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Todos a la Escuela: tras «el reino de la poesía insigne»

Por: Francisco Ocaranza Bosio

En el año 2000, durante la realización del Foro Mundial sobre la Educación en Dakar, Senegal, 164 países se comprometieron a reducir a cero la marginalización del sistema de educación primaria universal para el año 2015.

La meta no se cumplió, aunque sí se redujo la brecha. De los casi 100 millones de niños de entre 6 y 11 años que se encontraban fuera del sistema, hoy quedan alrededor de 61 millones fuera del mismo.

Podemos alegrarnos por lo logrado o llorar por lo mucho que queda por hacer. La verdad sea dicha, ninguno de estos comportamientos es aceptable.

El desafío sigue siendo la inclusión, y los medios utilizados para lograr la reducción de la brecha deben servir para orientar y guiar la toma de futuras decisiones de corte político en materia de incorporación de niños al sistema escolar, mientras que la gran cantidad de los que permanecen fuera del mismo no pueden ser considerados una masa informe, sin rostro, ni historia personal o futuro posible.

Podemos alegrarnos por lo logrado o llorar por lo mucho que queda por hacer. La verdad sea dicha, ninguno de estos comportamientos es aceptable
La región de África subsahariana encabeza la proporción de niños excluidos, con 34 millones, poco más del 50% del total mundial. Ésta es seguida por Asia meridional, con unos 11 millones.

Entre estas dos zonas, pueden identificarse seis países que representan más de un tercio de los niños fuera del sistema: Nigeria 8.7 millones, Pakistán 5.6, India 2.9, Sudán 2.7, Etiopía 2.1, e Indonesia 2.0. Es de suponer que estas cifras se abultarían si se contara con datos relativos a Afganistán y Somalia.

De los niños que actualmente no forman parte de aquél, pueden distinguirse tres grupos de acuerdo al tipo de relación que los vincula: quienes han sido parte del sistema pero lo han abandonado (23% según cifras de 2014), los que se espera se integren en el futuro (34%), y finalmente los que se presume nunca serán parte de él (43%).

La región de África subsahariana encabeza la proporción de niños excluidos, con 34 millones, poco más del 50% del total mundial
Este último grupo representa el desafío más grande para los Estados, en tanto se encuentra conformado por unos 25 millones (15 millones de hombres y 10 millones de mujeres).

El revés de la trama lo constituyen 17 países que sí han conseguido dar grandes avances en el desafío asumido en Dakar, los que han pasado de tener 27 millones de niños alejados del sistema en el 2000, a solo 4 millones en 2012, lo que representa una reducción de 86% en poco más de un decenio. Lo anterior gracias a:

1. La eliminación de derechos de matrícula y rebaja del pago de arancel (Burundi que tomó esta decisión en 2004 pasó de escolarizar al 54% de los niños a un 94% en 2010).

2. El aumento del gasto en educación, con el fin de contratar más y mejores profesores y personal, adquirir material didáctico y construir escuelas (Ghana duplicó su gasto nacional en educación, pasando de un 4.2% en 1999 a un 8.5% en 2011, con lo cual la matrícula de primaria aumentó un 70%, de 2.4 a 4.1 millones en igual tiempo).

3. La transferencia directa de recursos económicos con fines sociales, de modo de permitir a las familias de escasos recursos poder enviar a sus hijos a la escuela (en el 2000 Nicaragua comenzó un programa llamado Red de Protección Social, mediante el cual se hacen dos inyecciones de dinero a las familias que califican para ello, así, entre los años 1998 y 2009, la tasa de niños que nunca había ido a la primaria descendió de 17 % a 7%).

Fancycrave | Pexels (CCO)
Fancycrave | Pexels (CCO)

4. La atención a los grupos sociales minoritarios (étnicos y lingüísticos) permanentemente postergados de la atención escolar (en Guatemala, se amplió el programa de educación bilingüe a 15 idiomas, se elaboró material didáctico apropiado, y capacitó a sus profesores. Como consecuencia, del 38% de los niños pertenecientes a la etnia Q’eqchi’ que nunca habían pisado una escuela primaria en el 2000, solo el 3% no lo hacía en 2011).

5. La superación de los conflictos armados. En 2014 había 21.5 millones de niños fuera de las aulas (el 35% del total del mundo), a lo largo y ancho de 32 países que se encontraban inmersos en aquellos (en Rwanda, mediante la articulación de un programa de incorporación de niños -huérfanos mayormente- a la escuela, la tasa de quienes nunca había asistido bajó de 18% en el 2000 a 9% en 2010).

6. La pertinencia de los programas de estudio (en Vietnam el plan de estudios comenzó a enfatizar el desarrollo de competencias básicas para la vida adecuadas a su propio contexto sociocultural, de forma que entre los años 2000 y 2010 han logrado descender la cifra de niños que no iba a la escuela, de un 3.8% a un 1.7%).

Cómo hacer oídos sordos a las palabras Gabriela Mistral, quien en 1917 nos hiciera ver que: “La pedagogía tiene su ápice, como toda ciencia, en la belleza perfecta. Ésta, la escuela, es, por sobre todo, el reino de la belleza. Éste es el reino de la poesía insigne. Hasta el que no cree cantar, aquí está cantando sin saberlo”.

Fuente: https://www.biobiochile.cl/noticias/opinion/tu-voz/2018/06/12/todos-a-la-escuela-tras-el-reino-de-la-poesia-insigne.shtml

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México: La educación y el trabajo infantil

México/16 de Junio de 2018/newsweekespanol

De acuerdo con los datos del INEGI, en México hay 29.34 millones de niñas, niños y adolescentes entre 5 y 17 años de edad. De ellos, 27.21 millones asisten a la escuela, el resto, 2.12 millones no asisten a ninguna institución educativa. Es interesante observar las “razones” que el INEGI documenta como las causantes de la no asistencia escolar de las niñas y los niños.

En efecto, de los 2.12 millones que no tienen la oportunidad de estudiar, 255,812 (12% del total que no asisten), no asisten a la escuela por trabajo; y 291,936 (13.7%), no asisten por falta de recursos económicos; en sentido estricto, se puede aducir que ambas categorías tienen una relación muy fuerte, y en general, que el 25% de las niñas, niños y adolescentes que no van a la escuela lo hacen fundamentalmente por motivos de carencia económica.

A esa suma debe añadirse la relativa a los 111,306 niñas, niños y adolescentes que no asisten a la escuela porque deben desarrollar quehaceres domésticos en el hogar (5.2% del total). En este caso, es igualmente evidente que se trata de un segmento de la infancia que se encuentra en condiciones relevantes de pobreza y carencias.

Hay una categoría, entre las que reporta el INEGI, que debe discutirse. De acuerdo con el Instituto, 897,047 niñas, niños y adolescentes (42.2%) no asisten a la escuela: “por falta de interés, aptitud o requisitos para ingresar a la escuela”. La categoría más problemática entre estas tres mencionadas por el Instituto, es la de “falta de aptitud”: ¿qué significa que una niña o niño no es apto para estudiar?

La categoría llama a duda, porque puede indicar un sinfín de problemas, comenzando por la discriminación. Puede ser que se refiera a niñas y niños con alguna discapacidad; o bien, a niñas y niños con bajo desempeño académico que no tienen el promedio de calificaciones exigido para incorporarse a otros niveles. Y si esto es así, el indicador es revelador del carácter excluyente que mantiene el sistema educativo en sus diferentes modalidades y niveles.

En ese sentido, es relevante destacar que 109,547 (5.2% del total) no asisten por “inseguridad, discriminación y distancia de la escuela; mientras que 122,756  (5.8%) no asisten porque padecen alguna enfermedad, han tenido algún accidente o viven con alguna discapacidad.

El otro dato dramático es que hay 183,912 niñas, niños y adolescentes (8.7%), que no asisten a la escuela por embarazo, matrimonio o unión y motivos familiares. En este apartado es importante destacar que de esos 183,912, un total de 152,090 son niñas o mujeres adolescentes, cifra reveladora de las condiciones de desigualdad, no solo en el ámbito educativo, sino en general de los estereotipos y prácticas discriminatorias vigentes en nuestra cultura.

En este contexto, sólo 12.65 millones de las niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años han recibido alguna beca o ayuda, indicador que muestra la relevancia de universalizar el cumplimiento de los derechos y en esa medida, avanzar hacia la construcción de una sociedad igualitaria y auténticamente incluyente.

Asimismo, de los 29.34 millones que tienen de 5 a 17 años, hay 2.31 millones que trabajan (en su medición extendida, INEGI contabiliza 3.4 millones); y de esos 2.31 millones, 2.069 millones lo hacen en ocupaciones peligrosas o por debajo de la edad permitida por la Ley. Asimismo, entre quienes trabajan, se encuentran 915 mil de quienes, en el grupo de edad, no asisten a la escuela.

El trabajo infantil es una de las deformaciones más aberrantes del mundo del trabajo. Representa un fenómeno de explotación infame, y de inaceptable privación de los derechos de la niñez. Su permanencia normalizada en una sociedad es muestra de la ausencia de escrúpulos, de buena parte del sector privado, pero también y sobre todo del público.

El trabajo infantil es uno de los pasajes oscuros de nuestra modernidad podrida. Y es la hora de erradicarlo.

Fuente: https://newsweekespanol.com/2018/06/la-educacion-y-el-trabajo-infantil/

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La pobreza obliga a trabajar a 3.2 millones de niños mexicanos, dice Inegi; y se les paga una miseria

México / 17 de junio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Sin Embargo

Unos 3.2 millones de niños, niñas y adolescentes trabajan en México para escapar de la pobreza, lo que representa el 11 por ciento de la población de 5 a 17 años, informó hoy el Inegi en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil que se conmemora hoy.

Por entidad federativa, en 2017 Nayarit tuvo la mayor tasa de trabajo infantil con 19.7 por ciento, mientras que en Querétaro se observó la tasa más baja con 5.3 por ciento.

De acuerdo con el Inegi, 2.1 millones de población infantil de 5 a 17 años realiza un trabajo en actividades no permitidas, es decir, labores peligrosas donde no reciben ingresos por su trabajo o perciben como máximo hasta uno y dos salarios mínimos.

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Millones de niños afganos carecen de educación por conflictos y pobreza

Afganistán / 10 de junio de 2018 / Autor: Notimex / Fuente: 20 Minutos

El Ministerio de Educación reconoció hoy que casi la mitad de la niñez en Afganistán, principalmente las niñas, carecen de educación escolar debido a conflictos, pobreza, el matrimonio infantil y la discriminación de género.

“La expansión de la violencia ha obligado a muchas escuelas a cerrar, socavando los frágiles avances en la educación de las niñas en un país donde millones nunca han puesto un pie en un salón de clase”, indicó el ministro de Educación, Mirwais Balkhi.

En un seminario para explicar las conclusiones de un estudio, publicado la víspera por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Balkhi dijo que existen «muchas razones» para que los niños afganos no vayan a la escuela.

Según el nuevo informe del Unicef, casi 3.7 millones de niños en este país asiático no pueden recibir educación en la escuela debido a los conflictos en curso, la pobreza extrema, el matrimonio infantil forzado y la discriminación contra las niñas.

“Esto representa que casi la mitad de los niños, entre los siete y 17 años, o el 44.0 por ciento de todos los niños, están fuera de la escuela, y 2.7 millones de ellos son niñas”, dijo el ministro.

El informe, titulado “Iniciativa global sobre niños no escolarizados”, publicado ayer sábado por el organismo de las Naciones Unidas, destacó que esta es la primera vez desde 2002 que la tasa de desescolarización ha aumentado en Afganistán.

Balkhi afirmó que la educación de los niños es el desarrollo más importante en todas las comunidades humanas y la mejor herramienta en la lucha contra la guerra, la pobreza y el desempleo, aunque en Afganistán no sea una realidad.

Según el informe del Unicef, las niñas representan el 60 por ciento de las personas a las que se les niega la educación, lo que las pone en una desventaja particular y agrava la discriminación basada en el género.

“En las provincias más afectadas, como Kandahar, Helmand, Wardak, Paktika, Zabul y Uruzgan, hasta el 85 por ciento de las niñas no van a la escuela”, destacó el documento, según un reporte de la cadena TOLO News.

El estudio señala que el desplazamiento y el matrimonio infantil son otros de los principales obstáculos para la asistencia a las aulas, junto con la falta de docentes, las instalaciones deficientes y la inseguridad en las zonas afectadas por conflictos.

La representante del Unicef en Afganistán, Adele Khodr, denunció en su informe que cuando los niños no están en la escuela, “están en mayor peligro de abuso, explotación y reclutamiento».

“Hacer negocios como siempre no es una opción para Afganistán si queremos cumplir con el derecho a la educación de todos los niños», apuntó Khodr.

Pese a las estadísticas, el Unicef estimó que hay una luz de esperanza para revertir esta situación y que prueba de ello son las bajas tasas de deserción, ya que un 85 por ciento de niños y niñas que comienzan en el primer nivel de educación básica lograron completarlo con calificaciones aprobatorias.

Las cifras son aún más altas para aquellos que comienzan en el nivel secundario, por ello «felicitamos al gobierno de Afganistán por priorizar y declarar el año 2018 como el año de la educación», subrayó Khodr.

«Ahora es el momento de un compromiso renovado, de proporcionar a las niñas y niños las oportunidades de aprendizaje relevantes que necesitan para progresar en la vida y desempeñar un papel positivo en la sociedad», agregó.

El informe del Unicef exige un compromiso continuo por parte del gobierno afgano y grupos de la sociedad civil para abordar la crisis en el aula del país centro asiático.

Fuente de la Noticia:

https://www.20minutos.com.mx/noticia/377396/0/millones-de-ninos-afganos-carecen-de-educacion-por-conflictos-y-pobreza/

Fuente de la Imagen:

http://elmundoeducando.blogspot.com/2015/04/la-educacion-en-afganistan-asia.html

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Informe de la ONU alerta sobre alza de la desigualdad en EE.UU.

Estados Unidos/09 de Junio de 2018/La Tercera

Estudio realizado por encargo del Consejo de Derechos Humanos sostiene que cerca de 40 millones de personas viven en situación de pobreza en el país. “Los índices de pobreza y desigualdad de Estados Unidos son de los más altos de la OCDE”, advierte el reporte efectuado por el australiano Philip Alston.

En su calidad de relator especial sobre pobreza extrema y derechos humanos, el australiano Philip Alston visitó Estados Unidos del 1 al 15 de diciembre de 2017. Lo hizo por encargo del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El propósito del viaje era informar al Consejo sobre la medida en que las políticas y programas del gobierno norteamericano relacionados con la extrema pobreza eran compatibles con sus obligaciones en materia de DD.HH. y hacer recomendaciones constructivas a Washington. Y los resultados son lapidarios.

Según el informe preparado por este profesor de Leyes de la Universidad de Nueva York, que será presentado al Consejo de Derechos Humanos el próximo 21 de junio, la principal estrategia de EE.UU. para abordar la pobreza es “criminalizar y estigmatizar a los que necesitan ayuda”.

Y las cifras que presenta el informe para avalar ese diagnóstico son categóricas. “Cerca de 40 millones de personas viven en situación de pobreza, 18,5 millones de pobreza extrema y 5,3 millones en condiciones de pobreza absoluta propias del tercer mundo”, señala el reporte. Y agrega: “El país registra la tasa de pobreza juvenil más alta de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y las mayores tasas de mortalidad de lactantes en comparación con otros Estados de la OCDE”.

“Para una de las naciones más ricas del mundo”, dice Alston, “tener todas esas personas viviendo en la pobreza “es cruel e inhumano”.

Pero el informe hace especial énfasis en el fenómeno de la desigualdad. “En Estados Unidos se observa la tasa de desigualdad de los ingresos más alta de los países occidentales. La reducción tributaria de diciembre de 2017, que ascendió a US$ 1,5 billones, benefició abrumadoramente a los más acaudalados y agravó la desigualdad”, destaca Alston en su reporte, el mismo en el que consigna que “la riqueza combinada del gabinete de Estados Unidos asciende a unos US$ 4.300 millones”.

Desde la década de los 60, bajo el mando del entonces Presidente Lyndon B. Johnson, las políticas contra la pobreza, según el informe, han sido “negligentes en el mejor de los casos”, pero las políticas del último año “parecen pensadas a propósito para retirar a la población más pobre la protección básica, castigar a quienes no están empleados e incluso hacer de la atención sanitaria básica un privilegio que hay que ganarse, no un derecho derivado de la condición de ciudadano”. “Los índices de pobreza y desigualdad de EE.UU. son de los más altos de la OCDE”, resume.

Así, Alston advierte: “EE.UU., que ya está a la cabeza del mundo desarrollado en lo que se refiere a la desigualdad en los ingresos y la riqueza, se encamina actualmente de lleno a incrementar aún más la desigualdad”.

Además de las cifras económicas, el informe también revela el deterioro de algunos indicadores sociales. “Sus ciudadanos viven menos y padecen más enfermedades en comparación con los habitantes de cualquier otra democracia rica, cada vez están más arraigadas las enfermedades tropicales erradicables y el país presenta la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, uno de los índices de inscripción electoral más bajos entre los países de la OCDE y las tasas de obesidad más altas del mundo desarrollado”, grafica.

Cory Booker, senador demócrata por Nueva Jersey, describió el informe de la ONU como “inquietante, pero desafortunadamente no sorprendente”, según dijo al diario The Guardian. “¿Puedes creer en un país donde la esperanza de vida ya está en declive, particularmente entre aquellos cuyos ingresos son limitados, dando exenciones impositivas a los multimillonarios y las corporaciones y dejando a millones de estadounidenses sin seguro de salud?”, se preguntó el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.

En defensa de Trump, el columnista de Bloomberg, Ramesh Ponnuru, afirma que “el ‘relator especial’ ofrece una diatriba de izquierdas, no un informe, sobre las políticas estadounidenses”. “Discutiendo la pobreza, Alston toma nuevamente una línea de izquierda estándar mientras ignora los argumentos contrarios”.

“Al final del día, particularmente en un país rico como EE.UU., la persistencia de la pobreza extrema es una elección política hecha por aquellos en el poder”, argumenta Alston. “Se podría eliminar fácilmente con voluntad política”, concluye.

Fuente: http://www.latercera.com/mundo/noticia/informe-la-onu-alerta-alza-la-desigualdad-ee-uu/197043/

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Unicef: La mitad de los niños afganos no van a la escuela debido a los combates y la discriminación

Afganistán/09 de Junio de 2018/Actualidad.RT

Unos 3,7 millones de niños de entre 7 y 17 años están privados de su derecho a la educación en Afganistán.

Casi cuatro millones de escolares en Afganistán no pueden asistir a clase debido a problemas de seguridad y pobreza, así como por la discriminación contra las niñas existente en el país, ha revelado un nuevo informe de la Iniciativa Global para Niños No Escolarizados del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).

Niños con rifles asisten a una manifestación hutí, en Saná, capital de Yemen, durante el 2016.

El 60 % de los 3,7 millones de menores de entre 7 y 17 años privados de su derecho a la educación en el país son niñas que tienen «una desventaja particular» debida a la discriminación de género. La peor situación se registra actualmente en las provincias de Kandahar, Helmand, Wardak, Paktika, Zabul y Uruzgan, donde hasta el 85 % de las niñas no asisten a la escuela.

La falta de seguridad en las zonas de conflicto y el desplazamiento de familias debido a los combates se mencionaron como los principales motivos que contribuyeron al primer aumento en la tasa de desescolarización en Afganistán desde 2002, ha explicado Unicef. Las malas instalaciones educativas y la falta de maestras también generan preocupación. Los autores del informe han instado a las autoridades afganas a garantizar entornos de aprendizaje seguros, capacitar a más profesorado y mejorar la pedagogía, así como alentar la educación temprana y el aprendizaje a distancia.

Fuente: https://actualidad.rt.com/actualidad/274262-unisef-ninos-afganos-escuela-discriminacion

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El examen más duro del mundo: viaje al pueblo chino donde estudian 16 horas al día

China/09 de Junio de 2018/El Confidencial

Cada año deja imágenes impactantes, como la de los estudiantes de Hubei con catéteres para inyectarse aminoácidos intravenosos. Así se prepara el «gaokao», el examen más duro del mundo

Las calles aledañas al Instituto de Maotanchang están tiznadas por el polvo rosado que dejan las barras de incienso al consumirse. Un grupo de mujeres enciende una mecha, une con serenidad las manos, agacha la cabeza, cierra los ojos y recita unas bendiciones. A solo unos días del “gaokao”, la prueba de acceso a la universidad en China, en este pueblo, célebre por su estricta institución educativa, las madres rezan porque el esfuerzo de estos años haya merecido la pena. Sus hijos llevan recluidos en esta escuela tres años -los que no aprueban a la primera, cuatro-. Estudian 16 horas al día cada día de la semana. Llegó la prueba definitiva.

Cada 7 y 8 de junio, 9,75 millones de estudiantes chinos -el equivalente a toda la población de Finlandia y Croacia juntas- compiten, durante dos días, por una plaza en las mejores universidades del país. Solo unos puntos sentencian quienes acudirán a centros de excelencia y quienes a las mediocres. No es baladí en un país en el que existen 3.000 universidades y solo nueve entre las 200 primeras del ranking de Shanghái.

Para millones de familias chinas conseguir que su hijo estudie una carrera es la única manera de escapar de la pobreza e invierten toda su energía y ahorros para lograrlo. Muchos prueban suerte en Maotanchang.

“Llevamos 13 años preparándonos. He tenido una vida dura pero tengo una buena familia, me han dado educación». Saca el cuaderno y escribe en inglés: “DREAM (sueño)»

El instituto, en un recóndito pueblo en las montañas de Anhui, está ubicado lo bastante lejos de cualquier distracción. Solo un minibús, abarrotado de agricultores y madres, lo conecta con la ciudad más próxima, Lu’an, a 68 kilómetros. Entre el rugido de los camiones, la carretera sortea estanques de loto, huertos, tractores, relucientes invernaderos y encharcados campos de arroz salpicados por espaldas encorvadas de las que asoman sombreros cónicos de caña.

Si en China hay municipios especializados en la fabricación de árboles de Navidad o cremalleras, Maotanchang vive en torno a los 20.000 estudiantes que se preparan para el “gaokao”.

Una hilera humeante de puestos de salchichas, tortitas y verduras aguarda ansiosa los escasos recreos de los alumnos. A las 17:05 exactas, una avalancha de adolescentes exhaustos abandonan la escuela y compran comida. Visten uniforme. Un chándal azul y blanco con unas letras en la espalda que rezan en inglés: I believe it I do it(Lo creo, lo hago). No pueden entretenerse. Apenas tienen 15 minutos.

Tres estudiantes durante la breve pausa para la comida en Maotanchang. (L.G. Ajofrín)
Tres estudiantes durante la breve pausa para la comida en Maotanchang. (L.G. Ajofrín)

“Nos levantamos a las 6, la primera clase es las 7 de la mañana y la última a las 11 de la noche”, admite, tímido, en inglés, un joven de gafas redondas, mientras apura un té helado en una de las cafeterías que han emergido frente al instituto. En la calle principal, hay establecimientos de comida rápida, tiendas de libros de texto, farmacias y puestos de incienso. Uno de sus compañeros dice que cuando pase el examen quiere ver películas, otro dormir, otra comer mucha carne. En las calles colindantes, se apilan pequeños talleres, con maquinas de coser y mujeres, más mujeres.

La mayoría de estudiantes de Maotanchang se traslada al pueblo con su madre. Para costearse la estancia, muchas de ellas trabajan en los talleres de costura. El auge de la escuela ha disparado el precio del alojamiento en el pueblo. Un apartamento minúsculo asciende a los 20.000 yuanes por semestre (unos 450 euros mensuales, lo mismo o más que en algunas de las grandes ciudades chinas). Huafang Chen trabaja en un hotel para financiar los estudios de su hija Weiting Sun, de 19 años. Proceden de Shanghái. Se han mudado al municipio las dos. El padre trabaja en una empresa de construcción en la ciudad. Aprovechan los ratos que tienen juntas los domingos (tres horas) y las noches previas al examen, cuando los estudiantes salen para lanzar linternas al cielo y pedir que les ilumine.

El insólito número de mujeres en este municipio chino también provoca imágenes llamativas. Como por las tardes, cuando decenas de ellas se reúnen en una plaza junto al río, encienden un altavoz a todo volumen y bailan. El “baile de la plaza” (“guǎngchǎng wǔ»), como se conoce al grupo de personas que se reúnen en los parques de China para bailar, aquí congrega a multitudes.

En China, no solo la vida de los jóvenes gira entorno al “gaokao”, también la de sus padres.

Tantas universidades como Starbucks

“Céntrate en el proceso, no en las consecuencias; el proceso se puede cambiar pero las consecuencias no”. Es el consejo que el padre de Zhon Zheng Ting le da a sus hijo de 18 años, a pocos días de una de las pruebas más importante de su vida.

A Zhon le gustaría ser profesor de Química e investigar. “Lo sé desde los 16 años, cuando conocí a una profesora de la que aprendí mucho, no solo de las asignaturas sino de la vida. Ella me aconsejó que estudiara Química”, explica el joven, en un inglés que pronuncia con esmero. Viste camiseta blanca, pantalón de chándal, mochila y un cuaderno para apuntar las palabras que no entiende de la entrevista. De la Química, le apasionan “algunos fenómenos”: “Por ejemplo cuando pones NA (sodio) en agua, es sorprendente”. Dice que en su escuela solo realizan experimentos sencillos “pero sé que hay universidades en las que hacen muchos experimentos, por eso también quiero entrar en una buena”, aclara, sonriente, mientras bebe su cappuccino.

Zhon Zheng estudia de lunes a viernes interno en un instituto de Shanghái. Los domingos los dedica a las Matemáticas. (L.G. Ajofrín)
Zhon Zheng estudia de lunes a viernes interno en un instituto de Shanghái. Los domingos los dedica a las Matemáticas. (L.G. Ajofrín)

La entrevista tienen lugar días antes del examen, en uno de los más de 600 Starbucks de Shanghái. En la tierra del té se abre una cafetería de esta cadena cada 15 horas; ya hay 3.000. Puede servir como indicador económico que en China ya hay la misma colosal cifra de Starbucks que de universidades –abren un nuevo centro cada semana-. Zhon ha elegido este lugar porque se encuentra al lado de la academia extraescolar -conocidas como “Bǔxí bān”- en la que prepara Inglés los sábados. De lunes a viernes, estudia interno en un instituto de Shanghái. Los domingos los dedica a las Matemáticas. Después de la entrevista, le queda otra clase. Cuando no estudia, juega el baloncesto y ve películas.

El examen más estricto del mundo

El “gaokao” examina tres asignaturas obligatorias: Matemáticas, Chino y Lengua extranjera y una optativa de Ciencias o Humanidades. Dura dos días. Puntúa en una escala de 750 puntos. Incluye ejercicios tipo test, completar espacios en blanco y ensayos. En 2017, pidieron a los estudiantes que escribieran un texto de al menos 800 palabras sobre una conversación entre científicos de “cómo hubiera reaccionadoThomas Edison ante el teléfono móvil si apareciera en el siglo XXI?”, recuerda la revista ‘That’s Beijing’.

En el libro de 2018 para preparar Inglés -que hemos adquirido en Maotanchang- hay textos sobre el “Lenguaje corporal”, “El Sentido de humor inglés”, “Los parques”, “Los científicos”, “El Arte”, “Los Poemas” o “Una vida saludable”. Un error en una pregunta puede echar por tierra años de trabajo.

El curso previo al examen es decisivo. Existe mucha presión. Cada año deja imágenes impactantes, como la de los estudiantes del instituto Xiaogan No. 1 de Hubei, que en 2012 subieron a Internet fotos de la clase, con mesas abarrotadas de libros y catéteres para inyectarse aminoácidos intravenosos y recuperar la energía sin perder ni un segundo.

“Llevamos 13 años preparándonos para este examen -continúa Zhong- es muy importante, puede cambiar la vida de mucha gente”. “Si saco una buena nota, entraré en una buena universidad y tendré más oportunidades que otros estudiantes”. Dice que su padre le ha motivado mucho, es conductor. “Hemos tenido una vida dura pero tengo una buena familia, no sé cómo explicarlo…”, titubea. “Me han dado una buena educación. Es suficiente. En definitiva… -saca el cuaderno y escribe en inglés: “DREAM” (sueño)-”.

EDUARD FERNÁNDEZ. PEKÍN

“Europa cree en el talento, China en el trabajo”

“En Occidente se cree en el talento; en China, que cada niño puedo lograrlo con trabajo duro”, sentencia a El Confidencial, la periodista Leonora Chu, autora del libro ‘Little Soldiers’ (Soldaditos), en el que analiza el sistema educativo chino desde su doble perspectiva (Oriente/Occidente), como hija de inmigrantes chinos que ha pasado casi toda su vida en Norteamérica y ahora como madre de un niño nacido en Norteamérica, de padre norteamericano, que ingresa en una escuela pública china, tras mudarse a Shanghái. Insiste en que “sacamos conclusiones demasiado rápidas” sobre un sistema tan grande y complejo: “Si lees los titulares de los periódicos, están muy polarizados: ‘La educación china es terrible’ o ‘la educación china es genial; deberíamos hacer como ellos”, continúa. En China estudian 260 millones de jóvenes y dan clase 15 millones de profesores, según la OCDE.

Paradójicamente, en el año 2000, cuando Chu, su marido y si hijo se mudaron a Shanghái, China debutaba en la evaluación internacional sobre competencias de la OCDE entre niños de 15 años, PISA. Lo hacía representado por Shanghái con sorprendentes resultados y liderando todas las materias: 613 puntos en Matemáticas (el siguiente en la lista, Singapur, obtuvo 573, muy lejos de España con 484 o Estados Unidos, con 481); 580 en Ciencias (el siguiente en las lista, Hong Kong, obtuvo 555 puntos, lejos de los 497 de EEUU y 496 de España) y 570 en habilidad lectora (el siguiente, Hong Kong consiguió 545 y EEUU y España, 498 y 488, respectivamente).

Estudiantes gritan durante una convocatoria antes del gaokao, en un instituto de Anyang, en la provincia china de Henan. (Reuters)
Estudiantes gritan durante una convocatoria antes del gaokao, en un instituto de Anyang, en la provincia china de Henan. (Reuters)

“¿Cree que los rankings que comparan países tan distintos están cambiando la forma en la que entendemos la educación y convirtiéndola en una competición?”, preguntamos a la autora de ‘Little Soldiers’. “No sé si trata tanto de que la OCDE está haciendo esos rankings o de que la gente quiere eso. Ocurre lo mismo con las noticias y periódicos respondiendo a lo que quiere la audiencia. Lo que creo que no ayuda es que la gente use estos rankings para decir qué sistema es mejor, porque si lo analizamos, la realidad es mucho más compleja. Finlandia es un país desarrollado de cinco millones de habitantes, y China es un país en desarrollo, con 1.300 millones de personas, en el que hace 50 o 60 años, cuatro de cada cinco ciudadanos no sabía leer. ¿De verdad puedes compararlos? Creo que estas evaluaciones pueden ofrecer información útil dependiendo de cómo las uses, si lo haces de una manera constructiva”, asegura.

Existen muchos elementos que participan en la realidad educativa: Chu habla del ‘hukou’, el registro de los ciudadanos chinos por el lugar de nacimiento que dificulta que residan, estudien o trabajen en otros sitios, especialmente si han nacido en las zonas rurales. “Si hubiese un equivalente en Estados Unidos, a mí me habrían obligado a los 15 años a mudarme a mi lugar de nacimiento, en Filadelfia, para asistir al instituto, aunque no conociera a nadie en la ciudad”, explica. “Más que eso, los exámenes de acceso varían en contenido dependiendo de dónde se hacen y las universidades adjudican más vacantes a algunas provincias”, añade.

El «gaokao» es la herencia del «jinshi», una especie de oposición imperial. La competencia era feroz pero aprobarlo implicaba entrar a formar parte de la burocracia

En su libro, Chu también se refiere a las graves diferencias entre el campo y la ciudad, a veces con niños que se crían solos porque los padres trabajan en condiciones míseras a kilómetros de distancia (el documental ‘Down from the Mountains’, ganador del World Press Photo de 2018, narra su historia). Se calcula que unos 9 millones de niños de las zonas rurales de China viven solos o al cuidado de otros familiares. O a la feroz competitividad y las muchas horas de estudio, extraescolares y deberes de niños sin infancia son otros de los retos que el vasto sistema educativo chino tiene pendiente.

Dice Chu que “podemos fijarnos en eso y criticarlo o aprender de lo bueno”. En su caso, prefiere lo segundo: “Yo me quedo con que aquí el trabajo duro compensa en clase”. “En Occidente existe una mayor tendencia a creer en los talentos y que esos talentos juegan su papel en las asignaturas académicas; en China, en general, no se cree eso, lo que quiere decir que cada niño que emprende el viaje educativo realmente cree que puede lograrlo con trabajo duro”, aclara. “O el respeto que se tiene por los profesores y por la educación en China; no tiene parangón”.

En cuanto a los retos del sistema educativo chino, Chu admite que “la presión es muy alta, los niños pasan tantas horas estudiando, ese es un hecho, todo el mundo lo sabe, pero cuando tratas de reducir esa presión tienes que buscar otra manera de seleccionar: ¿evaluaciones, cartas de recomendación…?”.

Estudiantes la tarde antes del 'gaokao' en un instituto de Handan, en la provincia de Hebei. (Reuters)
Estudiantes la tarde antes del ‘gaokao’ en un instituto de Handan, en la provincia de Hebei. (Reuters)

El legado de la oposición imperial

Las vidas que giran en torno a un examen, en China no son un fenómeno reciente. El “gaokao” fue instaurado en 1952, se suspendió en 1966 durante la Revolución Cultural -que envió a los jóvenes a las comunas rurales- y se recuperó en 1977. Pero la cultura del examen en esta parte del mundo es milenaria. El profesor Kai-ming Cheng, catedrático de Educación en la Universidad de Hong Kong y anterior decano de Educación, usa el término “culturas palillos” para referirse a todos los países que comparten dos características: comen con palillos y durante siglos se enfrentaron al examen imperial: Corea, China continental, Hong Kong, Japón, Taiwán, Macao y Vietnam.

Hoy, el «gaokao» es, en parte, la herencia del «jinshi», “la madre de todos los exámenes”, como lo denomina la autora de ‘Little Soldiers’, una especie de oposición imperial que existió en China -y después en otros países de Asia oriental- desde el siglo VII d.C hasta comienzos del siglo XX (durante unos 1.300 años) al que cualquier varón, sin importar su origen, se podía presentar. La competencia era feroz pero aprobarlo implicaba entrar a formar parte de la burocracia imperial y cambiar tu destino y el de toda la familia. Aquello hizo calar a fondo la meritocracia pero también asentó la idea de que enseñanza y examen iban de la mano. Chu alude a un refrán popular: “En China se dice que se valora al que ‘chiku’ (come amargo)”.

El día decisivo: exámenes vigilados con drones

Cada 7 y 8 de junio, el «gaokao» se convierte en un evento multitudinario que congrega a millones de padres frente a las puertas de los centros donde se celebra la decisiva prueba. Cada año se perfeccionan las medidas para evitar trampas como el reconocimiento facial y de huellas digitales, drones o dispositivos para bloquear la señal de los teléfonos móvilessegún la agencia Reuters. La suerte está echada… Los resultados se conocerán el 23 de junio.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2018-06-07/viaje-al-pueblo-chino-donde-estudian-16-horas-al-dia_1574814/

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