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Los niños de Siria

Por: Leoncio Durán Garibay

“Los árboles y pájaros más bonitos que yo jamás haya visto, estaban cerca de mi casa. Hoy los árboles están quemados y los pájaros hambrientos, porque no hay nadie que los alimente.”  Con esta frase en forma de metáfora, uno de los 2.5 millones de niños sirios, que han huido de su país y que hoy viven en calidad de refugiados, intenta explicar lo que ahí sucede y en su desafortunada realidad. Además otros 6 millones  de niños viven en calidad de refugiados dentro de su mismo país, obligados a huir de su hogar, de su ciudad. El 85% de esos niños  están en condiciones de extrema  pobreza.

La desnutrición es un cáncer que afecta a muchos de estos niños, la situación es apremiante, miles de ellos podrían morir de hambre, porque en el mejor de los casos, un pan y un vaso de agua no son suficiente para mantenerlos sanos y con vida. Los extremos son por demás conmovedores, cundo una madre de familia se ve obligada a hervir agua, para engañar a sus hijos, haciéndoles pensar que ya pronto tendrán alimento y así con éste engaño, se queden dormidos y no sigan pidiendo comida.

   Pero la muerte es una fiera salvaje que acecha en todos los rincones del país, no sólo por desnutrición mueren los niños, también por las balas y  bombas que no respetan; ni escuelas, ni hospitales, menos hogares o refugios. Según datos de la UNICEF, tan sólo en los meses de enero y febrero del presente año, han muerto en Siria más de 1,000 niños, lo que representa que cada hora y media  muere un niño, ¡escalofriante verdad!  Las imágenes son por demás dramáticas, cuando un padre intenta salvar la vida de su hijo que está bañado en sangre, corre con él en sus brazos,  para  llegar a un hospital que quizá ya no exista. Otra imagen es la de esos niños con síntomas de asfixia,  víctimas de un atentado con bombas químicas.

   El derecho a vivir  una infancia feliz, es un anhelo difícil de alcanzar para estos niños; la educación se ha convertido en lujo, no hay escuelas,   son obligados a  trabajar para ayudar o para mantener la familia. La salud es un derecho que no existe, no hay medicamentos, tampoco hospitales.  Con frecuencia son violentados sexualmente, reclutados y obligados a formar parte del ejército o de los grupos terroristas, y qué decir de aquellos niños que han quedado mutilados de su cuerpo y mutilados en sus sueños.

Por ello, me permito escribir algunas frases, tomadas de niños que han sido entrevistados, en diversos reportajes, trasmitidos en varios  medios de comunicación del mundo, y que  pueden considerarse como una petición de esos niños, que hoy no tienen nada que festejar, pero sí mucho que anhelar, mucho que preguntar y quizá mucho que reclamar.

–Es como un mal sueño, no puedo creer lo que está pasando.

–Yo sólo quiero volver a mi país y a mi escuela, con mis amigos.

–Sólo pido que la guerra termine, ¿dónde está la ayuda de los demás países?

–Somos niños de Siria, miren lo que nos está pasando, estamos siendo masacrados, mutilados, desahuciados y el miedo nos domina.

–¡¿Qué hemos hecho para que nos asesinen?

–Ustedes sólo detengan la guerra y nosotros no vendremos más a sus países, sólo detengan la guerra, ¡sólo eso!

–Un misil cayó justo en mi casa, mis abuelos murieron y 40 niños más, sacaron a mi abuela en 4 trozos.

–Sólo quiero entender una cosa, ¿por qué nos están bombardeando? Por qué ellos pueden, ¿sólo por eso?

–Me han dejado sin pierna y sin brazo, nos han matado, ¿Quién les dio permiso para eso?

— “Por favor ayuden a los sirios”.

–¡Hola Sr. Trump!, ¿alguna vez ha estado sin comer y sin beber, durante 24 horas? Piense en los refugiados y en los niños de Siria.

–Le digo al presidente Bashar que nos ha matado, que puede matarnos de hambre, puede matarnos de sed, puede encarcelarnos, puede torturarnos, puede dejarnos huérfanos,  pero no va a poder cambiar lo que sentimos en nuestros corazones.

–Y estos países que apoyan y mandan armas, ¿Qué piensan?, ¿Qué os pasa? ¡Nos están matando!

–Los sueños de nuestra infancia permanecen  en nuestro interior y aún no han crecido, los han mutilado también, ¿con qué derecho?

Fuente: https://www.elsoldeparral.com.mx/columna/los-ninos-de-siria

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Exigencia y formación del espíritu crítico: La reforma educativa en… Francia

Francia/28 de Abril de 2018/Elentrerios

Podríamos ocuparnos de casos más interesantes, y en los que en materia educativa se han logrado resultados que provocan asombro, como Finlandia, Singapur o Corea. Pero la verdad es que esta es una temática en la que por lo general “no se da pie con bola”, como consecuencia de que la sociedad toda –y no solo el sistema educativo- está en una situación que de una manera optimista cabría definir como “transición”, aunque por lo general se habla de “crisis”.
Si lo sabremos nosotros que en el último medio siglo vamos por la no sé cuentas “reformas educativas” todas ellas fallidas. Es por eso que nos ha parecido de interés hacer referencia a declaraciones recientes del Ministro de Educación francés, de visita a nuestro país, acerca de los presupuestos de que parte, de los lineamientos de sus propósitos y cambios que ha comenzado a poner en ejecución en el sistema educativo francés.

En realidad, a lo que se asiste, son consideraciones fundadas en el sentido común, por lo que muchas veces suenan a obvias. Y que parten del presupuesto que el suyo – como pasa igual con el nuestro- es un sistema educativo que tiene dificultades para cumplir acabadamente su misión y en el que muchos alumnos concluyen su escolaridad obligatoria con tantas falencias.

Es por eso, que en el segundo presupuesto se hace presente en sus reflexiones el concepto de “exigencia”. Es cuando afirma que “si queremos que todos los niños, cualquiera sea su origen social, accedan a los saberes, debemos ser muy exigentes”. Para remarcar diciendo que tiene la exigencia y la excelencia como metas a la que se debe aspirar en forma permanente aunque no se las alcance nunca del todo “porque quiero el bien de todos los niños, quiero que lleguen a tener los saberes fundamentales”.

En lo que insiste al señalar que “si la escuela no la reclamamos para todos los niños, solamente la tendrán los de las familias favorecidas. Entonces si queremos la igualdad debemos querer la exigencia y la personalización, y por supuesto cuando un niño tiene dificultades hay que apoyarlo, ayudarlo de manera muy fuerte. Pero si tomamos por ejemplo las matemáticas, sabemos que es muy importante conocer las cuatro operaciones bastante temprano. Si se atrasa eso, no es bueno para el niño.”

A partir de allí entra en el terreno de algunas reformas basadas en el sentido común: “es en los primeros años de escolaridad que se deben concentrar los esfuerzos; exigencia e inclusión van necesariamente juntas, no habrá una sin la otra; el profesor no es un animador, la revolución tecnológica que estamos viviendo cambiará cosas, pero no lo esencial porque siempre se necesitará un ser humano para transmitir saberes y valores». 

De allí que sea la estrategia de la que se debe partir la de poner más medios y más esfuerzos en los territorios más pobres. Esa, según lo señala, “es la única manera de lograr que todos los niños adquieran los mismos saberes elementales, leer, escribir, contar, respetar al otro. Transmitir los saberes y los valores que la escuela debe transmitir es un reto para todos los países”.

Y añade que “en Francia hay un 20 por ciento de niños que no alcanzan estos saberes, dado lo cual se hace necesario tomar en cuenta el hecho de que muchas cosas se instalan durante los primeros años de la vida.Y a ese respecto destaca que en Francia tienen lo que llaman la Escuela Maternal, entre los 3 y los 6 años, que ahora será obligatoria lo que permitirá poner un acento sobre el carácter decisivo de esa etapa, porque es cuando se pueden compensar las desigualdades de lenguaje que puedan existir entre los niños debido a circunstancia familiares. Es el momento en que el vocabulario en especial se puede enriquecer”.

En segundo lugar “la idea es poner más medios y más esfuerzos en los territorios más pobres, lleva a que en ellos se tengan clases de 12 alumnos, en los dos primeros años de la escuela elemental, cuando el niño empieza a aprender a leer, escribir y contar, y tiene 6 y 7 años”.

En tercer lugar hacer un esfuerzo para la formación de los maestros, “en particular los de la Escuela Maternal y los primeros años de la primaria. Y es imprescindible hacerlo por ejemplo en cuanto a las matemáticas, porque necesitamos darles fuerza pedagógica a los maestros y maestras”.

Además el funcionario francés señaló que considera que “la evaluación de los alumnos es necesaria -tiene casi un fundamento «antropológico»- y que la evaluación docente debe ser colectiva, de un equipo, de un proyecto. La evaluación de los alumnos es algo sumamente importante. No hay que abandonar la evaluación, todo el mundo la necesita, y los niños quieren la evaluación. Por ejemplo en el deporte todo el mundo quiere la evaluación, en los videojuegos hay una evaluación permanente con puntos; hay algo antropológico en el tema de la evaluación. La gran pregunta es en qué medida la evaluación le permite a uno progresar, ya que ella debe servir para motivar. Entonces, tanto para el alumno, como para el profesor o el sistema, debemos tener una evaluación que estimule”. 

Advirtió sobre discursos sobre la igualdad que van en contra de la igualdad. Por ejemplo en el caso francés se dio la desaparición de clases bilingües o trilingües en nombre de la igualdad, porque como sólo una parte de los alumnos lo hacía, parecía un elemento de desigualdad. “Hay que pensar al revés, porque estas clases estamos en condiciones de ponerlas en particular en los colegios pobres para crear excelencia. Debemos entonces tener una estrategia de creatividad, de libertad, al servicio de la igualdad”.

El tema de la digitalización presente de manera creciente en todos los aspectos de nuestra vida no podía estar ausente en sus reflexiones. Es así como dijo que “sabemos todos que la tecnología tiene aspectos buenos y aspectos negativos. Hay muchas revoluciones digitales en este momento, no hay una sola; tenemos que hacer una distinción entre sus diferentes aspectos. Por ejemplo, sabemos muy bien que las pantallas son negativas para los pequeños. Hasta los 7 años, es mejor no ponerlos ante una pantalla o hacerlo por breves lapsos de tiempo. En cambio, interactuar con un robot puede ser muy positivo para un niño, incluso muy pequeño. Es una cuestión de distinción entre los buenos y los malos uso”.

“En la nueva civilización tecnológica, en esta revolución en la historia humana que estamos viviendo, es sumamente importante dar raíces y saberes fundamentales sólidos a nuestros niños, por eso la escuela primaria debe transmitir saberes básicos con dos competencias fundamentales que son la lógica y la cultura”.

El gran desafío de nuestra nueva sociedad es lograr una buena pareja entre el ser humano y la máquina y el primero debe seguir siendo el maestro. “En una sociedad donde es tan fácil conseguir información es importante tener un profesor que antes de eso transmita un saber, una metodología y una capacidad de estructurar el pensamiento”.

“El respeto al otro como objetivo de la escuela”

Esto es ver que el ser humano tiene un potencial enorme en materia de conocimiento, pero también en materia de empatía, de entendimiento del otro, y vemos que también es una cosa que se desarrolla mucho cuando el niño es muy pequeño. Entonces lo que pasa en los primeros años de la escuela, sea la competencia o el espíritu colectivo, da una primera dirección a la capacidad de respetar al otro. El desarrollo de la empatía es uno de los retos de la escuela y entonces debe haber también en la formación de los maestros algo que los ayude a desarrollar eso en el niño”.

Como debería quedar claro, las reflexiones precedentes no solo son válidas para los franceses, sino que parecieran estar dirigidas a nosotros.

Fuente: https://www.elentrerios.com/opinion/exigencia-y-formacin-del-espritu-crtico-la-reforma-educativa-en-francia.htm
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En busca de la igualdad nunca alcanzada

Cuba/28 de Abril de 2018/Rebelión/Reseña de Investigación-

La experiencia internacional muestra que la desigualdad acentuada se convierte en un obstáculo para el crecimiento y para abatir la pobreza

La presentación que haré a continuación, la había titulado originalmente: «En busca de la igualdad perdida» a manera de homenaje a Marcel Proust. Sin embargo, decidí que probablemente la igualdad no la perdimos como tal y que tal vez, en nuestra conciencia como especie humana, nunca la hemos tenido. Por ello decidí invocar la aspiración y denominar este modesto ensayo: «En busca de la igualdad nunca alcanzada».

La desigualdad suele entenderse en sus términos más simples, como disparidad o diferencia negativa. Con frecuencia se refiere a los niveles de ingreso o de riqueza, pero eso es solo parte de ella, ya que pueden registrarse muchas otras dimensiones de la desigualdad social.

Entre ellas están las de orden cultural o político; las que tienen que ver con el género o el grupo étnico; las que derivan de la pertenencia a un grupo de edad, las condiciones de salud o los niveles de educación; e incluso aquellas determinadas por la organización de la sociedad. Cuando hay pobreza, la desigualdad suele agravarse y juntas generan un circuito que tiende a reproducirse.

La experiencia internacional muestra que la desigualdad acentuada se convierte en un obstáculo para el crecimiento y para abatir la pobreza, además de que debilita la vida democrática, de que genera irritación colectiva y de que amenaza la cohesión social. Es por ello que en la actualidad, todavía más allá de los imperativos éticos esenciales que plantea el combate a la desigualdad, se hace indispensable impulsar acciones que aseguren un crecimiento más incluyente.

Los problemas que plantean la desigualdad social y la económica en nuestras sociedades, han adquirido una dimensión vista pocas veces en la historia de la humanidad. En este sentido, el debate de las últimas décadas en materia de crecimiento económico y desarrollo humano ha girado en torno a los papeles e importancia que se conceden al Estado o al mercado, en los procesos de la economía y la puesta en práctica de las políticas públicas.

Si algo ha quedado en claro para algunos, entre los que me incluyo después de la discusión, es que el mercado por sí solo no es capaz de solucionar los problemas de la sociedad y que incluso puede agudizarlos cuando los más desprotegidos quedan a merced de las poco sensibles, pero muy poderosas fuerzas del mercado. Al mismo tiempo, nos resulta evidente que la intervención del Estado llevada al extremo puede provocar verdaderas catástrofes humanas, derivadas principalmente de la quiebra de las finanzas públicas, de la anulación de las iniciativas de la propia sociedad y en especial, de un autoritarismo que necesariamente queda interconstruido en un modelo de esa naturaleza.

Hoy debiera ser ampliamente aceptado que, como han argumentado muchos, no es verdad que exista una mano invisible que generosa e imparcialmente regula los mercados y que, en cambio, resulta indispensable que funcione la decisión regulada y contundente del Estado, para ayudar a quienes menos tienen y que, por diversas razones, se encuentran en desventaja social. El secreto radica en encontrar el equilibrio entre los dos elementos y tal vez la virtud sería tener más y mejor Estado y más y mejor mercado. Un Estado con clara vocación social, pero igualmente eficiente. Un mercado de igual forma competente, pero también comprometido con las causas centrales de la colectividad.

La desigualdad social no se resolverá sin políticas públicas integrales en favor de los más desprotegidos y tampoco sin crecimiento económico sostenido. El bienestar y el progreso de un país no se dan en la pobreza, pero la riqueza por sí sola no garantiza niveles pertinentes de vida o bienestar y tampoco niveles convenientes de justicia social.

En el proceso de combate a la desigualdad se requiere de la puesta en práctica de acciones de educación y de salud, dos de los igualadores sociales por excelencia; pero también de políticas de impulso al empleo, la ciencia y la innovación; de cambios en la conducta de la población: mayor tolerancia y comportamiento cívico, respeto a las diferencias, uso apropiado de las libertades, al igual que del cumplimiento de los deberes ciudadanos y del fortalecimiento de los valores laicos ampliamente aceptados.

La prioridad de cualquier sistema político y social debe radicar en la búsqueda del bienestar colectivo y de la propia estabilidad social, de la generación de los mayores espacios de libertad y democracia y de la construcción de un entramado que promueva el desarrollo armónico de las potencialidades individuales y colectivas, y de asegurar que en todas las situaciones se respetan los derechos y se favorece la dignidad del ser humano.

Por lo anterior, el objetivo no debe radicar solo en el mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos y por el contrario, los esfuerzos deben dirigirse a encontrar la combinación virtuosa de tres elementos esenciales: la libertad individual, la justicia social y la eficiencia económica. Todos ellos armonizados por un entorno democrático. Ese parece ser uno de los grandes retos para nuestras generaciones.

A continuación me planteo la posibilidad de construir frente a ustedes cuatro aforismos respecto del tema que nos ocupa. El primero señala que, y digo: «La desigualdad es un mal de ayer y hoy, pero no debe ser para siempre». Existe consenso entre académicos, expertos, jefes de Estado y de Gobierno, al igual que entre directivos de organismos multinacionales, respecto a que el problema de la desigualdad social y económica tiende a crecer y que puede tener consecuencias que socaven las bases de la paz social y del desarrollo.

Por ello conviene tener presente que el ingreso nacional bruto per cápita de los países desarrollados es cercano a los 40 mil dólares, en tanto que el de los países pobres no llega a los tres mil dólares. Esto implica que hay un ingreso catorce veces inferior. De igual manera, es oportuno recordar que solo veintitrés países concentran el 80 por ciento de la producción mundial de bienes y servicios y que 170 producen el 20 por ciento restante.

Un segundo aforismo nos podría recordar que: «La economía y la política deben servir para cerrar las brechas entre poseedores y desposeídos». La construcción de sociedades más equitativas, donde se cierren las diferencias que existen entre quienes disponen de todo y los que carecen de lo fundamental, constituye el objetivo último de las acciones de gobierno. Todo modelo económico, sistema político o estructura jurídica, deben aspirar a promover el cumplimiento de los derechos humanos, la igualdad de oportunidades y el progreso de individuos y colectividades.

De acuerdo con el Informe sobre el Desarrollo Humano más reciente, de 193 países considerados, casi la mitad tiene un desarrollo humano medio o bajo, en tanto que el 23 por ciento del valor del índice del mundo, se pierde a causa de la desigualdad. Es por ello que el tercero de los señalamientos que se propone reza así: «El modelo de desarrollo que se ha seguido debe reformarse, los aportes que podía hacer se han agotado».

Por último, propongo un cuarto aforismo en el sentido de que «La democracia verdadera sólo prospera entre sociedades sanas y preparadas». La democracia es un sistema de vida que procura que todos vivamos mejor, en armonía, con los mejores medios para alcanzar el progreso material y espiritual que se desea, sin exclusiones ni discriminaciones. No puede haber un sistema democrático donde prevalecen la ignorancia, el fanatismo, el atraso, la desigualdad, la pobreza, o la marginación.

La salud es una de las condiciones indispensables del progreso y el desarrollo de una persona, pero también de una colectividad. Se trata de un requisito imprescindible para conseguir la expresión completa de las capacidades y potencialidades de individuos y de grupos. Su fomento, cuidado y recuperación conforman ahora uno de los derechos fundamentales del ser humano. La salud actúa como elemento de inclusión, de productividad y de desarrollo humano. Con frecuencia sostengo en mi país, y ahora lo reitero, que si bien es cierto que la salud no es todo, sin salud no hay nada. Además tiene que ver con prácticamente todos los campos de la existencia.

Por ello preocupa que desde muy diversos ámbitos de los sectores público, privado y social, la salud no reciba el apoyo que requiere. Por ello llama la atención que no se valoren a cabalidad la importancia y los logros de países como Cuba en la materia. En la actualidad hay en el mundo decenas de millones de personas que sufren y mueren en razón de la precariedad de los servicios y programas de salud, de la debilidad de las políticas públicas puestas en práctica, de los recursos financieros limitados que se destinan a su cuidado, de la falta de recursos humanos debidamente preparados. Mucha gente muere en el mundo a causa de padecimientos de los que sabemos casi todo y para los que contamos con medidas preventivas, diagnósticas y terapéuticas probadas y efectivas.

En el mundo, uno de cada cuatro niños nace sin atención profesional y más de 90 millones de menores de cinco años crecen con deficiencias de peso y nutrición insuficiente, en tanto que más del seis por ciento está en el otro extremo y vive con sobrepeso u obesidad. El de la nutrición es uno de los temas que genera vergüenza en la sociedad. Cerca de 795 millones de seres humanos no tienen cubiertos los mínimos de nutrición y la inmensa mayoría, más del 97 por ciento, vive en los países pobres.

Es increíble que mientras el ser humano organiza brigadas de muerte con guerras absurdas; que edifica torres y construcciones impresionantes; que lleva sus actividades al límite e incluso afecta cotidianamente la cadena de la vida; que derrocha recursos a diestra y siniestra; que impulsa el sorprendente y maravilloso mundo de la ciencia y la tecnología; que es capaz de escudriñar el espacio exterior, el centro de la Tierra y el propio cuerpo humano; es inverosímil que ese ser humano no haya resuelto los graves problemas de la subsistencia de cientos de millones de personas. Hago la paráfrasis de un argumento de Shakespeare y digo que «Algo debe estar podrido en nuestro mundo».

El tamaño de la desigualdad en salud es tal, que hace apenas tres años la razón de muerte materna en los países desarrollados era de doce por cien mil, en tanto que en los no desarrollados era veinte veces más alta. Lo mismo pasa con la mortalidad infantil, la neonatal o la de menores de cinco años, por no recordar la cobertura de servicios y el acceso real a los mismos o la propia forma de enfermar y morir de las personas que muestra un cuadro lleno de contrastes.

Contar con niveles adecuados de salud es uno de los requisitos indispensables para mejorar en materia de igualdad. Sin salud, esta última es solo una ilusión o en el mejor de los casos una esperanza. Desde nuestro sector, es mucho lo que las generaciones previas aportaron a la sociedad. Ahora toca a las nuestras avanzar y profundizar en la tarea. A los trabajadores de la salud pública nos mueven las causas. Tenemos una por la que vale la pena comprometerse.

Gracias a Cuba, a sus autoridades y a su gente, por darnos el foro y el ánimo para pronunciarnos al respecto.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=240890

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Embarazos, aborto y pobreza

Por: Jorge Ossona

Para ser fructífero y productivo, el debate sobre la despenalización del aborto debe despojarse de prejuicios distorsivos y aprovecharse para comprender un poco más algunas problemáticas sociales con las que suele relacionárselo. Es el caso de los embarazos adolescentes en los mundos de la pobreza.

Se habla de miles de niñas, adolescentes y mujeres obligadas a concebir hijos en contra de su voluntad o a abortar clandestinamente en condiciones sanitarias que pueden costarles la vida. También, de los consiguientes hijos malnutridos y con capacidades cognitivas y de aprendizaje disminuidas. Veladamente, se plantea al aborto legal como solución alineada con los deseos de esas jóvenes. El panorama en villas y asentamientos, sin embargo, desmiente esos supuestos y plantea realidades más complejas.

Es cierto que la edad promedio de las primerizas oscila entre los quince y los dieciocho años. Pero a partir de entonces, las jóvenes ya no se reconocen como adolescentes sino como mujeres. Es más, una chica de veintiuno que aún no tiene descendencia suscita la sospecha de la infertilidad; un fantasma vivido con particular dramatismo por mujeres cuya única respetabilidad en un entorno patriarcal lo constituye la maternidad.

Tampoco es cierto que sea la ignorancia sobre los métodos anticonceptivos el motivo de tales embarazos. Los conocen muy bien a raíz de su difusión en escuelas y campañas preventivas estatales administradas desde centros comunitarios. Pero su uso queda siempre supeditado a la decisión autoritaria de sus parejas que, en la mayoría de los casos, los descartan en procura de una sensualidad más intensa.

Los embarazos consiguientes no son tampoco el producto de una planificación; pero sí una probabilidad deseada por la mayoría. Y ello tiene que ver con toda una serie de valores del nuevo y aún poco conocido mundo de la marginalidad. Durante los últimos cuarenta años, villas y asentamientos se han convertido en ámbitos de una sociabilidad cuya intensidad es correlativa a los procesos de desafiliación respecto del trabajo y la educación. Los empleos precarios o inexistentes, el hacinamiento habitacional y la deserción escolar han minado las concepciones temporales de la sociedad integrada.

Las ideas de futuro han sido sustituidas por el fatalismo de un presente continuo concentrado en la supervivencia cotidiana. Muchos padres insisten en la escolarización de sus hijos; pero otros la descalifican.

En el caso de las chicas, para que se acometan a la ayuda en el cuidado y la asistencia de madres y parientes. La falta de proyectos alternativos las sume en una rutina de aburrimiento y subordinación a los mandatos familiares. Quedar embarazadas les supone la posibilidad de salir del tedio, de las sujeciones abusivas, y de los peligros de parientes y vecinos acechantes.

Automáticamente, ganan respetabilidad; devienen en protagonistas y no meras auxiliares solidarias. La maternidad les confiere así una suerte de afirmación personal e incluso su ciudadanía por el acceso a nuevos derechos.

Su efecto demostrativo cunde; y es imitado por pares ansiosas de acceder también al cambio de estatus. ¿Reafirmación conservadora o versión local de una rebelión anti patriarcal? Una discusión importante que supera los límites de este diagnóstico.

Una vez concebidos sus bebés, son alojadas en sus propios hogares o en el de padres que asumen sus responsabilidades; casi siempre otro joven un poco mayor que ellas. Otros –no pocos- se desentienden y se alejan transitoriamente del barrio por miedo a las represalias de parientes “deshonrados”.

El deseo de formar una familia es percibido con cierto escepticismo habida cuenta del carácter volátil que le confieren a las relaciones de pareja, y del escaso compromiso paternal tanto en los cuidados del embarazo como en los de la crianza. Muchas conforman verdaderas comunidades de madres solteras junto con sus propias progenitoras, hermanas, primas y tías que se asisten recíprocamente y contribuyen mediante distintas changas a su fondo de subsistencia.

La imposibilidad de trabajos estables las convierte en candidatas ideales para la especulación de la política clientelar que les suministra subsidios sin otra contraprestación laboral que la de asistir con sus hijos a movilizaciones exigidas por las organizaciones sociales que las usan para disuadir eventuales represiones. Un espectáculo, por lo demás, prácticamente naturalizado en piquetes y cortes de rutas y avenidas.

El aborto casi nunca se halla en el horizonte de sus expectativas, por considerarlo contradictorios con su aspiración de devenir en madres lo antes posible. Tampoco en el de sus padres o parientes por razones religiosas o culturales. No son los abortos clandestinos, entonces, los que explican la elevada mortalidad de los jóvenes carenciados en general sino otras causas que requieren también de incisivas políticas públicas. Aclararlo, tal vez contribuya a habilitar un debate maduro sin conmiseraciones especulativas “pobristas” o pseudo-progresistas y abrir cauce a otros de gravedad equivalente.

Fuente: https://www.clarin.com/opinion/embarazos-aborto-pobreza_0_rkwaVZnsM.html

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La educación dispareja

Por: Manuel Gil Antón

En nuestro país, 22 de cada 100 habitantes no viven en pobreza, ni corren riesgo de hacerlo. Muy pocos. Ubicados oficialmente en la casilla de los pobres hallamos a 44% (8 y 36% en condición extrema o moderada, respectivamente). Son el doble. Y 34 por centena son vulnerables —en peligro de serlo— ya sea por carencias en el ejercicio de derechos sociales, o al superar apenas, por muy pocos pesos, la línea de la pobreza de ingresos.

En la tablita. Esta situación no es pareja entre estados: Veracruz, Guerrero, Oaxaca y Chiapas tienen a más de 30% en el grupo de ingresos más bajos; Nuevo León, nuestras dos Californias, la Ciudad de México, Quintana Roo y Sonora muestran el mismo porcentaje, pero en la quinta parte de la población con mayores ingresos. Alto contraste.

Otro dato que cala: e l 10% más rico concentra 62 centavos por peso del Ingreso Corriente Total, mientras su opuesto, el más bajo, no alanza ni medio centavo: 0.4. Dicen los expertos, luego de exponer las cifras anteriores: “Las condiciones contextuales y familiares tienen un fuerte peso en la explicación de las diferencias en el acceso y la permanencia en la escuela y el logro educativo”.

¿Evidencia? Entre 2010 y 2015 el analfabetismo disminuyó de 6.9 a 5.5% de los mayores de 14 años, pero si se es hablante de una lengua indígena se multiplica por más de cuatro: 23% (4.2 si no se es); si se vive con alta marginación sube a 19% (2.8 en el polo opuesto) y cuando la persona que ocupa la jefatura del hogar carece de escolaridad, la incapacidad de “leer o escribir un recado” llega a 35%, mas si tuvo acceso a la educación obligatoria completa, o a nivel superior, casi no existe: 0.5 y 0.3.

En 2016, el promedio de escolaridad nacional equivalía a terminar la secundaria. En el sector más pobre se reduce a culminar la primaria, y el mejor avituallado rebasa la prepa. Tres años para abajo o para arriba según se (mal) distribuye el ingreso. En ese mismo año, el segmento de población de 30 a 34 años con “al menos educación superior” alcanzó al 19%: en el quintil con menores ingresos eran 2.2, y en el más alto 52%. Inmensa distancia. ¿En qué año alcanzarán los mexicanos, en promedio, 12 años de escolaridad? La pregunta es importante, pues implica saber cuándo se logrará una cobertura promedio equivalente a la educación obligatoria que, en pocos años, habrá de incluir a la media superior. Depende.

El grupo que no habla una lengua indígena en 2035, y el que tiene este rasgo lo hará hasta 2050. Quince años después. Al país lo cuartea la desigualdad. Y la distribución de los bienes y servicios educativos ahonda la grieta: en 2013, 12 de cada 100 planteles de preescolar no tenían baño. Inaceptable, es cierto, sobre todo si se distingue a los planteles generales, con el 5%, de los indígenas y comunitarios: 23 y 21 es el porcentaje respectivo. La ausencia de este servicio elemental, en primaria, se acerca a una de cada 10 escuelas: de nuevo, si son indígenas o comunitarias, es mucho mayor: una cuarta parte del total.

Nada más una de cada 100 secundarias generales carece de sanitarios y, en contraste, 22 de las comunitarias. En las primarias privadas, 85% tienen al menos una computadora; en las públicas generales 43%, y en las indígenas y comunitarias solo 16 y 2% en el mismo orden. ¿Cuál es el mobiliario más básico en una escuela? Mesabancos o pupitres, al menos sillas, para los alumnos: en una quinta parte de las escuelas para los pobres e indígenas no existen. Estos datos provienen del Informe 2018 que ha publicado el INEE. ¿Quién se hace cargo de este desastre sesgado por la injusticia? ¿No hay responsables? ¿No hay Evaluación del Desempeño que aplicar a los gobiernos? No.

Hay que mirar al futuro, dicen, no al pasado. Estamos frente a otra arista de la impunidad. Sin pudor: sin-vergüenza(s).

Fuente del Artículo:

La educación dispareja

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SOS de la OMS para acabar con la malnutrición en África en el 2030

África/21 de Abril de 2018/El Periódico

En el 2016, unos 59 millones de niños en el continente sufrían retrasos en el crecimiento

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reclamado este martes una «acción urgente» para conseguir que en el 2030 se acabe con la malnutrición y se consiga instaurar una cobertura sanitaria universal en el continente, algo «poco probable» si se tienen en cuenta los datos actuales.

La directora de la OMS para África, Matshidiso Moeti, lamentó que «las cifras actuales no solo implican que sea poco probable que se consiga cumplir los objetivos globales de nutrición en el 2025, sino que también lo es que se acabe con todas las formas de malnutrición hacia el 2030», en un comunicado emitido en Nairobi.

En el 2016, unos 59 millones de niños en África sufrían retrasos en el crecimiento y unos 14 millones, de emaciación o bajo peso en relación a la altura, que supone un sólido indicador de mortalidad en menores de cinco años.

Por otro lado, el número de niños obesos en el 2014 era de 10 millones, casi el doble que en el 2000.

Las principales causas de la malnutrición en África son la pobreza, el hambre y las enfermedades, factores vinculados a la falta de educación, la inestabilidad en las posibilidades de ganarse la vida y la falta de acceso a servicios básicos como sanidad o a alimentos sanos y nutritivos.

Sanidad universal

«La carga de una insuficiente alimentación sigue persistiendo en la región africana, y hoy su impacto se siente junto al del sobrepeso, la obesidad y enfermedades relacionadas con la dieta en muchos hogares pobres«, explicó la directora de la división de Familia y Salud Reproductiva de la OMS en África, Felicitas Zawaira.

«En estos últimos años nos hemos concentrado en enfrentarnos al hambre, pero lo que debemos reconocer es que acabar con el hambre no garantiza una mejora de la nutrición», agregó.

Otro de los factores relacionados con la nutrición que repercuten en el continente es la deficiencia de micronutrientes, que afecta al desarrollo de los niños pequeños, a la salud reproductiva y a la capacidad de trabajo.

«Mejorar de forma sostenible la nutrición requiere tener en cuenta cómo producir, distribuir y asegurar el acceso a dietas saludables y nutrientes esenciales, no solo a tener mayores cantidades de comida», alertó Zawaira.

Acerca de la sanidad universal, el documento asegura que, cada año, unos 11 millones de africanos caen en la pobreza debido a pagos sanitarios demasiado altos para ellos, y advierte de que, a menos que los países del continente atajen los problemas nutricionales, conseguirla en el 2030 será «un camino lleno de obstáculos».

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180417/sos-de-la-oms-para-acabar-con-la-malnutricion-en-africa-en-el-2030-6763898

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Desafíos en educación

Por: Ricardo Paredes

El efecto de la tecnología en el trabajo es parte de una discusión incipiente, pero no instalada en la política pública. Según Mckinsey, en breve la tecnología reemplazará hasta el 80% de los trabajos como los conocemos y casi todos mutarán. El cambio en las demandas de competencias y la diversa capacidad de adaptación a ellas, en parte por la heterogeneidad del sistema educativo, podría producir una fractura social insospechada.

Para limitar la agudización de la desigualdad y pobreza, es urgente prepararse para el cambio. Debemos replantear el sistema educativo a las necesidades productivas, lo que está en línea con las aspiraciones de mayor inserción social y cultural. La literatura respecto de las “competencias del siglo XXI” destaca la comunicación efectiva, el trabajo en equipo y el pensamiento crítico, lo que implica cambiar la forma de enseñar, pasando de transmitir contenidos a formar en habilidades y competencias. Con ellas las personas podrán “separar la paja del trigo”, descartar información falsa, cuestionar argumentos, generar los propios y comunicarlos. Ello es la esencia de la capacidad de aprender por uno mismo, de reinventarse, de participar activamente en la sociedad.

Sabemos que el mundo cambia tan drásticamente, que la enseñanza de un oficio acotado a lo práctico tiene un plazo corto de validez. Y que la adquisición de competencias a través del autoaprendizaje, de módulos específicos a lo largo de la vida se favorece cuando existen competencias genéricas, particularmente la del pensamiento crítico. Existe también consenso que el modelo actual es ineficaz para desarrollar estas competencias y que la pedagogía casi no se ha adaptado para abordar el desafío.

Pasar de un aprendizaje basado en conocimientos a uno basado en competencias requiere de un cambio en la forma de enseñar y de competencias de los maestros y algunas experiencias del sector técnico profesional tienen mucho que aportar. Éstas muestran que estudiantes poco adaptados para la clase tradicional pero ávidos de aprender, se adaptan fácilmente a la enseñanza por desafíos; que alumnos que muestran falencias en métodos de enseñanza abstractos, tienen enorme capacidad para llegar al mismo aprendizaje a través de experiencias prácticas y que la mayor dificultad de un cambio radica en transformar a los profesores.

Un sistema que integre formalmente dichas competencias requiere de su medición. La literatura que diagnostica pensamiento crítico en educación es escasa, con muestras pequeñas aplicadas al mundo desarrollado y a nivel escolar. Prácticamente no existen mediciones de pensamiento crítico en educación superior, excepto la que dice que la capacidad de comprensión lectora y el lenguaje son claves en su desarrollo.

En Duoc UC estamos abordando el desafío de medir pensamiento crítico, para luego seguir la mayor tarea de mejorarlo. Sabemos que flexibilizar es particularmente difícil desde la universidad, por lo que una buena experiencia en el mundo técnico profesional puede permitir un salto en el paradigma educativo actual, fundamental para el desarrollo futuro.

Fuente: http://www.latercera.com/opinion/noticia/desafios-en-educacion/136701/

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