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¿Cómo mejorar la calidad de la educación en Colombia?

Por: Julián de Zubiría

Múltiples experiencias en instituciones, ciudades y países evidencian que sí es posible mejorar la calidad de la educación. La condición para ello es que se tomen las medidas correctas y se intervengan las variables fundamentales. En Colombia todavía no lo hemos logrado, pero tenemos la oportunidad para hacerlo.

En Colombia la educación es de muy baja calidad. Eso lo sabemos quienes hemos estudiado e investigado con rigor el sistema educativo y, por ello, para nosotros es fácil detectar todos los esfuerzos que hace el Ministerio de Educación Nacional (MEN) por maquillar la situación. Pese a ello, la realidad es inocultable: En la escuela actual los jóvenes no aprehenden a pensar, comunicarse, ni convivir. Eso lo saben por experiencia propia los docentes universitarios.

Según las diversas pruebas nacionales e internacionales en las que ha participado el país (y son muchas y muy buenas), menos de un 4% de los jóvenes egresados del colegio tienen un buen nivel en argumentación, deducción e interpretación. Es más, si comparamos los resultados del año 2000 con los alcanzados en 2017, podemos concluir que el país no tuvo prácticamente ningún avance significativo en la calidad. La explicación es muy sencilla: No hemos trabajado sobre las variables claves de la calidad: la formación docente, el currículo, el liderazgo pedagógico y el clima institucional.

El país ha desarrollado programas puntuales y algunos de ellos han impactado algún sector. Entre ellos, los dos más importantes han sido el Programa Todos a Aprender –PTA– y el Índice Sintético de la Calidad Educativa –ISCE– (que incluye el llamado Día de la Excelencia Educativa). Estas experiencias deben evaluarse, ajustarse y potenciarse. Con modificaciones, podrían lograr mayores impactos; pero mientras no abordemos de manera estructural y sistemática las variables claves de la calidad, seguiremos muy lejos de alcanzar la educación que necesitamos para impactar el desarrollo sostenido y seguiremos viendo cómo se evapora la meta de convertirnos en el país más educado de América Latina para el año 2025.

A nivel curricular el país va como el cangrejo. La ministra Gina Parody asesorada por una universidad privada, diseñó los Derechos Básicos de Aprendizaje. Como dice el dicho, “esa platica se perdió”, porque fue un trabajo en el que el país retrocedió décadas en lo que ya había avanzado a nivel conceptual. La universidad carecía de experiencia en pedagogía y educación y por ello el diseño curricular propuesto desconoce los conceptos centrales de la pedagogía y se limitó a transcribir los contenidos previstos desde la ciencia. Cuando asesoré curricularmente a Bogotá, recomendé no tener en cuenta esta fallida experiencia curricular y esa sigue siendo mi recomendación para el país.

La primera condición para superar un problema es reconocerlo y, desafortunadamente, el MEN no ha reconocido el gravísimo problema de la calidad de la educación en el país. Ojalá ahora escuche voces tan autorizadas como la de Rodolfo Llinás, quien en edición número cinco de la Cumbre de Líderes por la Educación convocada por Semana, volvió a insistir en que hemos seguido manteniendo una educación muy impertinente que no logra enseñar a pensar a los jóvenes.

Desde mi perspectiva hay cuatro acciones obligatorias si queremos avanzar en la calidad de la educación básica. Faltan otras, pero creo que éstas son las esenciales.

Primero: realizar una profunda reestructuración curricular. La idea que he propuesto durante las últimas dos décadas es muy sencilla y está orientada en la misma dirección de la reforma curricular chilena de 1998 y de la prevista en Finlandia para el año 2020: la educación básica debe dedicarse a consolidar en los estudiantes las competencias básicas que se requieren para pensar, comunicarse y convivir. Todo lo demás es accesorio durante este ciclo del desarrollo.

Lo anterior significa que todas las asignaturas y en todos los grados deben consolidar la lectura, la escritura, la escucha, el pensamiento y el conocimiento y la comprensión de sí mismo y de los otros. Subrayo “todas las asignaturas” y “en todos los grados”, ya que éstas son las competencias más importantes a desarrollar en la educación básica. Por ello son competencias transversales. Lo anterior implica que, en sociales, en matemáticas, en artes, en lenguaje, en ciencias y en matemáticas, la tarea central de la educación básica debería consistir por excelencia en enseñar a pensar, comunicarse y convivir. Es así de sencillo y de claro. Sólo así garantizaremos un lineamiento curricular más pertinente, más contextualizado y menos rutinario que el actual. Sólo así garantizaremos el trabajo en equipo necesario para consolidar la calidad.

La segunda medida necesaria tiene que ver con la formación de maestros. Es preocupantemente bajo el nivel actual de formación de nuestros docentes. Según las pruebas SABER PROson los profesionales que alcanzan niveles más bajos en lectura crítica y escritura. Mientras no cambiemos esta situación, será imposible mejorar la calidad de la educación que reciben nuestros niños y jóvenes. Para cualificar su formación se requiere trabajar en la transformación del modelo pedagógico hasta el momento dominante en estos centros universitarios, trabajo que deberá adelantarse de manera conjunta con los docentes de las facultades de educación. También es imperioso articular el trabajo de la universidad y el colegio, repensar el currículo de formación y establecer nexos con maestros e instituciones innovadoras.

Así mismo, es indispensable que se impulsen desde el MEN, en todos los municipios del país, mecanismos de selección de los mejores docentes, de manera que ellos salgan del aula y conformen equipos de calidad para acompañar a los colegios en los procesos de innovación. Se requiere garantizar reuniones semanales de docentes por área y por ciclo en todos los colegios del país y de impulsar procesos de formación in situ, tal como actualmente mantiene PTA. Los resultados de las investigaciones son contundentes: No hay que llevar a los docentes a las maestrías; por el contrario, hay que llevar a las universidades a los colegios del país para que acompañen los procesos de innovación en curso en cada uno de ellos. Lo reitero: la clave para alcanzar la calidad está en fortalecer las reuniones de docentes y la formación in situ.

La tercera medida tiene que ver con transformar a los rectores, actuales líderes administrativos, en líderes pedagógicos. Hoy por hoy, los rectores son expertos en procesos legales y en resolver asuntos administrativos, pero se ausentan cuando se inician las reuniones pedagógicas de docentes y no participan en las reflexiones sobre currículo, modelo pedagógico o promoción de estudiantes. Es más, buena parte del tiempo están encerrados en sus oficinas, si es que están en la institución educativa. Paradójicamente se han distanciado de la reflexión pedagógica, generando muy negativos impactos en la calidad. El país debe pensar seriamente en dotar a los colegios de asistentes administrativos, con la condición de empoderar a los rectores como verdaderos líderes pedagógicos. Una medida que podría contribuir en este sentido sería exigir que todo rector tuviera por lo menos dos horas de clase a la semana. Eso les permitiría establecer nuevas y fructíferas interacciones con estudiantes, profes y padres. Al fin y al cabo, un colegio es una comunidad y requiere de un líder pedagógico que la consolide. El rector es el llamado a asumir esta tarea. De lo contrario, tendremos la paradójica situación de barcos en los que los capitanes permanecen en tierra y le tienen miedo al agua. Los estudios de la UNESCO sobre calidad de la educación encuentran que el liderazgo pedagógico del rector es la segunda variable más asociada a la calidad en las instituciones educativas del continente.

La Ley General de Educación de 1994, tiene algunas de las claves de la calidad: consolidar la comunidad, la autonomía y el Proyecto Educativo Institucional. Hay que volver a ella.

La cuarta medida recomendada para impactar la calidad tiene que ver con el clima de aula y el clima institucional. Según la UNESCO, en los tres estudios que ha realizado en los países del continente, el clima del aula es la variable más asociada a la calidad de la educación. Esta variable influye más que todas las demás variables sumadas. De allí que hay que prestarle especial cuidado.

En Colombia el MEN acertó al incorporar esta variable para evaluar el ISCE, pero todo indica que la evaluación presenta problemas, ya que los niveles de discriminación son muy bajos. Es algo que hay que ajustar en las pruebas actuales y la experticia del ICFES es una garantía de que se puede resolver este problema.

La recomendación para Colombia sería crear una tercera línea en el Programa Todos a Aprender, adicional a la de competencias comunicativas y pensamiento: la de formación ciudadana y competencias socioemocionales. Tenemos que garantizar que la escuela se comprometa con una formación más tolerante, más respetuosa de la diferencia y que sea un espacio para cultivar la empatía y la comprensión de los otros. Ello no será posible sin un cambio curricular (primera recomendación) y sin un cambio en los sistemas de formación (recomendación segunda).

Lo que nos muestran múltiples ejemplos en el país y en el mundo es que sí es posible mejorar la calidad de la educación, incluso en tiempos relativamente breves, siempre y cuando se tomen las medidas correctas, se involucre a toda la comunidad y se fortalezca el liderazgo.

Necesitamos involucrar a todo el país en el proceso de transformación de la educación. De una u otra manera, todos somos responsables de la baja calidad educativa y todos padecemos sus consecuencias. FECODE tiene que entender que no tiene sentido que su única reivindicación sea la laboral y que deteriora la calidad al oponerse a una evaluación integral y pertinente. La tarea de la calidad no le pertenece ni al MEN, ni a FECODE, ni siquiera a los maestros. Nos pertenece a todos los colombianos que sabemos que, si no mejoramos la calidad de la educación, veremos debilitada la democracia, el tejido social, la productividad y la creatividad. Lo necesitamos para garantizar el desarrollo sostenido y, por ello, entre todos lo vamos a lograr.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/julian-de-zubiria-samper-propone-cuatro-formas-de-mejorar-la-calidad-en-la-educacion-de-colombia/584383

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El profesorado ya no es lo que era (o lo que debería ser). Mejora de la formación inicial para la docencia

Por: Jaume Carbonell

Reflexiones y propuestas para lograr un consenso básico para la mejora de la formación inicial de la docencia en Catalunya

Reflexiones y propuestas para lograr un consenso básico para la mejora de la formación inicial de la docencia en Catalunya.

Este es el objetivo del MIF (Programa de Millora i Innovació en la Formació de Mestres). Para ello se ha impulsado un debate entre distintas personas y colectivos vinculadas al mundo de la educación. En este primer documento se exploran los cambios que se están operando en distintos escenarios -macro y micro- y que requieren un cambio de relato radical desde los primeros compases formativos.

Hay una primera pregunta que no se puede eludir: ¿En qué mundo vivimos? Y, a continuación, esta otra, inseparable: ¿En qué mundo nos gustaría vivir? Ahí radica la esencia de la formación: educar la mirada para captar y comprender el carácter velozmente cambiante de la sociedad, trufada de incertidumbres, crecientes diversidades -también desigualdades- y nuevos retos. En el trabajo, en la familia, en la satisfacción de las necesidades básicas y prescindibles, en los procesos de socialización y comunicación, en la vida cotidiana, en el ocio y en el negocio.

El documento toma como punto de partida la “Estrategia Europea 2020” de la Comisión Europea, un referente que suscita cierto disenso en tiempos de neoliberalismo rampante y de hiperconsumismo con el foco unidimensionalmente escorado hacia el modelo económico competitivo y productivista. Sería conveniente que los modelos educativos actuales se adentrasen y se equilibraran con otras narrativas más deudoras del desarrollo sostenible, la democracia participativa, la cooperación y la ayuda mutua. El segundo interrogante tiene que ver con el compromiso intelectual y ético del profesorado para contribuir a la transformación educativa y social mediante un contendido formativo que tome como ejes vertebradores, entre otros,  la educación democrática en valores, la escuela inclusiva, la perspectiva de género, el interculturalismo y la justicia curricular.

Este debate pone patas arriba el modelo docente meramente transmisor que se instala en la soledad del aula y no sale de su nicho de trabajo y de su ámbito de saber específico: “A mí que no me cuenten lo que ocurre en otros niveles educativos y asignaturas, que bastante tengo ya con lo mío”. Es la imagen de la vieja escuela y de un oficio caduco que se resiste a percibir los beneficios pedagógicos de la interconexión entre saberes, tiempos, espacios y actores educativos; de la mezcla de alumnos y alumnas de distintas edades; y sobre todo, del trabajo colaborativo y en red entre aulas, centros y territorios. La conjunción de estos tres ámbitos es una de las claves para el crecimiento y enriquecimiento de cualquier estudiante, docente e institución. La revolución metodológica -mucho queda por discutir sobre la innovación que genera conocimiento crítico y profundo y la innovación meramente epidérmica que se ha convertido en una marca-  activa pensamientos, sentires, deseos, acontecimientos, actitudes, competencias y valores: tanto individuales como colectivos. Es remarcable la insistencia actual en personalizar los aprendizajes e itinerarios del alumnado, aunque para ello es imprescindible articular lo que se adquiere -o puede adquirirse- tanto dentro como fuera de la escuela. El aprendizaje en común requiere optimizar ideas y recursos, y perder el miedo a hacerse constantemente nuevas preguntas y plantearse nuevos retos. Y para ello sería asimismo recomendable que la evaluación -más continua y menos obsesiva- esté al servicio de la mejora del aprendizaje y no al revés como sucede frecuentemente.

Dicho documento contiene al menos seis propuestas que merecen ser subrayadas y desarrolladas.

  1. Se recomienda hacer una planificación, a medio y largo plazo, de las necesidades docentes a la luz de los cambios demográficos de la población, del descenso de las ratios para revertir los recortes y mejorar la calidad de la enseñanza,  y de la cantidad de jubilaciones que se acumulan estos últimos años. Este relevo generacional, muy brusco en algunos lugares y con un alto índice de interinidad, plantea nuevos desafíos formativos de cierto calado.
  2. Se reivindica el necesario reconocimiento del profesorado y la confianza en su labor. Nada más justo y legítimo. Pero también lo es que esta demanda circule en todas direcciones: respecto al alumnado y a sus posibilidades de aprendizaje -con los medios y condiciones para que sea posible- y las familias que, por lo general, hacen lo que saben y lo que pueden para facilitar la labor docente.
  3. Se propone romper las jerarquías entre el profesorado de los distintos niveles. La razón es simple: en todos los casos se precisa una sólida formación cultural y pedagógica, conceptual y didácticometodológica, teórica y práctica. Más aún si la tendencia de futuro es la mayor colaboración intercentros, interniveles e interterritorial. La estructura del plan de estudios a través del grado, posgrado y doctorado se sustenta en esta premisa.
  4. Se demanda un mayor grado de exigencia en la selección de aspirantes a la docencia para terminar con la jerarquización de carreras que relegan al Magisterio a una carrera fácil y de segunda categoría, mediante el mensaje de que el alumnado brillante ha de cursar otros estudios socialmente mejor valorados. No obstante, se insta a que la selección no se fie únicamente a las notas convencionales sino que se valoren, mediante otros procedimientos, las actitudes y capacidades para el ejercicio de la profesión.
  5. Se plantea un cambio radical del modelo pedagógico formativo con la introducción de la figura de la tutoría individual: docente universitario que sigue a un alumno o alumna de Magisterio desde que inicia sus estudios hasta su graduación. Se trata de garantizar un acompañamiento permanente para orientarle en todas sus secuencias formativas: elecciones optativas, trabajos, prácticas… Para resolverle dudas y proporcionarle todo tipo de ayudas.
  6. Se entiende que el doctorado en educación ha de servir para promover la investigación relacionada con la innovación educativa y convertirse en el motor de la mejora del sistema educativo en todas las etapas. Es una oportunidad para superar el clásico divorcio entre la investigación educativa y la renovación pedagógica: que ambas campen a sus anchas, sin puntos de conexión. Una oportunidad en definitiva para que la práctica se enriquezca con el conocimiento y la reflexión y para que la investigación pedagógica aterrice en la realidad cotidiana de las aulas, de los centros y del territorio. Que no es poco.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/09/26/el-profesorado-ya-no-es-lo-que-era-o-lo-que-deberia-ser-mejora-de-la-formacion-inicial-para-la-docencia-1/

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Educación superior gratuita en México

Por: Juan Carlos Yáñez

México no es el primer país de América Latina en consagrar la gratuidad; pero la iniciativa para que la enseñanza superior sea gratuita podría ser punto y aparte en la universidad mexicana y, tal vez, en otros países.

El norte y el sur del continente latinoamericano, México y Argentina, vislumbran horizontes contrastantes en sus sistemas de educación superior.

Las universidades argentinas viven un periodo crítico; todo el país, en realidad. Los presupuestos para las universidades se achicaron y, con el argumento de reducir el déficit fiscal, el presidente Macri eliminará el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, para convertirlo en una secretaría dependiente del Ministerio de Educación. También desaparecerán los de Salud y del Trabajo. Descuartizamiento, lo califica Marcelo Rubinstein, connotado científico.

Los paros y manifestaciones en las universidades ya duran cuatro semanas cuando escribo estas líneas. La parálisis ahonda fisuras entre la comunidad académica y el gobierno federal, en un momento histórico de perplejidad, irritación y riesgos sociales altos.

México, con sus propios problemas añejos y nacientes, vive una primavera de esperanza con los resultados de la reciente elección presidencial, que dejaron como victorioso al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), fundado y encabezado por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

El candidato que aglutinó a un variopinto grupo de organizaciones sociales y políticas, prometió transformaciones radicales y puso a la educación en sitio protagónico. Abrogar la reforma educativa empujada por el gobierno que termina, fue uno de sus buques insignia en la andanada contra lo que calificó como “la mafia del poder”.

En educación superior destacaron como propuestas: acceso gratuito a las instituciones, creación de 100 universidades y fortalecimiento de las existentes.

Con el arranque del nuevo Congreso federal, integrado por 500 diputados y 128 senadores, con mayoría del partido triunfante, en las primeras horas comenzaron a darle contenido a las promesas electorales. El 4 de septiembre, el coordinador de los senadores del partido mayoritario presentó una iniciativa para decretar que la educación superior sea gratuita, 101 años después de que se instituyera la gratuidad de la enseñanza primaria en “establecimientos oficiales”.

Nadie en contra del derecho a la educación podría oponerse a la iniciativa, aunque las pesadas historias y tendencias inducen cierto pesimismo, pues llevar el enunciado a la realidad podrían consumir más de la mitad del siglo.

Para fundamentar, el senador proponente ofrece datos ilustrativos del rezago en la materia: en los países de la OCDE, México tiene la cobertura más baja (38 %), distante de Estados Unidos (82 %), España (60 %) o Canadá; o de naciones latinas, como Argentina (67 %), Uruguay (65 %) y Chile (52 %).

Otros argumentos: los jóvenes constituyen 70% de la población penitenciaria, por eso, afirma: “Los jóvenes deben estar en las aulas y no en las jaulas”. Con título universitario la gente obtiene el doble de sueldo que quienes tienen solamente bachillerato, según datos de la propia OCDE.

Concluye su documento con un enunciado que estimula, pero esconde peligros: “La expansión del sistema educativo superior es premisa para disminuir desigualdades, alentar el crecimiento, disminuir la violencia y generar más desarrollo democrático”. Formalmente todo ello es verdad, pero una promesa tal, sin construir condiciones, puede tener efectos adversos, o perversos, y convertir a la educación superior en un mecanismo que profundice las terribles asimetrías que ya laceran al sistema educativo más grande de América.

La iniciativa para convertir a la educación superior en gratuita está en las comisiones que la estudiarán y resolverán. La aprobación es inminente. La iniciativa contempla que, para su cumplimiento, una vez aprobada, se destinarán recursos adicionales a los estados y municipios, y presupuestos plurianuales, añeja aspiración de los rectores.

Los problemas también tienen palco VIP en el teatro educativo de las universidades y las asfixian, como las pensiones de los profesores jubilados, presupuestos crónicamente insuficientes o el acceso todavía condicionado fuertemente por variables socioeconómicas, que desde temprano desgranan las cohortes de jóvenes que acceden a la enseñanza secundaria. Nada de eso se resolverá de la mañana a la noche, ni con varita mágica.

México no es el primer país de América Latina en consagrar la gratuidad; pero la iniciativa para que la enseñanza superior sea gratuita podría ser punto y aparte en la universidad mexicana y, tal vez, en otros países. La cuenta regresiva pronto empezará a surtir evidencias de la transformación estructural dibujada.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/09/19/educacion-superior-gratuita-en-mexico/

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Maduro anuncia creación de escuela de posgrado para docentes

América del sur/Venezuela/20 Septiembre 2018/Fuente: Prensa Latina

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció hoy la próxima creación de la Universidad Nacional Experimental Samuel Robinson, dedicada a estudios de posgrado para docentes en el país suramericano.
A propósito del inicio del nuevo curso escolar este lunes, el jefe de Estado informó que más de siete millones de estudiantes comenzaron el período lectivo, de los cuales seis millones 442 mil pertenecen a la educación pública.

En ese sentido, el titular resaltó que el Ejecutivo garantiza una educación de calidad en el sector público y notificó la realización de jornadas de vacunación en todos los planteles del país de manera gratuita.

‘Los espacios educativos fueron liberados de la privatización, el neoliberalismo y del destrozo al que ha sido sometido el sistema educativo por el capitalismo neoliberal en América Latina y el Caribe’, destacó.

Durante su alocución, el mandatario reiteró el éxito de la entrega de utensilios escolares a precios preferenciales, así como computadoras portátiles Canaimas y Canaimitas.

La semilla de la nación está en las escuelas y los liceos, aquí está el Gobierno Bolivariano apoyando con útiles escolares a muy buen precio para que todos vayan a estudiar, agregó

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=211248&SEO=maduro-anuncia-creacion-de-escuela-de-posgrado-para-docentes
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Inspección educativa, ¿para qué?

Por: Julio Rogero

En el sistema educativo, la inspección, con la disculpa de su función puramente “técnica”, juega un papel central de control al servicio de quien gobierna en cada momento.

¿Cuál debe ser la función supervisora en la sociedad y en las instituciones sociales, en general? En la actualidad no hay ningún debate y reflexión pública sobre el papel de las inspecciones, quizás necesarias en muchos ámbitos de la organización social. Pero es necesario hacerlo, puesto que, en muchos casos, estas supervisiones no sirven para un mejor funcionamiento de la sociedad, sino para mantenerla en una situación de injusticia permanente. Y parece que es en el sistema educativo donde esa realidad se muestra de forma más evidente, al menos para los que formamos parte de él.

En la perspectiva de la desescolarización de la escuela que planteé en un articulo anterior, me parece importante que nos detengamos en el papel que tiene el Servicio de Inspección Educativa. Entiendo el proceso desescolarizador como el cuestionamiento de todo lo que impide el aprendizaje en libertad que todo ser humano necesita para que se produzca su pleno desarrollo. Ya vimos que la actual escuela va, en buena medida, en la dirección contraria por ser excesivamente academicista, autoritaria, selectiva, segregadora, resultadista y falta de libertad para poder ser y aprender, en ocasiones convirtiéndose en un espacio cuasi carcelario por las condiciones en que se desarrolla y por tener que aceptar todo lo que se le impone por el poder económico, las administraciones y sus gestores políticos, la academia, los expertos… En esa cadena de imposiciones, la inspección, con la disculpa de su función puramente “técnica”, juega un papel central de control (¿de policía política?) al servicio de quien gobierna en cada momento.

Hoy nadie cuestiona la inspección educativa como institución de control dentro de la institución escolar. En el mejor de los casos, se cuestionan algunas de sus funciones o que solo haga algunas de las muchas funciones que se le asignan por la legislación actual. Sin embargo, la observación de su actuación nos lleva a constatar que nunca ha abandonado su carácter eminentemente burocrático y de control, aun cuando se pretendió que adquiriera una dimensión más pedagógica y un nuevo talante en alguna de las múltiples reformas educativas del pasado.

Cuando surge la cuestión sobre el papel de la inspección, lo que se percibe claramente es que manifiesta un alejamiento y, en muchos casos, un desconocimiento de la acción educativa y de sus protagonistas cada vez más clamoroso. La presencia de inspectores en la vida de las aulas para compartir problemas, orientar pedagógicamente es escasa y, cuando se da, se utiliza para controlar y sancionar a los supervisados. Eso conlleva una lejanía cada vez mayor de los retos que se plantean hoy a la profesión docente. No conoce ni comparte las incertidumbres, las dudas, las expectativas, ni las inquietudes cotidianas que vive el profesorado en los centros educativos. Su presencia se limita a que todo esté formalmente en orden, dentro del orden y de las órdenes: cada aula con su profesor y su alumnado, cada centro con su equipo directivo formalmente constituido y sus órganos unipersonales y colectivos bien designados y elegidos, que los múltiples documentos cumplan todos los requisitos, que no haya conflictos y, si los hay, los resuelva recatadamente el equipo directivo, que para eso está, y no le lleguen a la inspección y, mucho menos, más arriba.

Así, la función inspectora, con su presencia ausente, es sentida y vivida por el profesorado como la amenaza permanente ante la posible transgresión o incumplimiento de la ley. Esta amenaza forma parte del currículum oculto en el que se desenvuelve la acción docente. Así, las prácticas educativas en las escuelas no se desarrollan en un clima de libertad donde lo central sea la capacidad de innovar e investigar, la atención a la diversidad y el desarrollo de ciudadanos bien formados, críticos, autónomos, creativos, solidarios, participativos, etc., sino que lo central es el cumplimiento de los programas, la no alteración del orden programado, la falta de flexibilidad para organizar los espacios y los tiempos en función de las necesidades de los alumnos/as y de los procesos enseñanza-aprendizaje. Se cierne sobre los centros la amenaza por la posible transgresión de los límites de la censura interna que se ha ido asentando, con la colaboración inestimable de la inspección, como un muro que nos incapacita para saltarlo y hacer lo que sin duda se puede y debe hacer.i

Algunos consideramos que hoy la inspección cumple una función central muy bien utilizada por los gestores del sistema educativo. En la sociedad del miedo, este también se extiende en la institución escolar: miedo a ser sancionado por no cumplir las normas impuestas, miedo al fracaso, miedo al poder, miedo a no acabar el currículo oficial, miedo a no transmitir lo que ellos quieren, miedo a ser evaluado negativamente y miedo a no obedecer. La inspección es, así, uno de los instrumentos básicos utilizados por el poder para inocular un miedo paralizante, en muchos casos asimilado de forma inconsciente, que impide cualquier proceso de autonomía razonable del profesorado y de los centros educativos. Está profundamente interiorizado que también los equipos directivos de los centros, al ser designados por la administración educativa y sentirse parte de ella, la utilizan para presionar al profesorado para que cumpla al pie de la letra la legislación vigente y con toda la burocracia que el control de su tarea docente y su profesionalidad les impone la inspección.

¿Para qué sirve la inspección a la educación y sus procesos de desarrollo humano si ésta se dedica al control del profesorado para que cumpla fielmente los designios del poder?. Fundamentalmente, para que todo se ajuste a las mentiras del poder: las ratios están bien, la distribución de los apoyos es la justa, la inclusión educativa una realidad palpable, los centros educativos son los adecuados y están a punto al comienzo del curso, cuando se inician las clases cada curso todo está en perfecto estado, el currículo impuesto es el justo y necesario, el profesorado tiene autonomía suficiente para poder innovar y… ¿Quién supervisa al poder para que salga de sus mentiras y engaños a la población y a la comunidad educativa? ¿Quién ayuda a desvelar a la ciudadanía las trampas del poder con la educación? ¿Por qué secuestran los datos (respondiendo a órdenes superiores) de abandono, fracaso, repeticiones, escolarización, de distribución del presupuesto educativo?… Las preguntas se hacen interminables.

En una sociedad madura, que reconoce la necesidad de otra escuela que haga efectivo el derecho a la educación y sirva a los intereses de la infancia y a la formación de una ciudadanía crítica, activa, democrática, autoeducada y autoformada, no sería necesaria ningún control autoritario por parte de nadie, o al menos sería una supervisión radicalmente diferente a la actual. Lo fundamental es la potenciación de la responsabilidad compartida entre todos para hacer una sociedad y una escuela cada vez más autoorga nizadas, no basada en la competitividad, sino en compartir, en la relación fraterna, el apoyo y el cuidado mutuo. Para construir la escuela desescolarizada que queremos, la inspección, al menos como está configurada hoy en la práctica, es un obstáculo insalvable. Es la propia comunidad educativa, desde su autonomía, su capacidad de toma de decisiones pedagógicas, su autoorganización y su autoevaluación compartidas, la que ha de dar cuenta pública de su quehacer educativo, devolviendo a la sociedad el control de lo que esta le da.

Por eso no necesitamos ningún “cuerpo” de burócratas como el de la inspección, interesado sobre todo en la defensa de sus intereses corporativos, generalmente insensibles a las necesidades de la infancia y a las barbaridades que el sistema educativo actual hace con ellos. No cuestionan la ley que hacen cumplir, por muy injusta que sea. Son cómplices de la búsqueda de la eficacia de la competitividad, la insolidaridad, el clasismo, el rendimiento utilitarista y demás valores del capitalismo neoliberal. Son fieles servidores de ese poder alienante y esclavizador que se impone en la escuela a gran parte de las personas de la comunidad educativa en una sociedad considerada libre y democrática… Evidentemente, hay maravillosas excepciones que intentan honestamente servir y ayudar a que el sistema educativo camine en una dirección emancipadora, a pesar de las ingentes dificultades con que se encuentran. Pero son tan pocos y tan silenciados que no son siquiera la referencia necesaria para otra posible forma de supervisión educativa.

Pienso que habría que reconvertir la actual inspección para que, permaneciendo en las aulas como docentes, sirvan de apoyo en esta tarea de construcción de otra escuela y educación emancipadora. Velaría por hacer efectivo el derecho a la educación, denunciaría las injusticias escolares y el posible abandono o descuido de la educación pública por los poderes y gestores públicos, promovería la inclusión y denunciaría la segregación, compartiría miradas y sensibilidades con el profesorado y las familias, etc. Serían personas formadas para cooperar en que esa escuela responda a una educación libre de imposiciones y a su construcción como una comunidad de cuidado mutuo, de convivencia positiva, de vida compartida y de estímulo constante a la propensión de la infancia por aprender siempre.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/09/18/inspeccion-educativa-para-que/

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Educación, bases para el acuerdo

Por José Manuel Bujanda

EL proceso para definir el Sistema Educativo abierto por el Departamento de Educación del Gobierno Vasco en septiembre del año pasado con el objetivo de alcanzar un Acuerdo por la Educación en Euskadi dio hace unos seis meses, concretamente el pasado 5 de febrero, un salto realmente importante y cualitativo. Ese día la consejera de Educación, Cristina Uriarte, presentó ante una treintena de agentes educativos el documento denominado Bases para el Acuerdo elaborado durante los últimos meses. En dicho documento se recogían aquellos aspectos que generaron consenso entre los integrantes. Este recorrido responde al calendario de acciones establecido en septiembre del año pasado cara a una futura Ley de Educación para el conjunto del Sistema Educativo Vasco.

Con este espíritu se conformaron en su día cinco grupos en función de los contenidos a tratar mediante un proceso participativo por personas conocedoras y cualificadas en cada una de las temáticas tratadas en profundidad;a saber, de una manera muy resumida y sucinta:

Convivencia: eje vertebrador de una escuela cohesionada que proponga modelos de intervención integrados y flexibles que garanticen oportunidades educativas de calibre para un alumnado diverso y centros educativos con singularidades propios. Considero importante señalar el objetivo de crear mecanismos de garantía en el acceso del alumnado con el fin de lograr una escolarización más inclusiva y equilibrada favorecedora de una mayor convivencia, cohesión social y la corresponsabilidad, fundamental, de las familias y agentes educativos para favorecer la convivencia.

Lenguas: el texto subraya que la formación del profesorado es imprescindibles para profundizar en prácticas innovadoras de enseñanza de las lenguas y constata que la responsabilidad compartida de la sociedad es una de las bases para consolidar el plurilingüismo. Se trata de conformar un marco propio plurilingüe con el euskera como eje central.

Evaluación: el documento plantea la conveniencia de crear un marco propio de evaluación para la mejora continua de nuestro sistema educativo y de fomentar una mayor autonomía en los centros para el mejor desarrollo de los proyectos educativos.

Modernización de la Educación y Autonomía de los centros: se insiste en la necesidad de contribuir a la consolidación de un profesorado empoderado y prestigiado que pueda responder a un alumnado con nuevas necesidades.

Es preciso reformular el modelo vasco de educación para adaptarlo al nuevo contexto y con el fin de preparar a la sociedad vasca para hacer frente a los retos que en un futuro inmediato de plantearán

A partir de este momento todos los agentes educativos, profesores, direcciones, familias, sindicatos y patronales educativas han dispuesto de un plazo para realizar las aportaciones y reflexiones que considerasen pertinentes. Recibidas dichas aportaciones el Departamento de Educación procedió a su vez a remitir el documento resultante al Consejo Escolar de Euskadi que a su vez recorrió un proceso propio e interno con el objetivo de trasladar de vuelta al Departamento de Educación las consideraciones adoptadas al respecto.

Así, el Consejo Escolar de Euskadi analizó el documento y tras su aprobación por mayoría trasladó al departamento de Educación sus propuestas de mejora. Incluidas dichas propuestas de mejora, el Departamento de Educación presentó para su aprobación ante el Consejo de Gobierno la versión definitiva del documento Bases para el Acuerdo. Dicho documento aprobado por el Consejo de Gobierno ha sido remitido ya a su posterior estación, al Parlamento Vasco.

Será la sede parlamentaria, en representación de la ciudadanía vasca, quien en último término mostrará su opinión sobre un texto de origen plural y diverso en cuanto a su creación, y matizado y enriquecido en el Consejo Escolar, órgano, a su vez, representativo del conjunto de la Comunidad Escolar.

El documento identifica tanto el nuevo contexto en el que se ha de mover la educación como los innumerables retos a los que se enfrenta la adaptación del modelo hasta ahora vigente. La transformación del modelo de sistema educativo vasco se convierte así en una necesidad objetiva de carácter estructural y existencial. Tanto el derecho universal de la ciudadanía a recibir una educación de calidad como la asunción de unos valores (democracia, pluralismo político, libertad, consenso, derechos fundamentales, ética, derechos y obligaciones) y que han de ser desarrollados a través de políticas educativas eficaces nos permitirá una sociedad más justa, solidaria y democrática. Ello identifica a la educación como un servicio público fundamental con la correspondiente obligación institucional de hacerlo efectivo.

Es de destacar que este sincero intento por alcanzar entorno a la educación se caracteriza por ser un proceso participativo amplio tal como se elaboraron los Decretos Curriculares. Se trata de un proceso para definir el Sistema Educativo que queremos para posteriormente abordar el cómo. Hay que recordar que la actual Ley en vigor desde 1993 gozó de un importante respaldo, pero en la Euskadi de 2018, 25 años más tarde, muchas cosas han cambiado, también en el ámbito educativo: nuevas tecnologías, impulso a las lenguas, nuevas metodologías, el binomio enseñanza-aprendizaje etc. Los cambios que se han producido desde entonces en la sociedad y, en particular, en el sistema educativo han sido vertiginosos. Es preciso pues repensar y reformular el modelo vasco de educación para adaptarlo al nuevo contexto, al nuevo paradigma, y con el fin de preparar a la sociedad vasca para hacer frente a los retos que en un futuro inmediato se plantearán, también en el ámbito educativo.

Así lo manifestó en su día la consejera Uriarte: “Los cambios que se están dando en la educación y en nuestra sociedad exigen una reflexión y adecuación por parte de las diferentes visiones que conformamos la comunidad educativa vasca. La necesidad de un nuevo Acuerdo para la educación que responda a un propósito común. El diálogo, la reflexión compartida y el acuerdo son las bases sobre los que hemos construido nuestro Sistema Educativo y sobre el que tenemos que pivotar el cambio. Estamos ante un reto colectivo, un reto de País”. Ese es el objetivo, el logro de un suelo común que defina los pilares de la educación y que pueden ser compartidos por toda la comunidad educativa. Y ello en base a las competencias de las que gozamos por el Estatuto en su artículo 16..

Hago mía una reflexión del catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad del País Vasco y abogado Juanjo Álvarez que como profesor comparto totalmente: “No debemos olvidar tampoco factores de enorme complejidad que rodean su actividad docente y relacional como es el relativo a un alumnado cada vez más exigente;esta conexión entre profesorado y alumnado es complicado de gobernar y ordenar porque demasiadas veces los estudiantes son solo conscientes de sus derechos y no de sus deberes lo que conduce a un debilitamiento de la auctoritas, de la percepción del profesorado como autoridad”. Sí, es un reto colectivo como País, está en juego el futuro de las próximas generaciones, el de nuestra sociedad a futuro.

Estamos ante un nuevo curso escolar, está en ciernes un nuevo curso esta vez político, el Parlamento Vasco abre sus puertas, se presenta, pues, una magnífica oportunidad en la que altura de miras y la responsabilidad compartida en el diálogo serán la clave de bóveda para que Bases para un Acuerdo por la Educación llegue a buen puerto. Sea.

Fuente del artículo: http://www.deia.eus/2018/09/05/opinion/tribuna-abierta/educacion-bases-para-el-acuerdo

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Argentina: La crisis del sistema educativo en su conjunto (Audio)

Argentina / 16 de septiembre de 2018 / Autor: FM La Tribu / Fuente: La Mar en Coche

Los maestros y maestras de escuelas públicas y privadas y las y los docentes universitarios de todo el país ratificaron la convocatoria a un paro nacional con movilización al Congreso para el próximo jueves 13.

La medida de fuerza es en rechazo al ajuste presupuestario para el sistema público de educación –que el Gobierno profundizará en 2019 en busca del déficit cero, según denuncian los gremios– y se da también en el marco del conflicto universitario en todo el país, con facultades paralizadas por tomas estudiantiles y huelgas de profesores

La semana próxima va a ingresar el Presupuesto 2019 para su tratamiento en el Congreso y trae un ajuste en educación muy importante. No va a incluir por primera vez lo que es inversión en educación técnica y las becas escolares.

María Bielli, referente de El Hormiguero, rectora del Instituto de Formación Superior Dora Acosta en la Villa 31 explica cómo ve el debate del proyecto de UNICABA y da un panorama de toda la situación educativa nacional.

 

 

 

 

Fuente de la Entrevista:

LA CRISIS DEL SISTEMA EDUCATIVO EN SU CONJUNTO

ove/mahv

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