«Revisando el ideal de la educación como apuesta para una vida mejor»

Por: Lisandro Prieto Femenía

«El nacimiento es la fuente última de toda renovación

en la vida humana y, por lo tanto, en la historia»

Hannah Arendt

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un asunto humano fundamental, que no se nos cae de la boca cuando estamos en modo biempensantes y políticamente correctos, pero que en el plano práctico y fáctico se encuentra desmedidamente desprotegido, abandonado e intencionalmente descuidado, a saber, el ideal que nos motiva a educar a nuestros hijos para que construyan y vivan en un mundo mejor, como señala Rosa Montero, “ustedes, los honestos biempensanteshijos del siglo de la hipocresíasuelen escandalizarse con mojigato escrúpulo ante las realidades de la vida”.

En “La condición humana”, Hannah Arendt sostiene que cada nacimiento representa un evento fundamental que marca el comienzo de la vida humana individual al mismo tiempo que implica una promesa de cambio a nivel social, en el sentido cuasi heideggeriano de expresar el inicio de un mar de potenciales posibilidades a desarrollarse por una vida que si bien no ha dado nada aún, se espera de ella un sinfín de expectativas dignas de concretarse. Nacer es justamente una oportunidad única que tiene la humanidad para reinventarse, para depositar esperanza de trascendencia en un mundo que se muestra permanentemente derruido en cada presente histórico.

Ahora bien, dicha esperanza casi siempre está acompañada por la inversión y el esfuerzo que implica educar e integrar en una sociedad a esa potencialidad plena que representa esa “nueva vida”. Cuando Arendt escribía sus líneas, a pesar de las atrocidades por las que acababa de atravesar la humanidad (y ella misma), la educación todavía portaba el rayo de luz esperanzador que buscaba mancomunadamente una contribución comunitaria a un bien común, mediante el cultivo de apertura hacia el mundo que nos implicaba como miembros indisociables de un todo y no como entidades atomizadas, librados cada uno al azar del voluntarismo ficticio que promete éxito pero sólo brinda soledad y desolación.

Cuando nace un ser humano, no representa una posibilidad en sí y por sí mismo, solamente, sino que tal potencialidad existe justamente porque esa vida está siendo sostenida, cuidada, protegida y mantenida por una serie de instituciones conformadas por personas que harían todo lo posible para que subsista y progrese en pos del cuidado recíproco necesario para que el ciclo se repita al momento de la reproducción posterior de nuevas vidas, y por ende, de nuevas posibilidades.

¿Suena bonito verdad? Si, muy. Pero, cuando vemos que sistemáticamente se soslaya el cuidado y la educación de las vidas de las infancias, también deberíamos apreciar que tal descuido apunta justamente a la necesidad de cercenar posibilidades y  potencialidades para que muchos de ellos no lleguen a concretar la posibilidad de formar parte de una realidad comunitaria en la que todos seamos dignos de ser «cuidados».

Es tan importante el rol que asumimos frente a la educación que brindamos a nuestros hijos, como también la construcción de nuestra concepción de la formación como única vía de inclusión y ascenso social, que ignorarlo a sabiendas u omitiendo todo tipo de acción, mientras que nos empeñamos en amartillar cualquier reflexión sobre ello, nos pone manifiestamente en una postura que detestaría el aprecio por el mundo en el que vivimos y por todos aquellos con los cuales convivimos. En palabras de Arendt: «La educación es el punto en el que decidimos si amamos el mundo lo suficiente como para asumir la responsabilidad de él, y con la ayuda de otros, cambiarlo de acuerdo a nuestra imaginación”.

 Estas palabras, propias de su obra “Entre el pasado y el futuro”, no hacen más que reafirmar que la educación es, sino el único, el más importante medio para cualquier esbozo de renovación positiva en la historia de nuestras comunidades, como también el método más eficaz de acceso al progreso colectivo e individual que apunte a un proyecto de convivencia en el cual se puedan apreciar y respetar verdaderamente las pluralidades de las perspectivas humanas, sin confundir ello con doctrinas ideológicas que con una mano dicen ser plurales y con la otra denuncian, escrachan, cancelan y hostigan cualquier tipo de diferencia interpretativa que se encuentre en condiciones de hablar y pensar en voz alta.

En el momento en que se abandonó la idea de la educación como el espacio propicio para la formación en responsabilidad, para luego convertirla en el espacio de formación básica estandarizada, totalmente irreflexiva y desinteresada por el medio social en el que está inserta, se diluyó completamente la posibilidad de verla como herramienta crucial de preservación de la vida. En tanto que produce sujetos desligados de su medio social, la educación irreflexiva se convierte en una fábrica de antisociales, apolíticos y apáticos con su comunidad, al mismo tiempo que, paradójicamente, el mercado laboral le exige de manera prometeica una experiencia que es casi imposible de haber adquirido tras el modelo de formación académica en contexto de encierro voluntario.

Consecuentemente, si la educación no puede formar personas con cierto nivel de responsabilidad cívica, tampoco puede aportar en ellas una base de pensamiento crítico que les permita tomar decisiones autónomas y conscientes que los habilite a actuar correctamente en el mundo. A todo esto, les pregunto ¿es casual que nuestros sistemas educativos estén produciendo este tipo de sujetos? ¿Es accidental que nuestros jóvenes queden tan desprotegidos para enfrentar los desafíos de la vida adulta? ¿A quién le sirve contar con una masa atroz de personas que abrazan intencionalmente la vida banal antes que el compromiso y la responsabilidad que implica pensar por su cuenta?

Cuando hablamos de “respeto por la vida”, acompañados por Arendt, no nos referimos a las posturas ideológicas contrarias, por ejemplo, al aborto como política de Estado que considera como solución a los problemas sociales la eliminación sistemática de potenciales vidas que al parecer, según ellos, no tienen derecho de existir. No, aquí el planteo específico se sustenta en una actitud ética transversal que busca abrazar una comprensión con cierto grado de profundidad de la condición humana, que considere cada vida como un fenómeno singular y grandioso que vale la pena proteger y preservar. ¿Para qué? Para la supervivencia de la humanidad, básicamente: «La educación puede crear una comunidad en la que los hombres y las mujeres aprendan a vivir juntos de manera responsable, en lugar de luchar entre sí y destruir el mundo en el que viven» (Arendt, 1961, p. 195).

Recuerden amigos que en Arendt el concepto “mundo” no se refiere al planeta que gira en el sistema solar, y en el cual tuvimos el privilegio de habitar, sino más bien al concepto filosófico que representa el espacio creado por la infinidad de relaciones interpersonales e intergeneracionales en el cual se uno “es arrojado”: uno antes de nacer en un territorio determinado, nace en una familia, que está inscripta en una comunidad, que a su vez convive con otras similares en el seno de una sociedad, que con suerte se puede haber constituido en un pueblo que se representa en una nación propia de un determinado país.

El abandono intencional, por parte de nosotros mismos, de nuestros Estados, de las agendas globales y de los intereses intercontinentales, de la vida como potencialidad positiva que apunte al bien común, nos lleva inexorablemente a la aniquilación del mundo como lugar en el cual merece la pena vivir dignamente. Pues bien, sólo la educación contrarresta las pulsiones destructivas que nos han convencido de atrocidades naturalizadas como que en este planeta sobra gente o que la pobreza sistémica y global es un hecho circunstancial ante el cual no vale la pena agobiarse siquiera. Pues no, si usted, amigo lector, dice ser un sujeto que piensa y que intenta ser libre mediante su juicio crítico, sepa que con comentarios biempensantes e hipócritas en redes sociales o conversaciones de café, no alcanza: lo que hay que hacer, es educar, que es lo mismo que cuidar la vida nueva para que, al momento de cerrar nuestros ojos para siempre en nuestra vejez, podamos decir que hicimos algo que realmente valió la pena. Pero Prieto, no puedes decir eso así, dijo Marx, entonces pon: «Hasta ahora nos hemos dedicado a interpretar al mundo, de lo que se trata realmente, es de cambiarlo».

Fuente de la información: https://alternativasocialista.org

Fotografía: Cuarto poder

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¡Llevar la fiesta en paz! Educación y conflicto

Por: Carlos Aldana

Como educadores, ¿cuál es nuestra relación con los conflictos?, ¿cómo conectamos a nuestros estudiantes con ellos?

Es innegable que para “llevar la fiesta en paz”, muchísimos hombres y mujeres dedicadas a educar a otros, prefieren evitar lo más posible que se pueda el surgimiento y vivencia de conflictos. Principalmente, si esos conflictos ocurren en el interior de la institución escolar. No saben, o no quieren aceptar, que cuando aparece el conflicto es porque el conflicto ya estaba incubado.

Para “llevar la fiesta en paz”, la relación entre educación y conflicto ha sido de invisibilización. Es decir, se oculta la existencia de problemas o contradicciones que pueden pesar seriamente en la construcción de relaciones entre quienes se educan. Se niega la conflictividad, con lo cual se sume al aula y la institución escolares como lugares asépticos. Pero también se niega el conflicto cuando no hay disposición para los diálogos difíciles pero necesarios. O cuando se prefieren las soluciones falsas y superficiales.

Cuando en el aula se prefiere callar, o “pasar rápidamente la página”, entonces niños, niñas y jóvenes van interpretando al conflicto como algo que no debe existir o que debe evitarse de manera automática. Peor todavía, van aprendiendo que con el silencio se superan más fácilmente las cosas. Enfrentar situaciones difíciles no es asumido, entonces, como un importante y potente aprendizaje que vale la pena potenciar.

La pedagogía ha caminado de la invisibilización a la negación del conflicto en la construcción social. De la ausencia de postulados y posiciones conscientes y profundas sobre cómo educar desde y para el conflicto, la pedagogía ha llegado al punto de pretender que los conflictos dañan las relaciones, que son destructivos en todo sentido y, por tanto, se necesita vivir sin ellos. Por eso, es muy poco la propuesta para crear espacios de auténtico diálogo y escucha, espacios para la expresión libre y personal; para dejar a un lado las apariencias y alcanzar las esencias desde las que se construyen las relaciones al interior de la comunidad educativa.

El miedo a la voz de la autoridad, el ejercicio autoritario de la docencia, la verticalidad en la toma de decisiones, el desprecio a la diversidad, son elementos de invisibilización y negación de la conflictividad humana, con lo cual se impide que la educación transforme la vida planetaria. Por eso, aunque a veces parezca una actitud ingenua y bien intencionada, rehuir a los conflictos en el entorno educativo es una útil herramienta política para el adormecimiento y la acriticidad que alimentan el ejercicio de poder en el mundo de hoy. ¿Cómo formar ciudadanos críticos y comprometidos en luchas reales, si desde la niñez negamos y destruimos capacidades para encarar y enfrentar conflictos? ¿Cómo podemos educar para transformar el mundo, negando la conflictividad como uno de sus motores de cambio?

Se trata de que reconozcamos -y aceptemos plenamente- que el conflicto no solo es parte de nuestra vida, sino que nos permite avanzar hacia la plenitud. Esto nos debe llevar al esfuerzo pedagógico de educar desde y para el conflicto.

Educamos desde el conflicto cuando las situaciones difíciles que vivimos son fuente de aprendizajes relacionales y de todo tipo. Educamos para el conflicto cuando desarrollamos, desde una intencionalidad muy clara, aprendizajes para saber qué hacer, cómo vivir, cómo afrontar las situaciones difíciles en la vida.

En países que hemos vivido conflictos internos cargados de miles de violaciones de derechos humanos (¿cuáles no?), es más que urgente una pedagogía de la denuncia, de la voz alzada, de las contradicciones, porque el silenciamiento y el miedo se han instalado con más fuerza. Y pueden ser parte de una siguiente fase perversa del mismo conflicto estructural que causó el enfrentamiento.

Para que la educación sea una auténtica fiesta (y no solo una falsa “fiesta en paz”), necesitamos de los ratos colorados cuando asumimos y enfrentamos conflictos. Para crecer y desarrollarnos, eso es mucho más útil que los cientos de ratos grises de una vida escolar que rehúye a la conflictividad. Esas que nos hace humanos y en la que aprendemos a ser sujetos políticos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/05/24/llevar-la-fiesta-en-paz-educacion-y-conflicto/

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Iniciativas solidarias para cambiar el mundo

Esther Camuñas

Desde sensores que detectan que la persona necesita ayuda hasta apps gratuitas para invidentes son proyectos de emprendedores sociales con creatividad y sensibilidad.

Tener ganas de cambiar el mundo y llevarlo a cabo es posible gracias a la iniciativa de organizaciones sociales, expertos y aceleradoras de emprendimiento social. Hay muchos proyectos llevados a cabo por jóvenes y emprendedores que quieren ofrecer más seguridad a las personas mayores que viven solas, acabar con la pobreza en el mundo, mejorar el medio ambiente o desarrollar apps que ayuden a personas sordociegas. En este artículo se cuentan algunas ideas y proyectos que han dado lugar a startups con una característica común: el deseo de transformar el mundo. Además, también se enumeran aceleradoras e iniciativas que ayudan a la puesta en marcha de empresas sociales.

Empresas que cambian el mundo

Hoy día emprender un negocio o proyecto social en España resulta más fácil gracias a la ayuda de empresas y organizaciones que apoyan con asesoramiento y formación.

Hay muchas iniciativas que son impulsadas gracias a la participación en jornadas como Unreasonable Lab Spain, un programa de aceleración de startups que se celebró en fechas recientes en Madrid junto a los expertos de TeamLabs (laboratorio de aprendizaje del emprendimiento en equipo). El objetivo era ayudar a captar fondos a las startups que resuelven problemas sociales o medioambientales. Y es que si de algo adolecen algunos de los emprendedores es de los conocimientos para conseguir financiación. Muchos están tan centrados en sus proyectos que se olvidan de la inversión.

De este encuentro han salido algunas de las empresas españolas que han cambiado o intentan cambiar el mundo.

  • Literates es una app que permitirá alfabetizar y mejorar las habilidades lectoras entre los casi 800 millones de personas que no saben leer ni escribir.
  • Sensovida se llama la empresa de teleasistencia avanzada que ofrece más seguridad a las personas mayores que viven solas. Gracias a sensores colocados en cada habitación, se informa en tiempo real a la familia del anciano a través del móvil.
  • Saraiva es una firma de Pontevedra que gestiona residencias y centros de día para personas mayores cuyo lema es «Aprender a envejecer». El modelo que ha aplicado, housing, proviene de los países nórdicos y trata de favorecer que el anciano se sienta como en su casa.
  • Outbarriers consiste en una app gratuita que mejora la autonomía de las personas ciegas haciendo visibles comercios y otros puntos de interés mediante el envío de información audible a su móvil.
  • Auara es una firma de agua mineral que emplea el 100% de los ingresos obtenidos con su venta en llevar el agua a las zonas con más carestía del tercer mundo. Esta empresa cuida a las personas y al medio ambiente.
  • Sheedo no apunta a la desaparición del papel, pero apuesta por alternativas más respetuosas con el entorno para cumplir con la misma función. El producto que ofrece está hecho artesanalmente con fibras de algodón orgánico y, tras su uso, se puede plantar.
  • Voluntechies se mueve en el ámbito de los centros sanitarios. Este proyecto quiere ayudar en los próximos tres años a 100.000 niños hospitalizados para que se evadan de su ambiente y el dolor a través de talleres de realidad virtual, drones y robótica.

Productoras y aceleradoras para cambiar el mundo

El objetivo es crear productos y servicios que sirven para hacer la vida más fácil a quienes más lo necesitan

Muchas entidades bancarias, universidades, empresas y organizaciones sociales trabajan por y para potenciar el emprendimiento en diferentes ámbitos, desde la economía a la ecología, pasando por las artes plásticas y las humanidades digitales. Hay convocatorias y ayudas que favorecen el emprendimiento, la cultura y la investigación, aunque no todas tengan el objetivo de cambiar el mundo. También hay aceleradoras y compañías con una perspectiva más social y que trabajan apoyando.

El objetivo en todos es generar espacios más sostenibles, encuentros más solidarios y productos y servicios que sirvan para hacer la vida más fácil a quienes más lo necesitan. Estos son algunos ejemplos:

  • Creas apoya la inversión de proyectos relacionados con el medio ambiente y la sociedad. Su fin es dinamizar las relaciones entre inversores y emprendedores para acompañar a los emprendedores sociales y conseguir un mayor volumen de inversión social.
  • Momentum Project se llama la iniciativa de la Escuela de Negocios ESADE y BBVA junto con PwC que promueve el emprendimiento social mediante un programa de capacitación y apoyo para poner en marcha soluciones sostenibles que mejoren las condiciones de vida de la población más desfavorecida.
  • Ashoka es la mayor red internacional de emprendedores sociales que apoya el trabajo de más de 3.300 agentes de cambio o changemakers en 90 países. En la actualidad esta organización está ayudando en España a 29 emprendedores tras una rigurosa selección de la persona y no tanto del proyecto; alguien que quiera resolver una problemática medioambiental, de salud, de educación, etc.
  • Zinc Shower es un evento en el que se dan cita miles de personas en torno a la creatividad, el emprendimiento, las tendencias y la tecnología. Participar en los premios que organiza el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, junto con otras empresas y organizaciones, incentiva la financiación de proyectos innovadores que pueden cambiar el mundo.

Fuente del articulo:

http://www.consumer.es/web/es/solidaridad/proyectos_y_campanas/2016/08/05/224065.php

Fuente de la imagen: http://static.consumer.es/www/imgs/2016/07/cambiarmundo.articulo.jpg

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Educando ciudadanía 2030

Por: Federico Buyolo

Para transformar el mundo debemos transformarnos, y esto sólo será posible a través de una educación humanista basada en un desarrollo sostenible

¿Es posible transformar el mundo sin transformar la sociedad? ¿Es posible transformar la sociedad sin transformar la educación? ¿Es posible cumplir la Agenda 2030 sin contar con la aportación de la ciudadanía? Posiblemente todas estas preguntas tienen la misma respuesta: no es posible.

Sin embargo, sí es posible transformar el mundo si somos capaces de construir una sociedad comprometida de personas libres y éticas que trabajen juntas por un desarrollo sostenible basado en la justicia social. Para ello es necesario apostar por una educación humanista transformadora que dote a las personas de las competencias necesarias para ser la palanca de cambio que transforme el mundo actual en el futuro que queremos.

Ya hemos definido a través de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus 169 metas, cual es el camino que debemos emprender para hacer sostenible nuestro planeta, acabar con las desigualdades sociales y generar una economía ética. No podemos aducir que no sabemos cuales son los fines, las estrategias y las políticas que hemos de implementar para lograr un desarrollo sostenible.

La Agenda 2030 es algo más que un compendio de buenos propósitos, es una iniciativa que al contrario de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que fue diseñada por un grupo de expertos, ha sido el fruto de las aportaciones y diálogo de millones de personas, instituciones, organismos, empresas y líderes de todos los países y ámbitos sociales, económico y medioambientales, que nos permite entender que el camino a seguir nace irremediablemente de la colaboración y cooperación de todos.

Sin duda alguna los estados nación, las regiones y los municipios tienen el papel más importante en la consecución de la Agenda 2030, pero no es menos cierto que sin la aportación de la sociedad civil será imposible transformar el mundo en que vivimos. La Agenda 2030 no puede ser entendida como un compendio de políticas, sino como una agenda transformadora que tiene en las personas su principal eje impulsor del cambio. Hemos de dar un paso más. La aportación de la ciudadanía no puede quedarse exclusivamente en el diseño de la misma, sino que han de ser actores principales en el seguimiento, implementación y evaluación de las actuaciones a desarrollar.

No podemos ver el futuro como un mar oscuro, sino como una oportunidad para rediseñarlo en base a un desarrollo sostenible que permita que nadie se quede atrás y para ello necesitamos tener una ciudadanía informada y formada.

La educación no puede ser vista solamente como un elemento de promoción económica, sino como un instrumento de fortalecimiento de las capacidades de las personas con el fin de integrar los fines de la educación: personal, cultural y social.

Una educación que sobrepase el marco normativo y formal y se configure, como un eje vertebrado de un aprendizaje permanente a lo largo de la vida centrado en: el “yo individual”, en la relación con la cultura con la que convivo y además en el fortalecimiento de las relaciones intersubjetivas que me permitan, junto a otros “yo”, transformar la sociedad en la que vivimos. Un modelo educativo de humanismo transformador basado en el bien común.

Para que se pueda llegar a cabo este modelo de educación humanista de desarrollo sostenible, donde los fines educativos se centran en las personas y en su relación con el entorno cultural y hacia un modelo de transformación sostenible, debemos dotar a las personas de las competencias y capacidades necesarias para liderar su propio desarrollo personal, cultural y social.

En 1996 Jacques Delors presentó un informe a las Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI titulado La educación encierra un tesoro, donde establecía los cuatro pilares sobre los que se debía sustentar la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a vivir juntos. Hoy lejos de pensar que estos pilares están obsoletos, podemos decir que más que nunca estos están a la vanguardia de la educación. Cuatro pilares que han de transformarse en las competencias necesarias para el desarrollo de una educación ciudadana 2030.

Aprender a conocer las bases del desarrollo sostenible y sus cinco esferas: personas, planeta, prosperidad, paz y alianzas. Un aprendizaje que va más allá de la adquisición de conocimientos, sino que se trata de fortalecer capacidades para saber, comprender, profundizar y conectar las tres dimensiones del desarrollo sostenible: social, económico y medioambiental.

Aprender a hacer a través de la adquisición de las habilidades necesarias para que la persona pueda ser partícipe en la transformación cultural. Actitudes que van más allá de las meras competencias manuales, sino que las personas han de disponer de las capacidades necesarias para afrontar con garantías su futuro, al mismo tiempo que contribuyen a un desarrollo global.

Aprender a ser personas éticas desde una visión humanística, desarrollando la personalidad con una visión amplia, integradora e inclusiva. Un aprendizaje que vaya desde la responsabilidad personal al enriquecimiento social y cultural de un bien común. Sin personas éticas será imposible construir sociedad inclusivas.

Aprender a vivir juntos, porque es indispensable saber que las diferencias nos hacen plurales y esa integración de nuestra diversidad nos hace personas. Los retos futuros son globales y locales y por ello debemos general alianzas que nos permitan buscar e implementar soluciones globales a problemas locales y soluciones locales a problemas globales.

Por todo ello debemos de fomentar el aprendizaje basado en la premisa de que nadie puede quedar atrás y eso sólo es posible si trabajamos desde una visión humanista y apostamos por una educación transformadora vinculada al desarrollo sostenible.

Transformar nuestro mundo es mucho más que aplicar un plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad a través de la generación de alianzas para la paz. Es ante todo una acción en pro de la generación de una nueva ciudadanía informada, formada y activa que construya un mundo basado en la justicia social.

Para transformar el mundo debemos transformar la sociedad, y esto sólo será posible a través de una educación basada en un desarrollo sostenible.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/06/22/planeta_futuro/1498141393_073612.html

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«La auténtica revolución del siglo XXI es la pedagogía feminista» entrevista a la docente Mercedes Sánchez Vico

Europa/España/27 MAyo 2017/Autora: Claudia González Romero/Fuente: La Voz del Sur

La docente Mercedes Sánchez Vico, responsable de un proyecto de Género a través de la Imagen y de dos producciónes audiovisuales ‘Ellas: Mujeres que han hecho historia, pero que no están en la historia’ y ‘Las Educadoras’, participa en Jerez dentro del foro Mujeres en el espacio del Mediteráneo y explica la relevancia de la coeducación.

Mercedes Sánchez Vico fue considerada una loca por llevar a cabo una pedagogía feminista en sus clases de Secundaria. Hoy, desde que creara su proyecto educativo de Igualdad de Género a través de la Imagen y realizara dos producciónes Ellas: Mujeres que han hecho historia, pero que no están en la historia y Las Educadoras, atesora seis galardones y reconocimientos variados por su gran labor coeducativa. Hace apenas dos meses que ha recogido el primer premio Rosa Regás por su contribución a la hora de promover la igualdad de género en el IES Eduardo Janeiro de Fuengirola. La entrevista se produce durante su visita a Jerez como ponente en el Foro de Mujeres en el espacio del Mediterráneo para hablar el proceso pedagógico que lleva a cabo en el instituto malagueño. “Todo el mundo se piensa que soy de Málaga, pero soy jienense”, aclara al inicio de la entrevista.  “Andaluza, mujer, feminista…”, continúa.

Se considera feminista entonces.

Sí, sí, claro.

Es que me llama la atención que en el primer documental que produjo y en el tráiler del segundo, no aparece la palabra feminismo.

Bueno, damos ya por sentado que la mujer, evidentemente y de manera obvia, debe de ser feminista. Y de hecho todas las mujeres que intervienen en el proyecto de Las Educadoras son feministas. Y el primero, Ellas: Mujeres que han hecho historia… lleva ya el mensaje feminista intrínsecamente, es decir, yo no entiendo la educación sin la pedagogía feminista. Yo creo que ahora mismo es lo que está revolucionando la enseñanza y lo que mueve los hilos de absolutamente de todo.

¿Cuánto tiempo lleva en la lucha de visibilizar a la mujer en la educación?

Yo en la docencia llevo cerca de 26 años, pero lo llevo en la sangre desde que era pequeñita. Creo que desde el primer momento en que empecé en la educación, no la concebí si no era transformando y educando en valores. En la lucha por la igualdad de género, aproximadamente de manera muy activista, hace 20 años. Y hace diez que cree el proyecto educativo de Igualdad de Género a través de la Imagen como asignatura.

¿Cuándo se dio cuenta de que la desigualdad entre géneros existe?

Desde pequeña. A mí se me exigía que hiciera las tareas de la casa y a mi hermano no. Y yo me rebelaba contra ello. Tuve unos padres fabulosísimos y además me educaron para que yo tuviera una formación educativa. Sin embargo, no tenían claro que los chicos tenían que participar en la corresponsabilidad de las tareas de la casa. Y yo por el hecho de nacer mujer, sí tenía que hacerlo. Yo me decía, ¿por qué por unos genitales yo sí tengo que hacer unas determinadas cosas que mi hermano no?

«Mi madre pensó que esas cosas no se podían cambiar. Y es cuando yo dije que sí se podía transformar el mundo»

Una familia de mente abierta, pero nacida, educada en una sociedad machista.

Exactamente, educados bajo un patriarcado evidente y una educación machista en la que indiscutiblemente sí intentaron siempre que yo estudiara. Es más, mi propia madre siempre me dijo que fuera independiente. Que no dependiera de nadie, ni económicamente ni nada. Sin embargo había determinadas fronteras que a ellos todavía les costaba mucho atravesar. Mi madre incluso llegó a reconocerme alguna vez que efectivamente yo podía llevar razón, pero que esas cosas no se podían cambiar. Pensó que esas cosas no se podían cambiar. Y es cuando yo dije que sí se podía transformar el mundo. De hecho mi lema es: Coeducar, coeducar y coeducar para transformar el mundo.

¿Y qué es la coeducación?

Es educar en valores en igualdad para que se llegue a una regulación y a una equidad real entre chicos y chicas. Sobre todo en cuanto a lo que es su educación, la visibilización de la mujer, la erradicación de la violencia de género y en cuanto lo que son sus orientaciones sexuales. Es educar para conseguir una igualdad plena entre hombres y mujeres.

El docente entonces, va más allá del contenido de la materia y busca nutrir al alumnado en valores sociales.

Debería. Todos los docentes, den la asignatura que den, transversalmente, siempre deberían educar en género. De hecho la propia ley ya te lo exige, pero todavía creo que estamos a años luz de poder conseguir eso de una manera total y absoluta. Tenemos algunas veces una igualdad legal muy buena, unas leyes que nos dicen que debemos hacer determinadas cosas, pero todavía están muy distantes de lo que es luego una igualdad real.

¿Se ha encontrado con compañeros reticentes y que se han opuesto a lo que usted imparte en sus clases?

¡Hombre! En mis inicios yo y otras personas en mi misma situación éramos las locas de los institutos. No le daban ninguna importancia. Es más, no consideraban ni que fuera fundamental la labor que queríamos ejercer y la revolución, porque esa es la palabra que queríamos llevar al campo de la pedagogía.

¿Cuál era la etiqueta?

Por ejemplo: Ya están las locas estas de nuevo, ya tienen otra idea. En mi caso y en el de otras compañeras, claro que sí. Pero la auténtica revolución del siglo XXI es el feminismo, la pedagogía feminista. Lo que va a hacer que hoy en día, todavía en pleno siglo XXI, haya cosas que transformar. Porque nos están vendiendo lo que es el espejismo de la igualdad, pensar que hemos conseguido la igualdad. Cuando nos dicen: ¿Pero las mujeres todavía por qué os quejáis si ya vivimos en una sociedad igualitaria? Falso. Estamos en pañales. Yo siempre le digo a mi alumnado, que estamos empezando. Queda mucho por hacer. La propia OMS ha dicho que hasta finales del siglo XXI en los países más avanzados del mundo no se llegará realmente a una igualdad real. Y esa revolución que tiene que hacer el feminismo en el siglo XXI todavía, y que lo ha hecho ya en el siglo XX, es la verdad. Ahora mismo es la fuerza y el instrumento más potente que tenemos para conseguir eso. La igualdad se aprende. Nos han educado en desigualdad desde la más tierna infancia, desde que nacemos ya nos ponen el rosa y el azul. Pues igual que nos enseñan en desigualdad, tenemos que enseñar en igualdad. Y si conseguimos llevar eso hasta sus últimas consecuencias, pues conseguiremos cerrar los juzgados de guardia de violencia de género. Educando en igualdad, ganamos hombres y mujeres, porque el patriarcado y el machismo hacen mucho daño también a los hombres.

Claudia González Romero
Mercedes Sánchez Vico posando junto al cartel del foro Mujeres en el espacio Mediterráneo organizado por Tres Culturas.

¿Es el sistema educativo la herramienta que perpetúa esos roles de género?

Creo que desde que nacemos, la forma en que sociabilizamos es lo que ya nos genera los estereotipos o esos roles de género. Cuando el niño o la niña llegan a la escuela ya llegan con esos roles. Esa sociabilización está en la cultura.

Pero usted trata únicamente la igualdad en el instituto, ¿qué pasa con el colegio, qué pasa en infantil?

Se debería de hacer desde la más tierna infancia. Desde el segundo cero. Debería ser una serie de valores que se transmitiera en el aula nada más entrar el niño y la niña en el sistema educativo. Algo crucial, porque cuando llegan al instituto el trabajo todavía es mucho más duro.

«La coeducación abre puertas y nos ayuda a construirnos también como seres humanos»

Hay que deconstruir.

Tienes que deconstruir absolutamente todo. Es aprender a desaprender. Lo que nos han dicho que es el amor realmente no es amor, lo que nos han dicho lo que en realidad es una relación de pareja, no lo es… Es muy duro porque la coeducación tiene que salir de debajo de la piel, de dentro. Y claro, tienes que romper con muchos miedos. La coeducación abre puertas y nos ayuda a construirnos también como seres humanos. Y también a ser mejores personas. Por eso es tan completo y extraordinario el campo de la coeducación, aunque todavía no se le esté dando el lugar y la importancia que debería de tener.

¿Cómo reacciona el alumnado ante estos asuntos?

Los chicos, en un principio, a la defensiva; no todos, porque no me gusta generalizar, pero yo creo que es importante dejarlos ya que lo han educado también desde esos roles de género. Sienten que tienen que defenderse. Sin embargo, cuando se relajan, porque empiezan a ver que no se trata de una lucha ni de una batalla que hay que ganar. Los chicos están completamente castrados en el campo emocional. No pueden llorar, no pueden experimentar sus emociones, no pueden mostrar físicamente su afecto como pueden hacer las chichas… Todo eso lo ha traído el patriarcado y el machismo. Cuando empiezan a entender que efectivamente su propia castración emocional viene también de ese patriarcado que les va a impedir una paternidad plena, un mundo de efectividad total y absoluto hacia sus amigos, sus propios hijos, su relación de pareja… Empiezan a darse cuenta de que efectivamente tienen que cambiar de actitud. Es más, muchos de mi alumnado masculino, cuando terminan de estudiar el proyecto, me dicen: Mercedes soy feminista. Y eso es extraordinario.

¿Y cómo reaccionan sus alumnas?

Las chicas en líneas generales mucho menos a la defensiva, pero es verdad que muchas de ellas también, porque ha habido en los últimos años un retroceso, tienen que deconstruirse como mujeres. Nos han contado cuentos desde pequeñitas, de princesas, donde siempre tenemos que ser salvadas por príncipes azules. Nos tenemos que salvar nosotras mismas. Es deconstruir todo ese mundo también infantil en el que nos han educado: princesitas, cocinitas, el cuidado… Nos enseñan a ser cuidadoras, frente al hombre que se le ha negado este rol. Deconstruir la manera en la que le han educado a ella para que la mujer se empodere, sea asertiva, tome sus propias decisiones, sea valiente… Tiene muchas ganas de actuar y de hacer cosas, pero evidentemente tiene que entender que es fundamental la coeducación. Un cambio a la par. Tienen que ir a la par, chicos y chicas, en esa transformación.

Fuente: http://www.lavozdelsur.es/sanchez-vico-la-autentica-revolucion-del-siglo-xxi-es-la-pedagogia-feminista

Fuente de la imagen: http://www.lavozdelsur.es/sites/default/files/styles/bs_9_cols/public/mercedes_sanchez_vico_2.jpg?itok=Y0N7X0Al

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Hermanos y hermanas en la lucha por reconstruir el mundo

Por: Peter McLaren

He trabajado con camaradas en Latinoamérica durante casi 30 años. Allí he encontrado amistades incondicionales y camaradas con un coraje inquebrantable, un espíritu indomable y una visión de un nuevo universo social liberado de las cadenas del capitalismo actual.

Con tantos obstáculos frente a nosotros, es fácil cansarse y perder la esperanza. Creemos, sin embargo, que si trabajamos con diligencia y evitamos las inseguridades, amigos desconocidos y aliados cruciales se unirán a nosotros. No todas las culminaciones de acontecimientos, como es nuestra lucha contra distintas causas de sufrimiento y opresión, se convierten en un nuevo comienzo, ni todas las llegadas a un nuevo lugar de entendimiento se convierten en un punto de partida donde no existe reiteración de dolor y sufrimiento, donde el mundo de repente parece un lugar mejor. La verdad es que es muy probable que el sufrimiento del mundo empeore en los próximos años, a pesar de nuestros esfuerzos.

Entender que nuestro sufrimiento y el de nuestros prójimos continuará, quizás sin cesar, en nuestras propias vidas no nos fuerza a interceder renunciando al mundo por amor divino, por un sentimiento de ecuanimidad en este mundo o entrando en un estado de reverencia incondicional por la fantasmagoría de la vida cotidiana. En su lugar, trabajamos para desarrollar una conciencia crítica que se ajusta a las demandas realizadas por el presente histórico, que se ajusta a las demandas que la actual coyuntura histórica nos impone como agentes políticos y morales. No buscamos el equilibrio. Más bien, buscamos un compromiso intenso y amoroso con el mundo, un compromiso crítico, intensificado en todos los aspectos de nuestras vidas para cuando el espíritu de lo absoluto imperecedero rompa nuestro día a día y nuestra existencia mundana, luchemos con uñas y dientes por un mundo mejor.

La responsabilidad de construir un mundo socialista que satisfaga las necesidades de todos nosotros, las cuales a día de hoy han sido anuladas por el coloso del capital, nos llama, hermanos y hermanas, a hacer frente a la historia en su totalidad, a esculpir un nuevo campo de ser. Desde la praxis surge ese logro que se presupone en el anuncio, un anuncio de que un nuevo mundo es necesario y está en marcha. Desde nuestra praxis revolucionaria se libera un compromiso crítico con el mundo sin garantías de éxito. De cara a la galería y en nuestro interior luchamos por la justicia en el lugar de la intelección y acción, que es, en el lugar de la praxis, una praxis de ser y llegar a ser que mientras a veces podría parecer urgente y quizás incluso imperiosa, está concebida para transformar el mundo a lo largo del arco de justicia social.

De ahí que no haya amor sin justicia. Y no haya justicia sin amor. Y no existe un camino más maravilloso que este. No hablamos del amor como algo fungible, algo que te otorgan o que se puede adquirir, o que toma esta forma o aquella; el amor no es un objeto, sino eso que surge e ilumina al otro. Solo podemos conocer ese amor a través de nuestro compromiso amoroso con el otro. En otras palabras, a través de nuestra acción decidida, firme y determinada con los demás en este mundo de necesidades insatisfechas y sueños rotos.

Comenzamos nuestra lucha con una decisión, una que avisa a los guardianes del capital de que ya no toleraremos más injusticia, odio a los demás, pobreza, tortura y sufrimiento humano innecesario en cada una de sus facetas. Luchamos para construir un frente unido transnacional, para reclamar la finalidad de la educación pública y reconstruir el mundo. No cederemos.

Para citar este artículo:

McLaren, P. (2014). Hermanos y hermanas en la lucha por reconstruir el mundo. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales (III),pp. 46-47. Recuperado de http://iberoamericasocial.com/hermanos-y-hermanas-en-la-luchapor-reconstruir-el-mundo

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/hermanos-y-hermanas-en-la-lucha-por-reconstruir-el-mundo/

 

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