Hacer y pensar la nación

Por: Graziella Pogollotti

Tan activa y trabajadora era Francisca que la muerte salió a buscarla y terminó su jornada, exhausta, sin haberla  encontrado. Así transcurre un conocidísimo cuento de Onelio Jorge Cardoso. Pero hay temporadas en que la señora de las sombras, a pesar de todo, logra buena cosecha. Acabamos de transitar por una de ellas. La siega ha afectado de manera particular los ámbitos del pensamiento y la cultura.

Durante muchos años, Beatriz Maggi fue profesora de literatura. Dejó su impronta en generaciones de graduados universitarios. Su propósito era ante todo, enseñar a leer,  descubrir, tras la palabra, las intenciones soterradas del texto. Acababa de fallecer cuando salió de la imprenta Las palabras y los días, recopilación de ensayos con el sello de Ediciones Unión, un texto útil para quienes se interesan por conocer su método de trabajo. También dedicado a las letras, Guillermo Rodríguez Rivera, poeta, narrador y ensayista, se proyectó hacia el espacio público como activo partícipe en el debate de ideas, acicateado siempre por definir el contorno de la nación.

La nación se construye con las manos de todos, en el bregar de una cotidianidad compleja, a veces turbulenta y siempre desafiante, porque en ella, a cada momento, se bifurcan caminos y hay que seleccionar la senda mejor. La hacen quienes extraen los frutos de la tierra, quienes se afanan entre el cemento y las cabillas, quienes trabajan en las aulas y quienes prestan asistencia médica. La hacen también los que analizan los conflictos del presente, los sitúan en sus contextos y exploran los antecedentes en la permanente relectura del pasado. Así lo hicieron quienes trabajaron cuesta arriba en los tiempos de la colonia y se lanzaron a la batalla por la independencia. Tuvieron continuadores durante la República Neocolonial, y de ese legado hemos sido seguidores todos cuantos asumimos con lucidez, desde cualquier función, este medio siglo de vivir revolucionario. Por eso, cada pérdida estremece y convida a la reflexión.

En los 60 del pasado siglo, vivimos días y noches de vigilia. Eran tiempos de sobrevivir, consolidar y fundar. La época exigía, así mismo, una intensa producción intelectual.

La hubo, aunque muchas veces la hemos olvidado. Los libros que se publicaron y las revistas que entonces aparecieron brindan testimonios de un cruce de ideas que encontró resonancia más allá de los límites de la Isla. Desde la perspectiva revolucionaria, había puntos de vista diversos. El debate fue útil y creativo. En su entorno, surgieron nuevas voces.

Revisitar la historia es una necesidad de primer orden, porque ella constituye un arma de combate. En su batallar incansable, José Martí dedicó tiempo a escribir sobre contemporáneos y predecesores. Era un modo de ir unificando los eslabones de un proceso que daba sentido a su lucha por la independencia. Para él, ante todo, lo impostergable era sumar. Fidel estableció pautas en esta dirección al conmemorarse el centenario de La Demajagua.

Hurgar entre papeles e ir escribiendo en la marcha acelerada que reclamaban los tiempos, fue la tarea que asumió, hasta la hora última de su reciente fallecimiento, el historiador Jorge Ibarra. Con modestia proverbial, casi desde el anonimato, entregó al Minfar su manual de historia de Cuba. Al mismo tiempo, la publicación de su ensayo  Ideología mambisa tenía amplia resonancia.

Jorge Ibarra comprendió que la imprescindible actualización de nuestra epopeya mambisa requería completarse con el estudio de la República Neocolonial, área que no ha recibido la necesaria atención. Sin embargo, ese lapso en el que crecieron varias generaciones de cubanos y se agudizaban las contradicciones de un proceso de formación, representa el eslabón entre el ayer heroico y las circunstancias que condujeron al triunfo de la Revolución. Ahí están nuestros padres y en ese contexto nacimos nosotros. Al desbroce de esa temática, se entregó Ibarra hasta el último instante de su vida. La valoración de su obra debe salir del ámbito reducido de los especialistas. De hacerse resultaría un justo y útil homenaje.

La muerte de Fernando Martínez Heredia ha producido un fuerte impacto dentro y fuera de Cuba. Cayó en plena faena, junto a su computadora. Su formación intelectual se había fraguado en los polémicos 60 del pasado siglo. Entonces, el estudio y la investigación se imbricaban estrechamente con la acción práctica, en medio del fragor de la construcción revolucionaria. Se aprendía en los libros y en la confrontación cotidiana con los acontecimientos que marcaban, al mismo tiempo, el debate internacional y las tareas del vivir cotidiano. La tradición marxista se asumía como pensamiento vivo, abierto a las perspectivas que imponían las circunstancias del presente: desde la situación específica de Cuba se valoraban la herencia recibida y los nuevos desafíos. El legado histórico cobraba nuevos sentidos en el contexto de la emergencia de los movimientos de liberación nacional. Para los países del sur, nación y revolución se tomaban de la mano. La experiencia cubana corroboraba este modo de entender los procesos históricos que se estaban viviendo.

Por eso, desde su etapa inicial, el pensamiento de Fernando Martínez Heredia se caracterizó por un diálogo intenso con América Latina. Su presencia en este ámbito se acrecentó cuando el derrumbe del campo socialista se reflejó en el desconcierto y el silenciamiento de una zona del pensamiento de izquierda. Entonces, la palabra de Fernando Martínez Heredia siguió convocando al análisis de las realidades y al rediseño de políticas. Se vinculó a los movimientos sociales que se iban configurando.

Era un universo heterogéneo, en el que la capacidad de dialogar se tornaba decisiva.

Entre tanto ajetreo, confiado en la importancia de las ideas, siguió publicando textos y abriendo espacios para el debate. Ese es su mensaje final. En medio de la tormenta, la lucidez se vuelve imprescindible.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-06-25/hacer-y-pensar-la-nacion-25-06-2017-20-06-06

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Recupera Biblioteca Nacional de Cuba ejemplar robado del primer atlas moderno de la historia

Cuba/Abril de 2017/Autora: María del Carmen Ramón/Fuente: Cuba Debate

El atlas Theatrum Orbis Terrarum de Abraham Ortelius, considerado el primer atlas moderno de la historia y del que solo existen tres ejemplares en el mundo, fue recientemente recuperado por la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, luego de que fuera sustraído de sus fondos entre 1991 y 1993.

Según explicó en conferencia de prensa el director de la institución, Eduardo Torres Cuevas, el valioso ejemplar fue entregado a Cuba el 6 de abril de este año por el Boston Athenaeum, una de las más importantes bibliotecas de los Estados Unidos, que adquirió la obra en 1993 por un alto precio, sin conocer que era robada.

Se trata de una de las obras más valiosas que integran el patrimonio nacional, pues de esta edición en latín, publicada en 1570, apenas se conservan tres ejemplares en el mundo: uno en la Biblioteca de Madrid, otro en una colección privada y el que posee Cuba.

De acuerdo con Torres Cuevas, a la Biblioteca Nacional llegó gracias a importantes coleccionistas del siglo XIX, como Antonio Bachiller y Morales, Emilio Roig, y otros, quienes a lo largo de la historia donaron las principales colecciones con que cuenta esta institución.

“Durante la Segunda Guerra Mundial bajó el costo de todo en Francia y un coleccionista la compró. Luego, al final de sus días, decidió entregar sus obras a la biblioteca, buscando su conservación”, precisó.

Pero luego de su sustracción en los noventa, largo fue el trayecto para que el valioso Atlas de Ortelius regresara a formar parte del patrimonio nacional de Cuba. Torres Cuevas explicó que, tras lograr sacarla del país, la obra fue vendida en la Florida al anticuario bostoniano, David L. O’Neill.

Luego de ser adquirida por el Boston Athenaeum, en 1999 fue enviada al Centro de Conservación de Documentos del nordeste de Boston, donde la señora Deborah Wender, jefa de conservación de  libros, reportó que el Atlas tenía mutilado dos sellos de dueños.

“Uno de ellos pudo ser descifrado e indicaba que la obra pertencía a la Biblioteca Nacional José Martí”, detalló Torres Cuevas, al explicar que en el Atlas tampoco aparecían indicios de que Cuba lo hubiese liberado de sus fondos.

El director de la Biblioteca Nacional explicó a la prensa que, luego de un intercambio en el que se demostró que la Biblioteca nunca hizo dejación de la obra, fue enviado un memorandum a la doctora Elizabeth Barker, directora  de la Biblioteca del Athenaeum, con toda la documentación.

Así, el 23 de mayo de 2016 la Junta de Patrono de esa institucion aprobó por unanimidad  retornar el Atlas a Cuba, entrega que fue efectiva el pasado 6 de abril.

“Ha retornado a nuestra patria un ingrediente importante de nuestro patrimonio, lo que es un ejemplo de la ética y el profesionalismo con el que trabajan instituciones como el Boston Athenaeum“, resaltó Torres Cuevas.

Pero, ¿cómo explicar el hurto de una pieza tan grande y llamativa sin que fuese identificado inmediatamente el ladrón? Sobre el tema, el reconocido intelectual consideró: “Hay que combatir el delito, y este siempre se comete por conocedores de lo que roban y por el valor de la obra de arte. Hay que reconocer que tuvimos un período en el que estas cosas no fueron lo suficientemente resguardadas, sobre todo porque se descansó mucho en la honestidad y profesionalidad de los trabajadores de estas instituciones. El  complejo contexto vivido entre el 89 y el 94,  fue propenso para que robadores de obras de arte saquearan algunas instituciones del país”.

Torres Cuevas explicó que la Biblioteca Nacional tiene identificado el volumen de obras desaparecidas de entre sus cerca de 6 millones de libros, y agregó: “Nosotros tenemos que seguir recuperando lo que en esa época se perdió, pero también hay que reconocer el trabajo que se hace hace 10 años para evitar que hechos como este ocurran”.

Esta importante institución cubana trabaja actualmente en la digitalización y preservación de sus preciados fondos, con la idea de multiplicar el acceso por parte de los usuarios y conservar las obras de incalculable valor que aquí se encuentran.

El atlas Theatrum Orbis Terrarum, de Abraham Ortelius, está conformada por una colección de hojas uniformes de 53 mapas con sus correspondientes textos, unidos y presentados en forma de libro. Entre los mapas aparecen los primeros de América como parte de un atlas, y la ubicación de Cuba en la geografía antillana, americana y mundial.

Con posterioridad a la edición de 1570, han sido realizadas otras 31 ediciones, en lenguas como holandés, alemán, francés, español, inglés e italiano.

Eduardo Torres Cuevas precisó que la recuperación de esta obra es uno de los acontecimientos más importantes ocurridos en el rescate y conservación del patrimonio nacional. Foto: María del Carmen Ramón/ Cubadebate.

Eduardo Torres Cuevas precisó que la recuperación de esta obra es uno de los acontecimientos más importantes ocurridos en el rescate y conservación del patrimonio nacional. Foto: María del Carmen Ramón/ Cubadebate.

Ubicación de Cuba dentro del primer Atlas del mundo. Foto: María del Carmen Ramón/ Cubadebate.

Ubicación de Cuba dentro del primer Atlas del mundo. Foto: María del Carmen Ramón/ Cubadebate.

Profesionales del Boston Ateneum entregan el Atlas Teatrum Orbis Terrarum al director de la Biblioteca Nacional, Eduardo Torres Cuevas. Foto: Cortesía de la Biblioteca Nacional.

Profesionales del Boston Ateneum entregan el Atlas Teatrum Orbis Terrarum al director de la Biblioteca Nacional, Eduardo Torres Cuevas. Foto: Cortesía de la Biblioteca Nacional.

Profesionales del Boston Ateneum entregan el Atlas Teatrum Orbis Terrarum al director de la Biblioteca Nacional, Eduardo Torres Cuevas. Foto: Cortesía de la Biblioteca Nacional.

Profesionales del Boston Ateneum entregan el Atlas Teatrum Orbis Terrarum al director de la Biblioteca Nacional, Eduardo Torres Cuevas. Foto: Cortesía de la Biblioteca Nacional.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/noticias/2017/04/21/recupera-biblioteca-nacional-de-cuba-ejemplar-robado-del-primer-atlas-moderno-de-la-historia/#.WPyqPbjau00

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