios superiores, sí son potencias mundiales.

A escala internacional, el Gran Confinamiento ha acarreado una fuerte agravación del desempleo. Ahora bien, el impacto social de este desempleo es mucho mayor en los países del Tercer Mundo que en los países ricos, que a menudo han implementado costosas medidas con el fin de mitigar sus consecuencias. A lo largo de los tres primeros trimestres de 2020, se ha destruido en todo el mundo el equivalente prorrateado a 332 millones de puestos de trabajo a tiempo completo, es decir una merma del 11,7% en comparación con el último trimestre de 2019. De ellos, 143 millones se perdieron en los países de ingresos medios inferiores (-14%), 128 millones en los países de ingresos medios superiores (-11%) y 43 millones (-9,4%) en los países ricos, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (3). Y si bien los países de ingresos bajos perdieron “solo” el equivalente a 19 millones de puestos de trabajo (-9%) durante el mismo periodo, esta cifra no da un reflejo adecuado del impacto socioeconómico de la crisis que han sufrido. Y es que, en estos países, al igual que en los países de ingresos medios inferiores, la gran mayoría de empleos y actividades por cuenta propia se sitúan en el sector informal, que absorbe el 60% de la mano de obra mundial y, por definición, carece de cualquier tipo de protección social.

En un informe reciente, el Banco Mundial estima que la pobreza extrema –definida como el hecho de tener que sobrevivir con menos de 1,90 dólares al día– aumentó en 2020, como resultado de la pandemia, por primera vez desde 1998, tras la crisis financiera asiática de 1997 (4). En términos absolutos, Asia meridional es la región más afectada: entre 49 y 56,5 millones de personas más de lo previsto antes de la pandemia deberían de caer por debajo del umbral este año, o no superarlo. En el caso del África subsahariana, serán entre 26 y 40 millones, confirmándose así el estatus del subcontinente como región con la tasa de pobreza extrema más alta del mundo. La variación será de entre 17,6 y 20,7 millones de personas para los países en desarrollo de Asia oriental (5); podría alcanzar los 4,8 millones en América Latina y los 3,4 millones en el área que forman Oriente Próximo y Norte de África. En suma, según el Banco Mundial, entre 88 y 115 millones de personas caerán o permanecerán en 2020 bajo el umbral de 1,90 dólares como resultado de la pandemia. El incremento neto del número de personas muy pobres en comparación con 2019 será de entre 60 y 86 millones.

Desde 2013, la aceleración del cambio climático, del que las poblaciones más pobres son las primeras víctimas, y nuevos conflictos armados, como los de Siria, Yemen y Sudán del Sur, provocaron que se frenara la disminución de la pobreza. El Gran Confinamiento ha hecho definitivamente inalcanzable el “objetivo de desarrollo sostenible” sobre la extrema pobreza que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fijó para 2030, con miras a reducir la tasa mundial de extrema pobreza al 3%. La tasa seguía siendo del 10% en 2015, lo que corresponde a 736 millones de personas. Mientras que el Banco Mundial la sitúa en alrededor del 7% en 2030.

La pandemia ha agravado las hambrunas

En julio, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) hizo sonar la alarma. Mark Lowcock, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, resumió así la situación en el prólogo del informe: “Estimaciones recientes sugieren que hasta 6.000 niños podrían morir cada día por causas evitables, como consecuencia de los efectos directos o indirectos de la covid-19. La derivación de recursos sanitarios podría provocar una duplicación del número de muertes por sida, tuberculosis y malaria. El cierre de escuelas erosionará la productividad, reducirá los ingresos a lo largo de toda la vida y acrecentará las desigualdades. La desaceleración económica, el aumento del desempleo y una menor asistencia a la escuela aumentan la probabilidad de guerra civil, con consiguientes hambrunas y desplazamientos de poblaciones” (6).

Aun sin nuevas guerras, ha habido una gran extensión de la hambruna. Según el informe de la OCHA, la pandemia la ha agravado en zonas ya castigadas y ha creado nuevos núcleos donde no existía. A falta de una asistencia masiva y rápida por parte de los países ricos, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria extrema se incrementará hasta los 270 millones a finales de año, frente a los 149 millones de antes de la pandemia. En septiembre, no obstante, solo se habían desembolsado 2.500 de los 10.300 millones de dólares solicitados por la OCHA, según el informe anual del secretario general de la ONU (7). Y esa diferencia no la va a tapar el millón de dólares del Premio Nobel de la Paz otorgado al Programa Mundial de Alimentos. ¿Será porque la hambruna no se contagia ni cruza las fronteras con los migrantes, a diferencia del virus? El pasado 13 de octubre, el Banco Mundial asignó 12.000 millones de dólares a los países en desarrollo para un programa de vacunación y pruebas de detección de covid-19.

El programa “Todas las mujeres, todos los niños”, puesto en marcha por la ONU en 2010 y gestionado conjuntamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), advierte por su parte en su último informe que el cierre de escuelas por la pandemia hace que muchos niños y adolescentes probablemente nunca vuelvan a ellas en los países del Tercer Mundo (8). Se encontrarán consiguientemente expuestos a mayores niveles de violencia doméstica y a un riesgo alto de embarazo precoz. En el mismo informe se estima que el Gran Confinamiento podría reducir en un tercio los progresos conseguidos en la eliminación de la violencia de género de aquí a 2030, y causar 13 millones de matrimonios infantiles adicionales en la próxima década.

“No es inevitable. Se puede prevenir con dinero y con voluntarismo por parte de las naciones más ricas –asevera Lowcock–. Estimamos que el coste de proteger al 10% más pobre de los peores efectos de la pandemia y de la recesión supone 90.000 millones de dólares, es decir, menos del 1% del plan de estímulos que los países ricos han puesto en marcha para proteger sus economías”. De hecho, según el FMI, el monto total de los paquetes de estímulos anunciados en el mundo entero alcanzaba los 11,7 billones de dólares en septiembre, es decir, el 12% del producto interior bruto (PIB) mundial, la mayoría de ellos en países de altos ingresos (9). El nivel global de deuda pública real en estos países ha superado ya el 120% del PIB, un nivel que solo se había alcanzado una vez en la historia del capitalismo: al final de la Segunda Guerra Mundial. Y frente a eso, según la OIT, con 937.000 millones de dólares se compensaría la pérdida de puestos de trabajo en los países de ingresos medianos inferiores, y 45.000 millones de dólares bastarían para los países de ingresos bajos, lo que supone un total de 982.000 millones de dólares para un grupo de Estados que constituyen la gran mayoría de la población mundial.

Modesta en comparación con las medidas adoptadas por los Estados más ricos, la ayuda que requieren los países pobres también es urgente. Tres investigadores del FMI han advertido de los efectos a largo plazo de la crisis en los países de bajos ingresos. Usan el término scarring (literalmente: “dejar cicatrices”) para designar una pérdida permanente de capacidad productiva. “El scarring ha sido el legado de pandemias anteriores: mortalidad [más alta]; deterioro en salud y educación que reduce los ingresos futuros; extinción del ahorro y de los haberes que conduce imparablemente al cierre de empresas –especialmente las pequeñas empresas sin acceso a crédito– y provoca trastornos irreversibles en la producción; y un sobreendeudamiento que pesa en los préstamos del sector privado. De esta manera, tras la pandemia por el virus del ébola en 2013, la economía de Sierra Leona nunca volvió a la senda de crecimiento anterior a la crisis” (10).

El temor a morirse de hambre

La India, el país más poblado del Tercer Mundo, es también uno de los más afectados por el Gran Confinamiento. Su PIB ha caído en casi una cuarta parte (23,9%) en el segundo trimestre de 2020, lo que ha supuesto un duro golpe para su “ambición de convertirse en potencia mundial, salir de la pobreza y modernizar sus fuerzas armadas”, explica Jeffrey Gettleman, jefe de la corresponsalía de The New York Times en Nueva Delhi. Mucho ha tenido que ver en ello la errática gestión del primer ministro de extrema derecha, Narendra Modi, evidenciándose así los riesgos que entraña el reproducir tal cual unas medidas adoptadas en países con características sociales y demográficas muy diferentes.

Cuenta Gettleman: “El 24 de marzo, a las 8 de la tarde, tras dar a todos los habitantes la orden de permanecer confinados, Modi cerró la economía –oficinas, fábricas, carreteras, trenes, fronteras interestatales [de la Unión India], casi todo– con cuatro horas de preaviso. Decenas de millones de indios perdieron su trabajo inmediatamente después. Muchos trabajaban en fábricas, obras de construcción o como empleados domésticos en la ciudad, pero eran migrantes de la India rural. Con el temor a morirse de hambre en las chabolas, millones de ellos abandonaron los centros urbanos a pie, en bicicleta o haciendo autoestop, en un intento desesperado por volver a sus pueblos; una migración épica de la ciudad al campo, al revés de lo que suele suceder, que la India nunca había conocido, y que propagó el coronavirus hasta el lugar más recóndito de este país de 1.300 millones de habitantes” (11).

Tampoco la clase media india quedó a salvo, con 6,6 millones de oficinistas abocados al paro y un aumento de la tasa de suicidios entre ejecutivos y profesiones liberales (12). El Gobierno de Modi respondió a esta colosal crisis con un plan de recuperación de… 10.000 millones de dólares, anunciado el 12 de octubre (como punto de comparación, el plan de 2 billones de dólares adoptado en marzo en Estados Unidos, cuya población es cuatro veces menor).

El pasado 6 de octubre, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, celebró que las medidas excepcionales hayan permitido a la economía mundial resistir el impacto del confinamiento mejor de lo previsto. Consideró que si hasta la fecha se ha podido evitar lo peor “es en gran parte gracias a las medidas extraordinarias que han permitido mitigar la caída de la economía mundial. Los Gobiernos han destinado aproximadamente 12 billones de dólares en respaldo fiscal a hogares y empresas. Asimismo, se han aplicado medidas de política monetaria inauditas para mantener los flujos de crédito y evitar que millones de empresas tuviesen que cerrar” (13). Con todo, la directora gerente del FMI añadió a continuación: “No obstante, algunas intervenciones tuvieron mejores resultados que otras. En las economías avanzadas se trata de hacer todo lo necesario. Los países más pobres se esfuerzan por hacer todo lo posible”.

Su diagnóstico para los países del Tercer Mundo es el siguiente: “Los mercados emergentes, los países con ingresos bajos y los Estados frágiles siguen enfrentándose a una situación precaria. Sus sistemas de salud tienen más carencias, y están muy expuestos a los sectores más afectados, como son el turismo y las exportaciones de materias primas. Además, dependen enormemente de la financiación externa. La abundante liquidez y las bajas tasas de interés ayudaron a muchos mercados emergentes a recuperar el acceso al crédito, pero desde marzo ni un solo país del África subsahariana ha emitido deuda externa”.

En efecto, y una vez más, el continente africano es el peor librado. Según el Banco Africano de Desarrollo (BAFD), la contracción de crecimiento prevista en 2020 podría suponer para África unas pérdidas de entre 145.000 y 190.000 millones de dólares, con relación a los 2,59 billones de dólares de PIB previstos antes de la pandemia (14). El BAFD calcula que el año 2021 podría cerrarse con una pérdida de ingresos de entre 28.000 y 47.000 millones de dólares en comparación con las estimaciones anteriores. Son especialmente vulnerables los Estados “muy endeudados y cuya economía depende en gran parte de aportes financieros internacionales hoy por hoy volátiles”.

Dichos Estados sufren de hecho una atrofia considerable. Además de los efectos mundiales del Gran Confinamiento en las propias economías, el Tercer mundo en su conjunto sufre de lleno los efectos derivados de la crisis que afecta a los países ricos. Cabe señalar la súbita caída de los flujos monetarios e inversiones hacia los países en desarrollo, y especialmente las remesas de los trabajadores migrantes. Uno de los efectos de la globalización, considerando el doble movimiento de personas y dinero, es que estos envíos –conocidos como “remesas migratorias”– han ido creciendo de forma sostenida desde el cambio de siglo. Con una cifra récord de 554.000 millones de dólares en 2019, superaron por primera vez la inversión extranjera directa (IED), que ha ido decayendo en los países en desarrollo a lo largo de la década, tras culminar en más de 700.000 millones de dólares (15). Valga decir que, desde el cambio de siglo, las remesas migratorias han superado sistemáticamente tanto los flujos privados de inversiones de cartera en préstamos y acciones hacia los países del Tercer Mundo como la ayuda pública al desarrollo, con mucha diferencia en este caso, por más que alcanzó un máximo histórico de 152.800 millones de dólares en 2019 (16).

La contribución de los trabajadores expatriados ronda o supera el 10% del PIB en muchos países africanos, como Senegal, Zimbabue y Sudán del Sur (por encima del 34% en este último). También en las antiguas repúblicas soviéticas del Cáucaso y Asia central, que carecen de riquezas en hidrocarburos (casi el 30% en Kirguizistán y Tayikistán), así como en Jordania, Yemen, el Líbano y los territorios palestinos de Oriente Próximo. En Asia meridional alcanza el 27% en Nepal y cerca del 8% en Pakistán y Sri Lanka. Añádanse Filipinas, en Asia oriental, y varios Estados de Centroamérica, entre ellos, El Salvador y Honduras (más del 20%) y Haití (37%) (17).

La realidad de la deuda y las «buenas intenciones»

Ocurre que, según el Banco Mundial, las remesas a los países en desarrollo van a caer un 20% en 2020, es decir, en más de 110.000 millones de dólares debido a que los migrantes son los más afectados por los despidos y los recortes salariales. Además, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) calcula que en 2020 la IED hacia los países africanos habrá caído entre un 25 y un 40%, tras sufrir ya un descenso de un 10% en 2019 (18). En el caso de los países en desarrollo de Asia, especialmente sensibles a la alteración de las cadenas mundiales de suministro, se prevé que la caída de la IED alcance entre el 30 y el 45%, y hasta el 50% para América Latina.

A todo eso se añade el creciente problema de la deuda, cuyos pagos por parte de los países en desarrollo han alcanzado el nivel más alto desde el cambio de siglo (19). En promedio, deberían de representar en 2020 el 14,3% de los ingresos de los Estados concernidos, frente al 6,7% en 2010. Pero muchos se enfrentan a situaciones dramáticas, como Gabón, cuyos reembolsos absorben el 59,5% del total de ingresos públicos, Ghana (50,2%), Angola (46%) o Pakistán (35%). Actualmente, 52 países dedican más del 15% de sus ingresos a este reembolso, frente a 31 en 2018, 27 en 2017, 22 en 2015…

Ante esta situación de emergencia, los responsables financieros internacionales multiplican las declaraciones de buenas intenciones, y proclaman la necesidad de aliviar la deuda de los países del tercer mundo por mor de la pandemia. Entre ellos están el presidente del Banco Mundial, David Malpass, o su economista jefe, Carmen Reinhart, quien aboga por condonar deudas para que los países en desarrollo puedan contraer otras (20). Pero la realidad es menos alentadora, como lo explica el Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM, por su nombre anterior: Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo): “A raíz de la pandemia, los países del G20 concedieron una moratoria sobre los reembolsos de la parte bilateral de la deuda para el periodo entre mayo y diciembre de 2020. […] Si bien 73 países resultaron elegibles, en realidad solo 42 consiguieron un acuerdo con el Club de París” (21). ¿Por qué tan pocos? Una explicación podría ser el “chantaje de los acreedores privados y de las agencias de calificación”. Dichos acreedores “indicaron que los países que solicitaban moratorias se arriesgaban a que las agencias rebajaran su nota, cerrándoseles así el acceso a los mercados financieros”. En resumidas cuentas, “estos países van a encontrarse en la tesitura de tener que reembolsar una cantidad mayor con menos recursos” (22).

Los países del Tercer mundo, acorralados por la crisis, piden un alivio de la deuda más consecuente (23). Se está gestando la revuelta. En un artículo publicado en el Financial Times, el ministro de Finanzas de Ghana, Ken Ofori-Atta, hizo un llamamiento a los Estados africanos para que “se adelantaran y crearan una dirección coordinadora de los distintos grupos de interés y centros de poder, con el fin de proponer una reestructuración de la arquitectura financiera mundial” que se adaptase “a las necesidades de África y demás países en desarrollo, en esta circunstancia en que tenemos que gestionar la recuperación pos-covid-19” (24). También hay quienes, a imagen del filipino Walden Bello, profesor universitario de izquierdas, abogan por que los países del Tercer mundo se salgan colectivamente de las dos instituciones fundamentales de la arquitectura financiera mundial, el FMI y el Banco Mundial (25).

A fin de cuentas, el Gran Confinamiento no ha hecho sino reafirmar la posición subordinada del Tercer mundo dentro del sistema político y económico del mercado mundial. Asimismo, habrá frustrado aún más las esperanzas de poder salirse de él sin romper con la lógica neoliberal, cuya incompatibilidad con las necesidades de una humanidad enfrentada a una catástrofe resulta más patente cada día.

Gilbert Achcar, profesor de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres. Autor, entre otras obras, de Symptômes morbides. La rechute du soulèvement arabe, Actes Sud, París, 2017 y, junto a Noam Chomsky, de Estados peligrosos: Oriente Medio y la política exterior estadounidense, Paidós, Barcelona, 2007.

Notas

(1) Sarah Kliff, “How much would Trump’s coronavirus treatment cost most Americans?”, The New York Times, 7 de octubre de 2020.

(2) “The Great Lockdown”, World Economic Outlook, FMI, Washington, DC, abril de 2020.

(3) “ILO Monitor: Covid-19 and the world of work. Sixth edition”, OIT, Ginebra, 23 de septiembre de 2020.

(4) “Reversals of fortune – Poverty and shared prosperity 2020”, Banco Mundial, Washington, DC, 2020.

(5) “From containment to recovery: Economic update for East Asia and the Pacific”, Banco Mundial, octubre de 2020.

(6) “Global Humanitarian Response Plan: Covid-19 (April-December 2020)”, OCAH, Ginebra, julio de 2020.

(7) “Informe del secretario general sobre el trabajo de la Organización / 2020”, ONU, Nueva York, 2020.

(8) “Protect the progress: rise, refocus, recover”, OMS y UNICEF, Ginebra, 2020.

(9) “Fiscal Monitor: Policies for the recovery”, FMI, octubre de 2020.

(10) Daniel Gurara, Stefania Fabrizio y Johannes Wiegand, “Covid-19: Without help, low-income developing countries risk a lost decade”, IMFBlog, 27 de agosto de 2020.

(11) Jeffrey Gettleman, “Coronavirus crisis shatters India’s big dreams”, The New York Times, 5 de septiembre de 2020.

(12) Stephanie Findlay, “Suicides rise after virus puts squeeze on India’s middle class”, Financial Times, Londres, 6 de octubre de 2020.

(13) Kristalina Georgieva, “Un largo camino cuesta arriba: cómo superar la crisis y construir una economía más resiliente”, FMI, 6 de octubre de 2020.

(14) “Perspectives économiques en Afrique 2020” (PDF), BAFD, Abiyán, 30 de enero de 2020.

(15) “Covid-19 crisis through a migration lens”, Migration and Development Brief, n.° 32, Banco Mundial y Asociación Mundial de Conocimientos sobre Migración y Desarrollo (Knomad, por sus siglas en inglés), Washington, DC, abril de 2020.

(16) “ODA 2019 preliminary data” (PDF), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), www.oecd.org

(17) “Covid-19 crisis through a migration lens”, op. cit.

(18) “Informe sobre las inversiones en el mundo 2020: la producción internacional después de la pandemia”, UNCTAD, Ginebra, 2020.

(19) “Debt Data Portal”, Jubilee Debt Campaign, data.jubileedebt.org.uk. Léase también “Faut-il payer la dette?”, Manière de voir, n.° 173, octubre-noviembre de 2020.

(20) Larry Elliott, “World Bank: Covid-19 pushes poorer nations ‘from recession to depression’”, The Guardian, Londres, 19 de agosto de 2020, y Jonathan Wheatley, “Borrow to fight economic impact of pandemic, says World Bank’s chief economist”, Financial Times, 8 de octubre de 2020.

(21) El Club de París es un grupo de acreedores públicos que reúne a la mayor parte de los miembros de la OCDE, así como Brasil y Rusia.

(22) Éric Toussaint y Milan Rivié, “Les pays en développement pris dans l’étau de la dette”, CADTM, Lieja, 6 de octubre de 2020.

(23) Jonathan Wheatley, David Pilling y Andres Schipani, “Emerging economies plead for more ambitious debt relief programmes”, Financial Times, 12 de octubre de 2020.

(24) Ken Ofori-Atta, “Ghanaian finance minister: Africa deserves more Covid help”, Financial Times, 12 de octubre de 2020.

(25) Walden Bello, “The Bretton Woods twins in the era of Covid-19: Time for an exit strategy for the global south?”, Focus on the Global South, Bangkok, 10 de octubre de 2020.

Fuente: https://mondiplo.com/

Fuente de Réplica: https://rebelion.org/un-gran-confinamiento-devastador-en-el-tercer-mundo/

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Cuando el colegio es un recuerdo: la dramática realidad del 97% de niños en América Latina y el Caribe

La covid-19 deja a 137 millones de alumnos de la región sin escuela durante más de 170 días, según el informe Educación en Pausa, de Unicef. Con una enorme brecha digital, riesgos de mayor abandono escolar y meses perdidos para los pequeños con discapacidad, la incertidumbre es una constante.

Hoy Joel Young debería estar en la escuela. Tiene 11 años y vive junto a sus seis hermanos y su padre en Little Bay, una pequeña comunidad de pescadores en la costa oeste de Jamaica. A mediados de marzo ―como en gran parte del globo― decretaron el confinamiento en la isla, lo que para este niño se tradujo en el fin del colegio. Desde entonces, no ha vuelto. Llevar la educación a la casa es una tarea casi imposible cuando el esqueleto educativo ya está fuertemente golpeado, internet solo llega al 55% de los hogares y un 34% de las familias ni siquiera tiene un dispositivo desde el que conectarse. Esta es la realidad de Jamaica. Y de Joel.

Con distintos nombres e historias, esta carrera de obstáculos para recibir formación durante la pandemia ha sido la constante de más de 137 millones de estudiantes en América Latina y el Caribe. Así lo detalla el último informe de Unicef Educación en pausa, que alerta de unas pérdidas económicas de 1,2 mil millones de dólares (mil millones de euros) y unas nefastas consecuencias sociales para esta generación de niños que lleva más de 170 días sin clases presenciales. Para ellos, los lunes ya no se parecen en nada a los de antes.

 

Mientras muchas escuelas en África, Asia y Europa están reabriendo gradualmente, en 18 de los 36 países y territorios de la región estudiada en el informe, las puertas de las aulas permanecen completamente cerradas. Y, hasta finales de octubre, solo 13 países ―en su mayoría islas del Caribe con poblaciones estudiantiles muy pequeñas― habían vuelto a la presencialidad absoluta. El 97% de los estudiantes no ha vuelto a las aulas. Kenon King, de 35 años, no quiso esperar el turno de Jamaica, cuyas aulas aún no han reabierto. Es el director de la Escuela Primaria de Little Bay, donde estudia Joel Young, y otros 185 alumnos, cada uno con realidades muy diferentes. Es por ello que el colegio apostó por un sistema mixto para llegar a todos, desde clases virtuales hasta entregas de tareas a domicilio. Para el mensajero de los deberes, “el coronavirus no podía robarles el derecho a la educación”.

Por un lado, Unicef, en alianza con el Ministerio de Educación de Jamaica y el esfuerzo de un equipo de profesores entregados, puso en marcha un proceso de transformación digital en el que capacitaron a 1.200 docentes en técnicas de enseñanza a distancia y lograron impartir las lecciones a través de Google Classroom y llamadas de WhatsApp. Y, por otro, King recoge y entrega las tareas a los 80 alumnos que no tienen internet o un dispositivo desde el que seguir la clase. Una vez por semana, King inicia la ruta subido a su moto con los deberes en una mochila. Con mascarilla, distancia de seguridad y mucha ternura va de puerta en puerta asegurándose de que “sus chicos” siguen estudiando: “No nos podíamos olvidar de ninguno”, cuenta sonriente a través de una videollamada.

Rezo todos los días para que esto pase rápido y Joel pueda seguir estudiando ya desde la escuela. Rezo y rezo para que tenga un futuro

A su lado, Wayne Young, el padre de uno de los beneficiarios del programa le escucha con admiración: “No sé cómo agradecérselo. Nunca dejó de educar a mi hijo”. Young no esconde lo difícil que han sido estos últimos meses para su familia, de ocho miembros. Es pescador y hace unas semanas que su barca se rompió y ya no puede buscar su sustento habitual. “Rezo todos los días para que esto pase rápido y Joel pueda seguir estudiando ya desde la escuela. Rezo y rezo para que tenga un futuro”, cuenta con la preocupación anclada en los ojos. “Cada vez que King toca la puerta, a mi hijo se le cambia la cara”, añade. Alrededor de 42 millones de estudiantes han recibido formación remota en sus casas, apoyados por Unicef, a través de la radio, televisión e Internet, en función de las características y accesos de cada país.

Joel Young estudia con el material que le entrega su profesor semanalmente, ya que no tiene internet para acceder al aula virtual. En el vídeo, su historia.UNICEF

“Dejar de ir al colegio es mucho más que no recibir formación académica”, asegura Ruth Custode, especialista de educación en emergencias de la oficina regional de la organización. “Es dejar atrás la socialización, el contacto físico con los profesores y sus compañeros, es, para muchos, no tener un espacio seguro o perder la comida más nutritiva del día… La escuela es mucho más que aprender a leer y escribir”.

Los Ramírez lo saben. Crispin Evenilda, 11 años, e Iker Rufu, de siete, son los únicos hijos de Óscar Ovidio Ramírez que iban al colegio. Hasta hace siete meses, Ramírez tenía asegurada la alimentación de ambos en la Escuela de Tishmutique Olopa, al sur de Guatemala. Desde que la pandemia estalló, este agricultor tuvo que renunciar a la venta ambulante y la bolsa de alimentación que comenzó a recibir por Crispin e Iker se convirtió en el sustento de los diez miembros de la familia. El menor tiene 14 meses. Como ellos, 80 millones de estudiantes de América Latina y el Caribe están perdiendo la comida más saludable del día, según el informe.

Para muchas familias, que la escuela tenga comedor es un aliciente para mandar a sus hijos. Tememos que muchos se desvinculen después de la pandemia

Ramírez lamenta no poder darle a sus hijos una vida más fácil. “Este año se juntó todo. La cosecha fue muy mala a causa del cambio climático y encima no pude vender ni en la calle ni en los negocios. Todo cerró y ahorita estoy muy falto de recursos económicos”, explica incómodo este padre de 42 años a través de una videollamada que realiza con el móvil de su vecino. Los últimos tres meses ha recibido varias entregas de comida con la que espera “ir escapando”. Custode insiste: “La alimentación es otra de las patas principales de la educación: si no estás bien alimentado, no estás sano y no puedes estudiar en tu máximo rendimiento. Además, para muchas familias, que la escuela tenga comedor es un aliciente para mandar a sus hijos. Tememos que muchos se desvinculen después de la pandemia”.

Tres millones de escolares no volverán a las aulas tras la pandemia

La Unesco estima que cerca de 3,1 millones de niños y adolescentes en América Latina y el Caribe no regresará nunca a la escuela tras la pandemia del coronavirus. Los indicadores apuntan, además, que esta región sufrirá uno de los mayores descensos en la matrícula escolar, 1,83%, entre el resto de zonas del globo, ya que el porcentaje de menores que no recibe ningún tipo de formación (ni remota ni presencial) se ha disparado del 4% al 18% en los últimos meses. Según los hallazgos de Unicef, esta cifra escala hasta el 21% en los hogares más pobres de la región.

La familia Alemán-Téllez siguen la terapia virtual de su hija a través de un móvil. En el vídeo, la historia de la pequeña Rouss.UNICEF

El cierre de las escuelas afecta a todos los estudiantes, pero no todos se ven afectados por igual. Los pequeños con discapacidad han sido doblemente impactados por este parón. María Delia Espinoza, especialista en Supervivencia y Desarrollo Infantil de Unicef en Nicaragua, advierte en el estudio de las terribles consecuencias: “Un niño que no continúa con su terapia regular puede retroceder hasta seis meses por cada mes perdido”. Rouss Alemán-Téllez, de dos años, nació con mielomeningocele, una forma de espina bífida que podría impedirle caminar. A principios de año, la pequeña comenzó a moverse e, incluso a caminar, gracias al trabajo de los terapeutas y el empeño de sus padres. El paréntesis por el coronavirus habría sido nefasto. Pero su centro educativo, Los Pipitos, organización socia de Unicef, adaptó los formatos para que pudieran continuar virtualmente 164 terapias de los 787 niños y adolescentes que atienden normalmente. La meta, inciden todos, es llegar a todos.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2020-11-09/cuando-el-colegio-es-un-recuerdo-la-dramatica-realidad-del-97-de-ninos-en-america-latina-y-el-caribe.html

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Monja Coen: «No sirve de nada querer que las cosas sean como antes porque la Tierra no para y vuelve hacia atrás»

Monja Coen es una de las representantes más conocidas del budismo en Brasil. En entrevista con BBC Mundo, nos contó por qué el mejor consejo es siempre «respira».

Incertidumbre. Pérdidas. Miedo. En época de coronavirus, y también en otros momentos, la realidad puede agobiarnos, desestabilizarnos.

Pero siempre tenemos un «cable a tierra», y ese refugio es la respiración consciente, según señaló a BBC Mundo Monja Coen, una de las representantes más conocidas del budismo zen japonés en Brasil.

«Coen» es un término japonés que significa «un solo círculo», explica.

Su encuentro con esta práctica se dio tras una larga búsqueda que comenzó con poco más de 20 años, cuando trabajaba como periodista en un diario local.

Para ese entonces ya tenía una hija, fruto de un breve matrimonio cuando era adolescente. Actualmente tiene dos bisnietos.

Su último libro, «Zen para distraídos», recopila algunas de las enseñanzas compartidas en su programa de radio «Momento zen», en el que responde preguntas de los oyentes.

¿Qué es zen en pocas palabras?

Zen es una palabra que viene de la India antigua y quiere decir meditar.

Yo creo que meditar, que es el autoconocimiento, es la liberación de la mente humana. Porque si te conoces a ti misma no serás manipulada por nada ni por nadie y podrás elegir.

– ¿Es entonces una forma de encontrarnos a nosotros mismos? ¿A qué esperamos tener acceso a través de la meditación?

A la esencia de la mente humana, a lo que es un ser humano: pensamientos, conexiones neuronales, sentimientos.

No analizo una mente fuera de mí, sino que estoy en un proceso de autoconocimiento que trasciende mi historia personal.

Mujer respirando con los ojos cerrados
«El efecto principal de la meditación es el autoconocimiento. Con esto respondes al mundo, en lugar de reaccionar».

Al principio la gente busca la meditación porque quiere más tranquilidad, dormir mejor, mejores relaciones humanas, pero todo eso son efectos colaterales.

El efecto principal es ese autoconocimiento, y con esto respondes al mundo, en lugar de reaccionar.

– ¿Cuál es la diferencia entre responder y reaccionar a lo que sucede?

Reacción significa que si alguien me insulta yo lo insulto.

Responder es otra cosa, y es muy parecida a lo que decía Jesús con «dar la otra mejilla», es decir, no reacciones haciendo lo mismo que el otro te está haciendo.

Si te insultan, no necesitas insultar.

Puedes comprender en cambio de dónde viene esa acción, piensas y puedes escoger una respuesta adecuada para cesar el sufrimiento.

– En términos bien simples, si alguien nos hiere o insulta, ¿cómo puede la meditación ayudarnos a responder de una forma hábil y no destructiva?

Pongamos un ejemplo. Vives con alguien que pelea todo el tiempo, esa relación sólo va a cambiar cuando tú cambies.

Tú quieres que el otro cambie, pero si esperas que el otro diga algo estás manteniendo el círculo vicioso.

Con la meditación vas a estar presente en ti misma, vas a entender. Vas a decirte, esto es un insulto, pero ¿tiene que ver conmigo?

Puedo preguntarme si debo cambiar algo. Pero no tengo nada de que defenderme porque me conozco, yo sé cuáles son mis partes débiles y fuertes.

Entonces aquello que sería un insulto son palabras en el aire.

Monja Coen con las manos en posición de rezo
«Yo siempre digo, cada uno de nosotros es el todo manifiesto, todo se manifiesta en cada uno de nosotros».

Esto sucede en cuestión de segundos, la energía perjudicial que alguien nos lanza con rabia, rencor, celos, es como un rayo de energía.

Tú sientes eso, no puedes negarlo. Te dices a ti misma, ‘esto me ofendió’, y entonces respiras.

Nosotros trabajamos mucho con la respiración consciente. Porque la respiración emocional es rápida y superficial, pero la respiración consciente es más profunda.

Ahí ves qué puedes hacer para que esta guerra no tenga continuidad, tal vez puedes dialogar con la persona.

Pero yo también tengo mis propios momentos de estupidez, todos los tenemos.

– En su libro menciona al maestro zen Thich Nhat Hanh, de otra tradición budista. Él siempre dice que la compasión es la mejor defensa. ¿Cómo ver a quienes nos causan sufrimiento con compasión?

Lo primero es la respiración consciente.

Thich Nhat Hanh enseña mucho también la meditación caminando.

A veces la agresión te deja tan nerviosa que no puedes quedarte sentada, pero puedes caminar haciendo respiración consciente, y de esa forma oxigenas más tu cuerpo y tu cerebro.

Monja Coen enseñando en su templo en Sao Paulo
«Debes volver a tu postura física, a la respiración consciente para no entrar en esa dinámica de enfrentamientos».

El Dalai Lama dice que la compasión a veces no es visceral, no es algo que nos nazca fácilmente.

La compasión tiene que ver con comprender, y esto no significa aceptar.

Por ejemplo, yo comprendo que la persona que hace propaganda neonazi tuvo una educación en su familia que tal vez la llevó a eso.

Sin embargo, no acepto que eso esté bien y manifiesto que estoy en contra.

Pero esa manifestación no viene del odio, no es rabia, porque cuando dejas que te dominen las emociones pierdes la capacidad de diálogo.

Entonces, debes volver a tu postura física, a la respiración consciente para no entrar en esa dinámica de enfrentamientos. Es difícil, y como todo requiere entrenamiento.

La respiración consciente nos da un eje de equilibrio para poder hacer lo que estamos haciendo un poco mejor, no es para sacarnos de la realidad, sino para colocarnos en la realidad más efectivos, más conscientes, más hábiles.

(Al pie de la nota Monja Coen comparte una breve guía de meditación para principiantes).

Una pila de piedras una sobre otra en delicado equilibrio frente al mar
«La respiración consciente nos da un eje de equilibrio para poder hacer lo que estamos haciendo un poco mejor».

– En su libro también menciona que la meditación nos permite sentir la interconexión con todos los seres vivos…

Estos días hablé con un neurocientífico que me dijo cómo en su disciplina están usando resonancias magnéticas del cerebro para entender qué pasa en el proceso meditativo.

Cuando estamos en meditación profunda el cerebro está muy estimulado, despierto. Meditar no es descansar, como piensan algunas personas, es conocimiento.

En las resonancias se vio que hay dos áreas del cerebro que durante la meditación no están estimuladas, y son las áreas que permiten la separación entre mi yo interno y la realidad a mi alrededor.

O sea que durante la meditación profunda te sientes en conexión, en comunión con todo lo que existe. Todas las formas de vida, todo eres tú, no estás separada de nada.

Yo siempre digo, cada uno de nosotros es el todo manifiesto, todo se manifiesta en cada uno de nosotros.

La gente quiere resolver todo en su vida a nivel de la conciencia más superficial.

Por esto, también usamos lo que se conoce como koans, cuestionamientos que la lógica no consigue alcanzar, para de esa forma trascender la mente lógica y poder adentrarnos en áreas más profundas de nuestra conciencia.

Plato de vegetales muy variados
«Toda la vida en la Tierra está en ese plato de comida, se trata de aprender a observar en profundidad».

– A la hora de comer, usted sugiere en su libro una práctica, inspirada en esa interconexión…

Antes de comer pon el plato delante de ti y piensa, cómo llegaron a mí todos estos alimentos, cada plantita, tantas formas de vida.

No es que vayas a rezar, sino a agradecer no solo por los vegetales sino por quien los plantó, quien los cosechó, los comercializó, la persona que hizo el plato, de qué material es.

En fin, toda la vida en la Tierra está en ese plato de comida, se trata de aprender a observar en profundidad.

– ¿Qué consejo nos da para sobrellevar estos tiempos de pandemia? Mucha gente habla de la ansiedad generada por la incertidumbre…

Primero quiero decir que tenemos una tristeza colectiva, una preocupación y un miedo colectivos.

Los científicos ya hablaban desde hace años de la posibilidad de virus devastadores y ahora esta aquí.

Hay inestabilidad.

Pero Buda decía que no hay nada seguro en este mundo, nunca hubo.

La idea de seguridad, de estabilidad, es una creación mental nuestra porque el mundo es transformación y movimiento.

Si ahora no tengo seguridad sobre cómo será el mañana, nunca la tuve, era una ilusión.

Nuestra vida es frágil, temporaria y finita. Lo primero es percibir la impermanencia, que no es perjudicial, porque también significa que lo que no está bien puede mejorar.

Mujer con mascarilla mirando con nostalgia por una ventana
«Cuando estás afligido, ansioso, desesperado, respira, oxigena tu cuerpo y tu mente».

Tengo que adaptarme a la realidad en la que estamos.

Y además, todo lo que tenemos es este momento, el ahora. No sirve de nada querer que las cosas sean como antes porque la Tierra no para y vuelve hacia atrás.

Tenemos que atravesar esta pandemia que nos atraviesa, nos lastima. Debemos percibir que nuestras tristezas, nuestros lutos son colectivos.

– ¿Entonces qué podemos hacer?

Yo he dado muchas entrevistas aquí en Brasil y me preguntan siempre qué podemos hacer en estos momentos.

Mi respuesta es: respira, vuelve a la respiración consciente. Cuando estás afligido, ansioso, desesperado, respira, oxigena tu cuerpo y tu mente y ve qué puedes hacer para disminuir el dolor y el sufrimiento.

¿Tienes mucha comida en casa? Coloca una mesita en la calle y ofrece comida para quien precisa. ¿Tienes mucha ropa? Dona a quien precisa ropa y tiene frío.

Este es también un momento del despertar de la conciencia de solidaridad, de percibir que estamos todos en el mismo barco.

Usa este tiempo para meditar, pare reflexionar sobre lo que es esencial en la vida.

Monja Coen sonriendo
«La idea de seguridad, de estabilidad, es una creación mental nuestra porque el mundo es transformación y movimiento».

Cuando la muerte está cerca tenemos que pensar en qué es esencial, qué he hecho de bueno y qué puedo hacer con el poco tiempo que me queda. Aunque te queden 40 años, porque la vida humana es corta.

¿Qué hago con mi vida? ¿Qué es esencial, fundamental?

Algunos huyen drogándose o bebiendo, todas estas posibilidades están en nosotros. Pero tenemos la capacidad de elegir.

Y la meditación nos puede ayudar a hacer elecciones adecuadas para nuestros propósitos, a tener claridad de conciencia de qué estoy escogiendo, de a dónde me lleva lo que elijo.

La meditación no es un milagro, pero facilita el autoconocimiento y las decisiones adecuadas para las situaciones que estamos viviendo.

– Para muchas personas la inestabilidad también tiene que ver con la pérdida de empleo.

Hay muchos empleos que están desapareciendo. Pero también hay otros que están abriéndose.

Ahora todos hacen compras online, si tienes un comercio abre una página en internet, si no puedes abrir tu restaurante haz que el trabajador que atendía las mesas ahora haga entregas a domicilio. Así no perderás a ese funcionario.

El mundo está cambiando y continuará híbrido, aún cuando se vuelva a lo presencial habrá muchas cosas remotas.

Pregúntate, ¿para dónde está yendo el mundo y en qué me especializo para atender las necesidades del mundo? No te quedes lamentándote por lo que perdiste.

Mujer meditando con las manos en posición de rezo
«La meditación no es para sacarnos de la realidad, sino para colocarnos en la realidad más efectivos».

– Muchas personas también perdieron a seres queridos por el covid.

Cuando alguien muere yo le digo al familiar, no perdiste nada. Tú conviviste con una persona querida, esa persona dejó memorias maravillosas en ti. No la mates de nuevo, ella vive en ti.

Una señora portuguesa me mandó unas fotos. Perdió una tía querida por covid, y fue y compró un ramo de rosas blancas y las lanzó al mar diciendo un Ave María y un Padre Nuestro, porque es católica. Así se despidió.

Encontramos formas de despedirnos de nuestros muertos y de despedirnos de nuestras expectativas.

Porque el luto no es solo por la muerte, el luto puede ser por la pérdida de mi negocio, de una relación en la que la convivencia terminó.

Tienes entonces que rehacer tu vida. Estoy escribiendo ahora un libro con un monje benedictino alemán. Él escribe en Alemania y yo en Brasil y luego la editorial va a juntar todo.

Es un libro precisamente sobre ese redescubrimiento de la existencia, cuando todo en lo que creíamos se acabó desmoronando como un castillo de naipes. Pero podemos hacer otras cosas.

Flores de loto emergiendo del agua
«El luto no es solo por la muerte, el luto puede ser por la pérdida de mi negocio, de una relación en la que la convivencia terminó».

– ¿Cómo mantiene la sonrisa en estos tiempos no solo de pandemia sino de cambio climático, un tema que preocupa mucho a los jóvenes?

Yo pienso, ¿qué estoy haciendo de mi parte para que el tema se torne visible y haya acciones adecuadas?

Yo escribo, firmo manifiestos, doy entrevistas, participo en redes sociales y me siento parte de una sociedad en transformación.

Esa juventud linda que está llegando ya percibió que nuestra supervivencia humana en el planeta va a depender de acciones humanas. Hay una generación nueva que está llegando y que es muy efectiva, creo en ella.

Las personas tienen que involucrarse más con el calentamiento global, con la desforestación en la Amazonia. Hay muchas especies que están desapareciendo.

¿Será que podemos hacer algo para retardar ese proceso? Va a depender de cada uno de nosotros, y cada uno tiene que hacer su parte, no vale llorar y flagelarse.

Jóvenes marchando en la calle con un cartel que pide acciones urgentes contra el cambio climático
«Esa juventud linda que está llegando ya percibió que nuestra supervivencia humana en el planeta va a depender de acciones humanas. Hay una generación nueva que es muy efectiva, creo en ella».

Yo tengo bisnietos y quiero que ellos y los hijos y nietos de ellos, que yo nunca voy a ver, tengan una buena vida en el planeta.

Tenemos que movilizarnos. Si no podemos ahora salir a la calle podemos comunicarnos, escribir a los legisladores, lo que sea.

Lo que no podemos es quedarnos quietos.

– Un último pensamiento para los lectores en estos tiempos de coronavirus.

Veamos…

Presencia pura, estar completamente presente, despierto a lo que está sucediendo. Y tomar acciones adecuadas que sean beneficiosas para el mayor número de seres.

Fuente: https://eldeber.com.bo/bbc/no-sirve-de-nada-querer-que-las-cosas-sean-como-antes-porque-la-tierra-no-para-y-vuelve-hacia-atras_207994

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Expectativas en Francia por alcance de huelga de profesores

Europa/Francia/Noviembre 2020/prensa-latina.cu

Francia espera con atención el alcance en sus escuelas y liceos de una huelga de profesores convocada por varios sindicatos del sector en reclamo de mejor protección frente a la Covid-19, medida cuestionada por algunos padres.

Agrupados en una Intersindical, gremios como FSU, CGT, FNEC-FP-FO, Snalc y SUD llamaron a detener las actividades a sus afiliados, insatisfechos con el reforzamiento del protocolo sanitario anunciado el jueves por el ministro de Educación Jean-Michel Blanquer, quien promovió entre las acciones la enseñanza a distancia.

La organización de padres de alumnos Peep admitió que los maestros estén inquietos ante el avance de la pandemia, pero abogó por el diálogo en lugar del paro.

Para la Intersindical, las medidas gubernamentales informadas por Blanquer resultan insuficientes, lo que a su juicio justifica la convocatoria a la huelga.

Nos parece inaceptable que las personas tengan que pagar el precio de enfermarse, subrayaron en un contexto marcado por el auge de los casos, las muertes y las hospitalizaciones por la Covid-19.

La víspera, el director general de Salud, Jérome Salomon, declaró que la segunda ola de contagios por el coronavirus SARS-CoV-2 aún no ha llegado al pico y llamó a mayores esfuerzos para frenar la pandemia.

Salomon insistió en que la contaminación con el patógeno con frecuencia llega cuando las reglas barrera no son respetadas, sobre todo en la vida privada de las personas.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=410159&SEO=expectativas-en-francia-por-alcance-de-huelga-de-profesores
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Cecilia Peraza: «En la digitalización estamos más preocupadas de demostrar que hicimos la tarea»

Entrevistas/Noviembre 2020/eldiariodelaeducacion.com

  • El último programa del Canal de El diario de la educación se ha centrado en una entrevista a Cecilia Peraza, socióloga de la Educación en México. Hablamos con ella de la necesidad de resignificar el concepto de ciudadanía global en un mundo lleno de desigualdades así como del papel de la digitalización en los sistemas educativos en un momento en el que el planeta ha cerrado sus escuelas durante semanas y meses. Para esta experta, es momento de salir de las lógicas globales de rendición de cuentas para poder resignificar el trabajo docente en las escuelas.

La educación para la ciudadanía global es uno de los conceptos más útilizados en educación desde hace ya años. Desde que el secretario general de Naciones Unidas lo pusiera sobre la mesa como una de las prioridades de cara a 2015, está en la mayor parte de los discursos por todo el planeta.

Cecilia Peraza, es profesora de sociología de la educación en la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre otras facetas, ha dedicado buena parte de su tiempo a estudiar este fenómeno de la ciudadanía global como un concepto que hay que “problematizar”. Hablamos con ella sobre esto, entre otros temas.

Para ella, principalmente, el problema que tiene el concepto es que nos llega desde instancias internacionales y en cada lugar y cada persona lo interpreta de maneras diferentes. “Cada uno ha hecho su interpretación. Hemos llegado a identificar que en países que tienen más fuerza los estados, la interpretación suele ser más tradicional y nos lleva hacia la formación cívica y ética, por lo menos es la interpretación en México más clásica. Mientras que en países donde el Estado no es tan fuerte y no interviene tanto en la educación, hay más margen de interpretación”.

Primero, argumenta, se crean estos grandes conceptos en los organismos internacionales. De ahí pasan a los Estados y estos, a su vez, se los transmiten a las y los docentes, que los trasladas a las aulas. Cada uno le ha ido dando una interpretación por el camino.

A esto habría que añadir que la ciudadanía “está asociada a una carga de derechos y responsabilidades” todo ello en relación con la idea de Estado. “Por lo tanto, hablar de una ciudadanía global nos estaría implicando plantear en una lógica estatal global o tendríamos que tener un marco de derechos que no tenemos”.

Es tan problemático el concepto de ciudadanía global que hay quien opina que “plantea un oxímoron porque esa ciudadanía global podría ser una idea pero cuando te giras a observar la realidad y te plantas en el Mediterráneo y miras las pateras que llegan buscando esta ciudadanía, les es negada. O las caravanas migrantes que tenemos de centro y sur américa en Méximo en su paso hacia los Estados Unidos”.

Para Peraza, en definitiva, los conceptos que emanan desde Naciones Unidas y otros organismos internacionales, “están planteados desde la lógica del Norte global” y “están estrictamente relacionados con procesos de rendición de cuentas. Especialmente los países del Sur global”.

Aquí entraría cierta “visión de la decolonialidad, por lo menos desde los países de América Latina, que cuestionamos fuertemente este tipo de decretos globales para actuar en determinada manera que son incongruentes con nuestras realidades”. “¿Qué estamos entendiendo por ciudadanía global en nuestro países cuando ni siquiera hemos llegado a lograr una ciudadanía nacional igualitaria, justa, de reconocimiento y valoración de las diferencias?”, dice esta socióloga, en referencia, por ejemplo, a la realidad de México en donde queda en el aire la realidad de los pueblos originarios.

La ciudadanía global tiene que ver con una asimilación al Norte global como ideal

Las presiones de, no solo la ONU (“el poli bueno internacional”, dice Peraza), sino también de la OCDE, el Banco Mundial, el Fondo Monetrio Internacional o el Banco Interamericano de Desarrollo, que, además de poner en la mesa conceptos como el de ciudadanía global imponen el modo “ en que deben aplicarse este tipo de innovaciones educativas o de política educativas en las realidades locales”.

“Lamentablemente, dice Peraza, la manera en la que suele interpretarse la ciudadanía global tiene que ver con una asimilación al Norte global como ideal”.

Para la autora, ahora “lo que nos hace ciudadanos globales es estar haciendo frente a un virus de manera común, pero lo hacemos de maneras distintas”. Unas formas que pasan, en muchos casos como el de México, por tener las escuelas cerradas, ya desde el mes de marzo, y que apoyan lo que el pensador Jesús Bonilla-Molina plantea como “apagón pedagógico global”, es decir, “restarle valor al espacio de socialización en la escuela, al aula como espacio de construcción de conocimiento, virtualizar, devaluar el trabajo docente y, además, poner el foco de las evaluaciones específicamente en las áreas lógico-matemáticas o de dominio de la lengua”.

La situación, agravada por la pandemia, lleva a “la extrema presión sobre el alumnado en términos individuales” frente a un concepto de ciudadanía global más relacionado con “la colectividad y la sociedad en su conjunto”. “Desde el momento en el que la pandemia nos aísla, parece contradictorio contemplar la ciudadanía global desde el salón de casa cuando te está educando una pantalla”.

La pandemia

La situación actual obliga, cree Peraza, a resignificar algunos conceptos con vistas a lo que pase después de la pandemia. Hoy por hoy, en la mayor parte de países, el virus, la distancia social, la doctrina del shock llevan a la digitalización de la educación. Incluso, asegura, “he escuchado discursos casi celebrando de la pandemia que nos avanzaran 10 años” en la era digital.

Frente a esto, las realidades nacionales nos indican que se agrandan de “manera escandalosa las desigualdades en materia educativa”. Lo ejemplifica con el lanzamiento de un cohete al espacio, que en su camino va perdiendo piezas y lo único importante es aquello que llegue a la Luna. “¿Qué pasa con las piezas perdidas en el camino? No importan”. Para Peraza, hay que resignificar “la ciudadanía global pensando en las piezas que se caen, no en el rendimiento de los mejores”. “Resignificar la ciudadanía global implica empezar a mirar no por el rendimiento individual, o de los países, no por la competitividad sino por la lógica de la cooperación”.

Para hacer frente a esta situación en la que la educación va dejandeo personas atrás, es importante replantearse la función social de la educación, y para ello, primero, hay que “cuestionar profundamente el neoliberalismo como sistema social”.

Y más ahora con la pandemia, que nos demuestra que “en la digitalización estamos más preocupadas de demostrar que hicimos la tarea, que estuvimos tanto tiempo conectadas” mientras se pierde “la pedagogía como el hecho social, el placer por el aprendizaje, la auténtica curiosisdad para generar conocimiento colectivo”.

La pandemia es una oportunidad para dejar de mirar al “capitalista que tenemos dentro haciendo su apuesta meritocrática” y mirar “la escuela como el espacio colectivo en el que se construye conocimiento para una sociedad interdependiente que tiene un solo planeta, con recursos limitados”.

La política educativa internacional no ha salido de la lógica del rendimiento

A pesar de estar pasando, todos los sistemas educativos por una situación inédita, en la que ha habido decenas de miles de muertos, confinamientos y cierres de escuelas por todo el planeta, “la política educativa internacional no ha salido de la lógica del rendimiento”, cree Peraza. Una rendición de cuentas que ha quedado por encima “del conocimiento, del aprendizaje y de la lógica de construcción colectiva”.

“Perdona el cliché, pero volvamos a Freire: no queremos una educación bancaria para que nos viertan el contenido como cubetas vacías, que para eso tenemos excelentes contenidos en internet y podemos ponerle play a cualquier youtube, ¿cómo vamos a crear los espacios de generación de conocimiento? Para mí está ahí el reto y es la que nos vincularía con la posibilidad de replantearnos una ciudadanía global aprovechando la virtud de las tecnologías”.

Recontextualizar al docente

En esta necesidad de recontextualizar elelmentos como la ciudadanía global o la misma educación, también tendría cabida el del personal docente. Esto es parte del trabajo que está a punto de publicar, dentro de una investigación en siete países, bajo el nombre de México en la reforma educativa global. E insiste en el personal docente porque se ha puesto el foco en la culpabilización al profesorado, específicamente a las maestras, de ciertas realidades sociales en un proceso en el que han sido sometidas a una dinámica fiscalizadora permanente.

Para Cecilia Peraza, además, ahora la vocación por la enseñanza tienen más que ver con “una carrera que te garantice un determinado estatus, un determinado sueldo y en la que vas a estar permanentemente siendo examinada para cumplir ciertas metas”.

Y es en este momento de crisis por la pandemia cuando también se abre la posibilidad de mirar al profesorado con otra lógica, “como de acompañadoras de este procesos de la educación socioemocional, de la formación cívica y ética”.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/11/06/cecilia-peraza-en-la-digitalizacion-estamos-mas-preocupadas-de-demostrar-que-hicimos-la-tarea/

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España: Los trabajadores de residencias de mayores presentan alto estrés y miedo en la pandemia

La pandemia está provocando riesgos psicosociales laborales que podrían afectar gravemente el bienestar y salud de numerosos profesionales, como  los trabajadores de residencias de mayores. Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid llaman la atención sobre la necesidad de identificar y prevenir estos peligros.

Expertos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) advierten que en España los trabajadores de residencias de mayores están experimentando riesgos psicosociales laborales que podrían afectar gravemente su bienestar y salud.

En el estudio, llevado a cabo durante abril y mayo, participaron un total de 228 trabajadores de residencias de 42 provincias españolas –entre los que se encuentran médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, auxiliares de geriatría, trabajadores sociales, psicólogos, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, directores y coordinadores–.

Los resultados, publicados en el Journal of Applied Gerontology, reflejan que los profesionales sociosanitarios de las residencias presentan sobrecarga y presión social derivada de su trabajo, así como un sufrimiento importante a causa del contacto con la muerte y el dolor al que han estado expuestos.

“Estos trabajadores están preocupados por la falta de personal y de material de protección para no contagiarse ni contagiar a otros”, afirman los autores. El personal médico y de enfermería es el más perjudicado, probablemente debido a su implicación directa en el cuidado de las personas que han contraído el virus, así como debido a las decisiones extremadamente difíciles que han tenido que tomar”.

Estrés traumático secundario

Entre estos profesionales se han encontrado también niveles altos de estrés traumático secundario, siendo todavía más altos entre aquellos trabajadores de residencias en las que se detectaron casos positivos de covid-19.

El estrés traumático secundario se define como el conjunto de emociones y conductas que aparecen como resultado de ser testigos del trauma que ha vivido otra persona, o bien de ayudar o cuidar a una persona traumatizada. Los síntomas son parecidos a aquellos experimentados por las personas que viven el trauma en primera persona.

“También se apreció entre los participantes niveles moderadamente altos de miedo al contagio, que parece incrementarse entre aquellos profesionales de mayor edad. Esto es debido muy probablemente a la percepción entre estos trabajadores de una mayor vulnerabilidad a las consecuencias del virus”, añaden los investigadores.

Apoyo de supervisores y compañeros

El estudio también reflejó que, entre los trabajadores sometidos a una mayor carga de trabajo, aquellos que percibían mayor apoyo por parte de sus supervisores experimentaban menos estrés. “Ante la presión social derivada de su trabajo, aquellos que percibían poco apoyo por parte de sus compañeros experimentaban mayores niveles de estrés”, apuntan.

“Es más, el apoyo que los trabajadores perciben de sus compañeros permitió amortiguar el impacto que estresores como el sufrimiento ocasionado por el contacto con la muerte y el dolor tenían sobre el miedo al contagio”, subrayan.

Programas de prevención

Sobre la base de estos resultados, los investigadores llaman la atención sobre la urgente necesidad de implementar programas de prevención de riesgos psicosociales laborales en el sector de las residencias de mayores.

“La experiencia del estrés traumático secundario es riesgo psicosocial laboral derivado del contacto con la tarea traumática. La intervención temprana podría ayudar a prevenir el desarrollo de un problema psicológico mayor en fases posteriores”, aseguran. “Estos programas podrían prevenir el agotamiento y desgaste que presentan, e incluso disminuir las altas tasas de abandono que se encuentran en este sector profesional”.

Por último, el trabajo resalta la importancia de proporcionar a los profesionales recursos suficientes para protegerse del contagio y así reducir su ansiedad y preocupación por infectarse, contagiar a sus seres queridos o a los residentes de los centros. “Además, la disponibilidad de estos recursos probablemente aumente su sentido de control de la situación, lo que contribuye a reducir sus niveles de estrés y miedo”, concluyen los investigadores.

Referencia:

Blanco-Donoso, L.M., Garrosa, E., et al.: Stressors, Job Resources, Fear of Contagion, and Secondary Traumatic Stress Among Nursing Home Workers in Face of the COVID-19: The Case of Spain. Journal of Applied Gerontology. https://doi.org/10.1177/0733464820964153

Fuente e imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/ciencia/08/11/2020/los-trabajadores-de-residencias-de-mayores-presentan-alto-estres-y-miedo-en-la-pandemia/

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España: Cuando la ventilación de las aulas no parece factible

El invierno está a la vuelta de la esquina y cunde la preocupación sobre qué hacer cuando tener las ventanas y puertas abiertas no sea una posibilidad real para atajar posibles contagios en las aulas. Las soluciones pasarían, presumiblemente por llevar abrigos en clase, utilizar las calefacciones con las ventanas abiertas o el uso de ventilación mecánica.

Las temperaturas ya comienzan a bajar de manera ostensible en todo el Estado. Por delante, muchos meses de frío y mal tiempo que amenazan, de una forma u otra, el protocolo previsto por las administraciones sanitarias y educativas, principalmente, en relación a la ventilación de las aulas.

El gasto previsto en calefacción en los centros educativos, seguramente sea muy superior al de inviernos anteriores. De hecho, algunas direcciones ya tienen previsto invertir parte de lo que la Administración les ha facilitado del Fondo Covid solo para asumir el gasto en gasoil para sus calefacciones.

Mantener ventanas y puertas abiertas el máximo tiempo posible se va a convertir, en pocos días, en un problema relativamente importante. Y las recomendaciones desde Sanidad y Educación (ya sea gobierno central o autonómicos) no han variado. Ni tienen visos de hacerlo en las próximas semanas.

Para intentar paliar parte de estos efectos, hace unos días, el CSIC publicaba una guía práctica con consejos sobre ventilación en colegios e instituos y que, a se vez, toma parte de sus consejos de otra publicada por la Universidad de Harvard. En ella, en realidad, pocos datos nuevos que cambien los protocolos asumidos hasta ahora.

Se aconseja tener la mayor parte del tiempo posible las ventanas y puertas de las aulas abiertas para que sea lo más constante posible la ventilación cruzada. En el protocolo de los ministerios de Sanidad y Educación se establecía que, al menos, las aulas se ventilen 10 o 15 minutos al empezar y terminar la jornada lectiva, también durante el tiempo de recreo. Y, en la medida de lo posible, durante todo el día.

La guía del CSIC, a esto, suma que alumnado y profesorado utilice ropa de abrigo durante las clases para que puedan estar abiertas las ventanas, siquiera parcialmente, en un equilibrio entre el riesgo de contagio y el confort térmico.

Si la ventilación natural no es suficiente, la guía del CSIC recomienda utilizar «equipos extractores o impulsores individuales con un caudal de aire adecuados».

Como última opción, pero no excluyente de las demás, se hace necesario purificar el aire con equipos provistos de filtros HEPA. Estos han de colocarse en el centro de cada aula para que su trabajo sea eficiente, aunque dicen los expertos que pueden ser perjudiciales al causar falsa sensación de seguridad.

En cualquier caso, la guía recomienda que se hagan mediciones de CO2 para conocer las necesidades de ventilación de las aulas. En el exterior, indican, estas mediciones rondarían las 420 ppm (pastes por millón) y, en los interiores no deberían sobrepasar las 800 ppm. Si lo hicieran, se hace necesaria la ventilación de las aulas. Niveles superiores a las 1.000 ppm tienen efectos negativos en la capacidad de concentración del alumnado y en el aumento del decaimiento; y si se superasen los 2.000 empezarían los dolores de cabeza. Además, estas cifras nos indican la falta de ventilación y señalan una posiblemente excesiva concentración de la Covid en el ambiente.

Sumado a todo lo anterior, el uso de mascarillas, la higiene de manos y el mantenimiento de la distancia de 1,5 metros siguen siendo necesarias para la contención de los contagios. Contagios que siguen detectándose de forma importante en las aulas. La semana pasada, según los datos del Ministerio del interior, se produjeron 200 nuevos brotes que sumaron 1.200 personas contagiadas.

Preguntados los ministerios de Sanidad y Educación, no está prevista una revisión de los protocolos ni unas recomendaciones de cara a la llegada del mal tiempo en todo el país. Remiten a las guías ya publicadas tanto por su parte como de las comunidades autónomas.

Suspenso a las aulas

El reciente estudio de la Plataforma Edificación Passivhaus junto a la Universidad de Burgos se muestra contundente. Los colegios e institutos, en cualquier parte del país y bajo cualquier condición climática y meteorológica, suspenden a la hora de ofrecer espacios de confort y seguridad tanto para el profesorado como para el alumnado.

Durante el curso 2017-2018 estudiaron las variables de temperatura interior, nivel de humedad y de CO2 en las aulas de 43 centros educativos de todas las provincias del país. La nota media total, en una escala de 0 a 10, para la calidad del confort en las aulas es de 1,6 puntos.

Bajo la premisa de que la temperatura de las aulas sea de 20ºC a lo largo del día, con una humedad de entre el 40 y el 60 % y con una concentración de CO2 en el ambiente inferior a los 1.000 ppm.

Cuando los datos de temperatura comienzan a ser buenos en un aula es ya cerca de las 12:00 del mediodía. Momento en el cual los niveles de CO2 ya están por encima de esas 1.000 partes por millón. Cuando un parámetro está bien, algún otro deja de estarlo.

El estudio desvela que, de seis horas de clase, solo el 16 % de ellas reúnen buenas condiciones de temperatura, humedad ambiente y niveles de CO2.

Aunque el estudio se realizó antes de la aparición de la pandemia, hoy por hoy, sus conclusiones apuntan directamente a la situación que se vive en los centros educativos. Desde la Plataforma, una asociación sin ánimo de lucro, defienden la necesaria rehabilitación de todos los centros educativos del país. Con ella se conseguirían mejorar los resultados obtenidos, al mismo tiempo que supondría una importante reducción de las emisiones de CO2 de los propios centros (por bajada del consumo de combustibles para el mantenimiento de las temperaturas) y, finalmente, un importante ahorro de costes económicos.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/11/03/cuando-la-ventilacion-de-las-aulas-no-parece-factible/

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