Entrevista a Eva Dans, cineasta uruguaya: “Vivimos en un mundo tan patriarcal que es transgresor ver a una mujer en mal estado”

Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

Carmen Vidal mujer detective, la primera película de Eva Dans, es una muy buena combinación de comedia bizarra con trama policial negra. En esta comedia policial la directora se anima a algo que muchos no hicieron: lejos de reproducir lo tradicional del género negro en nuestras propias urbes, como si fueran Los Ángeles o Nueva York, propone una adaptación extrema del género noir a la ciudad de Montevideo.

 

“Es cierto que la película ha tomado otro camino al que muchos esperan de una policial”, explicó a Nodal Eva Dans. “Eso fue muy a conciencia. Hay gente que dice que la película “tiene lindos toques noir” y a mí me causa gracia porque para mí es noir en sí, con todo su universo, los personajes y las situaciones que ocurren. Pero creo que eso pasa justamente porque no es una copia, digamos burda, de algunas situaciones noir. El género tiene un montón de planos nocturnos con humedad, niebla y muchas escena filmadas con una Dolly, y en Carmen Vidal no fuimos por ese lado. Nos propusimos sostener estéticamente una ficción, tan ficción,como puede ser que haya detectives privados en 2018 en Montevideo”.

La realizadora uruguaya, desde hace un año residente en Buenos Aires, comprende el género y lejos de hacer un “homenaje” que reproduzca las claves visuales, construye un mundo con lo propio y en él hace funcionar el policial. Y allí aparecen muchas de las claves de las narrativas uruguayas: el humor casi surrealista; la normalización de ciertas situaciones extrañas; las actuaciones despojadas, que trabajan una máscara aparentemente inexpresiva; y una particular forma de construir la ruta del misterio, que remite al maestro Mario Levrero. Comedia noir,  como la definió su propia directora, Carmen Vidal mujer detective es menos inocente de lo que parece. Aunque los tiros suenen ridículos y dejen agujeros que son a todos luces irreales, las balas que disparar el poder matan lo mismo

¿Por qué en una ciudad como Montevideo el cine negro debería parecerse al que se puede hacer una ciudad como Los Ángeles? ¿Por qué con los habitantes de Montevideo, que van a comprar al almacén caminando, debería hacerse una película como con los habitantes de Los Ángeles, donde nunca se bajan del auto?

Acá tomás una cerveza de litro del pico; esas son cosas que se hacen acá, pero en el resto del mundo me parece que no. En Uruguay la cerveza de litro como casi que la única opción. La película tiene esa idiosincracia súper uruguaya: la pizza cuadrada, el bar Hispano. Incluso Raúl, el dueño del minimarket donde trabaja Carmen, como toda la gente, es lo más uruguayo que hay. La película es totalmente uruguaya para mí.

Hay una presencia importante de Montevideo como parte del relato, sin que la ciudad aparezca por delante de las cosas. Desaparece la Montevideo turística y se rescata la ciudad portuaria, más propia de los relatos negros; está presente el centro, pero se oculta cierta modernidad arquitectónica tanto con los espacios emblemáticos. Todo esto muestra que hubo decisiones precisas sobre como incorporar la ciudad al relato

Fue una decisión estética qué Montevideo mostrar. Algo de esto surgió mirando una película de Kaurismäki, Yo contraté un asesino a sueldo, que tiene una secuencia inicial portuaria en Helsinki, y era igual a Montevideo. Es increíble la vida y dije “Bo, pero esto es Montevideo“. Montevideo en un día de invierno, tiene un montón de niebla y se siente así como medio industrial, con un paisaje portuario / industrial.

En parte tiene que ver con la elección de locaciones, pero también con el lente que usamos. Yo quería escapar a esa imagen digital que se ve mucho hoy en día y como no teníamos presupuesto al momento de filmar, conseguimos prestado un lente antiguo de los años 50, que hubo que adaptar a la cámara moderna con la que filmamos, y un zoom muy grande. Esos lentes nos dieron un tipo de imagen muy especial y una libertad de experimentación enorme que a mí me encanta.

Entonces en la película mostramos lugares icónicos de Montevideo, aunque de otra manera a la que se ven cotidianamente. El tanque del Gasómetro, donde aparece colgado el compañero de la detective, es un emblema de Montevideo pero como algo abandonado y nadie va a hacer una película con eso. De alguna manera se enaltecen cosas que son símbolo, pero desde un lugar de cine policial y visto con ese lente y esos encuadres.

Necesitábamos generar un universo que fuera reconocible y bien montevideano, pero que a su vez mantuviera la ficción. En algunos planos generales casi no hay personas que no sean personajes de la película, porque eso mataría lo ficticio. Si ves a un tipo en jogging tomando el mate en la rambla, seguramente no ayuda a lo que buscamos en la película.

Definiste a la película como una comedia noir. A diferencia del resto de América Latina, podríamos decir que en Uruguay se hace un humor que tiene mucho que ver con el surrealismo. Eso está presente en la película. Como también se advierte una relación con ciertas novelas policiales de Levrero.

Si, a mí me encanta Levrero. A fines de mi adolescencia, al inicio de mi vida adulta, leí casi todos sus libros, sino todos. En un momento de la película, Carmen Vidal lleva una evidencia a un depósito llamado “Dejen todo en mis manos”, que es el título de sus novelas, sobre detectives en un pueblo del interior de Uruguay.

Es verdad que el uruguayo tiene como un humor bastante particular, como entre depresivo y humor negro. Y también es verdad que está la cuota de surrealismo. A la uruguaya, eso sí.

Ese humor se sostiene entre otras cosas con el registro de la actuación muy marcado, que me recordaba mucho a Leo Maslíah mientras veía la película…

Claro que sí, un idolo. Ese es otro grande, crecí leyendo todos sus cuentos.

¿Hubo una decisión concreta de mantener esa parquedad de las actuaciones?

Se manejaron dos cosas. Por un lado, si bien hay cierta naturalidad en las actuaciones, que no son muy impuestas, no son actuaciones naturalistas. Están como en un código de ficción bien ficción.

Trabajamos con un montón de actores. Incluyendo a los personajes chicos son 42 personas. Con tanta gente no es fácil manejar homogeneidad actoral. A veces tenés un personaje menor que no funciona y mata todo.

Pero como a mí no me gustan nada los castings, escribí los personajes para pensando en ciertos actores. A algunos lo conocía, con algunos somos amigos o hicimos talleres de actuación juntos; incluso con unos en una época teníamos un colectivo teatral y hacíamos teatro en espacios no convencionales. Jorge Hernández, el gran villano de la película, es un director teatro uruguayo y fue profesor mío durante dos años y medio.

Creo que todo eso acortó distancias en cuanto a entendernos en cuál iba a ser el tono en el que íbamos a trabajar.

Ensayamos hasta con personajes que tenían una escena. A mí como actriz me ha pasado que llegas al rodaje y en el momento te dicen todo. Y pensás “ta, pará, dame un segundo para procesar por lo menos que tengo que hacer”. En ese sentido hubo preparación previa y complicidad actoral.

¿Cómo fue que en tu primera película decidiste guionar, dirigir y actuar al mismo tiempo?

Es que me gusta actuar; actué antes de hacer cine, cuando era adolescente, pero siempre lo dejé un poco de costado. Fue como un salto de fe, por así decirlo. En un momento creo que me engañaba, y pensaba que si lo hacía yo era más fácil. ¿Cómo iba a conseguir una actriz para que esté filmando todo el tiempo? Filmamos donde era mi casa. La casa de Carmen Vidal era donde yo vivía, un apartamento de 40 metros cuadrados. Había algo de “a quién le voy a pedir que venga acá, a actuar esto”.

Pero pensándolo, creo que era simplemente porque quería hacer a esa detective.

Crecí en una familia lectora, mis padres se dedican al trabajo social. Mi padre, siempre lector de novela negra, me introdujo en ese universo. Cuando era chica leía a Simenon, las historias de Maigret, el detective. Así que era algo que estaba ahí en la familia, medio icónico. También a mi generación, por lo menos, hubo personajes que pegaron como el de Dana Scully, de los Expedientes X. Yo tenía 13 años y la amaba. Tuve una época en la que iba al liceo con un tapado negro y me había teñido el pelo y lo usaba igual que ella.  La gente me decía “sos igual a Dana Scully”, y yo estaba recontenta. Así que esto me viene de toda la vida. Supongo que en una primera película son cosas que se notan, algo de lo arraigado de toda la vida lo plasmás en tu primera película.

Esos elementos de tu propia adolescencia y juventud, no necesariamente tenían que combinarse bien en la película. Podría haberse convertido en un patchwork que no funcione. Sin embargo en Carmen Vidal funciona bien ¿cómo los usaste para hacer una comedia noir, que tiene una trama clásica pero una puesta en escena y personajes divergentes con esa tradición?

Fue mucho instinto. Lo que me sale naturalmente es escribir desde la comedia, más allá que se trate un tema serio o un tema que tiene un trasfondo social. Da igual eso.

La construcción de personajes de Carmen Vidal viene desde ese lugar de comedia. No son personajes que se toman muy en serio a sí mismos, no están construidos desde el lugar trascendental o dramático que tiene el noir tradicional.

Algo que me dio confianza fue que cuando mostraba el guion, le gustaba a todo el mundo. Eso ocurrió mientras decidíamos si lo filmábamos con muy poco dinero o no. Teníamos un gran entusiasmo en filmar algo que fuera bien ficticio en Uruguay. Eso me dio confianza, pero hay también una cuota de inconsciencia, me tiré a hacer lo que sentía que quería hacer y esperar lo mejor. De verdad no sabía cómo iba a quedar la película. Y después estuve ocho meses editándola para llegar a este punto. No salió de la noche a la mañana. Es muy difícil hacer cine. Eso es lo que me di cuenta haciendo la película, lleva mucho trabajo, mucha atención y mucho cuidado.

Creo que el cine uruguayo agarró para un lado muy costumbrista, sobre todo después de la creación del ICAÚ, que fue en 2008. En ese sentido, Carmen Vidal llamaba la atención por ser algo nuevo, algo divertido.

En lo personal quería hacer algo distinto. En donde uno puede tomar una decisión más obvia, tratar de ir por otro camino. De toda esa conjunción de elementos, terminó saliendo de esta Carmen Vidal tan peculiar.

La película podría pensarse como lo que llamaría la comedia pesimista, que también parece bastante propia de los uruguayos

Sí, ese pesimismo es sorprendente, y un poco agobiante por momentos. A veces esa atmósfera es opresiva. Creo que de ahí sale también ese humor, como que necesita surgir, necesita romper. Creo que todos los uruguayos nos preguntamos a qué se debe ese pesimismo uruguayo, y por qué hay tanta depresión en la población. Es un hecho.

En medio de un diálogo intrascendente, que cuenta la burocracia policial en el mismo tono de comedia, incluiste una frase sobre la cantidad de suicidios en Uruguay ¿Por qué pusiste esa frase en boca del comisario?

Eso es parte de la experiencia personal de muchos de nosotros. Un montón de gente joven que conocí en estos años, alguien con quien estudié cine, alguien que era periodista, no sé, gente que conocía por la vuelta, se suicidaron. De un día para el otro. Pasa mucho en Uruguay, y es algo que tampoco se habla.
Yo trabajé en una ONG que se ocupa de los derechos del niño, en particular el derecho a vivir en familia, en comunidad, trabajando el acogimiento familiar y cuestiones similares.

Era una red latinoamericana. Uruguay, analizando los datos, era el peor país en cuanto a encierro. Le llamaban “el país del encierro”. Si es un niño tiene no sé qué, se encierra; los presos, todos encerrado; los locos, también. Como si hubiera una cultura del encierro. Todo es muy tapado en Uruguay.

Cuando Carmen y e Iván salen de los tribunales quien habla con los periodistas es Carmen, e Iván se queda detrás de ella parado, escuchando en silencio. Ahí cuestionan el modo en que se suelen ocupar los lugares relativos entre el hombre y la mujer en el cine.

Desde el lenguaje hubo un trabajo para posicionar justamente a Carmen Vidal y su mirada, lo que ella ve. A conciencia Carmen Vidal es un personaje en cierta forma asexuado. No hay ninguna historia amor, que podría haber, porque el cine negro siempre tiene un componente de pasión. Siempre está la femme fatale. Podría haber habido un homme fatale, pero no lo hay. Todo eso fue a conciencia, para despegarse un poco de los temas que podemos hablar o no podemos hablar las mujeres.

Parece que las mujeres tienen que hablar de temas de género…

Eso pasa bastante en el cine y me pasó a mí con Carmen Vidal. El cine le da espacio a las mujeres, pero muchas veces para hablar de temas exclusivamente que incumben a ellas. El despertar sexual de una adolescente mujer, o la maternidad, o menstruación, o sobre todos esos temas.

Carmen Vidal es una película no necesariamente femenina en ese sentido, incluso hay un esfuerzo para que no lo sea. Por eso esta detective tan desaliñada. Vivimos en un mundo tan patriarcal que es transgresor ver a una mujer en mal estado. Es trasgresor ver a una mujer sucia. ¿Cuántos hombres sucios vimos la historia del cine? Creo que esa es la situación. Me parece que se abren espacios para la mujer, pero que muchas veces se quedan como en eso. “Si hagan cine, pero hablen de lo que ustedes saben”.

¿Cómo ves actualmente el lugar de la mujer en el cine uruguayo?

Creo que se está mejorando. Se formó la AMAU, Asociación de Mujeres Audiovisuales del Uruguay, que está haciendo un trabajo de visibilización de los datos. En los últimos años, de cada diez películas, tres fueron dirigidas por mujeres. Y eso también pasa con los roles de importancia.

Siempre hubo mujeres en el cine, y creo que es un poco la historia de la humanidad. Las mujeres estaban en lugares de los que después, cuando descubren como lugares de poder, son desplazadas. En la historia del cine, al principio, había muchas directoras mujeres, montajista mujeres, un montón, eso se fue perdiendo. Ahora se está avanzando, sí, pero a mucha fuerza humana.

Para mí fue un poco difícil, te diré. A veces me dicen cualquier cosa. No sé si molesta un poco que haya escrito, dirigido, actuado. Es como se agarran de eso para decir “bueno, con todos los roles que hizo no está tan mal”. Es cierto, los hice, pero no es para que me den un premio consuelo. Te gusta la película o no te gusta. Siento un poquito de carga extra de agresividad en la recepción de la película, que no sé si es porque soy mujer, o por la película que hice o por las dos cosas juntas.

En la posproducción que fue hecha con hombres, porque durante el rodaje fuimos casi todas mujeres, la verdad que tuve varios momentos en que me resultaba un poco cansador tener que justificar cada cambio que quería hacer. Eso lo viví bien en carne propia. Creo que el director hombre, por más que sea primera película, no tiene que estar explicando todo. Son cosas que no puedo demostrar, pero en mi experiencia sentí que tenía que ultra justificar todo.

Algo está cambiando y por suerte, porque las mujeres no necesariamente tenemos que hacer películas explícitamente feministas. Creo que las mujeres tenemos otra visión del mundo y es necesario que esté ahí plasmada. Sino estamos viendo todo el tiempo lo mismo. Creo que es esperanzador, pero difícil.

*Fuente: https://www.nodal.am/2021/03/nodal-pregunta-eva-dans-cineasta-uruguaya-vivimos-en-un-mundo-tan-patriarcal-que-es-transgresor-ver-a-una-mujer-en-mal-estado/

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«La emancipación femenina en el Uruguay», libro que analiza el sometimiento sufrido por las mujeres a lo largo de la historia

Redacción: República

El texto, de Agapo Luis Palomeque, cuenta con prólogo y reflexiones inéditas sobre cultura y educación del recientemente fallecido antropólogo Daniel Vidart.

«La emancipación femenina en Uruguay. El desprendimiento del régimen colonial» es una publicación que por su enfoque, periodización y documentación –muy poco conocida o incluso inédita– en que se apoya el investigador, no tiene antecedentes en nuestro medio, informaron a LA REPÚBLICA desde la editorial.

El autor – motivado por el empuje y la visibilidad que el tema de la violencia hacia las mujeres ha ganado– se traza como objetivo examinar del acervo cultural uruguayo las formas de «sometimiento de la mujer» desde su estadio colonial hasta su emancipación.

Palomeque parte de la primera institucionalización gubernativa del núcleo poblacional español (1730) y de ahí al momento actual. Tanto las anécdotas como las fotografías que figuran en el libro fueron seleccionadas procurando ilustrar con la mayor precisión el ambiente de época.

En palabras del autor «el reconocimiento y la adquisición de derechos por parte de la mujer en materia familiar, social, laboral y política fue (y sigue siendo, porque aún no ha culminado) un proceso vivo que entraña instancias –no siempre exitosas– de reclamo, protesta y lucha, desarrolladas en el seno proteico y siempre dinámico de lo sociocultural».

A través de estas páginas los lectores van a encontrar nombres que – a modo de ejemplo – dan cuenta del aporte que las mujeres en distintas épocas y ámbitos han realizado al Uruguay. Paulina Luisi, Josefina Lerena Acevedo, María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou o las «descaradas» hermanas Oribe, que provocaban a los invasores luso-brasileños… Todas ellas pioneras, todas ellas desafiaron – a veces con sus hechos, con reclamos y otras con sus dichos – con rebeldía al sometimiento que su tiempo y su cultura les imponía.

Finalmente, es importante señalar que libro -que ya se encuentra en las librerías- cuenta con un anexo de Daniel Vidart, recientemente fallecido, quien además de prologarlo, aportó sus últimas reflexiones sobre las nociones de Educación y de Cultura.

El autor

Agapo Luis Palomeque es oriundo de Canelones, es profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación, egresado en ambos casos del Instituto de Profesores Artigas (IPA). Post grado en Educación y Valores en la Universidad de Barcelona. Fue director de Formación Docente Convenio de Canelones y del Instituto de Profesores Artigas. Ejerció la docencia en Secundaria, Institutos Normales, IPA y Universidad. Diputado por Canelones en dos legislaturas (Partido Nacional, 1990-2000). En el Parlamento integró la Comisión de la Mujer y desde allí promovió varias iniciativas en pro de los derechos de las mujeres. Actualmente es miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad de Historia de la Educación (SUHE) y secretario del Instituto Histórico de Canelones. Exdirector-fundador del Instituto de Formación Docente Elbio Fernández de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular (SAEP). Ha publicado numerosas obras de Historia de la Educación uruguaya.

Fuente: https://www.republica.com.uy/la-emancipacion-femenina-en-el-uruguay-un-libro-que-analiza-el-sometimiento-que-han-sufrido-las-mujeres-a-lo-largo-de-la-historia-id719346/
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Entrevista a Pilar Aguilar Carrasco “Los hombres no están educados para soportar la igualdad de las mujeres”

Por: Eldiario.es. 12/12/2018

Pilar Aguilar Carrasco, una de las críticas de cine más destacadas y respetadas del feminismo actual, se encuentra en La Palma y asegura que la misión de las mujeres “no es dar placer a los hombres”.

“No existimos en el mundo para dar placer a los hombres, esa no es nuestra misión”. Pilar Aguilar Carrasco, una de las críticas de cine más destacadas y respetadas del feminismo actual, se encuentra en La Palma y este lunes, a las 20.00 horas, en la Casa de la Cultura de Los Llanos de Aridane, ofrecerá una conferencia organizada por IUC sobre Feminismo o barbarie, el título de su último libro. En una entrevista con La Palma Ahora ha afirmado que “los hombres ahora mismo no están educados para soportar la igualdad de las mujeres y eso genera mucha agresividad”. “Las mujeres no estamos ni para cuidar a los hombres, ni para que ellos se desfoguen sexualmente con nosotras. Eso de que ‘viva el vino y las mujeres que por algo son regalos del señor’, como cantaba Manolo Escobar, pues no. Si no acabamos con eso no acabaremos ni con la explotación salvaje de la humanidad ni con el machismo”, sostiene esta militante antifranquista, que se exilió en París después de haber sido encarcelada por la dictadura.

-Asegura que las ficciones audiovisuales, en su mayoría, transmiten ideologías, imaginarios, mapas afectivos y sentimentales reaccionarios, patriarcales y machistas.

-Eso parte de la base de que el 80% de las ficciones están protagonizadas por hombres, y quiere decir que ellos son los seres importantes. Es un mensaje de entrada muy radical y muy brutal, porque sea lo que sea lo que cuente la película o la serie parece que son ellos los que portan ese significado. Las mujeres aparecen cuando ellos tienen que vivir la historia erótico-amorosa, entonces ellas son unos seres de segunda categoría cuya existencia depende de que un hombre las elija para su historia. Hemos avanzado, pero la gente joven sigue recibiendo mensajes a través de la pantalla que les dicen que los hombres son lo importante. Esto es una educación muy profunda y por eso crea mapas afectivos simbólicos y sentimentales que ni siquiera se formulan, lo cual es todavía peor, porque si se formularan sería más fácil combatirlos, pero se sienten, se interiorizan.

-¿Y cómo se deconstruye ese mundo?

-Hay varias maneras, y una de ellas es el análisis. Hay que poner el dedo en la llaga, preguntarse por qué una película cuenta esto y por qué lo cuenta así. En la realidad ahora mismo hemos avanzado mucho más que en la ficción. Las mujeres tenemos una presencia real en la vida que ya no se corresponde con ese panorama donde ellos son los seres importantes. Ese mundo se deconstruye criticando. Otro paso muy importante es crear nuevas ficciones audiovisuales promoviendo el cine realizado por mujeres. Esto no quiere decir que los hombres no puedan hacer películas que estén bien y que las mujeres no puedan hacer películas machistas, que sí, pero lógicamente las directoras ven el mundo desde un ángulo inédito. Es que además estamos contando historias que prácticamente nunca se han contado, relaciones de nosotras con nuestras madres, del miedo al cuerpo… Hay que deconstruir y criticar lo que se nos propone y proponer miradas nuevas.

-¿Pensar que se puede erradicar el androcentrismo es una utopía?

-No, no es una utopía, pero está lejos. Yo me voy a morir sin verlo, pero no soy pesimista, he visto en mi vida avances espectaculares, y concretamente de las mujeres. Hemos conquistado espacios impensables en todos los órdenes de la vida, pero lógicamente queda mucho por avanzar. Creo que hay que tener una actitud positiva pero no ingenua, un optimismo ilustrado, saber qué es lo que pasa pero pensar que es posible cambiarlo. Una injusticia tan radical tenemos que acabar con ella.

-¿Qué falla para que continúe el goteo de asesinatos machistas?

-Está fallando la estructura profunda emocional. Volviendo al cine, si los chicos ven películas en las que se les está diciendo constantemente que ellos por ser hombre son lo importante y además saben más, que las mujeres somos una especie de tontitas que aparecemos cuando ellos nos necesitan, y nos protegen y nos salvan si son buenos y nos atacan si son malos, imagínate cómo influye esto cuando los chicos tienen que elaborar su propia idea de estar y de ser en el mundo, se encuentran con que ese papel simbólico y emocional no se corresponde con el real. Eso es una fuente de agresividad importante. En el fondo piensan: ‘Esa cómo se atreve a tener menos miedo que yo o a reivindicar algo si en su papel no tendría que hacerlo’. Los hombres ahora mismo no están educados para soportar la igualdad de las mujeres y eso genera mucha agresividad. Son esquemas muy profundos, vuelvo a repetir. Racionalmente hemos avanzado mucho en ese tema (hay leyes, se habla, se condena…), pero para acabar con los asesinatos de mujeres, con el maltrato, con las agresiones o con las violaciones hay que cambiar una estructura muy profunda y eso llevará más tiempo.

-¿Considera la prostitución un trabajo?

-No, radicalmente no. Estamos en una sociedad muy neoliberal donde todo se compra y se vende, y te dicen además que si no triunfas es porque eres medio tonto o medio tonta, pero cuando eres pobre, las mujeres lo que tienen es el cuerpo, y te proponen que emprendas con él, véndelo que esa es tu libertad. La prostitución ha existido desde los tiempos prehistóricos, y defenderla en la actualidad es como defender la esclavitud, una cosa antigua. El deseo y el placer tienen que ser compartidos, y el cuerpo de la mujer, ni el del hombre, no es una mercancía. El padre del liberalismo económico dijo, sin embargo, que el cuerpo no podía ser objeto de contrato. Este es un mensaje muy potente para el feminismo, muy radical porque supone decir que las mujeres no existimos en el mundo para dar placer a los hombres, esa no es nuestra misión. Las mujeres no estamos ni para cuidar a los hombres, ni para que ellos se desfoguen sexualmente con nosotras. Eso de que ‘viva el vino y las mujeres que por algo son regalos del señor’, como cantaba Manolo Escobar, pues no. Si no acabamos con eso no acabaremos ni con la explotación salvaje de la humanidad ni acabaremos con el machismo. Que ellos consideren que con dinero pueden acceder al cuerpo de una mujer es incompatible con la idea de igualdad.

-¿Se puede ser feminista y de derechas? 

-Pues no. A ver, yo profundamente creo que no. Pero hay que matizar. Una mujer de derechas puede tener un objetivo que sea feminista y debemos aliarnos con ella, pero el feminismo radicalmente se basa en la igualdad. Una sociedad tiene que ser humanitaria. El feminismo es una ideología que no es compatible con una sociedad estamental donde unos puedan machacar a los otros y tener el poder. Pero insisto en que hay que tener en cuenta objetivos concretos, es decir, si una señora, aunque sea de derechas, defiende el aborto, yo digo que en ese punto tiene un objetivo feminista.

Fuente: https://www.eldiario.es/canariasahora/lapalmaahora/sociedad/entrevista-Pilar-Aguilar-feminismo_0_842016116.html

Fotografía: LUZ RODRÍGUEZ

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La educación para descubrir al macho que llevamos dentro

Por: Carlos Aldana

Descubrir el macho que llevamos dentro es asumir, con alegría y novedad, las formas de relaciones y de ejercicio de poder que nos han sido negadas.

Los hombres hemos aprendido a conocer, sentir y vivir en el mundo desde el privilegio que nos ofrece nuestra propia condición biológica. Ser hombres nos ha brindado condiciones favorables (pero desiguales) en relación con las mujeres. Este privilegio nos ha impedido descubrir la injusticia de una vida patriarcal y nos ha deformado.
Todo hecho educativo tiene que representar descubrimientos de todo tipo. Siempre educar(nos) será hacernos descubridores. Por eso, postulo que llegar a sentir el macho que llevamos dentro constituye uno de esos descubrimientos maravillosos, aunque cargado de dolores, penas y vergüenzas, y lleno de relatos personales que no pueden negarse.
Este es un descubrimiento liberador, que nos abre ventanas a nuevas realidades, a relaciones novedosas, a quitarnos cargas. Aunque puede llenarnos de culpas y remordimientos, descubrir el macho que llevamos dentro es asumir, con alegría y novedad, las formas de relaciones y de ejercicio de poder que nos han sido negadas.
Insisto en que el descubrimiento de una atadura tan fuerte y tan ceñida, como es el patriarcado cuando lo llevamos muy adentro, empieza por el reconocimiento de los privilegios por ser hombres. También es el reconocimiento de que, hasta determinada edad y punto de nuestra vida, hemos sido parte de un sistema de influencias que pretende, precisamente, la introyección de esos rasgos machistas que ayudan, desde la cultura, a configurar el patriarcado, como una visión de poder económico, social y político. Sin embargo, acentúo “hasta determinada edad y punto de nuestra vida”, porque la educación también llega a representar una exigencia de responsabilidad y de transformación. Qué fácil y cómodo sería culpar siempre al sistema, a la sociedad, a nuestra madre o nuestra familia de lo macho que somos, cuando ya hemos descubierto los rasgos, las implicaciones, los efectos y otras variables que permiten la existencia del patriarcado. En la medida que nos sintamos más protagonistas de nuestra vida -y por tanto de nuestro propio proceso educador-, en esa medida descubrir el patriarcado en nuestra esfera íntima y personal, ya es una responsabilidad innegable. Sin excusas o justificaciones.
Una educación para el siglo XXI pasa por reconocer, descubrir, superar, transformar o destruir el patriarcado, en todas nuestras sociedades, ese que no nos deja construir un mundo mejor, donde hombres y mujeres seamos compañeros en igualdad de poder. Implica el cambio serio de estructuras y políticas, de prácticas institucionales, de modificación profunda de las relaciones de poder establecidas entre y para hombres y mujeres. Esta lucha, además, se compone de esas transformaciones en visiones, actitudes, interacciones, comportamientos y otros componentes culturales (como la simbología) que, en el día a día, representan la forma más potente y sutil de incorporar el patriarcado a través del machismo. Recordemos que el machismo constituye una cultura y el patriarcado un sistema que es producto y causa de esa cultura.
En países como los latinoamericanos, la educación como lucha para cambiar las condiciones injustas y excluyentes pasa por la transformación seria y permanente de las relaciones de poder en las cuales las mujeres (y toda expresión de diversidad en orientación e identidad sexual) son asumidas para y desde la subalteridad. Ese privilegio, que no pedimos pero que tampoco rechazamos los hombres, es el punto de partida para una educación que transforme el ejercicio de poder. Esta es una lucha compañera de la lucha contra las estructuras económicas globalizadas y acomodadas a los ejes de poder. Pretender una vida digna para pueblos enteros es también pretender la transformación de las condiciones de vida de las mujeres en esos pueblos, pues es en ellas que todas las variables de exclusión se agudizan.
Empecemos, pues, por educar(nos) para hacer este difícil, complejo pero maravilloso descubrimiento, que es la puerta de entrada para cambios personales, pero también colectivos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/04/09/la-educacion-para-descubrir-al-macho-que-llevamos-dentro/

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China: Instituto enseñaba a mujeres a ser ‘obedientes’ y a no protestar cuando fueran golpeadas

Asia/China/09 Diciembre 2017/Fuente: Semana

En la grabación de la clase de ‘virtudes tradicionales’, una profesora argumenta que «las mujeres no deberían esforzarse por avanzar en la sociedad, sino que deberían permanecer siempre en el nivel inferior».

En la Escuela de Cultura Tradicional de Fushun, en el noreste de China, las enseñanzas de «moral» para mujeres se resumían en tres mandatos: hablar menos, hacer más tareas domésticas y ser «obedientes» con los hombres.

Al menos eso se deprende de un vídeo sobre las clases en este instituto que se hizo viral la pasada semana y llevó a las autoridades chinas a decretar su cierre inmediato por violar «los valores centrales del socialismo».

En la grabación de las lecciones de «virtudes tradicionales», que se filtró en la red social china Weibo (la versión china de Twitter), la profesora argumenta que «las mujeres no deberían esforzarse por avanzar en la sociedad, sino que deberían permanecer siempre en el nivel inferior».

«Si pides comida en lugar de cocinar, estás desobedeciendo las reglas para las mujeres», aseguraba la instructora.

Otra de las maestras decía que las mujeres deberían obedecer incondicionalmente a sus padres, esposos e hijos, que nunca deberían discutir cuando se les regañara ni protestar cuando se les pegara.

Y, claro, dicen que tampoco deberían divorciarse.

Según se aprecia en el vídeo, entre las tareas «prácticas» que enseñaba el instituto se encontraba tender apropiadamente la cama y limpiar el piso y el inodoro con las manos sin protección.

En otro «consejo» uno de los maestros advierte que si una mujer tiene relaciones sexuales con más de tres hombres, el semen se volvería venenoso y podría matarla..

«Sea lo que sea lo que pregunte su marido, su respuesta debería ser: ‘Sí. Enseguida‘», se le escucha decir a otro de los profesores.

Clausurada

De acuerdo con la agencia estatal china Xinhua, estas clases de moral comenzaron en 2011 por iniciativa de la «Asociación de Investigación sobre la Cultura Tradicional de Fushun» para «defender los valores del confucionismo».

No obstante, el ayuntamiento de la localidad aseguró que las lecciones empezaron sin el visto bueno de las autoridades y que, por tanto, serían suspendidas.

La escuela, que recluta a estudiantes de todo el país, se agrandó en los últimos años y tiene también sucursales en ciudades como Wenzhou (este), Zhengzhou (centro) y Sanya (sur extremo), según el diario chino Global Times .

En declaraciones a este periódico digital, los empleados del vídeo aseguraron que el contenido del vídeo era una «tergiversación» de su trabajo para promover la cultura tradicional.

Pero este no fue el punto de vista del buró de educación local de Fushun, que aseguró que las enseñanzas del instituto iban en contra de la «moral socialista».

En un comunicado en su página de Weibo, indicaron, además, que realizarían un control más amplio para localizar institutos similares.

«Debemos detener cualquier fenómeno que viole los valores centrales del socialismo», dice la declaración.

Otra de las enseñanzas es limpiar el piso con las manos.Otra de las enseñanzas es limpiar el piso con las manos. Foto: YouTube

Según Global Times, los cursos de moral tradicional basados en la filosofía de Confucio se han multiplicado en China en los últimos años y sus enseñanzas remiten a valores conservadores de obediencia.

El confucionismo, que fue practicado durante la época imperial, se prohibió tras la revolución comunista de 1949.

Sin embargo, tras la llegada a la presidencia de Xi Jinping esta filosofía se ha puesto de moda, al punto que el propio presidente cita a Confucio en sus discursos como referencia patriótica a las tradiciones chinas.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/el-instituto-de-virtudes-tradicionales-de-china-que-ensenaba-a-las-mujeres-a-ser-obedientes-y-a-no-protestar-cuando-fueran-golpeadas-por-sus-maridos/549649

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Colombia: Brujas, perras y narcoparamilitares

Por: Raul Zibechi

«Muerte a las perras», se titula el panfleto distribuido por las Águilas Negras en el correo electrónico de una organización social de Bogotá. En este caso, la banda paramilitar amenaza a defensoras de derechos humanos (todas mujeres) y muestra un lenguaje y estilo que desnuda el carácter violento y machista del grupo armado.

Malditas perras sapas del gobierno gonorreas las bamos a matar por sapas y por andar de metidas donde no deben sapas hp luchando por los derechos de la mujer que mierda son si lo unico que son es sirvientas de nosotros aver si se van a hacer oficio de la casa malparidas, reza textualmente el volante reproducido parcialmente por la página pacifista.co(goo.gl/hoL4Hy).

La amenaza va dirigida a las integrantes de la Mesa Nacional de Víctimas: Van a caer con sus familias y a estos hp malparidos por estar apoyandolas los bamos a matar por metiches y no ser fieles a la causa.

Una de las amenazadas dijo a los medios: El gobierno no ha hecho nada para protegerme. Todos los días matan a líderes sociales en el país y a ellos parece no importarles porque no hacen nada. Hago responsable al Estado por lo que me pase a mí, a mi familia y a mis compañeras. Este es el punto central.

Águilas Negras proviene de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), supuestamente desmovilizadas, y su accionar se ha destacado en departamentos conflictivos como el Cauca, donde ha amenazado y asesinado a dirigentes indígenas. También en las regiones de población negra y en Ciudad Bolívar, la periferia sur de Bogotá.

En 2016 fueron asesinados 94 defensores de derechos humanos y líderes sociales, la cifra más alta desde que comenzó el proceso de paz. Las víctimas son en su inmensa mayoría militantes ligados a Marcha Patriótica, al Congreso de los Pueblos y a diversos movimientos populares.

Este tipo de violencia es bien diferente de la que afectó en la década de 1980 a la Unión Patriótica. En aquellos años fueron asesinados más de 2 mil militantes, incluyendo alcaldes, concejales, diputados, senadores y candidatos a la presidencia, por una alianza de paramilitares y narcotraficantes que arrasaron con la izquierda electoral vinculada al Partido Comunista y las FARC.

Parece necesario detenerse en las principales características de esta violencia sistemática contra los sectores populares organizados, ya que no se registra sólo en Colombia sino que se ha convertido en un modo de regular las relaciones sociales en todo el continente, con especial desarrollo en México y Guatemala. En este punto, debemos recordar el papel del general Óscar Naranjo, actual vicepresidente de Colombia, en la exportación de la narcodemocracia a México, como ha consignado Carlos Fazio (goo.gl/vT7Xt).

La primera cuestión es que se trata de una violencia difusa, sin centro dirigente aparente, lo que hace difícil identificar a sus autores al punto que las autoridades niegan la existencia de las Águilas Negras. La dirección de Inteligencia de la Policía de Colombia asegura que la organización ya no existe, lo que puede ser cierto si pensamos en un aparato estructurado con mando centrales.

Un informe de la BBC sobre las Águilas Negras, sostiene que es una razón social que utilizan varios grupos y pone un ejemplo: En el Cauca, a raíz de un conflicto interno en una universidad, un grupo de gente decidió sacar un panfleto firmado Águilas Negras contra unos profesores(goo.gl/0gGOQw). Este es el punto: una maquinarianarcoparamilitar desterritorializada, convertida en cultura política de control de las relaciones sociales a cielo abierto.

La segunda es que estamos ante una forma brutal de regular las relaciones entre personas y, de modo muy particular, de enfrentar a los movimientos sociales. El excelente informeMujeres y guerra: víctimas y resistentes en el Caribe colombiano, del Centro Nacional de Memoria Histórica (2014), destaca que las masacres son el límite más brutal de la violencia paramilitar. A partir de ellas, consiguieron imponer un nuevo orden social.

“A través del uso del lenguaje, la regulación del cuerpo, el espacio y las prácticas sociales, estos actores lograron imponer sus ideas de orden, ‘buen’ comportamiento y disciplina” (p. 37). De ese modo, establecieron un orden patriarcal, racista, capaz de regular los mínimos intersticios de la vida cotidiana. Las mujeres relegadas a sus casas, los negros y homosexuales sistemáticamente humillados, y los hombres debían comportarse de forma viril y ceñirse a un modelo de hombre guerrero y militar (p. 38).

La tercera se relaciona con la continuidad de este modelo de control una vez finalizada la guerra. En las regiones dominadas por los paramilitares, la guerra continúa pero con otros actores, como las pandillas que actúan sobre el legado de miedo dejado por la violencia, usando métodos muy similares.

Por eso debemos hablar de una maquinaria, un nuevo modo de control de la población como lo fue el panóptico, que con el tiempo se ha convertido en el sentido común para organizar los espacios de encierro y funciona naturalmente, sin que un mando central deba promoverlo o planificarlo.

Por último, debe entenderse que estamos ante una violencia sistémica, no coyuntural. Los feminicidios y el narco son los modos de control de los de abajo en la zona del no-ser; el modo de tener controlados a indios, negros y mestizos. No depende, por tanto, de la actitud progresista de las autoridades o de la benevolencia de los varones. Es como la plusvalía: funciona aunque el patrón pague salariosjustos, porque la explotación del trabajo asalariado es inherente al capitalismo.

Por brutal que sea, la violencia nunca es el objetivo final, sino el medio para construir un orden social jerárquico, patriarcal, capitalista. Es el genocidio que el sistema necesita para imponer la cuarta guerra mundial contra los pueblos y la vida. Esto es lo que no podemos perder de vista en la imprescindible denuncia sobre las violaciones de los derechos humanos.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/07/07/opinion/015a2pol

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