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Un falso dilema educativo

Por: Luis Armando González

La situación de crisis suscitada por el coronavirus –que al parecer seguirá presente, aunque con menor virulencia, a lo largo de 2020 — ha puesto en uno de los primeros lugares del debate académico el asunto de lo virtual y presencial en la educación. Y es que la crisis aludida forzó la entrada en vigor de estrategias formativas no presenciales, en prácticamente todos los niveles educativos; en ellas, se recurrió –por lo general de manera improvisada y abrupta— a los distintos recursos ofrecidos por Internet y la telefonía celular: desde las plataformas que permiten realizar videoconferencias grupales, pasando por el correo electrónico y los mensajes en Messenger y WhatsApp, hasta las llamadas telefónicas.

Salvo los procesos educativos diseñados previamente para ser impartidos virtualmente –y que continuaron, y aún continúan, con una lógica previamente establecida—, las actividades docentes que habían sido planeadas según criterios presenciales tuvieron que ser implementadas de manera no presencial. En la práctica, esto generó distintas complicaciones no sólo en razón de la disponibilidad de los recursos tecnológicos (personales o institucionales), sino en razón de las deficiencias en las habilidades técnicas por parte de docentes –no todos, por supuesto— no preparados para atender cursos, materias, seminarios, talleres o grupos de tesis de manera virtual. Aunado a ello, estaban (y siguen estando presentes) dos temas nada secundarios: primero, la pedagogía y la didáctica virtuales son distintas de las presenciales; y segundo, los contenidos (teóricos y metodológicos) presenciales no se trasiegan automáticamente hacia lo no presencial.

Al calor de esas y otras dificultades –que, cabe sospechar, se han tenido en distintos sistemas educativos alrededor del mundo— se fue generando un interesante debate acerca de lo virtual y lo presencial en la educación, debate en el cual se pueden identificar distintas posturas. Una especialmente llamativa consiste en proponer que la educación virtual ha llegado para reemplazar totalmente a la educación presencial, a la que se le reprochan las más variadas fallas y debilidades. Quienes abanderan esta posición, además de ver en lo virtual-tecnológico algo extraordinario para la educación, entienden que las pruebas de ello se encuentran en la actual experiencia en la cual lo presencial fue suspendido drásticamente y las actividades educativas virtuales pudieron ensayarse a plenitud. Hay quienes piensan que se trató de una novedad absoluta, como si antes de la actual situación no se hubiesen impulsado interesantes experiencias formativas virtuales, en las cuales si bien ya se visualizaban sus virtudes –lo virtual tiene ciertamente virtudes—, también se visualizaban sus limitaciones que no son únicamente técnicas o de procedimientos, sino que muchas veces involucran aspectos sustantivos.

En el polo opuesto se sitúan quienes opinan que la educación presencial es irremplazable, y que lo virtual no tiene (o no debe tener) un lugar importante en los procesos educativos que en verdad quieran ser tales. En favor de quienes creen esto está la ya milenaria tradición educativa que se remonta cuando menos a Sócrates y cuyos logros culturales (científicos, filosóficos, literarios) sólo una persona escasamente informada puede poner en duda. Es indiscutible que un nervio de la educación, entendida como un proceso de asimilación crítica de nuevos conocimientos, es el diálogo, la dialéctica, el contraste de ideas y opiniones, en lo cual intervienen la razón y la pasión.

Y el espacio privilegiado, durante cientos de años, para ese ejercicio es el espacio ocupado físicamente por los actores principales del proceso educativo (maestros y alumnos): el aula o salón de clases, el auditórium o, como prefería Aristóteles, el jardín de su Liceo. Ciertamente, la educación presencial, dialógica, tiene un largo recorrido histórico, pero no es por eso que se la debe considerar valiosa, pues que algo sea antiguo no lo hace bueno o positivo y, obviamente, tampoco lo nuevo o reciente es, sólo por eso, positivo o bueno. Son los logros los que cuentan; y la educación presencial tiene en su haber los suficientes como para tomarse con reservas las propuestas de su supresión total por mecanismos, estrategias y prácticas educativas virtuales. Los logros de la educación presencial no deben ocultar sus limitaciones o sus posibilidades de mejora; no deben impedir determinar qué áreas de ella pueden ser asumidas y tratadas de una mejor manera por mecanismos y estrategias virtuales. No es cierto que no se tengan pistas sobre esto último: tanto las experiencias previas a la crisis sanitaria como las experiencias suscitadas durante la crisis ofrecen información relevante sobre áreas o ámbitos educativos en los cuales lo virtual puede convertirse en un soporte de primera importancia para lo presencial. Y por supuesto que también las experiencias apuntadas revelan lo que no se puede pedir o esperar de lo virtual en materia educativa. Ni se tiene que ser extremadamente fantasioso con las posibilidades de lo virtual ni excesivamente pesimista o escéptico sobre sus potencialidades.

Lo prudente es sopesar, con honestidad y realistamente, los pros y contras. Por lo apuntado hasta ahora, es claro que la visión antitética de lo virtual y lo presencial en educación nos enfrenta a un falso dilema.

No se trata de elegir entre lo uno y lo otro –de abolir la educación presencial y poner en su lugar una educación virtual; o de cerrar las puertas a lo llegada de modalidades o prácticas virtuales en la educación—, sino de situarse en una postura intermedia, viendo a lo virtual como un buen complemento de unos procesos educativos que no deben renunciar a uno de sus nervios fundamentales: la dialéctica, el diálogo, el contraste y lucha de ideas entre interlocutores que interaccionan físicamente; el tensionamiento racional y pasional que permite la muerte de ideas inservibles y el surgimiento de ideas mejores, y que hasta ahora, después de 2,500 años, no encontrado mejor espacio para su desarrollo que ese espacio en el cual maestro y alumnos se las ven cara a cara. Y es partir de estas dinámicas que se han fraguado y se fraguan habilidades y capacidades investigativas que, tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales, permiten explorar el mundo natural y social –es decir, plantearse problemas e indagar sobre los mecanismos que los explican— de modo fáctico, no virtual. Esas capacidades y habilidades, asimismo, requieren en gran medida, aunque no en exclusiva, actividades prácticas en el aula y fuera de la misma –por ejemplo, en comunidades, museos, archivos, empresas, mercados, hospitales o laboratorios— que son vitales para la formación de los estudiantes y para el cultivo de un saber que se problematiza sobre la realidad, y no sólo sobre abstracciones mentales matemática o conceptuales.

Esa vitalidad en el conocimiento debe ser –y tiene que ser—potenciada por cualquier recurso, estrategia o práctica, que esté disponible o que sea accesible a los sistemas educativos, en sus distintos niveles. Aunque no sus capacidades más óptimas, la tecnología que permite acceder a recursos educativos virtuales ha llegado a un país como el nuestro. Hay instituciones que están utilizando esos recursos para el desarrollo incluso de cerreras completas al nivel de maestría. Algunas lo han hecho de manera meditada, ponderando bien los objetivos formativos que se persiguen y planeando con suficiente tiempo y meticulosidad los contenidos y las metodologías de enseñanza adecuadas para procesos educativos virtuales. Otras quizás no tanto, aunque esto debería ser objeto de un estudio detallado y profundo.

Lo que aquí se quiere destacar es que, en El Salvador, se tiene (o se va consiguiendo) una buena experiencia en estrategias educativas de carácter virtual que deberían ser tomadas en cuenta, en sus virtudes y en sus limitaciones, a la hora de realizar los ensambles entre los virtual y lo presencial, sin perder de vista que uno de los propósitos irrenunciables de la educación en todos sus niveles, pero especialmente a nivel superior, es formar personas con una concepción bien fundamentada –desde criterios científicos— de la realidad social y natural, lo mismo que con las capacidades y habilidades para explorar-investigar las dinámicas que hacen que las cosas naturales y sociales se comporten de la forma en que lo hacen.

La pregunta es cómo (de qué manera) determinadas estrategias formativas virtuales pueden contribuir a una educación integral y de calidad. Y, complementado con ello, la otra pregunta es cómo lo virtual puede ayudar a corregir, mejorar o potenciar lo que se hace en las estrategias educativas presenciales. De alguna manera, fue la pregunta que se hicieron los investigadores del CERN, a cuya cabeza estaba el físico Tim Berners-Lee, cuando decidieron crear la WEB: se trataba facilitar, entre los físicos, el intercambio de ideas, artículos, documentos, resultados de experimentos mediante una red ágil de comunicación e intercambio de información. A estas alturas, las potencialidades y eficacias de la WEB para distintas actividades educativas y de investigación son indiscutibles. El reto es hacer, en cada país y sistema educativo particulares, el mejor ensamble entre los recursos virtuales disponibles (o que se puedan diseñar) en Internet (que es algo más amplio que la WEB) y las estrategias educativas presenciales de forma tal que, en lugar de la anulación o exclusión de uno de las dos instancias, se logre una integración provechosa entre ambas.

Como en el presente, y visto desde El Salvador, es lo presencial lo predominante, lo virtual debería irse definiendo, e implementando, a partir de aquello que requiera mejora, o incluso supresión, en ese ámbito. Pero no a tientas ni a ciegas, o usando criterios de rentabilidad o de ahorro, sino teniendo en mente el objetivo de lograr una educación integral, en lo científico, lo técnico y lo humano. Si sucediera lo contrario, es decir, si fuera lo virtual lo predominante en educación, lo recomendable sería buscar en lo presencial recursos de apoyo, corrección o mejora. Pero no es el caso. Así que es lo virtual lo que debe contribuir a mejorar la educación presencial. En cada nivel educativo deben hacerse los análisis y estudios que indiquen los modos en los que se apoyo puede ser más eficaz y oportuno; y es que lo que puede ser potable y viable en educación superior (en algunas carreras, materias, seminarios, trabajos de investigación o debates teóricos o metodológicos) puede ser inviable o ineficaz, por ejemplo, en educación básica. Lo contrario también es cierto: lo viable y potable en educación básica (o en bachillerato) puede no serlo en educación superior.

En fin, lo que debería promoverse, en educación, es una articulación potenciadora de los virtual en lo presencial, y no un reemplazo total de lo presencial por lo virtual o un blindaje de lo presencial ante lo virtual. Hay quienes están trabajando, con seriedad y profesionalismo, en lograr esa articulación potenciadora. Hacen gala de sentido común, criterio racional y equilibrio en el juicio. Los hay también quienes están atrapados en las garras de la desmesura en su apreciación de lo virtual, y que están dispuestos a hacer todo lo que esté a su alcance por hacer que la educación presencial deje de existir. Si llegaran a salirse con la suya –nunca se sabe— lo más probable es que la formación integral de las personas (una formación de naturaleza crítica, reflexiva, fundamentada científicamente, investigativa, racional y pasional) se resentiría tremendamente. Y es que, en definitiva, lo virtual, por definición, no puede dar a las personas las vivencias, las experiencias, los tensionamientos y los desafíos que ofrecen las interacciones sociales efectivas, dentro y fuera del aula, y los problemas reales naturales y sociales. Sin esas vivencias, experiencias, tensionamientos y desafíos (no virtuales, sino reales porque tienen su raíz en las interacciones que las personas tienen con la realidad natural y social) no hay educación propiamente dicha, sino un remedo “virtual” de la misma.

San Salvador, 6 de septiembre de 2020

Fotografía: Fundación Telefónica Ecuador.

Fuente e Imagen: https://insurgenciamagisterial.com/un-falso-dilema-educativo/

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Amar en tiempos revueltos

Por: Daniel Seixo

«Pero después, cuando estoy en sus brazos, como ahora mismo, es como si estuviera atrapado en un torno. Tengo ganas de levantarme y salir a dar una vuelta. «Qué impaciente eres, Mark», me dice ella. «¿Por qué no te relajas nunca?» «Es que me apetece dar un paseíto.» «Pero si fuera hace un frío que pela.» «Aun así. Igual compro algo para hacer un revuelto luego.» «Pues vete tú», dice ella, medio soñando; afloja el abrazo, da media vuelta y procura volver a conciliar el sueño. Y yo me visto y salgo por la puerta. ¿Cómo le explicas a alguien a quien quieres que, a pesar de todo, necesitas más? ¿Cómo? Se supone que el amor contiene todas las respuestas, y que nos lo da todo. All you need is love. Pero eso es una puta mentira: yo necesito algo, pero no es amor.

Irvine Welsh

«El camino del infierno estará lleno de compañía, pero aún así será tremendamente solitario.«

Bukowski

«Nadie se muere de amor, ni por falta ni por sobra.«

Chavela Vargas

La sanación más segura para la vanidad es la soledad

Tom Wolfe

¿Qué es el amor? El amor es una niebla que quema con la primera luz del día de la realidad.

Un match… Siglos de literatura, composiciones musicales, dramas, epopeyas, tragedias y grandes conflictos entre naciones y particulares, para que finalmente todo termine reducido en estos tiempos desprendidos de grandeza y sentir alguno a un simple y puñetero match.

En definitiva: arréglate, ponte mono o mona, define tu personalidad en un par de palabras y un par de puñeteras fotos que no son más que lo que siempre has querido ser en tu vida, pero que nunca te has encontrado al despertarte por la mañana en el espejo de tu minúsculo cuarto de baño. Miente un poco o quizás bastante en la aséptica descripción de tu biografía, adorna hasta no llegar a reconocerlo un trabajo estresante y aburrido, no digas nada de tu ex y su nueva pareja jodidamente perfecta, ni tampoco menciones que continuamente se te pasa por la cabeza que esta red social es un digno nido de desesperados y adictos a la validación constante de sus vidas y cada uno de sus movimientos… Adoras viajar, recuérdalo, todo el mundo adora viajar, hacer ejercicio y también los gatos… Aunque quizás no, has leído algo acerca de que hay demasiada gente que es alérgica a los gatos ahí fuera y a estas alturas de la competición no sabes si merece la pena arriesgar un posible polvo por un simple gato. Quizás todo termine en un lío, algo parecido a la amistad o lo que dios quiera que sea que te lleve todo esto… Pero, ¿para qué se supone exactamente que estás completando un maldito cuestionario online que petrifica definitivamente tu desesperada búsqueda de amor al consumo?

Seguramente, ni lo sabes, ni te lo has llegado a preguntar realmente antes.

En este siglo todo resulta una competición y eso lo consume y lo condensa todo sin darnos tiempo a reflexionar, posamos en nuestras redes sociales con nuestros mejores atuendos, consumimos estilos de vida, posteamos quinientas veces al día espejismos de nuestras vidas soñadas, observamos atentos modelos prefabricados de humanos a los que llamamos influencers y entre los atascos, el viaje en metro o los descansos del gimnasio, intentamos agradar a alguien ahí fuera para poder llegar a contarle nuestras inquietudes o para echar un maldito polvo rápido. Somos todos carne de psicólogo o directamente de manicomio y simplemente lo ignoramos con la «sana» intención de compartir un rato en alguna cama con una persona desconocida que logre proporcionarnos esa especie de onanismo compartido en el que se ha transformado el sexo.

Para lograr mantener el ritmo que nos ha impuesto la sociedad de consumo coqueteamos con diez personas a la vez y elegimos finalmente por un periodo de tiempo cada vez más breve a la menos mala, damos likes al escote de nuestra compañera de trabajo, nos masturbamos con la idea de sexo esporádico con nuestra jefa o el chico de los recados, participamos en tríos, orgías, fiestas sado o cualquier otra cosa que nos logre estimular un poco desterrando por un segundo nuestra atenazante soledad. Reducimos nuestros orgasmos al instantáneo Satisfyer Pro 2 o al impersonal sexo de pago y tras eso somos infieles para intentar sentir algo inmersos en todo este circo en el que cada día se convierte nuestra vida. Todavía incluso en nuestra madurez nos mostramos totalmente incapaces de discernir que lo verdaderamente revolucionario en el amor y en el sexo, es el compromiso con algo más allá del mero placer transitorio.

Y es que no nos llevemos a engaño, el poliamor, la anarquía relacional, las relaciones abiertas y toda esa parafernalia semántica vendida como teoría moderna de la liberación amorosa a unos entes tan dispersos y aletargados socialmente como para mostrarse incapaces de realizar un repaso rápido por la historia de la humanidad, no son más que viejos juegos de prestidigitación destinados a mantener las relaciones afectivas en el marco del puro individualismo y la mercadotecnia capitalista. Seamos serios, ese viejo «paz y amor» tan vinculado al movimiento hippie hace mucho que se ha destapado como una simple estafa lanzada al mundo por un conjunto de individuos demasiado derrotistas y sumamente indolentes como para llegar a comprometerse con cualquier campaña revolucionaria o rupturista con el modelo capitalista que ya por aquel entonces daba claras señales de imposición frente a cualquier alternativa social. El amor es solidaridad, compañerismo y en algunos puntos, también sacrificio por el bien común. Valores todos ellos muy alejados del consumismo capitalista y el individualismo extremo que finalmente nos terminarían vendiendo bajo el pretexto de la rebeldía como alternativa rupturista en nuestras relaciones.

Nuestros cuerpos y nuestras mentes se han convertido en este siglo bajo un sistema social y económico alienante e impersonal en aletargadas máquinas incapaces de sentir o querer, somos meros entes otrora humanos inmersos en una desesperada búsqueda de estímulos que en última instancia nos logren proporcionar una mínima dosis de felicidad momentánea y adulterada, sin llegar con ello a vislumbrar en nuestro devenir social lo que llega a ser cuidar y saberse cuidado, compartir un mismo objetivo, un proyecto de vida común. A muchos, quizás hoy les parezca extraño ese otro mundo fuera de las relaciones de usar y tirar, pero todavía hoy existe la capacidad de amar. Y sepan ustedes que siempre, el verdadero revolucionario se ha guiado por grandes sentimientos de amor.

Fuente: https://nuevarevolucion.es/amar-en-tiempos-revueltos/

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Las redes sociales en tiempos de aplausos

Por: Ana Mariño

El mundo estaba cambiado tanto y tan rápido que nos costaba ponernos al día en todas las tendencias. Con esta nueva situación global, la velocidad se ha multiplicado y ha hecho modificar muchísimas cosas de nuestro día a día. Incluso la idea que tenemos de las redes sociales y su utilización se está modificando de manera irreversible

Con esta amenaza mundial, donde las prioridades y necesidades son más elementales que nunca -salud, seguridad física y alimentación, en primera instancia-, hasta nos estamos olvidando de cualquier tecnofobia para abrazarnos a las herramientas digitales más a mano; curiosamente,  dos cosas que parecen antagónicas: por un lado mantener la distancia, pues nunca tanto hemos pagado con el móvil, incluso utilizado la identidad facial o dactilar,  nunca tanto hemos solicitado recibos digitales; y por otro, mantener el contacto, y aquí las redes sociales se llevan la palma.

En un mundo donde no existe estrategia de marketing que no contenga un plan de comunicación en redes sociales, dejamos a un lado todas nuestras dudas sobre el Big data, la infoxicación, la privacidad de datos, el uso y abuso o incluso las tecnoadicciones, para suplir un mal común bastante peor: superar el trauma del aislamiento.

Ocultos quedan comportamientos tan criticados de las redes sociales como la necesidad de afiliación, admiración, presumir por un logro  y la búsqueda constante del “like”. Hoy lo que buscamos es mantener el contacto, la compañía o mitigar la soledad.

Hoy más que nunca las redes sociales nos ayudan a unirnos, a sentir que formamos parte de algo, nos avivan la esperanza, nos mantienen la confianza en el ser humano.

La organización de la no organización de nuestra casa es el espejo de lo que ocurre fuera de ella, la organización dentro caos: que a las ocho de la tarde salgamos a aplaudir ha conseguido programar eventos de nuestra cotidianidad como quedar por videoconferencia o el comienzo de programas de televisión para “después de los aplausos” con total normalidad.

Siempre me he mantenido firme en que las redes sociales van a existir, de ahí que sea importante conocerlas y, sobre todo, usarlas bien. nos proporcionan y nos quitan lo que los demás piensan de nosotros casi por partes iguales.

Este mensaje ahora adquiere más sentido. Como también el de la elaboración responsable de nuestro propio PLE, entorno personal de aprendizaje, y nuestra PLN, red personal de aprendizaje. Hoy, más que nunca, es necesario añadir y complementar a estos conceptos el de Red Social de Aprendizaje, como un entramado de relaciones sociales, con las que aprendemos, somos, vivimos, compartimos, estamos. No, no dejamos de aprender y, pasada la fase de considerar esto como una oportunidad para hacerlo, para aprender, tú decides qué aprendes, dónde y con quién..

Ahora es momento de evaluar nuestros actos, nuestro comportamiento en las redes: ni prescindir ni abusar, es momento de tener la aristotélica virtud del control, de no dejarse llevar. De hecho, en un momento en el que compartir todo tipo de información ha sido el comportamiento generalizado de la primera fase, poco a poco, se ha ido imponiendo el pensamiento crítico y se ha verificado la información a nivel colectivo. Este gesto también se mantendrá: seremos más comprometidos a la hora de compartir algo o, incluso, al recibirlo.

Cosas como la nomofobia, el miedo irracional a permanecer un intervalo de tiempo sin el teléfono móvil, por ejemplo, porque se nos olvida en casa cuando nos vamos a trabajar, han dejado de manifestarse. Ahora surgen otros miedos, miedos que no tienen nombre, como el idea vivir sin wifi, hoy más que nunca podemos ser nowifóbicos.

Vivimos un momento histórico sin igual de relaciones con el mundo próximo y lejano a través de lo virtual y tecnológico. Caben riesgos, el más típico es el de la cosificación de las personas. En esto también tenemos esperanza, pues se está tomando Internet como espacio de autoaprendizaje y conocimiento.

Hay un concepto antropológico que me gustaría destacar aquí, es el del “capital social” como conjunto de los recursos obtenidos a partir de una estructura social. Pensemos en ello por un momento: ahora mismo el recurso más importante sería la cantidad de información que fluye por las redes: noticias, lecturas, enlaces, películas, posibilidad de visitar museos, sesiones de entrenamiento de cualquier deporte, tutoriales de todo tipo de destrezas, charlas de los temas más variados, mensajes, conciertos, artículos, webinars, etc.

Esto podría relacionarse con la teoría de los dones: los dones entendidos como regalos. La reciprocidad es un término muy adecuado para categorizar un tipo de relaciones entre individuos o grupos, caracterizadas por la contraprestación de bienes y servicios que no tienen la transacción económica típica, es decir, en las que no se traspasa dinero. Marcel Mauss, autor de esta teoría, realizó un estudio comparado en distintas culturas subrayando que la continuidad de la vida social se basaba en una clave de acción en secuencia indispensable para mantener el cimiento de la vida en sociedad: dar-recibir-dar.

He aquí el quid de la cuestión. La necesidad de reciprocidad como movimiento de la calidad humana, hoy más que nunca, la obligación de reciprocidad generada por la confianza mutua de los agentes de una misma red de devolver, de volver a dar, de al menos, agradecer.

Me gustaría que esta crisis sirviese para muchas cosas: la mejora del medioambiente, el fin del capitalismo patriarcal como única opción, disminución de los niveles de contaminación, generación de otros movimientos de consumo más responsables,… También me gustaría que sirviese para que, entre nuestros referentes, estuviesen más mujeres, que esto haga visibilizarlas y visibilizarnos, no por generar conflictos, sino por solucionarlos, por ayudar a conseguirlo, por ser y estar. Las mujeres, a lo largo de la historia, a lo largo de cualquier catástrofe, guerra y asedio, hemos estado silenciadas y al mismo tiempo manteniendo esos trabajos básicos para perdurar la vida como el cuidado y la alimentación, todo lo que tiene que ver con el bienestar físico y emocional. Esta vez hay algo a nuestro favor: las redes sociales y su carácter democrático: las redes sociales no discriminan, a no ser que no se esté en ellas. Es más que probable que este medio nos permita, por fin, poner en valor ese importante poder.

Vivimos en un momento clave, como antes mencionaba,  en el que si no estás en las redes, no existes. Quien no está, quien no tiene acceso a la tecnología está, por desgracia, más excluido y solo que nunca. Podríamos llegar a decir que quien esté privado de tecnología está privado de libertad. Al menos en estos tiempos donde todo pasa en o por las redes.

El empoderamiento de la red es incalculable, la red nos empodera como sociedad, como colectivo sea el que sea, como individuo seamos como seamos. Las redes nos dan voz, sobre todo han dado voz a las minorías. Espero que eso siga así, mantengámonos ahí, lo que no se silencia nos beneficia a todos y a todas.

Aunque no todo es bonito, hoy más que nunca estamos vigilados, confinados, sin poder salir, trabajar, abrazar, en definitiva, controlados. Lo privado pasa a ser público, nunca antes mostramos tanto el interior de nuestras casas. Es un momento sin igual. La cantidad de información que estamos dando de nosotros mismos no se sabe qué alcance tendrá.

Hoy más que nunca también es necesario momentos de desconexión de las redes, de cerrar los ojos y visitar con la mente (de no poder con la vista) lugares de la naturaleza, mirar por la ventana e investigar cuál es el punto más lejano al que la vista alcanza, respirar conscientemente, escuchar el interior, los sonidos internos y externos, no dejar de sonreír; pedir ayuda, encontrar apoyo en las redes, ofrecer y colaborar, encontrar la manera de ser útil. Hoy y siempre es necesario tener presentes estas cuatro ces: colaborar, comunicar, crear y mantener vivo tu pensamiento crítico.

Estoy muy agradecida por la oportunidad de escribir mis pensamientos, gracias por leer este artículo.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/espiral/2020/05/15/las-redes-sociales-en-tiempos-de-aplausos/

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Hay riesgo de desarrollar una «educación bancaria» al utilizar la televisión como vehículo transmisor de contenidos: Investigadores

Por:  Erick Juárez Pineda

A partir del 24 de agosto, fecha de inicio del ciclo escolar 2020-2021, treinta millones de estudiantes de 16 grados escolares, que van de preescolar a bachillerato, proseguirán sus estudios a distancia por medio del programa «Aprende en casa II». La novedad es que ahora se firmó un acuerdo con cuatro cadenas de televisión nacional privada (Televisa, TV Azteca, Imagen y Multimedios) para que los cursos se puedan transmitir en sus canales, añadiéndose a las 36 televisoras estatales y al sistema público federal (Canal 11, Canal 14 e Ingenio TV).  

Aunque esta iniciativa de la Secretaría de Educación Pública (SEP) mitiga el problema de los estudiantes mexicanos en cuanto al acceso a las tecnologías para continuar con las cursos escolares (92.5 por ciento de las familias cuentan con un televisor en sus casas), expertos en educación y pedagogía del ITESO consideran que la medida debe ser acompañada de un seguimiento del aprendizaje de los alumnos por medio del uso complementario de otras herramientas tecnológicas, un mayor involucramiento de los padres de familia, así como el desarrollo de habilidades que vayan más allá de la asimilación de los contenidos que se transmitan por la televisión.  

Hacia una pedagogía plena

Uno de los riesgos de utilizar la televisión como vehículo transmisor de contenidos es que se desarrolle una educación bancaria, es decir, un modelo pedagógico en el que los educadores son depositantes de conocimientos a sus alumnos, que funcionan como receptores o archivadores pasivos de conocimientos.  

“El niño escucha o ve el programa, aprenderá algo, pero de eso a que se promueva un aprendizaje más activo o por descubrimiento, hay muchas dudas”, manifestó Juan Carlos Silas, académico del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) del ITESO.  

El confinamiento por la pandemia de Covid-19 ha desnudado las carencias de un sistema educativo que no ha desarrollado en los niños y adolescentes la capacidad de autonomía, de investigar por cuenta propia o de gestionar sus propios saberes, de acuerdo con lo expresado por Claudia Arufe, académica de la Licenciatura en Ciencias de la Educación del ITESO. De allí la necesidad de ejercer un nuevo modelo de educación integral que vaya más allá de la memorización de conceptos.  

“Se está hablando de los contenidos de libros de textos, pero ¿qué pasará con las otras facetas de desarrollo como la educación física, la socioemocional o la convivencia?, todos estos procesos inherentes a lo educativo se están obviando”, consideró.  

Flor Lizbeth Arellano, coordinadora de la Licenciatura en Ciencias de la Educación, destacó que pese al cierre de las escuelas por la pandemia hay que mantener el espíritu de las mismas como un medio de socialización e incorporarlo a programas como “Aprende en casa II”.  

“Que la educación a distancia no se centre solamente en los contenidos, sino que abarque otras dimensiones de la vida de nuestros estudiantes, sobre todo el contexto de la pandemia y sus efectos socioemocionales”, dijo.  

El papel de la familia y los profesores

De acuerdo con una investigación aún en curso, coordinada por la Secretaría de Educación Jalisco y con participación del DPES del ITESO, la contingencia sanitaria incrementó el grado de involucramiento de los padres de familia en las actividades educativas de sus hijos. Esta actitud deberá permanecer al transmitirse los programas del ciclo escolar 2020-2021 por televisión.  

«En los hogares surgieron nuevos roles de mamás-educadoras. La mayoría de los padres de familia valoran más el papel del profesor y reconocen la importancia de implicarse en la educación de sus hijos», señaló Arellano. 

En el caso de los profesores, la coordinadora de la Licenciatura en Ciencias de la Educación del ITESO aseguró que la mayoría ha impulsado procesos de retroalimentación no presenciales por medio de grupos de WhatsApp o Facebook.

También se convirtieron en profesores de tiempo completo al estar disponibles para resolver dudas de los cursos vía telefónica. Estas herramientas son un complemento para los programas que se transmitan por televisión.  

Sin embargo, los maestros no recibieron la atención debida d sus demandas para mejorar los procesos virtuales de educación y sólo se han convertido en receptores de la nueva política pública de la SEP, consideró Silas, quien también es coordinador del Doctorado Interinstitucional en Educación del ITESO 

«Se les pidió en sesiones del consejo técnico que compartieran y reflexionaran sobre lo que estaban aprendiendo, qué actividades o ejercicios lograron que sus alumnos aprendieran mejor, pero no hay una gran recuperación de esas experiencias”, compartió. “Es descorazonador porque pasaron horas reflexionando y anotando, pero no se está tomando en cuenta esa reflexión».  

Las desigualdades no desaparecen

Esteban Moctezuma, titular de la Secretaría de Educación Pública, argumentó que el convenio de transmisión con las televisoras privadas permitirá llegar a la gran mayoría de los estudiantes mexicanos para garantizarles el acceso a la educación.

La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información (ENDUTIH) de 2019 parece dar la razón al funcionario: nueve de cada 10 mexicanos tienen televisor, contra 44.3 por ciento que dispone de una computadora. Además, menos de la mitad de quienes viven en zonas rurales (47.7 por ciento) cuentan con acceso a internet. 

Todavía hay problemas por resolver como familias hacinadas con varios miembros que estudian y cuentan con una sola herramienta tecnológica a disposición de todos; las tensiones que se viven por temas como la pérdida de empleos por la crisis económica derivada del Covid-19, o zonas rurales donde la señal digital no llega.  

Arufe compartió que hay casos de éxito como Ecuador, donde los programas escolares por televisión se acompañan de cápsulas de radio, fichas pedagógicas para consolidar el aprendizaje visualizado y contenidos impresos a disposición de los estudiantes.

«Si sólo se viese la televisión, el plan no funcionará y se vulnerará el derecho a la educación», sentenció.  

De acuerdo con Arellano, en zonas como el norte de Jalisco se utiliza la radio comunitaria como estrategia educativa en comunidades aisladas. Durante el ciclo escolar 2019-2020 recién terminado, otra vía de transmisión de conocimientos fue la impresión de cuadernillos con tareas que se dejaban en puntos centrales en las poblaciones donde vivían los alumnos, por ejemplo en las tienditas.  

«En una zona marginada como Nextipac hubo el caso de una jovencita de secundaria sin internet ni smartphone. La comunidad fue solidaria y los mismos compañeros, al darse cuenta de que su amiga no se conectaba, la invitaban a sus casas para conectarse a internet y hacer la tarea», contó.   

La experiencia de las telesecundarias

Las telesecundarias, desde 1968, se han consolidado como una alternativa para ofrecer educación básica a las comunidades rurales y empobrecidas de México. En 2020, 18 mil 743 planteles brindaban educación a casi un millón 500 mil estudiantes. Este modelo educativo puede ayudar a que el programa «Aprende en casa II» tenga éxito, consideró Silas.  

«La educación multigrado, con un solo profesor atendiendo varios grados, se piensa que es de baja calidad, pero cuando se pone a dialogar a niños de diferentes grados sobre temas que debe aprender cada uno se forma una comunidad de aprendizaje entre los alumnos, con resultados muy interesantes”, explicó.   

De acuerdo con la SEP, el modelo pedagógico de la telesecundaria consiste en un programa de televisión de 15 minutos, más 35 minutos de trabajo en clase orientado por el docente.  

Fuente e Imagen: http://www.educacionfutura.org/hay-riesgo-de-desarrollar-una-educacion-bancaria-al-utilizar-la-television-como-vehiculo-transmisor-de-contenidos-investigadores/

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México: Nuevos poderes digitales ahondan las desigualdades crónicas

Cultura/UNAM /Autor: Rene Chargoy

La creación a través de las redes sociales de nuevas jerarquías ocultas y de difícil apreciación, nos empujan a quedar inmovilizados o, al menos, perdidos en los laberintos mediáticos.


● Néstor García Canclini presentó su libro Ciudadanos reemplazados por algoritmos en el marco de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia

Como una actividad más de El Aleph. Festival  de Arte y Ciencia, el periodista y director del Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), Ricardo Raphael, y el antropólogo y crítico de la cultura Néstor García Canclini conversaron a través de Facebook Live en torno al más reciente libro de este último: Ciudadanos reemplazados por algoritmos, en el que se plantea responder a quiénes le importamos los ciudadanos, y para ello analiza cómo se ha trasladado la vida política de las plazas públicas a las pantallas, cuestionando a la vez la aparición de nuevos poderes digitales que sustraen información a millones de personas con el propósito de influir en su opinión.

García Canclini explora en su obra editada por la Universidad de Guadalajara de qué manera nuestras opiniones y comportamientos, capturados por algoritmos, se subordinan a un puñado de corporaciones globalizadas, y en consecuencia el  espacio público se vuelve opaco y distante, en cierto modo despolitizado. Al respecto, escribe: «Ahora los beneficios de la conectividad global y veloz vienen fatalmente con la infiltración en las pantallas personales de quienes comercializan nuestros usos en las redes… Los usos neoliberales de las tecnologías mantienen y ahondan las desigualdades crónicas del capitalismo”.

El profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa responde que frente a estas adversidades es necesario reinventar conexiones y pasar a ser actores alternativos, de tal modo que podamos redefinir lo que es la ciudadanía en medio de un proceso de “desciudadanización” que se ha radicalizado, situación que tiene como contexto la descomposición de la vida política y la pérdida de representatividad de los partidos políticos y del Estado.

En su ensayo expone que la creación a través de las redes sociales de nuevas jerarquías ocultas y de difícil apreciación, nos empujan a quedar inmovilizados o, al menos, perdidos en los laberintos mediáticos.

Apunta además que las decisiones de las grandes corporaciones que controlan  las pantallas televisivas y las redes sociales se orientan a apoderarse de los procesos comunicacionales y a desplazar el ejercicio ciudadano, lo cual desde su perspectiva es consumado por una gobernanza algorítmica. Entonces le surgen preguntas como las siguientes: ¿Qué alternativas tenemos ante esta desposesión? ¿Disidencias, hackeos? ¿Cuál es el lugar del voto, esa relación entre Estado y sociedad reprogramada por las tecnologías y el mercado?

García Canclini está convencido de que se actúa en todos los escenarios disponibles. Se actúa razonando, argumentando o hackeando. Es una disputa que hay que entender a partir de otras lógicas. “No hay recetas y no está claro cómo se está configurando esta nueva relación entre comunicación y política”, anota en una parte de su texto.

Con un ojo clínico y preciso, de acuerdo a Ricardo Raphael, el autor de Ciudadanos reemplazados por algoritmos“sabe cruzar las fronteras del conocimiento y que separan las especialidades y las generaciones”. En esta obra  toma elementos que le dan significado a nuestro presente, observa a la ciudadanía, a sus hechos cotidianos e intereses, y es a partir de estos procesos que construye sus hipótesis antropológicas.

El también autor de Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad señala que el llamado ciudadano-telespectador está más disponible para el entretenimiento que para el discurso, que sin mucho pensarlo estamos cediendo información gratuita a cambio de servicios y que nos dirigimos hacia una sociedad de control en la que se refuerzan “los usos neoliberales de las tecnologías, lo que mantiene y ahonda las desigualdades mayores”.

El proyecto de investigación que dio origen al libro fue financiado por Alemania, que nuclea universidades de ese país y cuatro latinoamericanas. El texto completo, que en algo nos ayuda a entender esta época tan rara que nos tocó vivir, se descarga libremente en la Red. La presentación en formato virtual es una conversación en el mundo de las ideas, con argumentos que se arriesgan a la profundidad y también es una oportunidad para escuchar y ver la exposición de un autor cuyo trabajo principal es hacer antropología en el presente.

Las actividades de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia continúan los miércoles en la página de Facebook @FestivalElAleph, con nuevas conferencias, podcast, mesas de diálogo, presentaciones de libros, arte y ciencia en torno a la pandemia de COVID-19 y sus efectos. La charla completa entre Néstor García Canclini y Ricardo Raphael está disponible en: www.culturaunam.mx/elaleph.

Fuente: Este material se comparte con autorización de UNAM Global

 

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Manu Velasco: “Los niños tienen su ritmo de aprendizaje y les contagiamos con la prisa”

Por: Laura Román

Durante la pandemia, la tecnología ha sido esencial para continuar el curso académico desde la distancia. Sin embargo, y de cara al futuro, Manu Velasco, maestro y autor del libro ‘Soñando personas’, considera esencial invertir un mayor tiempo de calidad con los estudiantes para evitar ‘contagiarles’ con otro virus muy presente entre los adultos: el del apresuramiento.

Manu Velasco se considera un maestro con los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas. Quizá, por esa razón, ha escrito ‘Soñando personas’, un libro para creer en la magia de los seres humanos a través de una serie de reflexiones personales con las que indaga en temas como la vida, el amor, la educación, la amistad… Unas cuestiones que, incluso durante la pandemia, siguen vigentes ya que cree que los niños han tenido más tiempo que nunca para ‘soñar’.

Pregunta: Dice la escritora Ángeles Caso en el prólogo que su libro trata sobre los sueños, el tiempo, el pasado… ¿Está de acuerdo?

Respuesta: Es un libro para creer en la magia de las personas. Sobre lo que somos, lo que sentimos y lo que vivimos. Unas veces en versos y otras en pequeños recuerdos y reflexiones. Invita a repensar las vidas y el mundo que habitamos para mejorarlo.

A lo largo de los 17 capítulos, he intentado expresar con un estilo sencillo y creativo la hondura de mis sentimientos y mi experiencia. Dedico los juegos de palabras a la educación, a la amistad, a la familia, a los sueños, a las personas, a las nuevas tecnologías, al amor o a la vida para intentar llegar a lo más profundo del lector y para que le haga pensar en otras personas, soñar con ellas. Es un libro sobre nosotros.

P: ‘Soñando personas’ es un conjunto de reflexiones personales que comenzó en las redes sociales y que tuvo una respuesta muy buena por parte de sus seguidores, ¿cuál fue la razón para convertirlas en un libro?

R: Siempre me ha gustado jugar con las palabras y disfruto mucho haciéndolo. Me apasiona observarlas, acariciarlas, doblarlas, darles forma y convertirlas en aquello que necesito en cada momento. Empecé a escribirlas por esta misma razón y porque sentí la necesidad de hacerlo, de expresarlo y de compartirlo de esta manera.

Manu Velasco

P: ¿Cómo podría un docente utilizar su libro con los estudiantes?

R: Es vital comprometerse activamente con la educación lectora y escritora. Es muy importante despertar en los más pequeños y en los no tan pequeños el deseo de escribir, promoviendo siempre una escritura personal y creativa.

Puede servir como ejemplo para trabajar la escritura creativa y personal a la vez que se abordan aspectos tan importantes como los sueños, la autoestima, el amor, la familia, la tecnología, la amistad, la muerte o la vida.

P: En su libro comenta que educar al estilo ‘correcaminos’ es tan nutritivo como la bollería industrial, ¿qué es lo que debería cambiar ahora que la vida también se ha transformado debido a la pandemia? ¿Qué papel tendrá la tecnología en todo ello?

R: La tecnología es un recurso más que puede ayudarnos y enriquecer nuestra práctica educativa. Es un gran tren capaz de llevarnos a sitios maravillosos, pero las vías por las que circula ese tren siempre se llamarán pedagogía. La tecnología debe estar al servicio de la pedagogía, nunca al revés.

Dicho esto, está claro que ha tenido un papel fundamental y que nos ha ayudado más que nunca. Por este motivo, debemos seguir desarrollando todos (docentes, familias y alumnos) la competencia digital para sacarle el mayor partido posible y para saber discernir aquello que es útil de aquello que no es más que pirotecnia, que simplemente adorna y que nos deslumbra.

Creo que si algo debe cambiar es nuestra formar de estar y de ser en muchas ocasiones, debemos pararnos y dejar de andar como ‘pollos sin cabeza’. Es evidente que no existe mejor manera de no estar en ningún sitio que intentando hacer y estar en todos. Correr no es siempre la mejor manera de actuar. Existen ciertas cosas que no podemos ni deberíamos acelerar, que requieren tiempo y que si las aceleramos el precio a pagar es altísimo.

«Es muy importante despertar en los más pequeños y en los no tan pequeños el deseo de escribir, promoviendo siempre una escritura personal y creativa»

Sería más interesante y mucho mejor hacer menos y disponer del tiempo necesario para sacar el mayor provecho posible a cada experiencia, a cada momento, a cada contenido o cada actividad. Los niños tienen su propio ritmo de aprendizaje y los estamos contagiando con el virus adulto del apresuramiento. Un virus realmente peligroso que les acorta la infancia, los presiona para que imiten las costumbres adultas y los obsesiona con la velocidad.

P: ¿Cree que por dicha situación los sueños de los estudiantes también han cambiado?

R: Creo que no. En tal caso, han tenido más tiempo para soñar. El primer sueño que tenemos cuando somos pequeños es sobre nosotros mismos. Nos soñamos y nos proyectamos en el futuro siendo o haciendo algo. Es muy importante que dejemos que nuestros hijos o estudiantes se conozcan, descubran lo que les apasiona y ‘se sueñen’. Ojalá esta pandemia haya contribuido y regalado un tiempo para ello.

Manu Velasco

P: Usted aboga por una educación basada en los valores, en las emociones. ¿Cómo puede ayudar ese tipo de educación en los tiempos que vienen?

R: Cuando hablamos de valores y emociones, hablamos de educación. Una educación muy necesaria en estos momentos, centrada en el corazón y que nos hace ver que educar es respetar la individualidad y la autonomía de los demás; que educar es abrigar sus sueños y destapar sus miedos; que es alimentar sus talentos y sus pasiones; que es confiar en sus capacidades; que educar es regar su independencia y cimentar su confianza.

«Hay que dejar que nuestros hijos o estudiantes se conozcan, descubran lo que les apasiona y ‘se sueñen’. Ojalá esta pandemia haya contribuido y regalado un tiempo para ello»

P: ¿Cuál es la clave para que ‘soñemos personas’?

R: Ser capaces de dejar de oír todo el ruido que nos rodea e intentar viajar a nuestro interior para redescubrirnos y para valorar la suerte de tenernos; la suerte de tener cerca de nosotros a tantas personas que están ahí para lo que haga falta.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/manu-velasco-ninos-ritmo-de-aprendizaje/

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Acoso escolar en tiempos de confinamiento

Por: Educación 3.0

¿De qué manera ha afectado el confinamiento a las víctimas del acoso escolar? Antonia Martí Aras y Cristina Gabarda Méndez, directora y profesora, respectivamente, del Máster Universitario en Acoso escolar y mediación en la Universidad Internacional de Valencia, reflexionan sobre cómo han influido las nuevas tecnologías en el bullying y señalan la necesidad de que la sociedad actúe desde todos los contextos posibles para acabar con este problema.

La situación de pandemia y de crisis sanitaria nos ha llevado a un proceso de confinamiento generalizado que ha durado meses. Esta inesperada situación de aislamiento social repentino ha supuesto un reto emocional para toda la población, pero, en especial, para los menores. Para la mayoría de ellos, vivir confinados y sin poder compartir momentos lúdicos y escolares con sus compañeros les ha generado estados de ansiedad y frustración que los padres han debido gestionar en función de sus propios recursos y habilidades personales.

Ante esta situación, hemos detectado un grupo de alumnos a los que la no asistencia a los centros escolares ha supuesto una tregua a su sufrimiento. Nos referimos a los alumnos que diariamente son acosados en las aulas y fuera de ellas, víctimas del bullying. Constantemente deben afrontar, la mayor parte de las veces en silencio, agresiones físicas y psicológicas.

Antonia Martí Aras y Cristina Gabarda Méndez

Acoso escolar online

Otra parte de estos alumnos víctimas de agresión han visto incrementadas las conductas de acoso escolar fuera de los centros a través de las nuevas tecnologías. Si hay algo que se ha dado durante este periodo de confinamiento, ha sido una mayor conectividad a redes sociales e Internet, viéndose incrementadas las agresiones y vejaciones morales y emocionales.

Como hemos recogido, el uso, que en tiempo de confinamiento se ha convertido en un abuso, de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) son muy habituales en la adolescencia y preadolescencia, tanto en el ámbito personal y social, como en nuestras aulas escolares. Las nuevas tecnologías están provocando cambios profundos en la forma de relacionarse con los demás y, con ello surgen fenómenos peligrosos como el cyberbullying: una forma de intimidación, a través del teléfono móvil y de Internet. Se desencadena junto con la expansión tecnológica propia de esta era y no deja de ser una extensión del acoso offline que sufren los menores en el ámbito escolar y que traspasa las aulas, provocando consecuencias emocionales y psicológicas mucho más profundas y difíciles de resolver como la baja autoestima, trastornos emocionales, problemas psicosomáticos, depresión, ansiedad o pensamientos suicidas, pérdida de interés en actividades que antes le resultaban placenteras, aislamiento social, trastornos fóbicos, entre otras. Todas son las secuelas que la violencia en la red puede generar en menores con estrategias de afrontamiento que aún están pleno desarrollo.

Compañeros señalan a una niña, haciéndole acoso escolar.

Es fundamental que la sociedad actúe desde todos los contextos posibles para poder poner fin a la alta prevalencia de este fenómeno en nuestra población adolescente, además, desde un contexto multidisciplinar: desde la escuela, con la formación e información de toda la comunidad educativa trabajando desde la prevención a edades muy tempranas, fortaleciendo así valores e intereses contrarios a la violencia y haciendo énfasis en la inteligencia emocional. Por otro lado, las familias deben ser formadas y atendidas, la brecha digital es un gran factor de riesgo para la perpetuación de tales conductas, además de la falta de supervisión parental o la comunicación negativa dentro del seno familiar. Y desde la comunidad: a nivel social y cultural, con tolerancia cero a la violencia, la sanción de conductas de acoso y la existencia y promoción de campañas de sensibilización y actuación frente al acoso y ciberacoso son fundamentales.

Por último, la atención y tratamiento psicológico de las víctimas y agresores y sus familias por equipos de especialistas multidisciplinares accesibles, es fundamental para su recuperación y evitar reincidencias.

Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/acoso-escolar-en-tiempos-de-confinamiento/

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