Del Programa Sintético al Programa Analítico. El corazón de la NEM

Por: Abelardo Carro Nava

 

«En sentido estricto pienso que, entre el Programa Sintético y el Programa Analítico se encuentra el corazón de la Nueva Escuela Mexicana.»

Después de algunas décadas en que los planes de estudio completamente prescriptivos marcaron la ruta del quehacer educativo y docente en las escuelas, estamos en la antesala de la aplicación de un Plan de Estudio (el 2022) que, de cierta forma, busca superar la idea de que todo lo que deba ser enseñado en los planteles escolares deba ser de la misma forma y, tal vez, con el mismo criterio porque, con ello, supuestamente se lograrían los aprendizajes esperados. Así sucedió en el 2011 y su consecuente Plan de Estudio que, bajo un enfoque basado en competencias, dichos aprendizajes esperados se volvieron pieza medular para la generación del conocimiento debido a que éstos eran (aún lo son) el punto de partida para la enseñanza. De igual manera sucedió en el 2017 con el Plan de Estudio que, bajo un enfoque competencial, los aprendizajes clave colocaron a las competencias como el punto de llegada porque, después de haber transcurrido tan solo 6 años de la implementación del 2011, alguien determinó así debería ser y no de otra manera.

En medio de este asunto, el tema de la calidad educativa y su consecuente evaluación, puso en el centro la medición de los aprendizajes de las niñas, niños y adolescentes (NNA) a través de exámenes estandarizados; cómo olvidar la prueba del Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes (PISA) o la Evaluación Nacional de Logros Académicos en Centros Escolares (ENLACE), o también, el examen que se desprendía del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA); pruebas o exámenes estandarizados que, indudablemente, buscaban medir la idoneidad de un estudiante para “enfrentar” los retos del mundo contemporáneo; esto sin considerar que, por ejemplo, las diferencias socioeconómicas, culturales o familiares de los NNA influían e influyen en la adquisición de dicho aprendizaje, sin olvidar las prácticas de enseñanza y, desde luego, todo lo que ocurre en la escuela.

Se evaluaba parejo, no había de otra y, por supuesto, los números, los datos, las estadísticas, redujeron un proceso de evaluación de tal envergadura a una simple y llana mirada cuantitativa sin que lo cualitativo fuera tomado en cuenta. Ello podría explicar ¿por qué el maestro o la maestra tenía que enseñar tal contenido porque no había de otra? Ello podría explicar, ¿por qué la existencia de un Plan de Estudio completamente prescriptivo en las escuelas se convirtió en la “piedra angular” que determinaba la generación de conocimiento? Entonces, ¿no había otra forma de concebir la enseñanza y el aprendizaje que considerara las diferencias o las diversidades claramente manifiestan en un país tan diverso como el nuestro?

Hace unos meses, la sociedad y el magisterio mexicano conoció la propuesta curricular de este sexenio. Insisto, una propuesta que busca superar esa mirada prescriptiva señalada en los párrafos que anteceden a este. Cierto, el propio Gobierno Federal y la Secretaría de Educación Pública (SEP), incluyendo a los distintos funcionarios que han ocupado un lugar en estos espacios, han fracasado en la forma en que pudieron comunicar lo que pretendía (y pretende) este Plan de Estudio. Vaya, quién no recuerda el penoso momento que vivió la Secretaria de Educación frente al cuestionamiento que le formuló una reportera porque, sencillamente, no pudo responderlo dado que no conocía sobre el tema, aunque hubiera tenido formación en la docencia. O toda la serie de penosas y lamentables filtraciones que han sido la marca y/o sello distintivo de esta SEP y de sus propios funcionarios. Y qué decir de la paupérrima formación continua que se le ha brindado al magisterio en los Consejos Técnicos Escolares (CTE), ya no solo en términos de un Plan de Estudio, sino de todo aquello que significa una formación docente para la transformación de su quehacer y de su entorno. Y bueno, ni mencionar el penoso y lamentable protagonismo de un director de materiales educativos que, bajo una supuesta emancipación y una verborrea empobrecida por su falta de congruencia ideológica, “pelea” con todo el mundo que piensa y se expresa diferente a él porque, supongo, su concepción limitada le permite entender que el pensamiento crítico debe ser lo que él concibe como pensamiento crítico y no otro. En fin.

En medio de todo este asunto, algo ha venido sucediendo en las escuelas – más no en todo el Sistema Educativo “burocratizante” como bien podríamos definirlo –, desde luego, desde que los CTE modificaron la forma en la que deberían ser trabajados para dar paso a la construcción de lo que se denominó Programa Analítico a partir de los Programas Sintéticos. Muchos, pero muchos colectivos docentes comenzaron a organizarse en estos espacios para: conocer la propuesta curricular, construir formas de trabajo conjuntas, diseñar algunos formatos que les permitieran sistematizar las ideas, identificar las problemáticas del entorno y de la propia escuela – ya no como una tarea sin sentido – que inciden en los aprendizajes, revisar y retroalimentar sus propias construcciones, realizar las modificaciones a partir de la revisión de distintos materiales, etc.

Es cierto, ojalá lo señalado en el párrafo anterior fuera el común en todos los centros escolares a lo largo y ancho de la República Mexicana; desafortunadamente no es así porque, como se sabe, no todos los colectivos docentes están avanzando al mismo ritmo o con las nociones claras de lo que se puede hacer para contar con programas analíticos que les permitan adentrarse al plano didáctico, relacionado el abordaje de los contenidos una vez que se haya hecho: 1. El análisis del contexto socioeducativo para problematizar la realidad del entorno y la escuela, 2. La contextualización para analizar los programas sintéticos, grados-fases, estrategias nacionales (para el tratamiento de los contenidos de aprendizaje), pero también, para construir y seleccionar situaciones problema, para elegir la metodología a emplear (ABP, STEAM, EG, etc.), 3. El diseño para incorporar contenidos locales que no contemplan los programas sintéticos porque son propios de los contextos tan diversos en los que encuentra los NNA y maestras y maestros, pero también, valorar la pertinencia de dichos contenidos puesto que, como tales, deben responder a las necesidades específicas de la escuela, y 4. Finalmente, lo Didáctico, para que más allá de seleccionar un formato que puede, de nueva cuenta, burocratizar la enseñanza, la maestra o maestro pueda estructurar una planeación didáctica que le permita desarrollar su actividad sin esa prescripción contenida en los Planes de Estudio 2011 y 2017, pero también, para tener la capacidad, autoridad o autonomía para decidir lo que tenga que decidir en el aula y en la escuela porque es un profesional de la educación que, estoy seguro, puede con el reto que se le ponga enfrente, de ahí que sea importante que, por ejemplo, el libro de texto sea solo uno de los tantos recursos que pueda emplear para propiciar el aprendizaje de sus niños, y no el único. En fin

En sentido estricto pienso que, entre el Programa Sintético y el Programa Analítico se encuentra el corazón de la Nueva Escuela Mexicana; por supuesto, las maestras y maestros son una pieza clave en este proceso, pero, desafortunadamente, ni en este ni en otros sexenios han sido valorados como debieran. Hoy, por ejemplo, el profesorado mexicano sigue construyendo un Programa Analítico sin contar con los Programas Sintéticos definitivos y, mucho menos, con libros de texto concluidos. Hoy, por ejemplo, ha buscado la manera cubrir las deficiencias de una formación continua que por años se ha limitado a imponer un carácter instrumentalista, remedial y carencial. Hoy, por hoy, por ejemplo, hay colectivos docentes que han intentado cambiar “el chip” que por décadas les fue impuesto desde la centralidad y, por tanto, comienzan a elaborar sus propios productos sin la pesadez y rigidez administrativa que desde el centro y las periferias se establece o establecía. ¿Podrá la SEP estar a la altura de estas maestras y maestros que, si usted lo piensa bien, por décadas han sido maniatados por las prescripciones y las autoridades educativas que “todo lo saben y todo lo pueden”?, ¿podrán las maestras y maestros apropiarse de esa autonomía profesional, de la que tanto pregonan las autoridades que les han brindado, para formular sus propias propuestas alternativas que permitan mejorar su quehacer profesional en las escuelas?

Entonces, si consideramos que una pieza clave en el corazón de las NEM son las maestras y los maestros, ¿por qué colocar en un pedestal a quienes han visto de la educación un negocio para vivir del magisterio? Para nadie es desconocido que, hoy día, hay quienes venden, por ejemplo, cursos y manuales para la elaboración de un Programa Analítico; vaya, presentan tales esquemas instruccionales como productos que fueron elaborados a partir del trabajo que vienen realizando maestras y maestros en las escuelas, lo cual me lleva a pensar que, si el trabajo de los docentes son los que toman como referente para vender sus cursos y/o manuales, ¿por qué se vende o por qué se lucra con su conocimiento?, ¿hasta cuándo el o los docentes se darán cuenta de que son profesionales de la educación y, por tanto, su trabajo es importante porque saben y han podido hacerlo a pesar de las incompetencias de los gobiernos?

Desde luego, pienso que una ayuda o apoyo nunca está demás; a lo largo de estos años he aprendido de diferentes profesionales en su quehacer como Patricia Frola, Jesús Velázquez o Laura Frade; también, del mismo Ángel Díaz Barriga, Rosa María Torres, Etelvina Sandoval, Frida Díaz Barriga, Silvia Schmelkes, Gunther Dietz; sin embargo, y eso lo tengo clarísimo, el principal aprendizaje lo he adquirido de mis maestros y maestras, de mis colegas y, desde luego, de mis alumnos.

¿Cuándo las maestras y maestros recuperaran el protagonismo que les fue arrebatado para impulsar sus propios proyectos educativos con la intención de transformar hacia el bien común su entorno y el de sus alumnos? La nueva propuesta curricular materializada en el Plan de Estudio 2022, con todas y cada una de las fallas que podríamos discutir interminablemente abre ese espacio, el de la autonomía profesional por años demandada por un buen sector del magisterio. La pregunta en todo caso sería: ¿las maestras y maestros harán suya esa autonomía profesional para generar sus propias propuestas de intervención o seguirán (seguiremos) esperando lo que desde el centro emane y la autoridad determine?

Fuente de la información:    https://profelandia.com

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¿Por qué el programa analítico no es una planeación didáctica?

Por: Abelardo Carro Nava

 

«Con la construcción del programa analítico por parte de los docentes, ¿la SEP considerará la posibilidad de revisar y valorar la pertinencia del Programa Escolar de Mejora Continua en las escuelas de educación básica?»

De entrada, advierto, que las siguientes líneas no pretenden establecer una verdad absoluta en torno a un tema que, desde luego, tiene varias aristas de análisis; tampoco sugieren que, desde este espacio, se le esté haciendo el trabajo a la Secretaría de Educación Pública (SEP) en razón del mismo tema que me ocupó a escribirlas; lo que sí pretende generar, es un momento de reflexión sobre lo que en los últimos días se ha hablado mucho en el sector educativo y que ha generado una serie de interpretaciones al interior de los colectivos docentes derivado del Taller Intensivo de Formación Continua que se desarrolló, del 2 al 6 de enero, en la mayoría de los estados de la República Mexicana, me refiero al programa analítico y la planeación didáctica. Aspectos que, como se sabe, fueron confundidos, en principio, por la Secretaria de Educación, Leticia Ramírez y, posteriormente, en los Consejos Técnicos Escolares (CTE), en virtud de la desorganización que prevalece en la SEP en cuanto a los tiempos en los que emite las orientaciones para que sean trabajados en estos espacios por las maestras y maestros.

Dicho lo anterior, pretendí recuperar de diversas fuentes consultadas, algunos referentes que permitieran vislumbrar por qué el programa analítico no es una planeación didáctica, aunque se ésta última se derive de éste. Veamos.

Si partimos de la búsqueda de un par de definiciones básicas o generales que no necesariamente estén vinculadas con el ámbito educativo, dado que las fuentes que las ofrecen, solo abordan algunos principios genéricos de lo que se entiende por programa, encontraríamos que éste, por un lado, hace referencia a un plan o proyecto organizado de las actividades que se irán a realizar (Significados, 2022), mientras que el otro, con una mirada un poco más específica, alude a un sistema y distribución de las materias de un curso o asignatura, que forman y publican los profesores encargados de realizarlas (RAE, 2023). Consecuentemente, organización y planeación, parecen ser dos conceptos que, de manera inmediata, podrían llamar nuestra atención; ambas definiciones, desde luego, con miras a desarrollarse en un futuro que puede ser inmediato, a mediano o largo plazo, dependiendo de lo que la institución o docente organice y planee. No obstante, si nos detenemos a analizar un poco más la segunda, podremos identificar tres cuestiones: materias, curso o asignatura, y la figura del profesor encargado de diseñar lo que en el medio educativo se conoce como programa de estudios. Un tema que es por demás interesante considerar, sobre todo en el ámbito universitario, donde muchos profesores se encargan de conformar dicho programa, pero, para el caso que nos ocupa, el de la educación básica, por mandato constitucional y/o reglamentario, esta cuestión no la realiza (o realizaba) el docente porque, como sabemos, le corresponde al estado determinar los planes y programas de estudio (Artículo 3º constitucional). Entonces, con la idea propuesta en el Plan de Estudios 2022 denominada codiseño, ¿la SEP estaría incumpliendo el mandato constitucional dado que los profesores tendrían que elaborar un programa analítico con algunos contenidos que se deriven de situaciones locales, institucionales o de su grupo para incorporarlas como parte de su ejercicio docente? No necesariamente; pero de ello escribo unas líneas más adelante.

Dicho lo anterior, qué podríamos entender por programa de estudio. De acuerdo con Díaz Barriga (2009) por programa podemos entender, el documento oficial de carácter nacional en el que se indica el conjunto de contenidos a desarrollar en determinado nivel, mientras que (si) hablamos de programación (podríamos) referirnos al apoyo educativo-didáctico específico desarrollado por los profesores para un grupo de alumnos en concreto. Programa y programación son planteamientos no excluyentes. Entonces, en el ámbito educativo podría decirse, que es un documento en el cual contiene el proceso pedagógico que los docentes deben cumplir durante el año escolar dado que, dicho programa, establece los contenidos, actividades y los objetivos que deben cumplir los docentes con respecto a sus alumnos.

De esta forma, resulta claro que el programa de estudios, es un documento que posibilita el proceso pedagógico que se pondrá en marcha durante un tiempo determinado, cuyo vínculo con el proceso didáctico es, por así decirlo, indisoluble. Qué se enseña (pedagogía) y cómo se enseña (didáctica), es un tema del cual hablaré en los siguientes párrafos, sobre todo cuando aborde lo relacionado al programa sintético y analítico.

Ahora bien, una de las principales funciones que se pueden identificar de un programa de estudios, sería posibilitar la visión global del plan del que forman parte, (de ahí que) acceder a todos los programas nos puede informar del proyecto educativo que adopta la institución (en este caso la SEP) a través de la carga académica semestral o anual, del conjunto de disciplinas o problemas que se propone abordar y de origen global (Díaz-Barriga, 2009), aspectos que resultan sumamente interesantes considerar, en razón de la comprensión de que los programas, como tales, se desprenden de lo que en nuestro caso conocemos como Plan de Estudio que, dicho sea de paso, en la últimos años se ha venido cambiando, prácticamente cada sexenio, aunque en los hechos, sigan operándose en las escuelas de educación básica: 2011, 2017 y, en próximas fechas (esperemos) el 2022.

Vistas las ideas hasta aquí expuestas, encuentra sentido lo que en nuestros días conocemos con el nombre de programa sintético (que bien podría ser equiparado a un programa de estudios de carácter nacional) y programa analítico (que podría ser definido como un programa de estudios local, institucional o grupal elaborado por el docente); el primero, como se sabe, se concibe como aquel que organiza los contenidos que los estudiantes deben aprender, pero que es necesario contextualizar para atender a la diversidad intercultural y social en su acción pedagógica… Plantea que las maestras y los maestros decidan QUÉ ENSEÑAR y CÓMO ENSEÑAR tomando en consideración a la comunidad y sus saberes, a sus estudiantes y conocimientos y (por tanto) el programa de estudios define los contenidos nacionales comunes (SEP, 2022); mientras que, el segundo, es decir, el programa analítico puede entenderse, como una ESTRATEGIA para la contextualización que los maestros, como colectivo escolar, llevan a cabo a partir de los programas sintéticos, de acuerdo con las condiciones de su situación comunitaria, escolar y, en particular, de su grupo escolar… el programa analítico NO ES UN FORMATO que se llene con ALGUNA RECETA, implica organizar de manera específica varias de las acciones QUE YA SE LLEVAN A CABO EN LA ESCUELA, incorporar nuevas o reorientar el sentido de otras para atender las FINALIDADES que el Plan de Estudios 2022 señala… (por tanto) es un DOCUMENTO de trabajo SENCILLO que se elabora, analiza y evalúa durante el ciclo escolar en las sesiones del CTE o en las academias de secundaria, además de los espacios de formación docente… Se configura a partir de tres planos: 1. Análisis del contexto socioeducativo de la escuela; 2. Contextualización; 3. Codiseño. El primero refiere al ejercicio de lectura de la realidad educativa de la escuela, el segundo explica los procesos de integración curricular y contextualización y, el tercero, incorpora especificidades locales (SEP, 2022).

Resulta claro que, mientras el programa sintético define los contenidos nacionales que habrán de trabajar las maestras y maestros durante el ciclo escolar, el programa analítico, los toma como referente para que, mediante un proceso de contextualización que considera la situación comunitaria, la situación de la escuela o del grupo escolar, diseñe o construya el propio; por tanto, el tema que surge en estos momentos, sería el del codiseño, situación que también ha generado diversas reacciones, más por las ambigüedades y confusiones que, como al inicio comentaba, se desprenden de lo que cada actor está entendiendo por este concepto derivado de la desorganización que hasta el momento permea en la SEP, que por el concepto mismo.

Por codiseño se entiende, según la SEP, aquel proceso que: 1. Incorpora problemáticas, temas y asuntos comunitarios locales y regionales como contenidos necesarios para enriquecer la propuesta curricular; 2. Considera que el colectivo docente de cada escuela delibere en torno a los contenidos que se integrarán a los programas analíticos; 3. Reconoce los procesos de decisión curricular que las maestras y maestros llevan a cabo; 4. No elude la observancia obligatoria de los programas de estudio (programa sintético); 5. Implica una visión contextualizada, flexible y realista para la toma de decisiones de los maestros respecto a cómo se enseña (didáctica) en la escuela; 6. Lo nacional tiene que reposicionarse como el espacio de lo común desde la diversidad que nos caracteriza como país (SEP, 2022).

Entonces, este es un proceso de codiseño que, bien podría decirse, de alguna manera la maestra o maestro realiza, en mayor o menor medida, en su quehacer cotidiano, en su grupo y en su escuela. Cierto, tal vez sin la sistematicidad o siguiendo una metodología previamente establecida (dada la escasa formación en diseño curricular que se le pudo haber brindado en su formación inicial), pero sí con algunos elementos que, pienso, son parte de ésta o éstas.

¿No habría la imperiosa necesidad de propiciar que los maestros identifiquen aquellos momentos en los que incorporan temáticas o contenidos locales, institucionales o hasta grupales en su quehacer docente?, ¿no habría la imperiosa necesidad de propiciar un aprendizaje para la identificación y/o construcción de contenidos y su incorporación al programa analítico tomando en cuenta que, tal ejercicio, puede ser sencillo para algunos y complicado para otros?, ¿no habría la imperiosa necesidad de que existiera una formación continua más sólida sobre diseño curricular para que el profesorado mexicano se adentrara en estos temas? En fin. Algunas cuestiones que, desde luego, desearía que pudiera contestar la SEP en otros CTE y como parte de ese proceso “formativo” que está llevando en este ciclo escolar.

Como se ha visto, Plan de Estudios y Programa Sintético (qué se enseña), responden a una serie de documentos que los profesores tienen que tomar en cuenta para construir en colectivo, o tal vez, de manera individual, lo que se ha denominado Programa Analítico (qué se enseña). Documentos que, si bien consideran el tema de la planeación y organización, su lógica es diferente en cuanto a la que sigue una planeación didáctica (cómo se enseña). Entonces, ¿a qué nos referimos con este último término?

La planificación didáctica se puede concebir como un proceso amplio, flexible y mental que no se limita al registro de información en un formato; sino que empieza con la revisión de materiales (programas de estudio, libros de apoyo, recursos didácticos, bibliografía, entre otros), y que termina y se regenera en cada momento que se evalúan los resultados y se toman decisiones… considera diversos aspectos como el conocimiento de los alumnos, del contexto, del contenido que se aborda, de la teoría pedagógica en la que sustenta su práctica, y el conocimiento de enseñanza presentes en los programas de estudio (SEP, 2012).

Entonces, si el programa sintético y analítico definen QUÉ SE ENSEÑA (derivado de un proceso de contextualización y demás elementos referidos), la planeación didáctica alude al CÓMO PODRÍA ENSEÑARSE aquello que se pretende enseñar, por tanto, planear la situación y el trabajo en el aula y en los espacios escolares, implica prever la organización y la secuencia del modelo educativo, así como los métodos, las estrategias, las actividades, las tareas, las interacciones entre los participantes (el lenguaje, el diálogo, la reflexión, los valores que se anticipan cómo podría operar el grupo), los tiempos disponibles y los espacios para la evaluación formativa… (por ello) habrá de anticipar, en lo posible, los procedimientos que ayudarán al estudiante a construir el aprendizaje, es decir, las estrategias didácticas que usará el profesor… (por tanto) la planeación didáctica anticipa la organización, la estructura y la secuencia de los procesos de enseñanza y de aprendizaje; es el momento para seleccionar actividades, la organización del espacio y tiempo de las actividades; la ocasión para anticipar los medios, recursos, apoyos, instrumentos o materiales didácticos (Monry, s/f).

Y para que todo este proceso ocurra, no habría que perder de vista que, en éste, el profesor pone en juego sus capacidades, conocimientos, experiencia, formación, entre otras cuestiones para construir situaciones de aprendizaje que le permitirían eso, generar aprendizajes en sus alumnos, y bueno, planear lo que haya que planear, puede realizarse siguiendo una determinada secuencialidad dado el desarrollo de los aprendizajes planeados, pero también, del desarrollo cognitivo de los alumnos; para el caso que me ocupa, sabemos que una secuencia didáctica es fundamental en este ejercicio porque, como tal , se encuentra en el marco de una planeación dinámica, donde todos los factores de la planeación se afectan entre sí. Su punto de partida es la selección de un contenido (en el marco que tiene el programa de estudios en su conjunto) y con la determinación de una intención de aprendizaje de ese contenido, sea expresada en términos de objetivos, finalidades o propósitos de acuerdo a la visión pedagógica y didáctica de cada docente (Díaz-Barriga, 2013); por tanto, el inicio, desarrollo y cierre, resultan fundamentales para la generación del proceso que conocemos con el nombre de enseñanza y de aprendizaje.

Ahora bien, desafortunadamente, pienso que un ejercicio tan importante como lo es la construcción de una planeación didáctica por parte del profesor, en las dos últimas décadas (aunque no signifique que con anterioridad no se daba), cuando la tan afamada y mal lograda calidad educativa entró de lleno al terreno educativo, perdió su esencia puesto que, además de dar paso a eso que yo llamó “formatitis”, se le exigió al docente, incluir una serie de indicadores aunque éstos no tuvieran relevancia ni trascendencia para el proceso que el profesor estaba diseñando en esos momentos. Y, lo que es peor, fue la imposición de innumerables formatos para que los profesores “reportaran” dicha planeación a sus autoridades educativas inmediatas y éstas a sus superiores, etcétera, sin que se supiera el destino final de éstas y, mucho menos, se retroalimentara a los profesores. ¿Acaso esta acción no generó un “burocratismo” innecesario que llevó al docente a cumplir solo por cumplir cuando en los hechos, muchas veces, elaboraba otra planeación que, siendo flexible como lo es, suele modificarse una vez que comienza el trabajo con el grupo de alumnos?

De hecho, sobre este tema, en los últimos días, me ha llamado la atención la existencia de muchas páginas que circulan en las redes sociales, que ofrecen a las maestras y maestros formatos algunos programas analíticos construidos a partir del diseño, precisamente, de un formato. Pienso, que todo puede ser de utilidad, siempre y cuando se profundice en los elementos conceptuales, teóricos y metodológicos que fundamente una propuesta curricular puesto que, de lo contrario, caeríamos, una y otra vez, en esa “formatitis” que poco abona al proceso de enseñanza y de aprendizaje; por tanto, considero que es necesario que los docentes construyan un documento orientador en el que, tanto los contenidos, como los procesos de aprendizaje, sean la base para la generación del mismo, y no un formato que solo se tenga que entregar porque se tiene que entregar ante la exigencia de una autoridad que, muchas veces, se encuentra un tanto alejada de lo que verdaderamente ocurre en el aula.

Finalmente, pienso que estamos en la antesala de un proceso que, por años, buena parte del magisterio mexicano de educación básica venía solicitando, me refiero a la posibilidad de tener esa libertad para construir un programa a partir de sus propias necesidades, problemáticas y formas de ver y entender la docencia. La idea del codiseño, con mucha seguridad para algunos docentes universitarios no sea del todo desconocida, dado que muchos de ellos construyen el programa de estudios de la materia, asignatura o curso que imparten; en básica, con esta propuesta curricular, comienza a generarse esta idea pues, como se sabe, habrá contenidos nacionales plasmados en el programa sintético, sin embargo, el docente podría incorporar otros en su programa analítico, dependiendo de sus necesidades (diagnóstico) y los demás elementos que ya he señalado; el probable problema que yo veo es que, de alguna forma, el sistema, por la misma normatividad establecida y por la misma cultura que ha permeado por más de tres décadas en el mismo, impide transitar hacia una forma diferente de concebir el quehacer educativo y docente, pero además, si no se cuenta con una formación continua sólida para las maestras y los maestros, todo proyecto, que podría ser extraordinario, quedaría en los anales de la historia como un buen intento.

 

Al tiempo.

Con negritas:

Con la construcción del programa analítico por parte de los docentes, ¿la SEP considerará la posibilidad de revisar y valorar la pertinencia del Programa Escolar de Mejora Continua en las escuelas de educación básica? Una pregunta que, espero, abordar en otras entregas.

Referencias:

SEP. (2022). Avance del contenido para el libro del docente. el diseño creativo. http://gestion.cte.sep.gob.mx/insumos/php/docs/sesion3/El%20dise%C3%B1o%20creativo.%20Avance%20del%20contenido%20del%20Libro%20del%20docente.%20Primer%20grado.pdf

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Programa analítico: ponerle el cascabel al gato

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz*

Dice la fábula que un grupo de ratones diseñó un plan perfecto para ya no ser sorprendidos por un hambriento y feroz gato: le pondrían un cascabel al felino de modo que, con suficiente anticipación, pudieran advertir su cercanía para emprender la huida. Como se sabe, pese a la perfección del plan, hubo un gran problema: no hubo roedor que se atreviera a ponerle el cascabel al gato. Algo parecido podría suceder en el terreno educativo nacional con algunas de las aspiraciones del nuevo marco curricular.

El nuevo plan de estudios para educación básica (SEP, 2022) ha generado expectativas importantes. No hay timidez en sus aspiraciones. De fondo, se observan intenciones generales ambiciosas al recorrer sus páginas: “repensar la educación de una manera radicalmente distinta” (p. 36), “construir otras formas de aprender y ver la enseñanza” (p. 72) y “resignificar el papel de la escuela” (p. 37), entre varias más. Quizá poco se podría discutir sobre la pertinencia de tales aspiraciones, sin embargo, queda la duda de cómo materializarlas.

Entre las pretensiones destaca una referente a los materiales curriculares: “replantear el sentido que tiene el Plan y los Programas de Estudio” (p. 37). En concordancia, se concibe a los programas oficiales como documentos inacabados, que deberán ser complementados por un proceso de contextualización que desembocará en la construcción, por parte de los docentes, de programas analíticos. En estos documentos, el profesorado decidirá sobre la adición de contenidos según las necesidades y características de cada escuela y su entorno, así como la selección de situaciones-problema a tratar y metodologías para su abordaje didáctico.

Si bien la labor de contextualización, en los hechos, ya es realizada por el profesorado, su formalización y la construcción de un documento como el programa analítico, tendrá importantes implicaciones en la práctica docente que deberán ser consideradas para concretar las intenciones.

Para el diseño de programas analíticos, los materiales oficiales aluden, como en cualquier proceso de planeación didáctica, a la conveniencia de la labor colegiada. Sin embargo, la mayoría de escuelas deben vencer obstáculos para el trabajo en equipo, tales como falta de tiempo o de espacios, poca disposición entre docentes o falta de promoción del trabajo colectivo por parte del director, entre otros (INEE, 2019, p. 66). Parece pues que, antes de pensar en el trabajo colegiado, se debería examinar los aspectos culturales y organizativos de la escuela que le darían viabilidad.

Al conocer las tareas que implica la elaboración del programa analítico, muchos maestros han preguntado: ¿en qué momento? La pregunta no es casual: no sólo en México, sino en la mayoría de países latinoamericanos, “la dedicación horaria está casi enteramente consagrada al trabajo en el aula y, a diferencia de lo que ocurre en los países desarrollados, no incluye el trabajo de planificación, coordinación o evaluación” (Vaillant y Rossel, 2006, p. 18). Es hora entonces de visibilizar en la carga horaria de los profesores labores como la construcción, el seguimiento y la modificación de un programa analítico.

Otro factor importante para hacer realidad la elaboración de programas analíticos tiene que ver con la capacitación. Desafortunadamente, parece que se empezó con el pie izquierdo. Se respira prisa y, en algunos casos, improvisación. Para la primera de las dos semanas del taller intensivo de formación docente sobre el nuevo plan de estudios, los materiales de trabajo fueron dados a conocer con escasos días de anticipación y, por si fuera poco, en periodo vacacional del personal educativo. Los directores, encargados de conducir la capacitación en las escuelas, tuvieron menos de un día para conocer los materiales y preparar las sesiones en las que participarían sus docentes. La cascada de indicaciones para organizar el taller cayó, en algunas entidades, en el juego del teléfono descompuesto: pese a que, por oficio, la autoridad federal instruyó a las autoridades locales el modo y la duración del taller, las entidades y, en algunos casos, hasta las zonas escolares, obraron de manera diferenciada según criterios propios.

Con un proceso de capacitación organizado de esta forma, es natural la abundancia de confusiones: hasta la Secretaria de Educación, en su mensaje por video a los docentes del país, tropezó al señalar erróneamente la equivalencia entre los programas analíticos y la planeación didáctica. Es impensable que los cambios a los que hace alusión el plan de estudios se den sin procesos de reflexión ordenados y profundos que conduzcan a modificaciones técnicas, organizativas y hasta culturales del quehacer escolar. ¿Qué tan real es la pretensión de la implementación de metodologías de enseñanza situada que se recomiendan para promover un trabajo escolar que influya en la comunidad? ¿Cuál es su presencia actual en las escuelas mexicanas? ¿Cuánto se les conoce y se practican? Si de por sí las inercias en el trabajo educativo tardan en ser revertidas, es aún más difícil lograrlo con procesos de capacitación apresurados.

Así pues, sin una formación efectiva y sin las condiciones organizativas y laborales para llevar a la práctica los preceptos del nuevo plan de estudios, se corre el riesgo de que éste no trascienda más allá de un atractivo ideal. ¿Se caerá, como en otras ocasiones, en decir que se trabaja para el desarrollo de competencias cuando el profesor nunca reflexionó sobre la inconveniencia de tapizar de cuentas el cuaderno de Matemáticas? ¿Se dirá que se implementan programas contextualizados cuando el tiempo, la capacitación y la organización no permiten sino que el maestro de la sierra de Chihuahua aplique el mismo plan didáctico genérico que el profesor del centro de la Ciudad de México?

No es asunto menor la realización de programas analíticos. Representa la concreción de algunos de los ideales más importantes del nuevo planteamiento curricular. Permitirá enfatizar en metodologías didácticas contrarias a la enseñanza bancaria que tanto se ha criticado para, en cambio, favorecer el aprendizaje a través de situaciones significativas. Propiciará asumir a los planes oficiales desde otra perspectiva, menos sumisa. Permitirá, desde la labor pedagógica, la influencia mutua entre la escuela y la comunidad.  Se logrará todo lo anterior, claro está, si se le pone el cascabel al cambio educativo.

*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía. 

Twitter: @proferoger85

 

REFERENCIAS

INEE. (2019). Personal y organización escolar de la escuela primaria mexicana. ECEA 2014. México: autor.

SEP. (2022). Plan de estudios para la educación preescolar, primaria y secundaria. México: autor.

VAILLANT, D. y ROSSEL, C. (2006). Maestros de escuelas básicas en América Latina: hacia una radiografía de la profesión. Montevideo: Preal.

Fuente de la información e imagen:  http://proferogelio.blogspot.com

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¿Para qué sirven los insumos para el Taller Intensivo de Formación?

POR: ABELARDO CARRO NAVA

«¿Cuál es la propuesta de la SEP para la elaboración de un planeación didáctica por proyectos?»

 

Preocupa la ligereza con la que, la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de la Dirección de General de Desarrollo Curricular, brinda a las maestras y los maestros, la información para el Taller Intensivo de Formación Continua para Docentes y, desde luego, para Supervisores y Directores de Educación Básica. Y digo que preocupa porque, un tema trascendental como lo es la construcción de lo que se ha llamado Programa Analítico en la implementación del Plan de Estudios 2022 para preescolar, primaria y secundaria, se aborda a través de un video que poco aporta a la comprensión de lo que se pretende, que desarrollen los docentes, cuando éste entre en vigor.

Menciono esto debido a que, si se revisa con detenimiento el video, que forma parte de los insumos que se han puesto a disposición del profesorado mexicano para dicho Taller programado del 2 al 6 de enero de 2023, específicamente, la cápsula que contiene la participación de Xóchitl Leticia Moreno Fernández, Directora General de Desarrollo Curricular, cuya duración es de 6 minutos con 37 segundos, se podrán observar ciertas generalidades sobre el tema que me ocupa, el de los Programas Analíticos, que bien podrían traducirse en ambigüedades. Me explico.

Como ya se sabe, para este ciclo escolar, la SEP contempló ciertos espacios de “formación” sobre el Plan de Estudios 2022; para ello, los Consejos Técnicos Escolares (CTE) se convertirían en los espacios idóneos para que, tanto docentes como las demás figuras educativas que en éstos concurren, puedan reflexionar, analizar y dialogar sobre ciertos temas con propósitos específicos. No obstante, como también sabemos, la información sobre el referido Plan de Estudios, así como los demás elementos que son parte de éste para su implementación, se han dado a conocer a “cuentagotas”, motivo por el cual, la zozobra o incertidumbre ha sido una constante entre el magisterio mexicano.

De esta forma, y después de los primeros CTE, en donde se abordaron algunos aspectos generales sobre la conformación del Plan de Estudio 2022, toca el turno, según la propia SEP, de seguir profundizando para lograr su comprensión y posterior aplicación; luego entonces, como también es conocido, a través de sus canales oficiales se ha informado sobre los insumos que serán parte de este proceso “formativo” – aunque muchas veces se llegan a conocer por otros medios – sin que, hasta el momento en que cierro estas líneas, la SEP haya presentado un proyecto de formación propiamente dicho, que vaya más allá de lo que significaría “formar” a un docente en razón de un Plan de Estudios. En fin.

Volviendo al tema que me ocupa, considero necesario mencionar que, hace unos meses, se conoció el Acuerdo 14/08/22 por el que se establece el Plan de Estudios para la educación preescolar, primaria y secundaria, así como también, el Anexo correspondiente, mismo que, para el Taller intensivo de Formación Continua programado para los primeros días del mes de enero de 2023, aparece como uno de los insumos.

Si se analiza dicho Anexo se podrá observar, sobre los programas de estudio (8.3), que éstos se entienden como el organizador curricular que despliega los elementos centrales en torno al qué y cómo se enseñan los objetos de aprendizaje señalados en los campos formativos… son el punto de partida para el trabajo en las escuelas de educación preescolar, primaria y secundaria dentro del proceso de contextualización a cargo de las maestras y los maestros; por tanto, el programa analítico se puede ver como una segunda etapa que se fundamenta en el conocimiento del plan de estudios y en el análisis sistemático tanto de las condiciones institucionales como del conjunto de experiencias docentes frente a los temas que se intenta desarrollar… un programa analítico es pertinente si se articula con los planteamientos del plan de estudios y, sobre todo, si se adecua a las condiciones concretas en las que se realizan los procesos de enseñanza y aprendizaje, a las particularidades de la enseñanza de las profesoras y profesores, así como a las necesidades, estilos y ritmos de aprendizaje de los estudiantes (SEP, 2022).

No obstante, lo anterior, curiosamente, en ninguna parte de este documento aparece lo que la SEP ha denominado Programa Sintético, pero que sí se ha venido trabajando en los CTE dada la relevancia que, como tales, significan para la construcción de esa segunda etapa que intenta articular los planteamientos del Plan de Estudios con las condiciones concretas con las que se realizan los procesos de enseñanza y de aprendizaje; entonces, ¿por qué no se incluyó tal cuestión en el Anexo dada la importancia que, por ejemplo, se le asignó en la Sesión 1 de dichos CTE?

De hecho, si se revisa los insumos o documentos que, para esa Sesión (la número 1) la SEP elaboró, se observará que en éstos se afirma que un programa sintético, es aquel que organiza los contenidos que los estudiantes deben aprender, pero que es necesario contextualizar para atender a la diversidad intercultural y social en su acción pedagógica… Plantea que las maestras y los maestros decidan qué enseñar y cómo enseñar tomando en consideración a la comunidad y sus saberes, a sus estudiantes y sus conocimientos, y el programa de estudios que define los contenidos nacionales comunes (SEP, 2022). ¿No es esta concepción en sí misma un elemento necesario a considerar pues, como se ha leído, el programa sintético juega un papel fundamental en el momento en que el profesor decida planear sus actividades de enseñanza y aprendizaje?, ¿no acaso dicho programa sintético tiene la función de organizar los contenidos que los estudiantes deban aprender por fases, campos formativos y grados propuestos por la propia SEP?, ¿no acaso la misma SEP señaló que el programa sintético se estructura por campo formativo y éste se conforma por una descripción general, finalidades del campo para la educación básica, especificidades del campo formativo para la fase y contenidos y procesos de desarrollo de aprendizaje del campo formativo?, ¿no acaso la misma SEP señaló que el enfoque didáctico de los programas sintéticos está centrado en procesos de contextualización y aprendizajes significativos a través de la integración de contenidos entre sí y construcción de proyectos o métodos globales, que indican procesos de codiseño de contenidos curriculares?

Visto desde esta perspectiva, parece ser, que el video de la Directora de Desarrollo Curricular, poco ofrece a la comprensión de estos dos momentos, el del Plan de estudios, así como de la razón o razones de la existencia de un programa sintético. Cierto, habrá quién me diga que existe una cápsula, donde Rosa María Torres aborda el tema de los referidos programas sintéticos, sin embargo, pienso que, al no aparecer tal cuestión en el Plan de Estudios, no es clara la relevancia que tiene para la conformación de un programa analítico.

Ahora bien, regresando al tema que abordo en estas líneas, el CTE propuesto para los primeros días del mes de enero, plantea realizar un ejercicio, denominémosle “supuesto”, mediante el cual, los profesores iniciarán con un proceso de codiseño con base en la problematización, reflexión y diálogo acerca de los componentes centrales del Plan de Estudios y de los Programas Sintéticos, aunque estos últimos sigan en “proceso de construcción”, por lo que, hasta el momento en que cierro estás líneas (26 de diciembre), no se han subido a la plataforma correspondiente (en mi caso, solo tengo los que se filtraron en las redes sociales en el mes de enero de este año).

Luego entonces, ¿de qué manera iniciar con un proceso de codiseño sin programas sintéticos terminados?, ¿de qué manera construir un programa analítico sin tener a la mano uno de los elementos fundamentales que implica otro proceso, más fino, como lo es la planeación didáctica que los maestros realizan?, ¿por qué, en el caso de la Directora de Desarrollo Curricular, no le dio el valor que merece dicha planeación didáctica cuando, se sabe, que los docentes emplean distintos recursos, como los documentos referidos, y otros, como los libros de texto o el libro del maestro, para planear sus actividades y/o proyectos de enseñanza y de aprendizaje?, ¿no acaso la planeación didáctica, independientemente de que se trate de proyectos o no, es el eje donde se concretan los “supuestos” establecidos en un plan de estudios y/o programa sintético?, ¿por qué la ligereza con la que se tomó este tema, el de la planeación didáctica? Peor aún, ¿acaso no se sabe que planear por proyectos tiene sus propias especificidades que, como tales, implica un trabajo fincado en la intencionalidad didáctica, mediante la cual, se puedan propiciar los aprendizajes?, ¿acaso los docentes tendrán que planear conforme a sus propios referentes, saberes o conocimientos un proyecto integrador que sería parte de ese programa analítico, mismo que se revisaría en cada CTE?, ¿sabrá la SEP cuáles serán esos referentes, saberes o conocimientos del profesorado mexicano?, ¿cuál es la propuesta de la SEP para la elaboración de una planeación didáctica por proyectos?

Y es que, como se sabe, la planeación didáctica, tiende a orientar los procesos de enseñanza y aprendizaje, por tanto, dicha planeación debe considerar una secuencia didáctica puesto que éstas constituyen una organización de las actividades de aprendizaje que realizan los alumnos y para los alumnos con la finalidad de crear situaciones que les permitan desarrollar un aprendizaje significativo… (entonces) la línea de una secuencia didáctica está integrada por tres tipos de actividades, apertura, desarrollo y cierre (Díaz Barriga, 2013). Ello obliga a pensar que, si bien es cierto que un proyecto como tal se planea considerando su respectiva secuencia didáctica, también es cierto, que las distintas sesiones que se planean para desarrollar dicho proyecto deberán contener esa línea de secuencia didáctica a la cual alude Ángel Díaz Barriga en la cita que he expuesto. Entonces, ¿verdad que el proceso de planeación de un proyecto no es tan sencillo como pudiera pensarse?, ¿verdad que no solo es pedirle a las maestras y maestros que llenen un formato de planeación que cumpla con ciertos requisitos sin considerar que, en su seno, una planeación didáctica va más allá de un simple llenado de apartados?, ¿verdad que planear un proyecto considerando los elementos que se van a evaluar, mediante la elaboración de entregables, requiere de un proceso más fino que solo el hecho de colocar ciertos indicadores que recuerden el tema de las competencias vistos en anteriores planes de estudio?

Cierto, habrá quién refiera que, en el documento: “Avance del contenido para el libro del docente, el diseño creativo” (SEP, 2022) se refieran algunas de las respuestas a las interrogantes que he planteado, sin embargo, si se analiza detenidamente dicho insumo se podrá observar, que éste contiene generalidades que, si bien es cierto dan o brindan una idea sobre los elementos que se deberán tomar en cuenta al momento de construir un programa analítico (y por ende la planeación didáctica) tales como el contexto socieducativo de la escuela, la contextualización, el codiseño o lo didáctico, también es cierto que terminan siendo eso: generalidades.

Espero que, más adelante, la SEP se tome en serio las propuestas que ésta realice y proponga para las maestras y maestros, puesto que, desde mi perspectiva, podríamos estar en la antesala de eso que en el medio se conoce como teléfono descompuesto, y no la construcción de aprendizajes considerando la diversidad de saberes y conocimientos de los docentes.

Al tiempo.

Referencias.

Fuente de la información: https://profelandia.com
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