Libro(PDF): «Las ciencias sociales en tiempos de ajuste. Artículos seleccionados de las IX Jornadas de Jóvenes Investigadores del Instituto de Investigaciones Gino Germani»

Reseña: CLACSO

Este libro reúne una serie de trabajos presentados en el marco de las 9º Jornadas de Jóvenes Investigadores del Instituto Gino Germani (IIGG) que se realizaron en noviembre de 2017.

Como en las otras ediciones, las Jornadas se organizaron en torno a una serie de ejes problemáticos que buscaron, por un lado, ser hospitalarios con las distinciones institucionalizadas entre las distintas áreas de producción de conocimiento en ciencias sociales, pero al mismo tiempo (por no tratarse de los lineamientos usuales utilizados en la mayoría de los Congresos) procuraron ampliar los horizontes de discusión permitidos por aquellas distinciones naturalizadas.

Autores (as): Anahí Farji Neer. Anahí González. Mauro Greco. Valentine Le Borgne de Boisriou. [Compiladores]

Sebastián E. Sustas. Manuel Riveiro. Mercedes Krause. Soledad Fernández Bouzo. Santiago Nardín. Juan I. Trovero. Marina Lis Wassmansdorf. Analía Goldentul. Carlos Galimberti. Marcos Mutuverría. Alex Colman. María Cecilia Lascurain. María Magdalena Tóffoli. Andrea Vieites. Sebastián G. Fuentes. Luis Emilio Stramucci. Lucas Barreto. Martina Daniela Berardo. Diego Ezequiel Vázquez. Paula Soledad Alvira. Francisco Fernández Romero. [Autores y Autoras de Capítulo].

Editorial/Editor: CLACSO. Universidad de Buenos Aires.

Año de publicación: 2019

País (es): Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-950-29-1788-7

Descarga: Las ciencias sociales en tiempos de ajuste. Artículos seleccionados de las IX Jornadas de Jóvenes Investigadores del Instituto de Investigaciones Gino Germani

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1761&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1345

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México, una experiencia no compartida

Blanca Heredia

¿Qué experiencias concretas compartimos los mexicanos en la actualidad? ¿El México que vive una estudiante de la Universidad Anáhuac de la capital del país, tiene algo que ver con el que experimenta diariamente una joven de la misma edad en Tláhuac? ¿Qué tienen en común la experiencia del país que le toca navegar todos los días a un hombre mayor de clase trabajadora en Chiapas, con la que vive un hombre, también de edad avanzada, en un barrio de altos ingresos de Tapachula? ¿Se parece en algo la vida de un niño de primaria que estudia en el colegio Americano de Monterrey con la de un niño chiapaneco que asiste a una escuela Conafe?

A juzgar por el aumento en la desigualdad (muy especialmente entre los minúsculos sectores de altísimos ingresos y el resto de la población) de México, entendido como experiencia compartida en los hechos, debe quedar más bien poco. Seguramente y aunque vivido con intensidad y cercanía diferente, nos vincula (por desgracia, cada vez más) el espanto común frente a la inseguridad creciente. También el enojo frente a la corrupción rampante y progresivamente más visible. Nos sigue vinculando asimismo el alto aprecio por la familia, así como el gusto por los afectos intensos y cercanos. Eso nos queda del México en común, poco más, poco menos.

Con niveles de desigualdad objetiva y subjetiva tan gigantescos, cabe preguntarse sobre de cuál México hablarán nuestros políticos en general y, muy particularmente, aquellos que aspiran a colocarse sobre el pecho la banda presidencial en diciembre de este año. ¿En cuál México, vivido y conocido efectivamente, estarán pensando?

Las fuentes de nuestra desigualdad abismal son diversas y de larga data. Destacan, entre otras, la brutal concentración de la riqueza, las escasas oportunidades de movilidad social a través del esfuerzo, el trabajo y el mérito, y, muy especialmente, un aparato de ‘justicia’ que pareciera diseñado no para igualar la cancha, sino para perpetuar las enormes distancias que nos separan. Distancias producto, con excesiva frecuencia, de azares del destino (en qué lugar de la pirámide mexicana te tocó nacer), y de la posibilidad de acceder o no a cercanías provechosas con los que detentan el poder político, mismos que de una y mil maneras organizan y gestionan (llevándose para sí y los suyos una tajada variable de beneficios) la desigualdad imperante.

Contribuyen, en lo cotidiano, a configurar experiencias de vida radicalmente disímiles entre los mexicanos en general y entre el grueso de la población y sus élites, tanto económicas como políticas; además de las mencionadas, la escasez de ocasiones para experimentar lo ‘público’ (en principio y a cuenta de los impuestos de todos, aquello que es o debiera ser común) de forma mínimamente comparable. Me refiero a los espacios públicos (calles, parques y demás), pero también y en especial a los servicios públicos.

¿Cuándo fue la última vez –si acaso alguna– que nuestros candidatos presidenciales hayan hecho una cola en el ISSSTE, en el IMSS o en cualquier oficina pública? ¿Habrán tenido que tronarse los dedos alguna vez para pagar una cuota para que su hijo/a pudiera tomar un examen en su escuela pública? ¿Cuál de ellos habrá padecido la falta de agua en su colonia, la angustia de una hija teniendo que caminar sola todas las tardes o noches a la escuela/trabajo en un barrio difícil, o a la impotencia completa de enfrentarse a la ‘justicia’ en el caso de un abuso por parte de la policía?

Si bien no lo resolvería todo, ayudaría mucho tener gobernantes para quienes los servicios públicos no fuesen algo que padecen otros, sino una experiencia cotidiana que los conectase con la que la vive la inmensa mayoría del país. Por ejemplo, ¿no tendría la política educativa mejores resultados si la escuela de los hijos o nietos de nuestros gobernantes fuese la escuela pública?

Para creerles alguna cosa de las muchas que nos prometen, sería muy útil también saber qué tanto nuestros candidatos presidenciales estarían dispuestos a depositar del cuidado de su seguridad y su salud y la de sus familias, por ejemplo, en manos del gobierno que aspiran a encabezar. Muy útil, pues no es lo mismo gobernar una casa efectivamente compartida (en la que todos usan, por ejemplo, el mismo baño) que una en la que los gobernantes viven en una casa y el resto del país en otra.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/mexico-una-experiencia-no-compartida-5.html

Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2016/07/20/578f138b3c38f

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Entrevista a Guy Kawasaki: «Marketing de contenidos trata sobre la educación»

08 octubre 2017/Fuente:eluniverso /Autor: María Gisel Acosta

El gurú en marketing de contenidos Guy Kawasaki comparte sus ideas y experiencias en el congreso de innovación TIDCO que se realizó el 4 de octubre en el Centro de Convenciones de Guayaquil. En la década de 1980 colaboró con Apple para ‘evangelizar’ el uso de computadoras Macintosh. Ahora Kawasaki es un experto en marketing de contenidos y startups.

¿Cuál es la diferencia entre el marketing de contenidos y el marketing tradicional?

El tradicional busca vender, está relacionado con la publicidad, el precio y las características de un producto. El de contenidos está relacionado con la educación. Te pongo un ejemplo: si quieres mercadear el turismo en Ecuador, el enfoque del marketing tradicional sería sobre descuentos en hoteles, comida, y otros, es decir, un enfoque sobre precios. El enfoque del marketing de contenidos te presentaría cómo se elabora el chocolate, te describiría la historia de Ecuador, te señalaría los destinos turísticos del país; es decir, sería un enfoque educativo. La premisa es: si educas a las personas despertarás en ellas el interés por visitar Ecuador.

¿Por educación se refiere a brindar a las personas una información adicional que antes desconocían, o a darles información sobre un servicio o beneficio?
Es más lo primero que lo segundo. En el ejemplo que te referí el objetivo es educar sobre el chocolate, sobre la historia, porque si una persona conoce sobre el país, se interesará en él y lo visitará.

¿Crees que para incursionar en este segmento de marketing hay que desechar ciertos conceptos del marketing tradicional?
El marketing de contenidos no trata sobre precios y promoción; trata sobre educación e ilustración. Es priorizar la educación antes que la publicidad.

¿Entonces la publicidad dejó de ser importante?
No, tampoco así. Los dos tipos de marketing se usan, y cada cual tiene sus fines. Por ejemplo, la revista de una aerolínea informaría a los pasajeros de un vuelo que viajan por turismo a Ecuador sobre los 10 atractivos que hay que visitar, pero también sobre paquetes turísticos, lugares que ofrecen descuentos, y así. Obviamente, hay empresas que usan más un tipo de marketing antes que el otro.

¿Como cuáles?
Para las startup (empresas emergentes) el marketing de contenidos es más fácil y barato que el tradicional. Las empresas grandes tienen el presupuesto para pautar publicidad en un canal de televisión; las startups no. Ellos no pueden competir con marketing tradicional, pero sí con el de contenidos. Te cuento lo que pasó con mi startup, Canva: nosotros usamos marketing de contenidos para enseñar a las personas a hacer grandes diseños. Cómo elegir la tipografía, el color, imágenes, todo eso. Esos principios de diseño también están vinculados con el marketing de contenidos.

¿Y cuál es la relación del marketing de contenidos con tu filosofía de evangelizar?
Evangelizar proviene del término griego ‘traer buenas nuevas’. La práctica de evangelizar busca posicionar a las buenas noticias como contenido. Entonces yo diría que el marketing de contenidos es una herramienta para concretar la evangelización. (I)

Fuente de la entrevista: http://www.eluniverso.com/noticias/2017/10/07/nota/6418480/marketing-contenidos-trata-sobre-educacion
Fuente de la imagen: http://www.eluniverso.com/sites/default/files/styles/nota_ampliada_normal_foto/public/fotos/2017/10/10529147.jpg?itok=XRA
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