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Todos a la Escuela: tras «el reino de la poesía insigne»

Por: Francisco Ocaranza Bosio

En el año 2000, durante la realización del Foro Mundial sobre la Educación en Dakar, Senegal, 164 países se comprometieron a reducir a cero la marginalización del sistema de educación primaria universal para el año 2015.

La meta no se cumplió, aunque sí se redujo la brecha. De los casi 100 millones de niños de entre 6 y 11 años que se encontraban fuera del sistema, hoy quedan alrededor de 61 millones fuera del mismo.

Podemos alegrarnos por lo logrado o llorar por lo mucho que queda por hacer. La verdad sea dicha, ninguno de estos comportamientos es aceptable.

El desafío sigue siendo la inclusión, y los medios utilizados para lograr la reducción de la brecha deben servir para orientar y guiar la toma de futuras decisiones de corte político en materia de incorporación de niños al sistema escolar, mientras que la gran cantidad de los que permanecen fuera del mismo no pueden ser considerados una masa informe, sin rostro, ni historia personal o futuro posible.

Podemos alegrarnos por lo logrado o llorar por lo mucho que queda por hacer. La verdad sea dicha, ninguno de estos comportamientos es aceptable
La región de África subsahariana encabeza la proporción de niños excluidos, con 34 millones, poco más del 50% del total mundial. Ésta es seguida por Asia meridional, con unos 11 millones.

Entre estas dos zonas, pueden identificarse seis países que representan más de un tercio de los niños fuera del sistema: Nigeria 8.7 millones, Pakistán 5.6, India 2.9, Sudán 2.7, Etiopía 2.1, e Indonesia 2.0. Es de suponer que estas cifras se abultarían si se contara con datos relativos a Afganistán y Somalia.

De los niños que actualmente no forman parte de aquél, pueden distinguirse tres grupos de acuerdo al tipo de relación que los vincula: quienes han sido parte del sistema pero lo han abandonado (23% según cifras de 2014), los que se espera se integren en el futuro (34%), y finalmente los que se presume nunca serán parte de él (43%).

La región de África subsahariana encabeza la proporción de niños excluidos, con 34 millones, poco más del 50% del total mundial
Este último grupo representa el desafío más grande para los Estados, en tanto se encuentra conformado por unos 25 millones (15 millones de hombres y 10 millones de mujeres).

El revés de la trama lo constituyen 17 países que sí han conseguido dar grandes avances en el desafío asumido en Dakar, los que han pasado de tener 27 millones de niños alejados del sistema en el 2000, a solo 4 millones en 2012, lo que representa una reducción de 86% en poco más de un decenio. Lo anterior gracias a:

1. La eliminación de derechos de matrícula y rebaja del pago de arancel (Burundi que tomó esta decisión en 2004 pasó de escolarizar al 54% de los niños a un 94% en 2010).

2. El aumento del gasto en educación, con el fin de contratar más y mejores profesores y personal, adquirir material didáctico y construir escuelas (Ghana duplicó su gasto nacional en educación, pasando de un 4.2% en 1999 a un 8.5% en 2011, con lo cual la matrícula de primaria aumentó un 70%, de 2.4 a 4.1 millones en igual tiempo).

3. La transferencia directa de recursos económicos con fines sociales, de modo de permitir a las familias de escasos recursos poder enviar a sus hijos a la escuela (en el 2000 Nicaragua comenzó un programa llamado Red de Protección Social, mediante el cual se hacen dos inyecciones de dinero a las familias que califican para ello, así, entre los años 1998 y 2009, la tasa de niños que nunca había ido a la primaria descendió de 17 % a 7%).

Fancycrave | Pexels (CCO)
Fancycrave | Pexels (CCO)

4. La atención a los grupos sociales minoritarios (étnicos y lingüísticos) permanentemente postergados de la atención escolar (en Guatemala, se amplió el programa de educación bilingüe a 15 idiomas, se elaboró material didáctico apropiado, y capacitó a sus profesores. Como consecuencia, del 38% de los niños pertenecientes a la etnia Q’eqchi’ que nunca habían pisado una escuela primaria en el 2000, solo el 3% no lo hacía en 2011).

5. La superación de los conflictos armados. En 2014 había 21.5 millones de niños fuera de las aulas (el 35% del total del mundo), a lo largo y ancho de 32 países que se encontraban inmersos en aquellos (en Rwanda, mediante la articulación de un programa de incorporación de niños -huérfanos mayormente- a la escuela, la tasa de quienes nunca había asistido bajó de 18% en el 2000 a 9% en 2010).

6. La pertinencia de los programas de estudio (en Vietnam el plan de estudios comenzó a enfatizar el desarrollo de competencias básicas para la vida adecuadas a su propio contexto sociocultural, de forma que entre los años 2000 y 2010 han logrado descender la cifra de niños que no iba a la escuela, de un 3.8% a un 1.7%).

Cómo hacer oídos sordos a las palabras Gabriela Mistral, quien en 1917 nos hiciera ver que: “La pedagogía tiene su ápice, como toda ciencia, en la belleza perfecta. Ésta, la escuela, es, por sobre todo, el reino de la belleza. Éste es el reino de la poesía insigne. Hasta el que no cree cantar, aquí está cantando sin saberlo”.

Fuente: https://www.biobiochile.cl/noticias/opinion/tu-voz/2018/06/12/todos-a-la-escuela-tras-el-reino-de-la-poesia-insigne.shtml

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El falso dilema de innovación educativa versus experiencia docente

España / 15 de junio de 2018 / Autor: Víctor Manuel Rodríguez / Fuente: El Diario de la Educación

Es necesario asumir, como docentes, que pueden hacerse aportaciones a nuestro trabajo en el aula desde disciplinas como la pedagogía, la psicología, la neurociencia o el feminismo. La práctica de aula no es la única fuente de conocimiento.

No es la primera vez que en este medio abordamos la cuestión de la innovación educativa como un asunto que sigue siendo muy controvertido, dado el contenido de muchas proclamas antipedagógicas y beligerantes con cualquier innovación y cambio que circulan cada día por las redes. Cabría decir también que dilemático si no fuera porque, en realidad, la mayor parte de los pronunciamientos más encendidos parten de una premisa que, desde mi punto de vista, es equivocada, conservadora y defensiva.

Muchas de estas consideraciones plantean la cuestión oponiendo innovación a experiencia docente. Alegan que la mayor parte de las propuestas de innovación se realizan desde sectores o profesionales –a los que suelen denominar gurús– que no han tenido una experiencia práctica en el aula. En realidad, las más de las veces, ni siquiera contrastan si esa experiencia existe. Por lo general, dan por hecho que todo lo que no provenga de una experiencia particular o no haya sido fruto de una especie de insight tras unos cuantos años de brega debe ser automáticamente denostado como ocurrencia, injerencia o delirio.

Imagino que estas prevenciones deberían ser aplicadas, con carácter retroactivo, a filósofos intrusos como Dewey; a psicólogos intrusos como Luria, Vygotski o Leontiev, o a un pedagogo agricultor como Pestalozzi. Entiendo que Piaget podría librarse por los pocos años que pasó por la escuela de Binet, aunque tal vez en aquel tiempo a más de uno/a le parecerían también sospechosas sus aportaciones desde el Instituto Rousseau, la Universidad de Lausana o la dirección de la Oficina Internacional de Educación.

Aunque tal vez, no. Es posible que el paso del tiempo nos haya hecho ver que algunas de las aportaciones que realizaron estas personas insignes pueden ayudarnos a organizar mejor nuestra complicada tarea en las aulas. Lo verdaderamente importante es rechazar con virulencia cualquier idea nueva, cualquier investigación o sugerencia que se realice hoy en día, en especial si proviene del ámbito de la pedagogía, la psicología, la neurociencia, el arte, el feminismo o la ecología. La consigna entre algunos docentes –espero que pocos– podría formularse de esta manera: “Si no se me ha ocurrido o lo he descubierto yo, con todos los años que llevo dando clase, tiene que ser que no vale o, en todo caso, no es necesario, porque no tengo problema en seguir haciendo lo que llevo haciendo toda la vida y además lo hago muy bien. Nadie que no trabaje en un aula está legitimado para hablar de nuestro quehacer”.

Los procesos de innovación y cambio no se gestan sólo en las aulas, aunque la experiencia debería enseñarnos a distinguir cómo podemos mejorar a partir de lo que otros y otras nos proponen y a rechazar también –al menos en nuestra práctica, no de manera generalizada, como suele hacerse– aquello que no tiene cabida, no es pertinente o no se ajusta a nuestra forma de ver y entender las cosas en un determinado momento.

En FUHEM, la experiencia docente acumulada a lo largo de los años nos ayuda precisamente a estar abiertos y abiertas al cambio y la innovación, aunque sin olvidar nuestras necesidades como profesionales y las de nuestro alumnado y familias. Resumo algunas de las conclusiones a las que hemos llegado tras años de experimentar y poner en marcha actuaciones de innovación, a veces con éxito y otras no tanto, por si pudiera ayudar a entender esta breve y precipitada reflexión:

  • Sabemos que la necesidad de innovar tiene que partir de un análisis real de la situación que vivimos cada día en nuestras aulas y centros y no tanto de mandatos y urgencias que llegan del exterior.
  • Entendemos que no todo vale, que pocas cosas funcionan igual en cualquier contexto y que no siempre las propuestas más novedosas o rompedoras son las adecuadas.
  • Sabemos también que, a la hora de poner en marcha procesos de innovación, hay muchas fuentes de las que beber y muchos profesionales o entidades que pueden ayudarnos.
  • Creemos que no es preciso cambiar lo que funciona bien, lo que nos satisface como docentes y lo que valoran nuestras familias y nuestro alumnado, aunque también somos conscientes de que siempre es posible mejorarlo.
  • Estamos convencidas de que promover estos procesos es, en sí mismo, un valor. Que el deseo, las ganas y la energía para cambiar es ya un activo para hacer mejor nuestro trabajo en el día a día, por modestos que sean los cambios que se promueven o incluso cuando no alcancemos todos los objetivos que nos habíamos propuesto.
  • Reivindicamos también que la innovación educativa no puede quedar circunscrita al marco metodológico. Que es preciso ambicionar también otra forma de entender los objetivos, las competencias, los valores o los contenidos que queremos trabajar con nuestro alumnado.
  • Y asumimos, por último, que los procesos de innovación deben ser participativos, consensuados y sostenibles. Y que, para lograrlo, deben partir de la iniciativa de los propios equipos de profesionales de los centros, deben emprenderse a través de procesos de reflexión colectiva, contando con las aportaciones de todas las personas que nos puedan aportar algo y deben ser encauzados a través de las estructuras de coordinación y participación del centro, incluyendo, tanto como sea posible, al alumnado y las familias.

Soy consciente de que esta perspectiva, con los matices que cada cual quiera incorporar, es compartida por muchos y muchas docentes y profesionales de la educación. La preocupación por la violencia con la que se ataca a la pedagogía la compartimos un buen número de personas. Recientemente, se planteaba un debate en una red social, organizado bajo el lema #VolverALapedagogia. A sus impulsores y a todas las que han realizado aportaciones sosegadas y dialogantes, sea cual sea su orientación, les dedico estas líneas. Por nuestra parte, seguiremos formándonos este verano, en compañía de muchos profesionales, para aprender cosas nuevas.

Fuente del Artículo:

El falso dilema de innovación educativa versus experiencia docente

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Educar en tiempos de crisis: herramientas para innovar en la educación superior

Por: Miguel Ángel Morffe Peraza/ Observatorio de Innovación Educativa

La educación ha formado parte de la historia de la humanidad, vinculándose a orientaciones filosóficas, culturales, sociales y políticas que han propiciado el proceso de inserción del ser humano en la sociedad a fin de contribuir con el progreso y el desarrollo. Cuando prevalece la crisis económica y política en un país como en el caso de Venezuela, esta situación merece ser considerada por el impacto negativo y las graves consecuencias sociales, además del deterioro constante que la educación sufre en todos sus niveles. Aún inmersos en esta realidad, es necesario impulsar la creatividad y la innovación como estrategias que permitan apoyar el esfuerzo de los estudiantes en su preparación profesional.

En este contexto la educación superior ha transitado durante la última década por complicaciones que lejos de mejorar muestran rasgos preocupantes. Desde cifras que generan alarma en cuanto al abandono escolar por parte de los jóvenes que emigran hacia otros países en búsqueda de oportunidades, hasta las reducidas opciones que tienen las instituciones de educación superior para solventar la crisis presupuestaria.

 

«Proporcionar educación en un escenario desfavorable como es la crisis, se ha convertido en un reto para quienes tienen el deber de educar y una experiencia que mide su entereza, profesionalismo y capacidad de adaptar las estrategias pedagógicas a las nuevas realidades.»

 

Según cifras de la Encuesta de Condiciones de Vida 2017, realizada por la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad Simón Bolívar, durante el año 2017, el 60% de los estudiantes universitarios han abandonado sus estudios para irse a trabajar y tan solo la mitad de quienes egresan de la educación media logran ingresar a la universidad. De igual manera, de acuerdo al Dr. Nicolás Bianco, Vicerrector Académico de la Universidad Central de Venezuela, las universidades venezolanas están a punto de colapsar debido al abandono por parte de muchos docentes. A esta realidad se suma la ausencia de recursos para la investigación y el equipamiento de las infraestructuras y herramientas tecnológicas.

Ante este escenario adverso, la motivación y la creatividad forman parte de las estrategias que deben considerar quienes aún permanecen cumpliendo roles ya sea de educador o de estudiante. Las acciones de motivación están enfocadas a reducir el impacto de la crisis que se refleja en la no asistencia a clase y la desmotivación, buscando superar los obstáculos que representan la falta de transporte público y la necesidad de trabajar para cubrir los costos de la hiperinflación.

Estas acciones sugieren actividades flexibles y colaborativas donde la creatividad esté presente. Gran parte de estas actividades se realizan a través de las redes sociales y en comunidades de Google+, las cuales permiten que los estudiantes participen dada su facilidad para ingresar e interactuar en la plataforma, sin los inconvenientes propios de las debilidades del Internet en Venezuela.

El uso de estas herramientas tecnológicas como alternativa a los recursos tradicionales, se debe a que el servidor que utiliza la universidad falla debido a los constantes cortes de luz que se producen en esta región del país. La dinámica que seguimos en la comunidad de Google+ es que se establecen debates sobre temas previamente indicados por el profesor, reflexiones sobre lecturas y videos, así como asignaciones de las aportaciones que deberán realizar los estudiantes.

“Educar en crisis involucra realizar cambios pedagógicos, instrumentales y de pensamiento para afrontar las adversidades y promover la creatividad en el espacio universitario.”

 

Buscando cumplir con el programa, se aplica la modalidad de aula invertida junto a foros virtuales en los que estudiantes y el docente discuten sobre diversos temas. Además los alumnos realizan representaciones sobre un tema designado previamente en un documental o vídeo en el que manifiesten y planteen sus argumentos sin restricciones de tiempo, aplicaciones o medios utilizados. En algunos casos, para expresar sus ideas han utilizado grafitis, que son otro medio más para valorar su creatividad e imaginación. Estas estrategias permiten mantener la cohesión en el grupo y extraer muchas ideas y propuestas que tienen los alumnos muchas veces reprimidas y en las que desahogan gran parte de sus frustraciones.

La implementación de aula invertida permite utilizar de mejor manera el tiempo en el que asisten los estudiantes de forma presencial a la universidad, en actividades para reforzar y complementar su aprendizaje.

En cuanto al rendimiento y la participación de los alumnos, los resultados han sido satisfactorios. Muestra de ello es la culminación de un 75% del total de los estudiantes decididos a continuar sus estudios en el siguiente ciclo escolar.

Educar en crisis se ha convertido en un reto para quienes tienen el deber de educar y una experiencia que mide su entereza, profesionalismo y su capacidad de adaptar las estrategias pedagógicas a las nuevas realidades. Para los millones de jóvenes que anhelan superarse, la crisis se ha convertido en su principal reto. Implementar acciones fuera de los rígidos parámetros de la educación en Venezuela es una práctica que los ayudará a mejorar sus capacidades y habilidades, desarrollando sus competencias con sacrificio, pero con mucha creatividad.

La implementación del binomio motivación-creatividad es una acción que constantemente está en cambio y que comparto con el resto de los docentes y autoridades que buscan reducir el impacto de la crisis en las aulas de clase. Cualquier aporte será bienvenido, así como las interrogantes que se pudieran presentar.

 Fuente: https://observatorio.itesm.mx/edu-bits-blog/educar-en-tiempos-de-crisis

 

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Pedagoga española advirtió sobre los riesgos de la primarización como una tendencia mundial en la educación de la primera infancia

España / 3 de junio de 2018 / Autor: Javier Alliaume / Fuente: La Diaria

Mari Carmen Díez Navarro enfatizó en la importancia del juego y la creatividad en ese tramo de la educación.

En la semana del 7 al 11 de mayo, la pedagoga nacida en Alicante Mari Carmen Díez Navarro estuvo en Uruguay, invitada por la Organización Mundial para la Educación Preescolar y el Consejo de Formación en Educación. En ese marco, hizo varias disertaciones, en las que un par de centenas de educadores colmaron el salón de actos del Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores y la sala Camacuá de la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay, donde presentó las conferencias “Las cosas del sentir. El texto emocional del aprendizaje” y “Crear es seguir jugando”, respectivamente. Díez Navarro visitó Uruguay en cuatro ocasiones desde 2007, y en nuestro medio circulan al menos media docena de sus libros.

La pedagoga disertó sobre la importancia de “superar la programación escolástica para hacer una escuela (1) abierta y flexible” que dé “lugar a las emociones y los sentires, tanto como a las ideas de los niños”, ya que de ahí “surgen los aprendizajes válidos”. En suma, sugirió a los maestros y educadores que actúen “sin miedo, con la certeza de que los aprendizajes se dan” y de que “los contenidos aparecen”. Al mismo tiempo, deben trabajar y moverse entre lo que ella llama “el piso de abajo” y “el piso de arriba” de la escuela –en otras palabras, el mundo del cuerpo, de los sentires y emociones (el de abajo); y el de la razón y lo cognitivo (el de arriba)–.

La especialista alertó sobre la tendencia mundial a una escolarización (2) y primarización de la educación en la primera infancia, lo que implica priorizar “el piso de arriba”, e hizo especial hincapié en el “respeto por la persona niño, como pilar y como principio pedagógico y metodológico”. Para ello, sugirió encarnar la “pedagogía de la escucha”, por lo que se vuelve fundamental que quienes trabajan con los niños cuenten con una especial sensibilidad, además de tener en cuenta en sus prácticas cotidianas que trabajan con personas singulares. También planteó que es necesario que se ubique a los educadores como un actor más y no como un mameluco o como un recurso, “y si se emociona con algo transmitirá esa emoción, lo cual es un regalo para los niños, un elemento motivador”.

Además, habló de apuntar a romper la uniformidad y las propuestas cerradas y normatizadoras como modelo predominante, además de no propiciar las tareas sin sentido que no dan lugar a la expresión y creatividad genuina de cada niño como sujeto único y singular.

Durante su estadía en Montevideo insistió en la idea de que quienes trabajan en los centros de educación inicial “acompañan a nacer gente”. Sobre esa base fundamentó la importancia de la relación entre la escucha, la atención singular y las propuestas abiertas. En concreto, planteó que el juego, el arte, la creación y las actividades libres son las principales herramientas y alternativas.

En la conferencia que ofreció en la sala Camacuá habló de la creatividad como un desafío para los educadores y como una posibilidad para los niños. Al mismo tiempo, vinculó a la creatividad con las manifestaciones artísticas y con diversos lenguajes (en el sentido en que lo plantea Loris Malaguzzi) que dan lugar a la expresión lúdico-creativa.

Es interesante observar nexos y continuidades del pensamiento de Díez Navarro con lo expresado por Ingrid Engdahl y rescatar el proceso que desarrolla el Estado uruguayo con la promoción del Marco Curricular para niños desde el nacimiento a los seis años, que recoge los fundamentos y principios que sustentan una renovación pedagógica.

(1) Es importante tener en cuenta que en España se utiliza la denominación escuela para los centros socio-educativos en forma genérica.

(2) Narodowski, M. & Snaider, C. (2017). ¿Bebés en las escuelas? Infancias hiperescolarizadas en una cultura prefigurativa. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 15(1), pp. 45-57; Peralta, M. V. (2014). El desafío de construir una auténtica pedagogía latinoamericana para la educación inicial. Diálogos del SIPI-SITEAL-UNESCO.

Fuente de la Reseña:

https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2018/5/pedagoga-espanola-advirtio-sobre-los-riesgos-de-la-primarizacion-como-una-tendencia-mundial-en-la-educacion-de-la-primera-infancia/

Fuente de la Imagen:

Mari Carmen Díez Navarro: la oreja verde de la escuela

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Lecciones fuera del aula

Costa Rica / 3 de junio de 2018 /Autor: Jorge Rivera Pizarro / Fuente: Los Tiempos

Hace poco más de veinte días un pequeño país centroamericano, Costa Rica, vivió una fiesta democrática. Un nuevo Presidente tomó posesión de sus funciones, exhibiendo rasgos y gestos contrastantes con los que están acostumbrados a ver y protagonizar la mayoría de los encumbrados mandatarios que fueron invitados a tomar parte en esa fiesta. A algunos de ellos, especialmente a quienes les gusta ostentar poder, les debió llamar la atención que el Presidente electo hiciera el recorrido desde su casa hasta el lugar de la posesión, en el primer bus ecológico del país, a base de hidrógeno, en lugar de hacerlo en alguna limusina de renombrada marca, con vidrios polarizados. No fueron llamativas motocicletas con sirenas ululantes las que anunciaban el paso de la corta caravana, sino bicicletas multicolores que hacían el recorrido sin lastimar el ambiente ni los oídos de los ciudadanos concelebrantes de la alegría de contar con un nuevo Jefe de Estado. En lugar de gorras militares y cascos atemorizadores, casquetes deportivos de paseo. El escenario, al aire libre, en la Plaza de la Democracia, con la tarima dando la espalda al que fuera un cuartel militar hasta 1948, cuando se abolió definitivamente el ejército para reemplazar escuelas por cuarteles y estudiantes por soldados. Sorpresa de visitantes –de algunos especialmente– porque la bandera ingresó al palco portada y escoltada por colegiales, a los acordes de la Orquesta Sinfónica Nacional, en lugar de soldados marcialmente acompasados por redoble de tambores de una banda militar. ¡Qué diferente una bandera sostenida por estudiantes!

¡Cuánta lección fuera de las aulas, para quienes quieran aprender! Porque enseñar y aprender no son actos fortuitos. No ocurren por casualidad. Son actos intencionales. Alguien se propone enseñar y alguien se propone aprender. No se trata de hacer engullir, quiérase o no, cucharadas de conocimiento, de valores y actitudes, a quienes el maestro vea necesitados de ella. Paulo Freire usó la imagen de los depósitos bancarios en cuentas corrientes vacías, incapaces de enterarse ni resistirse. Por eso, quien concurrió al acto solamente por atender al protocolo diplomático… perdió la oportunidad de aprender. En actos como ése, hay que estar dispuestos a aprender.

El aprendizaje no ocurre solamente entre las cuatro paredes de un aula. Probablemente, las más importantes lecciones se imparten fuera de ella. Más aún cuando la sociedad, es el maestro que enseña. Mucho más que discursos sobre el medio ambiente y la madre tierra, fueron las bicicletas las que enseñaron a los costarricenses qué quiere decir voluntad política de no contaminarlos y respetarlos. Las palabras dichas no enseñan, las actitudes y la práctica consecuente, sí. Las maestras y los maestros saben muy bien de eso. Y creo que en ello convendrán, también, todos mis lectores.

La democracia es un gran acto pedagógico. No faltan Estados que se presentan como democráticos, pero acusan falencias éticas que cuestionan tal autoconcepción, porque queda afectada la estructura misma del concepto. Noam Chomsky considera que hay un defecto en apoyar la democracia únicamente como método electoral y propone el rescate de la ética en la administración del Estado para recuperar el sentido de la vida democrática. El valor ético debe regir todas las decisiones de los gobiernos. Mientras no sea la ética la que se instale en el ejercicio de la autoridad y el poder, será imposible que los ciudadanos -la comunidad entera- interioricen los conceptos y los valores fundamentales de la democracia. La sociedad -en este tema- se constituye en el más deseable sistema educativo para la formación de sus ciudadanos. Sin ello, la escuela no cuenta mucho.

Una pedagogía para la democracia se hace más fuera del aula, que dentro de ella.

Fuente del Artículo:

http://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20180530/columna/lecciones-fuera-del-aula

Fuente de la Imagen:

https://www.elfinancierocr.com/economia-y-politica/educacion-es-fisura-en-indice-de-progreso-social-2014/I4WHAKOMBNBXTASX2BWFGHUMQE/story/

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Una defensa contundente y argumentada de la instrucción pública

España/02 de Junio de 2018/Por: Salvador López Arnal/Rebelión

Casi no es necesario presentar a los autores. Los tres son profesores de filosofía. Carlos Fernández Liria de la Complutense, Olga García Fernández y Enrique Galindo Ferrández son profesores de secundaria. Militan ambos en las Mareas en defensa de la educación pública.

Además del preámbulo, son diez los capítulos del libro, más el apartado de conclusiones, un apéndice que evalúa el bilingüismo (inglés, castellano) y la bibliografía.

La dedicatoria es muy significativa del compromiso de los autores: a sus alumnos, a compañeros que han leído el manuscrito del libro y “a nuestros compañeros y compañeras de Mareas por la Educación Pública, por su lucha incansable y su valiosa amistad. También a todos los profesores y maestros que, como Daniel Nota, son un ejemplo para la escuela pública”.

Lo es también el título: “Escuela o barbarie”, una disyunción (excluyente) que, por supuesto, recuerda, con neta intención, el socialismo o barbarie de Rosa Luxemburg. El subtítulo tampoco está para adornar: “Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda”. Nada que decir de lo primero, conocemos y sufrimos sus programas, sus avances y sus agresiones; de lo segundo, de la necesidad de matices sobre ese delirio de la izquierda, diré algo más adelante.

La idea central de este libro muy recomendable, escrito con fuerza y convicción, se puede resumir tal vez del modo siguiente: es urgente y necesario defender la educación y la instrucción pública; existe, no es una neura ni una idea conspirativa fantasiosa, un auténtico plan de privatización de la enseñanza pública, de desmantelamiento paulatino de esta gran conquista ciudadana, de poner al servicio de las grandes corporaciones el sistema educativo de los países. En definitiva, de sustituir la instrucción pública por otra cosa muy distinta, basada en competencias, habilidades y demás ítems de la terminología (antipedagógica) al uso. Una ilustración de esto último: ¿Para qué sirve, dicen los partidarios de las TIC, aprenderse los ríos españoles de memoria o las capitales del mundo si no tenemos la habilidad de mirar sus nombres con el buscador de una gran corporación, de San Google por ejemplo?

Las virtudes del ensayo, cito las más relevantes teniendo en cuenta el espacio del que dispongo, son más que evidentes. Algunos ejemplos:

1. Claridad en la exposición. No hay pasajes oscuros. Lo que se piensa se dice a las claras, sin ocultaciones, de frente. Plantando cara cuando es necesario y, como se podrá comprobar, muchas veces es necesario. Cada vez más.

2. El tono no es siempre cortés pero no hay falta el respeto. Hay un pensamiento, ahora heterodoxo, que se quiere vindicar, marcando distancias y criticando posiciones que se piensan (y sienten) como erróneas o como muy serviciales en algunos casos.

3. La defensa de lo público, de la educación pública, es más que evidente y sostenida con una argumentación sólida y con convicciones por supuesto.

4. Se podrá decir que se habla con trazo demasiado grueso sobre la pedagogía, contra la pedagogía si se quiere. Un capítulo, el IX, muestra muchos matices y permite una mejor comprensión de las posiciones defendidas. La discusión que mantuvieron Carlos Fernández Liria y Luis S. Villacañas, incluida en el libro, enseña a todos.

5. Se dirá que los autores, como buenos filósofos que son, teorizan y teorizan, incluso que especulan, pero que apenas plantean programas alcanzables, no utópicos. No parece pertinente la crítica. Un programa con quince puntos no quiméricos, y con coste económico cero aseguran (tengo alguna sobre ello, pero es secundario ahora), se expone, con claridad y distinción cartesianas, esta vez en las páginas 373-375. Dos ejemplos: “10. Plan de rescate ciudadano vertebrado en tres ejes de actuación; ayudas para comedores escolares, becas para material escolar y subvención de transportes públicos”. 12. “Recuperación de los derechos laborales extirpados al profesorado, especialmente a los interinos”.

6. Las críticas al llamado Plan de Bolonia, en su momento no bien recibidas entre algunos sectores del profesorado por demasiado radicales o extremistas, quedan aquí recogidas y, visto lo visto, hay que darles la razón en la mayoría de sus observaciones. No estaban ciegos y mucho menos obnubilados por prejuicios izquierdistas

7. La independencia de juicio, la libertad de pensamiento, se muestra en muchos apartados del libro. Destacaré uno. Los autores, alguno de ellos, o todos ellos tal vez, formados en los escritos y en la filosofía de Louis Althusser, no tienen ningún problema en criticar y dejar muy mal parado el concepto o categoría de “aparato ideológico de Estado” atribuido a la escuela “althusseriana”. En su opinión, un auténtico disparate conceptual, de hondo calado político, refiriéndose a la escuela pública de los Estados democráticos (capítulo II, primeras páginas).

Siguiendo el espíritu del libro, conviene apuntar algunas críticas:

1. Falta, en mi opinión, aunque sé bien que no se puede hablar de todo, una mayor aproximación a los ciclos formativos, a la enseñanza llamada profesional que también es enseñanza. Si existe algún ejemplo de privatización, de colaboración servil con el mundo empresarial, ese ejemplo está relacionado directamente con la formación dual, con la barbaridad de horas de prácticas que tiene que realizar los estudiantes (unas 350 horas, cinco meses o más), con la inexistencia de una formación humanística básica en los ciclos y con la inculcación e intoxicación cultural-ideológica de una asignatura, “Economía e iniciativa emprendedora”, que, cuanto menos en Cataluña, es obligatoria en todos los ciclos. Neoliberalismo indocumentado en estado puro.

2. La crítica a la izquierda es, en algunos casos, demasiado general en mi opinión. De hecho, ellos mismos citan, con acuerdo y mucha admiración, a uno de esos activistas y pensadores de izquierda de los que todos hemos aprendido. Hablo, por supuesto, de Agustín Moreno. Por lo demás, hay otros autores de izquierda en nuestro país que también se han levantado contra la privatización de la enseñanza y contra su destrucción. Un ejemplo entre muchos posibles: Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero, Nos quieren más tontos. La escuela según la economía neoliberal, Vilassar de Mar, El Viejo Topo.

3. No estoy seguro que los autores sean totalmente justos cuando se aproximan al debate Bueno-Sacristán de los años sesenta y setenta del siglo pasado en torno al papel de la filosofía en los estudios superiores y sobre las características esenciales de la propia filosofía y del filosofar. El opúsculo de Sacristán es un texto de intervención escrito en determinadas coordenadas políticas, culturales y filosóficas, fechado en 1967 (publicado en catalán al año siguiente), un artículo largo, digámoslo así, donde se plantea un nuevo programa filosófico para la enseñanza secundaria (no se apuesta por anular su enseñanza sino por su renovación) y universitaria que tiene muy en cuenta la realidad filosófica de España en aquellos momentos. De hecho, algunas formulaciones que los autores realizan en varios apartados del libro -una pedagogía real, reflexionada por los propios profesores, no por supuestos expertos en didáctica- recuerdan algunas aristas de la propia reflexión “sacristaniana”.

Prueba práctica de que Sacristán no menospreció la enseñanza de la filosofía en secundaria, una filosofía no cansina a la altura de las circunstancias que supiera a qué atenerse, es que él mismo la practicó, con diversas conferencias, cuando tuvo ocasión.

4. La crítica a Francisco Fernández Buey que los autores realizan en la nota 24 de la página 48 pide, incluso exige, también algún matiz. Cuando el autor de Por una Universidad democrática explica que fracasó la lucha por la democratización de la Universidad en los años setenta del siglo pasado porque se les impuso la “funcionarización” (de los PNN), no debe olvidarse que en aquellos momentos este movimiento universitario había elaborado otra forma de relación laboral entre el profesorado y la Universidad que garantizase su independencia y su estabilidad laboral, puntos sin duda centrales. Que fuera muy diferente de la “funcionarización” que entonces se conocía, que poco tenía que ver con el servicio público correctamente realizado y mucho con él a “mí no me toques ni me digas nada porque soy funcionario y tengo mucho mando en mi plaza”, no le resta valor sino que se lo añade.

5. Los autores usan a veces la expresión “propietarios” (aunque sea de plaza) para referirse a la situación ideal del profesorado. Si no, no queda otra que la dependencia y el servicio acrítico. Me da que otras formulaciones son posibles, incluso necesarias. Enseñantes, trabajadores de la enseñanza, por ejemplo, y con ello la posibilidad de un control público, ciudadano, de las prácticas profesionales, laborales, de algunos profesores titulares, algunos de ellos catedráticos, que viven esa propiedad de plaza como un “nadie me tose, aquí mando yo”.

6. Faltaría un índice nominal en las próximas reediciones y, en mi opinión, no estaría mal un glosario con los quince o veinte concepto básicos que manejan los autores.

Nada sustantivo en este apartado crítico. Lo esencial está en el importante y poblado haber de este libro filosófico, polémico sin duda, los autores son muy conscientes de ello, que argumenta con pasión razonada sobre la necesidad de cuidar con mimo un bien tan preciado como la educación e instrucción de la ciudadanía. Ha sido, sigue siendo, una conquista obrera, popular, ciudadana que no podemos arrojar a la cuneta, como tantos cadáveres de luchadores republicanos antifascistas. Bien mirado, también a ellos se lo debemos en gran parte.

Se me escapan mil temas más. No se puede hablar de todo… y es una lástima en este caso.

El libro lo merece.

No se lo pierdan. Pasen, lean y recomiéndenlo, si les parece.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=242221

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Política educativa, actores y pedagogía

Por: Carlos Ornelas 

A pesar de que, por décadas, el campo de la educación comparada e internacional representó un papel de poca monta en investigación educativa, desde que un grupo de entusiastas convocamos a instituir la Sociedad Mexicana de Educación Comparada (Somec), el campo comenzó a crecer y a cosechar las semillas sembradas tiempo atrás. Hoy, sin ser abundante, sus practicantes avanzamos, tenemos más proyectos, congregamos a colegas con experiencia, a nóveles investigadores y a estudiantes de posgrado a participar en conferencias y a publicar los resultados de sus pesquisas.

Sé que las campañas políticas están a todo vapor y que hoy, como nunca, la educación —con mayor precisión la Reforma Educativa— está en el pandero de los debates; asunto que, con todo y las diatribas en que participan candidatos a puestos de elección popular, es sano para la discusión democrática. Sin embargo, hoy me desvío de la ruta que tomé en las semanas pasadas y aprovecho para anunciar el nacimiento de un nuevo libro de la Somec.

Con todo y que tiene fecha de publicación en marzo de este año, Política educativa, actores y pedagogía apenas llega a las librerías. Esta antología reúne 30 ensayos e informes de investigación de más de 40 investigadores. Una porción importante de las colaboraciones obedece a ponencias que, tras una revisión a fondo, los autores presentaron en los foros que organiza la Somec.

Como el título lo indica, el libro tiene tres partes. En la primera, los autores debaten asuntos políticos —en la acepción de lucha por el poder— y de política educativa, en su significado de estrategia gubernamental o institucional. Predominan reflexiones sobre la educación superior mexicana, en comparación con el devenir de universidades de América Latina. Esta parte también incluye dos ensayos —contrastantes— acerca de la autonomía escolar y una radiografía ecuánime de Mexicanos Primero.

La segunda parte extiende el debate a los actores principales del hecho educativo. Aquí hay miradas que provienen del ámbito internacional y permiten comparaciones sustantivas con la experiencia mexicana. De nuevo, los ensayistas presentan discordancia en sus perspectivas y los estudios cubren los niveles del sistema escolar, de básica a superior y el hacer de maestros, funcionarios, estudiantes y paterfamilias.

La tercera parte es la más poblada y de más discrepancias en los enfoques. Prevalecen los estudios críticos, pero también hay propuestas de mejora curricular o de proyectos que padecen discriminación, como el arte y la educación física. Si pudiera condensar en pocas palabras el contenido, diría que los 13 ensayos de este trozo hacen reproches a la política y la pedagogía dominante, pero también ofrecen casos donde los actores se aplican y obtienen resultados que redundan en beneficio de las y los estudiantes. De éstos, tanto la burocracia como investigadores y docentes pueden obtener referencias dignas de replicarse.

Los textos son producto de investigaciones, sus autores ofrecen pistas sobre la literatura que revisaron o el trabajo empírico que perpetraron para construir conocimiento. Sin embargo, están lejos del análisis frío. Casi ninguno se abstiene de hacer apostillas a la información, de ofrecer opinión y hacer juicios de valor sobre su objeto de estudio o sobre otros colegas que trabajan el mismo campo. Hay debates vivos y apasionados.

Somos integrantes del Congreso Mundial de Sociedades de Educación Comparada (WCCES) y mantenemos lazos fraternales con círculos homólogos de América Latina y el resto del mundo. La Somec ganó la sede para realizar el Congreso Mundial de 2019, en Playa del Carmen, en mayo.

La Somec tiene como uno de sus propósitos promover debates, reclutar a nuevos investigadores e invitarlos a contrastar visiones y teorías. El único dogma que tenemos es que no tenemos dogma, aunque —en términos generales— defendemos la educación pública y nos adscribimos a tendencias democráticas. Es una mancomunidad de profesionales dinámica gracias a la actividad incansable de su presidente honorario, Marco Aurelio Navarro, y su presidenta ejecutiva, Zaira Navarrete Cazales, dos investigadores talentosos y entusiastas. Aunque pudiera parecer autoelogio, les recomiendo que compren y lean el libro, está lleno de conocimiento nuevo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/politica-educativa-actores-y-pedagogia/

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