América del Sur/Colombia/28 Mayo 2016/Fuente y Autor: El Tiempo
Fabián Moisés Padilla, profesor del colegio Jorge Nicolás Abello (Barranquilla), y Rubén Darío Cárdenas, director de la institución María Auxiliadora (municipio La Cumbre, Valle del Cauca), fueron proclamados anoche Gran Maestro y Gran Rector de la XVIII edición del Premio Compartir.
Estos galardones fueron creados para exaltar la labor de los docentes del país que por medio de su labor pedagógica y su liderazgo contribuyen al mejoramiento de la calidad educativa e impactan positivamente en las comunidades con las que trabajan. De acuerdo con Luisa Gómez Guzmán, presidenta de la Fundación Compartir, este año se postularon más de mil propuestas al premio, de rectores y profesores de todo el país, que fueron evaluadas por un jurado formado por representantes del Ministerio de Educación y la mencionada fundación.
“Estoy segura –afirmó Gómez– que la enseñanza de calidad es el camino hacia la paz. Por eso, en la Fundación Compartir queremos capacitar y reconocer a los docentes, ellos están formando el futuro de Colombia”. La ceremonia de proclamación se llevó a cabo el jueves en las instalaciones del Teatro Colsubsidio, de Bogotá, y contó con la presencia del presidente Juan Manuel Santos y la ministra de Educación, Gina Parody.
El visionario del inglés
El profesor Fabián Moisés Padilla creció con la idea de que mediante los idiomas es posible transformar la vida de las personas. Estudió en un colegio público de Barranquilla y, gracias a sus aptitudes, fue becado para estudiar inglés y francés. Pero sus compañeros no pudieron acceder al mismo conocimiento, y al graduarse, unos iban rezagados de los otros. En otras palabras, en este punto comenzó la desigualdad de oportunidades.
Hace nueve años, cuando llegó como docente de inglés al colegio Jorge Nicolás Abello, de Barranquilla, vio que, tal como le pasó a él, los niños no tenían buen nivel en las competencias de este idioma.
Justo después de terminar su maestría en enseñanza del inglés en la Universidad del Norte, aplicó su tesis de posgrado en el colegio: propuso que los contenidos en áreas como biología, sociales y matemáticas se trabajaran en inglés, de tal forma que los jóvenes aprendieran el idioma sin mucha dificultad.
“Utilizamos todas las estrategias y las pusimos al servicio del inglés con el fin de que los alumnos desarrollaran estrategias comunicativas, pero de manera significativa”, afirmó Padilla.
Gracias a la iniciativa, no solo los estudiantes aprendieron más inglés, sino también los docentes, que destinaron sus sábados para reforzar sus conocimientos en esta lengua.
Por el otro lado, los alumnos quedaron tan bien preparados que ahora varios de ellos fueron seleccionados para ir a los campos de inmersión en inglés en Estados Unidos, un programa del Mineducación. Sus compañeros de trabajo lo apoyaron y la propuesta fue la ganadora del Premio Compartir en la categoría Gran Maestro.
Innovación en el campo
Rubén Darío Cárdenas nació en Armenia, pero lleva más de 20 años trabajando en colegios rurales. Su propuesta, que fue la ganadora en la categoría Gran Rector, combina el aprendizaje en las aulas con las necesidades de los estudiantes del colegio María Auxiliadora, de La Cumbre (Valle), que son las de aprender oficios varios, debido a que la mayoría no tiene acceso a educación superior. “Los que estamos en el mundo rural tenemos que innovar para no perder el interés de nuestros estudiantes, que en su mayoría son hijos de campesinos y amas de casa”, dijo.
Cárdenas, quien fue maestro de escuela durante 16 años, considera que el papel de la escuela debe ser transformador.
Dice que así como los campesinos se fueron de los territorios, también lo hizo el Estado, y quienes quedaron encargados de los niños fueron los maestros.
Con el equipo interdisciplinario de su institución, su proyecto pretende dignificar la vida del entorno creando oportunidades para los jóvenes; el objetivo es que lo que aprenden en el colegio no sea guardado en algún rincón del cerebro.
Por eso creó huertas y hasta una panadería, que les ayudan a los padres de familia (campesinos) a que sus productos no se pudran; de hecho, algunos de ellos prefieren verlos dañarse a tener que llevarlos a Cali, pagando más de lo que ganan produciéndolos. Gracias a su labor, esta institución tiene aulas inteligentes en las cuales cada estudiante maneja un computador.
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