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La era de los gobernautas

Por: Lucas Malaspina

China va a elaborar un ranking de ciudadanos según su historial crediticio, que habilitará una navegación jerarquizada de Internet. Estados Unidos volteó la neutralidad de la red, lo que significa un poco lo mismo pero con la segmentación en manos privadas. Cambiemos cruza los datos de la Anses con los de Google y Facebook y sale a tocar timbres en el escarpado conurbano bonaerense con un 70% de efectividad. El descalabro generado por el descubrimiento de la operación Cambridge Analytica explica por qué los algoritmos se guardan bajo siete llaves y todos niegan utilizarlos para fines electorales. Lo privado desaparece y el capitalismo se engulle la democracia. Las guerras del futuro van a ser por los datos.

Durante la última contienda electoral se confirmó que Cambiemos está operando entrecruzamiento de informaciónelectoral con datos socioeconómicos a gran escala. El equipo de campaña manejado por el jefe de gabinete de Vidal, Federico Salvai, combinó los resultados de una detallada encuesta producida por la consultora ecuatoriana Informe Confidencial (ligada a Durán Barba) junto con las estadísticas de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, por un lado, y con los resultados de las PASO, por el otro. Así geolocalizaron el voto y las preferencias de los votantes de cada barrio de la provincia. Del maridaje entre big datamicro-targeting y presupuesto público parece surgir una ingeniería de las opiniones que ni siquiera Joseph Goebbels hubiera soñado.

Desde el entorno de la gobernadora Vidal negaron que se haya aplicado big data. Dicen que solo incursionaron en el campo de la “microsegmentación”, aunque admitieron la búsqueda de “canales de contactación”, por ejemplo Facebook, donde los usuarios habrían recibido mensajes específicos según su ubicación. En cambio, los asesores de 1País -así se llamó el massismo en las últimas elecciones- fueron más aventurados: “La big data nos permite buscar la mayor porosidad posible. Ya no se trata de la información de un grupo, sino de un individuo”.

Ricardo Rodríguez, uno de los encargados de organizar los timbreos superprofesionalizados del oficialismo, afirmó que dividieron Lanús en siete zonas que fueron rastrilladas por cuatro equipos de treinta personas. Rodríguez se jactó de su efectividad: “Siete de cada diez personas que nos atienden en el timbreo terminan apoyando la gestión”. Los coordinadores de estas cuadrillas fueron habilitados a un acceso parcial (es decir, limitado al territorio que cubrieron) al resultado del entrecruzamiento de datos geolocalizado para implementar mejor el mensaje electoral.

En este marco, a nadie puede sorprender el giro posdemocrático de la Secretaría de Medios, que pidió a la Anses acceso a su base de datos. La publicidad de Google o Facebook (corporaciones que no pagan impuestos en el país, pero sí acceden a contratos estatales millonarios) permite trackear usuarios una vez que entran a tu negocio o cargar planillas con mails o números de teléfono para afinar la llegada de los anuncios. El límite en el uso de la información estatal solamente parece estar en los escrúpulos de los mismos funcionarios que mienten en sus declaraciones al fisco.

carnaval posdemocrático

A finales del siglo pasado, la caída del Muro de Berlín, presentada como la victoria de la democracia capitalista sobre la dictadura comunista, prometía la protección de las libertades individuales bajo el paraguas de la vida privada, contrapuesta a una esfera pública donde triunfaba siempre la fuerza de gravedad de las mayorías. Pero esas épocas terminaron. En la posdemocracia el desarrollo de Internet y la apropiación de una enorme base de datos personales por parte de un grupo cada vez más concentrado de corporaciones, abona lo que Juan Carlos Monedero describe como “el intento de desplazar la política a un lugar neutral, para así proclamar la muerte del antagonismo político” (Nueva Sociedad, 2012).

Mario Riorda, consultor experto en comunicación política, denominó “gobernautas” a los ejecutores de esta pospolítica: para estar a la altura de la época los gobernantes deben garantizarse equipos capaces de analizar datos a gran escala, incluyendo una necesaria escucha activa de las redes sociales. Los riesgos son múltiples: la hipertrofia, puesto que en nuestra actividad digital todo el tiempo estamos votando, eligiendo y calificando; y la adulteración, porque la capacidad de monitorear y analizar lo que se desea y se piensa solo está al alcance de las grandes empresas (y del Estado). Lo importante es que se ha roto la intermediación entre la vida privada y la pública: el 99% se vuelve transparente para el 1%. Las audiencias microfragmentadas y traslúcidas son un sujeto que ya no puede ser pensado como el portador de la “soberanía popular”.

Estamos a las puertas de un mundo donde las personas pueden calificarnos y ser calificadas en cada interacción social que realicen. Y en el que las puntuaciones, a la vez, influyen sobre el estándar de vida. Es el caso del “Sesame Credit”, que por ahora funciona con adscripción voluntaria pero a partir de 2020 será obligatoria. El “Aviso del Consejo de Estado sobre la emisión del esquema de planificación para la construcción de un Sistema de Crédito Social (2014-2020)”, emitido por los peces gordos de la República Popular China el 14 de junio de 2014, podría inspirar muchos relatos distópicos. ¿De qué se trata?

la obediencia gamificada

El Sesame Credit se presenta como un medio para perfeccionar la “economía de mercado socialista” y fortalecer la gobernabilidad. El comportamiento de cada ciudadano y persona jurídica en China serán calificados, indizados y rankeados por el Estado posmaoísta, independientemente de su voluntad. Hasta aquí tiene similitudes con la norteamericana Peeple: se trata de una app muy polémica que permite puntuar a las personas en los planos personal, profesional y sentimental.

Una de las razones que justifican el Social Score es que el gobierno no posee estudios de mercado sobre la confiabilidad crediticia de los ciudadanos. Para implementarlo, de hecho, precisa de Alibaba, una suerte de Amazon chino que ya cuenta con gran cantidad de información para valorar a los usuarios orientales. En una absurda comparación con la Argentina amarilla, podríamos decir que es como si Macri intentara medir la confianza económica de los habitantes mediante una base de datos fundada en MercadoLibre (lo cual no sería del desagrado de su dueño Marcos Galperín, quien anunció la intención de competir con las entidades bancarias y ya implementó cambios en esa dirección).

En Estados Unidos y también en la Argentina, de hecho, se aplican modelos de credit scoring para determinar quién puede recibir un préstamo, a qué tasa de interés y con qué límites de crédito. El llamado Sistema de Crédito Social a construirse en China establece “una puntuación que oscila entre 350 y 950 puntos. Alibaba explicó sucintamente qué factores se tomarán en cuenta. El primero es el historial de crédito. Por ejemplo, ¿el ciudadano paga su factura de electricidad o teléfono a tiempo? Luego, está “la capacidad del usuario para cumplir con sus obligaciones contractuales”, según leemos en sus directrices. El tercer factor refiere a características personales como el número de teléfono móvil y la dirección. Y es la cuarta categoría, el comportamiento y las preferencias, “donde se vuelve interesante”, según Rachel Bostman, autora de Who Can You Trust? How Technology Brought Us Together and Why It Might Drive Us Apart (New York, 2017). Los puntos que cada persona tenga, al igual que en Black Mirror, tendrán que ver con lo que sus amigos dicen y hacen, más allá de su propio contacto con ellos. Una versión moderna y estatizada del “dime con quién andas y te diré quién eres“.

La oscuridad del mecanismo es fuente de desconfianzas. Según Bostman, Alibaba “no divulga el ‘algoritmo complejo’ que utiliza para calcular el número”. Los ciudadanos que otorgaron sus datos a la versión roja de MercadoLibre no lo hicieron con el fin de que el Estado evalúe sus gustos o preferencias sino en el libre ejercicio de su derecho a comerciar. Una vez procesada esa información, el Partido Comunista ahora se decide a fisgonear a gran escala para clasificarlos. Si Wung se compró una patineta o si Cheng recibió una mala puntuación porque el comprador de su auto lo acusa de haberlo defraudado, será interpretado con el fin de inhibir o promover a las personas. “Alguien que juega videojuegos durante diez horas al día, por ejemplo, sería considerado una persona inactiva”, dice Li Yingyun, director de Tecnología de Sesame.

Los números que determinan el éxito laboral o académico y hasta condicionan la vida emocional y sexual, son usufructuados por una compañía que se asegura su reproducción ayudando a que el Estado nos vea y nos juzgue todo el tiempo a través de nuestros teléfonos celulares. En este nuevo tipo de gobierno el capitalismo se contrapone a la privacidad. Como decía Mark Fisher, autor de Realismo capitalista (Londres, 2009), se viene el “estalinismo de mercado”.

Los puntajes más altos del Sesame Credit ya se han convertido en un símbolo de status, con casi cien mil personas alardeando sobre sus puntajes en Weibo (el Twitter chino) a los pocos meses de su lanzamiento. Suena delirante, pero el Partido Comunista utilizará el puntaje de un ciudadano para afectar sus probabilidades de obtener una cita o matrimonio. Es que cuanto mayor sea su calificación en Sesame, más prominente es su perfil de citas en Baihe (la plataforma nacional de matchmaking, similar a Tinder o Happn). Un alto rankeo en Sesame Credit no solo servirá para obtener mejores préstamos, sino que además permitirá hallar mejores trabajos y avanzar en los trámites burocráticos. Un bajo rankeo hará que su Internet sea más lenta y una seria limitación para sobrevivir y desarrollarse académica o profesionalmente. En las últimos semanas, el Banco Popular de China demoró las licencias a las ocho compañías que estaban implementando estas tecnologías, pero la idea de lanzar el Sistema de Crédito Social en 2020 se mantiene sin cambios.

occidente y la compañía

Es necesario volver a mirar Occidente a la luz de esta enorme transformación política que impulsa Xi Jinping . Parece tranquilizador marcar algunas distancias superficiales con el modelo chino, pero son muchas las asombrosas coincidencias. Compañías como Amazon, Google, Facebook, Apple, IBM, y más atrás Netflix o Spotify van en la misma dirección.

Mark Zuckerberg, el amo y señor de los territorios de Facebook, Instagram y ahora también WhatsApp, sostiene que la privacidad ya no es más una norma social. Según la teórica y activista italiana Tiziana Terranova, autora de Network Culture. Politics for the Information Age, “la mayoría de los usuarios habituales de Internet están sujetos al poder de algoritmos como el PageRank de Google (que clasifica los resultados de nuestras búsquedas) o el EdgeRank de Facebook (que automáticamente decide en qué orden recibimos las novedades en nuestro muro de noticias)”. Adam Mosseri, el jefe del News Feed en Facebook, anunció a principios de 2018 uncambio en el Edge Rank que priorizará a partir de ahora el contenido de las personas y, para poder ver con frecuencia contenidos de páginas, será necesario avisarlo específicamente a la aplicación. Una de las razones es el intento de revertir la crisis de la compañía tras haber sido vehículo de la injerencia de Rusia en las elecciones estadounidenses.

Para el CEO de Google, Eric Schmidt, “si tienes algo que no quieres que nadie sepa, quizás no deberías hacerlo en primer lugar”. Alexander Nix, de la firma de datos Cambridge Analytica, famosa por sus campañas por el Brexit y Trump, se jacta de que su compañía “perfiló la personalidad de cada adulto en los Estados Unidos”. Es comprensible entonces el grado de optimismo de los CEO y su esperanza en el Big Data. Para el economista jefe de Google, Hal Varian (autor de manuales con los que se aprende microeconomía desde hace treinta años), la resistencia a la pérdida de privacidad no será un problema porque “las ventajas en términos de conveniencia, seguridad y servicios serán gigantes”.

Al igual que en The Circle, la película protagonizada por Emma Watson y Tom Hanks, observamos que mas allá del accionar gubernamental (inevitablemente patente en el caso chino), es la ideología del valle de silicio la que se vanagloria de construir una gran KGB omnipresente y universal en base al e-commerce y la Big Data. Fisher también describió la lógica que este fenómeno lleva inscripta al decir que “nos encontramos integrados en un sistema de control cuyo único mandato son nuestros deseos y preferencias que vuelven, no como los propios, sino como las preferencias y deseos del gran Otro”.

“La civilización es el progreso hacia una sociedad de privacidad”, escribió en 1943 Ayn Rand, una de las escritoras de cabecera de Mauricio Macri. Sin embargo, ya en 1984 el jurista Richard Posner publicó su “teoría económica de la privacidad”: para él, la privacidad obstaculiza el capitalismo al interrumpir el libre flujo de información y generar ineficiencia bursátil. Posner planteó que “la gente no debería, en términos económicos en ningún caso, tener derecho a ocultar hechos materiales sobre sí mismos”.

Históricamente el surgimiento de la estadística social tiene que ver con objetivos demográficos, sanitarios o de planificación económica. Y está a cargo exclusivamente del Estado. En la actualidad las grandes corporaciones parecen estar tomando el liderazgo en la capacidad de recopilar estadísticas sociales y de nombrar al mundo (o a los objetos del mundo) en torno a los que gira nuestra acción. Por ejemplo, Uber está proveyendo datos para planificar la obra pública de infraestructura urbana. Por otra parte, el capitalismo siempre recogió datos rentables de sus trabajadores de manera compulsiva, pero solo recientemente con la proliferación de tecnologías inteligentes que disuelven mutuamente la vida privada en la pública, con el desarrollo del “Internet de las cosas”, nos encontramos ante un sistema que penetra mucho más allá del trabajo, agregando una dimensión de creación de valor no remunerado a nuestras actividades personales.

algoritmos para un mundo sin secretos

A fines de 2001, Google estaba considerando silenciosamente un cambio en el sistema de votación que permitiera a los usuarios impactar de manera transparente la clasificación de sus resultados de búsqueda. La cofundadora de SiteLab, Dana Todd, calificó el enfoque como un refuerzo de la “consciencia del usuario”, pero la función transparente nunca llegó al mercado. Según Google, la recolección masiva de datos funciona mejor de forma encubierta e indirecta. Un intercambio activo -como con un cuestionario o una encuesta de servicio al cliente, por ejemplo- revela la labor que implica alimentar un algoritmo mágico. Ernesto Calvo, profesor en el Departamento de Gobierno y Política de la Universidad de Maryland y autor de Anatomía política de Twitter en Argentina, dice que, si intuimos la orientación de quien pregunta, estamos predispuestos a tergiversar nuestra respuesta a fin de provocar una “disonancia cognitiva”. Google se previene de nuestras artimañas proponiéndonos sistemática y subrepticiamente regalar información sobre sus movimientos a través del espacio físico (Maps), futuros anticipados (Calendar) y métricas del uso diario de Internet (Chrome).

Este data entry tan continuo como invisible se volvió rápidamente estratégico en el modelo comercial de Google así como para Amazon, que comenzó a monetizar desde 2003 datos de usuarios utilizando un amplio conjunto de historiales de compras individuales para alimentar algoritmos que construyeran índices de similitud entre los diversos artículos y herramientas, y al mismo tiempo construir perfiles de los consumidores. Fueron así pioneros de la publicidad digital, aprovechando los metadatos a través de un complejo sistema de recomendaciones. Amazon no automatizó el trabajo de un empleado minorista sino que simplemente legó el laburo del empleado a los propios consumidores, quienes lo realizan en el acto mismo deconsumir. De este trabajo oculto e impago nos habla el marketing 2.0 -como sin querer queriendo- cuando conceptualiza a los prosumers (el consumidor productor).

El progresismo ha abordado el asunto escasamente, en general desde programas más bien conservadores. Es el caso de la propuesta de Bernie Sanders que sugiere atacar la existencia de este tipo de monopolios. Una cooperativa local podría hacer una app para vencer a Uber, pero no podría construir un auto sin conductor: esto requiere una inversión masiva y una infraestructura para recolectar y analizar todos los datos. Uno puede, por supuesto, crear también cooperativas de propiedad de datos, pero es poco probable que se escale hasta competir con Google o Amazon.

En otro plano, pero en el mismo sentido, se inserta el fin de la “neutralidad de la red”. Recientemente, Donald Trump pateó el tablero y decidió revertir una medida fundamental tomada por Barack Obama en 2015. La medida garantizaba que ningún usuario ni empresa podía pagar ni cobrar para recibir un trato prioritario, descargando datos a mayor velocidad o discriminando en contra de contenidos de la competencia. Su reversión significa un nuevo capítulo en la feroz batalla entre “telcos” (gigante de las telecomunicaciones como Verizon, Comcast y AT&T) y OTT (servicios Over The Top, “los que ofrecen empresas que no controlan las redes mediante las que son distribuidos”, por ejemplo Facebook o Netflix). El cambio se presenta como una “victoria de la libertad” pero destruye la Internet entendida como “bien público”: los proveedores de la red podrán bloquear o ralentizar la velocidad de conexión en función del precio que pague el cliente o la página web que esté visitando. Habrá entonces, una Internet de primera y una Internet de segunda.

Mientras tanto, Amazon se suma a Google, Microsoft, Facebook e IBA, al salir a la cancha de los servicios en Inteligencia Artificial basados en la nube. Así, proveerá sistemas para reconocer objetos en imágenes, procesar comandos de voz y operar aplicaciones de chatbot. La revolución de la Inteligencia Artificial fue posible solo porque un puñado de compañías, de hecho, disfrutaron del estatus de cuasimonopolios. Diez mil nuevas empresas, cada una de las cuales posee una pequeña porción del imperio de datos de Google, difícilmente producirían un auto sin conductor. En vez de pugnar por la atomización de la web en clave de libre competencia, quizás el campo popular debería luchar por la democratización de los datos (en especial, el blanqueo del funcionamiento de los algoritmos con que se los procesa) y por la remuneración del silencioso trabajo digital de los prosumers. Si esperamos demasiado, quizás, como en China, ya sea muy tarde para patalear.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=240199

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Identidades masculinas y femicidios

Por: Constantino Urcuyo

Es impostergable construir nuevas masculinidades, enseñarle a los niños que las mujeres son nuestras iguales, no siervas.

Las identidades masculinas están en crisis y esta se refleja en el creciente número de mujeres asesinadas.

Hombres inseguros que no aceptan la separación de pareja y matan al no admitir la autonomía de las mujeres.

El recurso a la violencia para enfrentar las frustraciones se origina en la cosificación de la mujer, es por ello que cuando ellas no aceptan la imposición de sus compañeros son eliminadas por quienes persiguen dominación absoluta.

«Los varones debemos alejarnos del culto a la fuerza y a la agresión como elementos definitorios de nuestra hombría, los hombres también lloramos y sentimos, no nacimos condenados a la competencia salvaje, la pelea y la guerra».

Las transformaciones culturales han subvertido los roles tradicionales, con lo que el machismo ha sido el gran perdedor.

El hombre jefe de familia, proveedor único se ve cuestionado por mujeres que trabajan fuera del hogar, por el ejercicio compartido de la educación de los hijos y por un desarrollo dialogado de la convivencia familiar.

Hombrías deformadas

El surgimiento de una mentalidad que postula la igualdad de la mujer tanto en el ejercicio de la sexualidad como en la educación y en el trabajo, se transforma en amenaza severa para hombrías deformadas por el autoritarismo y ajenas al manejo equilibrado de las emociones.

Ante esta epidemia surge la respuesta simplista de solucionarlo todo con el recurso al derecho penal.

El femicidio exige la aplicación de penas, desde luego, pero más allá de estas debemos actuar en el terreno educativo.

Es impostergable construir nuevas masculinidades, enseñarle a los niños que las mujeres son nuestras iguales, nuestras compañeras, no siervas, en el camino de la vida.

Los varones debemos alejarnos del culto a la fuerza y a la agresión como elementos definitorios de nuestra hombría, los hombres también lloramos y sentimos, no nacimos condenados a la competencia salvaje, la pelea y la guerra.

La sociedad actual exige el predominio de la neurona sobre la testosterona.

Fuente: https://www.elfinancierocr.com/opinion/identidades-masculinas-y-femicidios/LDAB4NBTFJBT7B5Y6PZH7FXC2A/story/

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Entrevista Adela Cortina: “No hay felicidad sin compasión”

Por Filosofía&Co

La filósofa Adela Cortina elimina de la compasión cualquier acepción negativa y la explica como el sentimiento de padecer con otro su tristeza y también su alegría. “En nuestro país –aclara Cortina– el alegrarse con el bien de otro es dificilísimo”. Y lo dice la gran experta en ética. Hablamos con ella de filosofía, ética, felicidad, justicia… y de pobreza, el tema central de su último libro, Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia.

Por Gabriel Arnaiz, profesor de filosofía

El filósofo José Antonio Marina ha dicho que todo lo que sabe de ética lo había aprendido de ella. Aunque este comentario es un cumplido quizá exagerado, refleja de manera muy clara una cosa: que quien quiera saber de qué va la ética necesariamente tendrá que empaparse del trabajo que ha venido realizando esta filósofa durante más de tres décadas. Adela Cortina fue una de las primeras introductoras en España de la ética del discurso de Habermas y Apel, aunque su proyecto de ética cordial pretende compensar las limitaciones de este enfoque con una ética de las virtudes, es decir, complementar el enfoque kantiano de esta ética procedimentalista con ciertas dosis de buen juicio aristotélico. Ella ha sido también uno de los primeros filósofos españoles en tomarse en serio el abigarrado universo de las éticas aplicadas, sobre todo de la ética empresarial, de la que es una de las representantes más destacadas en lengua española, con varias obras colectivas sobre este tema que son de consulta indispensable. Casi ningún otro filósofo en España, salvo Savater o Marina, puede presumir de que sus obras hayan sido reeditadas tantas veces: Ética mínima va ya por la decimoquinta edición; Ética sin moral, por la décima; Ética aplicada y democracia radical, por la quinta, y Ciudadanos del mundo y Neuroética y neuropolítica, por la tercera. Además, Adela Cortina es la única mujer que ha sido admitida hasta ahora en la Academia de Ciencias Morales y Políticas.

El libro "¿Para qué sirve realmente la ética?", de Adela Cortina, está editado por Paidós.
El libro “¿Para qué sirve realmente
la ética?”, de Adela Cortina,
está editado por Paidós.

Uno de sus últimos libros se titula ¿Para qué sirve realmente la ética?, y eserealmente ya presupone que la ética no sirve para nada realmente útil, si no no sería necesario haber incluido este escéptico realmente. Así que, antes de que me diga si la ética sirve realmente para algo, ¿podría explicarnos qué es la ética? Hay mucha confusión con otros términos parecidos, como moral o religión.
Un excelente profesor mío, Fernando Cubells, solía decir que “las cuestiones de nombres son también cuestiones sobre cosas”, y por eso importa tanto aclarar de qué estamos hablando cuando utilizamos la palabra ética. La palabra ética viene del griego, del termino êthos, que quiere decir carácter, y, en ese sentido, la ética está relacionada fundamentalmente con la forja del carácter de las personas.

Dice también allí que, si le obligasen a ser lacónica, diría que consiste en “conjugar justicia con la felicidad”.
Un carácter justo y la búsqueda de la felicidad con un buen carácter serían para mí los dos caminos de la ética. ¿Por qué nombro esos dos? Porque la filosofía siempre se ha preguntado por la felicidad, pero se ha entendido de muy diversas maneras. Y en los últimos tiempos se ha entendido de una manera que puede entrar en conflicto con la justicia, porque la felicidad, a mi juicio, se ha reducido a bienestar. Bienestar quiere decir tener una serie de sensaciones placenteras, como estar satisfecho con la vida o tener eso que se llama “una vida de calidad”, es decir, vivir en una ciudad pequeña, tener buenas relaciones, poder ir a conciertos, al teatro, etc. Lo cual, en principio, está muy bien, pero si la felicidad se reduce a bienestar, entonces puede entrar en conflicto con la justicia.

 

"Pobreza y libertad. Erradicar la pobreza desde el enfoque de Amartya Sen", de Tecnos.
“Pobreza y libertad. Erradicar
la pobreza desde el enfoque de
Amartya Sen”, de Tecnos.

¿Cómo puede ser eso?
Porque al que está bien le molestan los que plantean exigencias de justicia. En nuestra tierra se dice que el que estiga bé que no es menetge (el que esté bien, que no se mueva). Al que está bien y le vienen con que tiene que pagar impuestos, lo hará mientras haya coacción, pero si no, en absoluto. Además, pensará que el dinero es suyo y que por qué se lo han de reclamar. De igual modo, si viene un inmigrante en una patera, le parecerá muy molesto, porque él está bien y no entiende por qué el inmigrante ha de obligarle a moverse. Y si al bienestante le cuentan que en España hay ahora una gran cantidad de pobres, que muchas familias acuden a los comedores de Cáritas y que hay niños que sólo comen cuando les dan de comer en la escuela, se siente molesto, porque él está bien y eso le incomoda. Por eso creo que cuando la felicidad se convierte en bienestar (lo cual tiene mucho que ver con la sociedad de consumo), la justicia puede entrar en conflicto con ella. Es en ese sentido en el que digo que la justicia puede entrar en conflicto con una felicidad concebida como bienestar, pues entiendo que la justicia siempre es una exigencia y las exigencias de justicia no se pueden dejar de lado de ninguna manera, porque son las que nos caracterizan básicamente como seres humanos. Quien cae por debajo de los mínimos éticos está cayendo bajo mínimos de humanidad; esa es la idea. Entonces ¿qué debería ser la felicidad? La felicidad siempre tiene que ser una aspiración que incluya las exigencias de justicia, y por eso yo propongo la compasión como algo fundamental.

“La compasión no es la conmiseración que sienten los que están bien situados frente a los que no lo están”

Pero solemos tener una idea de la compasión más bien negativa. Nos recuerda al día del Domund y cosas así.
Es que la compasión no es la conmiseración que sienten los que están bien situados frente a los que no lo están. La compasión es el sentimiento de padecer con otro su tristeza y también su alegría, porque en nuestro país, donde la envidia es el pecado capital, el alegrarse con el bien de otro es dificilísimo. El otro día leí la noticia de una psicóloga que preguntaba a sus encuestados: “¿Cuándo se alegra usted más, cuando le salen las cosas bien a usted o cuando le salen mal a los otros?” ¡Y la gente contestaba que cuando le salían mal a los otros!

¡Hay que ver cómo somos!
Decía el economista Jeffrey Sachs, y también lo he recogido en el libro, que una de las causas de la crisis ha sido que la élite norteamericana no ha tenido civilidad y yo añadiría, que tampoco compasión. Banqueros, políticos y gentes relevantes, como no les importan los otros, han creído que no tenían por qué ser justos. A mi juicio, la justicia, sin esa compasión básica, no puede funcionar de ninguna manera. Si los demás no importan, la justicia carece de sentido. Por eso es por lo que yo creo que un proyecto de felicidad que incluya a los otros es el que puede plantear exigencias de justicia.

"Pobreza y libertad. Erradicar la pobreza desde el enfoque de Amartya Sen", de Tecnos.
“Aporofobia, el rechazo al pobre”
es el último libro de Adela Cortina
y está editado por Paidós.
rgente, Fundéu.

¿Esto tiene que ver con lo que usted llama la aporofobia, es decir, el rechazo a los pobres, de la que habla en su nuevo libro:Aporofobia, el rechazo a los pobres(editado por Paidós)?
A pesar de que se habla mucho de xenofobia, el extranjero no suele molestarnos cuando viene bien provisto de petrodólares. Por ejemplo, cuando vienen los alemanes a la Costa del Sol o a la Costa Blanca les ponemos la alfombra roja porque traen dinero. No nos molesta en absoluto que sean arios ni nada por el estilo. Entonces ¿quiénes son los que molestan? Los de la propia familia cuando son pobres; es de sentido común. Y ahora que hay muchísimos pobres, la gente lo oculta (que no se vea, que no se sepa), y se relaciona con los parientes que están bien situados. Y además, hasta el último gato presume del pariente bien situado y nadie te nombra al pariente más necesitado. Yo creo que la cuestión es que la aporofobia la tenemos al lado de la calle. Y es por eso que la justicia y la compasión son fundamentales. La pobreza es falta de libertad.

(La palabra aporofobia, acuñada por Adela Cortina, fue elegida “palabra del año 2017” por la Fundéu, Fundación de Español Urgente).

Usted ha sido la máxima exponente en España de una ética dialógica (siguiendo las aportaciones de Habermas y Apel) y ha defendido siempre la necesidad de una ética mínima en una sociedad plural. ¿Nos puede explicar qué es lo quieres decir con esta fórmula?
Quiero decir que la fórmula del pluralismo moral consiste en que convivan distintas éticas de máximos, distintas éticas que hacen ofertas de vida feliz, que hacen propuestas de vida buena, que aconsejan distintos proyectos de vida buena, siempre que dialoguen entre sí y puedan compartir por lo menos unos mínimos valores de justicia con los que no se puede vivir sin caer en inhumanidad.

¿Cuáles serían esos mínimos?
Fundamentalmente, la libertad (entendida como independencia, como participación, como autonomía y como no dominación), la igualdad, la solidaridad, el respeto activo y los derechos humanos de las tres primeras generaciones: es decir, la libertad de expresión, de asociación, de reunión, de conciencia, etc., pero también los derechos económicos, sociales y culturales, es decir, una asistencia sanitaria de calidad, una educación de calidad, un seguro de desempleo, unas pensiones a una edad razonable y la ayuda en tiempos de carencia, como cuando uno está discapacitado o en situación de dependencia. Todos esos derechos son unos valores mínimos sobre los que todos los grupos políticos deberían estar de acuerdo. Es verdad que esos mínimos no son estáticos, sino dinámicos, pero por lo menos debemos tener claro que hay unos mínimos de justicia que todos debemos compartir, porque, si no, los miembros de una sociedad no tienen nada en común y no pueden construir nada juntos. Y eso es lo que me fastidia de nuestra sociedad actual: que todo el mundo está protestando, unos contra otros, pero no hay modo de que esos mínimos salgan adelante. Y eso es algo de lo que se tienen que convencer todos los partidos políticos, todos los sindicatos y los ciudadanos de a pie.

Pero parece que ese consenso del Estado del bienestar, que era típico de Europa, se está dinamitando: hay que reducir las pensiones, privatizar la sanidad, recortar en educación, etc.
Yo escribí un artículo que se titulaba El corazón de Europa, en el que decía justamente que ese modelo que tenía Europa como propio era lo mejor que podía ofertar. Eso y la defensa de la democracia y de la dignidad humana. Cuando estos valores básicos se ponen en peligro con recortes económicos, aduciendo que los recursos son escasos, esto no es sino una coartada. Los recursos siempre son escasos, por eso hay que priorizar. Ya lo decía Hume: “¿Cuáles son las causas de la injusticia? Que los recursos son escasos y que los seres humanos son egoístas”.

¿Y cuál es el papel de eso que usted llama “éticas de máximos” en una sociedad plural?
Las éticas de máximos son los proyectos de vida feliz que proponen distintos grupos, religiosos o no. Si esas éticas de máximos ni siquiera pueden dialogar entre sí y encontrar unos mínimos de justicia, nos encontramos en una sociedad que no es pluralista sino politeísta, una sociedad de personas que no pueden construir nada juntos. Por eso los mínimos de justicia son fundamentales. Pero, a mi juicio, es importante que en una sociedad haya propuestas de éticas de máximos que cumplan los mínimos de justicia, porque en realidad las personas viven de sus proyectos de felicidad, pues a lo que todos aspiramos es a la felicidad. Si los proyectos de vida son muy débiles o poco entusiasmantes, entonces las exigencias de justicia también serán menores. Ahora bien, esos proyectos los tiene que aceptar cada uno personalmente, no se pueden imponer jamás. Eso nunca.

“¿Cómo vas a renunciar a la justicia o a la felicidad? Eso es inhumano”

Aristóteles sería filósofo de la felicidad y Kant el de justicia. ¿Con quién nos quedamos?
Con los dos. ¿Cómo vas a renunciar a la justicia o a la felicidad? Eso es inhumano. ¡Pero si son los dos grandes pilares de la ética! Además, eso es lo que yo intento hacer: unir a Kantcon Aristóteles en el terreno de la ética dialógica, pero no por afán de sincretismo, sino porque sencillamente es lo que toca.

Últimamente está hablando de “una ética de la razón cordial” (con el que obtuvo el Premio Jovellanos de Ensayo en 2007), que es un intento de unir la inteligencia con la compasión. ¿En qué consiste este enfoque?
Yo trabajé con Apel y con Habermas, y cuando conocí la ética del discurso me pareció el proyecto ético más interesante que había entonces (y sigo creyendo que es así), pero siempre le encontraba un fallo: que era excesivamente racional, procedimental, formal, que le faltaba la dimensión del sentimiento, de la cordialidad. Y creo que es muy difícil considerar al otro como interlocutor válido en realidad sin tener en cuenta la dimensión sentiente de los interlocutores. Creo, pues, que ese reconocimiento recíproco del que habla la ética en discurso no tiene que ser solamente lógico-formal, sino que tiene que ser también cordial. Y si no es cordial, es decir, si falla la compasión, va a ser muy difícil preocuparse por la justicia.

Es curioso cómo las mujeres filósofas (no sólo usted, sino también Nussbaum, Camps o Gilligan) hacen siempre hincapié en el tradicional olvido de las emociones por parte de los filósofos varones. Veo como una necesidad de compensar cierta obnubilación de la filosofía por una razón demasiado “geométrica”.
Es verdad que las mujeres tenemos en cuenta esa otra dimensión que sería la cordial. Pero como yo digo en este libro, y también lo dice Gilligan muy acertadamente, no se trata de que las mujeres tengan que ocuparse del corazón y los varones de la razón, sino que hay dos voces morales que tienen que complementarse. No son valores de hombres y de mujeres, sino que son valores de cualquier persona íntegra, tanto de varones como de mujeres. Unos y otras han de recurrir a la razón y al corazón. No se puede condenar a una parte de la humanidad a ser sólo racional o a ser sólo sentiente. Como decía Pascal, la razón geométrica se pierde muchas cosas importantes; a la razón humana le importan también las cuestiones cordiales. Es en ese sentido en el que hablo de una “razón cordial”, tanto en Ética de la razón cordial como enJusticia cordial, una idea que sigo manteniendo y que me gustaría desarrollar en el futuro.

Usted ha sido también una de las introductoras en nuestro país de las éticas aplicadas. ¿Cuál es su opinión sobre la clonación humana?
Afortunadamente, quienes se están ocupando de la clonación están distinguiendo muy claramente entre clonar tejidos y clonar a un ser humano completo y aseguran que no se proponen llegar a clonar seres humanos.

Entonces, en la polémica entre Sloterdijk y Habermas sobre estas cuestiones, ¿con quién está usted?
Habermas, en El futuro de la naturaleza humana, defiende posiciones con las que en parte no estoy de acuerdo y en parte sí. Él entiende que si hay una cierta manipulación genética, la persona que naciera de esa manipulación no sería autónoma, porque distingue entre lo crecido y lo hecho. Yo creo que esto no es así, porque si una persona ha nacido, la autonomía le constituye, tanto si se ha generado a partir de la manipulación como si no ha sido así. En lo que sí estoy de acuerdo con Habermas es en que es preciso ser muy cautos y evitar traspasar el límite de las intervenciones terapéuticas entrando en las de mejora.

¿Pero quién no va querer ser más inteligente si pudiera hacerlo?
Porque eso no garantiza en absoluto una vida buena. El niño necesitará incorporarse a clases para superdotados, necesitará enseñanza especial y sólo si tiene habilidades sociales podrá convivir con tranquilidad. Algo así trataba ya Unamuno en su espléndido Amor y pedagogía, que es todo un aviso para navegantes.

"Neuroética y neuropolítica. Sugerencias para la educación moral", de Adela Cortina, editado por Tecnos.
“Neuroética y neuropolítica.
Sugerencias para la educación moral”,
de Adela Cortina, editado por Tecnos.

En Neuroética y neuropolítica habla de un posible “chip moral”. Si pudieran ponernos un chip moral que nos convirtiera en personas más morales, ¿por qué no íbamos a hacerlo?
Porque no existe ese chip moral ni un GPS moral. Es verdad que Savulescu propone [en [¿Decisiones peligrosas? Una bioética desafiante] intervenir en las bases biológicas de los sujetos para mejorarles moralmente, por aquello de que la educación no parece tener mucho éxito. Pero eso lo plantea a muy largo plazo, y aún así, no comparto su opinión. También aquí conviene recordar La naranja mecánica.

También habla en ese mismo libro de Frankenstein…
Es que la figura de Frankenstein, que menciono en los dos libros, me parece fundamental. La novela de Shelley, más que de la creación de un ser superior, está hablando de la felicidad humana. No hay que empeñarse tanto en mejorar, porque puede ser que lo más importante en la vida para ser feliz no sea tener unas características maravillosas, sino tener unas características normales, pero saber degustar las relaciones humanas; es decir, saber que con la gente somos muchos más felices que con unas capacidades tan maravillosas. Y en eso es en lo que habría que insistir.

En ¿Para qué sirve realmente la ética? dice que es un error querer incrementar la calidad de la educación basándose “sólo en técnicas que permiten llegar a los más diversos fines sin ayudar a calibrar cuáles son los mejores fines”. Lo decisivo es saber discernir cuáles son los mejores fines y nada mejor para ello que la ética. ¿Por qué todo el mundo debería aprender ética?
Porque forjarse un buen carácter aumenta la probabilidad de lograr una vida feliz y justa. Y en la conformación del carácter conviene tener en cuenta que la naturaleza nos ha predispuesto para el cuidado, para la cooperación, y no para el egoísmo estúpido, y para saber valorar aquello que vale por sí mismo. La ética enseña a priorizar, a elegir los mejores valores, a cuyo servicio hay que poner técnicas y habilidades. Todos estos aspectos son fundamentales para una vida íntegramente humana, y los estamos descuidando peligrosamente.

“La política también tiene unos fines, que es conseguir el bien común”

En Ética aplicada y democracia radical escribe que “es imposible construir una sociedad auténticamente democrática contando únicamente con individuos técnica y socialmente diestros”. Parece que la educación actual lo único que busca es formar buenos técnicos, pero no ciudadanos justos. Y en ¿Para qué sirve la ética? se queja de que en esta crisis económica “se ha echado en falta la presencia de buenos profesionales”, especialmente en las entidades financieras.
En el capítulo en el que hablo de las profesiones lo que digo es que cada una de las actividades profesionales tiene una meta que le da sentido y legitimidad social. Por ello, sería muy importante que en todas las carreras hubiera una asignatura de ética en la que se reflexionase sobre la ética de esta profesión. La medicina tiene unos fines que le dan sentido: prevenir la enfermedad, curar lo que puede ser curado, ayudar a cuidar lo que no se puede curar y ayudar a morir en paz. Pero es que la política también tiene unos fines, que es conseguir el bien común, y también la economía tiene unos fines, que es conseguir una sociedad buena, como decía Amartya Sen. Entonces, cada una de las actividades tiene unos fines de los que se ocupa la ética. Por eso tendría que haber en todas las carreras una asignatura de ética donde se reflexionara sobre los fines de esa profesión y cómo alcanzarlos. Si no, tendremos técnicos, pero no profesionales, y es una de las razones por la que creo que la ética tendría que estar en el bachillerato y tendrían que recibirla todos los alumnos.

El rechazo a los pobres explicado por Adela Cortina

En su último libro, Aporofobia, el rechazo al pobre, Adela Cortina afirma:

“No repugnan los orientales capaces de comprar equipos de fútbol o de traer lo que en algún tiempo se llamaban «petrodólares», ni los futbolistas de cualquier etnia o raza, que cobran cantidades millonarias pero son decisivos a la hora de ganar competiciones. Ni molestan los gitanos triunfadores en el mundo del flamenco, ni rechazamos a los inversores extranjeros que montan en nuestro país fábricas de automóviles, capaces de generar empleo, centros de ocio, a los que se da el permiso de fumar en sus locales y bastantes privilegios más. Y todo ese largo etcétera de aportaciones extranjeras que aumentan el PIB.

Por el contrario, lo cierto es que las puertas se cierran ante los refugiados políticos, ante los inmigrantes pobres, que no tienen que perder más que sus cadenas, ante los gitanos que venden papelinas en barrios marginales y rebuscan en los contenedores, cuando en realidad en nuestro país son tan autóctonos como los payos, aunque no pertenezcan a la cultura mayoritaria. Las puertas de la conciencia se cierran ante los mendigos sin hogar, condenados mundialmente a la invisibilidad.

El problema no es entonces de raza, de etnia ni tampoco de extranjería. El problema es de pobreza. Y lo más sensible en este caso es que hay muchos racistas y xenófobos, pero aporófobos, casi todos. Es el pobre, el áporos, el que molesta, incluso el de la propia familia, porque se vive al pariente pobre como una vergüenza que no conviene airear, mientras que es un placer presumir del pariente triunfador, bien situado en el mundo académico, político, artístico o en el de los negocios. Es la fobia hacia el pobre la que lleva a rechazar a las personas, a las razas y a aquellas etnias que habitualmente no tienen recursos y, por lo tanto, no pueden ofrecer nada, o parece que no pueden hacerlo.”

Fuente: https://blogs.herdereditorial.com/filco/adela-cortina-pobreza-falta-libertad/

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Judíos ultraortodoxos: ellos rezan y ellas trabajan

Por: Lourdes Baeza

El 73% de las haredíes están ocupadas frente al 51% de los hombres ultrarreligiosos, sin embargo ellos cobran un 25% más.

Las mujeres ultraortodoxas son las que más contribuyen a estrechar la brecha laboral entre las comunidades ultra religiosas judías y el resto de la sociedad israelí. Mientras los hombres ultraortodoxos rezan, ellas trabajan y su salario es la principal fuente de ingresos de la familia, junto con las ayudas estatales que perciben por tratarse de familias numerosas.

Según la estadística hecha pública por el Instituto de la Democracia de Israel y el Instituto de Jerusalén para la Investigación Política, a pesar de que estos grupos siguen marcados por el aislacionismo cultural, en el plano laboral sí se han producido cambios significativos en los últimos años. El más evidente, la integración progresiva de las mujeres haredíes en el mercado laboral.

Existe aún una enorme brecha salarial que hace que, mientras las mujeres ultraortodoxas cobran de media mensual unos 1.400 euros, el resto percibe 2.000 euros

Los datos, revelados a finales de diciembre, pintan un panorama en el que el 73% de las ultraortodoxas trabajan, en una sociedad en la que el 82% de las mujeres, que no pertenecen a esas comunidades, forman parte activa de la fuerza laboral israelí. Una cifra que ha aumentado significativamente en la última década, a pesar de las limitaciones que, por motivos religiosos y de formación, tienen este colectivo.

La falta de formación académica las limita mucho a la hora de buscar trabajo pero cada vez son más las que apuestan por estudiar para optar a puestos mejor remunerados. El número de matriculaciones aumentó y aproximadamente, el 51% de ellas se encuentran inmersas en algún tipo de estudios superiores. El sector educativo sigue siendo su favorito para integrarse en el mercado laboral. “Tenemos un nivel educativo más alto que los hombres pero para cualquier mujer haredí la familia es lo primero y eso limita también mucho las posibilidades laborales”, reconoce a EL PAÍS Pnina Pfeuffer, una activista ultraortodoxa por los derechos de la mujer que se presentará como candidata para formar parte del Ayuntamiento de Jerusalén, en las próximas elecciones municipales.

Al mirar la radiografía de los datos arrojados por el estudio, no se puede olvidar que estas mujeres suelen tener a su cargo una media de 6 ó 7 hijos —frente a los 2 ó 3 del resto de judías—, que viven en condiciones económicas muy difíciles —un 45% de las familias ultraortodoxas vive por debajo del umbral de pobreza— y que proceden de un ámbito familiar patriarcal, donde la toma de decisiones a nivel individual apenas tiene espacio. “Eso queda también reflejado en los partidos políticos haredíes. Son monolíticos. No aceptan mujeres. Tienen su propia agenda. Las cuestiones relacionadas con nosotras no son prioritarias. No existimos”, asegura Pfeuffer.

La integración laboral de los hombres avanza a un ritmo mucho más lento. La estadística muestra que a finales del 2017, prácticamente la mitad de ellos continuaba dedicándose exclusivamente al estudio de la Torah —los textos sagrados judíos—. Por eso, los investigadores de este estudio afirman categóricamente que, a pesar de su aparente inmovilismo, la situación de las mujeres haredíes refleja que la comunidad ultraortodoxa está en continua evolución.

Brecha salarial

Aunque el porcentaje de mujeres trabajadoras ultra religiosas se acerca ya al del resto de mujeres judías, no sucede lo mismo con sus salarios. Existe aún una enorme brecha salarial que hace que, mientras las ultraortodoxas cobran de media mensual unos 5.800 shekels (unos 1.400 euros), el resto percibe 8.600 shekels (2.000 euros). “Cuando buscan trabajo, lo hacen dentro de su área porque muchas prefieren ganar menos, a exponerse al mundo secular donde su remuneración sería mayor”, explica la doctora Lee Cahaner, coautora del informe. Una diferencia salarial que se mantiene con respecto a los hombres ultraortodoxos trabajadores que, aunque son menos en porcentaje, perciben entorno al 25% más de sueldo que las mujeres.

Otro factor que explica esa brecha es que los empleadores saben que las ultra religiosas son mujeres con una gran carga familiar que les hará ausentarse a menudo del trabajo. “Aún así, lo aceptan porque hay una nueva generación que ha comprendido que ser la principal fuente de ingresos de la familia posiciona para conquistar una mayor cuota de poder. Poco a poco vamos ganando terreno en ese campo”, explica Pfeuffer.

La mayoría de las haredíes trabajadoras (un 62%) se desplaza caminando o utiliza el transporte público para llegar al centro de trabajo; entre otras razones, porque tan sólo un 29% posee licencia para conducir. Conducen menos que los hombres, pero utilizan más Internet. “En la última década el uso de Internet entre las mujeres ultraortodoxas se ha duplicado. En parte porque el Gobierno y los líderes de la comunidad, al ver que muchas ya no encontraban trabajo en la enseñanza, incluyeron la informática entre las nuevas especialidades de formación de las adolescentes haredíes”, explica Cahaner.

A pesar de los notables cambios, el encontronazo entre seculares y ultraortodoxos sigue presente en el día a día. Existe interacción pero siguen siendo un grupo bien diferenciado al que aún se considera, en muchos aspectos, al margen de la sociedad. Constantemente protagonizan protestas para mostrar su rechazo al servicio militar obligatorio y su empeño en que se respete escrupulosamente el Shabat hace temer que su influencia, cada vez mayor en la esfera política, pueda llegar a suponer una amenaza para el modo de vida de la mayoría secular en la sociedad israelí.

Fuente: https://elpais.com/internacional/2018/01/24/mundo_global/1516790082_771216.html

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Educación y cultura para una sociedad fracturada

Ernesto A. Holder
opinion@laestrella.com.pa

Una de las cosas que entenderemos al final (o al principio de alguna nueva etapa que desconocemos aún) es que la cultura, la memoria y la historia común, y el trabajo constante por aprender de las lecciones que nos han heredado es lo que nos mantendrá de alguna manera unidos; ojalá, enfocados en la construcción de una nueva realidad social que nos beneficie a todos.

Tal como experimentamos en estos momentos y desde hace ya varias décadas, tanto en lo local como a nivel internacional, el deterioro de la condición humana es irreversible desde las perspectivas y con los parámetros generales que se nos imponen. No están funcionado; por más que nos digan que las economías están creciendo o que la expectativa de vida va en aumento: ¿las expectativas de vida de quién?

Algunos nos pintan un mundo mejor, pero no ofrecen igualdad de condiciones sociales para todos. El fanatismo ideológico-religioso que intenta imponer creencias esotéricas al conjunto de la sociedad, lo hace, muchas veces, desde posturas peligrosamente agresivas. No será el dinero lo que nos una. Ese apetito enfermizo por tener más y más de lo que no se puede ni consumir ante la mirada de los que apenas tienen para sobrevivir.

La discusión y análisis del tema sobre la Sociedad Fracturada ( Fractured Society ) tuvo espacio en la reunión del Foro Económico Mundial en Davos, a finales de enero pasado, en donde el tema fue visto y analizado desde varias perspectivas, incluyendo la educativa, la sociocultural y las amenazas del cambio climático, entre otros.

El joven Parvathi Santhosh, de la organización internacional Global Shapers, sobre las ciudades, y tomando en cuenta lo que en estos últimos años hemos vivido aquí en Panamá, sugirió que: ‘Para crear un futuro compartido en un mundo fracturado, necesitamos activar el potencial sin explotar de los niños y las familias que luchan por tener éxito, reorganizando los sistemas y la infraestructura de la ciudad para que sean más personalizados e interconectados, de modo que cada niño en cada comunidad tenga una oportunidad en un futuro brillante’. El tiempo que pasamos yendo y viniendo, poca oportunidad le concede a los jóvenes y niños para que puedan explorar su creatividad e ingenio en la búsqueda de mejoramiento en las cosas que les inquietan y, por el poco tiempo que pasan juntos, lo más posible es que sus progenitores lo desconocen.

Esa reflexión (que debemos tomar unos minutos para internamente examinar) nos lleva a lo que Sarah Al Charif sustentó: ‘Necesitamos educar a nuestros hijos sobre la empatía, necesitamos integrarlo en nuestros sistemas educativos. La empatía es la respuesta para construir la cooperación en un mundo fracturado hoy y en el futuro’. Tomen nota de la creciente impaciencia y poco espacio que le damos al otro para que se equivoque. La chispa violenta en las calles ante la imprudencia de algún semejante, enciende las reacciones más enérgicas, so pretexto de la defensa del espacio y el derecho individual, téngase la razón o no.

Como tercer ejemplo, me hago eco de lo expuesto en Davos por el joven Umair Pervez, de la empresa Calgary Hub, quien muy atinadamente señala que: ‘Como regla general, debemos preguntarnos: ¿esta decisión mejorará el mundo para las generaciones futuras? Si una decisión no pasa esta simple prueba, probablemente sea hora de reconsiderarla’. Esta sencilla pregunta aplica para YA. Que nos veamos parte de una sociedad en peligro… que enseñemos a nuestros jóvenes a pensar de manera colectiva y abandonar las mezquindades individualistas.

Por donde miramos, aquí, en esta sociedad fracturada nuestra, el futuro no se ve muy bien y muy pocas son las señales de que los que trabajan conscientemente por el bien común, tenga el camino despejado para lograr sus objetivos.

Para los que toman decisiones y conducen las cosas del Estado, desde el Gobierno o la empresa privada, las señales que emergen de Davos apuntan a otras responsabilidades para que podamos corregir los problemas existentes y allanar el camino hacia el futuro. Para los que no lo saben y/o prestan atención, en Davos también se reúnen algunos de los líderes culturales más importantes del mundo. Su misión es la de dar forma y sentido a la realidad en el marco de visualizar el bienestar futuro. Tomen nota, que por allí es la cosa.

Fuente del Artículo:

http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/educacion-cultura-para-sociedad-fracturada/24049136

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Avanza Cuba en la Informatización de la Sociedad (+Infografía y Video)

Cuba / 08 de febrero de 2018 / Por: Bertha Mojena, Daina Caballero / Fuente: http://www.cubadebate.cu/

La Informatización de la Sociedad ha sido una de las estrategias prioritarias del Estado cubano desde hace algunos años. En el 2017, las políticas trazadas en el mejoramiento y ampliación de servicios tecnológicos según las capacidades económicas del país, vieron resultados promisorios en la accesibilidad de los cubanos a Internet, en función de las necesidades básicas de la población.

En diálogo con Wilfredo González, viceministro del Ministerio de las Comunicaciones (MINCOM), reiteró que no existe limitación alguna desde el punto de vista político para el acceso de los cubanos a Internet, y sí una voluntad de país para continuar avanzando en este proceso. “Estaría diciendo en primer lugar las Salas de Navegación de acceso a internet. (…) Este fue un proyecto que se inició en el año 2013, con 118 salas de navegación y a la fecha ya contamos con más de 650 de su tipo en el país”.

“Puedo citar también lo que se inició en el año 2015 que son las conocidas áreas públicas de Navegación WiFi donde hoy ya hay alrededor de 500. Este es un proyecto que vale la pena significar pues vamos a continuar en los próximos años desarrollándolo y que también maneja el concepto de compartir y no excluir, como un imperativo de nuestra sociedad, de nuestra Revolución”.

“Hay que hablar también de internet residencia o el proyecto Nauta Hogar como se le conoce de forma más popular. (…) proyecto de finales del año 2016 y que ya incluso con cierre hoy 2017 hay un proceso de comercialización, más de 10 mil capacidades se han ido comercializando. Considero que son pocas. El año que viene debemos ampliar este servicio”.

El viceministro cubano resaltó también el esfuerzo de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) en materia de conectividad institucional, como base para la informatización del país y cómo se trabaja con entidades nacionales, organismos de la Administración Central del Estado y empresas de desarrollo de Software en crear condiciones y capacidad de infraestructura de comunicaciones. Este es un paso que permite que los procesos que se informatizan dentro de estas entidades no solo tengan un beneficio hacia lo interno sino también hacia la población.

La transversalidad y concreción de una política

Viceministro de Comunicaciones Wilfredo González.

Para Wilfredo González, el trabajo que se viene desarrollando parte de la implementación de la política de país aprobada el 28 de febrero 2017, una política muy transversal que exige la responsabilidad de varios organismos, entidades nacionales, no solamente del MINCOM, órgano rector que dirige los recursos del país hacia los organismos y proyectos priorizados.

“La política exige un Plan Nacional de Informatización. Nosotros tenemos dentro de ese plan 21 proyectos de alcance general y de cimientos. Se ha iniciado un proceso de informatización de los registros públicos del país  rectorado por el organismo central – el Ministerio de Justicia- y que debemos impulsar de conjunto con el MINCOM”, explica.

“La provincia de Granma ha dado un buen ejemplo de lo que se puede hacer. Hoy existe un grupo de servicios de cara al ciudadano que tienen que ver con  solicitudes de inscripción de nacimiento, matrimonio, es decir, un grupo de servicios que da la dirección provincial de justicia que ya tienen expresión en el entorno de Internet en nuestro país. Es un proceso complejo porque lleva un diseño organizativo importante”.

Según el viceministro del MINCOM, se han tenido que organizar y construir muchas más infraestructuras que tienen que ver con la creación de contenidos digitales y en ese proceso hay actores que sobresalen, como los más de 600 Joven Club de Computación y Electrónica de todo el país y productos como Mochila, el Estanquillo, la plataforma de blog Reflejos o la propia Enciclopedia Colaborativa Ecured.

“En materia de capacidad de acceso en relación con Internet, desarrollo de contenidos y de servicios digitales, no debemos estar satisfechos. Hay que buscar mayor asequibilidad de la población, una organización mucho mas ágil de este proceso en busca de un mayor nivel de agilidad”.

CubaEduca es otro buen ejemplo que señala Wilfredo González, por ser una plataforma relevante – en este caso del Ministerio de Educación- no solo porque ya estén ahí los libros y las clases en un formato digital del sistema de enseñanza primaria, sino por la perspectiva que ofrece de lo que el profesor podría enseñar, el alumno debe aprender y el padre debe enseñar también. “Y como si fuera poco ahora están creando un servicio de consulta en línea. Esta es otra de las experiencias positivas que tendría que buscar ampliación el año que viene”, expone.

Infografía sobre el comportamiento de la estrategia de Informatización de la Sociedad, trazada por el país. Foto: CubaSí.

Otros retos y desafíos

Para Wilfredo González resulta fundamental la aplicación de la política en en materia de ciberseguridad y en la medida que avance el proceso de informatización, deberá también avanzarse en este sentido, para proteger los beneficios, no solo de la Revolución, sino también los datos de los ciudadanos.

Lograr que los organismos y gobiernos territoriales no solo puedan informar a la población sino lograr una interacción con el ciudadano a través del llamado gobierno electrónico, es otro gran desafío; es decir, la participación ciudadana como parte de un principio de la Revolución Socialista, que el ciudadano pueda  sugerir, compartir y formar parte del proceso de construcción. Provincias como Pinar del Rio y Granma dan pasos significativos en ese sentido.

“Hay que posicionar una mayor cantidad de servicios digitales en Internet en nuestro país. (…) tendríamos que estar hablando también de cómo organizar mejor la industria de aplicaciones informáticas. Creo que esto es un deber que tenemos con el Comandante en Jefe, con la visión que tuvo con relación a esta industria”.

La sustitución de importaciones para el ahorro del país y estimular las exportaciones es algo en lo que también debe avanzarse, refiere el viceministro cubano. “Estamos trabajando para flexibilizar o eliminar un grupo de barreras que  no permitan a la industria nacional de aplicaciones informáticas estar en mejores condiciones para el año que viene y sobre todo, concertando los esfuerzos para que esa industria atienda las prioridades nacionales de informatización. A partir del Plan Nacional de Informatización se debe ver cómo la Industria se inserta en el proceso, y no hablo solo de la empresa estatal sino de todos aquellos que puedan insertarse”.

Portal para los cuidadanos en Piar del Río

Algunas personas ya disfrutan del Nauta Hogar. Foto: ACN.

Fuente noticia: http://www.cubadebate.cu/especiales/2018/02/06/avanza-cuba-en-la-informatizacion-de-la-sociedad-infografia-y-video/#.WntrGp7lXeR

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Investigar (colectivamente) los miedos sociales

Por: Jaume Carbonell

Los miedos sociales, como el miedo al control social, al futuro o a la soledad, son los protagonistas de una investigación llevada a cabo por estudiantes y docentes de Bellas Artes.

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Hoy tiene lugar una de las últimas sesiones de la asignatura opcional  IBA (“Investigación basada en las Artes”), que se propone trabajar de otra manera para generar acontecimientos relevantes y utilizar estrategias artísticas para hablar de cuestiones sociales. Se trata de otra manera de investigar, entender y actuar. El grupo lo conforma una docena de estudiantes y un par de profesores de la Facultad de Bellas Artes: Fernando Hernández y Carlos Canales. Alrededor de una mesa, con el desayuno en medio -uno de los rituales que se garantiza de forma rotativa- van comentando con Carlos los últimos detalles de la producción del vídeo que incluye la lectura de los textos que han elaborado, con sus correspondientes imágenes, y que sirve para cerrar el trabajo desarrollado en el transcurso de cuatro meses, un par de días a la semana.

Todo arrancó con el comentario de una lectura veraniega por parte de Carlos y Fernando: La sociedad del miedo, de Heinz Bude. A partir de ahí creció el interés por compartir qué sabían y cómo podían sumergirse en la exploración de los miedos sociales. Siguió una lluvia de ideas para plasmar los conceptos clave en un mural pegado en una de las paredes: futuro, fracaso, sumisión, represión, el ego, rechazo, pérdida de la humanidad, machismo, vigilancia,… Una de las ideas fuerza que aparecía era el miedo como control social. En paralelo, se comentaron algunos libros que lo abordan desde distintas perspectivas: desde El miedo a la libertad de Eric Fromm, uno de los libros más emblemáticos acerca de las condiciones psicosociales que favorecieron la emergencia del nazismo, hasta los ensayos de Krishnamurti, Marina, Bauman y el más reciente de Dominique Moïsi: Geopolítica de las series o el triunfo global del miedo, que bucea en series como Juego de tronos.

A continuación, tanto estudiantes como profesores -una de las singularidades de este proceso de investigación es que ambos realizan y comparten todas las tareas- eligen imágenes que definen el miedo de manera personal u objetiva. También pueden visualizarse en la pared, tras ser agrupadas por categorías: el miedo a no tener trabajo; a caer en la marginación; al rechazo; a lo desconocido; al compromiso; a la autocensura; a la posverdad;  a la violencia en las redes, o a que invadan tu espacio. Y tras las imágenes llegan los textos. Los hay que constituyen un compendio de muchos miedos, con sus pertinentes efectos, como el que transcribimos parcialmente: “Siempre tengo miedo, es casi imperceptible, apenas lo noto, pero sé que está y se transforma… Miedo, miedo a hablar, miedo a enfrentarme, miedo a equivocarme, miedo a enredarme, miedo a pisar mal, miedo a decir lo que no quiero decir, miedo a no mirar, miedo a juzgar, miedo a sudar, miedo a llorar, miedo a no saber y a saber, miedo a no avanzar, miedo a no conocerme, miedo a no establecerme, miedo a la inestabilidad, miedo a seguir teniendo miedo”.

Otros miedos se asocian a las categorías fijadas por ellos mismos como la obligación de ser de una manera: “Este es un miedo que tengo muy presente, y desde niña. Es un miedo a ser juzgada por salir de lo ‘normal’, de las ‘reglas sociales’, lo que yo relaciono mucho con los modalidades y las cordialidades. Pienso que muchas veces tenemos que ceñirnos a estas reglas consensuadas por la sociedad y actuar como se espera. A veces me siento de una manera distinta y no puedo ser totalmente transparente con ello, porque estoy preocupada de cómo el resto lo va a percibir y si le parecerá muy extraño o no, entonces solo queda disimular y continuar el día con una especie de Poker Face“. Otros hacen referencia a la apropiación comercial de las luchas políticas: “… Es una característica cada vez más extendida de nuestras sociedades. De esta manera quizás las palabras que mejor caractericen el sentimiento frente a este hecho oscilan entre la desesperación y la conformación. Entre estas dos palabras, puede que encuentre una tercera, más optimista, que sería la esperanza de encontrar posibilidades de no someterse a este hecho. El miedo quizás aparezca justamente ahí, cuando miro las luchas en que me involucro, las experiencias que me interesan y creo que ellas tienen una especie de pureza, de fuerza de vida, de cambio y entonces temo que ellas sean, dentro de poco tiempo, reificadas y apropiadas por el proceso de constante producción de novedades del capitalismo”. O hablan del miedo a la deshumanización, a la indiferencia y a ser borrado o a la destrucción de la naturaleza.

Durante un buen rato conversamos de su concepción acerca de la investigación, muy distinta a la convencional, porque existe una intensa implicación de todos y todas en sus distintas fases, donde se supera la clásica división entre teoría y práctica y se diluyen los límites entre investigar, enseñar aprender y hacer arte. “Si consideramos que la realidad es abarcable, investigar para ti es esto… Pero si consideramos que la realidad es múltiple, constante, inabarcable, la investigación es diferente. Sí, un modo normal de aprender es como espectador. ¡Así no se aprende! En este sentido el proceso se muestra con el resultado porque el proceso es el resultado. “La pregunta no es qué voy a hacer sino qué quiero aprender”. En esta investigación, en la que se mantiene la tensión entre lo que se sabe y no se sabe, se destaca el trabajo en grupo: “Es una forma de hacerlo muy distinta a la tradicional-normativa a la que estamos acostumbrados. Su enfoque es más humano y desjerarquizado, al compartirlo todo alumnos y profesores: desde la realización de cualquier tarea hasta la toma de decisiones”. Reconocen que al no concebir la investigación como un proceso cerrado y definido previamente, se abren muchas ventanas y a veces se estancan y se pierden. “Pero donde no llega la persona llega el grupo”. Esta es una de sus grandes fortalezas.

EL IBI les permite establecer conexiones con otras disciplinas de la carrera o para la propuesta artística del proyecto final. Tal es el caso del juego de la oca del precario, una representación muy original y lúcida de uno de los atributos del precariado: la discontinuidad en el trabajo y el volver a empezar de nuevo continuamente. Asimismo se nombran otras transferencias como el de las cartografías, que les permiten usar modos de conocer de las artes para investigar en otros campos, o el de los archivos como formas artísticas para dar cuenta del recorrido.

Hay otro concepto que adquiere una especial centralidad: desbordar la universidad,  “Nunca pensamos que lo que generamos en la Facultad vaya a tener consecuencias”. Pero las ha tenido. Y ponen varios ejemplos de cómo un hecho que sucede en un espacio reducido de este seminario, a modo de deriva, se expande a otros lugares. Así, dentro de poco, lo que aquí se ha trabajado se llevará a las universidades de Jaén y Valencia para compartirlo en un máster de investigación y en otro de didácticas específicas. Por otra parte se critica la visión neoliberal del mercado del arte: “Se rompe con la imagen convencional del artista de galería que produce un objeto, y se coloca el arte como un modo de hacer en otro lugar más abierto, dando lugar a otras expresiones artísticas más críticas y creativas que cumplen una función social y tienen sus consecuencias”. Cuentan también que lo que se trabaja sale de estas cuatro paredes y lo comentan con sus amigos y compañeros de piso “que aunque no tienen nada que ver con Bellas Artes se muestran muy interesados”.

La pregunta clave de la investigación no es qué han aprendido sino cómo les ha afectado en todos los sentidos: personal y colectivo, humano y profesional. De qué manera el tema de estudio tiene que ver con cada estudiante. La conversación se va cerrando en torno a esta pregunta. Se produce un silencio, tras el cual Fernando subraya que a veces es necesario ampliarlo por parte del profesor “porque las respuestas no han de ser inmediatas y porque en el silencio también pasan cosas”. Luego se van desgranando afectaciones variopintas: “Yo he dejado de pintar, siguiendo una línea muy marcada y dirigida, y estoy haciendo grabados, dando más importancia al proceso”. “Yo me he replanteado la elección de los colores en la pintura”… Hay un par de cosas en lo que todos los estudiantes coinciden. La primera es que la clase se ha convertido en una conversación y en un debate continuo donde se han escuchado mucho y se ha hablado de cuestiones que en las clases de la universidad no suelen tratarse. “Lo que hemos creado lo hemos creado entre todos. Y los miedos los hemos socializado, leyendo y comentando textos e imágenes”. La segunda es que todo esto ha podido salir fuera de la universidad.

El curso se cierra con los autoinformes individuales en los que se cuenta cómo les ha afectado: hay libertad absoluta para hacerlo mediante un texto escrito, un mural, un vídeo o cualquier otro medio. También se incluye la autoevaluación, aunque puede suceder que se decida poner una nota colectiva. “Son decisiones que forman parte de esta manera de trabajar que se sale de la norma, que se naturalizan y no provocan ninguna tensión”, sostienen Carlos y Fernando.

Han pasado casi dos horas. Se concretan algunos detalles sobre lo que queda por hacer. Me fijo de nuevo en sus textos y, claro, no pueden faltar los que muestran el miedo al futuro: “… En general no me puedo quejar de cómo han ido las cosas hasta ahora: ha habido algunos pequeños problemas, pero así, a grandes rasgos, me ha ido bastante bien. Así que no le temo demasiado al futuro. ¿Cómo voy a temer al futuro, si siempre estoy hiperocupada? Cuando estoy haciendo algo, ya estoy pensando en lo que haré a continuación. No paro de hacer cosas, y eso no me permite pensar en lo que pasará si las cosas tomaran un camino distinto al que yo tengo controlado y estrictamente planeado”.

El otro día  me perdí en un lugar donde no había nada: sólo descampados, plazas enormes sin nadie transitando por ellas, edificios sin terminar de construir y una carretera por la cual no pasaba ningún coche. Estando en este lugar, se me acabó la batería del móvil. Así que me quedé completamente sola y sin ninguna distracción. Y eso provocó que empezara a darle vueltas a la cabeza. ¿Qué haré cuando me quede sola del todo, cuando todo sea como este lugar? ¿Qué haré cuando no tenga a nadie a mi lado? ¿Qué haré cuando todo haya desaparecido?.

En este momento me di cuenta que, al igual que Clara y todas las personas, yo también tenía miedo al futuro. Mantenerme ocupada mata el miedo, lo invisibiliza, me hace creer que no existe. Pero está allí, sin duda”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/02/07/investigar-los-miedos-sociales/

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