Libro(PDF): «Tecnologías digitales. Miradas críticas de la apropiación en América Latina»

Reseña: CLACSO

Este libro indaga desde múltiples preguntas y perspectivas las transformaciones provocadas por el incremento descomunal del flujo de información generada por el uso masivo e intensivo de las tecnologías digitales. El estudio de las apropiaciones por parte de la sociedad configura un mosaico desigual y combinado de usos y empleos de las tecnologías digitales. ¿Cómo han impactado en los grupos sociales, económicos y generacionales los usos de las tecnologías? ¿Que desafíos entrañan y que problemas nuevos generan las herramientas cotidianas a través de las cuales conocemos y nos comunicamos con nuestro entorno y el mundo?

Autores (as): Ana Laura Rivoir. María Julia Morales. [Coordinadoras]

Ana Laura Rivoir. Oscar Grillo. Susana Morales. Luis Ricardo Sandoval. Esther Angeriz. Roxana Cabello. Roberto Canales Reyes. Juan Silva Quiroz. Olga Casanova Cárdenas. Evelyn Hiller Garrido. Nicolás Iglesias Mills. Francisco Kroff Trujillo. Víctor Saavedra Chandía. Silvia Coicaud. Mónica Elena Da Silva Ramos. Laura Cecilia Díaz Dávila. Sandro Comerci. Silvia Edith Arias. José Manuel Piro. Natalia Moreira Cancela. Christian Iván Becerril Velasco. Marlen Martínez Domínguez. Dulce Gómez Navarro. Mauricio Olivera. Alejandro Artopoulos. Victoria Cancela. Jimena Huarte. Marisa Silvia Dasso. Martín Ariel Gendler. Silvia Lago Martínez. Romina Gala. Flavia Samaniego. Yamil Giralda. Gonzalo Leonel Vilches. José Daniel Britos. Claudia N. Laudano. Anahí Méndez. Josemira Silva Reis. Graciela Natansohn. [Autores/as de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO. RIAT.

Año de publicación: 2019

País (es): Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-987-722-538-9

Descarga: Tecnologías digitales. Miradas críticas de la apropiación en América Latina

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1797&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1356

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Colombia: Hidroituango y el «Smartphone»

Por: Renán Vega Cantor. La Haine. 04/07/2018

Un nuevo celular consume más energía eléctrica que una nevera de tamaño medio.

La construcción de represas, como la de Hidroituango, tiene por objeto generar electricidad con el fin de satisfacer el consumo de energía en grandes cantidades, sin la cual no podría funcionar la economía capitalista contemporánea. La producción de teléfonos celulares alcanza niveles escalofriantes, hasta el punto que ya en 2014 había más celulares que seres humanos, tanto a escala global, como en Colombia. Eso puede observarse diariamente, con la esquizofrénica utilización del celular desde que las personas se levantan de la cama, hasta que se acuestan, puesto que gran parte de ellas no puede despegarse ni un segundo de ese invasivo artefacto, una prótesis permanente que acompaña a los seres humanos hasta en los momentos más íntimos: cuando satisfacen sus necesidades fisiológicas o cuando tienen relaciones sexuales.

El ‘smartphone’, el celular más avanzado, es una mercancía de consumo masivo a la que se le atribuye vida propia como si funcionara por sí misma en forma milagrosa, sin necesidad de recurrir a ninguna fuerza externa que lo active. Ese fetichismo se basa en la creencia de que esos aparatos son autosuficientes, máxime que pueden prenderse y apagarse en cualquier lugar, conectarse con el mundo exterior, hablar a través de ellos, enviar mensajes, utilizar aplicaciones, escuchar música, rebasando fronteras y superando los límites territoriales.

Esa sensación de autonomía es un espejismo, puesto que el celular funciona con energía, más concretamente con su forma más común: la electricidad. El ‘smartphone’, por más “inteligente” que sea, opera con una batería recargable que se abastece de electricidad. De ahí que las baterías tengan que cargarse de electricidad en una forma esquizofrénica, como lo apreciamos en los aeropuertos, hospitales, universidades, viviendas, en las que todo el tiempo se enchufan los cargadores del ‘smartphone’ para alimentarlos con electricidad, sin la cual no pueden funcionar.

Puede suponerse que el gasto de electricidad de un celular o un ‘smartphone’ es mínimo, porque es un pequeño dispositivo microelectrónico que, se nos dice, entre más inteligente menos electricidad consume. Esto ni siquiera es cierto para un aparato individual, porque diversas investigaciones han comprobado que un nuevo celular consume más energía eléctrica que una nevera de tamaño medio. Así, el refrigerador común y corriente consume 322 Kilovatios hora (kWH) al año, mientras que el nuevo celular consume 388 kWh en el mismo período de tiempo, en lo que se incluyen sus conexiones inalámbricas, utilización de datos, la carga de la batería y el almacenamiento de información. Una diferencia notable radica en que un hogar cuenta en el mejor de los casos con un refrigerador, mientras que en ese mismo hogar puede haber 5 o más celulares, puesto que se ha vuelto casi normal que una persona tenga dos o tres celulares. El problema adquiere una dimensión crítica si tenemos en cuenta que en el mundo hay unos 9 mil millones de celulares, incluyendo viejos y nuevos modelos, y en Colombia hay más de 50 millones. En pocas palabras, existen más celulares que seres humanos. Y eso origina el problema de cómo garantizar el abastecimiento de electricidad para que funcionen esos aparatejos, en apariencia mágicos.

Y aquí es donde viene el nexo con las represas que generan electricidad, porque están son indispensables para suministrar una creciente oferta de energía, que se usa de muchas formas, pero es cada vez mayor la cantidad que se destina a los ‘smartphone’, cuya producción es un fabuloso negocio para empresas multinacionales. Si se quiere alimentar el crecimiento exponencial en el consumo de ‘smartphone’ (del que se dice que se venden 3.7 millones de unidades por día en el mundo entero) es obvio que debe garantizarse la producción de energía eléctrica. Para hacerlo posible se construyen represas, como la de Hidroituango, las cuales suministran electricidad, una parte de la cual se destina al funcionamiento de los artefactos microelectrónicos, que en conjunto ya consumen el 10% de la generación de electricidad mundial. Y dentro de esos cacharros microelectrónicos es el ‘smartphone’ el que más consume electricidad, por la sencilla razón que se utiliza frenéticamente durante el día y la noche por sus poseedores, en la medida en que el celular ya no se emplea solo para llamar por teléfono y hablar, sino que ahora existen múltiples aplicaciones. Eso requiere que los usuarios tengan que conectar sus equipos dos o hasta tres veces al día, con el notable incremento del consumo de electricidad. El paroxismo en el despilfarro de electricidad con el abuso de los ‘smartphone’ se encuentra en la artificial necesidad de mantener siempre cargados los aparatos, porque su descarga es considerada como una tragedia, que genera pánico entre sus usuarios.

Por otro lado, debe recordarse que estos aparatos están untados de sangre por varias vías: por los materiales y minerales necesarios para su producción, que generan esclavitud y guerras por los recursos como la del Congo, con millones de muertos en los últimos años, pero también los asesinados (campesinos y pescadores) en los lugares donde se construyen las represas. Y ese es el caso de Hidroituango. De manera, que cada vez que el lector de este artículo utilice su ‘smartphone’ debería pensar en la sangre virtual contenida en el pequeño aparato que opera hábilmente con sus manos, porque esa sangre ha sido necesaria para impulsar los faraónicos proyectos de “desarrollo” que como el localizado en el Bajo Cauca antioqueño, finalmente se hacen para generar suficiente electricidad para que el ‘smartphone’ suene y suene en forma ininterrumpida, aunque su uso enfermizo también contribuya a recalentar nuestro sufrido planeta.

Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/colombia-hidroituango-y-el-smartphone

Fotografía: La Haine

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España: El teléfono contra el acoso escolar, disponible desde hoy

Madrid / 02 de noviembre de 2016 / Por: EUROPA PRESS / Fuente: http://www.elmundo.es/

El nuevo teléfono contra el acoso escolar 900 018 018 del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte comienza a funcionar este 1 de noviembre. Es gratuito, confidencial, no deja rastro en la factura y estará operativo las 24 horas del día, los 365 días del año, según informó Marcial Marín, secretario de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades durante la presentación de esta herramienta hace dos semanas.

Al otro lado de la línea trabajarán casi una veintena de psicólogos, trabajadores sociales, juristas y especialistas en lengua de signos en colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Estos especialistas pondrán en conocimiento de la Inspección educativa cada caso y los graves se derivarán a la Policía.

Esto es lo que avanzó el ‘número dos’ de Educación el pasado 20 de octubre durante la presentación de este recurso para hacer frente al acoso escolar y a los problemas de convivencia en las aulas, no sólo entre iguales, sino también entre alumnos y profesores. El número lo ha cedido Google y, según Educación, es «fácil de recordar» porque ‘018’ se identifica con la edad de los escolares de cero a 18 años. Además el Gobierno no descarta que más adelante se quede en un número de tres cifras, como el que atiende los casos de violencia de género 016, aunque para eso es necesario que el volumen de llamadas sea muy alto.

El personal lo pone la empresa adjudicataria AlacaláBC, que tiene un contrato con el Gobierno de un año de duración por un importe de 482.635 euros. Sin embargo, desde el Ministerio de Educación sostienen que el objetivo es que se renueve de forma sistemática para que no deje de funcionar en ningún momento.

Para las personas con discapacidad auditiva o del habla, se pone a disposición de estos usuarios un servicio de mensajería de texto, así como la atención de un especialista en Lengua de signos por video-chat o video-llamada. El teléfono arranca un año después de que el ministro Íñigo Méndez de Vigo lo anunciara en una jornadas sobre convivencia escolar convocadas por Educación. Tras la aprobación del Plan de Convivencia Escolar el pasado enero, los pliegos del concurso han sido recurridos varias veces durante hasta resolverse las deficiencias detectadas. El pasado mes de agosto, el Consejo de Ministros aprobó la licitación del teléfono.

Quejas de algunos colectivos

No todos los colectivos están de acuerdo con la forma en que se ha gestado este teléfono. En concreto, el Consejo General de la Psicología ha alertado de que esta herramienta no puede ser atendida por estos profesionales sino por otro tipo de titulados universitarios.

Según ha explicado esta organización, en los pliegos de condiciones para la selección de la empresa que se hace cargo del servicio aparece la «expresión ambigua» de ‘personal en posesión de una licenciatura o grado universitario en el ámbito de la Psicología’, que, a su juicio, responde al «intento de colar como psicólogos a personas que no lo son, cuando hay en España titulados en Psicología de sobra».

También la Confederación Nacional de Personas Sordas de España (CNSE) ha advertido de los obstáculos que presenta la iniciativa de implantar el teléfono para atender casos de ‘bullying’ de cara a los alumnos que padecen discapacidad auditiva, y ha pedido que las opciones que se pongan en marcha para el alumnado sordo no incluyan «aquellas plataformas que pudieran comprometer su seguridad».

«Ya existen mecanismos suficientemente testados por las propias personas sordas que no solo harían posible que los denunciantes sordos pudieran utilizar el teléfono contra el acoso escolar del mismo modo que el resto de denunciantes, sino que además asegurarían que éstos pudieran recibir atención accesible tanto en lengua de signos como mediante cualquier otra modalidad comunicativa que necesiten», subraya.

Otras organizaciones, como la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), mayoritaria en la enseñanza pública, han indicado que si bien no se oponen a este teléfono, consideran que no es la solución al acoso escolar o los problemas de convivencia en las aulas, sino que tiene que formar parte de un paquete de medidas más amplio.

«¿Dónde está la prevención del ministerio? ¿Dónde están los planes de convivencia?», se ha preguntado el presidente de CEAPA, José Luis Pazos, que ha denunciado que desde 2011 no se ha convocado el Observatorio para la Convivencia Escolar, creado en 2007 por el Gobierno socialista. Tampoco el departamento de Educación cuenta con datos actualizados sobre la incidencia de este problema en el sistema educativo, ya que los últimos son de 2010.

Precisamente, sobre la configuración de este Observatorio de Convivencia Escolar, el ‘número dos’ de Educación dijo en la presentación del teléfono contra el acoso que este departamento está estudiando la posibilidad de reducir sus miembros para que sea más operativo. Según el decreto que lo regula, superan los 70.

El Observatorio lo preside el ministro de Educación de turno y está integrado por miembros del departamento de Educación, de las 17 comunidades autónomas, Federación Española de Municipios y Provincias, sindicatos de enseñanza, patronales de centros privados y concertados, asociaciones de padres de alumnos, organizaciones de estudiantes, personalidades de reconocido prestigio, representantes de otros ministerios y secretarías de Estado y de defensores del Pueblo estatal y autonómicos.

No obstante, la norma establece una Comisión Permanente formada por 21 miembros que prevé que se reúna al menos dos veces al año con carácter ordinario. Sin embargo, ésta tampoco se ha convocado. Según Pazos, al ministerio «le interesa hablar de acoso, como si éste fuera el principal mal de la educación en España, y no de convivencia».

«No convocar el observatorio porque está formado por demasiadas entidades es sólo una excusa», ha asegurado el presidente de CEAPA, que ha recordado que el Consejo Escolar del Estado le ha pedido «de manera reiterada» al departamento que ahora dirige en funciones Méndez de Vigo que lo convoque.

Fuente noticia: http://www.elmundo.es/sociedad/2016/11/01/58187fcb22601dbf1c8b45d3.html

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