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Libro: Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

Encuentros en Buenos Aires

Boaventura de Sousa Santos. [Autor]

ISBN 987-1183-57-7
CLACSO.
Buenos Aires.
Agosto de 2006

Este libro de Boaventura de Sousa Santos nos instala en la frontera de la teoría crítica con una penetrante reflexión sobre los grandes desafíos que todo proyecto de emancipación debe enfrentar a comienzos del siglo veintiuno. Entre otros temas el autor enfatiza la necesidad de superar los distorsionantes legados de la llamada «racionalidad occidental» y propone, para la agenda de los científicos sociales de nuestro tiempo, la visibilización y el reconocimiento de los actores ignorados y los saberes no convencionales sometidos a un sistemático «epistemicidio por el paradigma dominante. Este proyecto, teórico y epistemológico, pretende constribuir la construcción de una nueva cultura política emancipatoria y una democracia de alta intensidad.

Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=139&campo=titulo&texto=teoria%20critica

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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán: La confianza en la humanidad, en nosotros mismos, es algo que constituye el fundamento del pensamiento de la izquierda

Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano.
Crítica del republicanismo liberal
“La confianza en la humanidad, en nosotros mismos, es algo que constituye el fundamento del pensamiento de la izquierda”

 

Salvador López Arnal

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.

Decías que es absurdo y alocado pretender elaborar pensamiento für ewig, para la eternidad. ¿»La lucha de clases es el motor de la historia» no sería un ejemplo de este pensamiento für ewig? La filosofía de la praxis a la que has hecho referencia, ¿no está llena de estos pensamientos «para la eternidad? 

Sí, es así; pero no porque el ser humano no posea regularidades ontológicas: su regular plasticidad e historicidad por ejemplo, es decir, su regular falta de naturaleza fija –no es paradoja-; su regular comunidad o socialidad. Su regular, desde el Neolítico y hasta la fecha, explotación del hombre por el hombre. Regularidades, todas ellas, registradas por el saber. Tampoco porque no haya pensamiento valioso que nos interpela desde otras épocas y muestra ser fuente perenne de inspiración: Aristóteles, Hegel, Marx, Gramsci. Los clásicos. El asunto está en la creatividad. Y en la praxeología. O sea en la historicidad humana. La praxeología para ser útil debe ser capaz de aferrar en concreto, en su singularidad, la totalidad del mundo en que se encuentra. Y debe ser capaz de transmitir ese saber. También debe ser capaz de explicar que la alternativa está en la capacidad de hacer de los activistas, de los sujetos que se organizan, en el concreto hacer, singular e histórico, que generan en esas concretas circunstancias. La alternativa práctica misma surge del proceso de lucha singular, histórico, desarrollado por el movimiento concreto, histórico, que exista en un determinado momento. El mismo programa, tal como dice Gramsci debe surgir elaborado dramáticamente, debe surgir desde la propia «entraña» de ese movimiento concreto, «que está ante nuestros ojos», de la voluntad colectiva, que el intelectual colectivo, orgánico, ha ayudado a construir, que el intelectual colectivo es él mismo.

Como por ejemplo… 

Como por ejemplo la exigencia del lote de tierra y de la «paz ahora», de los millones de campesinos rusos en 1917. Pero se trata de eso, dada una singular situación, específica, única, es decir, histórica –ahora, por ejemplo- ayudar a que un sujeto, una comunidad sujeto sea capaz de adoptar la actividad adecuada al logro de un fin, histórico también. Será un hacer que tiene que ser singular, específico, concreto, histórico. Pensado para el ahora y aquí. Que si es adecuado produce cambios reales, cuyas consecuencias inmediatas, nuevas, son impronosticables a priori, por su singularidad, porque producen la emergencia, el surgimiento de nuevas capacidades y facultades activas, y de nuevas exigencias y problemas no previsibles: historicidad. Y vuelta comenzar la praxis a partir de esa emergente singularidad. La reflexión sobre la actividad y para la actividad debe ser sobre lo concreto, y proponer cosas concretas. Es lo de Milón, y el comer bien, que nos explica Aristóteles al comienzo de su Ética nicomáquea. Comer bien es algo que resulta un ideal para todo el mundo. Pero Milón, el gran atleta, tiene una especificidad que le exige una alimentación que a otros nos mataría. Todos nos orientamos según el mismo fin –»premisa mayor»-, tenemos en cuenta nuestra singularidad -premisa menor- y adoptamos una decisión que es «particularidad», un hacer singular que tiene en cuenta la orientación y nuestra constitución singular, las concretas, por singulares y por históricas, condiciones de posibilidad. La praxis tiene como fin intervenir en la realidad, y su intervención sobre una realidad singular debe ser un singular pensado conforme al fin –premisa mayor-, surgido también en la historia, surgido también en el proceso histórico.

Suena de nuevo a Aristóteles 

Todo esto es Aristóteles. Aristóteles piensa su época singular. Y también Hegel. Hegel, como Marx, como todos los hegelianos, piensa que la reflexión para la acción «va de lo abstracto a lo concreto», y que lo «perfecto», se entienda por este término lo que se entienda –por ejemplo: «lo logrado, lo acabado»- , se define por ser modificación concreta, efecto concreto sobre lo real. Un hacer singular que produce un cambio singular, ambos concretos, gracias a haber comprendido la totalidad de circunstancias históricas que son, por ello, irrepetibles, únicas, ahora, aquí. Así reflexiona y propone actuar, también, Gramsci, como hegelomarxista que es: ese mundo, Italia. Conocer la especificidad de la totalidad concreta de Italia, incluida la singular historia de los territorios que confluyen a la construcción de la misma, y de las diversas capas sociales y sus respectivos proyectos históricos anteriores. Por ejemplo, las de sus intelectuales, y su específica historia en una península donde estaba Roma y podían tener especiales opciones de buena vida dejándose reclutar como miembros de la iglesia; de ahí su cosmopolitismo y su no interés por un estado propio fuerte. Un norte industrial y un sur agrario latifundista, y además organizado en ciudades, con vida urbana –el «centocittà»-. Un sur conquistado y absorbido….precisamente lo que da validez y potencia al pensamiento de Gramsci, sin duda el mayor pensador político del siglo XX, es este enseñarnos a reflexionar sobre la totalidad singular concreta

Precisamente su valor, su riqueza está en que los escritos de Gramsci nos enseñan cómo se debe pensar, cómo se elabora el pensamiento de la Filosofía de la Práctica; en realidad, todas mis respuestas, que insisten en la singularidad histórica y en la concreción de la práctica, se inspiran en su pensamiento. Pero por eso, vuelvo a la misma tecla –si me permites la expresión-: si alguien quiere pensar para la eternidad, no estará pensando nada sobre ningún mundo real, su pensar será vacuo, «buoto». Tanta cosa posmoderna, tanta deconstrucción que es discurso para todo mundo, vademécum de prescripciones universales para todo mundo, nunca aplicables en uno concreto…

Para terminar: supongo que me he metido en un jardín, al utilizar una frase reconocible de Gramsci. Es una de esas 10 o 12 frases de Gramsci que se reiteran constantemente. Abres Google, la escribes y ¡pum!, sale un repertorio interminable de referencias sobre la misma. Esa frase se encuentra en una carta suya de 1926, escrita a su cuñada. Procede de un libro accesible, al menos en su antigua versión: el epistolario de Gramsci que se titula Cartas de la cárcel; el tradicional, no el exhaustivo actual que es un tomazo más que gordezuelo.

Pero no es esa la única reflexión sobre el trabajo «per l’eternità» –o «Für ewig»- hecha por Gramsci. Hay otra posterior.

¿Cuál es? 

Hay que adentrarse en los Quaderni del carcere, claro. Y allí critica claramente ese estilo de trabajo intelectual abstracto que busca pasar a la eternidad; es del cuaderno 8, de 1931 a 1932, párrafo 57: «Cuando, por el contrario el motivo de la crítica es único, es preciso reflexionar: 1) porque puede tratarse de una deficiencia real, 2) porque se puede estar equivocado sobre la «media» de los lectores a los cuales se interpela y en consecuencia, se trabaja en el vacío, «para la eternidad»…» Para Gramsci, aquí, trabajar «para la eternidad», así, entrecomillado, es sinónimo de trabajar «en el vacío», ser estéril; es trabajar sin tener en cuenta que se debe elaborar para interpelar en concreto a una gente, aquí y ahora, lo que exige compartir sus problemas concretos, entender el mundo singular, histórico, compartido.

Creo que la misma carta de 1926 de Gramsci en que éste cita esa frase de Goethe –»für ewig»/para la eternidad- que según Gramsci había ya atormentado a otro intelectual italiano, debe ser entendida como una reflexión distanciada sobre sí mismo en tanto que preso; como autoironía sobre el tormento que él siente. Gramsci explica que ese deseo o imperativo atormentador le surge en la cárcel. A lo largo de su obra posterior insistirá en esto, en reflexionar sobre sí mismo y sobre los cambios «moleculares» que la cárcel produce en la personalidad. Las frustraciones, la impotencia, y los fantasmas, las neurosis, que genera: el hundimiento moral de la personalidad. A veces compara al preso con el hambriento que se jura no comer carne humana, pero al que la hambruna lo asedia y lo transforma poco a poco hasta ya no ser aquel que sentía horror ante el comer carne humana. Yo interpreto esa carta en esta línea, como autoironía, como comentario un poco sarcástico sobre sí mismo y sobre los efectos que produce en él la cárcel, las neurosis, la impotencia y el deseo de poder incidir sobre la realidad, de hacer algo que sea valioso…. Pero puedo estar equivocado, desde luego.

Creo que Paco Fernández Buey, hablo de memoria, tenía una interpretación parecida. ¿A qué otro intelectual había atormentado el tema? ¿Te estabas refiriendo a Pascoli? 

Sí, era Pascoli.

Voy finalizando este apartado del libro. Señalas, cuando reflexionas sobre nuestra experiencia, nuestras astenia, nuestra carencia de fuerzas. Tal vez pero, querido amigo, ¡no han sido pocas las revoluciones hechas en este último siglo que han vencido o cuanto menos lo han intentado a las clases dominantes, a ese capitalismo que no ha impuesto formas de vida individualizadas y aisladas. ¿Me equivoco de mucho?

Por entero de acuerdo. Este siglo XX ha sido un siglo, un tiempo, un «mundo trastornado» y tras–tornado, por las luchas. Lo contrario es apariencia: generada por la provisional desmovilización social que recogemos en nuestra experiencia –todos desearíamos poder ver resultados, y nos cuesta reconocer que algunos debemos ser estiércol, material que prepare lo que puede llegar a ser- y la propaganda enemiga que declara todo levantamiento como imposibilidad y proclama el advenimiento de su Reich de Mil años.

Estiércol entendido como abono, no como algo a desechar, menospreciable. Nadie lo es si no he entendido mal tus reflexiones. 

Exacto. Todos somos necesarios. Y todos tenemos, en potencia, una tarea; en determinadas épocas, la de preparar el suelo social para que fructifique posteriormente. Esto es tan necesario y tan noble como cualquier otra tarea humana en favor de la liberación humana. Es la más noble, cuando eso es lo que toca hacer.

Por lo demás, si tú mismo admites, que la gente percibe, percibimos, la enorme dificultad de elaborar otra alternativa empírica de vida, ¿no hay aquí una paradoja marcada y difícil? ¿Cómo entonces, admitido lo anterior, salir, superar nuestra situación si tenemos pocas fuerzas y es tan difícil elaborar una alternativa de vida?

Creo que la confianza en la humanidad, en nosotros mismos, es algo que constituye el fundamento del pensamiento de la izquierda. Junto a las mayores atrocidades vemos actos constantes, numerosos, cotidianos, de generosidad humana: una madre con su hijo; un desconocido que atiende a un emigrante ecuatoriano que acaba de ser desvalijado por un desaprensivo en una estación de tren; el que clava papeles en el corcho de información para sus compañeros trabajadores en un centro de trabajo,… Mil generosas actitudes cotidianas de miles de personas. A partir de ahí, recordemos que si el mundo humano existe es porque, a cada instante, millones de personas lo crean, lo producen y lo reproducen, con su hacer: el mundo es producto de la actividad de los subalternos. Y que cada individuo más que se suma a la actividad por cambiar la sociedad tal como es hoy, es un individuo menos, uno menos que la apoya, uno más que la socava: «somos» una «suma cero». Toda sociedad, en consecuencia, aún la aparentemente más sólida, se fundamenta sobre un suelo formado por millones de granos de arena suelta, granos conscientes, los seres humanos. Seres humanos cuya consciencia se desdobla, se extraña, percibe como ajeno, extrañado y no propio este mundo que ellos hacen; lo prueba el hecho de que en todos los tiempos históricos, las clases dominantes han tenido que emplear muchos recursos para tratar de convencer a los subalternos de que no se puede anhelar cambiar el mundo -o que anhelar eso, no está bien, es «pecado», es «el» pecado de la «consciencia desgraciada» medieval, cristiana.

Muy bien visto. 

Porque todo ser humano, todos, generamos reflexión sobre nuestro propio vivir, sobre la actividad generada por nosotros desde nuestra consciencia y sobre las expectativas, las necesidades conscientes que tenemos, como resultado de nuestra formación dentro de un ethos. Esta consciencia reflexiva, esta autoconsciencia, es ya un poder pensar y considerar evaluativamente, en perspectiva, desdobladamente, nuestro vivir y el mundo que lo produce. Toda autoconsciencia ejercida sobre nosotros mismos, nuestro vivir, nuestra comunidad, es un vernos como entidad distinta, separada, enfrentada, extrañada, con el mundo que nos ha construido; como en potencia capaces de vivir de otra forma, de hacer otra cosa que reproducirlo. Esa autoconsciencia es, solo por el hecho de operarse, negatividad: estudia su mundo, o sea, lo pone frente a sí. Pero todo esto es algo que toda mente humana hace cotidianamente; por eso necesitamos del arte, porque anhelamos mejorar nuestra autocomprensión de nosotros y nuestro vivir, expresándonos por medio de un objeto artístico y porque nos sabemos capaces de otras vidas… Y, bueno, el mundo humano siempre cambió, nunca ha dejado de ser «histórico».

Bueno, me he puesto a rebuscar argumentos y me han salido bastantes. Está claro que la skepsis vale tanto contra el optimismo como contra el pesimismo…

Seguramente, pero tu defensa del esperancismo es muy hermosa, muy machadiana. Sacristán citó en una conferencia unos hermosos versos de Guillevic sobre esta esperanza. Por hoy no te molesto más, seguimos en la próxima.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219441&titular=%93la-confianza-en-la-humanidad-en-nosotros-mismos-es-algo-que-constituye-el-fundamento-del-

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Entrevista a Juan Dal Maso, autor de «El marxismo de Gramsci. Notas de lectura sobre los Cuadernos de la cárcel». Debates Marxistas Contemporáneos

Entrevista a Juan Dal Maso, autor de «El marxismo de Gramsci. Notas de lectura sobre los Cuadernos de la cárcel». Debates Marxistas Contemporáneos

«El libro sostiene una interpretación de problemática de la hegemonía que cuestiona la oposición de esta categoría con la de revolución permanente»

En la reseña del libro que presenta Ediciones IPS se hace un recorrido de los temas abordados en los diferentes capítulos. ¿Qué te gustaría resaltar?

-El libro se puede leer de dos maneras. Para el público que se está iniciando en la lectura de Gramsci y busca por así decirlo las “principales definiciones” que se hacen en los Cuadernos de la cárcel, hay una exposición bastante completa de conceptos como Estado integral, hegemonía, revolución pasiva, crisis orgánica, guerra de posición y guerra de movimiento, el moderno Príncipe, nacional-popular, las distintas acepciones del término Occidente, su concepción del Estado obrero y el socialismo o algunas cuestiones del itinerario de Gramsci en América Latina.

Para quienes están más familiarizados con el pensamiento de Gramsci, el texto propone una lectura “metodológica” que se basa en la idea de que los conceptos de “traducibilidad de los lenguajes científicos y filosóficos” y el “nuevo concepto de inmanencia” son inherentes a la construcción de los propios argumentos gramscianos. Esto quiere decir que aquellas categorías que Gramsci utiliza para pensar la coherencia interna del marxismo pueden utilizarse para comprender el modo en que él intenta desarrollar conceptos “unitarios” o “integrales” a partir de una relación permanente entre filosofía, política, economía e historia. Esto permite a su vez poner límites a las lecturas excesivamente “politicistas” de su pensamiento, que separan la política de las condiciones y los procesos económicos y sociales.

-Hablando de eso, la obra de Gramsci ha sido muy discutida durante las últimas décadas. Contanos sobre sus “usos”….

-Bueno, en primer lugar, deberíamos señalar que un “uso” no necesariamente es algo negativo. O mejor dicho, hay “usos” más distorsivos que otros del pensamiento de Gramsci. El “uso” es necesario porque la incorporación de los conceptos gramscianos también lo es para pensar ciertas situaciones históricas. Por ejemplo, si uno usa la categoría de “crisis orgánica” para analizar la situación de países como Estados Unidos (más ahora con el triunfo de Trump que fue posterior a la redacción de libro) o la de “revolución pasiva” como hace Massimo Modonesi para analizar los gobiernos “progresistas” latinoamericanos (desde el PTS utilizamos un término relacionado que es el de “pasivización”) no tiene nada de cuestionable en sí mismo, salvo que se defienda una concepción de tipo “academicista” sobre la teoría, en la que uno está obligado a hacer una especie de “historia de las ideas” cada vez que usa un término para analizar un proceso de la realidad.

En resumen, lo más discutible, por así decirlo, son los “usos” que asimilan a Gramsci a perspectivas políticas que le eran básicamente ajenas, en algunos casos incluso sin aclarar en qué medida se está distorsionando el sentido de sus ideas, como las instrumentalizaciones de su pensamiento que hizo el Partido Comunista Italiano durante la segunda posguerra o la que hicieron los intelectuales latinoamericanos cuando a principios de los ’80 presentaron a Gramsci como punto de partida para pensar la “transformación democrática” de la sociedad. De todos modos, incluso en esos casos hay desarrollos que pueden ser productivos. Fueron los propios intelectuales del PCI en un equipo dirigido por Valentino Gerratana quienes publicaron la edición crítica de los Cuadernos de la cárcel en 1975, superando las “ediciones” temáticas que habían sido publicadas por Togliatti y Felice Platone entre 1948 y 1951 y abriendo nuevas posibilidades para el conocimiento e interpretación de la obra de Gramsci. En el caso de América Latina, muchas reflexiones, sobre todo de Aricó y Portantiero, aunque se hicieran desde una matriz de tipo “reformista” echaron luz sobre problemas de la realidad latinoamericana, por lo que merecen ser rescatadas, aunque no compartamos las motivaciones políticas de los autores.

En un sentido más amplio, los desarrollos teóricos referenciados en Gramsci son muchísimos, desde los estudios culturales en Inglaterra y EE.UU., hasta la escuela de los estudios subalternos de la India, las distintas apropiaciones de su obra en América Latina entre las que podríamos mencionar además de José Aricó y Juan Carlos Portantiero a René Zavaleta Mercado, Carlos Nelson Coutinho, entre otros autores, obras como las de Giovanni Arrighi, teórico del sistema mundial o el referente de la lectura posmarxista y “populista” de Gramsci, Ernesto Laclau, aunque este último es especialmente distorsivo de las concepciones originales gramscianas, como señala Perry Anderson en su último artículo de New Left Review. Precisamente Anderson ha sido el autor de una obra muy popular, sobre todo fuera de Italia, que es Las antinomias de Antonio Gramsci y sintetiza varias de las críticas que se pueden hacer “por izquierda” a la interpretación eurocomunista de Gramsci. Aunque ha recibido varias críticas bien fundadas sobre algunas debilidades filológicas presentes en sus argumentaciones, que en parte podría distorsionar el sentido de ciertas ideas de Gramsci, a lo que hacemos referencia en el libro.

Después está todo el trabajo de tipo filológico que se realiza en los marcos de la International Gramsci Society, que si bien en muchos casos mantiene ciertos núcleos compartidos con aspectos de la lectura “togliattiana” de Gramsci, contiene muchos aportes, podríamos decir, científicos para la comprensión de su obra. Actualmente hay un equipo de investigadores dirigidos por Gianni Francioni que está preparando una nueva edición crítica de los Cuadernos de la cárcel.

Lógicamente, estos estudios no están exentos de interpretaciones, pero tienen la ventaja de que reconstruyen el desarrollo de los conceptos de Gramsci de un modo más ajustado al proceso de escritura, haciendo sinergia entre los textos precarcelarios, el texto de los Cuadernos, las cartas que Gramsci enviaba y recibía en la cárcel y el contexto histórico.

Otra cuestión interesante es la exploración sobre las relaciones de afinidad y diferencia entre Althusser y Gramsci, a lo cual dedicó su dossier de mitad de año la revista de estudios althusserianos Décalages.

-¿Cuál es tu lectura? ¿En qué te diferencias de las principales interpretaciones?

-Quizás sería un poco pretencioso hablar de “mi lectura”. En primer lugar porque antes de este libro algunas ideas las fuimos planteando en común con Fernando Rosso en distintos artículos de la revista Ideas de Izquierda. Vengo escribiendo sobre estos temas desde hace algunos años, tengo algo que decir, pero me considero nada más que un tipo curioso que trata de explorar y exponer algunas conexiones o relaciones en las que otros no repararon con tanta atención, o sea que la “lectura” sería más una lectura atenta que extremadamente novedosa. Esto lógicamente implica algunas hipótesis, para las cuales uno se apoya también en los resultados de otras investigaciones. En este sentido, creo que es importante que el libro sea un disparador para que los lectores aborden también los textos que están incluidos en la bibliografía, con los cuales hay un diálogo crítico implícito o explícito según el caso, como los de Gianni Francioni, Fabio Frosini, Guido Liguori, Giuseppe Cospito, Alvaro Bianchi y Peter D. Thomas, entre otros o los trabajos de Massimo Modonesi sobre la realidad latinoamericana.

Aclarado esto, propongo en primer lugar establecer un registro en el que no se contrapongan los “usos” con el trabajo de tipo filológico. Es decir que la interpretación se sostenga desde el punto de vista de un análisis cuidadoso del texto gramsciano. Sigue siendo una interpretación, pero tomando ciertos recaudos como el cotejo de las fechas de redacción de los pasajes que cito y una reconstrucción parcial de la cronología en que son elaborados los conceptos a los que hacía referencia anteriormente, además de distinguir aquello que es predominante o principal en la argumentación de Gramsci de aquello subordinado o secundario.

Yendo más a los contenidos, lo que sostiene El marxismo de Gramsci es una interpretación de problemática de la hegemonía que cuestiona la oposición total de esta categoría con la de revolución permanente. Este es muchas veces un lugar común compartido por tanto por gramscianos antitrotskistas como por trotskistas con una visión un poco estrecha. Por el contrario, una parte importante de este trabajo está dedicada a explorar las afinidades y los elementos en común entre las temáticas de la hegemonía y la revolución permanente. En este contexto, abordamos otros problemas relacionados, como la propuesta de una comprensión “integral” de la hegemonía contra la idea que contrapone este concepto a la centralidad de la clase obrera. Aquí es importante destacar que esto no se plantea desde un punto de vista “moral” o por defecto (“Gramsci luchaba por la revolución” o “Gramsci nunca renegó de la centralidad de la clase obrera”, cuestiones ciertas pero relativamente estériles teóricamente) sino estableciendo un nexo metodológico entre el “nuevo concepto de inmanencia” y el de hegemonía, que por razones de espacio no vamos a explicar acá, pero que podemos sintetizar en la idea de que el rol fundamental en la actividad económica es parte constitutiva de la hegemonía y esa cuestión es planteada claramente por el propio Gramsci.

Si se quiere, las dos principales “operaciones” del libro son esas, que a su vez guardan relación con los otros temas abordados, que mencioné al principio, del que destacaría la cuestión del Estado. De este modo, continuando el trabajo de reflexión sobre las convergencias y divergencias entre Trotsky y Gramsci que venimos realizando como corriente internacional (con los trabajos de Emilio Albamonte junto con Manolo Romano y Matías Maiello), intentó establecer o mejor dicho demostrar la existencia de un área de mayor convergencia entre ambas teorías que permita reflexionar sobre la cuestión de la revolución permanente en la actualidad.

-¿En ese sentido, qué contrapuntos y confluencias podés rescatar entre Gramsci, Lenin y Trotsky?

-Lenin es para Gramsci la referencia principal para pensar el problema de la hegemonía, por lo que considero infundadas las interpretaciones que dicen que en los Cuadernos de la cárcel Gramsci rompió con el marco teórico y estratégico de Lenin. Con Trotsky la relación es más problemática. Me parece que hay una confluencia clara en el análisis de la reconfiguración de las formas estatales durante el período de entreguerras, que Gramsci relaciona con la cuestión del Estado integral y Trotsky con la de la estatización de los sindicatos. A su vez, la reflexión gramsciana sobre la lucha por la hegemonía contra las alternativas burguesas que denomina de “revolución pasiva”, es decir, procesos en los que se refuerza la autoridad estatal asumiendo algunas demandas que vienen desde abajo pero vaciando su potencial revolucionario, tiene notables puntos de contacto con lo que sería la “mecánica” de la revolución permanente en Occidente. Hay un punto de confluencia también en la importancia de las relaciones de fuerzas militares, pero con diferencias de énfasis no menores. Ambos coincidirían en líneas generales en distinguir la lucha de clases “legal”, la guerra civil y la insurrección. Pero Gramsci de algún modo subsume la cuestión insurreccional en un proceso de más largo aliento, centrado en la preparación política primero y en la guerra civil después. Trotsky, por su parte, hace mucho más hincapié en la insurrección como momento específico clave de toda revolución. Por último, en el análisis de la relación entre política nacional e internacionalismo y la cuestión del “socialismo en un solo país” hay un punto de divergencia fundamental. Todos estos temas están abordados en el libro, aunque está centrado en los planteos de Gramsci y los puntos de vista de Trotsky se exponen sólo en la medida en que no se puede darlos por supuestos.

-¿Cuál te parece que es la actualidad de estos debates?

-Para decirlo resumidamente, la descomposición de la democracia burguesa y los fenómenos aberrantes de las derechas “populistas” como Trump permiten pensar que estamos viviendo un momento de “crisis orgánica” en algunas de las principales potencias y también en algunos países latinoamericanos. Este fue un debate que se dio en la última Conferencia de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional, de la que forma parte el PTS. Es decir que la propia realidad internacional vuelve a plantear la vigencia de muchas categorías y análisis de Gramsci. Por otra parte, asistimos en los últimos años a las experiencias de formaciones de tipo “neorreformistas” como Syriza o Podemos, que buscaron reeditar una lectura “eurocomunista” de Gramsci, que lima el alcance revolucionario de sus ideas y políticamente da lugar a prácticas contrarias a la lucha consecuente de la clase obrera y los sectores populares. Ambas circunstancias plantean que la recuperación de su pensamiento es parte de una batalla teórico-política que tenemos que dar de manera urgente, aquí y ahora, en el terreno de las ideas y como parte de la lucha por unir a la clase trabajadora con el marxismo revolucionario.

La situación de la clase trabajadora es muy heterogénea. Incluye desde un obrero norteamericano “clásico” que vota a Trump como forma de rechazo a la degradación de sus condiciones de vida, como al trabajador inmigrante de cualquier país africano que trabaja en condiciones precarias en las ciudades europeas. Una concepción de la hegemonía en los términos de lucha cultural gradual es totalmente impotente frente a un cuadro como éste. Pero por otra parte, se demuestra que la dinámica objetiva de la crisis, no necesariamente produce procesos revolucionarios, porque no hay una correspondencia mecánica entre los procesos económicos y los políticos. En este sentido, frente a la crisis del movimiento obrero tradicional agrupado en los sindicatos burocratizados e integrados al Estado, y contra cierta izquierda quejumbrosa que centra sus críticas en el “atraso” de la clase obrera sin cuestionar su propia práctica, es necesario plantear una estrategia marxista que contemple tanto la cuestión de la hegemonía, es decir que la clase obrera levante las demandas de todos los sectores oprimidos, en lugar de actuar como un sector corporativo, como la de la revolución permanente, es decir, no buscar salidas intermedias sino el desarrollo hasta el final de las luchas que comienzan por demandas democráticas o parciales, y si no se dirigen hacia el objetivo del poder de la clase trabajadora son derrotadas, como pasó en Egipto y a otro nivel en Grecia. Es decir, se plantea en toda su vigencia dramática la cuestión de la hegemonía obrera como central para pensar la actualidad de la revolución permanente.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219267

Imagen: http://www.gramscimania.info.ve/2015/12/o-renascimento-milagroso-de-antonio.html

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Función de la crítica

Por: Graziella Pogolotti

Hace poco escuchaba yo la entrevista televisada de Amaury Pérez Vidal a Lu­ciano Castillo, posiblemente el más acu­cioso investigador de la historia del cine. Al final, como suele ocurrir, la conversación cayó en el tema de la crítica, tan frecuente en lo que concierne al arte y la literatura, como a los problemas de nuestro transcurrir social.

Sin dudas, necesario, el debate parece empantanarse en la referencia martiana al ejercicio del criterio o al enfrentamiento entre elogio complaciente y ne­gación absoluta. Para avanzar en la discusión, sería conveniente centrarla en las herramientas requeridas para el ejercicio de la crítica y la función de esa práctica, según su destinatario explícito o implícito.

En todos los casos, el crítico debe disponer de un conocimiento técnico, de una visión histórica y social apta para valorar contextos y de cierta claridad expositiva.

Para traducir mi punto de vista en términos concretos, vuelvo a la entrevista de marras. En su extensa Cronología del cine cubano (título muy modesto) Lu­ciano Castillo ha revelado detalles olvidados sobre el ingreso del cine en nuestra vida cotidiana. Nuestra vocación mo­dernizadora favoreció que su aparición promoviera un proceso expansivo fulgurante, acompañado por esfuerzos heroicos dirigidos a fomentar una producción propia. Sin embargo, la fundación del Icaic fue acogida como un verdadero comienzo. Fue una visión compartida por una generación entera, forjada a través de circunstancias culturales.

En sus inicios, el cine fue recibido co­mo un entretenimiento privado de las je­rarquías de las manifestaciones artísticas mayores. Constituyó el punto de partida de las llamadas industrias culturales. Parecía estar en desventaja en el plano artístico. Los directores se interesaron por definir las especificidades de su lenguaje. Algunos lo asociaron a mo­vimientos que marcaron el siglo XX, como ocurrió con el expresionismo y el surrealismo. Los cineastas del momento se colocaban a contracorriente del comercialismo y el sistema de estrellas. En ambas orillas del Atlántico, se hizo sentir la influencia del neorrealismo italiano y de la nueva ola francesa, propuestas todas que reivindicaban valores artísticos en una pantalla que invitaba a la reflexión.

El gran negocio dispuso de recursos para preservar su dominio en la distribución. En la actualidad el reclamo del entretenimiento ha recuperado su su­premacía. Contribuye a modelar valores, vida cotidiana, cercena el fluir de las ideas y se convierte en factor determinante de la política.

El entrelazamiento entre cultura, imagen, expectativas de realización humana y debate de las ideas en lo económico y social subraya el papel de la crítica en el ámbito de las artes y en el espacio pú­blico más amplio que concierne a todos. Limitar su función al elogio o la descalificación la coloca al servicio de los intereses dominantes.

La utilidad de la crítica trasciende el arte y la literatura. Debe incorporarse su práctica para rectificar el camino, para atajar a tiempo los errores a fin de reducir costos. Tiene que convocar al análisis en el espacio público y convertirse en hábito incorporado al accionar de todos los días. Tiene que integrarse a la conciencia colectiva como contribución al bienestar de todos.

El entendimiento de la función de la crítica, del modo de ejercerla y de su utilidad práctica es una de las carencias de nuestro contexto contemporáneo. Asu­mirlo implica romper con mentalidades formadas a lo largo de los años. Exige deshacerse del pensar rutinario y entender  que en la vida todo es perfectible y que la modestia es el elemento integrante de la verdadera sabiduría. Ur­ge, por tanto, desarrollar una nueva pedagogía social que intervenga simultáneamente en lo cotidiano, lo laboral y en el impulso al conocimiento científico para ir derrumbando poco a poco los universos parcelados.

El comienzo está en la relación alumno, padre y maestro que se establece en la escuela.

La crítica en la institución docente es­tá sembrando futuro en una criatura en proceso de formación. La crítica en el plano de la comunidad llevada a sus últimas consecuencias ante las autoridades correspondientes favorece la disminución de la agresividad y, entre muchas cosas de primera importancia, puede mejorar la higiene y poner coto al resurgir de epidemias. El desarrollo de una crítica ciudadana constructiva re­quiere un diálogo transparente con las instituciones.

Los espacios informativos demandan una efectiva pedagogía crítica. Por distintas vías, se describen fenómenos que perturban el funcionamiento de la so­ciedad y que, en muchos casos, entrañan incumplimientos de lo establecido por las normas de la legalidad y perjuicios a personas naturales y jurídicas. Sucede también que noticias de interés público se comunican por vía del ru­mor con la frecuente distorsión de los acontecimientos reales. A veces sale a la luz lo obvio, el fenómeno que todos conocen por experiencia personal. El papel de la crítica no se reduce a señalar fenómenos.

Tiene que traspasar ese estadío primario y avanzar en la investigación de los contextos, las causas, contribuir mediante el análisis a deshacer nudos que afectan el adecuado vivir ciudadano. Es conveniente reunir criterios de especialistas y, en algunos casos, proponer soluciones para lo urgente y para lo que se nos viene encima a me­diano plazo. Afrontamos enormes dificultades económicas. Sin embargo, los problemas objetivos generan actitudes subjetivas que se reflejan en el modo de administrar los recursos, en el empleo eficaz de las potencialidades existentes y en la capacidad de atajar a tiempo los focos infecciosos. Sin esperar por un ma­ñana impreciso, iniciemos nuestro aprendizaje de pedagogía crítica.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-10-30/funcion-de-la-critica-30-10-2016-21-10-57

Imagen: http://www.ruthmujica.com/p/blog-page_12.html

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Libro: Reinventando la emancipación social

Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano Nº 18
Reinventando la emancipación social

Emir Sader. [Coordinador]

Boaventura de Sousa Santos. [Autor]

Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano.

CLACSO.

Marzo de 2009

Los Cuadernos divulgan algunos de los principales autores del pensamiento social crítico de América Latina y el Caribe: Ruy Mauro Marini (Brasil); Agustín Cueva (Ecuador); Álvaro García Linera (Bolivia); Celso Furtado (Brasil); Aldo Ferrer (Argentina); José Carlos Mariátegui (Perú); Pablo González Casanova (México); Suzy Castor (Haití); Marilena Chauí (Brasil); Florestan Fernandes (Brasil); Orlando Fals Borda (Colombia); Mayra Paula Espina Prieto (Cuba); Edelberto Torres Rivas (Guatemala); Carlos Tünnermann Bernheim (Nicaragua); Daniel Mato (Argentina); Hugo Aboites (Brasil); Jaime Ornelas Delgado (México); Jorge Landinelli (Uruguay); Marcela Mollis (Argentina); Pablo Gentili (Brasil); Víctor Manuel Moncayo (Colombia); Susana Novick (Argentina); Antonio Negri (Italia); Guillermo Almeyra (Argentina); René Zavaleta Mercado (Bolivia); Rodolfo Stavenhagen (México); Milton Santos (Brasil); Silvio Frondizi (Argentina); Gerard Pierre-Charles (Haití); Aníbal Quijano (Perú); y Juan Carlos Portantiero (Argentina) entre otros. Los Cuadernos se publican periodicamente en La Jornada de México, en Página 12 de Argentina; en Le Monde diplomatique de Bolivia, Chile, Colombia, España, Perú y Venezuela.

Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=203&campo=autor&texto=santos

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La virtud del magisterio: Luis Ramiro Beltrán Salmón

Por: Francisco Sierra Caballero

Este discurso fue pronunciado el 23 de septiembre de 2014 en La Paz, Bolivia, durante el acto de entrega de la Medalla de Oro de Ciespal, el más alto reconocimiento de la institución, al comunicólogo boliviano Luis Ramiro Beltrán Salmón, fallecido el 11 de julio de 2015. Lo reproducimos en su memoria.

Si la autoría constituye una función pública de articulación de espacios, de recuerdos, omisiones, momentos incidentales y pura contingencia, la vida y obra de Luis Ramiro Beltrán es, sin lugar a dudas, la más prolífica y creativa del continente americano pues, desde siempre, ha sido proclive a ir trenzando constelaciones de patrimonio simbólico para el acuerdo o la controversia, que han marcado un antes y un después en la comunicología latinoamericana. Ciespal reconoce en él no solo a un pionero de la Escuela Latinoamericana de Comunicación, sino a un pensador incómodo e intempestivo, que supo despejar el horizonte intelectual del pensamiento emancipatorio, disolviendo malentendidos o lugares comunes a fin de alumbrar lecturas disidentes del bagaje con el que el pensamiento latino en comunicación ha ido transitando los cambios históricos acontecidos a lo largo del último siglo. En definitiva, sin su liderazgo y concurso no hubiera tenido lugar el proceso de catálisis por el que hoy podemos repensar las matrices epistémicas de un pensamiento propio en la región.
El determinante papel académico y político de nuestro autor lo hace acreedor de todos los reconocimientos. Ahora bien, este homenaje de Ciespal no es un mero recuerdo o ejercicio ritual de celebración de la necesaria memoria histórica en su nombre, tan habitual, por otra parte, en la lógica académica. El término homenaje, que se remonta a la Edad Media, proveniente del provenzal homenatge, significaba en el latín tardío homenaticum, pues aquel que comprometía fidelidad a su señor, era denominado hombre. Adquiría, en suma, un reconocimiento o suerte de ciudadanía por el acto de veneración y respeto a su señor. En castellano, el significado de homenaje tiene tres acepciones. El sentido común designa el acto que se celebra en honor a alguien, pero también, respeto y veneración hacia una persona, al tiempo que, obligado cumplimiento de cualquier pacto como juramento solemne de fidelidad. Hablar de admiración y respeto, de la veneración compartida por todos respecto a la figura de Luis Ramiro Beltrán como académico y persona es por obvio un ejercicio en vano. Pero no tanto, quizás, el pacto o compromiso que ello significa, desde el punto de vista de la fidelidad a sus ideas, a su trayectoria intelectual, al legado que nos ha dejado. Y este sentido del homenaje es el que conviene recordar como reconocimiento, como memoria, como proyecto vivo de la Comunicología Latinoamericana.
Sí, como dejó escrito José Carlos Mariátegui: por lo general, quien no puede imaginar el futuro tampoco puede pensar el pasado; y, por lo mismo, quien no cultiva la memoria poco o nada puede proyectar en el horizonte histórico, las páginas de este modesto homenaje que Ciespal brinda a nuestro principal autor de referencia, tienen la voluntad de tejer nuevas utopías y proyectos históricos emancipatorios para el derecho a la comunicación en lugar del concepto equívoco del homenaje como acto ritual desprovisto de sustancia y contenido, como momento episódico y posmoderno siempre apolítico, más aún en un tiempo como el actual que si por algo se distingue es, justamente, por la preeminencia de una cultura pragmática y una percepción del presente perpetuo, marcada, incluso teóricamente, por el olvido de la historia y la negación de toda lectura crítica sobre las cenizas del pasado.
La complejidad y la velocidad de los cambios informativos en curso han penetrado tan profundamente en las estructuras y formas de sociabilidad que la naturalización, a nivel del discurso público, de las lógicas dominantes de mediación se ha revestido de tal consistencia y opacidad, que, bajo la apariencia de una falsa transparencia, parecen irreductibles a la crítica científica, mientras el proceso de estructuración y organización de la comunicación y la cultura pública inciden en las lógicas de dominación y desigualdad material y simbólica, características del modo de producción capitalista.
La naturalización de las formas desvertebradas y alienantes de la cultura contemporánea ha reafirmado así, como consecuencia, una concepción individualizada de la vida social que debe ser objeto de crítica para hacer visible las causas sociales de fenómenos desconcertantes de la ‘modernidad líquida’ que fragmentan y descomponen los marcos axiológicos y de convivencia. En este sentido, dos obstáculos fundamentales para la teoría crítica son, por un lado, el poder dominante de la metafísica burguesa, en especial la ilusión extensamente propagada de que el mercado capitalista y el régimen capitalista de producción son eternos e insuperables y, por otro, el imperio de una teoría y academia miopes incapaces de pensar más allá de los límites formales que determina el proceso o la lógica de acumulación.
Esta miopía intelectual sobre los dispositivos de control y subsunción social de los mundos de vida por el capital es la clave de la renuncia a una idea de sociedad crítica y comprometida con los espacios próximos de reproducción cultural y con la articulación dialógica de las complejas relaciones a distancia que median los sistemas desterritorializados del poder basado en flujos de información, que hoy también colonizan el pensamiento y la producción teórica, condicionando una nueva concepción del intelectual y de los trabajadores de la cultura.
Por ello, el homenaje dedicado a Luis Ramiro no puede ser de otro modo que aprendiendo de su virtud y de su legado; una reivindicación del deber de fidelidad a la virtud insobornable de pensar desde el compromiso y una política de lo procomún que ha venido mostrando, ejemplarmente, a lo largo de su trayectoria, al promover en América Latina esperanzas de futuro desde la conciencia despierta de lo que hoy se reformula como sumak kawsay.
No es cuestión glosar aquí la fructífera y rica trayectoria intelectual de Luis Ramiro. Tratar de resumir sus contribuciones al campo latinoamericano de estudios en comunicación y a la propia Ciespal sería demasiado profuso y materialmente imposible en unas pocas líneas. Maestro de comunicadores, inspirador y líder de una generación de estudiosos que hizo real el paradigma de la Teoría de la Dependencia en Comunicación para la insubordinación de los conocimientos locales, pretender, como decimos, resumir en unas pocas páginas toda una vida dedicada a la labor de ingeniero incansable de utopías nos llevaría a la paradoja de Funes el memorioso de Borges y, además, no es la razón de ser de este texto, pues tal empeño es tarea de biógrafos y estudiosos de la Genealogía de la Comunicación Latinoamericana.
Únicamente nos permitimos la licencia de señalar, por justicia, y lo evidente del hecho histórico que motiva tal conmemoración, que Ciespal le debe a Luis Ramiro Beltrán lo que hoy es como institución: un espacio de encuentro y articulación de la Comunicología Latinoamericana pensada, en su proyección, desde el sentido y sentimiento del Sur. El norte o guía de la caja de herramientas que hizo posible la Escuela Latinoamericana de Comunicación como un proyecto utópico de Comunicología del Sur está en deuda con el maestro. Y esta certera asunción o compromiso nos ha acompañado siempre desde que conocemos a Luis Ramiro Beltrán y compartimos amistad, primero en Sevilla, donde le hiciéramos un merecido y modesto reconocimiento la comunidad académica iberoamericana, posteriormente, en La Habana, Madrid y, hoy, en La Paz. Por ello, tal reconocimiento es, en cierto modo, una defensa del corpus conceptual y la práctica teórica surgida en los setenta como ruptura y desconstrucción frente a las corrientes dominantes en las antiguas y nuevas metrópolis occidentales; es decir, frente a las teorías foráneas del funcionalismo norteamericano y la teoría crítica marxista de la Escuela de Frankfurt, cuando en América Latina se comenzó a enunciar nuevas agendas propias adaptadas al contexto de movimientos y luchas políticas y sociales de la región, construidas desde la dialéctica de la hibridación y el mestizaje que reconoce la praxis, la diversidad y la participación como medulares en la comunicación, entendida esta como proceso de mediación social.
Como sabemos, es en suma, desde el reconocimiento de las particularidades históricas y culturales de América Latina, donde se comienza a tejer la propuesta de comprensión de la comunicación desde la perspectiva social y cultural. Las prácticas locales y creativas y los testimonios de resistencia suscitados a través de los procesos de comunicación participativa dan consistencia al pensamiento comunicacional latinoamericano. Es en este marco, que la Academia regional hace visible la construcción de pensamiento desde la praxis como posibilidad de reflexión a partir de la práctica/acción, de acuerdo con Ramiro Beltrán, y la investigación-acción Participativa como metodología colectiva de producción de conocimiento, donde la cooperación de los actores, siguiendo las exploraciones de Orlando Fals Borda en Colombia, en torno a la experiencia de lo popular y lo cotidiano, constituye el alfa y el omega de toda práctica teórica. De tal manera que el conocimiento científico es interpelado por la emergencia de otros saberes desde las culturas populares, afroascendientes e indígenas, en función de la construcción socioanalítica de conocimiento colectivo como lógica de apropiación de los saberes locales comunes, resituando la Comunicología en el terreno de las formas ancestrales y antagonistas de lo procomún, de la tierra y las cosmogonías invisibilizadas por la racionalidad cartesiana como opción epistémica y política frente a la condición de colonialidad en la que ha vivido históricamente América Latina. De aquel tiempo a esta parte, la larga noche neoliberal ha tratado de mudar tal espíritu reivindicativo. Pero como dice el adagio popular: “No hay mal que dure cien años…”, y “…tras la tormenta llega la calma”, pues, “…toda noche tiene su Alba…”. Así hoy, países como Bolivia y Ecuador han experimentado cambios significativos en la estructura del Estado y la cosmovisión de las políticas públicas con el reconocimiento de base del pensamiento de los pueblos originarios. Esta es apenas, como señala Boaventura de Sousa Santos, un punto de partida, “una victoria del movimiento social, del movimiento indígena y del movimiento popular” (De Sousa Santos, 2009: 61). Sin embargo, más allá del plano normativo, es el inicio de un proyecto de transformación y justicia cognitiva que debe llevarnos a pensar el estatuto de las ciencias sociales y de la comunicología en particular.
Si bien la hibridación social fue casi siempre negada en el plano conceptual de la práctica teórica como una desviación de la norma, hoy por hoy, en la era del capitalismo cognitivo, la ruptura con el eurocentrismo y el imaginario científico occidental es como se evidencia la condición para el desarrollo autónomo del campo científico regional. Ello exige, a diferencia de otras épocas, reformular las bases epistémicas de la comunicología en virtud de un proyecto histórico transmoderno, transoccidental, dialógico y articulado en, por, desde y para el Sur, atendiendo la singularidad creativa de sus culturas originarias. Ahora bien, para construir una epistemología del Sur para la comunicología latinoamericana, como rearticulación de la teoría crítica de la mediación social, basada en la cultura académica emancipadora y antagonista de la Escuela Latinoamericana de Comunicación (Elacom) no partimos de cero. De Freire a Escobar, de Martín Barbero y García Canclini a Dussel y Quijano, y los estudios poscoloniales, pasando por Boaventura de Sousa Santos, la apuesta por la decolonialidad del saber-poder informativo nos plantea el reto de reformular las bases del discurso científico comunicacional a partir de una crítica del poder mediador del pensamiento hegemónico angloamericano desde las matrices culturales del paradigma amerindio por el que Luis Ramiro se introdujo durante su período de residencia en Quito (1984-1991) de la mano de Wilson Hallo y que recientemente se materializó en el Proyecto Ameribcom (Beltrán, L. R.; Herrera, K.; Pinto, E. & Torrico, E., 2008).
La apuesta por formas diferentes de ver el mundo, de interpretar e intervenir en él constituyen una tradición epistémica propia del pensamiento latinoamericano desde su génesis, construyendo nuevas bases y estilos de conocer y representar el universo a partir de formas comunitarias inspiradas en la filosofía de la liberación y la cultura de la resistencia que hoy, a fuerza, deberían ser enriquecidas además por la emergencia reciente de los movimientos indígenas en una nueva lógica de compromiso intelectual(1).
El redescubrimiento de lo propio como empoderamiento del pensamiento y la realidad latinoamericana se traduce en la comunicología latinoamericana, en una reivindicación de la diferencia. Además también en un cuestionamiento y antagonismo de la norma y el pensamiento dominante de la modernización occidental y la ciencia neopositivista hegemónica en el Norte. En su origen, por ejemplo, la Escuela Crítica Latinoamericana demuestra con su emergencia y potencia crítica deconstructiva que “un pensamiento de fronteras, márgenes (que es donde mejor se ve la gramática del poder); está en las rutas, plazas, pueblos, marchas con las poblaciones y también en los foros, las cumbres, las jornadas de discusión, en las asambleas constituyentes en todos estos vertiginosos años” (De Sousa Santos, 2009: 5) que cuestionaron la hegemonía angloamericana. Así, por ejemplo, con el movimiento Nomic y, posteriormente, la defensa del Informe McBride, América Latina, con Luis Ramiro Beltrán a la cabeza, lideraría el debate sobre el acceso a la información y la democratización de la comunicación como componente fundamental de los Derechos Humanos, lo que marcaría un punto de inflexión en las agendas de investigación. Esta tradición que legitima un saber-hacer diferenciado constituye, como reconoce el propio autor, el principal elemento original de la comunicología latinoamericana. La filosofía de la praxis es la razón que habría de animar al maestro a convertirse en el eje de articulación del frente del Nomic, como impulsor de la Conferencia de San José de Costa Rica, y, más allá, en abogado defensor del concepto sistemático e integral de Políticas Nacionales de Comunicación. Como es de conocimiento público, aquel encuentro pudo haber acontecido en Buenos Aires, Lima o Quito. Pero entonces, como hoy, los voceros de la SIP y de AIR orquestaron una campaña de presión contra los gobiernos nacionales y la propia Unesco. Al igual que, actualmente, el capital acosa y trata de deslegitimar los procesos de democratización de Bolivia, Venezuela, Ecuador o Argentina. Por ello, es preciso recordar de dónde venimos -la lección es del todo evidente- y qué legado nos deja el artífice de la Comunicología de la Liberación.
Actualizar sus propuestas, su ejemplo de disciplina y compromiso, la metódica voluntad de insubordinación al neocolonialismo de propuestas como la ALCA que amenazan el sentido y progreso del Buen Vivir da toda la razón de ser a este reconocimiento público, quizás, es de lamentar, muy tardío por parte de Ciespal, pero aun así ello nos permite repensar y seguir luchando por el código, por la información y el conocimiento libres, por una obra y un pensamiento que hacemos nuestro en la asunción del deber de formar y transformar la realidad a partir en la actualidad de nuevas bases, pues, de acuerdo con el profesor Erick Torrico, es preciso renovar el legado de Luis Ramiro Beltrán a partir del programa de investigación sobre modernidad/colonialidad que Escobar, Quijano, Castro-Gómez, o Dussel vienen proponiendo para deconstruir las matrices eurocéntricas y definir un nuevo horizonte epistémico con el que pensar las ciencias sociales desde la autonomía, el pensamiento propio y la lucha por la emancipación social. Se trata, en fin, no de otra cosa que hacer efectivo el principio de homenaje como fidelidad al pensamiento antiestratégico de Luis Ramiro Beltrán que, hoy por hoy, iniciativas como el Foro Nuestra América identifica como reivindicación de la memoria al defender la soberanía tecnológica, la autonomía informativa, la defensa de los medios y prácticas comunicativas propias, así como las plataformas libres y las políticas públicas adecuadas a las realidades nacionales de Latinoamérica.
En esta voluntad transformadora radica la universalidad de la obra de Luis Ramiro Beltrán, la primera voz propia de América Latina que revolucionó el estatuto de la comunicología hegemónica para, en el fondo, dar voz a los sin voz, y repensar el sentido y la praxis de la comunicación para el cambio social en el paso de la lógica del escamoteo funcionalista a la estrategia del disimulo que alumbrara lo que el profesor Marques de Melo ha venido sistematizando como Escuela Crítica Latinoamericana de la Comunicación. En esta transición de la filosofía de la praxis comunicacional, “Beltrán es uno de los primeros comunicólogos en pensar América Latina como unidad con ciertas peculiaridades históricas e identitarias, razón por la cual se considera uno de los fundadores -junto a Pasquali, Verón, Díaz Bordenave o Marques de Melo- de la Escuela Crítica Latinoamericana de la Comunicación” (Barranquero en Beltrán, 2014: 30), cuya principal contribución fue imaginar, siempre, la mediación desde abajo, desde las comunidades y actores sociales, dando así rienda suelta a su inclinación artística, jugando a los palimpsestos con la Ciencia de la Comunicación. Tal virtud está, en el fondo, en su ADN cultural. La polivalencia y perfil polifacético hacen de él un artista de la comunicación, en tanto que atento observador de las culturas populares, de las formas de vida y resistencia de los movimientos sociales en la región. Si tuviéramos que definir a un académico tan inclasificable como Luis Ramiro, sería justamente como un investigador que piensa la comunicología como arte y técnica, como pensamiento nómada, como un reto de asunción, en el fondo, del ethos barroco. Y esta definición no es un rasgo menor o marginal. Antes bien, define, en esencia, la práctica teórica de nuestro autor.
El barroco es la forma de mediación de la lógica de la equivalencia y la racionalidad instrumental y la vida cotidiana, esto es, la afirmación de la forma natural y aliento a la resistencia que el trabajo y el disfrute de los valores de uso ofrecen al dominio del proceso de valorización. “El ethos barroco no borra, como lo hace el realista, la contradicción propia del mundo de la vida en la modernidad capitalista y tampoco la niega, como lo hace el romántico; la reconoce como inevitable, a la manera del clásico, pero, a diferencia de este, se resiste a aceptarla, pretende convertir en bueno el lado malo por el que, según Hegel, avanza la historia” (Bolívar Echeverría, citado por Dussel, 2012). Es esta mirada atenta a la inmanencia de la vida, la potencia del deseo, la realidad bizarra, extravagante y ornamental, la que ilumina el hilo rojo de la comunicación regional que Luis Ramiro supo capturar con inteligencia. Y que tan relevante se nos antoja en la contemporaneidad para pensar el capitalismo cognitivo. Pues, como ilustra el filósofo Bolívar Echeverría, el ethos barroco es el fundamento cultural que puede garantizar en América Latina una lectura otra para la emancipación. Es el que permite una subjetivación política y la emergencia de un nuevo sujeto de conocimiento legitimando el saber-poder como disyunción, subsunción y excentricidad, necesarios hoy más que nunca en los espacios liminares de la llamada Economía Creativa. De ahí la apuesta, acorde con la naturaleza fugaz del capitalismo informacional, por un conocimiento local, efímero, transitorio, particular de la heterotopía que fraguó la cultura latinoamericana, y que hoy exige una mayor reflexividad compartida. En otras palabras, pensar las diásporas como comunidades, como espacios de fuga y resistencia, de construcción y reconstrucción de identidades, durante más de quinientos años de lucha, nos permite dibujar una nueva epistemología o pensamiento de frontera, neobarroco, del Sur, de los márgenes, fluido y complejo que genera nuevos procesos de producción de sentido común liberado a partir de las bases antes expuestas. Ahora bien, apostar por ello, de acuerdo con Boaventura de Sousa (2009), es dislocar la práctica de representación de la Teoría Global de la Comunicación, del centro angloamericano en favor de los márgenes amenazados, a partir de una fenomenología de la marginalidad basada en el uso creativo de las tradiciones culturales amerindias. Si el poscolonialismo anglosajón parte de una relación colonial fundada en la polarización extrema entre colonizador y colonizado, entre Próspero y Calibán, una polarización que es tanto una práctica de representación como la representación de una práctica; una lectura decolonial de la comunicología latinoamericana representa una subversión y crítica antagonista de lo mestizo, hibridado y creativo transfronterizo, una proyección modélica de lo transcultural americano que sienta las bases para una nueva epistemología del Sur constructivista, no funcional ni esencialista. El problema de este reto es cómo construir el pensamiento desde y a partir de los grupos y movimientos indígenas que luchan en el subcontinente por su liberación.
Luis Ramiro supo apreciar, en plena madurez y ya retirado de la academia, la brillante idea, a la vanguardia del conocimiento, de repensar la comunicación desde la cultura precolombina. En su epistemología cultural se observa una diferencia notable con Bolívar Echeverría. Luis Ramiro Beltrán supo ver en la Teoría de la Dependencia, a diferencia de cierto marxismo dominante en la región, un modo específico de comprensión de los problemas de la comunicación moderna a nivel regional. Como bien observa Dussel, la teoría latinoamericana no siempre apreció el aporte diferente de la teoría de la dependencia, con sus limitaciones, en la contribución de la academia a los procesos de transformación histórica y las luchas sociales de la región. Luis Ramiro sin embargo apostó por esta mirada estructural para convertir la comunicología en un campo de disputa de los imaginarios del cambio social. Es por ello que podemos afirmar que la filosofía de la cultura, el giro descolonizador y la actualidad y potencia del pensamiento latinoamericano, vista desde Quito, capital del barroco por excelencia, plantea con él otra mirada sobre el pensar comunicológico. Sabemos, a ciencia cierta, que es esta cultura de una conciencia insatisfecha la que hizo posible y necesaria su voluntad de deconstrucción del elitismo funcionalista, la colonialidad del saber-poder informativo y las anteojeras ideológicas de la academia acomodaticia del imperio. Es este ethos barroco, la lucha expresiva entre el alma y el cuerpo, la contradictora emergencia de la modernidad y la cultura de la miseria en Latinoamérica la que explica la potencia creativa de un pensamiento otro que -permítaseme el atrevimiento- explica la virtud y originalidad del pensamiento de Luis Ramiro Beltrán, su deambular bohemio entre la literatura y el periodismo, al tiempo que el rigor de la ciencia y la disciplina del método. Porque en el fondo sabe el maestro que la comunicación es Comunic@rte, creatividad, técnica y ciencia aplicada al mismo tiempo. Esa tensión entre literatura y pensamiento estratégico, entre rigor científico y creatividad cinética, entre pensamiento y acción, han marcado su vida y obra, entre la bohemia y la disciplina del conocimiento consistente, meticuloso y relevante.
El reto ahora es construir una comunicología contrahegemónica, incluyente, participativa, pensada para el Buen Vivir, reconstruyendo una vez más utopías de futuro para la región. Los textos y ejemplo del magisterio de Luis Ramiro Beltrán garantizan sin duda esta apuesta, en tanto que son puertas, ventanas, intervenciones para un pensar otro. Hoy que las prácticas y fuentes de referencia están de nuevo colonizadas por el dominio del capitalismo cognitivo, su ejemplo como impulsor de Alaic, Ciespal, Felafacs y el pensamiento propio, autónomo y rebelde de América Latina, cobra así viva actualidad. Solo hay que desplegar la competencia freireana de la escucha activa. Pues, en palabras del maestro: “Hay, en nuestra parte del mundo, una base institucional de excepcional calidad e influencia. Pero, puesto que obviamente ninguna de estas organizaciones puede asumir el gran reto por sí sola, es indispensable y urgente que todos ellos conjuguen sus recursos humanos y materiales, mediante un Comité Permanente de Coordinación Internacional, encargado de diseñar y ejecutar un Programa Cooperativo Regional de Promoción de Políticas para Democratizar la Comunicación”.
El homenaje de Ciespal es compromiso de fidelidad a su obra y estas, sus palabras. La asunción, en fin, de la virtud debida a la conciencia despierta, porque no renunciamos a la utopía y porque, bien lo saben, la mayéutica socrática es eso: el cultivo de una vida ejemplar. Quito, 8 de septiembre de 2014
Nota: 1. Para una revisión sobre las matrices originarias de la Escuela Latinoamericana de Comunicación y sus fundamentos teóricos desde una perspectiva crítica ver José Marques de Melo (1988): Communication Theory and Research in Latin America, Culture, Media & Society, vol. X, Nº 4, pp. 405-418, London: Sage; José Marques de Melo y Cristina Gobbi (org.) (2000). Gênese do Pensamento Comunicacional Latino-Americano: O Protagonismo das Instituições Pioneiras – Ciespal, ICINFORM, ININCO, Sao Bernardo do Campo: UMESP/UNESCO; Raúl Fuentes Navarro (2005). La emergencia de un campo académico. Continuidad utópica y estructuración científica de la investigación de la comunicación en México. Tesis doctoral, Departamento de Ciencias Sociales, México DF: Universidad de Guadalajara, UdG; Raúl Fuentes Navarro (1992). Un campo cargado de futuro. El estudio de la Comunicación en América Latina, México: CONEICC; José Marques de Melo (org) (1996). O pensamento latino-americano en Comunicaçao, Comunicaçao e Sociedade, 15, Sao Bernardo do Campo: UMESP; José Marques de Melo (1998). Teoría da Comunicaçao. Paradigmas Latino-Americanos, Petrópolis: Vozes; Gustavo León Duarte (2008): “ELACOM. Referente histórico y conquista de la hegemonía en el pensamiento latinoamericano de comunicación”, Revista Razón y Palabra, vol. 13, Nº 61, Marzo-Abril, ITEMS-CEM, Estado de México. José Marques de Melo (2009). Pensamiento Comunicacional Latinoamericano. Entre el saber y el poder, Sevilla: Comunicación Social Ediciones y Publicaciones; Gustavo León Duarte (2011). La Escuela Latinoamericana de Comunicación, Madrid: Editorial Académica Española; Luis Ramiro Beltrán (2000). Investigación sobre Comunicación en Latinoamérica. Inicio, trascendencia y proyección, La Paz: Plural Ediciones. Referencias Beltrán, L. R. (2014). Comunicología de la liberación, desarrollismo y políticas públicas. Málaga: Luces de Gálibo. Beltrán, L. R., Herrera, K., Pinto, E. & Torrico, E. (2008). La comunicación antes de Colón. Tipos y formas en mesoamérica y los Andes. La Paz: Centro Interdisciplinario de Estudios de la Comunicación. Castro-Gómez, S. (1996). Crítica de la razón latinoamericana. Barcelona: Puvill Libros. Castro-Gómez, S. y Mendieta, E. (1998). Teorías sin disciplina. Latinoamérica, postcolonialidad y globalización en debate. México DF: Editorial Porrúa. Castro-Gómez, S. (1999). Pensar(en) intersticios. Teoría y práctica de la crítica postcolonial. Bogotá: CEJA. De Sousa Santos, B. (2009). Una epistemología del Sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social. México DF: Siglo XXI / CLACSO. Dussel, E. (2012). Modernidad y ethos barroco en la filosofía de Bolívar Echeverría, México DF: UAM-Iztapalaba. Echeverría, B. (2005) (comp.) La mirada del ángel, México DF: Ediciones ERA. Echeverría, B. (2010). Antología. Crítica de la modernidad capitalista. La Paz: Vicepresidencia de Bolivia / Oxfam. Escobar, A. (1996). La invención del tercer mundo, construcción y deconstrucción del desarrollo. Bogotá: Editorial Norma. Escobar, A. (2010). Una minga para el postdesarrollo: lugar, medio ambiente y movimientos sociales en las transformaciones globales. Lima: Programa Democracia y Transformación Global y Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Recuperado de ‹http://www.unc.edu/~aescobar/text/esp/escobar.2010.UnaMinga.pdf›. Lander, E. (comp.) (2001). La colonialidad del saber. Eurocentrismo y ciencias sociales. Buenos Aires: CLACSO / CICCUS. Marques de Melo, J. y Gobbi, M. C. (orgs.) (2003). Pensamento comunicacional latinoamericano. Da pesquisa-denuncia ao pragmatismo utópico. Sao Paulo: UMESP / Unesco. Sierra, F. , Bolaño, C. y Mastrini, G. (edit.) (2012a). Political Economy, Communication and Knwoledge. A Latin American Perspective. London: Hampton Press. Sierra, F. y Martínez, M. (edit.) (2012b). Comunicación y desarrollo. Prácticas comunicativas y empoderamiento local. Barcelona: Gedisa.

Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/carton-piedra/1/la-virtud-del-magisterio-luis-ramiro-beltran-salmon

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Entrevista Imaginaria A Niklas Luhmann Realizada Imaginariamente Por Miguel Acosta Saignes

Autor: Víctor Manuel Hermoso Aguilar

Mi tía Clota no deja de sorprenderme. Como es esclava de la computadora encontró, en la web, esta entrevista que tengo el propósito de llevar para la Clase del Dr. Zambrano, este jueves. La entrevista fue realizada en “El Purgatorio” el 8 de Noviembre de 2008, por nuestro gran culturólogo (así lo llama mi tía Clota): Miguel Acosta Saignes. No está demás aclarar que Luhmann no habla español ni Acosta Saignes Alemán. Pero, en esa zona de transición que es “El Purgatorio”, se entienden por ondas intelectuanas o intelectuonas1.
La primera parte de la conversación es la siguiente:
Acosta Saignes:
Que bueno que lo encuentro Dr. Luhmann porque quisiera aclarar algunos puntos sobre su teoría acerca de los sistemas sociales. Ya que todavía Jürgen no se ha presentado voy a ser su alter ego sin dejar de ser mi ego. (Se refiere a Jürgen Habermas con quien Luhmann polemizo aquí en la Tierra).
Luhmann:
En primer lugar no me llames doctor, dime convive. Sabes que he hecho amistad con un
Compatriota tuyo “El pana Aquiles Nazoa”, que es el humorista A-1 aquí en “El Purgatorio”, quien me ha enseñado una jerga que me ha sido muy útil, para que, en esta zona de transición, se puedan entender mis planteamientos. Bueno vamos a lo nuestro. Está claro eso de que vas a ser el alter ego de Jürgen, lo que no comprendí es aquello de que lo vas a hacer sin dejar de ser tu ego.
Acosta Saignes:
Te explico: En Venezuela cuando alguien suplanta a una personalidad tan de grueso calibre como Habermas, solo es una aproximación a él. Es decir nunca dejamos de ser nosotros a pesar de que estemos siendo otro. Yo no puedo ser sino yo, aunque esté poseído por otro. Lo que en el fondo deseo decir es que quiero polemizar como lo hizo Jürgen pero, desde un venezolano que se ocupó de conocer cómo realmente somos, sin el prisma de la civilización occidental al cual tu pertenecías allá en la Tierra. En fin, tengo una confusión: Tu afirmas que “Las superteorías son teorías con pretensiones universales (lo cual quiere decir que incluyen tanto a sus adversarios como a si mismas). (Luhmann, 1998, p.29). Te pregunto ¿hay realmente superteorías? Y si las hay ¿no se contradice esto con tu concepto de sistema” que precisamente anda tras las huellas de la identidad y la diferencia?
Luhmann:
Confieso que en ocasiones se incluyen cuestiones que en lugar de aclarar desvían la atención. No recuerdo exactamente porque incluí lo referente a las superteorías, probablemente fue para darle que pensar a Jürgen que habla de las metateorías. En ese momento quería dejar claro la diferencia que existe entre la concepción de Bartalanffy sobre sistemas abiertos y cerrados desde una perspectiva “sistema –entorno” y que quedara claro que mi propuesta era un nuevo paradigma. Me refiero a los sistemas autos referenciales que incluyen los sistemas abiertos y cerrados y por tanto hay pretensiones de una superteoría y lo digo sin ambages “La teoría de sistemas es una superteoría particularmente impresionante (Luhmann, 1998, p.30).
Acosta Saignes:
Déjame ver si entendí: En la perspectiva alemana “da nota”, que las investigaciones que se hacen tengan una vocación universalista, además que cada pensador tiende a crear su propio lenguaje y que en las argumentaciones diferencie lo que hacen de lo que han hecho otros en el mismo campo. Creo entender también, que los sistemas autorreferenciales, como diría Aquiles “se despachan y se dan lo vuelto”. Déjame plantearte otra duda. Tu haces una separación tajante entre los sistemas sociales y los sistemas psíquicos y mas aun con los sistemas: maquinas y los organismos. Toda jerarquización es solo una manera de aglutinar (por supuesto que arbitrariamente) con la finalidad de establecer límites. Pero existen las fronteras y es probable que en éstas no se cumplan los criterios que motivaron la aglutinación. Entonces, te pregunto: ¿existen realmente sistemas separados, per ejemplo, los sistemas sociales de los sistemas psíquicos?
Luhmann:
Entre un sistema y otro se encuentra lo que se ha llamado entorno. Se me ocurre que no hay límites precisos entre los sistemas sociales como conjunto y los sistemas psíquicos también como conjunto. Lo mas probable es que el entorno y el sistema se interpenetren. Si el alter ego que mencionaste se ubica en un sistema psíquico, es evidente que solo tiene sentido si se refiere a relaciones sociales. Uno de mis más preciados alter-egos, es mi obra “Los sistemas sociales”. Pero al escribir esa obra estoy pensando en las posibles objeciones que pueden mis pares ofrecer. Luego no es descabellado afirmar que mi alter-ego que destaqué como psíquico es social.
Acosta Saignes;
Por cierto que nosotros los latinoamericanos queríamos agradecerte que incluyeras en tus formulaciones teóricas “el concepto de autopoiesis de un chileno, Humberto Maturana. Esto dice mucho de lo trascendente de esa “superteoría” de Maturana y de tu amplitud por considerarla, aun viniendo de esa parte del mundo tan marginada por los intelectuales europeos.
Luhmann:
(“Haciéndose el loco” frente a las indirectas de Acosta Saignes); Si, el núcleo de la autopoiesis, entiendo que es el organizador básico de un sistema cuya preeminencia determina la identidad de dicho sistema, entonces, te pregunto: ¿cuál es el organizador básico de un sistema social como el de los indígenas del Amazona venezolano?
Acosta Saignes:
Posiblemente te va a sorprender la respuesta. Estoy convencido que el organizador básico de del pensamiento de los indígenas es el mito, si “convive” Niklas como lo ondeas: EL MITO. Para explicarlo o mejor comprenderlo usaré las palabras de un amigo de los indígenas, que los siente con ojos de indígena sin serlo: Mauro Rodríguez. “Los mitos de creación son realmente indispensables cuando se trata del mundo indígena: el alma la esencia de ese mundo lo constituyen precisamente los mitos. El indígena no permite argumentos de razón sino argumentos de ser y en el indígena es algo concreto, casi todas las tribus en si mismas, el nombre que llevan significa hombre: Pemón significa hombre, Yekuana significa hombre o persona, y así sucesivamente. Ellos se distinguen por ser personas, personalidad, la razón de ser, el territorio que pisan, los animales que cantan, las nubes que están en el cielo preñadas de lluvias para el período de invierno…todo cuanto existe para el indígena de cualquier tribu que sea, es la razón de su ser porque, él junto con todos esos elementos que le rodean vienen a ser la consecuencia de un mito de creación” (Rodríguez, entrevista a Rosalba Tovar dentro del ambiente Pedagógico de Víctor Manuel Hermoso).
Luhmann:
Si, ese mundo hay entenderlo desde los mitos de creación, entonces, éstos constituyen el organizador básico de ese sistema. En todo caso esperaremos a Humberto Maturana para preguntarle. Te dejo Miguel, porque voy a una nube de de LAS COSAS MAS SENCILLAS, con el Pana Aquiles Nazoa. Disculpa pero lo primero es lo primero.
Acosta Saignes:
Ok. Niklas hasta otra nube.
Posdata: Preguntas de Mi Tía Clota a NiKlas Luhmann:
¿Por qué es tan importante para usted dilucidar la “doble contingencia” que plantea Talcott Parsons en “Alrededor de una teoría de la acción”? (ver página 113 y siguientes de su libro “Sistemas Sociales).
¿En qué forma sus palabras: “La metáfora de la transmisión es inservible porque implica demasiada ontología…la metáfora de poseer, tener, dar recibir no sirve para comprender la comunicación” (Luhmann, 1998. p.142); permiten explicar el mito de la creación en los indígenas, la escuela y las tesis de grado como sistemas sociales? Dato: ver p. 150.
Desde su afirmación: Solo cuando los sistemas hacen posible la diferencia entre sistema y entorno puede haber mundo (p.197); ¿Cual es el sistema, cuál es el entorno y cuál la diferencia en los mundos de Popper, Habermas y Heidegger? Esta PREGUNTA ME LA SOPLÓ MI SOBRINO JOSÉ TADEO MORALES, A QUIEN SU VEZ SE LA REVELÓ, EN UN SARAO, MI SOBRI MIGUEL ANGEL PINEDA. NOTA: ELLOS SE LA PASARON A CARLOS HUMBERTO ZAMBRANO, QUIEN PUBLICARÁ LA RESPUESTA EN EL DOS MIL VEINTIUNO.
En la página 424, respetado Niklas, usted hace afirmaciones que provocan preguntas. Mediante el cuadro 1 elucidaré preguntas.

Afirmaciones Interrogantes
“…los trabajos realizados dentro del sistema científico suponen una descripción previa de las operaciones permisibles, es decir una teoría del conocimiento” ¿Hay un sistema científico? Si lo hay, entonces:

¿Es un sistema social?

¿Cuál es e organizador básico de ese sistema?

Una teoría del conocimiento ¿tiene operaciones permisibles?

“…la ciencia es autónoma; se puede decir: autónoma respecto al mundo y, con mayor razón, respecto a la sociedad” ¿Qué es autonomía en un sistema?

¿A qué mundo se refiere?

¿Por qué la ciencia es autónoma con respecto al mundo?

¿Por qué la ciencia es autónoma con respecto ala sociedad?

 

“Las teorías reflexivas no solo son teorías que reflejan la  autorreferencia como identidad del sistema, ellas mismas son también un momento de la autopoiesis auto referencial; hacen lo que describen” ¿Qué son teorías reflexivas?

¿Puede haber teorías sin reflexión?

¿Cómo se refleja la autorreferencia en la identidad?

¿En qué consiste un momento de autopoiesis?

¡Qué es una autopoiesis referencial?

Fuente: Clota Aguilar de Ancestro.

Pregunta para Rigoberto Lanz:
¿Cómo se explica rizomaticamente la frase de Luhmann: Un caos sin estructura sería absolutamente inseguro, eso sería lo único seguro?
Pregunta para los abogados del curso del Dr. Zambrano:
¿La persona clonada será o no asunto de derecho civil analizable en términos de daños y perjuicios? Nota: Ver Habermas 2000, p. 215. “La constelación posnacional: ensayos políticos”
Pregunta para los expertos en administración del curso:
¿Cuál es el entorno y cuál el sistema en una empresa de chocolate que es una ciudad de los Estados Unidos?
Pregunta para Corderito
¿Cuál es la doble contingencia en “El vellocino de oro?
Pregunta para Farías:
¿Cómo es la interpenetración en “Doña Bárbara?
Pregunta para mi sobri Carlos Humberto:
¿Cuál es la diferencia entre interpenetraciones sociales y humanas en la transcomplejidad como sistema?
Pregunta a mi sobrino: Gustavo Fernández Colón:
¿Cuál es la diferencia entre los sistemas autopoieticos de Maturana y de Varela, en la perspectiva de los estudios sociales? Nota: esta pregunta me la sopló: mi sobri Jesús Puerta:

1Mi Tía Clota dice que eso de “intelectuona” le recuerda a una travesura en verso, que escribiera Andrés Eloy Blanco, como una forma de “despertar” a los Constituyentes en 1946(creo). El verso dice así:

La política se inclina
Sin excepción de persona
De la fuerza masculina
A la fuerza masculona.

¡Que viejita mas ocurrente, no!

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