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La reprobación invisible (Parte III)

Experiencias e historias ante la reprobación

José Carlos Buenaventura[1]

A Alexis Fabre

En esta tercera entrega sobre la reprobación invisible se narran las historias y experiencias de Alexis Fabre y de Elías Hernández sobre la reprobación invisible en la última década en México. A través de tales narraciones, seguimos sosteniendo la idea de que: el proceso de reprobación de las niñas, niños y jóvenes en México no ha desaparecido; por el contrario, se ha vuelto un mecanismo invisible para seguir reorganizando la vida escolar, educativa y laboral de los jóvenes y adultos en México. Asimismo, quienes realizan los procesos de reprobación no son los actores que tradicionalmente se piensa que lo hacen: las maestras y maestros, sino otros actores que han surgido a lo largo de las últimas décadas, cuya actividad se enmarca en los procesos de selección.

La experiencia de Alexis Fabre ante la reprobación

Alexis Gómez Fabre estudió en una Escuela Preparatoria Oficial del Estado de México, en la zona oriente de la ciudad de México. Su escuela se localiza en el municipio Chicoloapan. Obtuvo promedio de 9.8 al finalizar el bachillerato. Se puede señalar que era un joven estudioso y disciplinado. Siempre cumplió con lo requerido: actividades y trabajos, bajo la didáctica de “trabajitis” y “activitis”. Ya que en la escuela donde él iba estaba prohibido que las y los maestros hicieran exámenes, pues los directivos argumentaban que los maestros no sabían hacer exámenes. En esa escuela años anteriores se había contratado a personas que trabajaban en el CENEVAL para enseñarles a hacer reactivos y objetivos, bajo está lógica de que las maestras y los maestros no saben. La historia de Alexis Fabre es un ejemplo del fenómeno de incluir para ser excluido, elemento propio de la reprobación invisible: aunque él fue pasando y aprobando año tras año, en el momento de hacer exámenes de selección para entrar a educación superior, los resultados de la inclusión y la exclusión se hacían presentes.[2]

En el 2017, cuando Jesús Alexis termina el bachillerato hace el examen como muchos de sus compañeros, obteniendo 55 aciertos, en un examen de 120 reactivos, para la carrera medicina. Él no les dice a sus amigos, ni profesores que hizo el examen. Le da vergüenza exponer su resultado, piensa que él es el único responsable por sacar ese número de aciertos. Toma la decisión de meterse a estudiar en una escuela privada donde no tenía un alto costo el cuatrimestre, en la Universidad Tecnológica de Nezahualcóyotl. Algunos de sus familiares habían cursado en ella. Sitio donde comenzó la licenciatura en Mercadotecnia. Al pasar el cuatrimestre descubrió que no era lo que él quería. Él reconoce que entró a estudiar allí porque él ya no sabía qué estudiar. Se sale de la licenciatura en Mercadotecnia y empieza a hacer los exámenes para entrar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Continúa su deseo de ingresar a medicina en alguna institución de renombre y con mayor prestigio como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Instituto Politécnico Nacional (IPN) y Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En estos primeros resultados podemos leer que la formación y el capital cultural que obtuvo durante la preparatoria no son suficientes para considerar, él mismo, que ha aprendido algo durante su estancia del bachillerato. Él, como uno de los estudiantes de mayor promedio de su generación, sólo obtuvo 55 aciertos. En este sentido surge una pregunta: ¿qué le enseñaron en la Escuela Preparatoria Oficial donde estudió y por lo tanto qué aprendió en el bachillerato para poder hacer una prueba estandarizada y logar estudiar la carrera que él desea en la institución que él había elegido? Una de las cuestiones es que él entregaba todo lo que se le pedía en trabajos, tareas, comportamiento, pero eso no se vio reflejado en el momento de hacer su primer examen para educación superior para la UNAM. En su escuela, como en muchas, se busca que los estudiantes se mantengan en sus aulas para sostener la matricula, para que los maestros no vayan a quedarse sin horas y sin trabajo. Algunas veces los directivos terminan diciendo a los maestros: “deben entender a los estudiantes, ellos no van a aprender, ellos van por un papel para trabajar”. De tal modo, las expectativas laborales se reducen a fungir como mano de obra barata para tiendas como OXXO o Walmart, ya que, para obtener un trabajo mejor remunerado y más digno, la mayoría de las veces es necesario tener un mayor nivel de estudios académicos. En consecuencia, se pierde el objetivo de algunos bachilleratos de preparar a los estudiantes para la educación superior o enseñarles un oficio o una carrera técnica para que los estudiantes tengan herramientas para trabajar de forma honesta y digna. Por lo menos en los modelos de las Escuelas Preparatoria Oficiales en el Estado de México, que es parte del Bachillerato General, no enseñan un oficio o una carrera técnica a los estudiantes. En palabras de algunas personas, el fin es otorgar un “papel”. Todo se reduce a que los estudiantes necesitan un “papel” que les permita trabajar. Es muy curioso esto, porque también para poder trabajar en algo se necesita enseñar algo y ante esto ocurre que en ciertas escuelas se enseña que no hay que trabajar, ni esforzarse para poder trabajar. ¿Ante este tipo de formas de ver la educación qué es lo que se les está enseñando a las y los estudiantes en este tipo de escuelas que llevan a cabo estas acciones? Porque lo que sí se puede considerar es que algo se está enseñando, aunque no queda claro qué. En este sentido quizá se tiene que volver a utilizar el concepto de “currículum oculto” para hacer presente los verdaderos aprendizajes que se dan en estas escuelas. Ello no quiere decir que se esté transmitiendo el capital cultural y simbólico que los estudiantes necesitan para competir por un lugar en una de las carreras más demandas en México, en la universidad más importante de México, la UNAM, como lo demuestra la experiencia de Alexis Fabre.

Ya para el 2018, él empieza a estudiar un curso de preparación para el examen de ingreso para la educación superior de abril a julio. En esta escuela le apoyan frente al costo que asciende los 10,000 pesos. Él lo cubre trabajando de limpieza en esta institución; por las mañanas toma el curso y por las tardes trabaja. Porque uno de los problemas que enfrentó fue que su familia no podía pagar el curso. Otro cambio fue que él casi no salía del municipio donde vivía, Chicoloapan. A raíz de este curso, comenzó a viajar mayores distancias, ya que la escuela donde tomaría el curso se encontraba en el sur de la Ciudad de México. Era un recorrido de una hora y media, hasta de dos horas. Alexis cumplió con su parte del acuerdo con la escuela y trabajó para pagar el curso haciendo la limpieza en la escuela. Hace el examen en el mismo año y obtiene 80 aciertos para la UNAM; también hace el examen para la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), pero no obtiene los puntajes necesarios para entrar a estudiar en esa institución la carrera de medicina. En la segunda ocasión su puntaje mejoró. Esto hace pensar a Alexis Fabre que lo que estuvo estudiando en el curso sí le ayudó, pero que aún no es suficiente. Para él este segundo resultado fue doloroso; sin embargo, no se decepcionó para seguir intentando lograr su objetivo. Se iba dando cuenta que estudiar de la forma en que le estaba planteando la institución donde trabajaba le estaba ayudando. Señala Alexis que en esta institución cada determinado tiempo le hacían exámenes de cada una de las materias, de forma oral y en forma escrita. Eso no se lleva a cabo en la institución donde él estudió la preparatoria, ya que en esa institución estaba prohibido hacer exámenes a los estudiantes, puesto que se percibía que eran sólo un instrumento de exclusión social y de expulsión de la matrícula. Recordemos que una de las cosas que se creó en el sentido común y como objetivo general de las escuelas de educación preescolar hasta educación media superior es mantener la matrícula.

Dejó de trabajar después del examen en la escuela que se localizaba en el sur de la Ciudad de México. Consigue para julio de 2018 otro trabajo, como mesero cerca de su casa. Se mete a trabajar allí para ahorrar nuevamente para pagar el curso en la misma institución donde ya lo había cursado. El curso empezaba de nuevo en octubre de 2018. Una de sus compañeras meseras le dice que para qué va tan lejos a tomar el curso, si en Texcoco hay una escuela donde puede estudiar. Ella se refiere al Colegio Nacional Matemáticas (CONAMAT). Por tanto, él estudia allí de agosto de 2018 a 2019. El costo del curso fue de 9,000 pesos.

Presenta por tercera vez el examen de ingreso a la educación superior en febrero de 2019, para obtener 90 aciertos; no obstante, necesitaba sacar 104 aciertos. Alexis, pese al resultado, se siente alentado ya que se percibe cada vez más se acerca de los aciertos requeridos. Durante los meses que faltan para la segunda vuelta de ese año sigue estudiando.

Presenta por cuarta vez el examen en junio de 2019. En la segunda vuelta de ese año para ingresar a la UNAM saca como resultado 93 aciertos. Para esta ocasión necesitaba obtener como mínimo 112 aciertos. En su trabajo como mesero lo habían estado apoyando para que estudiara en un horario fijo, pero los resultados no eran positivos. Frente a esto, su jefe le señaló que decidiera seguir en los cursos o en el trabajo. Porque el resto de los trabajadores rolaban turnos y Alexis no como apoyo para su preparación.

Alexis consigue que su jefe lo siga apoyando y vuelve a tomar el curso en CONAMAT, de agosto de 2019 a febrero de 2020 (quinta vez que lo presenta), presentando el examen el 21 de febrero de 2020, obteniendo 102 aciertos. Para esta ocasión se solicitaban 104 aciertos para ingresar a la carrera de medicina en la UNAM. En esta ocasión se sintió muy decepcionado y a punto de decidir estudiar en el Sistema Abierto y a Distancia de la UNAM; no obstante, ninguna lo convenció.

Ante su depresión y decepción, sus amigos y otras personas lo apoyaron para seguir adelante. Sus amigos que conoció desde la primera escuela le decían que lo siguiera intentando que ya poco le faltaba. Algunas historias que le contaban las personas que atendía en el restaurante lo motivaron para seguir haciendo los exámenes. Una de esas historias era de una señora que a los 50 años se tituló y que le contó que le estaba yendo muy bien en el trabajo.

Alexis Fabre decide continuar con este esfuerzo y que no se debe de conformar sino seguir estudiando. Por una parte se siente tranquilo porque tiene trabajo. Sin embargo, hay algo que cambia sus planeas: la pandemia de COVID 19 que llega a México en marzo de 2020. Se cierra el restaurante donde está trabajando y rápidamente se le van a acabando sus ahorros. Como solución, vende diferentes productos para apoyar en los gastos en su casa, ya que a sus padres también les ha ido muy mal económicamente.

Sigue estudiando para poderse quedar en la carrera que él quiere durante los meses de marzo a septiembre de 2020. Señala que se privó de muchas cosas para poderse quedar en la carrera de medicina. Sin embargo, también descubrió que le gustaba otra carrera que se impartía en la Universidad Autónoma Metropolitana: Ingeniería Biomédica. En septiembre de 2020 presenta el examen a la UNAM y a la UAM (sería la sexta ocasión que presentaba el examen para ingresar a educación superior). En el examen para entrar a la carrera de medicina en la UNAM saca 110 aciertos, sólo le falta un acierto para quedarse, ya que en esta ocasión pedían como mínimo 111 aciertos. En el examen para la UAM le aparecía en los resultados que estaba seleccionado. La dicha de Alexis Fabre ha sido mucha porque logró su objetivo de entrar a una escuela de gran prestigio como es la Universidad Autónoma Metropolitana, con mucho esfuerzo, constancia y disciplina, para estudiar Ingeniería Biomédica.

Es importante resaltar que todo aquello que se ve negativo en escuelas públicas o por lo menos en el bachillerato público que cursó Alexis Jesús, fue lo que hizo en las escuelas privadas. Entre esas cosas fueron: 1) estudiar, 2) recordar, 3) memorizar contenidos, 4) ser disciplinado, 5) querer estudiar, 6) tener un objetivo personal, un sentido propio de por qué hacer esto, 7) trabajar y estudiar al mismo tiempo, 8) hacer exámenes, cuando ellos están mal vistos por lo menos en el bachillerato donde él estudio. En muchas escuelas preparatorias oficiales se les dice a los maestros que ellos no saben hacer exámenes, sólo “los especialistas” de instituciones como el CENEVAL.

Elías, profesor en el Colegio Nacional de Matemáticas (CONAMAT)

 

Elías Hernández es egresado de la Facultad de Filosofía y Letras. Del 2018 al 2020 hace su tesis de licenciatura sin ningún tipo de apoyo económico familiar o algún tipo de beca expedido por el Estado u otra institución. Él es padre de una niña de 3 años y el sostén de ella y de su pareja. Esto ha implicado buscar diferentes empleos y trabajos a lo largo de los años. Hace la tesis al mismo tiempo que trabaja en diferentes actividades: como corrector de estilo, vendedor ambulante y profesor en el Colegio de Matemáticas (CONAMAT).

De las anteriores labores, cabe destacar su desempeño como docente en Conamat en el año 2018, tiempo en el que impartió cursos COMIPEMS, UNAM, UAM, Politécnico y de Bachillerato único. Durante tal lapso vivió en una situación laboral precaria: sin prestaciones ni contrato y con un pago de 60 pesos la hora, el cual se le otorgaba, como a todos los docentes de tal sitio, en efectivo con un desface. Sueldo, asimismo, que variaba según la cantidad de cursos, más no de alumnos. De este modo, se pagaba lo mismo un grupo con cinco personas que uno con cuarenta. Por lo anterior, trabajar en esa institución implicaba una situación de inestabilidad y zozobra. Tal falta de derechos laborales suele justificarse por la falta de título. Por ello, no estar titulado pone a los trabajadores en una situación de vulnerabilidad muy preocupante.

Por otro lado, el pago de los cursos que cobra tal institución a los estudiantes es difícil de cubrir y no cualquier persona puede solventarlos. Por ello, como en el caso de Alexis, muchos recurren a alguna alternativa laboral para lograrlo. Es preciso mencionar que el precio de los cursos va de los 5 mil, 7 mil hasta los 10 mil pesos en cursos que duran 5 meses.

De acuerdo al testimonio de Elías, él debía calificar diariamente las actividades escolares de los estudiantes. Asimismo, debía revisar los exámenes que cada semana se aplicaban a los alumnos para medir sus avances, porque dichos exámenes eran calificados por el profesor y no por la institución. Esta labor se veía magnificada debido a la cantidad de grupos y de alumnos. Importante es resaltar que esta institución tiene por norma aplicar exámenes a los estudiantes y entregarles sus resultados. En consecuencia, cada profesor calificaba, por semana, un mínimo de 160 exámenes.

Existen guías de las cuales los estudiantes debían estudiar para tales exámenes, guías que seleccionaban la información pertinente para la futura prueba al que los alumnos se preparaban. Los estudiantes debían disciplinarse a estudiar, concentrarse y a aprenderse de memoria la información y el conocimiento para obtener mejores calificaciones en los exámenes que constantemente se realizan.

El estudio, la concentración, la memorización y los exámenes es parte de la didáctica fundamental que lleva a cabo el Colegio de Matemáticas, para que quien pague el curso tenga mayores posibilidades de quedarse en la institución donde desea estudiar una carrera universitaria. Frente a esto, hay que resaltar algunas cosas. Por un lado, en el sistema público se ha perdido la disciplina para estudiar. Muchos jóvenes no dedican el tiempo libre que tienen al estudio. Además, a lo largo de las décadas se ha ido reduciendo la carga de realizar tareas en casa. Por el contrario, hubo algunos discursos ideológicos que descalificaban la tarea. Ese es un debate pendiente que debemos seguir haciendo en el campo pedagógico sobre el papel de las tareas y el uso del tiempo libre, ubicando esta discusión en los diferentes contextos rurales y urbanos que existen en México.

Uno de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día es el de revisar el papel cognitivo y psicológico de los estudiantes cuando, por medios virtuales, no logran concentrarse debido a la sobrecarga de estímulos, al tiempo en que “la nueva realidad” se basa en plataformas digitales.

Regresando a la didáctica del CONAMAT en relación a la concentración, ella está relacionada en el interés que tienen las y los estudiantes para pasar el examen de ingreso o en el peor de los casos en no querer entrar a trabajar.

La memorización juega un papel muy importante en la didáctica de este tipo de instituciones que se dedican a colocar jóvenes en el sistema público de educación superior de la Ciudad de México. En tales centros se llevan a cabo procesos de memorización de información y conocimiento de cada una de las materias, de acuerdo al testimonio y lo vivido por Elías. En este espacio no entraremos en la discusión sobre si es buena o mala la memorización, sino sólo a hacer presente que ciertas instituciones como ésta la utilizan y en el momento de hacer un examen que va a marcar y modificar su vida para siempre tiene repercusiones positivas. Esto debido a que en muchos casos quienes compran este tipo de cursos sí logran ingresar a la institución que querían.

Asimismo, hacer exámenes es importante, ya que como hemos narrado a lo largo del texto desde educación preescolar hasta bachillerato en el sistema público se ha atacado el hacer examen como lo peor, lo más tradicional, lo menos didáctico: “un buen maestro no hace exámenes”. Sin embargo, en este tipo de instituciones, tal es una de sus herramientas didácticas fundamentales, y además les funciona con el objetivo de que quienes asistan a sus cursos pasen los exámenes de selección nacional, ya sean estos a nivel bachillerato o licenciatura. Quizás tendremos que seguir estudiando el valor del examen con mayor cuidado y no descartarlo como una herramienta fundamental que arroja datos necesarios, así como los usos que se le pueden dar.

La cuestión a señalar aquí estriba en cómo este tipo de instituciones sí llevan a cabo determinados procesos, elementos y estructuras que pueden ser identificadas como “educación tradicional” y dan resultados favorables a quienes tienen la capacidad económica y el apoyo familiar. No obstante, tales instrumentos, en el sistema educativo público, han sido desprestigiados, como la memoria, el examen, la autoridad. Por ello, aunque los estudiantes “aprueben” con calificaciones de 9 o 10, como en el caso de Alexis con 9.8, siendo uno de los promedios más altos de su generación, tienen que ir a este tipo de lugares para obtener información, memorización, capital cultural y simbólico para lograr aprobar un examen que puede cambiar su vida. Quizás sea momento de analizar con más calma muchos procesos de enseñanza, de aprendizaje, de evaluación o todo aquello que se tildó como “educación tradicional”. Con esto no estoy diciendo que se haga una educación para esclavos, en contra de la libertad o en contra de la emancipación humana, sino que estudiemos con cuidado lo que está pasando en nuestras escuelas y que escuchemos a las maestras y maestros desde su experiencia y no desde aquel o aquella que quiere quedar bien con el director, la directora, la autoridad o el mismo Secretario de Educación.

A modo de continuación ante la reprobación

 

Plantear un análisis sobre la no reprobación no surge como consecuencia de creer que la reprobación es la solución de los problemas educativos. Si se llegara esa conclusión se haría lo mismo que se ha hecho en los últimos años, pero en el sentido contrario. Este análisis surge por la necesidad de pensar de forma compleja los procesos educativos, en los cuales siguen presente los procesos de aprobación y reprobación.

Y es que, para poder encontrar soluciones a los problemas educativos, lo esencial es identificarlos y no ocultarlos, que es lo que ocurre cuando por mandato institucional se aprueba a los estudiantes sin ver todos los factores, relaciones y procesos que están ocurriendo para que se dé esto y poder construir soluciones más viables y honestas. Parecería que no se pueden hacer cambios estructurales y que todo debe de seguir igual para que no se note que estamos metidos en graves problemas por la crisis educativa reforzada y acelerada por el COVID 19. Y esa crisis educativa no es sólo la que está relacionada con la formación de capital humano, sino con una crisis educativa que tiene que ver con los problemas de la mayoría de la población, y no sólo con problemas económicos y con ganancias de la grandes empresas nacionales e internacionales, donde la economía y los procesos laborales no pueden parar, y para ello es necesario consumir hasta el cansancio o hasta la muerte.

La crisis educativa que se va mostrando y está relacionada con lo que se aprende y con lo que no se aprende, con lo que se evalúa y con lo que no se evalúa, con lo que se aprueba y con lo que no se aprueba. Esto está unido con problemas más cercanos a la mayoría de la población, como son los diferentes tipos de violencias que hay en México, con el aumento de la pobreza y la desigualdad de la mayoría de la población durante esta pandemia de COVID 19, diferentes procesos de ignorancia, de indolencia y de irresponsabilidad con el otro, lo cual está incluido con el problema de volver a redefinir la noción de estudiante y maestro, ya que la noción de estudiante se parece cada día más a la noción de cliente o consumista. Es necesario volver a tomar muy enserio quiénes son los estudiantes, qué implica identificar a alguien como estudiante. Todo esto enmarcado en el campo de ubicar si realmente a la infancia y a la juventud mexicana se le está cumpliendo el derecho a la educación, si el cumplimiento al derecho a la educación se cumple exclusivamente con ser parte de una matrícula y recibir una beca o alguna concesión dada por el Estado, como es el otorgar una calificación aprobatoria aunque no sepa los conocimientos, actitudes y sentimientos necesarios para la vida o aunque no se sepa del él o ella ya que no se comunica con sus maestros por ningún medio.

La aprobación y la reprobación como un binomio de evaluación lo podemos ubicar como un sistema de administración, organización, ordenación de lo que los estudiantes pueden y no saber sobre determinado contenido curricular o escolar y de su realidad más cercana. Saber o no saber resolver problemas concretos en su realidad socio histórica, lo cual le va a permitir tener acceso a determinadas escuelas o instituciones de educación media superior y superior y también en el acceso a determinadas tipos de trabajo y de participación políticas en los diferentes espacios donde se encuentren las y los estudiantes. Por ende, la reprobación sería no saber contenidos curriculares y escolares, ni tampoco saber sobre su realidad, ya sea esta histórica, social, biológica o natural y por ende no se tiene la capacidad ni las actitudes, ni las aptitudes para resolver los problemas muy concretos de su realidad, como por ejemplo tomar las medidas preventivas para evitar el contagio de COVID 19.[3]

Tanto la aprobación y reprobación siguen estando presente en el sistema educativo nacional. En el caso de la reprobación quien la puede efectuar en la educación básica ya no son las maestras y los maestros, sino otras instituciones tanto públicas como privadas. Los momentos más claros de la reprobación los podemos ubicar en los exámenes de selección nacional para ingresar a educación media superior, en los exámenes de ingreso a educación superior que hacen diferentes instituciones, como las universidades públicas y los diferentes mecanismos de certificación que existen tanto en instituciones públicas y privadas, así como también en exámenes que evalúan el logro del aprendizaje de los estudiantes como PLANEA o ENLACE. Además, muchas veces para obtener conocimientos, creencias, saberes, capital cultural y simbólico muchas y muchos estudiantes que, por ejemplo, van a acceder a educación media superior o superior, pagan cursos privados para obtener esto, como se muestra en este texto con el testimonio de Alexis Fabre. Ello hace que lo que se transmite o lo que se necesita saber para poder resolver un examen de forma satisfactoria se tiene que comprar, se convierte el conocimiento en una mercancía epistémica. ¿Qué estudiantes pueden hacer esto y quiénes no?

Hablar de la reprobación o no reprobación se convierte en una necesidad para la sociedad mexicana si queremos cumplir el derecho a la educación para las niñas, los niños, las y los jóvenes, pero también para los adultos y los ancianos, ya que si no se cumple el derecho al conocimiento y al saber, el derecho a la educación para todas y todos, el derecho a la educación, se estará violando constantemente, ya que no sólo se debe de pensar a los derechos humanos en su dimensión individual, sino en su dimensión social y colectiva. Como se decía con el epígrafe al inicio de este texto: “aprobar no es aprender”. Aprender debe implicar desarrollar, construir, transmitir saberes, conocimientos y sentimientos que nos permitan resolver nuestros problemas. Uno de esos problemas es la proyección que hay sobre la pobreza y pobreza extrema que organismo como la CEPAL dan en consecuencia de la pandemia del COVID 19, se señala que posiblemente el 67% de la población de México esté o estará en pobreza.[4] Nos urge ir pensando de otras maneras y formas el problema de la aprobación-reprobación, ya que lo que está de fondo es poder resolver nuestros propios problemas, eso urge y es una gran necesidad si se quiere hacer frente a todas las “pandemias” que hay en México.

[1] Coordinador del Seminario de Perspectivas Críticas en Educación, Género y Derechos de la Humanidad. Agradezco a Miriam Isabel Arciniega y a Mauro Jarquín por la lectura y sugerencias al texto; a Jessica Nayelli Cruz Jiménez y a José Ángel Gil García por la información que me proporcionaron, así como a David Elías Hernández por las correcciones para este texto.

[2] Quien ha hecho avances muy interesantes en la compresión de este tipo de procesos ha sido Pablo Gentili, él habla del concepto de exclusión incluyente, señala al respecto: “los mecanismos de exclusión educativa se recrean y asumen nuevas fisonomías en el marco de dinámicas de inclusión o inserción institucional, que resultan o bien insuficientes, o bien inocuas para revertir el aislamiento, la marginación y la negación de derechos involucrados en todo esquema de segregación social, dentro y fuera de las instituciones educativas.” Pablo Gentili, “Marchas y contramarchas. El derecho a la educación y las dinámicas de exclusión incluyente en América Latina”, en: Pedagogía de la igualdad: ensayos contra la educación excluyente, Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2011, p. 78.

[3] Cuando se habla del saber no sólo se contempla el terreno cognitivo o epistemológico, sino también se comprender como parte del saber a los pensamientos, sentimientos y emociones que se han transmitido o construido a través de diferentes procesos educativos o pedagógicos. Se sabe a partir del cuerpo y de los sentidos. De este modo, se piensa junto con Carlos Lenkersdorf que el cuerpo es la unidad unificadora de razón, sentimientos, emociones: unidad unificadora de los seres humanos. Carlos Lenkersdorf, Filosofar en clave tojolabal, México, Miguel Ángel Porrúa, 2005, p. 55.

[4] Información consultada en: https://expansion.mx/economia/2020/07/15/poblacion-mexico-sera-pobre-tras-crisis-alerta-cepal, el jueves 17 de diciembre de 2020, a las 13:05.

Fuente: https://www.educacionfutura.org/la-reprobacion-invisible-parte-iii/

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Virus de la desigualdad: ricos elevan su fortuna mientras crece pobreza

Fuente: Servindi

A diferencia de los ricos, las personas en situación de pobreza podrían necesitar más de una década para recuperarse de los impactos económicos producidos por la pandemia.


Mientras que millones de personas en situación de pobreza continúan padeciendo en medio de la pandemia, los megaricos ya recuperaron sus pérdidas económicas y siguen acumulando riqueza.

Así lo revela un reciente informe de la organización Oxfam titulado “El virus de la desigualdad”, que muestra el impacto diferenciado de la pandemia en las personas según su condición económica.

El estudio asegura que las personas en situación de pobreza podrían necesitar más de una década para recuperarse de los impactos económicos de la crisis.

Y ratifica a América Latina como la región más desigual del mundo, ya que, mientras sus 69 mil millonarios aumentaron su fortuna desde marzo de 2020, unos 25 millones de latinoamericanos cayeron en pobreza.

Virus de la desigualdad

El informe “Virus de la desigualdad” contiene 85 páginas y fue publicado el 25 de enero por Oxfam, luego de haber entrevistado a 295 economistas de 79 países.

En el documento, la organización revela que la pandemia COVID-19 tiene el potencial de aumentar la desigualdad económica en prácticamente todos los países del mundo al mismo tiempo.

De darse esta situación, se trataría de un hecho “sin precedentes” nunca antes visto desde que se tienen registros de desigualdad, es decir, desde hace más de un siglo.

El aumento de la desigualdad, agregan, podría provocar que la humanidad tarde como mínimo 14 veces más en reducir la pobreza hasta el nivel previo a la pandemia.

Esto, en comparación con los nueve meses que han tardado las mil personas más ricas del mundo —en su mayoría hombres blancos— en recuperar sus riquezas.

La crisis actual afecta principalmente a las mujeres y a los grupos étnicos y racializados en situación de exclusión.

Ello, “debido a que tienen más probabilidades de verse arrastrados a la pobreza, pasar hambre y no tener acceso a servicios de salud”, dijo Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.

La región más desigual

El nuevo informe de Oxfam revela también que América Latina continúa siendo la región más desigual del mundo.

Ni la pandemia evitó que los 69 milmillonarios de esta región aumentarán sus fortunas: desde marzo de 2020, estas se incrementaron en 104.100 millones.

Esto, mientras unos 25 millones de latinoamericanos caían en pobreza a causa de la COVID-19.

En una entrevista con la agencia Efe, el director de Oxfam para América Latina y El Caribe, Asier Hernando, dio algunas ideas sobre la abismal diferencia entre ricos y pobres de la región.

“Con las ganancias que las 69 personas más ricas de América Latina han hecho durante la pandemia se puede financiar el 50 % del presupuesto de los países en salud”, señaló.

Además, indicó que la cifra obtenida por los milmillonarios de la región sería “suficiente” para que cada una de los 25 millones de personas que cayeron en pobreza, reciba un cheque de 4.000 dólares.

Pobres necesitarían más de una década para recuperarse de los impactos económicos de la crisis.

Economía más justa y sostenible

Para la Oxfam, la crisis generada por la pandemia COVID-19 revela el fracaso del actual sistema económico global.

“Esta crisis ha dejado al descubierto los problemas de nuestro fallido sistema económico global, así como otros tipos de opresión estructural que permiten que una pequeña élite prospere”, indican.

Frente ello, la organización recomienda en su informe “construir una economía más justa y sostenible al servicio de todas las personas”.

“No podemos volver al mundo brutal, injusto e insostenible en el que vivíamos antes de la irrupción del virus”, señalan.

Esto, agregan, permitirá construir un futuro “que no esté dirigido por los más ricos, sino de manera colectiva por una gran diversidad de voces” y sostenida en “los principios de la democracia y los derechos humanos”.

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Descargue aquí el informe completo «Virus de la desigualdad»:

Fuente e imagen: Servindi

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África: Los casos de COVID se multiplican por las nuevas variantes del coronavirus

Los casos de COVID-19 y las muertes están aumentando en África a medida que nuevas variantes más contagiosas del virus se propagan a otros países, informó la Organización Mundial de la Salud.

Desde que se identificó la variante del virus de Sudáfrica a finales de diciembre, las muertes se han duplicado, con más de 15.000 concentradas en 10 naciones principalmente del sur y norte del continente.

La variante 501Y.V2 es predominante y está generando un número récord de casos en Sudáfrica y la subregión. Se ha encontrado en Botswana, Ghana, Kenia, la región francesa del Océano Índico de Mayotte, Zambia y en 24 naciones no africanas.

Mientras tanto, en Europa, el director regional de la OMS ha definido la situación actual de las variantes y la vacunación como una “paradoja”.

“Esta paradoja, donde las comunidades sienten que se vislumbra un final con la vacuna, pero, al mismo tiempo, están llamadas a adherirse a medidas restrictivas ante una nueva amenaza, está provocando tensión, angustia, fatiga y confusión. Esto es completamente comprensible en estas circunstancias”, explicó Hans Kluge.

A la fecha, 33 países europeos han informado casos de la variante inicialmente identificada en el Reino Unido; mientras que 16 han informado de la identificada en Sudáfrica. Varios hospitales, escuelas y entornos de atención a largo plazo han informado de brotes que involucran nuevas variantes preocupantes.

Kluge pidió “utilizar todas las reservas de paciencia y mantener la guardia alta” para tolerar y cumplir todas las medidas necesarias para proteger los sistemas de salud del colapso.

Fuente: https://www.finanzasdigital.com/2021/01/oms-los-casos-de-covid-se-multiplican-por-las-nuevas-variantes-del-coronavirus/

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2021: Urgencias y prioridades en la agenda de Primera Infancia mexicana

Ante la crisis sin precedentes urge la reactivación de manera inmediata de servicios esenciales centrados en la niñez como son la aplicación del esquema de vacunación, los servicios básicos de salud, los programas de nutrición, el registro de nacimientos, los programas de cuidado y de educación inicial.

Existen escasos antecedentes en la historia contemporánea de la humanidad de fenómenos que hayan moldeado de manera tan dramática la vida en sociedad como lo es la irrupción en 2020 de la pandemia causada por el coronavirus. Los impactos negativos de la emergencia global en la salud pública, la economía, la política, la educación, la convivencia, la seguridad, en síntesis, en el bienestar social son todavía insospechados y en consecuencia el futuro es presa creciente de la incertidumbre, miedo y desconfianza.

Bastan dos hechos para ilustrar la magnitud de la tragedia que ha representado la pandemia en nuestro país. El primero, de acuerdo a las cifras oficiales más recientes y en contraste con el escenario catastrófico previsto, desafortunadamente han fallecido más de 150 mil personas por COVID-19, lo que la convierte ya en la primera causa de mortalidad, superando las defunciones por enfermedades del corazón.1 El segundo es la crisis económica más severa en las últimas décadas, pues también de acuerdo a la información oficial, en 2020 la economía mexicana registró una caída del 8% en el Producto Interno Bruto.2

Ante este nefasto escenario, las afectaciones directas e indirectas de la pandemia al desarrollo adecuado de la infancia, en muchos sentidos se encuentran invisibilizadas, pese a que es la población que mayores estragos experimenta en el corto y largo plazo por sus consecuencias y la coloca en mayor desventaja en el disfrute efectivo de sus derechos, explicado en parte, por la idea errónea de que el virus no afecta o lo hace en menor medida que en otros grupos poblacionales.

Sin embargo, las amenazas que enfrenta la infancia además de las infecciones por COVID-19, son la interrupción de servicios públicos esenciales como son las intervenciones en materia de educación, atención básica a la salud, inmunización, nutrición y protección; además del incremento en la pobreza y la desigualdad por la recesión económica que ha afectado a millones de familias por la pérdida de empleos e ingresos.

De acuerdo a un estudio reciente de UNICEF las consecuencias sociales, económicas y de salud por el COVID son devastadoras en las niñas y niños, las cuales se han traducido ya en una crisis de escala mundial que amenaza la viabilidad de toda una generación: una tercera parte de los 140 países analizados registraron una reducción de al menos un 10% en la cobertura de una serie de servicios de salud como las vacunaciones, la atención ambulatoria de las enfermedades infecciosas infantiles y la salud materna; la cobertura de los servicios de nutrición para mujeres y niños ha registrado una disminución del 40% en 135 países.

Además, cerca del 30% de los estudiantes de todo el mundo no disponen de la tecnología necesaria para acceder a la educación a distancia desde su hogar, siendo los más afectados los niños en edad preescolar: 2 de cada 3 no pueden acceder a esta opción educativa. La pandemia de COVID-19 también está desencadenando una grave crisis en el aprendizaje y la atención de los niños en primera infancia, al menos 40 millones de niños de todo el mundo han dejado de recibir atención y educación por el cierre de los centros de educación temprana y las guarderías infantiles.

Finalmente, se estima que, a nivel mundial, el número de niños que viven en una situación de pobreza multidimensional –sin acceso a la educación, la salud, la vivienda, la nutrición, el saneamiento o el agua– se ha disparado en un 15%, es decir ha sumado a 150 millones de niños.3

Ante esta crisis sin precedentes y que implica riesgos de vulneración sistemática de derechos de la niñez, la urgencia de la agenda de primera infancia que deben abordarse para el 2021 en nuestro país es la reactivación de manera inmediata de servicios esenciales centrados en la niñez como son la aplicación del esquema de vacunación, los servicios básicos de salud, los programas de nutrición, el registro de nacimientos, los programas de cuidado y de educación inicial, por mencionar algunos.

Postergar la reactivación de estos servicios significa arribar a un escenario sin precedentes para la primera infancia: el resurgimiento de enfermedades previamente controladas por la aplicación de vacunas y el incremento de la mortalidad infantil; un deterioro severo en la salud de la niñez ante la limitada detección y tratamiento de afecciones; un retroceso en la prevalencia de desnutrición crónica infantil; mantener invisibilizados y excluidos a cientos de miles de niñas y niños al limitarse su derecho de identidad; así como la pérdida de oportunidades irrepetibles de aprendizaje para alcanzar su pleno potencial.

En este sentido, la reactivación necesariamente debe considerar la atención extraordinaria de los cientos de miles de niñas y niños que no pudieron acceder a dichos servicios durante el 2020 y que suman al rezago histórico previo a la emergencia del mundo COVID, además de los correspondientes a la operación ordinaria de los mismos. De no hacerse, los costos de toda índole para la sociedad en su conjunto serán altísimos y la aspiración de un país más próspero, sano, justo y seguro quedará sepultada por décadas.

Lo anterior, sin duda entraña un reto de primer orden, ante la esperanza que implica que nuestro país haya iniciado la implementación de la política nacional de vacunación contra el virus SARS-CoV-2, y haciendo votos para que sea un éxito en términos de cobertura universal, de logística y blindada de apetitos electorales, se prevé de acuerdo a lo anunciado por la autoridad sanitaria, que en este 2021 los esfuerzos gubernamentales estarán monopolizados por la aplicación paulatina de vacunas, lo que conllevaría el riesgo en postergar aún más la atención de los problemas asociados a la primera infancia.

Por ello, es imprescindible que el gobierno, alinee la prioridad de la vacunación contra el COVID y el interés superior de la niñez, pues de ninguna manera son excluyentes; de no hacerlo el riesgo de perder el potencial de una generación es demasiado alto. Una vía que se advierte para que ello ocurra es avanzar en la implementación de la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia, la cual señala el rumbo y los mecanismos para la promoción, protección y garantía integral de los derechos de la primera infancia. Es tiempo de actuar y dejar atrás la simulación, las excusas y la tibieza: el presente y futuro de la primera infancia lo exige.

Fuente: https://www.animalpolitico.com/pacto-por-la-primera-infancia/2021-urgencias-y-prioridades-en-la-agenda-de-primera-infancia/

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El Salvador: Clases en línea en zona rural: mala conexión, pobreza y falta de tecnología

América Central/El Salvador/29-01-2021/Autor: Jonatan Funes/Fuente: www.elsalvador.com

La baja o nula conectividad en las áreas rurales es lo que más preocupa a los padres de estudiantes previo al inicio del año educativo, ya que viven en zonas donde la señal es nula o no tienen las posibilidades para comprar una computadora o un celular.

“Ya no van a estudiar porque quiere dinero estar comprando papeles, ellos se sienten mal porque los profesores no van a dar clases en las aulas”. Son palabras de Antonia Luz Melara de Benítez, madre de tres estudiantes, debido a que se acerca el inicio de las clases y no tiene los recursos para que sus hijos continúen su aprendizaje de manera virtual.

Sus hijos son: Gladis Mercedes. de 16 años; José Elías, de 12; y Florentina Luz, de 10. Ya fueron matriculados en el C. E. Las Crucitas en Panchimalco, pero no saben si se podrán acoplar al ritmo de la escuela sin una computadora, sin dinero para internet y por las dificultades que pasaron el año pasado.

Antonia sostiene que si los profesores no regresan a las aulas, prefiere que sus hijos no estudien.

“Dinero no tenemos para estar comprando y recargando. No tenemos medios, apenas vamos consiguiendo para pasar el día”, expresó la madre.

Desde que suspendieron las clases presenciales, en marzo del 2020, y empezaron las virtuales, los hijos de Antonia no pudieron conectarse con sus profesores sino hasta septiembre que la madre vendió un cerdo y compró un teléfono.

“Yo lo hice porque los niños se sentían tristes porque otros compañeros estudiaban y ellos no. Les costó alcanzar los meses perdidos”, comentó. Para lograr conexión a Internet para el teléfono, los niños tienen que subirse al techo de la vivienda.

Según la investigación “Conectividad Rural en América Latina y el Caribe – Un puente al desarrollo sostenible en tiempos de pandemia”, presentada por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Microsoft en octubre del 2020, al menos 77 millones de personas que viven en territorios rurales de América Latina y el Caribe carecen de conectividad con estándares mínimos de calidad.

“El estudio, que concentró su trabajo en 24 países latinoamericanos y caribeños y ofrece un completo panorama sobre la situación de la conectividad rural en la región, revela que un 71% de la población urbana de América Latina y el Caribe cuenta con opciones de conectividad, ante menos de un 37% en la ruralidad, una brecha de 34 puntos porcentuales que mina un inmenso potencial social, económico y productivo. En total, un 32% de la población de América Latina y el Caribe, o 244 millones de personas, no accede a servicios de internet”, sostiene la investigación.

El estudio revela que El Salvador está en el grupo de países con niveles más bajos de conectividad junto a Belice, Bolivia, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Perú y Venezuela, que representan a un 28 % de la población rural de la muestra. “En ellos, entre el 71% y el 89% de unos 32.5 millones de personas no accede a servicios de conectividad de calidad”.

La misma situación de la familia Benítez de Panchimalco la vive la familia Jiménez del cantón San Juan en Tacuba, Ahuachapán, uno de los municipios con mayores índices de desnutrición infantil en El Salvador. Los Jiménez no tienen computadora ni acceso a Internet. Los padres, Tito Jiménez Pérez (47 años) y María del Carmen Urrutia (45) no tienen un empleo para costear la compra de datos para celular. Lo poco que ganan es del trabajo en el campo.

El hijo más afectado por las carencias es Kevin Ismael, de 10 años, quien tendrá que repetir el tercer grado. Sus padres, al no poder leer ni escribir, no lograron ayudarle para que desarrollara las guías de estudio a distancia repartidas por el Mined. El hijo mayor, Tito Antonio, de 17 años, desarrollo las guías con dificultad por la mala conexión, pero logró pasar a octavo grado. “El menor no pudo hacer las guías porque no les entendió. La dificultad es porque no tenemos los ingresos”, comentó la madre de ambos.

El padre recibe cinco dólares al día cuando hay trabajo en el campo, de ese dinero invierte $1.10 en la compra de datos para dos días. “Estamos de acuerdo en ponerlos estudiar, pero nosotros las guías no les entendemos. Nosotros como pobres que somos, no podemos tener todo lo necesario del hogar. Es una lástima que Kevin no aprendiera a leer”, expresó el padre.

La Fundación Educo sostiene que las niñas y niños y adolescentes tienen derecho a contar con un nivel de vida digno y adecuado, a la salud, a la educación entre otros. Ninguno de esos derechos debería de primar uno sobre el otro y el Estado tiene igual obligación de garantizarlos.

En el caso de la Educación, “debe de buscarse estrategias que permitan que las familias cuenten con los recursos tecnológicos y de conectividad necesarios, para ello el Estado debe de coordinar con la empresa privada, con las municipalidades y con las organizaciones de la sociedad civil”, explicó Manuel Santos, jefe de Planificación de Educo.

San Salvador 07 de enero 2021 Antonia Luz y Elías Benítez. Ambos estudiaron en línea en 2020. La familia vive en el cantón las Crucitas de Panchimalco Estudiantes de Panchimalco y Rosario de Mora con dificultades para recibir las clases en línea por la mala conexión de internet en donde residen, el costo monetario que incrementó a las familias.
Foto EDH/Jonatan Funes

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/eldiariodehoy/coronavirus-clases-en-linea-zona-rural-falta-de-recursos/799474/2021/
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Pobreza, trabajo y escritura

Un muchacho de 14 años, Silvio Astier, se inicia en la literatura –al salir de la escuela- con los libros de bandoleros que le alquila un viejo zapatero andaluz.

La vida de Silvio, que transcurre en una zona empobrecida de Buenos Aires, se funde con los argumentos de sus primeras lecturas. Así, además de a los bandidos, el adolescente admira a personajes como Rocambole, aventurero alumbrado por el Vizconde de Ponson du Terrail en sus novelas del XIX; también tiene predilección por Baudelaire, Dostoievski y Baroja.

Aficionado a los inventos, logró fabricar un cañón. Y con otros dos camaradas, Enrique Irzubeta (“el falsificador”) y Lucio, organizan una sociedad de ladrones, el Club de los Caballeros de la Media Noche. Los tres rateros asaltaron la biblioteca de una escuela, de la que sustrajeron 27 tomos, pero un policía les sorprendió y la peripecia incluso salió en los periódicos.

Un contexto de penuria familiar y necesidad de dinero marcan la vida de Silvio Astier: los recursos sólo alcanzan para que estudie su hermana Lila. Estando en la edad de la lactancia, su madre –de magro cuerpo y miserables ropas- caminaba con la criatura en brazos y pedía limosna para mantenerlo (“de su boca hambrienta se quitaba el pan para mi boca”). El protagonista ha cumplido 15 años y, forzada porque el casero aumenta el alquiler, la familia muda de barrio, a un “siniestro caserón”.

Una tarde, mientras el joven se entrega a la lectura, su madre le espeta: “Tenés que trabajar, yo no te puedo mantener”; Silvio cuenta su reacción: “Rencor a sus palabras tercas, odio a la indiferencia del mundo, a la miseria acosadora de todos los días”. El primer trabajo es en la librería de don Gaetano, un viejo famélico que vive en un cuchitril, y que le ofrece un peso y medio, casa y comida por laborar sin horario.

Así comienza El juguete rabioso, primera novela del escritor argentino Roberto Arlt (1900-1942), publicada en abril por Ediciones Dyskolo. Este sello sin ánimo de lucro ha editado otras dos novelas del narrador, periodista y dramaturgo porteño: Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931); otros títulos relevantes de Arlt son El amor brujo (1932), la colección de relatos El criador de gorilas (1941), piezas teatrales como La isla desierta (1937) y Saverio el cruel (1936) y los aguafuertes, una sección de artículos periodísticos que estrena en el periódico El Mundo en 1928.

Hijo de inmigrantes precarios –madre triestina y padre prusiano-, Roberto Arlt cursó hasta el tercer grado de primaria, fue autodidacta y –entre los 15 y 20 años- practicó diferentes oficios (dependientes de librería y mecánico entre otros); como consecuencia del maltrato paterno, abandonó el hogar familiar a los 16 años. El muchacho se acercaba a las librerías del barrio bonaerense de Flores –donde residía con su familia- y las tertulias literarias: hizo compatibles las vocaciones de escritor e inventor. “Tuve siempre que trabajar y en consecuencia soy un improvisado o advenedizo de la literatura”, reconocía en 1926 en el periódico Crítica.

Con una fuerte componente autobiográfica y escrito en primera persona, El juguete rabioso vio la luz en 1926, publicado por la editorial Latina; la intención de Arlt era titularlo La vida puerca, pero su amigo y novelista Ricardo Güiraldes le aconsejó que cambiara el propósito inicial. Un año antes publicó dos avances en la revista Proa. El volumen está dividido en cuatro capítulos: “Los ladrones”, “Los trabajos y los días”, “El juguete rabioso” y “Judas Iscariote”. Según el autor, “durante cuatro años El juguete rabioso fue rechazado por todas las editoriales”.

En el preámbulo a la edición de Espasa Calpe (1993), el novelista y ensayista Ricardo Piglia resalta la importancia de la lectura para Silvio Astier, siguiendo la pauta de Madame Bovary (confusión de vida y literatura); así, el texto de Arlt “narra el modo en que el héroe es devorado por el folletín; este muchacho de dieciséis años, que quiere ser ladrón, es un gran lector y el bovarismo es el secreto de su identidad. No le gusta la realidad y aspira a otro destino. Usa los libros como plan de acción y lee para aprender a vivir”. En El juguete rabioso son usuales las palabras en lunfardo (“pasen ché, les presento mi bulín”). Sobre el lenguaje y estilo del autor, en ocasiones “sobreactuado”, afirma Piglia: “Cuando Arlt confiesa que escribe mal, lo que hace es decir que escribe desde donde leyó, o mejor, desde donde pudo leer”.

El dinero reviste importancia en El juguete rabioso; Silvio Astier, Enrique y Lucio se deleitaban con “el dinero de los latrocinios, aquel dinero que tenía para nosotros un valor especial y hasta parecía hablarnos con expresivo lenguaje”; representa, de este modo, la antítesis del dinero abyecto que procede del trabajo penoso. Ricardo Piglia subraya esta idea en la obra de Arlt: “El dinero está puesto como causa y como efecto de la ficción (…); hacer dinero es salvarse”. También señala el valor de la pobreza: “Está en el origen de todo”.

La profesora de Literatura y autora del ensayo Roberto Arlt. Innovación y compromiso, Rita Gnutzmann, destaca el consenso en incluir la obra arltiana como parte del catálogo de autores referenciales en Argentina; A menudo, añade, se ha establecido la comparación con Borges: “El escritor marginal, anarco-revolucionario, semi-analfabeto e informal frente al burgués, integrado, estilista y de refinada cultura” (Roberto Arlt: un escritor actual, en Centro Virtual Cervantes).

En el artículo El juguete rabioso: del aprendizaje a la escritura (Revista de Literaturas Modernas, 2002), Gnutzmann subraya el estilo elaborado, el tono lírico de muchos fragmentos y el uso de metáforas (“me ceñía la frente un cilicio de nieve”); la especialista también observa en la novela el proceso de maduración de Silvio Astier; en el primer capítulo, “ataca el derecho a la propiedad y debe rendirse ante la fuerza coactiva de la policía. En el segundo debe aceptar la idea del trabajo, pero se rebela ante las humillaciones. En el tercero, lleno de ilusión por el nuevo trabajo y su capacidad de inventor, es expulsado e intenta suicidarse. En el cuarto, decide no ser juguete pasivo y toma las riendas mediante las traiciones y apuesta por el voluntario aislamiento de la sociedad”.

“Múltiples temas y episodios de sus cuentos y novelas vuelven explicable y casi fatal esta vocación paralela de inventor”, sostiene Julio Cortázar en el prefacio a las Obras completas de Roberto Arlt (Lohlé, 1981). Arlt fue alumno de la escuela mecánica de la armada. El personaje Silvio Astier ingresó, a los 16 años, como aprendiz en la Escuela Militar de Aviación; sin embargo, causó baja a los pocos días por orden del capitán Márquez, por la siguiente razón: “Aquí no necesitamos personas inteligentes, sino brutos para el trabajo”. Además, Cortázar defiende que la obra de Arlt tiene muy poco de “intelectual”; de hecho, “la escritura tiene en él una función de cauterio, de ácido revelador, de linterna mágica proyectando una tras otra las placas de la ciudad maldita y sus hombres y mujeres condenados a vivirla en un permanente merodeo de perros rechazados por porteras y propietarios”, asevera el autor de Rayuela.

Por otra parte Juan Carlos Onetti considera que Roberto Arlt escribió con genio y rabia sobre su infortunio; En el prólogo a la edición de Bruguera Alfaguara (1979), el escritor uruguayo cuenta la reacción que se produjo en Buenos Aires a la edición de El juguete rabioso: “Los intelectuales interrumpieron los dry martinis para encoger los hombros y rezongar piadosamente que Arlt no sabía escribir. No sabía, es cierto, y desdeñaba el idioma de los mandarines: pero sí dominaba la lengua y los problemas de millones de argentinos, incapaces de comentarlo en artículos literarios, capaces de comprenderlo y sentirlo como amigo que acude –hosco, silencioso o cínico- en la hora de la angustia”. Roberto Arlt, añade Onetti, no escribió tangos inmortales, pero seguro que leyó Humillados y ofendidos, la trágica novela social de Dostoievski.

Fuente: https://rebelion.org/pobreza-trabajo-y-escritura/

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Represión contra migrantes hondureños en Guatemala

América Central/Guatemala/22-01-2021/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

A la fuerza se disolvió ayer la caravana migratoria, que tiene como objetivo final llegar a Estados Unidos.

El Gobierno de Guatemala disolvió este lunes a la fuerza la caravana migrante compuesta por más de 6.000 hondureños, que huyen de la pobreza en su país y que pretenden llegar a Estados Unidos, en busca de trabajo.

Más de 500 agentes de la Policía Nacional Civil y decenas de soldados del Ejército de Guatemala desalojaron al mediodía de ayer la carretera donde los migrantes se encontraban varados, en el departamento de Chiquimula, cercano a la frontera con Honduras y ubicado unos 200 kilómetros al este de la capital del país.

Disueltos

Los hondureños, imposibilitados de avanzar desde el sábado por la barrera policíaca, fueron desalojados a empujones por las fuerzas de seguridad guatemaltecas, quienes habían dado un plazo de 10 minutos a la multitud para que liberara el paso.

La caravana quedó disuelta después del operativo y cientos de hondureños se adentraron en el poblado de Chiquimula, Vado Hondo, acorralados por los disparos de gases lacrimógenos lanzados.

El enfrentamiento no reportó heridos de gravedad e hizo retroceder a los migrantes, quienes quedaron desperdigados por el lugar a la espera de encontrar una ruta alterna.

Desde la semana pasada, el Gobierno guatemalteco había advertido que no dejaría avanzar a los hondureños sin cumplir con los requisitos migratorios, principalmente una prueba negativa de la Covid-19.

¿Por qué el éxodo hondureño?

El éxodo de miles de hondureños, que la semana pasada salieron en caravana con la idea de llegar a EE.UU. en busca de trabajo, es un reflejo de la crisis que vive su país desde 2009, que se agudizó con la desgracia sufrida en 2020 por la pandemia de Covid-19 y las tormentas tropicales Eta e Iota.

Honduras, un país con 9,3 millones de habitantes, acumula 134.111 casos de Covid-19 y 3.354 muertos.Los fenómenos naturales afectaron principalmente el Valle de Sula, región que produce el 45% del producto interno bruto (PIB) del país, lo cual ha dejado consecuencias gravísimas para Honduras.

La crisis deja en las cifras de desempleo a 1 millón de personas en el sector formal y más de 1,5 millones de personas con problemas de ingresos en el sector informal.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102338471/represion-contra-migrantes-hondurenos-en-guatemala

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