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La UNESCO y el Ministerio de Educación presentan el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2017/2018

22 de noviembre de 2017 / Fuente: http://www.unesco.org/

El acto de presentación estuvo encabezado por el señor Andrés Navarro, ministro de educación, la señora Katherine Müller-Marín, directora de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de UNESCO.
El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) 2017/2018, presentado bajo el tema “rendir cuentas en el ámbito de la educación: cumplir nuestros compromisos” advierte que puede tener efectos negativos graves el hecho de imputar a determinados responsables de los sistemas educativos los problemas de fondo de que éstos adolecen. Esos efectos pueden consistir en un aumento de las desigualdades y un deterioro del aprendizaje.

El acto de presentación estuvo encabezado por el señor Andrés Navarro, ministro de educación, la señora Katherine Müller-Marín, directora de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe, UNESCO La Habana. También les acompañaron los señores Reynaldo Espinal, director de Relaciones Internacionales del MINERD y Luis O. Brea Franco, secretario general de la Comisión Nacional Dominicana para la UNESCO.

La ponencia efectuada por la representante de la UNESCO, señaló que este segundo volumen del GEM es un seguimiento de los avances logrados para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4 adoptado por la comunidad internacional en materia de educación. El documento analiza las diferentes modalidades en que las personas e instituciones pueden rendir cuentas de su acción en la persecución de dicho ODS mediante el establecimiento de reglamentaciones y pruebas, de actividades de seguimiento y auditorías, y de métodos para tener en cuenta las opiniones de los medios informativos y las asociaciones comunitarias.

De parte del Ministerio de Educación, el señor Víctor Sánchez, viceministro de planificación y desarrollo, abordó en su presentación los avances del sistema educativo nacional, como también los desafíos que enfrenta República Dominicana para el logro de las metas del ODS 4.

El evento contó con la presencia de representantes de agencias del Sistema de las Naciones Unidas, rectores de universidades, funcionarios de gobierno y miembros de la sociedad civil.

En el informe se hace un llamamiento a los gobiernos para:

1. Concebir mecanismos de rendición de cuentas estimulantes para las escuelas y evitar los sistemas de sanciones, especialmente los basados en mediciones restringidas del rendimiento.

2. Permitir la participación democrática, respetar la libertad de análisis de los medios informativos sobre los temas de educación y establecer organismos independientes para examinar las reclamaciones y quejas.

3. Elaborar reglamentaciones fiables y eficaces para todos los centros docentes públicos y privados. Esas reglamentaciones deben comprender sanciones para garantizar la no discriminación y la calidad de la educación.

4. Hacer que el derecho a la educación sea exigible judicialmente, cosa que no ocurre en el 45% de los países.

Más sobre el GEM 2017-2018

En el Informe se señala que en el sector de la educación es fundamental establecer y aplicar reglamentaciones que abarquen desde las licitaciones hasta las cualificaciones de los docentes. Menos de un 50% de los países de ingresos bajos y medios cuenta con normativas para la educación de la primera infancia y sólo un número muy reducido de ellos ha creado mecanismos para controlar su aplicación. En casi la mitad de los países no existen reglamentaciones sobre el número de alumnos por clase.

El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM, antes conocido como Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo), es un informe anual independiente, acreditado y de base empírica que publica la UNESCO. Su cometido consiste en supervisar el progreso en la consecución de las metas educativas en el marco de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los contenidos y la calidad del Informe GEM corren a cargo de un equipo de expertos coordinado por el director de la publicación.

Fuente noticia: http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-view/news/la_unesco_y_el_ministerio_de_educacion_presentan_el_informe/

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República Dominicana: Violencia escolar preocupa a padres dominicanos

Centro América/República Dominicana/22 Noviembre 2017/Fuente: Prensa Latina
La violencia escolar preocupa hoy a padres y profesores dominicanos ante el incremento de ese flagelo desde hace años en los centros docentes, informaron medios de prensa.
Entrevistada por el Diario Libre, la directora de Orientación y Psicología del Ministerio de Educación, Minerva Pérez, explicó que el ministerio busca responder a esos problemas con el refuerzo del personal de orientación y psicología en los centros educativos, así como el apoyo a la familia y estudiantes.

Señaló que los estudiantes expresan su preocupación por la violencia y el acoso en las escuelas, pero también por el trato de los profesores con los estudiantes, lo cual hace necesario integrar a la familia al proceso de enseñanza-aprendizaje y reforzar el conocimiento de orientadores, psicólogos y la policía.

Es necesario capacitar a los profesores para que ellos puedan entenderles en materia de desarrollo psicoafectivo y sean formados en estrategias de regulación emocional, destacó.

Estudios realizados por el Ministerio de Educación, organizaciones no gubernamentales y el Centro Nacional de Estadísticas revelan los altos niveles de agresiones físicas y psicológicas registrados en los últimos 10 años dentro del sistema educacional dominicano.

Según la prensa, la investigación reciente Incidencia de la violencia en adolescentes de 13 a 15 años en las escuelas públicas de la República Dominicana describió que cuatro mil 400 adolescentes identificaron como las formas dominantes de victimización: violencia entre iguales, el maltrato y la violencia sexual.

Asimismo, el 51 por ciento de los menores indicaron haber recibido acoso por otros adolescentes, el 46 experimentó agresión física, 43 fue insultado, el 20 dijo haber sido golpeado y un 18 por ciento fue atacado por pandillas.

Los estudios arrojan además que los alumnos han recibido castigo corporal y abusados sociológicos por parte del personal de la escuela, la Policía Escolar; así como por sus padres y cuidadores.

Aunque el gobierno dominicano plantea llevar adelante una revolución en la educación y se traza planes importantes de cara al futuro, un mal como este debe ser abordado con profundidad y enfrentarlo con determinación, insistieron analistas.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=132815&SEO=violencia-escolar-preocupa-a-padres-dominicanos
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Desaprender a investigar para desaprenderlo todo

Por: Maria Acaso

Empezar una charla (que parecía teórica, pero no lo era) invitando al público a observar un trozo de una planta no es un acto banal. Es un acto que detona, desde el formato, todo lo que se pretende decir desde el contenido; es un acto de honestidad epistemológica que conecta dos sistemas que han sido separados: lo que decimos de cómo lo decimos, los temas que hemos seleccionado de la metodología para transmitirlos.

Invitar al público a observar un trozo de planta y que nadie se levante para observarla desde cerca (para tocarla, para olerla), que nadie modifique la postura oficial de ser oyente (que consiste en estar sentado sin moverte), tampoco es banal. Nos han educado para que admitamos que no se piensa con el cuerpo, sino exclusivamente con la cabeza, así que resulta embarazoso atreverse a romper esa norma implícita, atreverse a ser el único en hacer ruido, captar todas las miradas, acercarse a la planta y utilizar otro sentido que no sea la vista para observar.

Observar, un proceso estructurado desde la antropología, un proceso al que dio forma la ciencia, el método científico, y desde el que se producen verdades, esas verdades que a su vez estructuran nuestras creencias, nuestras vidas y, por lo tanto, nuestros cuerpos, esos cuerpos que rehúsan levantarse para tocar.

Los pasados días 6 y 7 de octubre tuvo lugar, en el MUSAC, el Laboratorio de Antropología Audiovisual Experimental 2017. Coordinado por Belén Sola (responsable del Departamento de Educación del MUSAC), Chus Domínguez(http://www.chusdominguez.com/) y La Rara Troupe(http://raraweb.org/), problematiza la salud mental utilizando la creación audiovisual como sistema de autorrepresentación y narración en primera persona. En esta edición, Montse Romaní, Mafe Moscoso y yo misma (http://laav.es/encuentros-laav_-17-octubre-2017/) fuimos invitadas para contextualizar desde lo audiovisual, lo antropológico y lo educativo.

Si en algo estábamos de acuerdo los allí presentes, era en la necesidad de desaprender no solo a investigar, sino de desaprenderlo todo.

En el terreno de la antropología, y más en concreto de la etnografía, la planta que detonó el encuentro nos sirvió para denunciar la exclusión de la retórica, de la ficción y de las subjetividades en sus procesos, específicamente en el proceso de observar y en los procesos etnográficos que se han articulado como el modo correcto y normativo de hacerlo. Una observación que prescinde de lo especulativo, de lo poético, de lo sensorial y del cuerpo, mientras que abraza lo objetivo, lo divergente y una mente disociada de la fisicidad, consolidando modos de investigar coloniales, patriarcales y elitistas que rellenan folios alejados de la transformación social.

Por lo tanto, desaprender a investigar implica no solo preguntarnos cómo investigamos, sino también a qué decidimos prestar atención, a qué dirigimos nuestros tiempos y a qué no, y que nuestro investigador sombra nos recuerde que quizá sea más importante aquello que no consideramos importante investigar que aquello que decidimos que lo es.

Modos de observar que se prohíben a sí mismos la posibilidad de ser colectivos, perpetuando el imaginario del investigador (o del artista o del profesor) como un agente individual que, desde la genialidad innata, realiza su trabajo exento de todo lo indispensable para vivir: los cuidados y los afectos, las negociaciones en torno al poder y al conflicto y los placeres.

Desnaturalizar la mirada, mirar con ojos libres de la carga euro y falocéntrica que nos construye, es un ejercicio de desaprendizaje urgente.

Desaprender a investigar puede llevarnos a experimentar modos de observar que unan lo científico con lo mágico, que recoloquen lo exótico como cotidiano y que, definitivamente, no hagan distinciones entre el proceso y el resultado, demostrando la importancia de cómo dar forma a la información que tienes en bruto…

En el terreno de la salud mental, quizá sea necesario replantearse quiénes ejercen la investigación y quiénes son investigados, desaprender el término experto desde la potencia de lo biográfico y repensar quiénes somos o dejamos de ser los raros. Aceptar que esos momentos extraños, cuando el llanto irrumpe como un río que lo cambia todo, son los momentos clave de cualquier investigación, porque solo desde la pasión, el valor y el autoconocimiento podemos aprender de nuestros traumas, abrazarlos en lugar de ignorarlos, y migrar hacia la salud, repensando el significado de este término no desde una óptica médica ni farmacológica, sino desde ópticas que están por construir.

Y, para terminar, desde el terreno de la educación (que forma parte de los dos contextos anteriores, y que he separado porque la linealidad de la escritura me obliga a ello), debemos denunciar prácticamente lo mismo: ¿cómo puede ser que sobrevivamos en las aulas sin retórica, sin placer, sin ficciones?, ¿cómo puede ser que el cuerpo escolar solo se tenga en cuenta en un constructo espacio-temporal denominado Educación Física?, ¿cómo puede ser que se cuente la historia sin entenderla como el relato de quienes la escribieron? Tenemos que desaprender a aprender; incorporar el pensamiento divergente, lo sexi, lo procesual y las colectividades también en las aulasy entender los procesos pedagógicos como las producciones culturales que son; desaprender que las maestras son meras custodias, puesto que sus quehaceres desembocan en saberes indispensables para las sociedades que deben ser resignificados y tenidos en cuenta.

Debemos tener claro que la voz visual es una herramienta que también pertenece a la oralidad de las educadoras, pero, a la vez, perdernos y confundirnos al preguntarnos si una investigación científica podría ser artística, si una producción artística podría ser pedagógica o si un trabajo antropológico podría ser sexual.

Porque el qué y el cómo son importantes, pero, al tener en cuenta que la pregunta más importante es el para qué, soy consciente de una única certeza: tenemos que desaprender para nosotras.

* He decido hacer un ejercicio de reconstrucción comunitaria de lo acontecido, por lo que he borrado los nombres de las personas concretas que enunciaron los conocimientos que se generaron, en un ejercicio de archivo y autoría colectiva que pretende ser honesto con los presupuestos del LAAV2017.

Fuente: http://www.mariaacaso.es/desaprender-investigar-desaprenderlo/#more-1841

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España: Educación publica los nuevos criterios para ser profesor universitario funcionario

España/22 noviembre 2017/Fuente: 20 minutos

  • Según lo publicado por la ANECA, la experiencia tendrá menos peso frente al número de publicaciones científicas en revistas de impacto.
  • CSIF dice que se dejará a «centenares de profesores universitarios sin ascenso».

La Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), organismo dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, ha publicado este pasado viernes los nuevos criterios de acreditación del profesorado que quiera acceder a las plazas de profesor titular y catedrático de Universidad. Los sexenios en investigación, es decir, la experiencia, tendrá menos peso frente al número de publicaciones científicas en revistas de impacto.

Estos son algunos cambios de las nuevas reglas, integradas en el programa ACADEMIA, que responden a la aplicación del Real Decreto 415/2015, de 29 de mayo. El texto con los requisitos publicado hace un año fue rechazado por los sindicatos universitarios y los rectores, que alertaron de su endurecimiento en la mayoría parte de las áreas, especialmente, en la relacionada con la investigación docente.

El texto de hace un año fue rechazado por los sindicatos y los rectoresEl programa ha estado en suspenso durante un año hasta que este viernes la ANECA publicaba las nuevas reglas a las que se deben atener los aspirantes a profesores y doctores de las universidades públicas españolas y que, según UGT, tienen un «cariz agridulce». El sindicato considera que algunas de las propuestas de los sindicatos se han atendido parcialmente, sobre todo en la rama de Arquitectura e Ingeniería. Sin embargo, entiende que son más las propuestas que no han sido incorporadas, como las referidas a las Ciencias Sociales y Jurídicas.

Según CSIF, las nuevas dejarán a «centenares de profesores universitarios sin ascenso». A juicio, el peso de la experiencia será «residual» y señala que el nivel de exigencia en investigación es «desproporcionado», ya que en algunas comisiones evaluadoras (han pasado de 5 a 21), se ha elevado prácticamente un 100%.

Este sindicato argumenta, el trabajo desarrollado hasta ahora por estos docentes, «en algunos casos hasta los 24 años correspondientes a 4 tramos de investigación reconocidos», queda «reducido a absolutamente nada» en el nuevo sistema, «o como mucho a un simple mérito complementario o específico más». También señalan que los nuevos criterios no contemplan la labor interdisciplinar que realiza el profesorado y que esto puede generar «graves dificultades» al profesorado perteneciente a áreas como Matemática Aplicada, Estadística e Investigación Operativa o Economía, entre otras.

Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/3191490/0/nuevos-criterios-ser-profesor-universitario-funcionario/

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Educación pública de Nicaragua inicia inédita matrículas en línea

Nicaragua/22 noviembre 2017/Fuente: El Economista

La educación pública de Nicaragua inició hoy las matrículas en línea, por primera vez en el país centroamericano, para el curso 2018.

«Inicia el proceso de matrícula (…) en línea para todas las modalidades de educación», anunció el Ministerio de Educación (Mined), en un comunicado.

«A partir de hoy, podés matricular a tu hijo desde tu casa, negocio o centro de trabajo, desde tu teléfono celular», dijo el delegado del Mined en Managua, Sergio Mercado, a periodistas.

El objetivo de la matrícula en línea es garantizar que los padres de familia matriculen a sus hijos sin necesidad de abandonar sus ocupaciones diarias, afirmó Mercado.

Otro objetivo es descongestionar las escuelas públicas, donde se aglomeran los padres de familia los días de matrícula, según las autoridades del Mined.

Este mismo lunes el Mined abrió las matrículas del curso 2018 para las modalidades de educación inicial y preescolar, mismas que se extenderán por dos días.

Nicaragua cuenta con una matrícula de unos 1,7 millones de estudiantes, la mayoría en el sistema de educación pública.

El año escolar inicia en Nicaragua cada febrero y termina en noviembre.

Fuente: http://www.eleconomista.net/2017/11/20/educacion-publica-de-nicaragua-inicia-inedita-matriculas-en-linea

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Queríamos evaluar y terminamos contando: alternativas para la evaluación del trabajo académico (Resumen)

Angélica Buendía∗, Susana García Salord∗, Rocío Grediaga∗, Monique Landesman∗, Roberto Rodríguez-Gómez∗, Norma Rondero∗, Mario Rueda∗, Héctor Vera∗

Introducción

Una de las políticas públicas de mayor impacto y continuidad para orientar, regular e incentivar el desempeño del personal académico de tiempo completo en las universidades públicas del país está sustentada en los programas de estímulo a la productividad, los cuales surgieron con el propósito de mejorar la calidad de la educación superior universitaria. El supuesto básico de estas políticas asoció los incentivos económicos con el impulso al personal académico para obtener posgrados, atender las tareas involucradas en la formación docente y participar en los programas institucionales de investigación y difusión.

En los programas de estímulo subyace un efecto de agregación: si la mayor parte de la planta académica de tiempo completo cumple con los requisitos establecidos, el resultado debería ser el logro de la calidad esperada. En esencia, están orientados a premiar, mediante cuotas de sobresueldo, la productividad académica expresada básicamente en el número y la calidad de los productos de investigación, así como la actividad docente, medida por el número de asignaturas, tutorías y tesis dirigidas. Estos programas de estímulos representan, así, una fórmula de pago por méritos.

Aunque los múltiples programas de estímulos coinciden en ciertos rasgos, difieren en aspectos como el monto del sobresueldo asignado, los requisitos a cumplir y los procedimientos de evaluación correspondientes. En su origen, cumplían principalmente una función compensatoria del deterioro salarial ocurrido en la década de los ochenta, y su intención era retener en las universidades al personal de mayor calificación. En la actualidad operan como un segundo régimen y tabulador que gobierna el trabajo académico en las instituciones. Aunque conservan su carácter voluntario para los profesores e investigadores, es un hecho que por su implicación en el ingreso económico, la mayor parte del personal académico de tiempo completo, a gusto o disgusto, acude a su convocatoria.

Como la asignación de las categorías, previa evaluación es por periodos determinados, los aspirantes pueden ascender, conservar la categoría o descender. Esta condición se traduce en una presión continua para enfocar la actividad individual a la acumulación de tareas y productos contemplados en los protocolos y reglas operativas. De esta manera, los estímulos se han consolidado e institucionalizado como rutas de la trayectoria académica y profesional del personal académico generando un orden donde son prioridad el trabajo individual, el enfoque de competitividad de tareas y resultados, la producción documentable, y el uso del tiempo de trabajo en las actividades que acreditan la satisfacción de requisitos.

Se trata de una racionalidad meritocrática, que tiende a desplazar a otras lógicas académicas, principalmente aquellas relacionadas con la simple satisfacción de contribuir, desde la vocación, la responsabilidad y el compromiso compartido, a los ejes centrales de la misión universitaria: formar estudiantes, generar bienes de conocimiento y cultura, y participar en su difusión social. La tensión entre ambas racionalidades —académica e instrumental— explica la aparente paradoja entre el éxito de la política asociada con los programas de estímulo (su permanencia, su progresiva extensión en el ámbito de la educación superior pública y su amplia capacidad de convocatoria) y las críticas que diversos actores, como especialistas, responsables de la instrumentación e incluso los propios académicos, han repetido prácticamente desde sus inicios.

Antecedentes de los programas de evaluación del trabajo académico

A mediados de la década de 1980, se implementaron una serie de políticas públicas relacionadas con la educación superior cuyo propósito era orientar su conducción a través de diferentes programas e instrumentos de evaluación del trabajo académico, que se incorporaron paulatinamente en las instituciones. Su origen se fundamentó en el pago por mérito asociado a la evaluación, visto como la única vía para mejorar las deterioradas condiciones de los académicos de carrera —es decir, se dirigen únicamente a un sector de la profesión académica: aproximadamente el 30 por ciento del total.

El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) ha sido el programa más visible de estas políticas; fue el primero que buscaba paliar los efectos de las crisis económicas, así como contribuir a retener a los investigadores de las instituciones públicas y a fortalecer la investigación. En su diseño participaron académicos de la UNAM y del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, además de miembros de la Academia de la Investigación Científica (actualmente Academia Mexicana de Ciencias), que estaban ubicados en puestos clave y que para crear el SNI actuaron ante la coyuntura de la crisis de las finanzas públicas de 1982. El sistema que consiguió articularse estaba limitado a los investigadores, era externo a las instituciones y planteó criterios propios de selección. El SNI representó el primer mecanismo de alcance nacional de reconocimiento y retribución a los académicos, basado en el desempeño.

En paralelo al SNI, la Secretaría de Educación Pública, en colaboración con ANUIES, puso en marcha programas basados en fondos extraordinarios concursables para las universidades públicas, que implicaban también procesos de evaluación individual. Este fue el caso del Programa Nacional de Superación del Personal Académico (Supera), el Programa de Mejoramiento del Profesorado (Promep, hoy Prodep), y el Programa de Estímulos al Personal Docente.

Esto ha conducido a que no sólo en el ámbito de los estímulos al personal académico, la educación superior en México se caracterice por ser un sistema dual, en el que operan políticas diferenciadas que no han alcanzado su adecuada articulación. Por una parte, se encuentra el sector de la educación superior universitaria y tecnológica, que responde a las políticas delineadas por la Subsecretaría de Educación Superior, de la SEP. Por la otra, está el sector del posgrado y la investigación científico-tecnológica, cuyas políticas son delineadas y operadas por el Conacyt.

Efectos del actual sistema de evaluación

Aunque las políticas buscaban instaurar una cultura de la evaluación, lo que los distintos programas de evaluación generaron fue un aparato burocrático dedicado al recuento curricular. Aunque no exento de algunas virtudes, ese resultado no instituyó prácticas que les permitieran a los evaluados contar con guías y retroalimentación para mejorar su quehacer profesional; lejos de ello, los académicos se toparon con pesados aparatos administrativos que los empujaban a producir más, sin que hubiera modelos que especificaran el sentido y los estándares de calidad de sus actividades docentes y de investigación. En resumen, se implementó, un sistema de recompensas para quienes entregaran cierto tipo de productos y no una evaluación que los orientara para ser mejores académicos.

Los programas en curso, más que hacer una evaluación académica, han institucionalizado el recuento curricular, pues no cumplen con la función de valorar integralmente el aporte de los resultados a la acumulación de conocimientos, la calidad en la formación de recursos humanos ni la retroalimentan a los evaluados para que los resultados les permitan mejorar su desempeño. Los programas miden lo que se puede medir, no lo que se requiere sistematizar para promover la calidad de las actividades académicas. Es más fácil contar las publicaciones que evaluar los resultados de las labores docentes, por lo que éstas se han menospreciado entre los indicadores, minimizando el esfuerzo que los académicos destinan a ellas. La evaluación actual ha llegado a confundir el indicador con el trabajo que “cuenta”, pero no valora, reconoce o retroalimenta, más bien segmenta y etiqueta desempeños individuales, disociándolos de los objetivos de desarrollo institucional. Esta condición genera, a su vez, que los programas sobrevaloren ciertas actividades sobre otras —por ejemplo, investigación por encima de la docencia, la difusión de la cultura y la vinculación social— sin analizar los aportes y su calidad en el marco de los campos de conocimiento o institucionales, el tipo de resultados, las tradiciones disciplinarias y la etapa de la trayectoria de los sujetos evaluados.

Por otro lado, los programas actuales, más que instancias que busquen mejorar los resultados de académicos e instituciones, parecen mecanismos de supervisión y control, basados en la desconfianza mutua entre gobierno e instituciones, y entre las instituciones y sus académicos.

Dada la multiplicación de programas, la frecuencia de las evaluaciones, la diversidad de formatos, el tipo de requisitos y el incesante incremento del número de instituciones, programas y académicos a evaluar, los académicos —especialmente los más reconocidos— cuando fungen como evaluadores destinan una parte importante de su tiempo, concentración y energía a procesos rutinarios. De igual forma, los evaluados consumen también una gran cantidad tiempo para cubrir los requisitos y proporcionar las evidencias solicitadas.

La periodicidad y cantidad de los programas de evaluación desalienta los trabajos de investigación de largo plazo, que frecuentemente son desplazados por proyectos de corto alcance. Esto ha conducido a la institucionalización de vicios y simulaciones, promoviendo un productivismo sin impacto organizacional ni disciplinario que se asocia directamente con la búsqueda de recursos económicos adicionales.

La evaluación del trabajo académico afecta más directamente a una minoría selecta de instituciones y académicos. Los graves problemas de los profesores de tiempo parcial se han atendido poco, porque en general se hace énfasis en la investigación y en la diversidad de actividades y funciones que sólo realizan los académicos de tiempo completo. En la mayoría de las instituciones de educación superior la desatención a la evaluación del trabajo académico de un extenso grupo de profesores de tiempo parcial que sostienen la docencia en un alto porcentaje —sobre todo a nivel de licenciatura— ha ampliado la brecha en las condiciones laborales y los ingresos entre los profesores de tiempo completo y los de tiempo parcial. Además, las repercusiones de los premios, “estrellas” y “medallitas” de los distintos programas son inequitativos y estratifican a los académicos, quienes compiten en desigualdad de condiciones para alcanzar los indicadores, debido a las diferencias en términos contractuales, en condiciones formativas y en apoyo institucional.

Resulta igualmente pertinente mencionar dos situaciones económicas vinculadas con las evaluaciones: los salarios y la jubilación. En el primer caso, se ha desatendido la discusión del tema central de los salarios dignos, pretendiendo que con la incorporación de remuneraciones no salariales se resuelve el problema de recuperar los ingresos y se logra estabilidad para garantizar la autonomía necesaria para producir conocimiento y formar los recursos que se requieren para el desarrollo social. Al no encarar la discusión en los salarios base, se desvía la atención hacia medidas parciales en vez de concentrarse en la búsqueda de mejores condiciones de trabajo para los miembros de la profesión académica. Por otra parte, los programas de recompensas han contribuido a obstaculizar el retiro de los académicos. Esto en la medida en que los estímulos representan un alto porcentaje del ingreso, pero no repercuten en el monto de la jubilación ni en otras prestaciones. La planta académica se ha envejecido, lo cual, sumado a las restricciones presupuestales para la creación de nuevas plazas, dificulta la renovación de la planta académica y propicia el desempleo de los egresados de los programas de posgrado, que por su expansión son un número cada vez mayor. Por consiguiente, los procedimientos de evaluación en curso han afectado el relevo generacional.

Una propuesta para transformar la evaluación del trabajo académico

Podemos afirmar que las evaluaciones que hoy se realizan en el marco de los diferentes programas de incentivos no cumplen con varios de los requisitos esenciales en cualquier proceso de evaluación académica:

  • que la evaluación tenga la finalidad de promover el desarrollo de los evaluados y no la de premiar o castigar;
  • que los evaluadores emitan recomendaciones que aporten a mejorar los resultados y a propiciar la confluencia entre los objetivos de las trayectorias personales y las metas de las instituciones en que se participa;
  • que los criterios de evaluación respondan a las particularidades de lo que se evalúa y que consideren las múltiples dimensiones del trabajo académico;
  • que las reglas y los procedimientos sean explícitos y claros para todos los participantes (por ejemplo, las reglas para subir o bajar de nivel en un programa de estímulos o escalafón);
  • que los resultados sean transparentes;
  • que existan recursos de revisión.

Nuestra propuesta para mejorar las evaluaciones del trabajo académico es establecer a la evaluación como una estrategia institucional de valoración sistemática del trabajo global que realiza cada académico en pro del cumplimiento de los objetivos institucionales y del desarrollo del conocimiento en su campo de especialización. Se trata de abrirle paso a la función diagnóstica y formativa, propia de la evaluación académica, cuyo propósito central es la mejora sistemática de los procesos de trabajo, la superación continua de las personas, los grupos y las instituciones encargadas de llevarlos a cabo.

Para esto proponemos reemplazar el recuento curricular por una evaluación académica concebida como una evaluación diagnóstica, no centrada exclusivamente en los productos sino en el análisis integral de los procesos de trabajo, con la intención de identificar: los objetos de trabajo y los propósitos que cada académico se planteó; los retos y las dificultades que encontró y las formas de resolverlos; los recursos de que dispuso y el tiempo que invirtió; los avances y aportes que logró en distintos ámbitos; los puntos vulnerables y los pendientes que restan por encarar; los intereses y preocupaciones que surgieron y pretende trabajar, y sus necesidades de superación académica.

La evaluación diagnóstica será una evaluación formativa en la medida en que se lleve a cabo como un ejercicio de reflexión colegiada, de retroalimentación y de intercambio informado entre colegas que asumen el papel de interlocutores y no de jueces. Y, ciertamente, dicho potencial será una realidad en la medida en que el proceso de evaluación cuente con la participación activa y comprometida de evaluados y evaluadores.

Proponemos, pues, propiciar el tránsito hacia la evaluación diagnóstica y formativa. Se pueden introducir cambios significativos en la medida en que el recuento curricular periódico de los productos se inscriba en la evaluación y autoevaluación de los procesos, entendidas como apreciaciones integrales del trabajo en las que se toma en cuenta el proyecto institucional, las condiciones objetivas en las que se realiza el trabajo, el tipo de nombramiento de cada académico, la disciplina de referencia, el momento de la trayectoria individual, la edad y el género.

Este tipo de evaluación tendría lugar en los grupos, equipos o unidades de adscripción más próximos, donde el académico realiza su trabajo cotidiano. Sus instrumentos serían el plan de trabajo y el informe de actividades anuales, y todo el proceso de evaluación estaría a cargo de los mismos involucrados. Los resultados de la evaluación se presentarían en el cuerpo colegiado de la institución encargado de dictaminar los planes e informes anuales de todos los académicos.

Para realizar una valoración integral de los expedientes proponemos que —al margen de que se trate de un programa de incentivos, de becas o de una evaluación colegiada del trabajo individual, en el interior de un grupo o de un equipo— el resultado de la evaluación sea una apreciación global del trabajo de cada académico, en la que consten en breve dos cuestiones: 1) un balance general que valore la calidad del trabajo realizado en función de la trayectoria del académico, las condiciones institucionales y personales de trabajo, apoyado en los productos reportados; 2) sugerencias que, a modo de retroalimentación, le permitan al académico hacer los ajustes necesarios para reorientar su plan de trabajo hacia el logro de un mejor desempeño.

De la misma manera, independientemente de la modalidad de evaluación de que se trate, siempre deberá garantizarse el derecho al recurso de revisión y a solicitar, según el caso, una nueva evaluación a cargo de evaluadores distintos de los que emitieron el primer resultado.

Cabe mencionar aquí otra ausencia notoria en las modalidades de evaluación vigentes: la evaluación de la evaluación, que incluya tanto el trabajo de los evaluadores como el funcionamiento y resultados de la aplicación de los programas mismos. Para ello, es conveniente establecer criterios y procedimientos claros. Se podrían tomar en cuenta, entre otras cosas, las horas que requiere, la cantidad de expedientes a cargo de cada evaluador, la dinámica de trabajo de las comisiones dictaminadoras, el tipo de dificultades más frecuentes, los índices de aprobación y rechazo, el contenido y el número de las solicitudes de revisión, las valoraciones de los académicos sobre el proceso y el grado de avance en los objetivos planteados. A partir de esto se harían los ajustes que se consideren necesarios para las siguientes evaluaciones.

Dada la gran cantidad de expedientes que típicamente hay que atender, haría falta estimar con mayor seriedad el número necesario de evaluadores en función del tiempo real que exige la evaluación rigurosa de cada expediente. No es recomendable recargar a los evaluadores con un número excesivo de expedientes, como sucede en la actualidad. Es deseable que los evaluadores sean elegidos por los profesores de las unidades académicas de una lista de sus pares, y que éstos no sean las autoridades de la institución. Finalmente, cabe recordar que el nivel alcanzado en los programas de estímulos —sean del SNI o de algún otro—, no representa un criterio que garantice ser un buen evaluador.

Conclusión

Cualquier intento por mejorar sustancialmente los procesos de evaluación del trabajo académico tendrá que afrontar el problema medular de que hoy la evaluación está unida a la administración de los ingresos económicos de los académicos en forma de estímulos y sobresueldos. Esto hace que sea urgente poner sobre la mesa de discusión la necesidad de un salario base digno y suficiente para todos los académicos.

La presente propuesta representa un acercamiento para atender las limitaciones y los efectos de los actuales programas de estímulos y pretende ofrecer a las instituciones de educación superior un nuevo horizonte de referencia para la transformación de la evaluación de sus académicos. Se trata de transitar del recuento curricular a la evaluación diagnóstica y formativa, introduciendo nuevos fundamentos y criterios en los programas vigentes. Las virtudes de nuestra propuesta son la construcción de un sistema real de evaluación que sea equitativo y transparente, que fomente la participación de los académicos en el proceso, que esté articulado a un proyecto institucional, que permita mejorar la calidad de las prácticas académicas y que respete la heterogeneidad de las instituciones, sus posibilidades reales de cambio, la diversidad de disciplinas y trayectorias. También pretende simplificar la maquinaria burocrática que participa en las evaluaciones, evitar las contradicciones entre los distintos mecanismos vigentes, contribuir a la autonomía de las instituciones y reducir el costo en trabajo y dinero de los procesos. Nuestro objetivo, en última instancia, es presentar sugerencias, criterios y cuestiones de carácter operativo para avanzar en la implementación de la propuesta general, que cada institución adaptaría a sus características específicas.

Fuente del Artículo:

Queríamos evaluar y terminamos contando: alternativas para la evaluación del trabajo académico (Resumen)

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Entrevista a Araceli Salas: Con los chicos con dislexia funcionan bien las metodologías activas y multisensoriales”

20 noviembre 2017/Fuente: El Diario de la Educación

Araceli Salas lleva 15 años luchando porque el sistema educativo y su reglamentación entienda y atienda a las personas con dislexia, para mejorar su atención, para adaptarse a ellas. Aún hoy asegura que “hay profesores no muy formados que te dicen que la dislexia es un invento”.

Araceli Salas se pasó varios años preguntándose qué le pasaba a su hijo. Nadie le daba respuesta. Finalmente, cuando el pequeño tenía 9 años, dieron con ello: tiene dislexia, esa gran desconocida (entonces y aún hoy). Decidida a mejorar las condiciones escolares y de vida general de personas con este trastorno, Salas fundó la asociación Disfam (Dislexia y Familia), desde donde lleva a cabo su lucha. En estos años, el movimiento asociativo ha conseguido colocar la dislexia en la agenda educativa, pero todavía queda camino por recorrer, explica, sobre todo información social y formación del profesorado. El siguiente paso, conseguir un plan nacional de la dislexia.

¿Cómo llegaron a saber que su hija tenía dislexia?

Empezamos hace 15 años. Veíamos que mi hijo pequeño tenía dificultades en el colegio. Al principio eran a la hora de expresarse. Lo llevamos a una logopeda, que nos dio el alta, pero había cosas que no cuadraban. Era un niño muy vivo, muy listo para según qué cosas, pero con 7-8 años tenía dificultades a la hora de entender lo que escribía y leía. Juntaba letras, omitía otras. Tenía dificultades, entre ellas distinguir izquierda y derecha, interiorizar la lateralidad, para situarse en el espacio-tiempo, los días de la semana, los meses del año. Sin embargo, veía una película, algo más visual, y se acordaba de todo. Buscábamos, a ver qué pasaba, pero no acabábamos de encontrar respuestas. Tenía dificultades ya desde infantil: no recordaba los colores, no llevaba el ritmo que se supone que tienen que llevar en 1º de Primaria con la lectoescritura. Él lo estaba pasando mal con la autoestima. Aunque nadie le comparaba, él sí lo hacía porque no es tonto. Veía que los demás entendían lo que leía y él no. Él sufría y empezó a tener secuelas emocionales. A retraerse, a tener dolores de cabeza, de barriga. Le llevamos al oculista, al otorrino. Todos los médicos te dicen que está estupendo, pero tú ves que aquello no avanza.

Yo tenía sospechas de dislexia, pero nadie me las confirmaba. Decían que era un problema de madurez. Con 9 años encontré una psicóloga especializada que le hizo las pruebas y nos dijo que nuestro hijo era disléxico. A partir de ahí, lo que me creía que estaba solucionado -porque teníamos un diagnóstico en mano- no había hecho más que empezar. No encontraba respuestas sobre qué teníamos que hacer con él. En las leyes educativas estaban amparadas muchas discapacidades auditivas, motoras, pero no los que tienen dificultades de aprendizaje. Entonces entramos en contacto con otras familias y fundamos la asociación.

¿Cómo está el panorama de la detección de la dislexia? ¿Hay muchos niños sin diagnosticar?

Pensamos que hay muchos. Hablamos de que un 10% de la población la padecería, pero basta con pasarse por cualquier colegio; te dicen que hay uno o dos. Se ha avanzado mucho, pero se necesita mucha sensibilización y formación. Cuando empezamos con la asociación, la mayoría de los casos venían del final de primaria o principios de secundaria, y ahora vienen familias con hijos en educación infantil a informarse. Como no existen dos casos iguales, hay diferentes grados, y la dislexia puede venir sola o con otros trastornos como TDA. Al no haber la suficiente formación cuesta entender que haya un chico sacando sietes y ochos en el instituto y sea disléxico, parece que por serlo tienes que suspender. O hay alguien con una dislexia muy severa y muchas dificultades y parece que es más que dislexia. La única herramienta es la formación, para que los equipos de orientación puedan identificarla y para que los maestros puedan atenderla.

Apostamos por una adaptación metodológica o de acceso. El chico tiene capacidad para ver lo mismo que nosotros, pero la forma de acceder a esa información tiene que ser distinta. Ellos procesan la información de otra manera, tienen un cerebro predominantemente visual. Les funcionan las metodologías más bien activas y multisensoriales más que las tradicionales. Leer el ejercicio 1 y 2, como aprendíamos nosotros y por desgracia se sigue aprendiendo en muchos centros, no les funciona porque no interiorizan el aprendizaje de esta forma. Ellos pueden aprender, necesitamos entender cómo lo hacen.

¿Se hacen estas adaptaciones?

Estamos avanzando mucho. Pero depende, por desgracia, mucho del profesor que toca: si se ha formado, es sensible, cree en la dislexia. Porque hay algunos que pueden no estar formados y te dicen que la dislexia es un invento. Hemos avanzado en que si hay un niño que no está siendo atendido como toca o no le están queriendo hacer las adaptaciones pertinentes, tenemos una ley y un decreto que nos ampara.

¿Cuál es la principal reivindicación de DISFAM?

El problema es que no existe un plan nacional. Depende de que en cada comunidad autónoma se haya desarrollado un decreto o no y entonces hay unas ayudas o no las hay. Es bastante injusto que por haber nacido en una comunidad u otra no tengas los mismos derechos. También insistimos en que se mejore la formación en las universidades para que el profesorado y los profesionales del ámbito educativo salgan con una formación más intensa. Una de las cosas que más me llamaba la atención es pensar que si mi hijo no puede leer, no puede aprender. Cuando un niño va al colegio lo primero que te dicen que es que tiene que aprender. Y si no puede leer bien… No entendía cómo había un vacío legal en relación a esto.

Se habla de fracaso escolar y, según en qué comunidades, el riesgo es más alto. Pero si de cada diez casos de fracaso cuatro están relacionados con un trastorno de aprendizaje, de forma directa o indirecta, tendremos que trabajar sobre eso si queremos mejorar esos índices. Si solo apostamos por clases de repaso, como se hace en muchos centros, pero no sabes lo que le está pasando a ese chico, las medidas que se pongan en marcha no van a ser las adecuadas y no vas a tener éxito. Cuando un niño que está en 1º de Primaria no tiene ganas de leer, no le gusta ir al cole o lo pasa mal, algo pasa. Les ponen la etiqueta con muchísima frecuencia de que es vago. Pero no lo es, hay un problema solapado que no se está atendiendo.

Mencionaba antes las adaptaciones de acceso. ¿Podemos aterrizar qué piden?

Que puedan aprender según sus características. Por ejemplo, a la hora de examinarse, que puedan tener más tiempo para contestar el examen. Para lo que los demás hacen en tres cuartos de hora, igual necesitan hora y media. Que un examen tipo test pueda ser un examen oral. O si el examen tiene diez preguntas, que haga cinco, las más importantes. Otra cosa que se puede hacer es resaltar en negrita las palabras clave.

Si en la lectura y escritura se manejan peor por el trastorno, hay que compensar. Por ejemplo, que el interlineado tenga más espacio. Que no tengan que copiar el enunciado o les den el examen escrito ya. Se trata de hacer lo mismo, pero de forma distinta.

Las familias se comunican con la escuela a través de la agenda. La maestra da una consigna a un niño con dislexia o discalculia, este no puede ir tan rápido escribiendo y la escritura no es legible. Entonces los padres no son capaces de leer lo que el niño ha escrito, ni el niño, y eso genera problemas, como que no se sepa cuál es el plazo de entregar un trabajo. Hay que buscar alternativas.

No contar las faltas de ortografía, por ejemplo. Un chico puede saberse el contenido, pero si empezamos a quitar puntos por faltas de ortografía… En un disléxico las faltas de ortografía son síntomas, no faltas. Utilizar las nuevas tecnologías, que utilizan correctores, ordenadores para escribir, para tomar notas. Que ellos vean lo mismo, pero que el acceso a la información sea diferente. Si a un disléxico solo se le permite la lectura para acceder a la información y la escritura para demostrarla, no va a estar igual que sus compañeros.

¿Debe hacerse algún trabajo con sus compañeros?

Damos muchos talleres de normalización en el aula. Vamos al aula a partir de 3º de Primaria y preparamos un taller para que los compañeros puedan entender lo que es esa dislexia. Hacemos juegos de rol para que se sientan disléxicos por un rato, les hablamos de los potenciales de las personas con dislexia, les ponemos ejemplos de personas conocidas (actores, deportistas) para empoderar al chico con dislexia y, sobre todo, para cambiar la mirada.

El niño que lee mal en voz alta normalmente es un blanco fácil de burla. Si abogamos por las adaptaciones, pero estas no se explican al resto, cuando este chico reciba sus adaptaciones el resto le dirán que les están haciendo las cosas más fáciles. Si las cosas no se explican pueden crear conflicto.

Nuestra experiencia es positiva con estos talleres. Cuando a los chicos les pones ejemplos, les explican lo que viven los chicos con dislexia, no hay ningún problema. Lo normalizan y la mirada cambia, es más positiva.

Fuente: http:// eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/11/17/los-chicos-con-dislexia-funcionan-bien-las-metodologias-activas-y-multisensoriales/

 

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