Redacción: Tendencias 21
Los expertos advierten que el oficio del futuro será pensar y adaptarse.
Las universidades tienen que transformarse y preparar a los jóvenes para el oficio del futuro, que será pensar y adaptarse. También deben implicarse con la comunidad.
Así lo han puesto de manifiesto tres expertos y visionarios españoles durante una mesa redonda titulada ‘Los próximos 25 años: formación universitaria a prueba de robots’, celebrada en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV).
El encuentro reunió como ponentes a Manuel Márquez, managing partner de V3 Leaders; Carlos Barrabés, consultor digital, fundador y presidente de Barrabés; y Xavier Marcet, fundador y presidente de Barcelona Drucker Society y presidente de Lead To Change.
La relevancia, clave
Marcet negó el pronóstico que hacen algunos gurús de las nuevas tecnologías y el e-learning sobre la desaparición de las universidades en el futuro. “No, hombre, no. La clave es si serán relevantes y lo serán en la medida en la que tengan capacidad de sumar consistencia, adaptación y humildad”.
Auguró que en los próximos años habrá universidades “que se van a bloquear y ensimismar en su confort” por creer que tienen el futuro garantizado, mientras que otras “destacarán por la capacidad de servir a comunidades que las quieren bien definidas por sus perímetros de valores y que las quieren por aceptar retos sin careta”.
Entre los retos que el sector universitario tiene por delante, resaltó el de preparar a los jóvenes para tecnologías y oficios “que no sabemos cuáles serán” dentro de unos años. La única certeza en este campo vaticinó, es que “el oficio del futuro sólo será uno: pensar y adaptarse”. “Es un gran desafío”.
Marcet abogó especialmente por “la suma de inteligencias” como uno de los retos del futuro, dado que “históricamente no lo hemos hecho”, y recalcó que esta nueva mentalidad debe impulsarse “desde la universidad”.
Triple efecto
Barrabés coincidió en la necesidad de aprender a convivir y trabajar mediante alianzas con otros actores, que incluso superen el paradigma tradicional del “win-win” (con el que ganan dos actores) para ampliarlo a un “win-win-win” que beneficie también a la comunidad o el conjunto del planeta.
El fundador de la tecnológica Barrabés explicó que “hemos pasado de un mundo complicado a un mundo complejo” en el que las soluciones requieren la participación de muchos actores y el manejo de herramientas diferentes. En este contexto, apuntó que “la educación vuelve a ser clave porque es una de las dos o tres cosas que tiene el ser humano” y de las que carecen los robots.
Al hablar de la futura convivencia entre personas y máquinas, resaltó que los seres humanos cuentan con un rasgo diferencial como “la gran capacidad para adaptarnos, para entender el matiz y analizar los contextos”. “El problema descomunal es que en adelante necesitarás formarte durante toda la vida y esto es nuevo, tan nuevo que las universidades no están preparadas para eso”.
Barrabés distinguió en este punto entre educación y formación porque la primera se recibe principalmente en la familia y “es para toda vida”, mientras que “la formación no, y es fundamental entenderlo”. También incidió en que las universidades deberían dejar de buscar los mejores expedientes y los talentos individuales para preferir que las clases medias reciban más enseñanzas porque así cambiarán el mundo y serán más influyentes en la sociedad que viene.
Por su parte, Márquez elogió a los educadores por dotar de “conocimientos, capacitaciones, competencias, habilidades, valores y principios” a las jóvenes generaciones para hacer realidad los “sueños” que siempre ha tenido la humanidad como “arquitecta del porvenir”.
Subrayó que la tecnología ha acelerado los cambios y el ritmo al que se producen y repasó la transformación que ha experimentado el mundo en el último cuarto de siglo gracias a internet y los teléfonos móviles, por citar dos de los ejemplos más destacados.
Márquez también alertó sobre fenómenos crecientes de deshumanización como el “subjetivismo”, que lleva a la gente a querer leer informaciones y opiniones que simplemente ratifiquen su manera de pensar; o como el relajamiento de las “convicciones éticas y religiosas”.
En este sentido, alabó el modelo educativo de la Universidad Francisco de Vitoria, que hace 25 años nació con un programa formativo que incluye asignaturas humanísticas de manera transversal en todas las carreras y que, un cuarto de siglo después comentó que están copiando otras universidades en todo el mundo.