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Tres habilidades que estamos perdiendo en el siglo XXI (y tres que estamos ganando)

Por: Sofía García-Bullé

Las habilidades vigentes deben cambiar de acuerdo a las necesidades de los tiempos.

La escuela es el primer lugar fuera del hogar donde los alumnos comienzan a obtener conocimientos y desarrollar habilidades, ambos entornos responden a una necesidad marcada por los tiempos. Por ejemplo, hace unos 150 años era indispensable saber montar a caballo para llegar más rápido a un destino, ahora solo se necesita aprender a manejar un automóvil o incluso, solo se requiere tener una aplicación móvil para pedir un taxi; a principios del siglo pasado era crucial saber código morse para hacer llegar un mensaje breve a una distancia larga en una forma económica y expedita, hoy solo se necesita saber usar un dispositivo móvil o computadora para poder enviar mensajes a cualquier parte del mundo y de forma inmediata.

El avance de la tecnología y las necesidades sociales de determinado momento histórico son los valores que definen las habilidades que están vigentes, y las que tienen prioridad en los espacios educativos. Bajo este contexto, podemos decir que hay habilidades que estamos perdiendo, y otras que estamos ganando. Hay seis de ellas que muestran el impacto de un progreso hacia una era de inteligencia digital, comunicativa y consciente.

El ocaso de la letra escrita

¿Cuándo fue la última vez que escribieron a mano una cuartilla completa? La caligrafía, disciplina que perfecciona la escritura a mano, ha estado desapareciendo silenciosamente de las escuelas. En Finlandia, las lecciones de caligrafía están siendo desplazadas en favor de clases de mecanografía; en Estados Unidos la escritura cursiva ya no es obligatoria; en las Filipinas, solo el 20 % de los alumnos de séptimo grado provenientes de escuelas públicas escriben cursiva.

Debido al uso masivo de computadoras y dispositivos móviles, la actividad de escribir a mano ha caído en desuso. Las escuelas que siguen enseñando la disciplina lo hacen porque a pesar de ser una habilidad obsoleta, existen beneficios de aprender a escribir a mano y hacerlo frecuentemente, como desarrollar habilidades motoras, potencializar la creatividad, la retención de memoria, el pensamiento crítico, la gramática y la ortografía.

Pasó el tiempo de leer la hora

Hace 15 o 20 años era indispensable saber descifrar la hora en un reloj de manecillas, pero la llegada de los celulares y dispositivos móviles puso fin a esa necesidad, hoy en día son tan pocos los estudiantes que pueden leer la hora en un reloj análogo, que las escuelas están considerando retirarlos y sustituirlos completamente por digitales.

Este aprendizaje es valioso para muchos maestros, dado que abarca habilidades ligadas al pensamiento lógico y matemático. Aprender a leer la hora es auxiliar para entender las series numéricas como las sustracciones y las fracciones.

Quedando desubicados

Saber leer y dibujar mapas fue una habilidad básica para navegar nuestras ciudades y países antes de la era del GPS, Google Maps y Waze. Hoy solo necesitamos ingresar una dirección y una aplicación nos indicará cómo llegar hasta el punto de decirnos dónde dar vuelta y cuando cambiar de carril. Estas aplicaciones han ayudado a que muchas personas sin un buen sentido de la orientación, puedan llegar a más lugares que no habrían podido alcanzar de otra forma. Pero también ha sacrificado algunos aprendizajes que pudieran ser benéficos en una era en la que leer mapas pudiera calificarse como obsoleto.

Aprender a descifrar mapas y a desplazarse con ellos es auxiliar en el desarrollo del pensamiento crítico, análisis, orientación, dimensión espacial, memoria y pensamiento lógico, además de sacarte de apuros cuando se te acaban los datos o la batería del celular.

Nuevas inteligencias a la vista

Muchos de los que nacimos en el rango de tiempo de la generación X o inclusive en los primeros años de la Millennial, hemos conocido situaciones en las que la interacción, el trato humano y el trabajo en equipo son más difíciles de lo habitual. Todas estas son actividades que requieren el uso de inteligencias a las que no habíamos puesto mucha atención hasta ahora: la inteligencia social y la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional se refiere a la conciencia y el trabajo sobre las propias emociones, conocer aquello que motiva tus actitudes y la forma en interactúas. La inteligencia social implica las habilidades con las que tratas de conocer a otra persona y comunicarle algo de la mejor forma posible. En el campo laboral, la inteligencia emocional es el indicador más alto de desempeño, 71 % de los empleados encuestados por CareerBuilider dijeron valorar la inteligencia emocional por encima del coeficiente intelectual. La encuesta también reportó que los empleados con inteligencia emocional alta son más propensos a mantenerse en calma ante una situación de trabajo bajo presión, resuelven conflictos más eficientemente y responden a sus compañeros de trabajo con empatía.

La inteligencia social, por su parte, es una de las habilidades con mayor capacidad de resistirse a la automatización ya que involucra elementos como la percepción compleja, la interpretación, el pensamiento crítico, la resolución de conflictos, la negociación y la persuasión, entre otras.

Un nuevo código de habilidades

Conforme cada vez más dimensiones de la vida humana se tornan al espacio digital, aprender código se hace cada vez más importante. Hay una aplicación o dispositivo para todo, para pedir un taxi, para barrer la casa, para encargar comida o el super a domicilio… todas ellas necesitan un software y ese software se escribe en código.

Tan solo en los últimos tres meses del 2019, las tiendas de apps en Android ofrecían 2.57 millones de aplicaciones, mientras que las de Apple alcanzaron los 1.84 millones. Esto sin contar los programas de computadora, los videojuegos o el software para herramientas de uso común, como escobas eléctricas o smartwatches. La industria del software ha tenido un crecimiento enorme en esta última década y seguirá creciendo a pasos agigantados. Bajo este contexto, podemos decir que la habilidad de escribir y entender código será básica para ubicarse en el mercado profesional.

Leer y pensar bien

La digitalización de los contenidos ha traído grandes ventajas al habilitar la conservación, archivado, difusión y disposición al público de grandes cantidades de información. Pero pocas veces nos preguntamos, ¿cuánta información es demasiada?

Como ejemplo, el mexicano promedio pasa 13 horas diarias conectado a la red, de esas 13 horas, ocho son dedicadas a la lectura de contenidos digitales. Estos contenidos pueden ser muy diversos, desde artículos de revistas, estudios o libros, hasta interacciones escritas en servicios de mensajería y redes sociales. ¿Qué estamos aprendiendo de todo lo que leemos en la red?

Fenómenos sociales propios de la arena de la comunicación digital como las cámaras de eco y las fake news generan una necesidad que no existía en décadas anteriores, cuando la oferta y producción de contenidos era más limitada y su menor volumen la hacía más fácil de validar o desmentir. Esta desinformación y cacofonía digital puede llevar a malentendidos, interacciones negativas o violentas en redes, o hasta pánico global cuando estas fallas de comunicación suceden bajo el marco de una crisis de salud, financiera o política. Este exceso de información llama a una lectura de comprensión de alto nivel, un sentido crítico, habilidades de investigación y constatación de fuentes, además de un ejercicio constante de la empatía y comunicación efectiva con los interlocutores.

Es cierto que para muchos maestros, las habilidades que van quedando obsoletas dejan un hoyo en el sistema que hay que llenar con otras estrategias para que los estudiantes aprendan cosas como la coordinación motora, el pensamiento matemático y la dimensión espacial, entre otras, pero parte del reto de enseñar implica desarrollar medios que brinden estos conocimientos a los estudiantes sin quedarse atrás de las nuevas necesidades del mercado laboral y el foro social en los que es necesario adaptarse constantemente.

¿Qué otras habilidades crees que se han perdido en los últimos años con este cambio de necesidades de acuerdo a la época? ¿Qué otras habilidades han ganado las nuevas generaciones? Cuéntanos en el apartado de comentarios.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/nuevas-habilidades-siglo-21
Imagen: Gerd Altmann en Pixabay
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América Latina, epicentro de las luchas políticas mundiales en el siglo XXI

Por: Emir Sader.

Después de haber protagonizado algunos de los fenómenos históricos más importantes del siglo XX, América Latina ha sufrido una dura ofensiva por parte del capitalismo global en su contra en las ultimas décadas del siglo pasado. La crisis de la deuda ha cerrado -hasta ese momento-, el más largo ciclo de crecimiento de nuestras economías, iniciado en los años 1930. Dictaduras militares en algunos de los países políticamente más importantes del continente –Brasil, Uruguay, Chile, Argentina–, han golpeado duramente a las democracias y a las fuerzas populares de esos países. América Latina ha sido el continente que ha tenido la mayor cantidad de gobiernos neoliberales y en sus modalidades más radicales.

Es como reacción a todo ello que América Latina se ha proyectado como la única región del mundo que ha tenido gobiernos antineoliberales -en Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Ecuador- coordinados entre sí en procesos de integración regional. Han sido los únicos gobiernos en el mundo que han disminuido las desigualdades, la exclusión social, el hambre, la miseria y la pobreza, a contracorriente de las tendencias globales.

América Latina ha proyectado no solamente un modelo eficiente de combate y superación del neoliberalismo, con desarrollo económico y distribución de renta, como ha proyectado paralelamente a los grandes líderes de la izquierda a escala mundial: Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Hugo Chávez, Pepe Mújica, Evo Morales, Rafael Correa, López Obrador. La izquierda del siglo XXI es antineoliberal y tiene en América Latina su epicentro.

Todavía después de que la derecha, coordinada internacionalmente, hubiese retomado la ofensiva, derrotado a gobierno progresistas en países como Argentina, Brasil, Ecuador, Uruguay o Bolivia, el continente sigue siendo el escenario de las más importantes luchas de nuestro tiempo, protagonizadas por fuerzas neoliberales y antineoliberales, democráticas y antidemocráticas, de soberanía nacional y vasallos de los EE.UU.

Argentina ha demostrado la capacidad de resistencia a políticas devastadoras de parte del gobierno neoliberal de Mauricio Macri, lo ha derrotado y ha retomado la vía de reconstrucción económica, social, política y cultural del país. México avanza en la vía de superación de tantos y tan desintegradores gobiernos neoliberales.

En Brasil, después de la monstruosa operación que destituyó a Dilma Rousseff del gobierno y condenó a Lula, ambos sin pruebas, y ha elegido, por mecanismos de manipulación absolutamente ilegales, a un gobierno vergonzoso, la oposición se reorganiza y reaparece como alternativa. La liberación de Lula lo coloca como centro de la oposición democrática al gobierno y proyecta la perspectiva de una victoria electoral similar a la argentina.

En Ecuador el gobierno de restauración neoliberal no logra ningún apoyo, proyectando una perspectiva de recuperación de la alternativa antineoliberal. En Uruguay, la derrota del Frente Amplio cambia el escenario político, pero no cambia el enfrentamiento central de nuestro tiempo, entre neoliberalismo y antineoliberalismo, y propicia las posibilidades de que el Frente Amplio se recupere, se reafirme como alternativa y dispute de nuevo el gobierno.

Bolivia es otro caso paradigmático, que afirma que la izquierda no es sólo alternativa al neoliberalismo sino también, igual que en el caso brasileño, es alternativa democrática. El gobierno de Evo Morales fue interrumpido por un golpe, con clara participación de las FF.AA., las policías, los medios y el gran empresariado. Sin alternativa, la derecha busca constituir un nuevo bloque de fuerzas, sin apoyo popular, valiéndose del poder judicial para perseguir a los opositores, en primer lugar a Evo y a Álvaro García Linera. Pero, aún así, la izquierda continúa siendo la alternativa que puede hacer que Bolivia salga de la crisis de forma democrática y con un gobierno de nuevo legitimo.

La primera década del siglo estuvo marcada por los gobiernos antineoliberales en America Latina. La segunda, por la ofensiva de derecha, no sólo aquí, sino también en EE.UU., Gran Bretaña y en otros países. La tercera década será de descarnada disputa a escala mundial, con la ascensión incontenible de China, en su alianza con Rusia, la recomposición de las fuerzas antineoliberales en América Latina, contando ahora con movimientos populares refortalecidos en Chile, Colombia y Ecuador, con la consolidación de gobiernos como los de México y Argentina, la dura disputa en Brasil entre el gobierno actual y la oposición, bajo el liderazgo de Lula. América Latina, ahora con un listado ampliado de países, seguirá siendo el epicentro de las luchas políticas en el mundo, dónde se decide la disputa central de nuestro tiempo, entre neoliberalismo y antineoliberalismo.

Fuente del artículo: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=264676

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La educación es el pilar del futuro

Por: Diario La Nueva España. 

 

“Nos une la educación. Las discrepancias deberíamos salvarlas porque el objetivo fundamental es el alumnado”. La frase corresponde a la consejera asturiana del ramo, Carmen Suárez. La pronunció ante los profesores de la enseñanza concertada. La reiteró luego a los padres. Tiene mérito por el sentido común y escaso convencionalismo con el que habló a un sector de tensas relaciones con los gobiernos socialistas y por centrar el debate en lo decisivo, la grandeza de la enseñanza, nunca en las miserias del postureo partidista. Hay que romper los clichés viejos y pensar de otra manera para lograr una educación libre e innovadora que dote a los estudiantes de nuevas herramientas con las que trabajar en el trepidante siglo XXI.

La sustitución del hombre por las máquinas ha sido un debate clásico desde la revolución industrial. Nunca como ahora, con los espectaculares progresos de la inteligencia artificial y la fluidez con la que circulan los datos, esa posibilidad ha estado tan cerca. Si cualquier ciudadano vuelve la vista atrás, a hace unos lustros o apenas unos meses, podrá comprobar cómo sin darse casi cuenta muchas de las tareas de su entorno han sido progresivamente automatizadas: las compras, los viajes, los trámites administrativos, las gestiones bancarias no requieren de un lugar físico para efectuarse, ni de personas al otro lado del mostrador que atiendan.

La capacidad de los ordenadores, según los expertos, se duplica cada dos años. Ya disfrutamos de avances alucinantes, de ciencia ficción, que parecerán cosa de niños comparados con los que conocerán los nietos de los hoy “millennials”. Así ha sido siempre y así será, inmerso el hombre en un vértigo de progreso constante. La conectividad total y la telemática suponen un salto cualitativo drástico.

¿Tenemos el sistema educativo adecuado para la que se avecina? Rotundamente no

La formación y el reciclaje continuo, la predisposición a continuar aprendiendo cada minuto, de cada día, de cada mes, de toda una vida laboral van a resultar esenciales para conseguir un buen empleo. Los requisitos de la sociedad digital reclaman imbuirse de la novedad y contactar con las primicias tecnológicas con mayor agilidad que antes. Los algoritmos y el “big data”, términos ya usuales, constituyen el pan nuestro de cada día, elementos esenciales del desempeño de cada cual como lo fueron las computadoras y la informática.

¿Tenemos el sistema educativo adecuado para la que se avecina? Rotundamente no. En un marco idéntico al que usó la ministra socialista de Educación, Carmen Celáa, para colgarse medallas partidistas, una asamblea de la enseñanza concertada, la consejera asturiana Carmen Suárez, de sus mismas siglas, se propuso sin sectarismos escuchar y mostrarse sincera. No se trata de privilegiar o castigar la red de centros públicos frente a los privados, sino de que ambas funcionen con precisión para suministrar a los estudiantes lo que necesitan: conocimientos que faciliten su inserción.

Estos tiempos requieren de otros saberes para ganarse el sustento con oficios todavía desconocidos. También de menos rigideces para atender las demandas de unas empresas en constante evolución. Carece de sentido licenciar ingenieros que acaban ejerciendo de bedeles y obligar a los empresarios con el paro existente a importar mano de obra o a instruirla por su cuenta por el estrepitoso fracaso de la formación profesional.

Hay que prepararse para que el triunfo de la tecnología no profundice la desigualdad

Igual que la preocupación por la violencia, el feminismo, el cambio climático o el racismo distingue a los jóvenes de hoy, otros valores muy importantes, como el civismo, la lucha contra el alcohol y el tabaquismo o la preparación para el desafío digital arraigarán desde la escuela. No cabe delegarlo todo en los profesores y en el sistema, el compromiso comienza en casa. Las familias desertan de su responsabilidad si dejan de mostrar a los hijos, por ejemplo, cómo se gestionan las emociones. El no, el límite, la libertad individual que finaliza allí donde choca con los derechos del otro, la responsabilidad, el respeto, el esfuerzo, la asunción del error son conceptos básicos para crecer como personas difuminados en este milenio de la satisfacción instantánea del deseo. De la importancia de educar en valores trató, precisamente, la jornada Gestionando hijos que LA NUEVA ESPAÑA organizó ayer en el Palacio de Congresos de Oviedo con asistencia de 2.000 personas.

Los robots ni se detienen, ni se cansan. Imposible aguantar su ritmo. La normalización e implantación de autómatas alumbrará otro tipo de sociedad que no alcanzamos a imaginar con precisión, que destruirá unos puestos, pero ideará otros de menos sacrificio físico y más habilidad intelectual. Tampoco hay que sorprenderse o alarmarse. Cientos de miles de cocheros e hilanderas desaparecieron con la irrupción del automóvil y el telar. Los remplazaron millones de especialistas en otras funciones, en un transporte y una industria textil que multiplicaron su potencialidad. No ocurrió de la noche a la mañana.

Hay que prepararse para que el triunfo de la tecnología no profundice la desigualdad. El pilar sólido, fundamental, para evitar el enquistamiento de una nueva clase social de desheredados es el conocimiento. Sólo una educación de calidad y flexible puede garantizar que no haya ganadores y perdedores en la aventura. Adentrarse en el futuro significa pensar únicamente en los alumnos, no en la política. Derribar muros en vez de elevarlos.

Fuente del artículo: https://afondo.lne.es/opinion/la-educacion-es-el-pilar-del-futuro.html

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Libro (PDF): Educación rodrigueana para el socialismo del siglo XXI

Por: CLACSO. 

Pablo Imen. [Autor]

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Colección Simón Rodríguez.
ISBN 978-987-1650-90-3
Ediciones del CCC.
Buenos Aires.
Abril de 2015

Versión impresa

El libro que estamos introduciendo seguirá un derrotero para hacer inteligible y sensible el proceso de construcción de la educación que soñó y ensayó Simón Rodríguez, antes de ser derrotado en la batalla cultural y política de su tiempo. No se trata, claro, de copiar sus fórmulas sino de apropiarse de los valores y principios –filosóficos, pedagógicos, ético-políticos– y recrear en estas nuevas condiciones históricas las posibilidades una pedagogía consistente con el proceso social más general instaurado en Venezuela desde 1998.
Fuente del documento: https://www.clacso.org.ar/biblioteca_simonrodriguez/detalle.php?id_libro=1670
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Ecarri: La educación venezolana se redujo a unos pocos que pagan en dólares

 

¡Escuela pública cerrada! Más de 85% de la población venezolana hoy se le niega educación de calidad producto de la terrible crisis que vive el país y que ha devorado al sistema de educación público oficial

El presidente nacional de la Alianza del Lápiz, Antonio Ecarri, denunció este domingo que a más de 85% de la población venezolana hoy se le niega educación de calidad producto de la terrible crisis que vive el país y que ha devorado al sistema de educación público oficial.

“La educación se convirtió en un privilegio para muy pocos, Enviar a un niño a la escuela cuesta cerca de 300. dólares (…) Es la destrucción de la educación por parte del socialismo, por eso reiteramos que esto no se trata solo de un mal gobierno, es un modelo político que acabó con nuestro sistema educativo”, enfatizó  el máximo portavoz del partido de la educación en entrevista con Idania Chirinos, para el programa “En La Tarde” de NTN 24.

Antonio Ecarrio subrayó que el sistema educativo entró en una etapa de ruina total producto de las políticas erradas del socialismo del siglo XXI, tras mencionar que no hay infraestructura, los alumnos no tienen que comer, ni pueden acceder a libros, así como los maestros son los peores pagados del continente percibiendo solo $2 al mes.

Al ahondar en la dramática situación que padecen los educadores criollos, el dirigente del Lápiz detalló que, según estudios de la Fundación Arturo Uslar Pietri, “al menos 60% de los profesores han abandonados las aulas de clase”.

“Durante los años de la democracia el maestro venezolano eran los profesionales más estables, hoy no tienen ni como vestirse”, lamentó.

Al ser consultado sobre la incorporación de egresado del plan Chamba Juvenil preparados como “docentes express”, el opositor reiteró su rechazo categórico; y atribuyó esta medida a que los docentes siempre han sido un obstáculos para un gobierno que pretende acabar con la libertad.

Ecarri expuso que el drama social que viven todos los venezolanos agobia especialmente a niños que, entre muchos otros obstáculos, deben sortear la falta de transporte para llegar a la escuela. Un ejemplo de ello lo vivieron tres alumnos de la Escuela Andrés Bello, en Valle de La Pascua, que murieron al caer de unidades transporte improvisados.

“No tienen que comer, no tienen como vestirse, no tienen cómo llegar y para completar, no tienen maestros. El socialismo le cerró las puertas a la escuela venezolana“, refutó Antonio Ecarri.

Fuente de la noticia: https://www.el-carabobeno.com/ecarri-la-educacion-venezolana-se-redujo-a-unos-pocos-que-pagan-en-dolares/

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El derecho a la educación del siglo XXI

Por: Andrés Gil Domínguez.

 

El derecho a la educación, consagrado en las constituciones de los siglos XIX y primera mitad del XX, estuvo determinado por contenidos referidos a la potestad titularizada por las personas de poder acceder, en general, a la educación y ,en particular, a la educación básica o primaria. Las constituciones de la segunda mitad del siglo XX y los instrumentos internacionales sobre derechos humanos incluyeron dentro de sus contenidos el acceso a los niveles secundario y universitario.

El modelo que se enmarcó en la revolución industrial estuvo signado por una obligación de hacer, a cargo del Estado, determinada por una actividad de prestación basada en una política pública con un inicio (la escuela primaria extendida al nivel inicial) y un eventual final (la universidad).

Con dicho esquema, se garantizó plenamente el derecho a la educación en un contexto social y económico vinculado a un factor de multiplicación de la tecnología (esto es, el número de veces que una tecnología es capaz de mejorar la función o el objetivo que le fue asignado; como por ejemplo, los automóviles permiten pasar de nuestra velocidad al andar 6 km/h a 90 km/h lo cual significa un factor de multiplicación de 15 en cuanto 15×6= 90) que surcó a varias generaciones.

La revolución digital presenta un factor de multiplicación de la tecnología de la información del orden de un millón (mientras que el factor de multiplicación de la agricultura fue de 100 y el de la revolución industrial fue de 1000) que se ha desarrollado en tan solo setenta años.

La revolución industrial duró cien años, transcurriendo a través de cuatro generaciones, lo cual posibilitó que las generaciones sucesivas fueran cambiando su formación para adaptarse a los desafíos laborales y sociales del futuro. La cuarta revolución industrial motorizada por la inteligencia artificial implica el paso del conocimiento analógico al digital y se desarrollará quizás en una sola generación, produciendo un desafío imposible de determinar en este presente.

La cultura del siglo XX donde se insertó la educación estuvo dominada por un plano donde coexistían un conjunto de percepciones superficiales (a veces caóticas) que solamente podían ser superadas gracias a la intermediación de un profesor o un maestro, laico o religioso.

Era un camino de articulación complejo presentado como una pirámide invertida en cuya punta se obtenía el sentido auténtico de las cosas, y cuando allí se arribaba, se consideraba que habíamos adquirido el conocimiento o la experiencia.

Tal como lo expone Alessandro Baricco en el libro The Game , la revolución digital produjo una revolución cultural donde la pirámide se reubicó en su postura tradicional, puesto que las esencias afloran en la cúspide sobre la base de una experiencia transformada en “posexperiencia”, como una suerte de hija de la superficialidad (la cual se alcanza utilizando las herramientas que provee la insurrección digital) mientras que las complejidades se esconden en algún sitio.

Así está hecho el iPhone, Google, Amazon, Facebook, YouTube, Spotify y WhatsApp, desplegando una simplicidad donde la inmensa complejidad de la realidad emerge en la superficie dejando tras de sí cualquier lastre que haga más pesado el corazón esencial. Ante el desarrollo de la comunidad digital, las instituciones públicas y muy especialmente la escuela, no preparan ni tampoco entrenan las capacidades útiles para poder participar de este nuevo juego, lo cual genera una desproporcionada brecha (digital y de las otras) entre incluidos y excluidos.

¿Puede el derecho a la educación receptado en las constituciones y los instrumentos internacionales sobre derechos humanos seguir manteniendo la misma estructura analógica frente a la revolución digital? Indudablemente no. De hacerlo generaría un regresivo anacronismo en todos los ámbitos que encapsularía definitivamente a la enseñanza en el superado modelo analógico.

El derecho a la educación digital no puede estar limitado por niveles o segmentos educativos, sino que, la prestación del servicio educativo como política pública debe ser dinámica. En otras palabras, las necesidades de aprender demandan una enseñanza constante de cómo se maneja el mundo digital.

En este sentido, alfabetizar incluye dotar de capacidades para acceder al mercado laboral, poder desarrollar emprendimientos productivos, disfrutar de los beneficios de la disrupción tecnológica. Esto abarca por igual a las niñas, niños y adolescentes, como así también, a los adultos y a los adultos mayores. Ante dicha realidad el Estado como sujeto pasivo asume -en los términos expuestos por Bidart Campos- una obligación activamente universal que consiste en desarrollar políticas concretas mediante “un hacer frente a todos”.

El derecho a la educación del siglo XXI demanda con urgencia pasar del modelo analógico a un sistema digital, de forma tal, que permita optimizar las nuevas relaciones que el ser humano entabla a diario con la tecnología, y en consecuencia, con una emergente cultura de conectividad masiva y subjetividades dúctiles.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/derecho-educacion-siglo-xxi_0_IUwBhpW.html

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