Informe Latin America in a Glimpse: Género, feminismo e internet en América Latina

Fecha de publicación:  Noviembre 2017

Author:  Derechos Digitales
Publicado por:  Derechos Digitales con apoyo de APC

Durante los últimos tres años, Latin America in a Glimpse ha funcionado como un recuento anual de lo más relevante ocurrido en América Latina en materia de tecnología y derechos humanos, un resumen que permite a quien lee hacerse una idea del panorama en la región: cuáles fueron los temas más relevantes, cuáles son las amenazas emergentes, de qué manera las políticas públicas están respondiendo (o no) a los desafíos propuestos por la tecnología y cuál es el rol que las organizaciones de la sociedad civil están jugando en esos escenarios.

Hemos querido también destacar la labor que cada una de las organizaciones de la sociedad civil están realizando en sus respectivos países y zonas de interés, tanto a través del reporte, como del evento anual realizado el día previo al Foro de gobernanza de internet, con la intención de establecer un puente entre América Latina y otras regiones del globo, para facilitar la interacción con financistas, aliados, compañeros y compañeras de trabajo.

En esta cuarta edición de Latin America in a Glimpse nos interesaba continuar con esta labor, pero quisimos darle un giro. Siguiendo una tendencia mundial, nos preguntamos específicamente por el intrincado vínculo entre género y tecnología, y las respuestas que, desde esta parte del mundo, distintos grupos de mujeres han dado a esta relación compleja, problemática y difícil.

Nos propusimos entonces averiguar qué proyectos se han desarrollado durante 2017 en América Latina en materia de género y tecnología. Cuáles son las áreas críticas en las que se está trabajando, cuáles son las principales problemáticas y, sobre todo, quiénes son las personas detrás de cada uno de estos proyectos, cuáles son sus motivaciones y de qué manera su trabajo se enmarca en un panorama mayor de luchas por la equidad de género. Un entorno digital cada vez más violento y hostil hacia las mujeres, la falta de participación en las distintas capas del ecosistema de internet, sumado a un panorama generalizado de oportunidades escasas, injusticias multidimensionales e invisibilización, ha generado una serie de respuestas diferentes, pero con un objetivo común: una internet digna para las mujeres, donde puedan ejercer sus derechos libremente y desarrollarse de manera íntegra y autónoma; donde las tecnologías digitales sean una herramienta para la realización personal y colectiva, y no un arma del status quo machista.

Lo que encontramos fue una comunidad altamente activa de organizaciones y “colectivas” que abarca prácticamente todo el espectro de nodos en los entornos digitales, desde la creación de “servidoras” feministas, hasta la ocupación discursiva de internet a través de medios autogestionados. Mujeres que han decidido perderle el miedo al error y han descubierto el goce del aprendizaje, la experimentación y la sororidad. Ante unas estadísticas desoladoras, las iniciativas acá listadas son poderosamente inspiradoras. Y esa es precisamente la idea, lograr generar puentes entre las mujeres acá mencionadas y las que –por falta de tiempo, conocimiento o torpeza nuestra- no lo están; las mujeres realizando trabajos similares en otras regiones del planeta y, sobre todo, las que después de leer las siguientes páginas se animen y se unan a la lucha. Esas que aparecerán en la próximas ediciones de este informe.

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Des-programar en clítoris

La curiosidad no viene naturalmente sino que se construye con la práctica. Y pareciera que cada día necesitamos menos curiosidad porque nos hemos ido acostumbrando a interactuar con aparatos que hacen de todo obedeciendo a un clic. El único y certero clic que nos lleva, como por arte de magia, hacia donde debemos ir, sin preguntas ni alternativas. ¿Acaso es posible alterar el orden tocando en otros lugares, probando entre comandos por el simple placer de probar y seguir tocando?

La parte más grande del clítoris está oculta; apenas podemos ver una pequeña punta que se asoma, arropada de piel, caliente y húmeda. Todo el resto no se ve pero sabemos que existe quienes, al tacto, hemos explorado la vitalidad y riqueza de sus terminaciones nerviosas. La realidad del clítoris es digital. Su anatomía, no menos real, hace parte de las zonas oscuras de la ciencia médica; poco se sabe y a pocos interesa porque poca utilidad tiene para los efectos reproductivos del aparato genital femenino. Y en cambio, su exploración ha sido tradicionalmente restringida a través de eficaces discursos, castigos y costumbres.

Esta imagen se asemeja mucho a la que tengo de internet como-la-conocemos-hoy. Lo más cercano es la ‘punta del iceberg’ donde se encuentran los contenidos indexados, clasificados y debidamente aprobados por los límites de la legalidad y la moral capitalista. Aptos para ser exhibidos en la interfaz gráfica. Y no es que lo demás no exista, es que para llegar allí, a la web oscura donde no hay censura ni jerarquía alguna, hay que tomarse el tiempo y poner en práctica habilidades técnicas.

Después de los contenidos está la infraestructura oculta: cables que habitan bajo el agua y centros de datos asentados en lejanos terrenos áridos. Allí, transformando energía y ocupando el espacio pero sin que podamos notarlo a simple vista, con accesos restringidos, vigilancia 24 horas y un elaborado corpus legal, en crecimiento, llamado ciberseguridad. Y mientras tanto la web, cada vez más normatizada e intolerante a la experimentación.

2. Sudo
Sudan mis axilas a pesar de los esfuerzos del mercado por esconder olor y transpiración. Suda también mi vagina. Suda por la ropa que sirve para esconder el vello y los productos para esconder la sangre. Suda entre los labios y más adentro es un sector placenteramente húmedo donde el sudor se mezcla con otros fluidos. Sudo privilegios de superusuaria. Sudo elegir quién entra y cómo. El dentro es un orificio de más conocido por la medicina, caldo de cultivo de infecciones y trayecto predilecto de la bienvenida a la vida. Objeto del deseo, fruto prohibido. Regularmente monitoreado, celosamente protegido, duramente custodiado. Violentamente penetrado.

La posibilidad de explorar dentro, más allá de lo que dicta la medicina, me remite rápidamente a la idea se un software cuyo código está abierto para ser usado, analizado, transformado y compartido. Entonces vienen dos imágenes más a mi mente: la de un automóvil entregado por piezas separadas para que el usuario encuentre la mejor manera de organizarlas de acuerdo a sus necesidades; y la de las ‘recetas de la abuela’, que para seguir existiendo y deleitando paladares deben ser compartidas entre quienes luego serán también abuelas.

Igual se puede imaginar un cyborg. Ni automóviles ni cocinas. Ni hombre ni mujer. Allá dentro, no en el orificio sino dentro de la carne, en la parte rugosa de arriba se encuentra el clítoris, aunque no se vea. Un software limitado cuya funcionalidad se ha desarrollado poquísimo. Escarbar allí es como entrar en la línea de comandos. Armar mis partes y descubrir en ellas su potencia. Al tacto, el clítoris se inflama y se despliega a lo largo de los labios, incluso sobre la pélvis. Se genera un cosquilleo que puede extenderse por toda la entrepierna y producir contracciones de placer. A veces incluso risas. Pero no es un movimiento automático, no ocurre como reacción al tacto solamente. ‘Tras toda arquitectura [corporal] se esconde una estructura de poder’*.

3. Recursividad
Los manuales son un punto de partida y los hay de varios tipos: infografías, video tutoriales, documentales, porno, animados. Casi todos disponibles en la red pero en ningún caso suficientes para alcanzar las posibilidades que permite el clítoris. Porque los clítoris, como los labios y las vaginas, son siempre diferentes. El aprendizaje se logra solo en la repetición y el disfrute. Una repetición que es recursiva por la manera como se asocia con otros procesos anteriores y posteriores. ‘Cuando hay recursividad surge algo nuevo que se da en la relación entre repeticiones consecutivas’*.

La idea de recursividad me sugiere masturbación. Todo lo que voy activando cada vez que vuelvo a masturbarme, que volvemos a masturbarnos. Aprender qué partes y qué movimientos disfruto más, qué posiciones para producir qué sensaciones. Aprender haciendo, repitiendo para el disfrute, construyendo de la experiencia, explorando siempre sin otro fin más que seguir disfrutando. No hay clímax, no hay embarazos, no hay comienzo ni fin porque el placer no es un medio. Alrededor un espacio deseado y en medio de fluidos, temperatura corporal, participación de otrxs, utilización de cables, aparatos, cámaras, frutas, según cada quien vaya deseando. Porque los placeres, como los clítoris, los labios y las vaginas son siempre diferentes.

Pero los placeres y los deseos son también tecnologías, moldeadas con sistemas de vigilancia, premio y castigo. Deseo conectado a la mirada, mirada que motiva la acción. No exploramos dentro porque no lo deseamos. No hace falta porque fuera todo está resuelto, porque alguien lo ha resuelto para mi ‘comodidad’. Así el cuerpo, así la máquina. Afuera mirada-interfaz, adentro digital-comandos. Entonces viene a mi mente el militarismo que carga la máquina debajo de su interfaz.

4. Desaprender
Porque internet no sólo está ‘basada en la apertura, la flexibilidad y la distribución como concreciones tecnológicas de diseño grabadas a fuego en el corazón del código’*. Se moldeó en el corazón de cuerpos de defensa, de estructuras militares y escolares impresas en el principio de obediencia ciega para la máquina y competencia de la creatividad para sus creadores: ingenio, sometimiento; comando, obediencia; solución de problemas, diseño de algoritmos. Y también se moldeó en el corazón del mercado: evolución de la interfaz por condescendencia con los usuarios finales.

En esos términos, la exploración del clítoris no deja de ser un proyecto colonial. Descubrir para someter, para contabilizar, para hallar regularidades y predecir comportamientos. Fracaso del proyecto (re)productivo, necesidad de buscar nuevas soluciones. Entrada triunfal de las instituciones, exigencia de derechos, domesticación, aprovechamiento. ‘Todo uso instrumental de Internet está condenado de antemano al fracaso’*. Por eso no se trata – no para mí – de armarnos de herramientas para comprender ese órgano allí dentro.

La realidad del clítoris es digital, realidad al tacto, al aumento de tamaño, al placer. Paradigma de aprendizaje no hegemónico. Explorado, de seguro, en el pasado y en el presente. Objeto del disfrute implícito en las narraciones bíblicas sobre Lilith y la magia negra. Perseguido y olvidado. Allí presente, sin embargo. ‘ [El clítoris] no se estudia ni se aprende. [El clítoris] se hace, con otr[x]s, en red. Y, al hacerse, se piensa’*.

5. Autonomía
En tiempos de colectividad, de colaboración y comunicación; en tiempos de romper con el romanticismo y los modelos tradicionales de afectividad y sexualidad; en estos tiempos, sin embargo, resulta más difícil buscar dentro, confrontar el propio cuerpo ante los imperativos de la belleza y la aceptación. Imperativos que moldean como código la posibilidad de querer(se), disfrutar(se), dar(se) placer. Imperativos asentados muy dentro de la carne, muros de acero que custodian la desconexión de la mente con el cuerpo, que garantizan con eso el éxito del capitalismo y su ansia clasificadora: clasificar para no mezclar, para no desordenar, para no fallar.

El éxito es también sometimiento a los otros, al aplauso y la aprobación. El placer de la exploración, en cambio, se comparte en el ‘cada vez’. El aprendizaje se almacena en el ‘cada quien’ y se hace acción en el encuentro. La posibilidad del encuentro, consentido y cuidado, está mediada por la construcción autónoma del deseo. Porque los deseos, como los los cuerpos y los placeres, como los clítoris, los labios y las vaginas son siempre diferentes. ¿Es posible construir un deseo autónomo?

¿Es posible programarnos en clave de clítoris, es posible programar así la máquina? ¿Es posible encontrarnos y comunicarnos a partir de ese lenguaje?, ¿de sentidos-código?, ¿de códigos cuidado?, ¿de cuidado placer?, ¿de placer cuerpo?, ¿de placer consciente?, ¿de placer acuerdo y coquetería, no violencia ni obediencia ni sometimiento?, ¿de placer cooperación y no competencia? Yo creo que sí. Es posible construir sistemas que todavía no podemos imaginar, a través de la exploración contenta y recursiva sobre nuestros órganos y sus posiblidades. Allí habitan las represiones más sutiles y violentas. Allí habitan las revoluciones más severas y potentes.

Este texto es un collage de lecturas, experiencias y diálogos. Los asteriscos * son palabras de Margarita Padilla en su Kit de la lucha en internet.

Fuente: https://pillku.org/article/des-programar-en-clitoris/

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Israel apuesta a la enseñanza de habilidades cibernéticas

Israel/04 febrero 2017/Fuente: Primera Hora

Están enseñanado programación en cuarto grado y cifrado, codificación y hackeo desde décimo grado.

Israel está depositando grandes esperanzas en la juventud del país en su intento por convertirse en un líder mundial en tecnología y seguridad digital.

Con ese fin, estudiantes de cuarto grado de algunas primarias están aprendiendo programación mientras que algunos de décimo estudian tácticas de cifrado, codificación y cómo detener hackeos. Incluso hay dos jardines preescolares que enseñan habilidades informáticas y robóticas.

Israel anunció esta semana la creación de un centro nacional para la educación cibernética, con el objetivo de aumentar la reserva de talentos para las unidades de inteligencia militar y preparar a los niños para posibles carreras en las agencias de defensa, la industria de la tecnología de punta y el mundo académico.

«Ustedes los estudiantes necesitan fortalecernos con su curiosidad», dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu durante una feria israelí de tecnología cibernética, a estudiantes de secundaria que participaban en un programa de entrenamiento supervisado por autoridades de defensa. «Sus años en los servicios de seguridad serán años dorados para la seguridad de la nación», agregó.

Desde hace mucho tiempo, Israel se ha caracterizado como una «nación cibernética», pero las autoridades enfrentan una escasez de expertos para mantenerse al día con las necesidades de defensa del país y del sector.

Para construir una mina de talento, Israel ha comenzado con los más jóvenes: enseñando a los niños los elementos básicos de internet.

«En primer grado aprenden las letras, luego cómo leer y escribir. Estamos construyendo el siguiente nivel de conocimiento: cómo codificar», dijo Sagy Bar de la Fundación Rashi, un grupo filantrópico que dirige el centro de educación cibernética, una empresa conjunta con las agencias de defensa y las instituciones académicas de Israel.

El centro también supervisará los programas educativos lanzados en los últimos años, entre ellos el programa piloto Gvahim del Ministerio de Educación, que introdujo clases de computación y robótica en cuarto grado en 70 escuelas.

Luego lo hará con el programa extracurricular Magshimim, que entrena en habilidades cibernéticas de nivel universitario a estudiantes de secundaria talentosos que provienen de zonas desfavorecidas.

Los dos programas sirven para alimentar la aclamada Unit 8200 de la inteligencia militar israelí, que intercepta las comunicaciones digitales y recopila información sobre los enemigos de Israel en todo Medio Oriente. Se trata del equivalente de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos.

Muchos miembros de dicha unidad se incorporan a las ramas de tecnología de punta y ciberseguridad de Israel. Algunas de las compañías tecnológicas más exitosas han sido fundadas por los veteranos de la unidad.

El servicio militar es obligatorio para la mayoría de los judíos egresados de la escuela secundaria en Israel, lo que le da a la inteligencia militar el poder de alistar a los mejores y más brillantes del país. Para este sector, es una situación de ganar-ganar.

En el programa Magshimim, los aspirantes deben contestar primero un cuestionario en casa, con acertijos y desafíos que involucran matemáticas, lógica y algoritmos. No es necesario tener experiencia informática previa e incluso pueden buscar respuestas en línea o pedir ayuda a los padres. La idea es reclutar a estudiantes que no se sientan intimidados por los desafíos, explican los organizadores.

Quienes son aceptados en el programa se reúnen dos veces a la semana después de la escuela para tomar clases de tres horas, completan 10 horas semanales de tareas relacionadas con cibernética y participan en talleres dos veces al año.

Durante un taller reciente para estudiantes de décimo grado en una escuela en la ciudad de Beit Shemesh, un grupo de 15 religiosas judías asistió a una conferencia sobre inteligencia artificial. Durante la clase, una de las chicas estaba tejiendo una kipá naranja, el tradicional gorro judío.

Del otro lado del pasillo, en un salón de clases, varios adolescentes tecleaban en sus laptops: jugaban a que una red había sido hackeada y tenían 45 minutos para detectar un código informático e infiltrarse en el sistema del intruso para determinar su identidad.

«¡Ya entré!», exclamó de repente un estudiante. El hacker ficticio era un personaje popular de dibujos animados.

Fuente:http://www.primerahora.com/noticias/mundo/nota/israelapuestaalaensenanzadehabilidadesciberneticas-1204454/

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