Precariedad
Virtualización de la precariedad y de la educación bancaria
Por: Lev M. Velázquez Barriga
La pandemia por el Covid-19 ha sido el escenario ideal para acelerar la virtualización de la educación, porque se presenta como única opción frente al cierre de las escuelas y se evaden las consecuencias o incluso su viabilidad ante los contextos adversos; sin embargo, es necesario que en medio de la crisis y ante el ritmo vertiginoso en que desembarca la educación a distancia, analicemos la situación sin que seamos arrastrados por la necesidad de continuar con el proceso formativo. Del amplio campo temático que pudiera derivarse, coloco al menos dos temas: el uso de las Tic’s no es sinónimo de mejores condiciones en la educación y tampoco es igual a un aprendizaje creativo.
Si los edificios de las escuelas y las aulas son de por sí precarios en sus condiciones básicas para el desarrollo integral de aprendizajes y habilidades holísticas; si las escuelas multigrado, las comunitarias y las que atendieron la integración de las discapacidades en condiciones regulares representan ya condiciones de exclusión y desatención; la infraestructura tecnológica y de acceso a Internet es aún más precaria, lo mismo en los centros escolares que en las comunidades y las viviendas del país, pero también con respecto a los dispositivos personales de los alumnos, que muchas de las veces no son los adecuados para soportar plataformas virtuales más completas y complejas.
Pareciera que estamos asistiendo a la instalación de un proceso de virtualización de la precariedad, en el que las carencias de la educación escolarizada, de constitución física y material, de relaciones interpersonales directas se trasladan, se profundizan y se extienden a sectores más amplios de la población con la educación virtual y a distancia. De igual modo se transfieren y agudizan los factores altamente burocráticos, según denuncian los propios maestros que han visto fuertes limitaciones en ellos mismos y sus alumnos para continuar con las clases, pero ahora con mayor hostigamiento por parte de la autoridad educativa para entregar evidencias de su trabajo virtual, por veces peor al que fueron sometidos en épocas de la evaluación estandarizada.
La educación a distancia, aunque se apoye de medios digitales, de redes sociales como WhatsApp y Messenger, de Facebook o de correos electrónicos, si regularmente utiliza estas herramientas sólo para la distribución de tareas, cuestionarios, lecturas o actividades, que en determinado tiempo tienen que ser devueltas por el mismo medio, contestadas o desarrolladas para que sean revisadas y aprobadas por los docentes, el objetivo no es muy diferente a la vieja educación por correspondencia, salvo los formatos digitales y la rapidez con la que fluyen los materiales por la Internet.
En este mismo sentido, estamos frente a otro proceso que podríamos denominar virtualización de la educación bancaria, en la que a los alumnos se les sigue viendo como cabezas vacías, depositarios de conocimientos tutelados y dirigidos de forma unidireccional, de ida y vuelta, por medio de canales digitales; se les sigue concibiendo sujetos sin habilidades creativas y de indagación, sin curiosidad ni autonomía cognitiva o intereses propios, pero con capacidad de responder, de seguir ordenamientos y secuencias, al igual que se hace en la programación informática, con la diferencia de que estamos tratando con seres humanos, no con computadoras o videojuegos.
La crisis sistémica y la deshumanización del capital que se puso al descubierto con la pandemia nos deja la oportunidad de reordenar el currículo para repensar el mundo que queremos, de colocar ahí los temas fundamentales para la humanidad, de poner en el análisis del pensamiento crítico las salidas que garanticen la vida y la sustentabilidad planetaria, por ejemplo: la economía solidaria y endógena, las cosmovisiones y formas de vida de los pueblos originarios, el territorio como fuente de vida y cultura, la democracia protagónica, la agroecología, la cultura para la paz, la pluriversidad frente al racismo y el neocolonialismo, el pensamiento complejo para enfrentar problemas sistémicos, la despatriarcalización, la ciudadanía planetaria, la cuarta revolución industrial para todos, la singularidad tecnológica y la reivindicación humana, la mecánica cuántica y la espiritualidad no religiosa.
Sin embargo, la virtualización de la educación bancaria opta por instalar el capitalismo en su fase digital y tecnológica, por organizar la acumulación de plusvalía desde la casa o desde la localización donde se encuentre cada individuo interconectado por el Internet de las cosas, por continuar con el mismo currículo oficial que no propicia la emancipación humana ni del pensamiento. La educación escolarizada fue el espacio de disputa para las pedagogías criticas del siglo XX; ahora, la virtualización, así como la revolución industrial de tercera y cuarta generación que se condensan en las nanotecnologías, la big data, la robótica, la inteligencia artificial y las neurociencias del siglo XXI son los nuevos escenarios para repensar las educaciones populares, para defender la escuela pública, justo en este momento en que las corporaciones y sus plataformas digitales privadas dictan dónde, cómo, en qué y a favor de quién educar.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/04/12/opinion/017a1pol
Imagen: Amber Clay en Pixabay
Jesús, profesor por 600 euros al mes: «La universidad no se podría sostener sin nosotros, pero tenemos que comer
Por: Daniel Sánchez Caballero
Jesús Antonio Zamanillo trabaja unas 30 horas semanales dando clase en la Universidad de Burgos por menos de 600 euros. Lleva así 13 años, con contratos de un curso de duración. Cada verano tiene que renovarlo. Como él está uno de cada cinco docentes en la universidad, aquellos que trabajan bajo un contrato de profesor asociado. «Somos precarios, pero la universidad no se podría sostener sin nosotros».
Que las universidades tienen un problema con sus plantillas es algo que ni se discute. Los profesores que están en el peldaño más precario, los asociados como Zamanillo, están sosteniendo la docencia. Con excepciones en algunos departamentos o universidades, los campus ya no se entienden sin ellos.
Sin un grupo de docentes que son el 20% de todos los profesores y casi la mitad de los contratados, un colectivo ya más numeroso que el de funcionarios titulares, a los que se considera el corazón de la enseñanza e investigación universitaria. Un grupo de docentes sosteniendo la enseñanza a razón de entre 300 y 600 euros al mes, en función de que den tres o seis horas semanales de clase (más otras tantas de tutoría). Algunos tienen otros empleos, es la idea del asociado. Pero todos están instalados en la precariedad en la universidad.
Para poner el salario de un asociado en contexto, hay que añadir que las propias universidades –al menos la de Valencia– establecen que cada hora de clase equivale a cinco de trabajo para el profesor. Bienvenidos a lo que Ramón Caballero, del CSIF, llama la «uberización» de la universidad. A cinco euros la hora de trabajo.
El Gobierno al menos es consciente del problema. Incluso se ha mostrado dispuesto a abordarlo. En los últimos meses ha estado moviendo entre sindicatos y otros grupos interesados un documento con el objetivo último de elaborar un Estatuto del Personal Docente e Investigador que regule la carrera (acceso, permanencia, promoción) y ponga un poco de orden en la Universidad. El Gobierno llega a plantear en ese texto «regularizar» a todos estos profesores.
Pero también los profesores universitarios son víctimas de la parálisis política del país. «El secretario general de Universidades nos explicó que es imposible desarrollar esto vía Real Decreto porque afecta a la Ley Orgánica de Universidades (LOU)», cuenta Caballero, «y el objetivo es hacer una ley nueva». Pero sin Congreso está complicada la tarea.
El Ministerio se muestra críptico. «Mientras se está en funciones, se focaliza en realizar las gestiones ordinarias. Cuando se constituya el Gobierno se adoptarán las iniciativas pertinentes», explican fuentes del Ministerio de Ciencia y Universidades cuando se pregunta por el Estatuto del PDI.
La situación actual es consecuencia de años de asfixia económica a las universidades durante la crisis –llegaron a perder 1.500 millones de euros en financiación– y la prohibición del Gobierno de que repusieran a los profesores que se jubilaban o que sacaran nuevas plazas.
Así, durante la última década, los rectores optaron por casi la única vía que les quedaba para cumplir con las necesidades docentes: contratar profesores bajo la figura del asociado. El problema es que este tipo de contrato se pensó para profesionales externos, con otro trabajo, que acudieran a la universidad a enseñar su experiencia laboral unas pocas horas a la semana. Como era más una cuestión de prestigio que laboral, están poco remunerados: se suponía que no tenía que ser su modo de vida.
«Aquí hay un conflicto legal. A mí la Universidad de Burgos me renueva cada año el contrato. Ya les he dicho formalmente que están en fraude de ley porque yo realmente tengo un contrato indefinido en el tiempo», explica este profesor. «Afortunadamente, los tribunales están dando la razón a los asociados».
En el documento que ha distribuido en las «mesas de trabajo», como las llama el ministerio, el Gobierno reconoce el problema cuando explica que «el modelo de PDI universitario incorpora otras figuras complementarias que responden a necesidades específicas del sistema (profesor asociado, sustituto interino y visitante), que exclusivamente deben dedicarse a suplir esas necesidades específicas».
¿Qué soluciones propone? Regularizar estas figuras. «El Ministerio (…) colaborará a través de un programa específico con las universidades para que aquellas que lo consideren adecuado puedan establecer una acción de regularización del profesorado asociado con dedicación fundamentalmente académica», se lee en el documento.
«Con dedicación fundamentalmente académica» hace alusión a los conocidos como falsos asociados. Esos profesores que no cumplen la exigencia de ser profesionales de prestigio en su campo laboral y que además dan clase. Son –casi todos los nuevos profesores asociados responden a este perfil– personas que se hicieron autónomas para poder ser asociados porque las universidades no andan preguntando a nadie si tiene otro trabajo o no.
«No me gusta esta división, todos somos asociados y nos une la precariedad», explica Zamanillo, que aunque se encuentra entre los afortunados habla en representación de tantos que no lo son. «La única diferencia es que a unos nos explotan la vocación docente y a otros la necesidad». Con contratos que se renuevan cada año, nadie está a salvo de una no renovación, por muy por hechas que se den.
Este docente nunca se ha planteado dejarlo. «Aunque me sienta maltratado y malpagado, aunque yo mismo me deje explotar, el aula me apasiona, pocas cosas me gustan más», explica.
En el documento del Gobierno también se desliza la posibilidad de crear las figuras laborales (no funcionarias) del profesor titular e incluso del catedrático. «Las figuras laborales hoy en día son las inestables y precarias, extender esto hacia arriba [titulares y catedráticos son la punta de la pirámide laboral universitaria] nos parecería extender la uberización«, opina Caballero.
En Catalunya estas figuras ya existen en la ley autonómica. Y los que saben del tema no le ven justificación. «¿Cuál es la diferencia entre estas dos vías? ¿En qué se diferencian? No he conseguido que me lo explique nadie», se pregunta una profesora experta en personal universitario que prefiere que no se cite su nombre para no mezclar su opinión personal con la de la institución a la que representa.
En lo que coinciden todos los consultados es que, sea cual sea la solución, va a tener un importante componente económico. Y, recuerdan, fue precisamente la falta de dinero lo que provocó la situación, por lo que los asociados son escépticos. «Se está precarizando el empleo en la universidad pública exactamente igual que en el resto de los sectores», cierra Zamanillo.
Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/05/jesus-profesor-por-600-euros-al-mes-la-universidad-no-se-podria-sostener-sin-nosotros-pero-tenemos-que-comer/
España: Aleix, el maestro desconcertado que en 2020 nos meterá en la piel de los interinos
Europa/España/03-11-2019/Autor(a):Víctor Saura/Fuente: eldiariodelaeducacion.com
Por: Víctor Saura
‘Uno para todos’ es el título de una película que se ha rodado entre Caspe y Arenys de Munt en la que el protagonista es un maestro interino que llega a un pueblo para cubrir una baja y tiene que lidiar con un contexto educativo desconocido y un alumno con una enfermedad grave. Hablamos con su director, David Ilundain.
“Es un debate muy actual, pero difícil de abordar en el cine: ¿cómo combinamos esta revolución tecnológica y social que estamos viviendo, estos cambios en las relaciones sociales tan acelerados, con una educación que se pensó para la anterior revolución industrial?”. David Ilundain es navarro y hace dos años que se instaló en Badalona; Uno para todos es su segundo film. En 2015 estrenó B, la película, inspirada en el caso Bárcenas y que obtuvo varias nominaciones a los Goya. Una historia radicalmente diferente de la de ahora. “Es cierto –comenta–, he pasado de hablar de lo peor de la sociedad a todo el contrario, a qué hacemos para mejorarla y, sin duda, la educación es la gran herramienta que tenemos”.
Uno para todos es ficción, pero se inspira en un caso real. Ilundain leyó en un diario la historia de un maestro interino de Aragón a quien habían premiado por un proyecto y que después de esa efímera gloria había seguido con su vida de interino precario y trotamundos. De ahí salió la chispa de la historia. A partir de aquí todo el resto no tiene nada a ver, si bien sí que se ha querido ambientar en un pequeño pueblo aragonés. “La idea de situar la trama en eso que dicen la España vaciada, así como la llegada a un lugar inhóspito, un poco como de western, nos parecía un componente muy interesante”, comenta el director.
El interino no se siente parte del equipo
“Aleix hace años que es interino y arrastra su propia trama personal, tiene síntomas de burnout, y sabe que en realidad no forma parte del equipo y que no puede pensar en un proyecto a largo plazo ni recogerá nunca los frutos de su trabajo y, además, sus alumnos tienen una dinámica heredada y no son especialmente receptivos a los cambios que él propone… todo ello le genera un cóctel de emociones sobre él mismo y sobre su profesión”, explica el director. Y hasta aquí puede leer, para no caer en spoilers. Es más drama que comedia, si bien, según afirma Ilundain, “es una película luminosa y positiva”.
La idea del film surge del mismo Ilundain, que leyó la noticia por casualidad y la compartió con Valérie Delpierre, productora ejecutiva de Verano 1993 y también de Uno para todos. Está producida por Inicia Films y Fasten Films, y de la distribución se hace cargo Acontracorriente Films. El guión es de Coral Cruz y Valentina Viso, pero buena parte de la tarea de documentación la hicieron los mismos Ilundain y Delpierre. Quisieron conocer al maestro aragonés y después se han entrevistado con otros maestros interinos para saber cómo son y cómo sienten su trabajo. Clara Segura, Patricia López Arnaiz, Ana Labordeta y un grupo de 18 niños completan el reparto. Ilundain calcula que el montaje estará terminado a finales de año y que se podrá ver en la primavera u otoño de 2020 pero, en todo caso, “esto depende sobre todo de lo que decida la distribuidora”.
En Badalona y en barracones
La edad de los niños de la película también fue cuidadosamente elegida. “Les queríamos maduros, con un cierto criterio sobre las cosas, pero no queríamos situar el argumento en un contexto de adolescentes, por eso el último curso de primaria era el ideal”, dice Ilundain. Precisamente el director tiene una hija casi de esta edad, que hace 5º, y un hijo más pequeño, que hace 2º. De su experiencia como padre de una escuela de Badalona tiene sentimientos encontrados: habla muy bien de los docentes que han tenido sus hijos, pero no tanto de los medios con los que trabajan. Su escuela, Badalona Port, es una de tantas en módulos prefabricados… desde hace más de 10 cursos.
“Me sorprendió mucho encontrarme con una escuela en barracones –comenta David Ilundain–, y pensé que era una cosa puntual hasta que luego supe que, como los nuestros, había centenares. En el caso de Badalona hay una suma de desidia e ineficacia de las dos administraciones, la municipal y la autonómica, y esto es muy frustrante. Cataluña no proyecta afuera esta imagen de saturación de los servicios sociales y educativos; cuando vienes de fuera y ves esto te sorprende, porque hablan tanto de hacer país y para eso no hay nada mejor que tener una buena educación”.