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Las niñas de la Montaña mueren en los campos agrícolas

En la madrugada de este 26 de marzo la niña Lizbeth Oropeza Ortiz del pueblo me’phàà, de 8 meses de edad, murió en el cuarto que rentan sus papás en el municipio de Villa Unión, estado de Sinaloa. Su mamá Brenda Ortiz dejó de trabajar el viernes pasado para llevarla al médico particular. Tenía la fiebre alta y no dejaba de llorar. Le recetaron varios medicamentos sin que mejorara su estado de salud. El sábado su mamá trabajó media mañana en el corte de chile jalapeño para juntar algo de dinero porque los gastos médicos ya ascendían a 3 mil pesos. Regresó al cuarto donde renta para atender a su pequeña hija. Le preparó té de yerbabuena para que por lo menos probara algo porque vomitaba la leche. El sábado que les pagaron permanecieron en vela tanto su papá Gerónimo Oropeza y su mamá Brenda Ortiz. Los demás familiares y compañeros de Linda Vista, municipio de Tlapa, se cooperaron y estuvieron al pendiente para apoyar a los papás. En un petate sobre el piso de tierra murió Lizbeth por la fiebre que no se le pudo controlar. Desde la tres de la mañana los tíos de la niña se organizaron para comprar la cajita y llevar velas y flores. Durante este domingo buscaron un lugar en el panteón de Villa Unión para sepultarla. Todas estas vueltas y trámites tuvieron un costo de 11 mil pesos que Gerónimo y Brenda no tenían.

El pasado 18 de marzo la niña Josefina de dos años de edad, originaria  de Llano de la Rana, municipio de Metlatónoc, murió después de que sus papás acudieron varias veces a la cabecera municipal con la esperanza de que el médico les dijera cuál era el problema de salud de su pequeña hija. La respuesta del doctor fue poco alentadora, les comentó que la niña presentaba problemas en su corazón y por lo tanto tenían que trasladarla a un hospital de especialidades. Don Rufino sintió que el mundo se le derrumbaba al saber que ni en Tlapa su hija podría ser atendida por el personal médico. Regresó a su comunidad con algunos medicamentos y con el consuelo de que pudiera mejorar. Habló con algunos familiares para ver si le podían prestar dinero, sin embargo, la mayoría estaba en la misma situación y más bien se preparaban para salir a trabajar como jornaleros agrícolas. Con impotencia y enojo don Rufino nos comentó: “aquí la gente se muere, pero no pasa nada, el gobierno ni se da cuenta cómo la estamos pasando. No hay doctores, ni medicinas. Cuando nos enfermamos nos curamos con plantas medicinales, a veces se nos calma el dolor y cuando la enfermedad es fuerte, esperamos aquí tirados a que el dolor se calme solo o que la muerte nos recoja”. El dolor más grande de Rufino es que a los dos años de nacida su hija Josefina haya muerto.

La comunidad de Llano de la Rana tiene más de un año que la casa de salud -hecha de adobe por la misma gente de la comunidad-, no cuenta con medicamentos, ni personal médico. A pesar de estas carencias existe el comité de padres y madres de familia que diariamente acuden por las tardes para barrer la tierra de esta casa abandonada. En los estantes hay algunos medicamentos caducados, todos los tienen que comprar en Metlatónoc porque el dinero no alcanza para comprar un cono de huevos. La desnutrición infantil se ha arraigado como parte de los males endémicos que cargan los niños y niñas indígenas desde el seno materno.

De acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 2020 la localidad de Llano de la Rana cuenta con 179 habitantes con un grado muy alto de marginación, el 54.17 por ciento de la población es analfabeta y el 32.4 por ciento de las viviendas tiene piso de tierra. La mayoría de las casas son de adobe y lámina de cartón y de asbesto. La carretera que conecta con Metlatónoc es de terracería y sólo hay una pasajera, pero muchas familias que no tienen recursos para pagar tienen que caminar a la comunidad del Zapote donde compran algunos productos básicos que no hay en su comunidad.

Herminio Aguilar Olea, secretario de la comisaría de Llano de la Rana, lamenta que las autoridades municipales, estatales y federales no atiendan a las comunidades indígenas. “La gente batalla para comer diariamente porque aquí no hay trabajo para sostener a una familia de ocho integrantes. Cuando queremos ir al municipio son tres horas en carro y caminando hacemos cinco. No tenemos otra alternativa para comprar lo más necesario. Aquí cuando alguien se enferma buscamos a la gente mayor para que nos prepare un remedio casero. Así sobrevivimos mientras el cuerpo aguanta. Cuando la enfermedad nos tira tenemos que pedir prestado para ir al médico y comprar los medicamentos. El dinero está escaso en el pueblo, todos vamos al día y gracias a Dios no nos morimos de hambre porque en la Montaña todavía hay quelites y cosechamos algo de maíz y frijol”.

En la Montaña no hay médicos ni maestros, y el argumento de las autoridades es que nadie quiere ir a nuestras comunidades. Con ese pretexto sienten que cumplen con su responsabilidad de atender las necesidades de la población. Todo el tiempo los comisarios tienen que viajar a Tlapa o a Chilpancingo para hacer llegar las solicitudes, sin que se merezcan una respuesta por escrito. Los tratos discriminatorios son sistemáticos y el abandono de estas comunidades es secular, porque por décadas el analfabetismo de la población indígena sigue profundizando la exclusión social y el número de muertes infantiles y maternas están más allá de la media nacional, al grado que ni siquiera aparecen en los libros del registro civil. Abundan las historias de hombres y mujeres que están marcados por la desnutrición, los maltratos, la discriminación y los trabajos extenuantes que realizan de sol a sol.

Con tristeza Rufino nos comenta: “Desde que era niño trabajaba con mi papá, siempre me llevaba a limpiar la milpa y a sembrar frijol. Desde niño comencé a ver cómo sufre mi papá, cómo nos miraba a cada uno de nosotros. A veces no podía alimentar a todos, por eso teníamos que ayudarle a limpiar la milpa, la calabaza para poder comer. Ahí aprendí cómo sufrió mi papá para alimentarme y entendí que es muy difícil sobrevivir cuando esta uno pequeño porque no tiene defensas para enfrentar la enfermedad. Aquí en el pueblo todas las familias somos pobres, nadie tiene dinero para comprar alimentos o medicinas. Todos sufrimos, sobre todo, nuestros hermanitos porque a veces no hay para comer. Me da mucha tristeza ver que no hay para cuándo va a cambiar esta situación en el pueblo. De lo que recuerdo siempre hemos sido pobres y nunca los gobiernos nos han hecho caso”.

Herminio Aguilar que es el secretario de Llano de la Rana recuerda que cuando tenía seis años su papá lo llevaba caminando a Metlatónoc porque no había carretera. “Un día antes cortábamos ocote para alumbrarnos en el camino, salíamos a la una de la mañana para llegar al amanecer a Metlatónoc. Ahí mi papa me compraba huaraches, ropa y pan. Nos alegrábamos un poco porque íbamos a merendar café con pan y a veces comíamos carne seca de res. El caldo rojo es lo que más me ha gustado. A pesar de los años la situación no ha cambiado. Aunque ya tenemos un camino de terracería el problema sigue siendo el mismo, porque la pobreza nunca se ha ido de la Montaña. De nada sirven los caminos si no tenemos trabajo, nuestras tierras también necesitan dinero para que haya producción de alimento. Trabajamos mucho en el campo, pero todo es en vano porque no ganamos nada y solamente gastamos nuestra fuerza y nuestro tiempo. Por eso no nos queda de otra que salir a trabajar. Ese es otro problema que enfrentamos. No tenemos dinero para pagar los pasajes del autobús. Nos vamos toda la familia porque nuestros hijos no se pueden quedar solos, tenemos que cuidarlos y darles de comer. Cuando salimos del pueblo sufrimos más porque nuestros hijos se enferman y el dinero no nos alcanza para curarlos. Allá en el campo el patrón no te paga si no llenas las cubetas de chile jalapeño o las arpillas que pesan más de 20 kilos. Nos exprimen como si fuéramos naranja y nos pagan a cinco pesos la cubeta. A veces recolectamos 50 cubetas para ganar 250 pesos diarios. Por eso mi esposa y mis hijos grandes tienen que trabajar porque tenemos que comprar todo: tortillas que ahora cuesta 13 pesos el kilo, el cono de huevo que está como en 65 pesos, y más de 3 mil pesos tenemos que pagar la renta de un cuarto donde no tenemos agua y por la luz nos cobran 400 pesos cada bimestre. Le damos gracias a Dios de regresar vivos a nuestro pueblo, de que nuestros hijos no se hayan enfermado y de que no nos hayan quitado dinero los que ahora andan armados. A veces traemos como 15 mil pesos y eso es todo nuestro dinero que nos va ayudar para comprar lo que necesitamos en la casa, por eso cuando se enferman nuestros padres y nuestros hijos se llena de tristeza nuestro corazón porque sabemos que alguien de la casa se va a morir. En la Montaña seríamos felices si hubiera trabajo para todos los que vivimos del campo, nos alegraríamos mucho si nuestros niños y niñas fueran a la escuela y seríamos una comunidad saludable si tuviéramos medicinas, enfermeras y médicos que diariamente nos atendieran. Tristemente el futuro que soñamos todavía sentimos que está muy lejos, por eso nuestras hijas siguen muriendo en los campos agrícolas”.

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

Fuente de la información e imagen:  https://www.tlachinollan.org

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Leer y escribir

Por: Elisabeth De Puig 

Nadie quiere seguir oyendo que todo está bien cuando las evidencias hablan por sí solas.

Estamos de regocijo porque en el Ministerio de Educación soplan nuevos aires. Sencillamente, se está diciendo que los niños y niñas deben aprender a leer y escribir.

Esta afirmación tan evidente, enunciada de manera tan simple, no deja de constituir una revolución en el mundo educativo dominicano. Con ella se vuelve a lo sencillo, a lo básico, a lo imprescindible, a las bases de la enseñanza; o sea, a la lecto-escritura y las matemáticas, tradicionalmente pisoteadas en la República Dominicana, y que recibieron tantas embestidas en los dos años de pandemia y post pandemia.

Y es que sin bases sólidas no hay posibilidad de desarrollar entes pensantes, capaces de usar la tecnología para bien y transformarse en buenos ciudadanos. “Mejor es tener una cabeza bien hecha que una cabeza a bien llena”, decía el filósofo Michel de Montaigne. Una vez creada la zapata se pueden agregar la educación ambiental, cívica, tecnológica y la enseñanza de los idiomas.

Los niños y niñas de muchas de nuestras escuelas públicas y centros privados de sectores vulnerables arrastran problemas por generaciones, sin disponer de las bases fundamentales de cualquier proceso de aprendizaje, que es poder leer y comprender lo que se lee.

Está claro que algo no ha funcionado en nuestro sistema público de enseñanza, al igual que en muchos otros sistemas educativos, lo que no es tampoco un fenómeno nuevo.

Los de mi generación aprendieron a leer con el método silábico y no con el global, y aún menos con el modelo virtual. El método silábico hizo sus pruebas alrededor del mundo y ha producido millones de lectores empoderados. Este método, desplazado por el método global, ha sido revalorizado por los últimos avances de las neurociencias.

Sin embargo, más allá del método para aprender realmente a leer y escribir hay que dar un sentido al aprendizaje para que niños, niñas y familias entiendan para qué sirven la lectura, los libros, las matemáticas y, también, cuál es hoy en día el papel de la tecnología.

Tenemos un pasivo acumulado catastrófico para nuestros niños, niñas y adolescentes, para nuestra economía, para el país. Los pobres resultados de desempeño de niños y niñas repercuten luego en el mercado laboral al punto que, según el Boletín de Competitividad Sectorial 2021, el 48.8 % de los trabajadores tiene un nivel educativo por debajo del necesario para el puesto.

Mientras más objetivos seamos evaluando el momento crítico por el que atraviesa la escuela dominicana más estaremos en capacidad de enfrentar sus tremendos desafíos.

Al ministro que por favor siga tal como ha empezado, que no nos duerma con cantos de sirena, que hable de los tropiezos, de las piedras en el camino y de los éxitos cuando le toque, que sea transparente. Nadie quiere seguir oyendo que todo está bien cuando las evidencias hablan por sí solas.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/leer-y-escribir-9094598.html

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México: Las infancias que no vemos

Por: Coordinación COMUNICA: Liliana García Vargas

 

«Bendita la ajenidad que te permite mirar sin ver; lo preocupante de ser ajeno es que nubla, a la empatía»

“Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa en ella es maravillosa”, decía Gilbert Chesterton, pero no comprendo cómo un niño puede maravillarse con el brillo del cielo si está preocupado por el brillo de los zapatos que debe lustrar, o cómo esa niña pueda disfrutar comer un dulce si debe cargarlo en una gran canasta y venderlo para comer, y no entiendo cómo los niños verán brillar el pasto verde con el sol si brilla más un parabrisas sucio.

En México, según la ENTI, 3.3 millones de niños y adolescentes trabajan y el trabajo infantil se tambalea muy fácil sobre la explotación, un menor que trabaja en México simboliza un niño menos en una escuela, es un niño menos en el parque, es un niño al que se le niega el derecho de vivir plenamente; las infancias, por derecho constitucional, son prioridad, pero ¿Para quién exactamente?

Cuando ves a un niño trabajando ¿Qué es lo que ves? ¿Ves a un niño chambeador? ¿Ves a un niño en pobreza? ¿Ves a un niño explotado? o ¿Solo ves que no es tuyo? Bendita la ajenidad que te permite mirar sin ver; lo preocupante de ser ajeno es que nubla, a la empatía, por ejemplo, la ajenidad no se lleva bien con la visión, la limita al punto de extinguirla; una sociedad se refleja en el trato que les da a sus niños, quién piensa en los niños de otro como ajenos se condena a un futuro incierto y hostil, la infancia que ignoraste hoy ¿Será tu solución o quién te condene mañana? El problema de ver, o, mejor dicho, el problema de NO ver es que vemos niños, pero no vemos infancias menos.

«Si los niños vivirán en el futuro, ¿por qué darles el presente? «

Pareciera de sentido común la razón para luchar por una realidad más digna para las futuras generaciones, pero mientras se mira con horror el símbolo pecaminoso que podría ser herir a un niño o una niña, día con día millones de éstos sufren de crímenes garrafales frente a nuestros ojos. Es hipócrita pensar en el bienestar utópico de la niñez que hoy muere, y aún más, ser apáticos a los que hoy viven. ¡Pero piensen en ellos, son el futuro!

Miztli Abelardo Haro Martin Novelo, Participante Mar Adentro

Me parece cierto que existe cierta incoherencia cuando decimos que de los niños es el futuro siendo que en ocasiones no se les permite experimentar una libertad en el presente que les permita conocer y conocerse, claro; siempre tomando en cuenta que sea sin dejar de ver por ellos, que obtengan las herramientas para lograr algo en un futuro y que ese algo a partir de sus experiencias pueda ser de importancia personal para ellos y ellas.

Juan Pablo Romero Velasco, Participante Mar Adentro

ESCUCHA de viva voz a las y los líderes sociales compartir, en una entrevista, algunas experiencias

Por y para las infancias 

María Cristina Lima Ojeda

“Aquí estoy, y sigo trabajando por ellos, la esperanza que me da es que hubiera una mejor vida no solo para mis nietos, sino para los niños del mundo y del país”.

María Cristina Lima Ojeda, una persona que no solo destaca por su trayectoria académica con 2 licenciaturas, 2 maestrías y un doctorado o por tener su centro de atención infantil o incluso por ser autora, sino que el brillo en esta líder es la dedicación a la creación de un presente empático y seguro para esas pequeñas caritas que heredarán el futuro. Contra corriente ella encontró y luchó por un espacio sin luces, convirtiéndose en una de las líderes nacionales y formadora de excelencia, que, con cada reconocimiento, ella escucha “ve por ese camino, por ahí vas” como con la presea Irene Robledo.

Al preguntarle ¿qué es lo que la diferencia y caracteriza como María Cristina?, nos responde “Mi defensa por los niños y trabajo nacional en temas de abuso sexual y suicidio, me he dedicado con fuerza a ellos y ellas, he ido entendiendo las necesidades infantiles y he trabajado con todo tipo de niños”. Nos narra cómo en su primera licenciatura trabajó como directora escolar, pero ante un terremoto es inmediatamente requerida para trabajar con los niños que resultaron perjudicados. “La verdad no tenía las herramientas, para mí fue muy impactante ver tanto niño tan lastimado después de un terremoto sin padres, sin casa, sin apoyo”, menciona que después de esta experiencia estudió psicología y con ello se adentró en el trabajo con niños presos y con capacidades diferentes, menciona “ver a niños en una situación tan compleja me movió mi corazón y fue cuando nació mi idea de trabajar con y por los niños”.

La doctora María Cristina nos comparte que a lo largo de este camino decide emprender mientras continua con su formación, lo que no tardó en recibir atención y reconocimiento ya que la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID) la selecciona como una persona con un centro que podía ser fortalecido con la intención de replicarse por la república, comenta “me llena de orgullo porque el programa funciona y se replica en otros estados” “además que las personas que he capacitado en este rubro de suicidio infantil son actualmente requeridas por la UNAM para trabajar el tema.”

A lo largo de esta carrera profesional se ha encontrado con obstáculos tratando de impedir su camino sin embargo considera que tiene una voz y eso le da mayor fuerza para trabajar por y para los niños.  Esta vocación la comparte siendo docente en varias universidades en Guadalajara, le encanta estar al frente de alumnos a los que les pueda pasar la estafeta de esa voz, “yo voy perdiendo la fuerza, pero ellos van teniendo la fuerza”.

Al escuchar una trayectoria con tanto amor, dedicación y empatía nos preguntamos cómo es que la doctora María Cristina vería un mundo pensado para los niños, respondiendo “El tema de la violencia… Lo que he visto es que la violencia dirigida hacia niños y niñas está cada vez en mayor magnitud, cuando yo trabajaba con mis primeras experiencias yo creí que había visto lo peor, pero no. Debemos hacer una sociedad que se preocupe por los niños y niñas, una sociedad empática que de verdad se preocupe, porque somos muchos, son poquitos los que lastiman.”

Comprende que el mundo de la denuncia es difícil, pero reflexiona que, si tan solo al ver a un niño, sonriéramos, el mundo sería diferente, solamente que hay que suavizar corazones, es decir, generar empatía. Finalmente explica que, para sanar, trabajas con todo lo que te hirió de niño y propone el evitar que las futuras generaciones tengan heridas en la infancia ofreciéndoles un mundo de esperanza y derechos, “fomentar la cultura por los derechos de la infancia es mi ilusión”.

Mensaje súmate Mar Adentro

“Son los jóvenes los que tienen el futuro, no los grandes, sean voluntarios, esta es un área donde pueden emprender con planeación y estructura, somos muy pocos y si sanamos las infancias, de verdad sanamos el mundo”.

 

Historias de éxito que trascienden 

Alberge Infantil Los Pinos 

¿Qué pasaría si actuamos ahora, para asegurar un mejor mañana, si creamos un presente solidario y amoroso para que esto se refleje en el futuro? Esta pregunta se responde detrás de las acciones del Albergue Infantil Los Pinos AC que desde 1984 brinda a niños en pobreza extrema un hogar, alimentación, educación, atención médica y psicológica que con sus 34 años de trayectoria han logrado que más de 2,402 niños y jóvenes junto con 4,759 personas de sus núcleos familiares fuesen beneficiados, optimizando sus condiciones de vida, erradicando su desnutrición, optimando su desarrollo emocional y social, asegurando la integración y reforzamiento escolar, con el acceso a terapias para madres o tutores y para educación especial en el rezago educativo además una formación nutricia familiar.

Se distingue como agente de cambio al crear una atmósfera de seguridad junto con una formación en su modelo de desarrollo integral. Los Pinos trabajan para brindar una alternativa de desarrollo humano integral que permita adquirir las competencias necesarias para superar su condición y que sus beneficiarios sean promotores de una sociedad más justa y humana, a la par refuerzan la posibilidad en el presente inmediato de los jóvenes que salen del albergue, que cuenten con todo lo necesario para poder seguir desarrollándose y cumpliendo sus sueños.

La sociedad agradece la existencia de esta clase de labor humanitaria y solidaria, dando atención a estos pequeños agentes del futuro y los que se integran al presente, creando un futuro con calidad de vida presente y futura.

Mar Adentro propone

Para leer

“Los invisibles” de Tom Percival. Narra la historia de Isabel y su familia y cómo distintas situaciones les obligan a dejar su casa y mudarse al otro lado de la ciudad. Un lugar donde te vuelves invisible.

Para saber

Cincuenta años de la niña del napalm, la fotografía que ayudó a detener una guerra

Para conocer 

México es el segundo país de América Latina con mayor nivel de trabajo infantil con 3.3 millones de niñas, niños (INEGI, 2019)

Fuente de la información e imagen:  https://www.informador.mx

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Inaction by government fueling exploitation and inequity in education in Uganda

By Angela Nabwowe Kasule, ISER, Uganda

There are glaring barriers to continuity of education for vulnerable children impacted by COVID-19 in Uganda. The Uganda National Planning Authority in a report about the safe opening of the education sector projected that over 30% of learners may never return to school due to teenage pregnancies, early marriages, and child labour. In as much as these issues are documented, and authorities at both national and local government levels are aware of them, there is no evidence that concrete steps are being taken to address them.

High cost of education

When schools opened in January 2022, after almost two years of closure, media was awash with stories of exorbitant school charges and how parents were struggling to find money to take their children back to school. In Uganda, it is now normal that families have to borrow to pay for basic education. This worsened following the economic downturn as a result of the pandemic.

The 2021/22 Global Education Monitoring Report showed that 30% of families in Uganda have to borrow to afford their children’s education. Uganda’s National Planning Authority in a 2020 policy brief found that public education spending has barely kept pace with the growth in the school-age population hence the increased burden on households. The household share in total education expenditure increased from 53% a decade ago to 69%. Spending on education by the poorest 20% of households grew by 11% over the last 15 years.

While many families moved their children from private to public schools as a cost-saving measure, some are unable to afford non-tuition fees even in those schools. It is also true and very painful that government-aided schools that receive state funds charge the same fees as private for-profit schools, ranging from 1 to 3 million Ugandan shillings ($286–$858), while the median monthly earnings for an employed person are 200,000 Ugandan shillings ($57). The Uganda National Household Survey 2019/2020 report found that the main reason for six in every ten persons who had left school was the costs associated with education.

Child labour and return to school

The lockdowns imposed to slow the spread of the coronavirus negatively impacted livelihoods and jobs. ‘I Must Work to Eat’, Child Labor in Ghana, Nepal and Uganda, a joint research report published by Human Rights Watch, ISER and Friends of the Nation Ghana, documents how mass school closures and unprecedented loss of jobs and income forced many children to enter the workforce to help families survive. The engagement in economic activity increased the opportunity cost of returning to school of boys in particular. In the island communities of Namayingo District in Eastern Uganda, only 359 of the 777 learners returned to Butanira Primary School when schools reopened. At Nkokonjeru UMEA Primary School located in Buikwe District on the shores of Lake Victoria, only 219 of the 410 learners returned. In both districts, school administrators told ISER’s community advocates that children are engaged in fishing activities on Lake Victoria.

Influx of learners from private to public schools

Despite the inadequacies with the public system, which as the 2021/2 GEM Report showed can also be found in other countries, there has been an influx of learners from private to public schools mainly due to high cost and closure of private schools. This influx has put a stress on the already inadequate infrastructure; there is overcrowding and social distancing is not possible. At Kifuyo Secondary School in Namayingo District located in Eastern Uganda, the enrollment went up from 680 learners to 1,100.

Some private schools, in particular low-cost private schools, did not open in January 2022 because they were sold off and turned into merchandise shops while others were converted into rental houses. The National Planning Authority estimated that 3,507 primary schools and 832 secondary schools were likely to close due to financial distress. A case in point is the Bridge Schools in Uganda, commonly known as Bridge International Academies, that closed shop. A Bridge School in Kinoni, Lwego District in Central Uganda, was turned into a chicken house but was later demolished because it was on rented land.

The case of pregnant girls

Many girls got pregnant while others were forced into early marriage as a result of the prolonged school closure. A UNFPA report on addressing  teenage pregnancy during the COVID-19 pandemic revealed that  a total of 354,736 teenage pregnancies were registered in 2020, and 196,499 in the first six months of 2021. When schools reopened in January 2022, many pregnant girls reported back to school encouraged by the directive from government that schools accept them back. At Wiggins Secondary School in Kumi District in Eastern Uganda, there are 5 pregnant girls and 5 are breastfeeding. Most schools that have registered pregnant girls or young mothers are in rural areas. However, some girls are still facing stigma and discrimination partly due to pronouncements by an Anglican Bishop stopping Church of Uganda founded schools from accepting back pregnant girls.

Attempts at seeking remedy

On 11 January 2022, a case was filed in the High Court of Uganda against the state for breach of its duty to protect, respect and fulfil the right to education for all. In this civil suit, the applicants, ISER, together with Andrew Karamagi and Micheal Aboneka, want the court to issue an order compelling the Minister of Education and Sports to immediately exercise its statutory obligation under the Education Act 2008 to regulate tuition and non-tuition charges payable at any school or education institution in Uganda. The applicants also want the court to ban the mandatory solicitation of school requirements (and any other non-cash contributions) by any school or education institution.

To address gender and equity issues that are impeding access to education for girls, the case seeks the court’s pronouncement on the rights of pregnant girls and nursing mothers to education and the need to create a framework to provide facilities for them in all schools and education institutions in Uganda. The hearing of this court case is scheduled for 24 February 2022.

It is a given that government must increase investment in public education to reduce the burden for households. The influx of children from private to public schools points to issues of sustainability, which makes a compelling case to strengthen public education because it absorbs the poor and disadvantaged children who make up the majority. In Uganda, however, there is hope. A new Education Policy Review Commission has just been established to look into what needs to be done differently to make the education system a catalyst of socio-economic transformation.

 

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Honduras define su hoja de ruta para erradicar el trabajo infantil

La Comisión Nacional para la Erradicación Gradual y Progresiva del Trabajo Infantil en Honduras definió este martes la hoja de ruta para dar cumplimiento al plan 2021-2025 para la prevención y erradicación del trabajo infantil en todas sus formas.

El documento fue aprobado durante la primera sesión ordinaria que celebra ese año la Comisión Nacional, que dirige la Secretaría de Trabajo y Seguridad Social, según un comunicado de la estatal Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf).

El subsecretario hondureño de Trabajo, Cristóbal Corrales, destacó la importancia de «unir esfuerzos» para erradicar el trabajo infantil en el país centroamericano.

Además, es necesario que exista «voluntad» entre todas las instituciones gubernamentales y organismos involucrados en la construcción de la hoja de ruta, para que «no sólo quede en papel, sino que trascienda a la práctica para que en el 2025 el escenario sea diferente».

Un total de 364.765 niños y adolescentes hondureños de entre 5 y 17 años trabaja en Honduras, principalmente en labores agrícolas, según cifras oficiales.

El 66,8 % se concentra en el área rural y un 33,2 % en el urbana, y la mayoría de los menores trabaja en labores agrícolas, silvicultura, caza y pesca, comercio, industria manufacturera y construcción.

La hoja de ruta comprende diez líneas estratégicas orientadas a «asegurar que antes de la edad mínima permitida para trabajar en el país (14 años), los niños, niñas y adolescentes no se dediquen a una ocupación o empleo, máxime si es perjudicial para su salud, educación, o impida su desarrollo físico, mental o moral», según la información.

El documento contempla el desarrollo de cursos básicos sobre el trabajo infantil y adolescente peligroso, visibilizar las buenas prácticas desarrolladas en la lucha contra el trabajo infantil, así como la elaboración de una guía autodiagnóstico para empresas, organizaciones y micro emprendimientos en cumplimiento a la legislación en trabajo forzoso e infantil.

Las autoridades hondureñas también acordaron realizar un proceso de socialización de la hoja de ruta para prevenir el trabajo infantil en los 298 municipios del país.

Con la hoja de ruta, que demanda «una aplicación y ejecución conjunta», el Estado de Honduras se suma al compromiso de Naciones Unidas de declarar 2021 Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, y fortalecer el Sistema de Garantía de Derechos Niñez y Adolescencia en el país, señala la información oficial.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/honduras-trabajo-infantil_honduras-define-su-hoja-de-ruta-para-erradicar-el-trabajo-infantil/46893556

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La pandemia ha erosionado los avances mundiales en la lucha contra el trabajo infantil

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF advierten que la explotación infantil ha incrementado tras la pandemia. Entre otras consecuencias, luego de la llegada de la COVID-19, el número de menores de edad que son sometidos a realizar trabajos forzosos y perjudiciales para su salud se ha elevado a 160 millones en todo el mundo, según se desprende de los resultados del informe: “Trabajo infantil: estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir” publicado el pasado mes de junio por ambas organizaciones internacionales. De cara a la reconstrucción de la crisis generada por el coronavirus, es imprescindible que los estados pongan a los Derechos Humanos de los más vulnerables, como los niños, en el centro.

Mientras en algunos países se discute el retorno presencial o virtual a las clases y en otros los más pequeños se preparan para las vacaciones de verano, en diferentes latitudes hay millones de niños y niñas trabajando. Lo más grave es que esto no pareciera ser prioritario de resolver. El informe “Trabajo infantil: Estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir” hace un balance de la situación en la que nos encontramos actualmente en lo que respecta al esfuerzo mundial para poner fin al trabajo infantil. Este documento ha sido publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y describe el alcance y las características fundamentales del trabajo infantil hoy en día, y los cambios operados con el tiempo.

Lo que muestra la investigación es ciertamente alarmante. Según se desprende de esta, los progresos mundiales en la lucha contra el trabajo infantil se han estancado por primera vez desde hace dos decenios. Además, las y los expertos advierten que, si no se adoptan medidas urgentes de mitigación, la crisis de la COVID-19 probablemente dé lugar a que muchos más millones de niños se encuentren en situación de trabajo infantil. Estos resultados ponen de manifiesto la cruda realidad del escaso e insuficiente compromiso de la comunidad internacional con poner fin al trabajo infantil de aquí a 2025.

Detrás de las cifras hay niñas y niños que sufren. Los números son inaceptables: 160 millones de niños –63 millones de niñas y 97 millones de niños– se encontraban en situación de trabajo infantil a nivel mundial a principios de 2020, lo que representa casi 1 de cada 10 niños en todo el mundo.  Además, un total de 79 millones de niños –casi la mitad de todos los niños en situación de trabajo infantil– realizaban trabajos peligrosos que ponían directamente en peligro su salud, seguridad y desarrollo moral. De manera análoga, el porcentaje de niños que realizan trabajos peligrosos prácticamente no ha cambiado, pero ha aumentado en 6,5 millones en términos absolutos.

El documento analiza los avances y retrocesos por regiones y explica que en África Subsahariana se observan los peores resultados. En esta región, tanto el número como el porcentaje de niños en situación de trabajo infantil se han incrementado desde 2012. En la actualidad, hay más niños en situación de trabajo infantil en África Subsahariana que en el resto del mundo. Según las estimaciones, los objetivos mundiales en la lucha contra el trabajo infantil no se alcanzarán si no se logra un avance en esta región. Asimismo, indica que aún en las regiones en las que se han registrado avances desde 2016, en particular Asia y el Pacífico, y América Latina y el Caribe, la COVID-19 podría revertir dichos avances.

En el informe se destaca también un aumento sustancial de la cantidad de menores de 5 a 11 años que trabajan, y que actualmente representan algo más de la mitad de todos los casos de trabajo infantil a escala mundial. La cantidad de niños y niñas de 5 a 17 años que realizan un trabajo peligroso, por el cual se entiende todo trabajo susceptible de mermar su salud, seguridad o moral, ha aumentado en 6,5 millones desde 2016, hasta alcanzar 79 millones.

Otro aspecto que pone de manifiesto la investigación es que, el cierre de centros educativos como consecuencia de la pandemia  puede conllevar que los niños trabajen más horas, o en peores condiciones, al tiempo que muchos otros podrían verse obligados a realizar las peores formas de trabajo infantil debido a la pérdida de empleo e ingresos de las familias vulnerables.

Entre las principales conclusiones del informe las cifras son muy desalentadores, entre las más graves se destacan la siguientes: El 70% de los casos de trabajo infantil (112 millones de niños) se dan en el sector agrícola, seguido del 20% (31,4 millones de niños) en el sector de servicios y el 10% (16,5 millones de niños) en el sector industrial. Además, casi el 28% de los niños de 5 a 11 años y el 35% de los niños de 12 a 14 años que trabajan no están escolarizados. El documento muestra que, el trabajo infantil se da con más frecuencia en el caso de los niños que en el de las niñas, con independencia de su edad. Con respecto a las tareas domésticas realizadas durante 21 horas semanales, o más, la disparidad de género en cuanto a trabajo infantil es menor. Por otra parte, se muestra que el trabajo infantil en zonas rurales (14%) es casi tres veces más frecuente que en zonas urbanas (5%).

Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF manifestó que: “Estamos perdiendo terreno en la lucha contra el trabajo infantil, y el último año no ha facilitado nuestra labor. En este segundo año de confinamientos en todo el mundo, cierre de escuelas, crisis económicas y ajustes presupuestarios a escala nacional, las familias se ven obligadas a tomar decisiones muy drásticas. Instamos a los gobiernos y a los bancos internacionales de desarrollo a que den prioridad a las inversiones en programas que permitan a los niños salir de la fuerza de trabajo y regresar a la escuela, así como en programas de protección social que faciliten esa labor a las familias.”

La OIT y UNICEF concluyen que, de cara a la reconstrucción que están comenzando a desarrollar muchos estados, los derechos humanos de las y los niños deben estar en el centro. El trabajo infantil merma la educación, restringe sus derechos y limita sus oportunidades en el futuro. Con objeto de evitar que el trabajo infantil siga aumentando, el documento realiza las siguientes recomendaciones para que las administraciones tomen en cuenta:

  • Fomentar una protección social adecuada para todos que incluya prestaciones universales por hijos.
  • Aumentar el gasto en educación de calidad y facilitar el regreso de todos los niños a la escuela, entre ellos los que estaban sin escolarizar antes de la pandemia de COVID-19.
  • Promover el trabajo decente para los adultos, con el objetivo de que las familias no tengan que recurrir a la ayuda de sus hijos para generar ingresos familiares.
  • Poner fin a las normativas de género ineficaces y a la discriminación que propician el trabajo infantil.
  • Invertir en sistemas de protección de la infancia, el desarrollo del sector agrícola, servicios públicos rurales, infraestructuras y medios de subsistencia.

Fuente: https://diarioresponsable.com/noticias/31573-la-pandemia-ha-erosionado-los-avances-mundiales-en-la-lucha-contra-el-trabajo-infantil

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Mundo: Penuria infantil en un mundo desigual

Penuria infantil en un mundo desigual

Los problemas que ha conllevado para los países en vías de desarrollo la extensión y proliferación de la pandemia de coronavirus se pueden catalogar de graves, sobre todo para los menores de edad que pertenecen a los sectores más pobres de la sociedad.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) informó que los esfuerzos fiscales anunciados en 2020 representaron un promedio del 4,6 % del PIB en la región, al tiempo que la existencia de la pandemia, la disponibilidad de vacunas y la incertidumbre sobre su efectividad junto con los ritmos desiguales y divergentes de la reactivación económica, ponen en duda la rapidez y la sostenibilidad de la recuperación económica.

El organismo estimó que el rescate de los niveles del PIB anteriores al inicio de la pandemia no se alcanzarán antes del 2023 en la mayoría de las naciones del área, donde se reportó una pérdida promedio de 7,1 % en 2020 debido a que la crisis de salud cerró negocios, congeló el turismo y la pobreza alcanzó su nivel más alto en 12 años lo que afecta ahora a más de un tercio de la población.

La secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, alertó que resulta fundamental actualizar el gasto público como instrumento de desarrollo lo cual requiere vincular la emergencia con una reactivación transformadora a corto plazo con transparencia e ingresos de emergencia y el apoyo a sectores productivos, mientras a mediano plazo, se debe poner la mira hacia la universalización de la protección social.

Estos puntos resultan fundamentales en sociedades que han adoptado por aplicar las nefastas reglas neoliberales que han posibilitado a unos pocos convertirse en ricos y a la mayoría de sus poblaciones encaminarse a la pobreza.

Para el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley los problemas de hambruna se han ido agravando por sequías, huracanes, terremotos, cambios climáticos y ahora por la pandemia de covid-19.

Los programas sociales de ayuda a los más desposeídos se hacen completamente indispensables para salvar a muchos a morir de hambre e inanición.

Solo en tres países de Centroamérica, Honduras, Guatemala y el Salvador, en el último año y medio, las personas en situación de hambre se cuadriplicaron al pasar de dos millones a ocho millones, lo cual ha impulsado la perdida de empleos y por consiguiente la emigración hacia México y Estados Unidos para intentar mejorar sus situaciones de pobreza, lo cual casi nunca consiguen.

En esta deleznable pirámide invertida aparecen los menores de edad pues la pandemia ha revertido los objetivos trazados por las organizaciones internacionales para disminuir el trabajo infantil.

Un estudio realizado en conjunto por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y el Fondo de las Naciones Unidas para la Educación y la Infancia (Unicef), denuncia que más de 152 millones de niños están en situación de explotación y de ellos 73 millones en labores peligrosas.

El estudio agrega que 74 millones tienen entre 5 y 11 años; 42 millones entre 12 y 14 años y 36 millones entre 15 y 17 años.

Los expertos indican que para revertir la situación se necesitan recetas universales: la vuelta inmediata a los colegios, ayuda pública a las familias más vulnerables, un mayor desarrollo de las políticas sociales, pero nada de esto pueden ofrecerlo los sistemas neoliberales.

El informe, con fecha de cierre en 2020, señala que los gobiernos y donantes debían aumentar las asignaciones en efectivo a las familias para mantener a los niños fuera del trabajo infantil (peligroso y explotador), protegerles la educación y un nivel de vida adecuado.

Dos solos ejemplos en diferentes continentes para ilustrar este flagelo. En Colombia se estima que cerca de un millón de menores, por las diferentes calles y avenidas de las ciudades, venden frutas, dulces, agua; limpian carros, interpretan canciones, hacen malabares. En casas de familias pudientes, lavan ropa, hacen mandados, limpian los inmuebles.

Pero mucho más peligroso y degradante es cuando individuos inescrupulosos los explotan sexualmente o les obligan a realizar actividades al margen de la ley.

En otro país, Gabón, en el continente africano, cientos de niños laboran o buscan materiales para el sustento de sus familias en vertederos insalubres pese a los riesgos que significa para la salud.

Muchos enferman y no tienen formas de obtener tratamiento especializado ni medicamentos, por grave que sea el padecimiento, y sus familiares deben recurrir a medicinas naturales.

Daniel Bondende, un niño de solo ocho años, deambula por uno de los vertederos de basura de Gabón, que abarca cientos de metros, en busca de algún pedazo de cobre o aluminio para revenderlo. Daniel declaró a una televisora nacional que temía por su salud pero debía hacerlo porque no puede dejar que el poco dinero que obtiene la familia provenga de su mamá y ya tiene edad suficiente para cuidarse.

Hace poco, dijo, me herí con una barra de hierro, me dolió pero la herida se curó y regresé a trabajar porque mi familia esta muy necesitada.

Roselin Bendome, activista de los Derechos del Niño en Gabón, puntualizó que cada vez más niños no van a la escuela y pasan casi todo el día en ese vertedero donde se queman materiales tóxicos para recuperar pedazos de cobre cuyo humo resulta muy dañino para la salud.

Neoliberalismo y pandemia se han unido para llevar más desgracias a diferentes pueblos del mundo y como significó la OIT, “el trabajo infantil priva a los menores de su niñez, su potencial y su dignidad”.

Son pocos los países del mundo donde los menores disfrutan plenamente de la niñez y de la juventud con plenos derechos a la educación, la salud y al bienestar social. Esperemos que algún día, ese derecho ocurra en la mayoría del orbe.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/penuria-infantil-en-un-mundo-desigual/

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