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Estados Unidos: El futuro de los exámenes. Cómo la selectividad lo va a cambiar todo

América del norte/Estados Unidos/30 Mayo 2019/Fuente: El confidencial

A partir de ahora, las pruebas de acceso a la universidad no solo tendrán en cuenta las calificaciones de los estudiantes sino también su contexto social y económico

El jueves 16 de mayo, el College Board (Junta de Universidades) estadounidense anunció una novedad en su sistema de acceso a la educación superior que puede marcar un antes y un después en esta clase de pruebas. El SAT (Scholastic Aptitude Test), que alrededor de dos millones de alumnos realizan cada año, será complementado con un nuevo test que sitúa al alumno en su contexto social y económico, a través de una puntuación del cero al 100 que evalúa las resistencias que ha tenido que vencer a lo largo de su carrera. Como apuntó ‘The Wall Street Journal‘, el medio que publicó la noticia, “una puntuación de un 50 es intermedia. Por encima muestra dificultades, por debajo, privilegio”.

El test fue bautizado por el periódico como “prueba de adversidad”, para horror del College Board, que ha corrido rápidamente a pedir que no se utilice dicho término y tiene como objetivo poner de relieve la influencia de las desigualdades sociales y económicas que existen a lo largo del país. La mayoría de pruebas más o menos equivalentes, como en España la EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad), suele limitarse a corregir de manera anónima los resultados de cada estudiante. Lo cual no quiere decir que el contexto del estudiante sea un ángulo muerto; simplemente, se analiza a través de otros cauces, generalmente más relacionados con cada centro. Pocas veces se habían puesto en relación de forma tan directa las puntuaciones de un examen de este calado y el contexto del alumno, quizá porque, como han manifestado sus críticos, nunca antes había sido tan evidente la injusticia latente en estas pruebas.

Una joven logró ingresar aunque no destacaba en sus notas, porque al ponerlas en contexto, estaba muy por encima de la media de su clase

La prueba tiene en cuenta 15 variantes a través de datos obtenidos de agencias como el censo o el FBI, divididas en tres grupos: entorno familiar, entorno vecinal y entorno del centro. En el primer grupo, se valora la mediana de ingresos, si el hogar es monoparental, el nivel educativo de los padres y si su lengua materna es el inglés; en el segundo, la tasa criminal, los niveles de pobreza, el valor inmobiliario y el nivel de empleo; en el tercero, si optan a comedor gratis, cuántos cursos de apoyo están disponibles y el tipo de centro al que acudieron los estudiantes. Como explicó un poco para salir del paso en ‘Fox News‘ el CEO de la organización, David Coleman, “no es ni una prueba de adversidad ni un nuevo enfoque radical”. “Cuando añadimos contexto a los exámenes SAT —como los relacionados con sus barrios o institutos—, podemos comprobar el esfuerzo del estudiante para que sea tenido en cuenta. Así, pueden ir a la universidad, encaminarse a la clase mediay cumplir el sueño americano”.

Las notas no son accesibles para los estudiantes y sus familias, pero sí para los responsables de ingresos de cada universidad, que son los que valoran quién accede y quién no. “Una joven mujer blanca del Misisipi rural fue recientemente admitida por una universidad con la que trabajamos, aunque no sobresalía por su nota en el examen”, explicó Coleman. “Pero cuando la universidad observó su puntuación, era 400 puntos más alta que la media del centro”. Fue gracias al Environmental Context Dashboard (ECD) (el nombre oficial que recibe esta prueba, algo así como `panel de contexto ambiental’) como consiguió ser seleccionada en un centro al que no habría podido acceder por su simple rendimiento en el examen.

La Harkness Memorial Tower de la Universidad de Yale. (iStock)

La Harkness Memorial Tower de la Universidad de Yale. (iStock)

A diferencia de lo que ocurre con las universidades públicas españolas, donde es la nota de la EBAU junto a la de Bachillerato la que determina el acceso a un centro u otro, en EEUU cada centro puede elegir su propio criterio para elegir a los estudiantes. No es casualidad que este test, que lleva en pruebas desde 2017 en 50 universidades distintas, haya salido a la luz apenas dos meses después de uno de los mayores escándalos en los procesos de admisiones a centros como Yale, Stanford, Georgetown o UCLA, donde las familias pagaban grandes sobornos a los seleccionadores para garantizar que sus hijos ingresaban en dichos centros.

‘Excusatio non petita…’

Las pruebas de adversidad o paneles de contexto ambiental han sido recibidos con recelo por un gran sector de la comunidad académica y expertos educativos, básicamente porque son un reconocimiento implícito de que los exámenes favorecen a los sectores más privilegiados de la sociedad y que no hacen nada por atajar esta situación introduciendo cambios en los exámenes en sí y en las pruebas de acceso a la universidad. “Hoy, lo mejor que hace el SAT es predecir quién es más rico”, señala sin medias tintas en ‘The Washington Post‘ la columnista negra Christine Emba.

El hijo de un matrimonio de drogodependientes se consideraría más privilegiado que el descendiente de una madre soltera

“Los estudiantes en el 5% más rico consiguen de media 388 puntos más que aquellos cuyas familias se encuentran en el 20% inferior”, recuerda. Teniendo en cuenta que el SAT se calcula sobre una puntuación de 1.600, el nivel socioeconómico de las familias supone casi una diferencia del 25%. Como consecuencia, la mayoría de los que acceden a las universidades de élite se hallan en el 5% superior. “La nueva herramienta es la confirmación del College Board de que el SAT ha fracasado como una medida holística a la hora de medir si alguien es apto para una universidad”. Emba se pregunta si esta herramienta será utilizada para replantear los exámenes o simplemente como una excusa que permita que las cosas sigan igual.

Otra crítica son los factores que tiene en cuenta, y que pasan por alto algunas cuestiones individuales clave. Como recuerda la decana asociada para Igualdad y Justicia de la Universidad de Pittsburgh, Leigh Patel, el hijo de un matrimonio en que uno de los miembros (o los dos) es adicto a las drogas o al alcohol se consideraría más privilegiado que el descendiente de una madre soltera. Es de lo que se lamentaba Robert Schaeffer, director educativo de la organización FairTest, que recordaba que “ajustar mentalmente las notas basadas en la procedencia de un estudiante y los obstáculos que ha superado es habitual, pero es este intento de hacerlo de manera cuantitativa lo que da pie a muchos otros problemas”.

Foto: iStock.

Foto: iStock.

Tampoco tiene en cuenta dinámicas como la gentrificación, es decir, el residente de un barrio en pleno proceso de subida de precios probablemente se considerará más privilegiado que los residentes en otras zonas más baratas pero con menos presión de precios. El test no tiene en cuenta en absoluto la raza del estudiante, algo que ha recibido las críticas de algunos participantes, mientras que otros lo han despreciado como un intento de introducir por la puerta de atrás cuotas raciales. Por ahora, las universidades estadounidenses están enfrentándose como pueden al aluvión de preguntas de los padres, pues aún hay una gran incertidumbre sobre el alcance de esta medida. Se prevé que en el próximo curso llegue a 150 universidades más.

¿Una buena idea?

No todo son críticas, y hay quien considera que, a pesar de sus defectos, es la mejor de las malas soluciones. Es el caso de Richard D. Kahlenberg, miembro sénior de la fundación The Century y autor de libros como ‘The Remedy: Class, Race and Affirmative Action‘ o ‘A Smarter Charter‘, que formó parte de los grupos de discusión que dieron pie a la medida y que recuerda que “incluso una puntuación de adversidad imperfecta es mejor que fracasar a la hora de tener en cuenta las dificultades que muchos estudiantes deben superar”.

Algunos centros han decidido ignorar las notas de las pruebas de acceso y centrarse en factores como el ensayo personal o la carta de recomendación

Como recuerda, “un estudiante que ha conseguido un 1.200 en el SAT a pesar de haberse criado en un barrio con altos niveles de criminalidad tiene más potencial a largo plazo que un estudiante que los consiguió teniendo acceso a los mejores colegios privados y tutores personales”. Es la vieja guerra entre igualdad y equidad, es decir, entre tratar a todos los estudiantes por igual obviando su contexto personal y social o proporcionarles oportunidades en función de otros factores como su esfuerzo personal. Si bien cada vez se realizan más esfuerzos para adaptar los currículos a las necesidades educativas de los alumnos, pruebas estandarizadas como la selectividad tienen el mismo planteamiento para todos los alumnos, pues se da por hecho que el resto de factores están reflejados en la nota del título de Bachillerato, donde la evaluación continua juega un papel clave.

Como respuesta a esta situación, algunos centros americanos han decidido prescindir de las notas del SAT como criterio de acceso, al considerar que no reflejan las capacidades reales de los estudiantes, y decantarse por otras alternativas como el ensayo personal (que tiene una gran importancia en las universidades americanas) o las cartas de recomendación. Lo cual plantea nuevas dudas: ¿no resulta aún más ventajoso para los estudiantes privilegiados una carta de recomendación de un profesor que una nota aparentemente objetiva? Sobre todo, ¿es humanamente posible crear un sistema de evaluación capaz de reflejar la habilidad, crecimiento, esfuerzo y contexto de cada uno de los alumnos?

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-05-28/futuro-examenes-selectividad_2038198/

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Segregación hasta la Universidad

Por: Milagros Pérez Oliva

Las facultades está lejos de reflejar la diversidad social. La mayoría de los estudiantes son hijos de padres con alto nivel de estudios

En los años sesenta, la Universidad dejó de ser aquella fortaleza inexpugnable para los hijos de las familias humildes. Durante varias décadas, llegaron a las Facultades españolas miles de estudiantes que eran los primeros universitarios de su familia. El elevador social se había puesto en marcha y durante años fue uno de los principales mecanismos de progresión social. La ampliación y descentralización de los campus universitarios y el hecho de que España figure entre los países con mayor número de licenciados pueden dar la impresión de que la Universidad ha dejado de ser una institución elitista, que se ha democratizado de tal modo que cualquiera puede estudiar una carrera. En teoría, así es. En la práctica, el principal predictor de las posibilidades de ser universitario es tener padres universitarios con sueldos altos.

La Universidad está lejos de ser un reflejo de la diversidad social y, de hecho, cada vez lo es menos. Así lo indica el informe de la Red Vives Via Universitaria 2017-2019, con datos de 40.000 universitarios de Cataluña, Baleares y Valencia, extrapolables al resto de España. Si se clasifica a los estudiantes por el nivel social de la familia, no en función de la renta, que puede ser engañosa, sino por el nivel de formación y ocupación de los padres, vemos hasta qué punto esta institución perpetúa las desigualdades: el 55% de los universitarios pertenece a familias de clase social alta, el 34,4% a familias de clase media y solo el 10,6% a hogares de clase baja, cuando el 40% de la población adulta española tiene un nivel bajo de estudios.

La familia es la que mantiene y paga los estudios de seis de cada diez universitarios, y solo un 18,1% se beneficia de una beca. Otro 18,9% trabaja para poder pagar los estudios, lo que supone una dificultad añadida puesto que el modelo Bolonia no favorece poder estudiar y trabajar al tiempo. Otro elemento que muestra una evolución preocupante es la forma de acceso. El porcentaje de estudiantes que llega a la Universidad a través de las pruebas de selectividad ha subido en tres años del 67,4% al 82,4%, y en cambio, los que acceden desde ciclos formativos han caído del 18,2% al 11,5%. Además, los hijos de familias con bajo nivel de estudios que llegan a la Universidad tienden a elegir en mayor proporción carreras de humanidades y ciencias sociales que científicas o ingenierías.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/05/27/opinion/1558977741_059792.html

 

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Lanzan gran fundación filantrópica centrada en desarrollo educativo de China

Asia/China/23 Mayo 2019/Fuente: spanish.xinhua

Se ha lanzado una mega fundación filantrópica para apoyar el desarrollo de la educación en todo el mundo, especialmente en China.

El fideicomiso filantrópico está financiado por la donación de acciones por valor de más de 4.000 millones de dólares de Hong Kong (509,6 millones de dólares) del filántropo chino Charles Chen.

Chen había asignado anteriormente 2.500 millones de dólares de Hong Kong en 2016 para establecer el Premio Yidan, el galardón internacional más grande del mundo en investigación y desarrollo en educación.

La fundación promoverá la implementación de proyectos globales de educación superior, en China en particular, así como el apoyo a proyectos pioneros en el desarrollo e innovación de la educación en China, según un comunicado publicado el lunes por la Fundación Chen Yidan.

La fundación facilitará la solicitud a los proyectos del premio, que tendrán un enfoque específico en aquéllos que puedan satisfacer las necesidades de la sociedad china y apoyar el desarrollo de la educación, indica la declaración, que agrega que la calidad y los efectos serán priorizados sobre la cantidad y la velocidad durante el proceso.

Según la fundación, las donaciones totales del cofundador de Tencent se acercaban a los 10.000 millones de dólares de Hong Kong.

Países diferentes tienen sus propias tradiciones y enfoques sobre la educación, mientras que en general, la educación debe estar orientada hacia las personas, que es lo que defiende China, destacó Chen.

Cuando se trata de tecnología y educación, Chen cree que en un mundo cada vez más experto en tecnología, es crucial fomentar el amor y el respeto de las personas y hacerles entender sus propias tradiciones y cultura.

Chen, quien está convencido de que la educación es una fuerza motriz fundamental para el desarrollo social, decidió en 2013 dedicarse por completo a la filantropía centrada en la educación. Ha financiado el desarrollo de muchas instituciones educativas pioneras, como la universidad privada sin fines de lucro Wuhan College.

«La educación es el sistema social más lento debido a la multitud de sus partes interesadas. Por lo tanto, es importante buscar el consenso para una contribución compartida», sugirió Chen.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2019-05/20/c_138074470.htm

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Un multimillonario pagará los préstamos universitarios de cerca de 400 estudiantes en EE UU

América del norte/Estados Unidos/23 Mayo 2019/Fuente: El país

La cifra de la deuda de la promoción de 2019 de Morehouse College podría ascender a cerca de 40 millones de dólares

El episodio no es nuevo en la cotidianidad norteamericana. Un hombre hecho a sí mismo que considera casi un deber moral devolver parte de la fortuna que ha acumulado a la sociedad. En esta ocasión sucedió, y por sorpresa, el pasado domingo durante el llamado discurso de graduación que por estas fechas viven todas las universidades del país. Una figura relevante es la encargada de dar consejos a la nueva promoción que abandona la instrucción y entra en el vertiginoso mundo laboral. En el caso de los estudiantes estadounidenses, esa nueva vida suele iniciarse con una deuda que, según datos de 2018 de la Brookings Institution, se encuentra entre los 10.000 y los 40.000 dólares y se tarda en pagar no menos de 10 años.

Ni siquiera el cuerpo facultativo de la universidad Morehouse estaba al corriente de lo que iba a suceder. Cómo la vida de casi 400 jóvenes iba a cambiar por estar en el momento adecuado en el lugar adecuado. No todos son tan afortunados. El multimillonario Robert F. Smith intentaba mantener despierta a una audiencia que en algunos casos sucumbía al sopor de una tarde de calor en Atlanta, donde la promoción de 2019 se preparaba para lanzar sus virretes al aire tras finalizar su educación en Morehouse College, una universidad históricamente negra y solo para hombres.

El público anticipaba el clásico discurso cuando Smith, el financiero que fundó Vista Equity Partners, una firma de inversión de capital riesgo, se salió del guion y anunció su compromiso de asumir pagar toda la deuda que los 396 alumnos de la promoción de 2019 habían contraído para estudiar. A falta de confirmación, se especula con que el total estimado asciende a los 40 millones de dólares. La fortuna de Smith se cifra en más de 50.000, según Forbes, lo que le convierte en el individuo negro más rico de EE UU, superando a la mediática Oprah Winfrey.

Morehouse College

@Morehouse

«My family is going to create a grant to eliminate your student loans!» -Robert F. Smith told the graduating Class of 2019 @RFS_Vista

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Las reacciones tras el anuncio del señor Smith tardaron unos segundos en hacer mella entre los asistentes. Los alumnos -y sus familias- se miraban perplejos entre ellos esperando la confirmación de que lo que acababan de oír era correcto. Suponía toda una liberación. Según recogen los medios norteamericanos, hubo llantos de felicidad, vítores, caras de absoluta sorpresa y algún padre que este lunes anunció en su empresa su retiro, tras no tener que seguir trabajando otra década más para poder ayudar financieramente a su hijo. Era el caso de Jason Allen Grant, 22 años, con 45.000 dólares de deuda universitaria. “Mi padre casi se desmaya”, declaró Grant al diario The Washington Post.

El fenómeno de la filantropía es tan americano como el pastel de manzana, define una activa participación ciudadana, tiene influencia en la creación de políticas sociales y enfrenta crisis humanitarias. En el libro Filantropía en América, el autor Oliver Zunz expone la poderosa fuerza integral que supone la filantropía en una sociedad que se jacta de no deberle nada al Estado y cuyas raíces están en fundaciones como la Rockefeller, en ciudadanos movidos por causas integrados en la Cruz Roja o individuos como Bill Gates o George Soros.

“Vamos a echar un poco de gasolina en vuestro autobús”, declaró el filántropo Smith sin que nadie pudiese aventurar el regalo que estaba a punto de llegar. “Esta es mi clase, la de 2019”, prosiguió el inversor, quien recibía a la vez un doctorado honorario. “Y mi familia va a crear una beca para eliminar los préstamos que los estudiantes habéis adquirido para poder llegar hasta aquí”, continuó Smith.

Pero el obsequio, la ofrenda de este inversor de 56 años que en el pasado ya había donado 1,5 millones a Morehouse, tiene letra pequeña, un compromiso. “Sé que mi clase lo pagará en el futuro”, dijo Smith, refiriéndose a la necesidad de que quien ahora recibe ayuda sea capaz de cuidar de los que vienen después y contribuyan a mejorar la vida de otros estadounidenses negros.

“El éxito tiene muchos padres”, continuó. “Y aunque habéis trabajado muy duro para llegar hasta donde habéis llegado ahora, todavía os queda mucho camino por delante para ayudar a otros. Somos el producto de una comunidad, de un pueblo, de un equipo”, prosiguió, no sin antes añadir una última recomendación: “Pase lo que pase, nunca, jamás os olvidéis de llamar a vuestra madre. Y me refiero a llamar, no a textear”, concluyó entre risas.

¿QUIÉN ES MÍSTER SMITH?

No es un Rockefeller, ni su apellido es Gates o Soros. Es un Smith, un García español, un Amancio Ortega que triunfó más allá de lo imaginable en el proyecto por el que apostó. El hombre negro más rico de EE UU creció en un barrio predominantemente negro de clase media en Denver (Colorado). Sus padres tenían ambos doctorados. Su ambición le llevó a estudiar en la prestigiosa Cornell. Apasionado de la música, posee uno de los pianos de Elton John y en su boda con la actriz y antigua modelo de Playboy Hope Dworaczyk actuaron Seal y John Legend. Uno de sus hijos se llama Legend, en honor a este último músico. El otro se llama Hendrix.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/sociedad/imagenes/2019/05/20/actualidad/1558372692_281427_1558372909_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2019/05/20/actualidad/1558372692_281427.html

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La universidad constata que ella también segrega por clase social y género

Por: Victor Saura

Sólo el 10% de universitarios proviene de una familia con un bajo capital educativo. Prácticamente el 60% pueden estudiar porque los padres lo pagan todo o casi. Y las mujeres son el 62% del alumnado, pero en determinadas carreras no llegan ni al 20%. Estas son algunos de los datos del estudio Vía Universitaria, que hoy ha presentado la Red Vives.

“La universidad en España ha avanzado mucho en los últimos 50 años en términos de masificación, y no es tan elitista como otros países de nuestro entorno como Alemania o Francia, pero aún está lejos de la equidad”. Esta es, según Antonio Ariño, catedrático de Sociología de la Universidad de Valencia, una de las principales conclusiones del segundo estudio Vía Universitaria, realizado por la Red Vives (que reúne las 22 universidades, públicas y privadas, del ámbito lingüístico catalán) , sobre una muestra de más de 41.000 encuestas realizadas a estudiantes de grado y máster de estas universidades. Las otras dos grandes conclusiones son que la diversidad del alumnado va en aumento y que, a pesar de la revolución digital, la innovación es prácticamente testimonial, ya que sólo el 5% de los estudiantes afirman que sus profesores utilizan metodologías innovadoras.

¿Y por qué está lejos de la equidad? El estudio concluye que la proporción de niveles formativos de la sociedad no se traslada a la universidad. Mientras que en la sociedad el 40% de la población tendría un capital educativo bajo, en la universidad este porcentaje a penas supera el 10%. A la hora de definir las clases sociales (y dividirlas en alta, media y baja), el estudio tiene en cuenta sobre todo el nivel formativo de los padres y su tipo de empleo, más que la renta familiar, que no se pregunta a los encuestados. Esta inequidad se acentúa en las ingenierías y carreras científicas, donde el porcentaje de alumnos con progenitores de nivel formativo bajo es inferior que en las ramas de ciencias sociales y humanidades.

“No es que en la universidad no haya igualdad, porque en este caso estaríamos diciendo que no corrige las desigualdades sociales, sino que ni siquiera hay equidad; queda mucho camino para llegar a la equidad y no digamos ya a la igualdad”, explica Ariño, uno de los codirectores del estudio, junto con Miquel Martínez (Educación UB), Ramon Llopis (Sociología UV), y Ernest Pons (Estadística UB), y con la dirección técnica de Anna Prades, jefe de proyectos de AQU Catalunya (Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Cataluña).

Costes y beneficios: el efecto Mateo

El estudio también constata que el coste de la universidad (concepto que incluye la matrícula, pero también la manutención: alquiler, comida, transporte, etc) se financia gracias al dinero de los padres y madres. En el caso de los estudiantes de grado, el 58% del volumen de la financiación sale de las familias, el 18% de becas y el 20% de ingresos procedentes del trabajo (sea durante el curso o las vacaciones). El resto, testimonial, son préstamos, la pareja y otros. En el caso de los estudiantes de máster, los porcentajes varían, pero todavía la familia es la fuente principal de financiación. En cuanto al lugar donde viven los estudiantes, el 62% lo hace en casa de sus padres, un porcentaje que sitúa a España (si la muestra de la Red Vives se puede extrapolar al conjunto del Estado) al lado de países como Italia (69%), Georgia (65%), Albania y Croacia (51% ambos), muy lejos de la media europea (36%) y aún más de países como Finlandia (4%), Dinamarca (8%) o Noruega ( 9%).

La movilidad internacional sería otra fuente de inequidad. A pesar de que la totalidad de los alumnos encuestados pertenecen a estudios enmarcados en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), lo que no ocurría con el primer Vía Universitaria, sólo un 8% declara haber hecho movilidad internacional (básicamente, el programa Erasmus), si bien un 37% afirma que piensa hacerlo. Pero el estudio también constata que, dentro de este 8%, la clase social alta está sobrerrepresentada, porque, nuevamente, su financiación se basa principalmente en los progenitores. “Si a la universidad ya sólo llega una cierta élite, en el caso de la movilidad ya es una selección de la selección -dice Ariño-, y así es como determinadas personas van acumulando beneficios y las oportunidades llegan sobre todo a los que ya tienen mejores condiciones, consolidando así el efecto Mateo”, expresión inspirada en una frase del Evangelio de Mateo y muy usada por los sociólogos para definir aquellos procesos que hacen que los ricos sean más ricos y los pobres, más pobres.

El acceso a la universidad también permite hablar de efecto Mateo. En relación al primer estudio, ha aumentado el porcentaje de alumnos que accede a la universidad a través de las PAU (del 67,4% en 2015 el 82,4% en 2018), y han caído los que lo hacen desde un ciclo formativo de grado superior o mediante el acceso a los mayores de 25 años, lo que lleva a los investigadores a afirmar que “se va en la dirección contraria al objetivo”, ya que el sistema no es lo suficientemente flexible para atraer la interés de estudiantes de más edad o clase social baja.

La ‘síndrome de la impostora’

En los estudios de salud las mujeres representan alrededor del 70% del alumnado. E los de educación e intervención social rozan el 80%. En el conjunto de la población universitaria las mujeres representan el 62% del total. En cambio, en las ingenierías, la mayor parte de los alumnos son hombres y, en algunos casos, como el de las TIC, sólo el 16,8% son mujeres. De ahí que el estudio Vía Universitaria concluya que “las carreras reproducen las tareas del ámbito doméstico marcadas por el género”. “Las mujeres se orientan hacia las áreas de salud y de cuidado, mientras que los hombres lo hacen hacia aquellos estudios que tienen que ver con el espacio exterior de poder y de toma de decisiones”, dice el estudio, según el que “los ámbitos de conocimiento más masculinizados tienen más oportunidades laborales, reconocimiento y prestigio social”.

Esto, sostienen los directores del Vía Universitaria, refuerza lo que se conoce como el síndrome de la impostora. “La mujer que se matricula en una titulación masculinizada se infravalora porque entiende que está en un lugar que no le corresponde, la materia le gusta pero sabe que socialmente está valorado como un ámbito masculino, por lo que se siente como una intrusa o una impostora”, aclara Ariño.

En la distribución horaria de una semana lectiva normal, las mujeres asisten más horas a clase, dedican más tiempo al estudio y también más tiempo a las tareas del hogar y el cuidado de otros. Por el contrario, los hombres ganan en tiempo dedicado a trabajo remunerado y, en especial, en tiempo dedicado a aficiones y vida social.

Mejora de expectativas, inmovilismo metodológico

Otra de las pocas comparaciones que establece el estudio en relación al primero que se hizo (muchos de los parámetros se consideran no comparables) se refiere a las expectativas de los estudiantes universitarios. Así, en relación al primer Vía Universitaria (2014-2016), los estudiantes de ahora son más optimistas con respecto al futuro y a lo que les aporta la universidad en este futuro. Un 54% cree que los estudios les serán útiles para encontrar un trabajo bien remunerado (en 2016 eran el 40%), y 7 de cada 10 opinan que los estudios les serán útiles para contribuir a la mejora de la sociedad y encontrar un trabajo relacionado con estos estudios. Un 60% dice sentirse integrado en la vida universitaria, pero sólo el 20% ha participado en algún órgano de gestión.

En cuanto a la pedagogía, el estudio constata que, al menos hasta ahora, los cambios del Plan Bolonia no han tenido el efecto esperado en cuanto a innovaciones pedagógicas (Ludificación, Flipped classroom, MOOC, etc). Estas continúan ocupando un porcentaje residual, de sólo el 5%, en relación a las metodologías tradicionales (clase magistral y evaluación final con examen escrito), que representan el 60%, y las metodologías activas (laboratorios, talleres, trabajos en grupo, prácticas , etc.), que suponen el 35% restante. El estudio también señala que, en el caso de las metodologías tradicionales el porcentaje de estudiantes que declaran que su objetivo principal es aprobar con el mínimo esfuerzo posible es bastante superior a los que lo hacen ante una asignatura impartida a través de una metodología innovadora.

Sin embargo, este inmovilismo no puede atribuirse exclusivamente a un presunto fracaso de Bolonia, advierten los investigadores, ya que hay otros poderosos factores a tener en cuenta, como los efectos del decreto Wert de 2012 o la precariedad laboral de buena parte del profesorado universitario.

“No es sólo miedo al cambio, sino que las condiciones del sistema no favorecen el trabajo transversal y en equipo que requieren las nuevas metodologías”, advierte Miguel Martínez.

Al final del estudio se presentan una serie de propuestas para corregir las dinámicas negativas detectadas, entre las que impulsar políticas de acceso a estudiantes de origen social bajo, familias extranjeras o de más edad; flexibilización de casi todo: régimen de permanencia, ritmos de progreso, métodos de evaluación, currículo, calendario académico; impulso de becas y tasas universitarias que se ajusten mucho mejor al nivel socioeconómico de los estudiantes (con becas-salario que pudieran cubrir no sólo la matrícula sino también una parte considerable de la manutención); o la visibilización de modelos masculinos y femeninos que rompan los estereotipos de género y la introducción de la perspectiva de género y revisión de contenidos en esta clave en todas las áreas de conocimiento.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/17/la-universidad-constata-que-ella-tambien-segrega-por-clase-social-y-genero/

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«¿Tienes amigas bonitas?»: las redes de prostitución que reclutan universitarias en Colombia

Por: BBC Mundo

Algunos entrevistados llegaron a decir que el fenómeno del trabajo sexual en universidades de Colombia es un «secreto a voces». Los altos costos de los estudios universitarios es uno de los principales motivos para que estudiantes sean cooptadas por redes de prostitución.

n pasillos y aulas universitarias se corre la voz. Puede ser una amiga, un cartel anónimo colocado en el baño de mujeres o un muchacho que invita a las estudiantes a un viaje con todo pagado.

Así es como las redes de prostitución reclutan a jóvenes, mujeres y también hombres, en las universidades de Colombia.

Eso es lo que cuenta Sofía (como se presenta ante sus clientes) una mujer de 25 años que está a punto de terminar sus estudios y que lleva tres años como trabajadora sexual.

«Una compañera, en una salida de campo me dijo que si quería viajar con ella y unos amigos a Cartagena. Le dije que no los conocía y que me sentiría rara», cuenta la joven sobre como comenzó todo.

Sofia agrega que su compañera de clase le dijo que «no había problema, que ellos gastaban todo y que sólo querían que los acompañarán, que les gustaban las mujeres bonitas«.

«Acepté ir a Cartagena y cuando volví con un sobre con dinero me di cuenta que ya estaba en este mundo», señala la estudiante a BBC Mundo.

Las redes

Reclutar universitarias para que trabajen como modelos webcam, damas de compañía y trabajadoras sexuales es un esquema de negocio expandido en universidades de varias ciudades de Colombia, explica Samuel Ávila, profesor universitario y autor de una tesis sobre el fenómeno de la prostitución en este país.

Cartel invitando a universitarias

Foto:Carteles invitando a jóvenes fueron descubiertos en universidades de Colombia. Diario la República.

Las chicas son abordadas por una amiga o amigo, escuchan las cantidades de dinero que se puede obtener y reciben invitaciones para hacer viajes que en principio parecen un «plan inocente».

«Otra forma tiene que ver con la publicación, generalmente en los baños para mujeres, de avisos en los que se convoca a estudiantes con ciertas características físicas», explica el antropólogo.

Por ejemplo, en una universidad de Medellín se detectó un afiche que señalaba «¿Tú conoces o tienes amigas bonitas? ¿Quieres ganar algo de dinero extra y rápido?».

En el mismo cartel se podía leer «ayúdame a conseguir una muchacha como describo y te ayudo económicamente a ti y a ella. Para relación o amistad».

Mujer esperando en la calleFoto:El proxenetismo en las universidades colombianas es un modelo de negocio, afirman los investigadores. Getty -BBC.

Sofía

«Mi amiga me dijo que no pasaba nada, que sólo era un viaje y que la íbamos a pasar bien. Que incluso ella era la que me iba a invitar y que todo iba a estar bien«, relata Sofía sobre su primera experiencia.

La joven indica que sus dificultades económicas fueron el principal motivo para aceptar ser parte de ese mundo.

«Yo estaba casi a mitad de carrera y la verdad iba bien y mi promedio era bueno. No salía, no iba de fiesta, sólo trabajaba y estudiaba, pero ya era difícil trabajar para costearme todo en la universidad. Mis papás me ayudaban, pero siempre salían más gastos», indica la mujer.

Sofía, como muchos jóvenes de Colombia, solicitó un préstamo universitario para costear sus estudios y tenía la obligación de pagar la cuota mes a mes.

«Mi amiga me dijo ‘oye sólo somos damas de compañía, no somos prostitutas. Nos pagan por salir de viaje con ellos, pero si no quieres que te toquen no lo van a hacer‘ y me dijo que eso me podía ayudar con el préstamo de la universidad», recuerda.

La estudiante cursa una carrera que en los últimos años demanda visitas a zonas rurales para realizar trabajo de campo que deben ser pagados por los alumnos.

«Cada vez se hacía más difícil por los viajes de la universidad y todos los gastos que debía costear», afirma.

MujerFoto:En Colombia la prostitución no es ilegal, pero también existen casos de explotación sexual. Getty -BBC.

Después de su primer «viaje» conoció al reclutador con el que trabajaba su amiga y quien realizaba los pagos a las jóvenes.

«Ahí conocí al encargado, que no tiene nada que ver con la universidad. Con él se contactan los hombres que buscan mujeres universitarias y así fue que viajé», explica la estudiante.

La preocupación

No es nuevo para las universidades de Colombia que estudiantes sean tentadas para trabajar como damas de compañía, prostitutas o modelos webcam.

El último es el rubro que más va creciendo en el país, según explican alumnos como profesores.

El antropólogo le señala a BBC Mundo que los motivos son varios, pero destaca que las condiciones económicas de las estudiantes y los altos costos de los estudios universitarios son los factores que predominan para que las jóvenes sean cooptadas por estas redes.

«Es una realidad que existen estudiantes en todo el país que recurren a ofrecer estos servicios para financiar sus carreras», señala el investigador.

Ávila, quien escribió la tesis «Cuerpos del bajo mundo, prostitución y violencia en Colombia», indica que todo comienza «entre conocidos».

En 2017, la policía de Medellín señaló que la presencia de proxenetas en las universidades de la ciudad era alarmante y que iba de la mano con el microtráfico de estupefacientes.

Algunas universidades de esa ciudad abrieron «líneas seguras» para que las jóvenes puedan denunciar a los compañeros o compañeras de clase que pretenden «reclutarlas».

Modelo de webcamFoto: Las redes sociales se convirtieron en la gran manera de alcanzar jóvenes que consideran la posibilidad de ser modelos de webcam (foto de archivo BBC).

BBC Mundo conversó con profesores universitarios de las ciudades de Bogotá, Bucaramanga, Medellín y Pereira, y todos señalaron que este fenómeno se escucha en los pasillos de los centros académicos con relativa frecuencia.

Uno de los docentes relató el caso de una joven que «desde el viernes a las seis de la tarde hasta el lunes a las ocho de la mañana desaparecía«.

«Sus amigas no la podían encontrar de ninguna manera en los fines de semana porque ella se iba a los famosos viajes y apagaba el celular y se desconectaba de las redes sociales», explica el profesor.

El fenómeno

En Colombia la prostitución no es ilegal, pero los expertos consultados por BBC Mundo señalan que eso no significa que las universidades puedan convertirse en terreno fértil para el trabajo de proxenetas.

«Las líneas entre acoso sexual, trabajo sexual y abuso sexual son muy delgadas y eso lo sufren las estudiantes«, indica Samuel Ávila.

45.000 mujeres aproximadamente se dedican a la prostitución en Colombia, según datos de la Secretaría de Integración Social.

Bogotá aglutina a mujeres de decenas de ciudades de Colombia que llegan a la capital en busca de obtener mayores recursos a través del trabajo sexual.

Una de ellas es Lina, estudiante de 26 años, quien afirma haber trabajado como dama de compañía y «novia» en 20 de los 32 departamentos de Colombia.

Ella, afirma que sostuvo relaciones largas con futbolistas, guerrilleros, paramilitares, policías y sicarios.

Explica que se trata de «un bajo mundo» en el que todos se encuentran

Sofía opina igual y añade que entre las universitarias y universitarios que decidieron ingresar a ese mundo se conocen de una u otra manera.

«Cuando entras a este mundo conoces a todas las que viajan y trabajan en esto y en la universidad son varias y no sólo de las públicas sino también de otras universidades privadas», concluye.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-48152615

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Estados Unidos: Millones de estudiantes han sido aceptados en la universidad, pero ¿terminarán sus estudios?

América del norte/Estados Unidos/16 Mayo 2019/Fuente: Univision

En su más reciente reporte la Fundación KIPP pide al Congreso que se enfoque en cinco reformas a la Ley de Educación Superior que ayudarán a crear un camino más fácil para que millones de estudiantes puedan entrar en la universidad y continuar sus carreras.

El Sueño Americano está basado en la idea fundamental de que el lugar donde nace uno no tendría que determinar dónde acaba en la vida. Y conseguir un diploma de la universidad es uno de los mejores caminos para llegar a ese sueño. Mi madre, de origen panameño, no solo me inculcó eso cuando era niño, sino que dedicó toda su vida como profesora a ayudar a miles de estudiantes más. Yo pude asistir a Universidad de Harvard y estudiar leyes en la Universidad de Yale, pero no todos los estudiantes que ingresan a la universidad completan sus estudios. A nivel nacional, solo uno de cada 10 estudiantes de bajos ingresos obtiene un diploma universitario. Para estudiantes latinx, ese número es 21%, por debajo del 37% que es el promedio para todos los estudiantes entre 25 y 29 años de edad.

En KIPP, la red nacional de escuelas chárter más grande del país, donde el 95% de los estudiantes son afroamericanos o latinx y el 89% son de bajos recursos, conocemos muy bien estos obstáculos. Es por eso que hace una década desarrollamos un sistema para ayudar a nuestros estudiantes a graduarse de la universidad. Empezamos por introducir la idea de atender a la universidad desde el jardín de infancia; les ofrecemos un currículo comprensivo y riguroso; les proveemos consejos a nuestros estudiantes sobre cómo escoger la universidad adecuada con costos asequibles y apoyos emocionales y sociales.

Gracias a estas iniciativas hemos progresado. El porcentaje de estudiantes que se gradúa de las escuelas secundarias de KIPP y completan la universidad es de 45%, cuatro veces más alto que el promedio de los estudiantes en Estados Unidos con antecedentes socioeconómicos similares. Pero estos números no son suficiente, témenos que hacer más. Este año tenemos la oportunidad de hacerlo.

A través de la reautorización de la Ley de Educación Superior (HEA), Estados Unidos tiene la oportunidad de hacer cambios significativos, ya que esta ley federal gobierna los programas de educación superior.

En nuestro más reciente reporte pedimos al Congreso que se enfoque en cinco reformas dentro del HEA que ayudarán a crear un camino más fácil para que millones de estudiantes puedan entrar en la universidad y continuar sus carreras.

Con la reautorización de la HEA, tenemos que crear un programa federal de subvenciones que reduzca significativamente la proporción de estudiantes por consejero, incentive la adopción de prácticas de asesoramiento basadas en evidencias y responsabilice a los beneficiarios de los resultados. A nivel nacional, la relación de consejero universitarios a estudiantes es de casi 1 a 500, lo cual significa que los estudiantes se reúnen con su consejero no más de una o dos veces antes de elegir su universidad, una de las decisiones más importantes de la vida. Eso no es suficiente para nadie; en nuestras escuelas el porcentaje de consejeros a estudiantes es de 1 a 100.

Los estudiantes necesitan de alguien que les guie a través del proceso de mandar solicitudes a la universidad y entender con qué se encontrarán en cuanto lleguen al campus, especialmente si son de primera generación y sus padres no saben cómo ayudarles.

Segundo, tenemos que reducir las barreras financieras para obtener un título universitario. Según Education Trust, las familias con ingresos altos y medios destinan del 24% al 27% de su ingreso para pagar los costos universitarios de sus hijos. En comparación, las familias de bajos ingresos destinan el 72% de su sueldo. En una encuesta reciente, el 43% de nuestros alumnos de KIPP dicen que a veces se saltan comidas para poder pagar por sus libros, costos de matrícula y otros gastos en la universidad.

Esto tiene que cambiar. Cualquier programa que intente reducir el costo de la universidad tiene que estar acompañado de programas que ayuden a los estudiantes a pagar sus préstamos escolares, para que las deudas no sigan años después de empezar su carrera, y ofrecer mini becas para pagar los costos de libros, comida y residencia.

Tercero, deberíamos incentivar el gasto en educación superior a través de una sólida asociación entre el gobierno federal y los estados que dé prioridad a los programas de ayuda basados en las necesidades y que creen una garantía de asequibilidad universitaria para los estudiantes de familias de bajos y medianos ingresos. El gobierno también debería ofrecer ayuda financiera a estudiantes indocumentados y aprobar de una vez una reforma de inmigración que incluya una solución permanente para los dreamers/soñadores en este país.

La cuarta recomendación es que deberíamos incrementar la inversión en universidades que históricamente han atendido a estudiantes de color y de minorías. Estas instituciones sirven a casi cinco millones de estudiantes de color en Estados Unidos, un cuarto de todos los estudiantes inscritos en estudios postsecundarios. Estas instituciones se merecen más fondos para que puedan seguir ayudando a los estudiantes a mejorar su posición económica y social.

Y la última recomendación es que tenemos que mejorar la forma en que integramos los consejos sobre distintas carreras y no solo sobre la universidad, empezando en el jardín de infancia. Deberíamos modernizar y amplificar el programa federal de estudio y trabajo para que los estudiantes consigan experiencia conectada con lo que están estudiando en las universidades o con sus intereses de trabajo.

Para que estas recomendaciones funcionen, todas las instituciones involucrados tienen que ser transparentes en el proceso. Los estudiantes tienen que entender cuánto cuesta de veras la universidad, cuánta deuda tendrán cuando se gradúen y que tipos de trabajo consiguen los estudiantes después de los estudios. Estos datos tienes que estar desagregados por ingresos, raza y género. Tener toda esta información ayudará a estudiantes, familias, educadores y políticos a tomar mejores decisiones.

Si priorizamos cómo incrementar las tasas de graduación podremos ayudar a nuestros estudiantes a dar un paso más para conseguir el sueño Americano.

Fuente: https://www.univision.com/noticias/opinion/millones-de-estudiantes-han-sido-aceptados-en-la-universidad-pero-terminaran-sus-estudios

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