Page 22 of 55
1 20 21 22 23 24 55

UNICEF: La generación de jóvenes mejor preparadas sigue sufriendo violencia y discriminación

ONUNOTICIAS

Dos décadas y media después de una conferencia histórica sobre los derechos de las mujeres, se ha logrado reducir el abandono escolar entre las jóvenes. Sin embargo, millones de adolescentes continúan siendo víctimas de violencia sexual y de género y sus voces siguen siendo ignoradas en la toma de decisiones.

Nunca ha habido tantas mujeres jóvenes en las aulas. Y, sin embargo, las adolescentes siguen sufriendo violencia y discriminación, alerta un informe de UNICEF, Plan Internacional y ONU Mujeres.

Más de dos décadas después de que el mundo declarara que “los derechos de las mujeres son derechos humanos”, solo se han cumplido parte de las promesas.

Se ha conseguido reducir en 79 millones la cifra de chicas que abandonan la escuela. De hecho, ellas tienen hoy más posibilidades de acudir a la secundaria que los varones. Sin embargo, estas jóvenes siguen sin tener las habilidades y el apoyo que necesitan para poder tomar decisiones sobre su futuro, vivir seguras y con dignidad.

En 2016, un 70% de las víctimas de tráfico de personas para explotación sexual fueron mujeres y niñas. Una de cada 20 jóvenes de entre 15 y 19 años -unos 13 millones en  el mundo- ha sido víctima de una violación, una de las formas más violentas de abuso sexual.

“Acceder a la educación no es suficiente. Tenemos que cambiar el comportamiento y la actitud de la gente hacia las jóvenes. La verdadera igualdad solo llegará cuando todas las jóvenes estén a salvo de la violencia, sean libres para ejercer sus derechos y sean capaces de disfrutar de igualdad de oportunidades en la vida”, aseguró la directora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Henrietta Fore

El informe, “Una Nueva Era para las Jóvenes: Haciendo Balance de 25 años de Progresos”, se publica coincidiendo con la campaña Generación Igualdad , que celebra el 25 aniversario de la Declaración de Beijing para avanzar los derechos de las mujeres y niñas.

“Las adolescentes sufren niveles de discriminación más altos como resultado de su edad y su género y siguen siendo marginadas en sus comunidades y en los espacios de toma de decisiones, permaneciendo invisibles para las políticas de los Gobiernos”, explicó la directora ejecutiva de Plan Internacional, Anne-Birgitte Albrectsen, que aseveró que “empoderar” a estas chicas aporta un triple beneficio social: para las jóvenes hoy, para las mujeres adultas que serán y para la próxima generación de niños.

“Si no entendemos esto y acabamos con la discriminación que sufren las chicas, tenemos muy pocas posibilidades de lograr los ambiciosos objetivos de igualdad de género de la Agenda 2030”, añadió.

Mientras las mujeres y niñas tengan que dedicar tres veces más tiempo y energía que los hombres al cuidado de la casa, las oportunidades para pasar de la escuela a buenos trabajos van a estar fuera de su alcance, señaló la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka.

Violencia

UNICEF/Holt

Las chicas corren más riesgo de sufrir violencia en las aulas, en casa, en su comunidad y en internet.

El informe señala que el matrimonio infantil y la mutilación genital siguen minando las vidas y el potencial de millones de niñas. Cada año, 12 millones son forzadas a contraer matrimonio y 4 millones corren el riesgo de ser mutiladas.

El porcentaje de mujeres jóvenes que ven bien que un hombre golpee a su esposa es igual que el de hombres jóvenes.

Mala salud

El reporte también saca a la luz problemas de salud para las jóvenes que eran impensables hace 25 años. A medida que la globalización ha transformado las dietas tradicionales, ha aumentado el consumo de comida rápida procesada y bebidas azucaradas. Esto ha hecho que la incidencia de sobrepeso entre niñas y jóvenes de 5 a 19 años se haya duplicado entre 1995 y 2016, pasando de un 9% a un 17%. Hoy hay 155 millones de chicas con sobrepeso, frente a 75 millones en 1995.

Las chicas también están más expuestas a contraer enfermedades de transmisión sexual. Hoy, 970.000 adolescentes de entre 10 y 19 años viven con VIH, frente a 740.000 en 1995. Ellas representan tres de cada cuatro nuevos contagios.

Enfermedades mentales

© UNICEF-Estey

Los últimos 25 años también han traído nuevas preocupaciones sobre la salud mental de las jóvenes, en parte, por el uso excesivo de las nuevas tecnologías.

El suicidio es hoy la segunda causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años, solo superada por problemas durante la maternidad.

Medidas

El informe pide actuar en varias áreas:

  • Celebrar y aumentar las oportunidades para jóvenes de todos los orígenes, dándoles voz y escuchando sus opiniones e ideas sobre sus cuerpos, comunidades, educación y futuro.
  • Aumentar las inversiones para que las chicas tengan las capacidades necesarias para la cuarta revolución industrial.
  • Acabar con la violencia de género, el matrimonio infantil y la mutilación genital.
  • Invertir para tener datos desagregados por edad y sexo en áreas como la violencia de género, la adquisición de capacidades, nutrición y salud mental.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2020/03/1470531

Comparte este contenido:

Gobierno de España aprueba esta semana reforma educativa y ley de libertad sexual

Europa/ España/ 03.03.2020/ Fuente: www.dw.com.

 

El Gobierno de España prevé aprobar el martes en el Consejo de Ministros el proyecto de ley educativa con el que quiere derogar la Lomce y la nueva ley de libertad sexual para hacer frente a la violencia de género, informaron este lunes (02.03.2020) las autoridades.

La primera de las normas será aprobada por segunda vez, tras ver truncada su tramitación la pasada legislatura a causa del adelanto electoral. El proyecto de Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (Lomloe), también conocido como «ley Celaá», como pasa con la Lomce o «ley Wert», será llevado al Consejo de Ministros por la ministra de Educación, según han señalado a Efe fuentes del Ejecutivo.

En las últimas semanas, Celaá ha explicado que su proyecto vuelve sin cambios y que será en el Congreso y Senado, con la presentación de enmiendas de los diversos partidos, cuando se pueda consensuar alguna variación.

En el caso de la ley integral por la protección de la libertad sexual y contra las violencias sexuales, que el Gobierno quiere aprobar antes del Día de la Mujer, la norma incluirá la puesta en marcha progresiva de «centros de crisis» para atender a las mujeres agredidas durante las 24 horas del día.

Esta norma, conocida como la ley del «solo sí es sí», también promDeutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas. Síganos en Facebook | Twitter | YouTube |  overá la puesta en marcha de una red de servicios de asistencia integral de las víctimas de violencia sexual, unos centros que recomendó crear el Consejo de Europa.

Fuente de la noticia: https://www.dw.com/es/gobierno-de-espa%C3%B1a-aprueba-esta-semana-reforma-educativa-y-ley-de-libertad-sexual/a-52601968

Comparte este contenido:

Entrevista a María Jesús Izquierdo: Apunten contra el patriarcado

Por: Marta Dillon.

 

La catalana María Jesús Izquierdo, doctora en Economía y profesora de Teoría Sociológica por la Universitat de Barcelona, reconoce que las tareas de cuidado que quedan sobre las espaldas de las mujeres sin ser reconocidas y tampoco remuneradas son una forma evidente de explotación. Pero plantea a la vez, estratégicamente, que esta división sexual del trabajo desprotege a todas las personas que necesitan ser cuidadas. “Aun cuando no les importen las vidas de las mujeres, sepan que la cuestión del cuidado no está resuelta y es una ilusión breve pensar en individuos autónomos, todos vamos a necesitar cuidados alguna vez”, dice y señala como responsables las democracias liberales de las que “el patriarcado es constitutivo”.

Hay una idea que María Jesús Izquierdo insiste en subrayar: “El patriarcado no es un residuo, un remanente de otras épocas, el patriarcado es constitutivo de las democracias liberales”, por lo que un replanteo de las condiciones de vida de las mujeres, la eliminación de la violencia de género y de las inequidades económicas, políticas y culturales que padecen (padecemos) no pueden pensarse sin hacer una crítica profunda a estas democracias, sin volver a fraguar un pacto democrático que vea a las personas en su fragilidad e interdependencia y no desde la ilusión de la autonomía y la libertad, paradigma sobre el que se paran los hombres -blancos y heterosexuales, agrega esta redactora- aprovechando de la fuerza de trabajo invisible que aportan las mujeres a través de las tareas de cuidado y domésticas. Pero, dice Izquierdo, para eso es necesario que las mujeres reconozcan el lugar de poder que les otorga el ser cuidadoras. Doctora en Economía y profesora de Teoría Sociológica en el Universitat de Barcelona, Izquierdo tiene un discurso provocador fundamentado en años de investigación sobre la división sexual del trabajo. Las12 la entrevistó en Buenos Aires gracias al Ministerio Público de Defensa de la CABA, que la invitó a participar del lanzamiento de la campaña “Cuidar y ser cuidado ¿Quién se hace cargo?”

-Usted habla de la necesidad de un nuevo pacto constituyente como única posibilidad para terminar con la división sexual del trabajo, ¿Podría explicar a qué se refiere?

– Porque el pacto actual se basa en el entendimiento de un individuo autónomo que pacta con otros individuos autónomos las reglas de juego para la vida en común. La idea es de libertad, no de la necesidad del otro, entonces lo que se pone en juego es interés, conveniencia respecto de la relación con el otro, en masculino, porque el pacto constituyente se hace entre varones, las mujeres en este esquema son un objeto de reparto. Pero la autonomía es un deseo, apenas se realiza, y la duración del estado de autonomía es breve, transitoria, en ocasiones somos autónomos, pero lo definitorio en los seres humanos es la interdependencia. Ahora estamos aquí sentadas cómodamente porque hay alguien que ha venido a limpiar, que hace café, tu llegaste aquí porque hay transporte… cualquier cosa que hacemos ocurre con la concurrencia de muchas personas que lo hacen posible; eso da cuenta de que estamos en permanente estado de necesidad. Sin olvidar formas precisas de necesidad, por la edad, por dificultades físicas, psíquicas. Entonces mi planteo es que requerimos un pacto constituyente basado no en la noción de autonomía si no de que somos dependientes, y esto significaría que se sitúa en el centro del escenario la dependencia y no la libertad necesariamente.

-Es un pacto, que como usted dice, se hace entre varones.

-¡Y es delirante! Yo no sé cómo ha podido funcionar tanto tiempo. Pero es que el truco ha consistido en que los fenómenos atribuidos a la dependencia se han enclaustrado en el hogar, de tal manera que ese ciudadano que pacta con otros ciudadanos es en realidad un cabeza de familia: lo vemos en la constitución española, cuando acudimos a los elementos que definirían a la persona que ocupa la posición de ciudadano, en las constituciones liberales se hace a cuenta de la posición respecto de un trabajo remunerado y la defensa del territorio nacional. Si nos vamos a la constitución española, el artículo que se refiere al trabajo dice lo siguiente: los españoles tienen el deber de trabajar, es un deber de ciudadanía, y derecho al trabajo; pero es secundario el derecho al trabajo en relación al deber de trabajar. Tu no puedes ser ciudadano si no produces, es el objeto de ciudadanía. Pero luego plantea elegir libremente ocupación u oficio, y este elemento es muy relevante, para cubrir ingresos suficientes para las propias necesidades y las de la familia.

-Estamos poniendo sobre la mesa el pacto heterosexual y patriarcal.

-No sé si heterosexual, lo que es seguro es que se pone en primer plano a un patriarca. Diríamos que el ciudadano es un patriarca, alguien que encabeza una familia de la cual se ocupa a través de sostener los recursos financieros que le permiten funcionar pero fíjate cómo cabe el artículo: sin que pueda prevalecer discriminacion por razón de sexo. Por lo tanto el pacto constitucional es un pacto que consagra la figura del patriarca, lo cual quiere decir que las democracias liberales no funcionan sin el patriarcado. El patriarcado no es un residuo, un remanente que queda de épocas anteriores si no que es constitutivo de las democracias liberales, no pueden funcionar sin la existencia de un patriarca porque hay que quitar de la escena pública el problema de la dependencia.

-O sea que la dependencia queda adentro de la casa junto las mujeres para que se arreglen ellas.

-Exacto. Pero además de manera perfecta, porque mientras la constitución es transparente en relación a la existencia del patriarca, cuando habla del cuidado de las personas no lo hace refiriéndose a las mujeres o de las amas de casa, lo define en función de la familia, como si la familia fuera una entidad viva. Lo que es llamativo de la Constitución en este artículo es que resulta que el patriarcado es constitutivo de la democracia liberal pero no el sexismo. Es decir que nos da igual que el patriarca sea una mujer o un hombre pero necesitamos establecer un vínculo patriarcal.

-Lo qué pasa es que cuando hay un hombre cabeza de familia cumple un rol pero cuando hay una mujer difícilmente le toque uno solo.

-Está claro. Tal vez no fui fina al decir “da igual”, pero parece que para la constitución no es incompatible la eliminación del sexismo con el mantenimiento de la democracia liberal por lo que acá hay que tener en cuenta que vale cualquier cosa con tal de conservar el patriarcado.

-Y de sostener la idea de familia nuclear, y el encierro doméstico para que allí se oculte la interdependencia.

Las democracias liberales se caracterizan por una falta de responsabilidad y desatención con respecto a la gente. Con todas las críticas que podemos formular a los regímenes feudales, ahí había un vínculo de responsabilidad con los siervos. En cambio en el capitalismo se prescinde del otro. Entonces la familia es un requisito indispensable porque cumple la función antes entendida como colectiva. Estamos hablando de sociedades modernas, y por eso mi insistencia: el patriarcado no es remanente si no que es base fundamental, mira por ejemplo la política tributaria. Ahí te encuentras que la pérdida de ingreso que supone la declaración conjunta de la renta de la típica familia nuclear es de 2.600.000 euros, monstruoso, y esto significa que de otro lado se está financiando a la familia nuclear y también a la figura del ama de casa. Porque tener en casa un hombre que declara y una mujer que no tiene ingresos propios hace que pagues mucho menos impuestos.

-Es una forma capitalista de preservar la división sexual del trabajo.

-Claramente.

-Sin embargo los temas de cuidado tienen visibilidad intermitente en el feminismo a lo largo de los años y ninguna salida parece ser buena: ¿Salario para amas de casa? ¿Socialización de las tareas de cuidado? ¿Usted qué piensa?

-A mí no me resulta satisfactoria la corriente general que considera que se ha de visibilizar, reconocer y valorizar la aportación de las mujeres. Porque el implícito de esa necesidad de valorización y reconocimiento es que las tareas de cuidado que realizan las mujeres las realizan bien, son deseables y deben ser tomadas como modelo.

-Eso se escucha muy esencialista: las mujeres somos buenas porque sabemos cuidar.

-Bueno, pero es muy dominante, no sé acá, pero en España te aseguro que es muy dominante. Entonces creo que hay que trabajar en el sentido opuesto: evidenciando que en condiciones de división sexual del trabajo no se puede cuidar bien. Voy a hablar no de personas empíricamente hablando si no de tipos mentales que nos ayudan a pensar la realidad. Las mujeres son como sean, pero cuando lo digo en singular me estoy refiriendo a un tipo de persona que hace posible el patriarcado y es suficientemente frecuente e intenso como para que sostenga el patriarcado.

-Un estereotipo normativo.

-Normativo, sí, no universal si no propia del patriarcado. Hecha esta aclaración deberíamos pensar que la posición mujer genera una configuración psíquica consistente en desear ser deseada. Mientras que la configuración hombre ejemplifica el deseo de poseer aquello que se desea. Luego habrá personas más cerca o más lejos pero es la disposición propia del patriarcado. Entonces a mi modo de ver, cuando alguien pone en el centro del escenario la necesidad de ser querida significa que instrumentaliza a los demás para conseguir eso. Y esto significa que cuando provee de cuidados lo hace para ser valorada, no para que la gente esté bien. No es lo mismo que un niño o una niña estén bien cuidados que que una persona sea una buena madre. Si aspiro a ser una buena madre es una posición narcisista que requiere de reconocimiento. Cuando me preocupo por las criaturas mi orientación es hacia el objeto de amor, no a mí misma. Si damos por bueno que la orientación de la mujer patriarcal es a ser querida, creo que podemos dar por válida la afirmación de que el cuidado es una actividad instrumental que no está al servicio de las personas dependientes si no al servicio del reconocimiento de ellas mismas. Y eso pondría en discusión, al margen del respeto que se pueda tener por los derechos de las mujeres, aún cuando no interese que sean explotadas, no se tiene suficiente conciencia de que el problema del cuidado, basado en la división sexual del trabajo, es dañina para ambas partes: porque ahoga la posibilidad de su desarrollo personal a quien está al servicio del cuidado -porque no puede plantear su proyecto de vida-  y para quien recibe los cuidados porque es objeto instrumental. Y esa relación es una relación de poder.

-Pero tenemos también en el universo de cuidados tareas de sostenimiento de la vida totalmente invisibles como las que reclama para sí el patriarca.

-Estoy hablando de las relaciones de dependencia. Hay que diferenciar cuidado de servicio, porque el cuidado es a cuando provees de atenciones a quienes no se las puede librar por sí mismas, si la persona puede atenderse a sí misma hablamos de servicio.

-Pero si cuidado y servidumbre quedan dentro de la casa no parece fácil separar las tareas…

-Es que hay que ver la posición narcisista del cuidado, en el sentido de que parece que tienes unas cualidades especiales que yo asocio a la omnipotencia, que las mujeres no quieren tampoco dejar.

-Es un poco complicado cargar las tintas sobre la posición de las mujeres, como decir que les gusta su propia cárcel…

-Yo creo que la pregunta es otra, es cómo se rompe la posición omnipotente. Y se rompe cuando se sale de la idea de qué hay dos posiciones excluyentes: la de quien cuida y la de quien recibe cuidados, señalando que toda persona cuida y toda persona recibe o recibirá cuidados.

-Es lo que sucede entre padres y madres con respecto a hijos e hijas, aunque siempre las que cuidan a todos son las mujeres.

-Bueno, pero por ejemplo, entre una madre que cuida a su hija cómo se rompe la omnipotencia. Pues ella se va al cine con las amigas, por ejemplo, evidenciando que tiene sus propias necesidades y la madre evidencia su posición no queriendo que vuelva antes si no al contrario, diciendo: “¿ya estás aquí? ¡Pero qué pesada! No me puedes dejar en paz un rato”. La dependencia genera hostilidad y da lugar a muchas microviolencias: por ejemplo, si a la persona cuidada le gusta la sopa caliente y se la llevas siempre fría, pues es un daño grande.

-Micropolíticas de la crueldad.

-Sí, que tienen efecto acumulativo. O inversamente, si en lugar de concentrar todas tus demandas en un lapso de tiempo estás todo el tiempo demandando, eso también mina a la persona que cuida. La relación de cuidado puede ser una verdadera tortura. Y esto me hace pensar que las feministas deberíamos contemplar que una de las formas de la violencia de género es el maltrato a las personas dependientes.

-¿Por qué lo piensa como violencia de género?

-Porque se produce en una matriz de relaciones que se funda en la división sexual del trabajo. Es decir, es esperable que una persona encerrada en el lugar de cuidadora y si eso comporta que se la marginalice de la vida social o de sus planes de vida experimente sentimientos hostiles hacia quién cuida. Lo raro sería que no los experimentara. Por lo tanto es constitutivo de la división sexual del trabajo el maltrato a las personas dependientes. Yo pienso que las feministas deberíamos denunciarlo como violencia de género porque pienso que lo es y porque estratégicamente desde el punto de vista político nos conviene: pondría en cuestión la división sexual del trabajo, porque pueden pasar de las mujeres, pero si les preocupa la cuestión del cuidado, el cuidado no está resuelto.

-El tema que aparece aquí es la violencia de género que podrían ejercer las mismas mujeres. Que de hecho la ejercemos, cada vez que se encierra a las hijas para repartir con ellas las tareas domésticas o el cuidado de hermanos y hermanas más pequeñas, por ejemplo. Eso parece que es difícil de hablar..

-Eso tiene que ver con lo que planteo. Además de no reconocer las características del mundo que queremos cambiar, políticamente creo que es un error porque consolida la división sexual del trabajo, porque si no ponemos en cuestión que las mujeres también podemos cuidar mal, cristalizamos esa división.

-Sucede que se produce un encierro: ¿es necesario revisar si cuidamos bien o mal o evidenciar la explotación que significa dar por hecho que las tareas de cuidado son para las mujeres? ¿De dónde surge que cuidamos porque lo hacemos bien? A mí me parece más un destino impuesto que una habilidad.

-Bueno, ha habido todo un proceso de naturalización, de manera que se hace extensivo que si la mujer es fecunda y engendra criaturas hace extensivo el cuidado de las criaturas. Y además tiene una gratificación libidinal muy fuerte y entonces no hace falta forzar a las mujeres para que lo hagan. Donde se rompe la dinámica es cuando lo predominante no es cuidar criaturas si no de las personas viejas o enfermas. Porque claro, acompañar a estas personas es acompañar la decrepitud y acercarse a la muerte y hay una resistencia a asumir que somos mortales.

-Y por eso interdependientes y vulnerables.

-¡Claro! Tanta resistencia hay a pensar que somos vulnerables que cuando te pones enferma te sientes culpable de estar en la cama, te sientes más culpable que mal. Parece que la vulnerabilidad fuera un defecto moral. El componente culpa habla, justamente, de omnipotencia.

-Corriéndonos un poco de la cuestión subjetiva y volviendo a cómo salir del encierro, de si cuidamos bien o mal para ser relevadas de la tarea, este año en muchos países del mundo se hizo un paro, una huelga, que evidenció las tareas domésticas y de cuidado como trabajo. ¿Cómo lo viste vos?

-Creo que pensar en una huelga de mujeres es pensar en un paro en las tareas de cuidado que implicaría una valentía y un estómago muy fuerte. Dejar los niños en la puerta de la comisaría por ejemplo…

-Eso aquí, y supongo que en la mayor parte del mundo, no es una opción…

-Pero hay que encontrar un modo de denunciar la externalizacion de costes de producción de la vida humana a las mujeres. Porque es como lo que denuncian desde los grupos ecologistas, que las empresas externalizan costes al medio ambiente. Significa que sus actividades productivas son más costosas de lo que son para ellos porque son a costa del medio ambiente. Trasladado a las mujeres sería que el mundo funciona porque se carga sobre la espalda de las mujeres el cuidado de la vida humana y esto es una transferencia sistemática de los recursos. Cuando se produce una transferencia sistemática de recursos de quien los ha producido a quienes los han producido eso es una relación de explotación. O sea que las mujeres están en una posición de explotadas, por los hombres, por el Estado y por el mercado. Entonces, claro, esto significa que las relaciones de poder se dan porque el trabajo de las mujeres empodera a los hombres, al mercado y a las empresas.

-Por lo tanto, siendo explotadas, nos merecemos la huelga.

-¡Claro! Desde el punto de vista lógico es muy claro pero emocionalmente es muy complejo. Aunque en términos teóricos, analíticos es evidente: dejar de transferir recursos a los demás. Trabajar para una misma, no para los demás hasta que quede claro.

-Tal cómo está, si reconocemos la explotación que significa el cuidado, aunque es necesario pactar bienestar con quien se cuida y viceversa no parece suficiente; sería como dejar el problema en ese encierro privado.

-El punto de fuga es la eliminación de la división sexual del trabajo. El implícito de la división sexual del trabajo es la relación de complementariedad. Lo que venimos diciendo es el reconocimiento de relaciones de reciprocidad. La primera sería “tu aportas A, yo aporto B”, la segunda es “yo aporto lo que tú me das”, aunque no sea simultáneo. Dicho de otro modo: yo no te doy atención a la familia y tu me das dinero, yo te doy dinero y atención como tú me lo das a mí; relaciones de reciprocidad.

-¿Y qué posibilidades hay de pensar el cuidado por fuera de la familia? ¿Se puede pensar en salidas más comunitarias?

-Yo lo veo difícil porque no hay el nivel de confianza en lo social para que la gente se arriesgue a sacar la patita de la familia. Creo que hay que buscar alianzas con los trabajadores y trabajadoras asalariadas organizadas. Son cuestiones que tienen que ver con el cuidado, con sostener las jornadas de ocho horas, vacaciones pagadas y por enfermedad tiene que ver con el cuidado, cosas de cuidado propio. Lo que yo sugiero como posibilidad y no me parece delirante es que las personas reciban su paga cuando tienen que cuidar a personas dependientes, bueno, hay que generar fondos de reserva para quienes tienen que cuidar. Tiene que haber una elaboración colectiva, esto significa desprivatizar y socializar el cuidado, meterlo en el debate democrático.

-Entonces usted ve como estratégica la alianza entre las mujeres, los feminismos y los sindicatos.

-Es imprescindible, los dos colectivos sometidos a explotación se tienen que poner de acuerdo y estos dos colectivos son los asalariados y las mujeres. Y las mujeres asalariadas doblemente porque son explotadas por los varones asalariados. Los hombres traicionaron a las mujeres en su alianza con los empresarios para dejar a las mujeres en la casa. Es una alianza difícil.

-Resumiendo, podríamos decir que para eso hay que quitar al patriarcado de la base de la discusión democrática.

-¡Es lo que digo! No es residual si no la base de las democracias actuales y por eso no se piensa el cuidado, porque queda dentro de las familias. Fíjate que en Europa, con la sociedad envejecida, se han puesto a preguntar cuál sería la solución deseada para el problema del cuidado de adultos mayores y la respuesta es perversa: que se de recursos a los viejos y viejas para poder pagar a personas que se hagan cargo ellas. Es decir, buscan sostener la relación de poder a través de la posibilidad de pagar para que te atiendan. Pero no se escapa que es más importante tener poder que estar bien, pues es incompatible con estar bien, vamos.

-Esto que vos planteás no es solo sobre la división sexual del trabajo si no sobre los sujetos…

-¿Te imaginas la diferencia de pactos entre sujetos que se reconocen vulnerables, que reconocen la enfermedad y la muerte? ¡Cambia totalmente la noción de democracia!

-Mientras tanto, vamos a la huelga.

-(Se ríe) Y sí, pero ¿qué tipo de confianza social se tiene que generar para que las mujeres puedan poner en práctica una huelga de cuidados? La confianza de que comemos todos o no come nadie, la confianza de que detienen a todos o nadie. No vas a consentir que detengan a un compañero o compañera, no vas a consentir que mientras tú estás comiendo a alguien se le acabaron los recursos. Y esa confianza no se está dando en este momento. No estoy en delirium tremens pero soy consciente también de que solo a través de la huelga general indefinida se resuelve la relación de poder. Solo que emocional y prácticamente es muy difícil. Habría que prepararse con años de tiempo, con cajas de resistencia, mientras tanto es muy complicado porque no hay tejido social. Porque por ejemplo, lo primero que tendríamos que hacer las mujeres es dejar de tener hijos por lo menos por cinco años así ya no habrá bebes cuando empiece la huelga para dejar en la puerta de las comisarías.

Ella se ríe a carcajadas, y al instante siguiente, como se diría en el español ibérico, se la piensa.

Fuente de la entrevista: https://rebelion.org/apunten-contra-el-patriarcado/

Comparte este contenido:

Entrevista: Apunten contra el patriarcado

Apunten contra el patriarcado

Entrevista a María Jesús Izquierdo

Por Marta Dillon

La catalana María Jesús Izquierdo, doctora en Economía y profesora de Teoría Sociológica por la Universitat de Barcelona, reconoce que las tareas de cuidado que quedan sobre las espaldas de las mujeres sin ser reconocidas y tampoco remuneradas son una forma evidente de explotación. Pero plantea a la vez, estratégicamente, que esta división sexual del trabajo desprotege a todas las personas que necesitan ser cuidadas. “Aun cuando no les importen las vidas de las mujeres, sepan que la cuestión del cuidado no está resuelta y es una ilusión breve pensar en individuos autónomos, todos vamos a necesitar cuidados alguna vez”, dice y señala como responsables las democracias liberales de las que “el patriarcado es constitutivo”.

Hay una idea que María Jesús Izquierdo insiste en subrayar: “El patriarcado no es un residuo, un remanente de otras épocas, el patriarcado es constitutivo de las democracias liberales”, por lo que un replanteo de las condiciones de vida de las mujeres, la eliminación de la violencia de género y de las inequidades económicas, políticas y culturales que padecen (padecemos) no pueden pensarse sin hacer una crítica profunda a estas democracias, sin volver a fraguar un pacto democrático que vea a las personas en su fragilidad e interdependencia y no desde la ilusión de la autonomía y la libertad, paradigma sobre el que se paran los hombres -blancos y heterosexuales, agrega esta redactora- aprovechando de la fuerza de trabajo invisible que aportan las mujeres a través de las tareas de cuidado y domésticas. Pero, dice Izquierdo, para eso es necesario que las mujeres reconozcan el lugar de poder que les otorga el ser cuidadoras. Doctora en Economía y profesora de Teoría Sociológica en el Universitat de Barcelona, Izquierdo tiene un discurso provocador fundamentado en años de investigación sobre la división sexual del trabajo. Las12 la entrevistó en Buenos Aires gracias al Ministerio Público de Defensa de la CABA, que la invitó a participar del lanzamiento de la campaña “Cuidar y ser cuidado ¿Quién se hace cargo?”

-Usted habla de la necesidad de un nuevo pacto constituyente como única posibilidad para terminar con la división sexual del trabajo, ¿Podría explicar a qué se refiere?

– Porque el pacto actual se basa en el entendimiento de un individuo autónomo que pacta con otros individuos autónomos las reglas de juego para la vida en común. La idea es de libertad, no de la necesidad del otro, entonces lo que se pone en juego es interés, conveniencia respecto de la relación con el otro, en masculino, porque el pacto constituyente se hace entre varones, las mujeres en este esquema son un objeto de reparto. Pero la autonomía es un deseo, apenas se realiza, y la duración del estado de autonomía es breve, transitoria, en ocasiones somos autónomos, pero lo definitorio en los seres humanos es la interdependencia. Ahora estamos aquí sentadas cómodamente porque hay alguien que ha venido a limpiar, que hace café, tu llegaste aquí porque hay transporte… cualquier cosa que hacemos ocurre con la concurrencia de muchas personas que lo hacen posible; eso da cuenta de que estamos en permanente estado de necesidad. Sin olvidar formas precisas de necesidad, por la edad, por dificultades físicas, psíquicas. Entonces mi planteo es que requerimos un pacto constituyente basado no en la noción de autonomía si no de que somos dependientes, y esto significaría que se sitúa en el centro del escenario la dependencia y no la libertad necesariamente.

-Es un pacto, que como usted dice, se hace entre varones.

-¡Y es delirante! Yo no sé cómo ha podido funcionar tanto tiempo. Pero es que el truco ha consistido en que los fenómenos atribuidos a la dependencia se han enclaustrado en el hogar, de tal manera que ese ciudadano que pacta con otros ciudadanos es en realidad un cabeza de familia: lo vemos en la constitución española, cuando acudimos a los elementos que definirían a la persona que ocupa la posición de ciudadano, en las constituciones liberales se hace a cuenta de la posición respecto de un trabajo remunerado y la defensa del territorio nacional. Si nos vamos a la constitución española, el artículo que se refiere al trabajo dice lo siguiente: los españoles tienen el deber de trabajar, es un deber de ciudadanía, y derecho al trabajo; pero es secundario el derecho al trabajo en relación al deber de trabajar. Tu no puedes ser ciudadano si no produces, es el objeto de ciudadanía. Pero luego plantea elegir libremente ocupación u oficio, y este elemento es muy relevante, para cubrir ingresos suficientes para las propias necesidades y las de la familia.

-Estamos poniendo sobre la mesa el pacto heterosexual y patriarcal.

-No sé si heterosexual, lo que es seguro es que se pone en primer plano a un patriarca. Diríamos que el ciudadano es un patriarca, alguien que encabeza una familia de la cual se ocupa a través de sostener los recursos financieros que le permiten funcionar pero fíjate cómo cabe el artículo: sin que pueda prevalecer discriminacion por razón de sexo. Por lo tanto el pacto constitucional es un pacto que consagra la figura del patriarca, lo cual quiere decir que las democracias liberales no funcionan sin el patriarcado. El patriarcado no es un residuo, un remanente que queda de épocas anteriores si no que es constitutivo de las democracias liberales, no pueden funcionar sin la existencia de un patriarca porque hay que quitar de la escena pública el problema de la dependencia.

-O sea que la dependencia queda adentro de la casa junto las mujeres para que se arreglen ellas.

-Exacto. Pero además de manera perfecta, porque mientras la constitución es transparente en relación a la existencia del patriarca, cuando habla del cuidado de las personas no lo hace refiriéndose a las mujeres o de las amas de casa, lo define en función de la familia, como si la familia fuera una entidad viva. Lo que es llamativo de la Constitución en este artículo es que resulta que el patriarcado es constitutivo de la democracia liberal pero no el sexismo. Es decir que nos da igual que el patriarca sea una mujer o un hombre pero necesitamos establecer un vínculo patriarcal.

-Lo qué pasa es que cuando hay un hombre cabeza de familia cumple un rol pero cuando hay una mujer difícilmente le toque uno solo.

-Está claro. Tal vez no fui fina al decir “da igual”, pero parece que para la constitución no es incompatible la eliminación del sexismo con el mantenimiento de la democracia liberal por lo que acá hay que tener en cuenta que vale cualquier cosa con tal de conservar el patriarcado.

-Y de sostener la idea de familia nuclear, y el encierro doméstico para que allí se oculte la interdependencia.

Las democracias liberales se caracterizan por una falta de responsabilidad y desatención con respecto a la gente. Con todas las críticas que podemos formular a los regímenes feudales, ahí había un vínculo de responsabilidad con los siervos. En cambio en el capitalismo se prescinde del otro. Entonces la familia es un requisito indispensable porque cumple la función antes entendida como colectiva. Estamos hablando de sociedades modernas, y por eso mi insistencia: el patriarcado no es remanente si no que es base fundamental, mira por ejemplo la política tributaria. Ahí te encuentras que la pérdida de ingreso que supone la declaración conjunta de la renta de la típica familia nuclear es de 2.600.000 euros, monstruoso, y esto significa que de otro lado se está financiando a la familia nuclear y también a la figura del ama de casa. Porque tener en casa un hombre que declara y una mujer que no tiene ingresos propios hace que pagues mucho menos impuestos.

-Es una forma capitalista de preservar la división sexual del trabajo.

-Claramente.

-Sin embargo los temas de cuidado tienen visibilidad intermitente en el feminismo a lo largo de los años y ninguna salida parece ser buena: ¿Salario para amas de casa? ¿Socialización de las tareas de cuidado? ¿Usted qué piensa?

-A mí no me resulta satisfactoria la corriente general que considera que se ha de visibilizar, reconocer y valorizar la aportación de las mujeres. Porque el implícito de esa necesidad de valorización y reconocimiento es que las tareas de cuidado que realizan las mujeres las realizan bien, son deseables y deben ser tomadas como modelo.

-Eso se escucha muy esencialista: las mujeres somos buenas porque sabemos cuidar.

-Bueno, pero es muy dominante, no sé acá, pero en España te aseguro que es muy dominante. Entonces creo que hay que trabajar en el sentido opuesto: evidenciando que en condiciones de división sexual del trabajo no se puede cuidar bien. Voy a hablar no de personas empíricamente hablando si no de tipos mentales que nos ayudan a pensar la realidad. Las mujeres son como sean, pero cuando lo digo en singular me estoy refiriendo a un tipo de persona que hace posible el patriarcado y es suficientemente frecuente e intenso como para que sostenga el patriarcado.

-Un estereotipo normativo.

-Normativo, sí, no universal si no propia del patriarcado. Hecha esta aclaración deberíamos pensar que la posición mujer genera una configuración psíquica consistente en desear ser deseada. Mientras que la configuración hombre ejemplifica el deseo de poseer aquello que se desea. Luego habrá personas más cerca o más lejos pero es la disposición propia del patriarcado. Entonces a mi modo de ver, cuando alguien pone en el centro del escenario la necesidad de ser querida significa que instrumentaliza a los demás para conseguir eso. Y esto significa que cuando provee de cuidados lo hace para ser valorada, no para que la gente esté bien. No es lo mismo que un niño o una niña estén bien cuidados que que una persona sea una buena madre. Si aspiro a ser una buena madre es una posición narcisista que requiere de reconocimiento. Cuando me preocupo por las criaturas mi orientación es hacia el objeto de amor, no a mí misma. Si damos por bueno que la orientación de la mujer patriarcal es a ser querida, creo que podemos dar por válida la afirmación de que el cuidado es una actividad instrumental que no está al servicio de las personas dependientes si no al servicio del reconocimiento de ellas mismas. Y eso pondría en discusión, al margen del respeto que se pueda tener por los derechos de las mujeres, aún cuando no interese que sean explotadas, no se tiene suficiente conciencia de que el problema del cuidado, basado en la división sexual del trabajo, es dañina para ambas partes: porque ahoga la posibilidad de su desarrollo personal a quien está al servicio del cuidado -porque no puede plantear su proyecto de vida-  y para quien recibe los cuidados porque es objeto instrumental. Y esa relación es una relación de poder.

-Pero tenemos también en el universo de cuidados tareas de sostenimiento de la vida totalmente invisibles como las que reclama para sí el patriarca.

-Estoy hablando de las relaciones de dependencia. Hay que diferenciar cuidado de servicio, porque el cuidado es a cuando provees de atenciones a quienes no se las puede librar por sí mismas, si la persona puede atenderse a sí misma hablamos de servicio.

-Pero si cuidado y servidumbre quedan dentro de la casa no parece fácil separar las tareas…

-Es que hay que ver la posición narcisista del cuidado, en el sentido de que parece que tienes unas cualidades especiales que yo asocio a la omnipotencia, que las mujeres no quieren tampoco dejar.

-Es un poco complicado cargar las tintas sobre la posición de las mujeres, como decir que les gusta su propia cárcel…

-Yo creo que la pregunta es otra, es cómo se rompe la posición omnipotente. Y se rompe cuando se sale de la idea de qué hay dos posiciones excluyentes: la de quien cuida y la de quien recibe cuidados, señalando que toda persona cuida y toda persona recibe o recibirá cuidados.

-Es lo que sucede entre padres y madres con respecto a hijos e hijas, aunque siempre las que cuidan a todos son las mujeres.

-Bueno, pero por ejemplo, entre una madre que cuida a su hija cómo se rompe la omnipotencia. Pues ella se va al cine con las amigas, por ejemplo, evidenciando que tiene sus propias necesidades y la madre evidencia su posición no queriendo que vuelva antes si no al contrario, diciendo: “¿ya estás aquí? ¡Pero qué pesada! No me puedes dejar en paz un rato”. La dependencia genera hostilidad y da lugar a muchas microviolencias: por ejemplo, si a la persona cuidada le gusta la sopa caliente y se la llevas siempre fría, pues es un daño grande.

-Micropolíticas de la crueldad.

-Sí, que tienen efecto acumulativo. O inversamente, si en lugar de concentrar todas tus demandas en un lapso de tiempo estás todo el tiempo demandando, eso también mina a la persona que cuida. La relación de cuidado puede ser una verdadera tortura. Y esto me hace pensar que las feministas deberíamos contemplar que una de las formas de la violencia de género es el maltrato a las personas dependientes.

-¿Por qué lo piensa como violencia de género?

-Porque se produce en una matriz de relaciones que se funda en la división sexual del trabajo. Es decir, es esperable que una persona encerrada en el lugar de cuidadora y si eso comporta que se la marginalice de la vida social o de sus planes de vida experimente sentimientos hostiles hacia quién cuida. Lo raro sería que no los experimentara. Por lo tanto es constitutivo de la división sexual del trabajo el maltrato a las personas dependientes. Yo pienso que las feministas deberíamos denunciarlo como violencia de género porque pienso que lo es y porque estratégicamente desde el punto de vista político nos conviene: pondría en cuestión la división sexual del trabajo, porque pueden pasar de las mujeres, pero si les preocupa la cuestión del cuidado, el cuidado no está resuelto.

-El tema que aparece aquí es la violencia de género que podrían ejercer las mismas mujeres. Que de hecho la ejercemos, cada vez que se encierra a las hijas para repartir con ellas las tareas domésticas o el cuidado de hermanos y hermanas más pequeñas, por ejemplo. Eso parece que es difícil de hablar..

-Eso tiene que ver con lo que planteo. Además de no reconocer las características del mundo que queremos cambiar, políticamente creo que es un error porque consolida la división sexual del trabajo, porque si no ponemos en cuestión que las mujeres también podemos cuidar mal, cristalizamos esa división.

-Sucede que se produce un encierro: ¿es necesario revisar si cuidamos bien o mal o evidenciar la explotación que significa dar por hecho que las tareas de cuidado son para las mujeres? ¿De dónde surge que cuidamos porque lo hacemos bien? A mí me parece más un destino impuesto que una habilidad.

-Bueno, ha habido todo un proceso de naturalización, de manera que se hace extensivo que si la mujer es fecunda y engendra criaturas hace extensivo el cuidado de las criaturas. Y además tiene una gratificación libidinal muy fuerte y entonces no hace falta forzar a las mujeres para que lo hagan. Donde se rompe la dinámica es cuando lo predominante no es cuidar criaturas si no de las personas viejas o enfermas. Porque claro, acompañar a estas personas es acompañar la decrepitud y acercarse a la muerte y hay una resistencia a asumir que somos mortales.

-Y por eso interdependientes y vulnerables.

-¡Claro! Tanta resistencia hay a pensar que somos vulnerables que cuando te pones enferma te sientes culpable de estar en la cama, te sientes más culpable que mal. Parece que la vulnerabilidad fuera un defecto moral. El componente culpa habla, justamente, de omnipotencia.

-Corriéndonos un poco de la cuestión subjetiva y volviendo a cómo salir del encierro, de si cuidamos bien o mal para ser relevadas de la tarea, este año en muchos países del mundo se hizo un paro, una huelga, que evidenció las tareas domésticas y de cuidado como trabajo. ¿Cómo lo viste vos?

-Creo que pensar en una huelga de mujeres es pensar en un paro en las tareas de cuidado que implicaría una valentía y un estómago muy fuerte. Dejar los niños en la puerta de la comisaría por ejemplo…

-Eso aquí, y supongo que en la mayor parte del mundo, no es una opción…

-Pero hay que encontrar un modo de denunciar la externalizacion de costes de producción de la vida humana a las mujeres. Porque es como lo que denuncian desde los grupos ecologistas, que las empresas externalizan costes al medio ambiente. Significa que sus actividades productivas son más costosas de lo que son para ellos porque son a costa del medio ambiente. Trasladado a las mujeres sería que el mundo funciona porque se carga sobre la espalda de las mujeres el cuidado de la vida humana y esto es una transferencia sistemática de los recursos. Cuando se produce una transferencia sistemática de recursos de quien los ha producido a quienes los han producido eso es una relación de explotación. O sea que las mujeres están en una posición de explotadas, por los hombres, por el Estado y por el mercado. Entonces, claro, esto significa que las relaciones de poder se dan porque el trabajo de las mujeres empodera a los hombres, al mercado y a las empresas.

-Por lo tanto, siendo explotadas, nos merecemos la huelga.

-¡Claro! Desde el punto de vista lógico es muy claro pero emocionalmente es muy complejo. Aunque en términos teóricos, analíticos es evidente: dejar de transferir recursos a los demás. Trabajar para una misma, no para los demás hasta que quede claro.

-Tal cómo está, si reconocemos la explotación que significa el cuidado, aunque es necesario pactar bienestar con quien se cuida y viceversa no parece suficiente; sería como dejar el problema en ese encierro privado.

-El punto de fuga es la eliminación de la división sexual del trabajo. El implícito de la división sexual del trabajo es la relación de complementariedad. Lo que venimos diciendo es el reconocimiento de relaciones de reciprocidad. La primera sería “tu aportas A, yo aporto B”, la segunda es “yo aporto lo que tú me das”, aunque no sea simultáneo. Dicho de otro modo: yo no te doy atención a la familia y tu me das dinero, yo te doy dinero y atención como tú me lo das a mí; relaciones de reciprocidad.

-¿Y qué posibilidades hay de pensar el cuidado por fuera de la familia? ¿Se puede pensar en salidas más comunitarias?

-Yo lo veo difícil porque no hay el nivel de confianza en lo social para que la gente se arriesgue a sacar la patita de la familia. Creo que hay que buscar alianzas con los trabajadores y trabajadoras asalariadas organizadas. Son cuestiones que tienen que ver con el cuidado, con sostener las jornadas de ocho horas, vacaciones pagadas y por enfermedad tiene que ver con el cuidado, cosas de cuidado propio. Lo que yo sugiero como posibilidad y no me parece delirante es que las personas reciban su paga cuando tienen que cuidar a personas dependientes, bueno, hay que generar fondos de reserva para quienes tienen que cuidar. Tiene que haber una elaboración colectiva, esto significa desprivatizar y socializar el cuidado, meterlo en el debate democrático.

-Entonces usted ve como estratégica la alianza entre las mujeres, los feminismos y los sindicatos.

-Es imprescindible, los dos colectivos sometidos a explotación se tienen que poner de acuerdo y estos dos colectivos son los asalariados y las mujeres. Y las mujeres asalariadas doblemente porque son explotadas por los varones asalariados. Los hombres traicionaron a las mujeres en su alianza con los empresarios para dejar a las mujeres en la casa. Es una alianza difícil.

-Resumiendo, podríamos decir que para eso hay que quitar al patriarcado de la base de la discusión democrática.

-¡Es lo que digo! No es residual si no la base de las democracias actuales y por eso no se piensa el cuidado, porque queda dentro de las familias. Fíjate que en Europa, con la sociedad envejecida, se han puesto a preguntar cuál sería la solución deseada para el problema del cuidado de adultos mayores y la respuesta es perversa: que se de recursos a los viejos y viejas para poder pagar a personas que se hagan cargo ellas. Es decir, buscan sostener la relación de poder a través de la posibilidad de pagar para que te atiendan. Pero no se escapa que es más importante tener poder que estar bien, pues es incompatible con estar bien, vamos.

-Esto que vos planteás no es solo sobre la división sexual del trabajo si no sobre los sujetos…

-¿Te imaginas la diferencia de pactos entre sujetos que se reconocen vulnerables, que reconocen la enfermedad y la muerte? ¡Cambia totalmente la noción de democracia!

-Mientras tanto, vamos a la huelga.

-(Se ríe) Y sí, pero ¿qué tipo de confianza social se tiene que generar para que las mujeres puedan poner en práctica una huelga de cuidados? La confianza de que comemos todos o no come nadie, la confianza de que detienen a todos o nadie. No vas a consentir que detengan a un compañero o compañera, no vas a consentir que mientras tú estás comiendo a alguien se le acabaron los recursos. Y esa confianza no se está dando en este momento. No estoy en delirium tremens pero soy consciente también de que solo a través de la huelga general indefinida se resuelve la relación de poder. Solo que emocional y prácticamente es muy difícil. Habría que prepararse con años de tiempo, con cajas de resistencia, mientras tanto es muy complicado porque no hay tejido social. Porque por ejemplo, lo primero que tendríamos que hacer las mujeres es dejar de tener hijos por lo menos por cinco años así ya no habrá bebes cuando empiece la huelga para dejar en la puerta de las comisarías.

Ella se ríe a carcajadas, y al instante siguiente, como se diría en el español ibérico, se la piensa.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/74851-apunten-contra-el-patriarcado

Fuente de la Información: https://rebelion.org/autor/marta-dillon/

 

Comparte este contenido:

Entrevista a Rita Segato: «Una falla del pensamiento feminista es creer que la violencia de género es un problema de hombres y mujeres»

Redacción: Rebelión

Rita Segato es doctora en Antropología e investigadora. Es, probablemente, una de las pensadoras feministas más lúcidas de esta época. Y tal vez de todas las épocas. Ha escrito innumerables trabajos a partir de su investigación con violadores en la penitenciaría de Brasilia, como perito antropológico y de género en el histórico juicio de Guatemala en el que se juzgó y condenó por primera vez a miembros del Ejército por los delitos de esclavitud sexual y doméstica contra mujeres mayas de la etnia q’eqchi, y fue convocada a Ciudad Juárez a exponer su interpretación en torno a los cientos de femicidios perpetrados en esa ciudad. Su currículum es largo e impresionante.

Más allá de todo prejuicio escandalizador, Segato ha propuesto una mirada profunda sobre la violencia letal sobre las mujeres, entendiendo a los femicidios como una problemática que trasciende a  los géneros para convertirse en un síntoma, o mejor dicho, en una expresión de una sociedad que necesita de una “pedagogía de la crueldad” para destruir y anular la compasión, la empatía, los vínculos y el arraigo local y comunitario. Es decir todos esos elementos que se convierten en obstáculo en un capitalismo “de rapiña”, que depende de esa pedagogía de la crueldad para aleccionar. Es, en ese sentido, que el ejercicio de la crueldad sobre el cuerpo de las mujeres, pero que también se extiende a crímenes homofóbicos o trans, todas esas violencias “no son otra cosa que el disciplinamiento que las fuerzas patriarcales imponen a todos los que habitamos ese margen de la política, de crímenes del patriarcado colonial moderno de alta intensidad, contra todo lo que lo desestabiliza” (*). En esos cuerpos se escribe el mensaje aleccionador que ese capitalismo patriarcal de alta intensidad necesita imponer a toda la sociedad.

No es tarea sencilla entrevistar a Rita, que es una especie de torbellino, capaz de enlazar con extrema claridad y sutileza los argumentos más complejos. Se toma su tiempo para responder, analiza cada pregunta, la desgrana, profundiza y vuelve a empezar con una vuelta de tuerca sobre cada concepto. Tiene su propio ritmo y seguirlo puede ser un desafío.

—En el marco del alarmante crecimiento de los casos de violencia de género, ¿podría profundizar en el concepto que desarrolló de que la violencia letal sobre la mujer es un síntoma de la sociedad?

—Desigualdad de género, control sobre el cuerpo de la mujer, desde mi perspectiva, hay otras feministas que no coinciden, acompañan la historia de la humanidad. Sólo que, contrariamente a lo que pensamos y a eso que yo llamo prejuicio positivo con relación a la modernidad, imaginamos que la humanidad camina en la dirección contraria. Pero los datos no confirman eso, al contrario, van en aumento. Entonces tenemos que entender cuáles son las circunstancias contextuales e históricas. Una de las dificultades, de las fallas del pensamiento feminista es creer que el problema de la violencia de género es un problema de los hombres y las mujeres. Y en algunos casos, hasta de un hombre y una mujer. Y yo creo que es un síntoma de la historia, de las vicisitudes por la que pasa la sociedad. Y ahí pongo el tema de la precariedad de la vida. La vida se ha vuelto inmensamente precaria, y el hombre, que por su mandato de que por su mandato de masculinidad, tiene la obligación de ser fuerte, de ser el potente, no puede más y tiene muchas dificultades para poder serlo. Y esas dificultades no tienen que ver como dicen por ahí, porque está afectado por el empoderamiento de las mujeres, que es un argumento que se viene utilizando mucho, que las mujeres se han empoderado y que los hombres se han debilitado por ello y por lo tanto reaccionan así… No. Lo que debilita a los hombres, lo que los precariza y los transforma en sujetos impotentes es la falta de empleo, la inseguridad en el empleo cuando lo tienen, la precariedad de todos los vínculos, el desarraigo de varias formas, el desarraigo de un medio comunitario, familiar, local… en fin, el mundo se mueve de una manera que no pueden controlar y los deja en una situación de precariedad, pero no como consecuencia del empoderamiento de las mujeres, sino como una consecuencia de la precarización de la vida, de la economía, de no poder educarse más, leer más, tener acceso a diversas formas de bienestar. Y eso también va en dirección de otra cosa que vengo afirmando: que hay formas de agresión entre varones que son también violencia de género.Yo afirmo que los varones son las primeras víctimas del mandato de masculinidad. Con esto no estoy queriendo decir que son víctimas de las mujeres, y quiero dejarlo bien en claro porque se me ha entendido de una manera equivocada muchas veces. Estoy diciendo que son víctimas de un mandato de masculinidad y una estructura jerárquica como es la estructura de la masculinidad. Son víctimas de otros hombres, no de las mujeres. Y esto también quiero dejarlo en claro, no es que el hombre se volvió impotente porque las mujeres se potencian, sino que se volvió impotente porque la vida se volvió precaria y los deja impotentes.

—Muchas mujeres reciben esta violencia como algo normal. ¿Por qué?

—Por eso, sobre todo en España, al principio, cuando en las primeras campañas por los derechos de la mujer empezaron a aparecer estas mujeres golpeadas en la televisión, fue muy fuerte y causó mucho impacto. Plantear que la violencia doméstica es un crimen creo que fue el mayor avance de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw), es decir, que algo que es una costumbre puede ser un crimen. Es dificilísimo sobre todo en el campo del derecho dar ese paso, porque el derecho es como la santificación de todo lo que es la costumbre como ley. Pero la Cedaw dice: esta costumbre es un crimen, no puede ser transformada en ley. En ese caso de la violencia doméstica, de las violaciones domésticas se ha marchado en el camino de comprender que es un crimen. Ahora, lo que nos da a nosotros una pauta, una luz para entender mejor todo ese tema, es que cuando hay un óbito, cuando aparece un cuerpo, un asesinato de mujer nunca fue natural, ni antes ni ahora ni nunca. Y ahí vemos que hay una dificultad del derecho y del Estado en ganar terreno en este campo. Porque, sin ninguna duda, están en aumentando cada vez los feminicidios, ese verdadero genocidio de mujeres que estamos viviendo, de varias formas. Y eso lo sabemos porque ya hay más de 10 años de estadísticas en la mayor parte de los países.  Y además el avance en lo legal y lo forense respalda esta afirmación.

—Usted plantea que la violación es un acto disciplinador, un crimen de poder. ¿Qué se juega el agresor sexual en esos casos?

—Bueno, ese concepto es de altísima complejidad. Le cuesta mucho a la sociedad comprender a qué apunto. Mucha gente de bien, muy moral, saltó contra esto e intenta rápidamente diferenciarse de ese sujeto que considera anómalo, criminal, inmoral, en fin todo lo malo que se deposita en ese sujeto, en ese chivo expiatorio que es el agresor… y los otros hombres se salvan y dicen yo no soy eso. Yo eso lo pongo bajo un signo de interrogación. Yo creo que aquel último gesto que es un crimen, es producto de una cantidad de gestos menores que están en la vida cotidiana y que no son crímenes, pero son agresiones también. Y que hacen un caldo de cultivo para causar este último grado de agresión que sí está tipificado como crimen… pero que jamás se sucedería si la sociedad no fuera como es. Se sucedería en un psicópata, pero la mayor cantidad de violaciones y de agresiones sexuales a mujeres no son hechas por psicópatas, sino por personas que están en una sociedad que practica la agresión de género de mil formas pero que no podrán nunca ser tipificadas como crímenes. Por eso mi argumento no es un argumento antipunitivista de la forma clásica, en el sentido de que no se debe punir o sentenciar. Sí tiene que haber leyes y sentencias que sólo algunas veces llegan a materializarse. Pero en nuestros países sobre todo, en el mundo entero, pero especialmente en América Latina, de todos los ataques contra la vida, no solamente los de género sino de todos en general, los que llegan a una sentencia son una proporción mínima.  La eficacia material del derecho es ficcional, es un sistema de creencias, creemos que el derecho lleva a una condena. Pero claro que tiene que existir, el derecho, todo el sistema legal, el justo proceso y la punición. Lo que yo digo es que la punición, la sentencia no va a resolver el problema, porque el problema se resuelve allá abajo, donde está la gran cantidad de agresiones que no son crímenes, pero que van formando la normalidad de la agresión. Ninguno tomaría ese camino si no existiera ese caldo de cultivo.

—¿Y por qué algunos hombres toman ese camino y otros no? Porque si es un problema social ¿no afectaría a todos por igual?

—Y bueno, porque somos todos diferentes… yo no te puedo responder eso. Lo que sí te puedo asegurar es que los índices serían muchos menores si atacáramos la base, o sea, el hábito, las prácticas habituales. Tampoco hablo de una cultura de la violación, porque se habla mucho de eso, sobre todo en Brasil. Se habla mucho de una cultura violadora. Está bien, pero cuidado con la culturalización, porque el culturalismo, en el abordaje de estos temas, le da un marco de «normalidad», de costumbre. Como se hace con el racismo por ejemplo… es una costumbre. Yo tengo mucho miedo a esas palabras que terminan normalizando estas cuestiones.

—En relación a este tema, sobre que la violación es un crimen de poder, disciplinador, eso ¿se juega de la misma manera en el caso de los abusos de menores? Ya que generalmente los niños son abusados en su mayoría en las relaciones intrafamiliares o por integrantes de sus círculos cercanos, ¿se puede hacer una misma lectura o es distinto el análisis? 

—Yo creo que es un análisis distinto, porque ahí si entra la libido de una forma en que yo no creo que entra en las violaciones de mujeres. Yo no he investigado mucho ese tema, lo que sí puedo decir al respecto es que el agresor, el violador, el asediador en la casa lo hace porque puede. Porque también existe una idea de la paternidad que proviene de una genealogía muy antigua, que es el pater familias, como es en el Derecho Romano, que no era como lo concebimos hoy, como un padre, una relación parental. Sino que el padre era el propietario de la mujer, de los hijos y de los esclavos, todos en el mismo nivel. Entonces eso que ya no es más así, pero que en la genealogía de la familia, como la entendemos, persiste… la familia occidental, no la familia indígena. Pero sí la familia occidental, que tiene por debajo en sus orígenes la idea de la dueñidad del padre. Entonces, eso aun está muy patente. Tengo estudiantes que han trabajado este tema. Por ejemplo, el caso de un pastor evangélico que violaba a todas sus hijas, y lo que sale de ese estudio es que el hombre, en su interpretación, era dueño de esos cuerpos. Eso es algo que no está más en la ley, pero sí en la costumbre. Y el violador también es alguien que tiene que mostrarse dueño, en control de los cuerpos. Entonces el violador doméstico es alguien que accede a esos cuerpos porque considera que le pertenecen. Y el violador de calle es alguien que tiene que demostrar a sus pares, a los otros, a sus compinches, que es capaz. Son variantes de lo mismo, que es la posesión masculina como dueña, como necesariamente potente, como dueño de la vida.

—En su experiencia, ¿el violador se puede recuperar de alguna forma, con la cárcel o con algún tratamiento?

—Nunca vi un trabajo de reflexión, no lo podemos saber porque el trabajo que debemos hacer en la sociedad que es primero entender y luego reflexionar nunca fue hecho. Sólo después de hacer el trabajo que está pendiente todavía de hacer en el sistema penitenciario, podemos llegar a ese punto. No hay elementos suficientes. No estoy hablando de psicópatas. Porque, a diferencia de lo que dicen los diarios, la mayor parte de las agresiones sexuales no son perpetradas por psicópatas. Los mayores perpetradores son sujetos ansiosos por demostrar que son hombres. Si no se comprende qué papel tiene la violación y la masacre de mujeres en el mundo actual, no vamos a encontrar soluciones.

Quedan pendientes tantos temas… hablar, por ejemplo, sobre el papel de los medios que, según sus propias palabras, colaboran con exhibir públicamente la agresión a las mujeres hasta el hartazgo, haciendo de la victimización de las mujeres un espectáculo de fin de tarde o después de misa, reproduciendo hasta el hartazgo los detalles más morbosos y funcionando así como el «brazo ideológico de la estrategia de la crueldad»….  Esos y tantos otros. Será en otra oportunidad. La estaremos esperando.

Fuente: https://rebelion.org/una-falla-del-pensamiento-feminista-es-creer-que-la-violencia-de-genero-es-un-problema-de-hombres-y-mujeres-2/

Comparte este contenido:

¿Qué pasa en la UNAM?

Por: Roberto Rodríguez

En los últimos meses han ocurrido en la Universidad Nacional una serie de paros, toma de instalaciones y suspensión de actividades en varias de las entidades de la institución, principalmente en las escuelas del bachillerato. Al momento de escribir esta colaboración se mantienen en suspensión cuatro planteles de la UNAM: las preparatorias Tres, Siete y Nueve, así como la Facultad de Filosofía y Letras.

En noviembre del año pasado se suspendieron actividades dos semanas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. En esa coyuntura, el tema de la violencia de género ocupó el lugar central, y la solución del conflicto se derivó del compromiso institucional de atender a las demandas formuladas por el colectivo de mujeres que participó en la toma.

Un elemento común de las actuales expresiones de protesta ha sido el reclamo por la insuficiente atención a demandas relacionadas con acoso y otras formas de violencia de género. Desde la perspectiva de los grupos estudiantiles que han protagonizado o participado en esos eventos, las autoridades universitarias han sido omisas para resolver la problemática. También se ha señalado la inoperancia de dispositivos tales como protocolos, recomendaciones o campañas centradas más en la persuasión que en un efectivo rediseño de las pautas de convivencia universitaria.

En algunos casos, principalmente en las escuelas de bachillerato, a las demandas de género se han agregado otras: las condiciones de seguridad dentro y en el entorno de los planteles, los servicios de auxilio médico, el equipamiento de aulas y talleres, e incluso la disponibilidad de espacios para los colectivos de acción política y cultural. Persiste la exigencia de erradicar el porrismo en las escuelas y se han denunciado casos de posible corrupción o abuso de autoridad de funcionarios e incluso profesores, entre otros temas. Además se demanda la reformulación de los protocolos para la atención de las formas de violencia de género, en cuyo diseño participen los colectivos de mujeres estudiantes, la impartición de asignaturas obligatorias para concientizar a los estudiantes en la temática, así como la creación de servicios para el apoyo psicológico y jurídico a las víctimas.

Una de las demandas más complejas, presente en varios de los paros, es aquella que exige la expulsión o despido, según el caso, de estudiantes, académicos, funcionarios o trabajadores que han sido señalados, incluso en forma anónima, como posibles victimarios o cómplices de casos de acoso o violencia sexual. Las posibilidades de un procesamiento con justicia de acusaciones de esta naturaleza probablemente exceden las capacidades institucionales, por ello su solución no es sencilla como elemento de una negociación mutuamente satisfactoria entre las partes.

Una pregunta que ronda el ambiente es ¿se trata de movilizaciones aisladas, de movimientos articulados entre sí, o de protestas dirigidas desde el exterior universitario para desestabilizar a la institución? Las hipótesis de un complot contra la institucionalidad cobraron credibilidad en la coyuntura del proceso de elección del rector a finales del año pasado, entre otros factores por la participación en el proceso sucesorio de la directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. La reelección de Enrique Graue al frente de la Universidad no modificó sustancialmente la conflictividad de la protesta; quienes pensaban que una vez concluido el trámite de cambio o renovación de la rectoría se aplacaría el conflicto estaban equivocados, ello no ocurrió así, más bien al contrario.

No puede dudarse que los grupos promotores de las tomas de instalaciones se comunican entre sí, es de sentido común. Pero hay una distancia entre ello y la hipótesis de un único movimiento coordinado y articulado por una dirección central y estratégica. Es poco probable si se toma en cuenta la relativa diversidad de expresiones, demandas específicas, fórmulas de negociación e incluso la auto-caracterización de los colectivos protagonistas. Todo parece indicar, más bien, que hay una influencia recíproca en los repertorios de la protesta, en el eje compartido sobre las demandas de género y probablemente también en los esquemas de resistencia/negociación.

Desde luego es llamativa la dificultad que priva hasta el momento para la operación de canales de diálogo eficaces. El caso de la Facultad de Filosofía y Letras, en que las aproximaciones desde la autoridad con propósitos de una negociación convencional conducente a la devolución de las instalaciones han sido infructuosas. Tampoco han rendido el fruto esperado las opciones de intermediación entre las partes del conflicto, y no se advierte cuál podría ser la ruta de solución. En la Preparatoria 9, las cosas han cobrado un perfil todavía más complejo por la confrontación de grupos de estudiantes y padres de familia que buscan recuperar, motu proprio, las instalaciones. Cuando el espacio de autoridad es ocupado por otros actores, las cosas andan muy mal.

Las clases han iniciado y los paros siguen. Seguramente por ello las autoridades de la Universidad intentan una solución urgente. Pero el retorno a la “normalidad” confronta, precisamente, el tema central de la protesta. ¿Se espera que las comunidades de estudiantes y académicos operen como una presión para finalizar los paros? No es sencillo, por una razón: con cada vez mayor claridad se generaliza la opinión según la cual las demandas son legítimas aunque los medios para hacerlas cumplir no lo sean en la misma dimensión.

¿Y por lo tanto? Dos riesgos claros: uno es que los conflictos escalen en el entorno universitario, lo que podría suceder si no se consigue su anticipación y procesamiento. El otro es que el fenómeno pueda ser replicado en otras instituciones. Ello no es impensable e implica asumir, antes que sea tarde, respuestas que atiendan la problemática de género en cada una de las instituciones de educación superior y centros de bachillerato.

También hay una tarea para los legisladores: incorporar a la nueva Ley General de Educación Superior la perspectiva de género en su doble dimensión: oportunidades equitativas y respeto íntegro a la dignidad y seguridad de las personas.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/que-pasa-en-la-unam/

Imagen: https://pixabay.com/photos/unam-library-th-university-mexico-2167334/

Comparte este contenido:

México: La violencia de género sacude a la mayor universidad de América Latina

América del norte/México/elpais.com

Tras meses de protestas en México, la UNAM ha decidido reconocer oficialmente las agresiones y acoso hacia las estudiantes, pero muchas activistas lo consideran insuficiente

“No me importa perder el año si esto va a ayudar a que se erradique la violencia contra las mujeres en la UNAM”, dice Oyuki, una estudiante de 17 años que pide ser identificada con ese nombre y lleva más de dos semanas durmiendo en el suelo de un aula junto a decenas de compañeras. Ella estudia en la Preparatoria 6, uno de los cuatro planteles de bachillerato adscritos a la Universidad Nacional Autónoma de México tomados por alumnas que reclaman medidas para erradicar la violencia contra la mujer que soporta la institución. Además de estos centros, hay cuatro facultades y dos colegios de Ciencias y Humanidades en paro, algunos desde hace tres meses.

Hasta ahora, fumar marihuana o tomarse un whisky eran infracciones más graves que abusar de una mujer, un delito que ni siquiera estaba mencionado en el Estatuto General que rige la UNAM desde hace 75 años. Pero esta semana, la universidad más importante de México y la mayor de toda Latinoamérica, ha dado un paso inédito: el Consejo Universitario ha aprobado una reforma del estatuto para incorporar a la violencia de género como una infracción grave, merecedora de castigo, aunque no establece qué sanciones le corresponden.

Esta reforma, que entrará en vigor a partir de este lunes 17 de febrero, parece ser la vía que encontró la institución para tratar de salir del punto muerto en el que se encuentra desde noviembre, cuando grupos feministas comenzaron a tomar los establecimientos y a exigir una respuesta ante la violencia de género. El Consejo ha aprobado también la modificación de un artículo del estatuto para garantizar la paridad de género en el Tribunal Universitario, el máximo órgano que imparte justicia en la universidad. Aún así, no parece que ninguna de las dos medidas vaya a poner un fin definitivo al conflicto.

Para Brenda Medina, profesora auxiliar del Colegio de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras (FFYL) —que lleva sin clases desde principios de noviembre por la huelga de sus estudiantes—, las reformas son insuficientes. Una de las exigencias, explica, era que se establecieran sanciones específicas para el acoso, el abuso y la violación, algo que no ha sucedido. Jorge Volpi, encargado de Difusión Cultural de la UNAM, asegura que esa modificación se tratará en marzo, ya que la propuesta no llegó a tiempo a la Comisión de Legislación del Consejo Universitario. Medina dice también que desde la FFYL propusieron que el Tribunal Universitario sea independiente o, al menos, que las estudiantes puedan participar, y que eso tampoco se ha tenido en cuenta. Este jueves, una alumna de la universidad arremetió contra el presidente de ese Tribunal, Eduardo López Betancourt, acusándolo de hostigamiento y acoso durante una conferencia.

Una de las entradas de la Preparatoria 9 de la UNAM.
Una de las entradas de la Preparatoria 9 de la UNAM. ROGELIO MORALES CUARTOSCURO

Los casos de abuso sexual, los crímenes contra las mujeres y la inseguridad dentro de la UNAM no son nuevos; son el reflejo de un país que cuenta un promedio de 10 feminicidios diarios, según las estadísticas oficiales. Pero ahora la problemática parece haber llegado a un punto de quiebre, tanto afuera como adentro de la institución. En 2016 se activó el protocolo contra la violencia de género en la universidad y desde entonces ha habido 1.104 denuncias por abuso y acoso sexual, de las que se han procesado menos de la mitad. Desde 2018, seis mujeres han sido asesinadas en la UNAM. Las reformas impulsadas este miércoles, aunque muchas activistas las consideren insuficientes, dan esperanza a una comunidad desgastada por la impunidad y el miedo cotidiano.

La Preparatoria 9 lleva más de 90 días en paro. Esta escuela ha sido de las más criticadas por la supuesta violencia de las manifestantes. Las barricadas formadas con mesas y pupitres permanecen a las puertas del plantel, situado al norte de la capital mexicana. El escenario es de posconflicto. En el camino hacia la sala dormitorio de las alumnas hay basura y cristales rotos. Antes de subir las escaleras, un muro se muestra repleto de fotografías de profesores y alumnos señalados por acoso o por violación a estudiantes. Algunas se repiten hasta en cinco ocasiones.

Tres chicas de 15 a 18 años, que prefieren no dar sus nombres por seguridad, permanecen en una de las salas. Una come un burrito precocinado. Otra remolonea en un sofá cama. La tercera trata de limpiar una habitación que, a simple vista, necesitará años para volver a su estado original. Ellas también tuvieron una asamblea esta semana con las autoridades universitarias. “No sirvió de nada”, asegura una, mientras se arropa con una manta. Las estudiantes sostienen que en las reuniones con los directivos universitarios se les dice que sí a todo, menos a su petición más urgente: la expulsión definitiva de los profesores señalados por violencia física y verbal contra ellas. Entre ellos mencionan a un docente de matemáticas, a uno de literatura y, sobre todo, a un profesor de educación física. Tras la toma de la preparatoria, aseguran, en uno de los cajones de su despacho encontraron unos lentes con los que grababa a las alumnas menores desde hace años.

Las chicas pasan el tiempo leyendo, platicando, viendo alguna serie y comiendo mal. La que se hace llamar Regina tiene 18 años y está a punto de dar el salto a la universidad. “Prefiero dejar la escuela limpia de maestros que acosen a las alumnas. No me importa perder el año por esta causa. No tenemos miedo”, afirma.

A las tres estudiantes sus padres las apoyan y cuando pueden les traen algo de comida. Aunque, admiten, es mucho tiempo. “No es fácil estar aquí, pero no hay otra forma de que nos hagan caso”, explica Regina. Al principio tenían apoyo de la mayoría del alumnado y podían pasar el tiempo en la piscina que tiene la escuela. Con el paso de las semanas el apoyo ha bajado y muchos estudiantes que no forman parte de la protesta han sido reubicados en el céntrico Colegio Latinoamericano. En los últimos meses, los enfrentamientos entre las huelguistas y otros alumnos a veces acompañados por sus padres, han sido frecuentes, motivados principalmente por el temor a perder el año por las protestas. “Hasta que no tomen acciones reales esto va a seguir así”, avisa Regina.

Desde su despacho de la UNAM, Jorge Volpi afirma que la universidad está tomando conciencia sobre la desigualdad y violencia de género gracias a las movilizaciones feministas que han sacudido al país los últimos años. “La Universidad tiene que actuar ya, pero ojalá estos movimientos deriven en una toma de conciencia de nuestra sociedad, que provoca, admite, tolera y encubre la violencia de género. Es, sin duda, una prioridad”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/sociedad/2020/02/15/actualidad/1581775115_830122.html

Comparte este contenido:
Page 22 of 55
1 20 21 22 23 24 55