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Cambio educativo, tecnologías y pedagogías emergentes

Por: Carlos Magro

“Educar no es adquirir competencias, transmitir conocimientos ni escolarizar pensamientos”, escribe Marina Garcés en Aprender a pensar, uno de los textos que forman parte de su recomendable Filosofía inacabada (Galaxia Gutenberg, 2015), en donde sostiene que pensar es aprender a pensar y que “dar a pensar, enseñar a escribir, es indicar que ha quedado algo por pensar, que ha quedado algo por escribir”. Enseñar es dar(nos) a pensar, “frente al ingente consumo de información, frente al adiestramiento en competencias y habilidades para el mercado, frente al formateo de las mentes de la esfera mediática, frente al consumo acrítico de ocio cultural, frente a todo ello, el gran desafío hoy es darnos el espacio y el tiempo para ponernos a pensar.

Educar es favorecer el desarrollo de nuestras potencialidades de manera que seamos capaces de valorar y participar en el mundo que nos ha tocado vivir, algo que se consigue, dice Mariano Martín Gordillo, yendo más allá de la mera instrucción y de la acumulación de saberes concretos y aislados.

No debemos olvidar, dice Daniel Innerarity, que el saber es más que información con utilidad inmediata; es una forma de apropiación del mundo y que “el aprendizaje no es solo una cuestión transmitir información. No se trata de verter información en la cabeza de nuestros alumnos. Al contrario, aprender es un proceso activo. Construimos nuestro entendimiento del mundo mediante la exploración activa, la experimentación, la discusión y la reflexión,” dice Mitchel Resnick.

martin gordillo

Ya en 1905, John Dewey criticaba “la pasividad de actitudes, la masificación mecánica de los niños y la uniformidad en el programa escolar y en el método“. Las ideas, decía, son también resultados de la acción y reclamaba cambios importantes para la educación de su tiempo. Y muchos años después, Paulo Freire nos recordaba que “solo existe saber en la invención, en la reinvención, en la búsqueda inquieta“.

La necesidad de cambio educativo es una constante histórica. Los movimientos de reforma educativa de la primera mitad del siglo XX (aquí y aquí) coincidieron en reclamar una educación activa, centrada en los alumnos, vinculada a la vida y a los contextos de cada estudiante, basada en el aprender haciendo y la personalización. Demandas que, por cierto, hoy siguen vigentes y necesarias.

Para responder a esta necesidad de cambio hemos dado numerosas y distintas respuestas a lo largo de la historia y hemos recurrido a distintos medios. Y aunque no podemos negar que se han producido importantes avances en las últimas décadas (en términos de extensión de la escolarización, de universalización de la enseñanza, en la formación del profesorado, en la organización de los centros educativos, en las metodologías utilizadas, en la profesionalización de la gestión, en las infraestructuras disponibles y en los recursos dedicados), el cambio es más lento de lo que nos gustaría y, desde luego, más de lo que necesitamos (Panorama de la Educación. Indicadores de la OCDE 2015). El resultado es que se está produciendo un desajuste entre lo que necesitamos y lo que (ob)-tenemos. Entre nuestras expectativas y lo recibimos.

En este proceso, no nos han faltado los intentos de hacer de la tecnología la palanca del cambio. Y aunque, como bien nos ha recordado Audrey Watters en numerosas ocasiones, solemos pecar de amnesia, no debemos olvidar que la tecnología ha sido vista como el aliado perfecto para el cambio educativo. Cada vez que una nueva tecnología (cine, radio, Tv, ordenadores, tablets) ha irrumpido en nuestras vidas ésta ha sido recibida como una oportunidad para mejorar la educación. La historia de la tecnología y del cambio educativo siempre han ido de la mano. Tanto que en los últimos 40 años se ha invertido mucho dinero en dotar de tecnologías a las aulas en todo el mundo aunque, para ser justos, no hemos presenciado un cambio de acorde a esta inversión.

La realidad es que la anhelada transformación educativa a través de la tecnología no ha tenido lugar realmente. Podemos decir, que la historia de la tecnología educativa está llena de futuros que nunca fueron presentes. Está llena de una larga lista de máquinas de aprendizaje, monstruos y secuelas de estos monstruos.

Hubo un tiempo en el que pensamos que introducir tecnología en el aula, supondría que ésta sería utilizada y que al ser utilizada, entonces, transformaría la educación. Una visión excesivamente naif y determinista, resultado de una noción simplista que ve la tecnología casi exclusivamente como un vehículo hacia la eficiencia (Begoña Gross).

La realidad es que las tecnologías todavía deben cambiar las formas tradicionales [TICSE, 2011] de enseñanza que han marcado las aulas durante años. Y que como decía hace poco Larry Cuban “es verdad que las nuevas tecnologías han encontrado un lugar en la mayoría de las aulas, pero su impacto es mucho menor que lo que se prometió inicialmente. Las nuevas tecnologías han fortalecido, sin cambiar, los enfoques tradicionales de la enseñanza.”

Afortunadamente esta situación está cambiando. Son muchas las lecciones que hemos aprendido en estas últimas cuatro décadas sobre como incorporar tecnologías en la educación y hoy abundan también las investigaciones e informes que nos indican los caminos a seguir para una correcta incorporación de las tecnologías en las aulas y en la educación [Begoña Gross, 2015; Michael Fullan, 2011; Francesc Pedró, 2012; Cristóbal Suárez, 2015; IPTS-JRC, 2015]. Además, tras cuarenta años diseñando tecnologías que promovían un uso pasivo por parte de los estudiantes, ahora de nuevo hemos vuelto a poner el acento en su carácter activo, lo que nos hace albergar de nuevo esperanzas.

Esperanza que nos hace recordar a Seymour Papert cuando afirmaba hace unos años que “la razón del fracaso de la educación progresiva fue la falta de una infraestructura tecnológica para un genuino y profundo aprender haciendo” y sostenía que “uno de los papeles que la tecnología digital ha de jugar en la educación es darle una segunda oportunidad a la educación progresiva.”

Los últimos 15 años han supuesto además el desarrollo de una cultura digital basada en la participación, la colaboración, el beta perpetuo, la creatividad, la levedad de los modelos, la ubicuidad de las conexiones, la gestión horizontal y lo abierto. En este nuevo contexto, la tecnología digital puede jugar un papel fundamental para fomentar la participación y la colaboración, estimular la conexión y crear redes internas y externas de colaboración que favorezcan la creatividad e impulsen la innovación educativa.

Sabemos, y esto es importante, que “la innovación sólo surge cuando los profesores ponen las tecnologías de la información al servicio de nuevas formas de aprendizaje activo, abierto y colaborativo en lugar de conformarse con hacer lo mismo de siempre de manera diferente. La innovación exige un gran esfuerzo tanto individual como colectivo y requiere también del apoyo y el reconocimiento institucional (Stefania Bocconi, Panagiotis G. Kampylis & Yves Punie)”.

Y sabemos también, como han señalado Jordi Adell y Linda Castañeda que la “tecnología y pedagogía se influyen mutuamente. La tecnología conforma la práctica educativa ofreciendo posibilidades y limitaciones, que los docentes debemos saber ver. La práctica educativa moldea el uso y la puesta en acción de la tecnología, la evoluciona y la convierte en parte indisociable de la práctica.”

Por fin, y nos ha costado años, trabajo y dinero, hemos comprendido que el reto no es la tecnología, sino el desarrollo de un modelo pedagógico que cambie el modelo tradicional de enseñanza y que genere nuevas dinámicas de aprendizaje. La tecnología no es una condición sine qua non para el cambio educativo. Hay mucha innovación educativa sin tecnología. Siempre la ha habido y seguirá habiéndola. Aunque también es cierto que hoy vivimos inmersos en tecnología y no parece viable una educación que ignore esta realidad. Las tecnologías de la información se han convertido en las infraestructuras no solo del conocimiento (Begoña Gross) sino de toda nuestra vida (Castells).

Es en este contexto en el que surgen con interés las llamadas tecnologías y pedagogías emergentes. Unas y otras, tecnologías y pedagogías, muestran el esfuerzo que muchos docentes están haciendo para hacer realidad viejos y nuevos retos de la educación. Ni unas ni otras son sinónimo de novedad.

Veletsianos describe las tecnologías emergentes como las “herramientas, conceptos, innovaciones y avances utilizados en contextos educativos variados al servicio de diversos propósitos relacionados con la educación.”

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Por su parte, para Linda Castañeda y Jordi Adell “las pedagogías emergentes serían el conjunto de enfoques e ideas pedagógicas, todavía no bien sistematizadas, que surgen alrededor del uso de las TIC en educación y que intentan aprovechar todo su potencial comunicativo, informacional, colaborativo, interactivo, creativo e innovador en el marco de una nueva cultura del aprendizaje” y que “poseen una visión de la educación que va más allá de la adquisición de conocimientos o de habilidades concretas. Educar es también ofrecer oportunidades para que tengan lugar cambios significativos en la manera de entender y actuar en el mundo [Cuadernos de pedagogía, 2015]“. Algo que por cierto nos recuerda a las palabras de Marina Garcés, Mariano Martín Gordillo y Daniel Innerarity con las que iniciábamos este texto.

Por fin parece posible realizar los sueños de los Dewey, Montessori, Vygotsky, Freinet o Freire pero también integrar aproximaciones mucho más recientes que están pensando la pedagogía en nuestro contexto actual de Red y redes como el conectivismo, la heutatogía y la LaaN.

Por fin, las tecnologías de la información pueden convertirse en la infraestructura tecnológica que reclamaba Seymour Papert para el desarrollo de las educación progresiva. Las tecnologías y pedagogías emergentes representan una oportunidad de transitar por fin desde los modelos de enseñanza puramente transmisivos hacia modelos de aprendizaje activo. Nos pueden permitir ir desde la exposición hacia la acción.

Esta reflexión viene motivada por la ponencia para la Comunidad Scolartic “De la exposición a la acción” y también de la conversación que se generó alrededor del hashtag #scolarticchat36 el pasado 9 de febrero y que recogieron Clara Alazraki en Storify, Fran Música en Youtube y María Vargas en Genial.ly.

Publicado originalmente en: https://carlosmagro.wordpress.com/2016/02/18/cambio-educativo-tecnologias-y-pedagogias-emergentes/

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ODS/ Objetivo 7: Energía asequible y sostenible

Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos

Entre 1990 y 2010, la cantidad de personas con acceso a energía eléctrica aumentó en 1.700 millones. Sin embargo, a la par con el crecimiento de la población mundial, también lo hará la demanda de energía accesible. La economía global dependiente de los combustibles fósiles y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero están generando cambios drásticos en nuestro sistema climático, cuyas consecuencias tienen impactos evidentes en todos los continentes.

Sin embargo, una nueva tendencia ha impulsado el uso de fuentes alternativas de energía. En 2011, la energía renovable representaba más del 20% de la electricidad generada a nivel global, pero aun así, una de cada cinco personas no tiene acceso a esta. Debido que la demanda sigue en aumento, debe registrarse un incremento considerable en la producción de energía renovable en todo el mundo.

Para garantizar acceso universal a electricidad asequible en 2030, es necesario invertir en fuentes de energía limpia, como la solar, eólica y termal. La adopción de estándares eficaces en función del costo en una variedad de tecnologías también podría reducir en 14% el consumo mundial de electricidad en los edificios. Esto equivale a la energía generada por unas 1.300 centrales medianas cuya construcción se podría evitar.

Expandir la infraestructura y mejorar la tecnología para contar con fuentes de energía limpia en todos los países en desarrollo es un objetivo crucial que puede estimular el crecimiento y a la vez ayudar al medio ambiente.

El acceso a energía sostenible para todos es uno de los 17 Objetivos Globales de la nueva Agenda para el Desarrollo Sostenible. Un enfoque integral es crucial para avanzar en los diversos objetivos.

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Estudio comparativo de los contenidos curriculares de Ciencias Naturales, Lenguaje, Matemáticas y Educación Ciudadana en los países del CAB

Fuente CAB/ 15 de Abril de 2016

A continuación anexamos el documento de resumen ejecutivo de los resultados del estudio comparativo de los contenidos curriculares en la región, denominado «Evaluaciones Internacionales Vs Contenidos curriculares: ¿Lejos o cerca?

Enlace del documento:  Evaluaciones Internacionales Vs Contenidos curriculares: ¿Lejos o cerca?

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UNRISD: Seminar Food Trade, Food Security and the SDGs: Aligning Reality with the Vision

SEMINAR SERIES

22 Apr 2016, Room VIII, Palais des Nations, Geneva

Food Trade, Food Security and the SDGs: Aligning Reality with the Vision

In addition to SDG2, which aims to end hunger, food security and food trade have implications for other goals related to energy, equity and global partnerships. But there would seem to be some disconnect between the vision of the SDGs and the current global food trade architecture. Can countries create and enforce trade rules that respect other global commitments to sustainable and inclusive human well-being? How can the international community rebuild confidence in international food markets and the rules that govern them? How should governments reform multilateral trade rules to limit future risks to food security while ensuring everybody’s food needs are met in a sustainable way?

  • Time: 13.00-14.30
  • Location: Room VIII, Palais des Nations, Geneva
  • This event is open to the public.
    Click Registration, on the right, to attend.

More than 700 million people in the developing world lack the food necessary for an active and healthy life. Food insecurity is a multi-faceted problem related not only to poverty, but also to international trade that contributes to determining what food is available where and at what price. For even if international markets for many foodstuffs are small in comparison to total production (and some foods are barely traded at all), the roughly 15% of agricultural production that does cross borders shapes domestic food systems profoundly, whether in China or Mali or the United States.

Improving the way food commodity markets function to limit extreme food price volatility is one of the targets included in SDG2, aimed at increasing food security as part of the ambitious new development agenda that UN member states signed up to in September 2015. The room for improvement is enormous.

The 2007-2008 world food price crisis generated political and economic instability and social unrest in countries around the world, increasing malnutrition and indebtedness, and deepening poverty and inequality. Agricultural commodity markets too are still dealing with the aftermath: the crisis raised important questions about whether international trade rules are fit for purpose. Indeed, although the importance of international trade for many facets of food security is generally accepted, the WTO, the body responsible for overseeing the rules governing food trade, is itself challenged by many civil society organizations, while the rules governing agricultural trade are challenged by a number of WTO member states and the experts who advise them.

So where does this leave us? There would seem to be some disconnect between the current global food trade architecture and the vision of the SDGs. In addition to SDG2, food security and food trade have implications for a number of other goals, including those related to economic growth; gender equality; reducing inequalities; sustainable production and consumption, combating climate change, land degradation and biodiversity loss; and, not least, global partnerships.

  • Can countries create and enforce trade rules that respect other global commitments to sustainable and inclusive human well-being?
  • How can the international community rebuild confidence in international food markets and the rules that govern them?
  • How should governments reform multilateral trade rules to limit future risks to food security while ensuring everybody’s food needs are met in a sustainable way?

UNRISD Visiting Research Fellow Sophia Murphy will discuss these issues at an UNRISD Seminar.

Susan Mathews, Human Rights Officer (Thematic Engagement, Special Procedures and Right to Development Division) at the Office of the High Commissioner for Human Rights, will bring another perspective to the discussion of trade from a social development and human rights angle. She will explain why and how OHCHR is engaging on trade as a human rights issue, highlight some lessons learned from past experiences with human rights impact assessments of trade agreements, and describe current efforts to initiate a human rights impact assessment of the Continental Free Trade area agreement in Africa, focusing on agriculture, including food security and livelihoods, as well as employment.

Speakers

Sophia Murphy, UNRISD Visiting Research Fellow; Senior Advisor, Institute for Agriculture and Trade Policy; and PhD candidate, Institute for Resources, Environment and Sustainability, University of British Columbia, Canada

Susan Mathews, Human Rights Officer, Thematic Engagement, Special Procedures and Right to Development Division, Office of the High Commissioner for Human Rights (OHCHR)

Remote Access to the Seminar

We will be tweeting key messages live from the seminar and welcome your comments and questions, which, time permitting, we may be able to put directly to the speaker. Follow us on@UNRISD and use the hashtags #UNRISDseminar

This event will be video and audio recorded. If you would like to be notified when the video and the podcast are online, please send an email with «Audio/video notification: Food trade” in the subject line to sandoval@unrisd.org.

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Las políticas educativas del Banco Mundial están plagadas de contradicciones

Fuente: Internacional de la educación / 15 de Abril de 2016

Un nuevo estudio de la Internacional de la Educación proporciona una perspectiva inédita y exhaustiva sobre los retos del Banco Mundial para conseguir un equilibrio entre la coherencia institucional y la cohesión de los programas y recomendaciones en materia de política docente a lo largo de la última década.

Con el fin de comprender la política del Banco Mundial relativa al personal docente, la Internacional de la Educación (IE) encargó un estudio a los investigadores Antoni Verger y Clara Fontdevila de la Universidad Autónoma de Barcelona. El resultado de su trabajo, El lenguaje ambiguo del Banco Mundial con respecto a los docentes – un análisis de diez años de préstamos y asesoramiento, estudia detenidamente  las publicaciones y proyectos recientes del Banco Mundial.
Una gran repercusión, una escasa coherencia
Los autores enmarcan la investigación en el contexto político que surge tras la aprobación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, especialmente del Objetivo 4 relativo a la educación. Con respecto a la ejecución de este Objetivo, subrayan que resulta fundamental contar con una planificación sistémica coherente y adecuadamente financiada. La manera en que ésta se llevará a cabo es objeto de un controvertido debate en el que participan responsables políticos y activistas del sector de la educación tanto del ámbito nivel nacional como mundial.
Verger y Fontdevila describen la influencia del Banco Mundial en el debate sobre la política educativa y destacan el papel que desempeña en su calidad de proveedor principal de financiación externa para el sector. También señalan el impacto que tiene en la formulación de las políticas educativas a través de sus sugerencias y exigencias. Éstas toman la forma de recomendaciones sobre una gran variedad de temas que abarcan  desde cuestiones relativas la evaluación comparativa de los resultados del aprendizaje hasta cuestiones relacionadas con los docentes.
El estudio revela cómo el discurso de las políticas del Banco manifiesta una preferencia por las reformas centradas en la microgestión, mientras que los proyectos emprendidos se inclinan por un programa relativo al profesionalismo de los docentes, un enfoque que constituye claramente el núcleo central de los esfuerzos de mejora en los países de la OCDE. Los autores describen el conflicto entre las ideas y la acción como desconcertante y declaran que “la retórica y la práctica no coinciden”.
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Educación de calidad, retos y desafios en el año escolar

Por: Arlene Vergara

El derecho a la educación con inclusión y calidad marca la orientación de las políticas en esta materia. La Consulta Nacional por la Calidad Educativa 2014, dejó como resultados diez banderas o retos que tienen sus cimientos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en la Ley Orgánica de Educación (2009) y en el Plan de la Patria (2013). La autoevaluación escolar por la calidad educativa tiene su enfoque teórico en el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE, 2015), en las Orientaciones Generales para la autoevaluación de las Instituciones Educativas se fundamenta en la bandera número 9, que consiste en desarrollar un sistema de evaluación de esa calidad educativa.

El propósito de la autoevaluación es mejorar la calidad. Por ello se genera en el ámbito nacional el proceso de autoevaluación en cada una de las instituciones de los niveles y modalidades del sistema educativo venezolano, sobre la base de la participación de los actores sociales. Así, el MPPE (Ob. cit.), plantea:

Crear un sistema de evaluación de la calidad educativa, que permita hacer seguimiento (orientación, acompañamiento, sistematización, investigación, organización y evaluación permanente) de estos logros, con el propósito de garantizar los fines de la educación bajo los principios, criterios y procedimientos que respondan a la Refundación de la República, establecida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. (p. 2).

Desde esta perspectiva, se promueve la participación protagónica de todos los actores sociales intérpretes del proceso, con miras a revisar, como corresponsables, la operatividad de los fines de la educación; vale decir cómo estos fines se están concretando en la práctica educativa cotidiana. Así, la escuela como unidad orgánica se revisa y en colectivo perfila el accionar para evaluar la congruencia de las políticas educativas.

¿Cómo estas se desarrollan y cómo garantizan el seguimiento y control como competencias del Estado Docente? Se trata de revisar, ¿qué estamos haciendo? para cumplir con los fines de la educación. Es concienciar ¿qué hemos dejado de hacer? E importante es, como colectivo, determinar y asumir el reto de los cambios para transformar la realidad educativa propia del proceso diagnóstico contextualizado, de cada institución educativa.

Con la finalidad de dar direccionalidad al proceso se valoran los principios de contextualización y participación protagónica. Así, como proceso implícito la construcción colectiva del conocimiento entre los actores sociales como grupos homogéneos y heterogéneos que interactúan en contextos reales como intelectuales orgánicos, en la búsqueda de valorar la gestión escolar en cada indicador de los procesos: (1). Pedagógicos Curriculares. (2). Organizativos Comunitarios y (3). Gestión Administrativa.

Estos procesos tienen un conjunto de indicadores de autoevaluación construidos y organizados por los equipos de la dirigencia nacional del sistema educativo venezolano, en mesas de trabajo, con la participación de los Jefes y Jefas de las Divisiones de Supervisión y Académica de cada Zona Educativa; así como los Coordinadores Regionales del Sistema Nacional de Investigación y Formación del Magisterio (SNIFPM). MPPE (2015). Jornada Nacional de Autoevaluación Escolar y Congreso Pedagógico Estadal. Higuerote, estado Miranda, abril de 2015.

La autoevaluación más allá de determinar un diagnóstico institucional, conlleva la sistematización de este proceso que se desarrolla en los planteles educativos. De esta manera, se asume como una investigación grupal e institucional, enmarcada en la participación protagónica y corresponsables de todos los actores sociales; en la construcción colectiva del conocimiento que reconoce el potencial de cada participante como el intelectual colectivo, promovido a través de la pedagogía crítica y de la investigación acción participativa y transformadora.

En este proceso de cambios en el cual todos y todas estamos empeñados, con el mayor compromiso lo hemos asumido desde la corresponsabilidad del Estado y de la sociedad organizada. A fin de garantizar el derecho a la educación en igualdad de oportunidad y con calidad para todos y todas.

Con la firme convicción y conscientes de las contradicciones educativas estamos reimpulsando la política de formación docente desde los escenarios propios de la escuela, desde el accionar cotidiano desaprendemos y nos apropiamos de conocimientos consecuentes de la construcción social de la escuela como institución por excelencia para reconstruir teorías y recuperar la pedagogía como ciencia.

La UNESCO (2015), refiere en la Conferencia General en el Foro Mundial de Educación para Todos, Incheon (República de Corea), se compromete a fomentar como objetivo general una educación “basada en los principios fundamentales de acceso, equidad y calidad, en la perspectiva del aprendizaje a lo largo de toda la vida”. En referencia a esta premisa educativa la cual fue tema central y de interés en el discurso de los representantes de varios países.

Venezuela desde el 1999 ha logrado avanzar en materia educativa garantizando la educación como un derecho humano y de carácter obligatorio desde maternal. Se crearon las misiones educativas para saldar la gran deuda social de los y las excluidos del sistema educativo. Hoy por hoy tenemos la mayor matricula escolar reconocida por los organismos internacionales por ocupar el 2do. Lugar en Latinoamérica, por lo que se considera la inclusión un indicador de calidad.

Desde esta perspectiva, el compromiso es de todos y todas por una educación de calidad y garantizar así este derecho.

publicado originalmente en: http://www.aporrea.org/educacion/a208589.html

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FECODE: Sobre el proceso de la Evaluación con carácter diagnóstica formativa

El Icfes informó que el cronograma de grabaciones en el proceso de la ECDF avanza cabalmente en el país, es decir, deben contactar a los docentes restantes en las próximas semanas. El pico y placa en estos casos es para subir los archivos anexos a la grabación.

Desde Fecode, hay dos orientaciones. Si el docente decide esperar por el camarógrafo, deben responderle por su video. Ahora bien, Fecode acordó con el Ministerio de Educación que aquellos maestros que, aunque hayan solicitado camarógrafo, si desearan realizar su autograbación, esta sería recibida. En ese caso, el docente debe informar al Icfes sobre el cambio y proceder con la autograbación. El objetivo de Fecode es que el docente tenga diferentes opciones que le aseguren continuidad en el proceso.

Ahora bien, en reunión de Fecode con el MEN, se acordó que se eliminará el pico y placa para evidencias, las cuales podrán subirse en cualquier momento. Para los docentes que no pudieron cargar su video a la plataforma cuando les correspondía el pico y placa, se buscará otra alternativa. El viceministro de Educación se comprometió con Fecode que haría nueva convocatoria para la ECDF a todos los docentes del 1278 durante el primer semestre del año.

A los participantes de la ECDF, que entregaron videos de autograbación sobre la práctica educativa y pedagógica en el aula, durante diciembre de 2015, enero y febrero de 2016, que fueron recibidos y se encuentran en proceso de revisión técnica, de parte del Icfes se les informa que si no han recibido por correo certificado la respuesta del proceso de su video, revise la lista para confirmar que el ICFES tiene su video. El listado de casos ECDF con dirección errónea enviados a atención al ciudadano del Icfes se encuentra aquí:

Descargar Listado en PDF

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