Colombia: Las ex-combatientes exigen más y mejor educación

Por: El Espectador. 

De acuerdo con una investigación del departamento de sociología de la Universidad Nacional, existe un sentimiento que las políticas que ejecuta el gobierno para atender su proceso de reincorporación a la sociedad civil se están quedando cortas.

«Las políticas que ejecuta el Gobierno nacional para atender el proceso de reincorporación a la sociedad civil de las mujeres no satisfacen las verdaderas necesidades de ellas ni incluyen una atención diferenciada». Esta es una de las falencias que evidenció Estefany Rodríguez Gutiérrez, magíster en Sociología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, después de realizar nueve entrevistas, cinco a excombatientes de las FARC y cuatro de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en el periodo 2005-2015.

Además habló con profesionales reintegradores de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR, hoy Agencia para la Reincorporación y la Normalización, ARN) y con personal del programa implementado por el Distrito –que en su momento también fue significativo– para conocer su perspectiva y la explicación de cómo funciona la ruta de reintegración.

Para crear e implementar políticas públicas distritales y nacionales en atención a excombatientes –pensada a 6,5 años–, la ACR diseñó y ejecutó la Política Nacional de Reintegración Social y Económica para Personas y Grupos Armados Ilegales (PRSE), una concertación con entidades nacionales e internacionales en el marco del plan nacional 2006-2010.

El programa, dirigido a personas desmovilizadas de la guerrilla y paramilitares que no han cometido delitos de lesa humanidad y quieren regresar a la vida civil, fomenta sus habilidades y competencias ciudadanas para construir su proyecto de vida mediante una ruta de atención particular frente a las necesidades del individuo desmovilizado y la comunidad receptora.

Como política de Estado, la ARN está dirigida a la reinserción económica y social de excombatientes y abarca las dimensiones de atención psicosocial, salud, educación y trabajo, entre otras.

Las dimensiones educativa y laboral buscan que las excombatientes culminen todos los niveles escolares, con el propósito de facilitarles tanto el acceso exitoso a un empleo estable como la independencia económica.

Empleos precarios

Independientemente del bando de militancia, las respuestas reflejaron que las oportunidades que se brindan en educación e inserción laboral no atienden las necesidades reales de las mujeres, y que las actividades a las cuales se vinculan corresponden a roles tradicionalmente asociados con lo femenino, empleos informales y precarios con flexibilidad de horarios.

“Una de las principales falencias que deberá mejorar la ARN es fortalecer la política pública e incluir el enfoque de género, teniendo en cuenta las voces de las personas para construir la política y saber qué es lo que ellas necesitan, qué quieren estudiar y cuáles son sus aspiraciones, y además que la atención no sea generalizada sino particular”, destaca la investigadora.

En la dimensión educativa, el programa cuenta con cursos y convenios con instituciones para terminar el bachillerato, ya que “muchas de ellas no alcanzaron a terminar ni siquiera su bachillerato al momento ingresar a los grupos armados”, comenta la investigadora.

También hay convenios con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) en programas técnicos y algunos tecnológicos, es decir que las posibilidades de acceder a una carrera universitaria son escasas; la ARN ofrece las universidades disponibles, pero en ese sentido el acompañamiento es nulo.

“Muchas de ellas quieren continuar o iniciar una carrera profesional, pero como no existen convenios, deben gestionarlo personalmente. Si quieren pagar su universidad deben hacerlo por medio de un crédito del Icetex”, comentó la magíster Rodríguez.

Y aunque al momento de trabajar como cajeras o vendedoras la ARN presta acompañamiento en el momento de la entrevista, pasados los 6,5 años la persona debe desempeñarse por su cuenta.

“Los trabajos a los cuales se vinculan las mujeres suelen ser de servicios domésticos, en restaurantes o cuidando niños y adultos mayores; son trabajos que no tienen en cuenta los roles que ellas vivieron durante su estancia en los grupos armados, algunos de orden militar”, advierte.

En este sentido, las solicitudes de las entrevistadas reflejaron que “el acompañamiento psicológico y en el ámbito productivo no es suficiente, ya que los casos se tratan de forma general cuando algunos manejan situaciones más complejas que otras; su tratamiento no puede ser el mismo y se debe seguir trabajando en mejorar las condiciones para que su reincorporación sea más efectiva”, concluye la investigadora.

Fuente de la entrevista: https://mba.americaeconomia.com/articulos/notas/colombia-las-ex-combatientes-exigen-mas-y-mejor-educacion

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La educación pública universitaria en estado de coma

Colombia / 21 de octubre de 2018 / Autor: Miguel A. Herrera Zgaib / Fuente: Radio Macondo

En este último año, 2018, se incrementó la letanía de la Ley 30 de 1992, que estableció las bases para el estatuto que rige la educación superior en Colombia. Ley que volvió a la liza política, una vez que los estudiantes colombianos, organizados en la Mane impidieron la contra-reforma educativa, pero no tuvieron la fuerza y el consenso suficiente para darle curso, vía Congreso, a una reforma progresista a dicho estatuto.

Este estatuto ya había revelado un diseño financiero inapropiado, en materia de presupuesto para la educación superior, cuando estableció que el incremento de la financiación estatal quedaba atado al incremento anual del IPC, mientras que a partir de 1993, al mismo tiempo se producía un incremento exponencial en la demanda de estudiantes al Sistema Universitario Estatal, SUE, sin que los recursos tuvieran un aumento siquiera proporcional a la nueva población estudiantil in crescendo.

La ley 32 decía corresponder a los primeros años de la reforma del Estado autoritario y excluyente que fue creado en 1886, el que después de guerras intestinas, dirigidas por los señores de la tierra, se reproducía, con poquísimas reformas; ninguna apta para romperle el espinazo a los privilegios socio-económicos celosamente mantenidos desde la colonia por una intelectualidad en su gran mayoría obsecuente y sumisa.

Todo esto a pesar de lo sostenido por Darío Echandía, cancerbero de la reforma del 36, durante los años dorados de “la revolución en marcha” de Alfonso López Pumarejo, un avezado centenarista a quien la Nacional rinde homenaje en un espacio rebautizado con su nombre, que hace parte de las que fueran las residencias Uriel Gutiérrez, cuya parte posterior colapsó hace varios años, disimulada por un improvisado corral de latas de zinc.

Este grotesco cercamiento simboliza bien el abandono presupuestal de la principal universidad de la nación, que empezó llamándose Central, de acuerdo con la Ley de 18 de marzo de 1826, junto a su otras dos hermanas en el fugaz tiempo de la Gran Colombia, la de Quito y de Caracas, que aún conservan el nombre original que le dieron los próceres masones e ilustrados, Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, removido de la plaza central de la Ciudad Blanca, para rebautizarla como Ché hasta nuestros días.

La joya de la corona de la educación pública, bajo el cobijo de la sentencia latina “omnium potentior est sapientia”, esto es, que “la sabiduría todo lo puede”, por el contrario, ha estado sometida por largos años a una sequía presupuestal regada por un rosario impenitente, despiadado de años de desidia y olvido gubernamental, que la tienen en literal estado de coma, jugándose sus restos.

Tal abandono y postración se encuentran probados de sobra, hasta el absurdo, para todo el que haga la experiencia de recorrer sus vías, principales y adyacentes, para descubrir con estupor, que la Nacho, como le decimos cariñosamente, es un “fractal negativo”, que copia la situación de la ciudad capital que la aloja.

Este recorrido digno de un camino de herradura, hasta la fecha no lo hizo, ni el atento presidente de Colombia, Iván Duque, formado en el exterior, bajo el generoso cobijo del BID, que paga en parte la riqueza social colombiana, y mucho menos la actual ministra de educación, María Victoria Angulo, salida de las canteras de la administración distrital.

Sin embargo, en el papel, y para la Ley que rige el gobierno antidemocrático de la Universidad Nacional, el presidente es quien encabeza el CSU, la instancia máxima del gobierno universitario, donde el (a) ministr@ del ramo, lo reemplaza casi de manera inveterada.

La saga incumplida de la igualdad social

La educación pública superior era, y pretende seguir siéndolo una de las ventanas para la promoción del principio liberal de la “igualdad de oportunidades”, tantas veces negado en la práctica, que primero exige para su materialización igualdad de condiciones básicas en términos de vida, condiciones que nunca ha ofrecido la maltrecha república nacida en 1819. Para el año 1993, los privilegiados, porque accedían a los pregrados, eran 159.218, que para el año 2016, ascendieron a 611.800.

Entonces, el presupuesto asignado a las universidades públicas era de 1,72 billones, mientras que para el 2016 se incrementó en 2,93 billones, cuando con una operación simple queda claro que la población estudiantil se triplico en 23 años, el presupuesto para la educación superior ni siquiera alcanzó a duplicarse. Un estudiante en 1992, recibía en promedio $10.825.890, mientras que uno que estudiaba en 2016, apenas le correspondía $ 4.785.338.

Tal y como lo recordó en una conversación histórica, Estanislao Zuleta hablándole a la guerrillerada de clase media y popular, al M-19 reunido en las montañas del Cauca, que preparaba con optimismo el frustrado diálogo nacional de aquel entonces, que la democracia requiere condiciones que la Colombia ni tiene ni obtiene.

Este aserto, la gran brecha de la desigualdad social, no sólo persiste, sino que se amplía. Lo recordó con cifras actualizadas el pasado martes, Alicia Puyana, economista formada en Praga, en interlocución directa con Ota Sick, y en Oxford, en las líneas principales, más sustanciosas, del discurso de aceptación de su ingreso como miembro de número de la Academia Colombiana de Economistas.

Esta realidad se reafirmó en la respuesta que le dio la otra académica, Consuelo Ahumada, para corroborar su decir, a la vez que resaltaba el tremendo drama de las minorías étnicas, que, en número superior a dos millones, prueban que la igualdad social es un “trágico sueño guajiro”.

Es lo que se establece 27 años después de que se inauguró el nuevo orden con optimismo circunspecto de los subalternos, de los trabajadores, de los pobres, de los excluidos, de la insurgencia subalterna. Era el promisorio debut de la nueva estructura constitucional sancionada en 1991, cuya arquitectura normativa definía al orden político de Colombia como un estado social de derecho, con una explícita participación ciudadana, y la protección efectiva de los derechos humanos fundamentales, que han hecho célebres millones de veces el socorrido derecho de amparo, la célebre tutela que por estos días quería suprimirse de un plumazo.

A la muerte de la Constitución de 1886, longeva hasta más no poder, en beneficio de los privilegios decimonónicos del bipartidismo forjado al calor de heroísmo y cálculo de los “patricios” que hicieron la guerra de independencia, al frente de sus peones, el ponente de la Ley 30 era el senador Ricardo Mosquera Mesa, probado antes como rector de la Nacional al final de la segunda mitad de la década del 80.

Ahora, en la crisis más severa en la existencia de la Universidad Nacional, de modo paradójico, le toca liderar su salvación en articulo mortis a una rectora, Dolly Montoya, esposa del rector citado, quien fuera activista estudiantil en el año 1971, como ella misma lo ha recordado, cuando enfrentaba la imposición del modelo Atcon, de reforma universitaria, y la financiación injerencista de los Estados Unidos.

Tal reforma, como la reforma agraria eran parte de la prueba dizque de la Alianza para el Progreso, apuntalada a comienzos de los años 60, por la visita de la pareja destruida por los tristes augurios del reino de Camelot. Aquella vez el anfitrión fue Alberto Lleras Camargo, primer secretario de la OEA, el denominado ministerio de colonias del hegemón estadounidense.

La reforma de la Nacho era prenda de garantía para espantar el fantasma del comunismo, cuya tormenta ya había barrido a la vecina Isla de Cuba, donde pronto se estableció la educación pública gratuita, y se alfabetizó a millones de analfabetos, a pocas millas, con brigadas de voluntarios movilizados de la ciudad al campo.

De la consulta anticorrupción a la defensa de la universidad pública

Cuando el nuevo orden de la participación, cuando la democracia, cuando la paz están detenidos, cuando no corrompido el orden constitucional de 1991, por el repetido incumplimiento de la promesa de promover de manera inmediata que la igualdad sea real y efectiva, y en cambio hacer la guerra de exterminio interno de insurgentes y disidentes, el conjunto de los colombianos, y de modo particular, las minorías, cada vez más excluidas, explotadas y oprimidas, se toman las calles a través del estudiantado universitario, y los demás grupos subalternos.

Unos y otros desfilaron, como multitud abigarrada, sin desmanes el pasado miércoles, en las grandes capitales, Bogotá y Medellín, y en las otras superando de acuerdo a cálculos conservadores el medio millón de personas. Todos reclaman el futuro en términos de presente a cumplirse, sin tretas ni engaños.

Así, los jóvenes de Colombia han tomado, cuando no arrebatado simbólicamente, cuando más lo necesita, la batuta de la mano de los mayores, expectantes ante el triunfo electoral de la reacción, la derecha y los tibios en sordina, pegados como lapa a las vetustas fórmulas bipartidistas ampliadas, que, en la sesión de la cámara, con los rectores a borde, apenas tuvo en el coro de representantes a 8 de ellos.

Estas minorías del país político siguen saboteando el tránsito de toda la nación envilecida y desplazada, por millones, de la guerra civil interna, regionalizada a la paz incluyente con las reformas exigidas. Prueba fehaciente de ello fue la actitud del presidente del senado, Macías, del CD, cabeza del bloque reaccionario, hoy dominante, quien descalificó la intervención de la estudiante Jennifer Pedraza, representante al CSU de la Universidad Nacional, para sabotear y cortar su intervención, durante el mismo día en que algo más de 50.000 personas llenaban las principales vías, y copaban la plaza de Bolívar.

El actual presidente y sus coequiperos, de manera descarada, vienen aplazando el avance real de los acuerdos propios de una paz incluyente, porque la paz de Santos, con todo, quedó encerrada en los postulados neoliberales, que le señalaron una suerte de muerte prematura a éstos, y a la educación pública superior, desangrando sus presupuestos; aplicándole el préstamo gota a gota.

En la comisión del presupuesto actual, la senadora Aída Abella se enteró que los anunciados $500.000 millones para la educación superior no serían ejecutados, entregados para la vigencia presente de 2018, donde las universidades públicas están estranguladas, empezando por la Universidad Nacional. El plan era que esto ocurriera para el año 2019, y con una orla de exigencias múltiples para su desembolso.

La denuncia pública de la senadora electa por la lista de la decencia, sobreviviente de la masacre de la UP, y sobre todo, la multitudinaria presencia estudiantil en las calles, hicieron que al día siguiente el gobierno de Duque/Uribe cambiara los planes y anunciara que dicha partida, sin afectar el presupuesto tendrá ejecución inmediata.

Hoy, más que nunca con el estudiantado movilizado quedó más que claro, que los acuerdos de paz de La Habana, en sus más de 400 páginas guardaron silencio sobre la suerte del SUE, y la educación pública estatal, porque en ellos no tuvo la comunidad universitaria una vocería real, una representación en las negociaciones.

Todo lo cual prueba que la disputa hegemónica de los subalternos, sociales e insurgentes, adolecía para entonces de una propuesta que encare el agujero negro de la reforma intelectual y moral, de la que es pieza maestra la reforma educativa integra, herencia abandonada, por una modernidad contrahecha como la de Colombia, “conducida” casi sin excepción por una intelectualidad cosmopolita, separada de los grupos y clases subalternas, con notables excepciones.

Saldando una deuda histórica

Tal divorcio histórico, entre intelectuales y pueblo que Jorge E. Gaitán, advirtió para los tiempos de la generación de los nuevos, se mantiene. A él han respondido los herederos del grito de Córdoba de 1918, cuando organizaron el paro nacional universitario del año 1971, que acordó un Plan Mínimo.

Era la respuesta a la reforma Patiño, que no pocos alaban, porque aclimató en últimas la universidad de entonces a los imperativos de la modernización capitalista, como antídoto al socialismo triunfante en la Cuba de entonces.

De nuevo, en 2011, el estudiantado en lucha recogió y amplió con lucidez las banderas de 1971, pero sucumbió ante un Congreso reaccionario, que impidió la prosperidad de una reforma progresiva de la Ley 30 de 1992, a la cual respondieron en el clímax del movimiento con un proyecto que quedó sepultado en los cajones del Congreso entonces controlado por el bloque en el poder del reformista neoliberal, Juan Manuel Santos.

Esta contra-reforma siguió, sin embargo, avanzando, a través de la asfixia al presupuesto de las universidades públicas, drenándolas con el “invento” del programa “ser pilo paga”, que utilizó a los pobres inteligentes y aprovechados, en número superior a 40.000, para subsidiar groseramente a la universidad privada de elite.

Ahora, siete años después, con renovadas banderas, y dos organizaciones estudiantiles nacionales, animadas por dos proyectos políticos de signo diverso, la responsabilidad con la reforma y la salvación de la universidad colombiana, experimentan su prueba de fuego en público y en privado.

En la plaza pública, ante una imponente movilización, se dieron dos indicios contraproducentes, el intento de impedir la intervención de Jennifer Pedraza, militante del proyecto organizativo de la OCE, del que es animador político el PDA/MOIR. Ella hablaba en nombre del estudiantado como representante electa ante el CSU, de la U. Nacional.

El segundo fue la censura, a posteriori, de la participación de Gustavo Petro, el candidato presidencial de la oposición, senador comprometido con la causa de la educación pública; a la que se sumó la imposibilidad que interviniera la senadora Angélica Lozano, de la Alianza Verde, que apenas le fue permitido subir a la tarima.

Después de la movilización del 10 de octubre, las 32 universidades están deliberando, y más de 10 han decretado como resultado, un paro hasta el 21 de octubre, al ser notificados de los $500.000 millones que entregará el gobierno nacional para paliar la crisis, cuando el funcionamiento de las universidades públicas requiere $ 4,5 billones para el año 2019.

Todas las universidades en paro, o en asamblea permanente han convocado a una mega manifestación nacional para el 17 de octubre. Las direcciones del movimiento estudiantil, y en particular, dos, la UNES, y la ACRES, tienen que rescatar la pluralidad, y corregir los errores del inmediato pasado, ahora cuando han vuelto a la calle con cientos de miles de estudiantes, profesores y padres de familia. Ellos que encarnan, la parte de los sin parte, tienen que convocar con el ejemplo, sin exclusiones.

Para mostrar la madurez del conjunto del movimiento estudiantil, y el empuje de la democracia subalterna. Y convencer a la gran mayoría de la nación que los respalda como respuesta a su efectiva pedagogía ciudadana, azotada como está, por demás, por las afujías producto la crisis del modelo minero energético y agro-exportador impuesto por la vulgata neoliberal.

El curso de este y los siguientes días nos probarán a todos si la intelectualidad joven corrige con audacia e ingenio propositivo el mundo de los mayores, y que está preparada para hacer las reformas urgentes, así como para convocar, si la negativa gubernamental se empecina en quemarle billones a la guerra, en vez de invertirlos en desmontar la desigualdad social, a una Constituyente Educativa.

Ella será el portal de entrada a la Constituyente Social que le de concreción a los acuerdos de paz, que la reacción y la derecha quieren “festinarse” impunemente, como si la nación colombiana aguantara otra guerra. Mientras hacen sonar en contravía de la paz los tambores a somatén.

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La educación pública universitaria en estado de coma

ove/mahv

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Las Universidades Publicas son sobrevivientes de guerra

Colombia / 12 de noviembre de 2017 / Autor: Manuel Humberto Restrepo Domínguez / Fuente: Rebelión

Las universidades publicas colombianas quedaron en pie a pesar de las mas duras adversidades que haya padecido universidad alguna en el mundo, durante los cincuenta años de guerra que termina, porque las FARC ya no existen como insurgencia armada y el ELN tiene silenciados sus fusiles. Lograron quedar vivas aunque débiles y en lucha consigo mismas y contra los coletazos de guerra, pero cumplieron de la mejor manera la tarea encomendada por la sociedad para formar los hombres y mujeres profesionales de un país retrasado en libertades y urgido de soluciones de fondo a sus mas urgentes necesidades de conocimiento, tecnología, convivencia pacifica y bienestar.

A manera de ejemplo, la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (en la que soy profesor desde hace 30 años) graduó entre 1966 y 2016 a mas de 91.000 estudiantes, procedentes de sectores populares, extraídos del ámbito rural o que hacían transito a las nacientes ciudades. Resulta gratificante, que a pesar de la guerra y sus marañas, no hay evidencia de casos de egresados que se se hayan destacado por alguna trayectoria criminal o que hayan utilizado su saber para perseguir, intimidar o aprovechado su profesión como refugio de fechorías. Se conoce en cambio de la enorme capacidad de rebeldía y espíritu de lucha, que deja una cuota de estudiantes, profesores y trabajadores convertidos en silenciosas victimas. La Universidad Nacional por su hondo significado para la nación multiplica todas las cifras, pero además fue la que abrió los espacios para reconocer la diversidad y la diferencia en las aulas y el pensamiento libre. Las otras 30 universidades hicieron cada una lo suyo, pusieron a debate su experiencia y trazaron caminos para que otros alentaran sus recorridos.

La educación publica universitaria no fue ajena a los contenidos del manifiesto de Córdoba Argentina de 1918 (manifiesto liminar) y acogió como suyos los principios esenciales de lo publico como la autonomía política, docente y administrativa; la selección de docentes por concursos públicos; la asunción de responsabilidades políticas frente a la nación y la defensa de la democracia; la creación de cátedras libres y electivas a decisión de los estudiantes y; la democratización de la enseñanza, que sirvió para contrarrestar la educación que estaba convertida en privilegio de las elites y forjada con las reglas y conductas de la escolástica y desde ahí marcar la ruta del siglo XX. Seguramente en 2018 vendrá una gran movilización global de la educación publica, (autónoma, gratuita, democrática y popular) en conmemoración de los 100 años de Córdoba y los 50 de mayo del 68, que representan las luchas sociales universitarias mas significativas, que cimentaron las bases de la universidad publica actual, dejando atrás lo que era “el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático” (manifiesto de córdoba).

Después de la entrada al universo de las libertades vino la guerra y las universidades publicas colombianas tuvieron que enfrentar las arremetidas del estado y de sectores de poder obsesionados con derrotar el espíritu de lo publico como concepto, principio y practica social común. Usaron practicas de guerra sucia, queriendo derrotar la inteligencia a la que no dejan de considerar aliada de las insurgencias armadas. Extendieron la estigmatización llamando a la sociedad a mirarlas y tratarlas con recelo y también con desprecio y entre análisis sesgados escondieron las maravillas de lo que ocurría respecto a la ciencia y la cultura. Políticamente las elites metieron allí clientelas, promovieron su ineficiencia y fragmentación y bajo chantaje les entregaron presupuestos deficitarios, a cambio de controlarlas, las acostumbraron a sobrevivir y mientras los soldados de la guerra estaban cubiertos con altos presupuestos del estado, los estudiantes sobrevivían entre incertidumbres y carencias para cubrir los mínimos necesarios para educarse, teniendo que recurrir a la protesta para existir.

A manera de síntesis se podría señalar que con el fin de la guerra las universidades quedan con la suficiente dignidad para sobreponerse y asumir los compromisos con la construcción de paz en los territorios. Su realidad revela que están desfinanciadas; tienen un altísimo déficit democrático; su sentido esta tomado por reglas de mercado y; se debilitan a medida que se extienden. Son los resultados de haberlas gestionado con lógica de guerra y de conducirlas según el trazado del capital que las empujó a desviarse de su misión, a descentrarse y fluir sin un horizonte común. Muchas aun no entienden que su vida institucional se ahoga entre replicas de lo que hacen otras, copian, plagian, siguen modelos y recetas genéricas aplicadas por funcionarios exentos de responsabilidad por los daños provocados. La guerra les cambio la baja por la alta velocidad de sus procesos y esta velocidad las paraliza, les impide tener en cuenta la fragilidad del ser humano que la compone y que esta convertido en instrumento de metas, que solo cuenta si esta cerca al poder y se somete a negarse a ser en sí mismo, y de suma se acostumbra a permanecer al margen de su existencia política.

Pero el panorama que queda puede ser fácilmente revertido, si se piensa que la paz es lo nuevo y se inventan otras maneras de decir y hacer las cosas que correspondan a este tiempo y se nutran con un espíritu democrático y de cambio. Sin guerra viene otro momento, que no podrá vivirse con las mismas reglas, sencillamente porque la paz es contraria a la guerra y nadie tiene recetas y quien pretenda enseñarlas, ofrecerlas o venderlas (que es aun peor, es un farsante), si se tiene en cuenta que durante la guerra las universidades no tuvieron paz, los jóvenes recibieron trato de combatientes, asistieron a cientos de funerales de sus mejores hijos arrebatados por la barbarie, hubo profesores y estudiantes asesinados frente a las aulas, mutilados, desaparecidos, presos acusados con falsedades, miles injustamente derrotados por la precariedad económica que les impidió sostenerse en las aulas y millones mas que no pudieron ingresar y obtener un carnet de estudiante, que es quizá el mejor de todos los carnet que existan en la historia de la humanización. Las imágenes de tanques, caballos y motorizados entrando victoriosos a los campus universitarios se encargarán de contar que fueron tratadas como campos de batalla y que se trató de acallar con balas y mentiras al pensamiento critico por creer que era parte del alzamiento armado y porque gracias a él la verdad sería posible, esas serán las señales de la memoria recordando lo que no puede volver a ocurrir.

Se acaba la guerra y las universidades publicas tendrán el encargo de protegerse del olvido y convertir a la memoria en la fortaleza que conduzca su futuro. No se trata de quedarse en el pasado si no de saber conectar y desconectar los tiempos, de reajustar el sentido y el significado de su saber y hacer y usar a la ética como la savia que conecta. La paz propone otros momentos, tiempos mejores para poner a prueba lo que aprendieron para no dejar escapar la dignidad entre las dificultades que las llevaron incluso a entrar en alianzas de todo tipo con empresarios, políticos y partes descompuestas de la dinámica social que a cambio de fortalecerlas las debilitan, las tienen atadas a una competencia desigual hecha a la medida del interés privado que las corrompe y del que deben desprenderse.

El momento es otro y aunque desigualdad, inequidad, exclusión e injusticia sirvan para explicar que hoy mas que nunca están dadas las condiciones y vigencia de la lucha armada para cambiar las cosas y derrotar a las elites, la sociedad y en particular la que compone la población potencial de las universidades publicas, igual que las victimas, ha renunciado a la guerra y su decisión es sin retorno. Las generaciones de profesores, estudiantes y trabajadores de hoy tendrán que actuar con convicción ética y compromiso político en la construcción de paz, usando su imaginación, creatividad, ciencia y solidaridad. Las armas no serán más el recurso legitimo para resolver diferencias y será la inteligencia la llamada a reencontrar el camino de grandeza de las universidades públicas. Esa es la mas importante conclusión para llamar a la universidad publica a reconstruirse, en colectivo y desde abajo, a aprender de los jóvenes que saben cambiar de dirección, adaptarse a las circunstancias variables, detectar de inmediato los movimientos que comienzan a producirse y a actualizar su propia trayectoria, porque de ella depende su supervivencia (Bauman, retos de la educación). La universidad por ser parte de las invenciones de la cultura tiene que reinventarse y rápido, repensarse de otra manera no solo en la escena meramente económica, como lo hace ahora, y crear poder para apuntar y aportar sus saberes y quehaceres con miras a construir una nueva ciudadanía de paz y una sociedad de derechos, situada por fuera de la trampa economicista.

P.D Con datos de la encuesta de cifras y conceptos 2017 (que no controlamos), estas columnas ocupan el segundo lugar de mas leídas en Boyacá, y con datos de periodicoeldiario.com, algunas superan 20.000 lectores. Así que Gracias por sus lecturas que representan afectos. Me corresponde seguir con disciplina esta tarea que alienta el alma y que por fortuna no cumple metas ni sube indicadores de nada.

Fuente del Artículo:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233704

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¿Cuáles son las 10 mejores universidades de Colombia?

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Los 150 años de la Nacional Preparatoria, una verdadera reforma educativa

México / 3 de septiembre de 2017 / Autor: Judith Amador Tello / Fuente: Proceso

Además de ser ahora un consolidado espacio cultural para exposiciones y otras manifestaciones artísticas, el Antiguo Colegio de San Ildefonso resguarda la memoria del inicio del movimiento pictórico más importante del país: el muralismo mexicano.

Pero sus paredes albergaron también uno de los proyectos culturales esenciales del liberalismo del siglo XIX: La Escuela Nacional Preparatoria (ENP), por cuyas aulas desfilaron varias generaciones de jóvenes ya en los albores del siglo XX.

Destacan, por ejemplo, los nombres del poeta Octavio Paz, a la postre Nobel de Literatura; la pintora Frida Kahlo y su novio Alejandro Gómez Arias, quien fue un reconocido intelectual y periodista décadas más tarde; Alfonso García Robles, también Premio Nobel, aunque de la Paz; e impartieron clases el ingeniero Javier Barros Sierra, quien llegaría a ser rector de la UNAM, o el escritor Carlos Monsiváis.

Fundada el 2 de diciembre de 1867 en el marco de la Ley Orgánica de Instrucción Pública del Distrito Federal, promulgada por el presidente Benito Juárez, la ENP celebra 150 años de existencia. Con ese motivo se presenta la exposición Orígenes. 150 años de la Escuela Nacional Preparatoria, que estará abierta hasta el próximo 1 de septiembre, en su antigua sede.

Según información del propio Colegio de San Ildefonso, se trató del “proyecto educativo más ambicioso del siglo XIX” y desde su creación fue albergada por dicho recinto ubicado en la actual calle de Justo Sierra 16, Centro Histórico, que durante un tiempo fue conocido como el barrio universitario, pues alojó también otras escuelas de la Universidad Nacional, como la de Jurisprudencia y la de Medicina (http://www.sanildefonso.org.mx/expos/preparatoria/).

El edificio, se cuenta, ha sido protagonista y testigo de diversos acontecimientos en el devenir del tiempo. En 1968, durante el movimiento estudiantil, su puerta original de estilo barroco fue derribada de un bazucazo, durante la madrugada del 30 de julio de ese año por el Ejército.

Construido por la Compañía de Jesús, una de las instituciones religiosas más importantes de la Nueva España, fue testigo también en 1767 de la expulsión de los miembros de esa orden, ordenada por el rey Carlos III en todos los territorios del reino, incluidos los del continente americano.

Un siglo después el colegio abrió sus puertas como sede de la Escuela Nacional Preparatoria. Las clases comenzaron el 3 de febrero de 1868:

“Los espacios, que antes fueran para el alojamiento de los jesuitas, se adaptaron gradualmente en aulas, laboratorios y gabinetes. Se instalaron también un jardín botánico y un invernadero, así como un pequeño zoológico. La biblioteca se ubicó en la capilla y se construyó un observatorio. En la década siguiente, Gabino Barreda autorizó la realización de la obra El triunfo de la ciencia y el trabajo sobre la envidia y la ignorancia del pintor Juan Cordero, en el descanso de las escaleras, que años más tarde se demolió para instalar el vitral La Bienvenida. A principios del siglo XX, el último elemento arquitectónico construido para la preparatoria fue el Anfiteatro Simón Bolívar, a cargo del arquitecto Samuel Chávez.”

Proyecto positivista

Gabino Barreda fue el primer director de la ENP, nombrado por Juárez. Se cuenta en la historia de dicha instancia, compilada por la Universidad Nacional Autónoma de México, que hacia 1857 las principales escuelas de educación media y media superior estaban en manos del clero. Era el caso de los colegios mayores de San Pedro y San Pablo, y mismo San Ildefonso, donde prevalecía una preparación dogmática.

Al restaurarse la República, tras el fusilamiento del emperador invasor Maximiliano de Habsburgo, (acontecimiento que también cumple 150 años), Juárez encomendó al ministro de Justicia e Instrucción, Antonio Martínez de Castro, reestructurar la enseñanza.

La básica se declara entonces laica, gratuita y obligatoria, y se asienta, con base en lo establecido en 1861 por Ignacio Ramírez El Nigromante, entonces ministro de Juárez, que la educación depende en primer término de los maestros, a quienes se deben todas las consideraciones, pues desempeñan “la noble misión de sacar al pueblo del sepulcro de la ignorancia, para traerlo a la vida de la inteligencia”. (http://aridiuxhistorydelaeducaciondemexico.blogspot.mx).

La investigadora Guadalupe Muriel expone en un ensayo titulado “Reformas educativas de Gabino Barreda”, que Maximiliano intentó organizar la educación en México con una ideología liberal “que desconcertó a sus partidarios”. El caos político impidió que los proyectos tanto de un bando como del otro pasaran del papel a los hechos:

“Le tocó al ilustre médico positivista Gabino Barreda la elaboración del siguiente plan educativo. Barreda, estudiante de leyes, graduado en medicina y discípulo de Augusto Comte en París, ocupó el puesto de reformador de la educación mexicana bajo el gobierno juarista.”

Destaca además la historiadora, en su texto publicado en El Colegio de México:

“Al inaugurarse la Segunda República, México poseía una Constitución, la de 1857, integrada con las leyes de Reforma; un grupo de dirigentes, tal vez el mejor que ha producido la nación, formado por: Benito Juárez, Jesús González Ortega, Manuel Negrete, Guillermo Prieto, Lerdo de Tejada, José María Iglesias, Vicente y Mariano Riva Palacio, Justo Sierra, Porfirio Díaz, Antonio Martínez de Castro, Ignacio Vallarta, Ezequiel Montes, Francisco Gómez de Palacio y otros; una vida democrática y una libertad reales.” (http://codex.colmex.mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/M54K4NDH6SPU6EUM33SCJQE36V31PB.pdf)

Luego añade que como resultado de las guerras la República estaba devastada económicamente y con muchos problemas, de comunicaciones, desigualdad social, insalubridad, abandono de niños y ancianos, entre otros:

“La instrucción y la enseñanza preocupaban particularmente al gobierno, porque de ellas se esperaba todo: la asimilación del indio, la redención del peón, rematar la victoria sobre la Iglesia, el éxito de la colonización, la sabiduría general del país y su vida internacional en un plan de igualdad con las demás naciones.”

Se nombró a Martínez de Castro como ministro de Justicia e Instrucción Pública, y se conformó un equipo plural, con positivistas, liberales y científicos, encabezado por Barreda, quien “se encontraba en plena madurez intelectual” y tuvo frente a sí la oportunidad de implantar las ideas positivas en la educación. Se elaboró así la ley del 2 de diciembre de 1867 para reglamentar la educación en el entonces Distrito Federal y los territorios mexicanos.

Educación enciclopédica

En ese contexto Barreda se encarga del proyecto de creación de la ENP. La ley contempló en su capítulo II la enseñanza secundaria y profesional. Se establecieron así las escuelas de Jurisprudencia, Medicina, Agricultura y Veterinaria, de Ingenieros, de Artes y Oficios, entre otras. Y se consideró la formación de la mujer “hasta donde era posible en la época”, refiere Muriel.

Enfatiza luego de citar las cátedras que se incluyeron en el plan de estudios, entre ellas los idiomas, latín, griego, francés, inglés, alemán e italiano; en la rama de matemáticas, aritmética, álgebra, trigonometría, cálculo infinitesimal; historia natural, general y nacional; literatura, poética, y elocuencia, entre otras:

“Esta escuela es la obra de Gabino Barreda, en ella concentró todo su saber, esfuerzo y por ella luchó con tenacidad hasta su muerte.”

El positivista resumía en un lema sus propósitos en la integración de ese plan, sigue la especialista:

“Saber para prever, prever para obrar”, pues para él todo era ciencia. Y el fin era una educación enciclopédica, concibió hasta el orden en cual debería impartirse cada materia y dio prioridad al método que le parecía más importante incluso que el conocimiento.”

En el sitio web de la ENP se relata que en la primera generación se matricularon 900 alumnos, 200 de los cuales eran internos del Antiguo Colegio de San Ildefonso. Y que su plan de estudios fue el resultado de fuertes controversias entre positivistas, católicos y metafísicos.

Muriel resume:

“Toda la reforma de Barreda representó una reacción violenta contra la educación tradicional, lo cual lo llevó al extremismo; al exceso de especulación metafísica en los estudios, reaccionó con el desecho total de ella; al cultivo exhaustivo de las humanidades clásicas, con su olvido absoluto; a los insignificantes estudios científicos, con el enfoque total hacia esas actividades; al método silogístico que imperaba en la investigación, con los métodos inductivos, la observación y la experimentación.”

La nueva institución educativa dio cabida a la clase obrera para la cual abrió cursos dominicales libres de física, química e historia natural y tuvieron tal éxito que la prensa lo destacó en su momento. Ya con Porfirio Díaz en la Presidencia, Ignacio Ramírez es nombrado secretario de Justicia e Instrucción Pública, se dice en el web de la ENP.

El 10 de marzo de 1881 murió Gabino Barreda “sin ningún reconocimiento de las autoridades gubernamentales del país”. No obstante, “en la biblioteca de la escuela, académicos, alumnos e intelectuales le rinden un impresionante homenaje póstumo”. Justo Sierra fue uno de los oradores del acto y destacó en su discurso:

“Tu espíritu aquí queda, mientras la Escuela Nacional Preparatoria viva, –y vivirá–, lo juramos en esta hora solemne, no llegará a apagarse la lámpara que hoy encendemos en tu tumba.”

Fuente del Artículo:

http://www.proceso.com.mx/501046/los-150-anos-la-nacional-preparatoria-una-verdadera-reforma-educativa

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Perú: Con educación la UNA Puno completa 20 escuelas acreditadas.

América del Sur/Perú/30.05.2017/Autor y Fuente:http://diariocorreo.pe/

A pesar de las contínuas tomas de local en la Universidad Nacional del Altiplano (UNA), las autoridades universitarias continúan en su afán de mejorar la calidad educativa. Ayer se oficializó la acreditación de cuatro escuelas profesionales, logro que ubica a esta casa de estudios entre las que más trabajan por alcanzar la calidad educativa.

Precisamente el miércoles 24 de mayo se publicó en el boletín de normas del Diario Oficial El Peruano la resolución de Presidencia del Consejo Directivo AD HOC N°196 – 2017 – SINEACE/CDAH – P, que oficializa el logro.

CARRERAS. Las nuevas escuelas acreditadas son: Odontología, Administración, Medicina Veterinaria y Zootecnia e Ingeniería Metalúrgica. Estas se suman a las carreras acreditadas con anterioridad en esta casa superior de estudio. Con ello la UNA Puno, acumula 20 escuelas profesionales calificadas por el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace). La buena noticia del proceso fue recibida positivamente por las autoridades, docentes y alumnos.

El documento se sustenta, en la parte considerativa, los fundamentos legales por los que se decide finalmente declarar la oficialización de los acuerdos que acreditan a las cuatro escuelas profesionales.

Dicha calificación tiene vigencia de tres años contados desde su publicación, esto implica que en ese tiempo dicha casa de estudios deberá ser evaluada otra vez para demostrar que siguieron por el camino de la mejora continua y permanentemente.

META. Según han comunicado las autoridades de esta casa de estudios, el reto es acreditar a 27 escuelas profesionales, la mayoría ya ha empezado con el proceso de autoevaluación,mientras que otras ya han recibido a los verificadores de la instancia acreditada. Cabe mencionar que recientemente durante este mes también recibieron acreditación las escuelas profesionales de Ciencias de la Comunicación Sociales y Derecho.

El rector de la universidad, Porfirio Enríquez Salas, reconoció y felicitó a todos los docentes, personal administrativo, estudiantes y graduados por el apoyo brindado en el proceso de acreditación de las diferentes escuelas profesionales. “Nuestro objetivo es el fortalecimiento del capital humano” dijo.

Fuente:http://diariocorreo.pe/edicion/puno/con-educacion-la-una-puno-completa-20-escuelas-acreditadas-751888/

Imagen:http://cdne.diariocorreo.pe/thumbs/uploads/img/2017/05/25/con-educacion-la-una-puno-c-jpg_604x0.jpg

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Panamá: Se prepara otra ‘Marcha del silencio’

El próximo 12 de octubre se realizará en la capital colombiana la tercera ‘Marcha del silencio’, como homenaje a las víctimas del conflicto armado y a los indígenas, informaron los organizadores en un comunicado.

Mientras que hoy, autoridades del gobierno colombiano se reunirán con voceros del ‘no’.

Según los datos, cerca de 3 mil víctimas del conflicto y 7 mil indígenas provenientes de diferentes regiones del país caminarán desde la sede de la Universidad Nacional y el Centro de Memoria y Reconciliación, hacia la Plaza de Bolívar para exigir un acuerdo inmediato de paz.

La cita, precisaron, será en el Planetario Distrital, en horas de la tarde, desde donde se extenderá ‘el corredor humano’ que tiene como objetivo pedirle al Gobierno nacional, a las FARC y a los opositores al acuerdo de paz que haya una reconciliación lo más pronto posible.

El pasado 26 de septiembre se firmó en Cartagena el acuerdo de paz entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) luego de casi cuatro años de negociaciones en La Habana para acabar con el conflicto armado que afecta al país hace más de medio siglo.

Sin embargo, el pacto no fue refrendado en las urnas porque la opción del ‘no’ se impuso en el plebiscito del 2 de octubre.

Ese día el ‘no’ obtuvo la victoria con el 50,21 % de los votos, mientras el ‘sí’ alcanzó el 49,78 %, escenario que dejó en la incertidumbre el acuerdo y llevó al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, a entablar un diálogo con la oposición para destrabarlo.

EL DERECHO A LA PAZ

La primera ‘Marcha del silencio’ convocó el 7 de febrero de 1948 a más de 100 mil personas en Bogotá para protestar por la persecución del Gobierno conservador de la época contra los seguidores del Partido Liberal.

El evento, impulsado por el caudillo Jorge Eliécer Gaitán, fue la última actividad pública del político, quien fue asesinado dos meses después.

La segunda marcha se cumplió el pasado 5 de octubre y reunió a miles de personas en las principales ciudades de Colombia que salieron a caminar para pedir la paz.

EL ‘NO’ EN DIÁLOGO

El expresidente colombiano Álvaro Uribe reiteró este domingo su propuesta para modificar el acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y las FARC, luego de que la opción de ‘no’ respaldar el texto acordado ganara en el plebiscito del pasado domingo.

En un comunicado titulado ‘Votamos No, seguimos por la paz. Urgencia y Paciencia’, Uribe insistió en ‘la reclusión, como pena privativa de la libertad’, de entre cinco y ocho años para los guerrilleros.

Sin embargo, aclaró que esta opción se debe cumplir ‘en sitios alternativos, como granjas agrícolas’.

Lo anterior, dijo, se haría con el ánimo de evitar ‘la impunidad total a los mayores responsables de delitos atroces’, debido a que no aplicar un castigo se convertiría en un ‘mal ejemplo, creador de nuevas violencias, además de generar incertidumbre jurídica’.

El miércoles de la semana pasada Uribe acudió a la primera reunión con el presidente luego de la cual pidió que la comunidad internacional acompañe la ‘nueva etapa’ que vive Colombia tras el triunfo del ‘no’. En la propuesta de este domingo, Uribe también aseguró que los ‘privilegios’ al partido político que quieren crear las FARC y la elegibilidad de los guerrilleros en cargos públicos debe ‘excluirse’ del acuerdo o ‘meditarse’.

Recordó que se debe ‘privilegiar la erradicación manual de drogas ilícitas, sin que el Gobierno pierda la facultad de fumigar cuando lo estime conveniente’.

Finalmente, pidió que las discusiones sobre la modificación del texto final pactado con la insurgencia ‘sean públicas para evitar tergiversaciones’.

Por su parte la exsenadora colombiana, Piedad Córdoba, quien defendió el ‘sí’, informó en su cuenta de twitter, ‘una reunión positiva’, con el expresidente Andrés Pastrana, quien respaldó el ‘no’.

Fuente

http://laestrella.com.pa/internacional/america/prepara-otra-marcha-silencio/23965130

Fuente imagen

 

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