Europa/Alemania/11 Abril 2019/Fuente: Salvalaselva
1,2 millones de niños trabajando en las plantaciones de cacao constituyen la cara oscura del chocolate. La mayoría de los trabajadores no ganan suficiente dinero para su sustento.Y se talan incluso áreas protegidas de selva. Necesitamos urgentemente una normativa europea para poner fin a estas irregularidades.
Carta
Para: Ministra de Agricultura de Alemania, Julia Klöckner
Para acabar con el trabajo infantil, las violaciones de derechos humanos y la destrucción de selva necesitamos una normativa europea para el sector del cacao.
La Semana Santa es también tiempo de comer chocolate. Pero muchas niñas y niños no pueden disfrutar del huevo de pascua. Muchos tienen que trabajar en las plantaciones de cacao familiares que apenas alcanzan a la familia para sobrevivir. Todos sus miembros tienen que arrimar el hombro -y de todas formas no escapan de la pobreza.
Muchas plantaciones de cacao se establecieron en lugares donde antes crecía la selva. En Costa de Marfil, uno de los países que producen más cacao, ha desaparecido casi todos los bosques, hábitat del chimpancé, especie amenazada de extinción. Y en el otro extremo del mundo, en la Amazonía peruana se talaron cientos de hectáreas de selva. Incluso en Parques Nacionales se talan las selvas para producir cacao.
Nada de eso es nuevo. Las empresas prometen desde hace décadas acabar con el trabajo infantil, las violaciones de derechos humanos y la destrucción ambiental, pero no se ha avanzado mucho. Las empresas temen perder clientes y beneficios si son los primeros en actuar y elevar los precios, mientras la competencia sigue vendiendo barato.
Como las promesas y compromisos voluntarios no han funcionado, se necesita una normativa vinculante en la Unión Europea.
El cacao que se importe a Europa debería hacer posible que las familias campesinas puedan alimentar a todos sus miembros. Además, no debe estar relacionado con violaciones de derechos humanos incluido el trabajo infantil y forzado. Y no debe implicar deforestación y otros tipos de destrucción ambiental.
La UE es el primer importador, primer productor y consumidor de chocolate del mundo. Si no puede hacerse responsable e influenciar estas situaciones, nadie lo hará.
Imagen tomada de: https://mott.pe/noticias/wp-content/uploads/2016/07/Marcas-fabricantes-de-chocolate-que-podrían-estar-produciendo-en-base-a-trabajo-infantil-01.jpg
Los niños están cada vez más involucrados en peores formas de trabajo infantil y en conflictos armados, según el estudio.
Un informe avalado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que el trabajo infantil en Medio Oriente y en el norte de África ha aumentado en la última década por los conflictos y crisis.
El texto, titulado «El trabajo infantil en la región árabe: un análisis cuantitativo y cualitativo», también relaciona el incremento de los niños refugiados y los desplazados internos con las guerras en la región.
Sin embargo, el director regional adjunto para los Estados Árabes de la OIT, Frank Hagermann, indicó que la falta de datos de años anteriores hace difícil calcular la cifra exacta del aumento del trabajo infantil.
Peores formas de trabajo infantil
El informe asevera que los niños «están cada vez más involucrados en las peores formas de trabajo infantil» en la región árabe, en referencia a trabajo en la calle, servidumbre por deudas, matrimonios precoces y explotación sexual con fines comerciales.
En este sentido, el estudio señala que los menores «son víctimas de una grave y preocupante explotación, abusos y violación de sus derechos».
«La agricultura concentra más de la mitad del trabajo infantil en países como Yemen, Sudán y Egipto. Este sector se caracteriza por un ingreso precoz al trabajo en comparación con otros sectores», detalló Abdessalam Ould Ahmed, asistente del director general de la FAO y representante regional para el Cercano Oriente y África del Norte.
Conflictos armados
Los niños también son víctimas de la participación directa e indirecta en los conflictos armados. De hecho, en la última década hubo un aumento en el reclutamiento y uso de menores por parte de grupos armados, sobre todo en Yemen, Siria e Irak.
Actualmente, más de la mitad de los países árabes atraviesan conflictos, que han dejado como consecuencia muertes, flujos de refugiados y desplazados internos.
Centro América/ Guatemala/ 04.02.2019/ Fuente: www.prensa-latina.cu.
Junto al trabajo infantil y los embarazos a temprana edad, la migración condiciona hoy elevados índices de deserción escolar en Guatemala, un tema recurrente para las autoridades de Educación.
Tradicionalmente, un considerable número de menores abandonan las aulas bajo la presión de ayudar a sus padres a ganar el sustento diario, pero en los últimos años, la salida del país hacia Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida añade un nuevo factor a la compleja problemática, advierten expertos.
Un reportaje publicado hoy por el diario Prensa Libre alerta sobre el fenómeno que incidió particularmente el pasado año en el incremento de la deserción, a pesar de que el Ministerio de Educación implementó programas específicos para intentar detener la caída como Alimentación Escolar, entrega de útiles y valija didáctica.
De acuerdo con el medio, las cifras de abandono escolar se incrementaron en un 42 por ciento en comparación con el período anterior, al pasar de 152 mil 820 a 217 mil 739.
Aunque la cartera argumenta que estos datos son preliminares y podrían contener errores porque se implementó un sistema automático para inscribir a los niños, lo cierto es que muchos nunca llegaron a las aulas.
De comprobarse, advierte la investigación, significa que quedaron fuera del sistema educativo.
Las estadísticas aportadas reflejan que el nivel de primaria fue el más afectado, con un saldo de 70 mil 246 niños separados del salón de clases a 110 mil 595, pero la situación no cambió mucho en Preprimaria, donde 11 mil 799 escritorios quedaron vacíos durante el último año lectivo.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reportó en 2018 que cuatro mil 821 menores no acompañados retornaron a Guatemala luego de intentar viajar de manera ilegal hacia Estados Unidos.
En ese caso, los niños dejan la escuela para acompañar a sus padres y si no lo logran, generalmente ya no vuelven a la escuela, principalmente en el área rural, donde la pobreza ronda el 50 por ciento de la población.
Expertos puntualizan que siete de cada diez deportados el año pasado refirieron que migraron con la intención de buscar empleo, mientras que uno de cada diez lo hizo para reunirse con sus familiares.
Para la exministra de Educación María del Carmen Aceña, la situación económica y la falta de oportunidades llevará a que en el futuro más jóvenes dejen la escuela.
Y no solo influye la migración internacional, sino también la interna, pues en los hogares en que la economía depende de alguna actividad agrícola, los padres se llevan sus hijos a trabajar en el corte de café o la zafra, argumentó.
En el caso de las niñas, se quedan en casa realizando trabajos domésticos, cuidando a sus hermanos o a las personas de la tercera edad, una vieja problemática que se vuelve un círculo vicioso mientras no se apunte a las causas estructurale que la generan, puntualizaron expertos.
Fuente de la noticia: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=249275&SEO=migracion-condiciona-altos-indices-de-desercion-escolar-en-guatemala
Una línea telefónica ayuda a niños y niñas a escapar de un matrimonio temprano en Anantapur, explica Doreen Reddy, directora del Sector Mujeres de la Fundación Vicente Ferrer
Doreen Reddy (Madanapalle, India, 1950) recuerda muy bien cuando de pequeña su madre la vestía con ropa bonita, pero la obligaba a permanecer sentada en la puerta de casa. En ese momento, la actual directora del Sector Mujeres de la Fundación Vicente Ferrer no entendía por qué no podía salir sola, sin la protección de su hermano, ni para ir a comprar algo a la tienda de la esquina. Sin embargo, después de más de 40 años de trabajo al lado de “las más pobres entre las pobres”, Reddy admite que estas pequeñas limitaciones no son nada frente a los abusos que padecen día tras día la mayoría de las mujeres indias.
Falta de acceso a la educación, trabajo infantil, matrimonios tempranos, trata, malos tratos físicos y psicológicos… A Reddy le faltan dedos de la mano para enumerar las vulneraciones sistemáticas de los derechos de las mujeres y niñas en su país natal.
Cuando le ofrecieron la primera vez trabajar en la Fundación, Reddy contestó con un no rotundo. Nacida en una familia católica, estudió Secretariado y Gestión en Bangalore. Con poco más de 20 años, viajó a Anantapur, en el sur del país, sede de las actividades de la organización dirigida por Vicente Ferrer, para cuidar a su tía, que se había roto una pierna. Lo que tenía que haber sido una estancia de unos días acabó cambiando el rumbo de vida.
“Mis tíos vivían en la Fundación y sentían una profunda admiración hacia Ferrer. Me insistieron tanto que finalmente acepté”, explica entre risas desde la sede de la organización en Barcelona. “Si no hubiera dicho sí, mi vida habría sido muy distinta. Supongo que habría sido un ama de casa”.
Empezó en 1975 como secretaria de Vicente Ferrer y poco a poco se fue acercando a las cuestiones de género. Se implicó en las actividades del Sector Mujeres desde su creación en 1982 hasta convertirse en su directora durante los últimos 23 años. Un cargo que está a punto de dejar para dedicarse a otras tareas de asesoramiento y evaluación.
“La independencia económica de las mujeres y el acceso a la educación de las niñas son los pilares de nuestra acción”, señala. “Mi trabajo puede ser duro a veces, pero hace que me sienta muy satisfecha cuando puedo ayudar a los demás. Nunca pensé en dejarlo”.
“Cada tres minutos una mujer en India sufre algún tipo de acoso por parte de un hombre. Nosotras tenemos la responsabilidad de levantar la voz y denunciar los abusos”, dice con voz firme.
Criar a una niña es como regar el jardín del vecino, reza un proverbio hindú. Sucumben a la discriminación ya antes de nacer, víctimas de abortos selectivos. Las familias priorizan la nutrición y el cuidado de los niños varones. Ellas no heredan la tierra. Para casarlas, los padres tienen que pagar una dote que en muchos casos endeuda los hogares de por vida. La Fundación Vicente Ferrer ha puesto en marcha varios programas para ofrecer a las niñas, por ejemplo, becas, bicicletas —para desplazarse de manera más rápida hacia la escuela y evitar las agresiones—, apoyo escolar, centros educativos con programas específicos para alumnos con discapacidad, servicios nutricionales y de salud, sistemas de microcréditos para el emprendimiento y formación profesional.
“Siempre me pregunto por qué los hombres quieren tanto a su madre, pero luego no quieren tener hijas”, se pregunta Reddy. “Entiendo que en parte es por la pobreza. Las bodas son muy caras y la dote —que formalmente fue abolida en 1961— les puede arruinar”. Entre 2017 y 2018, más de 27.000 personas participaron en los talleres contra la discriminación y la violencia de género organizados por la Fundación.
15,5 millones de niñas esposas
Una de las principales iniciativas de la Fundación, explica Reddy, es un servicio telefónico de ayuda contra los matrimonios infantiles, una lacra que afecta a 15,5 millones de niñas indias obligadas a casarse antes de los 18 años, según Unicef. “Son los mismos niños y niñas que llaman a un número gratuito para evitarlo”, cuenta. “Desde que se puso en marcha el proyecto, en colaboración con el Gobierno y otras ONG, hemos logrado detener la celebración de 314 bodas en Anantapur”. Solo en el último año, los matrimonios evitados fueron más de 100.
A pesar de estar prohibido por ley, el matrimonio infantil aún es muy frecuente en India, sobre todo en las regiones centrales y occidentales del subcontinente, en particular en las zonas rurales (48%). Las chicas, sobre todo las más pobres, son las más afectadas. Aunque a escala nacional esta práctica se ha reducido del 54% en 1992 al 27% en 2016, el ritmo de cambio sigue siendo lento. Entre las causas, según Unicef, está pensar que las chicas valgan menos que los varones, además de un acceso limitado a la educación y la vulnerabilidad económica. Una chica que ha asistido a clase durante 10 años, sostiene el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, tiene una probabilidad seis veces más baja de casarse antes de los 18.
La Fundación también trabaja para rescatar a víctimas de trata, menores abandonados por sus familias o implicados en trabajo infantil. Se estima que en India hay 10 millones de niños que trabajan, el 0,7% de la infancia entre 5 y 14 años. Más de la mitad de ellos no recibe remuneración, según datos de la plataforma Understanding Children’s Work.
Afganistán – UNICEF / 25 de noviembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Xinhua
La oficina en Afganistán del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dijo hoy que cerca de 3,7 millones de niños afganos no tienen acceso a la escuela debido a la inseguridad y a la pobreza en el país.
«Alrededor de 3,7 millones de niños carecen de acceso a la escuela en Afganistán, de ellos 60 por ciento son niñas», dijo Ahmad Jan Nawzadi, un funcionario de la oficina de Unicef en Kabul, a los reporteros en una ceremonia para celebrar el Día Universal del Niño, que se celebra el 20 de noviembre.
Durante la celebración del Día Universal de la Niñez en Kabul, funcionarios de Unicef expresaron preocupación por la situación de los niños afganos, su falta de acceso a la escuela, el trabajo infantil y el reclutamiento de niños soldados.
En Afganistán afectado por el conflicto, muchos padres, en su mayoría de zonas rurales, se muestran renuentes a enviar a sus hijas a la escuela debido a preocupaciones de seguridad y a barreras culturales.
Sin embargo, alrededor de 9 millones de niños afganos, entre ellos 40 por ciento niñas, están asistiendo a la escuela regularmente.
Ante la actividad en el país de grupos armados, incluidos el Talibán y el Estado Islámico (EI), cientos de escuelas han permanecido cerradas, en su mayoría en zonas rurales.
«Con el fin de preparar el acceso de los niños a la escuela, Unicef y el gobierno afgano han establecido más de 5.000 escuelas comunitarias en áreas rurales, donde pueden estudiar 176.000 alumnos», dijo Nawzadi.
Pakistán / 18 de noviembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: HRW
Los obstáculos incluyen la falta de inversión, tasas altas y discriminación
El gobierno de Pakistán no está brindando educación a una gran proporción de las niñas del país, dijo Human Rights Watch en un informe publicado hoy.
El informe de 111 páginas “‘Shall I Feed My Daughter, or Educate Her?’: Barriers to Girls’ Education in Pakistan” (“‘¿Debería alimentar a mi hija o educarla?’: Barreras a la educación de las niñas en Pakistán”) concluye que muchas niñas simplemente no tienen acceso a la educación, debido a distintas razones como la escasez de escuelas públicas, especialmente para niñas. Casi 22,5 millones de niños de Pakistán, un país con una población de poco más de 200 millones de habitantes, no asisten a la escuela, la mayoría niñas. El 32 por ciento de las niñas en edad escolar primaria no están escolarizadas en Pakistán, en comparación con el 21 por ciento de los niños. En noveno grado, sólo el 13 por ciento de las niñas todavía asisten a la escuela.
“El hecho de que el gobierno de Pakistán no esté proporcionando educación a los menores está teniendo un impacto devastador en millones de niñas”, dijo Liesl Gerntholtz, directora de derechos de la mujer de Human Rights Watch. “Muchas de las niñas a las que entrevistamos están desesperadas por estudiar, sin embargo están creciendo sin la educación que les ayudaría a tener opciones para su futuro”.
Human Rights Watch entrevistó a 209 personas para el informe, la mayoría de ellas niñas que nunca asistieron a la escuela o que no pudieron completar su educación, y a sus familias, en las cuatro provincias de Pakistán: Beluchistán, Khyber Pakhtunkhwa, Punjab y Sindh. Human Rights Watch también entrevistó a padres, educadores, expertos y activistas, y visitó varias escuelas.
Entre los factores que impiden que las niñas vayan a la escuela, Human Rights Watch descubrió los siguientes: la falta de inversión del gobierno en las escuelas, la escasez de escuelas, los precios prohibitivos de las matrículas y los costos relacionados, el castigo corporal y el hecho de que no obligar a implementar la educación obligatoria. Human Rights Watch también detectó problemas de calidad tanto en las escuelas públicas como privadas de bajo costo, así como una falta de regulación gubernamental de las escuelas privadas y altos niveles de corrupción.
Además de estos factores dentro del sistema educativo, las niñas también se ven excluidas de la educación debido a factores externos que incluyen el trabajo infantil, la discriminación de género, el matrimonio infantil, el acoso sexual, la inseguridad y los ataques contra la educación.
El gobierno de Pakistán ha invertido consistentemente mucho menos en educación de lo que recomiendan los estándares internacionales. En 2017, Pakistán estaba dedicando menos del 2,8 por ciento de su Producto Interno Bruto en educación, muy por debajo del cuatro a seis por ciento recomendado, lo que deja al sistema educativo del gobierno con una financiación muy limitada. Las escuelas públicas son tan escasas que incluso en las principales ciudades de Pakistán, muchos niños no pueden llegar a una escuela a pie de manera segura en un tiempo razonable. La situación es mucho peor en las zonas rurales. Y hay muchas más escuelas para niños que para niñas.
Aisha, una madre de unos 30 años, vive con su esposo y sus seis hijos en un área de Peshawar donde la escuela pública para niños más cercana, que ofrece desde guardería hasta décimo grado, está a menos de cinco minutos a pie. La escuela pública para niñas más cercana está a 30 minutos caminando y sólo llega hasta quinto grado. La hija de Aisha dejó de ir a la escuela a los nueve años debido a la preocupación de sus padres por su seguridad a la hora de caminar a la escuela.
“Incluso los padres que no tienen educación propia entienden que el futuro de sus hijas depende de que vayan a la escuela, pero el gobierno está abandonando a estas familias”, señaló Gerntholtz. “El futuro de Pakistán depende de la educación de sus menores, incluidas las niñas”.
Existe un “cuello de botella ascendente” a medida que los niños, especialmente las niñas, se hacen mayores. Las escuelas secundarias son más escasas que las escuelas primarias, y las universidades tienen incluso menos capacidad, especialmente para estudiantes femeninas. Muchas niñas que completan el nivel superior en una escuela no tienen acceso a una escuela donde podrían pasar al siguiente nivel. A falta de un sistema adecuado de escuelas públicas, ha habido un crecimiento masivo en el número de escuelas privadas, muchas de ellas de bajo costo. Pero las familias pobres a menudo no pueden pagar las tasas de matrícula y el fracaso casi total del gobierno para regular y supervisar estas escuelas significa que muchas son de baja calidad.
El manifiesto del partido político del nuevo primer ministro Imran Khan promete importantes reformas al sistema educativo, incluso para la educación de las niñas. “Daremos prioridad al establecimiento y la mejora de las escuelas para niñas y proporcionaremos una ayuda económica a las niñas y mujeres para que continúen su educación”, dice el manifiesto. Además, se compromete a “implementar la agenda educativa más ambiciosa de la historia de Pakistán, que abarca la reforma de la educación primaria, secundaria, terciaria, profesional y especial”.
“El gobierno reconoce que la reforma educativa es desesperadamente necesaria y promete convertirla en una prioridad, especialmente para las niñas, lo cual es un paso positivo”, dijo Gerntholtz. “Esperamos que nuestros hallazgos ayuden al gobierno a diagnosticar los problemas e identificar soluciones para darles a todas las niñas paquistaníes un futuro brillante”.
Selección de testimonios de personas entrevistadas
Falta de inversión y escasez de escuelas públicas
“Les podría llevar si hubiese una escuela pública”
—Akifah, 28 años, madre de tres hijos de 10, 8 y 7 años. La familia se mudó desde una aldea cerca de Multan a Karachi hacía tres años, en busca de trabajo. No tuvieran otra opción que asentarse en un área donde sólo había escuelas privadas que la familia no podía permitirse y no había escuelas públicas al alcance.
“Mis padres dijeron ‘si te interesa lo suficiente puedes ir caminando’. Quien quisiese ir, iba. A mí me parecía demasiado lejos. El camino era solitario y aislado y ha habido casos de dos o tres secuestros en esa áreas (…) Pero entonces me di cuenta de que necesitaba estudiar así que convencí a mis padres y me hice amigos para poder ir juntos caminando a la escuela”.
—Asifa, 20 años, en Punjab, no fue a la escuela hasta los 9 o 10 años porque tenía que caminar 45 minutos desde su casa. La escuela sólo iba hasta octavo grado así que después de terminar se fue a vivir con su hermana en la ciudad donde podía cursar noveno y décimo grado.
“El Estado nunca se ha tomado en serio la educación; nunca se le ha adjudicado recursos adecuados en ningún estado. El problema son las prioridades del gobierno: la educación no es una prioridad y no le dedican el presupuesto necesario”.
—Director de una organización no gubernamental dedicada a los derechos de las mujeres, en Punjab.
“[T]odas las madres quieren que sus hijos reciban una educación, pero no hay un sistema público que proporcione los servicios”.
—Directora de una organización comunitaria, en Karachi.
Discriminación de género en la provisión gubernamental de escuelas
“Si hay 10 escuelas para niños, sólo hay 5 para niñas”.
—Un experto en educación de Pakhtunkhwa.
Pobreza y costo de la educación
“El gobierno no ayuda a los pobres. No podemos educar a nuestros hijos, no tenemos ni para comer nosotros mismos”.
—Rukhsana, 30 años, madre de tres niños sin escolarizar cuyo marido apenas puede trabajar debido a una enfermedad. La familia no puede pagar la matrícula escolar y demás costos relacionados, en Karachi.
“La escuela puede ser gratuita pero siempre hay necesidad de dinero para alguna cosa u otra. Copias, libretas, cada día hay un gasto nuevo. Sólo una mochila escolar ya cuesta 500 rupias [US$4,76]…. Cada día, cada día hay algo.
—Zarifah, una madre de cinco hijos sin escolarizar, en Beluchistán.
“Quería que mis hijas recibiesen una educación pero no pude ofrecérsela porque somos pobres. El salario de mi marido es de 12.000 rupias [US$114] al mes. A final de mes, siempre nos quedamos sin [dinero] y nos preguntamos qué hacer – ya no queda nada. Quiero una escuela para niñas de familias pobres.
—Halima, 38 años, en Karachi, madre de cinco hijas de 13 a 19 años. Ninguna ha estudiado durante más de uno o dos años. Su marido trabaja en una fábrica de chicles.
Cuestiones de calidad y corrupción
“Muchas veces el maestro llegaba tarde o ni siquiera se presentaba. Nos quedábamos allí sentados y luego nos íbamos a casa”.
—Hakimah, 17 años, en Karachi, describe su escuela primaria.
“Desde hace cinco años, todo el mundo tiene que pagar [para obtener un puesto docente en una escuela pública]. Vale la pena aunque sea sólo por el salario: es una inversión. Esto tiene un impacto sobre la calidad de la enseñanza: no hay enseñanza”.
—Director de una organización comunitaria, en Karachi.
“[Los inspectores] venían una o dos veces al año, sin avisar. Se quedaban más o menos media hora. Quieren te y que los entretengas. Tienes que complacerlos o dirán que tu escuela no es buena. Una vez hice esperar al inspector y se enfadó y se marcho y dijo: “Redactaré un informe negativo”. Mi colega fue a su casa y le dio 25.000 rupias [US$239] y nos dio un informe favorable”.
—Directora de una escuela privada describe la supervisión gubernamental de la escuela en Punjab.
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