“Nosotros, los seres humanos, somos animales amorosos. Nos enfermamos de cuerpo y alma cuando se nos priva de amor a cualquier edad, y la primera medicina es el amor. Este es el resultado de nuestra historia evolutiva biológica, tanto en sus aspectos fisiológicos como culturales (…) Nosotros los seres humanos somos el presente de tal proceso, y consideramos que el rasgo central de la vida alrededor del cual todo lo demás cambió, fue la biología del amor”
(MATURANA, 1999, 50)
Los seres humanos necesitamos a los demás para (con)vivir, desde la edad más temprana necesitamos de nuestros seres más queridos para aprender a pensar, a hablar, a sentir y a actuar. Todo este proceso sociocultural se realiza a través del respeto y la confianza mutua. El amor como emoción está mediada culturalmente y en educación supone abrir un espacio de interacciones permanentes, porque sin amor no hay educación. Humberto Maturana.
Educar es un acto amoroso, porque supone respetar a cada cual en año y medio quedó ciega y sorda, y crece como una pequeña salvaje. como le ocurrió a Itard en el caso de Víctor, el salvaje de Aveyron, piensa que la niña puede salir del estado de soledad en la D a escribir en las manos de Hellen asociando estas señales con algunos objetos. Por ejemplo cuando puso una de las manos bajo un chorro de agua y en la otra D partir de ahí, cambió su manera de relacionarse con el mundo, cambió su modo de convivir y apareció un espacio de comunicación con el mundo. Desde mi punto de vista, lo que ocurrió fue algo mucho más grandioso.
El amor: un modo de (con)vivir en lo cotidiano .
Muchas veces he pensado que el origen de la humanidad no pudo ser la agresividad ni la lucha ni el odio ni la venganza de nuestros primeros antepasados, sino que alguna especie de primates, aquellos que vivían en pequeños grupos y dedicados a la recolección de raíces y semillas para la supervivencia, ayudándose unos a otros, originó eso que llamamos amor. En este tipo de colectividad ²
Muchas veces he pensado que el origen de la humanidad no pudo ser la agresividad ni la lucha ni el odio ni la venganza de nuestros primeros antepasados, sino que alguna especie de primates, aquellos que vivían en pequeños grupos y dedicados a la recolección de raíces y semillas para la supervivencia, ayudándose unos a otros, originó eso que llamamos amor.
Muchas veces he pensado que el origen de la humanidad no pudo ser la agresividad ni la lucha ni el odio ni la venganza de nuestros primeros antepasados, sino que alguna especie de primates, aquellos que vivían en pequeños grupos y dedicados a la recolección de raíces y semillas para la supervivencia, ayudándose unos a otros, originó eso que llamamos amor.
La vida democrática en el aula no se impone, nace de la convivencia y del respeto mutuo, si tú quieres que te respete el alumnado, respeta tú a los alumnos y alumnas. Es necesario respetarse mutuamente, pero para ello hay que vivir en el respeto. Y esta convivencia en el aula se construye día a día. El alumnado se transforma en la convivencia con el profesorado y con sus compañeros y compañeras. La base de la convivencia reside en las ganas que tengamos de compartir proyectos e ilusiones conjuntamente y, por tanto, se han de abrir espacios donde los deseos e intereses se encuentren y coincidan con los de los alumnos y alumnas. Y en este compartir y vivir juntos nos transformamos unos y otros. Entiendo, por tanto, la convivencia en el aula, como “un tender la mano” y si es aceptada, la convivencia se produce. Ahora bien, tender la mano es un acto de confianza porque acepto el convivir con otro u otra. La confianza es el fundamento de la convivencia. Y si educar es convivir, es necesario un proyecto educativo que nos enseñe a convivir. Por tanto necesitamos otro proyecto educativo que nos permita aprender a convivir como una oportunidad para la libertad y la equidad.
Mi compromiso político y educativo nace precisamente de esta aspiración mía y de este deseo de colaboración en la construcción de un nuevo modelo educativo se compromete en defender los Derechos Humanos y la legitimidad de cada cual en su diferencia. Y, como Gandhi advirtió, es una mentira pretender ser no violento y permanecer pasivo ante las injusticias sociales.
Quiero terminar mi intervención recordando unas palabras del escritor y poeta , un tipo muy lindo, cineasta latinoamericano, de esos que Pablo Freire quería, o sea, locamente sano y sanamente loco, que está más loco que sano pero… bueno, nadie es perfecto. Decía que estaban juntos Eduardo y Fernando .
Descargar aquí:
http://www.redalyc.org/pdf/274/27426890007.pdf
Fuente
http://www.redalyc.org/pdf/274/27426890007.pdf
Fuente imagen:
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