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Millones de niños obligados a trabajar como consecuencia de la Covid-19 ¿o del capitalismo?

Por: Eduardo Camín

 

Millones de niños corren el riesgo de tener que trabajar como consecuencia de la crisis de la Covid-19, lo que podría propiciar un aumento del trabajo infantil por primera vez tras veinte años de avances, según se desprende de un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Según el informe «Covid-19 y trabajo infantil: En tiempos de crisis», es hora de actuar; el trabajo infantil había disminuido en 94 millones de niños desde 2000, una mejora que ahora podría verse amenazada. Las estimaciones globales en 2017 indicaban que 152 millones de niños trabajaban en todo el mundo. Los niños que ya trabajan podrían tener que hacerlo durante más horas, o en peores condiciones.
Muchos de ellos podrían verse obligados a realizar las peores formas de trabajo, lo que causaría un daño significativo a su salud y a su seguridad.  “Habida cuenta de las graves consecuencias de la pandemia en los ingresos de las familias, muchas de estas, al no tener apoyo alguno, podrían recurrir al trabajo infantil”, afirmó Guy Ryder, Director General de la OIT.
“La protección social es fundamental en épocas de crisis, puesto que permite brindar asistencia a los más vulnerables (..) “Tener en cuenta los problemas asociados al trabajo infantil en el marco de políticas de mayor alcance sobre educación, protección social, justicia, mercados de trabajo y derechos humanos y laborales a escala internacional supone una diferencia fundamental”, añadió Ryder.
Según el informe, la pandemia podría resultar en un aumento de la pobreza y por tanto en un incremento del trabajo infantil, ya que los hogares utilizan todos los medios disponibles para sobrevivir. Algunos estudios aseguran que un aumento de un punto porcentual del nivel de pobreza conlleva un aumento del 0,7%, o más, del trabajo infantil.
“En tiempos de crisis, el trabajo infantil se convierte en un mecanismo de supervivencia para muchas familias”, dijo la Directora Ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore.  “A medida que la pobreza aumenta, las escuelas cierran y la disponibilidad de los servicios sociales disminuye, más niños se ven empujados a trabajar», señaló.
Fore añadió que «Cuando imaginamos el mundo después de la Covid, debemos asegurarnos de que los niños y sus familias dispongan de las herramientas necesarias para afrontar tormentas similares en el futuro: una educación de calidad, servicios de protección social y mejores oportunidades económicas pueden cambiar las cosas”. Hay cada vez más pruebas de que el trabajo infantil está aumentando a medida que las escuelas cierran durante la pandemia, lo que actualmente afecta a más de mil millones de alumnos en más de 130 países. Incluso cuando se reanuden las clases, es posible que algunos padres ya no puedan permitirse enviar a sus hijos a la escuela.

Día Mundial contra el trabajo infantil: el trabajo no es cosa de niños

 

Como resultado, más niños podrían verse forzados a realizar trabajos peligrosos y de servidumbre. La desigualdad de género puede agudizarse, puesto que las niñas son particularmente vulnerables a la explotación en el sector agrícola y en el trabajo informal o doméstico, según el informe.

 

 

 

En el informe, OIT y Unicef proponen un conjunto de medidas encaminadas a paliar el riesgo de que aumente el trabajo infantil, entre ellas, ampliar la protección social, facilitar la concesión de créditos a hogares en situación de pobreza, promover el trabajo decente para los adultos, facilitar el regreso de los niños a la escuela sin costos de escolaridad, y disponer de más recursos para realizar inspecciones laborales y hacer cumplir la ley.

 

Trabajo infantil; el catalogo de la deshonra

Los tiempos cambian. Hace menos de un año la Asamblea General de Naciones Unidas había instado a la comunidad internacional a emprender actividades para erradicar el trabajo forzoso y el trabajo infantil, y había declarado al 2021 como el Año para la Eliminación del Trabajo Infantil.

El desafío previsto para 2025 aparentemente se adelantaba en cuatro años. Hoy es más que probable que se agraven las causas fundamentales del trabajo infantil y el trabajo forzoso, entre ellas la pobreza, el acceso limitado a oportunidades de trabajo decente para las personas en edad legal de trabajar, la marginación social, la discriminación, la falta de una educación universal de calidad, la prevalencia de la economía informal y la debilidad del diálogo social.

El último relevamiento de la OIT en el año 2017 detectaba 218 millones de niñas y niños que realizaban alguna actividad productiva en el mundo. De ellos, 152 millones, el 70 % formaban parte del trabajo infantil y cerca de la mitad (73 millones) realizaba trabajos peligrosos.

México concentra la mitad del trabajo infantil en América Latina ...

El informe resalta que la crisis económica y social afectará especialmente a los niños. Se estima que este año entre 42 y 66 millones de niños podrían caer en la pobreza extrema como resultado de la crisis, lo que se suma a los 386 millones de niños que en 2019 ya se encontraban en esa situación.

Los niños “invisibles” que provienen de grupos minoritarios marginados, discapacitados, personas que viven en la calle y sin hogar, hogares monoparentales o encabezados por niños, migrantes refugiados, desplazados internos o de zonas afectadas por conflictos o desastres, son más vulnerables al trabajo infantil y corren un riesgo especial en la crisis actual. Los niños, en particular las niñas, además del riesgo de trabajo infantil, pueden verse abrumados por el aumento de las tareas domésticas y las responsabilidades de cuidado.

Las personas y familias vulnerables que han perdido sus empleos en la economía informal, y que necesitan urgentemente financiamiento para la supervivencia del hogar pero que tienen pocos ahorros y un acceso limitado a la protección social u otras formas de apoyo del Estado, es probable que corran un mayor riesgo de ser víctimas de los prestamistas que conceden créditos en condiciones que constituyen servidumbre por deudas.

Los trabajadores vulnerables tienen más probabilidades de ser engañados y atrapados en trabajos forzosos. La probabilidad de que más trabajadores contraigan deudas para sobrevivir, hace que el riesgo de aumentar la servidumbre por deudas sea particularmente importante. Las redes criminales pueden utilizar activamente esta crisis mundial para explotar las vulnerabilidades a fin de restringir aún más la libertad de las víctimas y aumentar el beneficio financiero que generan el trabajo forzoso y la trata de personas.

Las restricciones a la circulación pueden modificar las formas de explotación. Por ejemplo, las mujeres y los niños pueden ser explotados sexualmente con fines comerciales por sus abusadores en línea o en domicilios privados.

 

Los controles más estrictos en las fronteras pueden aumentar el riesgo de trata de personas. De hecho, las víctimas con documentación confiscada pueden correr el riesgo de sufrir abusos, detención y revictimización por parte de agentes de seguridad/policía que aplican cuarentenas y gestionan puntos de control.

Las víctimas a quienes los explotadores les han quitado su documentación personal pueden experimentar barreras adicionales para acceder a los servicios de salud y otros servicios relacionados con la Covid-19.

Una condena inherente al capitalismo

Una mirada mas inquisitoria del trabajo infantil por sector de la actividad económica arroja que el 70,9 % lo hace en la agricultura, el 17,2 % en los servicios y el 11,9 % en la industria.

El peso superlativo del sector primario indica el carácter aberrante del capitalismo que en pleno siglo XXI se aprovecha de la fuerza de trabajo de los menores en las tareas más duras y en las peores condiciones, expuestos a las altas temperaturas, a los agrotóxicos, a las alimañas, en síntesis, el trabajo en la naturaleza bajo el capitalismo no es apto para los niños y niñas.

Por fuera de la actividad agrícola, multinacionales como Apple, Samsung, Sony, entre otras, han sido denunciadas por obtener el mineral de cobalto para la fabricación de baterías para celulares o tablets de mano de miles de niñas y niños en el Congo.

En el mundo se registró en el último cuarto del siglo XX un resurgir del trabajo infantil en países sobre todo de Asia que han desarrollado sus industrias con trabajo muy simplificado, volviendo en algunos casos a situaciones de trabajo preindustrial.

Hasta aquí hemos visto como usa el capital la fuerza de trabajo y su propia dinámica de valorización nos lleva a la conclusión de que el trabajo infantil le es inherente.

Las actuales formas extremas de trabajo infantil, en la que los niños sufren tanto el efecto de las condiciones del trabajo peligroso como el trauma de la coacción, la amenaza de una pena y la falta de libertad, requiere la adopción de medidas urgentes por parte de los gobiernos y la comunidad internacional.

Pero las metas que declaman, los organismos del sistema de Naciones Unidas no pasan mas allá de las buenas intenciones, puesto que no atacan a la raíz del problema, la propiedad privada capitalista, sino al contrario buscan lavarle la cara al capitalismo con promesas de ponerle fin al trabajo infantil. Cada vez que señalan un objetivo como el de llegar a la erradicación del trabajo infantil en 2025, termina obviamente fracasando.

El mentado uso capitalista de los avances en la tecnología, en vez de liberar cada vez más a la humanidad del trabajo asalariado, extiende el tiempo vital dedicado al trabajo. Y, por otro lado, expulsa fuerza de trabajo y precariza las condiciones laborales de cada vez más amplios sectores.

En tiempos de barbarie todo intento de erradicar el trabajo infantil dentro de los marcos de la sociedad capitalistas está condenado al fracaso.

Fuente e imagen: https://rebelion.org/millones-de-ninos-obligados-a-trabajar-como-consecuencia-de-la-covid-19-o-del-capitalismo/

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Ginebra: La covid-19 empuja a millones de niños al trabajo infantil

La covid-19 empuja a millones de niños al trabajo infantil

El trabajo infantil se redujo en el mundo en lo que va de siglo, pero la recesión causada por la nueva pandemia puede revertir la tendencia y forzar a millones de niños a duras labores, sobre todo en el sur y sureste de Asia, África y América Latina.

Millones de niños pueden ser llevados a laborar por el impacto económico de la covid-19, un retroceso al cabo de 20 años de avances en la materia, expuso un informe de la OIT y Unicef este viernes 12, Día Mundial contra el Trabajo Infantil.

Guy Ryder, director de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), dijo que “debido a las graves consecuencias de la pandemia en los ingresos de las familias, muchas podrían recurrir al trabajo infantil, con niños obligados a realizar las peores formas de trabajo, lo que causaría un daño significativo a su salud y a su seguridad”.

En tiempos de crisis “el trabajo infantil se convierte en un mecanismo de supervivencia para muchas familias, a medida que la pobreza aumenta, las escuelas cierran y los servicios sociales disminuyen”, expuso Henrietta Fore, directora de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).

A comienzos de siglo 246 millones de niños debían trabajar en el mundo y los avances contra la pobreza redujeron esa cifra a 152 millones hacia 2017, según la OIT, pero la recesión a lo largo de 2020 amenaza con revertir esa tendencia.

Por cada punto porcentual que aumente la pobreza –46 por ciento de la población del planeta o 3500 millones de personas, según el Banco Mundial- el trabajo infantil puede incrementarse en 0,7 por ciento, de acuerdo con la organización.

Conforme con esos cálculos, si como teme el Banco Mundial la recesión lleva a la pobreza a unos 180 millones de personas en el mundo, sobre todo en el sureste y sur de Asia, África al sur del Sahara y América Latina, más de dos millones de niños se incorporarán al trabajo como mecanismo de supervivencia, solo en 2020.

En América Latina al menos 300 000 niños podrían agregarse a los 10,5 millones que trabajan, mayoritariamente en condiciones de informalidad, según proyecciones de la OIT con base en estudios efectuados en Costa Rica, México y Perú.

Los niños que ya trabajan podrían tener que hacerlo durante más horas, o en peores condiciones y lejos de mecanismos de protección, pues 70 por ciento de ellos son faeneros agrícolas en las zonas rurales.

En comparación con los adultos, es más probable que los niños acepten trabajo por menos salario y en condiciones vulnerables. Las empresas pueden reclutar niños deliberadamente para reducir costos y aumentar las ganancias, advirtió el estudio.

Los niños son a menudo la mano de obra más disponible en los hogares. Por ejemplo, el desempleo de los padres debido a las crisis económicas en Brasil ha llevado a los niños a intervenir para proporcionar apoyo temporal y se han documentado efectos similares en Guatemala, India, México y Tanzania.

También al estudiar emprendimientos en Filipinas, Malawi y Zambia, la OIT observó que cuando la producción crece dentro de los hogares, el trabajo infantil aumenta.

La labor infantil crece a medida que las escuelas cierran durante la pandemia, que ha afectado a 1000 millones de alumnos en más de 130 países. Incluso cuando se reanuden las clases, puede que algunas familias decidan ya no enviar a sus hijos a la escuela.

“Muchos padres en mi vecindario se han aprovechado de las ´vacaciones´ para enviar a los niños a la ciudad a vender frutas y verduras”, testimonió un muchacho en Malawi.

Más niños podrían verse forzados a realizar trabajos peligrosos y de servidumbre, y la desigualdad de género puede agudizarse, puesto que las niñas son particularmente vulnerables a la explotación en el sector agrícola y en el trabajo informal o doméstico, según el informe.

El informe Unicef-OIT pide a los gobiernos medidas para paliar el riesgo de que aumente el trabajo infantil, entre ellas ampliar la protección social, conceder créditos a hogares pobres, promover el trabajo decente para los adultos, facilitar el regreso de los niños a la escuela, y realizar inspecciones laborales para hacer cumplir la ley.

Fuente de la Información: http://www.ipsnoticias.net/2020/06/la-covid-19-empuja-millones-ninos-al-trabajo-infantil/

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Los avances en la erradicación del trabajo infantil, en peligro por la pandemia

Redacción: Notimérica

UNICEF y OIT alertan de que incluso cuando las escuelas reabran muchos niños no volverán a clase y podrían empezar a trabajar.

En los últimos 20 años, la cifra de niños víctimas de trabajo infantil se ha reducido en 94 millones, un importante logro que podría revertirse como consecuencia de la crisis provocada a nivel mundial por la pandemia de COVID-19 y que podría empujar a millones de niños a tener que trabajar, según alertan el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Ambas agencias han presentado un informe conjunto «COVID-19 y trabajo infantil: Un tiempo de crisis, un tiempo de actuar» con motivo de que el 12 de junio se celebra el día mundial contra esta práctica.

En él, alertan de que no solo la crisis por la pandemia podría obligar a empezar a trabajar a millones de niños sino que los que ya trabajan podrían tener que hacerlo durante más horas, o en peores condiciones. Muchos de ellos podrían verse obligados a realizar las peores formas de trabajo, lo que causaría un daño significativo a su salud y a su seguridad.

«Habida cuenta de las graves consecuencias de la pandemia en los ingresos de las familias, muchas de estas, al no tener apoyo alguno, podrían recurrir al trabajo infantil», previene el director general de la OIT, Guy Ryder. «La protección social es fundamental en épocas de crisis, puesto que permite brindar asistencia a los más vulnerables», sostiene.

En opinión del máximo responsable de la OIT, «tener en cuenta los problemas asociados al trabajo infantil en el marco de políticas de mayor alcance sobre educación, protección social, justicia, mercados de trabajo y Derechos Humanos y laborales a escala internacional supone una diferencia fundamental».

Según el informe conjunto, la COVID-19 podría causar un aumento de la pobreza y, por tanto, un incremento del trabajo infantil, ya que los hogares utilizan todos los medios disponibles para sobrevivir. Algunos estudios aseguran que un aumento de un punto porcentual del nivel de pobreza conlleva un aumento del 0,7 por ciento, o más, del trabajo infantil.

En este sentido, la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, recuerda que «en tiempos de crisis, el trabajo infantil se convierte en un mecanismo de supervivencia para muchas familias». «A medida que la pobreza aumenta, las escuelas cierran y la disponibilidad de los servicios sociales disminuye, más niños se ven empujados a trabajar», añade.

Por ello, sostiene que «cuando imaginamos el mundo después de la COVID-19, debemos asegurarnos de que los niños y sus familias disponen de las herramientas necesarias para afrontar tormentas similares en el futuro». «Una educación de calidad, servicios de protección social y mejores oportunidades económicas pueden cambiar las cosas», defiende la jefa de UNICEF.

De acuerdo con ambas agencias, los grupos de población vulnerables, en particular los que trabajan en el sector informal y los trabajadores migrantes, serán los que más padezcan los efectos de la recesión económica, el aumento de la informalidad y el desempleo, así como el empeoramiento general de la calidad de vida, las crisis sanitarias y las deficiencias de los sistemas de protección social, entre otras consecuencias adversas de la crisis.

Asimismo, subrayan que hay cada vez más pruebas de que el trabajo infantil está aumentando a medida que las escuelas cierran durante la pandemia. El cierre temporal de escuelas afecta actualmente a más de 1.000 millones de alumnos en más de 130 países. Incluso cuando se reanuden las clases, previenen, es posible que algunos padres ya no puedan permitirse enviar a sus hijos a la escuela

El resultado de ello podría ser más niños forzados a realizar trabajos peligrosos y en condiciones de explotación. Además, advierten, la desigualdad de género puede agudizarse, puesto que las niñas son particularmente vulnerables a la explotación en el sector agrícola y en el trabajo informal o doméstico.

El informe propone un conjunto de medidas encaminadas a paliar el riesgo de que aumente el trabajo infantil, entre ellas, ampliar la protección social, facilitar la concesión de créditos a hogares en situación de pobreza, promover el trabajo decente para los adultos, facilitar el regreso de los niños a la escuela sin costos de escolaridad, y disponer de más recursos para realizar inspecciones laborales y hacer cumplir la ley.

Fuente: https://www.notimerica.com/politica/noticia-coronavirus-avances-erradicacion-trabajo-infantil-peligro-pandemia-20200612020528.html

 

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Mundo: El trabajo infantil crece de nuevo en Latinoamérica por la COVID-19

Mundo/América Latina/14-06-2020/Autor(a) y Fuente: www.publimetro.co

La pandemia de Covid-19 y el aumento de la pobreza que ha provocado pueden abocar a «millones de niños» a trabajar y aumentar la cifra de menores explotados en el mundo, después de veinte años de reducción de este indicador, advierte hoy un informe de Naciones Unidas.

«En tiempos de crisis, el trabajo infantil se convierte en un mecanismo de supervivencia para muchas familias», explicó la abajo, Henrietta Fore, quien subrayó que, «a medida que la pobreza aumenta, las escuelas cierran y los servicios sociales disminuyen, más niños se ven empujados a trabajar».

Trabajo infantil 2

El informe no predice una cifra exacta de cuántos niños podrían verse forzados a trabajar en la actual crisis, aunque la OIT y UNICEF citan estudios sociológicos según los cuales un aumento de un punto porcentual del nivel de pobreza suele conllevar una subida de 0,7 puntos en la tasa de trabajo infantil.

Además, los menores que ya trabajan «podrían tener que hacerlo durante más horas o en peores condiciones», indican las dos agencias de Naciones Unidas, que recuerdan que más de mil 600 millones de niños se han visto afectados por el cierre de escuelas durante la pandemia.

Cuando las aulas reabran «es posible que algunos padres ya no puedan permitirse enviar a sus hijos a la escuela», consideran ambas organizaciones.

También temen una agudización de la desigualdad de género derivada de todo este fenómeno, ya que las niñas son especialmente vulnerables a ser explotadas en sectores informales como la agricultura o el servicio doméstico.

El informe propone varias medidas para mitigar el riesgo de mayor explotación infantil, que incluyen una ampliación de la protección social, la concesión de créditos a hogares en situación de pobreza, la promoción de trabajo digno para los adultos o iniciativas para facilitar el retorno de los niños a las clases.

Trabajo infantil 3

«Tener en cuenta los problemas asociados al trabajo infantil en el marco de políticas de mayor alcance sobre educación, protección social, justicia, mercados de trabajo y derechos humanos y laborales a escala internacional supone una diferencia fundamental», subrayó el director general de la OIT, Guy Ryder.

Los grupos vulnerables, en particular aquellos que trabajan en el sector informal y los migrantes, podrían ser las principales víctimas de un eventual aumento de la explotación infantil, de acuerdo con Naciones Unidas.

En este sentido, Latinoamérica podría ser una de las regiones más afectadas, dados los importantes flujos migratorios en Centroamérica o desde Venezuela a otros países de la región y teniendo también en cuenta que el sector informal sostiene el 53 % de la economía en esas naciones.

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.co/co/mundo/2020/06/12/trabajo-infantil-crece-nuevo-latinoamerica-la-covid-19.html

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Por qué hay países en los que es mejor abrir escuelas pese a arriesgarse a un brote

Redacción: El Confidencial

UNICEF ha pedido que se reabran las escuelas en países subsaharianos, pese a que no hay un consenso científico sobre si los niños son igual de contagiadores del coronavirus que los adultos.

En enero, un niño británico de 9 años se contagió del coronavirus durante unas vacaciones en los Alpes. Ya en casa, y como muchos otros niños de su edad que también se han visto expuestos al covid-19, apenas desarrolló síntomas leves. Las autoridades británicas hicieron pruebas a cada uno de los 72 contactos del muchacho, y ninguno dio positivo por el covid-19. ¿Significa esto que los niños, además de quedar relativamente a salvo de las consecuencias más graves de la enfermedad, no son vectores de contagio?

Los científicos no lo tienen claro: hace apenas unos días, un estudio avalado por el Comité científico alemán para la pandemia y con Christian Drosten (el Fernando Simón germano) a la cabeza advertía que, aunque los síntomas de los niños eran más leves, los infectados parecían tener los mismos niveles de virus en su cuerpo que los adultos. La conclusión de Drosten, que apuntala la respuesta alemana al virus, es que las escuelas y guarderías podrían actuar como centros de transmisión del covid-19 si se levantan las restricciones actuales, que mantienen a más de 1,7 mil millones de estudiantes sin acceso a las aulas en todo el mundo.

Esta semana, la propia agencia de las Naciones Unidas para los Niños, UNICEF, pedía ya que se reabrieran las escuelas en países del África subsahariana y el Sahel. Save the Children se unía a la petición. El brote de coronavirus en África, aunque no ha llegado a las cotas de infección de EEUU o Europa occidental, está lejos de haberse superado, con algo más de 32.500 contagios (sin incluir Egipto) y 1.112 muertos. Y sin conocer si realmente los niños son vectores de contagio y las masificadas escuelas posibles reservorios de virus, ¿por qué las propias agencias de la ONU insisten en su reapertura, pese al riesgo de un brote de contagios?

La razón se remonta a 2014 y el escenario es el África occidental asediado por la epidemia de ébola, que dejó al menos 11.323 muertos (las cifras podrían ser mucho mayores) en países como Liberia, Sierra Leona y Guinea.

Un equipo de sanitarios traslada a un fallecido por ébola en Monrovia (Liberia), en septiembre de 2014. (EFE)

Un equipo de sanitarios traslada a un fallecido por ébola en Monrovia (Liberia), en septiembre de 2014. (EFE)

En medio de la epidemia de ébola, un virus hemorrágico mucho menos infeccioso que el coronavirus SARS-CoV-2 pero infinitamente más mortal (cerca del 59% de los que la contrajeron fallecieron, la letalidad en algunas zonas superó al 60%), las escuelas cerraron en Liberia, epicentro del brote. Se suspendió la educación para 5 millones de niños durante nueve meses. Tiempo suficiente para que las consecuencias siguieran marcando el país y una generación seis años después.

Generación perdida

Con el cierre de escuelas en África occidental y la crisis económica en general, el maltrato y el trabajo infantil creció exponencialmente. También la explotación sexual de las menores. Niñas en ambientes más desfavorecidos quedaban embarazadas y sin acceso a métodos de planificación familiar. Paralelamente, miles de niños se quedaron sin acceso a muchos servicios básicos que en estos países se proveen en los centros educativos, desde alimentación a vacunas. Según cifras de UNICEF, cerca de un millón de niños quedaron sin vacunar ese año en Liberia.

Con la reapertura de los colegios, muchos y muchas no regresaban: los primeros, porque quedaban sometidos al trabajo infantil, las segundas, víctimas de la explotación sexual o matrimonios y embarazos prematuros. En 2015, Liberia ordenó una prohibición de asistir a la escuela a aquellas menores «visiblemente embarazadas», bajo la excusa de que podían dar mal ejemplo a otras alumnas. Esas niñas se habían quedado embarazadas durante los nueve meses de cierre de escuelas.

«Aprendimos muchas lecciones difíciles del ébola», afirma el director regional de UNICEF para África oriental y meridional, Mohamed M. Malick Fall, «pero una de las más graves fue que después del cierre prolongado de las escuelas vemos aumentos en la explotación infantil, el abuso infantil e incluso en los embarazos adolescentes; mientras se hace más difícil para los niños más vulnerables regresar a la escuela».

Escuelas cerradas en toda África

La situación con el coronavirus se augura incluso peor. Todos los países africanos han cerrado sus escuelas a nivel estatal, según el último informe de la UNESCO. Mientras que en países más desarrollados el curso escolar ha seguido a trompicones gracias a internet o a través de sesiones educativas en la radio o la televisión, en países subsaharianos, donde el 85% de la población rural no tiene acceso a la electricidad, es más complejo. Y las medidas de distancia social y la alta tasa de contagio de coronavirus dificultan otras iniciativas para proteger a los menores del trabajo infantil o la explotación sexual.

Cierres de escuelas en el mundo. En morado, totales. En fucsia, parciales. (UNESCO)
Cierres de escuelas en el mundo. En morado, totales. En fucsia, parciales. (UNESCO)

Es el caso por ejemplo de la Academia de Fútbol para Chicas de Kibera (KGSA, en sus siglas en inglés) que educaba desde 2002 a cerca de cien niñas y jóvenes del mayor poblado chabolista de Nairobi (Kenia), con clases normales por la mañana y sesiones de fútbol por la tarde con el objetivo de esquivar el embarazo y el matrimonio prematuro en las jóvenes de la favela. «Cuando una niña practica fútbol, está ocupada con el entrenamiento, no tiene ocasión de quedarse embarazada o cosas peores», explicaba a esta periodista Richard Teka, coordinador de la KGSA, antes de que se cerraran las clases. Ahora, han sido suspendidas, como las de todo el país.

«Su educación es interrumpida, los niños no tienen ya un ‘lugar seguro’ como una escuela. Como resultado, se hacen más vulnerables al abuso, negligencia, violencia y explotación, y es más probable que, especialmente las niñas, dejen la escuela directamente», afirmaba en un comunicado la sección de Save the Children para África occidental y el Sahel.

El coronavirus ha desencadenado una «crisis educativa que no tiene precedentes en cuanto a alcance, duración e impacto«, afirma el responsable de UNICEF para la región, Mohamed M. Malick Fall. En África oriental y meridional «hasta 16 millones de niños ya no acceden a las comidas críticas diarias en la escuela, y la violencia está aumentando». En este sentido, a veces el «remedio» es peor que la enfermedad, y la organización pide que se reabran las escuelas de manera segura, para lo que ha adoptado una nueva orientación técnica denominada «Marco para la reapertura de las escuelas» que proporciona una hoja de ruta segura de esos centros, y que ha publicado junto al Programa Mundial de Alimentos, el Banco Mundial y la UNESCO.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-05-06/cuando-es-mejor-abrir-escuelas-y-arriesgarse-a-un-brote-que-mantenerlas-cerradas_2581156/

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El trabajo infantil en América Latina «tiene rostro de mujer y niña»

Redacción: DW

La Organización Internacional del Trabajo estima que unos seis millones de niños y niñas sufren explotación laboral en América Latina. La pandemia de la COVID-19 empeorará esta situación, advierte experto.

Los países que aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, una iniciativa impulsada por Naciones Unidas, se comprometieron, entre otras cosas, a erradicar el trabajo infantil hasta el año 2025.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el trabajo infantil como todo tipo de actividad laboral que «priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico». En sus formas más extremas, «los niños son sometidos a situaciones de esclavitud, separados de su familia, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle de grandes ciudades».

Según el último índice de Esclavitud Global, publicado en 2018, al menos 40,3 millones de personas en el mundo viven y trabajan en condiciones de esclavitud. Esta lacra moderna es un gran negocio, solo por detrás del contrabando de armas y el narcotráfico.

La OIT estima que unos 6 millones de menores de edad sufren explotación laboral en América Latina, desempeñándose en trabajos peligrosos. En total, alrededor de 10,5 millones se encuentran en situación de trabajo infantil, es decir, el 7,3 por ciento de la población regional de 5 a 17 años. La esclavitud infantil se da sobre todo en el sector agrícola. Sin embargo, no solo es un problema rural. La minería, los basureros, el trabajo doméstico, la cohetería y la pesca son otros sectores de alto riesgo para los niños y las niñas.

Entre las peores formas de trabajo infantil figuran la explotación sexual comercial, la trata de niños y niñas con fines de explotación laboral y la utilización de niños y niñas en conflictos armados y el tráfico de drogas.

Un fenómeno aceptado

En muchas familias latinoamericanas, el trabajo infantil se acepta como un ingreso adicional. Sobre todo en las comunidades que dependen de la agricultura, muchas veces es visto como una tradición. «Algunas actividades pueden ser consideradas parte de la formación y socialización de sus integrantes, lo que relativiza los riesgos y peligros que pueden entrañar para el desarrollo y la seguridad de niños, niñas y adolescentes», se lee en la página online del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC, por sus siglas en inglés), de la OIT.

Luis Fernando Figueroa, consultor en proyectos de cooperación con temática infantil y juvenil, del Centro San Isidro, en Santa Cruz, Bolivia, pone como ejemplo de explotación laboral forzosa la cosecha de caña de azúcar en América Latina. Muchas familias bolivianas van a la cosecha en Argentina o Chile. Asimismo, en las minas de la región, los menores de edad trabajan más de ocho horas bajo condiciones extremas.

Bolivia: trabajo infantil legal

El consultor también hace hincapié en la creciente migración campo-ciudad. «Cuando migran, los jóvenes venden su fuerza laboral a las peores condiciones».

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Brasil, México y Perú son los países latinoamericanos done el trabajo infantil es más frecuente en números absolutos; en términos porcentuales, los países con mayor prevalencia de trabajo infantil son Bolivia (26,4 por ciento), Paraguay (22,4 por ciento) y Perú (21,8 por ciento).

El coronavirus arrastrará América Latina

De cara a la pandemia del nuevo coronavirus, Fernando Figueroa teme que la crisis se vaya a acrecentar. Las economías latinoamericanas están paralizadas para prevenir la propagación de la COVID-19. «Las economías son débiles, hay una debilidad institucional en cuanto a la generación de políticas para promover y fortalecer la capacidad productiva de los países. Como consecuencia, muchas más personas de temprana edad saldrán a trabajar», dice a DW.

«Ese trabajo infantil también tiene un rostro de mujer y de niña, es el 70 por ciento de población que va a estar en peores condiciones de trabajo. Muchos países están solicitando préstamos para hacer frente a las consecuencias económicas de la pandemia, pero la creciente informalidad va a ser otro sector que va a impulsar que los niños salgan a trabajar». Fernando Figueroa advierte que, si los Gobiernos no toman las medidas correctas, la pandemia va a diezmar la «fuerza laboral de jóvenes que pueden aportar de manera digna, instruida, con capacidad y formación a la economía de los países».

Si bien el experto señala que ha habido avances graduales en la  reducción de trabajo infantil en América Latina, teme que, con la pandemia del coronavirus, las metas de Naciones Unidas al respecto se vuelvan una «utopía». (few)

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Trabajo infantil, la eterna injusticia: Un iceberg en las cadenas mundiales de suministro.

Por: Eduardo Camín

Dicen los entendidos que un iceberg aparenta ser no muy grande porque sobresale del agua solo la octava parte de su volumen total, aunque, de hecho, su parte sumergida puede alcanzar dimensiones enormes. Al referirme al tema del trabajo infantil esa metáfora me pareció pertinente ya que navegamos en este inmenso mar de silencio, entre tanto ruido de ausencias, que parece dictar nuestra conducta.

Ésta no cae del cielo, ni sube al infierno, apenas navega en las profundidades más oscuras de la tierra, pero cada día despierta y sobrevive entre nosotros… esa eterna injusticia. Hace algunas semanas los Países Bajos (antes conocida como Holanda) fue el escenario de una importante conferencia para definir las medidas a adoptar para erradicar el trabajo infantil de las cadenas mundiales de suministro.

El Director General de la OIT, Guy Ryder, participó en una mesa redonda enmarcada en esta conferencia organizada por el Gobierno de los Países Bajos en colaboración con la OIT, Marcha Mundial contra el Trabajo Infantil y Netherlands Enterprise Agency (organismo empresarial de los Países Bajos).

En su discurso inaugural Ryder instó a aplicar un planteamiento que abarque la totalidad de la cadena de suministro para resolver el trabajo infantil. Explicó que las iniciativas de lucha contra el trabajo infantil en dichas cadenas no serán suficientes si no van más allá de los proveedores inmediatos, hasta abarcar a los actores de, por ejemplo, los procesos de extracción y producción de las materias primas.

Exhortó además a los gobiernos a resolver las causas fundamentales del trabajo infantil en las cadenas mundiales de suministro, como la pobreza, la informalidad y el acceso insuficiente a la educación. “En la actualidad, 152 millones de niños siguen inmersos en el trabajo infantil. La necesidad de acelerar el progreso resulta evidente”, dijo el Director General.

Por lo tanto, la resolución de las Naciones Unidas en la que se declara 2021 como Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil sería una excelente ocasión para mantener el impulso y acelerar la actuación para hacer desaparecer el trabajo infantil en todas sus formas de aquí a 2025.

Sigrid Kaag, Ministro de Comercio Exterior y de Cooperación para el Desarrollo de los Países Bajos, anunció que su país se convertiría en país pionero de la Alianza 8.7, ya que se trata del primer Estado miembro de la Unión Europea en sumarse a la misma.

La Alianza 8.7 congrega a 225 organizaciones empeñadas en llegar a la Meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, que insta a los gobiernos del mundo a erradicar el trabajo infantil para 2025 y a adoptar medidas eficaces para eliminar las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas en el periodo comprendido desde entonces hasta 2025.

Un informe elaborado por la OIT, la OCDE, la OIM y UNICEF, titulado Erradicar el trabajo infantil, el forzoso y la trata de personas en las cadenas mundiales de suministro, incluye las primeras estimaciones jamás realizadas sobre el trabajo infantil en las cadenas mundiales de suministro. El estudio indica que la relación entre el trabajo infantil y dichas cadenas suele ser indirecta.

Una apreciable proporción del trabajo infantil en las mismas tiene lugar en el tramo más bajo, en actividades como la extracción de materias primas y la agricultura, lo cual dificulta la diligencia debida, la visibilidad y la trazabilidad. A lo largo de la última década, y con el apoyo de la OIT, más de 60 países – que implementaron casi 200 leyes – adaptaron sus marcos jurídicos en conformidad con los Convenios sobre trabajo infantil de la OIT.

El trabajo infantil entre convenios y promesas

Se entiende por trabajo infantil todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y mental. Este concepto se define en el Convenio número 138 de la OIT sobre la edad mínima (1973), en el Convenio 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil (1999) y en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.

Este informe pretende sustentar las políticas y prácticas públicas y empresariales para prevenir el trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas en las cadenas mundiales de suministro, y proteger a sus víctimas. A la vez, reconoce la naturaleza pluridimensional de estas violaciones de los derechos humanos y la necesidad de hacerles frente mediante una combinación acertada de políticas.

Se tiene en cuenta no solo los factores de riesgo y las intervenciones de políticas necesarias para abordar la vulnerabilidad de las personas, sino también la extraordinaria complejidad de las cadenas mundiales de suministro que pueden ocultar abusos y vínculos con la informalidad y la migración laboral.

Las cadenas mundiales de suministro pueden engendrar crecimiento, empleo, desarrollo de capacidades y transferencia de tecnología. Sin embargo, en ellas se han registrado déficits de trabajo decente, y violaciones de los derechos humanos, y en particular trabajo infantil, trabajo forzoso y trata de personas. Todos los actores que intervienen en este contexto tienen la responsabilidad de velar por que se aborden estas violaciones de los derechos humanos.

En la punta del iceberg la pobreza

Es importante señalar que la naturaleza oculta del trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas en las cadenas mundiales de suministro refleja tanto la complejidad de los procesos de producción como las limitaciones de los datos.

Las lagunas en materia de datos, debido a la ausencia de encuestas nacionales periódicas sobre trabajo infantil y trabajo forzoso en varios países, y la dificultad para obtener datos detallados sobre la prevalencia de estos fenómenos en ciertos proveedores que operan en los niveles iniciales de las cadenas mundiales de suministro, limitan considerablemente la capacidad de las partes interesadas para dar prioridad a las zonas o industrias en las que es más urgente tomar medidas, pero estas lagunas no deben servir de pretexto para no actuar con la debida diligencia más allá de los proveedores inmediatos.

Si podemos afirmar que el carácter pluridimensional de la pobreza es central para comprender la vulnerabilidad al trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas. El papel de la pobreza como motor de estas violaciones de los derechos humanos resulta claro. La pobreza aumenta las probabilidades de que los hogares tengan que recurrir al trabajo infantil a expensas de la educación de sus hijos para satisfacer sus necesidades básicas y hacer frente a la incertidumbre y las crisis.

Algunos estudios muestran que los hogares pueden responder a las crisis relacionadas con la salud, como la repentina enfermedad de los tutores o del principal sostén de la familia, poniendo a los niños a trabajar. Esto sugiere que el trabajo infantil actúa como un amortiguador o un seguro del hogar contra el impacto de las crisis relacionadas con la salud.

En el contexto del trabajo forzoso y la trata de personas, la pobreza puede llevar a aceptar cualquier trabajo, independientemente de los riesgos, para poder sobrevivir, o a permanecer en empleos en condiciones abusivas.

Algunos estudios también relacionan la servidumbre por deudas con la exposición a las crisis, como la muerte repentina del principal sostén de la familia, o los desastres naturales, ya que el endeudamiento de alto riesgo es otra práctica a la que recurren los hogares para hacer frente a las crisis.

Sin dudas que la privación de la educación es otra de las principales formas en que las familias experimentan la pobreza, y está asociada al trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas de manera importante.

Por un lado, el papel que desempeña la educación pública gratuita y de calidad como alternativa al trabajo infantil y, por el contrario, la manera en que la falta de acceso a las escuelas o la mala calidad de la enseñanza pueden empujar a los niños al trabajo infantil y a las situaciones de trabajo forzoso o trata de personas.

Existen numerosas pruebas de esta interacción negativa entre el trabajo y la escolarización, por ejemplo, en las comunidades cacaoteras y en las comunidades vinculadas a la minería artesanal, en las que la falta de opciones de escolarización que valgan la pena es una de las principales razones por las que los niños empiezan a trabajar prematuramente.

El trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas se producen en su inmensa mayoría en la economía informal. Un gran número de estudios revela que los trabajadores de la economía informal figuran entre los grupos más vulnerables y menos protegidos.

Otro aspecto para destacar es el tema de la violencia, por ejemplo, en el hogar, en la escuela o en instituciones, puede llevar a los niños a abandonar la escuela y volverlos vulnerables al trabajo infantil. El trabajo se convierte en una manera de sobrevivir, incluso en formas de extrema explotación como la explotación sexual, el reclutamiento por pandillas, grupos o fuerzas armados, el trabajo forzoso y la trata de personas.

La discriminación y la violencia en las escuelas, por parte de compañeros, maestros u otros miembros del personal escolar, también pueden contribuir al trabajo infantil, ya que aumentan las probabilidades de que los niños abandonen la escuela prematuramente si son objeto de discriminación o violencia –incluidas las peleas en el patio de recreo, los abusos verbales o sexuales, la intimidación, la humillación, los castigos corporales, la violencia de las pandillas u otras formas de trato cruel y humillante.

En realidad, vivimos en un momento peligroso, un momento en que el autoengaño es un tema cada vez más actual. La humanidad como especie enfrenta una amenaza, su destrucción total. Ya se trate por muerte rápida causada por una guerra nuclear o de muerte ecológica lenta como consecuencia de la destrucción inexorable de los bosques, la tierra fértil y el agua potable, insistimos que la tendencia del hombre a engañarse a sí mismo desempeña un rol importante en esta aniquilación. Por eso cada día despierta y sobrevive entre nosotros, esa eterna injusticia.

Fuente: https://insurgenciamagisterial.com/trabajo-infantil-la-eterna-injusticia-un-iceberg-en-las-cadenas-mundiales-de-suministro/

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