Page 5 of 25
1 3 4 5 6 7 25

La dura lucha contra el trabajo infantil en la producción de cacao en Costa de Marfil

Al cabo de 20 minutos de entrevista con un educador, Issouf lo reconoce: trabaja en una plantación de cacao. Forma parte de los 60 niños recogidos por la policía durante una operación en el oeste de Costa de Marfil.

La operación «Nawa 2» se llevó a cabo a principios de mayo en la región de Soubré, a 400 km al oeste de Abiyán, la gran zona de cultivo de cacao. Su objetivo: convencer que las autoridades marfileñas combaten el trabajo infantil en el cacao, un flagelo denunciado por las oenegés internacionales desde hace 20 años.

Este país de África Occidental, principal productor mundial de cacao, y las empresas multinacionales del chocolate se encuentran bajo presión. Los consumidores occidentales exigen cada vez más un producto ético, fabricado sin abusos contra los niños ni daños al medio ambiente.

Un proyecto de ley estadounidense, que finalmente no salió adelante, amenazaba a Costa de Marfil con un boicot a su cacao.

Issouf dice que vino de Burkina Faso hace dos años con su padre, que se fue después de un mes, dejándolo con un hombre que le dijeron que era su tío, para trabajar en una plantación.

«Este es un caso de trata», estima Alain-Didier Lath Mel, director de protección de la infancia en el ministerio de la Familia marfileño.

Muchos de los niños explotados en las plantaciones proceden de Burkina Faso y de Malí, países vecinos pobres y que proveen de mano de obra a Costa de Marfil, más rica que ellos.

Según la encuesta NORC de la Universidad de Chicago en 2018-19, casi 800.000 niños trabajan en el cacao, frente a 1,2 millones según un estudio anterior de la universidad estadounidense de Tulane en 2013-14.

Los casos de trata afectan a menos de 2.000 niños, según otro estudio de 2018 llevado a cabo por la Fundación Walk Free y la oenegé Vérité.

– Persecuciones –

Estas cifras son solo estimaciones y la metodología de la investigación varía, subraya el Comité Nacional de Vigilancia de las acciones de lucha contra la trata, la explotación y el trabajo Infantil (CNS), presidido por Dominique Ouattara, esposa del presidente marfileño.

La operación «Nawa 2», la quinta de este tipo desde 2009, movilizó durante dos días a un centenar de hombres y requirió mucho trabajo preparatorio y de inteligencia, explica el comisario Luc Zaka, subdirector de la policía criminal.

Un equipo de periodistas, incluidos los de la AFP, acompañó a la policía en la zona de Meagui, a 50 km de Soubré.

A bordo de una media docena de 4×4, avanzaron por una pista que serpentea entre los verdes campos de árboles de cacao y de caucho, precedidos por un motorista.

El convoy se detenía cada cierto tiempo: sorprendía a los niños volviendo del campo con machetes u ocupándose de los granos de cacao que se secan frente a las casas de las aldeas.

Los agentes también recorrían los campos para localizar a niños en las plantaciones. Algunos escapaban y los perseguían.

Tras cuatro horas de intervención, recogieron a unos doce niños y adolescentes. Los llevaron al centro de acogida infantil de Soubré, inaugurado en 2018, donde, como Issouf, son atendidos por educadores y psicólogos. Los familiares los recogen al día siguiente tras una charla con la policía y los empleados del centro.

En los casos graves de malos tratos o trabajos forzados, los niños, generalmente analfabetos, se quedan en el centro unos meses. Vuelven al colegio y aprenden un oficio: ganadería, horticultura, costura, peluquería, herrería.

Al margen de las operaciones, los comités locales de protección de la infancia realizan una labor en las zonas rurales.

– Pobreza –

«La mediación con las familias es muy importante», comenta Lath Mel, quien ve «avances».

Según la investigación NORC, la tasa de escolarización de los niños de familias productoras de cacao ha mejorado, pasando del 59% en 2008-09 al 85% en 2018-19. Sin embargo, el estudio de 2020 del Consejo Café Cacao de Costa de Marfil (CCCI), el organismo público que gestiona estos sectores, apunta que solo el 71% de los niños de 5 a 17 años están matriculados en los colegios.

Desde 2019 se ha sacado a unos 2.000 niños de las plantaciones de cacao, 200 de los cuales se quedaron en el centro de acogida de Soubré, según el CNS.

Además Costa de Marfil se ha dotado de un «arsenal jurídico» en los últimos diez años, destaca el fiscal de Soubré, Alexandre Koné, con multas y penas de prisión que van desde unos meses hasta cadena perpetua por la esclavitud de menores de 10 años.

Unas 300 personas han sido condenadas por tráfico de niños, de unas 600 personas llevadas ante la justicia entre 2012 y 2020, según el CNS.

Pero en lo que va de año solo hubo un juicio en el tribunal de Soubré -reconoce el fiscal- sobre un traficante de niños condenado a 10 años de prisión.

Kouassi Kouakou Franck, de 25 años, un habitante de la aldea de Issakro con

el que la AFP habló durante la operación, piensa que «los niños deben ir a la escuela, pero si los padres no tienen medios, entonces se quedan aquí trabajando».

Lath Mel lo corrobora: «La pobreza es la principal causa del trabajo y la trata de niños».

Según el Banco Mundial, más de la mitad de los 5 a 6 millones de personas que se ganan la vida con el cacao viven por debajo del umbral de pobreza en Costa de Marfil.

 

Fuente: https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20210511-la-dura-lucha-contra-el-trabajo-infantil-en-la-producci%C3%B3n-de-cacao-en-costa-de-marfil

Comparte este contenido:

‘Los hijos del sol’, una gran película de Majid Majidi que denuncia el trabajo infantil

  • El director iraní utiliza a auténticos niños de la calle para denunciar que no tienen acceso a la educación
  • Una premiada historia que se estrena este viernes, 14 de mayo

Unos niños buscan un antiguo tesoro en el sótano de su escuela. Este argumento, que podía ser una película de los Goonies, cambia mucho en manos del director iraní Majid Majidi (Teherán, 1959), ya que los protagonistas son niños que trabajan en la calle y cuya única esperanza de futuro es encontrar ese tesoro… o conseguir una educación que les ayude a salir de la pobreza.

No hay nada más importante que los niños porque son el futuro de cada sociedad, de cada país –nos cuenta el director por videoconferencia-. Si invertimos en los niños tendremos un país mejor y con más posibilidades de futuro. Pero si no lo hacemos nos espera una sociedad sin identidad”.

“Los niños son los principales recursos de un país –añade-. Son mucho más importantes que los recursos naturales como el petróleo. Y si no cuidamos de esos niños vulnerables, si no les prestamos la atención necesaria, nos enfrentaremos con una generación destruida”.

Una gran historia premiada en Venecia y que figuró entre las 15 cintas preseleccionadas para el Oscar a la mejor película de habla no inglesa 2021. Se estrena este viernes, 14 de mayo.

Buscan un tesoro y encontrarán una educación

La película está protagonizada por Alí, un niño de 12 años y sus tres amigos que trabajan en un garaje y cometen delitos menores para sobrevivir y ayudar a sus familias. Un día reciben el encargo de encontrar un tesoro oculto bajo tierra al que solo se puede acceder por el sótano de la Escuela del Sol, una institución caritativa que intenta educar a niños de la calle, así que Alí y sus amigos deciden matricularse para poder buscar ese tesoro.

La película está basada en la realidad –asegura Majid-. La idea se me ocurrió cuando visité una escuela en el sur de Teherán creada por una ONG y dirigida a aquellos niños que están obligados a trabajar por su situación familiar. Y que es su única oportunidad para estudiar. Conocí de cerca a esos niños y quise hacer pública su situación para ver si conseguimos que haya más colegios para ellos”.

Destacar la habilidad de Majidi para mezclar esta dura realidad con la aventura de esos niños que buscan el tesoro. “La aventura también es una realidad para estos niños -asegura-. No es que yo la haya añadido, sino que la propia vida de esos chavales está llena de emoción, de aventuras, de altibajos… son niños que están trabajando y para ellos cada día es una aventura. Esa parte de la aventura es inseparable de sus vidas”.

Fotograma de ‘Los hijos del sol’

150 millones de niños trabajando en el mundo

Majid Majidi destaca que el trabajo infantil es un problema universal: “Según fuentes oficiales hay 150 millones de niños trabajando en todo el mundo. Si no lo solucionamos en 10 o 20 años nos enfrentaremos con una crisis, con una catástrofe mundial. Porque pueden convertirse en delincuentes o ser atraídos por grupos terroristas como el Daesh o similares. Esos grupos terroristas siempre buscan nuevos miembros dentro de esos niños que no tienen nada. Como artista sentí la necesidad de ayudar a esos niños vulnerables, convertirme en su voz para intentar resolver sus problemas. Mi prioridad es el mundo infantil”.

“Por eso –añade-, con que un solo niño no pueda ejercer su derecho a estudiar ya es demasiado. Y por desgracia hay muchos sin acceso a la escolarización. Esos niños obligados a trabajar se privan de la educación porque no hay muchos colegios especiales, como el de la película, que les den esa posibilidad de estudiar y trabajar. Además, después de trabajar pierden la motivación y no tienen fuerzas para ir al colegio”.

“A menos –continúa- que haya iniciativas como la escuela que mostramos en la película. Una escuela que es diferente, porque les proporciona tres comidas al día, les ayuda en sus asuntos sociales y sanitarios. No es solo una escuela para estudiar, sino que también les ayuda en otros muchos temas, porque la mayoría de ellos han perdido a sus padres o están en la cárcel.

“Conseguir que haya más escuelas de este tipo puede ser la única esperanza que estos niños tengan de estudiar” -concluye el director-.

Los protagonistas de ‘Los hijos del sol’

De niños de la calle a actores famosos

Majid Majidi lleva denunciando estos problemas desde Niños en el paraíso (1997), protagonizada por dos niños pobres que pierden los zapatos y no se atreven a contarlo a sus padres. Una gran película que fue nominada al Oscar.

Los actores de Hijos del son niños reales que trabajaban en la calle o vendiendo cosas en el metro. “Los elegí entre 4.000 chavales porque solo ellos podían transmitir su situación -asegura-. Los primeros días no podían creerse lo que les estaba pasando. Pensaban que era un sueño. Porque se les había humillado tanto, se habían aprovechado tanto de ellos, les habían quitado tantas cosas, incluida su propia identidad, que no creían en nada ni en nadie”.

Por eso –continúa- para mí era un reto ganarme su confianza. Pero con el paso del tiempo descubrimos sus talentos y han ganado grandes premios, no solo en Irán sino también en todo el mundo. Por ejemplo, el protagonista, Rouhollah Zamani, ganó el premio a la mejor interpretación masculina revelación en el pasado Festival de Venecia. Ahora es una estrella en Irán y está rodando una serie de televisión”.

“Los niños afganos también han tenido mucho éxito –añade-, y si no fuera por el coronavirus ahora testarían rodando otras películas, porque han recibido varias propuestas”.

“Pero lo más importante -concluye- es que devolvamos la confianza a esos niños, demostrarles que no sobran en la sociedad. En el futuro pueden ser ingenieros, médicos, actores… Y espero que el estreno de esta película en todo el mundo, ayude a que descubramos ese tesoro que son estos niños y su importancia para el futuro en todos los países”.

Fotograma de ‘Los hijos del sol’

La difícil situación de los refugiados afganos

Varios de los niños protagonistas de la película son refugiados afganos. “Cada día hay más inmigrantes afganos en Irán y cada vez tienen más problemas –asegura Majid-. Pero mientras su país siga sufriendo esa inseguridad, es un problema con difícil solución. La presencia de EE.UU. en Afganistán tras los atentados de 2001 y la posterior creación de grupos terroristas que combaten contra esas tropas norteamericanas han aumentado la inseguridad y el flujo de inmigrantes afganos hacia Irán”.

Son gente que huye de la guerra y de la pobreza –añade-. Hay entre seis o siete millones de afganos en Irán y la mayoría han llegado de forma ilegal. Eso se ha sumado a los problemas que ya tenía Irán. Si miramos el porcentaje de los niños que trabajan en Irán veremos que el 60 por ciento son esos niños inmigrantes, que no tiene acceso a la educación”.

“Creo –concluye- que hace falta más implicación por parte de organizaciones internacionales de derechos humanos para, por lo menos, que esos niños puedan estudiar. Para tener una mínima esperanza de futuro, tanto para ellos como para sus familias. Cada día que pasa esos niños están en una mayor situación de vulnerabilidad”.

Fotograma de ‘Los hijos del sol’

“Los jóvenes cineastas necesitan tiempo para demostrar su valía”

El cine iraní es uno de los de mayor prestigio en todo el mundo y preguntamos a Majid como lo ve en la actualidad. “A nivel de producción el cine iraní atraviesa un buen momento –confiesa-, ya que se ruedan entre 130 y 140 películas al año. Pero artísticamente no tienen la calidad de antes. Aunque eso no solo pasa en Irán, sino que es igual en todo el mundo. Creo que las jóvenes generaciones de cineastas necesitan un poco de tiempo para poder demostrar su valía”

“En Irán –continúa- seguimos teniendo grandes cineastas, como Asghar Farhadi, pero creo que ya pasó la edad de oro del cine iraní, que fue la década de los 90 y los primeros años de este siglo. Pero insisto en que creo que es por ese cambio generacional. Con tiempo espero que recuperemos este peso. Para que una cinematografía sea exitosa tiene que tener grandes estrenos, conseguir que las películas se vean y que lleguen a los corazones y espero que nuestros jóvenes cineastas tengan la oportunidad de tener esos grandes estrenos”.

En cuanto a sus influencias reconoce que: “Siempre me ha interesado el cine neorrealista italiano, el cine del sur de Francia y, a nivel nacional, el cine de Kiarostami que ha sido un ejemplo a seguir para mí y para muchos cineastas de todo el mundo. Lamentablemente le perdimos, pero su influencia continúa en el cine actual”.

Majid Majidi en un momento del rodajeFuente: https://www.rtve.es/noticias/20210513/hijos-del-sol-gran-pelicula-majid-majidi-denuncia-trabajo-infantil/2089252.shtml

Comparte este contenido:

Debida diligencia para la protección de la niñez

Por: Elisabeth De Puig 

Hacer respetar los derechos del niño es una inversión esencial para un futuro sostenible;  es una garantía para el desarrollo de un entorno  empresarial estable e inclusivo.

Dentro del marco del mes para la prevención del abuso infantilSave the Children y la Unión Europea hicieron especial énfasis en la protección de los derechos humanos desde las empresas, en una actividad que tuvo como eje central la presentación de la periodista española Cristina Rodríguez y un panel de expertos integrado por varias personalidades.    

La debida diligencia para la protección de la niñez va más allá de la filantropía y de la responsabilidad social empresarial. Es un concepto que implica un cambio de enfoque frente a los Derechos Humanos e integra una perspectiva de corresponsabilidad innovadora donde la empresa asume el rol protagónico. 

A partir de este criterio el compromiso social debe ser incluido en la estrategia de las empresas de forma transversal. De esta manera no es un anexo y pasa a ser el epicentro de sus quehaceres desde un punto de vista de participación y generación de valor compartido. 

Esta visión se inscribe dentro de los lineamientos del Pacto Mundial de las Naciones Unidas que llama a las compañías a incorporar diez principios universales relacionados con los derechos humanos, el trabajo, el medio ambiente y la lucha contra la corrupción en sus estrategias y operaciones, para contribuir a hacer avanzar los objetivos sociales y la implementación de los ODS.

Ya desde antes de la pandemia, como lo subrayó Cristina Rodríguez en su intervención, en algunos foros de alto nivel se hablaba de cambio del modelo económico. En 2019, la llamada Business Roundtable, organización que reúne las 180 empresas más poderosas de Estados Unidos, firmaban y hacían público, por primera vez, un manifiesto donde expresaban que el accionista no podía seguir siendo el único centro de gravedad. Los clientes, los empleados, los proveedores y las comunidades también deberían entrar a formar parte de la ecuación. 

La pandemia debería confortar este cambio de paradigma que se venía vislumbrando. El momento muy especial que atraviesa la humanidad puede abrir las puertas a varias oportunidades. Ha puesto el dedo sobre la interconexión de todos los seres humanos y la vulnerabilidad individual, comunitaria, nacional y planetaria fruto de la pandemia.

Ojalá el sufrimiento global sirva de punto de partida para que las empresas  sean parte de la solución a los desafíos sociales y ambientales. La recuperación socio económica es la oportunidad de replantearse la sostenibilidad ambiental, así como asumir la necesidad de una sociedad más inclusiva e igualitaria, protectora de los derechos humanos.

Hacer respetar los derechos del niño es una inversión esencial para un futuro sostenible; es una garantía para el desarrollo de un entorno empresarial estable e inclusivo. Beneficia no solamente a la sociedad y a los niños sino también a la misma empresa. Los consumidores de hoy, cada día mas empoderados e informados, no aceptan cualquier tipo de conducta por parte de la empresa y pueden dejar de comprar marcas y productos. 

Diez principios identifican las acciones empresariales que contribuyen al respeto de los derechos del niño: respetar y promover los derechos del niño; contribuir a la erradicación del trabajo infantil; proporcionar trabajo digno a los jóvenes trabajadores, padres y cuidadores; asegurar la protección y seguridad de los niños en sus actividades e instalaciones; garantizar que sus productos y servicios sean seguros y que a través de ellos se promueven los derechos del niño; utilizar marketing y publicidad que apoyen y respeten los derechos del niño; respetar y promover los derechos del niño en relación con el medio ambiente y la adquisición y el uso de tierras asi como en las disposiciones de seguridad; ayudar a proteger los niños afectados por situaciones de emergencia y reforzar los esfuerzos de la comunidad y el gobierno para proteger y satisfacer los derechos del niño. 

Así, desde el Ministerio de Trabajo se está preparando un sello de No trabajo Infantil que una vez terminado formará parte de la cadena de valor de los productos merecedores de este reconocimiento, quienes podrán encontrar mejores oportunidades en los mercados internacionales, donde hay una mayor sensibilidad por este tema.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/debida-diligencia-para-la-proteccion-de-la-ninez-8935783.html

Comparte este contenido:

Ecuador: Trabajo infantil no desaparecerá hasta 2028, dicen las autoridades

Aunque la pobreza es un motivo que promueve el trabajo de niños, también se trata de un tema cultural.

En Quito el 3% de los niños, niñas y adolescentes realiza trabajo infantil, aunque este se encuentra prohibido en la Constitución del Ecuador. Son 25.600 infantes, según determinó el estudio “Diagnóstico situacional sobre el trabajo infantil en el Distrito Metropolitano de Quito”, realizado a finales de 2019. La mayor parte de ellos, el 71%, tiene entre 5 y 14 años.

El estudio lo lideró el Consejo de Protección de Derechos, del cabildo quiteño. El objetivo que se planteó en ese momento fue crear una ordenanza que permita trabajar en la erradicación del trabajo infantil.

En la ciudad se cuenta con cuatro Cetis: Mercado Mayorista, La Mariscal, San Roque y Carollo. Además, tres “puntos Cetis”: Ofelia, Mercado San Roque y Casa Somos de Calderón (de próxima apertura este último), que brindan los mismos servicios, pero en espacios comunitarios que se consiguen a través de convenios con empresas e instituciones.

En estos se atiende a niños de 5 a 15 años, que se encuentren en riesgo de explotación laboral o “callejización”, según explica Elba Gámez, jefa de Unidad de Proyectos de Otras Temáticas, que es cualquier actividad que mantenga a un menor en la calle.

Pablo Benalcázar, gerente del Mercado Mayorista, asegura que el trabajo infantil en esta zona ha sido casi erradicado, al menos en menores de 12 años. “En las seis semanas de gestión que llevo en la administración hemos tenido dos casos de menores que se encontraban trabajando, pero como no pertenecían al mercado solo se pudo pedir que se retiren”, indicó.

Según nos cuenta, dentro de los estatutos internos existen sanciones para quienes tengan menores trabajando. La primera vez se hace un llamado de atención verbal, la segunda instancia es una amonestación escrita y una multa que va del 5 al 10% del valor del arriendo del local, y si reincide, puede ser terminado el contrato de arrendamiento por parte de la administración.

Durante la pandemia estos centros tuvieron que cerrar, sin embargo, la situación se agravó y tuvieron que reabrirse en el mes de octubre. Con las clases en línea, durante la pandemia “los niños se ubicaban en las esquinas de los parques o alrededor del teléfono de las mamitas para recibir clases”, indicó Gámez. Esto motivó a que, cumpliendo las medidas de bioseguridad, se retome el trabajo de los Cetis.

Actualmente se atiende a 300 menores y se les brinda alimentación balanceada de manera gratuita. Los horarios de atención dependen del sector y jornada de trabajo, especialmente en los mercados de Quito. También, en convenio con Cruz Roja ecuatoriana, los niños recibirán, en los próximos días, un segundo chequeo médico y pueden acceder a atención psicológica.

El Patronato despliega, de lunes a domingo, un equipo de abordaje en las zonas de mayor incidencia de trabajo infantil. El personal se encarga de realizar un acercamiento con las familias y ofertar el servicio para los más pequeños. “Hemos tenido buena acogida, ya que es una preocupación menos para los papás que realizan trabajo en calle”, añadió Gámez.

Según las autoridades, aunque la cifra se ha reducido de 10% en 2006 a 3% en 2019, no se podrá erradicar completamente, al menos, hasta el 2028. La situación preocupa, pues los efectos más comunes en los niños que trabajan pueden evidenciarse físicamente: lesiones, fiebre, heridas, quemaduras, problemas en piel y ojos y agotamiento. (I)

Fuente: https://www.eluniverso.com/noticias/ecuador/erradicacion-trabajo-infantil-quito-nota/

Comparte este contenido:

Niños venezolanos trabajan para hacerle frente a la pobreza

Consultados por le medio de comunicación Voz de América, los pequeños aseguran que en ocasiones deben asumir responsabilidades de adulto. El 40% de la población venezolana vive por debajo del umbral de pobreza, señala un estudio.

A pesar de sus grandes riquezas naturales, Venezuela se ha convertido en uno de los países con más necesidades de la región y líder en lo que a se refiere pobreza infantil y desempleo.

Unicef define como niño a cualquier persona menor de 18 años. En las calles de la capital venezolana, la Voz de América conversó con Yusmery Brito, de 17 años, que vive en precarias condiciones junto a sus tres hijos. La joven lamenta que, debido a la pandemia y a su actual situación, en ocasiones no puede cubrir los gastos nutricionales de la familia.

“Hay veces que, hasta lloro, yo pido a Dios que me saque de esta situación, no tenía nada de nada para darle a los niños, por eso salí para la calle, para ver qué conseguía para darles de comer, aquí me pongo a veces a pedir o parquear y les llevo algo”, comenta Brito.

Otros niños venezolanos aseguraron a la VOA que deben asumir responsabilidades de adulto, para poder sobrevivir.

“Trabajo porque siempre quería comerme algo, alguna chuchería y mi abuela no tenía, nadie me lo daba y tuve que salir, pero yo estudio, hay mucha gente que pasa hambre, hay muchos indigentes en la calle, durmiendo, nunca pensé que iba a llegar a este punto”, indicó por su parte Alexander Figueroa, de 12 años.

Entre tanto, Maiber Mena, de 14 años, relata que se vio en la necesidad de abandonar la escuela para llevar alimento a su madre y hermanos.

“La situación es muy ruda, hay mucha gente que pasa hambre, no hay nada para comer, yo me iba para el colegio sin comer, mi mamá no trabajaba, a ella la botaron del trabajo, en una oportunidad vi como trabajaba limpiando vidrios, no me fue mal y no estudié más”, afirma Mena.

Fuente: https://www.descifrado.com/2021/03/19/ninos-venezolanos-trabajan-para-hacerle-frente-a-la-pobreza/

Comparte este contenido:

El coronavirus ha empeorado la situación de los niños sirios

Casi el 90% de los menores necesitan asistencia humanitaria a día de hoy, un aumento del 20% solo en el último año

Diez años después de estallar, la guerra sigue siendo una realidad tan tangible en Siria como las ruinas de sus edificios derruidos por los ataques que han asolado el país. Una devastadora situación que ahora suma también los efectos del covid a una población y economía gravemente damnificadas. El cierre prolongado de escuelas y el impacto socioeconómico de la pandemia han agravado un panorama especialmente complicado para los niños sirios.

Según un balance publicado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la guerra de Siria ha provocado la muerte o causado heridas a casi 12.000 niños, es decir una media de más de tres víctimas al día. En una comparecencia del Director Regional de Oriente Próximo de la oenegé, Ted Chaiban, la agencia ha advertido del impacto «sobrecogedor» de la guerra sobre los niños, incidiendo en que casi el 90% de ellos necesitan asistencia humanitaria a día de hoy, un aumento del 20% solo en el último año a causa de la pandemia.

“Cuando la guerra empezó nadie creía que duraría diez años. Y la realidad es que todos y cada uno de los niños sirios han sentido los efectos de una forma u otra”, ha asegurado Chaiban. Durante esta década, más de 5.700 niños, algunos de apenas siete años han sido reclutados en las filas del Estado Islámico, mientras que la desnutrición sigue amenazando la existencia y el futuro de cientos de miles. Más de medio millón de menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento. Aún así, desde Unicef, luchan por eliminar la etiqueta de “generación perdida”.

Falta de educación

“Los niños sirios no son una generación perdida. Son valientes y perseverantes, saben superar adversidades de una forma admirable. No podemos dejar que un momento defina sus vidas, por eso hay que seguir apoyándoles y educándoles”, ha asegurado Chaiban. De los casi 2,45 millones de niños que no están escolarizados en Siria, otros 750.000 niños sirios en los países vecinos no pueden recibir educación formal, entre otras razones porque ni siquiera las escuelas son un lugar seguro. Una de cada tres escuelas ha sido derruida durante la guerra o ha sido empleada con fines militares y más de 1.300 instalaciones y personal médico y educativo han sufrido ataques.

En ese sentido, preocupa especialmente la situación de las niñas, que son quienes corren más riesgos de abandonar la educación de forma prematura. Las niñas de lugares empobrecidos o devastados por la guerra son las principales víctimas de un matrimonio temprano que ya afecta al 26% de las menores sirias, el doble que antes de que estallara el conflicto, según la oenegé Plan International

Estrés Emocional

La galopante devaluación de la libra siria y la inflación disparada han complicado una situación ya de por sí crítica y han forzado que miles de niños se vean obligados a trabajar de forma prematura y en jornadas maratonianas.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/internacional/20210311/pandemia-agrava-situacion-ninos-sirios-11573129

Comparte este contenido:

Corruption and child labour have no place in the energy transition

Corruption and child labour have no place in the energy transition

Richard Kent, Researcher on Business and Human Rights at Amnesty International

The European Commission is currently wrapping up consultations on a new law that could shape the future of green energy. If adopted, the EU Battery Regulation would require all businesses in the battery industry to report on the social and environmental impact of their operations. It would ensure that batteries entering the EU market – for use in electric cars, smartphones, solar panels, and much more – are responsibly sourced and sustainable. Businesses would have to show, for example, that the minerals in their batteries do not indirectly finance armed groups or child labour, and that their supply chains are free of corruption.

The law would be a pillar of Europe’s Green New Deal, and it is long overdue. The World Bank found that production of some battery metals could increase by up to 500 percent by 2050, to meet the growing demand for electric vehicles – essential for reducing carbon emissions. Never before has mineral extraction sought to mitigate climate change on such a scale. But there are currently no laws in place to ensure green technologies do not themselves cause harm – and cause harm they do.

The real frontier of the battery revolution is not in the corridors of Brussels. It is in the unregulated cobalt mines of the DRC, where children as young as seven work in perilous conditions. It is in the vast frozen expanses of Siberia’s Taimyr Peninsula, where a nickel mining company spilled thousands of tonnes of diesel fuel into the Arctic; and in the salt flats of Latin America, where lithium extraction is threatening livelihoods. Cobalt, nickel and lithium are key components of rechargeable batteries, and we are sliding towards a situation where we have replaced one type of environmental injustice with another.

The grim irony is that these abuses are being perpetrated against the people least responsible for the climate catastrophe. Indigenous fishing communities in Papua New Guinea’s Basamuk Bay aren’t the ones pumping CO2 into the atmosphere. Yet it’s their water that was poisoned when a nickel mine dumped 23 tonnes of toxic waste into the ocean, while sourcing the minerals necessary to get drivers in Paris, Beijing and New York into electric cars. The need for regulation has never been so urgent.

Last month, Amnesty International and 66 other human rights and environmental organizations published a set of principles for businesses and governments to adopt in order to clean up battery supply chains. Many of the organizations who signed up to Powering Change represent the frontline communities most affected by the energy transition.

In Powering Change, we call on manufacturers to work towards maximum recycled content in batteries, minimize the use of hazardous materials, and manage battery waste responsibly. We call on businesses and governments alike to ensure environmental defenders and Indigenous communities are consulted and properly informed about planned operations and potential risks.

The EU Battery Regulation proposal contains several articles to improve transparency in supply chains, which is also one of our coalition’s crucial principles. In 2017, Amnesty researchers found that companies including Microsoft, Renault and Volkswagen were failing to ask basic questions about where the cobalt in their batteries came from. More than half the world’s cobalt comes from the DRC, where Amnesty has documented children and adults mining in perilous conditions, earning a couple of dollars a day to work in narrow tunnels at risk of collapse. In light of this, it’s unacceptable for businesses to shrug their shoulders about their supply chains – consumers deserve to know that their cars are not powered by human rights abuses.

This is why the European Battery Regulation could be one of the most important pieces of industry legislation ever. It would be the first legally binding initiative to clean up battery supply chains, and would force businesses to do more to protect workers, Indigenous communities and the environment.

Europe is the epicentre of the push towards a battery-powered future. Governments including the UK, Poland and Sweden are scrambling to construct multi-billion dollar battery “gigafactories”, and the European Investment Bank pledged €1 billion investment to the battery manufacturing industry in 2020. Many of the corporations that led the Second Industrial Revolution – the invention of the internal combustion engine, the mass growth of the car industry, and concurrent demand for oil – are now taking the reins of what they pledge will be a “Green Industrial Revolution.” It is imperative that this time, corporations recognize their impact on the planet and human rights, and factor this into their business models.

If the Battery Regulation is adopted, Europe would also be the epicentre of an energy transition that is genuinely clean and fair.

This article was originally published in EU Observer

 

Fuente de la Información: https://www.amnesty.org/en/latest/news/2021/02/corruption-and-child-labour-have-no-place-in-the-energy-transition/

Comparte este contenido:
Page 5 of 25
1 3 4 5 6 7 25