Muchos educadores han llamado la atención porque aseguran que no podemos seguir educando como se hacía antes: para la Revolución Industrial.
La era digital permite una paradoja en la que se encuentran dos mecanismos aparentemente contrastantes: la tecnología y sus avances, por un lado, y por el otro, el regreso a valorar el contacto humano – la afectividad, el gozo por aprender y el reconocimiento a la enorme cantidad de talentos que poseen los alumnos – por tanto, no debemos encasillarlos, ni homologarlos, sino animarlos a despertar su creatividad. Entonces, revisemos cual es la educación que hoy reciben quienes poseen diferentes características y talentos.
Las pruebas estandarizadas nos permiten medir avances en ciertas áreas, por lo general comprensión lectora, matemáticas y ciencias, pero tienen una gran desventaja, pues obliga a dejar de lado aspectos vitales de la educación, que muchos docentes minimizan para concentrarse en aquello en lo que serán evaluados sus alumnos.
El valor del arte, por ejemplo, no solamente como facilitador del aprendizaje, sino en sí mismo, parece no tener siempre cabida en una sociedad de producción, a menos que se comercialice. La música permite que el cerebro se active de formas insospechadas. Que se pueda aprender de otra manera.
Otro ejemplo: aprender a trabajar en equipo, con ética, es más importante que otros conocimientos. Autoestima. Solidaridad. Juicio crítico. Descubrimiento. Aventurarse en una teoría nueva.
Nacimos para ser felices. La felicidad se alcanza en el servicio y en el desarrollo de los talentos, pero a veces este concepto no encaja entre los formularios que los docentes deben llenar por montones, para demostrar que hacen bien su trabajo.
Las tareas administrativas no deben minar la creatividad del docente. Esa capacidad de estimular a sus alumnos a descubrir cosas nuevas -y no todos las mismas-, es la razón de ser de vocaciones atrapadas en el papeleo o los estrechos programas obligatorios.
Atrevámonos. Demos el paso. Estimular a los docentes -muchísimos ya lo hacen- a desatar la creatividad de sus alumnos. A darles educación personalizada, que es un eufemismo para decir que se sientan valorados, apoyados por sus maestros. Ellos saben que no tienen frente a sí un proceso de producción en serie.
La maravilla de la Educación es que debe servir para transformarnos en personas útiles a la comunidad, y entre tanto, seamos capaces de disfrutar ese proceso.
No todos deberían tener los mismos conocimientos, aunque es claro que hay un mínimo que todos debemos compartir para ser una nación orgullosa de sí misma, de sus raíces, y abierta al mundo.
Recientemente la SEP informó que hasta el 35% de la currícula escolar será definido libremente por las escuelas. Revisemos hasta donde es conveniente reconocer esta libertad. Qué experiencias tienen países que nos han rebasado en los indicadores de aprendizaje.
La revolución educativa está aquí. No se necesita echar por la borda al sistema educativo. Se trata de asumirlo de otra manera.
Aprovechando la discusión acerca del Modelo Educativo, podemos romper uno que otro paradigma, y abrirnos a no tan nuevas formas de aprendizaje, pero que rompen con esquemas centralistas o de control de contenidos.
Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/y-si-nos-atrevemos/
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