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Educación y transformación

Por: Andrea Bárcena

Así como el lenguaje no es hereditario y un individuo al nacer puede aprender lo mismo alemán que ruso, chino o español, así también el pensamiento lógico y los valores morales tampoco se heredan. Se aprenden. Es decir, nacemos con la capacidad de hablar, pero sin idioma; con la facultad de pensar, pero sin conceptos, y con la posibilidad de amar y ser buenos, pero sin moral. El pueblo y sobre todo los hijos del pueblo tienen derecho a la educación, y además el derecho de anhelar ser doctores o bomberos, científicos o artistas, presidentes o trapecistas.

El derecho a la educación es el de toda persona a estar situada tempranamente y durante todo su crecimiento en un ambiente escolar y cultural que estimule sus capacidades, para que desarrolle lenguaje verbal, pensamiento lógico y madurez emocional, que le darán la posibilidad de aprender a pensar, a expresarse, a decidir y a actuar. Somos seres de aprendizaje: nacemos más incompletos y vulnerables que cualquier animal, pero también con una infinita capacidad de aprendizaje que, sin embargo, se pierde o se atrofia si no tienen oportunidades de desarrollo.

El cumplimiento del derecho a la educación por parte del Estado implica que haya escuelas y maestros en todo el territorio mexicano; supervisión amplia y rigurosa para que –como lo establece la Constitución– la asistencia a la escuela sea obligatoria y gratuita, y así evitar desperdiciar el tiempo de niñez y en cambio igualar las oportunidades desde las primeras edades. La educación es el arma más poderosa para transformar individuos y naciones. Pero, para que la educación cumpla su cometido en México, hay problemas sociales y éticos que deben ser atendidos con urgencia: a) Eliminar el hambre y la desnutrición infantiles; b) Abolir el trabajo infantil, y c) Asumir que nutrición y educación tempranas son las bases de igualdad, democracia y justicia sociales.

P.S. Más de mil días sin quimios para niños con cáncer recuerdan el Aktion T4, nombre de un programa secreto en Alemania fascista de exterminio de sus propios niños enfermos mentales y discapacitados, con los que se estrenaron los hornos del nazismo y que pretendía purificar la raza aria y evitar gastos para niños enfermos.

La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo: Nelson Mandela

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/07/03/opinion/031o1soc

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La OIT califica de alarmante la extensión del trabajo infantil

Por: Revistaxq

La Oficina Internacional del Trabajo publica un estudio global que marca un hito en la historia de la lucha contra el trabajo infantil y en el que se demuestra que, a pesar de los «importantes progresos» alcanzados, un número alarmante de niños continúa atrapado en las peores formas de explotación

Diez años después de iniciarse una campaña mundial contra el trabajo infantil, la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) publica hoy un estudio global que marca un hito en la historia de la lucha contra el trabajo infantil y en el que se demuestra que, a pesar de los «importantes progresos» conseguidos, un número alarmante de niños continúa atrapado en las peores formas de explotación.

Según Juan Somavia, Director General de la OIT, pese al creciente compromiso de los gobiernos y de sus interlocutores para tratar de resolver el problema del trabajo infantil en todo el mundo, éste sigue siendo un problema a gran escala. Aunque se han producido progresos importantes hacia la erradicación efectiva del trabajo infantil, la comunidad internacional todavía se enfrenta a una ardua tarea contra esta tenaz y omnipresente forma de trabajo que afecta a millones de niños de todo el mundo.

En la publicación titulada « Un futuro sin trabajo infantil » 1  , el estudio más completo jamás realizado por la OIT sobre la cuestión, se señala que se ha producido una respuesta de alcance mundial al llamamiento en pro de la erradicación del trabajo infantil, especialmente las peores formas del mismo, a través de la acción directa en los planos local, nacional e internacional. En el informe se llega a la conclusión de que 246 millones de niños – es decir uno de cada seis niños entre 5 y 17 años – están implicados en el trabajo infantil. Entre las nuevas y sorprendentes conclusiones del informe, se señala también que uno de cada ocho niños en el mundo – unos 179 millones de niños entre 5 y 17 años – siguen expuestos a las peores formas de trabajo infantil, que ponen en peligro el bienestar físico, mental o moral del niño.

En el informe también se afirma que de estos niños:

  • unos 111 millones de menores de 15 años que realizan trabajos peligrosos deberían ser «retirados inmediatamente de este tipo de trabajo»;
  • otros 59 millones de jóvenes entre 15 y 17 años deberían recibir protección urgente e inmediata contra los riesgos laborales, o bien ser retirados de este tipo de trabajos;
  • unos 8,4 millones de niños están atrapados en las formas «incuestionablemente» peores del trabajo infantil, como son la esclavitud, la trata de niños, la servidumbre por deudas y otras formas de trabajo forzoso, reclutamiento forzoso en conflictos armados, prostitución, pornografía y otras actividades ilícitas.

El trabajo infantil continúa siendo un fenómeno de alcance mundial – según el informe ningún país o región es inmune al mismo. Una amplia gama de situaciones de crisis – desastres naturales, fuertes recesiones económicas, la pandemia del VIH/SIDA y los conflictos armados, etcétera – arrastra cada vez más a los jóvenes al trabajo infantil que los debilita, incluidas las modalidades ilegales y clandestinas del mismo, como son la prostitución, el tráfico de drogas, la pornografía y otras actividades ilícitas.

El perfil del problema

Los nuevos datos recogidos en el informe se alejan de las estimaciones anteriores según las cuales aproximadamente 250 millones de niños entre 5 y 14 años trabajaban en los países en desarrollo – la estimación más fiable que podía hacerse en 1996. En el informe se señala que los métodos más recientes para obtener datos proporcionan una imagen más precisa del problema del trabajo infantil, su distribución por regiones y grupos de edad y, por lo tanto, facilita unas cifras que no permiten una simple comparación con las estimaciones originales.

En el informe, se describe el trabajo infantil de principios del siglo XXI como «en evolución constante e infinitamente volátil». De los recientes datos de la encuesta se deduce que cerca de 352 millones de niños de entre 5 y 17 años participan actualmente en algún tipo de actividad económica.

De éstos, unos 106 millones participan en tipos de trabajo aceptables para los niños que han alcanzado la edad mínima de empleo (generalmente 15 años) o en trabajos ligeros como son las tareas domésticas o el trabajo realizado como parte de la educación del niño (véase el Convenio sobre la edad mínima ( núm. 138 ), adoptado en 1973).

Los 246 millones de niños restantes están implicados en formas de trabajo infantil que la OIT considera deberían eliminarse. Estas formas incluyen:

  • el trabajo realizado por niños que no alcanzan la edad mínima estipulada en la legislación nacional o en las normas internacionales para un tipo especial de trabajo;
  • el trabajo peligroso que puede perjudicar el bienestar físico, mental o moral del niño, ya sea por su naturaleza o por las condiciones en que se realiza, y
  • las formas «incuestionablemente» peores del trabajo infantil, tal y como se definen en el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999 ( núm. 182 2  .

En lo que respecta a la distribución geográfica, la cifra más alta en términos absolutos de niños entre 5 y 14 años que trabajan, se concentra en la región de Asia y el Pacífico, y representa unos 127 millones de niños, es decir, el 60 por ciento del total mundial. En segundo lugar figura el Africa Subsahariana, con 48 millones de niños (23 por ciento del total), seguida por América Latina y el Caribe con 17,4 millones de niños (8 por ciento) y Oriente Medio y el Norte de Africa con 13,4 millones (6 por ciento).

El informe indica que aproximadamente 2,5 millones, es decir el 1 por ciento de los niños que trabajan en todo el mundo, viven en los países industrializados, mientras que 2,4 millones de ellos viven en las economías en transición.

Las encuestas realizadas en los países en desarrollo indican que la inmensa mayoría (70 por ciento) de los niños que trabajan participan en ramas de actividad del sector primario tales como la agricultura, la pesca, la caza y la silvicultura. Un 8 por ciento aproximadamente en la industria manufacturera, el comercio mayorista y minorista, la restauración y la hostelería; un 7 por ciento en trabajos domésticos y el sector de los servicios; un 4 por ciento en el transporte, el almacenamiento y las comunicaciones; y un 3 por ciento en la construcción y la explotación de minas y canteras.

El trabajo infantil adquiere con frecuencia graves proporciones en la agricultura comercial vinculada a los mercados globales de algodón, el cacao, el café, el caucho, el sisal y otros productos básicos. Estudios realizados en Brasil, Kenya y México han revelado que entre el 25 y el 30 por ciento de la fuerza de trabajo total empleada en la producción de diversas materias primas estaba constituida por niños menores de 15 años. El informe señala que «en muchos países desarrollados la agricultura es el sector donde trabajan más niños» y que «las explotaciones agrícolas familiares son una excepción común en la legislación sobre la edad mínima».

La economía informal, donde los trabajadores no están reconocidos ni protegidos por los marcos legislativo y jurídico del mercado laboral, es donde se encuentra el mayor número de niños trabajadores, con diferencia.

Según el análisis de la OIT, la preponderancia del trabajo infantil en la economía informal situada fuera del alcance de la mayoría de las instituciones oficiales en países con todo tipo de niveles de ingresos, representa uno de los principales problemas para su eliminación efectiva.

Algunos trabajos, como los realizados en las minas y la pesca en alta mar, son evidentemente peligrosos, mientras que otros, que a primera vista podrían parecer inofensivos, pueden resultar igualmente peligrosos especialmente para los niños de corta edad, desnutridos y vulnerables por otros motivos.

Causas y soluciones

En el informe se enumeran las diversas causas del trabajo infantil, todas las cuales deben abordarse. Aunque la pobreza es un factor importante, existen otras muchas causas como, por ejemplo, la inestabilidad económica y política, la discriminación, la migración, la explotación criminal, las prácticas culturales tradicionales, la falta de trabajo decente para los adultos, una protección social inadecuada, la falta de escuelas y el deseo de bienes de consumo.

En lo que respecta a la demanda, hay que destacar factores como la falta de aplicación de la ley, el deseo por parte de algunos empleadores de contar con una fuerza laboral barata y flexible, y el bajo nivel de rentabilidad y productividad de las pequeñas empresas familiares que no pueden permitirse mano de obra adulta.

A pesar de la dificultad para abordar todas estas causas, el informe de la OIT insiste en que «la campaña de ratificación universal del Convenio núm. 182 ha conferido a la lucha general contra el trabajo infantil una nueva urgencia y alcance, al centrar la atención del mundo en sus peores formas». Desde que la Conferencia Internacional del Trabajo adoptara por unanimidad el Convenio núm. 182 en 1989, éste ha sido ratificado por cerca de 120 de los 175 Estados Miembros de la OIT. Además, al 25 de abril de este año, el Convenio sobre la edad mínima (núm. 138), adoptado en 1973 había sido ratificado por 116 Estados Miembros.

Según el Sr. Somavia, el mundo es cada vez más consciente de la existencia del trabajo infantil y exige medidas para que se acabe con él. La mayoría de los gobiernos del mundo reconocen actualmente la existencia del problema – en mayor o menor escala y revistiendo distintas formas. Muchos ya se han puesto a la tarea de medirlo y comprenderlo, y están tomando medidas para acabar con él.

El Informe será discutido por las organizaciones tripartitas de la OIT en la 90. a reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo  el 12 de junio en Ginebra. Ese mismo día, la OIT lanzará el Día Internacional contra el Trabajo Infantil. El objetivo de esta iniciativa es reforzar la dinámica internacional creada en los recientes años para eliminar el trabajo infantil, especialmente sus peores formas, y ofrecer un momento para la reflexión a todas las partes implicadas sobre el progreso realizado hasta ahora y continuar con los esfuerzos para lograr un futuro sin trabajo infantil.

Se han multiplicado los programas nacionales y regionales en el marco del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil , que se inició en 1992 con seis países participantes y con un único donante (el Gobierno de Alemania), y que ha aumentado de tal forma que ahora abarca operaciones en 75 países financiadas por 26 donantes. En 2001, la OIT inició su primer programa de duración determinada destinado a eliminar en un plazo de entre cinco y diez años las peores formas de trabajo infantil en ciertos países. Se espera que los programas iniciales brinden ayuda a unos 100.000 niños en El Salvador, Nepal y la República Unida de Tanzanía.

En el informe se indica que las asociaciones entre gobiernos, organizaciones de empleadores y de trabajadores, y otras organizaciones de la sociedad civil, que cuentan con el apoyo de la comunidad internacional, permiten afirmar que se están obteniendo verdaderos progresos en relación con la retirada de los niños de los trabajos peligrosos para enviarlos a la escuela a fin de ayudarles (a ellos y sus familias) a desarrollar formas de vida mejores y más seguras, y para impedir que otros niños se incorporen al trabajo infantil.

«Es preciso aprovechar estas bases, apoyarlas y extenderlas», señala el Sr. Somavia. «La eliminación efectiva del trabajo infantil es uno de los retos más urgentes de nuestra época y debería ser un objetivo universal.»

1  « Un futuro sin trabajo infantil», Informe global con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo , Conferencia Internacional del Trabajo, 90.ª reunión, 2002, Informe I (B). Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra. ISBN 92-2-312416-6. Precio: 20 francos suizos. (El informe puede, consultarse también en el sitio Internet de la OIT www.ilo.org/declaration.) La Declaración de la OIT sobre principios y derechos fundamentales en el trabajo fue adoptada por la Conferencia Internacional del Trabajo en 1998. En ella se reafirma el compromiso de todos los Estados Miembros de la OIT a respetar, promover y hacer realidad los derechos de los trabajadores y los empleadores relativos a la libertad sindical y a la negociación colectiva, así como a la eliminación del trabajo forzoso u obligatorio, el trabajo infantil y la discriminación.

Fuente de la información  e imagen:  http://revistaxq.com/es/2021/06/30/la-oit-califica-de-alarmante-la-extension-del-trabajo-infantil/

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Recrudece el trabajo infantil. La pandemia jaquea al empleo

Por: Sergio Ferrari

Las tibias señales de recuperación laboral de fines del año pasado en el continente chocan contra los impactos de las nuevas olas. Las proyecciones son inciertas y el futuro dependerá de cómo siga afectando la pandemia. Sin embargo, ya hay que programar la postpandemia.

La región deberá implementar políticas que estimulen la generación de empleos, particularmente entre los sectores más vulnerables: la juventud y las mujeres. Este es uno de los argumentos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) quienes publicaron en junio su Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe(https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/46955/1/S2100277_es.pdf ), donde analizan los efectos críticos del COVID-19 en el continente.

Según las dos organizaciones onusianas, la crisis económica del año pasado, la más significativa del último siglo, se expresó en una caída del Producto Interno Bruto de -7.1%, y en una tasa de desempleo media continental superior al 10%. La que tuvo una particular incidencia en los sectores hotelero (19.2%), de la construcción (11.7%), del comercio (10.8%) y del transporte (9.2%). Los cuatro, en conjunto, concentran cerca del 40% del empleo regional total. A la industria la afectó en un       8.6%, en tanto en la agricultura un 2.4%.

Los cálculos de los organismos internacionales señalan que, debido a la crisis sanitaria, el año pasado, se perdieron en el continente más de 26 millones de puestos de trabajo. La Organización Internacional del Trabajo reveló que la tasa de ocupación promedio de la región se redujo del 57.4% al 51.7% entre 2019 y 2020. Otro estudio señala que una de cada seis personas de entre 18 y 29 años ha perdido su empleo en la región desde que se desató la pandemia.

De cara al futuro cercano, la CEPAL y la OIT sugieren la implementación de estrategias que permitan sentar las bases para un retorno, con mejores condiciones laborales, para todos los trabajadores. Entre ellas: apuntalar la recuperación del empleo en las categorías y sectores altamente afectados; mejorar aspectos institucionales referidos a la salud y seguridad en el trabajo; la formalización de la situación de los trabajadores; la promoción de la inclusión laboral de las mujeres, así como la regulación adecuada de nuevas modalidades de trabajo.

En su diagnóstico del mundo del trabajo dado a conocer el tercer lunes de junio, las dos organizaciones sostienen que los impactos más negativos se observaron en el segundo trimestre del año pasado, cuando se implementaron las medidas de confinamiento para intentar contener el pico pandémico. Lo que implicó la caída de la actividad económica, del empleo y de las horas trabajadas.

Especial incidencia negativa se registró en el sector informal y en los países en los cuales dicho sector es predominante. Un número significativo de trabajadoras y trabajadores no pudo continuar con sus labores, lo que les impidió generar ingresos para sus hogares y actuar de forma contra cíclica, a diferencia de lo sucedido con el sector informal en crisis anteriores. El cierre temporal de los servicios de cuidado y de las escuelas repercutió, además, en una sobrecarga del trabajo en los hogares. Fueron entonces las mujeres las que soportaron el peso principal de esta tendencia dado el rol decisivo que juegan en los quehaceres hogareños y en la gestión de la vida familiar.

Drama en la tragedia: la niñez trabajadora

Un efecto significativo colateral de la crisis pandémica regional fue el retroceso en los esfuerzos que América Latina y el Caribe venían realizando con la perspectiva de reducir o eliminar el trabajo infantil hasta el 2025. Entre 2016 y 2020 cerca de 2.300.000 infantes habían podido dejar de trabajar.

A partir del COVID-19, el prolongado cierre de escuelas y el aumento de la pobreza entre las familias más vulnerables arrastraron a más niñas y niños de la región a buscar formas de subsistencia. Según un nuevo estudio de la OIT y UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la infancia) que fue divulgado en la segunda semana de junio, más de 8 millones de niñas y niños de entre 5 y 17 años se ven obligada-os, actualmente, a trabajar en el continente. Se trata mayoritariamente de adolescentes varones, aunque un 33% corresponde a niñas. (https://data.unicef.org/resources/child-labour-2020-global-estimates-trends-and-the-road-forward/ ).

El número de niños y niñas en hogares con pocos ingresos aumentó como consecuencia de la pérdida del empleo o la reducción salarial de muchas familias, que deben ahora recurrir al trabajo infantil como aporte complementario a la sobrevivencia.

El trabajo infantil está presente tanto en las zonas rurales como en las urbanas, y casi la mitad (el 48.7%) se practica en el sector agrícola. Más del 50% de la niñez trabajadora realiza tareas peligrosas, es decir, con riesgos o consecuencias negativas para su salud, educación o bienestar.

Ante esta compleja realidad continental, la Organización Internacional del Trabajo y UNICEF recomiendan que se aumente el gasto en servicios públicos como la protección social; el acceso universal a una educación gratuita y de buena calidad y que se reabran las escuelas, pero de forma segura. También proponen el trabajo decente para la-os jóvenes en edad legal de trabajar; que se vuelva a prestar atención al trabajo infantil en la agricultura; que se promulguen leyes que protejan mejor a la niñez que promuevan sistemas integrales de protección de la infancia allí donde no existan.

Opciones de futuro

Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe analiza el impacto negativo de la pandemia –mayor que en todas las crisis anteriores– en los mercados laborales de América Latina y el Caribe. Y enumera sus expresiones más constantes: la destrucción y precarización del empleo; el aumento de la desocupación; la abrupta disminución de la participación laboral y los efectos en el empleo y en la participación de las mujeres, entre otros. Y sugiere anticipar los desafíos de corto y mediano plazo para una transición paulatina hacia la postpandemia.

Ésta dependerá tanto de la efectividad y la masificación de las medidas de control de la crisis sanitaria — en particular la vacunación–, como de la robustez de la recuperación de la actividad económica en un contexto de gran fragilidad.

Dada la profundidad del impacto de la crisis en 2020 y de las segundas y terceras olas que confrontan varios países, es muy probable que desde 2021 la región conviva con tasas de desocupación más altas respecto a los años precedentes.

Es posible, enfatizan la OIT y la CEPAL, que los empleos formales que se generen en el futuro, no recuperen en el corto plazo los niveles previos a la crisis sanitaria. Debido a los problemas que están experimentando muchas empresas, particularmente las micro, pequeñas y medianas, para sostener y recuperar su actividad.

En consecuencia, ciertos mecanismos como los seguros de desempleo, junto con las políticas de capacitación e intermediación laboral, son y serán muy importantes tanto para sostener los ingresos de los desocupados como para facilitar su retorno al mercado laboral.

Como opciones de salida de la crisis recomiendan la promoción de la inversión pública y privada con alta intensidad de mano de obra, especialmente en los sectores más afectados en cada país, “de manera que la reactivación del tejido productivo en esos sectores acelere la demanda del empleo a nivel sectorial”.

El sector informal, por otra parte, deberá estar también en el centro de la preocupación oficial. Será importante sostener políticas de ingreso para los trabajadores informales y sus familias durante las siguientes olas de la pandemia y en la postpandemia, enfatiza el estudio. Subraya también la atención particular, en esta etapa, a las opciones del trabajo femenino, particularmente afectado durante la crisis. “Para facilitar la reincorporación de las mujeres al mercado laboral — además de promover la recuperación del empleo–, se deberán priorizar las medidas que fortalezcan las políticas e instituciones de los sistemas de cuidado, tanto en términos de educación como de salud.

Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe subraya una realidad “novedosa” que explotó con fuerza en los últimos meses: los trabajadores intermediados por plataformas digitales. Constituyeron una fuente de empleo muy importante debido a la necesidad de reducir los contactos personales y de mantener el reparto de bienes esenciales. Sin embargo, la realidad muestra que existe una alta precarización de esta modalidad de trabajo caracterizada por la inestabilidad, largas jornadas, ausencia de protección socio-laboral y la falta de opciones de diálogo y representación. De ahí, la necesidad de bregar por condiciones realmente decentes en esta nueva modalidad laboral, insisten la OIT y la CEPAL.

Aunque no lo señalen explícitamente estos organismos, el futuro laboral-social en el continente – y a nivel mundial— va a generalizar el debate sobre quién pagará realmente los costos de la crisis. Una pugna esencial de sociedad, que, si bien ya se visualiza, sigue parcialmente velada por las restricciones pandémicas que limitan la movilización social. Todo anticipa que la recuperación del empleo y la vigencia de condiciones laborales decentes no solo dependerán de la buena voluntad de los gobiernos sino también de la presión social en las calles.

La pandemia jaquea al empleo

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Amnistía Internacional: 11 cosas que debes saber sobre el trabajo infantil

Tendrían que estar jugando o camino a la escuela, pero no pueden porque se ven obligados a trabajar. Cada 12 de junio, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, ponemos el foco en este problema mundial que roba a niños, niñas y adolescentes su infancia, su presente, su futuro y su derecho a una vida digna.

Además, este 2021 ha sido declarado por Naciones Unidas como el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil. También es un reto de la Agenda 2030 que pretende poner fin a todas las formas de trabajo infantil para el año 2025. Estamos en el camino, pero aún queda mucho por hacer.

¿Qué es el trabajo infantil?

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo define como todo trabajo que priva a los niños y niñas de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Hablamos, por tanto, de una vulneración de los derechos de los niños y niñas.

El término “trabajo infantil” se refiere a cualquier trabajo que es físico, mental, social o moralmente perjudicial o dañino para el niño o la niña; e interfiere en su escolarización, privándole de la oportunidad de ir a la escuela, obligándole a abandonar prematuramente las aulas o exigiendo que intente combinar la asistencia a la escuela con largas jornadas de trabajo pesado.

Según las normas internacionales, varios baremos muestran qué es el trabajo infantil: la edad, la peligrosidad del trabajo y el número de horas trabajadas. La edad a partir de la cual niños y niñas deberían empezar a trabajar es variable según la OIT. En ningún caso deben hacerlo si son menores de 12 años, y a partir de ese límite depende de varias variables: si el trabajo supone o no peligros para su salud y el nivel de desarrollo del país.

Menores y adultos trabajando en las minas de cobalto en República Democrática del Congo. © AI

Menores y adultos trabajando en las minas de cobalto en República Democrática del Congo. © AI

¿Cuáles son las peores formas de trabajo infantil?

Hablamos de la esclavitud, el reclutamiento forzoso para conflictos armados, la trata de niños y niñas, la servidumbre, la prostitución y la pornografía, la obligación de realizar actividades ilegales, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, o actividades que supongan cualquier tipo de peligro, dañen su seguridad o su salud.

¿Qué no es trabajo infantil?

Cuando se habla de trabajo infantil no se incluyen actividades como la colaboración en las tareas del hogar, en el negocio familiar fuera del horario escolar o vacaciones. De hecho, se considera que este tipo de actividades pueden ser positivas para su desarrollo personal, siempre que sean adecuadas a su edad y madurez, no afecten de manera negativa a su salud y no interfieran en su educación y desarrollo personal.

¿Cuántos niños y niñas son víctimas del trabajo infantil?

Según las últimas estimaciones de la OIT y Unicef, con datos del año 2020, en todo el mundo hay 160 millones de niños y niñas víctimas de trabajo infantil79 millones -casi la mitad- sufren alguna de las peores formas de trabajo infantil como la esclavitud, la trata o el reclutamiento forzoso para conflictos armados.

No hay que perder de vista que las cifras pueden ser mayores, puesto que hay trabajos difíciles de contabilizar como, por ejemplo, el trabajo doméstico.

En las dos últimas décadas se había dado una disminución progresiva e ininterrumpida del trabajo infantil en todo el mundo. Sin embargo, esta tendencia se ha frenado y en los últimos cuatro años las cifras han aumentado. En este periodo, el trabajo infantil ha crecido de 152 a 160 millones. Es decir, hoy hay 8 millones de niños y niñas más trabajando que en 2016. Una tendencia y unos datos que nos deberían preocupar.

“El trabajo infantil ha crecido de 152 a 160 millones. A día de hoy, hay 8 millones de niños y niñas más trabajando que en 2016”

El último informe de la OIT y Unicef apunta a que este incremento se concentra principalmente en los niños y niñas que tienen entre cinco y once años. En este colectivo, hay casi 17 millones más obligados a trabajar que en el 2016.

Ambas organizaciones también alertan de que si no se toman las medidas adecuadas, el número de menores sometidos a trabajo infantil podría aumentar de aquí a finales de 2022 por las consecuencias de la COVID-19, el cierre de escuelas, la pérdida de ingresos familiares y el aumento de la pobreza en muchas zonas del planeta.

¿Cómo afecta el trabajo infantil a las niñas?

La falta de información sobre el trabajo de las niñas hace difícil establecer una radiografía real de su situación. Los datos señalan que el trabajo infantil es más frecuente entre los niños que entre las niñas, pero si se tienen en cuenta las tareas domésticas realizadas por 21 horas o más a la semana, la brecha de género se reduce.

Las niñas sufren la doble carga de la escuela y las tareas del hogar. Una situación que empeora su rendimiento escolar y que, en muchas ocasiones, las obliga a abandonar las clases de forma temporal y, en otras, a dejar el colegio para nunca regresar.

¿En qué países existe trabajo infantil?

Un chico de 14 años, que vive en el asentamiento de desplazados internos de Chaman-e- Babrak, compra verduras en el mercado local, donde vende té para ganarse la vida.

Un chico de 14 años, que vive en el asentamiento de desplazados internos de Chaman-e- Babrak, compra verduras en el mercado local, donde vende té para ganarse la vida. © AI

Se concentra en los países más pobres y con mayor desigualdad. Casi la mitad del trabajo infantil lo encontramos en África, seguida por la región de Asia y el Pacífico.

En África Subsahariana casi uno de cada cuatro menores está afectado por esta situación. Además, en todo el continente las cifras han aumentado de 72 a 92 millones desde 2016.

Por ejemplo, en la República Democrática del Congo alrededor de 40.000 niños y niñas trabajan en minas en el sur del país, muchas de ellas de cobalto, según datos de UNICEF. Llegan a trabajar hasta 24 horas en la mina y su salario no supera los 2 dólares al día. 

“En la República Democrática del Congo alrededor de 40.000 niños y niñas trabajan en minas en el sur del país, muchas de ellas de cobalto, según datos de UNICEF. Llegan a trabajar hasta 24 horas en la mina y su salario no supera los 2 dólares al día. ”

En Indonesia, Amnistía Internacional investigó en 2016 las plantaciones de aceite de palma, donde menores de tan solo ocho años trabajan en condiciones peligrosas, sin equipos de seguridad en campos donde se usan pesticidas tóxicos y transportando bolsas de frutos de palma que pueden pesar entre 12 a 25 kilos.

En todo el mundo se calcula que hay unos 300.000 niños y niñas soldados en conflictos armados. Son víctimas de las atrocidades de la guerra y, al mismo tiempo, son obligados a empuñar un arma y estar en la primera línea de combate. Además, se les usa como cocineros/as, mensajeros/as o esclavos/as sexuales. Las heridas físicas y los traumas emocionales que sufren son difíciles de superar.

¿En qué sectores los niños y niñas sufren trabajo infantil?

Existe en casi todos los sectores. Sin embargo, 7 de cada 10 niños y niñas trabajan en la agricultura, ganadería y pesca, según la OIT. Le siguen el sector servicios (31,4 millones) y el sector industrial (16,5 millones).

En 2017 Amnistía Internacional denunció cómo grandes marcas de aparatos electrónicos, como teléfonos móviles u ordenadores, y empresas de automóviles eléctricos no hacían comprobaciones para asegurar que no se utiliza cobalto extraído con mano de obra infantil en sus productos.

¿Qué causas están detrás del trabajo infantil?

La pobreza económica lleva al trabajo infantil, y este a su vez perpetúa la pobreza. Según la OIT, es fruto de la combinación de varios factores como la pobreza, las emergencias regionales y la migración. De esta forma, muchos niños y niñas se ven en la obligación de trabajar para contribuir a la economía familiar o como único medio de supervivencia, realizando trabajos que ponen en peligro su vida.

Por otro lado, los niños y niñas que no tienen acceso a la educación tienen más posibilidades de convertirse en víctimas del trabajo infantil y este les roba su derecho a acceder a una educación de calidad. Asistimos así a otro círculo de pobreza y desigualdad que hay que romper.

Otras causas que explican el trabajo infantil son la trata de menores y la explotación sexual.

Niños clasificando mineral de cobalto en el barrio de Kasulo, Kolwezi, República Democrática del Congo, mayo de 2015.

Niños clasificando mineral de cobalto en el barrio de Kasulo, Kolwezi, República Democrática del Congo, mayo de 2015. © AI

¿Cuáles son las consecuencias?

El trabajo infantil afecta al desarrollo físico y emocional de los niños y niñas. Los menores pueden llegar a desarrollar enfermedades y dolencias crónicas o desnutrición por estar expuestos a largas jornadas, cargas pesadas, sustancias peligrosas o a ser víctimas de abuso por parte de los adultos.

Además, sufren las consecuencias de vivir en un ambiente hostil o violento. En muchos casos, son separados de sus familias. También pierden su derecho a la educación, ya que compaginar trabajo y estudios aumenta las tasas de abandono escolar. En otros casos, directamente se ven obligados a abandonar las clases. Todo ello afecta a su desarrollo personal.

¿Qué normas internacionales lo regulan?

Para prevenir y erradicar el trabajo infantil existen normas internacionales impulsadas por la Organización Mundial del Trabajo. Una de ellas es el Convenio número 138, que establece que la edad mínima de admisión al empleo no deberá ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar. La mayoría de los países firmantes han establecido la edad mínima para trabajar en los 15 años. Este convenio ha sido ratificado por 173 países. Otros como Australia, Bangladesh, Estados Unidos, Irán, Liberia o Somalia no lo han firmado.

Por otro lado, el Convenio 182regula las peores formas de trabajo infantil. Un convenio que ha sido ratificado por los 187 países que forman parte de la organización, algo que sucede por primera vez en la historia de la OIT.

¿Cómo frenarlo?

La concienciación internacional sobre este problema es fundamental para acabar con lo que es una vulneración de los derechos de los niños y niñas. Gobiernos, organizaciones, empresas y ciudadanía debemos asumir nuestra parte de responsabilidad.

Los Estados deben recordar su papel a la hora de establecer políticas de protección de los menores y prohibir el trabajo infantil. Las empresas también pueden contribuir a ello mostrando su compromiso con los derechos humanos y los derechos de la infancia. Y en la mano de todos y todas está informarse, denunciar las situaciones de vulneración de derechos de los niños y niñas, y hacer un consumo responsable.

Proteger la infancia debe ser una prioridad en cualquier lugar del mundo. Es necesario que se garanticen sus derechos. Nada ni nadie debe robarles su infancia y su futuro.

Fuente: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/11-cosas-que-debes-saber-sobre-el-trabajo-infantil/

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Es necesaria una labor comunitaria para poner fin al trabajo infantil

Por: Peace Okebugwu

Publicada en www.ilo.org

Mientras crecí en Makurdi, en el estado de Benue (Nigeria), era habitual ver a niños trabajando. Siempre he soñado con combatir esa lacra tan arraigada en nuestra sociedad.

Me comprometí a luchar contra el trabajo infantil porque este constituía una amenaza para los niños de mi entorno. He conocido a niños que han sido abusados sexualmente, maltratados físicamente y privados de una educación y una infancia feliz. Es muy doloroso para mí.Durante mi estancia en la universidad, organizaba clases para niños que vivían en aldeas cercanas, ya que la mayoría de ellos no iban a la escuela. Mi objetivo era demostrar a sus padres la utilidad de la educación y suscitar en los niños el interés por la escuela.
Peace Okebugwu, trabajadora de una ONG, sostiene un cartel que dice "#Apruebe la ley sobre derechos infantiles en Bauchi", rodeada de alumnas con pañuelos azules y uniforme. Algunos niños descansan sentados en el suelo. Cabaña escolar rudimentaria.

Esta foto se tomó en una escuela secundaria estatal en el marco de mi proyecto sobre la Ley sobre derechos infantiles en el estado de Bauchi.

© Okebugwu Peace/Itodo Samuel

Los niños suelen trabajar con su familia en instalaciones agrícolas cercanas, o venden productos en las calles, en paradas de autobuses y gasolineras. Venden agua, leche de soja y galletas. Si proceden de familias de agricultores, pueden vender sus productos, por ejemplo, cacahuetes o maíz.En el campus de mi universidad veía a niños que trabajaban hasta las 11 de la noche y se quedaban dormidos cerca del pasillo de los estudiantes. Algunos alumnos se compadecían de esos niños, y otros lo aceptaban como algo normal.Tras licenciarme, me di cuenta de que quería hacer algo al respecto. Fui a campos de desplazados para impartir formación a adolescentes sobre salud sexual y reproductiva, y otros temas. Mis hermanos y mi padre me ayudaron.

Posteriormente, mi pasión por ayudar a mi comunidad fue cada vez mayor.

Durante mi año de servicio en el programa National Youth Service Corps, en el Estado de Bauchi, en la región nororiental de Nigeria, constaté que en dicho estado se registraba una de las tasas más altas de casos de abuso sexual, trabajo y matrimonio infantil.
A raíz de ello, puse en marcha una campaña para fomentar la aprobación de la Ley sobre derechos infantiles, que actualmente es objeto de estudio.

No resultó sencillo: las partes interesadas no siempre estaban accesibles, y mi equipo necesitaba promover su labor entre el público. También afrontamos retos financieros, pues tuvimos que desplazarnos mucho.

Pero seguí adelante. Al ayudar a un niño, tengo la impresión de vivir mi sueño y siento la necesidad de hacer más.

Mis padres siempre me alentaron a centrar mi interés y a cumplir mis sueños, sin importar los retos que tuviera por delante. Ese impulso es el que me permite movilizar a los jóvenes contra el trabajo infantil. Peace OkebugwuJefe de proyecto

Al ser la tercera hija en una familia de cinco hijos, supe lo que es no poder satisfacer todas las necesidades. Ello me instó a superarme. Mis padres siempre me alentaron a alcanzar mis sueños, sin importar los retos que tuviera por delante. También tengo hermanos que me apoyan, en particular mi hermana mayor, con la que comparto objetivos.

Ese impulso me permite movilizar a los jóvenes contra el trabajo infantil. Les pido que participen en debates sobre nuestro objetivo común, y trabajamos de consuno para facilitar nuestra visión.

Actualmente trabajo con la fundación Beulah Future Leaders, ONG cuya sede se encuentra en el estado de Kaduna y se ocupa de problemas que afectan a niñas y mujeres. Colaboramos directamente con nuestros beneficiarios, y empoderamos a niños, adolescentes y jóvenes a través de la educación. Mejoramos su acceso a la información y a servicios en materia de derechos y salud sexual y reproductiva.

Con nuestro enfoque práctico comunitario, colaboramos con los más marginados, en particular niñas, mujeres y personas con VIH. Nuestro objetivo es erradicar el trabajo infantil, la violencia de género y el maltrato infantil mediante campañas de concienciación, intercambio de conocimientos, capacitación y programas de calidad.

Entre mis actividades encaminadas a la erradicación del trabajo infantil cabe destacar la organización de clases en comunidades rurales para niños que no van a la escuela, la colaboración con organizaciones y particulares en actividades de sensibilización y la organización de servicios de desarrollo comunitario.

Las demás personas pueden colaborar en la lucha contra el trabajo infantil en actividades de aumento de la concienciación, voluntariado y financiación de proyectos cuyo objetivo sea erradicar el trabajo infantil. También pueden elaborar carteles o escribir en periódicos locales.

Es importante colaborar con otras personas en campañas de sensibilización. Y conviene entablar contacto con jóvenes en escuelas y promotores de grupos comunitarios dispuestos a colaborar en acciones contra el trabajo infantil.

Este año se celebra el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil. ¡Colabore!

Fuente e Imagen: https://voices.ilo.org/es-es/stories/es-necesaria-una-labor-comunitaria-para-poner-fin-al-trabajo-infantil

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200 mil niños más orillados a trabajar en México, lamenta ONG

América del Norte/México/18-06-2021/Autor(a) y Fuente: www.jornada.com.mx

Ciudad de México. Ante la crisis por la pandemia, se estima que 200 mil menores se incorporarán al trabajo infantil en el país en un año, advirtió Maripina Menéndez, directora de Save the Children México.

A ello, añadió, hay que sumar los “más de 3 millones de menores que abandonaron la escuela este ciclo escolar, y que están en un riesgo de sumarse” a las filas de las labores remuneradas y no, que actualmente suman 3.3 millones, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI).

En el foro Niñez libre de trabajo, convocado por la de Comisión de Derechos de la Niñez y de la Adolescencia del Senado, Menéndez apuntó que es fundamental el papel de la sociedad para visibilizar esta problemática “que se ha normalizado y se vuelve mucho más compleja, desafiante y urgente de atender”, ya que someterse al trabajo formal, se interrumpe el desarrollo mental de los infantes y crea cadenas generacionales de abandono escolar y precarización de estilos de vida. Además de riesgos de sufrir maltrato sicológico, físico y hasta sexual.

En su más reciente informe, la Organización Internacional del Trabajo revela que los niños y adolescentes que se desarrollan en algún empleo –la mayoría de ellos en labores de alto riesgo– aumentó a 160 millones, debido a la emergencia sanitaria.

El organismo advirtió que, de no tomarse las medidas necesarias, 9 millones de entre 5 y 17 años en el mundo entrarían a la población ocupada en 2022.

México, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, es el segundo país de la región con mayor cifra de niños ocupados, después de Brasil y por encima de Perú. A escala nacional, Oaxaca, Puebla y Chiapas son los estados que presentan mayor problemática, así quedo manifiesto en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil que se conmemoró este sábado.

Fuente e Imagen: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/06/13/sociedad/200-mil-ninos-mas-orillados-a-trabajar-en-mexico-lamenta-ong/

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Trabajo infantil en tiempo de pandemia

Por: Elisabeth De Puig

A pesar de lo que queremos aparentar, somos todavía un país de pobres, en parte por los bajos salarios que percibe la mayor parte los trabajadores y por la fuerte incidencia del trabajo informal.

En este año de pandemia e incertidumbre, el mes en que se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil es propicio para llamar la atención sobre el aumento de los riesgos en que incurre la niñez tanto a nivel global como local.

Hace cien años en la República Dominicana la mayor parte de la población vivía en las zonas rurales. Las escuelas eran escasas. Los niños acompañaban a sus padres desde temprano en las faenas agrícolas y las niñas eran asignadas a las tareas domésticas junto a sus madres.

A lo largo de un siglo el país ha tenido un crecimiento económico acelerado, pero de carácter contradictorio, al sustentarse en una significativa concentración de la riqueza y en la reproducción de la pobreza.

Esta sigue arropando una parte considerable de la sociedad dominicana que culturalmente no se ha alejado todavía de los viejos patrones de comportamiento, donde se ve como normal que los hijos sean ayudantes o proveedores, según los casos.

Hoy en día, el difícil contexto de crisis económica y reducción de empleos afecta de manera especial a las familias vulnerables, que han perdido sus ingresos sin tener para sus hijos e hijas ni siquiera asegurada la comida de la tanda extendida.

Antes de la pandemia se registraba una tasa de inasistencia escolar del 9.0%. En la actualidad la deserción escolar, fruto del cierre de las escuelas y de la estrategia de enseñanza virtual, se sitúa para los niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años, entre 13.2 y 17 %, según los resultados de un estudio simulado presentado en julio de 2020 por la Vicepresidencia de la República, Oxford Poverty and Human Development Initiative (OPHI) y el Sistema Único de Beneficiarios (SIUBEN).

Además, con dos años perdidos, muchos de los desertores estarán en sobre edad, con altas probabilidades de ser víctimas de trabajo infantil u otras formas de explotación y, por tanto, de no regresar a las aulas.

El hacinamiento, la mala alimentación, el desempleo, la violencia social propia de la marginalidad -que se ha multiplicado por la Covid-19- favorecen el trabajo infantil, como lo hacen el desempleo, la inestabilidad laboral de los adultos y el cierre de las escuelas que ha aumentado la desprotección de la niñez.

Es notorio el aumento de niños y niñas deambulando por las calles, trabajando en talleres, rondando en los alrededores de los mercados buscando trabajitos y comida, vendiendo favores a hombres maduros o sencillamente víctimas de explotación sexual.

No podemos olvidar que, a pesar de lo que queremos aparentar, somos todavía un país de pobres, en parte por los bajos salarios que percibe la mayor parte los trabajadores y por la fuerte incidencia del trabajo informal. Asalariados e informales no logran cubrir las necesidades básicas de sus familias.

La lucha contra el flagelo del trabajo infantil y el retroceso que conocemos en la actualidad es tarea ardua y multisectorial. Le compete en primera línea al gobierno central con sus políticas de redistribución del ingreso, a varios ministerios, a las empresas, a las ONGs y a la sociedad civil.

No no podemos ilusionar con palabras bonitas y promesas de logros. Es con un trabajo tesonero de articulación social que se podrá avanzar en el camino de la disminución del Trabajo Infantil e impedir el sacrificio de una generación.

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