En medio de esta crisis, pareciese ser que se evidencia un momento oportuno en el cual los docentes puedan recuperar el rol pertinente en nuestras sociedades contemporáneas. Y es que, el situar diálogos reflexivos y críticos constantemente, en torno a sobre para qué estamos realizando los procesos de enseñanza-aprendizaje elevará el espíritu crítico y transformador de nuestra profesión.
¿Podemos hablar de educación centrada en las dimensiones del ser humano? ¿Es realmente el desarrollo del pensamiento crítico un recurso para transformar sociedades individualistas a sociedades más justas y centradas en el bien de la mayoría? ¿Es la escuela realmente un espacio de encuentro social o más bien es un espacio que facilita la reproducción de las culturas dominantes y las lógicas de mercado?
En el mundo antiguo, los griegos desarrollaron conceptualizaciones en torno al Areté o también concebida como la excelencia y la virtud, y es que para filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles la importancia de trabajar la Areté se consolida como una idea inteligible que ilumina el camino del alma de las personas para el desarrollo máximo de las virtudes de cada ser humano.
Para ello, la paideia, educación o formación se consolidó desde una práctica constante del hábito como un motor hacia la excelencia donde el conseguir la armonía entre las diversas virtudes favorecería no solamente el perfeccionamiento humano, sino que también a la comunidad entera. Si bien, esta paideia o proceso educativo busca desplegar en los maestros de la época métodos de crianza para la educación de los niños, entorno al cultivo de valores y habilidades pertinentes a la estructura física de la polis. Estas, se suscriben al fortalecimiento del bien común, el amor, igualdad y justicia, movilizados en su conjunto hacia el servicio de lo público.
Desde esta perspectiva, los maestros filósofos del mundo antiguo centran a la educación como un eje central que facilita el cultivo de la excelencia en los individuos. de forma que pueda contribuir al bien común de todos sus miembros. Ante esto, cabe preguntarse ¿es acaso ese sentido de la educación que movilizaba a los maestros griegos, el mismo qué moviliza a los maestros contemporáneos?
La pandemia ha puesto en evidencia las múltiples grietas de nuestros sistemas educativos reflejando cuales son las prioridades de nuestros gobiernos y sus respectivas políticas educativas, con ello pareciese ser que han sido muy pocos los sistemas educativos que han podido sostener realmente métodos de enseñanza centrados en fomentar y satisfacer diversas necesidades humanas como la emocional, la reflexión y el pensamiento crítico en medio de la crisis por sobre una mera instrucción a distancia disfrazada como “recurso de aprendizaje” plasmada en guías, fichas online, video llamadas, o docentes que han mutado a una especie de youtuber.
Para el caso latinoamericano, especialmente el de Chile, la crisis ha evidenciado con mayor amplitud los niveles de desigualdad y es que las decisiones políticas han ido orientadas hacia la preservación del modelo económico, que ya venía de una crisis social profunda arrastrada desde octubre del 2019 a causa del estallido social vivida en el país sudamericano. Esta problemática se refleja en que las medidas de protección y asilamiento han ido dirigidas para todos, sin embargo, no han otorgado tranquilidad económica para un sector importante de la ciudadanía, afectada por las alzas de desempleo y un Estado que no ha sido capaz de regular y frenar el aumento de precios en los insumos básicos para vivir. Desde este horizonte, el despliegue de la acción curricular del Ministerio de Educación es homogéneo a las medidas del Estado, ya que el plan educativo ha reflejado que solo favorece a un sector de la población, que puede acceder a un tipo de educación promovida en Chile, basada principalmente en la transmisión de conocimientos y los resultados medibles en pruebas estandarizadas, lo que ha reflejado las altas brechas de desigualdad social y las barreras de aprendizaje en los estudiantes chilenos.
Es que, en Chile, la forma de administrar la educación se despliega desde tres aristas, las escuelas públicas, las subvencionadas (o ahora llamadas corporaciones educacionales) y las privadas. La primera ha ido en decadencia hace ya 40 años, y es que, desde la privatización de la educación, el Ministerio ha perdido el sentido de formular una política educativa que regule la privatización y vaya en beneficio de la mayoría. Esto ha dado espacio para fortalecer el mercado de bienes y servicios a través de la privatización de la educación pública, relegando el derecho social de la educación a un plano consumidor, competitivo y altamente segregador. En este sentido el cultivo del valor mercado, se evidencia en los establecimientos que compiten entre sí por el dinero que reciben por cada estudiante y por quién puede ofrecer una mejor oferta de enseñanza para las familias, la cuales según el nivel económico podrán pagar ese tipo de educación considerada como de calidad, la cual se mide principalmente por evaluaciones estandarizadas centras en resultados por sobre procedimientos de enseñanza-aprendizaje. Esto ha generado un aumento considerable en las brechas de desigualdad social, siendo para el caso chileno entre las más altas a nivel OCDE.
Por otra parte, la respuesta que ha dado Argentina en materias educativas ante la crisis sanitaria ha sido similar a la del caso chileno, donde solamente han prevalecido con un rol activo las escuelas privadas con el envío de material y fichas de trabajo, las cuales los estudiantes descargan en sus respectivos monitores y teléfonos celulares. Sin embargo, al igual que en Chile, no todos los estudiantes argentinos tienen el poder adquisitivo para poseer alguna plataforma digital que permita el despliegue de las actividades escolares, lo cual evidencia las brechas de desigualdad y atención que se le da a los más desfavorecidos. Ante esto y en declaraciones del mismo presidente de Argentina, señala que “las clases pueden esperar. Si algo que no me urge es el inicio de clases”. Será que, ¿no es acaso la educación lo que no debe esperar? Esto simplemente evidencia que, en la región latinoamericana, la brecha educativa continúa y se profundiza con mayor amplitud, consolidando el sentido de bien común solamente para una determinada minoría y donde las políticas educativas “pueden esperar”.
Para ello es clave preguntarse ¿qué rol juegan los y las maestras ante esta crisis? Es que, pareciese ser que este relega al plano de alinearse con la búsqueda de normalidad de las escuelas que han podido sostener con mayor facilidad el hábito y lineamiento de transmitir conocimientos a través de fichas y/o videos explicativos que respondan a la altura de los estándares económicos de una cultura dominante, por sobre cuestionar y generar un análisis crítico del entorno que favorezca el cultivo de las virtudes humanas para el bien común de la mayoría. Sin embargo, aquellas escuelas que no han podido sumarse a esta dinámica quedan relegadas, olvidadas a la espera de que las políticas educativas tomen un giro que favorezca la disminución de la desigualdad.
Este fenómeno no es nuevo, más bien la pandemia visibiliza con mayor luminosidad un problema que viene desde hace décadas, y es que las lógicas de mercado han prevalecido en la educación en torno a los intereses de una minoría que privatiza y se enriquece ejerciendo un control sobre el bien común de una mayoría. En este escenario, el rol de los maestros se ve desplegado para contribuir en la reproducción de estas políticas, presionados constantemente por los privados y para fortalecer la libre competencia en el mercado educacional, donde el Ministerio ejerce un rol regulador por medio de los resultados medibles en pruebas estandarizadas.
¿Puede ser entonces que el sentido de la educación de los maestros griegos tenga una similitud al de maestros los contemporáneos? Sin duda la respuesta a esta pregunta se evidencia en los intereses que movilizan a desplegar un cierto tipo de educación, que desde la normativa apuntan a brindar una educación de calidad, pero que en la operatividad carece de profundización transformándose en declaraciones laxas, puesto que las políticas de mercado prevalecen por sobre el cultivo de virtudes en todos los estudiantes, más bien se centran el cultivo de la competencia y la segregación.
En medio de esta crisis, pareciese ser que se evidencia un momento oportuno en el cual los docentes puedan recuperar el rol pertinente en nuestras sociedades contemporáneas. Y es que, el situar diálogos reflexivos y críticos constantemente, en torno a sobre para qué estamos realizando los procesos de enseñanza-aprendizaje elevará el espíritu crítico y transformador de nuestra profesión, donde se puede escoger una línea que favorezca el fortalecimiento de las lógicas de mercado y el bien común de una minoría o más bien con un sentido filosófico centrado en elevar las virtudes de los estudiantes para el bien común de la mayoría.
Epidemiólogos y pedagogos proponen un protocolo que busca una educación más amable usando parques, calles peatonales o patios para impartir clase de manera segura
El desafío de encajar a los alumnos en las escuelas en grupos reducidos permitiendo la conciliación y la seguridad no es nuevo en la historia de Europa. En los años cincuenta, en Dinamarca, tras la Segunda Guerra Mundial, se encontraron con una situación similar. Miles de madres viudas debían incorporarse a trabajar y dejar a sus hijos en unas escuelas donde no cabían. Entonces la solución la encontraron mirando alrededor. Idearon un sistema de rotación en el que cada grupo pasaba algunos días en el aula y otros, al aire libre. Así es como surgieron los colegios en la naturaleza modernos en Europa, hoy en día extendidos por todo el mundo.
Inspirada por este modelo, la Asociación Nacional de Educación en la Naturaleza (EDNA) ha diseñado un protocolo y una propuesta de adecuación de los centros educativos convencionales para adaptarse a la nueva realidad post-covid sin que las familias tengan que renunciar a sus trabajos. Su manifiesto y su propuesta ha logrado en pocos días más de 3.000 respaldos, entre los que destacan figuras como el pedagogo italiano Francesco Tonucci, el educador ambiental Richard Louve, la organización ecologista Greenpeace, la Asociación Española e Educación Ambiental, o la entidad Ecoembes. “El protocolo que hemos diseñado se basa en tres pilares: lo que la normativa nos obliga respecto a la prevención de riesgos laborales, la evidencia científica que demuestra que el virus se transmite menos en el exterior, y el conocimiento de nuestro sector de educación en la naturaleza”, explica Katia Hueso, bióloga y miembro de EDNA.
Alejadas de la imagen distópica de niños confinados entre líneas en su patio, proponen convertir a los espacios exteriores y el aire libre en aliados del proceso educativo. Para llevar a cabo su propuesta habría que crear “grupos burbuja”, de unos 15 alumnos con uno o dos adultos de referencia según la edad, lo que convertiría a todos los docentes del centro en tutores. Deben ser siempre los mismos profesores y los mismos alumnos, que se relacionan con normalidad, pero sin interacción física con otros grupos. “En caso de contagio, no hace falta cerrar la escuela entera, solo mandar a casa a ese grupo burbuja; en cada grupo no es necesario mantener distancia de seguridad, es como si fueran convivientes”, explica Bibiana Marful, miembro de la directiva de la asociación EDNA.
Diana Ruano Ortiz es madre de dos niños de 5 y 8 años que estudian en una escuela de Copenhague, en Dinamarca. Allí han aplicado los grupos burbuja de 10 niños en los que solo se relacionan con un adulto de referencia. “Es muy tranquilizador, porque permite tener la situación muy controlada y cuando tienen que abordar una materia que el tutor no domina, hacen un zoom con el especialista”, explica esta española que lleva tres años asentada en Dinamarca. Algo que no distaría demasiado de lo que han hecho las familias en los últimos tres meses, pero con los docentes a cargo.
Los epidemiólogos avalan esta propuesta, alertan de los riesgos de los espacios cerrados y resaltan las múltiples ventajas para la salud y el desarrollo cognitivo que supone el contacto con la naturaleza. Jordi Sunyer, jefe del grupo de infancia y medio ambiente de Instituto de Salud Global de Barcelona, cree que las clases en el exterior y la naturaleza pueden ser clave en la reanudación del curso. «La transmisión del virus disminuye en el exterior, hay hasta 19 veces menos de posibilidades de contagio al aire libre”, explica. “La propuesta de los grupos burbuja es excelente, y hay evidencias de sobra que demuestran que los niños que pasan más tiempo al aire libre tienen mejor desarrollo cognitivo y mejor salud mental”. En los casos en los que ha habido una buena evolución de la covid a pesar de abrir las aulas, como en Dinamarca, el aire libre ha sido clave en la ecuación.
La propuesta combina formación en el aula, herramientas digitales y clases en el exterior, convirtiendo el entorno o la ciudad en aliado educativo.»En lugar de buscar los espacios dentro del propio edificio o habilitar clases hasta en el cuarto de las escobas, recurramos al patio, al campo, al parque, a la ciudad… El espacio ya existe, solo hay que adecuarlo como han hecho en Holanda o Dinamarca, y esto evitaría medidas drásticas de infraestructura. El aire libre permite además unas oportunidades de aprendizaje a través de la experimentación, la exploración y la experiencia directa», explica Katia Hueso, una de las pioneras de las escuelas bosque en España y fundadora de la escuela Saltamontes hace casi una década.
Sería necesario diseñar un programa para que no coincidan con otros grupos, utilizando bibliotecas, museos, zoológicos, parques, calles peatonales, o patios de edificios institucionales. “En lugar de dejarlos en casa viendo vídeos les llevas a la naturaleza y a la ciudad a ver lo que ocurre en directo y solucionas el problema de la conciliación”, argumenta Bibiana Marful.
Esta propuesta implica un cambio de paradigma, y remite a experiencias como las de la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos, que ya a principios del siglo XX trabajaba sus materias en el exterior. “Llevamos cinco años asesorando a proyectos educativos para educar usando la naturaleza en todas las materias del currículo y funciona”, explica Katia Hueso.
Ya en práctica
Carolina Palacios es directora de la escuela infantil Pota-Roges, en Cervelló, un municipio barcelonés de 9.000 habitantes. Hace cinco años viajó a Escocia para formarse. EDNA también le ha asesorado para implantar esa perspectiva en la que la escuela sale de los muros del aula. Para ello las familias son un agente clave que se une a sus salidas. Cuentan con el respaldo del Ayuntamiento y salen en grupos muy reducidos con dos adultos por cada cinco niños de 0 a 3 años. La escuela primaria del pueblo y la asociación de familias del instituto les han pedido asesoramiento para convertir el espacio exterior en un agente educador de cara a un retorno a las aulas en septiembre. “Hay muchos espacios en las ciudades por habitar. Pero también el mercado puede ser un espacio educativo”, explica la directora de esta escuela.
La escuela Nenea, en Lugo, ante la incertidumbre de la vuelta al cole de septiembre, ha recibido el doble de solicitudes de lo habitual. Pero en la red de EDNA también cuentan con escuelas playa en Cádiz o en Tenerife. El centro de Katia Hueso, Saltamontes, en Collado Mediano (Madrid), ha ofrecido su asesoramiento gratuito al Ayuntamiento y las escuelas del municipio.
“Los recursos están, los espacios están, hay educadores ambientales, de calle, y trabajadores sociales disponibles que podrían apoyar, tenemos la red de equipamientos de educación ambiental que se quieren sumar, podemos hacer partícipes a las familias que lo deseen y sabemos que funciona. Solo hace falta voluntad y flexibilidad para introducir esta filosofía educativa. Si el virus ha venido para quedarse, que al menos saquemos algo positivo de todo esto”, dice Katia Hueso. Y concluye Marful: “Los niños que no hayan sufrido trauma con el confinamiento, lo van a sufrir con la vuelta a las aulas si lo hacemos con las premisas que nos están planteando, antinaturales para cualquier niño”.
DAR CLASES EN CUALQUIER CLIMA ES POSIBLE
Para superar las inclemencias climatológicas, proponen adecuar los exteriores y adaptar los horarios: “No es asumible que una escuela de Sevilla esté a la una de la tarde en un patio al sol, el exterior es para las horas más tempranas, y en zonas sombreadas; en Dinamarca o Noruega han puesto carpas en los patios, y en cuanto el calor aprieta, a museos, acuarios, o incluso iglesias, como han hecho en Holanda. Y en realidad no hay mal tiempo, sino ropa inadecuada”, añade Marful, responsable del proyecto Nenea, a quien el Ayuntamiento de Lugo ya ha contactado para incorporar a los campamentos municipales de verano estas premisas. Y cuentan sobre todo con la experiencia de las casi 40 escuelas de la red de EDNA en la que hay desde escuelas playa en Tenerife o Cádiz, hasta escuelas en bosques lluviosos de Galicia.
Entrevista/04 Junio 2020/Autor: Nacho Meneses/elpais.com
Eric Mazur, experto en innovación educativa, apuesta por un aprendizaje interactivo que se aleja de los modelos tradicionales basados en clases magistrales y memorización de datos
Escuchar, tomar notas, memorizar y reproducir información en exámenes que, más allá de la pandemia, apenas han cambiado con el paso del tiempo: así son las líneas generales de muchos de los sistemas educativos actuales y pasados. Pero ¿cuánto recordamos, a medio y largo plazo, de lo que aprendemos en una clase? La respuesta, en la mayoría de los casos, es que poco, y gran parte de la culpa tiene que ver con la manera en que se transmite ese conocimiento: “La educación es uno de los sectores que más innovación necesitan, porque básicamente seguimos enseñando de la misma manera en que lo hacíamos hace cientos de años”, afirma Eric Mazur, catedrático de Física y Física Aplicada en la Universidad de Harvard, y creador del método interactivo denominado Peer Instruction, o instrucción entre pares.
Un sistema perfeccionado a lo largo de 30 años que, ante todo, se aleja de las sempiternas lecciones magistrales que tienen al profesor como protagonista: aquí, los estudiantes se preparan el material antes de acudir a clase, y esta se articulará después a través de las preguntas del profesor y del debate de los propios estudiantes, de manera que se priorice la comprensión por encima de la memorización. Mazur, asesor del Simposio de Educación del Programa Académico Internacional de la Universidad Autónoma de Madrid, ha compartido ya su peer instruction en más de un millar de charlas alrededor de todo el mundo.
Pregunta. ¿De qué manera se diferencia la instrucción entre pares de una clase tradicional?
Respuesta. Enseño a través de las preguntas para ayudarles a desarrollar modelos mentales y a que extraigan información de ellos. Cuando empecé a implementar este método, no teníamos ningún tipo de tecnología; yo solo hacía una pregunta y les pedía a mis alumnos que, usando sus dedos en el pecho (más tarde empezamos a usar dispositivos contadores), escogieran de entre varias opciones la que ellos creían que era la correcta. Ahora, con las clases virtuales, ellos escriben su respuesta en la plataforma.
Intentaba formular mi pregunta para que, aproximadamente, la mitad de los alumnos acertaran la respuesta. Luego les pedía que buscaran un compañero o compañera cerca que tuviera una distinta, para intentar convencerle de que la suya era la buena. Por unos minutos, todo se volvía muy caótico, y después les pedía que votaran otra vez. Con el paso del tiempo, llegué a la conclusión de que debíamos alejarnos del auditorio; y en mis clases de ahora los estudiantes se sientan en grupos de cinco, alrededor de una mesa, y yo facilito sus debates.
P. Usted sostiene que la pandemia de coronavirus es también una oportunidad. ¿En qué sentido?
R. Con respecto al cambio y a la innovación. Al principio de mi carrera, me di cuenta de que los estudiantes no estaban aprendiendo realmente nada de mis clases, porque lo único que sacaban de ellas eran unos apuntes que intentaban memorizar y luego regurgitar en los exámenes, pero que nunca podían traducir en conocimientos en ningún otro campo. Si les proponía un problema que no habían visto antes, no eran capaces de resolverlo; y el motivo era que me había centrado exclusivamente en la transferencia de conocimiento, más que en hacer que este tuviera sentido. Y la educación ha de comprender ambos pasos.
En el siglo XXI, cuando la información es abundante y ubicua, ¿por qué no dar a los estudiantes la responsabilidad sobre la parte fácil, que es la transferencia de información, y en clase enseñar por medio de preguntas y proyectos, trabajando para que tenga sentido, con la guía del profesor? La pandemia ha dejado claro que este es el mejor momento para el cambio: cuando los profesores empezaron a dar clase con programas como Zoom, vieron que solo un 40 % de los estudiantes las sigue en directo, porque pueden verla en otro momento que quizá sea más conveniente para ellos. Ello demuestra que la interacción entre el profesor y el alumno no necesita ser síncrona, porque el profesor puede dar la clase y mandar después el enlace; si no estás muy interesado en algo, puedes avanzar en la grabación o reproducirla más rápido; o verla de nuevo si, por el contrario, te interesa mucho. Y no puedes hacer nada de esto en directo.
La pandemia proporcionó el momento perfecto para pensar en tres cosas: una, si el foco ha de situarse en el educador o en el estudiante; dos, si deberíamos trasladar todo lo que podamos del proceso educativo a actividades asíncronas, para hacer un mejor uso del tiempo síncrono; y tres, si el instructor ha de fijar el ritmo de las actividades, o si cada alumno debería marcar su propio ritmo, y decidir si quieren hacer algo más despacio o más rápido. Lo que hemos visto en estas circunstancias es que cuando más nos movamos hacia lo asíncrono, hacia un enfoque centrado en el alumno en el que este marque su propio ritmo, más mejoramos la educación.
P. ¿Qué tiene de malo la memorización?
R. Memorizar nunca funciona del todo, porque tendemos a recordar las cosas que usamos, no las que memorizamos. Hay muchas investigaciones que muestran que, si optamos por memorizar algo, usando flashcards o cualquier otra técnica, acabamos por recordarlo bien durante unos pocos días, pero al dejar de usarlas y de reciclar esa información, esta desaparece. En mi opinión, no solo debemos cambiar la forma de enseñar, sino también la de evaluar los contenidos. La mayoría de las evaluaciones – exámenes en particular – fuerzan a los estudiantes a memorizar y regurgitar, lo que no sirve para absolutamente nada. Y aquí es donde tenemos otra oportunidad, porque con todos los estudiantes online, es muy difícil dar un examen, porque lo hacen en sus ordenadores, y tienen acceso a Google.
Piensa en ello: cualquier pregunta para la que puedas encontrar la respuesta en Internet no es una pregunta auténtica de evaluación, porque no estás midiendo si un estudiante puede resolver un problema real; solo mides si el estudiante puede memorizar algo. Por otro lado, más que esforzarnos en que la gente no copie, habría que hacerlo por conseguir que los exámenes sean más significativos, de manera que reflejen el tipo de habilidades que nosotros queremos que los estudiantes desarrollen para el siglo XXI.
P. ¿Qué papel debe jugar la tecnología?
R. Me encanta la tecnología, pero, cuando se trata de la educación, me vuelvo muy escéptico, porque muchos de sus usos en educación son como poner vino viejo en odres nuevos; nuevas formas de hacer lo de siempre. Muchas compañías que desarrollan tecnología educativa estudian primero lo que hace típicamente un profesor y se preguntan si pueden hacer lo mismo digitalmente. En mi opinión, más que de tecnología, se trata de pedagogía, de si hay una aproximación al aprendizaje que no se haya dado antes.
P. ¿Dónde queda la pasión por aprender?
R. En el prólogo de su libro Who Owns the Learning?, el autor Alan November escribe lo que le ocurrió al inicio de los años 80, cuando enseñaba en Secundaria. Él estaba a cargo del aula de informática, que por aquel entonces era una novedad, y recibió una llamada un domingo por la mañana, diciéndole que alguien se había colado en el aula, y que si podía ir a la escuela. Cuando llegó, vio que las ventanas no estaban rotas, las puertas no estaban forzadas y que no faltaba ningún equipo. Solo había una cosa extraña: un alumno sentado frente a uno de los ordenadores. Se dirigió a él: “¡Gary! ¿Qué haces aquí?”, y este le respondió: “Quiero aprender a programar un ordenador”. Y en ese momento se dio cuenta de que, si alguien quiere aprender algo de verdad, hará lo que sea necesario, incluso incumpliendo la ley. Y que, más que castigar al alumno, debía recompensarlo.
Cuando los niños tienen dos, tres o cuatro años, se mueren por conocer el porqué de las cosas. El cerebro humano ansía esos momentos de aprendizaje; hay una necesidad intrínseca, en la manera en que nuestros genes están programados para entender el mundo que nos rodea… Si acaso, la educación formal acaba con nuestra motivación intrínseca por aprender. Y en vez de responder con el porqué, decimos: “Tienes que aprender esto porque, si no, te voy a castigar”. Solo cuando finalizamos la educación formal, redescubrimos la belleza del aprendizaje, y lo que aprendemos lo hacemos porque queremos, ya sea sobre historia, cocina o fotónica. Y aprendemos mucho mejor.
P. ¿Cómo hacer que los estudiantes redescubran esa pasión por aprender?
R. Yo tengo alumnos de Ingeniería, Medicina o Ciencias Biológicas, y muchos de ellos no quieren realmente aprender Física; solo la cursan porque es un requisito [de sus grados]. Solía intentar motivarles diciéndoles que esas habilidades les serían útiles en sus carreras profesionales. Pero decidir dejar el libro aparte, y en su lugar trabajar en proyectos realmente interesantes, en los que incluir algún componente de empatía o bien social y que, en algún momento, requieren de la física.
Por ejemplo, uno de los proyectos en mi clase tiene que ver con El Sistema (un movimiento que empezó en Venezuela en 1965 con el economista José Abreu, para dar educación musical a los niños de barrios pobres, después de la escuela, y mantenerles alejados de las actividades delictivas; Gustavo Dudamel es un ejemplo de este programa). En grupos de cuatro o cinco, los estudiantes tienen que construir para ellos instrumentos musicales a partir de componentes reciclados, y usar su conocimiento de la física para mejorarlos. Cuando están realmente enganchados con el proyecto, entonces sí les digo: “Quizá os vendría bien mirar este libro; puede que os ayude con el proyecto”.
Más que hacer que el contenido sea el principal objetivo del curso, lo convierto en un vehículo con el cual los estudiantes podrán llegar a un objetivo que tenga un significado mayor para ellos. Y eso ha transformado radicalmente mi clase, porque ahora los alumnos están involucrados en proyectos que les gustan, y para hacerlo bien en esos proyectos, para conseguir instrumentos baratos para esos niños pobres de Venezuela, necesitan aprender la física, y saber cómo se genera el sonido. Al final, tendrán que presentar el instrumento a un panel de jueces, y explicar cómo usaron la física para que el instrumento sonara bien. Es increíble cómo aprenden los estudiantes de esta manera, sin las evaluaciones tradicionales.
P. Trabajando en común, alcanzarán un objetivo significativo para los propios estudiantes.
R. Sí, bajo la orientación del profesor. Mi papel como educador no es el del hombre sabio que está al frente de la clase, sino más bien el de un entrenador que les orienta acerca de cómo mejorar. Piénsalo: un entrenador escolar de fútbol, por ejemplo, no se pondría a jugar haciendo que los estudiantes vieran cómo juega; son los alumnos que quieren aprender los que practican el deporte, bajo la guía del entrenador. De la misma manera, no aprendes a tocar el piano yendo a un auditorio y escuchando a un concertista; tienes que tocarlo tú mismo.
P. ¿Qué otras ventajas presenta la instrucción entre pares?
R. En Estados Unidos y otros muchos países ha habido, durante bastante tiempo, un estereotipo que dice que las ciencias son para los hombres, y no para las mujeres, y por tanto estas tienden a estar menos seguras y a tener menos confianza, lo que al final redunda en un menor rendimiento. La instrucción entre pares aumenta el rendimiento de ambos géneros, aunque el de ellas crece mucho más, hasta el punto de anular cualquier diferencia hacia el final del semestre.
Ello, en parte, se debe a que las mujeres tienden a ser mucho más verbales que los hombres, y a que suelen rendir peor en un entorno normalmente competitivo como el de las asignaturas de ciencias, donde los estudiantes quieren sacar las mejores notas y poder así acudir a las mejores facultades de Ingeniería o Medicina, por ejemplo. Pero con la instrucción entre pares, los estudiantes hablan, trabajan y se enseñan unos a otros, ya sean hombres o mujeres, y eso elimina la competitividad. Por otro lado, al centrarse en la comprensión más que en la memorización, se facilita la retención del conocimiento a medio y largo plazo.
P. ¿De qué manera puede esta forma de aprender impactar el bienestar personal de la persona, a lo largo de su vida?
R. Estoy convencido de que la sociedad mejoraría considerablemente si enseñáramos a las personas a ser mejores pensadores. De hecho, uno de los objetivos del peer instruction es enseñar a la gente a pensar, no a recordar y regurgitar algo que alguien más dijo. En el fondo de mi corazón, creo que una mejor manera de pensar nos llevaría a una sociedad mejor y a unos seres humanos mejores.
Además, la educación está completamente enfocada en el individuo. Vas a la escuela, te sientas y miras al profesor, y aunque hay otros sentados alrededor tuyo, no interactúas con ellos; así que, en esencia, estás solo. Te vas a casa y haces tus tareas (a menudo solo), y finalmente, en el examen, te sientas, y estás completamente aislado de los demás. También se te evalúa individualmente: rendimiento individual, comportamiento individual, evaluación individual. Y, si luego vas a la universidad, todo esto continúa. Pero cuando las personas se incorporan a la sociedad, descubrimos que lo que de verdad importa no es el rendimiento de cada uno, sino el cómo se trabaja con los demás. Eso provoca grandes problemas, porque la gente nunca ha aprendido a trabajar con otros que tienen opiniones distintas, piensan o creen de diferente manera, o tienen una apariencia distinta. Y en esto debe cambiar también la educación.
Fuente e imagen: https://elpais.com/economia/2020/06/03/actualidad/1591148852_706097.html
‘Caperucita y el CovidLobo’ es una historia gráfica dirigida a que niños y mayores aprendan a minimizar las consecuencias que la crisis sanitaria puede tener para el desarrollo de los pequeños
– “¿Por qué te lavas las manos cada vez que me tocas?”
– “Es para protegerme mejor”.
– “¿Y por qué llevas esa mascarilla tan fea?”
– “Es para protegerte mejor”.
Cuando, durante la crisis, se anunció la apertura de las escuelas de cero a seis años, se armó no poco revuelo entre madres, padres y maestros. ¿Podía garantizarse el distanciamiento social, prevenir el contagio, y desinfectar convenientemente los edificios y la ropa de menores y adultos? Urgía conciliar, sí, pero apremiaba aún más proteger tanto a los pequeños en las escuelas como a los mayores en casa: por aquel entonces, aún se creía que los niños eran grandes transmisores de la covid-19, algo que no se ha llegado a determinar, según la evidencia científica existente. Medidas sanitarias, sociales, económicas: los políticos se esforzaban por acertar con el paso siguiente ante un enemigo desconocido, pero pocos alcanzaban a preguntarse cómo se sentían los niños cuando toda su realidad cercana se desmoronaba.
A lo largo de media docena de viñetas, en Caperucita y el CovidLobo se repasa cómo sería esa vuelta a la escuela para los niños y niñas de la pandemia de coronavirus. “Lo escribí, como Tonucci con Frato, poniéndome en el lugar de lo que el niño o la niña puede sentir con esas medidas, lo que estamos transmitiendo con ellas. Y quería que los adultos tomaran conciencia de que no solo hablan las palabras; también lo hacen los gestos, y ese lenguaje no verbal es el primero que los niños perciben”, cuenta Heike Freire, autora del texto y experta en pedagogía verde. Un mensaje que se puede ver en cada página: “Yo procuré generar esas distancias sociales en prácticamente todas las viñetas. Cada cosa en un extremo del folio; estiro el brazo, pero no llego a mi amigo, que ni siquiera se inmuta… Eso, un adulto lo entiende a la perfección, y también el niño, a partir de una cierta edad”, añade Rocío Peña, su ilustradora.
¿Es este un cuento para niños o para adultos? Pues depende de cómo se mire. Más allá de unas viñetas amables, y una niña, una escuela y unas estanterías con las que los niños van a sentirse familiarizados, “el cuento se dirige a los padres, para que puedan reflexionar sobre el miedo y la angustia que muchos pequeños están sintiendo con todo lo que está pasando”, explica Freire. Cuando esta reflexión se produce, cuando el adulto se lo ha leído y sabe lo que siente, puede entonces usarlo con los niños y las niñas. “La idea es que sirva para poder sacar miedos, porque creo que todos hemos pasado mucho durante el confinamiento y que todavía estamos asustados. Es importante que los niños se puedan expresar”, añade.
Hay que dominar los miedos
A falta de otros instrumentos, muchos padres han recurrido a la herramienta del miedo al virus hasta convertirlo, efectivamente, en el lobo del cuento. Pero esta dista mucho de ser la más adecuada. Para la Asociación Francesa de Pediatría, “es urgente que dominemos nuestros miedos y que sigamos adelante, por la salud y el bienestar de los niños y de las niñas”, a la vez que lamentan lo que consideran unas medidas excesivas de protección, “más ligadas a los temores de los adultos que a los hechos y a los resultados de las investigaciones en países como Dinamarca, Holanda, Islandia o Italia”, argumenta Freire. Unos estudios que ya han demostrado que los niños están lejos de ser esos grandes contagiadores que se creía que eran al inicio de la crisis, unos “transmisores silentes, que es lo que en repetidas ocasiones ha dicho la Asociación Española de Pediatría”.
En la misma línea, la autora de Caperucita y el CovidLobo, también psicóloga y filósofa, afirma que las medidas de distanciamiento, que sí pueden estar indicadas en aquellos mayores de 20 años que, por ejemplo, trabajan presencialmente, no se justifican en niños y niñas, en los que además pueden ocasionar traumas psicológicos, o como poco ansiedad y miedo: de hecho, una encuesta de Save the Children afirma que uno de cada cuatro niños sufre angustia y ansiedad por el encierro. “Todos tenemos miedo, y eso es normal. Nos faltan los argumentos para explicarles a los niños y las niñas cómo comportarse; por qué salir a la calle o por qué no hacerlo; por qué hacerlo a una hora sí y a otra no, o por qué podemos salir dos personas, pero no cuatro. De ahí que muchas familias necesiten recurrir al miedo, porque son cosas que ni nosotros mismos, los adultos, a veces comprendemos”, se cuestiona Freire.
Sin embargo, para dominar esos miedos, hay que saber reconocerlos y expresarlos, para poder tomar conciencia de ellos y que no te dominen a ti, sino al revés. “Y es urgente que lo hagamos por la vida de esos niños y niñas que tienen derecho a vivir su infancia, y porque, desde el punto de vista del desarrollo y del aprendizaje, una criatura angustiada y con miedo no se desarrolla ni aprende bien”, sostiene Freire. “Por millones de razones, pero sobre todo porque pierde la seguridad y la confianza en la vida, y entonces no se atreve a tomar riesgos; y uno no puede desarrollarse ni aprender sin arriesgarse. Si no te atreves a nada, ni te desarrollas, ni creces, ni aprendes”.
Ser conscientes de nuestros propios temores hace a su vez que podamos ser transparentes con los niños, y que ellos perciban que es normal sentir miedo en circunstancias como las que vivimos. “Si yo le digo a mi hijo que tengo miedo por lo que está pasando, él podrá separarse fácilmente y decir, “es mi madre la que tiene miedo”. Pero si no digo nada y me comporto de una determinada manera, el niño puede recibir esos sentimientos sin saber si son suyos o de otra persona, y ocasionar muchos más conflictos a la larga”.
¿Una escuela más humana?
Más allá de la crisis sanitaria, la pandemia de de la covid-19 representa también, para las autoras del cuento, una oportunidad única para construir una escuela más íntima y humana en la que, para empezar, no se gestione solo desde el punto de vista epidemiológico y a golpe de decreto, sino donde se tomen en consideración otras dimensiones del ser humano, que de alguna manera incluyan las opiniones y los criterios de las familias, los psicólogos o los pedagogos, “porque la salud no solo es el coronavirus, sino que es algo mucho más complejo, que tiene que ver con el bienestar y muchas otras cosas”, afirma Freire. “Ningún coronavirus puede reinar en la escuela”.
El debate sobre cuándo y cómo abrir las escuelas ha de extenderse, aseguran, a otros profesionales, empezando por un comité de expertos pluridisciplinar, a nivel nacional, que contemple a la infancia en todas las dimensiones que tiene, donde se comparta y debata. Un órgano que de unas pautas generales para que luego cada escuela, cada comité o cada pueblo pueda crear sus propias regulaciones: “Hay mucho que aportar desde las familias o desde otros grupos de trabajo. Se trata de ampliar el debate, la reflexión y las soluciones, porque saldrán propuestas concretas y soluciones viables. No sé hasta dónde estamos contando con estas redes, pero me parece, en principio, que muy poco”, asegura Peña.
En definitiva, se trata de implementar estrategias que se centren no solo en protegernos de la enfermedad, sino también en inyectar vida en una escuela renaturalizada y abierta al entorno, con grupos más pequeños que sirvan para aprovechar los espacios de la ciudad: “Es un enfoque que, por ejemplo, ya utilizaba la Institución Libre de Enseñanza antes de la Guerra Civil. Giner de los Ríos tenía una extensa lista de todos los lugares donde había que hacer escuela, aprovechando todo lo que tengas alrededor: una playa, un parque, un río, una montaña o un jardín público, pero también en una biblioteca, el centro de ocio y tiempo libre e incluso la cárcel”.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/26/mamas_papas/1590462043_255092.html
Reseñas/África/Costa del Marfil/ 21 Mayo 2020/elpais.com
El Centro Eulis se encuentra en Yopougon, la comuna urbana más grande de Costa de Marfil y su creadora, Tchonté Silué, impulsa desde allí el amor por la literatura y la educación igualitaria
Dos o tres meses antes del Día del Libro allá por 23 de abril de 2017, ya pensaba en un espacio educativo, una biblioteca que, durante su infancia en la mayor comuna de Costa de Marfil, tan difícil se le había antojado encontrar. Un lugar que no fuera sustituto de una escuela, sino un complemento. Un lugar donde los libros fueran el billete para viajar, el camino para conocer y el impulso para imaginar. El espacio que ofreciera, sobre todo, la herramienta para una educación igualitaria.
Tchonté Silué es joven maestra y tiene claro que la educación tiene que reconstruirse para que todo el mundo tenga las mismas oportunidades de aprender. Tal y como se plantea ahora el sistema de la enseñanza, “aunque vayan a la escuela, los niños no tienen por qué estar aprendiendo”, matiza la fundadora del Centro Eulis, “el proceso de aprendizaje todavía es pasivo, los niños necesitan una forma de aprendizaje en la que se impliquen”.
El énfasis en la lectura emana de esta idea. Silué defiende que, al leer un libro, el niño se involucra en la historia, se ve capaz de “desarrollar su propia imaginación, mejora su vocabulario y aprende sobre temas y personajes que puede que nunca llegue a conocer”. A falta de una educación igualitaria, buenas son las bibliotecas.
Durante su infancia en la comuna urbana de Yopougon, en Abiyán, encontrar una biblioteca era como buscar el oasis en medio de un desierto. Sus años de primaria los pasó en colegios privados, y secundaria en uno de los mejores colegios públicos de la comuna. Allí, por fin, encontró una biblioteca, pero su hallazgo se frustró “con libros viejos y polvorientos”, cuenta. “Al menos existía”, se consuela.
Para la comunidad de Yopougon, el Centro Eulis es algo “inusual y poco común”, en palabras de Silué. En algunos casos ha servido de inspiración para los adultos y han recreado sus clubes de lectura en otros barrios. En especial, los niños “lo adoran”, cuenta, son a quienes más tiempo y actividades dedican. La acogida de este proyecto pionero se ha visto reflejada en los premios al emprendimiento que ha recibido. Se alzó con el premio Coup de Coeur en el Premio Orange de Emprendimiento Social en 2017 y el Premio de Impacto Social, patrocinado por el compañía eléctrica de Costa de Marfil, en los Premios Adicom 2018.
Tan importantes como los premios, o más, han sido las personas que se han acercado hasta allí para colaborar con el proyecto. En solo un año, el centro pasó de una sala con poco más de 100 libros, a dos con 1.500. En general, su fundadora asegura que la reacción fue “muy positiva”: la gente ha ofrecido financiación, trabajo voluntario o libros.
Los primeros que se pusieron en las estanterias del Centro Eulis eran de la biblioteca personal de Silué, o los compró durante el primer año en ferias, librerías informales con libros viejos, de esas que exponen su género directamente en el suelo. Más adelante, le empezaron a llegar libros de amigos, fundaciones, oenegés, personalidades políticas e incluso de gente anónima que le sigue en las redes sociales.
Cuenta Silué que lo que más les gusta a los niños son las lecturas en grupo, en las que cada uno tiene la oportunidad de leer en voz alta al menos un párrafo, y los que aún no saben leer, disfrutan escuchando. Cuando leen bien su parte, suelen conseguir dulces y eso es un incentivo. Cuando, por su edad, un niño debería saber leer y no lo hace, el Centro le da “un empujón para que lo consiga”, celebra.
Los cambios para la educación
Hay una lista larga de características que cambiaría del sistema educativo en Costa de Marfil, asegura. “El mayor problema en Costa de Marfil es que no tiene suficientes escuelas”, empieza. Esto lleva a que los profesores no sean capaces de hacer el seguimiento de todos sus alumnos y “algunos llegan al instituto y aún no saben ni leer”. Además, falta profesorado dispuesto a ir a los pueblos alejados de las ciudades principales. Hay errores que, dice, se generalizan en el sistema educativo global. Las lecciones de la escuela y los conocimientos teóricos que se pueden adquirir en ella no se adecúan a las necesidades de un mercado cada vez más centrado en la tecnología. “Se enseñan oficios tradicionales como las finanzas, contable o comunicación sin abrirlos a nuevas realidades”, destaca.
En esta nueva red de oficios enfocados a la tecnología, Silué ve la necesidad de “más dialogo entre empresas y estudiantes, programas más flexibles” en los que el estudiante pueda trabajar y estudiar a la vez para que, de esta manera, los propios profesionales del sector sean los ojos en los que mirarse de cara a una carrera futura.
Con todo ello la fundadora de Eulis admite que todos estos cambios son difíciles de llevar a cabo y, además, muy caros. Ella tiene claro cuál sería su primera medida para mejorar la educación: “poner a disposición de todo el mundo los libros”. Lucha por ello, y el resultado es que, “de forma espontánea y desde el principio”, los niños han sido los que más le han visitado.
El Centro Eulis para Silué es “su bebé”, así lo llama en el blog donde cuenta sus hazañas por el mundo. Es el proyecto de vida del que más orgullosa se siente, admite, porque no solo le involucra a ella, sino que “tiene beneficio para otras personas”.
En el pasado día del libro de 2020, con un mundo irreconocible con las calles más vacías que nunca, por la pandemia de coronavirus, Silué recomendó el libro Las 8 claves del liderazgo del monje que vendió su Ferrari: Una fábula espiritual, del autor Robin S. Sharma. Pero, sobre todo, y sea el libro que sea, sueña con que todo el mundo pueda leer uno.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/20/africa_no_es_un_pais/1587414360_492898.html
Soy plenamente consciente de lo diminuto de esta aportación a la importante tarea que cada docente tiene entre manos. Pero necesitamos un arte y una educación que se hermanen para responder valientemente al momento en el que vivimos. Y me gusta pensar en estas minúsculas subversiones que os invitamos a activar como en partículas de la educación necesaria para este mañana que, en tanto incertidumbre y acontecimiento, se resiste a ser planificado.
No es sólo eso. Sí, sus ciudades son hermosas. Los marcianos sabían cómo unir el arte y la vida. El arte fue siempre algo extraño entre nosotros. Lo guardamos en el cuarto del loco de la familia, o lo tomamos en dosis dominicales (…)
-Usted cree que habían llegado al fondo de las cosas, ¿no es así?
-Estoy seguro.”
Ray Bradbury. Crónicas Marcianas
Mucho se ha hablado estos días en los medios de modelos de evaluación, de condensación de los currículos, del afianzamiento de los contenidos, de los plazos, las convocatorias extraordinarias y las competencias básicas. Pero no lo suficiente de los casi 699.427 docentes y de la cantidad titánica de energía que están invirtiendo, cada uno desde su contexto, para acompañar a los niños y niñas en edad escolar de este país.
Muy poco de esas personas invisibles que, con sus propias circunstancias, dificultades y miedos aún se las pasan cuidando de su parcela del mundo desde la distancia, creando oportunidades de aprendizaje para su alumnado.
El profesorado ha seguido haciendo ingentes ejercicios creativos para adaptarse a esta nueva situación y coordinarse con las familias (esa otra pata de la comunidad educativa que ahora, por fin, vemos como tal) y continúa buscando nuevos modos de hacer mientras viste su cansancio con vocación.
A todos los que habéis llegado hasta aquí en esa búsqueda, GRACIAS. Porque ese acompañamiento (que, como se ha hecho patente, va muchísimo más allá de la enseñanza de las asignaturas) ha sido una de las actividades esenciales para las que no ha habido aplausos. Vaya desde aquí el mío.
Y ¿qué puede aportar el arte a vuestra búsqueda, a vuestra labor docente para hoy y para lo que viene?
El término educación expandida, que instituyó Zemos98 hace más de once años, significa “intentar llevar los límites de lo que conocemos por educación y situarlos un poco más lejos. Hermanarlos con prácticas y disciplinas que probablemente en un futuro sí terminen formando parte de nuestras escuelas, institutos o universidades, pero que ahora mismo se encuentran fuera” (i). Prácticas como el arte, que puede no sólo abordar contenidos curriculares, sino también aquellos que están en los márgenes cuando quizás, ahora, debieran estar en el centro.
Para cuando termine de atravesar nuestras comunidades, el COVID-19 nos habrá tocado a todos y todas, de una u otra manera. Mientras tanto, estamos en modo de supervivencia. Pero, ¿coincide el fin del confinamiento con nuestra experiencia? Las secuelas y los cambios de sensibilidad experimentados no son cosas que pueda uno quitarse como se quita un pijama. Sin importar la edad que tengamos, tras recuperar el aliento puede que nuestro próximo instinto sea buscar consuelo, exorcizar lo vivido y reflexionar sobre el aprendizaje que está suponiendo esta cruzada, hacerla trascender.
Y en eso, estoy segura, el arte puede ayudar.
I Have Been to Hell and Back. And Let me Tell You It was Wonderful (ii), decía Louise Bourgeois en uno de sus bordados (1996). El arte nos permite plantar cara a ese húmedo y atemorizante desafío, el de afrontar la ambigüedad, el dolor, la nostalgia o la oscuridad que a veces somos, desde los cuidados, abrazando lo inesperado que nos conmueve y nos transforma como una suerte de conjuro.
Desde este sencillo espacio os invitamos a estas jornadas de puertas abiertas que pretenden contribuir a vuestra labor callada. Abiertas, sí, ya que cada propuesta está pensada para ser adaptada (o transformada radicalmente incluso) en un contexto que vosotros conocéis mejor que nadie.
A través de ellas ofrecemos no sólo un puñado de acciones situadas para trabajar diversos contenidos de manera integrada, sino también para preparar a esos niños y niñas que tanto nos importan a afrontar lo que vivimos: el duelo, el temor, los nervios, el aburrimiento, el desamparo… porque “el arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma” (iii).
1) Crear borradores para un futuro que «ya no es lo que era» (iv)
(Secundaria y Bachillerato)
Especialmente aplicable en: Área de Ciencias Sociales, Área de Ciencia y Tecnología, Área de Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica, Área de Arte y Cultura
¿Qué puede aportar?
Un paisaje sonoro de noticias dramáticas envuelve a diario a la generación que acompañamos, una generación con todo por hacer. Si el futuro es la crónica anunciada de un fracaso, ¿para qué dedicar tiempo y energía a construir otros modelos?
Frente a la desesperanza de un presente en crisis y un mañana en forma de interrogación, plagado de relatos sobre distopías que alertan eficazmente sobre los peligros que se avecinan, la iniciativa Borradores de futuro es un faro en tiempos de tormenta que nos guía hacia la idea, posible, de la sostenibilidad socio-ecológica desde el idealismo, pero también desde la acción.
Un proyecto que ha optado por centrarse en las personas, colectivos y organizaciones que cada día, desde pequeños lugares recónditos, están activando respuestas individuales o colectivas ante los retos urgentes a los que nos enfrentamos: ecológicos, económicos, culturales, sociales, etc.
Esas respuestas son las que llaman borradores del futuro: utopías concretas, prototipos, alternativas, a menudo marginales y poco visibles, que actúan como detonante para la creación de imaginarios de posibilidad en forma de fábula.
¿Qué pasaría si esas alternativas llegaran a expandirse?
Desde 2019, Borradores de futuro genera, pausada pero firmemente, una colección de narraciones especulativas y relatos cortos con autores vascos incitados a proyectarse hacia el futuro ante los actuales retos ecológicos, económicos, culturales y sociales, con el apoyo de Unai Pascual, destacado científico del Basque Centre for Climate Change y coautor de un informe intergubernamental sobre la biodiversidad mundial.
Narraciones que germinan también como pequeñas semillas con voluntad de expandirse (impulsadas desde Azala, un espacio de creación alavés con 10 años de experiencia, ubicado en Lasierra, localidad de 12 habitantes, con el apoyo de la Fundación Daniel y Nina Carasso y del Departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco).
¿Cómo explorarlo e implementarlo?
En este momento hay tres fábulas, que se pueden leer y/o escuchar, y que nos sumergen en futuros posibles en torno a temas como la vida en el mundo rural, la industria armamentística, la autogestión, el desarrollo colectivo, la agroecología, las alternativas energéticas o la contaminación lumínica. Los textos se publican bajo licencias abiertas para permitir su difusión en diversos soportes web, audio o papel, así como su remezcla.
Cada una de ellas invita a la lectura crítica, el debate, la generación de preguntas y la investigación posterior (gracias al nutrido archivo de materiales extra sobre el proceso de creación del equipo) y puede abordarse desde diversos puntos de vista (científico, sociológico, filosófico, ético…) atravesando diversas materias. Cada una puede ser una semilla para sumergirnos en un proceso propio de creación de contra-narrativas:
Invitemos a nuestros jóvenes a imaginar el futuro que desean construir. ¿Por qué no realizar un inventario colectivo de iniciativas surgidas a raíz de la crisis que propongan otro modo de vida o denuncien algún aspecto de la que ya vivimos? ¿podemos despertar su deseo de conocer y sumarse a esas iniciativas o de inspirarse en ellas para tratar de crear porvenires deseables? ¿qué pasos han de darse para que una alternativa se extienda y el futuro sea mucho mejor?
Animar al alumnado a escoger una de las alternativas y escribir una fábula especulativa futurible que les permita imaginar/investigar el proceso y conducirlo hacia la sostenibilidad parece un buen plan para recordarnos que lo que finalmente suceda aún está en sus manos, y en las nuestras.
2) Mejorarse a uno mismo
(Primaria, Secundaria y Bachillerato)
Especialmente aplicable en: Área de Ciencias Sociales, Área de Ciencia y Tecnología, Área de Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica, Área de Inglés como Lengua Extranjera, Área de Matemática, Área de Arte y Cultura
¿Qué puede aportar?
Las acciones de “El Palacio de los Proyectos”, de los prestigiosos artistas rusos Emilia e Ilya Kabakov, nos sacan del lugar que ocupábamos, de lo que creíamos ser sin cuestionarnos quiénes éramos o qué pensábamos, y nos invitan a adquirir herramientas para manejar nuestra parte más opaca con ternura e imaginación.
Este proyecto artístico nació en 1999 de un encargo de ArtAngel, una organización internacional que colabora con artistas para dar forma a ideas que desafían los límites, en coproducción con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
El concepto del trabajo planteado a los artistas fue la recopilación, descripción y catalogación de propuestas entre las que domina una característica principal: la transformación y mejora del mundo través de la acción individual. En todos ellos subyace una idea de libertad y de expansión de las oportunidades sociales o personales sin perder el pulso de ingenuidad que requiere una obra sostenida en la utopía necesaria, auténtico alegato contra el cinismo reinante.
¿Cómo explorarlo e implementarlo?
Además de invitaros a investigar la vida y obra de estos fascinantes artistas, cada una de las propuestas disponibles en la web de ArtAngel (una selección de las 75 que componen el proyecto integral de los artistas), cargadas de poesía, de amor y de humor está perfectamente desgranada en una página individual con instrucciones de realización paso a paso junto a imágenes de los bocetos y las maquetas originales.
¿Cómo hacer emerger un mundo misterioso en nuestro escritorio cuando cae la noche? ¿Cómo encontrarnos con un ángel? ¿Cómo puede uno cambiarse a sí mismo?
Construir dos alas blancas para colgarse a la espalda y pararse a reflexionar unos minutos cada dos horas con el fin de lograr ser más amables, mejores personas y aumentar nuestra creatividad en la vida cotidiana quizás nos ayude. Al fin y al cabo, ¡qué somos sino un proyecto inacabado!
3) Sentir el poder del arte en la vida
(Infantil y Primaria)
Especialmente aplicable en: Área de Conocimiento de sí mismo y autonomía personal, área de Conocimiento del Entorno, Área de Lenguajes: comunicación y representación/ Área de Ciencias Sociales, Área de Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica, Área de Arte y Cultura
¿Qué puede aportar?
Hace ya muchos años que sabemos que el arte se zambulle en la vida convirtiéndose en algo indistinto de ella. Nos lo enseñaron los padres (y madres) de las vanguardias, pero no sólo con sus acciones, sus happenings o sus provocadores posicionamientos vitales, sino también con su manera de señalarnos firmemente el pasado como un lugar desde el que reaprender las cosas importantes que perdimos, detener la vorágine y pensar en el cuerpo que somos, en lo que nos rodea y en el alma que intuimos. Un lugar en el que el arte, la magia y la vida eran (y son) lo mismo.
La vida era magia, el arte era vida, la magia era arte. La vida como incógnita, la magia como mirada que convierte en sagrado cuanto toca y el arte como forma de estar en el mundo desde el cuestionamiento.
Y es en ese espacio latente en donde se sitúan las propuestas de creatividad y educación de Ana Cebrián, un espacio en el que la sencillez de las acciones que presenta coexiste con el universo que abordan. Porque así es la vida, a veces clara, concisa, directa y, otras, complicada, dura, llena de obstáculos. Y, a menudo, una mezcla de todo.
Miembro de Pedagogías Invisibles y docente de la Facultad de Educación de la UCM (Didáctica de las Artes), Ana comparte a través de su Instagram las acciones que propone a su alumnado universitario (futuros maestros y maestras), así como sus resultados. Acciones Para La Resiliencia, Acciones Contra El Miedo, Acciones Para La Memoria. Acciones artísticas de cuidados que relacionan obras de arte contemporáneo con experiencias prácticas, simples pero rotundas y llenas de metáfora, que nos sumergen de cabeza en lo crudo y lo maravilloso del presente para salir de él trasmutados.
¿Cómo explorarlo e implementarlo?
La propuesta, al igual que el medio que ha escogido para transmitirla (Instagram), es visual, inmediata y asequible. Cada entrada contiene una o varias imágenes de obras con las que poder trabajar conceptos y en su descripción encontramos un desarrollo con sugerencias de acciones para las que no se requieren grandes medios.
Iniciar una cadena de favores y documentar el proceso; construir un altar para recordar a los que no están cerca y deseamos abrazar; iniciar una secuencia de deseos por Whatsapp o llevar un diario donde anotemos todos los cambios positivos que suceden en nosotros, son algunos de los ejemplos de lo que encontraremos.
Pero, además, podemos visitar otras entradas que nos permiten ver la diversidad de resultados que han generado los futuros maestros respecto a otros retos más aterrizados en lo curricular, lo que nos proporciona un inmenso abanico de posibilidades de implementación de cada idea.
4) Entendernos bajo un mismo sol
(ESO y Bachillerato)
Especialmente aplicable en: Área Lengua Extranjera, Área de Comunicación, Área de Ciencias Sociales, Área de Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica y Área de Arte y Cultura
¿Qué puede aportar?
Los últimos meses han revelado la innegable diversidad de contextos y respuestas a un problema global y, al mismo tiempo, una incuestionable interdependencia que nos lleva a estimar justamente el valor de lo común y a repensarnos juntos en términos de solidaridad, cooperación y reciprocidad de cara a esta reconstrucción vital que afrontamos.
Fuera de cualquier mecanismo de toma de decisiones, los menores tienden a sentirse excluidos de los grandes temas de la política, la historia o la economía en los que esta cooperación debe desarrollarse. Y en este sentido la bellísima Guía para Maestros, diseñada por el inmenso artista educador Luis Camnitzer y originalmente escrita para la presentación de la exposición Bajo el mismo sol: Arte de América Latina hoy en el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York en 2014, resulta de una increíble actualidad.
Respondiendo a los retos de aprender a ver una obra de arte como posible solución a un problema y observarse a uno mismo mientras se trata de entender lo que se está viendo, este manual creativo nos permite una revisión activa y colaborativa de la historia contemporánea más desconocida de América Latina: desde la perspectiva de los artistas que la han vivido en su piel y que cuestionan realidades como la huella del colonialismo, la identidad o la globalización llevando esa reflexión a cada estudiante en su entorno.
Respuestas creativas a realidades complejas y compartidas, influidas por historias coloniales y modernas, gobiernos represivos, crisis económicas y desigualdades sociales, así como períodos coincidentes de abundancia económica, desarrollo y progreso. Obras que se dirigen al pasado y al presente y exploran las posibles construcciones de futuros alternativos.
Una propuesta artístico-educativa cuestionadora convertida en una fuente ideal de preguntas transdisciplinares que son pertinentes tanto dentro del aula como fuera de ella.
¿Cómo explorarlo e implementarlo?
La guía descargable entiende las obras producidas por los artistas para la muestra como un catalizador para una experiencia de aprendizaje creativo. Se parte de preguntas como: ¿Qué efectos tendría una estructura distinta del tiempo? ¿Cómo puede la mezcla de dos sistemas aparentemente no relacionados generar nuevos significados y percepciones?¿Cómo hacer que la gente tome conciencia de las injusticias sociales e incitarlas a la acción? o ¿Cómo utilizarías la oportunidad para dirigirte a un millón de personas en un minuto o menos?
Está dividida en tres secciones —Problemas, Proyectos y Preguntas—, cada una con la reproducción de una obra de arte en la exposición, citas del artista e información y preguntas relacionadas con el contexto en el cual fue hecha la obra. La sección Problemas presenta ideas para ser consideradas y propone una pregunta amplia. En relación a ésta, la sección de Proyectos incluye sugerencias para la acción. Los ejercicios sugeridos están ordenados de simples a complejos y pueden ser adaptados a las necesidades del estudiante o participante. La intención es que inspiren la creación de nuevos proyectos entre los maestros, estudiantes y cualquier otra persona involucrada. La sección final, Preguntas, es amplia, flexible y no está limitada por fronteras disciplinarias.
Los autores invitan al profesorado a experimentar con estas ideas y a generar problemas, proyectos y preguntas propios antes de presentarlas a los estudiantes, involucrándose activamente en el proceso artístico como intelectuales creadores y dialogando con el arte y los artistas, lejos del papel de consumidores subordinados.
5) Atravesar la complejidad
(ESO y Bachillerato)
Especialmente aplicable en: Área de Ciencia y Tecnología, Área de Comunicación, Área de Ciencias Sociales, Área de Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica y Área de Arte y Cultura
¿Qué puede aportar?
Uno de los papeles impostergables del arte es el de ayudar a transformar la conciencia de las personas hacia la creación de un mundo en el que no tengamos que temer al suicidio global. Recordarnos que tenemos el poder de marcar la diferencia. Ayudarnos a abordar los temas que en este momento nos interpelan no sólo como estudiantes o educadores, sino también como parte de una sociedad en pleno incendio.
¿Son las formas, métodos y discursos del arte contemporáneo susceptibles de transformar críticamente los relatos de la educación? ¿Pueden las prácticas artísticas contemporáneas activarse pedagógicamente en el contexto educativo en relación a saberes múltiples y a las experiencias de vida de los estudiantes?
Estas preguntas han sido el embrión de un ambicioso proyecto bajo el nombre de Transversalia que, de la mano del equipo de técnicos de educación del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, indaga en las relaciones entre las prácticas artísticas y educativas a través de talleres, seminarios y recursos online. Estas experiencias operan como espacios propositivos desde los que podemos explorar una gran cantidad de documentación y diseñar experiencias, situaciones y materiales para activar en las aulas.
Los recursos disponibles parten de la transformación del formato expositivo en material de trabajo flexible a partir del cual —y de la mano de artistas, comisarios y educadores de gran bagaje (Pau Waelder, Andrea de Pascual, David Arlandis, Jordi Ferreiro, Pablo de Soto o el colectivo de mediación La Liminal)— se trazan aproximaciones pedagógicas vinculadas al currículo, a la vida en el aula y a los aprendizajes compartidos.
Ahora más que nunca trabajar a través del arte contemporáneo y sus prácticas pasa por rodearnos de imágenes y comprender su indudable valor pedagógico, desplegarlas, organizarlas, conectarlas, describirlas y jugar con ellas, sobre todo, si queremos que éstas penetren de manera significativa en el lenguaje de los estudiantes, en relación a saberes múltiples e impregnando todos los aspectos del currículo.
Los elementos de esta web están expresamente dirigidos a los docentes y recogen las completísimas propuestas surgidas del trabajo entre comisarios, artistas y educadores que vinculan esas imágenes con la historia, la filosofía contemporánea, la perspectiva de género o la conciencia ecológica a través de un concienzudo material perfectamente desplegado para su usabilidad.
Este material se organiza en torno a tres grandes ejes: Identidades, políticas y planeta, y se complementa con podcasts y material audiovisual. El docente puede utilizarlo directamente como proyecto para el alumnado o transformarlo y mezclarlo para generar sus propias actividades y experiencias en función de los ritmos, momentos y contextos de su propia práctica educativa.
6) Celebrar la diversidad de los comunes
(3º Ciclo de Primaria, ESO y Bachillerato)
Especialmente aplicable en: Área de Comunicación, Área de Ciencias Sociales, Área de Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica, Área de Lengua Extranjera y Área de Arte y Cultura
¿Qué puede aportar?
Convivimos con un alumnado que lee en formatos distintos y cambiantes; que se define en memes, y habla a través de emojis, textos de distinta construcción y con diversas finalidades, que interactúa contantemente en canales multimedia y en contextos individuales y sociales virtuales de manera diaria. El “acompañamiento remoto” al que el docente se ha visto forzado en este periodo ha evidenciado el peso de la comunicación digital hoy y la importancia de conocer sus mecanismos, su lenguaje, sus herramientas y sus posibilidades educativas y creativas.
La remezcla como lenguaje, como herramienta, pero también como cultura que surge a modo de concepto simbólico para aportar una visión crítica, reflexiva, activista y reivindicativa frente a un sistema de hiperproducción generalizada es un espacio de posibilidad que todo docente debería transitar y que gracias a “Técnicas de remezcla que fomentan la creatividad literaria y la lectura crítica de medios de comunicación”, un trabajo colectivo de los veteranos ZEMOS98 en el contexto del Programa ComunicA (para el desarrollo de la competencia en comunicación lingüística del alumnado) de la Consejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía, podemos explorar estos días.
¿De qué hablamos cuando hablamos de remezcla? Trascendiendo su acepción más generalizada y ochentera de “remix musical”, Lawrence Lessig, especialista en ciberderecho y creador de Creative Commons (“licencia de bienes comunes creativos”), propone una utilización aún más amplia del término al aplicarlo a la sociedad: a la salud, a la distribución de la riqueza y, también, a la cultura. Por defecto, tal cultura permitiría la mejora, cambio e integración del trabajo original de uno o varios autores.
Navegar este campo permite analizar cada una de sus fuentes (literatura, arte, música, historia, periodismo), que son en sí mismas contenidos curriculares, y entender las infinitas posibilidades que se abren cuando las hacemos entrar en diálogo.
Una excusa perfecta para promover la inclusión cultural, celebrar la diversidad y aprender del valor de lo bastardo y de las transferencias: hagamos literatura con las artes visuales, matemáticas con la poesía, música que se vea pero no se escuche; sacudamos de una vez las divisiones entre alta cultura y cultura popular. Porque la vitalidad, el progreso y la creación de una cultura rica está fundamentalmente ligada a este proceso de remezcla participativa y, lo admitamos o no, todos somos remezcla.
¿Cómo explorarlo e implementarlo?
La propuesta consta de un completísimo dossier descargable -por supuesto, bajo licencia Creative Commons- listo para ser implementado mediante diferentes sesiones teórico prácticas muy completas y acompañado de material adicional (vídeos, lecturas e imágenes). Aborda temas tan pertinentes como la diferencia entre “copiar” y “compartir” o la propiedad intelectual, pero también nos permite experimentar con otros modos de usar y reflexionar en torno al lenguaje a través de actividades como el Remezclador de anuncios sexistas o el Cadáver Exquisito (textual). Ofrece una visión integradora de las tipologías textuales como manifestación cultural, lingüística, estética, social, ética e individual vinculadas con las competencias clave y las nuevas metodologías educativas. Porque podemos crear una canción para lavarnos las manos y hacer un póster, concebir poesías mediáticas con titulares de noticias alarmistas como materia prima o componer una pieza musical combinando letras de Rocío Jurado y C. Tangana. Y todo esto es crear comunicación.
7) Transformar atmósferas
(Infantil y Primaria)
Especialmente aplicable en todas las áreas de conocimiento
¿Qué puede aportar?
La unicidad de esta pandemia carece de lugares de encuentro para el apoyo y la recuperación y requiere, por ello, de estrategias de respuesta específicas para garantizar las necesidades de salud conductual de niños y familias. Mientras éstas llegan quizás el profesorado, desde sus fuertes en forma de pantalla, tenga que contribuir a reforzarlas sacando los monstruos que llevamos dentro, reconstruyendo (virtualmente) la ciudad que queremos, o facilitando nuevos modos de comunicación mediante la creación de postales sonoras desde el confinamiento o en nuestras primeras salidas.
Tras seis ediciones, la convocatoria Levadura se ha transformado en un nutrido repositorio de recursos diseñados por artistas para trabajar junto al profesorado, a través del arte, conceptos transversales como la oralidad, la lectoescritura, la botánica, la educación emocional o el pensamiento divergente.
Los proyectos que aquí se comparten generosamente ponen al alumnado de primaria e infantil en el centro. Subrayan el carácter procesual de la creación contemporánea y han sido implementados en diversos cursos y asignaturas mediante múltiples disciplinas: arte sonoro, instalación, artes plásticas, audiovisuales, fotografía, etc.
Un programa co-producido por el Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid y la Fundación Banco Santander, surgido de la colaboración entre Matadero Madrid y la Asociación Pedagogías Invisibles.
¿Cómo explorarlo e implementarlo?
Si bien no se trata de un recurso tan inmediato para el docente como otros, cada propuesta, tomada como punto de partida, es una llamada a nuestra creatividad situada, que nos permite reinventarla en nuestro contexto y desde un nuevo escenario virtual sin perder su esencia.
Cada proyecto aparece acompañado de una pequeña descripción que puede ayudarnos a escoger el tema que buscamos y, en la información completa, podemos descargar el proyecto para comprender sus posibilidades de implementación paso a paso.
Para trabajar con los más pequeños recomendamos Wapsi, que significa atmósfera en la lengua indígena ecuatoriana Kichwa. Este proyecto de creación realizado por Dayana Rivera y Laura Valor, junto con la docente Ana Oliva y el alumnado de 1º de infantil del CEIP Francisco de Goya, explora nociones decoloniales a través del arte al mismo tiempo que introduce al alumnado en la práctica del yoga desde lo simbólico/performativo, para así poder reconocer estados emocionales y explorar la posibilidad de transformarlos.
Esta iniciativa nos permite buscar nuevos modos de acompañar en la distancia, trabajando conceptos clave como atmósfera, persona, templo y luz desde los nuevos significados adquiridos hoy para cada uno de nuestros alumnas y alumnas, o generando una forma de Mashi (amigo y guardián de sus emociones generado por ellos mismos) que cambiará cada día y al que le podrán contar secretos.
8) Aportar un conocimiento envolvente
(Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato)
Especialmente aplicable en todas las áreas de conocimiento
¿Qué puede aportar?
En esta tarea de dinamitar las lindes del arte como disciplina y de comprenderlo a modo de motor crítico y creativo de la estructura educacional, Musaraña es una comunidad pionera. Como parte de Educathyssen, esta propuesta de innovación educativa ha generado un espacio físico y virtual donde educadores de museo, artistas y docentes intercambian ideas, se conocen, investigan, diseñan y difunden nuevas líneas de acción educativas. Cada trimestre proponen un tema de trabajo y desarrollan encuentros presenciales con diferentes creadores que desembocan en vídeo-cápsulas de aprendizaje y materiales para el aula disponibles en la web del proyecto.
El resultado es un archivo de recursos vivo, vigoroso y en constante crecimiento, en el que podemos encontrar herramientas sencillas y aterrizadas para casi todo: tanto para contribuir al reconocimiento y expresión de las complejas emociones que cada uno de nuestros alumnos está experimentando, como para abordar temas curriculares de toda índole (sonido, territorio, ecología, movimiento, letras, ciencias…).
Y, por encima de su utilidad, cada uno de esos recursos, como fruto de la cocreación y el encuentro de dos mundos diversos (escuela y museo), posee un valor inmenso, pues es producto de un interés común, de la confluencia del deseo y el cuidado de personas muy diversas con la voluntad de entenderse.
¿Cómo explorarlo e implementarlo?
Como buen archivo diseñado por y para educadores, su organización es tan intuitiva que resulta asombrosamente sencillo encontrar lo que se busca. En un menú que ofrece todas las posibilidades, cada una de las actividades del archivo está etiquetada por temáticas, niveles y ámbitos de interés y, en su página individual, cada actividad está desarrollada detalladamente explicando los objetivos, competencias y contenidos que plantea, así como los materiales y pasos necesarios para su ejecución. Ideas centradas en ver y hacer arte para docentes de todos los niveles educativos pero también para profesionales del ámbito de la educación no formal que crean en la colaboración.
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Soy plenamente consciente de lo diminuto de esta aportación a la importante tarea que cada docente tiene entre manos. Pero necesitamos un arte y una educación que se hermanen para responder valientemente al momento en el que vivimos. Y me gusta pensar en estas minúsculas subversiones que os invitamos a activar como en partículas de la educación necesaria para este mañana que, en tanto incertidumbre y acontecimiento, se resiste a ser planificado.
(ii) “He estado en el infierno y he vuelto. Y déjame decirte que fue maravilloso”
(iii) Frase atribuida al poeta ruso Vladimir Maiakovski así como al dramaturgo Bertolt Brecht.
(iv) Alusión a la célebre frase “el futuro ya no es lo que era”, que el poeta y ensayista francés Paul Valéry pronunció en 1937, en el marco de la conferencia ‘Nuestro destino y la literatura’, en la Academia Francesa, recogiendo el sentimiento de desesperanza que compartían los intelectuales de la época.
Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/arteyeducacion/2020/05/19/jornada-de-puertas-abiertas-8-recursos-online-de-educacion-artistica-para-la-desescalada/
Diez tipos de intervenciones sociales, culturales y educativas promovidas por la buena gente, que han contribuido a despertar conciencias y a lograr un mayor bienestar individual y colectivo.
1. Alfabetización y extensión cultural. Me viene a la memoria una de las mayores campañas de alfabetización, si no la mayor: la promovida en Cuba en 1961 bajo el lema: “Quien no sabe leer que aprenda; quien sepa que enseñe”. Miles de voluntarios brigadistas jóvenes cambiaron las playeras por las botas, y con un fanal y la cartilla se fueron al monte. También las hubo en Nicaragua y otros países, sin olvidar la impagable tarea de Paulo Freire en su labor de concienciación a través de la alfabetización. Durante la II República española, en su afán por llevar la cultura a los pueblos más recónditos, se organizaron las Misiones Pedagógicas. Por vez primera tuvieron acceso al teatro, al cinematógrafo, a los libros y a las reproducciones de cuadros del Museo del Prado. Federico García Lorca, con la compañía teatral “La Barraca” compartió una de estas aventuras nómadas. Esta labor de voluntariado para enseñar a leer y democratizar la cultura en pueblos y barrios se ha mantenido en los difíciles momentos de la dictadura franquista y se mantiene hoy con renovadas iniciativas.
2. Cooperación internacional. Hace justo un cuarto de siglo hubo en toda España una amplia movilización a favor del 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB) para ayudar a los países más empobrecidos. ¿Quién se acuerda de ese acontecimiento y en qué ha quedado aquella reivindicación? En casi nada, siguiendo como seguimos tan lejos de este mítico 0,7%. En los últimos presupuestos del año 2018 el porcentaje se queda en el más que raquítico 0,12%. Pero a pesar de esta insolidaridad gubernamental y la crisis acaecida en gran parte de las ONG, ahí sigue la labor del voluntariado para afrontar sanitariamente otras pandemias -en algunos lugares son el pan de cada día-; para orientar en algunas técnicas de cultivo y en la organización de cooperativas; para ayudar a crear y a dinamizar una ludoteca, una biblioteca u otros espacios colectivos; para crear escuelas, dotarlas de material y formar o asesorar al profesorado; para salvar vidas en el Mediterráneo y para mejorar, dentro de lo que cabe, la vida en los campos de refugiados, incluso con la creación de escuelas. ¡Para tantas cosas! Conozco algunas personas que le dedican mucho tiempo y te cuentan en qué condiciones tienen que moverse, pero también lo que aprenden. Son conscientes de que nunca van a sustituir la acción del gobierno -ni de lejos les toca- pero que con sus esfuerzos encienden algunas luces en las comunidades rurales o en otros lugares que les abren ventanas de oportunidades para dignificar vidas y luchar por sus derechos.
3. Derechos laborales y sociales. Las luchas del movimiento sindical obrero han sido meritorias para el logro de mejoras en sus condiciones de trabajo y de vida. Un hito emblemático fue la conquista de la jornada de ocho horas, una aspiración largamente acariciada por los utopistas que reclamaban la jornada de los tres tercios iguales: uno para el trabajo, otro para el ocio y otro para el descanso. Ciertamente en la trayectoria sindical de los diversos países y sectores hay de todo: personas que se han aposentado en sus cargos y algunas hasta se han lucrado y, en el lado opuesto, otras que han sido despedidas o encarceladas. Pero la mayoría es gente honrada y comprometida. Me imagino que cada lector conocerá ejemplos de todo tipo. En cualquier caso, el sindicalismo sigue su lucha cotidiana contra una explotación capitalista que no conoce límites ni fronteras, y que se agrava en tiempos de crisis y de pandemias. Además, no lo tienen nada fácil en un momento en que el trabajo se precariza con la temporalidad, y el debate y la cohesión de clase se alejan con la creciente modalidad del teletrabajo, que se organiza provisionalmente pero nunca se sabe si en ciertos sectores se acabará imponiendo parcial o totalmente. Porque desde la virtualidad es más complicado organizar una huelga. Vaya, que también en la “nueva normalidad” habrá que reinventar la formas de protesta.
4. El largo camino de la liberación de la mujer. De esfuerzos y sufrimientos de tantas mujeres anónimas para romper el silencio, denunciar todo tipo de maltratos y discriminaciones y conseguir sus legítimos derechos: en la familia, en el trabajo, en la escuela, en los medios de comunicación y en cualquier ámbito cultural y social. Por escapar de la explotación sexual, por obtener el derecho al voto o por hacer visible en la escritura y el arte la labor femenina. Por desafiar el miedo a la libertad, no para ser valientes, sino para ser libres. Por poner en práctica nuevas maneras emancipatorias de vivir individualmente y de luchar colectivamente. Por tejer redes de solidaridad para protegerse y apoyarse frente a todo tipo de agresiones. Por romper con la separación de sexos en la escuela, educando en la coeducación y en la plena igualdad. Por abrir espacios de liberación feminista en la política institucional y cotidiana, en la universidad, en un centro cívico, en el sindicato o en cualquier movimiento social. Por homenajear, como se hacía en alguna pancarta de la última manifestación feminista del 8 de marzo en Barcelona a las mujeres cuyas vidas fueron segadas: ”Somos las que no están, las asesinadas, las que se quedan en las fronteras y en el fondo del Mediterráneo”. Por entender que sin las mujeres, avanzando unidas desde la diversidad, no hay revolución.
5. El compromiso ecologista por salvar el planeta Tierra. En algunos lugares, como en la selva amazónica, las acciones encaminadas a proteger este bien común tan preciado para la supervivencia humana se han saldado con numerosos asesinatos. Porque el poder de las grandes multinacionales y del capitalismo más depredador se enfrenta violentamente a todo tipo de resistencia. En España los procesos de degradación del entorno han sido de enorme calado. Hay zonas irrecuperables, pero merced al tesón y movilización de diversos grupos ecologistas aún se han podido salvar algunas lagunas, playas, bosques y otros espacios naturales. También desde la escuela hay docentes y colectivos que tratan de despertar la conciencia del alumnado con propuestas pedagógicas y transformaciones de patios e interiores más verdes y sostenibles, o con campañas de reciclado y de reutilización que se han extendido posteriormente al municipio. El nuevo movimiento de los Fridays for future, iniciado por la activista medioambiental Greta Thunberg, abre nuevas esperanzas en la toma de conciencia y la praxis ecologista.
6. La atención a las personas mayores. La fraternidad y la mejora de la calidad de vida se muestra también a partir de los pequeños gestos, porque estos pueden llegar a ser muy poderosos en la vida de este colectivo, demasiado olvidado y desatendido -claro, es un sector improductivo-, como se está viendo en esa cruel situación de pandemia. Pero ahí surge la sensibilidad y la solidaridad de la buena gente para organizar todo tipo de acompañamientos. En las situaciones de normalidad -¡qué lejana queda!- se organizan encuentros intergeneracionales para intercambiar saberes y experiencias. Se crean coros y orquestas con la participación de personas de todas las edades. En algunos lugares el hogar de ancianos y ancianas está al lado de una Escuela Infantil y coinciden en algunos momentos y actividades. Hay bibliotecas donde el voluntariado hace llegar libros a personas impedidas y, si las circunstancias lo requieren, hasta les hacen de lectores. Y hay quienes dedican simplemente una parte de su tiempo para hacer compañía a la ancianidad que no recibe ninguna visita, entreteniéndoles conversando o con cualquier pasatiempo.
7. El voluntariado del tiempo libre infantil. Nos referimos a toda aquella juventud que dedica desinteresadamente unas horas de sus vidas a la infancia y adolescencia, sobre todo, durante los fines de semana y los veranos. En actividades extraescolares, en los clubes de tiempo libre, en las colonias, en los campamentos, en diversas actividades al aire libre o en espacios urbanos. Jóvenes deseosos de que esta oferta sea inclusiva y llegue a toda la infancia, sin distinción de clases. Pero las políticas y los recursos de las administraciones públicas no atienden suficientemente este tiempo extraescolar donde se fraguan enormes desigualdades. Por otro lado, cabe destacar que este tipo de actividades en algunos períodos históricos en que el alumnado permanecía encerrado en su aula y difícilmente salía a disfrutar del entorno, cumplían una función de suplencia. Pero, aún hoy, a pesar de que las escuelas pisen el territorio y practiquen cierto grado de nomadismo, estas actividades siguen conteniendo un enorme potencial enriquecedor tanto para el aprendizaje como para el proceso de socialización.
8. Los maestros y maestras que no cesan en sus intentos de renovar y transformar la educación. Hay un conocido dicho de Bertolt Brecht que dice más o menos así. “Hay personas que luchan un día y son buenas. Hay personas que lo hacen bastantes días y son mejores. Pero hay quienes luchan toda la vida y son imprescindibles”. También en la educación hay muchos maestros y maestras imprescindibles de cualquier nivel educativo: desde Infantil hasta la Universidad. Son personas que desde el primer día que pisan la escuela se dan cuenta del envejecimiento de esta institución y de cómo se reproducen cantidad de inercias que no conducen a ninguna parte. Y acto seguido se ponen manos a la obra reorganizando los tiempos y los espacios, estableciendo relaciones y vínculos más cercanos e intensos con el alumnado, subvirtiendo los modos de enseñar y aprender, rompiendo la fragmentación disciplinar para adquirir una comprensión más profunda del conocimiento, poniendo al sujeto en relación con los objetos y lo que sucede en el entorno y procurando que aprenda de su propia experiencia y de las de los demás y se vaya forjando un proyecto de vida. Son maestros y maestras que, con un sexto sentido para detectar y priorizar lo importante, revolucionan su aula, anudan proyectos para transformar el centro en colaboración con los otros docentes y con la complicidad con otros agentes del territorio allanan el camino hacia los pueblos y ciudades educadoras.
9. La solidaridad en tiempos del coronavirus. No me atrevo a sostener que esta situación, como se repite con tanta frecuencia, nos hará cambiar para hacernos más solidarios: al tiempo, y esto va a depender, sobre todo, de los nuevos compromisos que se tomen en lo que se denomina “la nueva normalidad”. Pero sí que cabe constatar y destacar ahora el sólido compromiso del personal médico y auxiliar para salvar vidas, echando cantidad de horas extras y trabajando en condiciones con frecuencia harto difíciles -por la falta de recursos y el riesgo de infección- con una presión y un coste emocional indescriptibles. El compromiso de los científicos buscando a contra reloj una vacuna para terminar con la pandemia y la mejor medicación a corto plazo para combatirla. De algunas organizaciones para facilitar techo y comida a la población más vulnerable. Del mundo de la cultura para conseguir el acceso gratuito a una amplia oferta diaria. De servicios y entidades sociales para tratar de apaciguar la soledad de las personas mayores. De tantas gentes y lugares. La intervención fraternal de los profesionales ha sido complementada en todo momento por la disponibilidad del voluntariado. Y, claro, tampoco pueden olvidarse los aplausos desde los balcones que, además del reconocimiento a la labor sanitaria, han servido para fortalecer los vínculos comunitarios.
10. El acompañamiento y apoyo a la infancia más vulnerable. Hay docentes que lo tienen muy claro: todo el alumnado requiere una atención grupal y personalizada, pero hay quienes exigen una mayor ayuda. Lo hacen habitualmente en sus aulas y también se han esforzado en hacerlo estos días de forma virtual o telefónica, sorteando las dificultades de la tecnología y de la conectividad, amén de otras circunstancias relativas al espacio diminuto y sin luz natural de la vivienda, a la precariedad laboral de la familia y a otro tipo de circunstancias. Porque es bien sabido que este tipo de alumnado suele convivir mayoritariamente con la pobreza. Estos maestros y maestras saben que, tras el regreso a las clases, habrá que activar el refuerzo para estos alumnos y alumnas, pero entretanto hay que procurar que no se desconecten para evitar posibles absentismos y abandonos. Porque hay maestros y maestras que ayudan a mejorar la situación de algunos alumnos, y los hay que salvan vidas para siempre.
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