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La escuela inclusiva: una oportunidad para humanizarnos

“Nosotros, los seres humanos, somos animales amorosos. Nos enfermamos de cuerpo y alma cuando se nos priva de amor a cualquier edad, y la primera medicina es el amor. Este es el resultado de nuestra historia evolutiva biológica, tanto en sus aspectos fisiológicos como culturales (…) Nosotros los seres humanos somos el presente de tal proceso, y consideramos que el rasgo central de la vida alrededor del cual todo lo demás cambió, fue la biología del amor”

(MATURANA, 1999, 50)

 Los seres humanos necesitamos a los demás para (con)vivir, desde la edad más temprana necesitamos de nuestros seres más queridos para aprender a pensar, a hablar, a sentir y a actuar. Todo este proceso sociocultural se realiza a través del respeto y la confianza mutua. El amor como emoción está mediada culturalmente y en educación supone abrir un espacio de interacciones permanentes, porque sin amor no hay educación. Humberto Maturana.

Educar es un acto amoroso, porque supone respetar a cada cual en  año y medio quedó ciega y sorda, y crece como una pequeña salvaje.  como le ocurrió a Itard en el caso de Víctor, el salvaje de Aveyron, piensa que la niña puede salir del estado de soledad en la D a escribir en las manos de Hellen asociando estas señales con algunos objetos. Por ejemplo cuando puso una de las manos bajo un chorro de agua y en la otra  D partir de ahí, cambió su manera de relacionarse con el mundo, cambió su modo de convivir y apareció un espacio de comunicación con el mundo. Desde mi punto de vista, lo que ocurrió fue algo mucho más grandioso.

El amor: un modo de (con)vivir en lo cotidiano .

Muchas veces he pensado que el origen de la humanidad no pudo ser la agresividad ni la lucha ni el odio ni la venganza de nuestros primeros antepasados, sino que alguna especie de primates, aquellos que vivían en pequeños grupos y dedicados a la recolección de raíces y semillas para la supervivencia, ayudándose unos a otros, originó eso que llamamos amor. En este tipo de colectividad ²

Muchas veces he pensado que el origen de la humanidad no pudo ser la agresividad ni la lucha ni el odio ni la venganza de nuestros primeros antepasados, sino que alguna especie de primates, aquellos que vivían en pequeños grupos y dedicados a la recolección de raíces y semillas para la supervivencia, ayudándose unos a otros, originó eso que llamamos amor.

Muchas veces he pensado que el origen de la humanidad no pudo ser la agresividad ni la lucha ni el odio ni la venganza de nuestros primeros antepasados, sino que alguna especie de primates, aquellos que vivían en pequeños grupos y dedicados a la recolección de raíces y semillas para la supervivencia, ayudándose unos a otros, originó eso que llamamos amor.

La vida democrática en el aula no se impone, nace de la convivencia y del respeto mutuo, si tú quieres que te respete el alumnado, respeta tú a los alumnos y alumnas. Es necesario respetarse mutuamente, pero para ello hay que vivir en el respeto. Y esta convivencia en el aula se construye día a día. El alumnado se transforma en la convivencia con el profesorado y con sus compañeros y compañeras. La base de la convivencia reside en las ganas que tengamos de compartir proyectos e ilusiones conjuntamente y, por tanto, se han de abrir espacios donde los deseos e intereses se encuentren y coincidan con los de los alumnos y alumnas. Y en este compartir y vivir juntos nos transformamos unos y otros. Entiendo, por tanto, la convivencia en el aula, como “un tender la mano” y si es aceptada, la convivencia se produce. Ahora bien, tender la mano es un acto de confianza porque acepto el convivir con otro u otra. La confianza es el fundamento de la convivencia. Y si educar es convivir, es necesario un proyecto educativo que nos enseñe a convivir. Por tanto necesitamos otro proyecto educativo que nos permita aprender a convivir como una oportunidad para la libertad y la equidad.

Mi compromiso político y educativo nace precisamente de esta aspiración mía y de este deseo de colaboración en la construcción de un nuevo modelo educativo se compromete en defender los Derechos Humanos y la legitimidad de cada cual en su diferencia. Y, como Gandhi advirtió, es una mentira pretender ser no violento y permanecer pasivo ante las injusticias sociales.

Quiero terminar mi intervención recordando unas palabras del escritor y poeta , un tipo muy lindo, cineasta latinoamericano, de esos que Pablo Freire quería, o sea, locamente sano y sanamente loco, que está más loco que sano pero… bueno, nadie es perfecto. Decía que estaban juntos Eduardo y Fernando .

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http://www.redalyc.org/pdf/274/27426890007.pdf

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Problemas de la paz y la guerra en el capitalismo actual

Por: Atilio Borón

Se me ha pedido que comparta con ustedes algunas observaciones sobre el tema de la paz y la guerra en el capitalismo actual. Es, sin duda, un asunto de la mayor importancia porque el capitalismo estuvo desde su nacimiento asociado a la guerra y al arte militar. Diversos escritos de Marx y Engels así lo confirman, tanto como sus cuidadosos seguimientos de las guerras en curso dentro y fuera del continente europeo. En su Introducción General a la Crítica de la Economía Política, de 1857, Karl Marx nos dice que “la guerra se ha desarrollado antes que la paz: mostrar la manera en que ciertas relaciones económicas tales como el trabajo asalariado, el maquinismo, etcétera, han sido desarrollados por la guerra y en los ejércitos antes que en el interior de la sociedad burguesa.”1 De los dos jóvenes amigos fue Friedrich Engels quien se especializó en el estudio sistemático de la problemática militar. Este, a quien por su pasión por las cuestiones de la guerra Marx lo había apodado como “el general”, dejó innumerables escritos dispersos a lo largo de su obra que son una fuente fundamental de reflexión sobre el tema que nos ocupa.2

Va de suyo que no será el objetivo de esta presentación indagar en las reflexiones de Marx y Engels sobre la materia. Tampoco haré un examen del corpus de teorizaciones en torno a la guerra surgido al calor de la Primera Guerra Mundial, en donde Lenin, Trotksy, Rosa Luxemburg, Kautsky y, más tarde, Gramsci, se refieren extensamente al tema. El propósito de esta intervención está fuertemente signado por las exigencias que impone la coyuntura y, por consiguiente, me limitaré a invitar a los lectores y a quienes están aquí presentes a incursionar en esos escritos militares de los padres fundadores y de las principales figuras del marxismo clásico. En todo caso será suficiente señalar aquí que en la medida en que la tradición marxista coloca en el centro de la dinámica histórica el enfrentamiento social era tan sólo lógico que sus análisis sociológicos y económicos terminaran refiriéndose, de una u otra manera, a la guerra social, desarrollada abierta o encubierta. Por eso en el célebre Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels hablan de “la guerra civil más o menos encubierta” que se desarrolla en las sociedades burguesas y de ahí también la permanente referencia a los escritos sobre la guerra de Carl von Clausewitz, el más importante teórico de la guerra en aquellos tiempos.3

Dicho lo anterior vayamos al grano.

I. Caracterización de la fase actual del capitalismo: la tercera ola de la expansión imperial.

La expansión/mundialización del modo de producción capitalista es un rasgo estructural de este sistema económico. Adquiere un impulso especial luego de la Segunda Revolución Industrial que, a mediados del siglo diecinueve, modificó radicalmente el panorama de los transportes y los medios de comunicación. La revolución en la navegación y el ferrocarril, y la telegrafía sin hilos dieron un nuevo impulso al comercio mundial y a la expansión territorial del capitalismo. Poco más de un siglo después, en la época actual, las telecomunicaciones, la Internet y los avances en los transportes aéreo, marítimo y terrestre producirían idénticos resultados pero en una escala incomparablemente mayor.

Hoy estamos inmersos en lo que apropiadamente podría llamarse “la tercera ola” de la expansión imperialista. La primera tuvo su origen como colofón de la Segunda Revolución Industrial y logró que las principales potencias coloniales europeas se repartiesen el mundo, pillaje consagrado y legalizado en la Conferencia de Berlín de 1884-85 que si bien tuvo como eje de las discusiones el desmembramiento de África también tuvo implicaciones para el resto de los países que luego serían denominados como el Tercer Mundo. Las consecuencias de esta división criminal e irresponsable la sufren muchos pueblos hasta el día de hoy. La tragedia que enluta a muchos países africanos y al Medio Oriente tiene en esa conferencia una de sus causas más significativas. Esta primera ola de expansión imperialista culmina con la carnicería de la Primera Guerra Mundial, el derrumbe de cuatro imperios: el Zarista, el Alemán y el Austro-Húngaro y, en cámara lenta, el Otomano; y nada menos que con el triunfo de la Revolución Rusa, abriendo una nueva etapa en la historia universal.

Lo que sigue no es la paz sino un armisticio. Para algunos autores, como Immanuel Wallerstein en varios de sus escritos, en realidad no hubo dos guerras mundiales sino una, con una tregua de dos décadas hasta que, realineadas las fuerzas y las alianzas, se produjo la batalla definitiva en lo que normalmente se reconoce como la Segunda Guerra Mundial. Si en la anterior cayeron cuatro imperios, en esta se derrumbaron los dos que quedaban en pie: el imperio británico y el francés, sobreviviendo en extrema precariedad aventuras imperiales marginales como la de los belgas y los holandeses. La Segunda Guerra Mundial, además, observó el imprevisible y hasta increíble fortalecimiento de la Revolución Rusa, que no sólo había sobrevivido a los horrores de la guerra civil y la invasión por una veintena de ejércitos de las “democracias occidentales” dispuestas a hacer lo que fuere necesario para acabar con la peste soviética sino que su protagonismo fue decisivo para derrotar al Nazismo. No sólo eso: con la derrota de las potencias del Eje se hundió también la vieja y compleja estructura del sistema internacional cuya potencia integradora era el Reino Unido para dar lugar a una más simplificada, de carácter bipolar y que enfrentaba en la cúspide a dos potencias y sus aliados y vasallos: Estados Unidos y la Unión Soviética.

La redistribución del poder económico, político y militar internacional unida a la fenomenal destrucción de vidas humanas, territorios y fuerzas productivas provocada por la conflagración no podía sino dejar profundas huellas en la conciencia de la época, especialmente si se tiene en cuenta que fue en ese marco cuando se realizaron los dos mayores atentados terroristas de la historia universal: el bombardeo atómico sobre las indefensas ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Suele decirse que la segunda posguerra abriría el capítulo más esplendoroso de la historia del capitalismo, el famoso “cuarto de siglo de oro” transcurrido entre 1948 y 1973. Fue en ese breve lapso que, según la recientemente fallecida teórica marxista Ellen Meiksins Wood, el capitalismo dio lo mejor que podía ofrecer: expansión de la ciudadanía, de los derechos sociales y laborales, construcción de regímenes democráticos, fortalecimiento de las organizaciones populares, de los sindicatos, de los partidos comunistas. Ese período llegó a su abrupto fin a mediados de los setentas con el auge del neoconservadurismo en los países desarrollados y la implantación de sangrientas dictaduras militares en casi toda América Latina y, tal como lo asegurara Meiksins Wood, ya no volvería a repetirse. Con la desintegración de la Unión Soviética el capitalismo retornó a su normalidad y las antiguas conquistas fueron o bien suprimidas de plano o severamente recortadas, al paso que las democracias burguesas fueron sufriendo una perversa metamorfosis que las convirtió en vergonzantes plutocracias. La soberanía popular europea descansa en los tentáculos de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) que saca y pone gobiernos a su antojo, como lo demuestran varios casos, siendo Grecia el más resonante de todos, aunque lejos de ser el único. En otras palabras, si la dominación del capital admitió aquellos avances en materia de derechos ciudadanos y organización democrática fue debido a la presencia amenazante de la Unión Soviética y el peligro de un “contagio” con el “virus ruso” que diera por tierra los regímenes burgueses imperantes en la época.

Pero como lo recuerda en su notable obra el historiador catalán Josep Fontana entre el fin de la Segunda Guerra y el inicio del “cuarto de siglo de oro” hubo tres años terribles. La URSS perdió 27 millones de vidas, especialmente de varones jóvenes. La ocupación alemana arrasó 1.710 ciudades y unas 70.000 aldeas. Alemania y Japón vieron destruido gran parte de sus territorios por los bombardeos. Y a esta devastación se sumó el hambre, producto de la destrucción de la agricultura, la sequía que arruinó las cosechas de 1946 y el inusualmente frío invierno de 1946-1947. “A los millones de muertos causados por la guerra” –observa Fontana- “habría que sumarles otros millones de víctimas de las grandes hambrunas de 1945 a 1947.” 4

Un tendal que sumando las gentes que murieron no sólo en el escenario europeo sino también en el asiático, sobre todo a causa de los horrores de la ocupación japonesa, se llega fácilmente a unos 100 millones de personas sacrificadas en el altar de la tasa de ganancia del capital. Este fue el necesario preámbulo de aquellos años “gloriosos” de 1948-1973, que coincidieron con la veloz expansión del imperialismo norteamericano a escala planetaria, cuyos orígenes se remontan a su expansión en la región centroamericana y caribeña en las postrimerías del siglo diecinueve y, sobre todo, a su secuestro de la victoria cubana sobre el colonialismo español en 1898. Después de la SGM con el Reino Unido y Francia desbaratados, sus colonias en franca rebeldía y sin rivales a la vista, la expansión imperial norteamericana parecía que no conocería límites. Esta fue la segunda ola imperialista, que coincide en términos generales con los “años gloriosos”. Sólo que con la recuperación europea y japonesa, visible desde los años sesentas, el paisaje del imperialismo comienza a reconocer múltiples banderas y no sólo la de las estrellas y barras de Estados Unidos. Las transnacionales norteamericanas poco a poco comenzaron a verse desafiadas por la rápida aparición de grandes conglomerados corporativos de origen europeo y japonés primero, y luego de otros países, principalmente Corea del Sur.

La segunda ola imperialista culminó con el abandono del keynesianismo, el retorno de la ortodoxia (al decir de Raúl Prebisch), el auge de la globalización neoliberal impulsada por los enormes avances tecnológicos en el campo de la informática, las telecomunicaciones y el transporte. Todo esto en un clima conservador orquestado por un formidable tridente reaccionario compuesto por Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el Papa Juan Pablo II. Al finalizar la década de los ochentas se derrumba el Muro de Berlín y, poco después, se desintegraría la Unión Soviética. Parecía entonces que la victoria de Occidente estaba asegurada y así algunos intelectuales y académicos estadounidenses, de pensamiento rápido que se mueve en la superficie de las cosas, concluyeron que había llegado la hora del “nuevo siglo (norte)americano” y que de ahora en más la estructura del sistema internacional sería “unipolar”. Ni lerdos ni perezosos las corporaciones y las agencias del gobierno federal comenzaron a alimentar financieramente a una fundación creada con el objeto de elaborar la hoja de ruta de ese nuevo siglo que aparecía como tan propicio para Estados Unidos. Centenares de académicos, expertos e intelectuales se dieron a la tarea de diseñar los contornos de tan promisoria jornada. Bill Clinton, en compañía de sus mayordomos británicos hizo lo suyo: desmontó las últimas piezas que quedaban en pie de las regulaciones financieras y creó el mundo soñado por Wall Street y la City londinense. Parecía, efectivamente, que todo estaba bajo control. El ALCA no era sino la manifestación hemisférica de este proceso de reorganización global de un imperio sin rivales.

Pero, como lo dice Rubén Blades, “la vida te da sorpresas” y vaya si las tuvo Washington. Primero que nada, en medio de estos himnos y cantos de alegría por el nuevo siglo americano se producen los atentados del 11 de Septiembre, el primer ataque en territorio norteamericano en casi dos siglos. Recuérdese que Estados Unidos había participado en las dos guerras mundiales sin que un tiro se disparase en su territorio. Súbitamente el país cayó en la cuenta de su terrible vulnerabilidad, y que el enorme presupuesto militar no garantizaba su inviolabilidad. Si militarmente Estados Unidos dejaba de ser inexpugnable, el vertiginoso ascenso de China –no inesperado pero sí prematuro, según los analistas del imperio, que lo estimaban para el año 2030 aproximadamente- junto con el inquietante retorno de Rusia a los primeros planos de la política mundial, la impetuosa entrada de la India en los asuntos internacionales y la consolidación de una serie de potencias regionales como Brasil, Sudáfrica, Indonesia, Corea del Sur y Turquía configuraron un escenario global muchísimo más desafiante que el de la era bipolar. Porque ahora, con la desintegración de la Unión Soviética y los avances de la informática la no proliferación nuclear se convertía en una quimera, y la “seguridad nacional” de los Estados Unidos demostraba ser más incierta que antaño.

Es en este escenario que la liberalización financiera y comercial, junto con la violenta aplicación de las políticas neoliberales en casi todo el mundo dio lugar al tercer ciclo de expansión imperialista, que precisamente cobra impulso en la década de los noventas y que continúa hasta nuestros días, incorporando profundamente como cotos de caza del capital imperialista a regiones y países otrora vedados a sus ambiciones: Rusia, los países del Este europeo, China, Vietnam, todo lo cual permite hablar de un imperialismo recargado y estimulado por nuevos horizontes en los cuales desarrollar sus proyectos. Varios son los signos distintivos de este tiempo, pero quisiera llamar la atención sobre dos. En primer lugar, el acelerado ritmo de concentración de la riqueza en todos los países desde China a Estados Unidos, sin ninguna relevante excepción. Esto ha sido denunciado recientemente por Oxfam en su reporte ante el Foro Económico Mundial de Davos al señalar que según estimaciones oficiales al momento actual el 1 por ciento más rico de la población mundial detenta el control del 51 por ciento de la riqueza del planeta, es decir, más que lo que posee el 99 por ciento de la población mundial.5 En línea con lo anterior, un estudio realizado bajo los auspicios de la Universidad de Zurich ha demostrado que 147 mega corporaciones controlan el 40 por ciento de la riqueza del planeta.6 La segunda seña de identidad de la fase actual ha sido la intensificación de la carrera armamentista, el surgimiento de varias zonas de extrema tensión bélica y el aumento en el número de guerras y de sus víctimas. Hay en la actualidad tres puntos calientes en el sistema internacional: el polvorín del Medio Oriente, infame consecuencia de la rapacidad de Estados Unidos y sus compinches europeos que no han hesitado un minuto en destruir países enteros (Líbano, Siria, Irak, Libia, entre los más recientes) con tal de apropiarse de su petróleo, que es lo único que les interesa. Han desencadenado una serie de dramas humanitarios como el mundo no había visto desde fines de la SGM. Segundo punto caliente: Ucrania y su extensión en Europa del Este, en donde el afán de la Casa Blanca y la Unión Europea de contener al “oso ruso” (¡que no soviético!) ha llevado a promover un golpe de estado en aquel país, con el activo protagonismo del Departamento de Estado en la persona de su Subsecretaria, Victoria Nuland, y desplazar las tropas de la OTAN hacia la propia frontera ruso-ucraniana. Esto pese a que cuando se derrumbó la URSS los líderes de las “democracias” occidentales juraron solemnemente que la OTAN “no se movería ni una pulgada en dirección al Este.” Se movieron varios centenares de kilómetros. El tercer punto caliente se localiza en el Mar del Sur de la China, rico en petróleo, y que es un territorio en disputa entre varios países: China, Japón y Vietnam, entre los más directamente involucrados. Esta es una situación que puede fácilmente salirse de control, al igual que las ya señaladas y de una gravedad especial: Washington puede reaccionar tibiamente ante una invasión de Rusia a Ucrania, o una retaliación de Moscú a Turquía por el derribo del avión ruso. Pero no puede sino reaccionar con toda su fuerza si China, el segundo presupuesto militar del planeta, decidiera atacar a Japón.

En resumen, esta fase, tercera en la historia de la expansión imperialista, presenta como todas las demás la guerra como su necesaria contrapartida. Esta lacerante realidad demuestra, por enésima vez, los errores de la teoría del super-imperialismo, o ultraimperialismo, desarrollada en primer lugar por Karl Kautsky y continuada por muchos de sus seguidores contemporáneos que insisten en rechazar la tesis de que el imperialismo podría hoy, no necesariamente en el pasado pero sí hoy, desembocar en una guerra entre potencias capitalistas. Pese a su glorioso pasado soviético Rusia lo es, y con sus peculiaridades, también lo es China. Y para los más recientes documentos del Pentágono y el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos Rusia es, explícitamente, el enemigo a derrotar. Aparte de ello hay que tener en cuenta que aún durante los años del bipolarismo Estados Unidos-Unión Soviética, las guerras proliferaron sin cesar en la periferia del sistema, y en la actualidad el panorama lejos de haber mejorado no hizo sino agravarse.

II. Factores explicativos

¿Cómo entender esta delicada situación actual? Sucintamente hablando, y a riesgo de simplificar demasiado esta presentación, digamos que hay tres rasgos del sistema internacional que pueden ofrecer algunas claves interpretativas para comprender esta escalada guerrerista.

En primer lugar, la inestabilidad del equilibrio geopolítico mundial es un elemento de decisiva importancia. Uno tras otro los diversos documentos elaborados por los organismos militares y de inteligencia de Estados Unidos insisten en señalar que el nuevo escenario mundial está erizado de amenazas a la seguridad nacional y que, en consecuencia, el país debe prepararse para varias décadas de guerras. La paz es algo que ni se menciona en estos documentos; el supuesto básico es la continuación indefinida de la guerra, sea de carácter “preventivo”, como lo planteara George W.Bush; sea de tipo “retaliatorio” ante un ataque a los Estados Unidos, a sus aliados o a sus ciudadanos. El multipolarismo actual es un formato del sistema internacional relativamente novedoso. Hubo en el pasado algo que se llamó “Concierto de Naciones” pero era un sistema exclusivamente europeo: ni Estados Unidos, ni Japón y menos aún la China tenían parte en esos acuerdos que perduraron desde la paz de Westfalia (1648) hasta su estrepitoso derrumbe con la Primera Guerra Mundial. Durante esos casi tres siglos ningún país extra-europeo tenía algo que decir en las mesas de negociaciones. Hoy es muy diferente, porque las potencias extra-europeas han empequeñecido a la declinante y decadente Europa y los consensos difíciles del pasado, entre naciones que compartían básicamente una misma cultura, son muchísimo más difíciles de lograr en la actualidad cuando quienes toman parte de la discusión son naciones y gobiernos portadores de cosmovisiones muy diferentes y, en cierto sentido, incompatibles. Y, por supuesto, intereses muy diferentes y claramente incompatibles. Bajo estas condiciones, la paz se convierte en una empresa que debe sortear enormes dificultades para su concreción y marca también la excepcionalidad de América Latina que, de lejos, es la macroregión más pacífica del planeta. Los principales líderes de la izquierda y el progresismo latinoamericano no han dejado de marcar esta singularidad, ratificada además formalmente por la aprobación, en Enero de 2014, en el marco de la Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que tuvo lugar en La Habana, de América Latina y el Caribe como una zona de paz.

Segundo, un factor que alienta y promueve las guerras y la violencia es la creciente gravitación del complejo militar-industrial-financiero en el proceso decisorio del gobierno norteamericano y, en poca menor medida, de sus aliados europeos. Esa infernal maquinaria vive de la guerra y para la guerra. Para ellos la paz significa su ruina, la bancarrota, y la única estrategia razonable para estas megacorporaciones es estimular los conflictos y las rivalidades por todos los medios posibles. Su tasa de ganancia está directamente asociada con la guerra y es inversamente proporcional a la paz. Su poderío es inmenso: fue denunciado nada menos que por el presidente Dwight Eisenhower en su discurso de despedida del 17 de Enero de 1961 y lo describió como la más seria amenaza para la libertad y la democracia de Estados Unidos. A lo largo de más de medio siglo ese inmenso poder no hizo otra cosa que acrecentarse, hasta asumir proporciones monstruosas. Si en aquella época era una amenaza hoy es quien realmente manda en Estados Unidos, acelerando el tránsito de una república democrática a un régimen plutocrático.7 Es decir una forma política que, parafraseando a Lincoln, es el gobierno del dinero, por el dinero y para el dinero. Y dado que el gasto militar de Estados Unidos es el principal motor de la economía, aglutinando en su seno a sectores industriales, financieros y petroleros, es en interés de los gobiernos otorgar toda clase de garantías a las empresas de ese sector. Y estas, a su vez, disponiendo de fenomenales recursos, se convirtieron en las principales e indispensables financiadoras de las carreras políticas de representantes, senadores, gobernadores y presidentes, prostituyendo definitivamente el funcionamiento de la democracia en Estados Unidos y abriendo las puertas para la constitución de la plutocracia que hoy gobierna a ese país. No es de extrañar, en consecuencia, que desde la Guerra de Corea en adelante Estados Unidos no haya conocido un solo año sin estar en guerra. Tampoco lo es que, pese a los optimistas anuncios, el gasto militar haya aumentado aún luego de la desaparición de quien durante los largos años de la Guerra Fría fuera su enemigo fundamental: la Unión Soviética. En este sentido, la operación propagandística del imperio en el sentido de exaltar los “dividendos de la paz” como fuente de una renovada ayuda al desarrollo quedó rápidamente al desnudo. Ni se mejoró la asignación de recursos para facilitar el progreso económico y social de los países de la periferia ni se redujo la escalada del gasto militar. Según los cálculos más rigurosos el gasto militar total de Estados Unidos superó el umbral considerado hasta no hace mucho como absolutamente insuperable de un billón de dólares, es decir, un millón de millones de dólares, lo que equivale aproximadamente a la mitad del gasto militar mundial.8 Con perfiles menos acusados que en Estados Unidos el complejo militar-industrial-financiero también opera en los países europeos, Japón y Corea del Sur. En otras palabras, la acumulación capitalista siempre estuvo signada por la violencia (si no, cómo explicar la “Conquista de América”, o el masivo despojo del campesinado en los países del capitalismo metropolitano) y en tiempos recientes esta violencia se ha institucionalizado y profundizado pari passu con el fenomenal crecimiento del aparato militar, lo que impulsa las guerras a la vez que socava los fundamentos de la democracia tanto en el mundo desarrollado como en la periferia del sistema.

Un tercer elemento que impulsa las guerras es lo que un autor como Michael Klare ha denominado “la cacería de los recursos naturales”.9 En un mundo cada vez más amenazado por el agotamiento de ciertos bienes comunes de carácter estratégico, comenzando por el agua y siguiendo por el petróleo, la biodiversidad, los minerales estratégicos y los alimentos, y frente a un imparable aumento de la población mundial que, hacia mediados de este siglo, cruzaría la barrera de los 10.000 millones de habitantes, las principales potencias se han lanzado con toda su fuerza en una campaña mundial para asegurarse los insumos básicos requeridos por un patrón de consumo capitalista caracterizado por la utilización irracional y el derroche de los recursos naturales. Para nadie es un misterio que la vigorosa expansión de China en los países del Tercer Mundo tiene como objetivo fundamental asegurarse el suministro de ciertos recursos naturales imprescindibles para su economía, fenómeno este que se manifiesta sobre todo en África pero también, aunque en menor medida, en América Latina. No es necesario ser un pesimista radical para reconocer que muy a menudo lo que comenzó como una guerra comercial termina siendo una guerra en el sentido más integral del término.

III. El lugar de América Latina y el Caribe

En este escenario en donde la guerra –o la amenaza de su estallido- es el telón de fondo sobre el cual se desenvuelven las relaciones internacionales América Latina y el Caribe juegan un papel de especialísima importancia.

Por empezar, somos la región del mundo mejor dotada de recursos naturales: con 7 por ciento de la población mundial disponemos entre el 42 y el 45 por ciento del agua dulce de la Tierra. Somos, además, el pulmón del planeta, dueños de la mitad de la biodiversidad mundial, sede de enormes depósitos de petróleo, gas y minerales estratégicos y de tierras extraordinariamente bien dotadas para la producción de todo tipo de alimentos de origen vegetal o animal. Esta formidable dotación suscita los apetitos del imperio norteamericano por subordinar, a cualquier costo, a un país como Venezuela, cuyas reservas comprobadas de petróleo son las mayores del mundo, hoy superiores a las de Arabia Saudita. Un continente que cuenta con el 80 por ciento de las reservas mundiales de litio, fuente energética fundamental para toda la industria microelectrónica y sus derivados (teléfonos móviles, computadoras en sus diversas variantes, cámaras fotográficas corrientes y satelitales, filmadoras, automotores híbridos y así sucesivamente). La nanotecnología y sus increíbles aplicaciones tienen como fundamento práctico la biodiversidad, de la cual América Latina (y especialmente Sudamérica) tienen el mayor caudal del planeta. Ni hablemos del agua, crucial para un país como Estados Unidos cuyo derroche de ese líquido elemento lo ha llevado a convertir el otrora impetuoso río Colorado, capaz de cavar un profundo cañón en Arizona en un arroyo que a menudo no llega ni siquiera a desaguar en el Océano Pacífico. Tendrían que ser unos tremendos ignorantes los administradores imperiales (y no lo son) como para ser indiferentes ante una realidad tan exuberante como la que ofrece nuestra región. Por eso, desde los inicios de su vida independiente, Estados Unidos consideró a esta parte del mundo como su “patio trasero”, su zona de seguridad. Y por eso también tanto Fidel como el Che no se cansaron de decir que América Latina y el Caribe eran “la retaguardia estratégica del imperio.”

En segundo lugar, las concepciones estratégicas militares de Estados Unidos desde los años fundacionales de la república siempre adhirieron a la tesis de la “gran isla americana”, extendiéndose desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Esta concepción militar asume que la seguridad nacional de Estados Unidos depende de la capacidad de Washington para evitar que poderes extracontinentales hagan pie firme en algún sector de la isla americana, o que existan en ella gobiernos hostiles a los designios de Estados Unidos. Esta concepción se perfeccionó desde mediados del siglo diecinueve y adquirió connotaciones claramente belicosas hacia el final de ese siglo con sucesivas invasiones a varios países de Centroamérica y el Caribe, incluyendo a México. La “Doctrina Monroe” de 1823 y el Corolario a dicha pieza doctrinaria formulada por Theodore Roosevelt en 1904 plantean abiertamente la aspiración hegemónica de Estados Unidos sobre esta dilatada geografía que yace al sur del Río Bravo. A resultas de ello Washington puede tolerar, aunque sea a regañadientes, un gobierno socialista en algún país africano (casos de Mozambique, Zimbawe o Angola, en determinadas épocas) pero responde con fulminante brutalidad cuando una pequeña isla de 344 km2 y 90.000 habitantes como Granada comete “el error” de elegir, en 1979 un gobierno socialista radical bajo el liderazgo de Maurice Bishop. La respuesta de la Administración Reagan no se hizo esperar: en Octubre de 1983 despachó un poderoso contingente militar compuesto por casi 8.000 hombres (poco menos que el 10 por ciento de la población invadida) y en pocos días depuso al gobierno y ejecutó al Primer Ministro Bishop y sus principales colaboradores. La justificación por este crimen: la construcción de un nuevo aeropuerto para facilitar el turismo a la isla, lo cual fue interpretado por los criminales de Washington como un perverso plan para facilitar el aterrizaje de aviones de guerra soviéticos en el Caribe. Nada siquiera remotamente semejante fue jamás hecho por Estados Unidos en ninguna otra región del planeta ante un país de las pequeñas dimensiones y casi nula gravitación de Granada, salvo en América Latina y el Caribe, díscola y turbulenta frontera de un imperio protegido por un enorme hinterland y dos grandes océanos.10 El único peligro proviene del Sur, del mundo del subdesarrollo latinoamericano. Es a causa de ello que, si bien con algunos matices, argumentos semejantes a los expresados en el caso de Granada sobre una supuesta amenaza a la “seguridad nacional” han seguido esgrimiéndose hasta el día de hoy. Se hizo antes con la Guatemala de Arbenz en 1954, con Cuba desde el 1° de Enero de 1959, después con la revolución nicaragüense en 1979 y, apenas ayer, en Marzo del 2015, lo reiteró el presidente Barack Obama cuando emitió una orden ejecutiva estableciendo una “emergencia nacional” por la amenaza “inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional y a la política exterior causada por la situación en Venezuela.

De todo lo anterior se desprende que Washington se opondrá a cualquier proceso genuinamente democratizador que se escenifique en nuestros países. Cualquier fuerza política que acceda al gobierno y trate de hacer verdad aquello de la soberanía popular -que se asienta sobre la soberanía económica y política en un mundo de naciones poderosas, imperialistas y colonialistas, y países débiles y sometidos- será ferozmente combatido por el imperio. Cuando Obama y sus colaboradores hablan de la “normalización” de las relaciones con Cuba y con los países del hemisferio lo que entienden por ello es regresar a la situación en que se encontraba esta parte del mundo al anochecer del 31 de Diciembre de 1958, es decir, en las vísperas de la Revolución Cubana. “Normalizar” es un eufemismo que oculta la intención de encuadrar y subordinar a los países de Nuestra América para que sirvan de apoyatura a las aventuras imperiales de Washington, tanto en esta parte del mundo como en otros continentes. Piénsese si no en la parafernalia de vínculos existentes entre los aparatos de inteligencia norteamericanos (nada menos que dieciséis según la última cuenta) y los organismos militares y policiales del imperio con sus homólogos de América Latina y el Caribe. El gobierno de Estados Unidos entrena a nuestros espías, soldados y policías; les enseña tácticas de interrogatorio; les aporta las armas, y junto con las armas, la definición doctrinaria de quienes son los amigos y quienes los enemigos a los cuales habrá que disparar; coordina con sus ejercicios conjuntos las labores de nuestros ejércitos de aire, mar y tierra; tiene escuelas especiales, como la remozada Escuela de las Américas, ahora cambiada de nombre pero que sigue cumpliendo las mismas funciones; mantiene en vigor la Junta Interamericana de Defensa, para coordinar los estados mayores de nuestras fuerzas armadas en función de las prioridades y necesidades militares de Estados Unidos. Todo esto sigue en pie, pese a los esfuerzos de la UNASUR y sus tentativas de concebir y coordinar una estrategia sudamericana de contención de la virulencia imperial. Hay, eso sí, algunas valiosas excepciones como Cuba, naturalmente; Venezuela y, sólo parcialmente, Bolivia y Ecuador. Hablar de imperialismo, violencia y guerra es algo tan elemental que no debería exigir mayores argumentaciones.

IV. Conclusiones.

Nuestro continente es prioridad número uno para la política exterior de Estados Unidos. Es la región más importante del mundo, de lejos. Hemos planteado esto en todo detalle en un trabajo previo y no tiene sentido insistir sobre el tema en este lugar.11 Washington puede perder Angola, Namibia, Nigeria, Cambodia, Vietnam, pero no se quedará de brazos cruzados ante la perspectiva de perder Granada, Nicaragua, Cuba, Chile, ni digamos Brasil o Venezuela. Puede esforzarse por “contener al comunismo” como lo hizo en los años de la Guerra Fría y, para ello, elaborar una serie de alianzas regionales. Siendo que el eje articulador de la revolución comunista mundial (como se decía en esos años en Washington) estaba en Europa, en Moscú para ser más precisos, ¿fue Europa la primera beneficiaria de la estrategia de contención que elaborara George Kennan para el presidente Harry S. Truman? ¡No! Fue América Latina. En un mundo amenazado por el riesgo mortal de la dominación comunista la primera región que Estados Unidos puso a salvo de esa indeseada eventualidad fue América Latina. En 1947 firma el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) con ese propósito. ¿Y Europa? Tendría que esperar dos años más, pues recién en Abril de 1949 se crearía la OTAN. Y en el apogeo del auge progresista en la región y en coincidencia con los anuncios del presidente Lula da Silva informando al mundo el descubrimiento de los grandes yacimientos petrolíferos en el litoral paulista la respuesta de la Casa Blanca fue ordenar la reactivación de la Cuarta Flota, que había sido desactivada en 1950. Como lo dice un conocido aforismo estadounidense, “first things first”, o sea, “lo primero es lo primero”. Y lo primero es América Latina. Si Africa cae en manos del comunismo es un problema; si cae Asia es un problema mayor; si cae Europa es una tragedia; pero si cae América Latina es una catástrofe de incalculables proyecciones. Porque Asia, África y Europa están lejos, separadas por grandes océanos. Pero desde América Latina los enemigos del imperio ¡pueden llegar caminando!, como en medio de la psicosis despertada por la revolución sandinista se escuchaba en los pasillos del gobierno estadounidense en Washington. Los cambios en el paisaje sociopolítico latinoamericano desde finales del siglo veinte marcaron un importante retroceso de la influencia norteamericana en la región. El rechazo del ALCA fue una durísima derrota para el imperio, y la consolidación de una serie de gobiernos progresistas, algunos de izquierda y la heroica sobrevivencia de la Revolución Cubana marcaron a fuego todo el período abierto desde la elección presidencial de Chávez en Diciembre de 1998 hasta nuestros días. La victoria del líder bolivariano fue la chispa que incendió la pradera: su carisma y su fenomenal capacidad didáctica movilizó y excitó las ansias emancipatorias de los pueblos y naciones del área abatidos y humillados por siglos de opresión colonial y neocolonial. Chávez voltea en Venezuela la primera ficha de un dominó que luego recorrería todo el continente: la segunda caería en Brasil con Lula en el 2002 para seguir con Kirchner en Argentina, en el 2003; con Evo y Tabaré Vázquez en Bolivia y Uruguay, en el 2005; con Correa en Ecuador, en el 2006 y en ese mismo año con Ortega en Nicaragua y Zelaya en Honduras; con Cristina en el 2007; con Lugo en Paraguay en el 2008 y Funes en El Salvador, en el 2009, despejando el camino para que el ex Comandante del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, asumiera la presidencia de ese país en el 2014. En el 2010 José “Pepe” Mujica ratificaría la hegemonía del Frente Amplio y conquistaría la presidencia del Uruguay, misma que en el 2015 volvería a recaer en las manos de Tabaré Vázquez. En una revisión actualísima Angel Guerra plantea una tesis que hacemos nuestra al decir que “califico como gobiernos que en distintos grados son independientes de Estados Unidos, se distancian de los dictados del Consenso de Washington, abogan activamente por la unidad y la integración latino-caribeña y por un mundo multipolar. Si atendemos a estos rasgos podemos decir que cumplen con ellos en alguna medida: Antigua y Barbuda, Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Uruguay y Venezuela.”12 En suma: basta con recordar esta radical modificación del mapa sociopolítico latinoamericano para calibrar el imperecedero espesor político de la herencia chavista y la ansiedad de la burguesía imperial para retomar la “normalidad” en las relaciones hemisféricas. La contraofensiva estadounidense no se hizo esperar: comenzó con un golpe de estado contra Chávez en Abril del 2002 y siguió, ante su fracaso, con el paro petrolero de Diciembre 2002-Febrero del 2003. Derrotadas estas iniciativas, que tuvieron un efecto boomerang y liquidaron el ALCA en el 2005, el imperio volvió a la carga: tentativa de golpe y secesión de Bolivia en 2008; golpe “jurídico-parlamentario” contra Zelaya en 2009; golpe frustrado contra Correa en 2010; golpe exitoso, también “jurídico-parlamentario” contra Lugo en 2012 y violentas protestas (“guarimbas”) en Venezuela en Febrero de 2014.

Esto no ha cesado y en los momentos actuales esta ofensiva restauradora se encuentra en pleno desarrollo. “Normalización” tramposa con Cuba, necesaria para despejar el descontento de los gobiernos de la región con la absurda e injusta política del bloqueo pero sin que éste se haya modificado; “guerra económica”, ofensiva diplomática y terrorismo mediático contra Venezuela; campañas sucias y difamatorias contra Evo Morales en Bolivia; agresión financiera y mediática en contra de Rafael Correa en Ecuador; intensas presiones desestabilizadoras desde la re-elección de Dilma Rousseff, obligándola a desnaturalizar por completo el programa del PT adhiriendo a una orientación claramente neoliberal; “golpe judicial por etapas” para sacar a Lula del juego y de su posible candidatura en el 2018; acoso también judicial contra Cristina Fernández en la Argentina y, de paso, apoyo explícito de la Casa Blanca a la Alianza del Pacífico, ardid norteamericano para atenuar o neutralizar por completo la influencia de China en el hemisferio. No es un dato menor que sobre tres de los cuatro países originalmente signatarios de la Alianza: México, Colombia y Perú recaen fuertes sospechas sobre la penetración en sus aparatos estatales del narcotráfico y el paramilitarismo. Sólo Chile, por ahora, se encuentra libre de esa acusación en los propios medios norteamericanos.

Dadas estas circunstancias, o mejor dicho, habida cuenta de las condiciones estructurales que pautan la relación entre el imperio y su principal región tributaria, se comprende que América Latina y el Caribe haya sido una región en estado de permanente agitación y no por casualidad la vanguardia a nivel mundial de la resistencia a las exacciones del imperialismo desde las primeras décadas del siglo veinte. Y en este contexto hay un país que juega un papel de excepcional importancia en Nuestra América: Colombia.

En este sentido la firma, en Junio del 2013, de un acuerdo de cooperación entre Colombia y la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) ha causado una previsible preocupación en Nuestra América. Para justificar su decisión el presidente Santos señaló que Colombia tiene derecho a «pensar en grande», y que él va a buscar que su país sea de los mejores «ya no de la región, sino del mundo entero». Continuó luego diciendo que «si logramos esa paz” –refiriéndose a las conversaciones de paz que están en curso en Cuba, con el aval de los anfitriones, Noruega y Venezuela- “nuestro Ejército está en la mejor posición para poder distinguirse también a nivel internacional. Ya lo estamos haciendo en muchos frentes», aseguró Santos. Y piensa hacerlo nada menos que asociándose a la OTAN, una organización sobre la cual pesan innumerables crímenes de guerra y masiva violaciones a los derechos humanos perpetrados en la propia Europa (recordar el bombardeo a la ex Yugoslavia y las masacres de los Balcanes) la destrucción del Líbano, Irak, Libia; su complicidad con el gobierno fascista de Israel en su continuo genocidio del pueblo palestino y ahora su colaboración con los terroristas que han tomado a Siria por asalto y sembrando de muerte y destrucción todo el Medio Oriente.13 Jacobo David Blinder, ensayista y periodista brasileño, fue uno de los primeros en dar la voz de alarma ante las implicaciones de la decisión del presidente colombiano. Hasta ahora el único país de América Latina “aliado extra OTAN” había sido la Argentina, que obtuvo ese deshonroso status durante los nefastos años de Carlos S. Menem, y más específicamente en 1998, luego de participar en la Primera Guerra del Golfo (1991-1992) y aceptar todas las imposiciones impuestas por Washington en muchas áreas de la política pública, como por ejemplo desmantelar el proyecto del misil Cóndor y congelar el programa nuclear que durante décadas venía desarrollándose en la Argentina. Dos gravísimos atentados que suman más de un centenar de muertos –en la Embajada de Israel y en la AMIA- fue el saldo que dejó en la Argentina la represalia por haberse sumado a las actividades de la organización terrorista noratlántica.

El status de “aliado extra OTAN” fue creado en 1989 por el Congreso de los Estados Unidos –no por la organización sino por el Congreso estadounidense- como un mecanismo para reforzar los lazos militares con países situados fuera del área del Atlántico Norte y que podrían ser de ayuda en las numerosas guerras y procesos de desestabilización política que Estados Unidos despliega en los más apartados rincones del planeta. Australia, Egipto, Israel, Japón y Corea del Sur fueron los primeros en ingresar, y poco después lo hizo la Argentina, y ahora Colombia. El sentido de esta iniciativa del Congreso norteamericano salta a la vista: robustecer y legitimar sus incesantes aventuras militares -inevitables durante los próximos treinta años, si leemos los documentos del Pentágono sobre futuros escenarios internacionales- con un aura de “multilateralismo” que en realidad no tienen. Esta incorporación de los aliados extra-regionales de la OTAN, que está siendo también promovida en los demás continentes, refleja la exigencia impuesta por la transformación de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en su tránsito desde un ejército preparado para librar guerras en territorios acotados a una legión imperial que con sus bases militares de distinto tipo (más de mil en todo el planeta), sus fuerzas regulares, sus unidades de “despliegue rápido” y el creciente ejército de “contratistas” (vulgo: mercenarios) quiere estar preparada para intervenir en pocas horas para defender los intereses estadounidenses en cualquier punto caliente del planeta. Con su incorporación como “aliado extra OTAN” Colombia se pone al servicio de tan funesto proyecto y, puertas adentro, refuerza la militarización de un país que lleva más de medio siglo de guerra civil y que clama por la paz.

Si bien la Argentina es un lamentable precedente (que en el año 2012 afortunadamente perdió el status de “aliada extra-OTAN”) el caso colombiano es muy especial, porque desde hace décadas ese país recibe, sobre todo en el marco del Plan Colombia, un muy importante apoyo económico y militar de Estados Unidos –de lejos el mayor de los países del área- y sólo superado por los desembolsos realizados a favor de Israel, Egipto, Irak y Corea del Sur y algún que otro aliado estratégico de Washington. Cuando Santos declara su vocación de proyectarse sobre el “mundo entero” lo que esto significa es su voluntad para convertirse en cómplice de Washington, para movilizar sus bien pertrechadas fuerzas más allá del territorio colombiano y para intervenir en los países que el imperio procura desestabilizar.14 Y no es un secreto para nadie que la primera en esa lista no es otra que Venezuela. Es poco probable que su anuncio signifique que está dispuesto a enviar tropas a Afganistán, a Siria u a otros teatros de guerra. La pretensión de la derecha colombiana, en el poder desde siempre, ha sido convertirse, especialmente a partir de la presidencia de Álvaro Uribe Vélez, en la “Israel de América Latina” erigiéndose, con el respaldo de la OTAN, en el gendarme regional del área para vigilar, amenazar y eventualmente agredir a vecinos como Venezuela, Ecuador y otros -¿Bolivia, Nicaragua, Cuba?- que tengan la osadía de oponerse a los designios imperiales.

A nadie se le puede escapar que con esta decisión el gobierno del presidente Santos tensiona los Diálogos de Paz en curso en La Habana porque cómo podría la insurgencia colombiana confiar en las promesas de un gobierno que con su asociación a la OTAN acentúa una perniciosa vocación injerencista y militarista. Por otra parte, esta decisión no puede sino debilitar los procesos de integración y unificación supranacional en curso en América Latina y el Caribe. La tesis de los “caballos de Troya” del imperio, que repetidamente hemos planteado en nuestros escritos sobre el tema, asumen renovada actualidad con la decisión del mandatario colombiano. ¿Qué hará ahora la UNASUR y cómo podrá actuar el Consejo de Defensa Suramericano cuyo mandato conferido por los jefes y jefas de estado de nuestros países ha sido consolidar a nuestra región como una zona de paz, como un área libre de la presencia de armas nucleares o de destrucción masiva, como una contribución a la paz mundial para lo cual se requiere construir una política de defensa común y fortalecer la cooperación regional en ese campo? ¿Qué implicaciones tiene sobre la UNASUR y, más generalmente, sobre los diversos proyectos de integración y coordinación de políticas en América Latina, el hecho de que Colombia, al asociarse a la OTAN adhiere a la postura británica en el diferendo con la Argentina por las Islas Malvinas?

Un proyecto largamente acariciado por nuestros pueblos es lograr que América Latina sea un continente desnuclearizado. Si durante décadas pudimos estar seguros de ello ya no más. Hay evidencias que sugieren que existe armamento nuclear en las Islas Malvinas, y no sabemos que clase de armamentos hay en las 7 bases que Washington dispone en territorio colombiano, o en las 11 existentes en Perú.15 Los acuerdos que hicieron posible la instalación de esas bases contienen cláusulas que le confieren a Estados Unidos el derecho a ingresar cargamento militar sin tener que ser sometido a control alguno de los estados anfitriones. Por algo cuando en una de las reuniones de la UNASUR Chávez solicitó a la organización que se procediera a verificar que era lo que había en cada una de las bases norteamericanas en la región tropezó con la cerrada negativa de Álvaro Uribe y Alan García, no por casualidad los dos países que abrieron de par en par sus puertas para la penetración de tropas y pertrechos militares estadounidenses en sus territorios. Es imposible que este continente conquiste la paz con las ochenta bases militares norteamericanas existentes en nuestros países. Esas bases son dispositivos para la guerra, no para la paz. Y entrarán plenamente en funciones a medida que el deterioro de la situación internacional impulse a Washington a consolidar su reaseguro en el patio trasero y a sofocar cualquier intento de autodeterminación nacional o avance democrático. Deberíamos lanzar una campaña continental para expulsar a todas las bases norteamericanas, y las pocas que existen del Reino Unido, Holanda y Francia, de la región. Ellas sólo traerán violencia y muerte, y los latinoamericanos y caribeños queremos la paz. Es una propuesta razonable, que atraviesa la gran mayoría de las fuerzas políticas y movimientos sociales de la región. Y nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos jamás nos perdonarán que no hayamos hecho todo lo que esté a nuestro alcance para acabar con esas amenazas.

Notas

1  En Cuadernos de Pasado y Presente 1 (Córdoba: 1974), pp. 56-57.

2  En una carta a Joseph Weidemeyer en la cual le pedía libros y artículos sobre la cuestión militar y las guerras le dice que se había propuesto estudiar a fondo el asunto “por la inmensa importancia que le debemos asignar al mismo con vistas a la próxima insurrecciòn de la clase obrera.” Cf. F.E., “Carta Weydemeyer”, 19 de Junio de 1851.  

3 Agradezco a Paula Klachko por haberme llamado la atención sobre este asunto, así como su muy cuidadosa lectura de la primera versión de este trabajo. De esta misma autora recomiendo muy especialmente el libro escrito conjuntamente con Katu Arkonada: Desde abajo, desde arriba. De la resistencia popular al gobierno. Escenarios y horizontes del cambio de época en América Latina (en prensa en Cuba,México y País Vasco)

4  Josep Fontana, Por el Bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945 (Barcelona: Pasado & Presente, 2011), p. 25

5  Cf. https://www.oxfam.org/en/pressroom/pressreleases/2015-01-19/richest-1-will-own-more-all-rest-2016

6  Stefania Vitali, James B. Glattfelder, and Stefano Battiston, “The Network of Global Corporate Control”, PLoS ONE, October 26, 2011,http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0025995. El estudio fue el primero en observar 43.060 sociedades transnacionales y estudiar la tela de araña de la propiedad entre ellas. La investigación creó un “mapa” de 1.318 compañías del núcleo de la economía global. El estudio encontró que 147 corporaciones forman una “súper entidad” dentro de este mapa, controlando un 40 por ciento de la riqueza del planeta.

7  Sobre esto ver Tom Engelhardt, “El nuevo orden estadounidense”, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196927

Ver asimismo dos textos clásicos sobre este tema: Peter Dale Scott, The American Deep State: Wall Street, Big Oil and the Attack on U.S. Democracy . (ediciones varias)

Sheldon Wolin, Democracia S.A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido (Buenos Aires: Katz Editores, 2009)

También Juan Bosch, El Pentagonismo, sustituto del imperialismo (Santo Domingo: Fundación Juan Bosch, 2015)

8  Hemos desarrollado este cálculo en nuestro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2012).

9  Cf. su The race for what is left (New York: Metropolitan Books, 2012)

10  Sobre este tema del intervencionismo norteamericano en Nuestra América es insoslayable la referencia a la monumental obra de Gregorio Selser, Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina (México DF: Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades/Universidad Autónoma de la Ciudad de México/Centro Académico de la Memoria de Nuestra América, s/f). Véase asimismo la obra, más reciente, del politólogo e historiador cubano Luis Suárez Salazar, Madre América. Un siglo de violencia y dolor (1898-1998)originalmente publicada en Cuba en 2006 pero de inminente publicación en Colombia con un prólogo de Atilio A. Boron

11  Cf. América Latina en la geopolítica del imperialismo, op. Cit.

12 Ver la nota de Guerra en su blog en Telesur: http://www.telesurtv.net/bloggers/El-presunto-fin-del-ciclo-progresista-20150820-0001.html”)

13  Las declaraciones de Santos se encuentran en http://www.infobae.com/2013/06/01/1072485-santos-solicitara-el-ingreso-colombia-la-otan Sobre el siniestro papel de la OTAN ver el completo estudio publicado como libro bajo el título de OTAN: la globalización del terror, de Mahdi Darius Nazemroaya (Managua: PAVSA, 2015) Prólogo de Atilio A. Boron.

14  No es un secreto para nadie que las fuerzas armadas colombianas son las únicas en la región que cuenta con una experiencia de combate de varias décadas. Ningún otro ejército de la región cuenta con una un antecedente siquiera remotamente similar.

15  Sobre el tema de las bases consultar el fundamental estudio de Telma Luzzani, Territorios vigilados. Como opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica (Buenos Aires, Debate, 2012)

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209873

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Estados Unidos: Los niños negros y discapacitados sufren castigos físicos con más frecuencia en la escuela

Estados Unidos/10 de Octubre de 2016/Univisión

Apalear a un niño en la escuela por motivos disciplinarios es legal en 19 estados de EEUU y durante el año académico 2013-2014 fueron agredidos 160 mil niños.

Los castigos físicos se siguen utilizando de manera generalizada en los 19 estados del país en donde aún son legales y quienes más los sufren son los niños de minorías y discapacitados, según un nuevo estudio que analizó 160 mil casos registrados durante el año académico 2013-2014.

El estudio, publicado por la Sociedad para la Investigación del Desarrollo de la Niñez (SRCD), agrega que los 31 estados en donde están prohibidos los castigos corporales no han reportado aumentos en sus índices de delincuencia juvenil desde que los prohibieron, lo que sugiere que los defensores de esta política punitiva están equivocados en sus razones para mantenerla.

 Los castigos físicos, según el reporte, se utilizan más en las escuelas primarias que en otros niveles y la manera preferida de administrarlos espegándoles con tablas o paletas de madera a los niños en sus glúteos.

Los castigos físicos son legales

Los castigos corporales tienen el visto bueno de la Corte Suprema desde 1977, cuando declaró que los mismos no son inconstucionales porque no violan los derechos de los estudiantes ni representan castigo cruel e inusitado.

Sin embargo, las investigadoras afirman que lejos de disciplinar lo que hacen es provocarles daños físicos a los niños y perjudicar su desempeño académico, además de que se aplican de manera parcializada.

«Documentamos que los niños afroamericanos, niños con discapacidades y niños tienen más posibilidades de recibir castigos físicos» que el resto de los grupos demográficos, dijo una de las autoras del estudio, Elizabeth Gershoff, de la Universidad de Texas en Austin.

Según Gershoff y su colega Sarah A. Font, de Penn State University, quienes analizaron reportes de más de 36,000 escuelas en los 19 estados en donde los castigos físicos son legales, los niños negros y los niños con discapacidades tienen 50% más probabilidades de ser castigados físicamente que sus compañeros blancos y sin discapacidades, respectivamente.

El estudio halló que durante el año 2013-2014 se aplicaron castigos físicos a estudiantes que cometieron faltas graves como encender fuegos artificiales en la escuela, pelear, acosar a otro compañero o embriagarse en una excursión, pero también a otros que cometieron faltas menores como llegar tarde a clase, no entregar la tarea, dormir en clase, o recibir malas calificaciones.

A menudo los administradores escolares castigaron físicamente a los niños con discapacidades por conductas que son manifestaciones de su discapacidad, como el autismo o el Síndrome de Tourette, lo que es ilegal.

«Estas desigualdades violan varias leyes federales de derechos civiles que prohíben la discriminación y sugieren que algunos sesgos ocultos pueden incidir en qué niños son apaleados en la escuela», dijo Gershoff.

El reporte no incluye cifras sobre estudiantes hispanos porque «la cantidad de niños latinos en muchos distritos escolares en estados en donde los castigos físicos son legales era muy pequeña como para que el Departamento de Educación generara información confiable», aclaró Gershoff.

Miles de estudiantes resultan heridos por los castigos

Los castigos físicos, además, son peligrosos. Un estudio de la Sociedad para la Medicina Adolescente calculó que entre 10,000 y 20,000 estudiantes buscan atención médica cada año por lesiones provocadas por los castigos.

Entre las lesiones se han reportado hematomas, daño muscular y al sistema nervioso, cortaduras y fracturas óseas.

Según el informe, los estados que más apalean a sus estudiantes están ubicados mayormente en el sureste de EEUU, y entre esos, los peores son Arkansas, Alabama y Mississippi, en donde más de la mitad de las escuelas recurren a los castigos corporales como método de disciplina.

Sin embargo, en otros nueve estados en donde aún son legales (Arizona, Colorado, Florida, Idaho, Indiana, Kansas, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Wyoming) la práctica ha desaparecido virtualmente, y menos del 5% de las escuelas reportaron haberlos utilizado.

Los castigos físicos también son permitidos en las escuelas privadas de 48 estados del país, excepto Iowa y Nueva Jersey, pero el Departamento de Educación no recopila datos sobre cómo se administran en esos lugares.

Las investigadoras piden en el informe desistir de estas prácticas porque no tienen beneficio alguno.

«Los estados que han prohibido los castigos físicos en sus escuelas no han visto un aumento en la delincuencia juvenil a través del tiempo, contrario a los argumentos de los defensores de los castigos corporales en las escuelas, de que prohibirlos provocaría un aumento en el mal comportamiento y la actividad delictiva», indica el reporte.

«Docenas de estudios e investigaciones han confirmado que el castigo físico no promueve una mejor conducta en los niños», explicó Gershoff. «Un estudio internacional reciente halló que los niños sometidos a castigos corporales en las escuelas tienen desempeño académico más a través del tiempo», agregó.

Para cambiar esta política punitiva en el país se necesita legislación federal que la prohíba o cambios de política pública mediante el cual los distritos escolares abandonen la práctica voluntariamente en favor de métodos disciplinarios no físicos, argumentaron las investigadoras.

Fuente: http://www.univision.com/noticias/politica-de-educacion/escuelas-emplean-los-castigos-fisicos-con-mas-frecuencia-contra-ninos-negros-y-discapacitados

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Canadá: École privée ou publique, laquelle est plus populaire? La réponse en cartes

América del Norte/Canadá/Octubre de 2016/Autora: Ximena Sampson/Fuente: Radio Canada

RESUMEN: En primaria, las tasas de asistencia de las  instituciones privadas en el mundo aumentó de 8,5% en 1980 al 13% en 2013, poco más de uno de cada ocho niños. En la escuela secundaria, por contra,  uno de cada cuatro niños no se encuentra en el sector público. La proporción aumentó del 19% en 1998 al 23% en 2013. Estos promedios globales, sin embargo, ocultan grandes disparidades. Mientras que en algunos países menos del 1% de los estudiantes asiste a escuelas privadas, en otros es la mayoría de los niños en edad escolar que no está en la red pública. Pero todavía es necesario saber a qué nos referimos cuando hablamos de la educación privada. «¿Es que es totalmente gasto o son instituciones del Estado financiados por donantes como las instituciones religiosas o grupos de la comunidad? «, Se pregunta Abdoulaye Anne, profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Laval.

Au niveau primaire, le taux de fréquentation du privé dans le monde est passé de 8,5 % en 1980 à 13 % en 2013, soit un peu plus d’un enfant sur huit. Au secondaire, par contre, c’est près d’un enfant sur quatre qui n’est pas dans le secteur public. La proportion est passée de 19 % en 1998 à 23 % en 2013.

Ces moyennes mondiales cachent cependant de fortes disparités. Alors que dans certains pays moins de 1 % des élèves fréquentent des écoles privées, dans d’autres c’est la majorité des écoliers qui n’est pas dans le réseau public.

Un privé à plusieurs vitesses

Mais encore faut-il savoir à quoi on fait référence quand on parle d’enseignement privé. « Est-ce qu’il s’agit d’établissements entièrement à la charge de l’État ou financés par des donateurs tels que des institutions religieuses ou des groupes communautaires? », s’interroge Abdoulaye Anne, professeur à la Faculté des sciences de l’éducation de l’Université Laval.

Dans les pays en développement, ces établissements diffèrent par leur forme de financement, mais aussi par leur mode de fonctionnement. « Il y a un secteur privé structuré, qui livre la marchandise et arrive à faire graduer les élèves », soutient M. Anne. « Mais parallèlement à cela, il y a un privé avec des « édupreneurs », des entrepreneurs en éducation qui essaient de faire de l’argent, et qui n’a ni des enseignants bien formés ni des structures adéquates. »

À la différence de ce qui arrive dans les pays développés, les États ne contrôlent pas toujours ce qui se fait dans ces écoles, donc les résultats ne sont pas toujours à la hauteur des attentes.

« C’est un des enjeux du développement de l’éducation dans le Sud », affirme le chercheur. « On s’attend à ce que le privé et les organisations de la société civile relaient l’État dans ses fonctions régaliennes traditionnelles et qu’ils accompagnent l’émergence [des écoles privées]. Mais, dans les faits, on est loin d’avoir un privé organisé et on n’a pas le contrôle et les évaluations qui devraient venir avec ça. »

L’influence des OMD

La forte présence du privé dans les pays en développement a été encouragée par l’ONU dans le cadre des Objectifs du millénaire pour le développement (OMD), dont une des priorités est justement d’assurer une éducation primaire pour tous, rappelle Christian Maroy, titulaire de la Chaire de recherche du Canada en politiques éducatives de l’Université de Montréal.

« Pour des États qui n’en avaient pas forcément les moyens, la solution du privé a été considérée comme un substitut, dans un contexte idéologique plus global, qui était de valoriser l’offre d’enseignement privé, certains défendant l’idée que c’était aussi bien que le public. Il y a donc un contexte idéologique qui a joué et aussi un contexte financier. »

Dans les pays africains, la création d’écoles primaires, auparavant inexistantes, est donc passée par des partenariats privé-public.

Une longue histoire

Dans les pays du Nord, la situation est tout autre. C’est l’enseignement privé, offert par des congrégations religieuses, qui est arrivé avant l’enseignement public. « L’enseignement privé est relié à des compromis passés entre l’Église et l’État dans les années 60 », précise Christian Maroy. « Il y a eu un pacte scolaire et l’enseignement privé a été reconnu et financé par les pouvoirs publics, ce qui fait que l’accessibilité est beaucoup plus facile. »

C’est pour cela que dans certains pays, dont la France et surtout la Belgique, le taux de fréquentation des écoles privées, majoritairement catholiques, est assez élevé. Ces écoles sont très régulées et doivent respecter les exigences du ministère de l’Éducation.

Aux Pays-Bas, si le taux de fréquentation du privé est si bas, c’est parce que les écoles religieuses ont été intégrées au réseau public, explique M. Maroy. « En Belgique, la même tendance est en cours, alors, peut-être que dans 10 ans, les écoles privées seront considérées comme des écoles publiques », ajoute-t-il.

Des parents de plus en plus exigeants

Un autre élément qui explique ce récent essor du privé est la demande des parents, selon Christian Maroy. « Les parents de classe moyenne et favorisée tendent à être inquiets par rapport à l’avenir professionnel et social de leurs enfants, à leur bien-être en général et se penchent de plus en plus sur la qualité de leur scolarisation. »

De plus, ils souhaitent pouvoir choisir ce qui leur convient le mieux. Pour l’un, ce sera une concentration en sports, pour l’autre, en arts dramatiques ou en musique.

Enfin, certains gouvernements ont choisi d’encourager le développement de l’enseignement privé en pensant que la concurrence entraînerait une amélioration du public, parfois perçu, à tort ou à raison, comme moins efficace. Pourtant, soutient Christian Maroy, les différentes études qui ont été faites sur la question sont très controversées et aucune n’a réussi à démontrer clairement les bienfaits de cette concurrence pour le public. Au contraire, cela provoque plutôt des effets négatifs.

« Ça va augmenter une forme de ségrégation entre établissements », explique-t-il, « c’est-à-dire une concentration d’élèves favorisés socialement ou d’élèves forts sur le plan scolaire […] cet effet de ségrégation entre établissements a conduit à des tas de problèmes en termes d’inégalités d’apprentissage et de cohésion sociale. »

Fuente: http://ici.radio-canada.ca/nouvelles/International/2016/10/07/006-ecoles-publiques-privees-monde-education.shtml

Imagen: http://www.liveandlearn.mx/bondades+de+estudiar+prepa+en+Canada

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Reino Unido: Why parents are refusing to reveal their child’s nationality

Europa/Reino Unido/Octubre de 2016/Autores: Richards Adams y Martin Belam/Fuente: The Guardian

RESUMEN: Los padres han estado haciendo campañas para detener la recogida de datos en las escuelas sobre las nacionalidades de nacimiento de sus alumnos.  Pedir a los padres que presenten el país de nacimiento de sus hijos esta semana como parte del censo escolar ha provocado una reacción significativa en las redes sociales, con los padres se insta a boicotear la encuesta a través de la campaña #BoycottSchoolCensus. Aquí están las respuestas a algunas de las preguntas clave sobre el censo y la campaña en contra de ella.

Parents have been campaigning to stop schools collecting data on the birth nationalities of their pupils. Here’s why …

Moves to ask parents to submit the country of birth of their children this week as part of the school census have caused a significant backlash on social media, with parents being urged to boycott the survey via the #BoycottSchoolCensus hashtag campaign. Here are the answers to some of the key questions about the census and the campaign against it.

What is the census, and what is new about it this year?

State schools in England supply details about their pupils to the Department for Education for what is known as the school census once every term. The census includes details such as age, address and academic attainments, and these are recorded in the national pupil database (NPD). National statistics from the survey are published every year. Here’s the 2016 edition.

Last year, long before the EU referendum, the DfE decided to add new components for the 2016-17 census, including pupils’ country of birth and nationality. It also started to ask schools to judge children’s proficiency in English if it is not their first language. The DfE has collected data on pupils’ ethnicity for many years.

Can schools ask to see passports or birth certificates?

No. There are reports that many schools have reacted to the new questions on birth and nationality by asking to do so, but the DfE says parents are not obliged to comply.

Schools and local authorities are allowed to ask for proof of date of birth during the admissions process, but the DfE’s code specifically states they must not ask for “long” birth certificates or “other documents which include information about the child’s parents”.

What is the data used for?

At a basic level the DfE uses the school census for funding and planning. Its intention in adding nationality and language ability was to help gauge the “targeting of support” for pupils and schools.

Academics and journalists conducting research also make extensive use of the database. Figures showing that grammar schools have a tiny number of pupils on free school meals, for example, are likely to have come via the NPD.

Who has access to the data?

Access to the NPD is restricted, and the restrictions increase with the level of detail. The highest level of access – known as tier one and which could identify individual pupils – is only open to a small number of approved applicants, and details identifying individual pupils cannot be divulged.

Condition of access includes compliance with the Data Protection Act 1998. This means providing proof of registration with the information commissioner’s office, having appropriate security arrangements in place to process the data, using the data only for the specific purpose requested, keeping it only for the specified length of time and not sharing it without prior written approval.

Why are people worried about the use of the data?

Some people fear the Home Office could use the database to identify foreign-born families, or match the findings to its own immigration database. The timing of the census has heightened this worry.

The change was suggested a year ago, but the subsequent vote in favour of leaving the European Union has left the immigration status of EU nationals living in the UK much less clear than it was 12 months ago. With Liam Fox suggesting that they could be “one of our main cards in the negotiations” for Brexit, and the home secretary, Amber Rudd, suggesting companies could be forced to reveal how many foreign workers they have, the political atmosphere is highly charged.

Campaigners say the Home Office has a record of accessing other government departments’ data, but the DfE’s official line is that the information will not be shared: “These data items will not be passed to the Home Office. They are solely for internal DfE use for analysis, statistics and research,” it said.

It is worth noting that the Home Office could already do something similar through existing HMRC tax records.

Can you opt out of the data collection?

Yes, to a point. The DfE’s guidance to schools allows parents and carers to refuse to supply the information on nationality and place of birth. It is the first time parents have been given that right in the school census. The school will still supply all the other data it already collects on pupils.

Should you boycott the birth and nationality questions?

It’s very much a matter of personal conscience.

It is unlikely the Home Office is trawling the NPD looking for immigrants. It doesn’t currently have the capacity, though it could perhaps in the future. Many school leaders are in favour of the data collection, because it helps them argue for further funding for new places and additional support for those needing to learn English.

Boycotting the data collection would send a strong signal to the DfE that they are being too intrusive in their methodology, and that parents are concerned about the potential abuse of the data in the future. One thing is clear though: no schools should be badgering parents to see passports, and parents are entirely right to be refusing these requests.

Fuente: https://www.theguardian.com/education/2016/oct/08/boycottschoolcensus-why-parents-are-refusing-to-reveal-their-childs-nationality

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Brasil: Secundaristas ocupam 62 escolas públicas contra a reforma de Temer

América del Sur/Brasil/Octubre de 2016/Autor: Cida de Oliveira/Fuente: Rede Brasil Atual

RESUMEN: Los estudiantes de secundaria de Paraná, Minas Gerais, Rio Grande do Sul, Goiás, Distrito Federal, Mato Grosso, Sao Paulo y Rio Grande do Norte ocupan un total de 62 escuelas estatales y federales en contra de la Medida Provisional (MP) 746 de reforma de la escuela secundaria. Hasta el jueves eran 34. Los datos se han actualizado hoy (8) por la Unión Brasileña de Estudiantes Secundarios (UBE). Ayer por la noche (7) de la Escuela del Estado Caetano de Campos fue ocupada en el centro de Sao Paulo. Escrito por el Ministerio de Educación (MEC), el MP anunció en el último día 22, que exime a la enseñanza de la Filosofía, Sociología, Artes y Educación Física, haciéndolos optativas.

Estudantes secundaristas do Paraná, Minas Gerais, Rio Grande do Sul, Goiás, Distrito Federal, Mato Grosso, São Paulo e Rio Grande do Norte ocupam um total de 62 escolas estaduais e federais contra a Medida Provisória (MP) 746 que reforma o Ensino Médio. Até quinta-feira eram 34. Os dados foram atualizados hoje (8) pela União Brasileira dos Estudantes Secundaristas (Ubes). Na noite de ontem (7) foi ocupada a Escola Estadual Caetano de Campos, no centro da capital paulista.

De autoria do Ministério da Educação (MEC), a MP anunciada no último dia 22, desobriga o ensino de Filosofia, Sociologia, Artes e Educação Física, tornando-as matérias optativas. Além disso, fragmenta o ensino, permitindo que os estudantes, optem por disciplinas do núcleo comum ou técnico-profissionalizantes.

Para estudantes, professores e movimentos em defesa da educação nacional pública e de qualidade, a MP dialoga com outras medidas do governo Temer em andamento no Congresso, como a PEC 241, que congela investimentos da União, afetando saúde e educação. E também com outras propostas conservadoras, como a da Escola sem Partido, que busca abolir o debate dentro da escola.

É por todas essas razões, conforme estudantes do campus Zona Norte do Instituto Federal do Rio Grande do Norte, na capital Natal, que o prédio está ocupado desde a noite do último dia 28, após deliberação por toda a assembleia. A ocupação simbólica, que não enfrentou resistência da gestão, consiste no pernoite de cerca de 30 estudantes em uma das salas. A administração continua funcionando normalmente, assim como as aulas continuam sendo ministradas.

O que muda, segundo o aluno do período do curso integrado de eletrônica, Junior Miranda, de 17 anos, é que os professores liberam as turmas para participação dos debates que estão sendo promovidos. E que a escola está aberta para toda a comunidade.

«Temos feito debate para esclarecer sobre os projetos em andamento, como a PEC 241, que afeta o ensino. São informações que a população não recebe, que não entende. Temos visto pessoas com graduação, que ainda não haviam entendido o conteúdo dessas medidas», conta o estudante.

Júnior conta que normalmente passa o dia todo e parte da noite na escola, estudando e participando de outras atividades. «O campus tem dez anos e vem dessa ampliação do governo Lula. Antes não tínhamos escolas como essa, que mudou a vida da comunidade e valorizou o bairro, que ganhou importância. Temos colegas aqui que já participaram de mostras estudantis em Portugal, França, Romênia, para apresentar os projetos que desenvolveram aqui. Muitos alunos têm bolsa de iniciação científica e ajuda para o transporte e alimentação. Se não fosse a escola, como seria a vida desses estudantes?», questiona.

Conforme o secundarista, o orçamento para o ano que vem é menor que o aplicado em 2014, quando havia menos alunos que atualmente. «Como manter a escola funcionando em manter o auxílio-permanência a esses alunos que necessitam? A demanda é grande mas a escola é a salvação para os estudantes, o ensino é libertador, muda as realidades. É para melhorar a qualidade da educação pública que estamos ocupando. Não podemos permitir que nos tirem essa conquista», diz. «A palavra de ordem é: se a PEC passar, o país vai parar. E vai. A luta é para manter e ampliar direitos».

Fuente: http://www.redebrasilatual.com.br/educacao/2016/10/contra-a-reforma-do-ensino-de-temer-56-colegios-publicos-estao-ocupados-7957.html

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Ausentismo docente: otro ataque de Clarín en favor del Gobierno

Por: María Diaz Reck

En su última publicación dedicada a la Educación el diario Clarín se dedicó a analizar el “ausentismo docente”. Entre las notas que completan la publicación se destaca una columna de opinión del director general de Escuelas de Mendoza, Jaime Correas.

La nota de Correas se titula “Mejoramos el presentismo gracias a un Estado firme” y dedica particulares loas al ya famoso “Item Aula”, que se implementó en la provincia cuyana en marzo.

El “Item Aula” modificó el régimen de licencias de las trabajadoras y los trabajadores de la educación e implica que un 10 % del salario sólo se cobra si quien ejerce la docencia no falta más de tres veces justificadas por mes y hasta diez veces en el año, no acumulables.

Los descuentos significan hasta $ 1.300 en primaria y $ 2.600 en secundaria por un cargo. Es una política que ataca los derechos conquistados y fue rechazada por todos los gremios docentes mendocinos y también a nivel nacional.

Otra nota del especial de Clarín, firmada por Alfredo Dillon, arranca con un párrafo realmente insultante para miles y miles de integrantes de la comunidad educativa del país: “La educación argentina está jaqueada por las ausencias: de los alumnos y de los docentes. En el ranking de ausentismo estudiantil, la Argentina quedó última entre los 65 países que participaron de la última edición de la prueba PISA. Aunque no existen cifras oficiales de ausentismo docente, la misma evaluación detectó un impacto fuerte de las ausencias de profesores en el proceso de aprendizaje”.

Las pruebas PISA son un sistema de evaluación estandarizado que no tiene en cuenta las diferentes realidades sociales de cada estudiante, docente y escuela.

Cuando atacar a la docencia es “línea editorial”

El diario Clarín se propone atacar a las y los docentes y achacarles toda la responsabilidad de la crisis de la educación. Es habitual su “periodismo de guerra”, como ya sucedió hace un par de semanas, atacando el masivo paro del 24 de agosto.

Clarín enumera la cantidad de días de paro. Pero se olvida de contar la cantidad de días de clase que se pierden por las malísimas condiciones de infraestructura en las que se encuentra la gran mayoría de las escuelas de la Provincia de Buenos Aires y de todo el país. Condiciones que no mejoró la “década ganada” de Cristina Fernández y Daniel Scioli ni tampoco se proponen mejorar Macri y Vidal.

El “gran diario argentino” se ¿olvida? también de decir que las y los docentes trabajan doble y triple cargo para poder llegar a fin de mes, ya que el salario por un cargo está alrededor de los $ 9.000, es decir, menos de la mitad del costo de la canasta familiar.

El 79,5 % de las y los docentes van a trabajar en estado de enfermedad, según una encuesta realizada por la Ctera. Otro informe de la Dirección de Sanidad Escolar de la Nación señala que más de un 20 % de las y los docentes está en período de licencia prolongada o realiza tareas pasivas en las escuelas como consecuencia de las enfermedades laborales. Además, más del 35 % padece enfermedades psicológicas como el conocido síndrome de Burn Out, o “cabeza quemada”.

Nada extraño para la cotidiana tarea polifuncional que realizan las y los trabajadores de la educación.

¿Quién sostiene la educación pública?

Mientras Clarín, el Gobierno y sus funcionarios se dedican a atacar a la docencia, se multiplican los ejemplos de que son las trabajadoras y los trabajadores de la educación quienes sostienen la escuela pública, como lo muestra claramente la experiencia de quienes trabajan en Jujuy, que trabajan con 18 º bajo cero en escuelas sin calefacción, con instalaciones precarias de electricidad, sin gas natural y llegar a las escuelas es una odisea que a veces no se logra y conlleva serios peligros para la salud.

En cada escuela pública hay docentes que realizan su trabajo de la mejor manera, a pesar de que los gobiernos no garantizan condiciones para enseñar y aprender.

Y mientras las escuelas se caen a pedazos y miles de docentes no llegan a fin de mes, el Gobierno se prepara para poner en marcha en octubre el Operativo Aprender 2016, basado en evaluaciones dirigidas tanto a estudiantes como a docentes.

Lejos de mejorar la situación de la educación pública buscan justificar con números una política de ajuste, continuar la transferencia del presupuesto a la educación privada, desfinanciar aún más a la pública, implementar el salario por mérito y profundizar la mercantilización de la educación.

El gobierno gasta millones en operativos de evaluación y en observatorios analíticos como el que busca implementar la gobernadora Vidal -qué consiste en espiar por las redes sociales a la comunidad educativa-, al tiempo que destina solo $ 12 por estudiante en los comedores escolares.

Hay que desenmascarar la hipocresía de los gobiernos, tanto nacional como provinciales, y de las grandes empresas periodísticas afines a sus proyectos como Clarín, que tras un discurso de “calidad educativa” atacan a la educación pública. Esa educación a la que acceden millones de niñas, niños y adolescentes, en su amplia mayoría hijas e hijos de pueblo trabajador.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Ausentismo-docente-otro-ataque-de-Clarin-en-favor-del-Gobierno

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